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Es una lástima que ahora resulte difícil entretenerse observando aquello que aseguraba

Moehringer sobre la gente que lee y de cómo eran perfiles fácilmente reconocibles por los
andares que gastaban. Escasea la movilidad en tiempos de confinamiento para poder percatarnos
de la exactitud de dicha premisa, cierto. Pero los libros no. Los libros nunca faltan, ni escasean, ni
desaparecen. Porque tienen la cualidad de habitar en las cabezas durante largos periodos, de
dormir en los techos, de encogerse en los sueños, de estirarse dentro de la cavidad que refugia la
imaginación, de quedarse bailando con los pasados mientras agarra la cintura de los presentes.

Una gran parte de la sociedad ha cobijado su miedo en los libros estos días. Estando dentro de
casa ha recurrido a ellos para poder fabular con la posibilidad de estar fuera, para recordar cómo
son las emociones o si se pueden tocar, para volver a historias que ya leyeron pero apenas
recuerdan, sumergirse en la incertidumbre y la excitación que precede al enfrentamiento con esas
que todavía no estaban descubiertas o para, como confesaba Sabina, enfrentarse a la soledad
acompañado de un hermoso “yo no estoy solo desde que aprendí a leer”. El reloj del mundo se ha
parado pero las manillas de la lectura y de los libros no solo siguen girando con la misma
intensidad que siempre, sino que incluso parecen haber intensificado su frecuencia.

Es por eso que desde la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) han decidido poner
en marcha una campaña a través de redes sociales con motivo del Día Internacional del Libro
denominada #GraciasLibro cuyo propósito, además del homenaje generalizado evidente a la
multitud de virtudes que ofrecen estos discretos aliados de papel, es regalar protagonismo a todas
las partes implicadas en el proceso de lectura. Desde escritores, editores, libreros hasta
distribuidores y lectores. Todos ellos quedan invitados a participar en una iniciativa cuyo
mecanismo es sencillo y nada piramidal: hacerse una fotografía en su rincón favorito de lectura en
su casa y compartirla en Instagram y Twitter con la etiqueta #GraciasLibro #GracièsLlibre
#Eskerrikaskoliburua #Grazaslibro. Además de esto la foto debe ir acompaña para completar el
objetivo de una sucinta explicación en la que relaten de qué manera les está ayudando el libro a
pasar estas semanas.

“Queremos que los libros tengan visibilidad en su celebración y, por eso, hemos desarrollado esta
acción para que los ciudadanos muestren su gratitud hacia un objeto que jamás encontrará un
sustituto comparable. Nos gustaría ver, sobre todo, a los lectores anónimos, pero también a los
escritores, ilustradores, traductores, diseñadores, libreros y distribuidores, a nuestros políticos,
académicos y profesores, a nuestros periodistas, a nuestros empresarios, a nuestros artistas y
deportistas... Todos unidos por tener un libro entre las manos”, ha señalado Miguel Barrero,
presidente de la FGEE para contextualizar el surgimiento de esta campaña. También animan desde
la federación a realizar el #RetoLibro, cuya diferencia con #GraciasLibro reside únicamente en el
añadido de retar y animar a otros usuarios a que hagan lo mismo una vez esté subida la foto en
cuestión. Que las redes se transformen en una prolongación enriquecedora del salón de casa
durante la celebración de un día tan especial. En una gran sala de lectura virtual compartida en
donde las palabras nos igualen, nos acerquen y nos humanicen un poco más de lo debido.

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