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XII.

Teoría de la historia: los ciclos políticos

En la sucesión histórica de las formas de autoridad y poder


del caso de Atenas el régimen democrático ocupa el sexto y
último lugar, después de que transcurre un longevo milenio
contado a partir de la fundación del Estado regio de los oríge-
nes. Si la politeia ática se crea con los jonios y la realeza de
Ion entre los siglos xiv y xm, la democracia ateniense nace
finalmente a fines de la centuria quinta y los inicios de la
cuarta antes de nuestra era. Mientras la monarquía aparece
como la locomotora con la que arranca la historia de la comu-
nidad política del Ática, la democracia se asemeja al caboo-
se de este largo ferrocarril que deja de tener movimiento pro-
pio luego de sucumbir, primero ante el imperio macedónico y
después bajo el imperio romano.
Empero, para que ocurra esto último el tren ateniense re-
vela sucesivamente una larga cadena de eslabones. Así el
Estado regio primigenio se ve sucedido, entre los siglos xi y
mediados del VIH, por la aristocracia o la antigua constitución
de los eupátridas, el gobierno de los padres bienhechores.
Forma de Estado ésta que, como ya sabe el lector, se co-
rrompe en el modo de desgobierno contrario al de la dación
honorable, el plutocrático régimen de rapiña que dura desde
mediados del siglo vm hasta la primera mitad del siglo vi. Asi-
mismo la plutocracia ateniense viene a parar en la malhada-
da experiencia de la tiranía pisistrátida durante la segunda
mitad de la centuria VI, con el régimen de terror que le sirve
de colofón. A continuación de estas alteraciones se produce
un retorno extraordinario al gobierno constitucional o politeia
bajo su forma republicana durante toda la centuria V. Final-
mente, el régimen democrático ateniense se nos ofrece en
tanto desviación inmediata del Estado ciudadano, en parte

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debido a la muerte de Pericles, en parte a causa de la adver- tante que es tanto o más importante la destrucción espiritual.
sa suerte del gobierno timocrático en la guerra peloponesa En este sentido, aparte de que el régimen democrático ate-
narrada por el historiador Tucídides. niense es la perversión inmediata del gobierno republicano
¿Qué conclusiones podemos extraer para el caso de la —el último constitucional del Ática—, de hecho ofrece el tes-
democracia ateniense de esta cronología sucesoria de auto- timonio más acabado de la corrupción, tanto de la autoridad
ridades y poderes, conclusiones susceptibles de ser genera- paterna de los orígenes, fuente de toda autoridad política pa-
lizadas para la historia de otros pueblos antiguos y moder- ra los pueblos, como de la soberanía real del principio. Am-
nos? La más elemental, también la más evidente, se refiere bas destrucciones, en verdad extremas, equivalen a la des-
al tiempo. ¿O no es obvio que la organización popular de po- trucción de toda capacidad deliberativa, sea en el gobierno
der ateniense es un régimen distante en más de nueve cen- familiar, sea en la comunidad política propiamente dicha.
turias de la constitución real del principio, toda vez que se en- Acorde con las conclusiones generales anteriores pode-
cuentra ni más ni menos que novecientos años alejada de la mos señalar una cuestión que atañe a la teoría de la historia
invención de la politeia ática, la cual equivale al nacimiento y a la naturaleza cíclica y deshacedora del tiempo, si en ver-
de la autoridad política y el Estado? dad los principios políticos son las causas primeras de las vi-
Asimismo, si el lector recuerda que la autoridad estatal de cisitudes cronológicas de los pueblos. En el caso de la histo-
los orígenes, la mayesíática de Ion y sus sucesores, es una ria ática más antigua, se trata de la inserción del longevo y
extensión de la autoridad del gobierno de las familias según milenario proceso histórico ateniense dentro de la teoría po-
los linajes —gobierno representado para toda Grecia por la lítica de las revoluciones de las sociedades a la que con di-
figura privilegiada del basileus—, entonces podemos agre- versos matices adscriben autores como Platón, Aristóteles,
gar una segunda conclusión a la anterior. En efecto, si la de- Polibio y Cicerón.1
mocracia ateniense se produce después de que se elapsan La aparición de la democracia ateniense en el sexto y últi-
cerca de mil años desde el origen de la autoridad paterna pri- mo lugar de la serie sucesoria antedicha, contadas las for-
mitiva, ¿no es éste un tiempo más que suficiente para en- mas de autoridad y poder desde la fundación de las sobera-
gendrar el olvido sobre la fuente primera de la política? Esto nías paterna y regia de las comunidades familiar y política,
nos lleva directamente a considerar otro aspecto general de corrobora la teoría de la historia de los antiguos centrada en
la democracia ática. la existencia de un ciclo P9lítico de revoluciones o mudanzas
Los antiguos sabios griegos concuerdan en atribuir al tiem- de los diversos pueblos. Ésta postula la sucesión de una se-
po una función natural que además de cíclica es deshace- rie de cambios regulares u ordinarios por los que atraviesan
dora en su acción. Se trata de un concierto verdadero, pues- las comunidades humanas más diversas en los tiempos más
to que para todos los seres vivos dotados de alma o psique
distintos. Para citar sólo la escuela del Liceo ateniense, tal
—las plantas y el género animal al que pertenecen los pue-
teoría de la historia parece haberse desprendido de las con-
blos humanos en tanto especie privilegiada—, Cronos mar-
clusiones alcanzadas por las amplias indagaciones empíri-
ca con su implacable guadaña un trayecto circular inexora-
ble, el más elemental que pueda haber. Es esa revolución o
ciclo que se inicia con el nacimiento y culmina con su corrup-
ción. ¿O la muerte de hombres y pueblos es otra cosa que la 1 N. Bobbio, La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento
destrucción de la vida? La corrupción a la que los seres hu- político, traducción de J. F, Fernández Santillán, México, FCE, 1989, caps. II, III y IV,
manos solemos prestar mayor atención es a la física, no obs- pp. 15-56.

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cas realizadas en la antigüedad, de la que el texto Constitu- La Roma antigua, por ejemplo, parte también de la reale-
ción de Atenas es el único paradigma sobreviviente.2 za, de los siete reyes de fundación, pero a diferencia del ca-
En el ejemplo particular de la legendaria Atenas, la serie so de Atenas después nos ofrece la serie siguiente: aristo-
de las mudanzas políticas del ciclo corre desde la realeza cracia senatorial o patricia, república tribunicia o graquiana,
hasta la democracia. Estos dos extremos políticos y tempo- tiranía cesariana y oligarquía imperial, hasta que el imperio
rales del proceso histórico ateniense, el inicial y el terminal, todo es devastado por las invasiones bárbaras a principios
son suceptibles de verificarse en otros pueblos antiguos o de nuestra era. Así, pues, en el caso romano la serie se de-
modernos, ya enterrados o aún con vida. En todo caso es grada primero dentro de las formas de autoridad, concatena-
inobjetable que el ciclo político entero en el Ática cuenta con dos los gobiernos constitucionales de la realeza, la aristocra-
los eslabonamientos intermedios siguientes, pues, entre la cia y la república, para después corromperse bajo las formas
realeza y la democracia se suceden la aristocracia, la oligar- de poder que, como sombras o fantasmas, son réplicas
quía, la tiranía y la república. De ahí resulta que la serie com- exactas de aquéllas: la tiranía de la realeza, la oligarquía de
pleta para la historia ateniense antigua sea realeza, aristo- la aristocracia y la inexistente democracia de la república.
cracia, oligarquía, tiranía, república y democracia. Si a ello se ¿Se desean ejemplos de naciones todavía vivas y no
agrega el carácter circular y deshacedor de los ciclos tempo- muertas, aunque su existencia no sea propiamente política?
rales entonces puede decirse que el punto de partida en el Para ello están los casos de Inglaterra y Francia. En ambos
Ática es el nacimiento de la vida política. El ciclo concluye los ciclos políticos respectivos habrán de terminar en la de-
asimismo con la muerte de la vida política ateniense, la cual mocracia, después de que en los dos pueblos se corrompan
equivale a la destrucción del Estado o la comunidad política. sus plutocracias actuales, mejor conocidas en el lenguaje
Mas si parece evidente que las sociedades humanas que moderno como capitalismos. De hecho los ejemplos de In-
duran lo suficiente recorren este ciclo en forma completa, sin glaterra y Francia son análogos al de Roma, ya que a dife-
importar que sean antiguas, medievales, modernas o contem- rencia del caso de Atenas tienen invertidos sus eslabones o
poráneas, siempre comenzando con el Estado real y termi- cadenas intermedias. Así, a continuación de las formas de
nando con el régimen democrático de poder, también que las gobierno regia y noble de los orígenes, en ambos casos se
historias diversas de los pueblos ofrecen variantes que esta- pasa primero al. Estado republicano, por cierto de duración
blecen ciertas diferencias frente al caso de Atenas. Si en el muy breve tanto en Inglaterra como en Francia, pues allá la
Ática la serie de la cadena de mudanzas es de realeza a aris- timocracia se produce a mediados del siglo xvn y acá en e!
tocracia, de aristocracia a oligarquía, de oligarquía a tiranía, último tercio del siglo xvin. Después de la efímera experien-
dé tiranía a república y de ésta a democracia, en otros casos cia republicana se engendran las tiranías, ora personales co-
la serie acusa cambios ligeros en el orden sucesorio de los mo en el caso de Cromwell, ora directoriales como en el caso
eslabones intermedios, los cuales no desmienten ni la exis- parisino, aunque cuenten con figuras individuales destaca-
tencia misma del ciclo ni sus puntos de partida y llegada. Vea das como Marat, Danton y sobre todo Robespierre. Las dic-
el amable lector algunas de estas variaciones. taduras anteceden entonces al establecimiento de las mo-
dernas oligarquías británica y gala en ambos casos, todavía
hoy vigentes debido a la hábil incorporación de elementos
democráticos en calidad de centinelas o salvaguardas del
2 G. Glotz, op. cit., p. 37. régimen capitalista.
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gobierno noble viene a superponerse por la conquista arma-
En síntesis, para Inglaterra y Francia la sucesión de los da la aristocrática regencia española que dura tres largos
eslabones del ciclo político de la historia es semejante al de siglos. Enseguida de esto se observa el eslabonamiento si-
Roma: realeza, nobleza, república, tiranía y oligarquía, faltán- guiente: luego de atravesar un largo periodo de transición
doles todavía la democracia, el caboosede sus historias res- anárquica que cubre prácticamente la primera mitad del siglo
pectivas. decimonónico —desde la monarquía pseudonapoleónica de
A mayor abundancia de ejemplos quizás valga la pena Iturbide hasta el imperio de Maximiliano—, en el inicio de la
mencionar dos casos coloniales, el uno atípico y el otro típi- segunda mitad del siglo xix tenemos el ensayo frustrado por
co. El primero es el de Estados Unidos, calificado aquí como establecer un Estado republicano con la Constitución de
atípico porque carece prácticamente de todos los eslabones 1857 y la presidencia de Comonfort (análogo al fallido inten-
de la cadena. Ello se debe, por supuesto, al hecho de que la to republicano de Solón en Atenas), que desemboca en la
Gran Bretaña, madre patria de los Estados Unidos, los funda entronización de la dictadura porfiriana, el Pisístrato mexica-
en su decadencia, después de recorrerlas realezas locales y no que domina el panorama hasta la vuelta de la centuria. A
nacionales de los orígenes: lasucesora aristocracia norman-
la larga tiranía del general Díaz le sucede la república de
da fundada por Guillermo el Conquistador, la fulgurante re-
principios de la centuria presente con las dos revoluciones
pública de los santos apoyada en las armas del ejército nue-
que la anteceden; primero la oligárquica de la burguesía ru-
vo y la tiranía personal del lord protector, Oliverio Cromwell.
ral de 1910, después la democrática campesina de 1913
Por eso Estados Unidos es huérfano de padre aunque no de
abanderada por Villa pero sobre todo por Zapata. Finalmen-
madre, no sólo porque carece de toda experiencia de gobier-
te, el Estado timocrático mexicano se corrompe en el decenio
no constitucional verdadero, realeza, aristocracia y repúbli-
de los años cuarenta de nuestro siglo debido en lo funda-
ca, sino porque el único régimen que conoce desde la época
mental a la desviación que padece la magistratura monárqui-
colonial hasta nuestros días, pasados ya más de doscientos
años de vida independiente, es el orientado por el principio ca de la república, la presidencia, a manos del milite Ávila
vergonzoso de la ganancia económica, la plutocracia finan- Camacho y el civil Miguel Alemán, transiíándose hacia la plu-
tocracia de nuestra cuatrapeada modernidad, una plutocra-
ciera. \
El segundo caso colonial, típico antes que atípico, es el de cia no pura sino mezclada con los principios monárquico y,\.
México. Aunque con antecedentes coloniales como el caso
angloamericano antes reseñado, el de nuestra nación es típi- En síntesis, la cadena sucesoria del ciclo en la historia me-
co toda vez que atraviesa toda la serie del ciclo en razón de xicana resulta ser entonces realeza, aristocracia, tiranía, re-
sus remotos orígenes prehispánicos. Por eso México posee pública y oligarquía, la cual, además de débil por apoyarse
los dos eslabones primeros de la cadena del ciclo, la realeza casi de modo exclusivo en el elemento monárquico, posee
indígena y la aristocracia, también aborigen, contada a partir una fuerte inclinación hacia la democracia, en parte debido al
del séptimo tlatoaniy después interrumpida por la conquista constante^ deterioro de los medios de vida de ¡a mayoría de la
española, nobleza a la que suceden los otros eslabones has- población, eniparte-a causa del incremento demográfico in-
ta el punto de ofrecer una tercera variante del ciclo universal controlado y explosivo.
de la historia de los pueblos. En efecto, si se considera a la Mas con independencia de las variantes del ciclo político
monarquía azteca como punto de partida, tenemos primero ilustradas con los casos ateniense, romano y mexicano, en
la desviación aristocrática desde el reinado de TÍZOC, des- todos ellos se comprueban dos cosas. Primero, Sa existencia
pués de dos siglos de realeza. Posteriormente, a la forma de de un ciclo temporal constituido por una serie de mudanzas

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o revoluciones que alteran las formas de autoridad primeras to de la primera afirmaremos únicamente que sin ella no hay
en formas de poder posteriores. Segundo, que la ley natural manera de definir el objeto de la política en tanto ciencia de
e histórica que rige la sucesión de las soberanías primeras a la autoridad, reina entre las ciencias humanas, a la que le
las supremacías segundas, sin que importe la gama de va- corresponde el estudio del poder sólo de modo supletorio,
riaciones presentadas por los casos particulares en los esla- entendido éste en tanto corrupción de la autoridad sobera-
bonamientos intermedios (ora porque a la aristocracia no le na.4 Respecto de la historia digamos que la ignorancia de la
suceda de modo inmediato la oligarquía como en Atenas, si- distinción entre soberanía y supremacía, ya que una u otra
no que ésta venga después de la república y la tiranía; ora recaiga en uno, pocos o muchos, hace inconcebible el oficio
debido a que la tiranía antecede a la república o ésta a aqué- mismo de historear. ¿O se historia otra cosa que el transcur-
lla como en los casos mexicano, romano, inglés y francés so del tiempo en los diversos pueblos, el cual rige las altera-
respectivamente; en fin, ora porque sucede como con el ca- ciones del gobierno al desgobierno? Aquí el ejemplo más a
so ateniense donde la oligarquía sustituye a la nobleza en mano que podemos señalar al amable lector es el mismo li-
forma inmediata siguiéndole la tiranía y la república), las so- bro que tiene frente a sus ojos, pues el ordenamiento históri-
beranías comienzan con el Estado regio y las supremacías co de la vida pública en el Ática, que trata de sus sucesivas
concluyen con el régimen de poder democrático. organizaciones comunitarias, de sus usos, costumbres, ca-
Pasemos ahora a dos conclusiones más relacionadas con racteres y tradiciones correspondientes, está tematizado
las precedentes. Los enlaces diversos en la sucesión de las desde la distinción de las soberanías anteriores y las supre-
formas de autoridad y poder de los ciclos permite compr^n- macías posteriores, sin la que no hubiera sido posible la pe-
der la distinción que se hace de los eslabones de mcdg co- riodización política propuesta por los capítulos que forman la
mún por los sabios de la antigüedad. Para decirlo, todo, jdicha historia de Atenas en la obra. Concluyamos entonces que no
distinción atañe a la gran diferencia que existe entre, de un es poca cosa, sino más bien casi todo, discernir las formas
lado, las formas de la soberanía llamadas anteriores debido de gobierno cifradas en las autoridades soberanas, sea de
a su precedencia tanto lógica como temporal: el Estado re- uno, de pocos, o de muchos, de las organizaciones centra-
gió, el Estado noble y el Estado republicano, que son los ver- das en el solo poder, ora de uno, de pocos o de muchos. ¿O
daderos gobiernos constitucionales o politeiai; del otro lado, no es evidente en la historia ateniense que las formas de des-
frente a las formas de poder o supremacía que, en tanto des- gobierno llamadas posteriores, son corrupción de sus co-
viaciones de aquellas primeras, son llamadas posteriores: rrespondientes formas políticas de gobierno llamadas ante-
los regímenes tiránico, oligárquico y democrático.3 riores: la tiranía pisistrátida del Estado regio de los orígenes,
¿Qué importancia conserva esta distinción entre gobier- el desenfreno plutocrático de la autoridad noble del Estado
nos o soberanías anteriores y desgobiernos o supremacías de los eupátridas, en fin, la democracia del siglo iv del Esta-
posteriores, a pesar del desconocimiento oceánico de ella do republicano del siglo v antes de nuestra era. Si se ignora
por parte de las culturas de poder modernas y contemporá- la distinción entre autoridad y poder, entre soberanía y su-
neas? Esta distinción posee una importancia capital para la premacía, entre lo anterior y posterior, ¿cómo pretender es-
teoría política y, consecuentemente, para la historia. Respec- cribir la historia de las sociedades humanas, pasadas, pre-

3 Aristóteles, Politics, en The Complete Works ofArístotle. Vol. II, lib. III, cap. Vil,
párrafo 1279a, línea 22 y párrafo 1279b, línea 10, p. 2030. 4 Ibid., cap. VI, párrafo 1278b, líneas 6-30.

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sentes o futuras, y con mayor razón la vida pública, los ca-
racteres, instituciones y leyes que las rigen? los hombres inútiles y sin valía, en razón de su incapacidad
La última conclusión nos lleva de la mano a otra, toda vez para escuchar siquiera la palabra del hombre prudente.
que la diferencia entre gobierno soberano y desgobierno su- Resumamos esta conclusión. Para Hesíodo, Antístenes o
premo es indispensable para discurrir sobre las calidades el mismo Plutarco, tanto como para la mayoría de los sabios
distintas de los pueblos en su historia, tanto como acerca de de la antigua Grecia, sólo el hombre bueno posee soberanía,
las calidades de los grupos sociales y personalidades. Por- y por lo mismo un género activo de vida que puede designar-
que hoy más que nunca siguen siendo ciertas aquellas cua- se con propiedad político. Sin duda este género de vida es in-
lidades que el viejo Antístenes llama con razón géneros de ferior al género de la vida sabia, identificando a ésta con la
vida para los diversos pueblos y su devenir.5 del hombre mejor, muy a pesar de que Cicerón pretenda lo
Que sepamos, desde la antigüedad nadie ha sido capaz contrario apartándose en esto de su maestro Platón. Mas eí
de inventar un género de vida distinto a los tres de los que contraste mayor, o al menos el más visible, es entre el géne-
ro de vida político o activo y el género de vida pasional o pasi-
habla también Plutarco,6 el contemplativo o divino propio de
vo, ese que afecta a los hombres que Hesíodo llama inútiles
los sabios, el político o activo que es privilegio de hombres y sin valía por estar desprovistos de valor, tanto para con
superiores, y el género de vida adoptado por la mayoría de ellos mismos como para con sus congéneres. Por eso al dis-
los animales humanos, el pasivo o pasional. Amable lector, cernirse con juicio inmejorable a la política con un género de
¿no salta a la vista la correspondencia de los gobiernos so- vida activo, y a éste con la posesión de autoridad soberana,
beranos con el género de vida activo o político, mientras que y por lo mismo, con el gobierno, la política se define como
los desgobiernos centrados en la sola fuerza quedan orde- una tarea eminentemente educativa que atañe al carácter y
nados conforme al género de vida pasivo o pasional? costumbres de las comunidades humanas.
Tales géneros de vida colectivos determinan a su vez las Otra conclusión adicional que puede desprenderse del re-
diversas calidades de vida de las partes de las sociedades, y corrido histórico por las formas de autoridad y poder en la vi-
por ende, las de los individuos que las integran. En esta di- da pública de Atenas, permite ilustrar la conclusión antece-
mensión la mejor referencia sigue siendo el bardo Hesíodo dente referida a los distintos géneros de vida. En efecto, los
quien, de manera bella, sencilla y verdadera, nos lega las tres tipos de comunidades llamadas a lo largo del libro cons-
premisas mínimas de toda indagación ética, la historia natu- titucionales o políticas, tanto como para los tres tipos de aso-
ral de las costumbres y los caracteres de los individuos. El ciaciones humanas denominadas simplemente organizacio-
vate beocio jerarquiza así en su obra Los trabajos y ¡os días nes o regímenes de poder, derivan de modo directo de las
primero a quienes llama los hombres mejores, capaces de partes o clases sociales que las presiden. Con un género de
saberlo todo por sí mismos; les siguen después los que de- vida político o activo, que es decir bueno, en los estados re-
nomina buenos, capaces de escuchar a hombres de juicio, y gio, noble y republicano, y con un género de vida pasional o
finalmente coloca en un nivel inferior a las bestias, es decir, a pasivo, que es decir inútil y sin valía, en la tiranía, la oligar-
quía y la democracia ulterior. A este respecto la historia del
Ática es por demás elocuente. Hagamos un rápido recorrido
de ella para ilustrar dicha conclusión.
5 D. Laercio, Los Cínicos, en op. cit., cap II, pp. 37-44. El reino es el Estado primigenio gobernado por los indivi-
6 Plutarco, Obras morales y de costumbres (Moralia). Vol. I, "Sobre la educación
de los hijos", pp. 47-81. duos más excelentes, los siete padres fundadores del perio-
do heroico u homérico que se suceden en el gobierno de la
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primera comunidad política ateniense: Ion, Erecteo, Pan- crético, los pisistrátidas a la tiranía y los pobres a la democra-
dión, Egeo, Teseo, Menesteo y Codro. El Estado aristocráti- cia. En estas etapas o periodos de la historia ateniense se
co que sustituye al Estado real es la constitución de los po- corrobora la pérdida de la capacidad soberana, es decir, la
cos hombres nobles, los llamados con razón eupátridas o pérdida de la autoridad política sin la cual resulta imposible
padres bienhechores. Todavía dentro de las comunidades deliberar para la felicidad de toda la sociedad ática. Véase
políticas verdaderas encontramos al Estado republicano, esto en sus grandes trazos.
que es el gobierno constitucional de los ciudadanos libres y En el orden sucesorio en el que aparecen las formas del
virtuosos, el cual sucede al desenfreno oligárquico y la tira- desgobierno, la oligarquía es producto del poder instaurado
nía psisitrátida, un retorno en verdad extraordinario al buen por la clase rica en su propio y particular beneficio. A diferen-
gobierno después de dos siglos de desgobierno que se ex- cia de su contraparte verdadera, el gobierno aristocrático, el
tienden desde la centuria VIII hasta la VI. Se trata del Estado cual tiene por fin las acciones nobles en beneficio de todos,
timocrático fundado por Clístenes, cimentado por Arístides el el régimen plutocrático ateniense se deja arrastrar de mo-
Justo, defendido contra el imperio persa por Temístocles, do pasivo o pasional por la afiebrada persecución del lucro
fortalecido por Cimón y hecho resplandecer por Pericles. Es- vergonzoso, aparte y por encima de la sociedad entera, con
tos hombres sobresalientes de la república representan en los lastres ya conocidos por el amable lector, la discordia en-
realidad a los últimos estadistas y guardianes de la sobera- tre las clases sociales y la esclavitud financiera generaliza-
nía ateniense, tanto en los asuntos domésticos pero sobre da para la masa indigente. Después sobreviene la reacción
todo en el intensivo y ancho campo de la política externa, ora frente a este desenfreno oligárquico de los ricos, la dinastía
con el auxilio prestado a los estados jónicos griegos del Asia de Pisístrato, sombra fantasmal de la realeza de los oríge-
Menor, subyugados por su cercanía con el persa, ora frente nes, o si se prefiere, su contraparte pasional puesto que en
a otros estados griegos peninsulares o insulares, ora, en fin, realidad conduce el desenfreno previo a los límites de la in-
cuando la belicosa república ática extiende su hegemonía temperancia debido al régimen de terror con el que concluye.
sobre comunidades del norte de África o la magna Grecia, al Finalmente, después de la correción de las experiencias plu-
meridión de la península Itálica. tocrática y despótica por el Estado republicano de la centuria
De lo anterior puede concluirse que la sucesión temporal V, centrado en la noción de justicia equitativa tanto a ricos
de realeza, aristocracia y república, formas de autoridad po- como a pobres, sobreviene el establecimiento del régimen
lítica, verdaderos estados que van alejándose de modo pe- de poder democrático, el cual responde a la preponderancia
rentorio de la fuente originaria de la vida activa, con raíces en y supremacía numérica de la clase pobre, particularmente de
la autoridad paterna, corresponde de manera puntual a la su- los habitantes de la zona montañosa y del Píreo, morada és-
cesión de las partes y clases sociales que las presiden: los ta de los marinos de los trirremes. La postrer organización
reyes al Estado real, los nobles al Estado aristocrático y popular del poder está dirigida por los demagogos de asam-
los ciudadanos libres al Estado republicano. Mas también blea, quienes, al buscar el favor popular para alzarse en la vi-
puede verificarse la correspondencia entre las partes y cla- da pública ateniense, sólo atienden al beneficio exclusivo de
ses sociales con las organizaciones de poder posteriores ci- los indigentes. Se trata de una vida pública sujeta a los de-
fradas en la sola supremacía de la fuerza, toda vez que estos seos de masas populares apasionadas por la libertad per-
modos que asume el mando despótico de uno, pocos y mu- dida con la destrucción de la república, teñida de las vici-
chos responde a la dirigencia sucesiva de las partes y clases situdes militares que ya conoce el lector. Primero contra la
sociales de las que son resultado. Los ricos al régimen pluto- expansiva hegemonía espartana, después frente a la hege-

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monía macedónica que busca apoyarse en la península grie- cracia lo que la pasión por el lucro y la acumulación de rique-
ga para conquistar el Asia Menor, la India y Egipto, y al final zas materiales a la plutocracia; por último, la vida franca o li-
ante la omnipotente hegemonía romana. bre, sin impedimento interno u obstáculo externo, cuya virtud
De esta manera se constata, amable lector, que la serie primera es el valpr ciudadano o cívico, es a la república lo
sucesiva de las formas de autoridad y poder en el Ática, co- que su contrario, la pasión por la libertad y el igualitarismo
mo de hecho para el resto de los estados y países, antes o beligerante al régimen popular democrático.
después de ella, corresponde a la primacía adquirida por las La democracia ateniense del siglo iv antes de nuestra era
distintas partes y clases sociales. Son éstas las que impri- ilustra con vividas circunstancias el principio general que de-
men su sello, ora activo o político, ora pasivo o pasional, a los termina a toda organización popular de poder, no otro que la
asuntos públicos de la comunidad. El reino debido a los re- pasión por la libertad de las clases pobres. Por ello el régi-
yes, la aristocracia por los eupátridas, la oligarquía en razón men democrático del Ática se nos ofrece como resultado de
de la preeminencia de la clase rica, la tiranía pisistrátida por una desviación triple. Remota de la vida prudente y no-
la dictadura de Pisístrato y sus dos hijos, la república a causa ble, mediata de la vida corrompida por la incontinencia de ri-
del gobierno justo de la clase ciudadana, los hombres libres, quezas materiales de la clase opulenta, tanto como de la in-
dirigida por los descendientes de las antiguas familias no- temperancia del tirano, y finalmente en tanto desviación
bles, en particular por el linaje de los alcmeónidas, cuya pro- inmediata de la vida ciudadana o libre. En el caso de la de-
genie acapara por generaciones los honores principales del mocracia del Ática lo característico es el mando de la clase
Estado durante el siglo v, de Clístenes a Pericles; en fin, la de los muchos pobres apasionados por su libertad, no sólo
democracia por la supremacía de la clase pobre en los asun- frente a las experiencias plutocráticas y tiránicas sino sobre
tos públicos de la otrora politeia. En síntesis, los reyes, los todo ante los regímenes externos. Como recordará el ama-
nobles, los libres, los tiranos, los ricos y los pobres determi- ble lector, este apasionamiento en el campo de la política ex-
nan, más debido a sus cualidades éticas o estados morales, terna explica que sea una situación bélica la que predomine
que por el sólo número, las diversas formas de autoridad y de un extremo temporal al otro en la corta y accidentada vi-
poder sucesorias, base de la distinción hecha entre las co- da de la democracia ateniense, situada entre el mando oli-
munidades llamadas políticas y las asociaciones que no son gárquico lacedemonio y la autoridad regia macedónica.
sino conglomerados de animales humanos.
Una última conclusión antes de cerrar este capítulo sobre
el caso ateniense. Diremos de manera universal que el nú-
mero de gobernantes, o en su defecto, de dirigentes, es ac-
cidental antes que esencial para discernir las formas de au-
toridad o soberanía anteriores respecto de las organizaciones
de poder posteriores. Si esto es así entonces resulta perti-
nente enunciar, aunque de paso, los principios o causas pri-
meras que determinan a aquéllas y a éstas. Tal formulación
puede establecerse con base en analogías de proporcionali-
dad perfecta. De esta suerte afirmamos que la prudencia
mayestática es a la realeza lo que la intemperancia despóti-
ca a la tiranía; el honor y las acciones nobles son a la aristo-

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