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Empleabilidad
Empleabilidad
buena medida, la realización de los seres humanos. Aunque esta debería ser la premisa
fundamental del mercado laboral, lo cierto es que en muchas ocasiones el empleo se ha
constituido en fuente de frustración, pues los modelos de producción a gran escala han olvidado,
en su carrera por el crecimiento, la importancia del ser humano dentro del proceso productivo y lo
han considerado como un ‘insumo’ o material más dentro de la cadena productiva.
Este modelo ha hecho crisis en el ámbito mundial por lo que han aparecido propuestas
‘salomónicas’ tanto para el sector productivo como para los trabajadores. Estas iniciativas son las
que se conocen como flexibilización y desregulación laboral.
Según los economistas Julio Puig y Beatrice Hartz, la flexibilidad buscaba “ante todo desmontar la
legislación laboral y social existente y cancelar los convenios colectivos que garantizaban la
estabilidad laboral de los asalariados, lo mismo que reducir los costos tanto de las contrataciones
como de los despidos. Además, de ese modo, se querían eliminar las trabas a los mecanismos del
mercado laboral para que, dado el nivel creciente de desempleo, se pudiera establecer un nuevo
equilibrio a la baja de los niveles salariales”.
Estas propuestas tienen, como todo, defensores y detractores, Por eso, lo que se pretende hacer
en este documento es trascender las razones ‘emotivas’ y, en cambio, se quiere explicar con cifras
y basados en teoría económica, la inconveniencia de la aplicación de estas propuestas que, en
lugar de generar mayor bienestar, adicionan mayores desigualdades a las existentes en nuestra
sociedad.
Conocidos los objetivos del texto, es necesario explicar qué es la crisis del empleo, cómo se originó
y qué puede hacerse. La crisis del empleo obedece, en gran medida, a la equivocada percepción
que se ha manejado según la cual a mayor crecimiento mayor empleo.
El crecimiento sin empleo, sin embargo, ha sido una realidad observable en muchos casos.
Situación esta que es el resultado de la crisis de un esquema, aplicado por largo tiempo, que busca
márgenes de utilidad cada vez más altos.
De esta dinámica económica han surgido diversas modalidades de trabajos flexibles que no
implican responsabilidad para las empresas, como los freelancers y las subcontrataciones. Por el
lado de los trabajadores, el creciente desempleo y la contratación de mujeres, jóvenes y mano de
obra no calificada, presiona formas de flexibilización pues las dificultades para acceder al empleo
hacen que los trabajadores acepten casi cualquier tipo de condiciones laborales con tal de tener
algún ingreso.
En un mundo con altos índices de informalidad laboral, los freelancers y las subcontrataciones
marcaron lo que en la década de los 90 se convirtió en el modelo de organización del trabajo, con
tres componentes: los empleados vinculados con cierta estabilidad, subcontratistas y consultores.
En segunda medida, la idea de reducir costos en el corto plazo hace que se desestimen las ventajas
que puede traer la inversión en ‘capital humano’ a largo plazo.
En tercer lugar, si se quiere mantener una estrategia de reducción de salarios reales, esto tendría
un efecto al privilegiar bienes de bajo contenido de valor agregado que requieren mano de obra
no calificada.
Finalmente, las teorías de salarios de eficiencia muestran que a mejores salarios, mayor
productividad.
explicarse de varias maneras: la primera, tiene que ver con el poder disuasivo del desempleo sobre
el desempeño de los trabajadores. La segunda, con el efecto de los salarios sobre la nutrición y
bienestar de los trabajadores. Y la tercera, con el modelo de rotación laboral según el cual entre
menores sean los salarios, mayor es la rotación laboral, lo que incrementa los costos para las
empresas.
Además, si los trabajadores reciben salarios bajos no van a tener dinero suficiente para comprar.
Esto indica que aunque la disminución de los salarios pareciera representar una ventaja para las
empresas es, a la larga, desventajoso pues no tienen a quién vender los bienes que producen. La
teoría no demuestra que a mayores salarios, mayor desempleo, como tampoco muestra que a
menores derechos laborales, mayor competitividad .
Aunque según la OIT, durante los años 90 los costos laborales por hora trabajada en la industria
colombiana han aumentado (son de 2,8 dólares), aún siguen siendo bajos. Para citar sólo algunos
casos, en Alemania son de 28,3; en Estados Unidos de 18,2, y en Argentina de 6,3. Lo que
demuestra que el problema en Colombia no es el incremento de los costos asociado con altos
salarios y prestaciones, sino la baja calificación de mano de obra y la ausencia de innovaciones en
la producción y en tecnológica que mejore la productividad.
“Pareciera que ya no es el trabajo el que crea la riqueza, sino la riqueza (más propiamente dicho,
los ricos) la que crea el trabajo: el trabajo es un bien, el empleo un privilegio. Ya no es el que
trabaja el que rinde una utilidad a la sociedad, es la sociedad la que rinde una utilidad
permitiéndole trabajar, de manera que no se prive de un puesto de trabajo”. (3)
Estos efectos de la pérdida de valor del trabajo son evidentes en todas las economías mundiales.
En América Latina, y más concretamente en Colombia, las ventajas de la acumulación rentista (de
capital producido por el capital) han impulsado un orden desigual dentro de un mercado pobre y
pequeño.
En Colombia no hay un Estado moderno, y lo que llamamos mercado nacional no es más que unos
cuantos oligopolios controlados por los cuatro grandes grupos financiero-empresariales, algunas
empresas manufactureras y comerciales en declive, un enorme sector informal en el cual se
genera más de la mitad del ‘empleo’ y unos débiles mercados de capitales y de tierras.
La estrechez y la precariedad del mercado hicieron que las reformas no fueran exitosas y que de
ellas no se derivaran ni beneficios para las empresas (más productividad) ni beneficios sociales
(menos desigualdad). El modelo colombiano favoreció el fortalecimiento de los grandes grupos
económico-financieros y el crecimiento acelerado del ahorro financiero.
Como se ha dicho, en un mercado pequeño y precario, los logros no fueron los esperados. No
puede, sin embargo, afirmarse que estos resultados adversos son producto de la situación
reciente, sino del proceso de desarrollo de la sociedad colombiana. El carácter rentista de esta
sociedad es el factor que más inhibe las posibilidades de un desarrollo productivo y generador de
empleo en condiciones remunerativas y es, por tanto, uno de los mayores obstáculos para la
vigencia de la ciudadanía social.
Por un lado, los pobres estructurales encuentran obstáculos gigantescos para integrarse en la
dinámica económica formal y, los nuevos pobres, surgen de las malas condiciones de empleo y del
desempleo.
Las políticas de empleos de emergencia, es decir, empleos precarios, inestables, sin protección
social y con baja remuneración, no constituyen para la población vulnerable garantía de inserción
social. Buscar entonces la solución al problema del mercado laboral en la reducción de la
protección de los trabajadores carece de toda lógica, porque se trata es de promover políticas de
desarrollo productivo que garanticen empleos de calidad, los cuales no implican necesariamente
empleos con contrato de trabajo tradicional y sueldo medio, sino una gama de opciones que
respondan a las transformaciones tecnológicas y de la producción.
Debido a que el problema del empleo es estructural en Colombia, es decir, es parte de un largo
proceso económico, político y social, es necesario que las políticas públicas se orienten hacia la
construcción de una política productiva y equitativa.
Los ámbitos deseables para Colombia desde este punto de vista son:
Los índices de desigualdad en Colombia son unos de los más altos del mundo, lo que se convierte
en un obstáculo a la hora de lograr una dinámica social incluyente.
Una agenda redistributiva para Colombia debe involucrar los siguientes aspectos:
• Que los terratenientes paguen impuestos: la ‘reforma agraria’ propiciada por el auge de los
narcotraficantes que adquirieron terrenos en el 40 por ciento de los departamentos del país y la
tradición de familias con grandes latifundios de tierras, hace que el cobro de impuestos prediales
altos pueda ser un buen desestímulo a la concentración de tierras. Otra solución, propuesta por
las centrales sindicales, es propiciar la condonación definitiva de la deuda rural y establecer un
sistema especial de crédito.
• Una verdadera reforma financiera: la apertura financiera en lugar de generar un sector más
competitivo y eficiente, propició el robustecimiento de la financiarización como actividad
predominante. Por eso las rentas financieras obtenidas de la intermediación deben gravarse más
fuertemente que las actividades productivas reales. Después de todo, en la intermediación no se
crea valor sino que se apropia. (5)
Otras medidas relevantes son la aplicación de controles más estrictos e impuestos mayores a la
inversión extranjera de carácter meramente financiero, que a la inversión extranjera directa. Se
debe definir, además, en qué casos se otorgan créditos de fomento, pero acompañado de
mecanismos efectivos de control social.
El cobro de impuestos altos a herencias no sólo mejora la distribución de la riqueza y del ingreso
que se derive de su uso, sino también el carácter democrático de las condiciones políticas al
restringir la perpetuación del poder económico de los más ricos. El problema en este país es que
las enormes desigualdades económicas y sociales no son el resultado del esfuerzo, sino de un
régimen históricamente patrimonialista, rentista y patriarcal.
• Gasto público eficaz: de nada sirve captar recursos provenientes de los impuestos de los más
ricos si ellos no se distribuyen adecuadamente y, en cambio, generan burocracia y clientelismo. El
control social y monitoreo al cumplimiento de los resultados esperados es fundamental, pues
permite, por un lado, evitar la inversión en programas que no generan beneficios sociales y, por
otro, prevenir la clientelización y la corrupción a la hora de invertir los recursos.
La mundialización financiera hace que Colombia no pueda ser autónoma en lo que se refiere a la
adopción de una política económica, pues tiene que adaptarse a los cambios económicos
mundiales. Nuestro país no ha escapado al fantasma mundial de la acumulación financiera y ello
ha afectado el empleo.
Uno de los argumentos más difundidos en el medio colombiano es el de que el incremento de los
salarios ocasiona inexorablemente el aumento del desempleo. Sin embargo, ese supuesto fue
ampliamente rebatido hace varias décadas. Además, es cada vez más evidente que, en el caso de
la economía colombiana, donde el nivel salarial es extremadamente bajo, mantener represados
los aumentos salariales está reduciendo drásticamente el consumo de los hogares. Esto, al
contraer la actividad productiva y el crecimiento económico, aumenta y agrava el desempleo.
Al respecto, un reciente estudio del Departamento de Investigaciones y Estudios de la CGTD
explora la posible relación entre el incremento salarial y el desempleo en la economía colombiana.
El estudio parte de los datos correspondientes al período 1984-1999, sobre el incremento del
salario mínimo y las tasas de desempleo, según cifras del Dane. De acuerdo con esos resultados, a
un mayor incremento del salario corresponde una menor tasa de desempleo. Con base en esta
información, no puede seguir afirmándose que en Colombia el incremento del salario tenga como
consecuencia directa el aumento dei desempleo.
• Renegociar con los acreedores de la deuda pública interna los plazos de maduración de los
títulos y restringir al máximo la adquisición de nuevos compromisos de corto plazo y a tasas de
interés elevadas.
• En lugar de incurrir en nuevos créditos que comprometen a futuro aún más la estabilidad,
solicitar a los organismos internacionales y a la banca multilateral el alivio de la deuda pública
externa como un aporte al proceso de paz.
3. Políticas mesoeconómicas
Mientras que el índice de industrialización en 1991 fue 21,1%, en 1995 cayó al 18,8%. Así mismo,
en materia agropecuaria la expansión de la ganadería extensiva y la crisis de los cultivos
permanentes ha impedido que la mayor dinámica de los cultivos transitorios hale una mayor
demanda por mano de obra rural.
La ausencia de políticas sectoriales de desarrollo productivo, en particular una política industrial y
agropecuaria orientada a la construcción consciente de ventajas competitivas, es una de las fallas
principales en esta década.
En el sector industrial debe combatir las estructuras oligopólicas y poner en marcha mecanismos
de fomento estratégico en función de criterios objetivos y no de presiones rentistas.
Ricardo Bonilla, de la Mesa sobre Empleo, propone las siguientes acciones para la recuperación
económica y el desarrollo de la producción nacional: (6)
* Flexibilización pero no desmonte de los incentivos a las exportaciones. Mantener el Plan Vallejo
para bienes de capital.
* Eliminar aranceles para bienes de capital no producidos, así como el Impuesto al Valor Agregado
al bien y a su transporte.
* Modificar los programas del Sena a partir de una mayor incorporación de nuevas tecnologías y
fortalecer los centros de productividad y los centros de enseñanza técnica.
La confluencia de factores sociales, políticos y económicos hace que sea necesario abordar la
solución al problema del empleo desde diferentes aspectos:
Estos datos se dan al tiempo que la educación superior ha sido víctima de una expansión de la
oferta de mala calidad auspiciada por la Ley 30 de 1993, que permitió la flexibilización de los
requisitos de apertura y acreditación de los programas.
5. Reformas a la Ley 100 de Seguridad Social. Debe considerarse que la temporalidad del empleo,
el aumento del subempleo, la reducción salarial y la rotación laboral afectan negativamente la
seguridad social.
En ese sentido es necesario que las reformas del mercado laboral no impliquen bajo ninguna
circunstancia un aumento de la desprotección social. Incluso, es necesario reformar la Ley 100
para establecer fórmulas que garanticen la protección laboral de los trabajadores informales. (7)
6. Otras propuestas:
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Este pilar está dirigido a mejorar las capacidades del talento humano, y a brindar a las personas
una formación pertinente para las necesidades productivas del país, con lo que se facilite su
inserción laboral.
Para lograr este objetivo se requiere un Sistema Nacional de Cualificaciones que se adapte a las
necesidades del sector productivo del país en competencias para el empleo.
Formar mecánicos, electricistas, carpinteros, entre otros, requiere de instructores (no profesores)
y de talleres dotados (no aulas de clase). Por eso es necesario diseñar la estructura y
funcionamiento de la formación por competencias laborales, incluyendo técnicos profesionales,
tecnólogos y técnicos laborales que son egresados de universidades, instituciones técnicas y
tecnológicas, SENA y entidades de Educación para el Trabajo y el Desarrollo Humano - ETDH.
Como instrumentos del Sistema Nacional de Cualificaciones, creados y definidos por el Plan de
Desarrollo, están, entre otros, el Marco Nacional de Cualificaciones y el Sistema de Calidad, que
deben alinearse con la política de desarrollo productivo. Esto se logra a través de la coordinación
de los procesos de normalización de competencias, que define lo que necesita el sector
productivo, con el Marco Nacional de Cualificaciones que sirve como base para definir la
formación que se les da a las personas. Esto permite garantizar pertinencia en la formación.
El Sistema de Calidad permitirá asegurar los estándares de la formación para que sea competitiva
e impulse la productividad.
Menos del 20% de las empresas tienen un área de talento humano, por lo tanto el principal
objetivo consiste en el fortalecimiento de la gestión empresarial a través del Servicio Público de
Empleo - SPE suple esta necesidad, en particular en el caso de micro, pequeñas y medianas
empresas que enfrentan las mayores dificultades en este campo.
Se debe incentivar la participación del empresario en la inclusión laboral de los más afectados por
el desempleo (personas con discapacidad, víctimas jóvenes sin experiencia, entre otras), revisando
y hacer seguimiento a los incentivos que brinda la ley, como los contenidos en la ley pro-jóven. En
ese mismo sentido, se debe impulsar a los empleadores a aprovechar la reciente ley de
financiamiento, que posibilita mayor inversión por parte del sector productivo con el fin de
generar empleo.
El Plan de Desarrollo contempla la unificación de las bolsas de empleo, que hoy en día funcionan
de manera dispersa a lo largo del país. Esto también requiere de un esfuerzo en inversión en
tecnología que se llevará a cabo durante el presente gobierno.
La política de migración laboral será el conjunto de normas y arreglos institucionales que, apoyada
en el Servicio Público de Empleo - SPE, facilite la gestión del empleo para colombianos que migran
hacia el exterior, los que retornan y los extranjeros que llegan. Igualmente facilitar la movilidad al
interior del país. En este último caso estamos diseñando el Permiso Especial de Trabajo para
migrantes, con el fin de que regularicen su situación, no caigan en el abuso de la informalidad, y en
consecuencia no desplacen mano de obra local.
Por esto, se propone que las herramientas del Sector Trabajo se potencien a partir de una
articulación efectiva de:
Con lo anterior, se busca que la cara del Ministerio en el territorio no sea exclusivamente
Inspección, Vigilancia y Control, sino también cuente con el acompañamiento paulatino para el
ingreso a la formalidad, es decir, acompañar al empresario y al emprendedor en la realización de
los procesos de afiliación a seguridad social y promoviendo promover canales únicos que faciliten
los procesos