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María Camila Fonseca Caro

SFC. Günther Anders

Sobre el impacto de los dispositivos tecnológicos en la vida actual del hombre


¿Qué cambios devinieron con la creación de la radio y del televisor? ¿Se ha transformado desde
entonces nuestra manera de ser en el mundo? Intuitivamente resulta sencillo afirmar que ambos
dispositivos efectivamente han cambiado varios aspectos de nuestra vida. De hecho, la manera más
común de juzgar su impacto es reconociendo los beneficios y perjuicios que ocasionan a la hora de
ser utilizados, es decir, dependiendo del contenido transmitido. Pero esta manera de ser juzgados
presupone que estos sean valorados como medios y no por sí mismos, como artefactos que,
independientemente de su uso y del tipo de contenido emitido, han efectuado cambios significativos
en nuestro diario vivir. Es decir, no reconoce el impacto que su creación y utilización implico en la
vida actual del hombre. Precisamente este eslabón olvidado es el que desarrolla el filósofo Günther
Anders en el primer volumen de su texto denominado La obsolescencia del hombre. Allí, el autor se
divorcia de aquella valoración del televisor y la radio como medios, y reconoce el impacto que ellos
mismos implicaron en la manera de relacionarnos con el mundo. Dentro de aquel impacto se
encuentra la transformación de nuestra realidad a una que él denomina ‘fantasmagórica’, el cambio
de las dinámicas del hogar y la anulación de la facultad del habla. En lo que sigue se expondrá en
qué consisten cada uno de estos cambios, y cómo es que Anders termina divorciado de aquella
perspectiva de los dispositivos como medios.

Los dispositivos modernos como objetos transformadores: un rechazo a la dicotomía ‘medios’ /


‘fines’
En términos generales podría resumirse el principal planteamiento de Anders, respecto a los medios
de comunicación, de la siguiente manera: Los dispositivos modernos de comunicación (la radio, el
televisor, ¿el celular?) han afectado nuestra manera de ser en el mundo, independientemente del uso
(positivo o negativo) que les demos. Su impacto responde a las dinámicas del consumismo que
tienen lugar originariamente en la esfera del hogar. Estos han transformado la manera de
relacionarnos con el mundo, pues nos han hecho consumidores de la imagen de la realidad y no
participes de ella. Y, además, nos han convertido en seres despojados del habla.
Bajo el antedicho planteamiento se encuentra como supuesto la superación de la distinción entre
fines y medios. Es claro que los dispositivos modernos conocidos como ‘medios’ de comunicación,
información y entretenimiento han transformado nuestra manera de relacionarnos con el mundo. Sin
embargo, esta transformación es solo perceptible en el momento en que estos dejan de ser juzgados
como meros medios y empiezan a ser comprendidos como hechos o sucesos que por sí mismos nos
afectan. Cuando juzgamos aquellos dispositivos como simples medios, no valoramos al dispositivo
mismo, sino a lo que por medio de este se está emitiendo. Así, terminamos afirmando el ‘optimista
argumento’: “(…) lo que interesa es exclusivamente lo que hacemos con esos dispositivos, (…), con
qué fines los utilizamos como medios: buenos o malos, humanos o inhumanos, sociales o
antisociales.” (p. 107) Lo que ocurre es que al afirmarlo ubicamos al aparato en una dimensión
ambivalente y relativa, y nos olvidamos de su realidad. Juzgamos el contenido que se emite, y respecto a
este juicio relativizamos la realidad del aparato. Es decir, valoramos los efectos que este ocasiona con
respecto al contenido que emite y no con respecto al aparato mismo.

1
Pero aquella apreciación de nuestro mundo a partir de las categorías de medios y fines responde a
las dinámicas de la tecnificación. El proceso de elaboración de un producto está repleto de la
distinción entre ambas categorías. Ahora bien: para que algo sea juzgado como medio o como fin,
requiere ser particularizado y aislado dentro un proceso mecánico. (cf. p. 107) En el caso de una
mesa, por ejemplo, la sierra y los clavos son comprendidos como medios que hacen parte de un
determinado proceso técnico con un fin particular. Y dentro de este proceso, aquellos objetos no
pueden ser comprendidos como fines, ni tampoco más allá de la función particular que cumplen.

Por el contrario, aquella distinción entre ambas categorías es ilegítima en lo que respecta a nuestra
existencia y a la manera de relacionarnos con el mundo. “Nuestra existencia, repleta de técnica, no
se descompone en señales particulares, nítidamente delimitadas, que indican unas los "medios" y
otras los "fines' (…)” (p. 107) De hecho, cuando valoramos el televisor, el celular o la radio como
medios, no solo trazamos arbitrariamente una línea que de por sí no es clara, sino que reducimos
nuestra relación con ellos a la técnica, y terminamos incluyéndonos como parte de un proceso de
producción1.

Así las cosas, aunque utilicemos los dispositivos bien sea con fines educativos, informativos o
incluso para presenciar alguna ceremonia (eventos deportivos, religiosos, premiaciones, etc.), no
podemos evitar el impacto que la creación de estos dispositivos produjo en nuestras vidas. Lo
queramos o no, lo que nos "marca" o "transforma” no es el contenido emitido sino el hecho de que
no participamos de la realidad que presenta el dispositivo, sino que consumimos sólo su imagen.2
(cf. p. 108) Es decir, la realidad se nos muestra como un fantasma, medio presente y ausente a la
vez, pues solo podemos experimentarla reducida a su aspecto meramente visual. (cf. p. 118)

El consumo de masas no requiere de su reunión, es un proceso en solitario


Antes de la creación del televisor y la radio, los procesos de masificación estaban relacionados con
las grandes aglomeraciones de personas en un mismo lugar, pues estas permitían la unificación de
masas y el silencio de la individualidad. Este ha sido un principio claro para los regímenes
totalitarios.
Ejemplo de ello son los campos de concentración, y las estrategias políticas partidistas. Pero ha sido
también un principio presente en espacios comunitarios como el cine, los estadios o los teatros. Allí,
un grupo de personas se reúne en comunidad y consume de manera estereotipada y masiva un
producto. (cf. p. 109)

1
Al juzgar los medios mencionados a partir del uso que nosotros les damos, reducimos nuestra relación con
ellos a una meramente funcional. Pensamos solo en la finalidad que el mercado a impuesto a estos medios, y
no en el impacto, la marca o la transformación que estos propician en nosotros.
Por otro lado, Anders también afirma que “Quien articula nuestra vida como un todo con ayuda de estas dos
categorías la considera según el modelo de la acción determinada por la finalidad, o sea, como proceso
técnico (…)” (p.107) Creo que este punto se refiere también a aquellas éticas que consideran la existencia
humana a partir de amabas categorías. Quizás un ejemplo sea Aristóteles, quien supone a la felicidad como el
fin último de la vida.
2
Aquí Anders distingue entre participar de la realidad y consumir una imagen de ella, no obstante, esta podría
ser rebatida. Pues con ella quizás rechaza la posibilidad de que los dispositivos de hecho nos permitan
participar de un evento como el de Good morning mr. Orwell, que solo podía tener lugar en el televisor. Por
otro lado, quizás sea importante cuestionar cómo es que entiende Anders a la ‘imagen’. Por ejemplo, si esta
implica una reducción o devaluación de la realidad.

2
Sin embargo, con la llegada del televisor y la radio este principio dejó de ser necesario.
Actualmente, “(…) si se quiere convertir al hombre en nadie (incluso hacer que se esté orgulloso de
ser nadie), ya no es necesario ahogarlo en las avalanchas de masas, ni incrustarlo en una
construcción de hormigón, producida masivamente a partir de la masa.” (p. 111) Solo se requiere
que los individuos tengan al alcance alguno de aquellos dispositivos. Básicamente, cada persona en
su hogar consta de sus propios dispositivos y gracias a estos consume de manera aparatada un
producto que simultáneamente consumen, también de manera aparatada, muchísimas otras
personas. Estos dispositivos suministran un producto estereotipado y masivo que acalla a la
individualidad, y que niega toda posibilidad de experiencia comunitaria. (cf. p. 109) De hecho, este
proceso de masificación propiciado por los dispositivos converge con la producción masiva. Pues,
entre menos comunitario sea el consumo, mayor demanda y oferta habrá de los dispositivos.

Adicionalmente, estos dispositivos presentan un poder superior al de otros métodos de masificación.


A saber: esconden su poder masificador bajo una aparente ‘libertad de la personalidad y derecho de
la individualidad’ en el aislamiento. Y, como si fuera poco, aparte de que el espectador financia su
compra, este se convierte en un trabajador más de aquella masificación. Él dispone de su tiempo
libre en un trabajo que va en contra de sí mismo, y que no es remunerado. (cf. p. 110-111)

La intromisión del mundo externo en la esfera de la vida privada: la disolución de la familia y la


perdida de nuestra habla
Como el uso de los dispositivos ocurre en la esfera de lo privado, es decir, en el hogar, es la familia
la que recibe su primera marca. La marca corresponde a la disolución del núcleo familiar. Aquella
disolución tiene lugar de la siguiente manera: al llegar a casa el televisor, la mesa de centro de la
sala, que simboliza la comunión del hogar y el tejido familiar, es remplazada por el nuevo
integrante. Por el hecho de que la televisión trae consigo la imagen del mundo exterior, lo que
empieza a predominar en la casa ya no es la intimidad de la familia, sino esta imagen externa. (cf.
p.112) Así es que, en palabras del autor:
Mientras la mesa había tenido una fuerza centrípeta respecto a la familia y había estimulado a
quienes se sentaban alrededor a dejar correr las lanzaderas de los intereses, de las miradas, de las
conversaciones para seguir tejiendo el lienzo de la familia, la pantalla actúa centrífugamente. (p.113)

Por lo tanto, la familia deja de ser el centro hacia el cual se dirigen los miembros, pues la imagen
electrónica del mundo exterior empieza a ser el foco. Este es un comportamiento que se ilustra con
la posición que el televisor ocupa dentro del espacio la casa, esto es: ubicado de frente a sus
espectadores. Con ello ya no hay posibilidad de diálogo ni visualización entre los miembros de la
familia. Solo hay recepción de información e imágenes, y silencio entre todos. A causa de ello, el
tejido familiar, compuesto por los diálogos y las relaciones establecidas por los miembros, poco a
poco se desvanece.

En el párrafo anterior ha sido sugerida otra marca que se genera al lado de la disolución de la
familia. Se trata de la pérdida del lenguaje, y, desde mi interpretación, también la de la creatividad.
Tanto la radio como el televisor inhiben el diálogo, y de este modo nos quitan nuestra posibilidad de
expresarnos, de hablar, y en últimas, nuestro lenguaje 3. Cuando nos relacionamos con estos
3
Resulta interesante cómo esta pérdida del lenguaje se relación con el planteamiento que tiene Aristóteles
acerca de la esclavitud en su obra la Política. El esclavo apenas participa del lenguaje como oyente, y
depende y le pertenece al amo precisamente por esta misma razón. Análogamente, podría decir que el hombre

3
dispositivos la posición que se nos atribuye es la de oyentes, y, desde ahí, la voz anónima que estos
emiten se convierte en protagonista. Nuestro pasatiempo depende de ella, pues es la que nos guía,
divierte y llena el silencio en el que nosotros, como oyentes, nos hemos sumergido. (cf. 114)

Hay más aún. A propósito del protagonismo de la voz anónima, Anders nos pone como ejemplo una
pareja de enamorados que lleva radio portable a su paseo. Según él, la voz anónima es la que, como
soutenir, “(…) les presta ese apoyo y sostén que ellos no pueden darse mutuamente, pues no saben
qué hacer juntos.” (p. 115) Este ‘no saber qué hacer’ sugiere la perdida de la creatividad. Además
de que la pareja ni siquiera tiene ganas de hablar, tampoco posee la creatividad para que por sí
mismos puedan construir su tiempo, sino que este tiene que ser llenado por el dispositivo.

En conclusión, con ambos dispositivos, perdemos el habla porque nos volvemos oyentes. Perdemos
el lenguaje porque, al solo consumirlo, este se va empobreciendo. Y perdemos la creatividad porque
tenemos la seguridad que aquellos dispositivos llenaran nuestro tiempo (al que tememos que se
encuentre vacío).

Consideración final: Un diálogo entre Anders y Paik

Al inicio de la ponencia mencioné a Nam June Paik, pues él realiza un tratamiento Artístico al tema
desarrollado por Anders. Para comprender mejor el trabajo de Paik y su vínculo con Anders me
serviré de otras dos obras. Estas son “Concert for TV Cello and Videotapes” 4 (Fig. 3) de 1971 y
“TV Buddha”5 (Fig. 4) de 1974.

En estas obras el televisor queda situado en una dimensión tal que este se presenta no como un mero
medio informativo y recreativo, sino como un objeto de creación y contemplación artística. En
ellas, la disposición y la relación entre el televisor, el Buhda o la Mujer, y el espectador, y las
imágenes y sonidos electrónicos creados, son exploraciones de posibilidades del televisor que
conllevan a su resignificación y al surgimiento de nuevas relaciones entre este y el ser humano. Al
igual que el lienzo de las pinturas, o el mármol de las esculturas, con las obras de Paik, el televisor
adopta explícitamente la forma de cuerpo, soporte y lugar donde emergen las imágenes. Y, por lo
tanto, ante la vista del espectador, este no pasa como mero medio que resulta desapercibido ante la
primacía del mensaje, sino como el objeto que está siendo cuestionado y que configura su
experiencia.

Ahora bien: apenas iniciando el primer capítulo Anders afirma lo siguiente:


La verdadera humanidad, (…) sólo empieza cuando (…) tanto los medios como los fines están
impregnados de vida cultivada y educación ética hasta el punto de que, ante fragmentos concretos de
la vida o el mundo, ya no se puede saber ni preguntar si son "medios" o "fines". (p. 108)

moderno le pertenece a estos dispositivos y depende de ellos.


4
“In “playing” the TV Cello, an assemblage of monitors arranged to resemble the shape of the musical
instrument, Moorman caused the images on the monitors to change as she drew the bow across the strings.”
(C. Hanzal, Traversing the words of Nam June Paik. June 2001 - Vol.20 No.5)
5
A sculpted Buddha figure gazes at his image in the TV monitor that is recorded by closed circuit video. The
historical/religious significance of the Buddha figure makes it an apt metaphor for contemplation, yet there
seems to be conflict between the desires to look away from and into the self. (C. Hanzal, Traversing the words
of Nam June Paik. June 2001 - Vol.20 No.5)

4
A mi modo de ver, el tratamiento que hace Paik al televisor ilustra esta afirmación, pues, como se
dijo previamente, sus obras van más allá de la consideración del televisor como medio y lo hacen
objeto de contemplación.

Por otro lado, quizás sea conveniente preguntarnos en qué medida sus obras, en vez de
presentarnos el televisor como un aparto que nos silencia, nos lo muestran como uno que estimula
el habla.

Décadas después de la publicación del libro de Anders el compositor y video-artista Nam June Paik
expuso varias obras con las cuales pretendida contradecir los pronósticos que Orwell en 1948
diagnosticó respecto a los medios de comunicación. En 1984 presentó la primer video instalación 
transmitida vía satélite y denominada “Good Morning Mr. Orwel” (Fig 2). Se trató de una emisión
televisiva pública en la que participaron varios artistas, y que tuvo una audiencia aproximada de 25
millones de personas. Quería experimentar con ella nuevas relaciones posibles con el televisor, que
probaran una perspectiva positiva de este. Es decir, una perspectiva que lo mostrará no como un
medio de control de masas, sino como un objeto de contemplación que propiciaba la creación
artística, la experimentación con nuevas imágenes y sonidos electrónicos, y la posibilidad de que el
arte tuviera un alcance público y global.

Bajo esta perspectiva es cierto que la posición de Paik aparentemente no es compatible con la de
Anders, no solo por ser positiva, sino también porque pareciera estar basada en el supuesto de que
el televisor es un medio que puede ser utilizado positiva o negativamente. Sin embargo, si se detalla
más a fondo el tratamiento artístico que Paik hace del tema en varias de sus obras, se notará que su
perspectiva va más allá de la consideración del televisor como medio. Incluso puede que varios
planteamientos de Anders resulten mejor ilustrados a la luz de Paik. Así pues, atendiendo a la
posibilidad de diálogo entre ambos autores, me propongo en esta ponencia desarrollar los
planteamientos de Anders y exponer sucintamente el posible diálogo.

Bibliografía:

Günther, A. (2011). La obsolescencia sdel hombre. En Pre textos, Valencia, España.

Al igual que Günther Anders, varios autores se han cuestionado por los cambios que los medios de
comunicación modernos han propiciado en nuestra manera de relacionarnos con el mundo. Ocho
años antes de la publicación del primer volumen de, Georg Orwell en su obra 1984 (Fig 1) presenta
el dispositivo de la ‘telepantalla’ como un objeto que se encuentra en todos los hogares, y que
cumple la función de controlar y subordinar a sus espectadores. Continuando con una perspectiva
muy similar a la ‘ficción’ de Orwell, Anders comprende al televisor como un dispositivo que ha
transformado y marcado nuestra manera de relacionarnos con el mundo, pues convierte en
‘fantasmagórica’ a la realidad, modifica la dinámica del hogar y nos quita la facultad del habla.

Nos muestra nuevas posibilidades de relacionarnos con un dispositivo


No está preescrita su esencia

5
Deja de ser televisor??? Si, en la medida en que deja de transmitir televisión, pero quizas no. Es que
te presenta una imagen de la realidad, pero ahora se encuentra ubicado en otro lugar, y la relación
que guarda con nuestro mundo es otra

Fig. 1 Portada del libro 1948 de Georg Orwell

Fig. 1. N. Paik, 1984. Imagen tomada de la instalación


“Good Morning Mr. Orwell”.

Fig. 2. Peter Moore, Charlotte Moorman en performance de


Nam June Paik, 1971. “Concerto for TV Cello and
Videotapes”
https://www.youtube.com/watch?v=-9lnbIGHzUM

6
Fig. 4. N. Paik, 1974. “TV Buddha”.

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