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RESUMEN
Resumen…………………………………………………………………………......ii
Índice general……………………………………………………………………….iii
Introducción………………………………………………………............................1
Objetivo……………………………………………………………………………..2
DESARR0LLO
REFLEXIONES...……………………………………………………………….….10
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS…...……….......……………………………....11
Introducción
La agricultura se inicia a partir del periodo neolítico, hace más de 10.000 años y
desde entonces la semilla se convirtió en un elemento imprescindible para la supervivencia
y el asentamiento de los pueblos en los territorios, por cuanto vivían de un lado a otro,
nómadas, preponderantemente de la caza, pesca y recolección y se convirtieron en
sedentarios, cuya actividad principal fue la agricultura. Nuestros antepasados producían
alimentos bajo una concepción de agricultura tradicional en armonía con la naturaleza, con
prácticas ancestrales que mantenían la biodiversidad.
Con el paso de los años, la experiencia y el intercambio de saberes, la relación
hombre- naturaleza más estrecha, la observación y la práctica de cultivos ancestralmente,
entre otros, permitieron a estos grupos construir conocimientos sobre las plantas cultivadas,
iniciándose así la selección y el resguardo de semillas de plantas productivas y adaptadas a
las zonas, acordes con la cultura de alimentación de la época. Según Pérez, Felicien y
Saturno (2016) las semillas, como elemento central de las sociedades agrícolas:
Cabe preguntarse ¿Cómo es que si hay tanta tecnología para producir, y de hecho
así ha sido en algunos productos, la escasez de alimentos cada día es mayor el hambre y la
desnutrición en los pueblos y no satisfacen la demanda? Según Josué de Castro, citado por
Stedile y Martins: señala que:
Las semillas son la base fundamental del sustento. Si hoy podemos nutrirnos de
la agricultura en el mundo entero, gozar de los sabores y formas de
alimentación, sustentarnos y sustentar a la humanidad, es porque los pueblos las
han cuidado, llevado consigo y permitido su circulación. Esa base del sustento y
de la existencia está hoy bajo ataque. El objetivo de este ataque es acabar con la
agricultura campesina e indígena y especialmente con la producción
independiente de alimentos, intentando cerrarle el futuro a la soberanía
alimentaria, para convertirnos en una población sin territorio (…) Es un ataque
que se despliega de diversas formas y mediante mecanismos múltiples.
(p. 101).
También refieren que el centro más visible del ataque a las semillas y todo lo que
ellas significan está dado por la propiedad intelectual, cuya forma más común son hoy las
llamadas leyes de derechos de obtentor o leyes UPOV, pero que también incluye las leyes
de certificación, los registros de variedades y las leyes de comercialización. Son leyes y
reglamentos que legalizan el abuso y el despojo y específicamente, permiten que las
empresas se apropien de las semillas campesinas, ya que prohíben y convierten en delito el
uso, la conservación, el manejo, el intercambio y la reproducción de semillas campesinas,
permiten la confiscación y la destrucción de las semillas campesinas, cultivos y cosechas,
obligan a aceptar el allanamiento de las tierras, bodegas y casas, incluso con intervención
militar, e imponen multas y penas de cárcel mediante procedimientos que ni siquiera
permiten una defensa adecuada, ya que parten del supuesto de que los agricultores son
culpables.
Según esta declaración, las leyes violan los derechos sobre el patrimonio genético
de la nación, los derechos colectivos de los pueblos para el libre uso, producción y
comercialización de las semillas y criminalizan el uso de las semillas por los agricultores.
De acuerdo a Grain (2005), referido por el Grupo semilla, las leyes de semilla van
más allá de un simple precio y tipo de semilla a vender, buscan romper con el sistema de
semillas nativas conservadas por milenio que han generado la autonomía de los pueblos.
Ciertamente, esa serie de imposiciones obligan a la utilización por parte de agricultores y
campesinos de semillas de las empresas trasnacionales con los paquetes tecnológicos
incluidos, sopena de ser sancionados, con el objeto de apoderarse de toda la cadena
producción y comercialización.
Estos acontecimientos lo palpamos en la realidad cuando sabemos que solo diez
empresas multinacionales controlan el mercado de semillas y tres de estas (Monsanto,
Dupont y Singenta) controlan el 47%, siendo patentadas la mayoría de las semillas que
producen, incluyendo las destinadas a cultivos agrícolas. Las empresas multinacionales
controlan no solo la semilla, sino también toda la cadena relacionada con la producción de
semillas, cultivo, pesticidas… Han comprendido que al controlar las semillas que
constituyen la base de la alimentación de la población, controlan la soberanía de los
pueblos, la soberanía alimentaria, violando el derecho a la alimentación como un derecho
humano básico, incluido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de las
Naciones Unidas “todas las personas tienen derecho a una buena nutrición como condición
sine qua non para un desarrollo pleno, físico y mental” (artículo 25).
La soberanía alimentaria según conferencia de los pueblos sobre cambio climático
realizada en Cochabamba, citada por Stedile y Martins (2010), se refiere a: