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LA TRANSFERENCIA DE LA CASA DE PATIO A IBEROAMÉRICA

REFLEXIONES PRELIMINARES.
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Arq. Ramón Gutiérrez.

1.- Vivienda y transculturación.

Hace algunas décadas Foster planteaba las características de una cultura de conquista tal como él
identificaba el proceso de transculturación ibérica hacia América. Una de estas características era justamente
la asimetría entre las transferencias, fruto del par dialéctico cultura donante-dominante y cultura receptora-
dominada que había interactuado en el período colonial. 1

Sin dudas su aporte mas interesante fue el desmontar la lectura de unas formas de transferencia
lineales y encadenadas, analizando el impacto que esta transculturación tenía no solamente en el polo
receptor sino también en el polo emisor.

Surgían de esta manera los aspectos de selección y síntesis que operaban dentro de la propia cultura
donante ibérica en la medida que no todos los elementos tangibles o intangibles de esta cultura eran
trasladados al nuevo mundo. La selección, por ejemplo, en el caso del idioma privilegió la transferencia del
castellano, devenido en “español” en detrimento de otras lenguas que se hablaban en la península y cuya
habla no fue difundida en América.

En el caso de la vivienda popular el proceso comprende un doble operativo de selección y síntesis.


Por una parte es evidente que ciertas tipologías de la arquitectura popular regional española como la Masia
catalana, el Caserío vasco o la Barraca valenciana no tuvieron formas de persistencia lineal en el contexto
americano, pero a la vez también está claro que ninguna de las otras tipologías, derivadas de los grupos de
pobladores predominantes (andaluces, castellanos y extremeños) tuvieron esa implantación textual.2La
misma ausencia podríamos señalar con otras manifestaciones del equipamiento rural español como los
“pazos” gallegos o los “hórreos” asturianos.

El primer indicio de un proceso de síntesis puede verificarse probablemente en las viviendas de las
Islas Canarias, archipiélago que constituyó en la fase inicial del descubrimiento y conquista el punto de
escala obligada, para naves y tripulaciones, y que pronto estructuró un poblamiento de variados orígenes.

Con su habitual sagacidad, Fernando Chueca Goitía decía que América representaba en esta
arquitectura popular de síntesis de elementos una visión más “española” que cualquiera de sus expresiones
regionales, en cuanto era fruto de una integración de múltiples elementos de distinta procedencia. 3

Si en los ejemplos de obras residencias de mayor envergadura como el llamado “Alcázar” de Diego
Colón en Santo Domingo (República Dominicana) o el “Palacio” de Hernán Cortés en Cuernavaca (México)
se ha señalado la articulación tipológica-formal con arquitecturas residenciales del medio rural castellano, es
evidente que las propuestas formales de una arquitectura popular urbana americana reconocen parentescos
pero no una mímesis con sus referentes metropolitanos.

1
FOSTER G. Cultura y conquista: la herencia española en América. Universidad Veracruzana. Xalapa. 1967
2
En el caso de la barraca valenciana es interesante la similitud con la casa compacta de mojinete que se
encontraba en la región de Tacna y Moquegua (Perú), aunque sin referentes en otras partes del continente.
3
CHUECA GOITÍA Fernando. Invariantes en la arquitectura hispanoamericana. Boletín del Centro de
Investigaciones Históricas y Estéticas Nº 7. Caracas. 1967.
Ello es así pues existen factores estructurales que afectan decisivamente la opción por las tipologías,
más allá de las referencias formales e icónicas de las arquitecturas regionales españolas. Ellas son fruto de la
interacción entre los modelos europeos y las condicionantes del propio contexto americano. Serían en
definitiva las expresiones de esa segunda fase de la cultura de conquista donde los trasplantado debe
adaptarse y modificarse en virtud de otras realidades específicas.

El tema central en este caso es, sin duda, el de la disponibilidad de tierra urbana. Mientras en
España y Portugal este era un bien escaso, y por lo tanto de alto valor económico, en la América colonial era
un bien abundante y de escasa relevancia en valores inmobiliarios. Esto explica el tamaño de los lotes
urbanos de un cuarto de manzana que se adoptarán a partir de la tercera década del siglo XVI y que
posibilita un desarrollo tipológico más generoso que el que verificamos en la etapa inicial.

En efecto, el loteo tradicional de la manzana urbana en España era de poco frente y de gran
profundidad. Esta modalidad llevaba rápidamente a casas de altura para aprovechar mejor la comunicación
externa y persistiría como criterio en la estructura de la ciudad lusoamericana como bien ha demostrado
Nestor Goulart Reis.4

Por el contrario la propuesta hispanoamericana será de una amplitud notoriamente mayor y ello
incidiría en la adopción de estructuras vinculadas con la casa de patio mediterránea, de la misma manera
que la plaza actuaría como el patio del conjunto de la ciudad.

La tipología de vivienda también atenderá a las razones de economía, tanto de la tierra urbana como
del ganado. Si bien una amplia región de España incorpora al ganado (vacas, caballos, mulas u ovejas) a su
vivienda a través de los establos, el ganado, que solía reproducirse libremente en América (cimarrón), tenía
en las ciudades “corrales del común” o estaba en las muy próximas suertes de tierra de tal manera que no se
integraba sino raramente a la estructura de la vivienda. El clima, de menor rigor invernal, ayudaba sin
dudas, a la alternativa de segregación y solamente las caballerías o mulas ingresaban, a manera de tercer
patio o de “fondo”, en reemplazo del huerto, en algunas casas residenciales americanas. 5

En la transferencia vamos a constatar que elementos formales característicos de una fase de la


arquitectura popular española, van a radicarse en América y casi simultáneamente a perderse en la península
ibérica. Tal sería el caso, por ejemplo de los balcones de madera volados y cerrados que crearon el
imaginario del paisaje urbano de la ciudad de Lima en el Perú y que sin embargo de poderlos localizar aun
en las Canarias, se han perdido en la Sevilla que los tuvo hasta avanzado el siglo XVI.

Lo propio podríamos decir de las galerías frontales en viviendas, que son habituales en regiones de
clima tropical en América, desde el oriente boliviano, Paraguay, el litoral argentino, hasta áreas de valles
cálidos en Colombia o en el Caribe. Las hubo en España y pueden verse ejemplos en Castilla, pero la
densidad de usos de vivienda las transformó pronto en “soportales” que rodean plazas o calles y que marcan
la diferencia con los ejemplos predominantes de largas calles con galerías de una planta, en el caso
americano, donde obviamente también pueden encontrarse soportales en torno a algunas plazas mayores
como las de Ayacucho, Cusco o Arequipa en el Perú.

2.- La presencia de la casa de Patio en Iberoamérica-

La casa de patio de origen mediterráneo encontró una extensa aceptación en el territorio americano,
al amparo de su potencialidad de adaptación a una estructura parcelaria regularizada de base geométrica y

4
GOULART REIS Filho Nestor. Quadro da Arquitetura no Brasil. Editora Perspectiva. San Pablo. 1970
5
GUTIERREZ Ramón. Presencia y continuidad de España en la arquitectura rioplatense. Hogar y
Arquitectura Nª 97. Madrid. 1971.
generosas dimensiones, las bondadosas circunstancias climáticas e inclusive sus similitudes con formas
organizativas de los espacios domésticos prehispánicos.6

El caso más relevante en este sentido es el de las “canchas” incaicas del Cusco (Perú), donde en
torno a un espacio amplio se estructuraban viviendas indígenas. Cuando el español ocupa la ciudad y
superpone su propia estructura sobre la misma, respeta el esquema de las calles y se instala sobre la
arquitectura construida. El grupo social indígena es desplazado de la zona central hacia la periferia y los
conquistadores ocupan estas canchas, convirtiendo un conjunto de cuatro casas indígenas en una casa
española con patio.7

La “cancha” se convierte así en el germen del patio, aunque en las casas de mayor envergadura de
los conquistadores, como pueden ser las denominadas de “Los cuatro bustos” o del “Almirante” la generosa
dimensión del patio con arquerías nos aproxima a la imagen claustral de los patios conventuales. La plaza y
el claustro son referentes que no podemos soslayar en la arquitectura doméstica de la casa de patio
americana pues la escala de los mismos, sobre todo en la fase inicial supera las habituales dimensiones de
estos espacios en la metrópoli española.

En algunos casos de pequeños conventos o en los propios conventos de avanzada fronteriza del XVI
en México, es frecuente que sus claustros adquieran una dimensión pequeña, similar a la de espacios de
patios residenciales, aunque habitualmente en estas circunstancias se trata de claustros de dos plantas. Por el
contrario los claustros urbanos sudamericanos reiteran esa dimensión hiperbólica que tanto sorprende
espacialmente al viajero europeo.

En general la casa de patio americana, facilitada por la circunstancia de la libertad en un lote


extenso, hasta que en el XVIII el parcelamiento modifica la tipología, tiende a buscar una posición central
para el patio como elemento organizador de la estructura funcional de la casa.

Las raíces de la casa romana, con su secuencia de patios vertebrados se reitera en estas tipologías a
las que se integran otros aportes de procedencia ibérica y de ascendencia musulmana. En efecto, al modelo
de la “domus” romana deberíamos adicionar los efectos del intimismo árabe, con su secuencia de zaguán y
chiflones que interconectan los patios.

El modelo integra una serie de patios, comenzando por el principal donde se desarrolla la vida
familiar y eventualmente, en las habitaciones volcadas sobre la calle, las áreas comerciales y de recibo. Es
bastante frecuente que el comedor sea el nexo de articulación entre el primer y segundo patio, destinado este
último a las actividades de equipamiento, abasto y servicio de la casa. Un tercer patio puede reemplazar el
huerto o quinta de frutales y destinarse a las caballerizas, los baños (“lugares comunes”) y áreas de trojes o
depósitos.

En algunos casos este tercer patio es servido por una entrada con pasadizo desde una calle lateral a
la de la entrada de la casa (“puerta falsa”) que permitía el acceso de caballos y mulas sin ingresar al patio
principal. En otros casos como podemos ver en la Casa de Torre Tagle en Lima o en múltiples ejemplos de
Chile (como la llamada “Casa Colorada”) amplios espacios de acceso, tanto con zaguán como sin él, que
posibilitaría hasta el acceso de carruajes al patio principal.

El patio está también presente en casas colectivas como las denominadas de “tambo” en la región
andina, donde son utilizados estos espacios amplios para formar una suerte de mercado mayorista con los
comerciantes ambulantes que se desplazan a las ciudades trayendo sus productos para el abasto.

6
GUTIERREZ Ramón. La transferencia cultural de Cádiz a América en la arquitectura popular. Andalucía
en América. América en Andalucía. VIII Encuentros de Historia y Arqueología. Fundación Municipal de
Cultura Ayuntamiento de San Fernando. San Fernando. 1992
7
GUTIERREZ Ramón y otros. La casa cusqueña. Departamento de Historia de la Arquitectura.UNNE.
Resistencia. 1982.
En la articulación entre los patios, los pasadizos de comunicación o chiflones suelen estar acodados
fuera del eje de lineal del zaguán para evitar las servidumbres visuales de un patio al otro, criterio sin dudas
derivado del intimismo árabe, que recoge Chueca Goitía en sus “invariantes castizos”. 8 Este mismo criterio
de desfasaje de un eje lineal único se verifica habitualmente en las puertas de comunicación entre sucesisvas
estancias o alcobas interiores de las viviendas.

El zaguán como los chiflones son elementos que contribuyen a tamizar la luz y definir los perfiles
de los espacios, en la secuencia abierto- cerrado desde la calle a la sucesión de los patios. Ese manejo de luz
y penumbra que configura valores sustanciales de la arquitectura de las zonas cálidas, marca la importancia
no solamente del patio sino también de su equipamiento vegetal para obtener las condiciones ambientales
adecuadas. A veces el equipamiento de tramas de madera, rejas caladas y banderolas de vidrios de colores
(como los “abanicos” cubanos del XIX) introducen valores espaciales y arquitectónicos adicionales.

La casa de patio configuraba no solamente estos espacios jerarquizados por los diversos usos de los
recintos sinto también ambientaba las actividades de los mismos moradores durante las diversas estaciones.
El patio como lugar de encuentro no solamente de la familia extensa colonial sino también de las amistades
manifestaba un carácter de centro de poder similar al que ejercía la plaza en la ciudad. Era sin dudas el
espacio de las convivencias sin hegemonías y el “sitio” por antonomasia. La casa podía tener áreas
reservadas según edad y sexo, pero el patio era el punto de confluencia y comunicación, aunque manteniendo
las distancias jerárquicas que los caracterizaba.

En efecto, si en el patio de servicio la actividad de la cocina adquiría primacía, el patio principal se


manifestaba sustancialmente como punto de encuentro familar y de relación social con la ciudad. El patio
cruzado por acequias de agua rumorosa y cubierto por la vegetación de los parrones incitaba a la integración
de la vegetación dentro de la ciudad.

Este es uno de los temas en que el urbanismo americano se diferencia más, en la forma de
ocupación territorial, con la experiencia urbana española. En América el árbol y la vegetación se introducen
en la ciudad sin solución de continuidad con el paisaje rural circundante, mientras que en España lo urbano
y lo rural aparecen tajantemente diferenciados. Son escasas en América, aunque las hubo en mayor cantidad
antiguamente, las plazas secas como podemos apreciarla en Villa de Leyva en Colombia, pero aún antes de
la irrupción del paisajismo francés del siglo XIX, el árbol no se quedaba fuera de la ciudad americana.

Inclusive cuando las murallas dejaron de prestar servicios, en Cartagena de Indias, en el siglo XIX
los vecinos formaron sobre ellas paseos arbolados, hasta que un ilustre restaurador español de nuestro tiempo
decidió acabar con ellos - y con el paseo de los vecinos - con el alegato de que las murallas no eran
maceteros.....

No faltan casos de patios donde la ornamentación se ha limitado a alguna cornisa de remate y las
gárgolas de botar el agua, tal el caso de los patios dieciochescos de las grandes residencias arequipeñas en el
Perú. pero la razón de esta arquitectura singular debe buscarse en la modalidad constructiva de bóvedas de
piedra sillar y el grueso espesor de sus muros, en atención a los sucesivos terremotos que opadeció la ciudad.
Fue así que se descartó todo elemento ornamental que pudiera caer desde los altos y se optó por zaguanes y
chiflones de bóveda de cañón corrido que articulan los patios y eventualmente el huerto. 9 La casa arequipeña
será predominantemente de planta baja y ocupará por lo tanto un área extensa en el parcelario urbano.

8
CHUECA GOITIA Fernando. Invariantes castizos en la arquitectura española. Editorial. Dossat. Madrid.
1947
9
GUTIERREZ Ramón y otros. La casa del Moral. Arequipa. Banco del Sur. Arequipa. 1996
3.- Las modificaciones del siglo XVIII y XIX.

Las variaciones por la fragmentación del loteo inicial variarán la circunstancias de la mayor parte
de las antiguas ciudades americanas. Reducidas las parcelas por sucesiones hereditarias o ventas
comerciales, las nuevas tipologías de vivienda mostrarán la posibilidad de un patio que, manteniendo la
regularidad geométrica, perderá, sin embargo, por sus menores dimensiones las galerías perimetrales y en
muchos casos hasta la centralidad compositiva que lo caracterizaba.

Es así que el patio de originales casas coloniales se verá dividido en dos dando lugar al “semipatio”
o, si se trata de nuevas construcciones se recostará sobre la medianera con mengua notoria de sus
dimensiones.

Esto afecta no solamente a la escala sino también a los usos del patio que dejará de ser aquel lugar
de estar familiar para paulatinamente convertirse simplemente en un nudo de las circulaciones internas de la
casa. No es ya el patio para “estar” sino para “transitar”. La pérdida de la vegetación, sobre todo a partir del
siglo XIX, le irá quitando aquel carácter de espacio ambiental de confluencia social integradora.

Las modificaciones de las conductas y relaciones familiares reducirán la tertulia del patio y galería,
al grupo femenino, mientras el sector masculino ocupa los espacios públicos, los cafés y bares o los más
selectos clubes y casinos.

El patio principal aparece a la vez como un espacio de exhibición. El zagúan, que actuaba como una
especie de diafragma entre el espacio público y el privado, abre sus puertas a la calle y aparece, desde
comienzos del siglo XIX en Sevilla, y se difunde rápidamente por todo el contexto americano, la puerta
cancel de herrería, que otorga seguridad física y posibilita la percepción visual.

Esta actitud ostentatoria confiere al patio principal una nueva función escénica, pero a la vez obliga
al repliegue sobre el segundo patio a la familia, cuyas tertulias ya carecían de la imprescindible intimidad, o
quedan inhabilitadas para ser efectuadas al aire libre refugiándose en los salones interiores. La ostentación
del patio introduce a la vez nuevas escenografías, desde los azulejos formando los zócalos del perímetro,
pinturas murales, fuentes que reemplazan el antiguo aljibe y el frecuente recambio de los antiguos solados
por los nuevos de mármol o baldosines decorativos. La vegetación antigua de parrones, helechos y frutales
dará paulatinamente paso a un ajardinamiento ortodoxo, de regularidades y simetrías “a la francesa”.

Como consecuencia de los cambios y nuevas técnicas constructivas aparecerá la azotea plana, que
reemplaza el techo a dos aguas de tejas, y genera un nuevo espacio de estar para la tertulia familiar. En las
ciudades costeras el “mirador” o torre de altillo, potencia la contemplación visual sobre azoteas y tejados y
configura la imagen de ciudades como Cartagena de Indias. El recuperar la brisa marítima en ciudades
portuarias densificadas era un valor ambiental de alta estima.

Esta concepción de la torre-mirador, para el dominio visual, se encuentra también en algunos


monasterios de monjas de clausura en el Brasil y la azotea-paseo la podemos verificar, con bancas para
sentarse, en la cubierta de los claustros de San Felipe Neri en Sucre a fines del siglo XVIII.

El ordenamiento decimonónico alcanzará a la nueva tipología de casa patio donde estas


servidumbres visuales se proyectan desde el exterior hasta los espacios sucesivos de los patios, pues ahora
pasadizos y chiflones se alinean en un eje único central que marca las nuevas pautas de organización
simétrica del pensamiento académico neoclasicista.
También es cierto que en los ensanches de las ciudades españolas, la regularización de las parcelas
posibilitará el desarrollo de partidos arquitectónicos mas sistemáticos y ordenados, lo que redunda en un
afianzamiento de la tipología de la casa-patio aunque con escalas muy distintas en superficie cubierta a las
que imperan en América.

En ciudades americanas, sobre todo las ceñidas por murallas como en los casos de La Habana,
Santiago de Cuba o Cartagena de Indias, veremos surgir una tipología que se afianzó en Cádiz y la zona de
los puertos andaluces en el siglo XVIII: la de patios reducidos pero con construcciones de hasta tres plantas
de elevada altura y sobre todo la presencia de los entrepisos o entresuelos en el primer nivel. Esta solución
era recomendada a mediados del siglo XIX por un Ingeniero Militar que escribía un tratado de arquitectura
para Cuba, todavía bajo control español. 10

Estos entresuelos que fueron utilizados inicialmente para alojar esclavos y servidumbre, se
transformaron posteriormente en oficinas para profesionales y adquirieron otra relevancia en la
terciarización de las antiguas viviendas.

En las reducciones de superficie de las casas, no faltará la creciente ocupación de los antiguos patios
que se cubren con monteras y claraboyas para transformarse en lugares de recibo o salones principales de las
casas. Las modificaciones implican no solamente este cambio de funciones sino también el privilegiar los
requerimientos de funciones sociales modernas, frente a los valores ambientales que expresaba el patio
abierto.11

Hacia la segunda mitad del XVIII la importación de rejas de Vizcaya en diversos paises de
América, desde México al Río de la Plata posibilitó una aproximación formal donde el sistema de barras y
planchetas estandarizadas generaron un lenguaje de fachadas que ya recibían los primores de la renovación
neoclásica. La difusión de estas rejas posibilitó la utilización de vanos mayores . que cambió la relación entre
la masa muraria de la pared y los huecos - y la generación de una tipología de rejas voladas que encontró
puntos de nortable calidad ornamental en la herrería chilena o guatemalteca.

El abuso de estas rejas voladas llevó en Buenos Aires (Argentina) a limitar su avance pues
generaba numerosos accidentes porque las veredas y calles eran estrechas y la población se había densificado
generando evidentes fricciones en la movilidad del casco antiguo de la ciudad.

Avanzado el siglo XIX la producción local en varios paises de hierro trafilado redondo,
acompañado por el uso de adornos de plomo estañado o “metal blanco” y por el diseño de herrería de
filigrana con planchas planas marcaron un cambio en la rejería y obviamente contribuyeron a la difusión de
las puertas de cancel. Es posible verificar que diseños y piezas fueron en mucho casos importados de España
como se puede verificar en el catálogo de la Casa Rigalt de 1857.

Esta vigencia de mecanismos de exportación llevará inclusive a la colocación en América de


viviendas y escuelas procedentes de catálogos de producción industrial belga, inglesa, francesa y hasta
norteamericana como sucedería con las “casas contra temblores” construidas en Caracas (Venezuela) en
1900.

La identificación con el lenguaje clasicista, que sucederá en buena parte de las ciudades del cono
sur americano en las últimas décadas del siglo XIX, generado sobre todo por la presencia de constructores
italianos, marcará la homogeneización de un léxico formal de zócalos, pilastras, frisos, cornisas y pretil de
remate, que se aplicará sobre antiguas construcciones sin alterar más que la fachada y con ella el paisaje
urbano. En Corrientes (Argentina) la autoridad municipal decidió demoler en 1890 más de doscientas

10
CARRILLO DE ALBORNOZ Mariano. Prontuario elemental de construcciones de Arquitectura. Imprenta
de Holman, Gray y Compañía. Nueva York. 1854.
11
LECUONA Diego. La vivienda de criollos y extranjeros. Instituto Argentino de Investigaciones de Historia
de la Arquitectura y el Urbanismo. Tucumán. 1982.
galerías frontales de las casas, para quitar a la ciudad su “aspecto aldeano y campesino” y modernizarla con
el nuevo ropaje.

Estas decisiones, implicaban también alterar las dimensiones de los vanos y aumentar el caraácter
exhibitivo al exterior de las casasa. puertas de cancel y rejas franqueaban de esta manera las intimidades de
habitaciones y patios, poniendo a la vista el mobiliario, la decoración y la suntuosidad de los salones y los
espacios. la casa de Madame Lynch en Asunción (Paraguay), hoy Facultad de Derecho, puede ejemplificar
estas circunstancias.

En la construcción de casas colectivas destinadas a usos predominantemente residenciales no


faltarán las fragmentaciones del patio en planta alta, vinculando las crujías laterales a través de puentes de
comunicación, una solución que vemos tempranamente en ejemplos limeños como el Hospicio Ruiz Dávila a
mediados del XIX y que se generalizará en conventillos o vecindades en diversos paises americanos. 12

En realidad este sistema retomaba la antigua modalidad de comunicación de las plantas altas
coloniales que se efectuaba a través de balcones-pasadizos, unas suertes de galerías altas perimetrales que
servían para posibilitar el acceso a habitaciones que abrían hacia ellas. En casos excepcionales como la Casa
del Marqués de San Jorge en Bogotá (Colombia) el sector de servicio está articulado por tres niveles de
escalinatas y corredores de este tipo con sus respectivos barandales.

No perderá sin embargo la casa de patio esa característica esencial de configurar recintos de
proyección desde lo privado, como punto de reunión y valoración de aquellos elementos sustantivos del
encuentro entre los integrantes de una comunidad vecinal. “Una cierta relación de fluencia, de
indeterminación que perdura formalmente en los casos de apropiación de viario por la vivienda o en los de
cesión, de apertura de pasaje a través de la casa, y que explica esa posible sensación de conocimiento, de
comprensión del “alma” de la ciudad, en la vivencia de estos lugares”. 13

12
GUTIERREZ Ramón. Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica. Ediciones Cátedra. Madrid. 1983.
13
BARRIONUEVO Antonio - TORRES Francisco. Sevilla: algunas consideraciones sobre la ciudad y la
casa. 2C Construcción de la ciudad Nº 11. Barcelona. Junio de 1978
La definición de otras tipologías surgidas del medio-patio, como la llamada “casa chorizo” en el Río de la
Plata o la formación de conventillos y casas de vecindad planificadas, cubrirá otros aspectos de este proceso
durante el siglo XIX, que merecerían, obviamente, un análisis más particularizado que quedará a cargo de
algunos de los participantes de esta reunión.

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