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Violencia
Violencia
La violencia generada por los seres humanos ha sido estudiada desde muy
antiguo; hay dos teorías modernas de sesgo evolucionista, la hipótesis del
cazador, mayoritaria, y la del mono asesino de Raymond Dart y Robert Ardrey.
Pero desde el punto de vista de la antropología cultural, al menos para el
antropólogo René Girard (La violencia y lo sagrado, 1972) la violencia es
consecuencia de un proceso de mímesis social que termina disfrazándose como
mito religioso pagano. La produce un deseo que no se dirige al bien, sino hacia
aquello que desea el otro y solo puede tener él, porque no es divisible. Posee,
pues, tres elementos: el uno, el otro y lo que desea el otro. La evolución de este
deseo, en el deseo de todos contra todos, acaba por destruir ese tercer elemento
a fin de salvar la sociedad y lo que sí podemos compartir. Eso produce una
rivalidad, competencia o envidia y una violencia dañina de la que la sociedad solo
se libera mediante el uso del llamado chivo expiatorio o víctima injusta-inocente,
que luego es divinizada o mitificada para disimular el violento fundamento social y
político de la comunidad. El sacrificio expiatorio es el fundamento violento de todas
las religiones paganas con una finalidad sociopolítica; pero en el caso del
cristianismo, sin embargo, se invierte este fundamento mediante el amor y el
autosacrificio: ya no se adopta la perspectiva de la sociedad, sino la de la víctima
del sacrificio: es una religión sin violencia.8
Girard propone una lectura del Edipo rey sofocleo desde esa clave hermenéutica.
La desgracia tebana aparece representada por la peste (símbolo, según la
interpretación propuesta, de una reciprocidad violenta que se adueña del todo
social), pero la culpa es transferida a las faltas individualizadas (parricidio e
incesto) de Edipo, convertido en chivo expiatorio. A Creonte y Tiresias les
corresponde el papel de acusadores; su éxito logra que el bellum omnium contra
omnes dé paso al todos contra uno, cuyo odio unánime restablece el vínculo
comunitario y permite, en consecuencia, eludir la anomia que resultaría del
enfrentamiento generalizado9
Pero Girard generaliza el mecanismo victimario: no solo es fundamento de la
religión, sino que de él surge el proceso de hominización, la cultura y las
instituciones; todos los mitos contendrían un linchamiento fundador escondido.