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Autores:
José Meseguer. Prólogo
Vincenzo Penteriani. De los molinos de Don Quijote a los parques eólicos: la pescadilla que se
muerde la cola
Carl. G. Thelander y K. Shawn Smallwood. Altamont Pass: un ejemplo de los efectos de los par-
ques eólicos sobre las aves
E.S. Lawrence, S. Painter y B. Little. Respuesta de las aves al parque eólico del puerto de Blyth,
Northumberland, Reino Unido
E.W.M. Stienen, V. Waeyenberge, E. Kuijken y J. Seys. Atrapados en el corredor del Mar del Nor-
te meridional: el potencial impacto de los parques eólico offshore sobre las aves marinas
D. Sterner, S. Orloff y L. Spiegel. Investigación sobre la colisión con aerogeneradores en Estados
Unidos
M.L. Morrison, K.C. Sinclair y C.G. Thelander. Protocolo de muestreo para estudiar la influencia
de los parques eólicos sobre las aves y otros animales
D. Strickland, W. Erickson, D. Young y G. Johnson. Selección de diseños de estudio para evaluar
el efecto de la energía eólica sobre las aves
S. Percival. Predecir los efectos de los parques eólicos sobre las aves en el Reino Unido: el des-
arrollo de un método de evaluación objetivo
K.F. Higgins, R.G. Osborn y D.E. Naugle. Efectos de las turbinas sobre las aves y los murciélagos
en el Suroeste de Minnesota (Estados Unidos)
J.M. Lekuona y Carmen Ursúa. Mortalidad de aves en parques eólicos de Navarra (norte de España)
E. Meek. Parques eólicos en las Órcadas, Escocia: impacto ambiental, pasado, presente y futuro
S. Dirksen, A.L. Spaans y J.V. d. Winden. Riesgo de colisión de patos buceadores de lagos coste-
ros en parques eólicos semioffshore: un ejemplo ilustrativo
M. de Lucas, G. Janss y M. Ferrer. Efectos de un parquet eólico sobre las aves en el Estrecho de
Gibraltar
L. Barrios y A. Rodríguez. Patrones especiales y temporales de mortalidad de aves en dos parques
eólicos del sur de España
G.D. Johnson, M.D. Strickland, W.P. Erickson, D.P. Young JR. Uso de los datos para desarrollar
medidas correctoras del impacto sobre las aves provocado por la instalación de parques eólicos
W. Band, M. Madders y D.P. Whitfield. Desarrollo de métodos de campo y de análisis para eva-
luar el riesgo de colisión de las aves en parques eólicos
La idea de editar un libro sobre aves y parques eólicos nació hace ya más
de cinco años. Nuestra intención era, y sigue siendo hoy en día, dar a conocer
los aspectos básicos de la relación entre las aves y los quirópteros con los par-
ques eólicos. Con este objetivo solicitamos la colaboración de numerosos ex-
pertos en el tema, procedentes de diversos países, en forma de capítulos en los
que narraran sus propias experiencias en este tema. Todos ellos mostraron un
enorme entusiasmo que, creemos, ha quedado plasmado en la redacción de los
capítulos.
Por esto, queremos expresar nuestra más sincera gratitud hacia todos ellos por
su cooperación y paciencia, sin las cuales este libro no habría podido concluirse.
ÍNDICE
PRÓLOGO ..................................................................................................................................................................... 17
José Meseguer
INTRODUCCIÓN
De los molinos de Don Quijote a los parques eólicos:
la pescadilla que se muerde la cola ........................................................................................... 21
Vincenzo Penteriani
CAPÍTULO 1
Altamont Pass: un ejemplo de los efectos de los parques eólicos
sobre las aves ...................................................................................................................................................... 25
Carl G. Thelander, K. Shawn Smallwood
CAPÍTULO 2
Respuesta de las aves al parque eólico del puerto de Blyth,
Northumberland, Reino Unido ...................................................................................................... 49
E.S. Lawrence, S. Painter y B. Little
CAPÍTULO 3
Atrapados en el corredor del Mar del Norte meridional:
el potencial impacto de los parques eólico sobre las aves marinas ....... 73
E.W.M. Stienen, V. Waeyenberge, E. Kuijken y J. Seys
CAPÍTULO 4
Investigación sobre la colisión con aerogeneradores
en Estados Unidos ........................................................................................................................................... 83
D. Sterner, S. Orloff y L. Spiegel
CAPÍTULO 5
Protocolo de muestreo para estudiar la influencia de
los parques eólicos sobre las aves y otros animales ............................................... 105
M.L. Morrison, K.C. Sinclair y C.G. Thelander
CAPÍTULO 6
Selección de diseños de estudio para evaluar el
efecto de la energía eólica sobre las aves.............................................................................. 123
D. Strickland, W. Erickson, D. Young y G. Johnson
CAPÍTULO 7
Predecir los efectos de los parques eólicos sobre las aves en el
Reino Unido: el desarrollo de un método de evaluación objetivo .......... 145
S. Percival
CAPÍTULO 8
Efectos de las turbinas sobre las aves y los murciélagos
en el Suroeste de Minnesota (Estados Unidos).............................................................. 163
K.F. Higgins, R.G. Osborn y D.E. Naugle
CAPÍTULO 9
Mortalidad de aves en parques eólicos
de Navarra (norte de España) .......................................................................................................... 187
J.M. Lekuona y Carmen Ursúa
CAPÍTULO 10
Parques eólicos en las Órcadas, Escocia:
impacto ambiental, pasado, presente y futuro ............................................................. 203
E. Meek
CAPÍTULO 11
Riesgo de colisión de patos buceadores de lagos costeros
en parques eólicos semi-marinos: un ejemplo ilustrativo ................................ 211
S. Dirksen, A.L. Spaans y J.V. d. Winden
CAPÍTULO 12
Efectos de un parque eólico sobre las aves en el Estrecho
de Gibraltar ............................................................................................................................................................ 231
M. de Lucas, G. Janss y M. Ferrer
CAPÍTULO 13
Patrones especiales y temporales de mortalidad de aves
en dos parques eólicos del sur de España ........................................................................... 241
L. Barrios y A. Rodríguez
CAPÍTULO 14
Uso de los datos para desarrollar medidas correctoras del impacto
sobre las aves provocado por la instalación de parques eólicos................ 255
G.D. Johnson, M.D. Strickland, W.P. Erickson, D.P. Young JR
CAPÍTULO 15
Desarrollo de métodos de campo y de análisis para evaluar
el riesgo de colisión de las aves en parques eólicos .................................................. 273
W. Band, M. Madders y D.P. Whitfield
PRÓLOGO
JOSÉ MESEGUER
Instituto Universitario “Ignacio da Riva”,
Escuela Superior de Ingenieros Aeronáuticos,
Universidad Politécnica de Madrid,
Madrid, España
tas comunidades está compuesta por gente relacionada con la tecnología de los
aerogeneradores y su industria (incluyendo los propietarios de las zonas donde
se instalan los parques eólicos). La otra comunidad engloba a la gente relacio-
nada con la preservación del medio ambiente. Por fortuna, los hechos no son
tan extremos, y aunque existe alguna polarización, todas las partes involucra-
das son conscientes de la necesidad de acuerdos entre los diferentes puntos de
vista; el esfuerzo para alcanzar este acuerdo aumenta día a día.
La minimización del impacto negativo de los parques eólicos sobre las aves
es una formidable tarea que requiere combinar esfuerzos de diferentes campos.
Es esencial aumentar el conocimiento sobre la aerodinámica de las aves, así co-
mo sobre el comportamiento de vuelo tanto en ambientes sin aerogeneradores
como en sus proximidades. Necesitamos establecer claros criterios concernien-
tes a cómo las aves usan todos los recursos aerodinámicos proporcionados por
las corrientes de viento que optimizan sus caminos de vuelo. Para mantener el
impacto de los aerogeneradores sobre las aves en unos límites razonables, tan-
to este conocimiento como información de otros factores relevantes, deben ser
incorporados en el proceso de diseño de los parques eólicos. El acuerdo y la co-
operación entre todas las partes implicadas, principalmente biólogos e ingenie-
ros, para afrontar juntos los diferentes aspectos de este problema, aumenta ca-
da día, y no debemos prescindir de esfuerzos para acelerar esta colaboración.
Un buen ejemplo en esta dirección es la publicación de este libro.
Aves y parques eólicos 21
Introducción
VINCENZO PENTERIANI
Estación Biológica de Doñana,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas
Avda. Mª Luisa s/n. Pabellón de Perú, Sevilla, España.
multánea de varios factores que obliguen a las aves a elegir una particular ruta
de vuelo. La topografía del lugar, la dirección y la fuerza de los vientos loca-
les, las condiciones climáticas (por ejemplo, la visibilidad reducida por niebla
puede aumentar el riesgo de colisión) junto con las características del diseño de
los aerogeneradores y su ubicación, son los factores más recurrentes para de-
terminar la incidencia de la mortalidad por colisión con los aerogeneradores.
Además, en la mayoría de los estudios presentados en este libro, se evidencia
que este tipo de mortalidad tiene componentes temporales, espaciales y taxo-
nómicos. Particularmente importantes son los cambios en la mortalidad según
las estaciones del año, según la ubicación (por ejemplo en el mar, cumbre de
una montaña, corredor migratorio), según las especies (medianas y grandes vs.
pequeño tamaño), según la dinámica de las poblaciones (especies migrantes vs.
residentes) y según el tipo o el tiempo de la actividad de las aves (por ejemplo
migraciones nocturnas, movimientos desde y hacia las áreas de alimentación).
Es importante considerar que, mientras que la mortalidad por los parques
eólicos parece ser un fenómeno esporádico, el número y el tamaño de los par-
ques eólicos está aumentando. Además, en el caso de pequeñas poblaciones de
aves o especies catalogadas en peligro que utilicen las cercanías de los parques
eólicos, bajos niveles de mortalidad asociada pueden conllevar un impacto ne-
gativo en su supervivencia. Finalmente, como se enfatiza en algunos de los ca-
pítulos de este libro, existe un impacto negativo indirecto de los parques eóli-
cos, que es la reducción de las áreas de nidificación y alimentación, al evitar las
aves las inmediaciones de los parques eólicos por alteraciones del paisaje.
Hace más de 400 años que Don Quijote “arremetió a todo el galope de Ro-
cinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y, dándole una
lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia que hizo la lanza pedazos,
llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por
el campo”. Hoy las aves continúan siendo afectadas por los parques eólicos;
una causa más de muerte recientemente adicionada a la ya larga lista de morta-
lidad inducida por humanos. Este libro representa el primer testimonio global
de esta nueva amenaza para las aves: debemos tener la esperanza de que au-
mente nuestro conocimiento sobre este problema, y que induzca el desarrollo
de medidas adecuadas para mitigar su impacto en un futuro cercano.
Capítulo 1
ALTAMONT PASS: UN EJEMPLO DE LOS EFECTOS
DE LOS PARQUES EÓLICOS SOBRE LAS AVES
CARL G. THELANDER
BioResource Consultants, P.O. Box 1539, Ojai, CA 9302, U.S.A.
K. SHAWN SMALLWOOD
3108 Finch Street Davis, CA 95616, U.S.A.
RESUMEN1
1 Nota del autor: desde que se escribió este capítulo en 2002, se han realizado muchos informes
técnicos adicionales en este parque eólico sobre este tema. Los más importantes (Smallwood &
Thelander 2004, Smallwood & Thelander 2005) presentan resúmenes detallados de las
investigaciones encargadas por la California Energy Commission y el National Renewable
Energy Laboratory, respectivamente. Los resultados específicos presentados en estos informes
deberían ser mencionados, en comparación con los presentados aquí. Pese a todo, este capítulo
permanece fiel a la historia, a la importancia de la experiencia adquirida en AWPRA, y a las
recomendaciones principales que se han derivada de la misma. Actualmente (julio 2006) están
en trámite varios litigios; Alameda County ha convocado un Comité Científico Revisor y se
están realizando seguimientos. Se cita una selección de referencias adicionales para aquellos
lectores con interés en aprender más sobre el APWRA y los esfuerzos realizados para reducir la
mortalidad de aves.
2 En 2005 se inició un programa experimental de desmantelamiento de determinados
aerogeneradores.
26 Aves y parques eólicos
3 En 2006 el estado de Tejas superó al de California en la capacidad eólica instalada (en términos
de producción)
28 Aves y parques eólicos
género (Fraley & Gray 1989), para investigar la magnitud del problema y sus
causas subyacentes de forma más sistemática a lo largo de dos años. A comien-
zos de julio de 1988, se contrató como investigadora principal a Sue Orloff, ex-
perta bióloga que trabajaba para una consultora local y persona experimentada
con los recursos biológicos de APWRA. Su colega Anne Flannery fue su ayu-
dante.
Hasta donde conocemos, los trabajos de Orloff y Flannery (1992, 1996) fue-
ron los primeros intentos de investigar detalladamente las muertes de aves en
los grandes parques eólicos. Nosotros realizamos el segundo estudio sistemáti-
co sobre este tema. Previo al trabajo de Orloff & Flannery, Howell & DiDona-
to (1988a, 1988b, 1989) y Howell et al. (1988) habían intentado cuantificar el
uso que hacían las aves de una instalación eólica de 600 turbinas, y también sus
muertes en este parque situado al norte de APWRA, en un área conocida como
Montezuma Hills, en la provincia de Solano. Los resultados de este estudio se
resumen más adelante.
En su innovador trabajo, Haussler (1988) hizo especial hincapié en que los
accidentes de aves en California se registraban casi exclusivamente en el área
de Altamont Pass. Los 34 accidentes de águilas reales, más 51 de los 58 “acci-
dentes de rapaces diurnas de mediano tamaño” tuvieron lugar en APWRA. Del
1 de enero al 11 de abril de 1998, en el parque eólico de Altamont Pass murie-
ron por colisión 5 águilas reales, 5 gavilanes colirrojos, 3 rapaces no identifica-
das, y 1 lechuza común. Con apenas excepciones, los accidentes se registraron
casualmente por observadores que se ocupaban de tareas distintas a la observa-
ción de aves. No se sabía ni cómo ni por qué ocurrían tantas muertes. Sin em-
bargo, parecía claro que los nuevos parques eólicos propuestos en California no
podían seguir obviando los posibles efectos adversos sobre las aves ni la cues-
tión de cómo evitarlos, en línea con la preocupación de la CEC y de otras agen-
cias.
Al poco tiempo, la CEC distribuyó dos informes sintéticos sobre las muer-
tes de aves (Anderson & Estep 1988, Estep 1989). Esto terminó de allanar el ca-
mino por el que discurriría la investigación durante los años 1990 y hasta nues-
tros días.
Aproximadamente al mismo tiempo que la investigación de la CEC se puso
en marcha, uno de los mayores promotores eólicos del parque de Altamont, la
U.S. Windpower, inició otro estudio. Su objetivo era evaluar los posibles im-
pactos de los aerogeneradores existentes, o de los propuestos en nuevas áreas,
sobre las aves. El estudio comenzó en septiembre de 1988 con el Dr. Judd Ho-
well como investigador principal (Howell & DiDonato 1991). En ese momen-
to, además de los 600 aerogeneradores de Montezuma Hills, la compañía tenía
más de 3.000 turbinas en funcionamiento dentro de APWRA, la mayoría con to-
Aves y parques eólicos 33
well 1995). Estas modificaciones resultaron no ser eficaces para muchas de las
especies, pero los gavilanes colirrojos sí parecían evitar las torres modificadas.
Si posarse era, en efecto, un comportamiento que aumentaba el riesgo de coli-
sión, ninguna investigación lo había demostrado de forma concluyente. El des-
arrollo de disuasores para evitar que las aves se posaran surgió como una línea
de investigación prometedora para la solución de este problema.
Howell (1997) también examinó si el tamaño del área del rotor de los aero-
generadores estaba relacionado con el índice de mortalidad, y concluyó que no
existía tal relación. Las torres eólicas representaban un obstáculo para las aves,
generando muertes, pero la longitud de las aspas no parecía afectar al índice de
mortalidad. Este estudio, sin embargo, tenía un diseño limitado en tamaño y ám-
bito, al incluir muchos menos aerogeneradores que estudios posteriores.
Susan Orloff y Anne Flannery comenzaron a estudiar detalladamente las
muertes de aves en Altamont Pass en 1989, y continuaron su trabajo hasta me-
diados de los años 1990. Su investigación fue financiada por la CEC, y patroci-
nada por las agencias que supervisaban los permisos de los parques eólicos, in-
cluyendo las provincias de Alameda, Contra Costa, y Solano. Orloff y Flannery
realizaron rigurosas observaciones dirigidas a identificar tendencias en el com-
portamiento de vuelo y el uso de los posaderos que pudieran indicar los niveles
relativos de peligro para las aves cuando los aerogeneradores estaban en fun-
cionamiento. Observaron la altura de vuelo de las aves en Altamont Pass en dis-
tintas circunstancias: alrededor de las torres, en distintos paisajes, y bajo diver-
sas condiciones climáticas. También detectaron qué aerogeneradores eran
usados para posarse, según su tipo y su localización.
Además, Orloff y Flannery realizaron búsquedas de cadáveres alrededor de
las filas de turbinas, y relacionaron la presencia de aves muertas con caracterís-
ticas físicas y operativas de los aerogeneradores, con los elementos del paisaje,
con la época del año y con otras variables. Medían todos los factores potencial-
mente implicados, y analizaban si existía una relación significativa de cada va-
riable con la frecuencia de las colisiones. Un defecto de su estudio fue combi-
nar las especies de aves en dos grandes grupos, rapaces y no rapaces. En
estudios posteriores se ha intentado valorar los efectos sobre cada especie por
separado.
A partir del número medio de aves observadas durante periodos de 10 mi-
nutos, Orloff y Flannery (1992, 1996) detectaron que la abundancia total de ra-
paces, y en particular la de los gavilanes colirrojos, en los parques eólicos de
Altamont Pass era la mitad y la tercera parte, respectivamente, de los valores
obtenidos en un área donde las turbinas aún se estaban instalando. Con fre-
cuencia, las rapaces buscaban alimento en las proximidades de los aerogenera-
dores y parecían habituarse a su presencia. Considerando la frecuencia con que
vuelan alrededor de los aerogeneradores, los jotes de cabeza roja y los cuervos
raramente colisionaron con los aerogeneradores. Sin embargo, las águilas rea-
les, los gavilanes colirrojos y los cernícalos americanos murieron con mayor
frecuencia de la esperada por su uso del espacio aéreo del parque eólico. Las co-
lisiones de rapaces fueron más frecuentes en los aerogeneradores situados al fi-
Aves y parques eólicos 37
nal de la hilera y en aquellos que estaban situados en los cañones. También eran
más frecuentes las colisiones en aerogeneradores relativamente aislados de los
demás. Además, determinados atributos de las turbinas, como las torres de ce-
losía de metal, la proporción de tiempo en funcionamiento, el diámetro del ro-
tor, y la superficie de barrido del rotor, estuvieron asociados positivamente con
los índices de mortalidad.
En comparación con otras rapaces, las águilas reales son relativamente raras
en APWRA, pero presentan una frecuencia de colisión mayor de la que Orloff
y Flannery esperaban en función de su abundancia. Esto parece indicar que las
águilas reales son especialmente vulnerables a la colisión con los aerogenera-
dores. Orloff y Flannery atribuyeron esta vulnerabilidad a las aparentemente al-
tas densidades de ardilla terrestre de California (Spermophilus beecheyi) en AP-
WRA, que constituían el principal recurso trófico de las águilas reales y de otras
aves rapaces. Se recomendó impedir la presencia de ganado vacuno en las in-
mediaciones de los aerogeneradores, de manera que la hierba creciese y esto di-
suadiese a las ardillas terrestres de California de utilizar ese espacio; además,
la hierba alta dificultaría que fueran detectadas por las rapaces. Howell y Di-
Donato también identificaron a las ardillas terrestres de California como una
presa atractiva para las águilas reales.
En 1994, NREL inició una investigación a gran escala diseñada para deter-
minar si las muertes en los aerogeneradores de APWRA estaban afectando a las
águilas reales a nivel poblacional. Este estudio fue realizado por el Predatory
Bird Research Group de la Universidad de California, con el Dr. Grainger Hunt
como investigador principal del proyecto. Hasta ese momento, no existían in-
vestigaciones que demostraran (o refutaran) la idea de que las muertes por co-
lisión con los aerogeneradores podían contribuir significativamente a eliminar
la población de águila real, que ya estaba sometida al efecto de otros factores
reguladores, inducidos por el uso de veneno, la caza ilegal y la pérdida de há-
bitat. NREL se comprometió a financiar este proyecto de investigación tan cos-
toso como informativo.
El objetivo de este estudio era estimar el grado en que la mortalidad por co-
lisión y por otras causas afecta a la demografía de una población nidificante de
águila real que habita en las proximidades de APWRA. Se realizó un muestreo
extensivo en busca de nidos en un radio de 30 km alrededor de APRWA. El
equipo de Hunt encontró 44 lugares de nidificación, es decir una densidad de 1
pareja por cada 19 km2, que es una cifra elevada para esta especie. Se utilizaron
técnicas de radiotelemetría (n = 179 individuos marcados) para seguir los mo-
vimientos de individuos de distinta clase de edad y estatus: juveniles (marcados
como pollos), reproductores, subadultos y flotantes. De esta muestra, 61 indivi-
duos fueron encontrados muertos por distintas causas. La colisión con los aero-
generadores causó, al menos, 23 víctimas en la muestra, es decir el 37% del to-
tal de los individuos encontrados muertos.
A pesar del número relativamente alto de víctimas por colisión, los modelos
demográficos aplicados a los datos de campo no sugerían que el tamaño de la
población regional de águila real estuviera sufriendo un descenso durante el pe-
38 Aves y parques eólicos
riodo de estudio. Los datos fueron analizados en dos escenarios distintos basa-
dos en Franklin et al. (1998). Mientras que en uno de los escenarios el modelo
predecía una tasa de declive significativa del 9% anual, los mismos datos in-
corporados al segundo escenario indicaron que la población permanecía apa-
rentemente estable, o con un ligero descenso. Un segundo análisis basado en el
equilibro de Moffatt (ver Hunt 1998) predijo un posible declive de la población
si no se producía un refuerzo periódico de la población por medio de la incor-
poración de inmigrantes. En cada uno de los modelos, sin embargo, se determi-
nó que la población estaba debilitada demográficamente y que, en el mejor de
los casos, se mantenía estable, o experimentaba un declive. Probablemente este
no sería el caso sin las víctimas de los aerogeneradores. Se recomendaron nue-
vos estudios y seguimiento de las poblaciones (Hunt et al. 1998), así como un
aumento en el esfuerzo de reducción de las ardillas terrestres de California (G.
Hunt, comunicación oral en el IV NAWPPM, en mayo de 2001, en la ciudad de
Carmel, California).
NREL suspendió la financiación del proyecto de investigación del Dr. Hunt
sobre la población de águila real en 1997. Poco después, la CEC proporcionó
nuevos fondos para continuar el proyecto (ver Hunt 2002).
5 Ver Smallwood y Thelander (2004, 2005) para conocer los informes finales de las
investigaciones financiadas por NREL y CEC.
Aves y parques eólicos 39
6 Los lectores pueden recurrir a Smallwood y Thelander (2004) para conocer las medidas de
manejo recomendadas para reducir la mortalidad en APWRA.
Aves y parques eólicos 41
7 La repotenciación a pequeña escala en APWRA empezó en 2004 con un solo propietario, pero en
2005 el Alameda County Board of Supervisors aprobó la continuación de la operación para la mayoría
de los aerogeneradores viejos y pequeños, durante aproximadamente 13 años más y sujeto a las
condiciones de los permisos, del seguimiento y de esfuerzos experimentales para reducir las muertes
de aves. Para más información, contactar con el Alameda County Planning Department
(http://acgov.org/cda/planning/) o el Center for Biological Diversity
(http://www.biologicaldiversity.org/swcbd/programs/bdes/altamont/altamont.html).
Aves y parques eólicos 43
aves muertas por colisión; puesto que este número es elevado, está claro enton-
ces que se necesitan medidas adicionales. A la vista de los resultados de estu-
dios recientes, creemos que las mejores estrategias para solucionar el problema
podrían estar basadas más en el manejo de hábitats y en la ubicación de los ae-
rogeneradores que en diferenciar entre varias configuraciones de aerogenerado-
res y torres.
Por ejemplo, nosotros encontramos que el grado de agregación de las ma-
drigueras de tuzas de Botta explicaba mejor la variación en la tasa de mortali-
dad de los gavilanes colirrojos que el tipo de aerogenerador, el tipo de torre, la
altura de la torre, u otras características. El uso del suelo y las modificaciones
de hábitat alrededor de ciertos aerogeneradores parecen estar creando hábitats
óptimos para la tuza. Estos cambios localizados fomentan que los gavilanes co-
lirrojos (y otras rapaces) busquen alimento en áreas de alto riesgo, causando así
un número desproporcionado de colisiones. Se podría demostrar una reducción
en las muertes de gavilanes colirrojos identificando estas áreas de alto riesgo y
fomentando hábitats poco atractivos que excluyan a las tuzas, reduciendo su
vulnerabilidad a la predación, o incrementando su abundancia lejos de los ae-
rogeneradores. Este tipo de experimentos podría realizarse durante el programa
de repotenciación.
La abundancia relativa de las especies de aves que usan cada sitio y la fre-
cuencia relativa de sus comportamientos no se traducen directamente en una pre-
dicción de mayor o menor riesgo debido al funcionamiento de las turbinas. Los
investigadores de APWRA y de otros parques han detectado que la abundancia
relativa de especies y la distribución de frecuencias de sus comportamientos no
ayudan a predecir sus tasas de mortalidad. Thelander et al. (2003) encontraron
que el comportamiento de los gavilanes colirrojos se había alterado por la pre-
sencia de los aerogeneradores operativos en APWRA, y que pasaban cantidades
desproporcionadas de su tiempo buscando comida a menos de 50 m de los aero-
generadores. Los investigadores deberían mostrarse escépticos ante predicciones
de mortalidad basadas en la abundancia relativa de especies y sus comporta-
mientos. Es esencial que exista un seguimiento de ambos factores y de las tasas
de mortalidad antes de que los nuevos aerogeneradores y los nuevos diseños es-
tén operativos. Los investigadores no deberían sorprenderse de que las tasas de
mortalidad y la frecuencia de determinados comportamientos sean despropor-
cionadas para algunas especies respecto a su abundancia relativa.
Creemos que el problema de las muertes de aves en APWRA se puede solu-
cionar en gran medida. Como en cualquier parque eólico, la mortalidad no pue-
de evitarse totalmente. Aplicando soluciones de manejo eficaces y relativamen-
te baratas se podría prevenir la muerte de 1.000 a 2.000 aves al año. En el
espíritu del manejo adaptativo, a las compañías con aerogeneradores en AP-
WRA se les debe ofrecer herramientas y pautas de cómo pueden operar sus ins-
talaciones de forma segura y responsable y se les debe exigir que pongan re-
medio eficaz a la muerte masiva de aves, estableciendo un calendario de
aplicación de los programas con las medidas a adoptar. El éxito o el fracaso de
tales programas deberían ser evaluados de forma independiente. Además deben
44 Birds and wind farms
establecerse los fines y los criterios de cumplimiento de los objetivos en los que
consista la evaluación. La responsabilidad de todas las partes involucradas es
esencial para obtener éxito a largo plazo de tales programas.
Los futuros esfuerzos de investigación en APWRA deben priorizarse para
que generen como mínimo la información necesaria para ejecutar los programas
de manejo. Se sabe lo suficiente como para aplicar varias soluciones alternati-
vas y hacer un seguimiento de su eficacia.
El liderazgo necesario para gestionar y hacer cumplir el programa corres-
ponde a las agencias reguladoras responsables de extender los permisos para
operar aerogeneradores en APWRA y hacer cumplir las condiciones de uso (por
ejemplo las provincias de Alameda y Contra Costa, el Calif. Dept. Fish & Ga-
me, y el U.S. Fish & Wildlife Service).
Seguirán produciéndose muertes de aves mientras se diseñan y comprueban
las soluciones más eficaces. Sin embargo, las muertes continuadas pueden ge-
nerar la oportunidad de comprender, in situ, los mecanismos subyacentes a la
muerte de aves, y cómo reducirlos mejor en el futuro. También suponen una re-
ferencia a partir de la cual se pueden comparar los éxitos o fracasos de futuros
esfuerzos en la reducción de muertes de aves. Además los programas que ten-
gan éxito en la reducción de la mortalidad podrían ser aplicados no sólo en AP-
WRA sino también en otras instalaciones eólicas.
Existe una necesidad urgente de establecer e integrar, de forma global y ve-
rificable, programas de manejo que reduzcan la muerte de aves. Si siguen sin
adoptarse cambios significativos en el emplazamiento y utilización de las turbi-
nas y del espacio que las rodea, las compañías eólicas de APWRA se exponen
cada vez más a denuncias de diversos colectivos8. No se ha producido ninguna
acción legal por parte de la administración federal o del estado contra ninguna
compañía de energía eólica que opera en APWRA, a pesar del extraordinario
número de aves protegidas, incluyendo 1.500 – 2.300 águilas reales, que han
muerto durante las dos últimas décadas. Más retrasos en adoptar una solución
eficaz exponen a las empresas eólicas a la denuncia de asociaciones conserva-
cionistas, cuya misión es asegurar que se cumplan las leyes ambientales exis-
tentes para proteger la fauna.
Aunque la acción legal puede atraer mayor atención al problema, será nece-
sario identificar, comprobar, aplicar y hacer un seguimiento de soluciones in-
novadoras9. Hacer esto llevará tiempo y requerirá un compromiso renovado de
la industria eólica y las agencias locales, estatales y federales responsables de la
administración coherente de nuestros valiosos recursos naturales.
8 Después de que este manuscrito estuviera escrito, se abrieron tres causas contra los propietarios
de aerogeneradores por varias organizaciones conservacionistas sin ánimo de lucro. En el
momento de este manuscrito (julio 2006) sus resoluciones están aún pendientes.
9 Recientemente ha comenzado un programa experimental basado en la parada de ciertos
aerogeneradores sospechosos de representar un alto riesgo de mortalidad de aves durante
ciertas épocas del año.
Aves y parques eólicos 45
BIBLIOGRAFÍA
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Capítulo 2
RESPUESTA DE LAS AVES AL PARQUE EÓLICO DEL
PUERTO DE BLYTH, NORTHUMBERLAND,
REINO UNIDO
E. S. LAWRENCE
Quay House, Lochgilphead, Argyll, PA31 8JP, UK.
S. PAINTER
AMEC Wind Ltd., Hexham, Northumberland, NE46 4NU, UK
B. LITTLE
37 Stella Drive, Blaydon, Newcastle-upon-Tyne, NE21 4LE, UK
RESUMEN
El presente estudio se realizó entre diciembre de 1991 y mayo de 2001 para
investigar el potencial impacto de nueve aerogeneradores de 300 kW sobre la
importante población invernante de correlimos oscuro (Calidris maritima) del
puerto de Blyth. Este parque eólico, situado en una Zona de Especial Interés
Científico y de Protección Especial (según la Directiva Aves de la Unión Euro-
pea), fue construido y puesto en funcionamiento en enero de 1993. Se llevaron
a cabo rastreos semanales en las playas más cercanas a las instalaciones eóli-
cas en busca de cadáveres de aves, que fueron colectados para averiguar la
causa de la muerte. El estudio, que comenzó doce meses antes de la construc-
ción del parque eólico, incluyó también el censo de todas las especies presen-
tes en el puerto. Se tomó nota del comportamiento de vuelo de las cinco espe-
cies más comunes en el puerto (Phalocrocorax carbo, Larus argentatus, L.
marinus, L. ridibundus y Somateria mollissima). Finalmente, se realizaron tres
horas de observación minuciosa en una muestra de turbinas para cuantificar la
frecuencia de los vuelos a través de la línea de aerogeneradores y alrededores.
Las conclusiones fueron las siguientes: (i) el correlimos oscuro no resultó afec-
tado, ni en términos de desplazamiento de hábitat ni de colisiones; (ii) el éider co-
mún mostró una baja frecuencia de colisiones con el rotor de las turbinas: un mí-
nimo de 13 bajas registradas durante un periodo de 7,5 años, la mayoría durante
el primer año; (iii) se produjo una tasa relativamente constante de colisiones de
gavión atlántico y de gaviota argéntea europea a lo largo de los 7,5 años; (iv) no
hallamos evidencia de desplazamiento de hábitat para ninguna otra población de
aves invernante o nidificante (ni siquiera para un dormidero de ca. 120 cormora-
nes grandes situado a 120 m de la turbina más próxima). Hubo indicios de que las
colisiones fueron más frecuentes con mal tiempo o baja visibilidad.
50 Aves y parques eólicos
INTRODUCCIÓN
Este estudio, que se prolongó durante nueve años y cinco meses, hasta
mayo de 2001, surgió de la necesidad de hacer un seguimiento de parte de
población invernante de correlimos oscuro (Calidris maritima) de importan-
cia internacional en el puerto de Blyth, al norte de Newcastle, Northumber-
land, Reino Unido. Existía un pequeño dormidero de esta especie en el mue-
lle de esta localidad, donde en 1992 se erigieron nueve aerogeneradores
(Figura 1).
El área de estudio se sitúa en una sección de costa protegida por la Directi-
va Aves de la Unión Europea 79/409: el Área de Protección Especial de la Cos-
ta de Northumberland. En el puerto se realizan varias actividades industriales y
atraca una pequeña flota pesquera. El puerto aloja una población de gaviotas, un
dormidero de cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo) y es utilizado por la
población invernante de éider común (Somateria mollissima).
El objetivo inicial del monitoreo de las aves fue medir los efectos directos e
indirectos del parque eólico sobre las poblaciones locales de aves, como coli-
siones y desplazamiento de hábitat. Los resultados preliminares se valoraron
comparando con estudios realizados en parques eólicos de otras zonas costeras
europeas similares (Still et al. 1994, 1996). En fases sucesivas, el estudio se
centró en mejorar la estima del número de aves alrededor de las instalaciones
eólicas y en la observación directa del comportamiento de vuelo a través de la
línea de aerogeneradores (Tabla 1).
MÉTODOS
funcionamiento
POBLACIÓN DE ÉIDER
Desde el principio quedó claro que la especie más importante de la zona des-
de el punto de vista de la conservación, el correlimos oscuro, no estaba siendo
afectada por los aerogeneradores (Still et al. 1994). Sin embargo, se precisaban
más datos sobre la población local de éider común, por lo que entre 1995 y 1998
esta especie fue censada semanalmente en diez sectores de la costa y del estua-
rio próximos al parque eólico.
Aves y parques eólicos 55
Por www.henderyckx.com.
Imagen aérea del parque eólico del puerto de Blyth (Reino Unido).
RESULTADOS
se mantuvieron 1,3 días más que en la playa Sur (en promedio 5,3 y 4,0 días,
respectivamente), aunque la variación fue grande. En días posteriores se des-
plazó la mayoría de los cuerpos a una distancia entre 10 y 50 m de la posición
original. Durante los muestreos de enero de 1994 los 5 cadáveres de la playa Al-
can (situada dentro del puerto) se llevaron al extremo meridional de esta playa,
sometida a mareas más altas de la media.
Experimento de deriva
No hubo diferencias significativas en la tasa ni en el tiempo de recuperación
de bloques de madera soltados con marea alta o con marea baja; ni entre los de-
positados frente a las turbinas 1 a 5 respecto a los soltados frente a las turbinas
6 a 9; ni en los dejados en el lado de mar abierto respecto a los dejados en el la-
do del puerto (G-test, df = 1, p > 0,05). En cambio, la tasa de recogida con vien-
tos del oeste fue de 6%-27%, mientras que con vientos del este fue del 70%. Los
bloques depositados frente a las turbinas más alejadas (nº 7-9) tuvieron una ma-
yor probabilidad de no ser recuperados si durante el experimento soplaban vien-
tos del oeste. Con vientos del este, el 6% de los bloques se recuperó en playas
no muestreadas, mientras que ese porcentaje ascendió al 43% con vientos del
oeste. El periodo medio transcurrido entre la suelta y el varamiento de los blo-
ques en las playas muestreadas fue de 1,0 días con vientos desde el mar, y de
3,7 días con vientos desde tierra.
Los resultados de la primera suelta con vientos del oeste dieron una tasa de
recogida del 30% -algunos fueron vistos a 0,8 km de la costa-. La tasa de reco-
gida de los bloques soltados con vientos del este fue del 70%.
COLISIONES
Durante los 9,5 años de estudio se detectaron 104 colisiones con los aeroge-
neradores, lo que incluye también a cuatro gaviotas argénteas, tres gaviones
300
250
1992
1993
200
58 Aves y parques eólicos
1994
1995
1996
150 1997
1998
Número total
1999
100 2000
2001
2002 (hasta abr)
50
0
Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sep Oct Nov Dic
Meses
Figura 2. Número mensual de cadáveres de aves encontrados en los alrededores del puerto de Blyth asignados a causas de muerte dis-
tintas a la colisión con aerogeneradores.
Aves y parques eólicos 59
20
18
16
Número de avas colisionadas con las turbinas
14
12
10
0
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001
Año
Otras especies Gavión atlántico Larus marinus Gaviota argentea europea Larus argentatus Eider común Somateria mollissima
16
14
12
10
8
Total
0
E F M A M J J A S O N D
Meses
16
14
12
Número total
10
0
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
colisionaron con los aerogeneradores con mayor frecuencia fueron las grandes
gaviotas, sin que se detectase una tendencia definida en la frecuencia de coli-
sión del gavión atlántico ni en la de la gaviota argéntea (Figura 3). En prome-
dio, la frecuencia de colisión no corregida de estas dos especies fue 0,8 colisio-
nes por aerogenerador y año.
En la categoría “otras especies” se encontraron siete gaviotas (cinco gavio-
tas reidoras, una gaviota sombría Larus fuscus, y una gaviota tridáctila); un ful-
mar boreal (Fulmarus glacialis); dos alcatraces atlánticos (Sula bassanus); tres
palomas bravías; un archibebe común (Tringa totanus); un zarapito real (Nu-
menius arquata); un cormorán; un ánsar piquicorto (Anser brachyrhynchus) y
una focha común (Fulica atra).
Los datos meteorológicos fueron recopilados para una submuestra de los da-
tos con objeto de determinar si había una correlación entre colisiones y veloci-
dad del viento/ráfagas combinada con visibilidad reducida.
Los análisis de los datos de seis años hasta 1998 revelaron que los vientos
del sureste y del oeste predominaron durante las 48 horas precedentes al im-
pacto de las aves contra las turbinas, seguidos por vientos del sur, suroeste y
norte. Una correlación similar se produjo analizando las mismas variables y las
colisiones con otros tipos de estructuras. La velocidad media (±SE) del viento
durante esas 48 horas fue de 10,8 ± 0,47 m/s, y la media de las ráfagas máxi-
mas fue de 16,4 ± 0,76 m/s SE (Painter et al. 1999).
El análisis de una muestra de 20 colisiones con turbinas en el invierno de
1993-1994 reveló que los vientos del este y del sureste estaban asociados con
las colisiones con una frecuencia mayor (40%) que la frecuencia con que estos
vientos soplaban (sólo el 5% y el 10%, respectivamente). Durante el mismo pe-
riodo hubo una proporción relativamente alta de vientos del oeste y del norte
(40% y 20%, respectivamente) pero sólo el 25% de las colisiones estuvieron
asociadas a estas condiciones.
Durante el invierno de 1994-1995 los vientos soplaron procedentes del nor-
este y del este durante el 10% del tiempo, pero el 37% de las colisiones tuvie-
ron lugar en esas condiciones. No hubo asociación entre las colisiones y los
vientos del sur y del suroeste, que fueron los dominantes durante el 35% del
tiempo analizado (Painter et al. 1999).
Los vientos del noreste y del sureste soplaron con una frecuencia del 15%
durante el invierno de 1995-1996, pero bajo estas condiciones se produjo el
57% de las colisiones. No hubo asociación entre colisiones y la frecuencia con
que soplaron los vientos del oeste, suroeste y del norte, que fueron los predo-
minantes. Hay que resaltar que el tamaño de muestra en los dos últimos invier-
nos fue sólo de 8 y 7 cadáveres, respectivamente (Painter et al. 1999).
DESPLAZAMIENTO DE HÁBITAT
vaciones resumidas en Still et al. (1994) indicaron que, durante la fase de cons-
trucción, se verificó un desplazamiento temporal de los cormoranes que utiliza-
ban parte del puerto como dormidero. Una vez terminadas las obras, el dormi-
dero recuperó su tamaño inicial (Still et al. 1994). En cambio, el parque eólico
no afectó al correlimos oscuro ni durante la fase de construcción ni durante la
fase de funcionamiento. Los niveles de actividad de las gaviotas en el puerto de
Blyth no se vieron afectados por el parque eólico. Por lo que respecta a los éi-
deres comunes, no existía un censo de la población antes de la instalación del
parque eólico, y el intercambio de individuos entre las sub-poblaciones que ocu-
paban el área de Blyth resultó complejo (ver más abajo).
ÉIDERES
2500
Media del conteo máximo
2000
1500
1000
500
0
E F M A Mayo Junio Julio A S O N D
Meses
lían nadando del puerto. Entre 1993 y 1995 la frecuencia de vuelos a través del
muelle pareció aumentar (observaciones anecdóticas), y a partir de 1996 los
vuelos volvieron a ser paralelos a las instalaciones eólicas.
Aproximadamente la mitad de las colisiones de éider con los aerogenerado-
res tuvieron lugar durante los tres primeros inviernos del estudio y la otra mitad
durante dos días no consecutivos, en abril y mayo de 1993. La mitad de los 16
éideres muertos eran machos y la mitad hembras. Asimismo la mitad de la
muestra eran adultos. El 26% de la población local estaba compuesta por ma-
chos adultos.
La dirección predominante de los vientos en las 48 horas previas al encuen-
tro de las aves muertas fue sureste, este-sureste y este. Durante el invierno de
1995/96, cuando la tasa de muertes de éideres atribuidas a colisiones con el par-
que eólico era casi cero (Figura 3), los vientos predominantes procedían del es-
te, como se ha mencionado. En la muestra de 68 éideres comunes recuperados
en las playas desde 1992 seguía habiendo registros de colisiones con otras es-
tructuras después de 1996. No hubo colisiones durante julio y agosto, debido a
la muda que les impide volar.
La procedencia de la población invernante de éider común en Blyth fue anali-
zada a partir de los datos de anillamiento (British Trust for Ornithology; Painter
et al. 1999). Las colonias de cría más cercanas a Blyth están situadas en las islas
Coquet (15 km al norte), que cuentan con unas 1.000 parejas reproductoras. De
los 247 éideres comunes anillados en estas islas desde la década de 1950, el 3%
se recapturó en Blyth y el 5% murió en un radio de 11 km al sur de las islas Co-
quet. El 89% fue recapturado en otros sitios, principalmente hacia al norte, y el
2% mucho más al sur de Blyth. Los datos de las aves anilladas en las colonias de
las islas Farne (unas 2.400 parejas) muestran que el 1% fue recuperado en Blyth
y otro 1% lo fue más al sur. El 4% fue recuperado en un radio de 22 km al sur de
su colonia de nacimiento, y la inmensa mayoría fue recuperada en otras zonas, so-
bre todo al norte. Durante la época de cría se observa un éxodo de éideres comu-
nes desde los alrededores de Blyth. El número de individuos que invernan en
Blyth (900 en promedio) representa el 10% de las dos colonias de cría más pró-
ximas situadas al norte (3.500 parejas). De las 16 colisiones de éider común con
los aerogeneradores, una hembra reproductora fue anillada en la isla Coquet.
60
Otras especies
Cormorán grande (Phalacrocorax carbo)
Eider común (Somateria mollissima)
50 Gavión atlántico (Larus marinus)
Gaviota argentea europea (Larus argentatus)
Tasa de cruce medio (número/horas
40
30
20
10
0
Por debajo Misma altura Por encima
encima del extremo de las aspas; por ejemplo, una gaviota argéntea sobre las
turbinas nº 6 y 7 por cada 5 horas de observación; o un gavión atlántico sobre
las turbinas nº 5 y 6 por cada 12 horas de observación (Figura 8c). En prome-
dio, el 10% de los vuelos de gavión atlántico y el 12% de los de gaviota argén-
tea europea tuvieron lugar a la altura del rotor (Figura 8b).
Dado que estas observaciones sistemáticas empezaron en octubre de 1996, só-
lo en tres casos se registraron cruces de éideres a través del parque eólico (Figu-
ras 7 y 8b). En los tres casos, los vuelos se realizaron a la altura del rotor (Figura
8b) aunque una muestra tan reducida no permite llegar a ninguna conclusión.
Los cormoranes grandes cruzaron el parque eólico regularmente, a razón de
5 aves/hora (la mayoría por debajo del rotor; Figura 7) especialmente entre las
turbinas nº 5 y 7 (Figuras 8a, b). Las turbinas nº 6 y 7 flanquearon uno de los
principales dormideros de cormoranes del puerto. La actividad de las aves (prin-
cipalmente gaviotas) estuvo correlacionada con la entrada en el puerto de los
pesqueros de arrastre, con los movimientos de las dragas y con los desplaza-
mientos crepusculares de cormoranes y gaviotas desde y hacia los posaderos.
La categoría “otras especies” se refiere principalmente a la gaviota reidora,
la gaviota tridáctila, paloma bravía y corneja común, y también especies oca-
sionales como el fulmar boreal, el charrán patinegro, el porrón moñudo (Ayth-
ya fuligula), el vuelvepiedras común (Arenaria interpres), el zarapito real y la
graja (Corvus frugilegus). En su conjunto, estas especies apenas cruzaron el
parque eólico (5 aves/hora considerando cruces a todas las alturas). La mayoría
16,00
Otras especies
Cormorán grande (Phalacrocorax carbo)
14,00 Eider común (Somateria mollissima)
Gavión atlántico (Larus marinus)
Gaviota argentea europea (Larus argentatus)
12,00
Tasa de cruce media (número/hora
10,00
8,00
6,00
4,00
2,00
0,00
5 5-6 6-7 7-8 8-9 9
Turbinas (numeradas del 5 al 9)
3,00
Otras especies
Cormorán grande (Phalacrocorax carbo)
Eider común (Somateria mollissima)
Gavión atlántico (Larus marinus)
2,50 Gaviota argentea europea (Larus argentatus)
Tasa de cruce media (número/hora
2,00
1,50
1,00
0,50
0,00
5 5-6 6-7 7-8 8-9 9
Turbinas (numeradas del 5 al 9)
0,35
Otras especies
Cormorán grande (Phalacrocorax carbo)
0,30
Eider común (Somateria mollissima)
Gavión atlántico (Larus marinus)
Gaviota argentea europea (Larus argentatus)
Tasa de cruce media (número/hora
0,25
0,20
0,15
0,10
0,05
0,00
5 5-6 6-7 7-8 8-9 9
de los cruces se observó a la altura del área de barrido del rotor (36% en pro-
medio; Figura 8b). Hubo también una tendencia a que los cruces fuesen más fre-
cuentes entre las turbinas nº 5 y 6 (Figuras 8a, b, c).
DISCUSIÓN
aparición de los cuerpos varados o flotantes debida a los carroñeros no fue me-
dida, pero puede considerarse similar a la encontrada en parques eólicos no cos-
teros (Winkelman 1992). Se esperaba que no se detectase una fracción de los
cadáveres entre las búsquedas semanales, estimada a partir del tiempo medio de
retención de 4,25 días. Aunque es muy improbable que la relación sea lineal, en
el peor de los casos se estima que entre el 10 y el 20% de los cadáveres termi-
naría por desaparecer por acción de las olas en los intervalos entre las búsque-
das semanales. Este fenómeno sería más acusado durante los temporales y los
periodos de mareas altas. Un resultado común de experimentos previos de suel-
ta de bloques cerca de la orilla fue su bajo índice de recuperación en condicio-
nes de viento procedente del interior (Flint & Fowler 1998). El mismo resulta-
do se obtuvo en el rompeolas del puerto de Blyth, donde hasta con vientos del
este un 30% de los bloques terminó varado fuera de las playas más próximas.
No se realizaron experimentos para controlar si los bloques respondían a los
movimientos de vientos y corrientes de la misma forma que los cadáveres de
aves de tamaño y forma similar.
Observaciones directas permiten concluir que las colisiones con los rotores
son hechos pocos frecuentes. Atendiendo a la tasa corregida de colisiones, ha-
bría que realizar unas 730 horas de observación en una muestra de cinco turbi-
nas para presenciar todas las colisiones. Winkelman (1985) encontró que el 3%
de las aves que atravesaban el parque eólico lo hacía dentro del área de barrido
del rotor, y el 1% efectuaba una desviación repentina de su recorrido. En este
estudio, los porcentajes ascienden al 16%* y 2%, respectivamente (*aunque se
refieren a todos los vuelos a la altura del rotos, pero no necesariamente en el dis-
co barrido por las aspas). La tasa de cruces varió entre aerogeneradores. Esto
puede explicarse por la variedad de especies involucradas, la variedad de hábi-
tats en esta zona y las preferencias de hábitat de cada especie. Por esta razón hay
que ser cauto a la hora de extrapolar la tasa de colisión obtenida en un determi-
nado parque eólico.
Hay evidencia en otros parques eólicos de que, con fuertes vientos en contra,
aumenta el riesgo de colisiones con turbinas (Winkelman 1992) y tendidos eléctri-
cos (Henderson et al. 1996). Según los datos meteorológicos de tres años en Blyth,
hubo una mayor probabilidad de colisión con vientos del este, noreste y sureste.
Estas direcciones eran relativamente poco frecuentes, pero estaban relacionadas
con una mayor cantidad de días con visibilidad reducida por nieblas y brumas.
Los machos adultos de éider común presentaron una frecuencia de colisión
mayor de lo esperado por su frecuencia en la comunidad local de aves. El impac-
to de la muerte de 28 individuos (estima resultante una vez corregido el efecto de
los accidentes no detectados) concentrada en un periodo de tres años depende de
diferentes factores. Por ejemplo, si procedían de una misma colonia, de si el re-
clutamiento en esa colonia era o no limitado, de la tendencia a largo plazo de la
población, y del signo de la tendencia en la productividad de la población.
En el transcurso de los nueve años de estudio las dos especies de gaviotas de
gran tamaño sufrieron una tasa de colisión relativamente constante, que puede
deberse tanto al tamaño de la población residente como a la alta frecuencia con
Aves y parques eólicos 69
la que cruzaban el muelle. En total, las gaviotas sumaron el 80% de las colisio-
nes en Blyth, una proporción mayor que la registrada en otros estudios: 50%
(Winkelman 1989); 25% (Pedersen & Poulson 1991); 22% (Musters et al.
1996). En Blyth, parte de las colisiones pudieron producirse durante las perse-
cuciones en vuelo al competir por los descartes de los barcos. En estas situa-
ciones fue habitual observar cambios repentinos de dirección y roces con las as-
pas. Las colisiones de gaviota reidora, más pequeña que los otros láridos,
supusieron una fracción significativa en la categoría “otras especies” (en 9,5
años, un mínimo de 5); en otros parques eólicos situados en localidades coste-
ras europeas, la gaviota reidora también es víctima de colisiones (Musters et al.
1996, Winkelman 1985, 1989, 1992).
La tasa máxima de paso de aves registrada durante el pico de migración oto-
ñal en un parque eólico holandés fue de 13,7 aves/hora (Winkelman 1992),
mientras que en Blyth fue de 60 aves/hora (4,4 veces más alta). La tasa de co-
lisión registrada por Winkelman (1992) fue de 0,1 aves/turbina/día; durante el
periodo de estudio, en Blyth se registraron 0,007 aves/turbina/día (24 cadáveres
detectados; una estima de 45 cadáveres tras considerar una tasa de recuperación
del 55% en 680 días). Winkelman (1992) estimó que el 0,008% de las aves que
se acercaban al parque eólico terminaría colisionando con las turbinas. Trasla-
dando esta proporción a la frecuencia de vuelos diurnos que se producen a tra-
vés del parque eólico de Blyth, cabría esperar que en el mismo periodo se hu-
bieran acumulado 2.100 cadáveres. Claramente, la discrepancia en el orden de
magnitud entre estas predicciones y lo observado sugiere que el comportamien-
to de las poblaciones de aves en distintos parques eólicos difiere significativa-
mente (por ejemplo, las aves en las áreas de estudio de Winkelman podrían ser
sobre todo migrantes terrestres nocturnos). Por tanto, las generalizaciones de las
tasas de colisión tienen que realizarse con cautela dado que los resultados de
Blyth pueden ser representativos sólo de poblaciones de aves predominante-
mente residentes y, en su mayoría, diurnas.
De los tres estudios más completos sobre colisiones en parques eólicos ho-
landeses situados en la costa o a la orilla de lagos, es posible obtener las si-
guientes estimas de la tasa de colisión diaria de anátidas por turbina:
AGRADECIMIENTOS
El trabajo descrito en este artículo fue realizado gracias a contratos del Pro-
grama New and Renewable Energy, gestionado por AEA Technology plc en re-
presentación del Ministerio de Comercio e Industria del Reino Unido. Las opi-
niones expresadas en este capítulo son las del agente contratado y no reflejan
necesariamente las opiniones de AEA Technology plc o las del Ministerio de
Comercio e Industria.
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Capítulo 3
ATRAPADOS EN EL CORREDOR DEL MAR DEL NORTE
MERIDIONAL: EL POTENCIAL IMPACTO DE LOS
PARQUES EÓLICOS OFFSHORE SOBRE LAS AVES
MARINAS
RESUMEN
La cuneiforme extremidad meridional del mar del Norte constituye un im-
portante corredor para la migración de aves marinas. Se estima que un to-
tal de 1-1,3 millones de estas aves la atraviesan cada año. La mayor parte
(40-100%) de la población migradora de págalo grande y de gaviota enana
utiliza el estrecho de Dover para abandonar el mar del Norte, así como el
30-70% de la población de charranes y de gaviotas sombrías. Además, el 10-
20% de los colimbos chicos y de los somormujos lavancos puede pasar por
este cuello de botella. Todas las especies nombradas, a excepción del pága-
lo grande, se encuentran principalmente en aguas costeras a no más de 20
km de la playa, donde está prevista la ubicación de la primera generación
de parques eólicos offshore. De momento, poco se sabe del impacto de estas
instalaciones sobre las aves marinas. Este grupo de aves es estratega de la
k y, por tanto, extremadamente vulnerable al impacto de la actividad huma-
na sobre la supervivencia de individuos adultos. Por esta razón y por la fal-
ta de información sobre la migración nocturna de las aves marinas y sobre
su reacción ante estructuras emplazadas en el mar, como los parques de ae-
rogeneradores, es conveniente ser muy cuidadosos. El posible impacto ne-
gativo de nuevos parques eólicos offshore sobre aves marinas residentes y
migradoras tiene que ser investigado siempre de forma escrupulosa, espe-
cialmente en este cuello de botella.
74 Aves y parques eólicos
INTRODUCCIÓN
grave. Las especies que viven en la costa son las más amenazadas, ya que la pri-
mera generación de parques eólicos marinos se ubicará en aguas poco profun-
das. En un futuro cercano, las aves migradoras costeras encontrarán una cade-
na de parques eólicos en sus migraciones por el litoral europeo, y tendrán que
enfrentarse a su impacto acumulado.
Sobre la base de estudios realizados en hábitats terrestres, se puede argumen-
tar que los aerogeneradores pueden tener impactos directos e indirectos sobre las
aves marinas. Entre los primeros destacan la mortalidad causada por colisiones
con las aspas del rotor o con la torre y los accidentes provocados al ser absorbi-
dos por la estela que deja el rotor (por ejemplo Petersen & Nøhr 1989, Winkel-
man 1989, 1992a). Muchas aves costeras colisionan con las turbinas de noche,
durante los crepúsculos o en condiciones de escasa visibilidad (por ejemplo con
niebla o con fuerte lluvia; Winkelman 1992b). Cabe mencionar como impactos
indirectos las molestias a las aves mientras descansan o se alimentan, y la pérdi-
da de hábitat de alimentación, descanso y migración en los parques eólicos (por
ejemplo Petersen & Nøhr 1989, Winkelman 1989, 1992b, c, d, Van der Winden
et al. 1996). Hay pocos estudios sobre los efectos de los parques marinos y re-
sulta difícil acceder a sus resultados. Una excepción es el pequeño parque eóli-
co marino de Tunø Knob (Dinamarca) cuyo potencial impacto sobre la avifauna
ha sido investigado a fondo. En la zona se encuentran poblaciones numerosas de
éider común Somateria mollissima y de negrón común. Después de la construc-
ción de Tunø Knob se produjo una importante disminución de éideres que fue
atribuida a fluctuaciones naturales en la disponibilidad de alimento (Guillemette
et al. 1998, 1999). Los investigadores concluyeron que la presencia del parque
eólico no afectaba a la distribución diurna ni a la abundancia de esta ave. El úni-
co impacto detectado fue que los éideres evitaban volar o posarse cerca de las
instalaciones, y preferían nadar en esa zona. Además, durante la noche, rehusa-
ban volar a menos de 1.500 m de distancia del parque eólico (Tulp et al. 1999).
Aunque los autores del estudio se muestran cautos con los resultados obtenidos,
y destacan la necesidad de estudios adicionales para evaluar el impacto del par-
que eólico bajo diferentes condiciones, los productores de energía eólica han uti-
lizado las conclusiones favorables de estos estudios para resaltar la falta de con-
flictos entre los parques eólicos marinos y las aves. Sin embargo, esta precipitada
generalización es fundamentalmente incorrecta. No hace falta decir que los es-
tudios de evaluación de impacto deben necesariamente ser específicos de cada
sitio y para cada especie. El parque eólico de Tunø Knob no puede compararse
con ningún otro parque marino. Su limitado tamaño (sólo dos filas, cada una con
5 aerogeneradores), la relativamente baja potencia de sus turbinas (500 kW) y,
sobre todo, la avifauna de su entorno, impiden cualquier parangón.
ESTADO DE LA CUESTIÓN
censos sistemáticos de aves marinas en el mar del Norte a finales de los años
70, seis atlas se han publicado sobre esta zona (Baptist & Wolf 1993, Carter et
al. 1993, Camphuysen & Leopold 1994, Anonymous 1995, Stone et al. 1995,
Offringa et al. 1996). Los muestreos intensivos por barco y avioneta han pro-
porcionado los datos necesarios para la designación de zonas importantes para
las aves marinas en el mar del Norte (Skov et al. 1995). Aunque esto supuso un
importante paso adelante hacia su conservación, la escasa resolución de estos
mapas (por ejemplo la costa del Mar del Norte meridional está clasificada en su
totalidad como Área Importante para las Aves) no permite predecir patrones lo-
cales en la densidad de aves marinas. A menudo los mapas se basan en la ex-
trapolación de datos a pequeña escala sobre áreas y periodos mucho mayores,
ensombreciendo patrones espacio-temporales detallados. Por consiguiente, los
mapas tienen una validez limitada para predecir efectos a escala relativamente
pequeña, como los de los parques eólicos marinos. Aunque la zona meridional,
en particular la costa belga, sea probablemente el área mejor estudiada de todo
el mar del Norte (Offringa et al. 1996, Seys 2001), incluso allí falta información
para poder predecir el impacto de los parque eólicos marinos sobre la avifauna,
dado que no existen datos suficientes del comportamiento en vuelo de las aves.
La información sobre patrones de migración y de vuelo (por ejemplo en re-
lación con los dormideros y áreas de alimentación) es escasa, y sin embargo si-
78 Aves y parques eólicos
gue siendo crucial para poder ponderar el impacto potencial de los parques eó-
licos marinos. La migración sobre el mar se estudia principalmente mediante
observaciones realizadas desde tierra durante el día. Gracias a ellas sabemos
que especies típicamente costeras y limícolas dominan la migración a lo largo
de la costa meridional del mar del Norte (Camphuysen & Van Dijk 1983, Bo-
rrey et al. 1986, Van Westrienen 1988, Platteeuw et al. 1994). Además, estos
grupos de aves muestran una fuerte dependencia de la velocidad y dirección del
viento. Las verdaderas aves marinas se observan cerca de la costa únicamente
durante temporadas con predominio de fuertes vientos del noroeste. Aunque las
observaciones desde tierra suministran información valiosa acerca de los patro-
nes de migración cerca de la costa, son insuficientes para evaluar el impacto de
los parques eólicos sobre las aves migradoras. Este tipo de información no só-
lo se limita a una estrecha franja costera, sino que no detalla datos esenciales
como la altitud de vuelo. Sin embargo, la deficiencia más notable de los censos
desde tierra es la imposibilidad de detectar las concentraciones de aves migra-
torias nocturnas. Otros aspectos poco conocidos en aves marinas son el riesgo
de colisión específico de especie y la sensibilidad a las molestias, lo que hace
imposible obtener estimas fiables del impacto de los parques eólicos marinos
sobre la avifauna. Actualmente, se están llevando a cabo nuevos estudios para
medir la altitud de vuelo de las aves marinas en alta mar. Un estudio reciente ha
puesto de manifiesto la fuerte influencia de la velocidad y dirección del viento
sobre la altura de vuelo de las aves marinas migradoras cerca de la costa, ade-
más de una pronunciada variación interespecífica en la respuesta (Krüger &
Garthe 2001). El equipo European Seabird at Sea está trabajando sobre un ín-
dice de perturbación para aves marinas específico de especie que combina toda
la información disponible sobre sensibilidad y riesgo de colisión. Este índice
puede ser utilizado para elaborar un atlas de vulnerabilidad que identifique zo-
nas particularmente sensibles en lo que respecta a interacciones entre aves ma-
rinas y turbinas. Se trata de los primeros pasos hacia un mejor entendimiento
del posible impacto de los parques eólicos marinos. Pese a que este conoci-
miento no llegará a tiempo en todas partes, seguramente contribuirá a que la
elección de la ubicación de futuros parque eólicos se lleve a cabo con sensatez.
La parte más meridional del mar del Norte (51-52ºN: Figura 1) se encuentra
entre el estrecho de Dover y el mar del Norte central. Sus aguas poco profun-
das (profundidad media < 30 m), turbias y agitadas se caracterizan por la co-
rriente del Atlántico Norte y por los aportes de agua dulce de los ríos Rin, Es-
calda y Támesis. En este área la pesca, la extracción de arena y grava y el
transporte marítimo se llevan a cabo de forma intensiva (Maes et al. 2000). Con
varias crestas arenosas resultado de los desplazamientos de sedimentos y de
agua de deshielo durante varios periodos glaciales, la variación estructural de la
Aves y parques eólicos 79
topografía es única dentro del mar del Norte (Houbolt 1968, Eisma et al. 1979)
y causa fuertes gradientes en las comunidades bénticas (Cattrijsse & Vincx
2001). Los inventarios extensivos desde barcos y avionetas realizados durante
las décadas de 1980 y 1990 indicaban que se trata de una zona importante para
el paso, descanso y alimentación de las aves marinas (Stone et al. 1995, Offrin-
ga et al. 1996, Seys 2001). En ella se encuentra una cantidad globalmente re-
levante (más del 1% de la población mundial) de colimbo chico Gavia stellata,
somormujo lavanco Podiceps cristatus, alcatraz atlántico Sula bassana, negrón
común, págalo grande Stercorarius skua, gaviota enana, gaviota cana Larus ca-
nus, gaviota sombría L. fuscus, gaviota argéntea europea L. argentatus, gavión
atlántico L. marinus, charrán patinegro Sterna sandvicensis, charrán común S.
hirundo, charrancito común S. albifrons y arao común Uria aalge (Offringa et
al. 1996, Seys 2001), y constituyen un área de descanso para numerosas aves
marinas invernantes en el Canal (Offringa et al. 1996).
Aunque el conocimiento del patrón de distribución de las aves marinas en
este área del mar del Norte sea excelente y pueda ser utilizado a la hora de ele-
gir la ubicación de futuras instalaciones eólicas marinas, es notoria la falta de
datos sobre patrones de desplazamiento de las aves y, en particular, las áreas en
Figura 1. Mapa que muestra cómo las aves marinas migradoras que se diri-
gen hacia el sur se concentran en la cuña del mar del Norte meridional.
80 Aves y parques eólicos
las que pudieran concentrarse las rutas de vuelo. Mirando el mapa de la extre-
midad meridional del mar del Norte (Figura 1), resulta evidente que la entrada
cuneiforme del estrecho de Dover (paso de Calais) puede actuar como una na-
sa dentro de la que se producen concentraciones temporales de aves cuando en-
tran o salen del mar del Norte meridional. En la Tabla 1 se resumen los resulta-
dos de una búsqueda bibliográfica exhaustiva sobre la importancia de este área
para la migración y el descanso de las aves marinas (ver información detallada
en Seys 2002). En conjunto, se estima que alrededor de 1-1,3 millones de aves
marinas pueden cruzar esta zona cada año. La mayoría (40-100%) de la pobla-
ción migradora de págalo grande y gaviota enana utilizan el Canal para aban-
donar el mar del Norte, así como el 30-70% de los charranes residentes duran-
te el verano y de gaviotas sombrías. Además, el 10-20% de la población
migradora de colimbo chico y somormujo lavanco, y el 3-10% de las gaviotas
del género Larus (a excepción de la gaviota enana), alcatraz atlántico y negrón
común, puede cruzar este cuello de botella. Las poblaciones de especies pelági-
cas (fulmar boreal Fulmarus glacialis, gaviota tridáctila Rissa tridactylus y al-
cas) normalmente son grandes y es muy difícil estimar sus movimientos de dis-
persión. Por lo tanto, con estas especies se utiliza una estima conservativa de
<1-3 %.
De la Tabla 1 se resalta que el mar del Norte meridional juega un papel fun-
damental como ruta migratoria de al menos ocho especies, esto es, más del 10%
de su población migradora total pasa por allí. No obstante, no todas las especies
presentan el mismo riesgo de colisión o la misma tolerancia a las molestias pro-
vocadas por las turbinas; las más vulnerables son las que pasan cerca de la cos-
ta. Aunque no haya información detallada sobre las rutas migratorias en mar
abierto, los patrones generales de distribución pueden dar pistas acerca de las
preferencias de hábitat de las aves marinas migradoras. Con la excepción del
págalo grande, las demás especies que se exponen a un riesgo potencial viven a
poca distancia de la costa (Offringa et al. 1996, Seys 2001). Suponiendo que el
patrón de distribución de cada especie refleja más o menos sus rutas migrato-
rias, se puede concluir cautelosamente que los parques eólicos suponen un ries-
go para ocho especies. Muchas de estas especies migran en parte, y algunas de
ellas lo hacen sobre todo por la noche o durante los crepúsculos (Cramp & Sim-
mons 1977, Camphuysen & Van Dijk 1983, Allein & Boudolf 1998), cuando el
riesgo de colisión es más alto. Cuatro de las ocho especies (colimbo chico, ga-
viota enana, charrán patinegro y charrancito común) están amenazadas a nivel
internacional.
¿QUÉ HACER?
Los países ribereños del mar del Norte meridional deberían evaluar cuida-
dosamente la decisión de instalar parque eólicos marinos en sus costas, dada la
importante función de este área como cuello de botella en la ruta migratoria de
las aves marinas y teniendo en cuenta que hay poca información sobre sus mo-
Aves y parques eólicos 81
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Capítulo 4
INVESTIGACIÓN SOBRE COLISIÓN CON
AEROGENERADORES EN ESTADOS UNIDOS
DAVE STERNER
SUE ORLOFF
LINDA SPIEGEL
California Energy Commission,
Public Interest Energy Research Program, 1516 Ninth St MS-50,
Sacramento, CA G5814, U.S.A
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
y 40.000 aves por año, el 81% de las cuales ocurrirían en California. En algu-
nos casos estas muertes suponen una amenaza para las poblaciones a nivel lo-
cal, por lo que muchas especies reciben protección legal, entre ellas las rapaces
y las aves migratorias. En vista del efecto acumulado de la mortalidad de aves
debida a la acción humana, cualquier esfuerzo dirigido a reducir esta cifra es
importante.
Entre los años 80 y 90, California lideraba el desarrollo de la energía eólica
en Estados Unidos, siendo responsable de más del 90% de su producción. En
esos años el impacto potencial de la industria eólica sobre las aves aún no era
ampliamente reconocido, y por lo tanto apenas se consideraba. A finales de los
80, sin embargo, salieron a la luz datos sobre frecuentes colisiones de aves, es-
pecialmente rapaces, en Altamont Pass, lo que incitó a los investigadores a es-
tudiar el impacto de otros parques eólicos en California (CEC 1996). Desde en-
tonces, la opinión pública, las leyes estatales y federales de conservación, y las
posibles sanciones y demandas han generado retrasos, modificaciones y parali-
zaciones de nuevos proyectos en California y en otros estados (Erickson et al.
2001).
En instalaciones eólicas más modernas no se registra un número de rapaces
accidentadas tan elevado como el de Altamont Pass. Esto no ha sido conse-
cuencia del diseño de las instalaciones, sino simplemente del emplazamiento de
los nuevos parques eólicos en lugares menos accidentados y con menor densi-
dad de rapaces que Altamont Pass. Parte de este logro se debe también a eva-
luaciones de los lugares previas a la construcción (Sinclair comunicación per-
sonal, Strickland comunicación personal) y a la adopción de un método
estandarizado de evaluación de proyectos desarrollado por el National Wind
Coordinating Committee (NWCC; Anderson et al. 1999). Por último, también
han contribuido una menor densidad de turbinas y los nuevos diseños de aero-
generadores instalados en las nuevas plantas eólicas. Sin embargo, los investi-
gadores necesitan más información para reducir las bajas en las instalaciones
existentes. No está claro si la sustitución de las antiguas turbinas por las de nue-
va generación será una medida realmente eficaz para la disminución de la mor-
talidad. En consecuencia, la investigación debe dirigirse a encontrar nuevas me-
didas que reduzcan los riesgos de colisión mediante cambios en el diseño de las
turbinas y la selección cuidadosa de los puntos para su emplazamiento.
Hasta hace poco apenas se había investigado para determinar el impacto de
los parques eólicos sobre los murciélagos. Durante los primeros estudios de
mortalidad en aves se registraron casos aislados de murciélagos muertos, pero
los datos en parques eólicos de reciente construcción indican que la mortalidad
de este grupo es mucho mayor. Por este motivo, se han emprendido estudios es-
pecíficos sobre las tasas de colisión de murciélagos en algunas de estas instala-
ciones.
La energía eólica ofrece una fuente de electricidad relativamente benigna
desde el punto de vista ambiental, lo que permite predecir una multiplicación de
los proyectos eólicos en Estados Unidos. Encontrar soluciones para las colisio-
nes de murciélagos y aves en los parques eólicos será la manera de garantizar a
86 Aves y parques eólicos
Wisconsin Vestas 660 kW Primavera 31 31 Diaria- 21 0 0,00 Howe 2001, pers. comm.
(MG&E and 98-12/00 semanal (de Erickson et al. 2001)
PSC)
87
Tabla 1. (cont.). Descripción de estudios de mortalidad de aves empleados para estimar la distribución de las muertes por especies.
<250 kW 3/91
Altamont Pass, CA Turbinas 1989- 1169 1-2/semana 182 74 1989-90: 0,050 Orloff and Flannery 1992.
<250 kW 1991 1990-91: 0,023
Altamont Pass, CA Turbinas 1/1994 1169 1 sóla 20 15 No disponible Orloff and Flannery 1996.
<250 kW búsqueda
Altamont Pass, CA KVS –33 12/93-8/95 165 2/semana 72 44 No disponible Howell 1997.
& 56-100
Altamont Pass, CA Turbinas en 4/98-3/00 785 1/5 semanas 256 117 0,100 Thelander 2000, per. comm.
mayoría (from Erickson et al. 2001)
<250 kW
Montezuma Hills, CA Turbinas 4/90-5/92 237 Semanal 22 14 1990-91: 0,176 Howell and Noone 1992.
<250 kW 1991-92: 0,0478
Montezuma Hills, CA KVS –33 11/94-9/95 76 2/semana 13 10 No disponible Howell 1997.
& 56-100
San Gorgonio, CA Turbinas 1985 No disponible No disponible 38 1 No disponible McCrary et al. 1986a.
<250 kW
San Gorgonio, CA Turbinas en 3/97-5/98 ~360 Trimestral 42 7 No disponible Anderson 2000a, pers. comm.
mayoría (from Erickson et al. 2001)
<250 kW
Tehachapi Pass, CA Turbinas en 5/95-5/98 640-760 Trimestral 147 46 No disponible Anderson 2000b, pers. comm.
mayoría
<250 kW
Aves y parques eólicos 89
Pocos estudios se han llevado a cabo para determinar el impacto de los par-
ques eólicos sobre la viabilidad poblacional de una determinada especie. Un es-
tudio de viabilidad poblacional es muy complicado y relativamente caro, dado
que se requiere un seguimiento intensivo de parámetros poblacionales en el cam-
po durante varios años para cada especie de interés (Morrison & Pollock 1997).
La mayoría de los estudios sobre la mortalidad de aves atribuible a colisio-
nes con turbinas concluyen que las especies afectadas son bastante comunes y
no están amenazadas a nivel poblacional. La mortalidad de rapaces, en cambio,
sí despierta preocupación: siendo especies relativamente escasas y menos pro-
ductivas en relación con otros grupos de aves, las poblaciones de rapaces son
más vulnerables a la mortalidad por causa humana.
90 Aves y parques eólicos
En Altamont Pass, el interés por las colisiones de aves con los aerogenera-
dores se ha enfocado hacia las rapaces, especialmente el águila real. Hunt
(2002) ha calculado que en este parque eólico cada año mueren por colisión en-
tre 40 y 60 águilas reales. En un radio de 20 millas alrededor de Altamont Pass
reside una de las mayores concentraciones mundiales de águilas reales repro-
ductoras. Un modelo poblacional elaborado a partir de siete años de radiotele-
metría ha indicado que aunque las colisiones con las turbinas son la principal
causa de mortalidad, en la actualidad la población local se encuentra equilibra-
da demográficamente, tal vez mantenida por inmigración. Hunt (2002) ha ad-
vertido que seguir modificando los usos de suelos en las inmediaciones del par-
que eólico, unido a las colisiones con las turbinas, podría afectar a la población
en el futuro. Los datos recientes de alta mortalidad en el mochuelo de madri-
guera Athene cunicularia una especie con estatus especial de conservación
(Thelander & Rugge 2001) y la posibilidad de que los ejemplares reintroduci-
dos del amenazado cóndor de California Gymnogyps californianus utilicen al-
gún parque eólico, sugieren la necesidad de estudios adicionales sobre los im-
pactos a nivel de población.
CAUSAS DE ACCIDENTE
Comportamiento
Debido a las diferencias interespecíficas en el comportamiento de vuelo y en
el modo de posarse, el riesgo de colisión no es el mismo para todas las aves
(Thelander & Rugge 2000). La mayoría de las aves que se aproximan a un ae-
rogenerador lo evitan pasando por encima o cruzando sin que se produzcan ac-
cidentes (Rogers et al. 1976, McCrary et al. 1984, Orloff & Flannery 1992,
Winkelman 1992, Kenetech 1995). No obstante, algunas rapaces pueden ser
más proclives a colisionar con las turbinas a causa de su comportamiento de
vuelo y de caza: frecuentemente vuelan a poca altura y la colisión se produce al
buscar la presa o al tirarse en picado sobre ella. Orloff (1992) observó que el
33% de las rapaces en el parque eólico de Tehachapi y el 39% en Altamont Pass
volaban a la altura de las turbinas. Según Hunt (2002) las águilas reales son más
susceptibles de colisionar porque cazan en vuelo, y no desde un posadero. En
cambio, se han registrado muy pocas colisiones, o ninguna, de aguilucho páli-
do Circus cyaneus, que suele volar por debajo de los 9 m de altura mínima de
las palas, y lo mismo ocurre con cuervos y jotes de cabeza roja, que se alimen-
tan principalmente de carroñas (Orloff & Flannery 1992, Thelander & Rugge
2000).
Hunt (2002) y Orloff & Flannery (1992) coinciden en que la abundancia de
ardilla terrestre de California (Spermophilus beecheyi) puede aumentar signifi-
cativamente su búsqueda por las rapaces y, por tanto, el riesgo de colisión en Al-
tamont Pass. Hunt (2002) encontró una correlación significativa entre las ra-
diolocalizaciones de águila real y las áreas con alta densidad de ardillas.
Smallwood et al. (2001) observó que el número de halcones muertos en las hi-
Aves y parques eólicos 91
era, además, la más habitual, las muertes de águila real se registraron por igual
en zonas con y sin este tipo de turbinas, lo que sugiere que un número despro-
porcionado de muertes está asociado con las turbinas más pequeñas. El com-
portamiento de búsqueda de alimento del águila real sugiere que estas colisio-
nes pueden deberse en parte a la altura relativamente baja de la torre, que hace
que las aspas estén más cerca del suelo que en el 95% de los otros diseños de
turbina. De ser eso cierto, el uso de las nuevas turbinas podría suponer una dis-
minución de la mortalidad de esta especie, dado que sus palas giran a mayor dis-
tancia del suelo.
temente más elevadas en turbinas situadas cerca de desfiladeros que en las ale-
jadas de ellos. Howell & Noone (1992) asociaron la muerte de aves con áreas
bajas en la parte central de una hilera de turbinas (depresiones) y con áreas ele-
vadas en sus extremidades (crestas). Según Thelander & Rugge (2001), las tur-
binas ubicadas en uno de los tres mayores desfiladeros del parque eólico de Al-
tamont Pass fueron responsables de entre 1,8 y 3,6 veces más muertes de lo
esperado en el gavilán colirrojo, el águila real, el mochuelo de madriguera y la
lechuza común. Estos autores, además, encontraron que con las turbinas en de-
presiones y en crestas colisionaban más gavilanes colirrojos de lo esperado, y
que las colisiones de águila real eran más frecuentes con las torres situadas en
laderas. Cerca de los bordes de la meseta de Foote Creek Rim (Wyoming), don-
de se ubica un parque eólico, Johnson et al. (2000b) observaron una densidad
más elevada de rapaces que en el interior de la meseta, y recomendaron cam-
biar de lugar las turbinas de los bordes como medida para reducir la probabili-
dad de colisión.
Las características de diseño y mantenimiento de carreteras y otras estructu-
ras pueden contribuir indirectamente al incremento de la mortalidad de aves, al
aumentar la densidad de sus presas. Orloff & Flannery (1992), y más reciente-
mente Smallwood et al. (2001), han propuesto que los márgenes verticales y la-
terales, entre otros rasgos de carreteras, plataformas y áreas de mantenimiento
cercanas a las turbinas, pueden ofrecer refugio a las presas de las rapaces, lo que
incitaría a un aumento de la búsqueda de comida. Los resultados preliminares
del estudio de Smallwood et al. (2001) indican que la presencia de la tuza de
Botta en los alrededores de las turbinas puede estar relacionada con la muerte
de muchas rapaces, especialmente del gavilán colirrojo.
Los estudios llevados a cabo en Estados Unidos sobre alteración del hábitat
han arrojado resultados dispares. Howell & Noone (1992) no encontraron dife-
rencias en la cantidad de nidos de rapaces antes y después de la construcción del
parque eólico Montezuma Hills, en California. En cambio, Johnson et al.
(2000c) observaron una reducción del uso del hábitat en 7 de 22 especies de
aves que crían en pastizales después de la construcción del parque eólico de
Buffalo Ridge, en Minnesota. Estos autores consideraron este impacto de poca
importancia y sin consecuencias a nivel poblacional. Por el contrario, Leddy et
al. (1999) estimaron densidades de aves en pastizales del Programa de Conser-
vación de Reservas del parque eólico de Buffalo Ridge y encontraron que la
densidad media de 10 especies era cuatro veces más alta a 180 m. de las turbi-
nas que en los pastizales más próximos a los aerogeneradores. Los autores die-
ron más importancia a esas densidades reducidas en vista de la preocupación a
nivel regional por el declive de los paseriformes de pastizales de las regiones
centrales de Estados Unidos, debido a las prácticas agrícolas, al pastoreo y a la
invasión de plantas leñosas.
El reconocimiento del riesgo potencial para las aves ha influenciado los crite-
rios de selección de lugares para instalar nuevos parques eólicos en Estados Uni-
dos (Anderson comunicación personal, Strickland comunicación personal). Evitar
áreas con alta concentración de aves es la regla más eficaz. La zona de Altamont
Pass ya era conocida antes de la colocación de las 7.000 turbinas del parque eóli-
co por su abundancia de rapaces, pero en aquellos años se ignoraba el riesgo que
podía suponer para las aves. Los resultados preliminares de estudios recientes, en
los que se han aplicado medidas para disminuir el riesgo para las aves, indican que
una localización apropiada de las instalaciones eólicas ha sido eficaz (Johnson et
al. 2000b, Strickland comunicación personal, Strickland et al. 2001).
El NWCC ha editado un manual (NWCC 1998) para orientar sobre temas de
emplazamiento y permisos en el que se recomiendan medidas para evitar las
áreas de alto riesgo potencial (incluido un reconocimiento biológico preliminar
de cada sitio) y el uso de técnicas de estudio estandarizadas. El NWCC publicó
también una guía exhaustiva para normalizar métodos e índices para la deter-
minación de riesgos e impactos potenciales sobre las aves en los parques eóli-
cos existentes y futuros (Anderson et al. 1999). El uso de protocolos estandari-
zados, además de proporcionar un marco para el desarrollo de diseños
experimentales más robustos, ha permitido comparar y analizar datos de estu-
dios realizados en diferentes parques eólicos. La evaluación estandarizada de la
tasa de uso por aves y una determinación de sus tasas de mortalidad permiten
comparar los factores de riesgo en cada sitio y determinar umbrales de densidad
de aves inaceptables para permitir el establecimiento de una planta eólica.
La relación entre la configuración espacial de las turbinas y el factor de ries-
go incluyendo el impacto de las turbinas de la zona terminal de una hilera respecto
96 Aves y parques eólicos
a las de la zona central, el hueco entre turbinas de una misma hilera y la configu-
ración agrupada respecto a la dispersa no se conoce suficientemente. Por su gran
tamaño, las turbinas de nueva generación están más espaciadas. Por lo que res-
pecta al riesgo, este mayor espaciado puede provocar que cada turbina funcione
como una unidad aislada y es posible que los efectos “turbina distal” y “hueco”
ya no sean los mismos. No está claro si el cambio favorecerá a las aves o todo lo
contrario. Las medidas de reducción del riesgo que se han propuesto para el re-
emplazo de turbinas en sitios específicos de Altamont Pass incluyen la identifica-
ción de las turbinas de alto riesgo, la aplicación de criterios de reubicación y la
puesta en práctica de soluciones como protectores para posaderos y señales di-
suasorias visuales (Curry & Kerlinger 2000, Thelander et al. 2001).
Thelander et al. (2001) señalaron que el 25% de las turbinas de Altamont
Pass son responsables de la totalidad de las colisiones registradas, y que facto-
res como el relieve, el diseño de las turbinas y su configuración espacial con-
tribuyen a incrementar el riesgo de accidentes. Esta información está siendo uti-
lizada para desarrollar un modelo de valoración de riesgo que jerarquice las
turbinas y su emplazamiento según el riesgo que suponen para las aves. Este
modelo podría ser utilizado para reubicar o eliminar las turbinas de alto riesgo,
y para determinar la posición de nuevas turbinas dentro de futuros proyectos en
Altamont Pass.
Existen estudios de campo y laboratorio que examinan el grado de agudeza
visual de las rapaces y su capacidad para detectar las aspas de las turbinas. En
un estudio realizado en condiciones controladas, McIsaac (2001) concluyó que
en determinadas condiciones ambientales las rapaces no pueden ver las palas.
Según Hodos et al. (2001) en el laboratorio es posible reducir la difuminación
del contorno de las aspas cuando giran a gran velocidad, lo que hace que sus
puntas aparezcan transparentes a las aves. Los resultados preliminares de este
estudio sugieren que una pala de color negro emparejada con dos de color blan-
co podrían reducir eficazmente la difuminación visual. En cualquier caso, esta
hipótesis no ha sido testada en el campo, donde las condiciones cambiantes de
luz, color y contraste pueden reducir o eliminar los efectos del patrón de colo-
res (Hodos 2001, McIssac 2001). Las investigaciones más recientes se ocupan
de explorar sobre qué fondo resaltan mejor determinados colores combinados
de distintas formas (Hodos comunicación personal).
Howell et al. (1991) realizaron un experimento en Altamont Pass con 25 tur-
binas escogidas al azar cuyas aspas se pintaron alternando los colores rojo y
blanco, y 50 turbinas control. Aunque los resultados preliminares señalaron que
las colisiones decrecieron en los rotores pintados, cualquier conclusión defini-
tiva es arriesgada dada la pequeña muestra utilizada. Strickland et al. (2001)
contrastaron la hipótesis del revestimiento de las turbinas con una capa que re-
flejara la luz ultravioleta aumentando así la capacidad de las aves para detectar
los aerogeneradores durante el día. Los resultados preliminares no corroboran
dicha suposición (Strickland comunicación personal).
Hasta el momento no se han llevado a cabo estudios sobre el uso de disuasi-
vos sonoros para las aves que se acercan a las turbinas, y los estudios que han
Aves y parques eólicos 97
LAGUNAS EN LA INVESTIGACIÓN
Una gran porción del parque eólico de Altamont Pass no ha sido estudiada
según los estándares adoptados por el NWCC (Anderson et al. 1999). Justa-
mente en esta zona se encuentra el tipo de turbinas que más abunda en el par-
que eólico, y es donde se registra mayor mortalidad de águilas. Es importante
muestrear esta área para tener una visión exhaustiva del conjunto de Altamont.
La tendencia actual en el campo de la industria eólica es instalar turbinas
más grandes y eficientes. El riesgo de colisiones de aves en relación con las ca-
racterísticas de estos nuevos aerogeneradores, como el área de barrido del rotor,
la velocidad periférica, la velocidad de giro, la altura de las aspas y el periodo
de funcionamiento, es desconocido y necesita ser evaluado.
Para poder estimar con precisión la tasa de mortalidad es indispensable co-
nocer la tasa de desaparición de cadáveres por carroñeros, lo que no resulta fá-
cil debido a las diferencias de tamaño de los cadáveres, a variaciones de activi-
dad de los carroñeros según la localización dentro del parque eólico y a las
variaciones estacionales e interanuales. Los métodos existentes son caros y len-
tos, de forma que se requieren más estudios para poner a punto una metodolo-
gía estándar eficaz y rentable.
Se necesita un protocolo económico de muestreos previos a la construcción
del parque eólico que permita determinar los riesgos potenciales del lugar. En
los nuevos parques eólicos ha sido suficiente evitar las zonas de alto riesgo pa-
ra reducir la mortalidad de aves, y esta medida sigue siendo la más eficaz. Un
número significativo de nuevos estudios ha incorporado las directrices del
NWCC (Anderson et al. 1999) para evaluar los factores de riesgo en las insta-
laciones eólicas. Un meta-análisis de estos datos ayudaría a desarrollar métodos
fiables de estima de los factores de riesgo para evitar áreas de alto impacto.
El conocimiento del comportamiento de las aves en la cercanía de las turbi-
nas puede poner de manifiesto aquellos detalles estructurales involucrados en
las colisiones. La nueva tecnología de videos que permite el filtrado de activi-
100 Aves y parques eólicos
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BioResource Consultants,
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RESUMEN
INTRODUCCIÓN
La energía eólica se presenta como una fuente de energía muy prometedora, efi-
caz y relativamente limpia si se compara con los combustibles fósiles tradiciona-
106 Aves y parques eólicos
les. Sin embargo, al igual que sucede con las fuentes energéticas no-renovables,
producir energía eólica y hacerla llegar al usuario supone riesgos para la fauna y
su hábitat. Al mismo tiempo que este tipo de energía se expande en Estados Uni-
dos y Europa, aumenta la preocupación por el número de aves que perecen a cau-
sa de los aerogeneradores (Morrison 1996, Morrison & Sinclair 1997).
Desde 1989 aproximadamente, las investigaciones han revelado un gran nú-
mero de colisiones de aves, sobre todo rapaces, en el parque eólico de Altamont
(Howell & DiDonato 1991, Orloff & Flannery 1992, 1996, Howell 1997, The-
lander & Rugge 2000). Respecto a otros parques eólicos, la mortalidad en Alta-
mont es relativamente alta, y en algunas especies este impacto puede tener con-
secuencias para las poblaciones a nivel regional. Por ejemplo, estudios recientes
han mostrado que el número de águilas reales (Aquila chrysaetos) nidificantes
es extraordinariamente elevado en las cadenas montañosas costeras del centro
de California, un área que engloba la planta eólica de Altamont. Además, nu-
merosos individuos atraviesan esta zona en otoño e invierno (Hunt 1994, 1997,
1999). El impacto del parque eólico de Altamont sobre el águila real puede te-
ner consecuencias significativas a nivel regional. Debido a la preocupación sus-
citada por el posible impacto negativo de la energía eólica sobre las aves, se han
multiplicado los esfuerzos para: (1) cuantificar con precisión el impacto sobre
las aves en los parques eólicos existentes, y (2) evitar el establecimiento de nue-
vas instalaciones en los lugares potencialmente peligrosos para este taxón. El
hecho de que los primeros estudios fueran realizados con métodos y esfuerzos
de muestreo muy heterogéneos dificulta poder extraer conclusiones de los re-
sultados y compararlos entre estudios. Por tanto, se mantiene intacto el interés
inicial, la confusión y la preocupación por el potencial impacto de la industria
eólica sobre las aves (Anderson et al. 1999).
En este capítulo revisaremos los protocolos de muestreo científico que se
han diseñado para cuantificar el impacto real y potencial de las plantas de ener-
gía eólica sobre las aves y otra fauna silvestre. Dos entidades públicas - De-
partment of Energy (DOE) y National Renewable Energy Laboratory (NREL)
- han implementado estos protocolos de muestreo en estudios sobre aves finan-
ciados por el gobierno federal de Estados Unidos. Para facilitar la comparación
entre estudios, DOE/NREL recomiendan enérgicamente que se utilicen también
en los estudios financiados por empresas privadas. El National Wind Coordina-
ting Committee (NWCC) también ha adoptado estos protocolos de muestreo, tal
como se documenta en el exhaustivo informe de Anderson et al. (1999).
Los impactos de las instalaciones eólicas sobre las aves son difíciles de
cuantificar porque casi nunca es posible replicar la instalación, y porque las co-
lisiones son eventos relativamente raros (lo que no impide que puedan llegar a
afectar a una población). No obstante, todos los estudios deberían adoptar los
principios básicos de muestreo que maximicen la precisión de los datos y per-
mitan extraer de ellos conclusiones fiables. Además de los tres requisitos men-
cionados arriba, a la hora de diseñar el seguimiento de un parque eólico también
deberían tenerse en cuenta los siguientes aspectos:
● Control y reducción de los errores. La precisión de los datos tomados
puede mejorarse asegurándose de que los métodos de muestreo se em-
pleen de forma consistente y eficaz.
● Minimización de los errores y sesgos del observador. El entrenamiento
de los observadores en el uso de los métodos de muestreo es una com-
ponente esencial de cualquier estudio. La simple presencia de un obser-
vador puede influir sobre la actividad de un animal, de forma que es im-
portante elegir cuidadosamente los lugares de avistamiento y controlar
los movimientos de los observadores.
● Estudios piloto. Todos los seguimientos deberían incluir un periodo de
prueba inicial, que sirva para refinar los métodos y analizar los resulta-
dos preliminares, para minimizar errores y sesgos, y para estimar cuál
puede ser un tamaño de muestra adecuado. En la fase preliminar de to-
dos los estudios deberían aplicarse técnicas como los análisis de poten-
cia y de tamaño muestral.
● Magnitud de los efectos biológicos. No es adecuado limitarse a buscar la
“significación estadística” o su ausencia. En todos los estudios debería
establecerse la magnitud de los efectos biológicos, es decir, el nivel de
cambios experimentados por una población animal, en términos de
abundancia, actividad reproductora, mortalidad u otras respuestas apro-
piadas, que marcan el límite de la peligrosidad. Es preciso valorar, por
ejemplo, si una reducción del 20% en la abundancia o en el éxito repro-
ductor de una especie, a consecuencia de la construcción de un parque
eólico, supone un impacto biológicamente significativo. El estudio debe
garantizar que los tamaños de muestra permitan contestar a preguntas de
este tipo. Lamentablemente pocos estudios consideran la magnitud de
los efectos biológicos durante la fase de planificación. La mayoría de los
parques eólicos analizados hasta ahora han registrado pocos eventos de
mortalidad. Sin embargo, suele ser errónea la interpretación acerca de la
repercusión de estas muertes sobre la población animal. Mientras el nú-
mero absoluto de muertes puede ser alto o bajo, lo que realmente im-
porta (o preocupa) biológicamente es su proporción con respecto a la po-
blación total. Tres muertes en una población de 100 individuos es una
tasa de mortalidad baja (3%), pero si la población tiene 10 individuos se
convierte en alta (30%). Establecer qué se considera la “población de in-
terés” es difícil, pero hay que definirlo para que la mortalidad adquiera
su verdadera importancia en el contexto de su posible impacto para la es-
110 Aves y parques eólicos
EVALUACIÓN DE LA ACTIVIDAD
El riesgo de que las aves, especialmente las rapaces, mueran por colisión
con los aerogeneradores se está evaluando cada vez con más frecuencia por
dos razones principales. La primera es que los investigadores intentan deter-
minar qué factores comportamentales y ambientales están involucrados en las
colisiones, y la segunda es que intentan determinar si existen métodos para re-
ducir su frecuencia. DOE/NREL están financiando varios estudios para in-
vestigar estos temas. Los informes finales se pueden encontrar en el siguien-
te enlace: http://www.nrel.gov/wind/avian_reports.html.
Aparentemente, los impactos con las turbinas se producen durante los vue-
los entre lugares donde las aves desarrollan su actividad y también mientras ca-
zan en las inmediaciones de los molinos. Los primeros son comunes sobre todo
en aves no rapaces, murciélagos y, en menor medida, aves rapaces, mientras que
los segundos afectan especialmente a las rapaces.
El vuelo de las aves es más eficiente energéticamente si hay vientos de la-
dera – corrientes ascendentes producto de la deflexión del viento por el relie-
ve - o corrientes térmicas que se originan en terreno accidentado con tiempo
cálido y ventoso. Muchas rapaces utilizan los vientos de ladera para perma-
necer casi estáticas en el aire mientras buscan presas en el suelo. En la mayor
parte de los parques eólicos los aerogeneradores se emplazan a lo largo de las
crestas, que es donde los vientos de ladera alcanzan su máxima intensidad. De
este modo las rapaces cazan suspendidas en el aire durante largos periodos
junto al área de barrido de las aspas de las turbinas. En el parque eólico de Al-
tamont, la investigación está poniendo de manifiesto que los lugares con tur-
binas asociados con una actividad elevada de rapaces buscando alimento
(también relacionado con la abundancia de roedores excavadores cerca de las
torres) son precisamente los lugares con una mayor proporción de accidentes
mortales. La identificación de los sitios utilizados de este modo por las rapa-
ces, en combinación con una valoración rigurosa de las muertes por colisión,
nos permite hacer recomendaciones para modificar la posición, el diseño y el
uso de las turbinas con objeto de reducir la mortalidad. Asimismo, la identifi-
cación de los corredores de vuelo más utilizados por las aves puede contribuir
a conocer en qué parajes concretos habrá que aplicar las medidas de manejo
pertinentes.
Aves y parques eólicos 111
EVALUACIÓN DE LA MORTALIDAD
la línea de turbinas hasta llegar al final de la hilera. Se registran todas las aves
muertas (o sus restos) encontradas en un radio de 50 m de las turbinas, y ca-
da cadáver se examina con detenimiento para determinar la especie y averi-
guar la causa de la muerte. Se hace una estima del tiempo transcurrido desde
la muerte. Por último, se apunta el estado general del cadáver, la presencia/au-
sencia de larvas, si el cuerpo está completo o desmembrado, el tipo de heri-
das detectables a simple vista, si hay signos evidentes de carroñeo y la dis-
tancia a la turbina más próxima.
La evaluación del impacto de los parques eólicos sobre las aves y los mur-
ciélagos requiere el muestreo de cadáveres en los alrededores de las turbinas.
Sin embargo, la capacidad de detección en el campo varía según el observador
(por ejemplo Morrison et al. 2001). Esta diferencia se debe en parte a caracte-
rísticas intrínsecas del observador (como su estado físico y agudeza visual), a
su experiencia y a su interés en el estudio. En general, la búsqueda de animales
muertos por colisión con las turbinas es de por sí difícil, dado que se trata de en-
contrar algo pequeño, a menudo en medio de una vegetación densa (hierba o
matorral) en terrenos escarpados. A esto hay que añadir que hasta en los obser-
vadores más experimentados la capacidad de detección varía en el transcurso
del día o entre días diferentes por el cansancio o por las condiciones meteoro-
lógicas (picos de calor o de frío). Por tanto las estimas de mortalidad están ses-
gadas por la eficiencia del observador, y la importancia de este sesgo se desco-
noce.
114 Aves y parques eólicos
MÉTODOS
Se realizó una búsqueda de artículos publicados e informes sin publicar que do-
cumentaran accidentes de aves o murciélagos en parques eólicos en la base de datos
de literatura sobre aves del NREL (http://www.nrel.gov/wind/avian_reports.html).
Se examinó el material obtenido de esta primera búsqueda para determinar si
había estudios sobre la eficiencia del buscador y la eliminación de cadáveres de
aves por carroñeros. Esta búsqueda no pretendía ser exhaustiva, sino que más
bien se diseñó para obtener una estima de la influencia de estos dos factores en
los informes de mortalidad animal. No pudieron ser examinados muchos infor-
mes no publicados producidos por encargo de operadores eólicos privados.
RESULTADOS
En Vansycle Ridge, Oregon, Strickland et al. (sin fecha) notaron que los res-
tos de aves de gran tamaño se mantenían durante una media de 26,7 días, mien-
tras que aves más pequeñas permanecían en promedio 23,4 días. La permanencia
de los cadáveres variaba con las estaciones; los cadáveres, independientemente de
su tamaño, permanecían en promedio menos días en primavera (18,1) y más días
en verano (39,8). En otoño e invierno la duración fue intermedia (23,3 y 26,5 dí-
as, respectivamente)
En Green Mountain, Vermont, Kerlinger (2000) observó el mismo efecto es-
tacional sobre la tasa de desaparición por carroñeros. Durante el experimento de
junio, el 15% de los cadáveres desapareció en 2 días, y el 80% en 2 meses. En
septiembre casi el mismo porcentaje (20%) desapareció en una semana. Al fi-
nal de la segunda semana había llegado al 35%, pero a partir de entonces los ca-
rroñeros no retiraron más cuerpos. En Tehachapi Pass, Orloff (1992) encontró
que durante los 7 días de duración del único experimento realizado los carroñe-
ros no se llevaron ninguno de los 14 cadáveres de rapaces. En el mismo parque
eólico, Mitchell et al. (1991, en Orloff 1992) observaron una tasa de desapari-
ción del 29% en 5 días y del 39% en 7 días. En San Gorgonio, Kirtland (1985)
calculó, utilizando cadáveres de gallinas, una tasa del 57% en 5 días. En Shir-
ley, Wisconsin, la tasa fue del 25% en 10 días (Howe & Atwater 1999). Según
Howell & DiDonato (1991), en Altamont el 50% de los cadáveres frescos de ga-
lliformes silvestres desapareció en 3 días. Howell & Noone (1992: Figura 15)
realizaron experimentos de 12 a 14 días de duración en los parques eólicos de
Altamont y Montezuma Hills (Solano County, California), utilizando cadáveres
de rapaces y de galliformes silvestres. La tasa de desaparición en todos los ex-
perimentos se situó entre el 5% y el 45%, menos en uno donde desparecieron
todos los cadáveres. La tasa de desaparición en rapaces pequeñas fue mayor que
en las de gran tamaño.
116 Aves y parques eólicos
DISCUSIÓN
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Esta revisión indica que las estimas de mortalidad de fauna en los parques
eólicos deben incorporar índices de corrección basados en la eficacia del obser-
vador y la tasa de desaparición de cadáveres por carroñeros. Dado que la efica-
cia del observador y la acción de los carroñeros dependen de la estación y de la
vegetación, estos factores de corrección deben calcularse separadamente para
cada estación y tipo de vegetación. Los experimentos de desaparición de cadá-
veres por carroñeros deben llevarse a cabo durante un periodo suficiente para
detectar la estabilización de las pérdidas, si es que dicha estabilización se pro-
duce. Estos datos ayudarán a determinar el intervalo óptimo de tiempo entre
búsquedas de cadáveres.
Aves y parques eólicos 117
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Capítulo 6
SELECCIÓN DE DISEÑOS DE ESTUDIO PARA
EVALUAR EL EFECTO DE LA ENERGÍA EÓLICA
SOBRE LAS AVES
DALE STRICKLAND
WALLACE ERICKSON
DAVID YOUNG
GREG JOHNSON
Western EcoSystems Technology, Inc.,
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
Hay muchas razones por las que estudiar las interacciones entre energía eó-
lica y las aves. El estudio de los potenciales sitios para ubicar nuevos parques
eólicos puede favorecer la elección final al tener en cuenta el riesgo relativo y
el impacto potencial sobre las aves y su hábitat. Dicho estudio también permite
conocer la avifauna de cada sitio y, por tanto, predecir el impacto potencial que
sufrirá, así como proponer cambios en el diseño de las plantas eólicas que mi-
nimicen tal impacto. La prospección de los sitios propuestos para las plantas eó-
licas ofrece información que ayuda a los promotores a implementar medidas
que reducen los inevitables impactos. Finalmente, el estudio in-situ puede apor-
tar datos sobre la situación de las aves antes de la construcción del parque eóli-
co que pueden compararse con los recabados tras la misma, lo que permite es-
timar el impacto sobre las aves (por ejemplo, su desplazamiento). Estos tipos de
estudios se conocen como estudios preliminares, estudios de base, o estudios
previos a la construcción.
Los estudios de parques eólicos existentes se realizan para estimar sus efec-
tos sobre las aves y para obtener la información necesaria para reducir los im-
pactos de futuras instalaciones eólicas o para paliarlos si se consideran inevi-
tables. Los estudios efectuados después de la construcción, combinados con
datos previos a la construcción, datos de las áreas de referencia y/o sus gra-
dientes de cambios en función de la distancia al parque eólico, permiten esti-
mar la magnitud de los impactos sobre las aves. Finalmente, también se llevan
a cabo estudios para evaluar la eficacia de potenciales medidas correctoras del
impacto.
Aplicar un diseño de
Realizar estudios observacionales proyecto para reducir el
para identificar formas de reducir Baja incertidumbre riesgo y, si es necesario,
el riesgo y/o identificar medidas medidas correctoras
correctoras potenciales
Alta incertidumbre
chocar con las turbinas (Orloff & Flannery 1992); en consecuencia, para redu-
cir el riesgo de colisión es preciso eliminar los posaderos de los parques eóli-
cos. De forma análoga, si se pierde un nido de rapaz debido a la construcción
de una pista, habría que reemplazar el nido en el área de campeo de la pareja
afectada. Si, por el contrario, la incertidumbre sobre los impactos de un parque
eólico y sobre las correspondientes medidas correctoras es sustancial, se re-
quiere un esfuerzo suplementario. La estima de los impactos es especialmente
importante si la planta eólica se construye en varias fases, y los impactos gene-
rados durante la primera fase influyen sobre la ejecución de la segunda fase. La
discusión que sigue a continuación ofrece detalles adicionales y una guía para
seleccionar el tipo de estudios que pueden plantearse a la hora de diseñar un se-
guimiento de aves en parques eólicos.
ESTUDIOS EXPLORATORIOS
ESTUDIOS DISEÑADOS
les para evitar los sesgos asociados con variables ambientales no afectadas por
el tratamiento pero que pueden provocar una respuesta en uno o varios indica-
dores de impacto. El análisis de estas covariables puede utilizarse también para
controlar el error y aumentar la precisión de los estudios, aunque tratar de con-
trolar el error de un gran número de covariables a menudo produce resultados
difíciles de interpretar. Johnson et al. (2000a) desarrollaron un índice de abun-
dancia de presas en la planta eólica de FCR, con objeto de utilizarlo como una
covariable en el análisis de cambios en la abundancia de rapaces entre la plan-
ta y las áreas de referencia.
Los estudios científicos pueden agruparse en dos grandes clases que difieren
en su aproximación para hacer inferencia estadística: estudios basados en el di-
seño y en datos, y estudios basados en modelos. Ambas clases tratan de extraer
inferencia estadística de los datos. En los estudios de impacto se suele emplear
una combinación de los dos tipos de estudio, de cuyos resultados se extraen las
inferencias.
Construcción del
parque eólico
parque eólico
área de referencia
Construcción del
parque eólico
parque eólico
área de referencia
Los estudios basados en modelos son valiosos para establecer los mecanis-
mos implicados en el impacto, especialmente cuando se combinan con estudios
observacionales basados en diseño. El primer paso en un estudio basado en mo-
delos consiste en desarrollar un marco de modelado sólido para dejar claro el
propósito específico de la investigación. Por ejemplo, al estudiar poblaciones
animales, suele cuantificarse la supervivencia adulta como el mejor indicador
de la población de interés. La estructura espacial de una población se usa nor-
malmente para determinar el valor de varios parámetros de historia vital en el
contexto del tratamiento sometido a evaluación (Anderson et al. 1999).
Los modelos poblacionales deberían cuantificar la productividad y la densi-
dad de reproductores en las poblaciones de interés. La productividad, combina-
da con el conocimiento de la estructura espacial de la población, puede ser un
buen indicador del estado de la población (Morrison et al. 2001). Este paráme-
tro es especialmente importante cuando la supervivencia adulta no puede esti-
marse directamente. Para determinar el impacto de cualquier perturbación hu-
mana sobre una población, los factores que controlan la población deben
aislarse y evaluarse en el contexto del área perturbada. Es decir, el estudio de-
be determinar qué factores afectan a la reproducción y a la mortalidad, así co-
mo sus relaciones con la fuente de perturbación (Morrison et al. 2001). Los es-
tudios de captura-recaptura y los estudios de radiotelemetría proporcionan los
datos empíricos utilizados para crear modelos de población.
ESTUDIOS DE CAPTURA-RECAPTURA Y
RADIOTELEMETRÍA
parque eólico
área de referencia
parque eólico
área de referencia
Figura 3. Diseño de impacto control (CI) para estimar los impactos de un tra-
tamiento (parque eólico) sobre las aves. Nótese que no se indica ningún im-
pacto en la figura A y que los impactos de la figura B parecen reducirse con el
tiempo, apoyando la hipótesis de que existe un impacto relacionado con el tra-
tamiento.
134 Aves y parques eólicos
ESTUDIOS DE REFERENCIA
Los estudios de valoración del riesgo y del impacto se llevan a cabo para de-
terminar si existen impactos significativos o riesgos de impacto y, en caso afir-
mativo, para cuantificarlos (Tabla 1). Normalmente estos estudios son mensu-
rativos, en los que las posibilidades de realizar experimentos y, por tanto, las
conclusiones acerca de la causalidad de los impactos, son muy limitadas. Los
impactos suelen predecirse comparando datos del área sometida a valoración
con datos de un área control. Es prácticamente imposible que las áreas control
sean idénticas al área sometida a valoración, de modo que hay que conformar-
se con áreas de características similares. No es posible realizar una asignación
aleatoria de los tratamientos (áreas con turbinas versus áreas sin turbinas) ni re-
plicar los tratamientos. Los lugares donde se emplazan los parques eólicos o los
tendidos eléctricos asociados tienden a ser únicos topográfica, geográfica y bio-
lógicamente, y son difíciles de replicar, al menos en un área relativamente pe-
queña. Incluso si se conocieran todos los sitios de un área que fueran poten-
cialmente susceptibles para construir una planta eólica, la decisión de su
emplazamiento nunca es un proceso aleatorio. Las consideraciones económicas
y sociales de una nueva planta hacen imposible la replicación. Los estudios ob-
servacionales a veces se denominan pseudoexperimentos ya que las limitacio-
nes apuntadas impiden el desarrollo de experimentos genuinos. Cualquiera de
los métodos alternativos de estudio observacional descritos más arriba pueden
utilizarse en el análisis de riesgos e impactos de las plantas eólicas sobre las
aves.
Aves y parques eólicos 137
proyecto
● Estudio piloto para futuras
investigaciones
● Corrección/bajo nivel de
incertidumbre
proyecto
● Corrección/bajo nivel de
incertidumbre
Los estudios de reducción del riesgo son un caso particular de estudios ob-
servacionales, manipulativos o basados en modelos. Estos estudios suelen dise-
ñarse para contestar a cómo un factor de riesgo puede causar un impacto y có-
Aves y parques eólicos 139
mo ese factor puede ser gestionado para reducir el riesgo. Estos estudios debe-
rían diseñarse para medir el indicador de daño físico o muerte que mejor abor-
da la hipótesis que se somete a contraste, y para comparar dos o más grupos de
objetos de estudio utilizando la misma medida del efecto. Por ejemplo, Stric-
kland et al. (2001) compararon los beneficios relativos de barnizar los aeroge-
neradores con un gel que refleja la luz ultravioleta (UV) con los de pintarlos con
una pintura normal del mismo color. Este estudio se ajustaba a un diseño de im-
pacto-control relativamente simple (Skalski & Robson 1992) para la cuantifica-
ción del efecto del tratamiento (el barniz reflectante de luz UV) mediante la
comparación de las variables respuesta (uso del espacio y mortalidad de aves)
en el área tratada y en un área control, donde las turbinas se cubrieron con una
pintura no reflectante. El análisis de la respuesta al gel reflectante mejoró al in-
cluir covariables como la intensidad de uso por las aves.
SEGUIMIENTO
ANÁLISIS DE DATOS
CONCLUSIÓN
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Capítulo 7
PREDECIR LOS EFECTOS DE LOS PARQUES EÓLICOS
SOBRE LAS AVES EN EL REINO UNIDO:
EL DESARROLLO DE UN MÉTODO DE EVALUACIÓN
OBJETIVO
STEVE M. PERCIVAL
Ecology Consulting, Swallow Ridge Barn,
Old Cassop, Durham, DH6 4QB, UK.
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
Cuando el trabajo de campo y/o otros datos disponibles indican que una po-
blación o especie de aves importante puede estar afectada, entonces se activa la
fase siguiente. En el Reino Unido, el método define “especie importante” como
sigue:
● Especies protegidas según el Listado 1 de la Ley de Vida Silvestre y Me-
dio Rural de 1981 (Wildlife and Countryside Act).
● Especies presentes en el Anexo 1 de la Directiva Aves de la Unión Eu-
ropea (79/409/EEC) sujetas a régimen especial de protección.
● Especies migradoras que visitan regularmente la localidad y que, o bien
son raras o vulnerables, o bien están sujetas a régimen especial de pro-
tección por contingencias tales como la proximidad del parque eólico
propuesto a las rutas de migración o a las áreas de cría, muda, inverna-
da o descanso migratorio. Como para las especies del Anexo 1 del pun-
to anterior, estas especies necesitan medidas especiales de protección.
● Especies presentes en la Lista Roja de Aves de Interés para la Conserva-
ción (Birds of Conservation Concern Red List; incluye todos los taxones
a excepción de los paseriformes) (RSPB et al. 1996).
● Especies cuya población local es >1% del total regional o nacional.
● Especies presentes en grandes concentraciones, o aquéllas que por otros
motivos puedan estar expuestas a un riesgo de impacto excepcionalmen-
te alto.
Esta segunda fase incluye la evaluación del riesgo potencial de colisión y las
molestias directas e indirectas para la especie focal. En algunos casos, dicha
evaluación es posible con unos datos mínimos, utilizando escenarios conserva-
tivos. En otros casos, sobre todo cuando el resultado es menos claro, se necesi-
ta un trabajo de campo más detallado. La información cuantitativa clave para
determinar los riesgos de colisión y de molestias es el número de aves y la can-
tidad de tiempo que pasan en la zona que va a ser transformada. Es preciso to-
mar datos sobre el comportamiento y la altura de vuelo con el fin de calcular el
número de ejemplares que puede cruzar el parque eólico. Cuando se prevén
efectos negativos especialmente relevantes, hará falta pasar a la tercera fase de
la evaluación, que consiste en un análisis poblacional para determinar los efec-
tos de la planta eólica sobre la población y su área de distribución. Durante la
tercera fase deben explorarse las posibles opciones para reducir el riesgo de im-
pacto, como la modificación o reubicación de la instalación eólica, y también
deben examinarse las posibles medidas compensatorias.
EVALUACIÓN DE LA SENSIBILIDAD
BAJA Cualquier otra especie de interés para la conservación, por ejemplo las que
figuran en el listado de Aves de Interés para la Conservación (RSPB et al.
1996) no incluidas anteriormente, especies incluidas en el Plan de Acción
para la Biodiversidad.
Un tema clave en este proceso es decidir sobre qué área o población de aves
de referencia se debe juzgar la magnitud del impacto. Esto es relativamente sen-
cillo en espacios protegidos (SPAs o SSSIs): en la mayoría de los casos los lí-
mites del espacio protegido establecen la “población” sobre la que debe valo-
rarse el impacto. Si el área no está protegida, la “población” de referencia es
más difícil de definir. Podría elegirse la población que viva en cualquier área
que vaya desde el lugar donde se proyecta el parque eólico hasta el área de dis-
tribución de la población entera, y esta decisión afectaría a la determinación de
la magnitud del efecto. El impacto se determinará analizando si el parque eóli-
co causa un cambio significativo en el tamaño o en la distribución de la pobla-
ción. Un aspecto clave de la valoración es examinar si la construcción del par-
que eólico supone una pérdida de capacidad ecológica. En general, para obtener
una visión equilibrada de un posible efecto de desplazamiento es preciso consi-
derar un área más amplia que la del parque eólico. Un desplazamiento a un área
adyacente (<1 km) puede tener pocas o ninguna consecuencia ecológica, en cu-
yo caso la magnitud del impacto sería pequeña. Sin embargo, si el desplaza-
miento se produjese sobre un área mayor (p.ej. >5 km) sería apropiado consi-
derar el impacto como medio o alto. Otra consideración importante es la
disponibilidad de hábitat alternativo. Cuando no existe hábitat alternativo, has-
ta los desplazamientos a pequeña escala pueden ser importantes y conducir a un
declive poblacional local.
En ausencia de un criterio claro, una propuesta orientativa sería considerar
un área de 5 km en torno al parque eólico para valorar su impacto. Sin em-
bargo, mi experiencia personal al aplicar este método me inclina a sugerir que
una escala regional (p.ej. el condado, distrito o provincia) suele proporcionar
un marco espacial de referencia más apropiado. En este área de referencia es
preciso estimar el tamaño de población de cada una de las especies importan-
tes que están presentes en el parque eólico, utilizando los mejores datos dis-
ponibles sobre densidad y disponibilidad de hábitat. Estos datos constituyen
la referencia sobre la que juzgar la importancia de la magnitud de cualquier
posible efecto. Debe indicarse que esta solución es más provisional que defi-
nitiva. En algunos casos puede ser más adecuado considerar una unidad eco-
lógica local si se distribuye sobre una escala espacial apropiada, p.ej. una is-
la real o de hábitat. Al valorar los efectos de un proyecto de parque eólico,
existen tres impactos principales a considerar: (i) pérdida directa de hábitat
debida a la construcción, (ii) colisiones y (iii) molestias durante las fases de
construcción y operación. Cada uno de estos impactos se considera a conti-
nuación por separado.
Abordo en primer lugar este impacto potencial puesto que casi siempre es el
más sencillo de valorar. Los mapas de hábitat del estudio ecológico de referen-
cia han de utilizarse para cuantificar el área de cada tipo de hábitat que desapa-
152 Aves y parques eólicos
MAGNITUD DESCRIPCIÓN
Muy Alta Pérdida total o alteración severa de los elementos /características claves res-
pecto a las condiciones de referencia, de forma que los atributos, composi-
ción o características resulten radicalmente cambiados o desaparezcan del
todo a consecuencia del parque eólico.
Baja Desvío menor respecto a las condiciones de referencia. Los cambios deri-
vados de la pérdida o alteración son evidentes, pero los atributos, composi-
ción o características son similares a la situación/patrón anterior al parque
eólico.
RIESGO DE COLISIÓN
MOLESTIAS
Sin embargo, las molestias sólo tendrían un auténtico impacto ecológico si pro-
vocaran una reducción en el uso del área por las aves, es decir, si fuesen la cau-
sa directa de una subutilización de los recursos y por tanto de una pérdida de la
capacidad de carga (Gill et al. 1996a). Durante el proceso de determinación de
la magnitud de un impacto ocasionado por molestias, la consecuencia ecológi-
ca del impacto es un importante aspecto adicional. Puede darse la circunstancia
de que las aves se vean obligadas a abandonar el área, pero este desplazamien-
to podría tener lugar a una escala pequeña y las aves desplazadas podrían dis-
poner de múltiples alternativas para ocupar otros espacios.
A la hora de determinar la magnitud probable de un impacto provocado por
molestias, la primera cuestión a tener en cuenta es el tamaño de la zona poten-
cialmente sometida a la perturbación. Con independencia del tamaño de la zo-
na, es muy probable que el impacto sea mayor durante la construcción del par-
que eólico. Si el impacto afecta a poblaciones importantes de aves, es posible
corregirlo mediante segregación temporal, es decir, restringiendo las activida-
des potencialmente molestas a periodos durante los cuales las poblaciones de
aves no usan el área. Sin embargo, esta segregación no es posible en algunos ca-
sos debido a que la época del año en que es posible construir el parque también
es limitada.
Las distancias potenciales de perturbación deben reflejar de forma conser-
vadora las distancias, documentadas en estudios fiables, a las que las aves pue-
den ser desplazadas por las turbinas: 300 m durante la época de cría y 600 m
durante el resto del año (Gill et al. 1996b, Langston & Pullan 2003, Percival
2005). Sin embargo, para especies con áreas de campeo grandes es posible que
las aves se vean afectadas a distancias considerablemente mayores durante la
época de cría, por ejemplo a causa de la pérdida parcial de áreas de búsqueda
de alimento. Es importante identificar qué poblaciones pueden ser afectadas
mediante estudios de campo adecuados y mediante asesoramiento. Estas dis-
tancias cautelosas puede reducirse cuando existe evidencia sólida de que los
efectos en circunstancias similares afectan a las aves en un área más bien pe-
queña.
Incluso cuando se utiliza una aproximación conservadora, siempre queda la
duda de cómo tratar especies o grupos taxonómicos que no han sido previa-
mente estudiados en ambientes para los que tampoco existen datos previos so-
bre el impacto potencial de las molestias. El mejor ejemplo de esta situación son
quizá los parques eólicos marinos. Lo más apropiado en este caso puede ser de-
terminar el número de aves a varias distancias del parque eólico, asegurándose
de cubrir toda el área que puede resultar afectada. Estos datos pueden utilizarse
para explorar el riesgo de impactos de magnitud alta, media o baja, y para abor-
dar la pregunta de a qué distancia deberían notar las aves las molestias para que
se produjese un impacto significativo.
Al igual que sucede con el riesgo de colisión, esta aproximación puede uti-
lizarse directamente en el proceso de diseño de un parque eólico para examinar
el efecto de distintas configuraciones posible de los aerogeneradores con obje-
to de minimizar los posibles impactos.
Aves y parques eólicos 157
VALORACIÓN GLOBAL
Sensibilidad
SIGNIFICACIÓN
Muy alta Alta Media Baja
Sensibilidad
SIGNIFICACIÓN
Muy alta Alta Media Baja
Sensibilidad
SIGNIFICACIÓN
Muy alta Alta Media Baja
MEDIDAS CORRECTORAS
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Capítulo 8
EFECTOS DE LAS TURBINAS SOBRE LAS AVES Y LOS
MURCIÉLAGOS EN EL SUROESTE DE MINNESOTA
(ESTADOS UNIDOS)
KENNETH F. HIGGINS
USGS/BRD, South Dakota Cooperative Fish and Wildlife Research Unit,
South Dakota State University, Brookings, SD 57007, U.S.A.
ROBERT G. OSBORN
Minnesota Department of Natural Resources,
Farmland Wildlife Research Group, Madelia, MN, 56062, U.S.A.
DAVID E. NAUGLE
Wildlife Biology Program, School of Forestry, The University of
Montana, Missoula, MT 59812, U.S.A.
RESUMEN
fueron las rapaces más comunes. Nuestros resultados sugieren que el parque eó-
lico no constituyó una grave amenaza para las aves durante el periodo de estu-
dio. Las aves que cruzaban la hilera de turbinas a menudo ajustaban su vuelo
cuando las aspas estaban girando, lo que indica que podían detectar su movi-
miento con la vista, con el oído, o con ambos sentidos. El riesgo de colisión pa-
ra las aves paseriformes parecía aumentar durante la migración otoñal y pri-
maveral. Este estudio constituye la primera evidencia de las frecuentes
colisiones de quirópteros con las turbinas. Los murciélagos se mostraron más
susceptibles a las colisiones fuera del periodo de migración. La baja tasa de
mortalidad de aves y murciélagos registrada por turbina no debería tomarse a
la ligera. Es importante que las evaluaciones del emplazamiento de futuras plan-
tas eólicas consideren los efectos sobre las poblaciones de aves y murciélagos.
INTRODUCCIÓN
Hasta el momento, los estudios del impacto ecológico de los parques eólicos
han buscado evaluar sus efectos sobre las comunidades de aves. Sin embargo,
sabemos ahora que también las comunidades de murciélagos están siendo per-
judicadas por las plantas eólicas (Howell & DiDonato 1991, Osborn et al. 1996,
Johnson et al. 2000). Las colisiones de quirópteros con estructuras artificiales
no son un descubrimiento reciente. Van Gelder (1956) observó que 5 murciéla-
166 Aves y parques eólicos
gos de cola peluda rojizos (Lasiurus borealis) murieron por colisión con una to-
rre de televisión en Kansas. Según observaciones de Crawford & Baker (1981)
en Florida, otra torre de televisión ocasionó a lo largo de 25 años la muerte de
54 murciélagos de 7 especies distintas. En Long Point (Ontario) la colisión con
un faro marino provocó la muerte de 5 murciélagos de 3 especies diferentes
(Saunders 1930). Se conocen también casos de colisiones de quirópteros con ae-
rogeneradores. En los parques eólicos de California, Howell & DiDonato
(1991) encontraron 2 cadáveres de murciélagos durante un estudio de 24 meses
de duración, y Osborn et al. (1996) hallaron 13 murciélagos de 5 especies en
una planta eólica de Minnesota. Aunque la mortalidad de murciélagos por coli-
sión no parezca ser tan común como la de aves, existe cada vez más evidencia
de lo contrario, y en algunos sitios la mortalidad de quirópteros puede llegar a
igualar o superar la mortalidad de aves (Osborn et al. 1996, Johnson et al.
2000). Sin embargo, debido a la falta de estudios específicamente diseñados pa-
ra investigar la mortalidad de quirópteros, no es posible evaluar adecuadamen-
te la magnitud del impacto que tienen las plantas eólicas sobre las poblaciones
de murciélagos.
Se han identificado varios factores que pueden contribuir a la colisión de
aves y murciélagos con los aerogeneradores (Nelson & Curry 1995). Muchos de
estos factores son incontrolables: por ejemplo los frentes de tormenta, que ace-
leran el desplazamiento de los animales, o la niebla, que reduce la visibilidad.
Otros, como la topografía, el uso del suelo en el territorio circundante y la pre-
sencia de poblaciones densas de aves reproductoras o invernantes, son factores
parcialmente controlables o evitables a través de la elección del emplazamien-
to del parque eólico tras un reconocimiento previo o a través de la manipulación
del hábitat. Sin embargo, hasta el parque eólico mejor situado puede causar la
muerte de aves o murciélagos (Osborn et al. 1996, Johnson et al. 2000, Osborn
et al. 2000). En consecuencia, muchos estudios se han enfocado a averiguar có-
mo disminuir la probabilidad de colisión de aves con las turbinas.
Los esfuerzos iniciales para reducir la mortalidad se vieron obstaculizados
por el hecho de que algunas aves se acostumbraban a las turbinas y las utiliza-
ban como posadero (Nelson & Curry 1995). Las rapaces suscitaron especial
preocupación ya que se servían de las turbinas como posaderos y como plata-
formas de observación desde las que detectar a sus presas (Nelson & Curry
1995), aumentando considerablemente con su conducta a probabilidad de coli-
sión. Por tanto, los promotores de energía eólica y las agencias estatales y fe-
derales de recursos naturales han modificado el diseño de las turbinas hacién-
dolas menos atractivas para las aves, aumentando su visibilidad y dificultando
su uso para posarse o para nidificar. Por ejemplo, la sustitución de las torres de
celosía por torres tubulares ha conseguido reducir satisfactoriamente estos usos
por parte de las aves (Nelson & Curry 1995). Actualmente se está estudiando el
efecto de pintar las turbinas con colores y patrones diferentes sobre la reducción
de la frecuencia de las colisiones.
Además de la mortalidad directa debida a las colisiones, varios investigado-
res han señalado que las aves tienden a no utilizar áreas donde se han colocado
Aves y parques eólicos 167
ÁREA DE ESTUDIO
MÉTODOS
CENSOS DE AVES
BÚSQUEDA DE CADÁVERES
por 73 parcelas que contenían una sola turbina, lo que permitió una mejor co-
bertura del parque eólico. Durante enero, febrero y marzo, en semanas alternas,
buscamos cadáveres de aves y murciélagos en 30 parcelas de muestreo escogi-
das al azar que contenían una turbina (50 m x 50 m con centro en la turbina).
Las búsquedas tuvieron periodicidad semanal en los picos de actividad de las
aves durante mayo-junio y septiembre-octubre, periodo en el que se muestrea-
ron todas las parcelas. A lo largo de los meses restantes (abril, julio y agosto) se
examinaron 60 parcelas escogidas al azar una vez por semana. En mayo y junio
se añadieron a la búsqueda semanal 10 parcelas control, cinco de las cuales es-
taban localizadas en pastizales CRP y 5 en campos de soja.
TASA DE DESCOMPOSICIÓN
5 trampas en el suelo desnudo y otras 5 entre la hierba alta. Durante una sema-
na, se examinaban a diario todas las aves, fotografiándolas y anotando su con-
dición general. Cuando un cadáver dejaba de ser reconocible como un ave, se
consideraba que estaba totalmente descompuesto. Cada día se registraba el por-
centaje de cadáveres restantes.
ESTIMAS DE MORTALIDAD
realizando los censos desde el amanecer hasta las 10 h (hora central estándar de
los Estados Unidos). Registramos todas las aves vistas u oídas a lo largo del
transecto, que se recorría a pie a una velocidad de 1,0-1,5 km/h (Mikol 1980,
Wakeley 1987); en los análisis estadísticos sólo se utilizaron registros de ma-
chos posados o de machos cuyo canto fue oído. Se incluyeron en el conteo las
aves que espantamos, observadas mientras se alejaban del transecto (Burnham
et al. 1980), y se excluyeron las que entraban en el transecto o que lo sobrevo-
laban. En caso de fuertes lluvias o vientos (>20 km/h; Ralph et al. 1993) se sus-
pendían los muestreos. En los pastizales CRP con turbinas las aves se censaron
tanto con las turbinas en movimiento como con las turbinas no operativas, ya
que se ponían en funcionamiento durante los censos si el viento alcanzaba ve-
locidad de 14-20 km/h. Los censos realizados con turbinas operativas se com-
pararon con los efectuados con turbinas en reposo, para determinar si el ruido
podía introducir algún error en los muestreos.
Se calculó un índice de densidad total de aves nidificantes dividiendo el nú-
mero de machos contabilizados por el área del transecto. La contribución de ca-
da especie al conjunto de la comunidad se obtuvo dividiendo el número de ma-
chos contabilizados de cada especie por el número total de machos. La riqueza
de especies se definió como el número de especies (Koford et al. 1994).
MÉTODOS ESTADÍSTICOS
RESULTADOS
BÚSQUEDA DE CADÁVERES
70
60
Porcentaje de aves observadas
50
40
30
20
10
0
<3m 3-21 m 22-52 m 53-92 m > 92 m
Altura de vuelo
1994 1995
Figura 1. Altura de vuelo de todas las aves y de las aves rapaces observadas
en los muestreos de actividad en Buffalo Ridge, entre mayo y octubre de 1994
(n = 11.072), y entre enero y diciembre de 1995 (n= 16.544), expresada como
porcentaje del total de las observaciones (adaptado de Osborn et al. 1998).
40
35
Porcentaje de aves observadas
30
25
20
15
10
0
< 15 m 15-31 m 32-92 m 93-153 m 154-305 m > 305 m
1994 1995
Figura 2. Distancia a la turbina más próxima de todas las aves y de las rapa-
ces observadas durante los censos de actividad en Buffalo Ridge, mayo-octu-
bre 1994 (n = 3.602) y enero-diciembre 1995 (n = 3.256), expresada como por-
centaje del total de las observaciones (adaptado de Osborn et al. 1998).
Aves y parques eólicos 177
Las densidad media de aves en los muestreos efectuados con las turbinas ope-
rativas (4,7 ± 0,88 SE) y no operativas (5,4 ± 0,94 SE) fueron similares (F = 0,39;
g.l. = 1,30; P > 0,05). La densidad total de aves fue más baja en pastizales CRP
con turbinas que en pastizales CRP sin aerogeneradores (F = 17,36; g.l. = 6,14; P
= 0,001; Tabla 4). La densidad fue más baja en los transectos a menos de 40 m de
las turbinas que en transectos a más de 80 m de distancia ((F = 12,37; g.l. = 1,10;
P = 0,006; Tabla 4). Además, la densidad media de aves fue inferior en los tran-
sectos a menos de 80 m de las turbinas que en los situados a más de 180 m de
ellas (F = 13,10; g.l. = 1,10; P = 0,001; Tabla 4). La densidad media de aves a
más de 180 m de las turbinas no fue significativamente distinta de la densidad
en pastizales CRP sin turbinas (F = 0,10; g.l. = 1,10; P > 0,05; Tabla 4). En-
contramos una relación lineal entre la densidad de aves y la distancia del tran-
secto a la hilera de turbinas (r2 = 0,746; n = 18; P < 0,001; Figura 3).
Machos reproductores
Transecto n Riqueza de especies Densidad media SE
0m 3 6 52,2 A 26,3
40 m 6 8 66,0 A 17,1
80 m 6 7 128,0 B 19,6
180 m 3 9 261,0 C 12,0
Parcelas control en CRP 3 10 312,5 C 15,7
300
250
Densidad (machos/100 ha)
200
150
100
50
0
-10 10 30 50 70 90 110 130 150 170 190
Distancia
RAPACES
DISCUSIÓN
4,45
4,5
4
Mortalidad / turbina / año
3,5
2,5 2,27
1,5
0,98
1
0,5
0,5
0
Fase I (n=73) Fase II (n=143) Fase III (n=138)
1994-5 1996-9* 1999*
AGRADECIMIENTOS
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Capítulo 9
MORTALIDAD DE AVES EN PARQUES EÓLICOS DE
NAVARRA (NORTE DE ESPAÑA)
JESÚS Mª LEKUONA
c/Plaza del Soto, 29 bajo, Pamplona, E-31016, Navarra, Spain.
CARMEN URSÚA
Departamento de Medio Ambiente,
Gobierno de Navarra, c/Alhóndiga 1, Pamplona, E-31002, Navarra, Spain.
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
Navarra, situada en la zona septentrional de España, es una de las áreas más
importantes para el desarrollo eólico en Europa. En 1995 se instaló la primera
planta eólica en el área de estudio y, cuando se redactó este artículo, había en su
territorio 23 plantas eólicas con 1.000 turbinas que producían 600 megavatios
(MW) de potencia eléctrica. Generalmente, la mayoría de las turbinas están
configuradas en grupos que forman los llamados muros de viento (windwalls).
El resto de las torres están dispuestas en hileras, espaciadas 75-100 m. La altu-
188 Aves y parques eólicos
ÁREA DE ESTUDIO
Navarra se encuentra en el norte de España (entre las latitudes 41°54’34’’ N y
43°18’52’’ N y las longitudes 0°43’23’’W y 2°43’23’’ W). En Navarra hay alre-
dedor de 1.000 turbinas que se distribuyen sobre una superficie de más de 10.421
km2. En nuestra área de estudio, estudiamos 13 plantas eólicas utilizando 37 par-
celas de muestreo que contenían 277 turbinas para cuantificar el uso y la mortali-
dad de aves (Leitza-Beruete, El Perdón, San Esteban, Selva, Salajones, Izco-Ai-
bar, Alaiz-Echagüe, Guerinda, Caluengo, Caparroso, Montes de Cierzo,
Cabanillas y La Bandera). El parque eólico de Leitza se sitúa en el norte de la co-
munidad foral. El Perdón, San Esteban, Selva, Salajones, Izco-Aibar, Alaiz-Echa-
güe y Guerinda se encuentran en el centro de Navarra, mientras que Caluengo,
Caparroso, Montes de Cierzo, Cabanillas y La Bandera se localizan en el sur.
MATERIAL Y MÉTODOS
El diseño de nuestro estudio incluía dos tareas fundamentales de investiga-
ción de campo: describir y cuantificar la conducta de las aves en una selección
Aves y parques eólicos 189
del rotor (5-15 m); por encima de las aspas (15-75 m); muy por encima de las
aspas (>75 m). Además, se identificaron 5 tipos de comportamiento en la cer-
canía de las aspas (SEO/BIRDLIFE 1995): sin cambios de comportamiento; li-
gero cambio en el vuelo; repentino cambio de vuelo; comportamiento de páni-
co; reducción de la velocidad.
Cada ave observada era seguida continuamente desde su entrada en el radio
de observación hasta su salida. Por “uso” se entendía el tiempo de permanencia
en el radio de 300-400 m de las turbinas durante la sesión de observación de 30
minutos. Se registraron todos los movimientos de las aves alrededor de las tur-
binas. Uno de los objetivos de las observaciones del comportamiento era deter-
minar la distancia mínima a la que cada ave se acercaba a una turbina, espe-
cialmente respecto a la zona de alto riesgo (el área del rotor). La estima de esta
distancia mínima representaba un aspecto crítico para nuestro diseño de estudio.
Al terminar cada sesión, el observador se desplazaba al siguiente punto de
observación para comenzar otra sesión de 30 minutos. El trabajo de campo se
realizó durante todo el año y bajo todo tipo de condiciones meteorológicas.
Se estableció un Índice Específico de Riesgo (SRI) que consideraba las re-
laciones entre el número total de individuos observados de cada especie y el nú-
mero de aves de cada especie en situaciones de riesgo, dentro de los 3 años de
estudio:
En las 277 turbinas (37,4% del total de las turbinas) en las que se tomaron
los datos de comportamiento, se realizaron también las búsquedas de aves
muertas por colisión (Tabla 1). Dado que la mayoría de las turbinas del área de
estudio estaban dispuestas en hileras, se decidió que la forma mejor de efectuar
la búsqueda era la de recorrer a pie una franja de terreno a ambos lados de ca-
da línea de turbinas y alrededor de sus extremos. El camino resultante formaba
un zigzag estrecho a lo largo de la hilera de turbinas. Cada hilera era rastreada
simultáneamente por 2 observadores. Al comienzo del recorrido, el observador
se alejaba 50 m de la primera turbina y caminaba paralelamente a la hilera. A
continuación, los observadores se alejaban y acercaban de la hilera hasta com-
pletar el recorrido. La anchura del transecto y la velocidad del muestreo se ajus-
taron a la visibilidad en cada tipo de hábitat o estado de crecimiento de los cul-
tivos. Se registraron todas las aves (o fragmentos de las mismas) encontradas a
menos de 50 m de una turbina. Cada cadáver encontrado se examinó cuidado-
samente para determinar la especie, la causa probable de la muerte y la fecha
estimada de la colisión. Anotamos la condición general del cadáver, la presen-
cia o ausencia de larvas, si el cadáver estaba completo o desmembrado, el tipo
de heridas detectables a simple vista, si había signos evidentes de consumo por
carroñeros y la distancia (m) y azimut a la turbina más próxima. También se re-
gistró la edad y el sexo cuando era posible, la fecha y hora del muestreo y el ti-
po de hábitat.
Aves y parques eólicos 191
RESULTADOS
El índice de riesgo varió fuertemente entre las especies (Tabla 3). Para algu-
nas especies el índice de riesgo era muy elevado (>10,0%), como la garza real Ar-
dea cinerea, la cigüeña negra Ciconia nigra, el milano negro, el milano real Mil-
vus milvus, el quebrantahuesos Gypaetus barbatus, el alimoche común Neophron
percnopterus, el aguilucho pálido Circus cyaneus, la aguililla calzada Hieraaetus
pennatus, la águila-azor perdicera Hieraaetus fasciatus, el cernícalo vulgar Falco
tinnunculus, el esmerejón Falco columbarius y la avefría europea Vanellus vane-
llus. Otras especies, en cambio, sobre todo paseriformes, mostraron un bajo índi-
ce de riesgo (<9,9%). Se registraron 58 especies en situación de riesgo (49,6%, n
= 117). Diecinueve especies de rapaces fueron observadas en situación de riesgo
en más de una ocasión. Las rapaces representaron el 50,0% de todos los indivi-
duos registrados en situación de riesgo (n = 4.651). Se observaron más rapaces
que otras aves en la zona de riesgo. Más del 40,0% del total de individuos obser-
vados en situaciones de riesgo correspondía a buitres leonados.
DISCUSIÓN
paces se parecen a los encontrados por Howell & DiDonato (1991), Orloff &
Flannery (1992) y Howell (1997) en el parque eólico de Altamont Pass.
La abundancia relativa de las especies más comunes avistadas en los alrede-
dores de las turbinas durante las observaciones de comportamiento no guardó
relación con su frecuencia de mortalidad. Sólo para los buitres leonados se re-
gistró una relación directa entre abundancia y mortalidad. El buitre leonado es
una de las especies más importantes de la comunidad por su población (2.028
parejas reproductoras en 1999) y por el elevado número de lugares de nidifica-
ción (64 colonias) (Del Moral & Martí 2001).
Los paseriformes muertos en los parques eólicos de Navarra parecían ser in-
dividuos migradores que se desplazaban en grandes bandos durante la noche,
con picos de mortalidad durante la migración post-nupcial (septiembre-octu-
bre). No obstante, en el mismo periodo se registraron también accidentes de es-
pecies residentes.
Según nuestros datos, la abundancia relativa de una especie no es un buen
indicador de la frecuencia relativa con que colisiona con los aerogeneradores;
sólo en algunas especies (buitre leonado y cernícalo) se confirmó esta relación.
Algunas especies estaban aparentemente más expuestas que otras a los riesgos
generados por las turbinas (Tabla 3). El Índice Específico de Riesgo (SRI) mos-
tró grandes diferencias entre las rapaces y el resto de las aves.
Durante los tres años de estudio se recogieron datos de mortalidad de un nú-
mero considerable de especies (n = 51) y de individuos (n = 345). Entre todas las
especies, sólo el cernícalo primilla estaba catalogado como globalmente amena-
zado (Tucker & Heath 1994), y como especie amenazada en Navarra (Donázar
1994). Teniendo en cuenta los datos de mortalidad del presente estudio, 15 es-
pecies amenazadas en diferente grado en Navarra murieron por colisión: amena-
zadas (1 especie), vulnerables (4 especies) y de interés especial (8 especies).
Debido a la expansión de los parques eólicos, en el futuro hay que esperar un
incremento de la mortalidad de aves. Por esta razón, la industria eólica tiene el
deber de reducir la mortalidad de aves, y especialmente la de las aves de presas.
AGRADECIMIENTOS
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Capítulo 10
PARQUES EÓLICOS EN LAS ÓRCADAS, ESCOCIA:
IMPACTO AMBIENTAL, PASADO,
PRESENTE Y FUTURO
E.R. MEEK
RSPB Orkney Officer,
12/14 North End Road, Stromness, Orkney KW16 3AG, U.K.
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
Situado al noreste de la costa de Escocia, el archipiélago de las Órcadas es
un lugar perfecto para la producción de energía eólica, por estar expuesto a los
vientos dominantes del oeste. Ya en 1981 se anunció el proyecto de un parque
eólico experimental que se ubicaría en Burgar Hill, al norte de West Mainland
(la porción occidental de la isla principal del archipiélago). Dado que el área se
encuentra en las inmediaciones de una reserva natural de brezal recientemente
adquirida por la Royal Society for the Protection of Birds (RSPB), esta organi-
zación realizó un seguimiento para estudiar los efectos ambientales del parque
eólico. En años más recientes, debido a la expansión del parque eólico de Bur-
gar Hill, a la construcción de otra planta eólica en la Isla de Stronsay, y a la pla-
nificación de muchas otras, la RSPB ha seguido asesorando sobre cómo reducir
su impacto ambiental del mejor modo posible, especialmente las consecuencias
sobre las aves nidificantes. La RSPB cree que, siendo el cambio climático pro-
bablemente la mayor amenaza actual para el medio ambiente, es indispensable
avanzar hacia la energía renovable. Sin embargo, la organización considera
204 Aves y parques eólicos
El carácter experimental con que nació el parque eólico de Burgar Hill pre-
suponía que las primeras turbinas podrían ser demolidas alguna vez y rempla-
zadas por otras más modernas. Los problemas de ingeniería encontrados, espe-
cialmente con la turbina de 3 MW, fueron muy importantes y, de hecho, esa
turbina permaneció inservible durante largos periodos.
Hacia mitad de los años 90, el Wind Energy Group se puso en contacto con
la RSPB a causa de su reacción contra una propuesta para ampliar el parque eó-
lico hacia el sur, solapándose parcialmente con una reserva en propiedad de es-
ta organización. La RSPB debatió internamente la propuesta, aunque finalmen-
te el Wind Energy Group, por propia iniciativa, decidió reducir la magnitud del
proyecto y, durante 1997, anunciaron sus planes de levantar sólo tres nuevas
turbinas en Burgar Hill. Una se colocó al norte de Lowrie’s Water, en el lugar
del antiguo aerogenerador de 300 kW, y dos al sur del lago, una de las cuales
quedó instalada a menos de 100 m de su borde. Además, se proyectó otra torre
meteorológica en una nueva zona cercana a las dos turbinas meridionales. Se si-
206 Aves y parques eólicos
OTRAS PROPUESTAS
DISCUSIÓN
lica, sino a llevar a cabo sus planes en sitios menos sensibles. Los malos tiem-
pos de “mejoras” agrícolas, en los que se fomentó la puesta en cultivo de vas-
tas áreas de brezales, han generado una multitud de pastizales de altura de baja
productividad, y en los que el valor natural es prácticamente nulo. Es justa-
mente aquí donde se encuentra el espacio para la expansión de la industria de
energía renovable con mínimo impacto sobre la biodiversidad. En estos lugares,
el único debate se mueve en torno a criterios estéticos y paisajísticos, asuntos
que, afortunadamente, ya no me competen.
SJOERD DIRKSEN
ARIE L. SPAANS
Bureau Waardenburg bv, P.O.Box 365, 4100 AJ Culemborg, The Netherlands.
JAN VAN DER WINDEN
Alterra, P.O.Box 47, 6700 AA Wageningen, The Netherlands.
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
Las franjas marinas próximas a la costa son muy apreciadas para instalar
plantas eólicas, dado que los fuertes vientos dominantes permiten una mayor
212 Aves y parques eólicos
ÁREA DE ESTUDIO
Tabla 1. Número de patos buceadores en dormideros diurnos en, o cerca de, las
seis estaciones de observación donde se estudiaron la hora y la altura de vue-
lo durante febrero-marzo de 1995.
Lelystad-Haven,
2-7 Marzo 3.000-4.000 > 95% < 5%
Las observaciones con el radar empezaban antes del comienzo de los vue-
los entre las áreas de alimentación y de descanso, y terminaban después de
Aves y parques eólicos 215
Figura 1. Mapa del área de estudio. Los cuadrados indican la ubicación del ra-
dar para medir la hora y altura de los vuelos. Los óvalos negros del recuadro
indican la localización de las turbinas estudiadas. Sector T = sector turbinas,
sector C = sector control. La distancia entre los anillos de los sectores es de
0,25 millas náuticas (407 m).
Aves y parques eólicos 217
RESULTADOS
ALTURA DE VUELO
La altura de vuelo de la mayor parte de las aves fue bastante baja (Figura 3).
Los porrones osculados y las serretas registrados en Andijk durante el día y los
crepúsculos volaban a una altura comprendida entre 5 y 30 m. Los porrones bas-
tardos a las mismas horas en Oude Zeug y Andijk no volaban a más de 40 m,
mientras que durante la noche volaban a una altura de 50-60 m (Andijk) y 70-
80 m (Oude Zeug). Sin embargo, aunque fuera de noche, la mayoría de los pa-
tos registrados en las dos localidades volaba por debajo de 50 m. Los patos que
pasaban sobre un dique bajo (Andijk) volaban a la misma altura que los que vo-
laban en mar abierto (Oude Zeug).
En Urkerhoek, donde los porrones moñudos se encontraban con un fuerte
viento de cara sobre aguas abiertas, la altura de vuelo rondaba los 20-30 m,
mientras que en Lelystad-Haven y Pampushaven, las aves cruzaban un dique y
una presa de piedra, respectivamente, empujadas por viento de cola, y volaban
220 Aves y parques eólicos
Figura 3. Altura de vuelo del porrón osculado, serreta, porrón bastardo, po-
rrón moñudo y porrón europeo, respectivamente, sobre los lagos IJsselmeer y
Markermeer según varios ángulos del radar. Cada círculo representa un eco.
Los ángulos del haz de hondas del radar y los periodos de observación se indi-
can a la derecha de cada ángulo.
Aves y parques eólicos 221
Las aves que cruzaban el sector turbina atravesaban el parque eólico de va-
rias formas (Tabla 4). La mayor parte de las aves lo hacía más allá de las turbi-
nas terminales de la hilera, sin ningún cambio en la dirección de vuelo, tanto en
1995-1996 (en todo el sector; noches con luna: 82% de los ecos; noches sin lu-
na: 73%) como en 1997-1998 (a menos de 500 m de la hilera; noches con luna
78%; noches sin luna 70%). En 1995-1996, las aves que volaban perpendicula-
res a la hilera (no hubo datos suficientes para los vuelos paralelos) cruzaban el
parque eólico entre las turbinas o por encima de ellas con luna llena el doble de
veces que en noches sin luna (18% y 9%, respectivamente). El cambio de di-
rección de vuelo debido a la presencia de las turbinas se registró sólo durante
las noches sin luna (18% de los ecos). La diferencia de comportamiento de vue-
222 Aves y parques eólicos
lo entre noches claras y oscuras fue significativo (G-test, X22 = 10,0, P < 0,01).
En 1997-1998, hubo además diferencias significativas entre los dos tipos de no-
ches para aves que volaban paralelas a la hilera (G-test, X22 = 10,2, P < 0,01),
con una mayor frecuencia de vuelos de evitación de las turbinas en noches sin
luna que en noches con luna (47% y 16%, respectivamente). Los vuelos per-
pendiculares a la hilera de turbinas no mostraron diferencias con el grado de ilu-
minación nocturna (G-test, X22 = 0,19, P > 0,05). En noches con luna, las aves
cruzaban el parque eólico entre las turbinas o por encima de ellas en la misma
proporción que en noches sin luna (2% durante noches con luna, 3% durante no-
ches sin luna). Por consiguiente, el 83% de los vuelos cruzaban el parque eóli-
co sin efectuar ningún cambio en la dirección de vuelo en noches con luna,
mientras sólo el 50 % de los vuelos no mostró un cambio de dirección en no-
ches sin luna.
DISCUSIÓN
HORA DE VUELO
ALTURA DE VUELO
ñudo y porrón europeo, < 50 m; porrón bastardo, hasta más de 100 m, pero nor-
malmente por debajo; gaviotas, < 50-60 m; limícolas, < 50 m; Spaans et al.
1998a), y en la costa del Mar de Wadden, en la provincia de Friesland (princi-
palmente limícolas, siempre a menos de 100 m, y casi siempre < 75 m; Spaans
et al. 1998b). Estos datos sugieren que los movimientos locales, tanto noctur-
nos como diurnos, de las aves acuáticas se realizan en su mayoría a una altura
inferior a los 100 m, es decir a la misma altura de las turbinas modernas exis-
tentes en la zona, en las que la punta de las aspas alcanza los 120-140 m.
Los dormideros diurnos de los patos buceadores cerca del parque eólico de
Lely se situaban exclusivamente en la parte sotavento del dique del lago IJssel-
meer, frente al parque eólico. Las aves en reposo estaban distribuidas unifor-
memente a lo largo del dique, a una distancia inferior a 200 m del mismo, lo que
sugiere que el parque eólico no les molestaba a esa distancia, quizá porque las
turbinas estaban a más de 600-800 m del dormidero. En el lago IJsselmeer la
distancia mínima a partir de la cual se producía molestias a las aves se calculó
en 150 m (Winkelman 1989). Debido a la distribución más o menos uniforme
de las aves a lo largo del dique, el número de ecos registrados no fue distinto
entre el sector turbina y el sector control.
En 1995-1996, la mayoría de los vuelos registrados en los dos sectores fue-
ron perpendiculares a la hilera de turbinas; en 1997-1998 la mayoría fueron pa-
ralelos. Es posible que estas diferencias estuvieran relacionadas con la ubica-
ción de las áreas de alimentación, pero no hay datos suficientes para apoyar esta
hipótesis. Durante el primer periodo, la proporción de vuelos paralelos fue más
alta en noches sin luna, aunque sólo hubo diferencias significativas en el sector
turbina, lo que indica que los patos intentaban evitar el parque eólico en las no-
ches oscuras, bordeándolo de esa forma. En el segundo periodo, sin embargo,
cuando la proporción de vuelos paralelos fue inferior, y no mayor, en noches sin
luna, no hubo diferencias al respecto entre los dos sectores. Por tanto las dife-
226 Aves y parques eólicos
rencias en número y dirección de los vuelos entre los dos sectores no estuvie-
ron relacionadas con la presencia o ausencia de las turbinas en el sector.
En 1997-1998, 25 bandos cruzaron la planta eólica de noche, cuando se es-
peraba que lo hicieran 116 (el 37,5% de los 308 bandos que cruzaron la línea
imaginaria trazada a través de las cuatro turbinas hasta 500 m de los extremos
del parque eólico), lo que sugiere que el 78% de los patos que se acercaban al
parque eólico evitaba cruzar la hilera de turbinas, independientemente de la fa-
se lunar (con luna 78%; sin luna 79%). El resultado de esta aversión a las tur-
binas es que el riesgo de colisión fue mucho más bajo de lo esperado. Por otro
lado, las aves que elegían evitar las turbinas tenían que recorrer distancias su-
periores para alcanzar las áreas de alimentación y descanso.
RIESGO DE COLISIÓN
Las aves colisionan con las turbinas sobre todo por la noche, rara vez de
día (Winkelman 1992). De todas las especies estudiadas, el porrón moñudo
es la que vuela casi exclusivamente después del crepúsculo y antes del ama-
necer, y por tanto corre un mayor riesgo de colisión que otras aves. Lo mis-
mo pasa con los porrones europeos, cuando aparecen en pequeño número en-
tre otras especies de patos buceadores. El porrón osculado y las serretas son
las especies con menor riesgo de colisión, al estar activas casi exclusiva-
mente de día. Los porrones bastardos corren un riesgo de nivel intermedio.
Pero ¿cuántos patos realmente colisionan con los aerogeneradores en los par-
ques eólicos, y más concretamente en el de Lely? El porrón moñudo era la
especie más común del parque eólico. El porrón bastardo era numeroso sólo
de forma esporádica. Así que la mayor parte de los patos buceadores presen-
tes en la cercanía del parque eólico presentaba un alto riesgo de colisión. Pa-
ra estimar el número de víctimas de las turbinas de la planta eólica de Lely,
como punto de partida utilizamos el número máximo de patos en reposo re-
gistrados en cada observación en los dormideros a sotavento del dique, en el
sector control y en el sector turbina (en total 5,7 km de anchura). Esta cifra
varió considerablemente, entre 600 y 5.600, con una media de 1.964 indivi-
duos (Tabla 2), de los cuales 551 (1.600/5.700*1.964) se situaron frente al
parque eólico (600 m de longitud) y a 500 m a ambos lados de ese tramo de
dique. Consideramos que ese número es el número mínimo de patos bucea-
dores que potencialmente podían cruzar la planta eólica a diario, siendo el
número máximo el total de patos registrados en los dos sectores. Encontra-
mos que el 22% de los patos que se acercaban al parque eólico (= 121-432
aves) lo cruzaba para ir de los lugares de alimentación a los de descanso. Los
patos buceadores ocupan la zona durante ocho meses (de Leeuw & van Eer-
den 1995). Esto significa más de 58.000-100.000 cruces de patos buceadores
entre, o por encima de, las turbinas cada año, especialmente de noche. No co-
nocemos la probabilidad de colisionar con las turbinas por la noche. Winkel-
man (1992) encontró una probabilidad de 0,0009 (el límite superior del in-
Aves y parques eólicos 227
tervalo de confianza del 95% para la media durante la noche) para los patos
nadadores, sobre todo los ánades reales Anas platyrhynchos, que cruzaban un
parque eólico con turbinas con torres de 35 m de altura y rotor de 30 m de
diámetro (en Lely miden 41,5 m y 40 m, respectivamente). Si asumimos que
los patos buceadores en Lely tienen más o menos la misma probabilidad de
colisionar con las turbinas que los patos nadadores en el parque eólico de re-
ferencia (en realidad la probabilidad sería en un cierto modo más alta, consi-
derando el mayor tamaño de los aerogeneradores en Lely), el número anual
de víctimas por colisión en el parque eólico de Lely podría rondar una media
de 50-100 aves, o más de 10-25 aves por turbina. Estas son estimas por ex-
ceso, dado que elegimos el número máximo de aves en reposo en los dormi-
deros del dique en cada periodo de observación y el límite superior del in-
tervalo de confianza del 95% de la probabilidad media de colisión, mientras
que en realidad los patos que cruzan el parque incluye también aquellos que
lo hacen por encima de las turbinas. El número anual de víctimas por coli-
sión es bastante bajo (menos del 3-5% de la media de aves que reposan en
las cercanías del parque eólico). Se debe, sin embargo, considerar que el nú-
mero de turbinas en parques semi-marinos, y su tamaño, están aumentando,
y por lo tanto las colisiones en los grandes parques semi-marinos dotados de
rotores de grandes dimensiones serán mayores de las que se pueden estimar
en la planta eólica de Lely.
AGRADECIMIENTOS
Los estudios de las pautas de vuelo y altura han sido parte de un programa
nacional sobre el impacto de las turbinas sobre las aves, promovido por la Ne-
therlands Agency for Energy and the Environment (NOVEM) en representación
del Ministry of Housing, Physical Planning and Environment. El estudio en el
parque eólico de Lely ha sido llevado a cabo por la compañía eléctrica Energie
Noord West (ENW), ahora NUON. Agradecemos al Dr. Herbert Biebach, Max-
Planck Institut für Verhaltensphysiologie, Erling-Andechs, Alemania, por el
préstamo del radar Furuno FR 8250, instrumento esencial para el avance del
proyecto. Varias personas ayudaron en el trabajo de campo. Queremos dar las
gracias especialmente a Leo M.J. van den Bergh (Alterra) por su contribución
al estudio. También queremos agradecer a Hans Schekkerman por sus comen-
tarios sobre el manuscrito.
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Aves y parques eólicos 229
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hem.
Capítulo 12
EFECTOS DE UN PARQUE EÓLICO SOBRE LAS AVES
EN EL ESTRECHO DE GIBRALTAR
MANUELA DE LUCAS
GUYONNE JANSS
MIGUEL FERRER
Departamento de Conservación de la Biodiversidad y Ecología,
Estación Biológica de Doñana, CSIC,
Avda. Mª Luisa s/n, Pabellón de Perú,
Sevilla, España.
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
Los parques eólicos son un método relativamente nuevo para obtener “ener-
gía limpia”, evitando la contaminación del aire y otras formas de degradación
ambiental asociadas a las tecnologías de combustibles fósiles (Nelson & Curry
1995). Sin embargo, la energía eólica genera algunos impactos en el paisaje y
en las aves. Uno de los más fácilmente detectables es el impacto visual anties-
tético sobre el paisaje. Para las aves, los parques eólicos representan un obstá-
culo para el movimiento (Morrison & Sinclair, 1998, Lucas et al., 2003), una
fuente de mortalidad (Orloff & Flannery 1992, Barrios 1995, Hunt 1999, Mus-
ters et al. 1996) y una potencial pérdida de hábitat (Larsen & Madsen 2000). No
obstante, el impacto de los parques eólicos en las aves está aún poco estudiado
y la literatura científica es escasa.
El objetivo de nuestra investigación era determinar el efecto de un parque
eólico sobre el comportamiento de vuelo, abundancia y altura de vuelo de aves
paseriformes y aves planeadoras. Para esto, estudiamos tanto a las poblaciones
de paseriformes como de aves planeadoras en un parque eólico en Tarifa.
Figura 1. Las tres áreas de estudio en Tarifa, cerca del Estrecho de Gibraltar
(Andalucía, sur de España, 30STF590000 – 30STE610950).
Dentro de las hileras, los aerogeneradores estaban separados por 60-90 m entre
sí. A partir de ahora, nos referiremos a este área como Área PE (Parque Eólico).
Dos montañas adyacentes sin aerogeneradores fueron estudiadas como con-
troles al Área PE. Una montaña tenía orientación este-oeste (Área AM, que se-
ría la futura ampliación del parque eólico existente) y la otra con la misma
orientación que el parque eólico (Área NP: área natural protegida con acceso li-
mitado). Las características de la vegetación eran similares en las tres áreas.
Estudiamos distintas variables relativas a las poblaciones de aves con el fin
de detectar diferencias entre el parque eólico y las dos áreas control. Las varia-
bles recogidas fueron: (1) abundancia de paseriformes y aves planeadoras
(aves/m); (2) comportamiento de vuelo de las aves planeadoras.
La abundancia de las aves planeadoras fue estudiada a lo largo de un tran-
secto lineal de longitud determinada en cada área. La longitud de los transectos
en cada área fue: en el Área PE 2.780 m, en el Área AM 1.110 m y en el Área
NP 2.960 m. Aunque los transectos tenían una longitud concreta, no se monito-
rizaron enteros en cada recorrido, dedicándose un total de 576 horas a monito-
rizarlos. En cada observación de un grupo de aves, se registraba la especie, el
número, las condiciones climáticas (temperatura, velocidad y dirección del
viento), el comportamiento de vuelo (cambios en la altura y dirección del vue-
lo efectuados entre la entrada y la salida del área muestreada), la actividad de
los aerogeneradores, el periodo del año y la longitud de la zona muestreada.
El comportamiento de vuelo fue registrado por observaciones directas y por
videocámaras desde distintos puntos de observación fijos en el Área PE (una
metodología similar en Morrison & Sinclair 1998). Para estudiar el comporta-
miento de vuelo, se estimaron con observaciones directas la altura y la dirección
del vuelo. Los cambios en estas variables se relacionaron con la presencia y el
funcionamiento de los aerogeneradores. Se calculó un índice de cambio en la
dirección de vuelo usando las direcciones de vuelo del ave al entrar en el área
de estudio y al abandonarla. Calculamos la distancia angular entre la dirección
inicial y final de vuelo con valores desde 0º (no hay cambio en la dirección de
vuelo) hasta 180º (máximo cambio de dirección) (ver también Batschelet 1981).
Una diferencia en la distancia angular menor de 90º entre la dirección de vuelo
inicial y final se consideró como una gran desviación de la dirección original de
vuelo. El cambio en la altura de vuelo se calculó restando a la altura final de
vuelo la altura inicial.
Para las variables que no se correspondían con una distribución normal, se uti-
lizó la estadística no paramétrica. El test de Kruskal-Wallis se usó para comparar
la abundancia de aves entre las áreas. Cuando aparecían diferencias estadísticas, se
realizaron las comparaciones posthoc con el test de la U de Mann-Whitney. Los
análisis de la Chi-cuadrado (bondad de ajuste) fueron utilizados para determinar si
los cambios en la dirección de vuelo estaban relacionados con el funcionamiento
de los aerogeneradores. La correlación de Spearman permitió determinar si el cam-
bio en la dirección de vuelo estaba relacionado con el cambio en la altura de vue-
lo. Utilizamos el valor de alpha correspondiente a una p = 0,05. Todos los análisis
estadísticos se realizaron con el paquete informático SPSS versión 10.0.
Aves y parques eólicos 235
RESULTADOS
Tabla 1. Resultados del conteo de aves (aves/km) a lo largo del transecto de ca-
da área de estudio para las diferentes especies de aves planeadoras. Los valo-
res medios y el rango aparecen entre paréntesis (mínimo–máximo).
Buitre leonado Gyps fulvus 8,88 (0,36 – 125,91) 5,23 (0,36 – 11,67) 11,41 (0,36 – 85,91)
Águila culebrera Circaetus gallicus 0,92 (0,00 – 16,11) 0,72 (0,34 – 1,12) 0,70 (0,00 – 3,34)
Cernícalo vulgar Falco tinnunculus 0,60 (0,00 – 1,67) 0,62 (0,56 – 1,12) 0,58 (0,36 – 2,78)
Cigüeña blanca Ciconia ciconia 0,18 (0,00 – 2,50) 0,27 (0,01 – 0,95) 0,19 (0,00 – 0,78)
Milano negro Milvus migrans 25,94 (0,00 – 1111,12) 34,43 (1,12 – 277,78) 14,4 (0,56 – 73,89)
Época reproductora 57,24 (-75,00 – 1000,00) 45,62 (0,00 – 100,00) 68,20 (0,00 – 500)
Migración postnupcial 110,02 (-200,00 – 1300,00) 100,94 (-6,00 – 500,00) 79,00 (-50,00 – 600,00)
Invernada 58,90 (-50,00 – 500,00) 37,14 (0,00 – 150,00) 60,07 (-10,00 – 350)
Dentro del Área PE, excepto para la cigüeña blanca (22,7 ± 22,6 m) todas
las especies de aves planeadoras aumentaban significativamente su altura de
vuelo al cruzar la línea de los aerogeneradores: buitre leonado (21,4 ± 57,7 m;
Test Wilcoxon, Z = -14,016, p < 0,0001), águila culebrera (3,8 ± 65,3 m); Test
Wilcoxon, Z = -3,981, p < 0,0001), milano negro (Milvus migrans) (0,6 ± 15,6
m; Test Wilcoxon, Z = -3,539, p < 0,0001) y cernícalo vulgar (12,1 ± 37,2 m;
Test Wilcoxon, Z = -1,74, p = 0,08).
DISCUSIÓN
aves, y que los parques eólicos existentes calculen el impacto negativo en las
aves (Morrison & Sinclair 1998) a lo largo de varios años. Las localizaciones es-
pecíficas podrían ser evaluadas a priori cuando se planea un parque eólico.
Otra cuestión necesaria a considerar es el tendido eléctrico asociado a los
parques eólicos. Constituyen una causa importante de mortalidad de aves (Janss
& Ferrer 1999), especialmente por la gran extensión de la red de líneas eléctri-
cas. Ferrer et al. (1991) estimó que 400 aves rapaces eran electrocutadas a lo
largo de 100 km de líneas eléctricas en el Parque Nacional de Doñana, en el su-
roeste de España, y a su alrededor. La colisión con las líneas eléctricas está con-
siderada como una causa importante de muerte para algunas especies de aves
(Janss & Ferrer 1998). Cuando un parque eólico está en la fase de preconstruc-
ción, los efectos de los tendidos eléctricos deben ser estudiados para reducir sus
efectos sobre las aves.
AGRADECIMIENTOS
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Capítulo 13
PATRONES ESPACIALES Y TEMPORALES DE
MORTALIDAD DE AVES EN DOS PARQUES EÓLICOS
DEL SUR DE ESPAÑA
LUIS BARRIOS
SEO/BirdLife, Melquíades Biencinto 34, 28034 Madrid, Spain.
ALEJANDRO RODRÍGUEZ
Departamento Biología de la Conservación,
Estación Biológica de Doñana, CSIC,
Avda. María Luisa s/n, Pabellón de Perú. Sevilla, España.
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
COLISIONES
(15 casos, 52% del total de heridas en las alas). Otros tipos de heridas se pro-
dujeron con baja frecuencia. La mitad de los cadáveres de cernícalo vulgar fue-
ron seccionados en trozos por las aspas de las turbinas (Tabla 1).
A pesar de que la longitud total de las filas de turbinas (9,5 km) fue más cor-
ta que la longitud de las secciones que se inspeccionaron bajo el tendido eléc-
trico, no se encontró ningún ave planeadora muerta a lo largo de éste. Por tan-
to, se rechazó la hipótesis de que las bajas registradas en cada tipo de estructura
lineal fueron proporcionales a su longitud. Estos resultados sugieren que, en el
área de estudio, los aerogeneradores podrían ser más peligrosos para las aves
que los tendidos eléctricos.
Los tamaños muestrales permitieron examinar la distribución de frecuencias
de las distancias de los cadáveres a las líneas de turbinas sólo para el buitre le-
onado y el cernícalo vulgar. En ambas especies, el número de aves muertas de-
creció con la distancia a las turbinas, de forma más acusada en el caso del cer-
nícalo vulgar (Figura 1).
La tasa de mortalidad conjunta para los dos parques fue de 12 buitres leona-
dos por año y 100 turbinas, y de 14 cernícalos vulgares por año y 100 turbinas. La
tasa de mortalidad para otras especies de aves planeadoras como el milano negro
o la culebrera europea fue inferior a 1 individuo por año y 100 turbinas. La fre-
cuencia de accidentes también difirió notablemente entre parques eólicos: 36 aves
planeadoras por año y 100 turbinas en PESUR, un orden de magnitud mayor que
la tasa calculada en el parque E3 (3 aves planeadoras por año y 100 turbinas; Ba-
rrios & Rodríguez 2004). El número de bajas por turbina y año en E3 fue mucho
más bajo que en PESUR (test de bondad de ajuste, X2 = 37.3, g.l.=1, p < 0.001).
246 Aves y parques eólicos
12
Buitre leonado
10 Cernícalo vulgar
0
0-5 6-15 16-30 31-50
Distancia (m)
buitres en el área de estudio, la tendencia que los buitres mostraban por con-
centrarse en el lugar antes ocupado por el basurero fue desapareciendo gradual-
mente. La elevada densidad de buitres en la región tuvo que ver más bien con
la existencia de una población reproductora de gran tamaño y la presencia re-
gular de carroña en el campo.
Considerando el enorme número de aves migratorias presentes en el Campo
de Gibraltar durante los pasos prenupcial y postnupcial en los dos parques eóli-
cos estudiados, la incidencia de las colisiones sobre las aves migratorias puede
considerarse despreciable. Esto es consistente con el hecho de que una fracción
muy pequeña de aves migratorias se acercó a las filas de turbinas (Tabla 2). Con
las condiciones meteorológicas registradas durante las épocas de paso en 1994,
las turbinas de los dos parques eólicos no interfirieron de forma significativa
con las rutas utilizadas por las aves migratorias. Un punto importante de paso
se encontraba muy cerca del parque E3, pero afortunadamente no se emplazó
ningún aerogenerador en ese lugar. En PESUR, las aves migradoras normal-
mente pasaron muy por encima de las turbinas. Volaron a veces a menor altura,
con vientos moderados o fuertes, pero en estos casos se concentraron a lo largo
de los valles, lejos de las cimas donde se encontraban las turbinas.
Para aislar los factores que favorecen las colisiones de las aves con las as-
pas, observamos y caracterizamos el comportamiento de vuelo de las aves pla-
neadoras (Barrios & Rodríguez 2004). La unidad de observación fue cada ave
detectada a menos de 250 m de las turbinas. Para cada avistamiento registramos
la especie del ave, su posición dentro del parque eólico, si el rotor de las turbi-
nas estaba en movimiento, la dirección y velocidad del viento (a partir de esta-
ciones meteorológicas situadas en los propios parques), la nubosidad, la visibi-
lidad, la altura y dirección del vuelo, el tipo de vuelo, y la distancia entre el ave
y la turbina más próxima. Distinguimos tres tipos de vuelo:
1) Directo: las aves se acercaban a una fila de turbinas siguiendo una trayecto-
ria lineal desde cualquier dirección y cruzaban entre o sobre las turbinas.
2) Cicleo: las aves trazaban trayectorias espirales, sustentadas por las corrien-
tes ascendentes de la ladera expuesta al viento, con objeto de ganar altura
3) De ladera: vuelos paralelos a la fila de turbinas sin ganar altura. Una variante
de este tipo de vuelo fue “flotar”, en el que las aves permanecían estáticas o
sólo realizaban pequeños movimientos laterales suspendidas en fuertes co-
rrientes ascendentes, a veces durante periodos prolongados.
No se perdió contacto visual con las aves hasta que salieron de una banda de
250 m a ambos lados de la línea de turbinas y, si durante el periodo de obser-
vación el ave focal pasó volando a menos de 5 m de una turbina en movimien-
to, consideramos que se produjo una situación de riesgo. Se denominó índice de
riesgo al cociente entre el número de situaciones de riesgo y el número de ob-
servaciones (Barrios & Rodríguez 2004).
248 Aves y parques eólicos
PASO PRENUPCIAL
PESUR E3
<5 5-25 25-50 50-250 Total <5 5-25 25-50 50-250 Total
Ciconia nigra 0 0 0 3 3 0 0 0 0 0
Ciconia ciconia 0 100 0 77 177 0 0 0 7 7
Pernis apivorus 54 32 30 79 195 0 0 0 0 0
Milvus migrans 22 45 152 107 326 0 0 0 19 19
Neophron percnopterus 0 1 2 3 6 0 0 0 0 0
Circaetus gallicus 2 1 1 11 15 0 0 0 0 0
Hieraetus pennatus 0 2 4 8 14 0 0 0 0 0
Aegypius monachus 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Accipiter gentilis 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Total 78a 181 189 288 736 0 0 0 26 26
PASO POSTNUPCIAL
PESUR E3
<5 5-25 25-50 50-250 Total <5 5-25 25-50 50-250 Total
Ciconia nigra 0 16 8 47 71 0 0 0 550 550
Ciconia ciconia 0 858 810 3.100 4.768 0 0 0 0 0
Pernis apivorus 3 0 4 119 126 0 1 7 57 65
Milvus migrans 46 207 432 1.928 2.613 0 1 0 164 165
Neophron percnopterus 3 3 32 127 165 0 0 0 1 1
Circaetus gallicus 2 49 6 72 129 0 0 4 15 19
Hieraetus pennatus 0 7 6 44 57 0 0 1 2 3
Aegypius monachus 2 0 0 0 2 0 0 0 0 0
Accipiter gentilis 0 0 2 4 6 0 0 0 0 0
Aves y parques eólicos
mente cuando el viento era flojo o moderado, pero no cuando el viento era fuer-
te (Barrios & Rodríguez 2004).
40
PESUR
35
E3
30
Índice de riesgo (%)
25
20
15
10
0
WS1 WS2 WS3
Velocidad del viento
El vuelo directo que comienza por debajo del nivel de las aspas es una de las
maneras más peligrosas de cruzar la línea de turbinas, ya que los buitres no re-
accionan para evitar el rotor y cruzan entre dos máquinas adyacentes dando lu-
gar a una situación de riesgo. Los vuelos para ganar altura son peligrosos cuan-
do los buitres empiezan cicleando por debajo del nivel de las turbinas y, al
mismo tiempo, la fuerza de la corriente de aire sustentadora les permite alcan-
zar la cima de la ladera pero no es suficiente para que asciendan por encima del
nivel del rotor. Con velocidades del viento por debajo de 8,5 m/s, esta situación
es mucho más frecuente en PESUR que en E3. Esta diferencia de riesgo podría
explicarse porque, para una fuerza del viento dada, las corrientes ascendentes
que se forman en las pendientes acusadas de E3 son más fuertes que las que se
producen en las pendientes suaves de PESUR, permitiendo de este modo que
los buitres ganen altura más fácilmente en E3 y se reduzca la probabilidad de
que se sucedan situaciones de riesgo (Barrios & Rodríguez 2004). Además, los
vuelos de cicleo que comienzan por debajo del nivel del rotor son 5,3 y 7 veces
Aves y parques eólicos 251
más frecuentes que los vuelos directos en PESUR y E3, respectivamente. Dicho
de otro modo, la diferencia en el número de accidentes que se producen en ca-
da parque eólico parece ser resultado de las diferencias en el índice de riesgo,
que refleja el uso diferencial que hacen los buitres de los vientos de ladera en
cada parque que, a su vez, viene determinado en último término por la interac-
ción entre viento y relieve en cada localidad.
30
PESUR
25 E3
Índice de riesgo (%)
20
15
10
0
Cicleo Directo Ladera
Tipo de vuelo
Figura 3. Índice de riesgo asociado con distintos tipos de vuelo de buitre leo-
nado en los parques eólicos de PESUR y E3. Tamaños de muestra en PESUR:
Cicleo (n=1.145), Directo (n=1.724), Ladera (n=970). Tamaños de muestra en
E3: Cicleo (n=199), Directo (n=372), Ladera (n=406).
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Capítulo 14
USO DE DATOS PARA DESARROLLAR
MEDIDAS CORRECTORAS DEL IMPACTO SOBRE
LAS AVES PROVOCADO POR LA INSTALACIÓN DE
PARQUES EÓLICOS
GREGORY D. JOHNSON
M. DALE STRICKLAND
WALLACE P. ERICKSON
DAVID P. YOUNG, JR.
Western EcoSystems Technology, Inc.,
2003 Central Avenue,
Cheyenne, Wyoming 82001, USA.
RESUMEN
pecíficos para cada parque, ya que no siempre medidas útiles en una planta eó-
lica y para determinada especie lo son en otros parques y para otras especies.
Debido a las diferencias entre zonas, es necesario evaluar las medidas correc-
toras de manera objetiva utilizando datos rigurosos antes de la recomendación
rutinaria para su aplicación en nuevos parques eólicos o en los ya existentes.
Las medidas diseñadas para prevenir los impactos deberían tener prioridad so-
bre las medidas reductoras del impacto y sobre las medidas compensatorias.
INTRODUCCIÓN
Durante años los científicos han intentado reducir la mortalidad de aves por
impacto con varias estructuras de origen humano (Weir 1976, Avery 1978,
EPRI 1993, APLIC 1994, Ferrer & Janss 1999). Sin embargo, aunque se hayan
producido avances en la comprensión y solución de los problemas de colisión
con algunas estructuras, nuestros conocimientos sobre las colisiones de las
aves con las turbinas siguen siendo muy limitados. En Europa se realizaron
muchos estudios pioneros sobre los parques eólicos (California Energy Com-
mission [CEC] 1996), pero esos estudios se centraron más en documentar las
molestias provocadas por las plantas eólicas que en buscar formas de reducir
la mortalidad por colisión. Las primeras plantas eólicas construidas en Europa
contaban con menos de 10 turbinas y, por tanto, el problema de las colisiones
no suscitó nunca mucho interés, ni se hicieron grandes esfuerzos para reducir
la mortalidad.
Conforme ha ido aumentando la preocupación y la controversia por la cre-
ciente mortalidad de aves en los parques eólicos, se han ido realizando nuevos
estudios, algunos de los cuales han concluido recientemente. La mayoría de
ellos han evaluado la mortalidad y las molestias, el comportamiento de vuelo y
los factores implicados en la mortalidad de aves (CEC 1996). Sólo unos pocos
se han ocupado de las técnicas para reducir la mortalidad. Entre estas técnicas,
podemos citar pintar las turbinas para hacerlas más visibles, instalar dispositi-
vos que impidan que las aves se posen sobre las turbinas, cerrar las góndolas y
usar torres tubulares. Los datos proporcionados por las observaciones de vuelos
controlados de palomas en los parques eólicos y los estudios de capacidad sen-
sorial de las rapaces se han utilizado para evaluar las conductas de evitación y
para determinar qué estímulos visuales y acústicos son más eficaces para que
las turbinas sean reconocidas como obstáculos y, en consecuencia, sean evita-
das por las aves (Anderson et al. 1999, McIsaac 2001).
El hábito de las rapaces de posarse en las turbinas explica en buena parte las
tasas de mortalidad más elevadas (Hunt 1994, Orloff & Flannery 1996). Estu-
dios cuantitativos de comportamiento señalan que el uso de cubreposaderos re-
duce este comportamiento un 54% (Nelson & Curry 1995). Existe acuerdo en
que la forma más eficaz de reducir esta frecuencia es instalar turbinas de torres
tubulares, que no ofrecen soportes adecuados para que las rapaces se posen
(Hunt 1994, Nelson & Curry 1995). Resulta intuitivo suponer que la elimina-
ción de los lugares aptos para posarse en las turbinas suponga una reducción en
la mortalidad, especialmente de aves rapaces. De ahí que muchas nuevas insta-
laciones eólicas hayan adoptado el modelo tubular como el único tipo de torre.
Sin embargo, sorprendentemente, no todos los datos recogidos en los parques
eólicos respaldan esta premisa. Un estudio a gran escala sobre mortalidad de
aves en Altamont, California, donde funcionan más de 5.000 aerogeneradores,
reveló que las turbinas de torres tubulares generaban una tasa de colisión anual
más alta (0,22/año) que las torres de celosía diagonal (0,11/año) o las turbinas
de eje vertical (0,19/año); sin embargo, otros factores como la pendiente, la to-
258 Aves y parques eólicos
Flannery 1996). Si se demuestra que las turbinas con mayor área de barrido pro-
vocan menor mortalidad de aves, se podrían reemplazar las turbinas más pe-
queñas por turbinas de mayor tamaño, lo que supondría una reducción de la
mortalidad produciendo la misma o mayor cantidad de electricidad. Por otro la-
do, aunque el uso de turbinas más grandes reduciría la mortalidad de aves ra-
paces, el riesgo potencial para los paseriformes migrantes nocturnos aumenta
con la altura de los aerogeneradores (McCrary et al.1984). Según Ugoretz
(2001), el número más elevado de colisiones de migrantes nocturnos se produ-
ce en torres de la red de telefonía móvil con más de 120 m, una altura a la que
se aproximan algunas de las turbinas de nueva generación que producen ener-
gía en el orden de megavatios. Puesto que las diferencias en las tasas de morta-
lidad atribuibles al área de barrido del rotor y a la altura de las turbinas no son
constantes entre áreas de estudio, los datos utilizados para diseñar un parque eó-
lico y corregir su impacto deben proceder del sitio donde se emplace el parque,
y centrarse en las especies o grupos más expuestos a riesgos.
En algunos parques eólicos, las turbinas están sujetas por cables tensores. Al
ser estos cables pocos visibles, en un principio los investigadores especularon
que su potencial peligrosidad para las aves podría ser incluso mayor que la de
las propias palas en movimiento (Bonneville Power Association [BPA] 1987),
especialmente en condiciones de escasa visibilidad (Jones & Stokes 1987). Sin
embargo, un estudio realizado en California sugirió que los cables tensores no
necesariamente suponían una mortalidad añadida de aves (Orloff & Flannery
1992). Entre los cinco tipos de turbinas estudiadas, estos autores encontraron
los menores índices de mortalidad en los dos tipos de turbinas con cables ten-
sores, las de eje vertical y las de tubo anclado.
Los cables tensores no se utilizan actualmente para sujetar las turbinas, pero
son un elemento corriente en las torres meteorológicas de los parques eólicos.
En el estudio de Orloff & Flannery (1992) en California, no se registraron coli-
siones en ninguna de las 48 torres meteorológicas muestreadas, la mayoría de
las cuales estaba sujeta con cables tensores. Otros estudios, en cambio, han do-
cumentado colisiones de aves en torres meteorológicas con cables tensores.
Uno de los primeros estudios llevados a cabo en Wyoming registró varias coli-
siones con los cables de la misma torre meteorológica, sobre todo de paserifor-
mes (Bureau of Reclamation 1984). En Solano County, California, se encontra-
ron dos paseriformes muertos debajo de una torre meteorológica con cables
tensores (EPRI 1985). Otros estudios en Minnesota (Johnson et al. 2000a) y Eu-
ropa (Winkelman 1992b) han documentado también la muerte de aves proba-
blemente causada por los cables de estas torres. En la planta eólica de Foote
Creek Rim en Wyoming, el número de colisiones registradas en las torres me-
teorológicas con cables tensores fue aproximadamente seis veces mayor que la
registrada en turbinas de altura similar (Johnson et al. 2000b). Con todos estos
datos, los promotores eólicos planean reducir al máximo el uso de torres mete-
orológicas en las ampliaciones de las plantas eólicas (Strickland et al. 2001).
Siempre que sea posible, habría que utilizar torres meteorológicas de celosía y
tubulares, que no necesitan soporte.
260 Aves y parques eólicos
lidad de los cables. Muchos estudios han demostrado la utilidad del uso de dis-
positivos de desvío de vuelo (BFDs) en las líneas de transmisión para la re-
ducción de las colisiones (Bealaurier 1981, Faanes 1987, Koops 1987, Miller
1990, Morkill & Anderson 1991, EPRI 1993, APLIC 1994, Brown & Drewien
1995). Se han probado dispositivos de visualización de diversos tipos, como
lazos, marcadores color naranja aviación, cintas, espirales metálicas vibrato-
rias y placas colgantes. Los resultados de varios estudios recientes han mos-
trado que los BFDs reducen las colisiones un 54-90% en las líneas de alta ten-
sión (Morkill & Anderson 1991, Brown 1993, Koops 1993). Se han utilizado
dispositivos de aviso que emiten sonidos o señales visuales disuasorias en ae-
ropuertos, cultivos, balsas de desechos mineros, postes eléctricos, torres de te-
levisión y vertidos de petróleos, con objeto de alejar a las aves (Avery 1978,
DeFusco & Nagy 1983, Knittle & Porter 1988, Marsh et al. 1991, Raevel &
Tombal 1991, Koshi et al. 1993). El seguimiento de estos dispositivos ha re-
velado que las aves se acostumbran fácilmente a ellos, lo que reduce sustan-
cialmente su utilidad a largo plazo.
Una forma adicional de reducir o corregir los impactos de los parques eóli-
cos consiste en elegir cuidadosamente el lugar de emplazamiento de las turbi-
nas y otras estructuras asociadas contenidas en los parques. El criterio básico es
evitar los lugares de alimentación y descanso, los dormideros, humedales, co-
lonias de cría y corredores de vuelo a baja altura. En el contexto de una planta
eólica, la evitación a escala de microhábitat de los lugares frecuentados por ra-
paces, como depresiones inundables, cimas, cantiles y cañones, comportaría
probablemente una reducción del riesgo de colisión (Howell & DiDonato 1991,
Orloff & Flannery 1996, Johnson et al. 2000c). Por ejemplo, cinco años antes
de la construcción del parque eólico de Foote Creek Rim en Wyoming, se em-
pezaron a tomar datos de uso del espacio. Foote Creek Rim es una meseta con
cortados abruptos en sus lindes oriental y occidental (Figura 2). Los datos de
uso del espacio indicaron que las rapaces frecuentaban más los bordes de los
cortados que otras partes del área de estudio. Las observaciones de rapaces en
el parque eólico se clasificaron en tres categorías: (1) a menos de 50 m del bor-
de de los cortados, (2) >50 m del borde de los cortados, y (3) por encima del al-
tiplano a >50 m del borde de los cortados (Figura 3). La proporción de rapaces
observadas volando cerca de los cortados a la altura del área de barrido del ro-
tor de las turbinas (19 m - 62 m) fue mucho mayor que la de rapaces observa-
das lejos de los bordes de los cortados. El uso, mayor de lo esperado, de los bor-
des de los cortados, combinado con la tendencia de las rapaces a volar sobre
ellos a la altura del área de barrido del rotor, condujo a la recomendación de si-
tuar las turbinas a >50 m del borde de los cortados, para reducir los factores de
riesgo para este grupo de aves (Johnson et al. 2000c).
264 Aves y parques eólicos
dos. Estas zonas son preferidas por las rapaces probablemente por las corrien-
tes verticales de aire generadas por sus características topográficas.
Águilas Buteos
1.25 1.0
1.00 0.8
0.75 0.6
Uso/km2
Uso/km2
0.50 0.4
0.25 0.2
0.00 0.0
Fuera Borde Encima Fuera Borde Encima
Situación en el cortado Situación en el cortado
0.4
1.50
Uso/km2
Uso/km2
0.3
0.2
0.75
0.1
0.0 0.00
Fuera Borde Encima Fuera Borde Encima
Situación en el cortado Situación en el cortado
Figura 3. Uso del espacio por rapaces en relación con el borde de los cortados
en Foote Creek Rim, Wyoming.
nes fueron que, al hallarse la menor tasa de uso de aves en hábitats como culti-
vos, pastos y pastizales de programas de conservación, ubicar las turbinas en es-
tos hábitats reduciría el riesgo de muerte para las aves (Johnson et al. 2000a).
1650
USO (número observado/km 2)
1100
550
0
P os no tos es les tros
CR ultiv He Pas osqu eda O
C B m
Hu
HABITAT
producción de las rapaces. El U.S. Fish and Wildlife Service emplea con fre-
cuencia esta estrategia para evitar los impactos asociados con otras explotacio-
nes, como minas y autovías. En Oregón, se recorren transectos perpendiculares
a las hileras de turbinas proyectadas para estimar la abundancia de varias espe-
cies de aves de pastizal, incluidas algunas declaradas sensibles, como el saba-
nero chapulín (Ammodramus savannarum) y el mochuelo de madriguera (Athe-
ne cunicularia). Los datos recogidos se examinarán mediante análisis de
gradientes para establecer si la explotación provoca una pérdida de uso del há-
bitat de estas especies. A la vista de estos resultados, las medidas compensato-
rias propuestas para compensar la posible pérdida de hábitat de nidificación de
las aves de pastizal en Oregón prevén la mejora del hábitat en la cantidad nece-
saria para reponer el número estimado de aves desplazadas por las turbinas
(Oregon Office of Energy 2001).
Cuando las observaciones de campo detectan el abandono de nidos de rapa-
ces o el fracaso de sus puestas, las medidas correctoras deben ser específicas de
especie. En el águila pescadora (Pandion haliaeetus), el busardo herrumbroso
(Buteo regalis) y el águila real, especies que utilizan habitualmente las platafor-
mas artificiales, las medidas compensatorias pueden consistir en la creación,
mantenimiento y seguimiento de las plataformas de nidificación por cada nido
de rapaz sometido a molestias, especialmente en áreas con baja disponibilidad de
estructuras aptas para la nidificación. Si, por el contrario, estamos tratando de
compensar la pérdida de hábitat de nidificación en especies que típicamente crí-
an en árboles, habrá que recurrir a un esfuerzo económico adicional en investi-
gación para determinar qué medidas compensatorias son las más adecuadas, o
para pagar a los propietarios para que protejan de forma indefinida los árboles
con nidos fuera del parque eólico. La protección se refiere, por ejemplo, a vallar
un árbol para evitar que el ganado lo dañe y su tratamiento con insecticidas pa-
ra evitar infecciones. Si la mortalidad de rapaces alcanza niveles inaceptables en
zonas con escasa disponibilidad de lugares para la nidificación de rapaces, se
puede recurrir al vallado de las áreas ribereñas alejadas hasta 15 millas de la
planta eólica. El objetivo de esta medida sería favorecer el reclutamiento de es-
pecies caducifolias para fomentar el anidamiento de rapaces. Los fondos servirí-
an para financiar el seguimiento anual y el mantenimiento del vallado durante la
vida operativa del parque eólico (Oregon Office of Energy 2001).
CONCLUSIONES
Los resultados de esta revisión indican que hay muchas medidas correctoras
para reducir, eliminar o compensar los impactos asociados al desarrollo eólico.
Muchas de estas medidas, sin embargo, no han sido suficientemente contrasta-
das o lo han sido sólo a pequeña escala. Además, los resultados de varios estu-
dios realizados con el fin de evaluar o desarrollar medidas correctoras o com-
pensatorias han arrojado resultados discordantes entre áreas, e incluso a veces
dentro de la misma área. Los datos disponibles a día de hoy apuntan a que es-
Aves y parques eólicos 269
tas medidas tienen que examinarse caso por caso; lo que puede ser eficaz en una
planta eólica puede resultar completamente inútil en otra. Por esta razón, antes
de proponer medidas paliativas de forma rutinaria en diferentes instalaciones
eólicas, existentes o en proyecto, hay que recurrir a un análisis riguroso de los
datos (Strickland et al. 2001). Una vez las medidas compensatorias hayan sido
identificadas y evaluadas con estudios bien planificados, tienen que ser com-
probadas antes de publicarse, generalizarse, implementarse o grabarse en nor-
mas reguladoras (Gray 2001). Como recomendación general, señalamos que las
medidas dirigidas a evitar los impactos deben tener prioridad sobre aquellas em-
pleadas para reducirlos o compensarlos.
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ture Research, Arnhem.
Capítulo 15
DESARROLLO DE MÉTODOS DE CAMPO Y
DE ANÁLISIS PARA EVALUAR EL RIESGO DE
COLISIÓN DE LAS AVES EN PARQUES EÓLICOS
W. BAND
Scottish Natural Heritage, Battleby, Redgorten, Perth, PH1 3EW, UK.
M. MADDERS
Natural Research, Carnduncan, Bridgend, Isle of Islay, PA44 7PS, UK.
D. P. WHITFIELD
Scottish Natural Heritage, 2 Anderson Place, Edinburgh, EH6 5NP, UK.
RESUMEN
La mayoría de los estudios sobre las interacciones entre aves y parques eó-
licos examinan los efectos de las molestias de los parques sobre su uso por las
aves, y la mortalidad de éstas por colisión con las aspas de las turbinas. A con-
tinuación describimos una metodología de trabajo de campo y de modelado pa-
ra predecir el riesgo de mortalidad de aves por colisión, ilustrado con dos
ejemplos de estudios en áreas propuestas para proyectos de parques eólicos en
Escocia que afectan al ánsar común y al aguilucho pálido. Para estimar el nú-
mero de colisiones durante un periodo determinado utilizamos el modelo des-
arrollado por W. Band. El procedimiento consiste en dos fases: número de aves
que colisionan por año = número de aves que vuelan a la altura del rotor (Fa-
se 1) x probabilidad de que estas aves sean golpeadas por las aspas (Fase 2).
La observación desde puntos estratégicos en lugares elegidos para la instala-
ción de nuevos parques eólicos sirve para reunir información sobre el uso de
las aves y la frecuencia de los vuelos en el área de barrido del rotor (Fase 1).
Durante la Fase 2, la probabilidad de colisión depende del tamaño del ave (lon-
gitud y envergadura), la amplitud e inclinación de las aspas, la velocidad de ro-
tación de la turbina y la velocidad de vuelo del ave. La combinación de las Fa-
ses 1 y 2 permite predecir la tasa de mortalidad por colisión, asumiendo que el
ave no reacciona para evitar el choque con las turbinas. En realidad, las aves
probablemente evitan activamente las turbinas, lo que reduce drásticamente la
mortalidad predicha. Para que el modelo pueda predecir de forma correcta la
mortalidad por colisión, se necesita más información sobre cómo las aves es-
quivan las turbinas.
274 Aves y parques eólicos
INTRODUCCIÓN
Los parques eólicos pueden ejercer potencialmente tres efectos adversos so-
bre las aves. Se puede producir pérdida directa de hábitat como consecuencia de
la construcción de la planta y de las infraestructuras asociadas (plataformas, ví-
as de acceso, etc.), del cambio de uso del suelo y de los impactos sobre los pro-
cesos físicos que subyacen a la funcionalidad del hábitat. Las molestias ocasio-
nadas durante la construcción y el funcionamiento del parque pueden provocar
que las aves eviten la zona; se trataría en este caso de pérdida indirecta de há-
bitat. Finalmente, si las aves no abandonan el área puede aumentar su vulnera-
bilidad a morir por colisión con las aspas de las turbinas. Además, si la distri-
bución de la electricidad se realiza por tendidos eléctricos, puede producirse un
impacto secundario derivado del riesgo de colisión con los cables y de electro-
cución en los postes (Erickson et al. 2001).
Generalmente no se suele dar mucha importancia a la pérdida directa de há-
bitat como consecuencia de la construcción del parque eólico, dado que la pér-
dida se limita al terreno ocupado por las plataformas y los caminos de manteni-
miento (p.ej. Percival 2000). Sin embargo, la pérdida de hábitat puede ser
relevante cuando el parque eólico está ubicado en turberas, en cuyo caso la
construcción puede interferir con los procesos hidrológicos típicos de este há-
bitat y dañar un área incluso mayor de la ocupada por el propio parque eólico
(Parkyn et al. 1997). Otro ejemplo son los sistemas dunares, donde las turbinas
pueden afectar los movimientos del viento y los mecanismos que determinan la
formación de las dunas. Las molestias por las obras de construcción son de du-
ración limitada y pueden reducirse fácilmente escalonando las obras de manera
que no coincidan con los periodos más sensibles para las aves. Por consiguien-
te, los principales problemas para las aves relacionados con los parques eólicos
son las molestias posteriores a la construcción y la mortalidad por colisión. De
hecho, la mayoría de los estudios sobre las interacciones de las aves con los par-
ques eólicos se centran en estos temas. Las molestias post-construcción y las co-
lisiones con las aspas de las turbinas son procesos antagónicos y espacialmente
excluyentes (si un ave elude la zona ocupada por un parque eólico, no está en
riesgo de colisión). Sin embargo, la relación entre estos dos procesos puede ser
temporalmente inestable. Las aves pueden evitar la zona al principio para des-
pués acostumbrarse al parque eólico o, por el contrario, si se trata de aves fie-
les a determinados lugares, es posible que los individuos que originalmente ocu-
paban la zona sigan utilizándola, pero ésta ya no será atractiva para otras aves
cuando hayan desaparecido las anteriores.
Orloff & Flannery (1992, 1996) calcularon que en el parque eólico de Alta-
mont (AWRA), en California, mueren cada año varios centenares de rapaces a
consecuencia de las colisiones con las turbinas; estas cifras se han confirmado
en estudios posteriores (Hunt et al. 1999, Thelander & Rugge 2000). Se desco-
noce si las molestias durante la fase operativa del parque han reducido el uso de
la zona por las rapaces, ya que aparentemente no se realizó ningún estudio pre-
vio a la construcción de la planta (Orloff & Flannery 1992, 1996).
Aves y parques eólicos 275
En la mayoría de los estudios que se han llevado a cabo a partir de los ha-
llazgos en AWRA raramente se han registrado tantos accidentes (Erickson et al.
2001). Quizá influidos por la experiencia de este parque californiano, muchos
estudios en Norteamérica han tendido a enfatizar el riesgo de colisión (p.ej.
NWCC, 2000; no obstante, ver Leddy et al. 1999), mientras que en Europa los
primeros estudios sugerían que los efectos de las molestias de los parques ope-
rativos eran relativamente más influyentes (Winkelman 1995). Muchos de los
estudios europeos pioneros se realizaron en zonas de costa con altas concentra-
ciones de aves. Sin embargo, a partir de estudios posteriores en el Reino Unido
sobre parques eólicos del interior, donde la densidad de aves es menor, se ha su-
gerido que las molestias post-construcción no son realmente el principal pro-
blema (Percival 2000), a pesar de que muchos de estos estudios no están exen-
tos de imperfecciones (Lowther 2000).
La mayoría de las investigaciones sobre las interacciones entre aves y par-
ques eólicos surgen de la obligación legal de determinar los efectos de cada nue-
vo proyecto de parque eólico sobre determinadas características ambientales; en
este caso, las aves. Esencialmente esto requiere una aproximación predictiva.
Predecir las molestias durante la fase operativa requiere un acercamiento simi-
lar al empleado para predecir la pérdida de hábitat, que ha sido objeto de mu-
chas investigaciones (p.ej. Goss-Custard et al. 1995). La predicción del riesgo
de colisión ha recibido comparativamente menos atención por parte de los in-
vestigadores (Tucker 1996), de manera que a continuación describiremos una
metodología de trabajo de campo y de modelado que puede emplearse para pre-
decir el riesgo de mortalidad por colisión, ilustrada por dos ejemplos de estu-
dios en dos proyectos de parques eólicos en Escocia.
MÉTODOS
Número de aves que colisionan por año = número de aves que pasan
a través del rotor (Fase 1)
x probabilidad de que el ave que pasa a través del rotor sea golpeada
(Fase 2).
1. El tiempo transcurrido en vuelo por las especies focales sobre un área de ob-
servación determinada.
2. El uso relativo de las diferentes partes del área de observación por cada es-
pecie focal.
3 La proporción de tiempo que cada especie focal pasa volando a la altura del
rotor de las turbinas.
TRABAJO DE CAMPO
Para algunos análisis es necesario calcular el tiempo que el ave pasa por
unidad de superficie observada (ver más adelante en: “Movimientos poco pre-
decibles”). El uso de numerosos miradores complica el análisis, dado que un
solapamiento en la visibilidad provoca que unas partes se observan durante
más tiempo que otras y, en ese caso, sería necesario hacer una corrección (aquí,
por simplificar, hemos asumido que no hay solapamiento). Se requiere enton-
ces una medida de la visibilidad para calcular el tiempo total de observación
por unidad de superficie. Para ello se calcula el tamaño del área visible desde
cada mirador. Se puede trazar un mapa de la visibilidad directamente sobre el
terreno, o bien utilizando fotografías tomadas desde los mismos miradores, o
utilizando modelos de elevación en el marco de un Sistema de Información Ge-
ográfica (GIS). Hay varias aplicaciones informáticas disponibles para predecir
la llamada Zona de Influencia Visible (ZVI) de los parques eólicos, entre otros
Windfarm 2000™.
El proceso de cartografiado del área visible en el campo o mediante foto-
grafías tiende a sobrestimar la visibilidad porque es difícil que los observadores
se den cuenta de que algunos puntos no son visibles. Es el caso de áreas con
pendientes convexas y terrenos ondulados, así que, en general, es preferible uti-
lizar un GIS. Sin embargo, si se trata de áreas boscosas o con vegetación alta
habrá que corregir los efectos del relieve de la vegetación sobre la visibilidad.
Hay que tener en cuenta que en zonas abruptas o con vegetación alta, cualquier
pequeño cambio en la posición del observador altera considerablemente la visi-
bilidad. Para minimizar este efecto, es indispensable medir con precisión la lo-
calización del mirador con la ayuda de un Sistema de Posicionamiento Global
(GPS). Los observadores tendrán que colocarse exactamente en los mismos
puntos durante las sucesivas sesiones de observación.
278 Aves y parques eólicos
RESULTADOS
Mes
E F M A O N D Media
Horas de observación 50,7 38,5 103,0 64,3 93,8 41,5 23,8
Ánsares hr-1 2,29 0 3,64 0,64 0,60 10,99 4,29 3,21
3. Se calculó el número de horas en las que los ánsares eran potencialmente ac-
tivos (T). Se asumió que había ánsares comunes en los alrededores del área
de estudio todos los días desde octubre hasta abril, y que volaban durante el
25% del tiempo transcurrido entre el atardecer y el amanecer. El valor de T
se calculó sumando los totales mensuales de la Tabla 2, por tanto, T = 2.906
horas al año.
Tabla 2. Número de horas en las que los ánsares comunes supuestamente esta-
ban activos respecto al tiempo total en el que se consideraron presentes en los
alrededores del área propuesta para la instalación de un parque eólico al nor-
te de Caithness.
Meses
E F M A O N D
Número medio de horas de luz 9,0 10,0 12,0 14,0 10,0 9,0 8,0
Número medio de horas nocturnas x25% 3,8 3,5 3,0 2,5 3,5 3,8 4,0
Media diaria combinada 12,8 13,5 15,0 16,5 13,5 12,8 12,0
Nº de días con presencia de aves 31 28 31 30 31 30 31
Nº total de horas 396 378 465 495 418 382 372
5. El área (A) ocupada por rotores se calculó como N x πR2, donde N es el nú-
mero de rotores (en este caso 10) y R es el radio del rotor (= 33 m). Por tan-
to A = 34.212,4 m2. Se asumió que los rotores estaban alineados con el pla-
no de la ventana de riesgo. En este modelo se han aplicado algunas
correcciones para considerar el solapamiento en el área de sección transver-
sal de rotores adyacentes. La justificación de estos ajustes es que, a pesar de
que el riesgo de colisión aumenta proporcionalmente al número de rotores
por los que el ave tiene que pasar, pocos individuos vuelan a través de 5 pa-
res de rotores sucesivos. Con esta asunción, se supone que hay un 50% de
solapamiento, así que A sería finalmente 17.106 m2.
6. La proporción de la ventana de riesgo ocupada por los rotores se calcula co-
mo A / W = 0,38. El número de ánsares comunes que cruzan los rotores ca-
da año sería finalmente n x A / W = 3.546.
Para ilustrar este escenario se han utilizado datos de aguilucho pálido tomados
durante observaciones de movimientos de rapaces en una zona destinada a una
planta eólica en Argyll, oeste de Escocia. El área prospectada incluía 1 km alre-
dedor de las plataformas de las turbinas en proyecto. Se realizaron un total de 96
horas de observación desde cuatro miradores durante la época de cría (abril-julio)
de un solo año. Durante este tiempo se observó a los aguiluchos volando a una al-
tura de 10-100 m del suelo, durante un total de 22,3 minutos. La actividad de los
aguiluchos se concentró en el sureste del área de estudio, probablemente porque
ofrecía mejores condiciones para la búsqueda de alimento o porque estaba más
cerca de los nidos. Sin embargo, la localización de los nidos de los aguiluchos
cambia todos los años, así que se decidió asumir un uso aleatorio del área de es-
tudio. Se utilizaron datos sobre la distribución temporal de las actividades de los
aguiluchos en el área de observación para predecir la actividad de vuelo en el es-
pacio reducido que contenía las turbinas en proyecto, de la siguiente manera:
1. Con un GIS se identificó la superficie visible del área de observación desde
cada uno de los miradores.
2. En cada mirador se calculó la proporción del tiempo de observación en que
los aguiluchos volaron a una altura entre 10 y 100 m.
3. El tamaño del área de riesgo durante el vuelo se obtuvo promediando los
valores de actividad de vuelo por hectárea de área visible en cada mirador:
(F) = 3,043 x 10-6.
4. Los rotores de las turbinas que se preveía instalar tenían unas aspas de 52 m
de diámetro y una altura de buje de 50 m. En consecuencia, la punta de las
aspas se movía entre 24 m y 76 m de altura, en lugar de los 10-100 m del in-
tervalo utilizado para registrar la actividad de los aguiluchos. Por esta razón
se corrigió la proporción de tiempo durante el que los aguiluchos volaban en
el área propuesta para el parque eólico multiplicando por (76-24)/(100-10)
= 0,58 (= 3,03 x 10-4, en definitiva aproximadamente el 0,03% del tiempo).
Aves y parques eólicos 281
La estima del número de aves que transitan a través del área de barrido del
rotor completa la Fase 1 del modelo de Band. La probabilidad de que un ave en
vuelo a través de un rotor sea golpeada se calcula en la Fase 2 de dicho mode-
lo, y depende del tamaño del ave (longitud y envergadura de las alas), la an-
chura e inclinación de las aspas, la velocidad de giro de las turbinas y, natural-
mente, la velocidad a la que se mueve el ave.
Es preciso hacer muchas simplificaciones para facilitar los cálculos. La for-
ma del ave tiene que ser cruciforme, con las alas colocadas en la mitad de la lon-
gitud entre el pico y la cola. Se asume que el aspa de las turbinas tiene anchura
y ángulo respecto al plano de giro, pero su espesor es despreciable.
Para una mejor visualización, hay que imaginar desde arriba al ave volando en
un recuadro que se mueve con ella. En este recuadro móvil, cada pala se mueve
por ejemplo de derecha a izquierda y al mismo tiempo de forma progresiva hacia
el pájaro. Cada aspa corta un trozo de aire cuyo tamaño depende tanto de la an-
chura del aspa como de su ángulo respecto al plano de giro. Las aspas sucesivas
cortan trozos paralelos y progresivamente más cercanos al animal en vuelo. El án-
gulo de aproximación del aspa, α, a este recuadro depende de la velocidad del ave
y de la velocidad del aspa. En la extremidad del rotor, donde la velocidad del as-
282 Aves y parques eólicos
pa suele ser más elevada que la velocidad del ave, el ángulo de aproximación α
es bajo, es decir las aspas se acercan al ave desde el lateral. Cerca del buje del ro-
tor, donde la velocidad del aspa es baja y, por tanto, el ave se mueve hacia un ob-
jeto que se desplaza lentamente, el ángulo de aproximación α es elevado.
La probabilidad de colisión de un ave, para una determinada especie, tama-
ño de aspa, y velocidades del ave y del aspa, es la probabilidad de que un ave
situada en un punto al azar de la línea de vuelo solape con el espacio cortado
por una de las aspas (dado que el ave, en este marco, permanece estática). Por
tanto, dicha probabilidad puede calcularse a partir de una simple consideración
geométrica. Cuando el ángulo de aproximación es bajo, el factor que controla
esa probabilidad es la longitud del ave respecto a la distancia que separa el pa-
so de dos aspas sucesivas. Cuando el ángulo de aproximación es grande, el fac-
tor que controla la probabilidad de colisión es la envergadura de las alas res-
pecto a la distancia física entre las aspas.
Los cálculos permiten estimar la probabilidad p(r, ϕ) de colisión de un ave a
un radio r del eje de giro, y en un punto a lo largo de una línea radial que es un
ángulo ϕ desde la vertical. Es necesario entonces integrar esta probabilidad en
la totalidad del disco del rotor, asumiendo que el ave puede estar transitando por
cualquier punto al azar del área del disco del rotor:
Probabilidad total
= (1/pR2) ⎛⎛ p(r, ϕ) r dr dϕ
= 2 ⎛ p(r) (r/R) d(r/R) (1)
donde p(r) ahora permite integrar en ϕ.
Parámetros introducidos
K: [1D o [3D] (0 o 1) 1 Cálculo de alfa y p(colisión) en función del radio
Nº. aspas 3 Barlovento: Sotavento:
Cuerda máxima 2,8 m r/R c/C α longitud contribución longitud contribución
Inclinación (grados) 15 radio cuerda alfa de colisión p(colisión) del radio r de colisión p(colisión) del radio r
Longitud del ave 0,9 m 0,025 0,575 8,07 27,48 1,00 0,00125 26,65 1,00 0,00125
284 Aves y parques eólicos
Envergadura 1,8 m 0,075 0,575 2,69 9,44 0,68 0,00508 8,61 0,62 0,00463
F: Vuelo batido (0) o planeado (+1) 0 0,125 0,702 1,61 6,47 0,46 0,00581 5,46 0,39 0,00489
0,175 0,860 1,15 5,38 0,39 0,00675 4,13 0,30 0,00519
Velocidad de vuelo 17 m/sec 0,225 0,994 0,90 4,74 0,34 0,00766 3,30 0,24 0,00533
Diámetro del rotor 66 m 0,275 0,947 0,73 3,88 0,28 0,00766 2,51 0,18 0,00496
Intervalo de giro 2,46 sec 0,325 0,899 0,62 3,28 0,24 0,00764 1,97 0,14 0,00460
0,375 0,851 0,54 2,82 0,20 0,00759 1,59 0,11 0,00428
0,425 0,804 0,47 2,51 0,18 0,00766 1,35 0,10 0,00411
0,475 0,756 0,42 2,32 0,17 0,00789 1,22 0,09 0,00416
Razón longitud y envergadura ave: β 0,50 0,525 0,708 0,38 2,15 0,15 0,00809 1,12 0,08 0,00423
0,575 0,660 0,35 2,01 0,14 0,00827 1,05 0,08 0,00432
0,625 0,613 0,32 1,88 0,13 0,00842 0,99 0,07 0,00444
0,675 0,565 0,30 1,77 0,13 0,00855 0,95 0,07 0,00459
0,725 0,517 0,28 1,66 0,12 0,00866 0,91 0,07 0,00476
0,775 0,470 0,26 1,57 0,11 0,00873 0,91 0,07 0,00506
0,825 0,422 0,24 1,48 0,11 0,00879 0,93 0,07 0,00548
0,875 0,374 0,23 1,40 0,10 0,00882 0,94 0,07 0,00589
0,925 0,327 0,22 1,33 0,10 0,00882 0,94 0,07 0,00626
0,975 0,279 0,21 1,26 0,09 0,00880 0,95 0,07 0,00662
Media 17,9%
286 Aves y parques eólicos
6. La probabilidad de colisión viene dada por p a cada radio r, tal como se in-
dica en la ecuación (2). Su máximo valor es 1.
7. La cifra titulada ‘contribución del radio r’ denota cada uno de los integran-
dos de la ecuación (1), comprendido el factor 2, antes de ser integrado.
8. El riesgo total es la suma de todas estas contribuciones.
9. Los cálculos se repiten para condiciones de dirección de vuelo a sotavento.
10. El programa calcula entonces la media de los valores para vuelo a barlovento
y vuelo a sotavento. (Nótese que en un caso real puede ser importante añadir
el efecto del viento a la velocidad base del ave, y considerar que la frecuencia
de vuelo puede no ser igual para vuelos a barlovento y vuelos a sotavento).
El resultado final es el riesgo medio de colisión para un ave que pasa a tra-
vés del rotor.
En el ejemplo de los ánsares comunes, asumiendo vuelo batido, y que los
vuelos a sotavento y a barlovento son equiprobables, resulta una estima media
del 12,3% de vuelos de esta especie que acaban colisionando con un rotor (Ta-
bla 4). Se supone que las turbinas están paradas el 25% del tiempo debido a su
mantenimiento o al exceso o falta de viento, de forma que el riesgo de colisión
resultante es 12,3 x 0,75 = 9,2%. El número de colisiones se obtiene finalmen-
te combinando los resultados de la Fase 1 y 2, es decir el número de vuelos a
través del rotor (Fase 1) x probabilidad de que un ave sea golpeada al pasar por
el rotor (Fase 2). De esta forma se estima que 326 ánsares comunes mueren al
año a causa de las turbinas, si no efectúan maniobras de evitación.
En el ejemplo de los aguiluchos pálidos, asumiendo vuelo batido, y que los
vuelos a sotavento y a barlovento son equiprobables, se obtiene una media de
17,9% de aguiluchos golpeados por las aspas. Como en el ejemplo de los ánsa-
res, el número de colisiones viene dado por el número de aves que vuelan a tra-
vés del rotor x probabilidad de que el ave sea golpeada. Así que se estima que
2 aguiluchos pálidos mueren al año por colisión con las aspas, si el ave no se
desvía de su trayectoria.
En ninguno de los ejemplos se considera el “factor evitación”, pese a que en
realidad es muy probable que una proporción muy elevada de aves reacciona
para evitar la colisión (p.ej. Erickson et al. 2001). Debido a la falta de datos de
la tasa de evitación para las dos especies estudiadas, asumimos que no hay des-
plazamiento de aves por molestias, pero que en un 95% de los vuelos el indivi-
duo efectúa una maniobra para evitar la colisión. Con este ajuste, el número es-
timado de ánsares comunes que perecen cada año en las turbinas sería de 16,3,
y el de aguiluchos pálidos 0,1.
DISCUSIÓN
MÉTODOS DE CAMPO
lander & Rugge 2000) puede ser el método más eficaz de documentar y con-
trolar el efecto de la actividad de los carroñeros y de otras causas de desapari-
ción de cadáveres. Este procedimiento, en combinación con un seguimiento fre-
cuente de la persistencia de los cadáveres, puede emplearse para determinar el
intervalo más eficaz para buscar aves muertas (véase también Strickland et al.
2000). A pesar de todo, con independencia del efecto de los carroñeros, los ob-
servadores pueden no encontrar todos los cadáveres y, en particular, es más pro-
bable no detectar las aves muertas de menor tamaño durante las búsquedas
(NWCC 2000, Strickland et al. 2000). Las tasas de detección también pueden
variar según el tipo de vegetación en el que se estén buscando los cadáveres
(Philibert et al. 1993). La tasa de detección en vegetación densa podría aumen-
tar considerablemente cuando se emplean perros (Homan et al. 2001), pero es-
te método apenas ha sido usado en estudios sobre el efecto de parques eólicos.
Considerando los riesgos asociados a la atracción de especies carroñeras, los en-
sayos de calibrado de las tasas de detección de cadáveres por los observadores
o por perros deberían realizarse preferentemente en un tipo de vegetación simi-
lar pero en una zona alejada del parque eólico de interés. Para terminar, las ta-
sas esperadas de colisión pueden ser tan bajas que no es eficaz desarrollar un
programa de búsqueda de aves muertas por colisión. Cuando hay sólo unos po-
cos individuos residentes de la especie focal, puede ser mejor hacer un segui-
miento de su presencia y actividad (y de paso obtener más información sobre
sus patrones de uso tras la construcción del parque) y realizar una búsqueda só-
lo cuando el seguimiento levanta la sospecha de la posible desaparición de al-
gún individuo. Dadas las dificultades para registrar la mortalidad por colisión,
es necesario desarrollar tecnología de registro automático y remoto de los even-
tos de colisión.
Los datos sobre la actividad de vuelos registrados antes de la construcción,
tanto en el parque eólico como en otros lugares de referencia, sirven de refe-
rencia para compararlos con datos similares obtenidos cuando el parque es ope-
rativo (Anderson et al. 1999). El propósito principal de los estudios posteriores
a la construcción de los parques eólicos es medir el desplazamiento de las aves
atribuible a éstos, pero también tienen un enorme valor para mejorar los mode-
los de riesgo de colisión. Sólo mediante estudios de este tipo es posible des-
arrollar una comprensión adecuada de los efectos de los parques eólicos sobre
las aves. Esto ayudará a simplificar el proceso de selección de lugares poten-
ciales y a reducir la incertidumbre asociada con el desarrollo de los parques eó-
licos. Inevitablemente, las especies escasas o raras que, por definición, son
aquéllas a las que se asigna un alto valor natural y de conservación seguirán ge-
nerando preocupación. Queda clara la importancia de reunir la mayor cantidad
de información posible sobre estas especies con objeto de estimar su riesgo de
colisión. No obstante, en la mayoría de las situaciones es posible obtener una
muestra mayor de observaciones sobre especies más comunes; probablemente
esos datos serán más informativos cuando se comparen con otros colectados en
parques eólicos ya operativos.
290 Aves y parques eólicos
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