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P R Á C T I C A S F U N E R A R I A S EN E L V A L L E DEL CAUCA
Por otro lado, ofrece una serie de ventajas prácticas como el hecho de ob-
servar una alta concentración de objetos en un espacio muy reducido; los ma-
teriales suelen conformar un repertorio seleccionado intencionalmente; las
79 John Bowker, Los significados de la muerte, Cambridge University Press, 1996, p. 305.
48 PUEBLOS, RITUALES Y CONDICIONES DE VIDA PREHISPÁNICAS EN EL VALLE DEL CAUCA
80 A. Ruz L., Costumbres funerarias de los antiguos mayas. México, UNAM, 1" reimpresión, /1968/
1991; L. Binford, Mortuary Practices: Their Study and their Potential. In: An Archaeolngical
Perspective. Orlando, Academic Press, 1972, pp. 208-243; V. A. Aliochkin, Estructura social y ritual
f u n e r a r i o de las sociedades agrícolas antiguas, Moscú, Nauka (en ruso), 1986; J. M. O'Shea,
Mortuary Variabilily. An Archaeological Investigation, London, Academic Press, 1985; T. Chapa, La
arqueología de la muerte. Planteamientos, problemas y resultados. En: Arqueología de la Muerte:
Metodología y Perspectivas actuales. Fons Mallaria. Curso de Verano 1990. Diputación Provincial de
Córdoba, 1991, pp. 13-38; C. Mata, Arqueología funeraria. Estado actual de la investigación en
España. En; Actas del lio Congreso Nacional de Paleopatología. Valencia, octubre, 1993, pp. 167-
176; M. Wysocki, A. Whittle, Diversity, lifestyles and rites: new biológica! and archaeological evidence
from British earlier Neolithic mortuary assemblages, Antiquity 2000, 74(285), pp. 591-601; A. M.
Boada, Variabilidad mortuoria y organización social prehispánica en el sur de la Sabana de Bogotá.
En: Sociedades complejas en la Sabana de Bogotá, siglos Vil al XVI D.C. (B. Enciso, M. Therrien
eds.). Bogotá, ICANH, 2000, pp. 21-43.
81 Aliochkin, 1986, p. 6.
PRÁCTICAS FUNERARIAS EN EL VALLE DEL CAUCA 49
8 8 Ibid., p. 235.
89 T. Chapa, 1991, pp. 16-17.
90 J. M. O'Shea, 1985, p. 20.
91 Ibid., p. 19.
52 PUEBLOS, RITUALES Y CONDICIONES DE VIDA PREHISPÁNICAS EN EL VALLE DEL C A U C A
92 Ibid., p. 64.
93 Chapa, 1991, p. 19.
94 Vicent, 1995, p. 25.
95 Ibid., p. 27.
PRÁCTICAS FUNERARIAS EN EL VALLE DEL CAUCA 53
5. Cada producto social supone una unidad de valor entre lo que es social-
mente producido y el acceso individual al consumo.
6. El valor social de los productos fúnebres debe ser calculado sobre la base
del trabajo social necesario establecido por las relaciones sociales de pro-
ducción.
7. El balance entre producción y consumo debe ser deducido para detectar
las asimetrías sociales; por esta razón la Arqueología de la Muerte siem-
pre será incompleta sin un claro compromiso con la Arqueología de la
Vida.
A pesar de las críticas provenientes de distintos enfoques, sea estructuraUsta
o marxista, hay que reconocer que la principal aportación de la Arqueología
Social soviética y de la Arqueología de la Muerte o Funeraria occidental fue la
recuperación de la dimensión intencional y significante del registro funerario.
Las etapas de desarrollo de los enfoques corresponden a las fases de estudio de
los cementerios, pues inicialmente se describen para caracterizarlos, establecer
su cronología y vínculos culturales, al igual que su correspondencia étnica,
empleando analogías etnográficas e históricas; posteriormente se analizan dentro
del contexto general de la población, según sus patrones de asentamiento y
organización socio-política, con el propósito de encontrar explicaciones sobre
la variabilidad mortuoria y su asociación con la estructura social, empleando
métodos estadísticos; finalmente la información sobre las tumbas, el cadáver y
el ajuar se interpreta a la luz de su cosmovisión, la concepción del universo, de
la muerte y del papel de la persona que representa el ritual y el difunto dentro
de la sociedad que le dio vida, empleando enfoques teóricos. La descripción,
54 PUEBLOS, RITUALES Y CONDICIONES DE VIDA PREHISPÁNICAS EN EL VALLE DEL CAUCA
100 Ana María Boada, Variabilidad mortuoria y organización social prehispánica en el sur de la Sabana
de Bogotá. En: Sociedades complejas en la Sabana de Bogotá, siglos VII al XVI D.C. (B. Enciso. M.
Therrien eds.). Bogotá, ICANH, 2000, pp. 21-43; H. Pradilla, descripción y variabilidad en las
prácticas funerarias del Cercado Grande de los Santuarios, Tunja, Boyacá. En: Los chihchas. Adap-
tación y diversidad en los Andes Orientales de Colombia, i. V. Rodríguez (ed.), Bogotá, Universidad
Nacional Colciencias, 2001, pp. 165-206.
101 Carlos A. Rodríguez, Héctor Salgado. Las costumbres funerarias de las sociedades Agroalfareras
prehispánicas de la región Samaría en el curso alto del río Calima. I milenio a. C. - siglo VI d.C.
Cali, Informe Final, Instituto Vallecaucano de Investigaciones Científicas, 1990; C. A. Rodríguez. El
Cacicazgo de Guabas. Variante Meridional de la Tradición Cultural Quimbaya Tardío (700-1300
D . C ) . Informe Final. Instituto Vallecaucano de Investigaciones. Científicas INCIVA. Alcaldía Muni-
cipal de Guacarí, 1994; Sonia Blanco. Arqueología Urbana en el sur de Cali. Alcaldía de Cali,
División de Cultura-INCIVA. Cali, 1996; S. Blanco, Reconocimiento y Prospección Arqueológica
Estación de Servicio La Gran Parada, Vereda La Acequia, Municipio de Palmira Informe final Calima
Darién INCIVA (MS. Sin publicar) 1999; S. Blanco, A. Clavijo. Prospección y rescate arqueológico
del cementerio prehispánico de Coronado, Palmira, Valle del Cauca. Manizales, / Congreso de Ar-
queología en Colombia. 1999; S. Blanco, Estudio de Impacto Ambiental Arqueológico Proyecto
Centra Comercial Santa Bárbara Shopping Plaza. Municipio de Palmira. Informe Parcial y Plan de
Manejo para la Mitigación de Impactos del Patrimonio Arqueológico. Ms. INCIVA. Calima- El
Darién. 2001; S. Blanco, A. Clavijo. Prospección y Rescate Arqueológico en el Cementerio Prehispánico
Coronado. Palmira-Valle del Cauca. Informe final I Etapa. INCIVA. FIAN. ICAN. Alcaldía de
Palmira. 1999; S. Blanco, A. Clavijo, M. Cárdale, L. Herrera, Informes Parciales 1 y 2 Proyecto
Coronado-Palmira. Palmira. 1999.
1 02 A. M. Boada, 2000, p. 42.
103 P. Simón, 1981, T 111, pp. 406-407.
56 PUEBLOS, RITUALES Y CONDICIONES DE VIDA PREHISPÁNICAS EN EL VALLE DEL C A U C A
104 Recopiladas por el profesor Virgilio Becerra dentro del contexto de la asignatura Problemática
Colombiana II (La muerte en Colombia prehispánica) durante el primer semestre de 1994 en la
Carrera de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia.
PRÁCTICAS FUNERARIAS EN EL VALLE DEL CAUCA 57
1 05 G. Reichel-Dolmatoff, Notas sobre el simbolismo religioso de los indios de la Sierra Nevada de Santa
Marta. En: Estudios antropológicos, A. y G. Reichel-Dolmatoff. Bogotá, Instituto Colombiano de
Cultura. Biblioteca Básica Colombiana, 1977, p. 238.
PRÁCTICAS FUNERARIAS EN EL VALLE DEL CAUCA 59
107 G. Reichel-Dolmatoff, Los indios motilones. Etnografía y lingüística. Revista del Instituto Etnológico
1945, pp. 46-55.
108 J. Virgilio Becerra (ed.), La muerte en la Colombia Prehispánica. Bogotá, Dpto. de Antropología,
MS, 1994.
PRÁCTICAS FUNERARIAS EN EL VALLE DEL CAUCA 61
Los pobladores del valle de Lile (Cali) practicaban el ritual de las cabezas
trofeo, rellenando de ceniza los cuerpos y cubriendo los rostros de sus víctimas
con cera. Sobre sus enterramientos anotaba:" 1
109 J. E. Buikstra, Mortuary practices, palaedemography and paleoapthology: a case study from the Koster
site (Illinois). In: The archaealogy of death. R. Chapman, I. Kinnes, K. Randsborg (eds). Cambridge
University Press, 1981, pp. 125; L. Manzanilla L., R. Arrellín, Los entierros de los túneles al este de la
Pirámide del Sol: Proyecto UNAM 1987-1996. En: Prácticas funerarias en la Ciudad de los Diases. Los
enterramientos humanos de la antigua Tealihuacan. México, HA UNAM, 1999, p.4.39.
I 10 Cieza de León, 1922, p. 87.
I 1 1 Ibid., p. 93.
PRÁCTICAS FUNERARIAS EN EL VALLE DEL CAUCA 63
Gracias a esta labor, hoy día conocemos muchos aspectos de la gran varia-
ción de las costumbres fúnebres, formas, dimensiones y orientación de los re-
cintos, que permiten inferir diferencias en la calidad, cantidad y ubicación del
ajuar, tratamiento y disposición de los cuerpos, desde los grupos agroalfareros
tempranos (Samaría, Darién, Malagana, Coronado, La Cristalina, Santa Bárba-
ra, Estadio) hasta los tardíos (Almacafé, CIAT, Corpoica, Guacandá, El Car-
men, Cantaclaro) (Figura 7).
114 Cieza de León, 1922; Wassen, 1936; Pineda, 1945; Trimborn, 1949; Caldas et al.. 1972; C. A.
Rodríguez 1994, 1999, 2002; Blanco et al., 1999; Rodríguez et al., 2002.
1 1 5 Carlos A. Rodríguez, 2002.
1 1 6 E. Forero, Arqueología de rescate en la parcelación El Llanito. Región Calima. Cali, Cespedesia,
1990, 16-17(59):147-179; C. A. Rodríguez, H. Salgado, 1990; M. Cárdale, 1992; S. Blanco el al.,
1999; J. V Rodríguez et al., 2002.
PRÁCTICAS FUNERARIAS EN EL VALLE DEL C A U C A 65
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Figura 7. Formas de las tumbas de Samaría según período (Rodríguez, Salgado, 1990)
66 PUEBLOS, RITUALES Y CONDICIONES DE VIDA PREHISPÁNICAS EN EL VALLE DEL CAUCA
como en Calima y Malagana (Fig. 10) para el manejo de las aguas. Las viviendas
en la cordillera se establecían sobre terrazas artificiales (Fig. 21), mientras que
en el valle debió ser de tipo palafito para evitar las inundaciones. La cerámica es
muy fina, entre ellas vasijas de doble vertedera y asa puente (alcarrazas) (Figura
8), cuencos, vasijas con seres fabulosos (felinos, murciélagos, serpientes, aves,
humanos). Son importantes las representaciones del chamán o curandero quien
se asocia con la capacidad de transformarse en animal, especialmente en jaguar.118
118 Rodríguez et al., 1993; Cárdale et al., 1995; Botiva, Forero, 1993; Herrera et al., 1994; Archila et
al., 1996; Herrera et a l , 1997; Bray et al., 1999; Herrera, Cárdale, 1999; Rodríguez, 2002; Rodríguez,
Salgado, 1990; Cárdale, 1992.
68 PUEBLOS, RITUALES Y CONDICIONES DE VIDA PREHISPÁNICAS EN EL VALLE DEL CAUCA
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F i g u r a 10. Fotografía aérea de Malagana entre el río Bolo y el zanjón Zumbaculo, obsérvense
los dos canales concéntricos señalados por las flechas.
122 cf. Los tesoros de los señores de Malagana, Museo del Oro, 1996; M. Cárdale, L. Herrera, C. A.
Rodríguez, Y. Jaramillo. Rito y ceremonia en Malagana, Boletín de Arqueología, 1999, Año 14, No. 3,
123 G. Correal, Estudio de los restos humanos y de los restos de fauna del sitio arqueológico de Malagana,
Municipio de Palmira. En: Informe Proyecto Malagana, M. Cárdale, L. Herrera, C. Rodríguez. Cali,
1995, pp. 83-118.
70 PUEBLOS, RITUALES Y CONDICIONES DE VIDA PREHISPÁNICAS EN EL VALLE DEL CAUCA
destacan las tumbas suntuosas saqueadas por guaqueros, con gran cantidad de
piezas orfebres, alcarrazas, cuentas de collar de cuarzo y figuras humanas (Fi-
gura 11).
Dentro de los restos de fauna se mencionan zaino {Tayassu sp.), cusumbo (Nasua
nasua), venado (Odocoileus s.p), ratón, perro (Canis sp.), peces, aves, reptiles,
invertebrados (moluscos terrestres). Dentro de los restos vegetales destacan las
124
palmas (Attalea, Scheelea), importante fuente de aceite, maíz, cucurbitáceas.
PLANTA
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coca (Fig. 13, 14, 36). Abundan las cuentas de collar de cuarzo entre la boca y
cerca de la pelvis (Fig. 34); además de cuentas de lidita de forma cilindricas.
También se encuentran cuentas de collar en oro con figura de babilla y otros
adornos orfebres con figura de insectos (Fig. 33).
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PLANTA
CORTE A-A
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F i g u r a 14. Coronado, Palmira, Área 1, tumba 47, con máscara (Blanco, Clavijo, 1999).
PRÁCTICAS FUNERARIAS EN EL VALLE DEL C A U C A 75
El cuarto tipo está representado solamente por la tumba No. 1 que no conte-
nía esqueleto ni ajuar interno; el pozo es rectangular y la fosa frontal de forma
elipsoidal. A juzgar por la alcarraza fitomorfa fragmentada de color rojo loca-
lizada en el descenso del pozo a la fosa, parece concernir a una tumba llama.
Las tumbas observan la mayor cantidad de materiales sobre sus cubiertas,
que inicialmente configuraban montículos pero con el paso de los años y de la
mecanización agrícola se aplastaron, dispersándose el material (Figura 16).
Así, por ejemplo, el 89% del material lítico yacía sobre las tumbas, el 7.1%
en los pozos y solamente el 3.9% en las fosas. La cobertura de las tumbas con
fragmentos gruesos de cerámica y material lítico se ejecutó probablemente per-
siguiendo varios objetivos: 1. Para marcar o señalizar el sitio; 2. Como acto
ceremonial; 3. Como protección contra el pisoteo del lugar, debido a que las
características físicas del suelo son muy inestables ante la presión superficial.
Al igual que en otros lugares del país, por ejemplo en los Llanos Orientales y
en el Cocuy, la gente al pasar cerca de las tumbas colocaba piedritas en señal
de veneración y respeto hacia los muertos. Las tumbas infantiles, especialmen-
te las No. 15 y 16, además de las No. 3 y 14, observan la mayor concentración
de material en su cubierta. Es probable que la alta mortalidad infantil les con-
moviera mucho de ahí que colocaran la mayor cantidad de ofrendas sobre sus
tumbas.
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127 R.S. Carr, M. Iscan, R. A. Johnson, A Late Archaic Cemetery in South Florida. The Florida
Anthropologist 1984, 37(4): 172-1 88.
PRÁCTICAS FUNERARIAS EN EL VALLE DEL CAUCA 77
PLANTA
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CORTE A-A
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Figura 16. La Cristalina, El Cerrito, tumba 15, infantil con montículo funerario.
78 PUEBLOS, RITUALES Y CONDICIONES DE VIDA PREHISPÁNICAS EN EL VALLE DEL CAUCA
cubiertos quizás por mantas como describían los cronistas para las comunida-
des del siglo XVI, no observan avanzada descomposición tafonómica ni
adherencias de carbonates, pues los textiles protegían el cuerpo de la acción de
los agentes del suelo.
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129 Sonia Blanco, Gustavo Cabal. Cementerio prehispánico temprano, Estadio Deportivo Cali. Monitoreo
arqueológico durante la cimentación de la tribuna oriental. Palmaseca, Palmira- Valle del Cauca.
Informe Parcial, octubre 28 de 2003.
130 Ver Los tesaros de los señares de Malagana, Bogotá, Banco de la República, 1996, lámina 76, p. 47,
PRÁCTICAS FUNERARIAS EN EL VALLE DEL CAUCA 81
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gura 20). Un poco más abajo, hacia el oeste y de manera horizontal orientada
norte-sur, se encontró una placa lítica, posiblemente una piedra de machacar
como la que usan las chamanas zapotecas para macerar las plantas medicina-
131
les, de 23 cm. de largo.
Figura 21. Alcarraza Yotoco con poblado; casas con cumbreras rectas (Cárdale et a l , 1989:13).
84 PUEBLOS, RITUALES Y CONDICIONES DE VIDA PREHISPÁNICAS EN EL VALLE DEL CAUCA
Período que transcurre entre los siglos I y finales del XII d.C.134 o entre 0-
1100 d.C. I3S Durante 600 años, entre el 50 a.C. y el 550 d.C. las poblaciones se
vieron afectadas por una larga temporada de humedad, especialmente en la
llanura de desborde del río Cauca, lo que las obligó a replegarse a terrenos más
elevados. En la región Calima se construyeron camellones y zonas de drenaje.
Entre el 550-650 d.C. sobreviene una temporada seca, marcando una transi-
ción en este período, y entre 650-1200 d.C. aparece una época húmeda.
Las comunidades del período Yotoco en la región cordillerana, al igual que
las llama enterraban a sus muertos en cercanía o dentro de sus viviendas, en
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o fot.
2.5.3. Las costumbres funerarias de las sociedades del período tardío (si-
glos VIII-XVI d.C.)
Se divide a su vez en las tres grandes tradiciones culturales: Quimbaya Tardío al
norte del Valle, Sonso en la región Calima y Bolo-Quebrada Seca al sur del Valle.
Es considerado una tradición (horizonte, serie) por compartir estilos simila-
res contiguos e incluye el complejo Guabas-Buga, los estilos quebrada Seca y
río Bolo; se extendió desde Popayán al sur hasta Bolívar y Trujillo al norte. El
cambio sociocultural es considerado como parte de un movimiento de pobla-
ciones sobre una extensa zona de la región Andina, que se apropiaron de terri-
torios y que la gran heterogeneidad morfométrica lo sustenta. Durante este
período se aprecia la construcción de grandes plataformas artificiales. Las tum-
bas alcanzan grandes profundidades, con enormes cámaras y ricos ajuares, re-
flejando quizás la realización de enterramientos múltiples y la reutilización de
los recintos funerarios; en algunos se han encontrado sarcófagos. La represen-
tación del rostro refleja igualmente formas diferentes, entre ellas la nariz agui-
leña y los ojos en forma de granos de café (Figura 23).' 40
Cabe destacar que el municipio de Palmira posee los cementerios más gran-
des; los yacimientos arqueológicos se ubican cerca del río Bolo (Malagana, 300
a.C. a 50 d.C), en el casco urbano (Coronado, 200 a.C. a 200 d.C), cerca al
137 S. Blanco et al., 1999; L. Herrera, M. Cárdale, 1999; C. A. Rodríguez et al., 2000.
138 F. Bernal, 1997; H. Salgado, 1996; J. V. Rodríguez et al., 2000, 2002.
139 A. M. Boada, 1995.
140 Bray, 1989:108; Cárdale et al., 1989:17; Rodríguez JV, 2003; Bernal, 1997; Salgado, 1996; Rodríguez
et al., 2000, 2002.
PRÁCTICAS FUNERARIAS EN EL VALLE DEL CAUCA 87
CONVENCIONES
1. Volantes De Huso
2. Copa
3 Vasija Globular
4. Cántaro
5. Vasija Frtomorta
6. Mano De Moler
7 Metate
8. Vaso De 4 Asas
El C a r m e n T-16
Las tumbas son de pozo con cámara lateral donde ubicaban el cuerpo con su
ofrenda; hay otras variantes con depresiones en el piso y con nichos. El pozo es
de forma rectangular orientado NE-SW y NW-SE; unos pocos están orientados
NS. La longitud varía entre 180-265 cm., aunque se presentan tumbas colectivas
que pueden alcanzar dimensiones entre 345-425 cm (Figura 24). La anchura
oscila entre 50-135 cm. y el de las tumbas colectivas entre 170-275 cm. La pro-
fundidad alcanza entre 118-410 cm., siendo más profundas las colectivas.
Al lado del cuerpo (cabeza, sobre el cuerpo o al lado de los pies) se coloca-
ban objetos de cerámica (vasijas, volantes de huso, figuras antropomorfas),
hueso (instrumentos) y piedra (metates, manos de moler), costumbre similar a
la practicada por sociedades tempranas. La cantidad oscila entre 5-99 objetos.
Parece ser, al juzgar por las descripciones de los cronistas, que las tazas en las
que solía beber, los platos llenos de manjares y las vasijas con chicha eran para
PLANTA
I.
CONVENCIONES
1 CUENCO
2 OBJETO DE HUESO
3 VOLANTE
4 OLLA-CUENCO
4A FRAGMENTO VASIJA
4B FRAGMENTO VASIJA
5 CUENCO
6 COPA
7 CUENCO
CORTE .CaCOs 8 FIGURINA
9 CUENCO
10 CÁNTARO
II VOLANTE
12 FIGURINA
13 COPA
14 COPA
15 BASE COPA
que el muerto comiera de noche, lo que era verificado por sus congéneres. m
AI pozo también arrojaban objetos de cerámica como se evidencia por los frag-
mentos encontrados en gran concentración, lo que podría confirmar la descrip-
ción de los cronistas de que se quebraban (mataban) las vasijas con piedras y
arrojaban los fragmentos a la sepultura para que todo muriera con el difunto.
Las ceremonias realizadas al cabo de año, en donde se bebía, comía y se que-
maban objetos, podría explicar la presencia de carbón en las tumbas y sobre
ellas.
La cerámica está constituida tanto por vasijas de uso doméstico como ritual,
entre ellas figuras antropomorfas y volantes de huso, quemadas al aire libre,
cocción completa e incompleta en atmósfera oxidante, con desgrasante de are-
na, cuarzo blanco y tiesto triturado; el color corresponde al café amarillento,
café oscuro y rojo.
La Tumba 1 había sido saqueada, pero se pudo establecer que el pozo tenía
una forma rectangular, con dimensiones de 210x115x237 cm. (longitud, ancho,
profundidad), con un nicho (190x50x45 cm.) en el pozo y doble escalonamiento.
La cámara tenía unas dimensiones de 286x154x241 cm., con un esqueleto pues-
to sobre fibras vegetales. Se obtuvo una fecha de 1080±60 años d.C.
La Tumba 2 (Figuras 26, 27) es la más espectacular de todas, tanto por sus
dimensiones -de las más grandes excavadas en Colombia-, la cantidad y diver-
sidad de objetos que integraban el ajuar funerario -800 objetos- como por su
contenido ritual, pues había solamente un esqueleto articulado en posición de
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CORTE C-C
CORTE A-A"
CORTE B-B"
o so
adquirió estatus por sus poderes, y preparaba las bebidas con hierbas macera-
das con los morteros según el tipo de enfermedad diagnosticada. En algunos
grupos indígenas los cuerpos de las mujeres fallecidas durante el parto, de las
hechiceras y suicidas se enterraban boca abajo. m
El hecho de haberse encontrado cerca a su cuerpo dos morteros para colgar con
el cual machacaban las hierbas para la elaboración de los brebajes durante los
procedimientos de curación de enfermos, confirmaría su ocupación de curandera.
Contenía en su lado este un entierro primario femenino con huellas de cremación,
boca abajo, sin deformación craneal. Por otro lado, el hallazgo de cerca de tres
centenares de volantes de huso; más de un centenar de vasijas; collares con dientes
de animales; implementos de oro; y las mismas dimensiones de la tumba - cerca de
100 metros cúbicos excavados - confirman su elevado estatus social.
A juzgar por estas características se puede pensar que las tumbas fueron
reutilizadas durante varios siglos por una misma comunidad que tenía en su
memoria la tradición funeraria, y que mantuvo la forma de las mismas, pero
que al inhumar nuevos individuos desarticulaba y dispersaba los anteriormente
enterrados. Algunos individuos de gran estatus fueron preservados quizás por
el respeto que se les profesaba, como se manifiesta en la Tumba 2, al igual que
el ajuar funerario que se concentró sin alteración en el lado noreste de la cáma-
ra, acumulado en tandas, vasijas sobre vasijas.
151 Alberto Ruz L. Costumbres funerarias de las antiguas mayas. México, UNAM, 1991, p.230.
PRÁCTICAS FUNERARIAS EN EL VALLE DEL C A U C A 95
152 J. Ford, Excavations in the Vicinity of Cali, Colombia. London, Yale University PubUcations in
Anthropology, 1944, N° 31, pp 1-83.
96 PUEBLOS, RITUALES Y CONDICIONES DE VIDA PREHISPÁNICAS EN EL VALLE DEL CAUCA
Corte AA
Q •128 Escalones
CORTE A A
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Ciudad Jardín Tumba 6
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Figura 30. Tumba No. 8, Hacienda Cantaclaro, Aguaclara, Palmira (Rodríguez et al, 2004).
100 PUEBLOS, RITUALES Y CONDICIONES DE VIDA PREHISPÁNICAS EN EL VALLE DEL CAUCA
sen sido reutilizadas. Objetos de gran significado cosmogónico como las cuen-
tas de cuarzo características de Malagana, Coronado y Santa Bárbara desapare-
cen, pero los caracoles marinos continúan vigentes hasta épocas tardías
mostrando su gran significado cosmogónico. La orientación general de la ca-
beza continúa hacia el norte, al igual que la posición de los cuerpos en posi-
ción de decúbito dorsal extendido, con la cabeza hacia el norte.
155 Linda Manzanilla, Carlos Serrano (eds.), Prácticas funerarias en la Ciudad de las Dioses. Los
enterramientos humanos de la antigua Teotihuacán. México, UNAM, 1999; Eduardo Matos M.,
Costumbres funerarias en Mesoamérica, Arqueología Mexicana, 1999, vol Vil, No. 40, pp. 11-17;
Mercedes de la Garza, La muerte y sus deidades en el pensamiento maya. Arqueología Mexicana,
1999, vol Vil, No. 40, pp.40-45.
PRÁCTICAS FUNERARIAS EN EL VALLE DEL C A U C A 101
los vivos que temían mucho por la intranquilidad de los muertos (Figuras 12,
14, 17). Los entierros boca abajo tuvieron un gran significado ritual, probable-
mente para orientar hacia el quinto punto cardinal, el centro de la tierra, y
evitar las posibles malas energías (Figuras 18, 27).
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2,6,2, El ajuar
Compuesto por los adornos personales, chaquiras, armas, asientos, vasijas
con alimentos para su mantenimiento en la otra vida y sus mujeres si tenía
varias. Algunos quebraban las vasijas y sus trozos arrojados a las tumbas. Otros
usaron objetos de uso cotidiano como vasijas, armas, artefactos empleados en
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Coronado, Palmira,
cuarzo señalan que existieron lazos económicos con otras áreas como el Pací-
fico y cordillera Central, como se manifiesta por la profusión de caminos entre
el valle y ambas cordilleras. La elaboración de máscaras (Coronado), alcarrazas
antropo-zoo-fitomorfas y retablos demuestra profundos conocimientos en el
manejo de arcillas y el control de la temperatura durante la cocción.
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