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Tras un largo negro vemos aparecer al desierto. Es el amanecer, la luz es mínima y el cielo
recién comienza a mostrar sus colores crepusculares. La carretera infinita como una larga y
marcada cicatriz en la tierra se cruza con otro camino. Justo en el cruce vemos un monolito
y un tendido eléctrico solitario, el monolito se encuentra a oscuras. Una figura comienza
aparecer desde el fondo de la carretera, camina a paso firme y sin titubear se acerca hacia
el cruce. Un auto pasa lentamente iluminando al personaje y antes de doblar hace aparecer
el monolito desgastado anunciando: Bienvenidos a Pisagua. El personaje se detiene justo
en este cruce, le cuelga una cámara en su brazo, mira el monolito y el desvío, lo toma y
desaparece de cuadro. No logramos ver bien su rostro.
El fotógrafo camina solitario por una calle llena de curvas, lo vemos a la distancia. El plano
se amplía y vemos la inmensidad del desierto. En un pequeño punto se revela pisagua
solitario y encarcelado por las montañas estoicas y un manto de mar azul sin fin.
2.- TÍTULO
Un pasillo de paredes de madera erosionadas y desgastadas con el tiempo, al final del
pasillo un marco de puerta en el que en el fondo vemos el mar tranquilo de Pisagua. A la
distancia cruza una silueta humana en la orilla del mar a través de nuestro campo visual. El
sonido del mar como ambiente mientras una voz irrumpe esta tranquilidad:
“En el jardín de la casa de mis abuelos había un árbol... Yo tenia 4 o 5 años, pasaba las
tardes en esa casa porque mis padres trabajaban. Con mi primo, Pablo, jugábamos en ese
jardín todas las tardes hasta que un día surgió la idea de escalar, no era muy complicado
porque el tronco principal tenía muchas ramas casi desde la base formando una escalera
natural hasta la copa. Fuí el primero en subir. Cuando estaba ahí arriba, en la cumbre, se
movía bastante y mis brazos abrazaban el árbol. Al levantar la vista me encontré con un sol
gigantesco sobre mi, y abajo en el horizonte lograba ver el mar. Estaba extasiado al ver la
imagen de la playa donde íbamos los veranos junto a mi familia, la arena, los helados, los
juegos, todo venía a mis recuerdos en ese momento. Le gritaba a mi primo que lograba ver
la playa, estaba en la playa, sentía la brisa. Recuerdo llamar a toda mi familia para contarle
sobre mi descubrimiento. Cuando llegó mi madre y al verme en la punta del árbol se asustó
mucho y no tomó en cuenta mi felicidad. Puso una escalera y subió a buscarme, no vió el
mar. Al pasar un tiempo removieron el árbol. Ya nunca mas se podria ver el mar desde la
casa de mis abuelos que quedaba a más de 100 kilómetros de la playa más cercana.”
Dentro de una pieza de madera, oscura y decadente vemos el torso del fotógrafo sentado
sobre la cama, solo vemos sus manos moverse. La cámara se encuentra descansando a su
lado, la toma y comienza a rebobinar el rollo, escuchamos el bello sonido del rollo
esconderse en su chasis. Carga la cámara con otro rollo y pasa la película. (puntualizar en
el sonido de la cámara análoga).
Tras el ritual con su cámara toma una caja de madera y la abre. Su interior es oscuro, negro
completo, no vemos nada. El plano se abre y vemos el rostro del fotógrafo conmovido y muy
concentrado mirando hacia el interior de la caja.
Texturas de las construcciones erosionadas por el desierto y el tiempo. Las maderas, los
muros. Todo de un palido cafe, lleno de polvo.
Comenzamos a ver las ruinas que abundan en Pisagua. El hospital. El esqueleto de una
cama abandonada en su interior. Las ruinas ruinas de la estación de trenes. Las ruinas de la
guerra del pacífico, los cañones abandonados en el altiplano apuntando hacia el mar
silencioso e indiferente. El cementerio (?)
6.- EL FOTÓGRAFO
Vemos a la distancia al fotógrafo caminar sobre el desierto. Solamente discernimos su
figura pero parece observador, se detiene cada cierto rato y mira través de su cámara. La
inmensidad del desierto se come la imagen del fotógrafo, solo vemos montañas y castidad
absoluta, no hay nada. Lo vemos en distintos paisajes hacer lo mismo.
Después lo vemos caminar en la playa.
La arena en la orilla de la playa se mezcla con la suavidad de la última fuerza que llega del
mar, una mano aparece y saca un puñado de la arena, esta no persiste y se comienza a
regenerar. La mano vuelve a entrar y ocurre lo mismo. (Homenaje a Ricardo Larraín)
8.- LA HISTORIA EN SILENCIO
Bajo un enorme cartel que dice “HISTORIA” vemos el diario vivir de los habitantes, la gente
pasar, los niños con su pelota de fútbol, los viejos contemplan las calles en su lento
caminar, etc. Lugareños comienzan a aparecer sentados bajo el cartel, pasan varios, vemos
los detalles de sus rostros, las marcas del tiempo en sus manos donde podemos conocer su
historia. Las manos desgastadas por la sal reflejan la soledad del pueblo hundido en el
vacío del tiempo.
“Siento que puedo conocer a una persona solamente mirándole las manos. Me inquieta, me
estremecen los dedos frágiles y huesudos como ramas en otoño. Pueden ser las manos de
quien está sentado a mi lado en la micro, de la señora que espera en el hospital, de mi
compañero de trabajo. Las manos son las raíces del alma, muestran el trabajo, el hambre y
el dolor. Llevo una mano tatuada en mi brazo, la de mi padre. Sus dedos de paletas,
grandes, ásperos, de pintor. Me gusta mirarlas, sentir su fuerza y su historia escrita en las
huellas dactilares. Que unicas son, que tanto dicen de las personas. Son comos los ojos en
cierta forma. Las manos tambien miran. Lo hacen fijamente, te apuntan, y se llevan al
corazón”.
- Hay un cartel enorme en Pisagua que dice historia, desconozco el por qué pero está
- La voz en off aún no se si sea necesaria.
En la torre del reloj un viejo sabio y que ha vivido toda su vida en Pisagua comienza a
contarle su historia al reloj. Este hombre nos comenta un poco de la historia del pueblo, de
su gente y la muerte, es el mismo hombre que escuchaba radio en la fachada de la casa.
esta solo. nadie lo acompaña en su propia muerte. comienza a sonar el reloj marcando el
cambio de hora, es de tarde y el rojo del sol se posa en la sombra del viejo, mientras que el
cielo sigue entregando su belleza.
El fotógrafo en el cementerio del desierto, solo y a oscuras casi. Un plano fijo largo desde la
altura a la distancia. El fotógrafo desaparece de cuadro y queda el desierto solo, hasta que
lo vemos aparecer en un plano medio. esta con la caja que abrió anteriormente en sus
manos. Aquí la entierra y se va.
El fotógrafo se encuentra en la pampa del desierto contemplando hacia el horizonte, mira
por el visor de su cámara, vuelve a mirar el horizonte, parece ver algo pero no sabemos
que, monta su cámara sobre el trípode, un niño aparece en escena, el fotógrafo se olvida de
la fotografía y sigue al niño, pero el niño lo ignora y camina sin rumbo, llega hasta un lugar
muy alto, allí el niño entierra en un cofre unos negativos, el fotógrafo lo contempla desde la
distancia, el niño desaparece de cuadro, el fotógrafo llega hasta donde estaba el niño,
desentierra el cofre y comienza a contemplar pisagua. En seguida vemos 48 fotografías
entre ellas 24 están en completa oscuridad.
11.- AL FONDO DE ESTA TUMBA SE VE EL MAR
En el fondo del mar, vemos una cruz enterrada en la arena, la cruz está llena de algas y de
moluscos pequeños. La imagen en silencio se va lentamente a negro
créditos.
NOTAS
1.- Falta seguir encontrando agujeros que nos guíen hacia la profundidad de lo que vive el
personaje.
2.- Sigue siendo una versión sujeta a cambios importantes.
3.- La idea es seguir simplificando en imágenes lo que queremos contar. Sin diálogo y
siempre con la cámara fija.