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doc (平/07/aa: ) - 1

Conclusión
Su Em. el Card. DARÍO CASTRILLÓN HOYOS,
Prefecto de la Congregación del Clero

«Nosotros prestamos nuestra obra de ministros, pero las acciones sacramentales son tuyas. Pues
no pertenece a la capacidad humana el comunicar los bienes divinos, sino que es un don tuyo y del
Padre». Dirigiéndose a Cristo, San Ambrosio expresaba con estas palabras, en su homilía para el día de
Pascua de 381 (De Spiritu Sancto, 1,18: Nostra enim servitia, sed tua sacramenta), la santidad del
Sacerdocio ordenado en su dimensión cristológica.
El sacerdocio es ministerial porque está llamado a manifestar la disposición constante de seguir
con fidelidad la voluntad fundadora de Cristo (cfr. Lc 22,26-27): servir a todos los hombres propter
Christum. En este sentido, el sacerdocio es un servicio, servicio de la alegría y la esperanza de los
hombres (cfr. 2Co 1,24). El verdadero don de la esperanza es Él, Cristo Jesús, el don de Dios al mundo, y
los sacerdotes están llamados a «ofrecerlo» a todos los hombres, especialmente en la Eucaristía.
En nuestra vida sacerdotal, nos convertimos sacramentalmente en ministros de la epifanía de
Dios en los hombres, haciendo perdurar en los siglos la misión del Verbo encarnado.
He dirigido a todos los sacerdotes, en vistas de la presente Jornada Mundial por la Santificación
de los Sacerdotes, una carta en la que me he hecho portavoz de las exhortaciones del Santo Padre en su
reciente Encíclica Ecclesia de Eucaristia.
Queridos sacerdotes, cada vez que, sumergidos en las actividades pastorales, vemos a tantos
hermanos nuestros que se han alejado de Cristo y han perdido de vista su figura, el Papa nos fortalece y
nos alienta a que presentemos, como una riqueza nueva y transformadora, el Rostro eucarístico de Cristo.
Así, en la Eucaristía llevamos a nuestros contemporáneos el Rostro del Padre, reflejado en el Rostro
eucarístico de Cristo, y de esta manera respondemos cabalmente al pedido del apóstol Felipe en el
Cenáculo: «Señor, muéstranos al Padre» (cfr. Juan Pablo II, Encíclica Ecclesia de Eucharistia, n° 7).
«Contemplando la misteriosa santidad de María, imitando su amor y cumpliendo fielmente la
voluntad del Padre, también la Iglesia se convierte en Madre por la palabra de Dios acogida con fe». Estas
palabras de Lumen gentium (n° 64) nos llevan al anuncio de la próxima videoconferencia teológica: «La
doctrina social de la Iglesia». Como una madre buena y misericordiosa, la Iglesia proclama por medio de
la palabra el Evangelio de la vida y la paz y lo atestigua ante todos los pueblos y todas las naciones,
señalando incesantemente el camino de la justicia, la solidaridad y el perdón.
La sesión internacional queda establecida para el próximo 29 de septiembre, a las 12, hora de
Roma. Reitero mi agradecimiento a los eminentes prelados, teólogos y profesores que han participado
hoy, y deseo a quienes viven en este hemisferio un descanso santo y sereno para este verano.

Desde el Vaticano, 26 de junio de 2003.

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