Veamos una observación más para comprender el contexto en
el cual estuvo el autor sagrado. Y como, eso le influyo en su redacción. Existen algunas leyes que los pueblos orientales disponían cuando escribían un texto, sea para su redacción o para su misma conservación.
Ley de Conservación. La misma permite que las tradiciones
(orales y textuales) sean conservadas más allá de que hayan sido superadas con el tiempo, en su concepción religiosa. Se puede corregir e interpretar una tradición que sea antigua pero no se la elimina.
Un ejemplo. El lector puede advertir muy bien que en el libro
del Génesis
Gen 1,3 Gen 2,5
Existen en sus primeros capítulos, dos relatos de la creación.
¿Cuál es el original? Se podría afirmar que ambos porque responden a distintos momentos históricos.
Gen 2 fue escrito en el año 1000 a.C., en épocas del rey
Salomón. Allí aparece un Dios que se presenta con unos rasgos particulares: 2,7: alfarero 2,8: agricultor, siembra y planta arboles. 2,1: cirujano. 3,21: sastre, confecciona a ropa
Vemos a un Dios muy cercano al hombre, un Dios casi hombre.
Ahora, en el año 500 a.C. el pueblo de Israel fue desterrado a
Babilonia; y en aquella región se adoraba a Marduk, el dios de los babilonios y sus magníficos templos. En la catequesis de aquellos judíos, presentar al Dios (de los israelitas), casi como un hombre, resultaba poco edificante. ¿Qué hicieron los catequistas judíos? Buscaron la forma de catequizar con eficacia al pueblo hebreo y crearon así un nuevo relato de la creación (Gen 1)
¿Se acuerdan como crea Dios en este relato? ¿Haciendo cosas
con sus manos o con su sola palabra? Siempre dice: “hágase y se hizo”. Es un Dios majestuoso, más lejano pero más todopoderoso.
Tenemos dos relatos. Gen 2 escrito en el año 1000 (antiguo), y
Gen 1, escrito en el año 500 (no tanto). Pero se coloca Gen 1 en primer lugar ¿Por qué?
Para que muestre más importancia al Dios omnipotente, que
es más poderoso que Marduk, aun cuando este Gen 1 fue escrito después. ¿Estamos hasta aquí?
Otra noción a tener en cuenta para interpretar los textos de la
Biblia, es considerar el sentido de historia que poseían los israelitas.
La primera de ella es la historiografía épico-sacral. Ella centra
su atención en las intervenciones divinas bajo la imagen de un personaje o de algún héroe.
En esta historiografía, podemos indicar dos rasgos
fundamentales. la tendencia a exagerar los datos: los ejércitos son de enorme proporciones (cf. 2Cro 14,8), Quizás sería más exacto decir que estos autores no conciben que la historia marche adelante sin una serie de intervenciones directas de Dios (Is 37,36).
Hay un curioso detalle que hay que atender: saber que el
historiador no tiene problema en falsear los datos y mucho menos en deformarlos, con tal de que el lector perciba el mensaje religioso que la divinidad desea inculcar. Por tanto, al hablar de los ‘historiadores’ de Israel no debemos proyectar nuestra idea del historiador moderno o del filósofo de la historia. El historiador israelita no tiene la mentalidad de nuestro tiempo ni analiza los hechos con nuestros mismos criterios de objetividad y fidelidad al pasado.
Para finalizar, un aspecto del modo de expresión. Me refiero al
lenguaje hiperbólico que consistía en hacer uso de palabras e imágenes un tanto exageradas y desproporcionadas a la realidad, con la única intención de imprimir en el oyente la enseñanza que se quería dejar. Es decir, exagerar la idea para que el mensaje sea comprendido. (cf. Lc 14,25-26; Mt 5,27-30).