El camino viejo Tuquerres Barbacoas representa un origen borroso de lo que
desde años atrás ha sido la relación entre la zona andina y el pacifico nariñense, entre sierra y selva, entre los de arriba y los de abajo. Desde la época de los Telembies y pastos, ya se hablaba de dos mundos conectados, según cuentan las leyendas, el chispas y el guangas, y las dos perdices poderosas, representan dos formas, el día y la noche, lo oscuro y lo blanco, lo frio y lo caliente, que se encuentran sobre los andes, sobre el Cumbal y Shimangual. “En la apuesta unos dicen que gano la perdiz negra, por eso la riqueza y el saber, quedaron para abajo, para adentro, para barbacoas y la pobreza para la provincia. Dicen que la negra, lo negro, representa las cualidades, es el poder, del adentro, del abajo, de lo que está debajo, el norte y el occidente o el noroccidente, el mar, el fuego, el oro y la riqueza, la selva, lo oscuro, el peligro, la belleza, lo fantástico, el mundo de los muertos, la vida después de la vida, lo espiritual, loa aucas o jambos (salvajes: indios y negros), la selva. Y que la blanca las cualidades –poderes de afuera de arriba, encima, el sur y el oriente o el suroriente, la tierra, la agricultura, la pampa, lo claro, la luz, la tranquilidad, lo natural…” Plan de justicia y vida para el resguardo Indígena de Túquerres, (2009). La historia del camino es antigua, por allí se comerció el oro de Barbacoas, se trasladaron innumerables mercancías para alimentar las minas, y otros tantos objetos que según cuentan, llegaban desde Europa. Esto dio paso al crecimiento de los poblados de Tuquerres como principal proveedor de víveres para el sostenimiento de las minas y a otros poblados, como San Pablo (actualmente Ricuarte), El Espino, y Mallama, que se fundaron como puntos de paso de esta ruta, por ello, comunidades y camino en este caso, no se pueden entender por separado, el camino es la historia de las comunidades, y las comunidades son la historia del camino. Con el paso del tiempo, las minas perdieron importancia, y Barbacoas, quedo aislado y en el abandono, mientras que Tumaco se fue constituyendo como puerto principal del pacifico nariñense. Desde esa época pasaron largos años y variados proyectos que dieron lugar a construcciones intermitentes que afectarían el trazo del camino viejo, gran parte del camino, ha sido modificado o intervenido por múltiples obras como el ferrocarril del diviso, el paso del oleoducto transandino y, la construcción de la actual carretera a Tumaco. En este proceso de transformación, también se incluyen las dinámicas de poblamiento desprendidas de la ruta y sus intereses que han generado múltiples olas migratorias llevando a que muchos pobladores fueran ocupando la vía y sus alrededores (Hoffman, 1999). Un capítulo aparte es la historia de violencias históricas, conflicto armado y narcotráfico, que han habitado el sector del piedemonte costero y pacifico desde hace mucho tiempo; aunque, recientemente solo se menciona la presencia de actores armados y narcotráfico desde los años noventa, según cuentan los pobladores, “para abajo el ambiente siempre ha sido más caliente, antes con machete pero siempre ha sido duro”. Los mismos zanjones por los que años atrás circularan, indígenas llevando señores cargados de oro en sus espaldas, esclavos buscando libertad o arrieros de montaña, servirían tiempo después como trincheras de guerra para los actores armados que, según dicen, buscaban controlar este territorio, por su ubicación como corredor estratégico. Con todo esto, lo cierto es que el trazo del camino se ha visto gravemente afectado convirtiéndolo en un trazo discontinuo y difícil de seguir. Sin embargo; esto último no afirma que el camino no exista, pues la intermitencia de su presencia es más resultado de la vitalidad y la dinámica, que del abandono o el olvido, podría decirse que su conformación actual tiene el carácter de un palimpsesto 1 en el que se superponen distintas escrituras, que corresponden a los esfuerzos hechos por múltiples manos para lograr la conexión entre dos regiones. Afirmamos que este es un camino vivo, con una larga historia de relaciones, migraciones e intercambios que siguen alimentando el vínculo entre dos regiones.. De otra parte, más allá de la grandeza de la ruta y la complejidad de su historia, lo que en la actualidad es el camino viejo, también se corresponde con una dimensión local, de límites más pequeños, que hablan del pueblo o la vereda, donde se recrean pequeñas historias de orden de lo cotidiano, lo sagrado, lo sobrenatural y lo comunitario. Sentidos que dan cuenta de usos y prácticas desde la mirada del día a día de la vida veredal, donde transcurre la vida de vecinos, quienes lo recorren cotidianamente, para visitar familiares, buscar la suerte del oro perdido, o cargar la caña y la panela. Donde aún se recrea el eco de una relación entre los de arriba y los de abajo, que hablan de la calentura de los de abajo, de la frialdad de los de arriba, de las fiestas y los espantos que habitan el camino, y sobre las que haremos una breve aproximación en este escrito recreando una de las tantas voces del camino. El señor de Cuaiquer, el camino viejo, y la fiesta del Pendo Don Juan Delgado, era el abuelo, nació en los años de 1920, y murió a los 94 años, de viejo, su fe al señor de cualquier era bien conocida para la familia, pues todos los años en semana santa y en agosto, sin falta peregrinaba a visitar al señor de Cuaiquer. Bastón en mano, durante varias décadas salía de su casa en la vereda San Pablo, municipio de Ricaurte y recorriendo los senderos del camino viejo se dirigía hasta la capilla donde reposa el cristo aparecido, patrono mayor de todos habitantes de la zona. Don Juan, era devoto del señor de Cuaiquer porque según recuerdan sus hijas, el señor de Cuaiquer le salvo la vida, y como reza el dicho se escapó de morir, de 1 Se llama palimpsesto (del griego antiguo "παλίμψηστον", que significa "grabado nuevamente") al manuscrito que todavía conserva huellas de otra escritura anterior en la misma superficie, pero borrada expresamente para dar lugar a la que ahora existe. milagro. Según cuentan, el mismísimo señor de Cuaiquer se le apareció cuando estaba moribundo, luego de sufrir un terrible golpe en la columna por un racimo de chontaduro que le cayó sobre la espalda, mientras tomaba agua del río borracho de beber chapil y renegaba de la vida que le toco. El golpe fue tan fuerte que perdió la consciencia y la recupero a los tres días, cuando el señor de Cuaiquer se le apareció, morenito, bien bonito, tal como es, pero vestido de blanco, y en tono severo lo espetó, diciéndole que esta vez lo salvaría, pero que de ahí en adelante tenía que dejar el trago y eso si pagar el favor visitándolo cada año. Minutos después, un hombre indígena que venía por el camino se desvió, para tomar agua y lo encontró en el rio. El indio, era curandero sabio, y supo amarrarlo y envolverlo bien bonito, para que no se lastimara, pues, al parecer se había quebrado la columna en varias partes. El indio lo llevó hasta su casa donde lo velo durante tres días con sus noches, envuelto como estaba, poniéndole plantas y ungüentos que él sabía, mientras lo encomendaba al señor de Cuaiquer con el que sabía curar. Tres días después, don Juan despertó sabiendo dos cosas, la primera que Dios existe, y la segunda, que nunca más iba a tomar ese diablo del ¡Chapil! Desde entonces, don Juan dejó la bebida y siempre peregrinó un largo camino hasta la capilla, desde su finca en San Pablo. El camino siempre lo hizo a pie, y siempre por el camino viejo, pues ir por la carretera no tenía gracia, y mucho menos tenia gracia ir en carro. Como don Juan, el señor de Cuaiquer cuenta con muchos devotos en la zona, y en su capilla se pueden leer cientos de placas de agradecimiento, por los favores recibidos, que los feligreses mandan a poner en la capilla., En las placas su nombre aparece escrito de todas las formas posibles, unas con K, otras con Q, otras con, C, la falta de acuerdo en la escritura habla del origen del cristo, que, siendo un cristo indígena, porta la denominación que los españoles dieran a los pueblos indígenas del lugar, (Cuaiqueres) desconociendo sus propios nombres y que desde los 70s, ellos transformaron reivindicando el nombre INKAL AWA para su etnia. Según cuentan, el cristo lo encontró un indígena, y apareció a un lado del camino viejo, en medio de la selva cubierto de hojas y restos vegetales, otros dicen que debajo de una mata de plátano bien tapadito con hojas de bijao, en todo caso, como tantos otros cristos aparecidos, es un misterio como llego a parar allí, algunos dicen que los españoles lo dejaron allí, para aumentar la fe de los indígenas, y otros dicen que tal vez era muy pesado y por eso lo abandonaron. Lo que sí se sabe es que al cristo nadie lo saca de allí, desde que le pusieron su capilla, el cristo de Cuaiquer es bravo cuando lo quieren sacar de su montaña, y cada vez que intentan bajarlo para la carretera, se desata un aguacero que hace desistir a cualquiera. Ahora se puede llegar en carro, por una carretera muy maltrecha recientemente abierta, hasta hace pocos meses el camino era una tocha que solo se podía recorrer a pie o a caballo. El señor de Cuaiquer también ha sido testigo de los cambios del lugar y del camino, su capilla ha crecido y alrededor de esta se han ido construyendo varias casas y negocios alrededor de una pequeña plaza, donde se llevan a cabo las actividades de la vereda. De igual manera desde su capilla también se dejan ver ver cultivos de coca, que se entremezclan con el plátano y la vegetación nativa, y cuando alguien pregunta de quién son esas matas, los lugareños se encogen de hombros y contestan que son del señor de Cuaiquer. Lo cierto es, que el señor de Cuaiquer, tiene fama de milagroso, y sus fiesta es según los lugareños, la más importante de la zona, Las fiestas, duran varios días, y se festejan en Altaquer, convocando a gente de todas partes iniciando con el festejo del Pendo. Esta fiesta, se consideran las más importantes de toda la zona, pues reúnen a indígenas, afrodescendientes y campesinos de varias partes de la vía y de la montaña, que se reúnen para el festejo. La familia Delgado, también habla de esta fiesta, aunque no siguen al pie la tradición de don Juan, mencionan que “al señor de Cuaiquer le llega gente de todo ello, gualpuros (indigenas) de todos lados, que bajan de adentro de la montaña, gente negra de abajo de la guayacana,mestizos gente blancam, campesinos también de todo lado, son buenas, hay buen baile, hay chapil, trago ventiado, y mínimo un muerto o un herido” son bonitas dice doña Nelly Delgado, una de las mujeres de la familia, viene gente de todo lado, de abajo vienen todos, vienen los indigenas, de arriba de la sierra también vienen, eso se llena…pero lo más bonito es el pendo, porque la gente de lo frio y de lo caliente, se reúnen y traen sus productos, la papa, el olluco de lo frio, y de acá la yuca el plátano la panela, y se hace el intercambio. Nosotros ya no vamos porque va mucha gente, y hay mucho borracho, pero las jóvenes, si van, ahora es fácil, porque se puede ir en carro, antes tocaba a pie por el camino viejo y subir esa loma. Yo prefiero ir en semana santa que es más tranquilo, y ahí si me voy caminando, por acá nomas por el camino viejo, y caigo a chambu, y de allí ya es cerquita a salir al camino de Cuaiquer. La fiesta del pendo se reconoce como una fiesta antigua, al parecer de origen indígena, que parece existir mucho tiempo antes de la llegada de los españoles, pero que actualmente reúne gente de todo el piedemonte costero. Botero Villegas, (2009), habla de esta fiesta como un punto de encuentro entre estas comunidades, recogiendo relatos de la celebración de la fiesta en distintas comunidades AWA. De igual manera, además de aportar algunos elementos sobre su origen indígena, también da cuenta de sus cambios y de la forma en la que se festeja a lo largo y ancho del territorio. Esta fiesta tradicional se ha ido transformando gradualmente, según el autor debido a la evangelización realizada por los misioneros, reforzada por el hallazgo del Cristo en la ladera de una montaña cercana a Cuaiquer Viejo. Los misioneros crearon un sistema de tributo, especialmente para la celebración de la fiesta del 'pendón' que consistía en la entrega, por parte de los indígenas, de especies vegetales y animales a los sacerdotes. En la actualidad algunas de estos usos persisten, como la entrega de un tributo para el beneficio de la fiesta, según el autor la fiesta ha perdido su carácter tradicional para convertirse en un acto de poca significación cultural; sin embargo a lo largo de los años y a pesar de los cambios, el pendo, sigue siendo una fiesta tradicional, con fuerte influencia indígena en su conformación, como lo remarca Botero, pero también con vocación de cambio, que lejos de perder adeptos, cada vez gana mayor convocatoria, y pese a los cambios en la dinámica poblacional, sigue siendo un punto de encuentro, un lugar de conexión entre las gentes de variado origen que han ido poblando la vía al pacifico. El pendo también puede ser visto como un lugar de confluencia de los pueblos hijos del camino viejo y de la vía, pues la fiesta es celebrada en varios puntos de la zona y reúne a indígenas, campesinos afrodescendientes, mestizos. Su origen colonial, marca la relación que desde esa época marco la constitución poblacional del territorio, en el pendo se reúne, la vieja relación con el español, la relación de la sierra con la costa, el encuentro entre de los de arriba y los de abajo, pero también se reúnen los llegaderos o llegadizos, que han venido de todas partes a poblar el piedemonte costero y el pacifico nariñense.