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Uso de la mentalización en el Proceso Psicoanalítico

Prof. Peter Fonagy


La mentalización puede describirse como una forma de actividad mental imaginativa, que nos
permite percibir e interpretar, tanto nuestro comportamiento como el de los otros, en términos
de estados mentales, intenciones, deseos, creencias, necesidades, etc.
Es un “vernos a nosotros mismos desde afuera y a ver a los otros desde adentro” Jeremy
Holmes.
Cuando no logramos entender al otro, trabajamos más duro para dar cuenta de su
comportamiento, esa es la base del proceso de mentalización. De esta forma, ser consciente
de la mente de los demás y de la nuestra nos lleva al “mindfulness” cuyo término proviene de la
corriente zen, vinculada al proceso de mentalización. M conecta al pasado, el presente y el
futuro. Nos brinda un sentido de continuidad.
Un pensamiento puede llevar a la acción, buscamos una coherencia, darle sentido y significado
a nuestra persona y a nuestra vida. A través de un ejercicio que plantea Fonagy, se busca que
las personas puedan identificar las emociones y sus expresiones en los rostros a partir de unas
imágenes. Los pensamientos de nosotros mismos, de los demás se sobreponen a nivel
cerebral.
Las funciones de visualizar la mente de otras personas y las nuestras propias se encuentran
encadenadas. De esta forma, nuestra capacidad de representar nuestros propios
pensamientos se ve afectada por como nuestros pensamientos son percibidos por otros.
El concepto de mentalización forma parte de la base de la teoría freudiana, pero se va a
constituir como una técnica nueva y no como teoría.
El concepto freudiano de ligazón (investidura), alude a la capacidad de asociación que libera al
paciente del componente físico del impulso. Es decir, llevar los impulsos a un nivel de
representación para convertirlos en una actividad mental.
Melanie Klein utiliza el concepto de posición depresiva, refiriendo al reconocimiento del dolor y
sufrimiento de otra persona.
Freud se refería al pensar como una protección contra la acción. Por esto, el pensamiento
contiene a la acción, lo que provee un cauce realista para los impulsos en ausencia de un
objeto necesario y gratificante. Mentalizar puede librarnos de la necesidad inmediata de buscar
una satisfacción.
El niño comienza a ser consiente del mundo psíquico de los demás, en la mitad del primer año
de vida.
Bion también reconoce que el tránsito de la posición esquizo-paranoide a la depresiva pasa por
la ligazón de los impulsos e implica necesariamente la contención e involucramiento del otro: la
madre. La experiencia interna vivida pasivamente se ve transformada en una experiencia
tolerable siempre que pueda ser pensada, al comienzo por la madre y recién después por el
niño (función alfa). Plantea que nuestros cerebros a partir del vínculo con otros, desarrollan la
capacidad de transformar la experiencia física en una psicológica. Por lo tanto, la capacidad
para tolerar la frustración (reacción espontánea frente a la necesidad) es lo que le permite a la
psique desarrollar el pensamiento, lo que a su vez va a transformar esa frustración en más
tolerable.
Al poder mentalizar la vivencia, se vuelve tolerable, permitiéndole a l sujeto saber qué es lo que
está sintiendo.
Winnicott es otro autor fundamental para la mentalización. Su concepto de espejamiento
maternal, es la base de lo que llamamos el self mentalizado. El plantea que lo que el cuidador
necesita comprender psicológicamente al infante para que pueda sentirse comprendido y
explicado, que su self verdadero y autentico emerja. Por lo tanto, el self psicológica se
desarrolla después que el infante experimenta él se percibido por su cuidador como un ser
pensante.
Desregulación afectiva no les permite mentalizar sus pensamientos y sentimientos.
Los psicoanalistas franceses inventaron el constructo “mentalization” a partir de
investigaciones básicas sobre medicina psicosomática. Trabajaron con el pensamiento pre-
operario o pensamiento concreto, es decir, existe un sistema que la mente requiere para
mantener al ser físico. La parte física librada a sí misma, podría llevar a la ansiedad, a la
desintegración, y para poder controlar eso y mantener esa parte integrada, se necesita de un
conjunto de experiencias organizadoras, que se reflejarían en representaciones de esos
estados y en ellos basaríamos nuestra subjetividad.

La teoría del apego de Bowlby es la que conglomera a las distintas vertientes psicoanalistas
británicas. El apego es un mecanismo evolutivo al servicio de la protección del infante humano.
Si el infante se siente amenazado, buscara al objeto y emitirá señales para que el objeto acuda
por el llamado biológico a la cría.
3 son las capacidades trasmitidas a través de esta vía, dentro del sistema de apego temprano
1) Capacidad para representar emociones
2) Control de la atención
3) Capacidad reflexiva para mentalizar (función clave del apego)
Un apego seguro proporciona una mejor representación de las emociones, mecanismos
atencionales más evolucionados y mejores capacidades mentalizadoras.
Los individuos necesitamos de otro capaz de reflejar las intenciones de manera apropiada.
Lo crucial del espejamiento consiste en que la madre se comunica con su infante a través de lo
que ella demuestra en su rostro lo que el infante está sintiendo. Arte de la psicoterapia
El espejamiento comienza con el acto comunicativo que consiste en transmitirle al otro que
sabes cómo se está sintiendo. Ser capaz de verse a sí mismos en el afuera, es inmensamente
importante para los infantes, puesto que les otorga un sentido de continuidad a su existencia
En las familias lúdicas, los infantes pueden mentalizar más.
La mentalización se encuentra en estrecha vinculación con el neuropéptido denominado
oxitocina. Esta se encuentra presenta en el amamantamiento y numerosas situaciones
relacionadas a infantes y también está presente en los hombres. Más oxitocina mayor
mentalización, pero hasta cierto límite! El periodo de duración de la oxitocina no supera los 45
minutos.
La oxitocina estimula el entendimiento de los demás personas y está vinculada con el apego.
Demasiado apego impide la mentalización.
Una alta excitación emocional inhibe la mentalización.
La mentalización activa el córtex prefrontal lateral y el córtex prefrontal medio.
El trauma en los niños, los deja expuestos a una sobreexcitación crónica. Niños víctimas de
maltrato experimentan sentimientos de angustia y miedo. Ser amables con este tipo de
pacientes puede conllevar a resultados contraproducentes.
La clave para un proceso terapéutico consiste en identificar cuando el paciente ha dejado de
mentalizar. Hay 3 pistas
1) Modo de equivalencia psíquica. Todo lo que piensan es real. Una fantasía o proyección
se vuelve real
2) Modo “como sí”. No existe conexión entre la realidad física y la mental.
3) Modo teleológico. Las cosas deben suceder en el mundo físico para que la persona las
sienta como reales.
Como terapeutas, buscamos expandir y clarificar sus representaciones de estados mentales.
No intentamos mejorar su capacidad de insight o conectarlos con recuerdos reprimidos o
señales fallas para pensar racionalmente. Entonces, empleamos intervenciones simples, nos
enfocamos en las emociones: amor, odio, deseo, entusiasmo, catástrofe. Empleamos nuestras
propias mentes como modelo para el paciente, nos enfocamos en la transferencia en el aquí y
el ahora. Decimos cosas como “eso es realmente llamativo, porque en la situación que usted
describió, yo me hubiera sentido así, pero parece que usted se siente de esta otra manera.
Puede ser?”.
Retrocedemos hasta el último momento antes de la falla en la mentalización. Intentamos
mentalizar la relación terapéutica, con pequeños sentimientos y pensamientos cotidianos. El
objetivo es ayudar al paciente a aprender acerca de la complejidad de sus pensamientos y
sentimientos, acerca de sí mismo y los otros, y sobre como las emociones y pensamientos nos
llevan a la acción. No somos expertos, no podemos saber lo que el paciente piensa.
Recomendamos la postura del ignorante, de la curiosidad acerca de lo que está ocurriendo. Un
cuestionarse constantemente sobre lo que está ocurriendo en la mente del paciente. Un
abordaje colaborativo, sentarse al lado del paciente e intentar pensar acerca de lo que le está
sucediendo en esa situación.

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