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Síntesis Ética

El término ética proviene de la palabra griega ethos, que originariamente significaba


"morada", "lugar donde se vive" y que terminó por señalar el "carácter" o el "modo de
ser" peculiar y adquirido de alguien; la costumbre (mos-moris: la moral) en esta misma
línea podemos decir que la ética tiene tres tareas tratar de aclarar en qué consiste lo
moral, intentar fundamentar las normas morales, procurar aplicar cuanto haya
descubierto para orientar la acción en los distintos
La mitología y la ética: desde el inicio de la filosofía esta va acompañada de la ética Todos
los relatos con que cuenta la mitología griega son extraordinariamente aptos para la
reflexión ética. Algunos no son precisamente edificantes, pero la mayoría sirven para
extraer muy positivas consideraciones morales, aunque sea por contraste. Como el mito
de Edipo rey, El mito de Prometeo y Pandora, El mito de Narciso etc.
Podemos hablar de un intelectualismo ético o ética socrática: Sócrates partía de la
existencia de una ley natural que puede y debe ser alcanzada racionalmente por
cualquiera que haga el esfuerzo necesario que todo trabajo intelectual conlleva, en este
caso la ética es conllevar al hombre siempre a la verdad.
Ética de virtudes: la máxima aspiración del hombre consiste en la felicidad, que no puede
encontrarse sino en DIOS, y esta felicidad se alcanza mediante el ejercicio de las virtudes.
Esta ética se encuentra en los griegos. Sócrates, platón y Aristóteles, son sus máximos
representantes. La Ética a Nicómaco es sin duda el libro de ética más importante de la
antigüedad. El hombre esta orientado por su naturaleza hacia la felicidad (eudemonía) y
el bien, por eso no podemos decir que un ser humano nació malo o nació para hacer el
mal. La felicidad es el bien supremo y fin último del hombre, la felicidad se alcanza
mediante la práctica de las virtudes, que son actitudes de equilibrio en todos los ámbitos
de la vida humana. La contemplación de la verdad es el ideal superior de vida virtuosa.
Aristóteles: Suele calificarse la ética aristotélica como una ética teleológica porque se
construye a partir del fin, té/os, propio de la vida humana. Buscar el bien, perseguir el
propio fin, equivale a buscar la felicidad, ya lo hemos dicho. La ética aristotélica es una
ética hedonista. No se construye a partir de la noción de deber o de una serie de
obligaciones, sino a partir de la felicidad, porque lo que hay que conseguir es estar bien
con uno mismo y con los demás.

Epicureísmo: el placer constituye una aspiración generalizada entre los hombres de todos
los tiempos. La teoría que desarrolla esta tendencia como criterio ultimo de moralidad es
denominada hedonismo, Hedonismo es una palabra procedente del griego (hedoné) que
significa «placer». Según esta teoría ética, los hombres buscan el placer en todos sus actos
y eso sería, para los seguidores de esta teoría, lo bueno. Epicúreo es su máximo
representante, para epicúreo el principio de todo bien se halla en el placer. Teniendo claro
que el placer que hace verdaderamente dichoso al hombre es un placer tranquilo,
equilibrado. Los placeres corporales cuando no se saben controlar llevan consigo al
sufrimiento, la moral de epicúreo es más bien una ascética del placer.
Estoicismo: escuela filosófica contemporánea, sus bases se centran en la comprensión del
mundo como un cosmos. El ideal del hombre consiste en vivir conforme a la naturaleza.
De este modo, se adapta al orden universal y consigue la felicidad. El camino de la
perfección reside en la apatheia, para alcanzarla el hombre debe comenzar por cultivar la
ataraxia o imperturbación. El no dejarse turbar por nada, sea agradable o desagradable,
nos garantiza la tranquilidad de espíritu, en una armonía total con la naturaleza. El dolor
se presenta ante el mal presente, el temor ante el mal futuro, placer ante el bien presente
y deseo ante el bien futuro.
Aristóteles: Suele calificarse la ética aristotélica como una ética teleológica porque se
construye a partir del fin, té/os, propio de la vida humana. Buscar el bien, perseguir el
propio fin, equivale a buscar la felicidad, ya lo hemos dicho. La ética aristotélica es una
ética hedonista. No se construye a partir de la noción de deber o de una serie de
obligaciones, sino a partir de la felicidad, porque lo que hay que conseguir es estar bien
con uno mismo y con los demás.

San Agustín: Agustín hace suya dicha teoría y afirma que, a pesar de la caída, el ser
humano quiere ser feliz. Lo que tiene es aprender a ser buena persona, es decir, a querer
el bien. A causa del pecado, los humanos tienden intrínsecamente hacia el mal, pero es
posible superar esa tendencia y
Encontrará Dios. Para ello, la máxima que debe prevalecer es el ordo amoris: el precepto
del amor por encima de cualquier deseo. «Ama y haz lo que quieras» es la máxima firma,
la que hacer que resume la moral agustiniana.

Pedro Abelardo: Lo importante para que haya acción moral, según Abe ardo, es la
intención del sujeto. Es la intención, o la conciencia, la que determina el carácter de la
acción al consentir o dejar de hacerlo sobre el bien o el mal. Por lo mismo, si un acto
realizado de mala fe es malo, un acto realizado con buena intención nunca podrá ser
malo; incluso la ignorancia puede eximir de culpa. Cuando se actúa mal por ignorancia o
por error, podemos hablar de pecado pero no de culpa. No fueron culpables, en
consecuencia, quienes ejecutaron a Cristo en la cruz, porque no sabían qué estaban
haciendo y sólo obedecían órdenes.

Santo Tomás de Aquino: emprende la tarea de asimilar la filosofía aristotélica a la teología


cristiana. Aunque no rechaza del todo la idea de que la razón de ser de la filosofía moral es
la búsqueda de la felicidad que debe coincidir con el bien, antepone al deseo del bien la
búsqueda de la verdad. Lo primero y más importante es el conocimiento que lleva
necesariamente a Dios, que es la inteligencia máxima. Sólo Dios sabe con certeza Jo que
es bueno. Hace suyas las cuatro virtudes
Aristotélicas que ya se llaman «cardinales» -prudencia, justicia, fortaleza y templanza-, a
las que añade otras tres llamadas «teologales»: fe, esperanza y caridad. Las virtudes son
los valores intrínsecos de la moralidad, los que conformarán la personalidad moral, pero
hay otros valores extrínsecos, que son la ley y la gracia.

Martin Lutero: La justificación por la fe y no por las obras es la doctrina que Lutero
suscribe y que, más allá de los cambios en la estructura eclesiástica, constituye el núcleo
de la Reforma protestante. Lutero es «fideísta», porque pone por delante la fe, entiende
que una fe firme es lo único que debe exigírsele al creyente, dado que éste no puede
esperar que sus obras lo rediman y lo santifiquen. «Pecca [ortiter sed crede [ortius» («Peca
fuerte, pero cree con más fuerza») es la frase que sintetiza la propuesta luterana. Según
Lutero, la salvación de los pecados le adviene al ser humano sólo por la fe en Dios, no por
las obras que realice para redimirse, ya que éstas nunca dejarán de ser imperfectas y
estarán lejos de coincidir con la ley moral.

Maquiavelo: se ha dicho que El Príncipe no es una teoría política, es un manual de técnica


política. Los argumentos son utilitarios. Las virtudes que debe cultivar el soberano no
valen tanto por sí mismas como porque producen las consecuencias deseadas. No siempre
será bueno ser honrado, decir la verdad ni ser amable. Lo que importa es el fin, no los
medios.

Hobbes: Con la formación de una sociedad propiamente dicha, con la protección y la


autoridad de un Estado, nace y se consolida el orden moral. Para un pensamiento
puramente mecanicista, las nociones de bien y mal carecen de sentido. Los deseos y las
pasiones que mueven a actuar no son buenos ni malos hasta que una ley decide que lo
sean. Hobbes reconoce que ésa es la consecuencia de su método: en el estado natural de
guerra, «no hay espacio para las nociones de bien y mal, justicia e injusticia.

Spinoza: La respuesta es que la ética no consiste en nada más que en el conocimiento. EL


objetivo de la ética spinoziana es conocer La realidad y conocerla adecuadamente.
Conocer adecuada mente es conocer las causas de las cosas porque, si bien ya se ha dicho
y repetido que no existe ninguna causa final de la naturaleza, sí existen las causas
eficientes.

Hume: Percibe la evidencia de que lo que mueve a los humanos son las pasiones, más que
La razón:
«Puesto que la moral influye en las acciones y afecciones se sigue que no puede ser
derivada de la razón, y ello porque la razón sola no puede tener tal influencia»

Kant: a ley moral no refleja lo que hacemos, sino lo que debemos hacer; no se refiere al
ser, sino al deber ser. En todo caso, ha de servir para juzgar la moralidad de las
costumbres, no para identificarse con ellas. La fuerza del deber moral tiene que residir en
algo permanente, más fuerte que la diversidad empírica, en un poder que sólo reside en la
razón.
Hegel: Hegel abandona por completo una moral de la intención, como era la kantiana.
Para él, los resultados son más importantes que los buenos propósitos. Sólo las reglas
objetivas e
Interpersonales pueden ser válidas. Desconfía, asimismo, de la capacidad del individuo
para pensar sólo racional e impersonalmente, de ahí que busque la legitimidad ética en el
juicio interpersonal. Rechaza un «punto de vista moral» opuesto a la naturaleza y a la que
se trata de dominar. No cree que el ser moral tenga que procurar la total dominación de la
naturaleza sensible, pues esa dominación nunca será posible.

Marx: se opone a los términos moralizantes -justicia, deber, moral- porque cree que sólo
sirven para enmascarar la injusticia y la inmoralidad. De otra forma, es lo mismo que
pronto y a su manera dirá también Nietzsche. El advenimiento de la sociedad sin clases es,
para él, una verdad científica porque lo concibe como históricamente necesario. Esa visión
excluye la comprensión del propio pensamiento marxista como una moral o como un
compromiso para la instauración de un mundo mejor. La superación de las
contradicciones hacia un mundo de total libertad es un deber ser, no en el sentido moral
del término, sino en el sentido determinista.

Schopenhauer: Una moral no fundada en la razón, la que consiste en «hacerle


consideraciones morales a la gente», no puede tener eficacia, porque no brinda motivos.
Por otra parte, una moral que da motivos no puede actuar más que al servicio del
egoísmo; luego esa fuente carece por completo de valor moral. De donde se deduce que
no puede alcanzarse de la moral, ni en general del conocimiento abstracto, la formación
de ninguna virtud auténtica; ésta no puede nacer más que de la intuición que reconoce en
un extranjero el mismo ser que reside en nosotros.

Kierkegaard: la apuesta por la ética, el segundo estadio, es la opción por la seriedad que
representa la ley, contra la frivolidad del estadio estético. El modelo de esta etapa es la
figura del Juez, que se guía por normas generales. Es el estadio en que se sitúa el hombre
que hace suyo lo que hay de común en el género humano, el lado opuesto de la aventura
romántica.

Nietzsche: explica cómo los judíos sustituyen la moral autoafirrnativa de los griegos
(bueno =noble) por una moral de la sumisión. Lo hacen ensalzando todas las virtudes del
débil: el sacrificio, la humildad, la pobreza, la opresión. De esta forma, sólo se consigue la
aniquilación del hombre, la negación de uno mismo en nombre de una realidad superior.
Pero lo peor es que esa transformación es causada por el resentimiento de los débiles,
que no ven otra forma de afianzar su poder que proclamando los únicos valores que les
son dados, los valores de la esclavitud. Al reconocer que no son nobles, como lo eran los
aristócratas griegos, exaltan los valores de los pobres. Nacen así los ideales ascéticos que
personifica el sacerdote cristiano. La única manera de acabar con esa moral será
aniquilando su fundamento: «Dios ha muerto»
Max Scheler: El resentimiento deforma los valores, a juicio de Scheler, porque nace de la
contradicción entre el deseo de tener algo y la impotencia de alcanzarlo. Tal como
Nietzsche pensaba, el resentimiento es un síntoma de la debilidad de la vida y produce un
trastorno axiológico que destruye la verdadera moral o la moral objetiva.

Ética filosófica y ética teológica: la misión de la ética filosófica es dirigir racionalmente la


conducta hacia el bien de la vida humana considerada como un todo, lo que en la práctica
hace de la ética una teoría de las virtudes y de los vicios humanos. La de la ética teológica
o teología moral es, en cambio dirigir la conducta del cristiano, es decir, la vida especifica
del hombre que, habiendo acogido por la fe la revelación de DIOS en Cristo, se sabe hijo
adoptivo de DIOS llamado a gozar de la visión directa de DIOS UNO y Trino. Sobre esta
baje se entiende claramente que entre la ética filosófica y la ética teológica existe una
neta distinción, que paralela a la que se da entre la vida moral humana y la vida cristiana
o, si se prefiere, a la que diferencia las virtudes humanas de las virtudes humanas de las
virtudes cristianas; y a la vez que la ética filosófica y la ética teológica guardan entre si una
estrecha relación, la misma que se da ente la moral humana y l amoral cristiana, entre las
virtudes propias del hombre en cuanto tal y las virtudes especificas del cristiano. La ética
filosófica y la ética teológica se relacionan, desde este punto de vista, como lo incompleto
y lo completo. La filosofía moral es incomparable no porque carezca de algo que la
filosofía podría y debería alcanzar por si misma, sino en cuanto que no puede realizar
cumplidamente su misión de guiarnos hacia lo que, de hecho, por la bondad de DIOS, es el
bien completo del hombre real.
La ética y las ciencias humanas
Sin duda la ética no es la única ciencia que estudia la conducta humana. Muchas ciencias
biológicas o médicas y muchas ciencias sociales se ocupan también del estudio científico
del obrar humano. Sin embargo, todas ellas consideran la conducta humana desde un
punto de vista particular y restringido, que es distinto del punto de vista de totalidad que
adopta la ética.
- Ética y psicología: la psicología es al ciencia que estudia la naturaleza y la génesis
de todos os actos libres desde el punto de vista de sus leyes naturales, la psicología
es fundamentalmente una ciencia descriptiva, que explica unos hechos mediante
otros hechos, aunque conceptos como los de salud y enfermedad, la ética en
cambio estudia las acciones libres en cuanto necesidades de una ordenación
racional bajo principios éticos, según los cuales esas acciones son buenas o malas
en sentido absoluto. La ética necesita conocimientos que solo la psicología puede
proporcionar de manera científica.

- Ética y la sociología: la ética y la sociología coinciden en parte de su objetivo de


estudio (la ética social), pero se difieren en su objetivo formal o punto de vista
desde el cual o estudia. La sociología clasifica y mide los hechos sociales mediante
métodos empíricos y los interpreta mediante modelos de análisis elaborados por
ella misma, y de ese modo estudia también los aspectos sociales del
comportamiento moral. Considera y ayuda a conocer lo que hace en una
comunidad, pero queda fuera de sus posibilidades metodológicas establecer lo que
los hombres deben hacer, aunque si pueda señalar cuales son las posibilidades de
elección presentes y sus respectivas consecuencias.

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