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Juan Manuel Palacio*

El primer peronismo en la historiografía reciente:


nuevas perspectivas de análisis

Hace algunos pocos años la historiografía argentina del retorno a la democracia


comenzó a saldar una deuda demasiado notoria: el estudio sistemático de los primeros
gobiernos de Juan Domingo Perón. A ritmo lento en la década del noventa y con mayor
aceleración desde el comienzo del nuevo siglo, historiadores provenientes de la historia
cultural, la nueva historia política, la historia urbana, entre otros, fueron desembarcando
sin pudor en el período que se ha dado en llamar el primer peronismo o “peronismo clá-
sico”. Se han multiplicado así trabajos sobre aspectos escasamente estudiados hasta
ahora, como la dimensión regional y local del fenómeno peronista, la conformación y el
funcionamiento de la nueva burocracia estatal, algunas áreas específicas de políticas
públicas (más allá de la tradicional mirada sobre su política laboral y obrera, que con-
centró casi toda la atención en el pasado) como las de salud, educación, vivienda o cier-
tas políticas sociales dirigidas (a la niñez o la mujer), la relación con la prensa, el cine,
entre otros.1
Si bien se trataba en sus orígenes de trabajos que llegaban al tema desde preocupa-
ciones teóricas y metodológicas más generales (estudios culturales, de género, de la
sociedad civil, la historia del arte) a poco de andar el primer peronismo fue cobrando
entidad como objeto de debate y análisis historiográfico específico. Fue así conformán-

* Juan Manuel Palacio es licenciado en Historia por la Universidad de Buenos Aires y doctor en Histo-
ria por la Universidad de California-Berkeley. Es investigador del Consejo Nacional de Investigacio-
nes de la Argentina y profesor titular de Historia latinoamericana en la Universidad Nacional de San
Martín (Argentina). Fue fundador y director del Posgrado y del Centro de Estudios Latinoamericanos
de dicha universidad y dirige la Revista de Estudios Latinoamericanos de dicho Centro. Es especialista
en historia rural, así como en historia legal y judicial latinoamericana contemporánea. Entre sus libros
figuran La Paz del Trigo: cultura legal y sociedad local en la región pampeana y la compilación Justicia,
política y derechos en América Latina. Correo electrónico: jpalacio@fibertel.com.ar.
Iberoamericana, X, 39 (2010)

1 La lista es larga, pero a modo ilustrativo, véase, sobre prensa, Raanan Rein/Claudio Panella (eds.):
Peronismo y prensa escrita: abordajes, miradas e interpretaciones nacionales y extranjeras. La Plata:
Edulp 2008; María Liliana Da Orden/Julio César Melón Pirro (eds.): Prensa y peronismo: discursos,
prácticas y empresas, 1943-1958. Rosario: Prohistoria 2007; sobre cine, Clara Kriger: Cine y peronis-
mo: el estado en escena. Buenos Aires: Siglo XXI 2009. Sobre arquitectura, vivienda e iconografía,
Marcela Gené: Un mundo feliz. Imágenes de los trabajadores en el primer peronismo. Buenos Aires:
FCE 2005; Rosa Aboy: Viviendas para el pueblo: espacio urbano y sociabilidad en el barrio Los Pera-
les, 1946-1955. Buenos Aires: FCE/Universidad de San Andrés 2005; Anahi Ballent: Las huellas de la
política: vivienda, ciudad y peronismo en Buenos Aires. Buenos Aires: UNQ/Prometeo 2005.
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dose un campo, con los formatos típicos de la práctica profesional (mesas temáticas en
congresos generales, programas y centros de estudios sobre el tema en las universidades,
mesas redondas, jornadas y congresos específicos) que se nutre de una producción varia-
da y silenciosa que viene emergiendo desde los claustros en la forma de monografías,
tesis de grado y posgrado, artículos en revistas especializadas, compilaciones y, aunque
todavía en mucha menor cantidad, libros de autor.2
Varias son las novedades que propone esta historiografía. En primer lugar, los temas,
que si en algunos casos como los señalados son nuevos, en otros se trata de miradas fran-
camente renovadas sobre temas tradicionales. En segundo lugar, las escalas de análisis:
los nuevos trabajos prefieren ya no hablar del “peronismo” sino cada vez con más fre-
cuencia de “peronismos”, pluralidad a la que obliga la adopción preferencial por los
estudios regionales y de caso, que revelan una realidad mucho más fragmentada que la
que proponían las visiones más generales sobre el fenómeno a nivel nacional. En tercer
lugar, la variedad de miradas: este nuevo abordaje historiográfico del peronismo se hace
desde campos historiográficos diversos, como la historia política, la historia cultural, la
historia del arte, los estudios migratorios, la historia de las ideas –sin que ninguna recla-
me una visión hegemónica sobre el tema– obteniéndose así un mosaico interpretativo de
una gran riqueza y heterogeneidad. En cuarto lugar, las perspectivas teóricas: hija de su
tiempo, esta renovación historiográfica hace buen uso del variado instrumental teórico
de las historiografías “post” (-modernas, -estructurales, -coloniales). En particular, es
notable la preferencia por interpretaciones culturalistas –por entender la cultura política,
la cultura estatal, la cultura económica, urbanística, iconográfica, etc., del peronismo–;
por resaltar la esencial inestabilidad, fragilidad y ambigüedad del mundo social y en par-
ticular del Estado; y por estudiar las prácticas cotidianas de los actores sociales. Por últi-
mo, ligado a lo anterior, esta historiografía es fuertemente revisionista. Su propósito,
muchas veces explícito, es desarmar el sentido común imperante sobre esos primeros
gobiernos peronistas: que se sustentaban en un liderazgo compacto y verticalista; que
articularon un intervencionismo eficaz de la mano de un diseño planificador consistente
y de una burocracia entrenada y omnipresente; que ejercieron un control político férreo y
centralizado (del partido, los sindicatos, la prensa, etc.); y que constituyeron una verda-
dera “revolución” que rompió drásticamente con la tradición y la cultura política ante-
rior. Todas estas ideas son ahora interpretadas como un producto del discurso autocele-
bratorio del mismo peronismo en el gobierno (y luego, de cierta historiografía “oficial”)
que dista mucho del peronismo “real”. De lo que se trata entonces es de poner al peronis-
mo en caja con la historia, reinterpretando todas las supuestas novedades que trajo consi-
go en términos de profundas continuidades con el pasado. Y en tal sentido –con una
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2 Véanse los siguientes dossiers: “Nuevos enfoques sobre el peronismo”. Buenos Aires: Entrepasados nº.
22, 2002; Omar Acha/Nicolás Quiroga (eds.): “La trayectoria de la cultura política peronista, 1943-
2003”, Rosario: Prohistoria nº. 9, 2003; Marcela Gené/Moira Cristiá (eds.): “El Peronismo revisitado:
nuevas perspectivas de análisis”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates 2008, en línea. En la Univer-
sidad de Tres de Febrero se ha constituido hace algunos años el Programa de Estudios de Historia del
Peronismo, que organiza jornadas y encuentros periódicos sobre el tema. Por su parte, la “Red de Estu-
dios sobre el peronismo”, conformada por investigadores de diversas universidades, organizó en 2008
en la Universidad del Mar del Plata el “Primer Congreso de Estudios sobre el Peronismo: La Primera
Década”.
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curiosa sistematicidad no practicada para otros regímenes de nuestra historia (v. g. el


roquismo o el yrigoyenismo)– al peronismo se lo somete a ejercicios de confrontación
entre dichos y hechos, entre mitos y realidades, entre discurso y práctica, para demostrar
la gran distancia que hubo entre lo prometido y lo realizado.

Estado, partido y cuadros burocráticos

La compilación de Melón Pirro y Quiroga sobre el peronismo en la provincia de


Buenos Aires transita dos de los recorridos centrales de esta renovación historiográfica:
el de las perspectivas regional y local (en este caso, la provincia de Buenos Aires y algu-
nos de sus municipios) y el de la conformación histórica del partido peronista, las élites
partidarias y los cuadros técnico-políticos que van a constituir la médula de la burocracia
del Estado a lo largo del país.3
Subyace al libro la idea de que los trabajos tradicionales sobre el peronismo históri-
co, con su concentración en la organización y políticas a nivel nacional (o a lo sumo, a
las vicisitudes de su despliegue en la zona metropolitana de Buenos Aires) han hecho
generalizaciones sobre el fenómeno que se revelan inexactas cuando se estudia lo ocurri-
do a nivel subnacional. Las perspectivas regionales, en cambio, proveen un foco de aná-
lisis que puede ser más revelador de la verdadera naturaleza del fenómeno peronista, ya
sea que se trate de la organización partidaria, de las relaciones entre la sociedad civil y
las distintas instancias del Estado, de las disputas políticas y facciones que las encarnan,
o de la aplicación de políticas públicas concretas.4
En cuanto al partido peronista, los trabajos de la compilación se empeñan en desar-
mar las ideas dominantes que se tenían hasta hoy sobre su génesis, conformación y
funcionamiento, en particular el argumento clásico acerca de que el peronismo nunca
logró constituir un “verdadero” partido político. Como explicitan los compiladores en la
introducción, se trata de alejarse de esas “proposiciones finalistas” y servirse de “los
debates más actuales… de la teoría política” (en particular las contribuciones de Angelo
Panebianco, cuya influencia es clara en las contribuciones de Aelo y de Quiroga) para
analizar “la historicidad del Partido Peronista, su evolución, institucionalización, rutini-
zación, etc.”, esto es, al peronismo como partido político desde sus instancias constituti-
vas, organizacionales y sus conflictos, dinámicas y tensiones internas.5
Nada mejor entonces para discutir estos supuestos como la luz que arroja la observación
local, ya sea a través del estudio de la constitución del partido a nivel municipal (v. g. en

3 En línea con este trabajo véase la compilación de Claudio Panella sobre el gobierno de Domingo Mer-
cante en la provincia de Buenos Aires. Claudio Panella (ed.): El gobierno de Domingo Mercante en
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Buenos Aires (1946-1952). Un caso de peronismo provincial. La Plata: Archivo Histórico de la Provin-
cia de Buenos Aires 2005-2007, 3 vols.
4 Antecedentes obligados de esta perspectiva son los trabajos de Macor y Tcach. Véase Darío
Macor/César Tcach (eds.): La invención del peronismo en el interior del país. Santa Fe: Universidad del
Litoral 2003; César Tcach: Sabatinismo y peronismo: partidos políticos en Córdoba, 1943-1955. Bue-
nos Aires: Sudamericana 1991.
5 Antecedentes de estas perspectivas en Moira Mackinnon: Los años formativos del partido peronista.
Buenos Aires: Siglo XXI/ITDT 2002; Daniel Campione: Prolegómenos del peronismo. Los cambios en
el estado nacional, 1943-1946. Buenos Aires: FISyP 2003.
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Bahía Blanca, Mar del Plata, Tandil, Avellaneda, respectivamente en los trabajos de José
Marcilese, Nicolás Quiroga, Valeria Bruschi-Paola Gallo y Martín Castro); del análisis del
rol que les cupo en ese armado a ciertos sectores políticos que confluyeron en el peronismo
y aportaron a su dirigencia local (como los miembros del Partido Conservador, del radicalis-
mo-Junta Renovadora o del grupo Forja, en los trabajos de Delia García, Óscar Aelo y Cas-
tro); o del estudio de las prácticas políticas de la oposición (como en el trabajo de Liliana Da
Orden sobre las tácticas parlamentarias del Partido Socialista en el Congreso provincial).
De la lectura de estos textos se desprenden tres ideas centrales. La primera es el
carácter contingente y eminentemente histórico del proceso de conformación del Partido
Peronista. Éste fue tomando forma a través de un trabajoso armado –de la alianza labo-
rista primero, del Partido Peronista después–, que se consiguió en cada una de las locali-
dades analizadas luego de muchas resistencias, búsquedas de consenso (hacia adentro de
la coalición, con otros partidos políticos, con sectores del trabajo y la producción) y
estrategias de participación y movilización que tuvieron marchas y contramarchas y
adquirieron formas diversas en cada caso. De esta manera, la coalición peronista resul-
tante estaba hecha de la sumatoria de frágiles equilibrios locales que constituían un
entramado siempre inestable e inconcluso.
Por otro lado –y ésta es la segunda tesis que comparten los trabajos– dicho entrama-
do estaba informado, en el nivel de las prácticas y de los actores, por una cultura política
que si bien el peronismo trató de presentar como nueva y fundacional, en verdad abreva-
ba en tradiciones más largas de asociacionismo de las sociedades locales, ligadas o no a
partidos políticos preexistentes. De esta manera –concluyen– el peronismo se sirvió y
fue a la vez producto de esa cultura política preexistente, a la que en todo caso otorgó
nuevos sentidos y prácticas.
El tercer aporte fundamental del libro es llamar la atención sobre un segmento de
dirigentes intermedios, que desempeñaron un papel decisivo tanto en el armado del
movimiento de base sobre el que se construyó el peronismo como en el manejo de áreas
fundamentales de la administración estatal, segmento que la imagen convencional del
partido –homogéneo y sin fisuras, bajo el mando indisputado y fuertemente centralizado
de su único líder– había ocultado muy eficazmente.
En esta última clave se inscribe la biografía política de Raanan Rein sobre Atilio
Bramuglia, uno de los políticos más influyentes de los primeros gobiernos de Perón.
Animador temprano de esta renovación historiográfica,6 Rein se propone en este trabajo
desentrañar las complejidades del Estado peronista. En ese sentido, la figura de Bramu-
glia es la excusa para hablar de toda una “segunda línea” de la dirigencia peronista que
fue decisiva tanto en el armado de la coalición política que lo llevó al poder, en la con-
cepción y diseño de sus políticas públicas, en la ejecución de buena parte de ellas y en
definitiva en el gobierno del país durante sus dos mandatos. Es por eso que en el primer
capítulo del libro, Rein nos ofrece “mini-biografías” de esos otros personajes que, junto
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con Bramuglia, conformaron el elenco de esa segunda línea peronista: Ángel Borlenghi,
ministro del Interior de Perón durante sus dos gobiernos, que fue clave en la moviliza-
ción obrera en los inicios del movimiento y en el control de la CGT; Domingo Mercante,

6 Uno de sus trabajos anteriores es referencia obligada de esta nueva historiografía sobre el peronismo.
Raanan Rein: Peronismo, populismo y política: Argentina, 1943-1955. Buenos Aires: Editorial de Bel-
grano 1998.
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gobernador de la decisiva provincia de Buenos Aires hasta 1952, que cimentó la relación
tanto con los sindicatos como con los militares; Miguel Miranda, presidente del Banco
Central y del IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio), que lideró los
intentos de conformación de una burguesía industrial; y el influyente José Figuerola,
secretario de Asuntos Técnicos, que entre otras cosas fue decisivo en la conformación
ideológica de la doctrina justicialista.
Al postular la existencia de esta segunda línea dirigencial del peronismo y de su
importancia, el trabajo de Rein quiere ser revisionista en dos sentidos fundamentales. El
primero, porque como en el caso de la compilación de Melón y Quiroga, persigue ilumi-
nar la complejidad y heterogeneidad del movimiento peronista y develar las contradic-
ciones internas que existían en los entramados burocráticos, en este caso de la alta buro-
cracia. En palabras de Rein, se trata de mostrar “how the internal struggles within the
Peronist bureaucratic state, arising despite Peron’s charismatic, personalist leadership,
affected the development of different policies and prevented consistency in decision
making” (p. 8).7 El otro sentido en el que Rein es revisionista lo da su argumento de que
el carácter populista del peronismo –que vuelve a afirmar en este trabajo– no implicó,
sin embargo, que existiera un “lazo directo” entre el líder carismático y las masas. Por el
contrario, esa idea, proveniente de la propia retórica peronista, no ayuda a comprender
cabalmente y en toda su complejidad el fenómeno, en particular porque ignora el rol
intermediario de una diversidad de actores burocráticos “who contributed, in their res-
pective ways, to the mobilization of support for Perón, the structuring of his leadership,
and the development of the justicialist doctrine” (p. 21).
A través de entrevistas con protagonistas sobrevivientes o sus descendientes y, sobre
todo, del análisis del rico acervo de documentos sobre Bramuglia conservados en la Hoover
Institution de la Stanford University, Rein construye la biografía política de este dirigente
sindical de origen socialista, en la que destacan la historia detallada de su paso por distintas
agencias estatales (en particular, la estratégica Secretaría de Trabajo y Previsión y el gobier-
no de la provincia de Buenos Aires); su rol fundamental en la construcción de la coalición
electoral en 1945-1946 (cap. 2); su labor en la Cancillería, en la que se convirtió en vocero
respetado de la “Tercera Posición” en ámbitos internacionales (cap. 3); su posterior caída en
desgracia en la corte peronista y, en la segunda parte del libro, su actuación durante el “pero-
nismo sin Perón”, en particular la experiencia fallida de institucionalizar el movimiento
peronista a través de un nuevo partido (Unión Popular), hasta su muerte (caps. 4 y 5).

Políticas públicas

Desnudar esa trastienda burocrática del estado peronista es también una de las preo-
cupaciones centrales del trabajo de Carolina Biernat, que se inscribe en otra línea prolífi-
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ca de indagación de esta renovación historiográfica, emparentada con la anterior: el aná-


lisis de las políticas públicas del peronismo.8 Basado en una variedad de fuentes

7 Énfasis agregado.
8 Véase, entre otros, Patricia Berrotarán/Aníbal Jáuregui/Marcelo Rougier (eds.): Sueños de bienestar en
la Nueva Argentina. Las políticas públicas durante el peronismo, 1946-1955. Buenos Aires: Imago
Mundi 2004.
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diplomáticas y de diversas dependencias estatales, así como en un exhaustivo análisis de


la prensa periódica y la literatura especializada, este trabajo de tesis analiza las políticas
inmigratorias del peronismo en el contexto singular de la mayor “oferta migratoria” de la
segunda posguerra y del ambiente de restricciones predominante en la Argentina y el
mundo desde el fin de la Primera Guerra. El trabajo parte del cuestionamiento de la idea
consolidada sobre la política inmigratoria del peronismo, que habría sido “de puertas
abiertas” en contraste con las políticas restrictivas de las décadas anteriores. Por el con-
trario, Biernat sostiene desde el principio –en una afirmación que no deja dudas sobre el
lugar en el que quiere ubicar su trabajo– que “siguiendo la tendencia de la política gene-
ral, el peronismo no parece haber innovado tampoco en el campo de las decisiones res-
pecto de la admisión de extranjeros” y antes bien su política inmigratoria puede analizar-
se “en continuidad con la política del período precedente” (p. 19).9
Esto fue así porque, más allá de medidas ocasionales y de la firma de tratados bilate-
rales sobre inmigración, como aquéllos con España e Italia (en donde sí Biernat le con-
cede cierta novedad y originalidad al peronismo), el gobierno peronista no innovó en
materia legislativa y se limitó a crear organismos de aplicación y a generar una multi-
plicidad de regulaciones ad-hoc, circunstanciales (v. g. los permisos especiales “de
desembarco” a determinados grupos de inmigrantes), que podían ser manejadas más o
menos discrecionalmente por las autoridades migratorias. Como resultado, la política
inmigratoria del peronismo se dirimió entonces en instancias “administrativas” a través
de una práctica cotidiana que estaba hecha de pequeños arreglos, actos de corrupción y
la discrecionalidad de los funcionarios del área.
El trabajo se desarrolla en tres niveles de análisis. El primero, centrado en el plano de
las ideas, estudia los debates producidos en los ámbitos legislativos, en la prensa y en re-
vistas especializadas, que la autora inscribe en la tradición más larga del “poblacionismo
argentino”, en torno al perfil demográfico argentino de la segunda posguerra y el lugar
que debía ocupar la inmigración en él (vis-à-vis las políticas “natalistas”). El segundo
nivel es el estudio del diseño legal e institucional de la política inmigratoria que concibe
el peronismo. Biernat descubre aquí esa falta de innovación legislativa (no hubo durante
los gobiernos peronistas una nueva ley de inmigración, con lo que siguió vigente la de
1876) que se combina con una explosión burocrática consistente en la proliferación –y
superposición– de agencias estatales y en una superproducción de decretos y resolucio-
nes ministeriales. El tercer nivel se encarga de estudiar las prácticas cotidianas de los
agentes encargados del fenómeno inmigratorio, sus conflictos internos y jurisdicciona-
les, la competencia entre las diferentes agencias (básicamente la Dirección de Inmigra-
ción, dependiente del Ministerio del Interior y el cuerpo consular, dependiente de la Can-
cillería), en lo que constituye la sección más original y rica del libro. Interesada en
establecer la distancia entre las normas y las prácticas, vemos allí en acción los diversos
mecanismos de admisión de extranjeros, la superposición de atribuciones entre el cuerpo
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consular y la Dirección de Inmigración y las contradicciones y disputas cotidianas entre


los actores, así como las formas diversas e ingeniosas de sortear la ley.
Biernat concluye que estas trabas y superposiciones burocráticas y, sobre todo, la in-
capacidad de los agentes estatales de estar a la altura de las circunstancias de los objeti-

9 Énfasis agregado.
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vos planteados son responsables de los “magros resultados” alcanzados por la política
inmigratoria del peronismo –v. g. la cantidad de inmigrantes ingresados al país, mucho
menor que la prevista en el Primer Plan Quinquenal; la proporción de inmigrantes tradi-
cionales y espontáneos por sobre los que el peronismo había apostado.
El carácter desarticulado y circunstancial de la política pública del primer peronismo
parece también aplicarse a su política industrial, de acuerdo a los hallazgos del libro de
Claudio Belini. Escrito en formato “de divulgación” –un texto breve con pocas notas y
cuadros y escrito en un lenguaje accesible al gran público–, el trabajo de Belini es pro-
ducto de una tesis doctoral para la Universidad de Buenos Aires. El objetivo del libro es
claro desde el principio: “indagar los factores que mediaron entre las metas iniciales [de
la política industrial] y los resultados” (p. 9). Para averiguarlo, el trabajo analiza los pros
y contras de cada uno de los instrumentos de fomento industrial en seis ramas del sector
–la siderurgia, la industria automotriz, la de maquinaria agrícola, la de artefactos para el
hogar, la textil y la cementera, que dan contenido a los capítulos del libro– realizando
una contribución decisiva a un tema sobre el que se había hablado mucho pero se había
investigado poco.
En cada uno de esos casos, se analiza cuáles fueron los objetivos iniciales y los ins-
trumentos elegidos para alcanzarlos, teniendo en cuenta las oportunidades que ofrecía el
contexto económico y, muy especialmente, el papel que desempeñaron los diversos acto-
res (las cámaras empresariales, los funcionarios estatales) en la discusión, conformación
y el éxito relativo que alcanzaba cada medida. Belini descubre así que, a pesar de que el
Primer Plan Quinquenal centraba su diseño de política en la reforma aduanera y diversas
medidas de fomento industrial, el deterioro de las reservas llevó muy pronto a preferir
otros instrumentos “que podían ser aplicados con mayor arbitrariedad” (como los permi-
sos previos de cambio, las cuotas de importación y los tipos de cambio preferenciales)
que tenían además la ventaja de su versatilidad, ya que permitían improvisar sobre la
marcha. Serán éstos, entonces –sumados a las políticas crediticias y a los regímenes de
“industrias de interés nacional”– los instrumentos mayormente utilizados, por ser “más
expeditivos” y porque, adicionalmente, “permitían eludir la compleja red de intereses
que se desplegaba en torno a la tarifa aduanera” (p. 24). Sin embargo –concluirá Belini
luego de analizar en detalle lo sucedido en esos sectores clave de la industria elegidos–,
esos instrumentos de política para alentar el crecimiento industrial no lograron “confor-
mar una política industrial, entendida como un conjunto ordenado de instrumentos […]
en el marco de una política de desarrollo” (p. 11). Es por eso que en muchos sentidos (y
muy especialmente, en comparación con los objetivos iniciales enunciados en los Planes
Quinquenales) puede verificarse un “fracaso” de la política industrial peronista. En parte,
dicho fracaso se debió a problemas de diseño de esa política –que generó una distancia
inconveniente entre los objetivos y los instrumentos para alcanzarlos– y en parte porque
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esa misma ambigüedad de origen “confería un importante poder a la burocracia”, que


además “parecía no hallarse capacitada para la tarea” (p. 11).
Los trabajos de tesis de Biernat y Belini, excelentes y rigurosos en su factura, se re-
sienten, sin embargo, en sus conclusiones, en buena medida por las limitaciones de algu-
nas preguntas que los inspiran. En efecto, los objetivos iniciales de comparar metas con
resultados conducen a estos trabajos a realizar balances en términos de “éxito” o “fraca-
so” de las políticas públicas, lo que además de constituir un análisis limitado de la inter-
vención estatal –que siempre es mucho más, para bien o para mal, que lo definido explí-
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citamente en los programas o planes– impide, en su afán por demostrar lo que no se


logró, una justa ponderación de la contribución de las políticas peronistas a la historia
más larga de la industria o de la inmigración argentinas. Así, en el caso de Biernat, cabe
preguntarse si esa política inmigratoria que se describe como manca y limitada, hecha de
instancias “meramente administrativas”, no constituyó alguna clase de política después
de todo. O quizás también –y a la vez– un componente deliberadamente difuso de esa
política que servía bien a los objetivos perseguidos, aunque no pudieran consensuarse en
una nueva ley. Si lo anterior es cierto, las prácticas administrativas descritas, a pesar de
su carácter inorgánico, ocasional y espontáneo –o quizás gracias a él– le permitieron al
peronismo ejercer una política inmigratoria, “cotidiana”, sin necesidad de lograr grandes
consensos y con una gran flexibilidad de implementación, como también demuestra el
trabajo. Un razonamiento similar lleva a Belini a ver en ese conjunto desarticulado de
instrumentos de promoción de la industria –que con sus contradicciones, defectos y limi-
taciones, igual incentivaron el desarrollo de la industria nacional de automotores, tracto-
res, laminados de acero, heladeras, artículos para el hogar y maquinaria agrícola, según
demuestra claramente el libro– como una falta de política, y no en todo caso como la
política industrial del peronismo “realmente existente”.

Género y políticas sociales

A diferencia de los trabajos anteriores, la compilación sobre la Fundación Eva Perón,


heterogénea en sus contribuciones, está unida por un único objeto de estudio. Si bien los
trabajos allí reunidos son en parte tributarios del campo muy dinámico y prolífico de los
estudios de género,10 la compilación no está alejada del revisionismo que proponen los
trabajos reseñados más arriba sobre el primer peronismo. En efecto, su mirada sobre una
de las instituciones más emblemáticas del peronismo y su política asistencial se orienta en
gran parte, según expresan las compiladoras en la introducción, a “capturar los matices
que a lo largo del tiempo tuvo la Fundación Eva Perón para dejar paso a las contradiccio-
nes y quebrar cierta lectura monolítica y homogénea que se ha hecho sobre ella” (p. 15).
Es, sin embargo, en sus propósitos subyacentes donde reside el mayor atractivo de
los trabajos de la compilación: aportar una visión localizada de la política social del
peronismo desde un organismo determinado; construir una historia cotidiana de la Fun-
dación a través de los encargados de sostener su funcionamiento (los funcionarios, las
encargadas de los hogares, las enfermeras, etc.); así como develar, desde ese mirador pri-
vilegiado, no sólo las políticas sociales dirigidas a las mujeres, sino también el universo
simbólico, ideológico y político –y también estético– que las sustentaba.
Buena parte de los trabajos está articulada en torno a los conflictos que genera la cre-
ación de la Fundación Eva Perón en 1948 –y su vocación hegemónica e “imperialista”
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sobre otros terrenos de la política social, como el educativo y el de salud– con las distin-

10 Otros ejemplos en Karina Ramacciotti/Adriana Valobra (eds.): Generando el peronismo. Estudios de


cultura, política y género (1946-1955). Buenos Aires: Proyecto editorial 2004; Isabella Cosse: Estigmas
de nacimiento: peronismo y orden familiar, 1946-1955. Buenos Aires: FCE 2006; Carolina Barry: Evita
capitana: el partido peronista femenino, 1949-1955. Buenos Aires: Eduntref 2009.
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tas dependencias del Estado nacional. Así, Laura Golbert analiza la experiencia de la
Fundación como un capítulo de un complejo entramado de instituciones y políticas de
intervención social a lo largo de la historia argentina –y no necesariamente el más desta-
cado–; Biernat y Ramacciotti estudian las complejidades burocrático-institucionales que
se dan en la implementación de las políticas sobre maternidad e infancia (en particular
las disputas entre la Fundación y la Dirección de Maternidad e Infancia, dependiente del
Ministerio de Salud); Ramacciotti y Valobra, estudian “la enfermería peronista” en el
marco de los conflictos jurisdiccionales que se dan entre la Fundación y la Escuela de
Enfermeras de la Secretaría de Salud Pública; mientras que Omar Acha se ocupa de otra
clase de competencia institucional, que se da fuera del Estado, pero en pugna por la mis-
ma población: el Hogar de la Empleada, perteneciente a la Fundación y la Casa de la
Empleada, dependiente de la Federación de Asociaciones Católicas de Empleadas
(FACE).
El otro eje que articula las contribuciones es la pregunta por la consistencia y organi-
cidad de las políticas sociales del peronismo y en particular por las capacidades institu-
cionales del Estado para implementarlas. Aquí el acuerdo no es completo. Si para Gol-
bert la relativa intrascendencia de la Fundación Eva Perón en la historia larga de la
política social en la Argentina se debió en parte a una escasa preocupación por generar
una burocracia especializada para el manejo de la política social, Ramacciotti y Valobra
no niegan el importante desarrollo de la enfermería que se dio durante esos años ni la
contribución de la Fundación a la conformación de esos actores técnico-profesionales
específicos dentro del Estado. Biernat y Ramacciotti, por su parte, encuentran los límites
de las capacidades de la Fundación en la geografía nacional: fuera del área metropolitana
de Buenos Aires, no podrá proveer atención materno-infantil adecuada en el interior del
país, lo que pone en seria duda “la eficacia del peronismo en su intento por centralizar
las políticas sanitarias y sociales” (p. 76). Por fin, los trabajos de Barry y Ballent sobre
los “hogares de tránsito” –aunque exceden este único propósito de evaluar las capacida-
des institucionales de la Fundación– describen una intervención que es heterogénea en
sus formas, pero en todo caso muy efectiva y cuidadosamente planificada. Esto lo
demuestran el rol decisivo que tuvo el personal de los Hogares en la aplicación de los
estrictos criterios de selección de la población beneficiaria y en los mecanismos de acce-
so y “rituales” que debían seguir las mujeres que pasaban por allí (Barry), así como su
política “estética” –que abarcaba desde la estética corporal femenina de quienes los habi-
taban hasta sus aspectos arquitectónicos y decorativos– que respondía a un “programa”
cuidadosamente concebido por Eva Perón, que elegía a estos hogares par escenificar la
política de justicia social del peronismo (Ballent).
Conjunto abigarrado de temas y perspectivas diversas y sugerentes, este libro mues-
tra algunos de los múltiples acercamientos disciplinarios y metodológicos que admite el
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fenómeno peronista. A su vez, confirma que a la Fundación Eva Perón también le caben
las generalidades de la ley de la nueva visión sobre el Estado y las políticas peronistas:
lejos de una entidad férreamente conducida por su líder y con un poder indisputado den-
tro del Estado peronista, la Fundación fue una arena de disputa entre diversos actores y
organismos estatales, estuvo administrada por un personal heterogéneo cuyos valores y
su acercamiento a los problemas sociales de la mujer no se diferenciaban mucho de otras
organizaciones asistencialistas preexistentes y no logró, más allá de sus intenciones, cen-
tralizar a nivel nacional las políticas sociales dirigidas a la mujer.
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264 Juan Manuel Palacio

Balance de medio término

¿Qué balance –necesariamente de medio término, ya que es una historiografía en gran


medida naciente– puede hacerse de esta nueva literatura sobre el peronismo histórico?
En primer lugar, nadie puede negar que el revisionismo implacable del que está sien-
do objeto el primer peronismo es, a todas luces, saludable. Es evidente que la imagen de
un Estado compacto, una coalición gobernante sin fisuras ni contradicciones, de una
verticalidad absoluta del movimiento peronista y de un control casi perfecto del territorio
nacional, era producto tanto del discurso que el peronismo forjó sobre sí mismo y su
lugar en la historia argentina, como de cierta historiografía tradicional sobre el tema. Lo
mismo puede decirse sobre su carácter revolucionario y fundacional, que impuso una
ruptura drástica con el pasado prácticamente en todos los terrenos.
Los nuevos trabajos se están encargando de desmantelar ese constructo como tal,
desmenuzándolo en diversas partículas (provincias, municipios, actores –prominentes o
anónimos–, políticas específicas, etc.), de la mano de agudas monografías sobre temas,
detalles y aristas cada día más variados e ingeniosos y de un rico instrumental, teórico y
metodológico, que ha servido bien a este propósito deconstruccionista. Así, la mirada
sobre el Estado que proponen es la de uno relativamente débil, fragmentado, inestable,
ambivalente, siempre atravesado por disputas entre facciones internas portadoras de pro-
yectos rivales. En el mismo sentido, sus políticas públicas tendrán ese carácter contin-
gente, coyuntural y muchas veces contradictorio, ya sea que estemos hablando de las
políticas inmigratorias, las industriales, la política social o los planes más integrales
(como los planes quinquenales). Y esto es así, en parte porque están en manos de una
burocracia que tampoco tiene las virtudes que creíamos que tenía, ya que ha dejado de
ser un ejército disciplinado de fieles ejecutores de políticas públicas coherentes para con-
vertirse en portadores de cierta “perplejidad burocrática” (que a veces es impericia),
hecha también de disputas y enfrentamientos entre distintos nichos estatales o entre dis-
tintas instancias territoriales. El Partido Peronista ha estallado también en esta fiebre
demoledora: ya no será más un partido vertical, que se inclina sin protestar ante su único
líder absoluto, sino un universo de facciones y sectores en disputa que se multiplican
conforme acerquemos la lente a los espacios provinciales y locales. Como conclusión, es
el poder mismo del peronismo el que aparece desdibujado. Si algo demuestran estos tra-
bajos es la distancia entre lo que el peronismo quiso hacer y lo que realmente logró y una
de las razones importantes de esos “fracasos” o “magros resultados” es precisamente los
límites a su poder que representaron las contradicciones internas del Estado, las agendas
enfrentadas y las luchas internas de la burocracia. Con gran contundencia y sistematici-
dad, esta historiografía ha desenmascarado al peronismo.
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…E pur si muove

Existe, sin embargo, una cuestión no menor sin saldar: ¿Qué hacer con ese peronis-
mo que sobrevive en la memoria de todos los que lo vivieron como un terremoto que
llegó un buen día, como un antes y un después en sus vidas y, sobre todo, como un todo
compacto y coherente? ¿Qué hacer con ese peronismo, que no se parece en nada al que
ha construido esta historiografía –débil, irresoluto, impotente, limitado, tradicional, no
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El primer peronismo en la historiografía reciente 265

innovador y vacilante–, que sería sencillamente irreconocible para cualquiera de sus con-
temporáneos, peronistas u opositores?
La pregunta no sería pertinente –¿tiene la historiografía necesariamente que “hacer
algo” con esas percepciones?– si no fuera porque son los propios trabajos aquí reseñados
los que aparentemente se empeñan en abordarla. En efecto, ¿es con la “historiografía tra-
dicional” u “oficial” con quienes tienen el pleito estos nuevos trabajos? Y en tal caso,
¿cuál puede ser la ascendencia de dicha historiografía o incluso su vigencia si, como
queda demostrado, sostiene una percepción sobre el Estado, el partido y las políticas
públicas peronistas de una ingenuidad y extemporaneidad que no merece mayor comen-
tario? (¿Existen todavía colegas que crean en la absoluta coherencia del Estado –peronis-
ta u otro–, las políticas públicas o la burocracia?)
Más que con una “historiografía tradicional” –que en los textos aparece un poco
sobredimensionada y elusiva– estos trabajos parecen estar polemizando con un “sentido
común” sobre el peronismo que excede en mucho cualquier construcción historiográfica.
Porque, en efecto, ¿necesitamos los historiadores que se nos diga que el peronismo tuvo
contradicciones y fisuras? ¿Es necesario insistir en que no fue todo lo compacto y cohe-
rente que quiso ser, todo lo exitoso que se propuso ser, todo lo armónico y poderoso que
dijo ser, para entender que, en todo caso, fue todo lo consistente, exitoso y poderoso que
pudo ser?
La respuesta a esas preguntas dependerá de quién es el público interpelado y la clase
de polémica planteada. Si el primero fuera la comunidad académica y el debate esencial-
mente epistemológico, muchos de los esfuerzos que hace esta historiografía por “des-
mantelar” al peronismo parecen innecesarios. Pero si se trata de discutir al peronismo
con un público más amplio en un debate que es sobre todo de naturaleza política, es pro-
bable que ni esos esfuerzos alcancen para combatir a un adversario tan poderoso como lo
es esa representación del pasado que tuvieron y todavía tienen los contemporáneos, con
ese sentido común sobre el peronismo que perdura en la memoria colectiva como uno de
los grandes momentos de ruptura de nuestra historia nacional.
Si esta historiografía necesaria ha logrado convincentemente poner al peronismo en
caja con la historia, también es cierto que lo ha “desencajado” de esa percepción domi-
nante y que, más tarde o más temprano, tendrá que hacerse cargo de esa discrepancia. En
tal sentido, es evidente que la tarea que le queda por delante es tan inmensa como la que
ya comenzó a realizar.

Bibliografía

Barry, Carolina/Ramacciotti, Karina/Valobra, Adriana (eds.): La Fundación Eva Perón y las


mujeres: entre la provocación y la inclusión. Buenos Aires: Biblos 2008. 206 páginas.
Iberoamericana, X, 39 (2010)

Belini, Claudio: La industria peronista 1946-1955: políticas públicas y cambio estructural. Bue-
nos Aires: Edhasa 2009. 220 páginas.
Biernat, Carolina: ¿Buenos o útiles? La política inmigratoria del peronismo. Buenos Aires:
Biblos 2007. 189 páginas.
Melón Pirro, Julio César/Quiroga, Nicolás (comps.): El peronismo bonaerense: Partido y prácti-
cas políticas 1946-1955. Mar del Plata: Ediciones Suárez 2006. 219 páginas.
Rein, Raanan: In the Shadow of Perón: Juan Atilio Bramuglia and the Second Line of Argentina’s
Populist Movement. Stanford: Stanford University Press 2008. 302 páginas.

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