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Definición

Cuando se habla de poblaciones, es común que se mencionen términos como


esperanza de vida, mortalidad o natalidad. Estos constituyen indicadores
demográficos, es decir, que expresan o representan aspectos del desarrollo,
comportamiento, dimensiones, ubicación o evolución de una población.
Los indicadores demográficos muestran las dinámicas de población y sirven
para conocer el panorama y distinguir las diferencias entre cada una, de modo
que ofrecen una visión general que puede ayudar a identificar lugares que
requieren intervención. Generalmente se obtienen por ciudad o país, o por una
localidad determinada.
Algunos brindan información general sobre el tamaño, distribución territorial,
composición y estructura, mientras que otros son útiles para conocer los
cambios en su composición y movilidad, en términos sociales. En este sentido,
hay indicadores demográficos de desarrollo humano, de migración,
sociodemográficos y hasta de hogares.
Tipos
Estos son algunos de los indicadores demográficos más usados y conocidos:
– Esperanza de vida. Es la edad media que vive una persona o una especie.
– Esperanza de vida al nacer. Es la duración promedio que viven los individuos,
considerando los riesgos de muerte en su contexto.
– Tasa bruta de natalidad. Representa la frecuencia de nacimientos que tienen
lugar en un período determinado en relación a la población total. Se obtiene
mediante la división del promedio anual de nacimientos del período entre la
población media de este período, y el resultado se multiplica por 1,000.
– Tasa bruta de mortalidad. Representa el número de muertes en una
población durante un período específico y en relación a la población actual. Es
básicamente lo opuesto a la tasa bruta de natalidad. Se calcula dividiendo el
número de muertes a lo largo del período entre la población media, y
multiplicando el resultado por 1,000.
– Tasa de mortalidad infantil. Mide el número de muertes de niños menores de
1 año por cada 1,000 nacidos vivos de la misma población.
– Tasa global de fecundidad. Se traduce como el número promedio de hijos
que tiene una mujer a lo largo de su vida si ella fuera a sobrevivir hasta el
término de su vida reproductiva y tuviera hijos según la tasa de fecundidad
promedio para cada edad. Esto se mide durante un lapso. Por lo general, se
obtiene por el cociente de los nacimientos registrados durante el período de
mujeres de un rango de edad entre la población media de mujeres del mismo
rango de edad y período, multiplicado por 1,000.
Las tasas de fecundidad más altas suelen encontrarse en varios países del
África subsahariana. En los países de la Unión Europea, la tasa de fecundidad
media fue de 1.58 hijos por mujer en 2014.
– Tasa de alfabetización. Es el porcentaje de adultos de una población que
saben leer y escribir. Para medirla, se toma en cuenta a la población de
determinada edad.
– Crecimiento total anual. Se define como el aumento promedio anual total de
una población específica. Es la razón a la cual crece cada año, por cada 100
habitantes, y toma en cuenta aspectos como las muertes, los nacimientos y los
movimientos migratorios.
Se constituye por el número de nacimientos más el de fallecimientos, más el de
inmigrantes y menos el de los emigrantes.
Población Económicamente Activa. Es la cantidad de individuos de una
población que está en edad de trabajar y aportar para la producción de bienes
y servicios. Se compone de personas que efectivamente están laborando, y de
aquellos desempleados.
– Tasa de ocupación. Se trata del porcentaje de individuos de la Población
Económicamente Activa que están empleados o trabajando. Por el contrario, la
tasa de desocupación comprende a los individuos desempleados, pero que
están en busca de trabajo.
– Tasa bruta de nupcialidad. Es el número total de matrimonios que se
constituyeron en una población a lo largo de un año determinado, por cada
1,000 habitantes. Puede ser representativa de la formación de nuevos hogares.
– Tasa de migración neta. Resulta de la división entre el saldo neto migratorio
anual de un período y la población del mismo.
– Saldo migratorio. Es la diferencia (resta) entre el número de inmigrantes y el
de emigrantes, dividido entre 1,000. Si el saldo es positivo, significa que la
inmigración en la población es alta; de lo contrario, significa que hay más
personas que emigran que las que inmigran.
– Saldo neto migratorio anual. Constituye el grupo de migrantes del crecimiento
total de la población, y se obtiene restando el número de emigrantes al número
de inmigrantes, durante el período de un año.
– Índice de masculinidad. Es el número de hombres por cada 100 mujeres de
una población total.
¿Qué es un huso horario?
El huso horario es un concepto que proviene de la geografía, y que consiste
en cada uno de los veinticuatro regiones de tiempo cronométrico en
que se divide nuestro planeta. Cada una de estas regiones se denomina
“zona horaria” o “franja horaria” y tiene un horario específico asignado, que
rige para todas las poblaciones cuya ubicación geográfica comparta el
mismo meridiano.

Dicho en términos más simples, se trata de una división del planeta Tierra
en husos (franjas, columnas) que nos permite calcular el tiempo en cada
país del mundo, sumando o restando una hora (1 h) conforme a la
cantidad de zonas horarias que nos separen de él. Por ejemplo, si entre un
país X y un país Y hay tres franjas horarias de distancia, habrá que sumar o
restar tres horas al tiempo que registran los relojes de uno, para
determinar la hora exacta del otro.

El sistema surge debido a que la Tierra gira sobre su eje de oeste a este,
ocasionando que el Sol ilumine una porción mientras deja la otra a oscuras,
y se hace necesario un método para estandarizar el tiempo. Así surgió el
Tiempo Universal Coordinado (UTC, por sus siglas en inglés),
correspondiente al “meridiano cero”: el del Real Observatorio de Greenwich
en Inglaterra, Reino Unido (UK).

Dicho tiempo “universal” se acepta por convención y sirve para determinar


los demás, sumando o restando horas conforme a estén, respectivamente,
más al este o al oeste de este huso horario (0). De igual forma, el
meridiano 180° es considerado en este sistema la línea internacional
de cambio de fecha, es decir, el punto en que el día acaba y nace uno
nuevo.

Los husos horarios son una guía, una referencia para el manejo del tiempo
en un mundo en que podemos desplazarnos rápidamente por su
superficie. Cada nación del planeta ha elegido el huso horario por la
cual regirse, a menudo determinado por el que corresponda a su capital.

Algunas naciones particularmente voluminosas manejan más de un huso


horario, como los Estados Unidos, Rusia, Australia o Canadá, ya que son
atravesadas por varios meridianos. En otros casos, las naciones alternan
entre uno y otro huso horario, de acuerdo a la estación climática en que se
encuentren, para sacar un mayor provecho a las limitadas o abundantes
horas de luz diurna, y así ahorrar energía eléctrica.
Los husos horarios se denotan tradicionalmente mediante las siglas UTC y
la suma o resta correspondiente de las horas de separación respecto al
meridiano cero

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