El escenario a oscuras.
A uno de sus costados, en el patio de plateas, hay una
mesa y una silla. Sobre la mesa, una lampara ahora apa-
gada.
Aparece el avTor, vestido de entrecasa. Enciende lw
laémpara, se sienta a la mesa, abre un cajén, extrae un
cuaderno. Prende un cigarrillo. Luego de un instante do
retlexion comienza a escribir,
El escenario se ilumina.
Tendida en un divan, JULINTA duerme.
levantate, (Un silencto.) Julieta, que ya son las cua-
tro de la tarde. (Un silencio.) {Me oyes, Julieta
querida? (Un silencio. De pronto la voz se vuelve
atronadora.) {Te vas a levantar o no te vas a levan-
tar, haragana de miércoles!
alondra que anuncia el dia.
(Se incorpora, se despereza, se pone de pie. Y de
pronto permanece rigida como una estatua, Hs que
él AUTOR ha dejado de escribir y, la mirada perdida,
parece meditar, Después de unos instantes reanuda
sus garabatos y JULIETA recobra el movimiento y la
palabra.)
JULIETA.-— Amo a Romeo. Romeo me ama. Ayer nos
easamos en secreto. Anoche fuimos dos almas en un
91
‘YO DE LA NODRIZA.— Julieta. (Un silencio.) Julieta,
JULIETA.— (Despertando, sofiadora.) Ws la voz de lasolo cuerpo. Ahora somos un alma dividida en dos
cuerpos separados. Oh Romeo, devuélveme la mitad
de mi alma. Espero que esta noche repita su visita.
Voy a vestirme. Debo estar hermosa para Romeo.
Mi Unica ocupacién debe ser ésa: agradarle. Su
unico oficio: admirarme. Y el de los dos: amarnos.
Me pondré el vestido de seda blanca. No, el blanco
virginal ya no me sienta. Mejor el de terciopelo
granate, color de la pasién. En los pies, chapines
de seda. Una red de hilos de oro alrededor de mis
cabellos de oro, Rubies en mi garganta, esmeraldas
en mis orejas, cuatro o cinco anillos en mis dedos.
Pasta carmin para mis labios, Asi Romeo podra
decirme que tengo labios de carmin. Colorearé mis
mejillas con agua de ptirpura. Para que vea que to-
davia me ruborizo. En los parpados un poco de tierra
de Egipto..Creera que el amor me ha vuelto ojerosa,
iY perfumes! ; Todos los perfumes de la Arabia!
iTodas las esencias del Oriente! {SAndalo! iMirra!
iCasia! No. Oleré a tumba y a convento. Me recti-
fico. {Rosas de Ispahén! ;Nardos de Estambul! iVio-
letas de Parma! |Claveles de Andalucia! jJazmines
del Paraguay! (Se mira en un espejo de mano.) Estoy
hermosa. (Aparta el espejo.) Estoy tan hermosa qua
no debo mirarme. Me enamoraria de mi misma y de-
jaria de amar a Romeo, Oh Romeo, Romeo, cudnto
te envidio, puesto que Julieta te ama.
(Entra la NopvRIza. Ademanes descompuestos,
gritos.)
NODRIZA.— jJulieta, ay, Julieta! No sé como decirtelo,
JULIETA, — {Lleg6 Romeo? Lo esperaba. Que pase,
NODRIZA. — (Cae de hinojos.) ;Teobaldo maté a Mer-
cucio! jMercucio maté a Teobaldo! jRomeo maté
a Mercucio y a Teobaldo! iToda Verona arde en
rifias callejeras entre Montescos y Capuletos! js
la guerra! j Ay, ay, ay! iEs Ja guerra!
(Y, sollozando ruidosamente, apoya la frente en
el suelo. JULIETA la mira. Y luego va y se sienta
en el divin, muy erguida.)
92
{Y para esto me vesti!
¥ (Silencio e inmovilidad en escena: el AUTOR ha
q dejado de escribir. Chupando el extremo de la esti-
i lografica, la mirada perdida, piensa, Una pausa.)
jULIETA. — (La voz cambiada.) No. i
Autor. — (Se sobresalta. Mira a su alrededor.) ,Quién
hablé? ' :
JULIETA.— Yo, Dije que no. Que no quiero seguir re-
' presentando esta fantochada. ‘
AuTOR.— Cémo, fantochada. ,Y. usted qué sabe eémo
“sigue la obra? Tengo una idea fantastica, aqui aden-
) tro. (Se golpea la frente.) Se lo aseguro yo.
J ULINTA. — Expliquemela. ;
AUTOR. —Disculpe, pero no tengo por qué explicarle
nada. Desde cuando los personajes discuten con el
» autor? Desde Pirandello, ya lo sé. Y si vamos @ ver,
desde el primer hombre que escribié una obra de
ae No soy yo quien discute con usted, Es usted
mismo, ahi dentro de esa cabecita. No sera tan fan-
tastica su idea, si no esta convencido. ee
AT .— Yo? Perdone. Yo estoy convencidisimo, :
a Sin embargo, cuando me levanté de dormir
“me tuvo aqui varios minutos parada, sin moverme,
sin hablar... Y entretanto usted no sabia cémo se-
' guir adelante. :
ae — jLo sabia! Pero de golpe me asalt6 cone on
escrupulo... Después de todo usted es Julieta, enti
“cierto respeto, una especie de temor reverencial,
‘ —% mi? :
; ice or aid y por... Bueno, pero usted vio que
" fue un segundo. En seguida continué escribiendo. Lo
' que me propongo, con usted y con Romeo...
fULIETA. — (Feliz.) Ah, jvendré Romeo? i :
ror. — Si. Pero no para lo que usted se imagina.
fULIBTA. — ; Qué cree que me imagino?
\uToR. —{Otra noche de bodas? No. ‘
JULIETA. — Vendra para que los dos muramos juntos.
93,AUTOR. —Juntos moriran, pero no como usted piensa,
le repito. ‘
JULIBTA. —Y entonces,... {para qué nos trae aqui?
AUTOR. —- Porque quiero demostrar...
JULIETA. — (Lo imterrumpe, enojada.) Demostrar, de-
mostrar. Ni Romeo ni yo demostramos nada. Lo
unico que demostramos es que nos amamos, Y eso
ya lo sabe todo el mundo, Miren un poco. Nos utiliza
para sus experimentos, 6
AUTOR. — (Se pone de pie, encara a JULIETA.) Justa-
mente, Con ustedes no necesito traer a escena nin-
gin antecedente, que en el teatro son un engorro.
Usted es Julieta, Romeo es Romeo, el ptiblico los
conoce, no hay necesidad de explicar nada. Hago con
ustedes dos lo que me he propuesto hacer, cuestion
de cinco minutos, y, después los dejo libres para que
Se amen y se suiciden todas las veces que. quieran,
2} Conforme?
JULIETA. —Hum... no sé. é
AUTOR. — Vamios, sea buenita. Siga representando lo
que yo escribo en este cuaderno.
JULIETA.— Es que me cuesta pronunciar las palabras
que usted me obliga a decir. Conozeco otras mucho
mas hermosas,
AUTOR, — (Se ha sentado. Duleemente.) Lo sé, lo sé...
(Suspira.) Pero ésas no las he escrito yo, desgra:
cladamente.,
JULIETA. — (Recita.) ‘Aunque eres mi alegria, no mo
alegra el pacto de esta noche, Hs demasiado brusco,
demasiado temerario, demasiado repentino...”
(Hl AUTOR, que escucha atentamente, a ratos wno
su voz a la de JULIETA y. ambos recitan al untsono,)
JULIETA (Y EL AUTOR).—“,..semejante al relAmpago
que se extingue antes de que podamos decir: jel ro
lampago! Este capullo de amor, madurado por %l
halito ardiente del estio, tal vez se haya convertido
en flor galana cuando volvamos a vernos...”
AUTOR. — (De pronto grita:) {Basta!
94
(Y se pone « escribir furtosamente, JULINTA 1eCO»
bra el movimiento, la NODRIZA reanuda sus golloson,)
(ULIETA.-;Y para esto me vesti! Para que me dejo
Hy plantada por esos idiotas. Plantada como una cual-
| quiera. Enjoyada y perfumada mientras él se divier-
te con Teobaldo y Mercucio. Por lo visto le interesan
mas sus amigotes que yo.
DRIZA. — (Se ha puesto de pie y, como si nada fuera,
dice:) Los hombres son asi.
IETA. — Ah, pero yo a éste le daré una leccién.
DRIZA.—— Por correspondencia. Hl Principe lo deste-
tro a Mantua.
ULIETA.— 2Y 61? ,Obedeci6? Ah, obedecid. Entre el
“Principe y Julieta elige al Principe. Entre lo que
le ordena la ley y lo que le ordena el amor se queda
by con la ley. ¥ yo que lo llamaba “mitad del alma mia’.
) Ahora vera de lo que es capaz una mujer con el alma
a@ medias.
DRIZA. —{ Qué piensas hacer?
ULIETA, — Por empezar, pedirte que me dejes sola,
RIZA. — 4 Un consejo? Buscate otro noyio.
JULIETA.— {Para qué? {Para que después Romeo se
me haga la victima? {Para que diga por ahi que soy
uma casquivana y que lo he traicionado? No. Quiero
que se sienta el unico culpable, Que lo abrumen logs
remordimientos. Q
\DRIZA. — Oye. No pensaras suicidarte.
LIHTA. — jHstas loca? Muerta, no presenciaria su
lesesperacion. Y yo quiero verlo retorcerse las ma
nos, golpearse el pecho, aullar como un poseido. Haré
algo mejor. Ahora vete. (Grita.) {Que te vayas!
(La NODRIZA esté por decir algo, luego se va. Bn
seguida reaparece, hace un ademds como para rom-
per a hablar, se va, Vuelve a entrar, repite su mimica.
\Y entretanto el AUTOR escribe, tacha, escribe, tacha,
| JULIETA permanece inmovil. Antes de irse por tercera
ez, la NODRIZA se dirige al AUTOR.) .
a
RIZA.— 4 Se puede saber qué pasa conmigo? Me
iene de aqui para alld como un monigote,
‘OR. — Es que no encuentro una réplica para usted,
95NODRIZA. — (Desdefiosamente.) jEstos autores moder-
nos! El sefior Shakespeare me habria hecho declamar
todo un disecurso, Y en inglés. Y usted no encuentra
una réplica ni en modesto castellano.
AUTOR. — (Sonrisa de hiel.) Hstaba seguro, Estaba se-
guro de que, més tarde o mds temprano, alguien me
taparia la boca con ese nombre. &
NopkiIzA. — {Con el de mister Shakespeare? Vaya ci-
nismo el suyo. Le roba al otro los personajes y enci-
ma pretende...
AUTOR. — {Yo no pretendo nada! Y si se trata de robar,
le recuerdo que para el que roba a un lJadr6n, cien
afios de perdén *. No le escribiré ninguna réplica,
Vayase. Vayase y no vuelva mds. No la necesito.
NODRIZA.— Favor que usted me hace, En ciertos asun-
tos, cuanto menos la compliquen a una...
(Se ha ido. El Autor, que la seguta con la vista
y una expresion encolerizada, ahora se sonrte malig-
namente. Eseribe. Reaparece la NODRIZA.)
NODRIZA.— ;Otra vez? {Y ahora qué se le ofrece?
AUTOR. — Nada. Queria demostrarle que aqui el unico
que manda soy yo. i
(La NoDRIZA barbota un insulto en inglés y sale
corriendo.)
AUTOR. — {Qué dijo esa lengua larga?
JULIETA, — (Inmoévil.) Son los inconvenientes de tratar
con nosotros. Ese sefior... ese sefior que usted no
quiere que se lo nombremos... nos infundié tanta
vida que es dificil dominarnos.
AUTOR. — Ya van a ver si los domino 0 no los domino,
El los habra creado. Pero ahora yo soy el autor y mé
obedecerdn por las buenas o por las malas.
(Escribe rabiosamente. Entonces JULIETA toma wh
frasquito, lo destapa, lo huele, bebe el contenido. Sé
arrastra hasta el divdn, se acuesta, eruza las manos
* Shakespeare, en sus obras, tomé argumentos (y &
veces parrafos enteros) de otros autores.
96
sobre el pecho, cierra los ojos, toma la apariencia
un cadéver. :
_ El autor deja de escribir. Se pone de pie. Las lueces
escena s¢ apagan. El AUTOR enciende otro ciga-
prillo. Se pasea, pensativo. Y de pronto el escenario
8e ilumina con una tenue luz blanca. Entra la NODBI-
. El AUTOR seguird pasedndose, meditabundo.)
IZA. — { Julieta? Julieta. Duerme como un tronco.
jJulieta! Qué suefio tan pesado, Tendré que sacu-
firla. Vamos, remolona. Arriba, cataplasma. Dios
Mio, esté muerta. Me engafié. Me dijo que no se
Suicidaria y se suicidé no mds. j}Oh desgracia! {Oh
dolor! ;Sefior Capuleto! jSefiora Capuleto! | Julieta
ha muerto! jJulieta ha muerto!
iy gritando y haciendo terribles aspavientos se
. La luz en el escenario se apaga. Hl AUTOR, junto
escritorio, reflexiona.)
for. — Tal vez convendria intercalar una escena asi.
"Bntra xomeo embozado en una capa negra. Se
iproxima al divdn. Contempla a JULIETA, Luego se
(HO, — Era verdad, Julieta se ha suicidado. Veloces
hensajeros corrieron a Mantua a darme la noticia,
junto con la noticia, hacian tintinear en el aire la
rden de que volviese, la amenaza de que en caso
itrario me traerian por la fuerza. Todos se des-
jan de mi con el mismo sonsonete: “Romeo, ahora
ws cudl es tu deber”. He comprendido. He vuelto.
{ estoy. No he encontrado a nadie en el cami-
Nadie me estorbé el paso. He llegado hasta el
soleo de los Capuletos a través de una Verona
amamente desierta, sospechosamente dormida.
esivo azar, demasiada benevolencia de la suerte,
97desconfiable fortuna. Celestinazgo de la noche, {cull
es tu precio? Los que te han sobornado ahora mi
espian, huéspedes de tu sombra. Aguardan a quil
les entregues lo que les prometiste. ~Y qué les pro
metiste, oh noche traidora? 1Mi suicidio! Asi po
drén dar por concluida esta historia que tanto loj
irrita y que quieren terminar cuanto antes. Juliet
ya ha escrito la mitad del epilogo. Ahora yo debenl
afiadirle la otra mitad, Y si no lo hago por mi propiil
iniciativa, me obligar4n a hacerlo mediante técnicai
insidiosas 0 violentas, Empezarén llamandome Rome
de pacotilla, amante de yeso, la mujercita de loy
Montescos, Cuestion de herirme el amor propio. Dew
pués me cerrarfn todas lag puertas, seré tratad(
como el peor de los delincuentes. Por fin me acu
sardn de ser el asesino de Julieta y alguien se crew
v4 con derecho a vengar mi crimen, O escribo yo lij
conclusién o la escribir4n ellos, pero siempre con |
misma tinta: jmi sangre!
MEO.—-{Te das cuenta de lo’ que has hecho? {Era
cesario exagerar hasta tal punto? Nos amabamios,
té bien, nos amdbamos. Pero de ahi no habia que
sar. No tenias por qué complicar a la muerte, El
or tiene sentido mientras se vive. Después, qué
porta. Pero ti, con tu famoso suicidio, lo trans-
sormaste en una historia de ultratumba y, lo que
peor, me enredaste a mf. Sin mi previo consen-
miento, aclaremos. Soy un hombre normal, no un
laniatico suicida. Pero ahora debo suicidarme yo
mbién porque, si no, dejaré de ser Romeo.
| (Se aparta de suLinta, se dirige al piblico.)
MEO.— |Funesta paradoja! Para no dejar de ser
(omeo debo dejar de ser Romeo. Esto me pasa por
amorarme de chiquilinas. Son melodramAticas. Lo
toman todo a la tremenda. ; Amar 0 morir! {HI tala-
10 0 la tumba! Y asf favorecen los planes de los
dultos, que aprovechan esa rigidez para quebrarles
la voluntad como lefia seca. Pero yo me niego. Todo
sto es una emboscada tendida con el tinico propé-
vito de capturarme. Rehtiso poner mi cepo en el
epo. Amé a Julieta, la amé mientras vivia, la loré
ta que se me acabaron las lagrimas. Pero no es-
en mas de mi. No me exijan mas, La vida justi-
fea todas las locuras del amor, pero no hay amor,
jor loco que sea, que justifique a la muerte, Buenas
hoches. :
(Se acerca w JULIBTA, la mira, da una patada oi
el suelo.)
ROMEO. — {Te das cuenta... ?
(Bruscamente se calla Y permanece inmévil. I)
AUTOR, sorprendido, levanta la cabeza.)
AUTOR. —{ Vamos! {Qué esperas? 1Contintia!
(Pero ROMEO se mantiene quicto y callado.)
AUTOR. — Otro al que se le da por hacerse el pirany
delliano. Qué desgracia, Es la tltima vez que me moli
con Shakespeare. (A ROMEO.) {Se puede saber qul
te ocurre? {No te gusta esa palabra? (RoMEo, 4(ij
> volverse, dice que no con la cabeza.) Est4, bien, lit
cambiaré por otra mds suave.
(Ya se emboza en su capa y se dispone a salir,
ando JULINTA, que entretanto habla despertado, se
heorpora.)
WIHTA. — Buenas noches.
| (ROMEO da un salto.)
(Tacha y sigue eseribiendo. Se reanuda la accidn,) WEO. —- , Quién saludo?
‘A. — Mi fantasma.
ROMEO. — {Te das cuenta, atolondrada? ‘
AUTOR. — (Rezonga para st, sin dejar de escribip)
Como si entre atolondrada y. babieca hubiese muchy
diferencia,
98 99| ROMEO.— {Un modo? ; Cuél? i: Cn
_ JULIETA.— TU mismo me lo has ensefiado, Apliecaré tu
» _teoria.
ROMEO. — {No te habias Suicidado?
JULIETA.—Es lo que todos creen, Pero sdlo tomé uy
nharcdtico que me dio la apariencia de la muerte.
Po catoners «+ ivivest (Rapidamente le quita el puftal del cinto y se lo
clava en el pecho. Con un gemido, ROMEO cae de
rodillas. ELLA lo mira, siempre con aquella sonrisa.)
(Y corre hacia ella con los brazos extendidos, Perg
JULIETA lo detiene mediante un ademdn imperioso,)
JULIETA.—— {No me toques!
ROMEO. — Por qué? Qué te pasa?
JULIETA.— Of todo lo que dijiste.
ROMEO, — En un momento de ofuseacién. Pensé que mé
forzaban a suicidarme yo también.
JULIETA.—-Pensaste que estaba muerta, Y ni uni
lagrima,
ROMEO.— Las derramé todas cuando me dieron la no
ticia.
JULIETA. — Ni un gesto de dolor.
ROMEO. — No se puede sentir miedo y dolor al mismo
F JULIETA.— Tenias razén, Me inspiras dolor, piedad,
| quiz& repugnancia, pero no amor. Buenas noches,
Romeo.
(Da media vuelta y se dirige hacia la salida.
ROMEO, @ duras penas, se arranca el punal y corre
hacia JULIETA.)
) ROMEO,— También tu tenias raz6n. Cuando se ama,
queremos que se nos siga amando atin después de
muertos,
(Y la apufiala. Caen el uno encima del otro, como
abrazados. Entran silenciosamente, por distintos late-
rales, FRAY LORENZO y la NODRIZA. Se ponen de hino-
jos & cada lado de la pareja.) a
"FRAY LORENZO. — {Oh Romeo!
NODRIZA.— jOh Julieta! :
FRAY LORENZO. — {Oh eternos amantes!
NODRIZA. —; Oh amantes perfectos!
AUTOR. — (Casi a los gritos.) j Apagén final!
JULIETA.— No pensabas mds que en huir, en volvey
& Mantua, donde Seguramente te esperan otras mu
Jeres, Te ibas sin una mirada para mi cad4ver,
ROMEO, — Julieta, cuando se est4 vivo no se. oye sind
el reclamo de la vida, ‘
JULIETA.—~ Cuando se ama no debe ofrse sino el recla
mo del amor,
ROMEO. — El amor nos llama desde un cuerpo vivo, Lol
muertos nos inspiran dolor, piedad..,
JULIETA, — Acaso repugnancia.
ROMEO. —... pero no amor,
JULIETA.—- Eso no lo saben log muertos, felizmenty.
Yo soy la tinica muerta que se ha enterado,
ROMEO. -—- (Trata de retomar su papel de enamorado,)
Julieta, ges posible? Es posible que ya no me amoy}
ZA mi, a Romeo?
JULIETA. — 4 Quién te ha dicho que no te amo?
ROMEO. —7Ves? Porque estas viva. Porque los dos oy.
tamos vivos. Y mientras estemos vivos no podremo
dejar de amarnos.
JULIETA, — (Sonrte con sonrisa siniestra.) No croih
Hay un modo de quebrar esa fatalidad,
AUTOR arroja la estilogréfica sobre la mesa, estira
los brazos, parece fatigado, Entra la MUJER del
AUTOR con un pocillo de café.)
/ MUJER. — ; Terminaste? -
AUTOR. — Si. (Bebe el café.)
)MUJER. — 7 Estés contento?
"AUTOR. — Uno nunca esta contento. i
"MUJER. — Cuantas vueltas tienen log escritores, Escri-
ben lo que se le da la gana, Y después ponen cara
_ de martires, como si los hubieran obligado a escribir
lo que no quieren.
100 101
(Y, en efecto, se apagan las luces de escend, HilAUTOR. Nunea entenderds nada,
MUJER.—Y por qué no estas contento, si se puede
Saber.
AUTOR. — Porque me parece que no tenfa derecho a ha-
cer lo que hice. Ya que hablas de los escritores, Pues
bien. Los escritores hemos perdido la inocencia. So-
bre todo, hemos perdido la fe. Con el pretexto de
combatir las mentiras, destruimos las pocas yer-
dades que nos quedaban,
(Se none de pie, le devuelve a su MUJER el poci-
lo vacio.)
MUJER. — No, si cuando yo digo que a ustedes habria
que prohibirles ser tan indecentes...
AUTOR. — (Grita.) {No se trata de decencia! (Se apa-
cigua.) Aunque... quizd... no en el sentido con que
ti lo dices, pero si, tal vez sea una cuestion de de-
cencia... De decencia mental. (Otro tono.) Vamos
a dormir. Es tarde.
(Y se va, La MUJER, con el pocillo en la mano, mira
al ptiblico.)
MUJER. — Linda noche me espera, Siempre que escribe
uno de sus bodrios tiene pesadillas, suefia en voz alta.
Qué maldicién, qué maldicién haberme casado con
un literato.
(Apaga la lémpara y sale. Al cabo de unos instan-
tes $e encienden en el escenario unas luces fantas-
magoricas. Los personajes no se han movtido.)
NODRIZA.— {Y ahora?
FRAY LORENZO. —- Evidentemente, nos esté sofiando.
NoDRIZA. — ;Quién? ;Ese autor de morondanga? ;Pero
hasta en suefios abusa de nosotros? :
FRAY LORENZO.— Espere. Cuando lo escritores suefan
se ponen muy razonables.
(ROMEO ¥ JULIETA despiertan [quiero decir, resu-
cite], se imeorporan, se abrazan estrechamente,
desesperadamente. FRAY LORENZO y la NODRIZA se
102
levantan y retroceden hasta ubicarse cada uno en wn
rincén, desde donde presencian la escena que sigue.)
/ROMEO, — ; Amor mio!
_JULIETA. —jEsposo mio!
ROMEO. — Quiero lavarme la boca de todas esas horri-
| bles palabras que el autor me obligé a decirte,
_ JULIETA, — Yo también, yo también. j;Oh Romeo, cémo
pude pronunciar frases tan crueles, tan duras!
: (Se besan, se acarician apasionadamente.)
_JULIETA.— Te amo, te amo, te amo. Déjame repetir
_ mil veces que te amo para olvidar que una vez ta
dije que no te amaba.
ROMEO. — Y yo te traté de atolondrada, de chiquilina,
Renegué de nuestro amor. Me porté como un mise-
rable, como un cobarde, Yo no querfa, Julieta, te lo
jure, Pero él me Ilené de palabrotas.
ULIETA.— Lo sé, lo sé Olvida ese mal rato, 4 Vea?
' Ahora somos de nuevo nosotros mismos.
| ROMEO.— Me muero de impaciencia por recitar mis
' hermosos versos. (Reciia.) “Aqui quiero quedarme,
con Ios gusanos, doncellas de tu servidumbre, Aqui
fijaré mi eterna morada”, (Transicién,) No me
temblar4 la mano cuando beba el veneno,
pecho. (Recita.) “Oh daga bienhechora, ésta es
tu vaina”’. (Transictén.) Voy a tenderme sobre el
tumulo. +
"ROMEO. — Yo esperaré afuera.
PFRAY LORENZO. — (Avanzando.) Pero, ¢qué estin por
hacer?
NODRIZA. — (Avanzando.) iSe han vuelto locos de ra-
mate?
‘PRAY LORENZO.— {No piensan més que en morir?
NODRIZA. — ; Qué obsesién!
/ ROMEO. — {Obsesién? Hs nuestro destino.
FRAY LORENZO.— Pamplinas, Shakespeare, sin contat
otros a los que nadie recuerda, los mandé a la muer~
_ te. Pero ahora’ no estamos representando a Shalas-
' peare. Ahora somos libres. Entonces, hijo milos,
aprovechen la oportunidad.
108y
JULIETA.—~O sea?
NoODRIZA.—O sea. Me gusta tu rapidez mental. O sea
que pueden hacer lo que se les antoje. En una pa-
labra: amarse y ser felices, y hasta tener hijos si se
les da por ahi.
JULIETA. — jNuestras familias no se opondrén?
FRAY LORENZO. — Querida Julieta, éste es el siglo xx.
Ya no hay Montescos ni Capuletos. La Humanidad
actual se rie de esas rencillas domésticas.
NopRizA.— Ahora los enamorados gozan de todos los
privilegios y hasta de las garantias constitucionales.
Vamos, no pierdan mas tiempo.
ROMEO. En resumen: jqué debemos hacer?
NODRIZA, — Y todavia lo pregunta. Evidentemente, es-
tos chicos, a fuerza de representar siempre la misma
historia de sus amores contrariados, se han yuelto
un poco lelos. A
FRAY LORENZO. — Callese, Nodriza. (A ROMEO y JULIE-
TA.) Muy facil. Saldrén en seguida de aqui. Por lo
que veo, un escenario es peligroso para ustedes. Los
impulsa al drama, Bien. Una vez en la calle digan-
le a la gente: somos Romeo y Julieta.
ROMHO.— {Nada mas? ;Asi? gRomeo y Julieta?
JULIETA, — {Acaso nos conocen?
NopRIzA. — No se hagan los modestos. Todo el mundo
Jos conoce.
FRAY LORENZO.— Y desde hace cuatro siglos llora por
ustedes dos. No se resigna a que sean victimas de
prejuicios estGpidos. Si hubiese sido por los espec-
tadores, ustedes habrian podido constituir un hogar
-eomo Dios manda. Pero es lo que tenemos de malo
los personajes teatrales: el publico, aunque llore,
Se indigne y patalee, no consigue salvarnos. Por eso
ahora, cuando los yean vivitos y coleando, imagi-
nense la alegria que van a sentir. Cuentan con
Su simpatia y, si puedo hablar francamente, con su
complicidad.
NODRIZA.— Mas claro: logs alojaran gratis, los man-
tendrén a cuerpo de rey. Y ustedes se pasardn todo
el tiempo amandose como en la noche famosa. Qué
més quieren.
104
INODRIZA. — Ah, muy bonito. Desconfias de mi.
BRAY LORENZO. — {Cudndo los hemos engafiado? ;No
hemos protegido siempre vuestros amores?
MEO. — Est& bien. Seguiremos el consejo.
¥ LORENZO. — Ya saben. Les bastard decir quiénes
Son. Y la gente les abrird los brazos, les abriré las
puertas de sus casas...
INODRIZA.—_ Y les tenderé el lecho de las eternas nup-
‘cias.
ROMEO. — (A JULIETA.) Salgamos.
PRAY LORENZO. — No. Por ahi no. Por ahi se va a los
/ camarines. Y tengo miedo de que, recordando alguna
'funcion triunfal, decidan quedarse. Salgan por el
patio de plateas.
( Una larga y tierna despedida. Besos, abrazos,
lagrimas. Pero los dos jévenes, a punto de arse, vaci-
| lan en el borde del escenario.)
NODRIZA. — {Qué les ocurre? {Todavia dudan?
RAY LORENZO. —Escapense de una buena vez.
lOMEO.— Es que nos cuesta abandonar este sitio.
ULIETA.— Toda la vida la hemos pasado sobre un
“escenario,
ODRIZA. — {Oh, cudntas historias! Si fuese yo, no me
alcanzarian las piernas.
RAY LORENZO. — Valor, hijos mifos. Recuerden que del
otro lado los aguarda la felicidad, la libertad.
RIZA.— Ve ti delante, Julieta. Los hombres son
Siempre unos gallinas.
ULIETA.— Vamos, Romeo, Salgamos de aqui. Siquiera
Para lucir mi nuevo vestido.
(Ambos, tomados de la mano, descienden al patio
de plaicas, atraviesan el teatro y desaparecen. Las
luces de escena van amortigudéndose poco a poco.)
105NoODRIZA. — Linda cosa. Razonable mientras suefa, Pero
Mafhana, cuando despierte, se habra olvidado de lo
que soné y en cambio sus calumnias contra Romeo
y Julieta han quedado registradas en el papel. Se-
guro que el dia menos pensado estrenar4 esa inmun-
dicia. Con qué derecho, quiere usted decirme.
FRAY LORENZO. — Quién sabe. Quizds esté arrepentido,
Por algo sofié lo que sons.
NODRIZA. — No me fio de los arrepentimientos intimos
de los autores. Llegado el caso, pueden mds la am-
bicién y la vanidad, y terminan encarpetando cual-
quier escriipulo de conciencia. :
FRAY LORENZO.— Me es imposible continuar el dia-
logo, Nodriza. Ya desaparezco. Adios.
NODRIZA. — Adidés, buen fraile,
(En efecto, la oscuridad borra la figura de FRAY
LORENZO, en tanto que una tenue luminosidad sigue
flotando alrededor de la NopRIza.)
NODRIZA,— (En voz alta, como dirigiéndosé a alguien
que esté lejos.) Oiga, usted, escritorzuelo. De mi
no se librar4 tan facilmente, Antes quiero cantarlo
cuatro frescas, Si cree que se lucié escribiendo esa
payasada de los amantes de Verona que se acuchi-
Ilan el uno al otro como dos matarifes, se equivoca,
amiguito. El ptblico silbar& y los criticos lo pon-
dran de vuelta y media. O qué se piensa. ;Que la
gente es tonta y va a permitir que un autorcete de
dos por cinco pase un dedo rofioso por Ja cara de Ro-
meo y Julieta? Si le gustan las suciedades, octipese
de personas como usted. Pero deje tranquilos a esos
j6venes que encarnan toda la pureza del amor. {Ha
comprendido?
(Bruscamente la NODRIZA se hunde en la oscuri-
dad. Después de unos instantes aparece el AvTOR,
vestido con un pijama, descalzo, el pelo alborotado,
Enciende la lémpara. Busca el cuaderno. Va a rom-
perlo en pedazos pero cambia de idea. Lo abre,
Lo lee.)
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TOR. Qué embromar. Shakespeare serf Shakow»
‘peare pero yo soy yo. (Se sienta.) Y esta obritin no
sté del todo mal. (Bosteza.) Contiene una tesly
nteresante. (Bosteza sin dejar de leer.) ¥ hay
Igunas réplicas francamente muy buenas, (Hace
sfuerzos por mantener abiertos los ojos.) No. No
‘oy a dejar de estrenarla porque a alguien se le
' ocurra que... Como hombre, puedo plantearme pro-
/blemas de ética. Pero como autor, estoy obligado
@ seguir los dictados de mi inspiracién. (Deja caer
Ja cabeza sobre los brazos.) La libertad del arte. ue
(Se queda dormido. Luego de unos instantes ronca
escondalosamente. Entra la MUJER del AUTOR, en ca-
misén. Contempla a su marido. Suspira gy menea
la cabeza.)
(Apaga la laémpara. Oscuridad total.)
(Vuelven a encenderse en el escenario aquellas lu-
ees fantasmagéricas. ROMEO y JULIETA vagan como
sondmbulos. El AUTOR y su MUJER han desaparecido,
nee pronto log dos jévenes corren el uno hacia el otro
) ¥ se abrazan. Permanecen abrazados.)
Hi
ULIETA. — E's una ciudad peor que cien Veronas juntas,
ROMEO. — Y no habré Montescos ni Capuletos, pero hay
una gente horrible.
LIETA.—- Ein un primer momento cre{ que nos que
| Tian matar con todos esos artefactos.
tOMEO. — Son maquinas fotogrdéficas,
JULIETA. —;¥Y las otras? ;Las més grandes?
OMEO. — Camaras de televisién, segtin les of decir,
JULIETA.— jY tantos policias!
WOMEO. — No eran policias. Eran periodistas.
JULIETA. — Sin embargo, nos interrogaban con uni eu-
| Pecie de odio.
MOMnO.— Si. Todos parecian querer devorarnos,
ft 107
iJULIETA. — Tengo el cuerpo-lleno de moretones.
ROMEO. — Mira céOmo me dejaron la ropa.
JULIETA.—Esas muchachas estaban como enloque-
cidas. t
ROMEO. — ZY ellos? {Qué te murmuraban al oido?
JULIETA. — Indecencias.
ROMEO.— Si no escapamos a tiempo, quién sabe qué
habrian hecho con nosotros.
JULIETA.—Y pensar que Fray Lorenzo y la Nodriza
nos aseguraron que fuera del teatro seriamos felices.
ROMEO.— (Le toma la barbilla.) ;Quieres ser feliz,
Julieta? :
JULIETA. — (Dulcemente.) Sdlo quiero amarte.
ROMEO. — Entonces, {has comprendido?
JULIETA. — He comprendido.
(Se besan, se abrazan una vez mds, Luego ROMEO
sale por un lateral. JULIETA se tiende sobre el di-
vn, como muerta. Vuelve a entrar ROMEO.)
ROMEO. — (Recita.) “j Julieta querida! Aqui quiero que-
darme, con los gusanos, doncellas de tu servidumbre.
Aqui fijaré mi eterna morada, para librar ‘a esta
carne, hastiada del mundo, del yugo del mal influjo
de las estrellas. Ojos mios, lanzad vuestra Ultima
mirada. Brazos, dad vuestro Gltimo abrazo. Y vos-
otros, oh labios, sellad con un beso el pacto sin fin
de la acaparadora muerte. (Hace como que brinda.)
Brindo por mi amada. (Hace como que bebe.) Oh
buen boticario, tus drogas son eficaces. Asi muero..,
(Cae de rodillas.) con un beso.” (Muere.)
JULIETA. — (Despertando.) “;Qué veo? {Una copa
apretada en la mano de mi fiel Romeo? {Se enve-
nené Romeo? j;Qh, ingrato! Todo lo apuraste, sin
dejar una gota amiga que me ayude a seguirte. Be«
saré tus labios. Quiz4 quede en ellos un resto de pon
zoia para hacerme morir con un reconfortante,
(Besa @ ROMEO.) Tus labios estan calientes todavia,
(Le quita el pufial del cinto.) Oh daga bienhechora,
ésta es tu vaina. (Hiriéndose.) Enmohécete aqui
dentro y dame la muerte.” (Muere.)
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(Entran FRAY LORENZO y la NODRIZA, so hinedh &
cada lado de la pareja.)
AY LORENZO. — {Oh Romeo!
DRIZA.— {Oh Julieta!
AY LORENZO.— jOh eternos amantes!
NODRIZA.— {Oh amantes perfectos!
(Apagén.)
; (Aqui, supondremos, el pitblico aplaude. Se en»
| ctienden todas las luces de escena y de sala. Los acto-
| res se levantan y, tomados de la mano, saludan. Los
aplausos se transforman [Dios me perdone] en una
ovacion porque en el escenario aparece el AUTOR, ves-
_tido como debe vestirse un autor la noche en que sé
esirena una obra suya. La que mds aplaude es su
MUJER, sentada en primera fila y resplandeciente de
| pieles y joyas.
Por fin el AUTOR se adelanta hacia las candilejas,
eon un ademdn pide silencio y habla al piblico. Lo
_ due diga sera cosa suya, no mia.)
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