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La teoría del apego de Bowlby es la que conglomera a las distintas vertientes psicoanalistas
británicas. El apego es un mecanismo evolutivo al servicio de la protección del infante humano.
Si el infante se siente amenazado, buscara al objeto y emitirá señales para que el objeto acuda
por el llamado biológico a la cría.
3 son las capacidades trasmitidas a través de esta vía, dentro del sistema de apego temprano
1) Capacidad para representar emociones
2) Control de la atención
3) Capacidad reflexiva para mentalizar (función clave del apego)
Un apego seguro proporciona una mejor representación de las emociones, mecanismos
atencionales más evolucionados y mejores capacidades mentalizadoras.
Los individuos necesitamos de otro capaz de reflejar las intenciones de manera apropiada.
Lo crucial del espejamiento consiste en que la madre se comunica con su infante a través de lo
que ella demuestra en su rostro lo que el infante está sintiendo. Arte de la psicoterapia
El espejamiento comienza con el acto comunicativo que consiste en transmitirle al otro que
sabes cómo se está sintiendo. Ser capaz de verse a sí mismos en el afuera, es inmensamente
importante para los infantes, puesto que les otorga un sentido de continuidad a su existencia
En las familias lúdicas, los infantes pueden mentalizar más.
La mentalización se encuentra en estrecha vinculación con el neuropéptido denominado
oxitocina. Esta se encuentra presenta en el amamantamiento y numerosas situaciones
relacionadas a infantes y también está presente en los hombres. Más oxitocina mayor
mentalización, pero hasta cierto límite! El periodo de duración de la oxitocina no supera los 45
minutos.
La oxitocina estimula el entendimiento de los demás personas y está vinculada con el apego.
Demasiado apego impide la mentalización.
Una alta excitación emocional inhibe la mentalización.
La mentalización activa el córtex prefrontal lateral y el córtex prefrontal medio.
El trauma en los niños, los deja expuestos a una sobreexcitación crónica. Niños víctimas de
maltrato experimentan sentimientos de angustia y miedo. Ser amables con este tipo de
pacientes puede conllevar a resultados contraproducentes.
La clave para un proceso terapéutico consiste en identificar cuando el paciente ha dejado de
mentalizar. Hay 3 pistas
1) Modo de equivalencia psíquica. Todo lo que piensan es real. Una fantasía o proyección
se vuelve real
2) Modo “como sí”. No existe conexión entre la realidad física y la mental.
3) Modo teleológico. Las cosas deben suceder en el mundo físico para que la persona las
sienta como reales.
Como terapeutas, buscamos expandir y clarificar sus representaciones de estados mentales.
No intentamos mejorar su capacidad de insight o conectarlos con recuerdos reprimidos o
señales fallas para pensar racionalmente. Entonces, empleamos intervenciones simples, nos
enfocamos en las emociones: amor, odio, deseo, entusiasmo, catástrofe. Empleamos nuestras
propias mentes como modelo para el paciente, nos enfocamos en la transferencia en el aquí y
el ahora. Decimos cosas como “eso es realmente llamativo, porque en la situación que usted
describió, yo me hubiera sentido así, pero parece que usted se siente de esta otra manera.
Puede ser?”.
Retrocedemos hasta el último momento antes de la falla en la mentalización. Intentamos
mentalizar la relación terapéutica, con pequeños sentimientos y pensamientos cotidianos. El
objetivo es ayudar al paciente a aprender acerca de la complejidad de sus pensamientos y
sentimientos, acerca de sí mismo y los otros, y sobre como las emociones y pensamientos nos
llevan a la acción. No somos expertos, no podemos saber lo que el paciente piensa.
Recomendamos la postura del ignorante, de la curiosidad acerca de lo que está ocurriendo. Un
cuestionarse constantemente sobre lo que está ocurriendo en la mente del paciente. Un
abordaje colaborativo, sentarse al lado del paciente e intentar pensar acerca de lo que le está
sucediendo en esa situación.