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Guardianes de Mortorium
Sofía Funes
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Índice
Capítulo 1 .................................................................... Pág. 6
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Felix está decidido a mantener con vida a Simone, ha sido
así desde 1750 cuando él la revivió de la muerte. Él está
muerto, trabaja bajo los dominios de Hades en el inframundo
y se las ha arreglado para que ella esté alejada del
Mortorium.
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Capítulo 1: Protegida
Félix caminó por los fríos corredores. Tenía ese semblante que lo
hacía igual al resto, sus ojos azules tenían las pupilas dilatadas a tal
punto que parecía un monstruo escalofriante, definitivamente no se
sentía bien.
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—Buenos días, mamá —saludó efusiva mientras ataba su cabello
en una coleta.
—No lo creo, siempre tiene mucho que hacer los primeros días, ya
sabes, fútbol y eso. Pero quizás salga esta noche, fiesta de bienvenida.
Ella no era muy alta, así que se tuvo que poner de puntitas para
poder alcanzar los tazones hasta el último estante de la alacena.
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—Ya basta, chico —ordenó Simone, quien de manera payasesca
se tiró sobre el enorme perro que respiraba agitado y tenía la vista
totalmente cubierta por su pelo.
—Okey, bye.
Una vez que la puerta se cerró, Simone junto con Apolo corrieron
hasta el segundo piso de la casa, ella encendió la televisión y el perro
quedó viendo las caricaturas mientras ella seguía alistándose para su
primer día de clases.
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sido invitada, sólo que esas ocasiones eran montadas para beber mucho
y hacer cosas que jamás harían estando sobrios.
—Vale, iré por mi bolso y nos vamos —Simone miró sus llaves
adornadas con un hermoso pompón de ojos saltones y las llevó hasta el
bolsillo de su jean.
El abrió la puerta del auto para que Simone pasara, pero ella se
volvió rápido ya que tenía que lograr que Apolo no saliera de la casa.
Crono era hijo del decano de la universidad, por ende casi nunca
tenía problemas con llegar tarde o retirarse antes de clases e intentaba
persuadir a Simone de actuar igual, así estaría con él más seguido y
ante los ojos del resto sería como si fueran más que amigos. Realmente
no perdía la esperanza con ella, sin importar que Simone dijera que
jamás pasarían de la zona “Friends”.
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El guardián salió de su propio mundo feliz para volver a su
oscura realidad, estaba atascado con los muertos.
Tenía un solo ojo a pesar de que, como los demás, podía adoptar
la forma y facciones físicas que quisiera. Amaba ser diferente al resto.
Verse lo más macabro e inhumano posible para aterrar a los mortales
que llegaran se había convertido con el correr de los siglos en su mayor
delirio; tenía una cabeza amorfa similar a la de una serpiente, piel
escamada y vestía nada más que un pantalón harapiento.
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—Veo que te divierte ser el de los recados. Y no te preocupes, sigo
siendo el mismo —dijo Félix mirando con desagrado el aspecto de
Seneca.
—Eso lo dudo, eres débil. Sólo hay que ver lo bueno que eres con
los moribundos que llegan. ¡¿Balu?! Has entrar a uno, el que quieras,
yo me encargo del resto.
—Veremos eso.
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Él se retiró de la escena. Su actitud llamó más la atención de los
guardianes que la misma tortura de la joven. Alianza, con tan solo 7
años, parecía no inmutarse por el espectáculo, ella nunca había
torturado a nadie ni mucho menos pero veía a sus padres hacerlo a
diario. ¿El porqué? A los mortales les servía como una purificación
antes de entrar.
—Señor, ella era muy parecida, ¿verdad que sí? —exclamó Garrett
con respeto—. Debe controlarse, si Alianza lo supiera sería el fin.
—A veces siento que voy a explotar con todo esto. Siento que
quisiera estar con ella, poder abrazarla, sonreírle, besarle. Algo, lo que
sea. Pero estoy atascado aquí, siento una impotencia...
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Ambos tomaron forma humana de nuevo junto a Simone, alias
Cloudette. Ella tenía los ojos abiertos, estaba tirada en el piso y con
sangre en el pecho. Félix se arrodilló y Garrett evitaba que alguien los
encontrara en la escena del crimen.
—Ya lo decidí, ella vivirá. Tiene que —sonrió Félix al ver que ella
empezaba a respirar de nuevo—. Te lo dije.
—Jamás dije que no lo lograrías, dije que no era una buena idea.
Estando ya muerta arriba se sabrá esto —musitó Garrett nervioso.
—Para eso te tengo, borra todo. No sé cómo, pero hazlo, que nadie
sepa esto —le ordenó a Garrett, quien aún nervioso obedeció porque si
algo era eso es leal—. Hola, hermosa —saludó Félix sonriente y feliz.
Ella no hacía más que llorar y mirar toda la sangre que tenía
encima.
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desde arriba. Estaba consciente de lo peligroso de su salvación, pero no
pudo evitar sentir adrenalina ante el peligro y saber que había salvado a
alguien a quien amaba con locura.
—Algo así.... ¿Qué harás con eso? Puede ser un secreto, ¿no lo
crees? —preguntó Félix intentando llegar a un acuerdo con la pequeña.
Su pecho latía con fuerza, temía muchísimo por Simone y por lo que un
estúpido ataque de nervios había hecho.
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Ella puso sus manos pequeñas, de uñas largas y sucias, sobre las
de Félix. Sonrió y jugó con los dedos del chico, perversa.
—No lo creo.
Félix se dejó caer sobre sus rodillas, el sudor caía sobre su frente.
En verdad intentaba pensar con claridad, pero por el momento sólo
podía pensar en una sola cosa, Simone. No le importaban los problemas
que esto le causaría, sólo quería salir de allí para poder arreglar esto de
manera que se evitara que Simone sufriera.
—Félix.
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Hades hizo aparecer unas cadenas en las muñecas de Félix,
cadenas que ni bien hicieron contacto con la piel del chico empezaron a
succionar sangre igual que las sanguijuelas. Le provocaron un profundo
ardor que apenas lo dejaba coordinarse lo suficiente como para seguir a
los guardias, que tiraban de las cadenas haciendo que el chico
tropezara sin parar.
—Espera, ¿qué hay con Simone? ¡Hades! ¿Qué hay con ella?
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Capítulo 2: Mortorium
—Félix, señor. ¿Qué han hecho con usted? —bramó la gárgola
mientras se transformaba para liberar a su amo.
—Señor, ahora está mejor. Tiene que calmarse, no hay nada que
pueda hacer más que...
—Simone, ¿qué hay con ella? Tú tienes que haber oído algo —
musitó Félix tomando a Garrett por el lomo.
—Félix, lo lamento.
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bajaban en casos excepcionales. Cualquier cuerpo humano que fuera
tocado o afectado por los desertores terminaba muerto.
—Creo que no hay nada que pueda hacer, miré en los problemas
en los que ya está metido. Debe saber que por más que la ame ella debe
morir algún día, debe hacerlo...
—No, no así. Hades quiere que Simone lave culpas para regresar
atrás. No puedo permitir eso —Félix limpiaba sus lágrimas con torpeza.
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—¿Señor? Hades no tendrá clemencia con usted si se atreviese a
bajar de nuevo —recriminó Garrett tratando de hacer recapacitar a
Félix, quien mantenía una mirada glacial y desconectada de todo.
Tanto Félix como Garrett tenían un solo pensamiento que los unía
en una misma frecuencia, lograr escapar del inframundo. La última vez
que lo hicieron, Félix no estaba encerrado, ni era conocido como el
traidor supremo del dios de la muerte. Aun así el guardián no se iba a
permitir fallar.
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—Eso intento.
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años se detuvo, claramente estaba haciendo el aburrido discurso de la
confianza alumno-profesor.
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—Dalo por hecho —sonrió ella mientras se despedía del grupo y
de Carry.
—Vale, es la costumbre.
Aunque trataba de parecer que quería ligar con ella, por dentro
sólo pensaba en poder sacar información de Simone.
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—Gracias —sonrió juguetona.
—Lo sé, esperemos a que la vea, veas —se corrigió Garrett con
una sonrisa ya que Félix había levantado una ceja por otra vez tratarlo
de usted en la tierra.
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Capítulo 3: Mascaradas
Simone se alistaba para la fiesta, luego de elegir mucho se decidió
por una falda, tacones de punta y una remera a rayas en blanco y
celeste cielo. Como maquillaje, máscara de pestañas marrón, un poco
de colorete ya que su tez era pálida, y gloss rosado.
Bajó para abrirle la puerta al oír el timbre. Crono era de los chicos
que se producían casi como las mujeres, se tomaba su tiempo en
escoger la ropa adecuada, tenía varios tipos de fragancias y todo debía
ser fríamente calculado cuando de salir se trataba. En cuanto a Carry,
en la secundaria había sido patinadora artística por lo que tenía una
muy buena figura. Llevaba el cabello castaño cobrizo hasta los hombros
en pequeños bucles y tenía ojos verdes; también era de las que se súper
producían para salir.
—Gracias, tú igual.
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Félix custodiaba la entrada de coches, aún se negaba a entrar en
el imponente salón que el consejo estudiantil de Brown alquilaba para
la gran fiesta de inicio de curso. Casi todos los estudiantes asistían.
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camino y las ramas y demás, ya que andar con tacones no era lo más
adecuado cerca del bosque.
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Al otro lado de la pista estaba Félix, quien miraba y buscaba a
una chica de pelo castaño rojizo por el salón. En verdad sentía que los
desertores podían estar allí entre la concurrencia de invitados, o los
mismos meseros le daban mala espina; más allá del papel que llevaban
su paranoia le hacía estar a la defensiva todo el tiempo.
—Ni yo. ¿Quieres que dé una ronda? Tal vez si nos separamos
tengamos más oportunidad, ¿no crees? —sugirió Garrett gritándole al
oído a Félix.
Una vez que Carry prometió comportarse, Simone pidió para ella
una piña colada y ni bien se la dieron se llevó a su amiga, quien no
paraba de pegar gritos y saltar al otro lado de la barra puesta en
círculo. Terminó sentándose al lado de Félix.
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—Estaba a tu lado —le reprochó molesto Garrett una vez que la
multitud le permitió llegar hasta donde el guardián.
—¿Ahora de qué vas? —se quejó Félix aún mirando a Simone, que
reía de manera animada apoyada sobre el hombro de Crono.
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—¿Qué le dirás? —preguntó Garrett dándole una bofetada leve
para que el guardián lo mirara un momento, pero aún así Félix volvió a
voltear hacia Simone.
—Que la amo...
No era sorpresa que Simone hubiera arrasado con los votos, era
muy querida entre los estudiantes y deseada por el género masculino.
Ella subió luego de que su grupo le permitió hacerlo.
—El rey del campus del 2012 es Mirco, el Capitán del equipo de
Football —sonrió Dianne.
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abrazó a Simone, quien reía ya que él hasta hacía un rato alardeaba
con que ganaría por segundo año consecutivo
—¿Celoso?
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En efecto, entre los nervios del guardián y la fatal competencia las
oportunidades se acababan, simplemente entraba uno tras a otro.
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Capítulo 4: Almas Gemelas
Simone simplemente se quedó viendo a Félix con esa mirada
nerviosa, no era típico en ella sentirse intimidada pero no podía evitarlo.
—No sé por qué, quizás del campus. Soy Félix —dijo él en su oído
con una sonrisa haciendo que Simone se pusiera aún más nerviosa.
Miro y Willo eran los líderes del grupo, ellos hablaban y tomaban
las decisiones.
—Willo, más te vale que Miro no le haga nada —le advirtió Félix
furioso.
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—¿Qué haces aquí? Hasta donde sé Hades te encerró —sonrió la
chica, quien bailaba con suma gracia y agilidad.
—La cosa es, mi querido enamorado, que Hades nos trajo para
llevarle a tu amada.
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—Tengo que estar muy cerca de ella —sonrió de manera forzada
el guardián, aún con la rabia de haber perdido tiempo con Simone por
culpa de los demonios de Hades.
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Félix puso su cabeza contra el volante. Levantó la mirada cansada
hasta la casa de Simone, donde había muchas habitaciones con las
luces encendidas
—Tengo un plan para que pueda ser así. Tenemos que entrar en
el campus —sonrió Garrett.
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—Qué caballero, perro idiota —se quejó mientras caminaba hasta
la cocina.
—Bastante.
—No, papito no permite que su hijo falte. Se supone que debo ser
el ejemplo de los demás —río abrazando a Simone con fuerza.
—Gracias.
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Félix caminó hasta que encontró el salón. Simone ya estaba
sentada y apoyaba su cabeza contra el pupitre, realmente estaba
cansada.
Félix río.
—Okey.
Una vez que el profesor entró, ella tuvo que hacer un esfuerzo por
no dormirse.
Lo más cómico era que ellos no eran los únicos que hacían ruido,
pero al parecer eran los únicos reprendidos. A tres filas a su izquierda
una chica leía entusiasta un gran libro de romance, del otro lado un
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chico delgaducho fingía que prestaba atención y aprovechando que el
viejo O'Connor no veía muy bien se ponía los auriculares debajo de la
chaqueta.
Félix sabía que Garrett haría alguna trampa o algo, la cosa era
que ellos terminarían trabajando juntos.
Tuvo que gritar aún más para poder hacer que el de la música y
la chica lectora firmaran el papel donde quedaba registrado que tenían
su obra literaria asignada y la pareja.
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—¿Qué obra tenemos? —preguntó Simone tratando de sonar
animada, pero estaba acabada por la falta de sueño y la jaqueca.
Una vez que se retiró Félix tomó la mano de Simone, ella sonrió
ante ese gesto, pensó que era dulce.
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Capítulo 5: Desertores
Una vez que la clase terminó acompañó a Simone hasta la salida.
—Lo haré.
—Sí, lo sé.
—Ya me adelanté.
—Es genial el gesto, pero ¿no había uno un poco más moderno?
—río Félix mientras examinaba el artefacto con detenimiento.
Mientras Félix disfrutaba de por fin poder estar con Simone y así
poder llevar a cabo su plan de protegerla, arriba en el inframundo los
desertores exigían hablar con Hades.
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—Oh, eso es brillante, querida Willo, si tu no me venías a
informar no podría haberlo sabido —río Hades.
—Pero no Félix. ¿Por qué tengo criaturas tan inútiles? ¿Tú sabes,
Ata? —preguntó a su criatura.
—Félix está en un pozo del que nadie lo va a poder sacar, para poder
hundirlo necesito a la chica, me pertenece. Y no va a salvarla, no puede.
Tanto Félix como Garrett dormirían dentro del coche, y para peor
no era muy confortable que digamos.
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—¿En verdad crees que pueda salvarla? Es decir, enfrentarse a la
ira de un dios. Por momentos siento una desesperación que me es
imposible de contener.
Félix miraba hacia el techo, tenía ese nudo en la garganta que las
lágrimas de angustia le habían provocado.
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—Menos mal que teníamos más tiempo —protestó el chico
bajando del coche a toda velocidad.
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—Quita eso de ella, vas a matarla —gritó Garrett, quien tenía en
el asiento trasero a Simone, convulsionando y gritando.
—Pero no llores por eso. Estoy aquí, vamos, por favor —replicó
Félix en tono de súplica.
—¿Y qué con eso? No sé qué hago aquí. Me siento tan estúpida.
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—Ya, no llores más. Eres muy bonita para estar llorando —sonrió
Félix aunque por dentro se sentía una basura.
—Claro que tiene sentido. Mmm, ¿por qué no damos un paseo por
aquí? —sonrió Félix abrazando a Simone.
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A Félix le pareció asqueroso todo lo que hacían allí adentro, pensó
en preguntar a Simone si quería algo diferente, pero ella tenía esa
expresión concentrada con su dedo sobre su mentón y claramente a ella
no le importaba que la higiene del lugar diera asco.
—Mmm, no, yo paso sin ver —sonrió Félix con una mueca,
claramente no iba a probar nada de allí.
Félix vio que un chico que pasaba con su novia tenía un largo
vaso de bebida que parecía agua sucia, supuso que era té. Era mejor no
dar rienda suelta a la imaginación.
“No quiero darme falsas esperanzas, creo que en una cita con mi
preciosa Simone. Ambos estamos a 4 puestos del asqueroso restaurante
de comida china”
—¿Haces qué?
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—Los adivinadores, mi madre dicen que no son más que un
puñado de chantajistas. Pero es parte de la experiencia.
—Okey.
Félix no sabía que eran, o que era lo que hacían; pero es Simone
de quien hablamos, ella podría pedirle que saltara de un precipicio y él
lo haría sin más.
—Irradias luz, Simone, eres luz para otros que no pueden ver
nada más que oscuridad...
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—Alguien, hay alguien a quien le perteneces, él te protege y ha
estado siempre a tu lado, pero tú no lo sabes. Tú lo quieres pero no
sabes que ese amor será tu peor cruz. Escapa de él, mi niña, no te
conviene.
Aun así, Simone sonreía, era claro que ella tomaba esto como lo
que era, una feria, y no creía que todo fuera de color negro ni blanco. La
mujer sacó otra carta y miró a ambos, como si hubiera entendido todo.
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—Mi magia, eso tiene. ¿Sabes que los mortales creen en la
adivinación?
—Vale.
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Capítulo 6: Engaños
—Y bien, aquí estamos. Entra, no puede dormir en la camioneta
—sonrió Garrett.
—¿Tienes llaves?
—Pues sí, eso creo. ¿Cómo sabías que vivo aquí? —preguntó
Simone quitándose las manos del rostro.
—Yo…
Era horrible hacer pasar por loca a Simone. Luego de que ella se
acostara en el suelo frío, boca arriba, Félix dirigió una mueca de
disgusto hacia Garrett, señaló la casa, luego a Simone y finalmente a sí
mismo, como quien dice “Se dio cuenta”. Es decir, se suponía que no
sabía donde vivía.
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Todo esto hacía poner de mal humor a Simone, no estaba
acostumbrada a esto. Y decirle a Maci, “Hey, hola, mamá. Me desmayé
cerca de Valley Park. Ahora me doy con que perdí la llave de casa y veré
donde puedo pasar la noche así tú no tienes que venir en la mitad de la
noche”
—Vale, ten.
—¿Quién es Crono?
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—Bueno, ¿me puedes alcanzar o no? —replicó Simone, a estas
alturas estaba muy furiosa.
—Vale, te llevo.
Félix río como si la sola idea lo volviera loco, bueno, era así. Crono
le dirigió una mirada fulminante al chico y luego volvió a sonreírle a
Simone.
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—No es nada, bonita, yo mejor me largo. Te veo mañana en la
clase de O’Connor.
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—Pues entonces las cosas serán mucho más sencillas, es decir, o
las matas tú con ese plan entupido o nosotros. Sea como sea ella será
historia.
—No… Señor.
—No, no puedo.
—¿Simone?
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—Sí, somos compañeros con O’Connor —dijo Simone, quien se
sintió incomoda ante la tensión actual.
Ya sabía que ella no sentía nada por él, y que ellos iban a salir
esta noche, con eso se conformó.
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Capítulo 7: Inmortales en Tierra Firme
—¿Has notado que vivimos en esta camioneta? —sonrió Garrett
bajando del coche.
—¿Y? ¿Qué hay con eso? —preguntó Félix mientras miraba como
el coche de Crono salía del campus.
—Ya sube.
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—Ven, entra ya —lo sujetó del brazo y lo arrastró hasta adentro.
—Ten.
—Creo que los mortales mueren todos los días, es decir, ¿por qué
escondernos a tal punto que nadie pueda dar con nosotros? —dijo Lina.
La desertora bajó la cabeza con una sonrisa, pues esa idea daba
un cambio al juego en todo sentido.
Willo podía hacer eso, leer rastros, como le decía. La conexión del
guardián con los muertos era muy fuerte, por ende rastrearlo resultaba
de lo más sencillo.
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—Pues nosotros tenemos una cabaña muy cerca de aquí, a unos
cuantos kilómetros la verdad. Ella escribe como una especie de
pasatiempo, es más bien terapia que otra cosa —sonrió Simone
mientras armaba con entusiasmo unos sándwiches.
—¿Y tú…?
Félix aprovechó esos minutos para ver cómo iban las cosas con
Garrett. El teléfono de la gárgola no funcionaba. Él no respondía las
llamadas del guardián, cosa que empezaba a preocupar al chico.
—Vale, vamos.
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—Y yo igual —río Félix ya que ella parecía una niña de 5 años por
manera en que miraba todo a su alrededor.
—Sí, tengan.
—Lina, ve con Willo; Luka, irás con Patrio, yo voy solo —anunció
Miro.
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Luka, de cabello rojo como el fuego, ojos verdes grandes y
expresivos y cara de facciones finas, estuvo a punto de desaparecer
porque practicaba cosas monstruosas sobre los mortales, y hasta
llegaba a alimentarse de ellos. Patrio, en cambio, de estatura baja,
cabello moreno y ojos marrones, era pacífico pero cumplía con las
órdenes al pie de la letra. No soportaba estar en tierra ya que no se
sentía cómodo con su cuerpo mortal; a diferencia de sus compañeros,
no le parecía algo malo su aspecto deforme en el Mortorium.
—Tenemos que lograr atacarla, eso es todo. Por eso las armas.
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A pocos metros de Simone una daga fue lanzada y le rozó el
brazo; cansada y asustada empezó a detenerse un poco. Finalmente se
quedó quieta al ver a los otros, estaban vestidos iguales y la miraban
con la misma mirada que las mujeres, por lo que estaban juntos,
dedujo Simone.
—Más vale que lo sea antes de que Félix llegue —gruñó alterado
Miro—. Lo vi. Muy cerca de aquí.
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Félix caminó procurando darles la espalda a los desertores, que
reían a viva voz de manera burlona y descuidada, aunque quedaba
claro que no se atreverían a hacer nada más contra un guardián.
—Lo sé, pero están armados, esperare hasta que estemos lejos de
aquí. Lo prometo.
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Capítulo 8: Revelaciones
Félix puso a Simone dentro de la Toyota, arrancó el motor y
desapareció de allí. Mientras iba por la carretera de regreso a la cuidad,
buscaba en el bolsillo de su chaqueta su teléfono para llamar a Garrett.
—¿Estás jugando?
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Simone se acurrucó en el pecho cálido de Félix. Él sonrió por un
momento como si disfrutara de ello, pero ella se movió un poco dejando
ver su sangre en el cuello, eso hizo a Félix caer del sueño de inmediato.
Se sentía culpable de todo esto, como si de alguna manera Simone
hubiera podido estar a salvo de no ser por él.
—Pues sí, no pensarás dejar esa herida así —dijo Garrett saliendo
por la puerta.
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—Eso parece, pero llegaste a tiempo, no tocó nada grave, sólo
arrimó el cuchillo contra su piel. Hablamos de armas mágicas…
—Hijo de perra.
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Félix estaba asombrado de esta actitud, ella estaba aterrorizada
de él, el que había bajado desde el inframundo para protegerla. Haría
cualquier cosa por ella, menos lastimarla, y allí la tenía paralizada de
miedo frente a él.
—No, claro que no. Tengo el cuello casi rebanado, esos chicos
iban tras de ti, quisieron matarme porque estaba contigo. ¿Vendes
drogas o algo? —exclamó Simone apuntando a Félix con las tijeras
obligándolo a retroceder cada vez más.
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Capítulo 9: Seguidores de Apolo
—¿Estás más tranquila? —sonrió Félix tocando su rostro.
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Ella frunció el ceño molesta y finalmente bajo del coche luego de
un minuto o dos.
—¿Por qué mentiría con algo tan poco creíble? Todo lo que digo es
cierto…
—Me asustas.
—Por esto, por lo de las tijeras, te juro que preferiría que la policía
viniera por mí culpándome de homicida a que estés aquí parado frente a
mí mostrándome la herida que no te hizo nada en lo absoluto.
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—No, ese es el punto. No puedo permitirlo.
—Estás loco…
—¿Gárgola?
Por momentos Simone sentía que todo esto era una de esas
bromas con cámaras ocultas y toda la cosa, claro que no era así ni de
cerca.
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—Creo que iré a descansar. Luego puedes llevarme a casa por la
mañana, mi mamá va a ir y, pues, quiero estar allí —dijo Simone
levantándose luego de cenar.
—Claro que sí, pero ¿qué puedo hacer? Nada, más que aceptarlo.
—No sé qué decir, ni qué hacer. ¿Qué te hace pensar que nos
apoyarán?
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—No lo haré. ¿Crees que nos ayuden? Sólo somos los que
estamos.
—Mi señor quiere contar con ustedes para poder tener a la mortal
a salvo.
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Garrett sonrió mientras se ponía de pie, había fracasado y sin
ayuda de los poderosos no había muchas formas de salvación para la
chica.
Ella levantó sus manos y lanzó al aire una burbuja de humo que
al tocar el suelo se transformó en Simone, ella simplemente reía o
sonreía.
—¿Qué?
—Es mi sueño, sueño con ella siempre —musitó Dion con una
sonrisa hacia la chica—. Si Hades la quiere, que venga por ella.
—Desde luego que sí, Simone —sonrió Dion mirando el recuerdo con
una paz y armonía única.
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Capítulo 10: Intentos Fortuitos
—Hola, buenos días —sonrió Félix mientras Simone se levantaba
del sofá cama.
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—Si te quedas aquí los desertores van a acabarte. ¿Qué es lo que
quieres, eso? —preguntó Félix cansado.
Simone actuaba como una niñita malcriada pero sólo lo hacía por
el miedo que sentía, una parte de ella le decía que todo aquello era
verdad, inclusive su corazón sentía que Félix era algo más para ella que
un simple lunático con historias carentes de lógica. Había algo más allí,
solo que su mente cerrada a lo inexplicable no le dejaba comprender.
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—Y después debe ser que se da cuenta que está con un perdedor,
por lo que mejor se va, ¿no?
—Creí que tenías mejor gusto, Simone. Ese perdedor, ¿en serio?
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con rapidez a Willo y a Luka, ambos con las dagas en sus manos,
vistiendo la misma ropa de anoche.
Crono estaba desmayado aun dentro del coche. Willo corrió hasta
Simone, la alcanzó y la derribó con facilidad.
—Oh, ¿cómo deja Félix que su hermosa Simone ande por allí
sola? ¿Sabes cómo nos facilitas las cosas? Hades estará deseoso de
verte, no hay que hacer esperar al señor de las tinieblas.
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—Félix —sollozaba ella en su pecho.
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Capítulo 11: Mentiras Piadosas
Los desertores desaparecieron rápidamente. Simone despertó
gritando despavorida, tenía en la cabeza ese tajo profundo que Garrett
había cerrado para que no fuera peligroso para ella, intentando que no
resultara poco creíble debido a como había quedado el BMW.
—Estarás bien.
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Los dos subieron dentro de la ambulancia, ella tenía su cabeza
apoyada sobre el hombro de Félix y Garrett estaba sentado frente a
ellos.
Félix miraba con recelo esa actitud de su chica con Crono, pero
era absolutamente entendible, estaba así porque los desertores habían
intentado ir tras ella. En cierta manera quizás era eso lo que necesitaba
para creerle a Félix, para tomar conciencia de que estaba en peligro
todo lo que conocía.
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—Sus padres ya lo saben, bueno, le dije lo que me dijiste, no lo de
conducir alcoholizado. ¿Por qué estaría ebrio a estas horas de la
madrugada?
—No puedo creer que diga estas cosas, me siento una mierda —
gruñó Simone limpiándose con furia las lágrimas.
—Oh, Simone, no nos han dejado ver a Michael. ¿Está bien? ¿Es
cierto que conducía ebrio?
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La madre de Crono era una mujer sumamente refinada, se vestía
y actuaba como las clásicas estiradas. Claramente estaba horrorizada
por lo que oía de su hijo, y mucho más por la prensa que tendría este
terrible accidente.
—Pues, Crono está bien, pero creen que estaba ebrio y que por
eso volteamos —respondió la chica—. Si me disculpan, iré a verlo.
Luego les pediré a los enfermeros que les den unos minutos.
—Hola —saludó Crono con una sonrisa—. Por favor dime que
estás bien.
—Dos boletos por favor, hacia Canadá —musitó Félix con desgano
a la azafata.
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—Nunavut, Victoria.
—Claro que sí, es perfecto. Y uno para Londres, para hoy mismo
si puede ser…
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Simone intentaba hacer sonar todo genial con su mejor energía
posible, cuando lo cierto era que estaba devastada por todo lo que debía
enfrentar, y por lo que aún no conocía de su propia historia.
Simone miró a la gárgola, que hizo una sonrisa tímida puesto que
tenía poderes, poseer la mente de los humanos era uno de ellos. Maci
jamás dejaría a su hija sola, mucho menos viendo lo devastada que
claramente estaba.
—No podría dormir aun si así lo quisiera. Crono salió del hospital,
y todavía no me creo todo esto… Pero es mejor ni siquiera hablarlo.
¿Qué saben de estos tipos que nos hospedaran?
—Son guardianes, como Félix, sólo que del dios Apolo. Viven en
tierra porque no pueden hacerlo en el Olimpo —explicó Garrett
mientras descongelaba una pizza y la metía en el horno—. En realidad
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son buena gente, es decir, tienen dones relacionados con las profecías,
las artes, la naturaleza… Son enemigos de los de Hades, por razones
obvias.
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Capítulo 12: Equidades
—Hola, hermosa, me temo que debes despertar o llegaremos tarde
—sonrió Félix, quien se había acostado al lado de Simone.
—¿Crees que sea una buena idea? —preguntó Félix, ya que lo que
menos quería era más altercados con el chico.
—Vale, bajaré…
—Me despido, no digas nada a nadie de esto por favor —le suplicó
Simone con las lágrimas en sus ojos, pues más allá de que siempre le
incomodó que Crono tuviera intenciones con ella siempre había sido su
mejor amigo y había estado para ella siempre que lo necesitó.
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—Claro, lo haremos a diario —sonrió ella besándolo en su mejilla.
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—Te amo, no pido que lo hagas igual, porque no me conoces casi
—dijo Félix con una mueca de disgusto.
—Dion.
—Pues de hecho tuvimos que venir con magia hasta aquí… Los
desertores nos atacaron de nuevo —musitó Félix.
—La verdad dudo que haya gente que quiera ayudarme —musitó
Simone con una sonrisa.
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Luka y Lina salieron del aeropuerto dejando todo como había
quedado, un desastre y un caos por doquier.
—Creí que iba a evitar eso —río Willo. Había estado en contra del
plan desde el primer momento, pero Miro insistió en que sólo tendrían
esa oportunidad para hacerlo.
—No te desquites con nosotros. Félix, ese maldito, pidió asilo ante
Apolo. Sus guardianes la protegen, no me preguntes por qué ni qué
habrán acordado, están dispuestos a ir a por todo por la mortal —
masculló Miro.
—¿Con que sí? —Hades sonrió mientras se frotaba las manos con
nerviosismo e ira.
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—Bueno, danos una ventaja, no podemos traerla con toda la
protección que tiene ahora —gruñó Willo.
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Capítulo 13: Clan Romaníes
El castillo era muy diferente de lo que Simone estaba
acostumbrada, se trataba de un lugar lúgubre y horrible, sin un rayo de
luz. Todo era muy sucio y los pasillos eran helados.
—Algo, eso creo… Aquí esta helado —musitó ella, por lo que Félix
le dio su chaqueta de inmediato—. Gracias.
Simone miraba a Circe caminar por la nieve, lo hacía con los ojos
cerrados con su enorme tapado sobre su vestido de flores primaverales.
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supiera, sino porque sentía que estaba allí… Es así contigo, no sé por
qué pero siento que si no estoy contigo no puedo, es como si te
necesitara de una manera que no entiendo, pero sí siento.
—Te amo.
—Gracias.
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—Morirá, Hades habló con mi señor, la mortal tiene todas las de
perder… Nuestra única alternativa es el Clan Romaníes, tú los conoces
—sonrió Circe.
—¿Qué crees que hago? Estoy aquí en tierra, ¿no? Estoy uniendo
fuerzas con los de Apolo, traicioné a mi amo, creo que está claro que
amo a Simone.
—No, claro que no. Tarkan quiere convertirla, así tendremos más
posibilidades de vencer —sonrió Dion—. Será más sexi de lo que ya es…
Nirvana y Dyna viajarán con ustedes, nosotros necesitamos más de los
nuestros.
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—¿Qué dices, Félix? Se hace fuerte y puede estar viva por
siempre, o esto es una pérdida de tiempo porque entrará en el
inframundo de Hades tarde o temprano, es sólo cuestión de… tiempo —
susurró Dion al oído del guardián.
—Sólo es una idea, nadie dice que se vaya a hacer. No creo que
sea la única salida —dijo Félix abrazando a Simone, a quien cuya sola
idea de ser mordida por un chupasangre le hacía correr un escalofrío a
lo largo de su espina.
—No puedo creer lo que estoy oyendo. ¿Por qué es necesario todo
esto? —musitó Simone con la voz quebrada.
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de la guardiana, ya que se comenzaba a preocupar de la postura y el
lenguaje corporal de ella.
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lealtad, el trato se irá por el caño y Tarkan entregará la cabeza de
Simone en bandeja de plata.
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Capítulo 14: Vampiros Nobles
—¿Tienen todo? —preguntó Dyna mientras alzaba sus morrales
de estilo hippie.
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—Ah —gritó Simone asustada.
A los gitanos, al ser vampiros, les era muy útil ser nómadas, pero
tenían su propia casa, escondida en el corazón de la selva, donde
podían abastecerse de todo tipo de victimas para su subsistencia.
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—No sabía que te gustaba el agua —admitió Félix metiéndose en
el lago también.
—Ya veremos —dijo Simone mientras salía del lago con ayuda del
guardián.
—Oh, por favor, Félix, mis padres no van a hacerle nada —dijo
Kaima, una de sus hijas, bajando por las escaleras.
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Prontamente se aparecieron las demás hijas. Kavi, de piel
morena, no tanto como Penélope, tenía el rostro parecido al de Tarkan,
ojos avellanas y el cabello rojo azufre, también lacio hasta la cintura.
Era alta y de contextura delgada pero con mucha musculatura. A
simple vista parecía simpática y era agradable al trato.
Saray tenía piel oscura y grandes ojos negros, si bien no era alta
tenía muchas curvas, parecía un reloj de arena bien trabajado, era
preciosa sin lugar a dudas. Su cabello era negro azabache igual que el
de Kaima, sólo que con hermosos y definidos bucles. Era charlatana y
la más parecida a su madre.
—La guerra que causará esta muchacha, jamás había visto algo
así —admitió Tarkan—. Esta noche llegan para reclutarnos, por
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supuesto que estamos para Hades. No puedo darme el lujo de tenerle de
enemigo, espero sepas entender.
—Lo entiendo, créeme que sí. Sólo te pedimos este favor, Tarkan
—musitó Félix.
Tarkan abrazó a Félix, pues entre ellos existía una fuerte amistad
desde hacía tiempo ya. Al guardián no le gustaba tenerle de enemigo,
los vampiros eran letales para luchar, rápidos como nadie, fuertes y de
reflejos inhumanos, sagaces y decididos.
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—Muévete, no hay tiempo —gruñó Nirvana.
—Aun así, no imagino poder resistir algo así —dijo Kavi trenzando
su cabellera a un costado.
Tocó con sus manos el suelo, se intentó poner de pie pero cayó
nuevamente. Se arrastró hasta un aparador para allí finalmente
ponerse de pie. Se asomó hasta el espejo, era ella sin lugar a dudas,
pero su semblante había cambiado, sus ojos eran negros y su cabello de
un color más claro, como la miel. Su cuerpo era sumamente delgado, y
su piel, blanca traslúcida. Caminó hasta el pórtico y bajó las escaleras.
Vio sobre la mesa el cuerpo de un niño enfermo, claramente iba a
morir, pues había sido herido por un yacaré en el lago donde la tribu de
Penélope se abastecía.
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Ella había sido una frágil mortal, pero ahora estaba más fuerte
que nunca, lista para luchar contra quien se le pusiera enfrente en
igualdad de condiciones.
—No les digan que vinimos a verlos. ¿Eso está claro, no? —río
Nirvana alzando sus bolsos.
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Capítulo 15: Somos Fuertes
—Ahora mi don es totalmente inútil, sólo puedo proteger mortales
—dijo Félix un tanto decepcionado.
—Creí que vendrían por la noche, estuvo muy cerca —dijo Simone
con los ojos abiertos.
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—Estoy de acuerdo, mucho más considerando los poderes que
tienen, son de cuidado —gruñó Félix mirando con desdén a sus
compañeros.
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—¿Hablas de usar cuerpos o… personas? —preguntó Simone con
el ceño fruncido.
Félix la abrazó con fuerza. Simone sintió como si todo ese coraje,
esa fuerza, se hubiera evaporado. Se sentía frágil y vulnerable, aun
cuando físicamente era casi indestructible.
—Tengo a Garrett tras los tuyos, están todos bien, pero soy yo
quien los mantiene a salvo —musitó Félix levantando el mentón de
Simone.
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Simone levantó la cabeza molesta por cómo había sonado eso,
casi sintió celos si no fuera porque Félix río ante la expresión de su
vampira, por lo que le dio un beso tierno en los labios.
—Los Rituanos son criaturas que viven sin alma, con un animal
de la tierra a su lado. Ariadna posee tres, esos tres le obedecen en todo
y están conectados a su guardiana. Son mujeres: Cherry con un águila,
Mina tiene un guepardo, y Tania, un gato montés.
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—Una guerra se desencadenará, la mortal está con Félix, él y los
guardianes de Apolo los ayudan. Nuestro señor la quiere donde
pertenece, en tiempo. Se requiere su participación —sonrió Ariadna.
—Hablé de eso con Félix, acusara a los del norte, los traidores del
norte.
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—Lo sé.
—Claro que sí, pero sólo porque me lo pides con esos labios
irresistibles —sonrió Félix besándola—. Yo te puedo asegurar, Simone
Walker, que de esto saldremos bien librados, y que esto será un vivir
por siempre… juntos.
Ella no dijo nada, sólo lo besó hasta que apareció Circe con una
gran sonrisa, al parecer su visita había dado buenos resultados.
—Veo que las cosas no son tan negras como se ven —musitó
Dyna con una sonrisa.
—Garrett está allá, dice que todo está bien. Podemos ir sin
exponernos, ni exponer a tus padres, será cuanto mucho 4 horas —
gruñó Félix, a quien cada vez agradaba menos el tal Dion.
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—Supongo, si tú dices que está bien… te creo —sonrió ella y tomó
su mano para aparecerse en Londres.
Desde lejos no se podía ver que era una vampira, por lo que los
desertores corrieron tras de ellos.
—Ten listo eso, tienes sólo una oportunidad —gruñó Willo a Miro,
quien se encontraba parado sobre uno de los contenedores con una
daga en su boca, preparado para saltar sobre Simone.
—No puedo creerlo —dijo Miro, quien era ahorcado por las manos
de la ahora vampira Simone Walker.
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—Estúpida, no puedo morir, y por si no lo sabes los vampiros
sirven a mi amo —gruñó Miro. Queriendo hacer sentir a Simone lo peor
posible, optó por intentar seducirla.
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Capítulo 16: Ángeles, Brujos y Ex Novias
Al notar que su pequeña pelea con Miro llamaba la atención en
demasía, Simone decidió alejarse ya que no era conveniente tanta
exposición.
—Eso no fue los que los monstruos esos dijeron, me muero si algo
le pasara a Carry o a Crono —lloró poniendo su rostro contra sus
rodillas.
114
—Ten, esto era lo que quería que probaras —sonrió Simone. Trató
de sonar romántica pero, por el contrario, su voz sonaba tan fría y
distante que Félix lo notó desde la primera palabra que salió de sus
labios.
—Muy bien, todo sea por ir camino al éxito —dijo Circe mirando
con picardía a Cosmo.
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—Déjenme en paz —río mientras guardaba algunas cosas en un
bolso negro con muchos tirantes azules.
116
demás torturados y sacados de allí inmediatamente. Eran seres
pacíficos mientras se sintieran a salvo.
Eloísa no creía que esto tuviera un buen final, menos cuando los
guardianes hablaban sobre el ejército enemigo.
—Simone, ¿en verdad crees que puedes ganar algo con esto? Se
perderán vidas y ¿para qué?
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—Algunos aún pueden elegir, yo no pelearé en esto, si mis
compañeras quieren hacerlo pueden seguirlos —sonrió antes de salir
hasta los bosques bajos.
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estaba enamorado de ella, o al menos creía que era hermosa, porque no
paraba de decírselo y poner los pelos de punta a Félix.
—Pues claro que sí, Cosmo se encargó de eso, debe de hacer muy
feliz a Webber en algo, porque ahora nos apoyan los ángeles —río Dion
mientras desaparecía por las escaleras, ya que a Cosmo no le gustaba
que ventilara su privacidad frente a todos los presentes.
—Oh, vamos, Greta haría lo que fuera por ti —río Dion, quien
parecía disfrutar de todo esto.
Simone se molestó un poco por eso, más que nada por las bromas
de Dion, y porque odiaba sentir que esos labios que ella besaba habían
119
estado en la boca de otra mujer, más cuando ella no tenía a nadie en su
pasado.
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Capítulo 17: Corazón Envenenado
Simone miraba como Félix empacaba algunas cosas, tales como
anotadores, una muda de ropa, y hasta una daga igual a las de los
Desertores.
—No entiendo por qué no puedo ir, quiero estar allí —protestó ella
abrazándolo mientras lo besaba.
—No me deja muy tranquila saber que estarás con ella —gruñó—.
Menos si, como dice Dion, ella es más bonita que yo.
—Soy tuyo, amor, siempre tuyo —sonrió Félix, feliz por saber que
ella podía sentir inseguridad por él. Ahora comenzaba a tratarse de algo
mutuo.
—Eso me deja tranquila, pero ¿en serio es tan bonita como dice
Dion? —preguntó Simone con una mueca nerviosa.
Félix echó a reír hasta que vio que Simone no lo hacía, por lo que
se puso serio, la besó y luego respondió.
—Sólo tengo ojos para ti, lo juro. Y no es tan hermosa como tú, no
tiene esa magia ni ese brillo en la mirada, ni esa sonrisa, ni tus
hermosas curvas, no. Te amo, hermosa.
121
—Vale —río Félix quitando a Simone de él con delicadeza—.
Volveremos antes de que te des cuenta, lo prometo.
—Te esperaré.
Félix pasó por el lado de Dion, que se quedaría con Simone, junto
con Garrett y Nirvana. Los demás viajarían directamente hacia el hogar
de los brujos.
—Sí, sí lo hice. Están todos bien. Pero uso magia para borrarlos
del camino de Seneca, eso sí. Lo lamento pero es lo único que podemos
hacer.
—Es todo lo que puedo hacer —se excusó Garrett con una
sonrisa.
—Está bien, ven conmigo, por favor —sonrió Simone ya que Dion
escuchaba todo.
122
Caminaron hasta una taberna cercana a donde los guardianes
vivían; Dion apareció con Simone en lugar de caminar ya que era muy
lejos para hacerlo.
Ella caminó con él hacia adentro, el olor a alcohol y las ratas que
caminaban por los mugrientos pisos le hicieron sentir un escalofrío a lo
largo de su espina.
—Qué horror.
123
—Pero si es mi Félix —sonrió Greta acomodando la melena rubia
del guardián, más bien despeinándola.
—Ven conmigo —sonrió con esa misma voz sensual que habría
enloquecido a Félix años atrás.
124
—Es una persona, la protegí, rompí las reglas, y ahora una guerra
está por ser desatada tan pronto como Hades y los suyos tengan a todos
sus apoyos. Por eso te quiero conmigo.
Félix tuvo que poner en marcha su plan, el plan que tuvo desde el
comienzo, la verdadera razón por la que Simone no había venido.
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—¿Me ayudarás? Yo la amo, te amé a ti mucho también, pero
ahora sin Simone la vida no tiene sentido para mí —susurró Félix,
endulzando sus dolorosas palabras hacia Greta con tiernos besos—. Te
necesito, por favor no me falles.
—Lo sé, hago magia, ¿no? —río Félix, abrazándola con fuerza
antes de salir de la habitación seguido por ella.
Después de todo, los brujos pelearían a su lado. Una vez que esto
quedó listo Félix decidió partir con las guardianas para volver con
Simone.
Seneca, con una amplia sonrisa, hizo aparecer con igual gracia
que la de un mago una botella que al romperse asustó a las guardianas,
porque de allí salieron voces del mismo río de azufre de los muertos.
—¿En serio?
—¿Por qué son ustedes los que eligen? No confío en ti, Seneca.
—No le hagas daño, me debía ese favor —rogó Félix con la voz
quebrada.
—No lo haré, porque Hades lo quiere así, pero todo traidor debe
encontrar su fin pronto; no será ahora porque necesitamos a los
gitanos.
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—Vale, lo lamento. Entonces tenemos todo lo que podemos
querer, se hizo hasta lo imposible y no podríamos estar más orgullosos
de nuestros apoyos.
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Capítulo 18: Sangre y Pasión
Hay cosas que pasan, cosas a las que estás destinado a vivir; en
su mayoría uno desea evitar sólo las desagradables, las demás no
importan mucho. Pero son estos momentos, momentos de locura, de
guerra, de desesperación, cuando uno piensa que no hay manera de
evitar una masacre, y lo único que debes hacer es unirte a aquellos que
están de tu lado, sin importar qué. No te sueltes de ellos y camina hacia
delante dispuesto a luchar, a veces porque tienes lo necesario para
hacer frente a lo que sea, y otras porque no quieres ser salvado, no al
precio de perder lo que más amas.
—Te amo, pero ¿no crees que sea muy pronto para ti? —preguntó
Félix mientras le desabotonaba los botones de sus pantalones.
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Él sonrió un momento y finalmente se rindió al deseo.
—¿Quién lo diría?
130
era Dion y éste había viajado para conocer la Altiplanicie con los
guerreros de Ares. Estarían allí día y noche entera para evaluar cómo
afectaba la luz para luchar. Simone dio gracias al cielo por eso.
—Lo sé. Simone no irá esta noche, no quiero que lo haga, podría
ser una trampa.
131
—Vale, pero si ella va a pelear necesita conocer el escenario, Félix.
Además Dion estará allí desde hace ya 16 horas, creo que si hubiera
algo raro lo sabríamos, más con su don.
—Sí, es que está allí aparcado y por lo menos te sirve para poder
cazar.
132
—¿Quieres dar una vuelta? —preguntó Garrett tendiéndole las
llaves.
—Claro que sí, además quiero comer algo. Veré qué ocurre, no
puedo acabar con cualquiera —musitó Simone con una mueca de
disgusto.
—Mm, sí.
—Sí, que me levantes la mano a mí, si eres tan macho —gritó ella
furiosa mientras volvía a empujarlo.
133
—Y estoy de acuerdo contigo, Simone, pero no así, no puedes
montar un show cada vez que quieres alimentarte —gruñó Garrett.
Era hermoso: el fuerte viento helado, nieve por todos lados, bajo
ellos sólo hielo, un lago congelado en forma de cascada y, en el cielo
134
azul, las luces de la aurora boreal. Era una lástima saber que de aquí a
tres días ese hermoso escenario iba a ser el lugar de una guerra
sanguinaria.
—Vale, te daré calor, en eso soy buena —río ella poniendo sus
manos alrededor de su cintura.
—Pues claro que sí, gracias por ayudarnos, ustedes hacen una
gran parte en nuestro plan —sonrió Circe mirando a la armada.
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—Bueno, te sorprendería lo que Ares es capaz de hacer por la
mujer que ama. Tú sólo pide, que mi señor y amo hará lo que sea que
tú quieras —dijo Icabo arrodillándose frente a Circe.
—Simone estará arriba del lago congelado junto con los ángeles y,
por supuesto, Evan; allí estarán los arqueros. Los lagos serán
descongelados, menos este, por supuesto.
—Sí, así es, dejando el paso libre a sus criaturas marinas como
las sirenas. De esas hay que tener cuidado, ¿vale? —musitó Nirvana y
acomodó su melena oscura, que con el viento helado no la dejaba ver.
—¿Qué hay con la luz? De noche por aquí será una verdadera
trampa mortal —siguió Icabo. Miró hacia el cielo, donde apenas había
alguna que otra luz, por la noche eso sería mucho peor.
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—Exacto —asintió Simone, aún cegada por todo lo que le
rodeaba.
Las Hadas, sobre las mismas luces, atacarían hacia abajo. Eran seres
muy pequeños para tener otra función, y también demasiado frágiles.
137
Capítulo 19: Demonios
Los soldados de Ares se mantuvieron alejados de la Altiplanicie,
de hecho Ares procuró que estuvieran lo más cómodos que fuera
posible, desde la comida, el fuego... Todo había sido preparado para que
estuvieran descansados y preparados para la batalla.
—¿Qué gano yo? Ustedes tendrán esos dones pero, al igual que
los brujos, yo no tengo nada que perder, ni a nadie a quien servir —dijo
Aramis. Mientras hablaba con los guardianes disfrutaba de torturar a
una mujer casi al borde de la muerte.
138
—Una mortal que ya no lo es.
139
—Participo siempre y cuando Webber no sea atacada por
ninguno, y pueda ser yo quien acabe con Cosmo, quiero su cabeza en
mi sala —sonrió de manera displicente.
Los demás habían viajado hacia los distintos puntos del mundo,
debían tener el mismo plan de guerra todos los que participarían, por
eso Dion se quedaría con Simone al igual que Garrett.
—Sabes, ganaremos.
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Simone quitó la mirada de la ventana, si Dion lo decía podía ser
porque en verdad sería así.
—¿Y bien? ¿Me dirás o no? —sonrió ella y retrocedió, ya que Dion
caminaba hacia ella con paso veloz.
—Simone, yo…
141
que Simone no iba a dejarle entrar, decidió hacerlo como sólo un
guardián podría: desmaterializándose.
—Porque Greta no iba a pelear, ni los suyos, Félix la usó, ¿sí? Voy
a decir la verdad —Dion limpió las lágrimás de su rostro—. Él no siente
nada por ella, y sí, Greta es sexy, pero él sólo tiene ojos para ti. Simone,
por favor, no llores. Además Félix me va a partir el trasero cuando sepa
que te dije esto.
Al cabo de hora y media, Garrett volvió junto con todos los demás.
Félix entró y lo primero que hizo fue tratar de dar con Simone; Dion no
dijo una sola palabra cuando el guardián le preguntó de ella.
142
Félix caminó hasta su habitación pero no estaba allí, siguió por el
pasillo y antes de entrar en su recamara se asomo una vez más. Simone
estaba acostada sobre su cama, con esa expresión de tristeza y
decepción todo en uno.
Félix hizo una mueca que opacó su sonrisa, pues era claro que
Dion era el único que pudo haberlo sabido.
—Hay límites.
—No, no para mí, Simone. Yo haría lo que sea con tal de poder
asegurarme de que estarás a salvo. Lamento no habértelo dicho, pero si
no lo hice fue por esto, sabía que te dolería…
—Mmm…
—Muy bien, sí, ella es hermosa —dijo Félix con total franqueza.
143
—Pues sí, de hecho esa es una de las razones por la cual ella
decidió ayudarme. Los brujos nacen con sus poderes, pero pueden
mejorarlos, puede ser por amor, por lecciones de vida, por
conocimientos que adquieren, lo que sea. Yo hice que Greta fuera una
mejor bruja —musitó Félix masticando las palabras para que sonaran
lo menos dolorosas posibles.
144
Los guardianes habían salido de la casa y se formaron en hilera
frente a ésta. Simone salió corriendo seguida por Félix, Dion intentó
detenerla, pero ella lo empujó para seguir corriendo.
El plan falla, pues Crono no era el chico que conocía Simone, ella
se dio cuenta de eso cuando empezó a avanzar muy cerca de él. Garrett
quedó atrás, siempre vigilado por Aramis; de repente “Crono” dibujó
una gran sonrisa en su rostro.
146
—Menos mal que funcionaría —masculló Seneca saliendo del
agua, su semblante refleja la furia que siente.
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Capítulo 20: Masoquistas
—Déjame con ella, estaremos bien —dijo Félix a Garrett.
148
Félix apoyó su barbilla sobre el hombro de Simone, se quedaron
mirando hacia la ventana en silencio hasta que la puerta del hotel sonó
y Félix dejó a Simone para abrir.
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—Llamaré a Dyna. ¿Fue Aramis? Creí que no te había dado —
sollozó mientras tocaba la herida a pesar de que Félix quitaba sus
manos de ella a toda costa—. Déjame ver.
150
—¿Sabes? Para los mortales, que aparezcan guardianes de la
nada no es muy normal.
151
La mujer aprovechó esto, agarró a Simone de los hombros y luego
la atrapó por la cintura. Tenía fuerza, definitivamente no era una
mortal, mucho menos su madre. Sus garras le hacían cortes en la piel.
Ella luchó con todas sus fuerzas para sacársela de encima. Dion
apareció en una de las esquinas y alcanzó a verla. Echó a correr por
ella, pero la mujer que tenía atrapada a Simone hizo aparecer una
puerta en el muro del hotel. Una vez que entraron se cerró y se
transformó de nuevo en concreto.
—Suéltame.
—¿Cómo me encontraste?
152
—Les presento a la criatura de Seneca. Por lo que tengo
entendido, están al tanto de que nuestros señores, servidores de Hades,
fueron recompensados por mi dios con criaturas. Félix tiene a la
asquerosa gárgola, Ariadna a los Rituanos y Agnes a esa criatura
marina. Seneca tiene a Howard… Ven, muchacho, no seas tímido.
—Por dios, déjame ver eso —exclamó Simone sudada por toda la
adrenalina vivida.
—No hay tiempo para eso, hay que seguir —espetó Dion mientras
se agachaba para ver el pie de Simone—. Tu pie mejorará, no tiene nada
por suerte.
153
—Dion, tu piel está sangrando, no deja de hacerlo —musitó
Simone apoyando su mano sobre su espalda.
—Estoy encantado…
—No lo sabía —musitó ella tímida—. ¿Quieres que lo haga por ti?
155
Simone se sintió culpable por romper las esperanzas de Dion sin
más, pero siempre se le había dado decir la verdad, por más que esta
doliera. Además había pensado que el guardián estaba jugando con ella,
jamás creyó que él pudiera sentir así de verdad. Resultaba increíble
pensar que detrás de ese chiquillo revoltoso había una persona
demasiado frágil.
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Capítulo 21: Inseguridades
—¿Te sientes mejor? —preguntó Simone besando a Félix en los
labios.
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—Nosotros somos criaturas creadas por Hades, Félix no. Él era
un mortal, un alma especial, por eso Hades decidió hacerlo un
guardián. El punto es —clamó Seneca taciturno— que nosotros
funcionamos mejor en equipo, sin Félix no seríamos lo mismo, por eso
tenía que intentarlo una vez más.
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—Quiero darte la oportunidad de evitar que te despedacemos,
porque si Simone muere, que lo hará, tú quedarás devastado. Es como
un suicidio, no estamos hechos para enfrentarnos, Félix.
Simone apareció por las escaleras con los ojos rojos, las lágrimas
se asomaban hasta resbalar por sus pómulos.
160
—Sí, lo eres. Pero está bien, quizás tengas razón, y no me importa
realmente. Soy un vampiro, podría huir, me las arreglaría.
—No temo por mí, temo por ti, por no tenerte a mi lado, eso me
destrozaría. Lo sabes, ¿no? —Félix la abrazó. Simone intentó que él se
apartara, pero no lo logró y se quedó aprisionada en su pecho.
—No temo por mí, temo a que ellos nos logren separar —exclamó
limpiándose las lágrimas con sus manos.
161
—Claro —dijo Dion corriendo hacia fuera.
Tanto Félix como Simone corrieron adentro. Una vez que Circe se
recompuso, desaparecieron para encontrarse con la casona de los
brujos.
—Lo estoy, intenté avisar pero ya era muy tarde, nos habían
acorralado —gimió Greta mientras se quitaba el carbón de su bello
rostro.
—Por favor, te amo, iré con los otros. Por el amor de dios, no te
muevas, lo menos que necesitamos es que te hagan algo.
162
De repente Greta se desmayó, Simone se asustó al oír a la bruja
gritar con desesperación.
—Increíble que quieras atraparme con ese truco, das asco —bufó
ella.
163
Seneca se acercó ahora a una Simone que estallaba en celos e
inseguridades. Ella trató de contener la rabia que sentía y de no
mostrarse herida. A un lado, los guardianes y las brujas estaban
peleando contra los seguidores de Hades.
—Cállate.
164
—Ni que lo digas, hermano, no tengo opción. Sólo te diré que
ellos tienen miedo, por eso decidieron atacarlos, por eso intentaron esto.
No sé muy bien a qué, pero tienen mucho miedo —sonrió Tarkan al oído
de Félix.
165
—¡Dyna! —llamó Félix—. Estarás bien, cuánto lo siento.
166
Capítulo 22: Rojo Sangre
—¿Estará bien? —preguntó Dion corriendo hasta Félix. Tenía un
gran corte por su mejilla.
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—Tú puedes quedarte con Félix, ayudarlo si así lo quieres, yo me
canse de estar en segundo plano. Greta, te amo, en verdad que sí, pero
tú sigues enamorada de alguien más.
—Iré con ella, por favor ve que Simone esté bien. Y Dion, sé que te
fascina crearme líos con ella, pero no le digas esto, por favor.
—Lo lamento, pero nuestro fue hace tanto tiempo, hablo de 500
años —musitó Félix con una pequeña sonrisa.
—¿Hay algo que pueda hacer para que eso cambie? Ah, cuánto lo
siento Greta.
168
—Cierra la boca, porque cuando yo estuve contigo y el malnacido
de Hades te pidió que me dejaras no hiciste como con Simone; decidiste
dejarme, sin importarte nada.
—Lárgate, te odio.
—El clan del este, nos atacan, son más y más fuertes… Escucha,
Porthos se encargará de eso, que él me deje no significa nada, le tiene
mucho aprecio a mi padre. Pero no pelearan a tu lado, yo sí lo haré.
—Gracias, te quiero.
169
—Aunque ahora las cosas sean diferentes, tienes que saber que te
amé, muchísimo.
—Oh, vamos…
170
El tapizado de flores estaba por doquier, y había un extraño
grabado en la pared.
—Hola —sonrió.
—¿Cómo te sientes?
171
—Porthos, con muchos, la mayoría de los hombres del clan,
sabían del ataque, por eso las dejaron solas. Lo que es peor, abandonó
a Greta.
—A todos nos importa que los que amamos se hagan un lado, eso
debe ser insoportable. Cuando uno ama a una persona no quiere ser
entendido, quiere ser correspondido.
—Vale, te amo.
172
—Si pudiéramos diferenciarnos, todo lo que no se viera sería fácil
de aniquilar.
Félix hizo una mueca de disgusto, pues tenía razón, era un plan
estúpido.
—¿Qué tal una palabra clave? Bah, no sé… Dios, ¿quién diría que
esto sería tan difícil?
—Por más que tienes razón, porque ese pedido tuyo y ese beso
fueron lo que rebasó toda la situación…
173
Capítulo 23: Punto de contacto
Los chicos volvieron a la casona de nuevo, decepcionados con la
experiencia de pasar algunas horas de noche allá. Luego de mucha
meditación, se dieron cuenta que era inútil pensar en nada más a estas
alturas, faltaban apenas horas para enfrentarse a la guerra.
—Es Greta. Vino aquí hace hora y media, tiene un buen moratón
en el ojo, al parecer Porthos la ha golpeado —musitó ella con tristeza.
174
—¿Por qué? Demonios, no tenías que hacer eso —dijo Félix
furioso.
—Lo lamento. ¿Sabes qué? Iré a verlo, que se las agarre conmigo,
no contigo —gritó furioso.
—Créeme, lo es.
175
—Su rostro, por el amor al cielo, ¿cómo un hombre puede
ponerse a la altura de algo semejante? —gimió Félix al tirarse en su
cama.
—Mmm, de hecho…
176
—De hecho, volví anoche de Londres. No dije nada porque…
estaba agotada, en verdad —musitó nerviosa.
—¿Irás dónde?
Félix tenía los ojos rojos, al parecer la charla con Greta había sido
intensa, además ella no estaba tan bien como aseguraba.
—No.
—¿Disculpa?
—Es peligroso.
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—No será la última —gruñó Félix.
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—Increíble —musitó Dion, quien con el fuego sobre su pálido
rostro se veía aun más guapo de lo normal—. Pero ¿dónde fue?
Otro indicio de lo diferente que era ella ahora era cómo veía a los
mortales. Antes sentía el perfume de Crono, ese delicioso aroma a pino
y madera; ahora, en cambio, su sangre era lo único que podía percibir.
Tenía deseos de matarlo, quería asesinarlo; ese pensamiento la asustó
por lo que simplemente se alejó de él.
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—Allí estas —rugió Félix agarrándola del brazo—. ¿Cómo me
haces algo así? ¿Tienes idea de lo que padecí?
—Ella está aquí con nosotros, así que bájale un poco —dijo
Crono.
—Vaya, creo que hay una pelea por aquí —río Dion, sosteniendo
de la cintura a una Simone que intentaba con todas sus fuerzas librarse
para evitar que Félix golpeara Crono.
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—Ya basta, por dios. Detente, es un simple humano —gruñó
Simone furiosa.
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—Te amo, gracias por estar allí, aun cuando no dejo de ponerme
en peligro, ni a los demás —musitó ella escondiendo su rostro en el
pecho del guardián.
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Capítulo 24: Medallones de Guerra
—Mejor nos vamos, no quiero estar cerca de aquí, de ningún
mortal —sollozó Simone mientras comenzaba a caminar alejándose de
la fuerte música.
Simone se volteó nerviosa pero rió al ver que nadie había visto
como el guardián iba desapareciendo con una especie de aro a su
alrededor.
—Lo sé. Lamento mucho lo del coche, pero realmente pensé que
era ahora o nunca. No quiero que pienses que fue una especie de acto
de rebeldía, no soy así…
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—Ya, vale. Prometo no hacer nada estúpido. Aunque las promesas
se rompen con facilidad.
Una vez que ambos entraron, la puerta fue cerrada con especial
cuidado, como si se tratara de algo muy frágil.
184
El de Simone era un ángel con una espada sobre sus pequeñas
manos, estaba hecho de estaño y metal, era hermoso en verdad.
—Eres todo lo que tengo, por el amor al cielo, úsala sin dudar —
dijo el guardián con voz firme—. Promételo.
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—¿Qué hay de ti? ¿Te perdería? —preguntó ella poniendo sus
manos alrededor de su cuello.
—¿Cómo es eso?
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lo hago, es feliz cuando lo estoy, y siente lo mismo que yo, por casi todo.
Somos un equipo.
—Me han dicho que sólo son de cuidado los hermosos ángeles de
Irlanda —sonrió Evanecer, el poderoso hombre lobo.
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—Eso es una pésima idea, terrible en realidad. Si es una guerra
no podemos tener privilegiados, propongo que asesinemos a sangre fría
—bramó Erdoasain, el otro hombre lobo, hermano de Evanecer.
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Los lobos subieron las escaleras donde Agnes organizaba a los
que iban llegando. Antes de desaparecer Evan hizo un ademán como
que había recibido un flechazo de los ángeles, seguido de eso pasó su
dedo por su cuello en un claro intento de provocación hacia Aramis. “Yo
no sigo las reglas de Seneca, si se me cruza Webber, la mato”
Félix hablaba con los guardianes, en eso él dijo una frase que hizo
que Simone lo amara todavía más, si es que eso era posible.
—Lo sé. Dion, confío en ti, por favor cuídala, por mí —pidió Félix
con voz seria.
—La amo tanto como tú, puedes estar tranquilo que moriría por
ella.
—Las veces que te espío hablas mal de mí, hoy eso cambia —dijo
ella recibiendo los suaves labios de Félix.
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Capítulo 25: Batallados
—Mejor duerme de una vez, quedan pocas horas para que
debamos salir —sonrío Félix desde la puerta de la habitación de
Simone.
Aún traía los tacones rojos del club, y tenía su mano derecha en
su cabeza mientras la otra no soltaba su medallón.
Félix no dijo nada, sólo sonrío y abrazo a Simone con fuerza hasta
que ella por fin entrecerró sus ojos.
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—Bueno, por fin se acabó —clamó Circe levantándose de la
alfombra y por supuesto dando por finalizado su trance.
—Lo sé, estaremos bien, debemos creer que es así —musitó Félix,
pero otra vez no lograba trasmitir seguridad. Quizás eso se debiera a su
voz quebrada al hablar, en lugar de ser una voz segura y animada,
claramente la preocupación y el temor tomaban su lugar.
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Las horas pasaron y Félix no se movió del lugar, miraba como los
primeros rayos de luz se llevaban toda la oscuridad lejos de allí.
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muera yo a que tú lo hagas, tienes que saber eso. Los chicos te
protegerán a muerte. Simone, estarás bien.
—No quiero estar bien, quiero estar contigo. No digas eso, por
favor no —suplicó Simone besando con pasión al guardián.
—Lo sé, esperamos que así sea —suspiró Félix bajando la cabeza
para que el guardián no pudiera ver que había estado llorando.
—Está bien tener miedo, pero está en muy buenas manos. Félix,
te la traeré sana y salva, puedes contar conmigo —sonrió Dion
abrazando a Félix.
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—Claro, hermosa. Verás que pronto estaremos en Rhode Island
rompiéndole la cara al niño bonito ese que está muerto contigo —sonrió
Dion y besó el cuello de Simone.
Una vez que Circe salió, tanto Dion como Simone bajaron
presurosos para despedirse de todos. Simone no encontró a Félix hasta
que por fin todos iban desapareciendo y en eso lo vio en la puerta.
—Te amo.
—Por dios, ten mucho cuidado, por favor tenlo. Te amo también.
—No, claro que no somos los únicos. Suban a la colina del norte,
esto se desarmará con facilidad. ¡Ahora! —clamó Circe desapareciendo
hasta aparecer 15 metros más arriba en la colina de hielo congelado.
—Tiene razón, han hecho del hielo una especie de represa, tal
como Dion lo predijo. Ni bien pisemos demasiado esto se rompe,
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obviamente saben que Simone es un vampiro, y eso nos da la pauta, las
sirenas y las bestias marinas están por aquí ahora —musitó Félix una
vez que apareció junto a los demás en la colina para ponerse a salvo.
—Claro que sí. ¿Sabes que los demonios pelean? Aramis lo hará…
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En la Altiplanicie, los demás guardianes se preparaban para el
gran ataque, ataque que podía darse en cualquier segundo. Estaban
seguros de que los enemigos habían visitado la zona mucho antes que
ellos.
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—No te separes de Dion, no lo hagas. Ninguno se separe de su
compañero, peleen juntos. ¿Vale? —musitó Félix nervioso y ansioso.
Claro que estaba nerviosa, tenía mucho miedo, porque sabía que
no todos los que habían entrado para apostar a su amor iban a salir
ilesos de esto. Las posibilidades de que eso pasara eran muy escasas.
Dion no era quien acompaña a Simone por nada, al pasar días allí
en la altiplanicie conocía a la perfección el terreno, y con su don podía
adivinar los movimientos que ya había visto de sus enemigos.
Circe miró a Félix con temor, pues se alzaban hacia el cielo, y las
luces del cielo azulado ahora se ocultaban entre la oscuridad, el humo y
el vapor que empezaba a generar Seneca, prendido en llamas, al tocar el
suelo. No se puede ver nada, apenas logran distinguir a quien tienen a
su lado.
—No sé tú, Circe, pero no pienso ser pacifico ahora —gritó Evan
dando la orden de disparar a los ángeles.
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Peces mutantes, con varios ojos y cuerpos fornidos y musculados,
y las sirenas, de un rostro hermoso y bellas colas escamadas,
empezaron a golpear el hielo en un acto desesperado por salir de allí y
atacar a los que intentaban ponerse a salvo de la furia de arriba de la
colina y alrededores.
—¿Para qué?
Del otro lado, los ángeles eran heridos por las aves, sólo uno que
otro, porque eran rápidos e inteligentes, algo que estas criaturas
simplemente no eran.
—Haz algo, las están atacando, ese no era el trato —gritó Aramis
mientras seguía luchando contra los guerreros de Ares.
Seneca avanzó con una daga, una del Mortorium. Eran parecidas
a las que llevaban los desertores pero servían para matar, asesinar,
aniquilar, lo que no podía ser aniquilado ni asesinado; servían para dar
muerte a los inmortales.
—Echa a volar, ahora —le ordenó Félix. Webber estaba feliz por
haber salvado a uno de los suyos.
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celosamente, y le apuntó justo cuando Webber le estaba sonriendo a
Félix, que insistía en que se pusiera a salvo más allá de la neblina.
—Oh, por dios, ¿dónde cuernos esta Dyna? —gritó Cosmo. Tenía
en brazos a Webber, cada vez más desvanecida y ensangrentada.
Félix se puso de pie y miró por encima intentando dar con Dyna,
pero era muy tarde. Webber estaba ya muy débil, la sangre caía por su
piel de manera incontrolable.
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Capítulo 26: Cuerda Floja
—Maldito —gritó Aramis tomando la espada de uno de los
demonios.
—Si no estás conmigo estás en contra, veo que maté al ángel y los
tuyos no saben del cambio de planes —río Seneca sacando la daga
ensangrentada.
Una sirena rompió el hielo con fuerza y clavó sus afiladas garras
en la piel de Simone, arrastrándola hasta el agua.
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Su visión era doble, su cabeza estaba dando vuelta y las voces se
perdían, intentaba concentrarse pero no podía.
—Por dios —susurró para sí mismo un Félix que poco veía entre
la neblina y las luces. Siguió combatiendo tanto como podía, estaban
ganando a pesar de sus expectativas no muy altas.
Las lágrimas caían por su rostro, pero fue atacada otra vez, y
debía seguir combatiendo por más que su corazón latiera con fuerza
ante la sola idea de perder a uno de sus compañeros.
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—Permiso, Félix propone llevarlo ante Apolo, quizás él pueda
hacer algo —sugirió Garrett agachando su cabeza de perro.
—Pienso igual, esto fue una mala idea desde el comienzo, más
cuando Simone le pertenecía a ese malnacido.
Félix corrió hasta que por fin llegó a los calabozos, con la
esperanza de encontrar a Simone. En efecto, allí estaba, encadenada de
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pies y manos pero sin un sólo rasguño, sus sollozos y llantos se
escuchaban desde la entrada.
—¡Simone!
—¡Félix!
Félix corrió hasta ella y destrozó las cadenas con suma facilidad,
Simone lloró desesperada en los brazos del guardián.
—Ni lo digas.
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Capítulo 27: Justicieros
—Es increíble lo que la estupidez puede hacerle a una mente sana
y sabia —musitó una voz vaga a lo lejos.
Hades movió un dedo y con eso basto para que Félix soltara a
Simone ya que quebró su columna a la mitad.
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—Ah, Félix —gritó Simone, horrorizada, mientras el dios reía y la
atraía hasta sí.
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Alianza estaba temblando y comenzó a sentir como la sangre
dejaba de fluir por sus venas, ya que el cuchillo la comenzaba a cortar
por la fuerza del guardián.
—Perdón, pero así sabrás qué se siente que lo que más ames se
escape de tus manos.
Félix dejó caer a Alianza al suelo, sin vida. Hades se dio la vuelta
sin poder creer lo que estaba viendo.
—No me das miedo, lo sabes, y por eso estás tan aterrado, porque
soy más fuerte que tú…
—¿Qué es esto?
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Una reportera comentaba para la televisión abierta mientras la
lluvia caía con fuerza.
“Fue aquí donde una vida se perdió para siempre. Simone Walker,
de 21 años, habría perdido el control del auto y chocado debido a la
lluvia...”
—Maldito perro, déjala ya. No puedes tomar vidas así como así,
no mientras no deban ingresar al Mortorium, no es su terreno.
—Eso creo…
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—Eso creo. Lo lamento, pero todo debe tener una razón de ser y,
si amarte de la forma en que lo hago no me trae más que… desgracias,
debo decirte adiós, con todo el pesar y la angustia que eso me
signifique. Pero debes saber que yo te amé, Félix, te amé con fuerza, y
siempre serás el único.
—Hecho, es un trato…
—Sí, sí lo está…
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—Que se haga tu voluntad…
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Capítulo 28: Por siempre
Simone despertó en su cama, tenía el rostro húmedo del sudor y
los ojos rojos del llanto. ¿Había llorado?, se preguntó. No recordaba
haber soñado algo terrible ni mucho menos, se sentía tan extraña, como
si le faltara algo, pero naturalmente no sabía que era, ni lo sabría.
Tomó su bata y bajó hasta que dio con Maci, su madre, tan
acelerada y nerviosa como siempre, pero con una gran sonrisa en su
rostro. Traía el pelo despeinado y una birome en su cabello como picos.
—Exacto, el chico lindo, Crono, ¿cuál otro? Quiere venir por ti,
insisto en que debes darle una oportunidad.
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—No digas eso, Seneca. Tú no me sirves de corazón, sino que lo
haces porque tienes la satisfacción de obtener algo, siempre has sido
igual. Ahora lárgate.
—No estarás con ella, jamás —gritó Hades furioso—. Mete esa
idea en tu cabeza, me traicionaste y tienes suerte de cómo acabo todo.
Garrett, apenado y con los ojos igual de rojos que Félix, corrió a
abrazar a su amo.
—Él está bien, pero no volverá a ser el mismo. Fue acogido por
Apolo pero se convirtió en un espectro, no nos recuerda ni lo hará
jamás —sollozó Circe.
—No digas eso, por favor. Félix, Simone está a salvo, eso es algo
—sonrío Evan desde el corredor.
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—No es justo, nada de esto, peleamos por algo y tuvimos pérdidas
horribles para que el objetivo no se cumpliera. ¿Simplemente nos
damos por vencidos? —se quejó Lucre, dolida por lo que escuchaba.
—En efecto así es, sólo quería agradecerles por intentar, y Circe
tienes razón, por lo menos Simone estará a salvo… Eso creo. Lamento
mucho las pérdidas que ocasioné, en verdad lo lamento.
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Simone, al ver que Félix no hacía nada más que mirar con los ojos
como platos, puso su mano en su cintura, lo atrajo hasta él y lo besó
con fuerza. Félix enroscó las piernas de Simone en su cintura y
simplemente la besó con una sonrisa en su rostro.
Félix siempre había pensado en Hades como un ser vil, pero era
sólo porque debía ser así. Debía ser frío y malévolo, y lo era, pero se
conmovió al ver que su guardián, una criatura que fue creada para
hacer la voluntad de su amo sin objetar, fuera capaz de ir en contra de
eso, y llevarlo hasta las últimas instancias a efecto de estar con su
amor. Nada más importaba para Félix.
—Pero esto debe permanecer en secreto, por todos los que tienen
sed de venganza, tus compañeros, por ejemplo —musitó Simone con la
voz quebradiza.
Corrió hasta la oficina del dios, entró allí con la voz quedada, el
corazón acelerado y una gran sonrisa en su rostro.
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—Claro que no. Lamento lo que hice aquí, en el Mortorium, la
muerte de Alianza… Lo siento… creo.
Félix, a pesar de todo lo que tuvo que pasar, pasó siglos al lado de
Simone. Él cumplía con su trato, trabajaba lealmente al lado de los
cinco Desertores; Simone tuvo siempre a su lado a Crono, a Carry y a
sus padres, y siguió cazando humanos para sobrevivir. A menudo
viajaban hacia Brasil, reuniéndose con los gitanos; con el paso de los
años desarrollaron una amistad inquebrantable.
Fin
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Sobre la Autora
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