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ISSN: 0123-1294
educacion.educadores@unisabana.edu.co
Universidad de La Sabana
Colombia
** Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid (España), con premio extraordina-
rio. Profesor Titular de Antropología Pedagógica en la Universidad Complutense. Profesor visitante en
la Universidad de La Sabana.
A B S T R AC T RESUMEN
Subordination constitutes obedience; for example, in the sub- La subordinación constituye obediencia; por ejemplo, en la
ordination of reason to an authority, the destructive slavery subordinación de la razón a una autoridad se ve la esclavi-
of the individual's intellectual sovereignty is seen, although tud destructora de la soberanía intelectual del individuo,
in a subjective sense, for if it were objective it would be true pero esto en sentido subjetivo, pues si fuera objetivo sería
authority and faithful and obedient surrender to it. una autoridad verdadera y una entrega fiel y obediente a
On the other hand, when someone's authority is recognized, este. Por otra parte, cuando se reconoce la autoridad de
this is done in connection to a certain dignity that the per- alguien se hace con relación a cierta dignidad que posee,
son has; apart from that, a certain dependency is formed, además de formar una dependencia, que en el sentido más
which in the strictest sense already exists in respect; however, estricto existe ya en el respeto; pero esto no está bien visto,
this is not well regarded, as authority is essentially true inde- pues la autoridad en su esencia es una auténtica indepen-
pendence exercised in all its sense.
dencia realizada en todo su sentido. En este escrito, además,
This paper also mentions free and dependent attitudes which se mencionan las actitudes libres y dependientes, las cuales
deal with themes such as actions, feelings and the types of abordan temas como acciones, sentimientos, y los tipos de
influences and dependencies. influencias y dependencias.
Key words: God, dependency, attitudes, freedom, influence, Palabras clave: Dios, dependencia, actitudes, libertad,
illegitimate. influencia, ilegítimo.
E un concepto de la obediencia a la
autoridad que nuestra época ha sosla-
yado. Desde el Renacimiento y el comienzo
ma aprobación del Señor, posee como tal una
estructura jerárquica y solamente en ella
domina el prototipo y fuente originaria de
del protestantismo, la comprensión del acto toda autoridad, siendo fuente de cualquiera
de subordinación que constituye la obedien- otra; hablamos, en definitiva, de aquella ins-
cia, como derivado del mandato de una tancia a la que se debe fe y obediencia). Sin
autoridad y basado en la doctrina de una fe, embargo, en un mundo en el que el centro de
ha ido periclitando. Esa forma de abnegación gravedad de su propio significado está en sí
ha sido cada vez menos comprendida y ape- mismo, no sometido al poder de ningún Dios,
nas respetada, hasta llegar a la lucha radical o donde este ni siquiera existe, donde todo se
contra la autoridad en la Revolución france- debe a la razón humana y, por ello, donde el
sa y en sus padres espirituales, así como en el individuo agota inevitablemente, con su sola
ideal kantiano de autonomía. En la subordi- razón y voluntad, el último sentido del
nación de la razón a una autoridad -como en mundo; en ese mundo en el que el hombre es
el acto de fe- se acababa viendo una esclavi- soberano, falta la fundamentación objetiva
tud destructora de la soberanía intelectual para que se dé una autoridad verdadera y, con
del individuo, a la cual solo podrían subro- ello, una entrega fiel y obediente a esta; en él
garse los débiles mentales o los mojigatos, carece de sentido comportarse así.
entendiéndose la subordinación de la volun-
tad al mandato de una autoridad moral Así se halla la postura hacia la autoridad en
como competencia única de la autonomía tan estrecha relación con la última y decisiva
del individuo, y viéndose la obediencia basa- orientación hacia Dios y el mundo, que la
da en la fe como algo servil, como una con- falta de disponibilidad para reconocer una
ducta indigna de la libertad moral del indi- autoridad absoluta por encima de uno
viduo, e incluso como una recaída en la mismo constituye para muchos la raíz más
minoría de edad. Autoridad y libertad se profunda de la negación de Dios, un hecho
antojaban profundamente contradictorias, que resalta claramente la importancia central
pero esa nueva valoración de la autoridad del problema de la autoridad. Pero no solo
solo es una consecuencia necesaria del cam- por lo profundo de las raíces del problema
bio profundo en la concepción general del en torno a la autoridad cabe considerar la
individuo, en la visión del mundo que se importancia sobresaliente de la cuestión.
había ido consumando (en este mundo, También una mirada a las consecuencias de
sobre el que reina un Dios todopoderoso, gran calado y alcance que la postura sobre el
todo Bondad y Sabiduría, que ha sido crea- problema de la autoridad tiene en los más
diversos ámbitos nos muestra su importancia dez la especial forma de dependencia bajo la
fundamental. En primera instancia, es válido cual se presenta la obediencia a la autoridad
esto para la ética y la pedagogía. Para quienes verdadera. Pero, ante todo, debe uno guardar-
son partidarios del ideal de la autarquía y se de querer deducir de su indispensabilidad
autonomía, la ética debe mostrar una cara la principal legitimación de la autoridad para
completamente distinta de la que presenta la vida moral, para la educación y para la vida
para los discípulos del Hijo del Hombre, pública. O existen esos presupuestos metafísi-
cuando este nos exhorta: “Si no os volvéis cos de la autoridad, es decir, una instancia a la
como niños, no podréis entrar en el Reino que se debe obediencia y fidelidad, o no exis-
de los Cielos”. Y los representantes de una ten. Solamente de ellos puede depender la
ética autónoma deben llegar, en consecuen- legitimación de una autoridad, pero nunca de
cia, a una pedagogía completamente distinta si la gente la considera necesaria o no. Esto
de la de los cristianos, tanto por lo que se último podría hacer de su existencia algo sin
refiere a la finalidad como al método educa- duda deseable, pero nunca justificarla satisfac-
tivo. Pero también para la sociología, en el toriamente. Estamos en un tiempo proclive al
más amplio sentido de la palabra, el proble- funesto intento de querer justificar la existen-
ma sobre la autoridad reviste gran importan- cia de ciertas realidades, e incluso su legiti-
cia. La concepción total de la familia, de la mación, en virtud de una necesidad absoluta,
vida comunitaria, del Estado y de las demás un proceder que se traduce naturalmente en
formas de vida social, así como de las rela- pragmatismo y que debe rechazarse con toda
ciones sociales mismas, será completamente contundencia. Mientras solo pueda justificar-
distinta según la valoración y el criterio con se algo como “postulado” no podrá conve-
que se delimite cada una de ellas. nirse nada sobre su efectiva existencia ni
sobre su razón de ser.
Si nos vamos a ocupar aquí de la clarificación
del problema de la autoridad, y en primer Por esta razón, conviene que retomemos el
término según los intereses de la Pedagogía, análisis de la naturaleza esencial de la auto-
tendremos que plantearnos claramente, ante ridad auténtica y sus presupuestos metafí-
todo, qué sea la autoridad, en qué consiste ser sicos, análisis que -como ya hemos mostra-
autoridad.Tendremos que entender cuál es la do anteriormente- representa una condi-
esencia de la autoridad. No será posible seña- ción imprescindible para un auténtico y
lar su superioridad, ni profundizar en su fructífero debate científico sobre la impor-
absoluta necesidad práctica, mientras no ten- tancia pedagógica de la autoridad, en el
gamos claras cuáles son las características de la que debemos limitarnos sustancialmente,
autoridad verdadera, especialmente sus for- dentro del marco aquí previsto, a los ele-
mas aparentemente similares, en tanto no mentos primarios del papel pedagógico de
haya sido nítidamente diferenciada de las la autoridad.
pseudo-autoridades. Aún menos se podrá
decidir sobre la cuestión de si representa una Cuando señalamos a una persona o instancia
restricción de la libertad moral e intelectual, como autoridad, lo hacemos en relación con
mientras no se haya perfilado con toda luci- cierta dignidad que hay en ella y que inclu-
ye una determinada relación con otras per- miento del corazón -que podría generar una
sonas (o bien, como aquí se ha mencionado, dependencia tal que la pérdida de la persona
en general, con una persona determinada). amada produjese un quebranto gravísimo-,
Mientras alguien sea una autoridad perma- estaban pensando en una dependencia en el
nece en una peculiar relación con otros, bien más amplio sentido, que se establecía por el
sea esa relación solamente exigida pero no amor hacia el otro. Sin embargo, al depender
en realidad efectiva, o bien se trate solo de del amigo al que considero como autoridad,
un tipo genérico de persona, y no de deter- se produce una dependencia que no es de
minados individuos. Si hablo, por ejemplo, ese tipo, sino más bien una auténtica autori-
de la autoridad del rey en un Estado monár- dad que me subordina de manera directa a
quico, no estoy pensando en un atributo en otro y que me introduce en el círculo de su
sentido estricto, que él posee y que no con- influencia.
tiene en modo alguno una relación ideal
hacia otras personas, como cuando distingo Una dependencia en el sentido más estricto
en ellas algo moral o intelectualmente desta- existe ya en el respeto. Pero este es esencial-
cable; más bien veo en él algo que constitu- mente distinto de la dependencia autoritati-
ye una relación especial con sus subordina- va. En aquel se da cierta subordinación, a
dos, que puede ser efectiva o quedarse solo diferencia de la pura simpatía o el amor: el
en una aproximación ideal. “otro” resulta tan valioso para mí que acep-
to su juicio y su conducta con un profundo
En la esencia de la autoridad siempre se respeto, de manera que le contemplo por
incluye, pues, una referencia a otras personas. encima de mí. Pero tampoco se da aquí una
Por eso, desde el primer momento hemos de dependencia, en el sentido más amplio de la
atender, en relación con la descripción de la palabra. Que yo respete al otro en modo
naturaleza de la autoridad, a la peculiar rela- alguno significa que le tenga realmente en
ción con otras personas que subyace en el ser mi pensamiento, sentimiento y querer; tam-
de la autoridad, es decir, con otra persona. poco implica que él pueda decidir de alguna
Una completa caracterización general de la forma sobre mi comportamiento, porque
relación que llamamos autoritativa se nos tuviese efectivamente algún poder o derecho
presenta, en principio, así: vemos que “otro” sobre él. La relación de autoridad contiene,
depende de una manera propia de la perso- en su esencia más universal, una auténtica
na o instancia que desempeña el papel de independencia, realizada en todo su sentido.
autoridad. Cuando decimos, por ejemplo: Se muestra como una relación por la cual
ese hombre constituye una autoridad para su alguien se halla unido a otro en virtud de un
amigo, estamos pensando que el amigo se cierto predominio, en todas las facetas del
halla en una relación espiritual de depen- desarrollo de su pensamiento y de su vida,
dencia respecto de él. Igualmente, el amor que resultarán realmente determinadas por
que alguien siente por otra persona puede en ese otro en los aspectos correspondientes; es
cierto modo revestir una dependencia, en el decir, que su pensamiento, sentimiento o
sentido más formal de la palabra. Cuando los querer es como es gracias al otro. Con esta
estoicos advertían contra un excesivo apega- característica formal poco se ha dicho toda-
de los casos consideramos como “sentimien- intencional, sino también en lo que significa
tos” en las situaciones más simples- aparece una “motivación” con sentido-, ya que el
con mayor nitidez a nuestra conciencia si “disvalor” que la muerte del amigo supone
atendemos a los diversos elementos que una resulta evidente. Por el contrario, si a nuestra
actitud normal encierra: primero, el objeto al pregunta de por qué se aflige por la suerte de
que razonablemente se dirige, al que sirve; su amigo, diera la siguiente contestación:“Mi
segundo, el momento en el objeto, al que amigo ha sido ascendido”, entonces simple-
ella responde. Si encontramos algo parecido mente no encontraríamos el momento que
a una actitud sin objeto, entonces se nos pre- ha motivado su dolor, sino que continuaría-
sentará esta como anormal y sin sentido. Por mos preguntando si él creía que ese ascenso
ejemplo, cuando encontramos a alguien con iba a constituir una desgracia para el amigo,
un profundo dolor, entonces debemos pre- o si temía que por ese ascenso iba a perder-
guntar en primer lugar por la razón de ese le; en una palabra, indagaríamos sobre la cua-
dolor. Si esa persona responde: “No lo sé”, lidad de la suerte del amigo que la converti-
entonces contemplamos su conducta como ría en un mal objetivo, o bien en un mal para
anormal. Consideraremos que quizás ha una de las partes. Si no se logra descubrir tal
reprimido u olvidado el objeto de su dolor2. cualidad, entonces la aflicción de nuestro
En resumen, buscaremos un objeto que interlocutor se nos haría incomprensible, e
corresponda en realidad a la pura intención. incluso absurda. Tal “absurdo” es claramente
Sin un objeto, ese dolor carece de sentido, distinto del sinsentido antes enunciado. Allí
algo similar a lo que representaría, en el faltaba un objeto al que pudiera correspon-
campo de la lógica, un plexo verbal como der una actitud -”el estar vacío” de la inten-
“Si la casa, pero y…”, en el que no se mues- ción-; aquí, sin embargo, se trata de la falta de
tra una unidad de significado, porque los sig- una cualidad en el objeto, respecto de la cual
nificantes carecen de sentido global en esa esa actitud pudiera ser una respuesta; es
combinación. Pero si la persona afligida nos decir, no se encuentra una cualidad propor-
responde:“Me apena la suerte de mi amigo”, cional que pudiera motivar “esa” actitud. Si
se manifiesta así su aflicción como algo nor- comparamos la actitud “absurda” con la frase
mal, si bien deberemos seguir preguntando “sin sentido”, entonces se podría ver la ana-
hasta qué punto la suerte de su amigo sea logía de ese absurdo con el contrasentido
triste, y qué elemento de ella constituye el que se verifica en la asociación completa-
objeto de su dolor. En una palabra, sabemos mente disparatada de categorías del ser,
precisamente lo que le aflige, pero no por como “2 + 2 = azul”.
qué está afligido con relación al respectivo
objeto. Si nos contesta:“Mi amigo ha muer- La actitud normal debe su existencia a la sin-
to”, entonces entenderemos que su dolor es gularidad reconocida del objeto al que res-
normal -no solo en el sentido referido a lo ponde. Ella está precisamente motivada por
la peculiaridad del objeto. La aprehensión de
dicha peculiaridad es, entonces, el funda-
2 A menudo, cuando estamos enfadados, el objeto del enfado es expul-
sado de nuestra conciencia por un suceso repentino, y entonces nos mento de la actitud normal. Resulta de la
preguntamos, en caso de que el enfado continúe después, por aque-
llo que nos lo habría causado. mayor importancia comprender esa relación
de motivación plena de sentido en toda su respuesta: al mal objetivo, dolor; al bien obje-
peculiaridad, así como mantenerla lejos de tivo, alegría; a la buena acción moral, entu-
cualquier analogía con una relación simple- siasmo; a la buena persona, honra; a lo obje-
mente causal. Esa respuesta es mucho más tivamente bello, admiración y entusiasmo; en
“libre”, en el sentido amplio de la palabra (a una palabra, a lo valioso, una respuesta posi-
saber, como opuesto a lo “causal-mecáni- tiva, y a lo disvalioso, una de carácter negati-
co”). Más adelante hablaremos con detalle de vo. Solamente resulta la actitud emocional
los diferentes tipos de libertad, y después que se conforma con la exigencia que emana
abordaremos la libertad desde el punto de del valor del objeto, y que se rige entera-
vista del poder creador de la persona, es mente por el momento objetivo y determi-
decir, trataremos de diferenciar esta respecto nado de valor.
de la libertad de la voluntad, en términos
muy generales. En primer lugar, basta com- La actitud adecuada y objetiva es, pues,
prender que cada actitud, que está motivada “libre” también en un sentido amplio, signi-
por la peculiaridad del objeto al que ella res- ficativo y elevado, a saber, en el sentido de la
ponde, puede calificarse de libre en el senti- libertad “moral”. Solo por esta se inclina la
do amplio de la palabra, ya que no se suscita persona hacia lo pleno de valor objetivo, y
solo por la singularidad del objeto, como si por ello exigible, de manera completamente
se tratara de un movimiento reflejo a una transparente y con una especie de orgullo y
acción física, sino que representa una res- avidez que no se deja persuadir por una ile-
puesta inteligente, una incursión en el objeto gítima seducción, sino solo por la legítima
conforme a su verdadero sentido.Tal actitud, exigencia de lo en sí mismo valioso. Solo
además, enfrenta a un objeto un comporta- puede mantener una conexión real y objeti-
miento “independiente”, ya que no debe su va con los ámbitos del arte, la vida familiar,
existencia al “influjo” de otra persona, sino a la ciencia, etc., quien capta en su auténtico
la peculiaridad del propio objeto, por lo que valor los bienes presentes en ellos, y quien es
se consuma a causa de una intervención capaz de responder con su actitud de una
independiente sobre el sujeto. manera ajustada y objetiva.
Por esto, la actitud que normalmente se ads- ¿Qué queremos significar cuando decimos
cribe a un objeto de manera inteligente, y que un individuo es dependiente de otro?
que está motivada por su peculiaridad, no es Ahora que ya hemos visto brevemente los
todavía objetivamente legítima o adecuada. fundamentos de una vida normal indepen-
Si alguien se queja porque a otro le vaya diente, disponemos de los instrumentos para
mejor que a él, por supuesto que su actitud responder mejor a esa pregunta y para acce-
no será anormal -no vamos a buscar otra der con mayor profundidad al problema en
motivación-, pero evidentemente no está ella implícito.
motivada desde el punto de vista objetivo; tal
estado de cosas merece otra respuesta, ya que Si decimos que alguien está profundamente
cada portador de un valor o de un disvalor vinculado al mundo del arte, estamos supo-
merece la actitud que corresponda como niendo que conoce y comprende con clari-
espiritual de otros no tiene por qué ser, en El otro es para él respetable en la medida en
definitiva, menos segura y clara que aquella que es “respetado” por su señor. Queda para
que surge sin “ayuda”, desde sí mismo, si él impreso en la persona de referencia una
bien en este caso también sea de hecho especie de fulgor de valor difuso. Pero este
menos segura en la mayoría de los casos. Esto reflejo de valor no está basado en los valores
vale para el terreno moral. Aquí tampoco intelectuales y morales individualmente con-
tiene ventaja la visión de los valores morales siderados que ha aprehendido del otro, sino
que se produce sin “ayuda” exterior, y que que el siervo se halla indirectamente subor-
proviene de la orientación de fondo de la dinado al señor. Lo completamente nuevo de
persona -que posee por propia “naturaleza”, este caso parece evidente frente a la ayuda
como se suele decir-, y no tiene mayor pro- “mayéutica”. No se llega a un auténtico
fundidad, claridad y seguridad que en la entendimiento de los valores del tercero por
mayoría de los casos, cuando la comprensión el influjo del otro, sino solamente a una
de los valores morales a los que se abre su especie de sustitución. Tal vez se llega a una
mirada se realiza gracias a la ayuda exterior. actitud en relación con el otro; pero ella no
está motivada por la peculiaridad del indivi-
Tal ayuda consiste en que el valor se le “des- duo, sino indirectamente por las cualidades
cubre” al otro -y eso es lo esencial-, que sus que, para el siervo, el señor lleva impresas.
ojos se abren a ese valor, que le hace inte- Entonces solo nos estará permitido hablar de
riormente más libre y se presenta ante él de una dependencia del otro en el amplio sen-
manera espiritual.Tan pronto como los ojos tido de la palabra, si la actitud nos conduce
del otro son “abiertos”, el objeto de que se al terreno de los bienes o del saber, o sea, a
trate le hablará directamente a él, de una un contenido individual aprehendido de
parte, y de otra, le conferirá, por su entusias- forma duradera, y no por causa de ese
mo y su amor, una auténtica y motivada res- mismo contenido al que la actitud sirve, sino
puesta a través del valor captado. En definiti- porque esta está motivada por “otra perso-
va, en ningún caso se da aquí modificación na”, es decir, porque la ayuda de la otra per-
de la normal respuesta de valor. Este influjo sona consiste en un fundamento duradero y
“mayéutico” en modo alguno debe ser con- real de la relación respecto a un objeto dado.
cebido como una dependencia real, por el
hecho de producir un vínculo real. Sobre II. Las formas de dependencia ilegítima
esto volveremos más adelante.
LA INFLUENCIA POR SUGESTIÓN
frente a ellas las actitudes adecuadas. La razón realmente por los objetos, y sin duda esto lo
no es que estas personas vayan por el mundo creen hasta cierto punto. Más o menos creen
de una manera obtusa o apática. Muy al con- que estarían realmente entusiasmados por la
trario, muestran una cierta emocionalidad belleza de la obra de arte, aunque les embar-
inestable, que, sin embargo, se inflama ante gue siempre un cierto vacío y una secreta
las impresiones objetivas. Escuchamos a un inseguridad, así como tampoco pueden sen-
individuo de este tipo hablando acaso sobre tirse nunca felices ni satisfechos por su rela-
un suceso público: se entusiasma por el com- ción con los objetos, como les sucede a
portamiento de una persona, y resalta tal o otros. La peculiar dependencia en la que se
cual particularidad, pero notamos que en su halla el tipo descrito es la que se produce por
conversación el entusiasmo que siente por la sugestión.
todo ello no se arraiga realmente en su pro-
pia persona -como les sucede a otras- ni está Lo primero que podemos establecer aquí es
motivado por las cualidades del objeto; es la ausencia de toda auténtica motivación. La
decir, que dicho entusiasmo “no se funda en cualidad del contenido correspondiente al
una conexión con el objeto mismo”. que la actitud sirve no la fundamenta propia-
mente. Ese tipo no se entusiasma en virtud de
Esto se ve claro cuando observamos cómo una belleza impresa en el objeto, ni a causa de
inmediatamente se transforman esas impre- un valor que en él aprehende, ni siquiera por
siones, opiniones y actitudes por la influen- el valor que otra persona muestra irradiarse
cia de otras personas. Primeramente se del objeto. A diferencia del “siervo fiel” -que
manifiesta, por ejemplo, una opinión positi- responde al brillo impreso en el objeto, que a
va y entusiasta sobre un libro; después llega su vez proviene de la persona admirada-, esta
otro y manifiesta lo contrario, y ven de actitud no estará motivada ni siquiera indi-
repente cómo su opinión se deshace en rectamente por una cualidad impresa en el
nada. Súbitamente, dicen lo contrario de lo objeto; no se debe en modo alguno a la cua-
que han dicho antes, y al punto les desagra- lidad objetiva incluida en él. En absoluto está
da lo que antes les entusiasmaba, como si motivada: más bien se produce de forma
nunca hubieran opinado de otra forma; no “dinámica”. Si la persona sugestionable e
encuentran contradicción alguna en su pos- influenciable se entusiasma con una obra de
tura; ni siquiera disimulan conscientemente, arte que diez minutos antes le dejaba frío, o
como si estuviesen molestos por tener que que incluso encontraba fea, y que ahora le
reconocer el “ridículo” que han hecho, o parece contundentemente bella, esto muestra
que se amoldan a las circunstancias, sino que que dicha impresión no tiene, respecto a su
no pueden resistir la influencia de la otra entusiasmo, función motivadora alguna; es
persona. No por ello precisan honrar a la una persona demasiado “débil” para alcanzar
persona que les influye, incluso pueden actitudes de forma normal. Los valores no
odiarla en ciertas circunstancias; es más, no consiguen motivar en él, de ordinario, ningu-
necesitan darse cuenta de que son depen- na respuesta emocional. Solamente el influjo
dientes de esa persona. Incluso pueden vivir de una persona reflexiva puede suscitar su
pensando que sus opiniones están motivadas dinamismo espiritual y emocional.
Lo que se trata de señalar es que lo anterior insustancial y carente de sentido de esas acti-
no consiste solo en que una impresión reci- tudes, que no responden a la realidad del
bida de un objeto tenga lugar con la ayuda objeto con el que se relacionan estas perso-
de otro, sino que estribe ante todo en el nas. Entonces, ¿de qué tipo es este curioso
hecho de que por esa impresión dependien- influjo, por el que se llega a penetrar en la
te carece de función motivadora y de fuerza. estructura personal de la dependencia de
Más bien este individuo se relaciona con el otra persona? En este punto es donde se
objeto a través de la actitud concreta de la revela la total singularidad del caso.
persona que le sugestiona, que asimismo la
ha producido solo en un sentido dinámico, Dicha dependencia no está basada en cuali-
sin que actúe al mismo tiempo el aspecto dad alguna incluida en la otra persona; en ella
cualitativo del valor. De ahí que nos parezca no se contiene respuesta alguna a la singula-
postizo el entusiasmo y fascinación que tales ridad de otra persona; se trata más bien de un
individuos exteriorizan, por ejemplo, ante penetrar inconsciente en el poder espiritual
una pieza musical frente a los demás, no por- del otro. En el caso del siervo fiel, la depen-
que les consideremos mentirosos, pues “sólo dencia del señor, supone una subordinación
actúan así” para expresar algo determinado. consciente. El señor es considerado como
Más bien creen estar entusiasmados y encan- alguien superior en bondad e inteligencia y,
tados; pero observamos que se encuentran en por tanto, como legítimo señor, como aquel
una ilusión respecto de sí mismos; su entu- que puede mandar y en el que cabe confiar.
siasmo y fascinación son solo un quasi-entu- Mientras que aquí la subordinación puede
siasmo y una quasi-fascinación, como vere- que no sea suscitada por el objeto, sino por la
mos enseguida; algo cuyo ser no se debe a la superioridad del señor, en el caso de la suges-
validez del objeto, sino al influjo singular de tión falta toda eficacia motivadora que pro-
otra persona. La “naturaleza larvada” de esa venga de la conciencia de superioridad
actitud no debe llevarnos a engaño, incluso implícita en la persona superior. Por tanto,
cuando se manifieste claramente por parte este tipo de dependencia no puede conside-
de esa persona. Este tipo de gente celebra sus rarse en modo alguno como subordinación.
impropias manifestaciones con una certeza y El afectado no necesita saber ni siquiera que
frecuencia tales, que parecen un intento él es dependiente de otro, ni tampoco preci-
inconsciente de superar su vacío interior e sa respetar al otro de una forma determinada,
inconsistencia a través de esa forzada firme- ni considerarle superior. Más bien se trata de
za, como si quisieran también ocultarse a sí una influencia oscura e inconsciente, que no
mismos y a los demás. Igualmente, su postiza penetra en el centro consciente de la perso-
alegría y entusiasmo consigue, por ejemplo, na, al contrario de lo que sucede con todo
manifestarse con frecuencia de manera espe- tipo de dependencias que se fundamentan,
cialmente enérgica, con expresiones y gestos cuando se produce una respuesta de alguna
exagerados, mediante los cuales, quizá de de ellas, en una superioridad inherente en el
manera inconsciente, quisieran llenar de otro. Por el contrario, se “elude” el centro de
vitalidad sus difusas vivencias. Pero todo esto la persona libre e inteligente, y se capta “por
no es capaz de engañar respecto al vacío detrás”. Se trata de un influjo dinámico, que
incapaz, como ya se dijo, de una motivación con los sugestionables, en quienes no se sus-
auténtica, a consecuencia de una constitutiva citan percepciones sensibles, sino “impresio-
debilidad personal, y, por tanto, tampoco se nes mentales” de todo tipo que se producen
halla en condiciones de dar una respuesta de forma “dinámica”.
inteligente y motivada a la superioridad del
otro, que se produce por la subordinación a En el caso del hipnotizador, ese carácter
esta otra persona5. Por el contrario, no nece- exclusivo y dinámico de la relación queda
sita adoptar posición alguna frente a la per- clara y totalmente al descubierto. Nadie va a
sona influyente, y en el caso de que la adop- reducir el efecto del hipnotizador a un vín-
te, no representa esta el fundamento de la culo especial del hipnotizado con él, que
mencionada dependencia. En lugar de una haga para él las veces de causa de una moti-
relación inteligente y fundamentada con la vación específica particularmente efectiva.
persona influyente, se encuentra aquí esa efi- Por ejemplo, si confío tanto en un amigo
cacia objetiva y “dinámica” de la que hablá- que me hace creer en la verdad de su palabra
bamos, cuyo carácter consiste en que se hace aun cuando yo mantenga justamente lo con-
valer por el mero hecho de que el otro trario, estaré negando, en el fondo, solo por
representa una opción decidida, formándose esto, lo que él afirma. No puede dudarse, por
así el sugestionable una impresión del obje- tanto, de la forma indirecta, objetiva y diná-
to. Lo mismo sucede con algunos que no mica, en la que el centro de sentido de la
quedan “convencidos” ni por los argumentos persona es influido en el mencionado caso
del orador, ni por su presencia, ni por sus ras- de la hipnosis, aun cuando la forma del efec-
gos especiales y fascinantes, sino únicamente to correspondiente presente todavía proble-
por la fuerza de su voz o por el tono decidi- mas de gran envergadura.
do de la misma; así, la opinión decidida del
superior dinámico produce una impresión Si bien el carácter dinámico objetivo, en el
en el sugestionable que no está fundada en caso del influjo sugestionador ahora mencio-
modo alguno. Se establece de repente sobre nado, no es tan evidente al no tratarse de
la otra persona, quizá por lo que se forma percepciones físicas que sean despertadas por
más bien en el individuo sugestionable a tra- otro, sino de impresiones de “tipo espiritual”,
vés del peso específico de la opinión del ello no impide que la eficacia sea análoga, por
otro. Sucede lo mismo con la hipnosis, en la lo que estamos autorizados a designar esa
que se suscitan impresiones a través de las forma de influencia como sugestionadora,
declaraciones de la persona a la que se va a pues el término “sugestión” corresponde
hipnotizar, como, por ejemplo, cuando le aquí a uno de los efectos dinámicos y analó-
parece que se acerca un tren cuando ello se gicos vinculados a la hipnosis, que puede
le “sugiere”, análogamente a lo que ocurre provocar incluso ilusiones. Se suele restringir
el empleo del término “influencia sugestio-
nadora” y, desde luego, también en el caso
5 Dicha ausencia de verdadera motivación se hace notar ante todo en
el ámbito de la respuesta de valor. La búsqueda de sentido, el miedo que estamos tratando. Es inadmisible calificar
o el enfado superficial pueden aparecer en la persona sugestionable
por efecto de un estímulo normal. En cambio, en todas las actitudes como influjo sugestionador la dependencia
en las cuales se actualiza la personalidad, encontramos un decai-
miento de la motivación. del “siervo fiel” al señor y, acaso también, la
de la persona modesta, que está dispuesta fica, si bien aquí se dan algunos matices
inmediatamente a ceder en su opinión en característicos. Hay gente que posee impre-
favor de la ajena. A menudo encontramos siones propias de la naturaleza del valor de
individuos que no tienen impresiones muy las cosas y que además son capaces de perci-
claras y unívocas sobre determinados campos bir, en cuanto a la naturaleza del valor del
y que, como consecuencia de su modestia, objeto aprehendido, el motivo de su actitud
rinden fácilmente su opinión a otra opuesta. hacia él. Pero, como consecuencia de una
Les gusta un poema, pero no apreciando su genérica “debilidad personal”, no pueden
valor de manera unívoca y clara, de forma sostener su postura frente a las opiniones y
que fácilmente creen a otros si les dicen que actitudes ajenas, que se les contraponen de
pueden estar en un error, o simplemente que forma dinámica como procedentes de perso-
no están en la verdad. Ante un enfoque nas superiores. Se “quiebran” cuando los
general, a la vez inseguro y humilde, ordina- otros se pronuncian con la oportuna con-
riamente se inclinan a reconocer a los demás tundencia.
competencia en ello. De forma simultánea se
producen estos fenómenos: primero, que las Análoga a la del sugestionable resulta ser la
impresiones no son claras ni unívocas; especie de “debilidad” que hace que la per-
segundo, que ceden fácilmente en su opi- sona se abandone al influjo dinámico de
nión; finalmente, que no aparece subordina- otro. Pero en primer lugar existe una moti-
ción expresa al otro, basada en una clara vación normal y, por otro lado, el influjo
superioridad de este, como sucede en el caso dinámico tiene solo un efecto “negativo”,
del “siervo fiel”. Pero con ello no se agota la que impulsa a la persona al abandono de su
similitud, pues aquí no se verifica ni la moti- posición. Se verá separado del objeto, sobre
vación normal, ni el vínculo con la persona el que antes mantenía una posición motiva-
ante la que cede su opinión. Se le “cree” al da e inteligente, a consecuencia del influjo
otro, y se piensa que tiene razón porque se le del otro; su impresión no se sostiene y aban-
tiene por competente, a causa de esa actitud dona la postura ya adoptada frente a aquel.
general; cede su opinión, en todo caso, a Sin embargo, la impresión ajena no irrumpe
causa de una actitud inteligente y motivada, sin más en el lugar de la otra, ni deja que se
aun cuando en la forma no se halle debida- le “imponga por su sugestión” una actitud
mente fundamentada. Ante todo, no se da no motivada de modo meramente dinámico.
aquí el efecto dinámico inconsciente, lo que Este tipo de personas sufren a veces, bajo esa
muestra que no puede aparecer de repente influencia extraña, e incluso llegan a temer-
una nueva impresión en lugar de otra, sino la, lo que no ocurre en el caso del sugestio-
que simplemente no se otorga crédito a la nable. La influencia dinámica tiene aquí
propia impresión y que, sin embargo, se cree tanto poder sobre esa persona, que puede
en el juicio ajeno. desplazar en determinados casos sus concep-
ciones y respuestas ante los valores, sin que
En contraste con este tipo de dependencia aquello deje de “producir” determinadas
por sugestión, aunque análogo a él, se halla el impresiones de bienes y de quasi-actitudes
caso de quien “no opone resistencia” especí- en dichas respuestas. A pesar de esta profun-
da diferencia en la eficacia del influjo diná- cualidad alguna asimilada por él, que se base
mico, el tipo de dependencia del otro siem- en una relación vivida y de la que dicha
pre es, en este caso, semejante a la que tiene influencia pueda derivarse. Pero, a pesar de
el sugestionable, si el influjo -en la medida ese estrecho parentesco, el “contagio” es algo
en que se dé- no procede de una subordina- esencialmente distinto de la influencia por
ción a otro derivada de una superioridad sugestión: primeramente, el contagio está
captada en él, sino que es de naturaleza diná- sustancialmente limitado a un determinado
mica y rodea el centro inteligente de su per- tipo de acontecimientos, al contrario que la
sonalidad. Esta distinción es la más decisiva, sugestión. En mí brotan “sentimientos”, en
desde el punto de vista formal, entre las que lugar de impresiones sobre bienes. En cam-
se dan en relación con las diferentes clases de bio, en el caso de la sugestión, y como conse-
dependencia. cuencia del influjo ajeno, los objetos pueden
ser aprehendidos con una claridad especial, y
Un nuevo tipo de influencia se presenta en el las opiniones ajenas no me contagian de
“contagio” de sentimientos, que encontra- modo que los objetos aparezcan ante mí tal
mos de modo especial en la llamada suges- como el otro los encuentra, y el comporta-
tión de masas. Dos personas disputan en la miento del otro respecto a los objetos no es
calle. El acaloramiento se apodera de ellos y suficiente para contagiarme una conducta o
hace que de repente se amontone una multi- actitudes que comportan un especial carácter
tud, sin que el que llega sepa de qué se trata, afectivo-emocional, o bien cuando se trata de
y se deja “contagiar” por la excitación de los situaciones afectivas, es decir, sentimientos en
demás. Hay aquí un profundo parentesco con sentido estricto, como la inquietud, las depre-
el caso de la dependencia por sugestión. En siones, etc.; o, incluso en el caso de movi-
primer término, falta, como en el caso ante- mientos impulsivos de carácter afectivo,
rior, cualquier motivación inteligente. La como cuando alguien echa a correr de
excitación del que llega a la riña no está repente, y los demás corren también sin saber
motivada por la discusión que mantienen las por qué. En este caso, los sentimientos que
dos personas, como, por ejemplo, en el caso contagian también son siempre de naturaleza
de un testigo de malos tratos, que responde periférica; no consisten en un auténtico
con su indignación a la vileza moral del que amor, ni en una veneración real, ni en un
maltrata. La excitación indignada se impone entusiasmo profundo, ni en arrepentimiento
antes de que yo tenga conocimiento del verdadero; como tampoco el aborrecimiento
suceso por el que los otros se han excitado. del pecado, o un odio profundo, y, con mayor
En lugar de llegar a ser “motivada”, la apari- razón, tampoco consisten en un querer, ni en
ción de la excitación se debe a una influen- un estado de profunda paz, o una serenidad
cia difusa, que no llega directamente sino que verdadera en el sentido de la serenitas animae,
rodea el centro inteligente de la persona. estados que no pueden surgir en mí por
Aquella excitación se provoca en la persona medio del contagio; por el contrario, sí que
de una manera anormal. En segundo térmi- lo son el susto, el miedo, la agitación, el des-
no, aquí también falta cualquier subordina- aliento vital, el furor, el hastío y el enterneci-
ción real a la persona influyente. No existe miento sentimental, en contraste con la
auténtica emoción6. En segundo lugar, las esto, se da una sensibilidad especial, en lugar
actitudes surgidas del contagio, y especial- de la “debilidad personal” en la esfera sensi-
mente de los sentimientos, tampoco son pos- tiva de la persona y, por otro lado, una pre-
tizas al modo en que lo son aquellas actitudes dominancia de esa esfera, lo cual justifica el
de más elevada categoría, como las impresio- contagio. El tipo característico del ávido de
nes producidas a través del influjo dinámico sensaciones disfruta precisamente también al
de la sugestión, ya que el carácter de esas acti- ser contagiado. La carencia de una vida ele-
tudes profundas que se producen de manera vada e inteligentemente motivada -que aquí
dinámica, en lugar de ser inteligentemente resulta sofocada por la esfera sensitiva- se da
motivadas, lo son de forma muy distinta, que en individuos en los que el contagio de sen-
contrasta con la naturaleza de las actitudes timientos desempeña un gran papel. Por otra
periféricas, y tal vez con la naturaleza de las parte, un ocasional “ser contagiado” en situa-
situaciones. Ciertamente, las situaciones pro- ciones especiales, tampoco dice demasiado
vocadas por contagio y, con mayor razón, las sobre la estructura de la persona completa,
actitudes así producidas, son esencialmente especialmente cuanto más periférico y situa-
diferentes de las normalmente motivadas. Sin cional sea lo que penetra en mí de esta
embargo, la furia de la multitud originada forma. Es normal que me contagie el boste-
por contagio, o el miedo pavoroso que pren- zo de otro, pero que me contagie el cansan-
de en cierta gente sin hacerse cargo del peli- cio de otro carece de importancia para la vida
gro que se viene encima, se perciben de normal y libre de la persona. Que la risa ajena
forma distinta y no comparten el carácter contagie -piénsese, por ejemplo, cómo un
difuso de las quasi-actitudes del sugestionado. niño se contagia de la risa de otro en el cole-
Por último, el contagio no representa una gio, sin que muchas veces conozca el motivo
influencia “dinámica”. No hace falta que se de la misma- significa, desde luego, una cier-
trate aquí de una persona “superior” dinámi- ta debilidad, pero de manera que no se pre-
ca que irrumpe en mi vida interior y la pone juzga nada sobre la vida interior de la perso-
en movimiento, ni tampoco la real “debilidad na, por esa misma debilidad constitutiva del
personal”, que impide que una actitud sea afectado, que, además, en el campo de su fra-
motivada normalmente y crea la disposición gilidad general, desempeña un papel muy
por el contagio. Entre otras cosas, el contagio periférico7. Solo si se trata de “sentimientos”
está ocasionado más bien por la especial cua- implantados profundamente dentro del
lidad de los sentimientos transferidos, como ámbito de aquellos que pueden surgir de la
por la situación peculiar en la que esos senti- forma que ya hemos dicho, por ejemplo,
mientos se perciben como vivos. En cierto cuando alguien se pone furioso, o la alegría
modo, el aire se vicia en tales momentos de desenfrenada, o el pánico, entonces sí se
zozobra, furia, miedo, y esa “sustancia senti- manifiesta en el dejarse contagiar una abusi-
mental” penetra en nosotros desde “el exte-
rior” a través de los poros. De acuerdo con 7 El contagio debido a la llamada sugestión (o psicosis) de masas, natu-
ralmente es solo un caso típico de contagio, no el único. Me puede
contagiar la repugnancia de alguien frente a un determinado alimen-
6 Consideramos aquí el contagio en sentido estricto. Es más frecuente, to, o la náusea de una persona, el rubor, o el bostezo antes mencio-
como ocurre con el influjo por sugestión, el uso completamente ilegí- nado. Lógicamente, no podemos aceptar aquí una única forma de
timo de este término, por ejemplo, cuando decimos: se me ha conta- contagio, ya que depende en primer término de la delimitación de
giado el entusiasmo de los demás. este frente al caso que consideramos de una influencia por sugestión.
va supremacía de la esfera sensitiva sobre la ce la de este. Decimos entonces que el otro les
vida más elevada del alma. “impone”, de tal manera que quedan por
completo bajo su influjo y dependientes de él.
Por último, el “dejarse contagiar” se distingue Con cuánta frecuencia hallamos, por ejemplo,
claramente de la influencia sugestionadora en muchachos de trece a diecisiete años que imi-
que aquel no supone apenas especial caracte- tan a otros, sobre todo mayores, que les “impo-
rística en la persona que provoca el contagio nen” porque son más fuertes o altos que ellos,
-ni siquiera meramente objetiva- y que está saben más o son independientes. Caen en una
más bien vinculado al tipo de sentimiento y profunda dependencia del otro, sencillamente
de situación, como, sobre todo, en el caso de porque “les impone”. El hecho de que alguien
la sugestión de masas. El que me contagia no nos imponga representa un tipo de influencia
precisa en modo alguno ser superior desde el totalmente peculiar, que hay que separar de
punto de vista dinámico; puede ser contagia- una “imposición” por admiración o por respe-
do del mismo modo por mí instantes después. to. Si a veces emplean la expresión “imponer”
Por ello, ser contagiado no significa en modo para los casos de una verdadera admiración,
alguno una “servidumbre” respecto a un alta estima, o incluso reverencia, ello significa
determinado individuo ajeno, sino una escla- entonces un modo muy particular de impre-
vitud respecto a la esfera de lo sensitivo. Una sionar, haciendo un uso expresivo de la pala-
persona puede contagiarme tanto como cual- bra. Podemos escuchar alguna vez:“Ese hom-
quier otra. En contraste con el influjo por bre me impone por su altruismo”, en lugar de
sugestión, hay que descartar, desde el primer “ese hombre me impresiona”. Pero esa forma
momento, una posible confusión con el tipo de expresarse nos parece siempre algo descui-
de la relación de autoridad. dada si velamos por un sentido más puro de
los términos, y precisamente por ello se pone
Después de que hayamos dado a conocer de relieve que la palabra “imponer” lleva ads-
más nítidamente la dependencia como influ- crito un modo completamente distinto del de
jo derivado de la sugestión, a través de la “hacer impresión”, o del de “impresionar”.
delimitación de otros fenómenos en parte Debemos retenerle la mirada al fenómeno
análogos, nos ocuparemos de un nuevo tipo -cuando el citado término se aplica en su sen-
relevante de dependencia ilegítima. tido directo- y mirar hacia donde el vocablo se
encuentra en cierto modo como en su propia
LA DEPENDENCIA CORRELATIVA AL RESPETO casa, como en el caso del muchacho o del
advenedizo, en relación con la actitud que
Con frecuencia encontramos personas que en adopta erróneamente y cuyo aspecto intenta
sus palabras y en su comportamiento se dejan asumir porque le “impone”8.
llevar por otras, porque estas les infunden “res-
peto”. Se adaptan a la forma de expresión del Como en el caso del sugestionable, también
otro, imitan sus gestos, desprecian lo que el aquí queremos fingir una situación en la que
otro desprecia, admiran lo que el otro admira,
8 De manera magistral describe Dostoiewsky el imponerse y el dejarse
y abandonan su opinión, aceptando la del otro, imponer en distintas obras, por ejemplo, en la figura del muchacho
Kolia Krasotkin en Los hermanos Karamazov, que desearía imponerse
cuando se dan cuenta de que la suya contradi- a otros chicos, y al mismo tiempo dejarse influir por otros mayores.
la dependencia y sus presupuestos aparezcan mente por ello, con toda determinación y
como un “caldo de cultivo” para reconocer tenacidad. Su interés vital se despertará por
claramente la particularidad de esta forma de todo lo que parezca enaltecer su persona,
dependencia. No obstante, hemos de tener principalmente por aquello que prometa
presente que los individuos que pueden concederle la conciencia de independencia,
configurarse bajo ese concreto prototipo, no de fortaleza y de “estar por encima”.
tienen por qué estar imbuidos totalmente del
espíritu de esa dependencia que les caracte- Todas las cosas que se le aparezcan a esa luz de
riza, ni de forma permanente ni en la entera la “superioridad-prestada” le inducen a adop-
extensión de su ser. Lo que primeramente tar espléndidas actitudes de respuesta, moti-
llama la atención es que al prototipo del vándole de forma inteligente; únicamente no
individuo citado le resulta odiosa toda forma conseguirá contemplar los valores auténticos
de dependencia reverencial, como la que como tales valores, porque no consigue com-
subyace en cada auténtica respuesta de valor, prender la excelencia y el significado propio
o como la que nos exigen los valores verda- de los mismos, a causa de su orgulloso modo
deros. Su meta es no necesitar de nadie ni de pensar. Está ciego para los valores, como
dejarse impresionar ni conmover por nada, todos los tipos en los que su orgulloso ego les
estar por encima de todo y, al mismo tiem- lleva a sentirse prepotentes9. La belleza inte-
po, someter a otros a una admiración apabu- rior del mundo de los valores les resulta her-
llante. Por ejemplo, el muchacho al que le mética e incomprensible, como consecuencia
impone aquel estudiante y su libertad, que se de su actitud egocéntrica. No obstante,
preocupa por demostrar que es totalmente encontramos aquí, por lo general, una parti-
independiente, que no se deja convencer cularidad más, en contraste con la ceguera del
fácilmente por nadie, y que nada puede per- orgulloso que adopta esa actitud: una insegu-
turbar su sangre fría, que sabe lo que hace, ridad precisamente en el conocimiento de
que ni sus padres o maestros pueden impre- aquello que permite elevarse a la propia per-
sionarle, y que “adivina” las intenciones de sona. Él no tiene realmente claros no solo los
sus enseñanzas y mandatos; en resumen, el valores que no acaba de entender, sino tam-
que no se subordina en modo alguno, sino poco lo que interesa específicamente a indivi-
que “está por encima”. No es receptivo res- duos de ese tipo, como lo “noble”, lo “impre-
pecto al significado interno de lo objetiva- sionante” o lo que arranca a otros admiración.
mente valioso. La belleza de una obra de Se declara confuso respecto de lo que sirve
arte, la pureza y la humildad de un individuo para fundamentar, por ejemplo, la “virilidad”,
no le habilitan para conducirse según esos la “independencia”, la autarquía, etc. En una
parámetros, pero no porque él sea incapaz, palabra, sobre el ser más y el valer más, en
como en el caso del sugestionable, de una contraste con otras formas de orgullo, como la
motivación inteligente en su vida emocio- propia del fariseo o la de tipo diabólico. Pre-
nal, sino porque sigue estando ciego para los cisamente lo que no puede entender o ver
valores. Él se encuentra muy bien ejercitan-
9 Más adelante entraremos con más detalle en esto, cuando hayamos
do determinadas cualidades. Si algo le pare- considerado las raíces de este tipo de dependencia en la persona.
Vid. sobre ello mis reflexiones acerca de la total ceguera axiológica,
ce “noble”, entonces se decidirá inmediata- en Sittlichkeit und ethische Werterkenntnis, cit., pp. 145 ss.
importancia inmanente, así como un claro confiere esa superioridad al que impone, es
interés por los mismos. El otro produce en condición previa el “no conocer” y el “no
mí impresión y se configura como superior comprender” sus ventajas, ya que sobre este
a mí por ser portador de cualidades que se tipo presumido y carente de cualquier senti-
me representan como ser más y valer más, do del respeto profundo, que conoce única-
algo que a su vez yo no poseo y quisiera mente dos modos de ser -el sentirse superior o
poseer.Y el otro me produce impresión por- inseguro respecto del otro-, la impresión solo se
que me hace sentir inseguro, o sea, porque produce cuando él mismo cree no conocer-
yo no puedo sentirme superior a él. En la se. El mundo obra sobre él de forma parecida
medida en que auténticos valores extramora- a como lo haría sobre nosotros un prestidigi-
les, como la valentía, la energía, aptitudes de tador, cuya capacidad solo nos desconcierta
todo tipo o erudición, puedan obrar en ese en cuanto no percibimos lo que hace. Ya
sentido, no lo hacen como tales valores, de podemos ver qué es lo que hace imponerse
modo análogo a como admiramos a un a alguien y por qué observamos que la rela-
hombre valeroso o enérgico, o como apre- ción entre aquel al que se impone y el que
ciamos a un sabio o a un talento musical. le impone está alejada de la veneración o la
Aún más, tienen únicamente la función de subordinación del “siervo fiel”, pues no se
interpelar a su portador, obligándole a aban- trata de valores como tales que “se imponen”
donar sus sentimientos de seguridad y de a otros, como, mutatis mutandis, en el caso de
superioridad vacía y artificial, quebrando así los merecedores de respeto, sino de cualida-
su apariencia desde su profunda inseguridad des que le confieren la aureola del “estar por
interior. Esto se confirma si observamos que encima”, de la independencia, etc., a pesar de
el otro solamente “impone” con las cualida- lo cual esas mismas cualidades no serán ple-
des ya citadas, en tanto que su interlocutor namente comprendidas en su esencia y en su
no las posea por sí mismo. Mientras que el fundamentación por el que se deja imponer.
hombre verdaderamente prestigioso, el justo, Cuanto mayor interés despierten en estos
el puro, el humilde y el bondadoso, admiran individuos -en la medida en que tales cuali-
a otros que igualmente son justos, humildes dades puedan surtir efectos observables-,
y bondadosos, el otro únicamente hace tanto peor serán entendidos esos valores
impresión sobre el individuo de la tipología como meras “funciones” de la persona en la
que estamos tratando, en cuanto que aparece cual se manifiesta su superioridad. Por ello,
como superior a él, y si ve en él cualidades los valores morales deben tomarse en consi-
que él mismo no tiene ni comprende exac- deración, ya que se da en ellos la posibilidad
tamente. Y mientras que un individuo con de esta nueva interpretación, y cuanto
una actitud básica de respuesta a los valores menos posible sea para esa nueva interpreta-
admira al individuo noble, puro y bondado- ción “cuantitativa” de la virtud, aún menos
so, tanto más cuanto conoce las virtudes que posible será el considerarla como un “impo-
percibe en el otro, el individuo que ahora ner”. Cabe anteponer, así, el autodominio a
nos ocupa pensará que intuye la superiori- la justicia, la moderación a la paciencia y la
dad del otro, y se arrimará a él en cuanto crea constancia a la pureza.Tal reorganización del
reconocerle. Respecto de la aureola que sentido axiológico en función de la persona,
ridad” en una doble manera: en primer Por lo que hace al análisis de la relación del
lugar, en la medida en que mantiene cierta presuntuoso con el que impone, debe consi-
unidad con ellas, va atribuyéndose esa misma derarse solo el auténtico “imponer”, ya se
superioridad, y en segundo lugar, trata de trate de la primera forma que se ha mencio-
asemejarse a ellas para poseer él mismo su nado, o de la modificación especial. En cam-
“ser más”. Intimará con estas personas para, bio, la “débil” impresión antes mencionada,
gracias a su vinculación con ellas, quedar por ejercida por el individuo seguro de sí mismo
encima de “los otros” e imponerse a estos. y lleno de cualidades, sobre el presuntuoso,
Representa un ejemplo típico de esto el no puede aplicarse al caso que nos ocupa,
muchacho que intima con jóvenes adultos, pues aquí no se trata de una auténtica
con objeto de vincularse a ellos como dependencia. Únicamente tiene lugar una
“hombre joven”, independiente, que se sien- modificación en el comportamiento de
te encumbrado por encima de sus colegas y alguien por el influjo del otro; en el auténti-
que intenta así imponerse a ellos. Al mismo co imponer, el presuntuoso llega a verse
tiempo, trata de imitar a los mayores para preso de una singular esclavitud.
apropiarse de su superioridad. Naturalmente,
no reconoce que ellos le impresionen y que Si volvemos ahora a ocuparnos del tipo de
se sienta inseguro ante ellos, sino que irrum- relación en la que el presuntuoso se encuen-
pe igualmente entre ellos con el gesto de tra respecto al que impone, inmediatamente
quien no se desconcierta por nada, de quien vemos que aquí no se verifica subordinación
“lo sabe todo desde hace tiempo”, etc.11. alguna. El presuntuoso, que es incapaz de
cualquier respuesta de valor, que experimen-
La postura respecto al que se impone, no ta tal respuesta más bien a causa de su subor-
obstante, experimenta una alteración espe- dinación implícita como una quiebra de su
cial si este rechaza el intento de aproxima- superioridad, se manifiesta como el menos
ción de la otra persona. El intento de alzarse capaz de llegar a una sumisión desnuda y
sobre el otro y de imponerse a él, junto a la evidente. Desea ser superior, que en modo
tendencia a imitar su superioridad, se verifi- alguno le saquen de la postura de “estar por
ca al fracasar la posibilidad de participar en encima”, que es por cierto el rasgo funda-
dicha superioridad en la forma de que uno mental del individuo cuya tipología estamos
“cuenta algo” para sí mismo o para otro. Este considerando. La veneración, el alzar la vista
matiz es importante para el problema que hacia el otro con respeto y temor, el ser cap-
tratamos, ya que en él se manifiesta hasta qué tado por una emoción auténtica, el sentirse
punto el presuntuoso carece de cualquier más pequeño que el otro, el obedecer: todo
interés real por el que impone, de lo cual ello le resulta de lo más odioso. Eso signifi-
pasaremos a ocuparnos ahora. caría un rebajarse a sí mismo. Sin embargo, la
aureola de fortaleza, de independencia, segu-
ridad y superioridad que envuelve al otro,
11 De ahí que en la conducta del presuntuoso aparezca un contraste con que “puede” y “sabe” mucho más de lo que
la de la persona profundamente soberbia, que huye de la comunidad
hacia un resentido aislamiento: una atracción por lo corporativo, lo él puede saber, así como el hecho de que el
cual está naturalmente en relación con el peculiar papel que desem-
peña la imagen social para este tipo. otro se atreve a mucho más de lo que él se
atreve, todo esto le lleva a una dependencia dependencia, la que alguien le impone y que
efectiva del otro. Le imita para participar de él también quisiera imponer a otros. Dejarse
dicha superioridad, con el miedo de hacer el imponer y desear imponer se hallan necesariamen-
ridículo si no consigue ser como el otro. Por te conectados. De todos modos, no existe aquí
tanto, cuanto mayor sea la dependencia obje- auténtica subordinación; esta forma de
tiva, menos real será la subordinación, ya que dependencia es completamente distinta de la
en primer término nuestro tipo solo conci- que se da en el sugestionable, ya que aquí la
be la superioridad como una ventaja cuanti- dependencia está en todo caso basada en cua-
tativa, que querría suprimir lo antes posible. lidades que abarcan al otro. En la medida en
Su objetivo es superar, mediante la imitación, que la aureola del soberano, del independien-
la inseguridad en la que el otro le sustituye, te, etc., debidamente percibida atraiga al pre-
para poderse sentir en lo posible superior al suntuoso, y a la vez le haga inseguro, en ello
otro. Acogerá con la mayor satisfacción cual- fundará esa dependencia emuladora. La
quier posibilidad de sentirse superior. En dependencia no viene constituida por un
segundo término, jamás confiesa esta supe- influjo pura y objetivamente eficaz y dinámi-
rioridad, sino que desea suscitar la apariencia co, que rodea el centro inteligente de la per-
de que nada le puede impresionar. En todo sona, sino que aquella viene motivada por la
caso, reconoce: “Ese hombre me impone percepción que de la cualidad ajena hace la
realmente”, pero lo que busca entonces con persona. Puede que dicha cualidad -cuya
ese modo de expresarse es conjurar cual- constitución supone un no comprender sus
quier apariencia de veneración, con objeto fundamentos- solamente sea una aureola;
de afianzarse en su postura de una forma puede incluso que sea difícil justificar dicha
completamente segura y firme12. dependencia, pero en todo caso siempre exis-
te una relación de motivación. La dependen-
Por último, le falta la entrega al otro, que se cia está basada en una cualidad perceptible.
halla incluida en la subordinación auténtica. Por ello, esta forma de dependencia se distin-
Permanece por completo ensimismado, y en gue fundamentalmente de la sugestión. Esta
modo alguno entra en el otro; no se interesa se halla fuera del campo de la motivación
realmente por él. No necesita tener simpatía inteligente, y la anterior dentro del mismo.
por él y, desde luego, es incapaz de profesar
amor auténtico. El otro le atrae exclusiva- También es completamente distinta según el
mente porque quisiera adivinar en él lo que resultado de la influencia producida, pues
le hace sobresaliente y superior, lo que al mientras en el sugestionable la persona diná-
mismo tiempo le desconcierta y le produce mica superior “produce” directamente
inseguridad; en concreto, porque le gustaría impresiones de bienes, y por medio de ellos,
arrebatarle su aureola. Se trata, pues, de un actitudes motivadas, en este otro caso el
individuo para quien solo cabe una forma de influjo es indirecto y penetra menos en la
constitución de la persona. De manera indi-
recta, pues el que se impone no produce
12 La expresión "imponer" procede justamente de esta actitud. En ella
reside la acepción cuantitativa del impresionar, el intento de manifes- determinadas impresiones de bienes en mí a
tar la sólida posición en la que se pretende permanecer pese a estar
impresionado. través de vías dinámicas, sino que su supe-
propia, aunque anómala, estará ciertamente de imposición”, sino la apariencia del que
motivada en la medida en que él se interese domina, de quien “puede mucho”, de quien
por algo, y solo como consecuencia de sus “todo lo consigue”, de quien “no se deja
propias expectativas. Solo se interesa por lo impresionar por nada”, o “no se amedrenta
que le sirve para “ser más”. La dependencia así ante nada”, pero sobre todo de quien no se
constituida modifica ante todo las impresio- inclina ante nadie ni reconoce autoridad
nes, su conducta exterior y su modo de con- alguna. Los valores objetivos que adornan al
ducirse en público. Las opiniones que le que impone y que contribuyen a la impre-
imponen poseen una influencia fuerte e sión correspondiente quedan, sin embargo,
inmediata sobre sus propias impresiones, de incomprendidos, y modificado su sentido en
base poco sólida, mientras a través de la opi- muchas de las actuaciones.
nión del otro cada cosa puede perder su
aureola o recibir otra; pero siempre, en este En segundo término, no existe aquí subordi-
caso, la influencia es indirecta, al contrario que nación alguna. El tipo referido no reconoce
en el caso de la sugestión: un centro de senti- ante sí mismo, ni ante los demás, la superio-
do consciente, que se rodea en virtud de una ridad del otro; tampoco posee un interés real
orientación objetivo-dinámica. por el otro, ya que la aureola del “ser más” le
vincula al otro solo en cuanto alcanza a verla
Una dependencia igualmente especial la o cuando quiere transferir a su persona el
encontramos en aquellas actitudes que se dan “pertenecer al otro”. Está en todo momento
no motivadas por un objeto, sino que se sus- dispuesto a abandonar al otro, cuando consi-
tancian solo con la imitación, porque el indi- dera que este no contribuirá a su propio
viduo se muestra sumiso finalmente al hom- encumbramiento.
bre independiente que está por encima, y se
considera como “noble” y distinguido el tipo En esta entrega falta, ante todo, una subordi-
de postura correspondiente, como una mane- nación expresa, tanto más cuanto que para este
ra “adulta” de desenvolverse: el que está en individuo el humillarse, y sobre todo la subor-
esta situación hará lo que el otro le impone, dinación interior reverente, representa la bofe-
hace o deja de hacer lo que este hace o deja tada más grande. Por el contrario, su misión
de hacer, y ello, la mayoría de las veces, secun- sería mantener una postura vital edificada
dándole de una manera puramente exterior: sobre la arrogancia. De otra parte, existe en
copia las formas de expresión, los gestos, el este caso una dependencia “motivada”, a dife-
tono de voz y su modo de conducirse en rencia de lo que pasa con el sugestionable,
público, ya que construye de eso mismo su porque se dan determinadas cualidades inclui-
conciencia de superioridad y de seguridad. das en el otro, que ocasionan esa imitación y
suspenden las opiniones del afectado por la
La relación con el que se impone la caracte- influencia del otro, sin darse una influencia
rizábamos bajo los siguientes aspectos: puramente objetiva, eficaz y dinámica.
En primer lugar, no se trata de un valor Finalmente, hay que desdoblar aún un fenó-
objetivo en el otro, el que le hace de “sujeto meno emparentado con la forma de la
dependencia tratada. Nos referimos al tipo Pero, ante todo, las cualidades que hacen al
de los campesinos que llegan a la ciudad y otro tan impresionante tienen una función
que sienten que sus vecinos les imponen. Se completamente distinta. Representan autén-
asombran y quedan boquiabiertos; les des- ticos valores para una postura ingenua, como
concierta todo lo que saben y cómo saben para el niño el cuento del príncipe y la prin-
comportarse. No raramente el motivo pro- cesa, que viajan en una carroza dorada y que
viene de simples chistes y anécdotas. El son inmensamente ricos, o el hombre que es
labrador será explotado y atrapado en cuan- tan fuerte que él solo puede derrotar un
to alguien se le “impone”. Por cierto que ejército, etc., los cuales están rodeados del
esto no está completamente injustificado, si resplandor de los auténticos valores, porque
se emplea ese término, existiendo una situa- esas cualidades son concebidas como expre-
ción, por principio, distinta de la forma pro- sión natural de una abundancia de valores, y
pia del imponer. lo mismo sucede en nuestro caso. Los segu-
ros, los ricos, los elegantes, etc., aparecen ante
Análogas son las cualidades que la impresión este individuo como “personas prominen-
hace en el individuo concernido en este tes”. Le impresionan no porque esas cualida-
caso: seguridad, destreza, saber de todo, des destacadas realcen el dominio al lisonjear
riqueza, elegancia, posición social, nobleza la petulancia, sino porque le transmiten la
de origen, poder, etc. Común es el elemento impresión de una auténtica superioridad de
cuantitativo por el que la impresión se pro- valores. Lo reconocemos así, sobre todo, por-
duce; comunes son, también, la ausencia de que la reflexión sobre la propia persona está
cualidades en aquel sobre quien producen la completamente ausente en este tipo inge-
impresión. Común es que la impresión lleva nuo; no porque un individuo de esta tipolo-
aparejado el signo del “desconcierto”, lo que gía sea un soberbio en su orientación básica,
hace inseguro al otro. Sin embargo, se abre de modo que el mundo tuviera para él inte-
paso una profunda diferencia según el tipo rés solamente como adorno personal, ni por-
de inseguridad que se produce. El campesi- que esa sea su orientación primaria hacia los
no se queda perplejo y se siente desampara- demás, de modo que pudiera apropiarse de
do frente a la seguridad refinada. Pero lo que alguna manera la superioridad del otro, es
le atrapa no es una inseguridad, que parece decir, participar de ella misma. Ante todo, el
estar latente en todo momento y que solo estupefacto campesino no tiene la postura
parece poder superarse mediante un toque general de querer imponer nada. En relación
de seguridad artificial, sino que aquí aparece con este tipo, aquel otro posee una disposi-
de la misma manera como aparece en el caso ción global totalmente distinta. El labrador
del imponer auténtico.Y su inseguridad no queda mucho más impresionado por la pre-
proviene del hecho de que ya no puede dar sunta “grandeza” del individuo superior, y le
ostensiblemente la sensación de superiori- admira honradamente. Existe siempre, ade-
dad, sino de que, de manera ingenua, se sien- más, una respuesta de valor, aunque sea muy
te empequeñecido ante la superioridad del primitiva y rudimentaria, al imitar a los bur-
otro. También confesará tranquilamente su gueses y al comportarse como ellos, pues así
“inferioridad”. corresponde hacerlo, etc., en el caso de que
se esmere por hacerlo si las circunstancias lo mente de base una respuesta de valor, aun-
permiten. En lugar de la inmadurez inferior que se trate de una respuesta muy opaca, con
y tonta, tenemos aquí una inmadurez inge- fundamento poco claro, mientras el fenóme-
nua y un gran primitivismo. El defecto resi- no de lo real y objetivamente valioso no se
de en que la respuesta se realiza solo en haya concretado todavía de una manera clara
forma “cuantitativa”, faltando una relación entre todo lo demás.
clara respecto a los valores auténticos, que
constituyen la regla para poder protegerse Se podría originar otra confusión, consisten-
del abandono o del desamparo. El supuesto te en que las mismas cualidades que permi-
de esa dependencia se compone de un cier-
ten imponer pueden hacer que la impresión
to primitivismo y de una inconsciencia en
se produzca de otra manera completamente
cuanto a la orientación sobre el mundo y los
valores, que implica en el afectado no poder distinta. La “seguridad”, la “autonomía”, el
distinguir lo “auténtico” de lo “inauténtico”, “poderlo todo y comprenderlo todo”, el “no
dejándose así atrapar por lo externo. ser desconcertado ni impresionado por
nada”, pueden fundar una entrega ilusoria,
Estamos ante el caso de una dependencia en lugar de “imponer”. Entonces se produce
más bien ilegítima, pero, desde luego, de sen- algo completamente nuevo: en este caso, el
tido diverso al del “dejarse imponer”, ya que afectado se sentirá “fascinado” por la otra
a esta dependencia le sirve siempre formal- persona.