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La revelación de cristo hoy nos lleva a una vida

de victoria
1. EL MANA DEL DESIERTO. (Juan 6:47-59)

Jesús expresa claramente que Él es el pan de vida, Él es el maná que descendió en el


desierto, muchas de las cosas que Dios hizo en el Antiguo Testamento eran una revelación
de Cristo, en realidad, toda la Biblia nos muestra a Cristo, nos muestra su gracia. Debemos
tener la revelación de quien es Cristo, cada día, en nuestras vidas. Hoy quiero hablar de esa
revelación, debemos confiar en Cristo, nuestra vida de victoria será el resultado de nuestra
plena confianza en Cristo.
Veamos: Éxodo 16:15-21:
 El maná es la provisión de Dios, así como lo es Cristo para nosotros. Él es nuestro
alimento diario, nuestra fuerza. Cuando no tienes esa revelación vienes a la iglesia
pensado que tomarás fuerzas para la semana, pero no es así, tú ya debes venir lleno
de fuerza porque cada día Cristo es tu alimento, tu fuente de fuerza.
 El maná era el sustento necesario, un gomer por persona (2.2 litros), ya sea la
persona gorda, flaca, niño o adulto, era un gomer por persona, para algunos puede
ser asustador ya que parece ser una ración muy pequeña, pero ya sea niño o adulto si
comía ese maná sería suficiente, es decir, era un sustento completo, era todo lo que
necesitaban, de la misma manera que Cristo lo es para nosotros. Esa es la revelación
que debemos tener, cada día Cristo es todo para mí, es suficiente ¡Bástate mi gracia!
dice el Señor.
 El maná no debía recogerse más de la cantidad indicada. La Biblia nos muestra que
muchos recogieron más y lo guardaron, el resultado es que todo ese maná apestó y
aparecieron gusanos ¿Por qué? Porque tu relación con Cristo debe estar basada en la
confianza, en la fe, nuestra confianza diaria debe ser que Él es todo, tu vida debe
estar basada en la fe. Todo lo que NO proviene de fe es pecado ¿porque? porque el
pecado engendra muerte, al igual que la desconfianza genera muerte, por eso el maná
hedió e hizo aparecer gusanos, que son características de la muerte, la desconfianza
del suplir de Dios. Cada mañana debían despertar sabiendo que el pan estaba allí, no
era ni esperanza ¡Era certeza! Cada día el maná del cielo está a nuestra disposición y
es lo suficiente. El maná nos muestra a Cristo, por eso tenemos que confiar en que su
sustento es suficiente.

2. LAS CIUDADES DE REFUGIO.


En el Antiguo Testamento había 6 ciudades de refugio para acoger a aquellos que cometían
crímenes accidentalmente, sin la intención de matar. En este caso la persona podía huir
hacia una de esas ciudades y refugiarse y el vengador no podía entrar en ellas, de esa
manera el fugitivo estaba guardado. Dios ordenó que en todo Israel fuesen establecidas
ciudades de refugio (Números 35:22-28).
La ciudad de refugio era un abrigo para ofrecer apoyo, protección y abrigo a quien hubiese
cometido un homicidio no intencional. Dios estableció el proceso de cómo esas ciudades
deberían funcionar:

-Las ciudades de refugio fueron esparcidas por todo el país, para que nadie estuviese
demasiado lejos de alguna de ellas. Los caminos que conducían a estas ciudades debían
estar en buenas condiciones, en todo el camino había señalizaciones para ayudar al fugitivo.
La mayor parte de ellos estaban en los montes, para que fuesen visibles y las puertas de esas
ciudades siempre estaban abiertas.

 El asesino debía ir inmediatamente a la ciudad de refugio más próxima.


 El asesino tenía el derecho de entrar en una de esas ciudades y nadie podía
prohibírselo.
 Los familiares de la víctima tenían el derecho de matar al asesino mientras este no
estuviese en una ciudad de refugio. Pero una vez que entraba en la ciudad, el
vengador no podía tocarlo.
 El asesino debía permanecer dentro de la ciudad, si él salía de los límites corría el
riesgo de que un pariente de la víctima estuviese esperando para matarlo.
De manera general estas ciudades representan la gracia de Dios para el pecador, porque la
paga del pecado es la muerte. Cristo nos es presentado como una ciudad de refugio hacia
donde nosotros corremos a salvar nuestra vida y para protegernos del vengador
inmediatamente, cuando percibimos nuestro pecado.

2.1. Un tipo de Cristo (Josué 20:1-6)


Hoy en día, esas ciudades representan un tipo espiritual, una maravillosa alegoría del Señor
Jesús. Las ciudades de refugio son una figura y sombra de la sustancia que es Cristo, que
está en el Nuevo Testamento.

1. Si las ciudades de refugio eran solamente para quienes pecaron sin intención ¿Cómo
puede ser aplicado a nosotros? Aquí tenemos algo realmente maravilloso.
En la cruz, el Señor Jesús puso todos nuestros pecados en la categoría de no intencionales,
su oración fue: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc.23:34). Esta es la
gracia y la misericordia de Dios, eso nos califica para encontrar refugio en Cristo. Ese
refugio es para todos nosotros.

2. De esta forma todos los pecadores son invitados hoy, para entrar en ese refugio que
es Cristo y ser librados de las manos del vengador. El Señor Jesús fue llamado
“amigo de pecadores”. Él es nuestro refugio, donde nos libramos del juicio que
vendrá sobre toda la tierra. El vengador es la justicia de Dios. Dios tiene placer en
amarnos, pero también Él es un Dios justo y todo pecado debe ser castigado. Un día
la justa ira de Dios vendrá sobre el mundo, pero nosotros estaremos seguros y salvos
en nuestra ciudad de refugio que es Cristo (Romanos 5:9-10). Esto me recuerda
también a la salida de Israel de Egipto, el ángel de la muerte pasaría por Egipto y
donde no había la señal de la sangre se produciría la muerte, incluso la Biblia dice
que el cordero sacrificado, de quien se usó la sangre, tenía que ser comido por cada
familia, asado y no crudo, ni hervido (Éxodo 12).
3. Las ciudades de refugio pertenecían a los sacerdotes y levitas, en aquel tiempo eran
ellos quienes servían a Dios a tiempo integral. Hoy, sin embargo, todos nosotros
fuimos hechos sacerdotes, Cristo nos hizo sacerdotes. Los sacerdotes y levitas en esas
ciudades adoraban a Dios con música e instrumentos, vestían la mejor ropa, comían
la mejor comida. El refugiado disfrutaba de todo eso hasta la muerte del sumo
sacerdote y después retornaba a su ciudad. Cristo es nuestro sumo sacerdote hoy y
vive eternamente, si nuestro sumo sacerdote vive para siempre, entonces somos
bendecidos eternamente, nuestro refugio nunca cesa (Hebreos 6:20).

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