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LA VUELTA DE LA MADRE AL TRABAJO

Louise Emanuel (Clínica Tavistock)

Los niños y niñas de tres años se adaptan bien a una separación si se hallan preparados para
ella; sin embargo, a muchos les cuesta separarse de sus padres, sobre todo al integrarse al Centro
Infantil. Es importante conversar con el niño y decirle con antelación si una separación va a ocurrir.
De esta manera, los niños y niñas confían en sus padres y se sienten seguros de que se les está
diciendo la verdad.

Un gran trastorno en los niños y niñas tiene que ver cuando la madre (o en algunos casos el
padre, si es que ha sido él quien comparta en casa con el niño) decide volver a trabajar fuera de casa.
Quizá los padres quieran tener más dinero para extras o necesiten el dinero para mantener la casa a
flote. Los dos, el padre y la madre van a estar más ocupados que antes y van a tener menos tiempo
libre, lo que quiere decir que no se podrán dedicar tanto al niño. Habrá que adoptar medidas para
cuidar de él. Puede ser que uno de los padres pueda llevar al niño a la guardería o a la escuela infantil
y pueda recogerlo después, explicándole con una promesa que lo van a hacer. Si los dos trabajan a
tiempo completo, puede ser necesario que una tercera persona se ocupe de eso. Esa persona puede
ser alguien de la familia, como una tía o una abuela, o puede ser una persona amiga o incluso una
persona pagada. Esto último es hoy muy frecuente, dado que son ya pocas las familias que tienen
miembros viviendo en la misma zona.

Es especialmente importante que los adultos vuelvan cuando prometieron que lo harían. En
ningún caso los padres deben amenazar al niño con que se van a ir o con que van a mandar al niño
fuera, ya que los niños viven esas amenazas con gran ansiedad, aunque no lo manifiesten. La
incertidumbre y la ansiedad que se le generan al niño hacen que su comportamiento se altere, que el
niño deje de tener fe en los adultos, que se haga desconfiado y suspicaz.

Cindy llegó a la guardería y les dijo a los demás niños que su madre no iría ese día a recogerla
y que ella se iría con la señora Brown; y al punto se puso triste. Una ayudante se sentó a su lado, y
Cindy se subió a su regazo para que la abrazara y la acariciara. Cindy dijo que sus padres necesitaban
ganar dinero para comprar otro carro ya que el viejo no hacía más que pararse y también
necesitaban dinero para las vacaciones del verano. La asistente dijo: “Pero ahora tú necesitas tener a
tu mamá”. Cindy adquirió un aire solemne, pero enseguida esbozó una sonrisa y dijo: “Mamá volverá
a casa a la hora del té y hasta entonces puedo jugar con Sean” (Sean es el hijo de la señora Brown).
Esta conversación se repitió varias veces durante unos días, hasta que pareció que Cindy se había
adaptado a la nueva situación.

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