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GRITICA DE, LA ECONOMIA POLITICA DEL SIGNO por JEAN, BAUDRILLARD (2202) LA SUBASTA DE LA OBRA DE ARTE: INTERCAMBIO/SIGNO Y VALOR SUNTUARIO Puede parecer extrano ana zar el proceso de Ia ideologta en otra parte que en los santuaries tradicionales, polt- ticos 0 culturales. Pero precisamente: el mereado de Ja pintura y la subasta de la obra de arte, por hallarse en Jos confines del poder econémico y del campo cultural, permiten descifrar su articulacién y por ende el proceso de trahajo ideolégico, La subasta, ese crisol donde Jos valor intereambian, donde valor econénimo, valor/ mo y valor simbélico se transfunden segiin una regla del juego, puede ser consid mo una matriz ideo- Jégica, uno de los Ingares privilegiados de Ja reonomta POLITICA, DEL SICNO. Se trata de descifrar el nacimiento de Ia forma/signo como, en la Critica de la economia politica, pudo Marx icimiento de Ta forma/mercancia. Por do- quier, en el consmmo, sé reconvierte valor de cambio econdmico (dinero) en yalor de cambio/signo Cprestigio, ete.) pero esta operacién se sostiene ademis con Ja coartada del valor de uso, La-snbasta de la obra de arte tiene de cjemplar que el valor de cambio econémico, en_su forma pura de equivalente general, el dinero, se intercambia en ella con signo puro, ¢ enadro. Es, pues, un terreno experimental, a la vez colectivo e institucio nal, para despejar la operacién de este valor/signo." E} acto decisive es el de uma doble reduccién simul el del valor de cambio (dinero) y del valor 0 Cel cuadre coma obra), y de su trasmuracién ada eh simbiil + Las problemas considerubles planteades por el aniilisis del valor de tio se abordaci adelante Cp. 1663. faa 122 LA SUBASTA DE LA OBRA DE ARTE en valor/signo Cel cuadro firmado, valor suntuario y objeto rar0) por el gasto y le competicién agonistica. 1. LA OTRA VERTIENTE DE LA ECONOMIA POLETICA En el gasto es donde el dinero cambia de sentido. Este hecho establecido cn la subasta puede ser transferido como- hipétesis a toda Ja esfera del consumo. El acto de consumo no es jamas winicamente una compra Crecon- versién del valor de —aspecto radicalmente pasado por alto tanto por fa econo: mia politica como por M: aso, es decir una si- queza manifestada, y una destruccién manifiesta de Ja i- queza, Este valor desplegado, por encima del valor de cambio, y fundado sobre la destruceidn de este wltimo, es el que confiere al objeto comprado, adquirido, apropiade, su valor difereneial de signo. No es la cantidad-de dinero la que adguicre valor, como en Ia ligica econémica de la equivalencia, sino el dinero gastado, sactificado, con- sumido, segtin una légica de Ia diferencia y del reto. Todo acto de compra es asia Ta ve y un acto transecondmico de produccidn de valor{signo diferencial. Desde luego, en el consumo cortiente, los aspectos especificos de la venta cn subasta Cy fundamentales, como se vers mis adelante): competicién vivida, xeto, comunidad agonistica de iguales, ete. mento fascinante, como el péker y la fi se borran ampliamente. Pero siempre queda, detris de la compra Co reapropiacion individual de valor de uso), el momento del gasto, que, aun en su trivialidad, supone algo como una competicién, una apuesta, un zeto, un sacrificio, y por lo tanto una comunidad virtual de iguales y una medida aristocritica det valor. No nos mbio en valor de uso), es también un un acto econdmico que hacen ese mo: a, estos aspectos LA SUBASTA DE LA OBRA DE ARTE 123 engaiiemos: es esto, y no en modo alguno la “satisfac: cién” de las “necesidades”, lo que hace de cuando en cuando del consumo una pasién, un juego fascinante, algo distinto de un comportamiento econdmico y fun. cional: un campo competitive de destruccién del valor econémico en’ beneficio de otto tipo de valor Se ha descrito como esencial —y lo es en efecto cl proceso de produccién y de sistematizacién det valor de cambio econémico, La economia politica es realmente esa inmensa trasmutacidn de todos los valores Ctrabajo, suber, relaciones sociales, cultura, naturaleza) en valor de cambio econdmico. “Fodo se abstrae y se reabsorbe en un mercado mundial y en el papel eminente del di- no equivalente general, Por razones histéricas que no todas tienen relacién con Ja “objetividad cienti- fica", y cuyo anélisis ideoldgico, incluso en Marx, hay que hacer, se hi lo esta vertiente det atvalisi pero se ha descuidado ampliamente el proceso igual- mente esencial, igualmente generalizade proceso que ho es ni el inverso, ni el residuo, ni el relevo del de Ja “produccién”, y que es cl inmenso proceso de trasma- tacién del valor de cambio econdmico en valor de cam bio/signo. Proceso del consumo como sistema del valor de cambio/signo. De ningin modo el consumo definido por Ia cconoméa politica tradicional Cxeconver- sién_ del valor de cambio econdniico en valor de uso, momento del ciclo de la producciéa), sino como con. versién del valor de cambio econémico en valor de cam- bio/signo. A causa de esto, el campo de la economia politica, articulado sobre los dos tmicos valores de cambio econémico y valor de uso, se. fragmenta y debe ser por entero reanalizado én el sentido de una Economia vort- TIGA CENERALIZAPA, que implicaré la produccién del lor de cambio/signo por el mismo motivo, y en mis- imo movimiento que la produccién de Jos bienes materia- les y del valor de cambio ccondmico. El anilisis de la privilegi 124 LA SUBASTA DE LA OnRA DE ARTE produecién de signos y de la cultura se impone, por Jo tanto, no como exterior, ulterior, “superestructaral con relacién al de la produccién material, se impone co- mo una revolueién de Ia econontia politica misma, gene- ralizada por la irrupeién tedriea y prictica de Ia econo mia politiea del signo. "Foda tentativa de hacer auténomo este campo del con- sumo (es decir de Ia produceién sistemética de signos) como objeto de anili conduce derecha- mente al culturalismo. Pero hay que darse cuenta de que fio ideoldgico en hacer auténomo como instanci mpo de Ja pradueciin material, Los que especifican Ja cultura Cla produccién dle los signos) para circunseribirla como superestructtira son también culturalistas sin saberlo: eperan el mismo corte y aislamiento que los ideslistas de Ta cultura, y restringen no menos arbitrariamente el campo de a eco- politica, Si Ta cultura, el consumo, Jos signos Ueben ser analizados como ideologla, no es expulsindo: los, conjuréndolos en un campo exterior, sino por el contrario integrandolos en las estructuras mismas de Ja economia politica. Pero esto implica que los marcos tra dicionales de esta economia politica, eanonizados tanto por In ciencia econémica burguesa como por el andi marxista, revienten. Y las resistencias son vivas, ya que son de todo orden: teéricas, politicas, fantasméticas. Ulnicamente, sin embargo, una economia politica gene- ralizada puede definir hoy wna teoria y una préctica revolucionarias. En Jo que concierne mis precisamente al mercado de la pintura, puede decivse: es la aprapiacién de fos como factor de leg existe el, mismo en, 1 determinante el nomi cuadros como signos lo que act macidn del poder econémico y social. , ada. Seguimos en In vulgata politi nexionada y manipulada por Ja clase demi Jade Con esto apenas Ja adelantamos cule: Lo mi mo se dice en cuanto a las “nec LA SUBASTA DE LA ORRA Dig ARTE 125 “consumo”, los ocios 0 el sexo. La clase dominante ten- dria en cierto modo “derecho de pernada” sobre Ia cul tura, No contenta con explotar los “yacimientos de mano. de obra", explotaria los yacimientos de signos, los siste- s de valores para enturbiar la lucha de clases y enga- fiar las conciencias proletarias. Pero, ede dénde vienen estos signos? ¢Estim ya en las cosas, en una naturaleza social, de tal modo gue bastarfa con apoderarse de ellos? Vi 2¥ cémo unos signos, unos mitos pueden articularse sobre una condicién objetiva, social y econémica, para alterar su sentido? {Que no nos nfs, epor qué la clase dominante tendria necesidad de la cultura, si lo econdémico es realmente Ia instancia determinante? Mas profundamente: ¢qué es una significacién? ¢En qué relacién social esta producida? ¢Cudl es el modo de produccién de las significaciones? ¢Modo de produc- cidn “capitalista’? Absurdo, Los valores/signos estin producidos por cierto tipo de trabajo s Pero producir diferencia, sistemas diferen- ciales, jerirquicos, no se confunde con Ia extorsién de la plusvalia econémica y no resulta de ella tampoco. Entre 108 dos, interviene otro tipo de trabajo, que transforma valor y_plusvalia econémica en valor/signo: aperacién suntuaria, de consumo y de rebasamiento del valor eco- némica segin un tipo de cambio xadicalmente distinto, pero que dé cierto modo produce también una plusva- Kia: la dominacién, la cual no se confunde en absoluto- con el privilegio econémico y el provecho. Estos tiltimos no son en cierto modo més que Ja materia prima y el trampolin de una .operacién politica de tansfiguracién del poder por los signos, La dominacién se halla, pues, vinculada al poder econdmico, pero no “emana” de él de manera a Ia vez outomiitica y misteriosa; procede de a través de un retrabajo del valor econémico, Por f 126 LA SUBASTA DE LA OGRA DE ARTE haber dlvidado este trabajo especifico, el andlisis marxis- ta se encuentra hoy, en el campo: de Ja ideologia, en el mismo punto que los cconomistas burgueses antes de Marx Cy después de Manx) en el campo de Ia produce cién material: se escamotea Ja verdadera fuente del valor y el verdadero proceso de produccién, Del olvide de este trabajo social de produccién de Jos signos es del que Ja ideologia saca su trascendencia; de ese modo tos en un “fetichismo”, signos, Ja cultura, se envuelv cn un fristerio igual y contemporinco al de la mercancia. Los tedricos criticos de la economia politica del signo son muy raros. Relegados, sepultados bajo el andlisis marxista Cneomarxista) terrorista, Veblen y Goblot* son Jos grandes precursores dle un anélisis cultural de clase que, por encima del “materialismo dialéctico” de les fuerzas productivas, tiene en cuenta Ja_légica de los va- tuarios,- porta. cual sdlo~ lar clase~dominante ‘asegura su dominacién y la. perpetiia.. por cl_cadigo, ponigaddla al abrigo.en cierto modo, por. esta -“transus: “tanciacin” é los valores, de las revoluciones en el orden econémico y de sus repercusiones én las. relaciones sociales. En el orden econdmico, es el dominio de la aemmu- lacién, de la apropiacién de la plusvalia, lo esencial, En el orden de los signos (de la cultura), es el dominio del gasio, es decir de Ja transustanciacién del valor de cambio cconémico en valor de cambio/signo a partic del monopolio del cédigo, 1o que es decisive. Las clax ses dominantes, siempre, 0 bien han asegurado de golpe su dominio sobre los valores/signos (socicdades arcaicas y tradicionales), 0 bien han intentado Cel orden bur gués capitalista) sobrepasar, trascender, consagrar su privilegio econdmico en privilegio de los signos; porque Este estadio ulterior representa elestadio cabal de Ja do- 2 Veblen Le teoria de la clase ociosa; Goblet, Le barriére et le ives: ea LA SUBASTA DE LA OBRA DE ARTE 127 uinacidn, Tsta Migien, que viene a sustitc Ia iyi le clase y no se celine ya por Ia propiedad de los sme: stios de produccién, sino por et contol del proceso de signifieaciOn; esta Togiea que pone en juego wn modo de prodaceién radicalmente distinto del modo de produc: an ” rerial Gy Por esta razon escapa al andlisis “mar- mente, en la subvsta defy obra de arte - DIFERENCIA CON BL INTERCAMBIO ECONOMICO 1. Lo mismo ‘que el jucgo (poker, cte.), es siempre a Ie vel Ua eBntedihe “analy ea scnunintoone bitarias yas, y ese ; mente lo que va a pasir, ni después se sabe exactamente lo que ha pasado puesto que se trata de una dindmica de enfrentamiento per sonal, de un algebra de personas, opuestamente oa aperacién econdmica, doride los valores se intercambian impersonalmente segiin una aritmética de ei ‘ Este cardcter personal del in i0 implica la unicidad del luga P tio te puede pavticipae ae we couespondencia —y sobre todo Ia unicidad eonereta el proceso: cl tiempo, el orden, el ritmo, el tempo son un elemento esencial de la subasta. En la alternacién de ofertas y la puja, cada momento depende del momento anterior, y de la sclacién reeiproca «le los partici De ahi un desarrollo especifico, diferente del tiempo abstracto del intereambio econémico. » 3. No existe, como en el mercado, juego de oferta y demanda, con aproximacién maxima del valor de cambio oftecide y del valor de uso descontado. Esta especie de puja mercantil, que desemboca en el equi: puntual de una demanda y de una oferta, se por ejemplo en Ja venta de pescado al pre- I y un acor Las reglas aqui son que jamds se sabe e 128 LA SUMASTA DE LA ORRA DE ARTE, gén, Pero aqui, en ef momento de la puja, valor de cambio y valor de uso dejan de estar en corre segtin el lo econémico. El valor de uso descon- tado (si es que hay uno) no crece a’ compas de Ta puja. De hecho, el juego propio de Ja puja instituye tina relaciin specifica y se realiza al maygen del valor de uso. Puesto este fuera de juego, el valor de cambio ya no esti ofrecido Ca cambio de), esti puesto ev jrego. Deja por ello de ser valor de cambio, y toda Ia situa- cidn se transfiere fuera de lo econémico. No ces por fllo de ser un intercambio: no ya del tipo de la oferta y de la demanda, sino del tipo de la apuesta recfproce Ea puja instituye, pues, simulténeamente: [] una trasmutacién del valor y de Jas coordenadas econéinicass I otro tipo de relaciéi social. Trasmctacién del valor EI dinero, en el momento erucial de la puja, se hy negado como valor de cambio divisible y transnstanciade por el gasto en valor suntuario indivisible. Deviene por ello homdlogo del objeto tinico ¢ indivisible que es el euadro como signo. Entre el dinero convertido en fa del valor de cambio ec materia suntuaria por la pérdi ndmico, y el cuadro convertido en signo prestigioso Cel mento del corpus restringido que es Ja pintura) por la pérdida de su valor simbélico,* se establece no ya una equivalencia, sino una paridad aristocrética.* © Cf. mas adelante: imbilico_y funcin estética”. "EL pres su yslor to mi i tiene seid sino ns Se tas signitiencioner ye los” valores St nade temite” CP, Davy J. Miene Ge Valent). De heels, noes yn imprest LA SUBASTA DE LA OMRA DE ARTE 129 Relacién. social el acto suntuario, ef dinero est4 negado como equi valente general, como forma, y por Jo tanto como rela cidn social especifien Ceapitalista) regida por esta for- ma. La relacién social que instituye Ja puja es, aqui también, de paridad aristocrética Centre los participan- tes). O} in comercial, que in tituye una relacién de competencia econdmica entre par ares sobre un pie de igualdad formal, en Ia que cada I Heva su efleulo de apropiacién individual, fa puja, como la fiesta 0 el juego, instituye un espacio-tiempo concreto y una conmnidad concreta de intercambio en- tre ignales. Cualgniera que sea el vencedor del reto, la funcidn esencial de Ja puja es In institucién de una comunidad de privilegiados que se definen como toles por Ia especulacin agonistiea en torno de un corpus restringido de signos. La competicién de tipo aristo- crdtico sella su paridad Cque no tiene nada que ver con la igualdad formal de la competencia econémica), por lo tanto su privilegio colective de casta por relacién a todos los demas, de los cuales Jos separa no ya su poder de compra, sino el acto colective y suntuario de produceién y de intercambio de valores/signo.* restamente a Ta oper lo demis, entre los verdaderos jugadores, el dinero ganado al juego queda mareado por el tego; no ‘puede ya ser gastado fines wiles, econdmicns: ha de ser puesto de nuevo en juego, revertide al juego, “quemado”; es en cierto modo Ja “par te maldiea”, de Bataille. 2 "En el interior de csta comunidad, existe circulacién de euadros sobre In base de una competicién entre jguales, en tanto que, desde el punto de vista de la sociedad global, existe retenciéit de le pintira en y por ext comunidad; es decir que la base de una discriminocide social, Sin emburgo, esta comunidad se pretende abierta por el aspecto competitive de la adquisicién, .. Nos encontramos aqui en az fronteras de Tas estritegias cle In dominacién, donde 1a movi- Vidad individual posible enmascara la diseriminacién social” CPO Datd y J. Miner, sbi.) 130 LA SUBASTA DE LA OBRA DE ARTE Abi es donde se halla la matriz de la ideologia, en Ja légica“ cohtiente de wn sistema de produécién, de intezeambio y de relaciones sociales “fadicalmente distin- to del sistenia de prodaccidn, de intercambio y de xe laciones sociales fundados sobre-Jo econémico. La ideolo- gia no es una misteriosa falsificaciin de concieneia, es una légica social que sustituye a otra Cy resuelve sus contradicciones) ‘cambiando st definicién misma del valor.” Por no colocarse a este nivel de esteategia i6gica, se nos remite a la psicologia yergonzante de la “inte- riorizacién”. Pero, gde donde |viene esta extrafia per versién de las “cs de dejarse engafiar, de abandonarse alos colégicos”, cuando Jos tores sociales Csujetos de esas “conciencias”) continua rian produciendo su xelacién social “objetiva”? De vez en cuando, por lo demis, la conciencia se pasa al Jado “objetivo” Cjrevolucionariol): jes la. “toma de concien- cia"! Extrafia novela burguesa, ésta de la psicologia, que infecta profundamente Ja tcoria revolucionaria, De hecho, Jo que se Hama la “psicologia” del aficio- nado al arte se deduce también por entero del sistema de intercambio. La singul sién fetichista del objeto vivida como afinidad electiva se funda sobre su reconocimiento como p acto competitive, en una comunidad de privilegiados. Se iguala con el propio cuadro, cuyo valor tinico reside en la relacién de paridad, de privilegio estatutario que mantiene, como signo, con los dems. téminos del cor pus restringido de la pintura. De ahi ta afinidad “de dlite” entre aficionado y cuadso, que connota psicold gicamente el tipo mismo de valor, de cambio y de re- lacién social aristocedtica que instituye Ja puja de la subasta. La pasién del aficionado esté constituida por la conminacién latente, por Ja obsesién continua y exal- tante de todos Jos demés aficionados, asi como el valor fetichizado del cuadtu, su mana, esté constituide por: dad que pretende, esa pa por un Sees LA SUBASTA DE LA OBRA DE ARTE i31 1 su remisién diferencial a todos los demis cuadros en Ia misma esfera sublime de status; Cl su pedigei, su genealogia, es decir su firma y el ciclo de sus propietarios s No es, pues, de la r icosivos. ion psicolégica del individuo { al objeto de la que nace el fetichismo. y se sostiene cl Principio del” intercambio. No es jamas el ‘“fetichismo del objeto” el que sostiene el intereambio én su prin- cipio, sino el principio social del intercambio el que sos- tiene el walor fetichizado del objeto. UE PONER ECONDMHICO -¥ pOMENAGION Otra reduccién ideolégica: Ia que hace del cuadro pura y simplemente una mercancfa. No: no se trata aqui de Ja reproduccién ampliada del capital y de la clase capi- talista, se trata de la producciéa de una casta por la gracia.colectiva de un juego de signos y de la produc- cién de estos signos por Ja destruccién de valor econémi- co. Es algo de este intercambio suntuatio y de este modelo aristocritico, pero debilitado y desmultiplicado, Jo que se difunde a través de todo cl sistema del con- sumo y constituye su eficacia ideolégica, Parece absurdo hablar de una Idgica de Es, sin embargo, a partir de este modelo de intercambio ago: nistico de valores/signos donde se instituye el consumo, partir del intercambio de Jas diferencias, de un ima- terial distintive y por Jo tanto de una comunidad virtual que, por poco que quede, y precisamente porque no queda nada, se articula a pesar de todo aun sobre una ficcién de paridad aristocrética. La diferencia —capi- tal— entre el potlatch aristocratico y el consumo es que las diferencias estin producidas hoy industrialmente, burocraticamente programadas bajo la forma de modelos 132, LA SUBASTA DE LA OBRA DE ARTE colectivos, y y del intere in coleeti ya en Ia reciprocidad personal del reto bio. Influido por Jos medios de comuni no es ya mis que el simulacro de la competicion lo que opera en Ia competencia estatu Fsta no tiene ya la funcién distintiva real que conser- vaha atin en Veblen: los geandes dinosaurios de la waste ful expenditure se han transformado en innumerables individuos consagrados a una parodia de consumo sa crificial, movilizados como consumidores por la orden de produccién, El “gasto” ha cambiado, pues, radical- mente de sentido, Quiere decir que a causa de que en él, en el consumo influido por los medios de com nicacién colectiva, se reactiva el Fantasma colectivo de valores perdides Csuntuarios), es por Jo que esta pric tica puede ser vivida individualmente como gratifican te, como libertad, como realizacién —y ideologia. Hasta ef simulacro de eédigo difevenci tocritico actiia ademis poderosimente como factor de integracién, de control, como participacién en la misma “tegla del juego”. La obsesién del prestigio a: doqisier a nuestras sociedades industriales, cuya cultura Cburguesa) no es nunca sino el de valores aristocriticos, En todas partes se reproduce cotectiva mente, por encima del yalor econdmico y a partir de AI, la magia del eddigo, la magia de una commidad clectiva y selectiva, agrupada por lam os. Por doquicr este Jase, por do- \etuar asi eomo, 1 avis por nt ma regh del juego y los mismos sistemas de proceso viene a atravesar Jos conflictos de quier —desmultiplicado sobre toda la extensién de Ia so- ciedad y cualquiera que sea el stams econémico y Ja actiia en heneficio de a clase do- | dra angular de la dominacién. No condicién de clase: Es la automé del minante, mente desmantelada’ por la Jégica fuevzas productivas, por el proceso “dlialéeticn” del capital o por Ja eritica’ tradicional de Ja economia politica B LA SUBASTA DE LA OnRA DE AI 133 Unicamente una eritien de la economia politica del signo -puede analizar cémo el modo de dominacién a tual sabe recobrar e integrar y jugar simulréneamente con todos los modos de produceién —no tan sélo el modo de produceién capitalista, sina todos Jos modos de pro- duccién y de intercambio “anteriores”, “arcaicos”, infea © transeecc Cémo reinvents Co reproduce), en el corazén mismo de lo econdmico, In légiea y Ja estra- tegia dle los. signos, de las castas, de la segregacion, de inacin, la Igiea de Jas relaciones personales , © también Ja del intercambio/donacién y de la reeiprocidad, © del intereambio agonistico para ha- cer fracasar y coronar a la vez por doquier la légica “moder dmicos, condmica, de clase. Pero quiz Ja ex- plotacién econémica y Ta dominacién de “clase” no son en el fondo més que una viniante “histérica” y un ro- deo en la inmensa genealogia de las formas de la domi- nacién social. Quizé Ia sociedad actual vuelva a set aie todo na sociedad de dominacién por los signos. De ahi | exigencia total de una “revolucién” cultural que impli- ca todo el proceso de produccién de Ja ideologia, y de Ja que Gncamente una economia politica del signo puede dar Jas: bases tedricas, IV. VALOR SIMBOLICO Y FUNCION Esrérica Qué ocurre con el valor simbético, con el valor pro- pio de Ia “obra de arte”, en toda esta operacién? No aparece en. parte alguna, Se halla negado, ausente. Pa ralelamente a Ia dsuncién del valor de cambio econémi- co en valor/signo, existe reduccién del valor simbético en valor/signo. De una parte y de otra, valor de 5 econémico y valor simbélico pierden’ su stacus propio y se convierton en sexdlites del valor/signo, AL com 134 LA SUBASTA DE LA OBRA DE ARTE nivel de Jos cuadros manipulados como supersignos, el valor simbélico se resuclve en furncidu estética, es decir que no hace mas que jugar en filigrana, detras de Ia operacién del signo, como referencia-coartada, ‘como ra- cionalizacién sublime de Ja operacién suntwaria." “Negado como trabajo simbélico, el cuadro actita como: EF miaterial distintivo, soporte del, intercambio “noble” y restringido; Ci como valor co” universal, se, desdobla en una idea de_la Pintura que sirve para legitimar la opera- ‘cién .en_Jo.absoluto. ” Pero este absoluto es una coartada, El verdadero va- Jor del cuadro, como hemos visto, en_su valor geneald- gico Csu “nacimiento”: la firma, y la aureola de sus transacciones sucesivas: su “pedigti”). Del mismo modo gue el ciclo de las donaciones sucesivas, en las socie dades primitivas, carga el objeto cada vez de mas va- Jor, asi el cuadro cizcula, como un titulo de nobleza, de heredero en heredero, cargindose de prestigio al hilo de su historia, Hay especie de plus- valia producida a partir de Ja cixculacién misma de los signos y que hay que disting licalmente’ de la plusvalfa econémica. No crea provecho, sino legitind- dad, y a clla se afilia el aficionado en la puja por su sacrificio econémico, Para los miembros de la casta, por lo tanto, no hay mas valores reales que los que se producen y se intercambian en Ja casta Clo mismo para Jos burgueses de Gublot, en quienes fidad, Ja viemd, el genio, ctc., valores todos “universales’, no cuentan frente a la “distineién”, valor especitico de clase —o dle casta). | La casta de los participates sabe en el fondo que el © Lo cconémico también puede servic entonces de racionali: uacién. El mercado de la pintura se coloca unas veces bajo et oO del “amor al arte”, otras bajo el signo de Ja “buena tee LA SUBASTA DE LA OBRA DE ARTE 135 verdadero status, Ja yerdadera legitimidad, la reproduc- cidn de Ja relacién social y por Jo tanto la perpetuacién de la clase dominante “en su ser’, se ventilan en la manipulacién aristocratica de las obras como material de cambio/signo, La casta desprecia en el fondo la “es- tética", cl blico, la “cultura”, que son buenos todo lo mas, en tanto que valores “universales’, para cl consumo colectivo. El goce estético, el comercio con 1as obras, los valores J se deja a quienes no pueden Megar hasta el potlatch privilegiado.” EI proceso de la ideologia, en su conjunto, se ventila, pues, sobre la operacién simultinea: 1 de un sistema de intercambio restringido, sobre un corpus restringido, y sobre cl modo de la competicién paritaria aristoc jamados “absolutas”, es Io que CI de un sistema de intercambio de valores universa-, les, para el uso de todos, sobre el modo de ta igual formal. — Es interesante en este sentido confrontar, siempre en el dominio de la pintura, la, funcién reciproca de la institueién del mercado y de la subasta, y de Ja insti- tucién del museo. Podria creerse que el museo, al sus- traer las obras de ese mercado privado paralelo para “nacionalizarlas”, las restituye a una especie de propic dad colectiva, y con cllo a su funcién estética “autén- ”. De hecho, el museo acttia como eaucién del in- mbio aristocritico. Doble caucién: 1 asi como se necesita un fondo-oro, cobertura publi ca del Banco de Francia paca que se organice la circula- cién del capital y la especulacién privada, se necesita ignalmente la reserva fija del museo para que pueda 7 Teniéndolo todo en cuenta, es Ja misma discriminacién Ja que, en el consumo, deja para Ta inmensa mayoria el valor de thoy al goce funclonal de los. productos, reservindose encod camente Ja clase d c la manipulacién del valor de cam bio, del capital y de la plusvalia 136 LA SUBASTA DE LA OBRA DE ARTE no de los euadros. Los mu funcionar el intercam| seos desempeiian el papel de los poltica de lap . EI no contento con actuar como caucién org: la especulacién sobre el arte, el museo actia como ins » garantiza la universalidad de Ja pintura, to el goce estético (valor, como hemos vis ID) de todos los dems. ances en la economia ica de por lo t socialmente ines Vv. concusrén Hemos querido eaptar en Ja subasta y cl mereado del arte una especie de mricleo de la estrategia de los vi lores, una especie de espacio-tiempo conereto, de mo mento estratégicn y de Jogia, que es. siempre. produccién, de valor/signo ye tercambio cifrado. Esta economia de los valores, que 1 mucho més allé del cileulo ect tesa a todos los procesos dle trasm Jas transiciones, socialmente producidas y_ localizables wres « instituciones determinados, de un valor_al a otra Yégien del valor, y por Jo atriz en ef proceso de la, ideo: némico y que inte: icidn de los valores, owe, de una 16 tanto la conexién y la implicacién de los. diferentes m, esta sistemas de intercambio y modos. de produc: economia dle los valores es una economia politica. La 1 «le esta economia politica general del valor es Ia que pueda aprehender de nuevo hoy el anéilisis de Marx un nivel global. Yes la nica que puede yparecer tedricamente ese mds alli del valor sobre el cual fundar pricticamente un cambio total de esta nN. n Otves objetos distintos de la pine LA SUBASTA DE LA OMRA 4 ARTE 137 her. El espacio-tiempo institu 1 de la comunidad competitiva es entonces el examen, mejor todavia el concurse. Ahi es donde se opera esa “transustanciacién del saber profano en saber sagrado”, ese “bautismo bu- roeritico del saber” Gvlarx), caya funcién analizé bien Goblot_a propésito del bachillerato, umbral social de Ja casta. La misma operacién de transmutacién del saber como valor universal en saber como valor/signo, como ti tule de nobleza, va acomp: dade la misma legitima- , de la misma discriminacién de todos Jos pares que participan misa blanca, en ese sacramento, Po- se también los congresos Cde sabios, de in- telectuales, de socidlogos) como Iugares.de trasmisién, de reproduceién hereditaria de la intelligentsia y de una comunidad privilegiada sobre In base de un derroche stico de signos. Los congresos sirven casi tanto » el progreso del saber como las carreras de caba- Nes y las apuestas mutuas para el desarrollo de la raza cabalkir Clos caballos y las carreras podrian ser, por lo demiis, también como ‘mercado paralelo de valores st tuarios, un hermoso objeto de estudio),

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