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En un comunicado anterior del Ecónomo Diocesano ya se había establecido que cada uno de los
párrocos hablara con sus empleados para una posible reducción de pagos por la contingencia. Algunos
los podríamos descansar, si no son esenciales, para aminorar la carga de pago. Esto nos lleva a
reflexionar sobre el número de empleados y sus sueldos en nuestras parroquias. A veces por querer
ayudar tenemos empleados de más, o les pagamos mucho o muy poco. Será algo que tengamos que
revisar después de la contingencia. Los impuestos y pagos de ellos se mantienen, lo más que nos
permitirán las autoridades quizás sea no pagar recargos y multas por no pagar a tiempo. No
desprotejamos a nuestros empleados, pero tampoco agravemos nuestras economías.
c. Cómo manejar la administración en estos tiempos de contingencia
Dejando estos dos rubros importantes en nuestra vida administrativa, doy algunas sugerencias a este
respecto:
i. Hacer un presupuesto siempre nos ayuda para tener en cuenta los gastos esenciales y los
gastos superfluos. También a mirar si esos gastos debe asumirlos la parroquia o nosotros
porque son de índole personal
ii. Hacer consciencia entre nuestro consejo de pastoral y nuestros grupos parroquiales de las
necesidades de la Parroquia. Ellos, como fuerzas vivas, pueden seguir ayudando en la
sobrevivencia de la comunidad en este aspecto y entre otros miembros de la parroquia.
iii. Creatividad en la vida pastoral y comunitaria. Este tiempo de contingencia nos ha hecho
repensar en cómo podemos dar un seguimiento de nuestros fieles, ya me he referido a ello,
así que les reitero la invitación a aprovechar los medios a nuestro alcance. Ahora que nos
vemos limitados de la parte cultual, a la que muchas de nuestras comunidades estaban
acostumbradas, aprovechemos para hacer un verdadero plan pastoral parroquial.
iv. Pedir ayuda cuando sea necesaria. A nuestros fieles, a nuestros hermanos sacerdotes, a mí
mismo. Compartir ayuda, sensibiliza y permite que tengamos otras opiniones sobre nuestra
realidad actual. Busquémonos.
La economía diocesana, como la de nuestras parroquias, vive de las aportaciones que ustedes dan para
su buen funcionamiento. En la medida de lo posible, y son consciente de la gran limitación, no dejen de
hacerlo. Aunado a ello, su servidor y el padre Ecónomo, estamos a su disposición para ayudarles en
cualquier cuestión en la que se pueda. Estoy atento de cada uno de ustedes los sacerdotes, y esta será
mi prioridad, pues ocuparme por ustedes es ocuparme de los feligreses de nuestra Diócesis, ya que son
ustedes quienes colaboran conmigo en el cuidado de todos ellos. Así, todas las cuestiones arriba
mencionadas además de ser una orientación abren la posibilidad a un diálogo franco y sincero
conmigo: siéntanse en la confianza de acercarse a un servidor para dirimir cualquier cuestión sobre
cada uno de ustedes o de sus comunidades. Insisto, la prioridad es cada uno de ustedes; los templos,
los trabajadores y sus responsabilidades pasan a otro nivel de reflexión y decisión que podremos
resolver juntos mientras esté salvaguardado su bienestar: aquí es donde entra la solidaridad, la
corresponsabilidad y la empatía ante la situación por la que se está pasando.
Queridos hermanos. Les gradezco por todo su trabajo, el cual animo con mi cercanía espiritual y mi
oración constante. Sé que todos estaremos a la altura de las exigencias y que seguiremos como un
presbiterio unido y corresponsable por la misión que el Señor nos ha confiado en esta parte de la
Ciudad de México, donde estamos llamados a ser signos del amor misericordioso del Padre en Cristo
Jesús: abracémonos a Él para abrazar las esperanza, con la confianza de que hemos de superar la crisis
y salir de ella con nuevos aprendizajes y renovados bríos. En su nombre los bendigo a todos y, en su
persona, a todas las comunidades de nuestra Diócesis.
En la Curia de la Diócesis de Xochimilco, el 23 de abril del año del Señor 2020, memoria de san Jorge.