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Indagacion filosdfica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime vy de lo bello Edmund Burke Indagaci6n filos6fica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello Estudio preliniinar y traducci6n Menene Gras Balaguer SEGUNDA EDICION ties Diseo de coleccién: “oaguin Callego Titulo origina: ‘A Philosophical Enquiry ito the Oriin of ou Ideas of the Sublime and Beau 1737) ‘Traducin de textos gricgosy latinos or Juan Anonio Lépes Peez 1 ediion, 1987 2 ect, 1999 Reimprestn, 2001 ‘Reservados todos los derechos. Fl contenido de esta bra sts protegido per i {tex qu esubloce penas de prsin yo mulls, ademas de las corespondientes Indcmnzaciones por datos ¥ pejuicios, pare quienes reprodujeren,plagare, Aistibuyereno comunicarenpablicamenie, en todo o en parte, una obra ieraria, Sinica o contfica, 0 su aneformacion,inerpretacion 0 jecucionartstica ‘jaa 2 cualquier tipo de sport comnicadas waves de cualquier medio, sin Ta pevepivaautorzacon Estuio pretiminar © MeNene Gras BaLAcuER, 1987 (© EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA,S. A), 2001 ‘Juan Ignacio Luca de Tena, 15 = 28027 Madrid ISBN 84-308 1428-5 Depdsito Legal: M. 8 981-2001 ‘Primed in Spin. npreso en Espa por Eigrafos INDICE stun reeunan Pi, Ingroouccion {0 SUBLIME ¥ LO BELLO La novedad ‘cer bl dee 9 di pier come opsewos wna al otto Aiea pest Dele pasones ie patent a Ta aviocoservacon De lo subline De ls pions gue petnece la Sched a cau ial ln erence etre spans pine: “Sty aatcomeraiony mr rns els belera Sociedad y soled Simpata iitacon yanibiion Ta aimpaua {Es efectos dei inp n os pesares Ue ios dems Boise cea ee aecia Recaplacs| Conic et paso cts po 0 sbime De iiferenia cnr lard y ona con respect 3 continent del mismo tema ET poder Magni’ ena construcsin vin Secs ‘Sn ‘Socom ‘Sov ‘Seecon XIX. Soson ORL Sectin Soon ‘Son ‘Sdn. Seen Vill Seon“ secon. ‘Seon XV. ‘Sein XM ‘Scion XVI ‘Sion XVII Sooon 3X Secon xu ‘Seog XXIV. ‘Soon xv ‘Secon XXML ‘Sosin XVI seein ‘Soon Secon ul ‘Scoon Swe axed eens Satan geet peer ies Esccraas Beas eres Bece eels arene ce LE proporion noe causa de a tele fs ales [proporion no sla causa dela blevn enn expect Recaption = [perfec ne a aac dein bel gue punto se puvoeaplcar a ea Ge blz as ‘sadader de mele aap pea ai inn ea i {Ls objon els som pequebos Varco a Un'aticnaem baleen ef calor Kecaptiasb tS cna Eo pada 1 Scene is paisa {To belo altace {Lo el ens sonido Gusto y ota To'slime Ft bio Somparade LESS ei dit De como reduce i bine Be cdma el oer pute ter una Gna de dee s2eoee ef Secs VL Soran Vill Seciin Seon Seciin Seca Secién —V Swoon Vil Indie de nombres INpice_ IX cei es necesario para 1s Srennos ms fno8 00 Ps qty cosas operons progucen una paso pa ida a tamor vot Pr qu to soles os abs vues de grands di Pr atl iniad e requie dein std Prialnwo avid {Tas ibraciones deo sr simian {selects dea tcenonen abet vias xplicados ‘Acerca de a opine de ache soy a osc {oscuro tebe por nate Por got etter ocrdad 10% lcci In neers {Et tet del Nera mod {cas fica dl ne Fogel bua bale 1G Suture clap Por qué in varias x bal <0 bare eagle 20 nef posi pir rar deny ‘as polaas pvciis ates dels Hs, B ref de ts palabra, "amps por oe spl pd afer sn dat ‘ara ragens bs 1 pocia oe nictaenic wae iniaivo be De Elmo at palabas func s pones no 13 ns Estudio preliminar A Toni Miro La obra de Edmund Burke (1727-1795) abarca varios géneros: la filosofia, la historia y la politica, aunque sus actividades profesion« les pertenezcan preferentemente a este dltimo campo. Su dedicacién a la politica activa estuvo precedida de una formacién cldsica en el Trinity College de Dublin, y de un gran interés por el mundo de Ia literatura, la filosofia y el periodismo. El abandono de los estudios de derecho, que habia iniciado a los veintitin aftos y por cuyo motivo se habia trasladado a Londres, prueba su inquietud y preocupacién por otras materias. El resultado fue la publicacién posterior de dos obras, Vindicacidn de la sociedad natural (1756), que apareci6 sin nom- bre de autor, y la Indagacidn sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de 1o bello (1757). La primera de ellas es una reivindl- ‘cacién de la sociedad natural como alternativaa los males de la socie- dad civil, comparable a la defensa de la religion natural de Boling- broke y al discurso utépico del Consrato social de Rousseau, y cuyo cespiritu conservé después en los panfletos politicos. La Indagacion, por el contrario, es un escrito que se sitia en el marco de la incipiente tradicién de la ciencia de los fendmenos estéticos, cuyas manifesta- ‘clones se dispersan desde la publicacién de E/ Arte poético de Boileau durante toda la primera mitad del siglo xvii, culminando en Ia Esthetica de Baumgarten (1750). Cuando se tiene en cuenta toda su tra- yectoria, sorprende que Burke escribiera una obra como ésta y con ia incidencia que tuvo, y sigue teniendo, en la historia de las ideas es- téticas. Porque fue ante todo un politico activo, y en segundo térmi- rho un historiador, que en calidad de tal escribié la obra por la que mis se dio a conocer, y mds se le ha recordado, Reflexiones sobre la rrevolucién en Francia y sobre los procedimientos de ciertas socieda- des de Londres con respecto a este suceso (1790), junto con otros pan- fletos como El Estado actual de la Nacidn (1769) y Pensamientos s0- bre la causa del actual descontento (1770). Burke era de origen irlan- dés, de padre protestante y madre catdlica, y su aprendizaje en la po- litica fue consecuencia probablemente de innumerables factores, en- tre los que cabria incluir su indignacién ante la injusticia y el sistema de gobierno inglés, al igual que su ambicién o creencia en la posibili- dad de luchando por ia causa whig, con su ¥ con sus escritos. En tanto que politico empez6 acercdndose al medio que le era propio en 1759, y, a raiz de sus primeros contac- XIL_MENENE GRAS 0s, fue nombrade seeretario privado del primer lord, gobernador de Irlanda, en 1761, con el que estuvo durante cuatro afos hasta su rup- tura; pasando a ber seoretario del marqués de Rockingham, que fue su introductor en la Camara de los Comunes de Londres, donde ocu pO un escaflo desde 1766 a 1794. Su ideario corresponde ala ideolo- Bia whig, partido para el que aquél fue un gran te6rico, aunque su Waloracion de la Revolucion francesa fuera negativa, pudiera indi- nas contradicciones en su postura, A pear de ae Ia Tadapaci acerca defo subline » defo bello sea para aquellos que admiran la obra politica historica de Burke ‘un texto marginal, y sin continuidad, ésta no sdlo tuvo una repercu- sin en su época, por el anlisis empirico de términos estéticos, ain ‘in defini, sino que sigue siendo un punto de referencia indiscuible alahora de abordar eleoncepto de bellezay lo bello singular, en tan- to que antecedente dela estética Kantiana, del que no puede presein- dirs. Incluso pese a que la disociaciSn entre lo sublime y lo bello que festablece Burke experimente una transformacién y esquematizacion Superior, de modo que Ia esencia de lo bello sea sintesis de sujeto ¥ ‘objeto, mediante lo que pueden aprehender la intuiién metafsica y la antropologia empirica, sin que se excluyan una a otra respectiva- El aniss de las eatenoia enticas mencionadas ene para Bur- ke dos perspectivas: la del sujeto que recibe la impresién eausada por ciertas propiedades © cualidades del objeto, y las de estas propieda- {des mismas que hacen que un objeto sea belo o sublime, placentero ‘© doloroso, etc. Desde la perspectiva del primero, inflayen en Burke diversas fuentes, litrarias y flloséfieas, que en este timo caso cabe Femontar, entre otras, al Tratado de las pasiones de Descartes ¥ al Ensayo sobre el Entendimiento Humano de Locke; aunque sus alu- siones al primero sean inexistentes las que hace al segundo no muy ‘numerosas, prefiriendo la cita de los casicos griegos y latinos, cuan- do se trata de ilustrar alain razonamiento. La Indapacidn asranca, sin embargo, de un andlisisfisioligico del cuerpo humano —para lle Bar, por as desir, a conclusiones de orden metafisico— que recupera la asimilacién de flosofia y anatomia hecha por eartesianos y meca- nicistas. El Tratado de Descartes es un precedente stil acerca de la ivulgacién del mecanismo de las sensaciones en la base del fendme- 'no dela percepcida y de todo conocimiento, tanto para Burke, como antes que él para Condillac y La Mettrie, por no deci para los empi- Fistasingleses. A Descartes le correspondeel mérito de haber recono- «ido que el cuerpo humano y el cuerpo animal son comparables a una ‘maquina dotada de unos resortes, que accionan las impresiones que la percepcidn de objetos externos provoca en nuestros organo sea tivos. En la obra mencionada, Descartes hice preceder el nombramien- toy consideracién de las llamadas pasiones del alma, de un examen [ESTUDIO PRELIMINAR | XIII snatémico del cuerpo humano, defniendo el principio de vide que ‘ueve los cuerpo animados, Pars dl Estee como una espace de fe. 00 calor continuo, mantenigo en nuestro corazon por a sare de Ins vens, que activa todos los movimiento de niet cuerpo. Peto, mas que el descubrimiento de este principio motor, lo que literesa la respuesta que da ala pregunta decomo atan sobrlos creanos Ge los sentidos los objets exteriores sonidos, lores, sabres ch, lor, fio,hambre, sed, y ods los objets, tanto de Mucston nt ov externs como de nuestros apetitos inernos: para ds ests val dades dels objeto, ctadas a modo de cemplo, provocan cio mo- vimiento dele nervos, que accede al cerebro, el cua as vee hace ‘xperimentar los seaimientos correspondiente al ama, 0 en ausen- Sir de ta, detrminados movimiento los misculos, Ete simple {azonamiento le v6 a comparar el funcionamlento del cuerpo his ‘ano con el den rela, metforn sada hasta muy ented el fio xvi por dlstas como Voltaire, o matrialsts como La Metric y Divotbach Enzo cemento que escapa ala observacgn ya la experiencia nel sistema caresianos calms, slo percoptble a avés dea ta, ycuya naturales cree de oda seeanea con taaeria ie aue ve cmpone el cuerpo humano. Sin embargo, ninguno de st ‘tgumentos a favor dela union de un elemento osustancia espinal om otro materiale everpo, logrdconvencer asus sussors, de Sn Sideraron imposible yeontradstora no solo la nién de dos susan sins de distima natutalera, sino que Descartes infentara ble una Sustancia immaterial en una pequeha glandula del cerebro, Aungue festa curiso e incluso paradbjco, que Descartes legue a menudo ‘conclsiones que no pueden pasar desaperciides, como laspuicn: tezeLa maquina del cuerpo ex compucsta de tal modo gue, por e mero echo de queestaglandula es dtvereamente movida poral ina © por cualquier otra causa impulsaaTosexprtus que la rodean ha Sit Tos poros det cerebro, xs lon condcen, faves de fos net ‘ios, ha los mascuos, mediante fo cual les Race moves ls ict: bros. Pero, tampoco deja de buscar Ins casas materiales de las pas siones, y hae depend a ts de la dnposcion de muestrosorganos @ extado de dnimo, inclinandose or la hipstesis de que ls pasiones detalina pueden sr provocadas tambien por fos objets que mueven lenis gue exo objets son sus cust nas ore ‘Spas Descaries puede sitar ax como e primer fildsofo moderno que analiza el fendmeno dela perezpcion,y fel conocimiento en genera Sobre a base de a anatomia dl cuerpo human, yl confonmacion le sus Grganos. Es el primero en estabecer un stema de flasones ‘ue abarea al sujeto actvo, que perce yexperimentasensaiones en Somtacto con determinado objeto, que a s vez desencadenan en el XIV MENENE GRas cerebro la asociacin con otra sensacién u otro objeto, Tanto los pri- ‘meros empiristas como los pensadoresilustrados recurrin al mismo /procedimiento para explora los limites del conocimienco humano, ari- buyendo al mecanismo de la sensacién el origen de nuestro conoci- ‘miento y el marco de lo cognoscible. De la critica al cartesianismo {Que hace Locke se desprende Ia destruccion del innatismo de las ideas ‘Que facilitaa su vez la bisqueda de los principios materiales de activi- ddades habitualmente atribuidas @ un alma espritual, por carecer de ‘tra explicacién. Es él tambien el primero en tratar de explicar todas las operaciones del alma através de ls sensaciones, y de afirmar que todas auestras ideas proceden de los sentidos. Condillac sigue sus pa ‘0s, haciendo observar la necesdad de replantear el razonamiento de ‘aqua propésto de la duslidad que establece entre la sensacion exte- ‘Hor y la reflexion interior; para €, el origen del pensamiento se re- fmonia a un elemento simple la sensacin, y el devarrlo del pensa- Iniento se efectaa mediante un instramento simple tambien, el lenguaje. ‘A partir de la sensaciOn, se engendran todas las operaciones mentales ‘en un progreso continuo; y en primer lugar la percepeiGn, que siem- pre pertenece al sujeto, es la impresion que el sujeto rece en presen= ia del objeto, l menor grado de conocimiento, la conciencia de una Sensacion, A diferencia de Locke que concedia al espiritu el poder de Teflexionar sobre sus impresiones primeras para elaborar ideas com= plejas a partir de ideas simples; Condillac prueba que la actividad de pensar tiene la misma fuente y el mismo retorte. Para él, sensibilidad J entendimiento no son heterogéneos, el lenguaje es el mediador que onduce de uno 2 otro. Los materalistas franceses adoptardn el mis- ‘mo etiterio a a hora de analiza el entendimiento humano y fos pro- ‘cesar que conducen a la elaboracién de las ideas, basindose siempre fen la sensacidn como elemento primero e imprescindible en toda act ‘idad de conocer, La Metirieen el Tratado del Alma reiere una serie ‘de ejemplos, entre los que figura el ciego de Cheselden o los aprendi- ‘ces del sistema de Amman para ensefar a hablar alos sordos, de los ‘gue concluye que sin sentidos no hay ideas, que la educacién de Tos sentidos permite un desarrollo superior de ideas, y que el alma érmino que wiliza metaféricamente— depende esencialmente de Jos érganos del cuerpo, con los que se forma, erece y decrece. Laranatomia, a fisiologia y el incipiente desarrollo de la psicolo- gia prestan a la (losofia sus instramentos respectivos para determi- nar lo que et hombre puede conocer, a partir de los limites impuestos por la observacion y la experiencia, y por todo aquello que nuestros Sentidos no puedan percibir. En su Jndagacin, Burke parte, con in ‘dependencia de sus creencas relisiosas, de estas mismas premisas, que Son las adoptadas por sus contempordneos, los fildsofos encilope dlistas, La reivindicacién de las sensaciones en la base de todo ‘concimiente suponia a su vez una reivindicaciOn de la sensibilidad, ESTUDIO PRELIMINAR XV {que ignoraba la belleza «ideal» del mundo platénico para aprehender icamente lo wbello>. ‘Al margen de la herencia de Burke, a la que se ha hecho alusin, la estticainglesa adopta,segtin predomine la metafisca ola psicolo ia, dos drecciones que llevan a la formacion de dos escuelas opes- fas: lade los Intuicionstas, en la que figuran Shaftesbury y Francis, Hutcheson; y la de los Analiticos, donde se incluye a Burke, junto ‘con Joseph Adison, H. Home of Kames, William Hogarth, Archi- bald Alison, y sir Joshua Reynolds. La Indagacién esta precedida de un discurso introduetorio sobre ‘1 gusto, que Burke denomina como una cualidad comin a todo el Bénero humano, aunque no igual en todos Ios que lo componen. Des- pués de referrse a as dticultades existentes para establecer una deti- hicién acerea de esta cualidad o facultad, mediante la cual emitimos lun jucio acerca de una sensacion de placer o displacer causada por lin objeto, prosigue st razonamiento en base alos datos que le aporta la mera experiencia. Cualitativa y cuantitativamente, la diversidad de gustos es ilimitada, de modo que el tnico punto de partida comin ‘6 la semejanza de ios Grganos de Ios sentido, y la hipétesis de que, ‘en consecuencia, lo que éstos perciben o experimentan debe seguir con” Scevando cierta simiitad {La supuesta igualdad en el gusto se apoya sobre todo en la igual- ‘dad con respecto a la percepeidn de los sabores, que a su vez se basa ‘en la coincidencia establecida con respecto a algunos sabores clemen- tales, como el del aztcaro la sal; aunque las preferencias en materia de sabores sean diversas dependiendo de un factor decisivo: la cos- ‘umbre. La misma consideracion puede hacerse en lo relaivo al cipio de placer derivado de Ia imaginacién. Pero, Burke aclara que, ‘parte de las ideas con sus dolores y placeres anetos, que se presen- tan mediante el sentido, 1a mente del hombre pose una especie de poder creative que se llama imaginacidn, y que varia la disposicion {de las ideas. La imaginacion es el espacio del placer y del dolor, del miedo y de ia esperanza, y de todas las pasiones que ls acompanan, ‘A su vez, laimaginacion solo es la representacin de los sentidos; pa- ‘a Burke, el gusto critco no depende de un principio superior sino de un conocimiento superior. Mientras el gusto pertenece ala imag ‘nacién, su principio, segtn é, es el mismo en todos los hombres. La diferencia no esta en el modo'en que el objeto afectaa los hombres, nien las causas de la afeccién, sino en el grado, que deriva de un gr {do mayor de sensbilidad natural 0 de una atencién més prolongada ¥ entregada al objeto. Su conclusion es que el gusto «no es una idea Simple, sino en parte hecha de una pereepeién de los placeres prima- XVI MENENE Gras ios del sentido, de los placeres secundarios de la imaginacin y de las conclusiones de la Facultad de razonet,relativas las distntas re- laciones de éstas y concernientes alas pasiones humanas, costumbres ¥y aceiones», Pero, por encima de todo, insste en que los sentidos es tinen el origen de todas nuestras ideas, y, por consiguiente, de todos ‘nuestros placeres. El gusto equivale a la facutad de juzear estable- cer la diferencia entre las distintas cualidades de un objeto que impce- ‘siona nuestros sentidos externos einternos, sea las que causan un sim ple placer dela imaginacion o las que provocan una emocién estética {Los intentos para definir el gusto son muy frecuentes durante la ‘época, y es preciso mencionar aqui el parallismo existente entre este surso y el Ensayo sobre la norma del gusto de Hume, el cual seta~ la que la diferencia de gustos en ol género humano es ia misma que Ja diferencia de opiniones. Para él, Jo que es comiin a todos los hom. bres es el sentimiento, porque no tiene referencia a nada fuera de 8, {yes siempre real, en tanto un hombre sea consciente de I. Por el con” trario, ve que las determinaciones del entendimiento tienen referen. cla algo fuera de si, motivo por el cual, en lo concerniente a la pe ‘epeion dela belle, unos la perciben efectivamente alli donde otros ‘ela diformidad. De ah que sea imposible ercer que los sentimien- tos delos hombres se adecian a clertas convenciones 0 reglas genera les, por las cuales se considera que una obra es artistica. Los gustos difieren, porque la circunstancias de Tos hombres no som las mismas, Aunque ‘ts drganos, al estar configurados del mismo modo, area” ‘ean haber de expresar el mismo juicio ante determinados objctos. Al ‘gual que Burke, Hume se refiere ala existencia de clertos principios establecidos, cuya variacion cabe atribuir a la variacion de los dren ‘ngs de los sentidos, como podria derivarse de la apreciacién del calor ¥-delfrfo por un individuo sano y otto enfermo. A modo de corola- Fo, presupone también que nila belleza nila deformidad son cuali- ades de los objetos mis de lo que puedan serlo los sabores dulce ¥ lamargo, sino que pertenscen al sentimiento interno 0 extern. Aun- ue asume que se ha de admitir Ia existencia de certas cualidades en Tos objetos, que, por naturaleza, son apropiadas para product estor sentimientos particulares. [La relatividad en el gusto es un principio esencial, que para Hu- ‘me, al igual que para Burke —aunque la formulaciin de éte sea me- fos extensa y expliita— se puede analizar desde un dngulo meramente fsiolbgico y psicoldgico, que incluye la educacién, predisposicion y ‘conoeimientos del sujeto que percibe estas cualidades de los objetos, ‘que pueden llamarse estéticas, pese a hallarse en nosotros mas que fen aquéllos. Los limites del conocimiento —en tanto en cuanto limites ‘del mundo cognoscible— estan presentes en este ensayo de Hume, ¥ nel texto de Burke, corroborando la imposibilidad de establecer una norma del gusto y disipar dos fuentes de discrepancia: los diferentes ESTUDIO PRELIMINAR XVII {emperamentos,y los hébitos v opiniones particulares de cada época Y pais. Al mismo tiempo, se anula cualquier intento para restablecer ‘una metafisica dela bella, que todavia cultiva Shaftesbur), por con stderr que és no se puede conocer en si, Pero este es un inpovadr en Ja misma linea de Burke, porque da pie a una ciencia empirica del fe nomena estetico En el Diccionario Enciciopético, Voltaire, ator del articulo «Gis to», serefiere a6 como un sentido que distierne nuesiros alimentos, Y que en todas las lenguas corocidas ha producido la metafora que texpresa por la palabra gusto el sentimiento de las bellezasy de los de~ Tectos de todas las artes. Su andisis del término no parece exactamente sorprendente con tespecto al esfucrz0 de otros autores como Burke para dfinielo, Voltaite afirma a variacion de gustos en las ideas sim. ples, pero exciuye el arte suponiendo Ia existencia de una especie de buea gusto que discieme sus obras, sin extenderse en mas considera clones. Completa este articulo Montesquieu, refiriendose al tan nom= bbrado «¥o no st qué» de la Belleza, cuyos éfeetos han de basarse en Ja sorpresa. De a inicia una reflexion sobre el zusfo al que atribuye como objetos lo bello, lo bueno, lo agradable, lo ingenuo, lo delica- 440 lo sublime, Pero, ctee que todas estas cualidades se las infundi- ‘mos alos objetos nosotros mismos, en lugar de ser estictamente pro- piedades de aquellos. Distingue también entre un gusto natural y un fusto adquirido, al que considera influenciado por la «costumbre»; Yal mencionar ios placeres naturales y los placeres del alma, no se {nuestra partidario de disociarlos En Espana, el P. Feijoo publico un texto ttulado «Razén del gus- to», ined en el vol. VI del Teatro eviico universal (1733), hacien- dose eco de las preocupaciones estéticas dela época y de la difusion {que alcanza el interés por teorizar acerca de la esencia de la belleza ¥ del arte, como es manifiesto en el P. André, Batieux © Crousaz, por citar un ejemplo. Kant en la Critica del juico define el juicio del gusto como un ju cio estetico, considerando que éste no se refiere al conocimiento sino al sentimiento; y que no se reflere al objeto como objeto del conoc! ‘miento, sino al sujeto y al sentimiento de placer 0 dolor det mismo, ‘También distingue lo que es un juicio de gusto y un juiio lozico, en Ja medida en que el primero se puede aplicar @ un solo objeto, mien- tras que el otro es un juicio universal, que, pese a tener inicamente validez subjetiva, preiende extenderse a todos los sujetos. Las aproximaciones que se hacen al Gusto, como facultad para ‘stablecer un juiefo estético, durante el siglo Xvi, suponen una de- fensa dela libertad individual, ane la imposibilidad de instituir unas nnormas o reglas generales vilidas para todos los casos, y una afirma- cidn de nuestra subjetividad radical, que se quiere legitimar a toda costa. Ast se intreduce un nuevo componente en el arte, que destruye XVIII MENENE GAs rnormas y prescripciones ajenas a la sensibilidad propia ¢ intransferi ble de cada uno, y que se considera necesario para lacreacign artisti- cca La expresién de este nuevo impulso que recibe cl arte, se configu a en el movimiento romdntico que invade Europa a prineipios del siglo XIX, después de germinar durante varios aflos en Alemania, junto fla decadencia de los valores esteticos, humanos ¥ sociales caracte- tisticos del esprit clasicisa, hallandose presente en multiples mani festaciones que preludian su nacimiento, lo largo de un proceso de ‘maduracion de rendencias y de ideas que se entreervzan en el perlodo cade. Eleilema que establece Burk ens lo sublime y lo belo pesieue imenclonadamente dotar de contenido a un tering eatece io Stblime~cuyo uso parecia exclu, sn exist ve ora razon paz ‘ello, que la mora homogencizaci dela belezn Certamentese nls que hace Burke de ambos terminos, desde ana dimension la- Famente isildgica ypscolica, como se ha dicho yy noes un fe meno aislado. La eépocan, con su hervidero de ides, manifest siones, correnes artistes ycltrals, prepara laconeciento de is publicacion de su Fndagacion lial ue acepea siencosamente Ia eoras estécas que se dnpersan en los ecrtn de Diderot, ale cabe menciona, no para comparario con Burkey sino para si 8 lnexstencia de muchas afinidadesy puntos de coineidenca eae uno Yoo, Mientras, Burke, sin embargo, sealej de Shaesbiry, renan- Gian ala equtvalencia patna etre ta Blleza ideal Ta verdad, dela que ét ea defensor De Ia misma manera que Diderot dice en el articulo «Bello» de la Enciclopedia, que en todos los seresu objetos que llamamos bellos debe existir una cualidad, de la que el término bello sea signo, Burke trata lo sublime y lo bello como cualidades que se presenta en 10s ‘objetos bajo forma de signos reconocibles, aunque sea a veces el sim- ple tamafto, Desde la perspectiva del sujeto que experimenta tales cua- lidades, éstas también pueden detectarse meramente a través de 10s placeres de Ia imaginacién —utlizando su lexico— que estan asocia- fos a elas. Estos placeres, as vez, pueden derivar de una sensacion agradable o desagradable, in movernos del plano de la mera psicolo: ia. No obstante, la diferenciacion entre lo sublime y lo bello const: tuye la gran aporcacién de Burke a la historia de las ideas estetica, delimitando el concept de beleza ala ver que ampliéndolo a cul ‘dades sin calficacion estética,y estableciendo mediante esta diferen- ciacion dos modalidades a las que las distints corrientesartsticas se ‘ueden referr, segin crean participar de lo sublime o de [a bello; sin ESTUDIO PRELIMINAR XIX ue, a pesar de las reclamaciones de los distintos movimientos mo- ‘dernos, obliguen a considerar la sublimidad patrimonio exclusivo de hhinguna tendencia 9 grupo. Por el termino «sublime» seentiende una forma particular del sen- imiento estético, que hoy todavia puede cuestionarse como una vac edad de lo bello, o como un cardcter opuesto a éste. El uso del tét- ino fo-se reincorpora en el vocabulario esttico hasta que Boileas tradujo el Tratado de fo Sublime de Longino, en 1694, aunque en un principio con aplicaciones muy estrictas y limitadas al Ambito de la Fet6ricay de la literatura. Longino s6lo consideraba lo sublime en el ‘marco de a excelencia y perfecein del discurso, pero sin analizar real- fente la naturaleza o esencia de lo sublime; para éy el término qu dala referido al estilo noble y elevado. Habia asimismo cinco eatisas de Jo sublime, entre las que, sin embargo, cabe encontrar wna cierta aproximacién ala esencia del término, aunque s6lo sea por dedue- ‘dn, ya sus futuros usos. La primera de estas causas es la eapacidad para'concebir pensamientos elevados; la segunda, la vehemencia 0 el Entusiasmo en lo patético © emocional. A ambas las consideraba co- imo disposiciones 6 capacidades congénitas, mientras que las restan- tes as atribuia a a rechne. La terceraera la forma de elaborar figuras de lenguaje; la cuarta, la nobleza de diccién, que supone una selec- cidn de vocabulario, ¥ un uso apropiado de la metdfora, el hiperba- ton, et, y la quinta, es como el resultado de todas las demas, y con- siste en la composicion integrada de palabras, ritmo y eufonia, En los adjetivos que, independientemente de este esquema, prodiga Lon- sino a lo sublime en su intento de dar una definicion del término, se Pereibe cierta disposicién para traspasar la mera aplicacion del tern fo a un discurso ret6rico. Pero, no lo logra; se queda en las vagas ‘caracterizaciones que hacen consistr lo sublime de una frase en su. Tongitud 0 en el ritmo, 0 en la correspondencia de esto y los senti- mientos clevades de su autor, como puede serlo cl patetismo. Laetitia francesa de los sighos XVII y XVII se tefti6 al término «esublime, pero limitando su aplicacin a la retrea griega. Fue Boi leau con la traduccion del Tratado y con sus «Reflexiones sobre Lon- ino», quien, al definir el término sublime como wcierta fuerza del Discutso para elevar y seducit el alma», llamo la atencion sobre él término. La Motte-Houdard y La Bruyére todavia imaginaban, co- mo otros, que lo sublime era un simple asunto de Lenguaje y de estilo, Sibien en la primera mitad del siglo Xvi se empieza a distinguir 10 ‘sublime de un «estilo sublime». El Chevalier Jaucour, autor del artculo esublimen, da la siguiente definicion en la Enciclopedia: «Es todo lo que nos eleva por encima de Io que éramos, y que al mismo tiempo nos hace sentir esta elev idm. Hacia mediados de siglo, se produce una coineidencia en con- Siderar lo «sublime» con independencia de un estilo retérico, de la XX MENENE GRAS poesia o cualquier género literario, en si, a la busqueda de su esen: ia que se trata de idemtificar con clertas caracteristicas y rasgos co: Dentro de a tradicién de la estética y de la critica de arte inglesas, Burke es el primero en formular la diferencia entre lo «sublime ¥ To bello», adelantandose a todos sus contemporaneos por Ia recupe: racién que have del primer término, sin romper la correspondenci con algunos de los rasgos mis especificos que earacterizan lo «subli- me» de Longino, aunque la aplicacion que Burke tiene intencion de ‘arle desborda 1s anterior, yes casi tan amplia como Ta que habitual- imente tiene el termino absllon. Pese a esta mencion obligada a Lon sino, va su concepcién de lo sublime, es probable que, en la formu Taci6n cedriea del contenido estético de este término, quien més haya influido en Burke sea Milton, cuya obra se empez6 a divulgar con fuer- ‘aa partir de 1688, junto con la de Shakespeare, Para Burke, Milton 5 quien mejor iustra con sus metaforas y visiones poéticas la idea 4e To sublime, de ahi que lo cite continuamente Desde la perspectiva del sujeto que experimenta la sensacién aso- ciada con cieria propiedad de un objeto, Burke nombra las pasiones {que causan ciertas propiedades de los objetos,y los estimulos que se ‘desprenden de ellos. La supuesta reciprocidad entre sujeto ¥ objeto fen este caso impulsa de igual modo la observacion de las evalidades de los objetos en el sentido arisotélico dela palabra, para poder ha- cer corresponder lo sublime y lo bello con determinadas cvalidades ‘specificas y no oiras. De este modo, procede a la atribucién de una Serie de cualidades a cada uno de estos terminos, que por asi decir sadquieren relevanciafsica y pueden ser pereibidas y captadas por nues- {os sentidos, A modo de ejemplo, la causa de lo sublime se hace res diren la oscuridad, a grandeza, la magnificencia la grandiosidad (c ractristias que s¢ observa preerentemente eh a arquietura, tenel temor, asombro, respeto, ete. que pueden provocar o inspirar Lo sublime, por los efectos gue causa en nosotros, predomina y e5 superior alo bello, y, ademds, al analizar cudles son las sensaciones {que mayor placer nos procuran, acaba concluyendo que el dolor pue dde ser una de las mayores fuentes de delete, en apoyo de su tesis. Por cuianto las catsas dela bellera, Burke mega la pronorcién, y la simetria, sin despreciar la nocién de armonta, que en ocasiones Sustituye por el término «adectacidnm de las partes de un todo, La proporcién, segin dl, no es causa de la belleza, porque después de Oobservar gue ésta no io es en ef mundo vegetal ni animal, deduce que tampoco lo puede ser en las obras de arte, con lo cual hace una critica implicta de la copia de los modelos antiguos ¥ de la sumisién alas tres «inidades». Diderot dice que la belleza consiste en una percep sida de telaciones, y Burke comparte esta opinién con otros argumen- tos, que admiten la desproporcion y la asimetria como condiciones ESTUDIO PRELIMINAR | XXI Ue Jo bello. El dlema terminolisico entre lo sublime y lo bello es en Diderot el mismo que hay entre lo belo y lo bonito o gracioso, seguin se desprende, por ejemplo, de las cualidades que Burke atribuye a lo bello ¥ Diderot a lo bonito 0 gracioso, como lo pequento, lo liso, 1o suave, lo gracioso, ete La belleza no ¢5 en términos de Burke algo que se puede medi ni tiene nada que ver con el cAlculo y la geomettia. Por otra parte, Ia distincin entre lo bello y lo sublime no supone que Io sublime no pueda ser bell: todo lo sublime es bell, canto para Burke, como pa- Fa Kant, pero no todo lo bello es sublime. Burke Indica que lo subli- ime y lo bell se pueden hallaraliados en el mismo objeto, porque una, ‘cosa prandiosa, puede ser su ver lisa 0 suave, cualidades que adhic~ rea lo bello, y a la inversa. La obra que Kant ttulé £0 Bello ylo Sublime, publicada en 1764, tiene en la Indagacidn de Burke un precedente indiscutible. La defini {Gon que hace Kant en lo relativo a ambas categorias estéticas corres- ponde a la de Burke con algunas excepciones insignificantes. Kant, fl igual que Burke, identifiea lo sublime con lo grande, y lo bello con To pequeho y los restantes atributos que éste concedia & ambos térmi- nos. Como ejemplo de lo primero, Kant cita wlasaltas encinas y som- brias soledades en el bosque sagraco», que es un palsaje tipicamente romantico; y de lo segundo, ulos parterres de flores», «setos bajos» Y warboles recortados en figuras». Al senalar que a lo'sublime acom- pana a veces clerto temor © melancolia, © un sentimiento de belleza txtendido sobre una disposicion general sublime, parece como si si- fuera a Burke al pie de la letra, como cuando clasfica To sublime fn «terrorificon, «noble» y «magnificon. Su comparacién mAs clara facerea de ambos terminos 0 categorias esa identificacion de la noche on To sublime, ¥ del dia con lo ello, que algunos poetas romnticos Utilizaron para separar la vida yla muerte, elarte y el no-arte, el amor “Tristan e Isolda invocan la'noche y la muerte para po- iad, porque el dia cs enemigo del amor, su prohibicién, El amor es sublime, pero irremediablemente tragico, Porque debide a su condicion ha de conocer la muerte. Desde otra pers pPectiva, la belleza consste para el roméntico en lo «sublime» del amor Ode la verdad, con todas las exigencias que esto supone. Diderot, en el Salon de 1767 dice a propésito de lo sublime, que ‘todo lo que sorprende al alma, todo lo que imprime un sentimiento fe temor, y lo identifica también con la oscuridad, que invoca reco- mendando a los poetas que sean tenebrosos, Segin él, la claridad es ‘buena para convencer, pero no vale nada para emocionarnos, y ade ins perjudica todo eftusiasmo. Aunque su anilisis de lo bello esta Inds estructurado que el de Burke, como puede comprobarse en su Clasificacion de lo bello moral, lo bello literario, Io bello natural y To bello artificial; 0 en sus milkples observacior XXII MENENE Gras do en que experimentamos la belleza teniendo en cuenta la doble di- mension de nuestros sentidos externos e internos, o a lo bello en si yen relacién a nosotros. En la Critiea del juicio, publicada veintiséis aos més tarde que el ensayo sobre Lo belo y lo sublime, Kant se refiere especialmente 8 Burke, cuya Indagacin se tradujo al aleman en 1773. Blogia a este lltimo por su aportacién, pero considera que se limita al andlisis de los juicios estétieos desde ia perspectivafisiolbgica, haciendo una ex- posicion meramente empitica de lo sublime y de lo bello. Asi, aunque ‘efienda que los juiios esteticos tienen si base y origen en el sent miento del sujeto,reprocha a Burke la ausencia de una exposicin tras- ‘cendental del juicio estético. Pero, no portal motivo disminuye el in- terésy la curiosidad que puede inspirar Burke en la actualidad, por scorporacién de lo sublime —que también recibe los nombres stro y horrendo con el transcurso del tiempo en el ambito ge- heral de fa belleza, Indagacién filoséfica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello Introduccién He procurado hacer esta edicién un poco mas completa y satis- factoria que la primera, He tratado con el mayor cuidado, y leido con igual atencion todo lo que se ha hecho publico en contra de mis opi- nlones; me he aprovechado de la candida libertad de mis amigos; y Si de este modo he sido capaz de descubrir las imperfecciones de la ‘obra, la indulgencia que ha recibido, por imperfecta que sea, me pro- porcioné un nuevo motivo para no ahorrar los esfuerzos exigidos pa- Fa su mejora. Aunque no he hallado suficientes razones o las que me parecian suficientes para hacer ningiin cambio material en mi teoria, he creido necesario en muchos lugares explicarla, ilustrarla y refor- zarla. He hecho un discurso introductorio relative al Gusto: es un te- ‘ma por si mismo curioso: y que lleva bastante naturalmente a la inda- szacion principal. Esta, junto con las restantes explicaciones, ha am- pliado la obra considerablemente: y al aumentar su grosor, temo que haya aumentado también sus faltas; de modo que, pese a todas mis precauciones, puede que exija una mayor indulgencia de la requerida en la primera edicion. Los que estan habituados a estudios de esta naturaleza esperarin, y tolerardn muchas faltas. Saben que muchos de los objetos de nues- tra indagacidn son en si mismos oscuros e intrineados; y que muchos ‘otros han pasado tambien a serlo debido a refinamientos afectados ‘0 aun falso aprendizaje; saben que el tema presenta muchos obstécu- los, como los prejuicios de los demas, ¢ incluso los nuestros, que ha- ‘cen! no poco difiell mostrar con claridad la verdadera faz de la natu- Faleza. Saben que, mientras la mente atiende al esquema general de las cosas, se debe prescindir de algunas partes particulares; que, a me- rnudo, debemos someter el estilo a la cosa, y, frecuentemente, sacrifi- car el elogio de la clegancia, por Ia satisfaccién de ta claridad. {Los signos de la naturaleza son legibles, es cierto; pero no son lo suficientemente elaros para capacitar a los que acuden a leerlos. He- ‘mos de utilizar un método de proceder cauteloso y casi diria timora- to. No debemos intentar volar, cuando apenas podemos arrastrarnos. Al abordar cualquier tema complejo, deberiamos examinar uno por tuno todos los ingredientes diferenciados en la composicion; ¥ redu- cirlos a la mayor simplicidad; ya que la condicion de nuestra natu leza nos inclina a una ley estricta y a limites muy estrechos. Después, deberiamos reexaminar los principios mediante el efecto de la com” 4 EDMUND BURKE posicion, al igual que la composicién por el de los principios. Debe- amos comparar nuestro tema con cosas de naturaleza similar, y con cosas de naturaleza opuesta; ya que los descubrimientos pueden ha- cerse, ya menudo se hacen, mediante el contraste, que se nos eseapa 4 simple vista. Cuantas mas comparaciones hagamos, mis general y Inds cierto demostrara ser nuestro conocimiento, por estar basado so- bre una induecion extensiva ¥ perfect Si una indagacion asi, cuidadosamente llevada, no logra descu- brir al final la verdad, puede que responda a un objetivo igualmente ttl, revelandonos ia debilidad de nuestra propia comprensién. Si no nos hace conocedores de algo, puede que nos haga modestos. Si 1 nos preserva del error, tl velo haga al menos del expiritu del error, {tal vez nos haga ser cautelosos al pronunciarnos afirmativa o preci pitadamente, cuando tanto trabajo puede acabar en tanta incerti ‘umbee ‘Desearia que, al examinar esta teoria, se utilice ef mismo método ‘que he procurado utilizar al formarta, En mi opinion, deberian pro- ‘ponerse objeciones, tanto en lo concer niente alos distintos principios due se consideran distintamente, como respecto a la exacttud de la cconelusién que se extrae de ellos. Pero, es comin abordar las premi- S28 yla conclusi6n en silencio, y hacer una objecion en base a algiin Dpasaje pottico que no parece adecuarsefacilmentea los principios que hhe procurado establecer. Esta manera de proceder la ereo muy it~ propia. La tarea seria infinita, sino pudiéramos establecer ningun prin Cipio hasta que no hayamos previamente desenredado la completa {extura de cada imagen o descripeign que se encuentra en poetas 0 dores. ¥, aunque nunca seamos capaces de reconciliar el efecto deta les imagenes con nuestros principio, eto nunea puede derribar la to- ra, mientras ésta se base en hechos ciertos e indiscutibles. Una teoria ‘asada en el experimento, y no asumida, siempre es buena en la me- dida en que explique algo. Nuestra incapacidad para arrastra esto indefinidamente noes un argumento en contra. Esta incapacidad puede eberse a nuestra ignorancia de algunos mediums necesarios; 8 una tarencia dela aplicacion adecuada; y a muchas otras causas ademas de un defecto en los principios que empleamos. En realidad, el tema ‘equiere una atencion mas detenida de la que nos atrevemos a rein dicar, a partir de nuestra manera de cratarl. Por sl esto no aparece al principio de la obra, debo advertr al lec- tor que no imagine que vo pretendia hacer una disertacién completa sobre lo Sublime y lo Bello. Mi indagacién no ha sido mas alld det brigen de estas ideas. Silas cuaidades que he colocado bajo cl enun- «ado de lo Sublime, sehallan compatibles ente si, y todas diferentes 4c aquéllas que coloco bajo el enunciado de Ia Belleza;y si aquéllas gue componen la Belleza son igualmente compatibles y se oponen jgualmente a aquellas que se clasfican bajo la denominacién de Si DE LO SURLIME YDB LO HELLO 5 ‘lime, poco me importa si alguien prefiere seguir el nombre que les 4 0 no, con tal de que admita que lo que dispongo bajo diferentes fenunciados son cosas en realidad diferentes en la naturaleza, El uso {que hago de las palabras puede condenarse, como demasiado limita- {do 0 demasiado extenso; pero lo que qulero decir no se puede malin- terpretar ara concluir: cualquiera que sea el progreso que pueda hacerse hhacia el descubrimiento dea verdad en este campo, no mie arepient© de los esfuerzos que he hecho al respecto. El uso de tales indagacio- nes puede ser muy considerable. Todo lo que vueica el alma hacia aden- tro tiende a concentrar sus fuerzas y a prepararla para vuelos de la

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