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Omar Rincón: es profesor del Centro de Estudios en Periodismo (Universidad de los Andes) y direc-
tor de fes-Comunicación (<www.c3fes.net>). Correo electrónico: <omar.rinconfes@gmail.com>.
Palabras claves: medios, crisis, periodista militante, periodista curador, periodista dj, redes so-
ciales.
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Omar Rincón
No hay sorpresa: los medios siempre han sido negocio económico y político.
Pero ahora perdieron el decoro y se les vio la costura evidente de cómo la infor-
mación que producen es una mercancía política y económica. Así llegamos a me-
dios complacientes con el poder de los anunciantes o de los gobiernos (Colombia,
México) o medios militantes por la causa empresarial propia (Argentina, Ecuador,
Venezuela, Bolivia) o medios determinantes del poder (Chile, Brasil, Perú).
Podemos decir que la tonta es la gente, que es estúpida y banal y que por eso tiene
lo que se merece; y que la calidad no le importa porque solo busca y goza la basura
cultural. Pero esto es una salida fácil. Y es muy facilista decir que la culpa es de
los débiles y las masas. Tal vez es que la gente se cansó de que le hablen todo
el tiempo de broncas, polarizaciones, guerras mediáticas, circo político. Y se
conformó con el periodismo carroña (sangre y semen), el periodismo compla-
ciente (farándula y amiguismo político), el periodismo militante (a favor de
causas políticas y medioambientales), el periodismo del escándalo (corrup-
ción, injusticias y de insulto político). La gente decidió irse de la información,
pero no de los medios. Y ahí es donde pierden la democracia y el periodismo
de calidad.
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Una profesión inútil, unos medios desesperados por el poder, los buenos perio-
distas en huida: todo mal y a la mala. Pero hay a los que les va muy bien, a las
facultades de Comunicación y periodismo y por eso cada vez hay más, se lle-
nan de más estudiantes y su negocio es brillante. La paradoja es que mientras
al negocio académico le va bien, al periodismo le va mal. Y es que las universi-
dades, y nosotros los profesores, estamos formando más críticos de medios que
periodistas, más analistas de representaciones que narradores, más expertos
en teorías de la comunicación que en los modos de estar entre la gente, ense-
ñando más sobre cómo pensar con las cabezas ajenas que con las propias.
Otros a los que les va muy bien con su performance mediática son los gobiernos.
Ante la falta de planes, programas, obras y políticas, los gobernantes se han de-
dicado a comunicar con intensidad porque su negocio es la seducción para que
la gente los quiera. Así, los gobiernos se han convertido en medios-periodistas-
informadores-actores mediáticos: se prefiere actuar-decir-comunicar antes que
hacer. Por eso los gobiernos han decidido luchar por la libertad de expresión y
hacerla a su gusto y necesidades2. Y la verdad es que no les interesa la demo-
cracia o la libertad de expresión o la calidad periodística, les importa imponer
su relato como hegemónico, su versión única de la historia y la política. Por eso
gobiernan como celebrities, para emocionar más que para transformar3. Lo per-
verso es que la calidad de los gobiernos se mide por el rating de favorabilidad, no
interesa la responsabilidad democrática o la calidad de la discusión pública.
dígame». Dígales que «los periodistas son, todos, unos sinvergüenzas». Bue-
no, pero por qué, le pregunto. «Porque no tienen criterio para informar… y no
tienen criterio por falta de cultura general… y, además, como los que producimos
la información somos la gente de verdad, nos deberían pagar a nosotros más que
nosotros pagar por leerlos». Llego y cuento. Y los periodistas afirman que ese es el
mensaje que Rafael Correa, el presidente ecuatoriano, viene difundiendo todo
el tiempo y que ha logrado que baje a la gente de la calle. Bueno, eso, y que
la prensa que lo critica es corrupta. Y que la
Los gobiernos verdad es Él. Y en la misma historieta se en-
hipercomunicativos cuentran Hugo Chávez, Álvaro Uribe, Cristi-
na Fernández de Kirchner, Daniel Ortega…
han logrado bajar
el tema a la calle y Esta anécdota documenta un hecho evidente:
los gobiernos hipercomunicativos han logra-
convertir la calidad
do bajar el tema a la calle y convertir la ca-
periodística y la libertad lidad periodística y la libertad de expresión
de expresión en asuntos en asuntos de disputa política. Pero no solo
eso, han vendido que el asunto mediático es
de disputa política n
lo más importante de la democracia y el go-
bernar. Lo cierto es que estos hiperpresidentes gobiernan ofendiendo, incri-
minando, vociferando libertad cuando no la permiten para los otros, ya que
controlan los medios vía un proceso continuo de leyes, vigilancia, inspección
de contenidos y uso de publicidad oficial4. Pero a su vez, los medios de comu-
nicación se han olvidado de la calidad de la información y se han convertido en
grupos económicos y actores políticos. Esta batalla es una en la que «unos [los
gobiernos] atacan esgrimiendo una democratización de la información que no
practican ni ebrios ni dormidos, y otros [los medios] se defienden invocando
una libertad de prensa que siempre intentaron sofocar con sus medios y sus
prácticas empresarias», escribe el periodista Martín Caparrós5. Y los periodis-
tas ¿dónde quedamos?
el yo-periodista. Entonces, ofrecemos información sin valor, sin relato, sin emo-
ción. Hemos llegado a la sociedad insensibles ante las tragedias y los dolores
humanos, y solo importan las guerras si hay celebrities, interesan las hambrunas
si va la farándula, nos conectamos con las víctimas si hay alguien famoso. Lo
importante ha mudado a los consejos de belleza, sexo, salud, felicidad. Lo que
vende es un periodismo que evita los asuntos sociales y políticos que puedan
hacer pensar. Los periodistas hemos abandonado el producir conciencia sobre la
realidad. Así, los periodistas hemos llegado a ser productores de confusiones y
banalidades más que de comprensiones de la vida.
Los medios seguirán siendo buenos negocios y actores políticos, pero una so-
ciedad requiere y exige de buenas historias sobre su realidad, y esas histo-
rias solo las pueden proveer los buenos periodistas: esos que salen a la calle
a buscar desde dónde comprender la vida. A estos periodistas es a los que
vamos a seguir en el futuro: a esos que hacen reportería, cuentan historias en
las que podemos comprendernos como individuos y colectivos, nos ofrecen
un mapa de lo significativo en el mar de la información, nos indican modos
de comprender y maneras de imaginar nuestro presente. Hoy más que nunca
necesitamos al periodista como guía de la manada. No tenemos el modelo de
negocio todavía, pero sí tenemos los caminos: uno, el periodismo militante,
otro, el periodismo dj.
La militancia tiene su lado perverso: obliga a estar en un lado del mal, exige
escoger, manda a creer, violenta a tener una posición en el mundo: dios o el
diablo, él o yo, la civilización o la barbarie. Los dualismos evitan pensar pero
son cómodos, solo basta con creer. Y para creer solo se necesita de la emoción
de la fe. Las tercerías, los en-el-medio, los grises, esos buenos periodistas no
sirven: eso de la autonomía del pensar es muy aburrido y poco comprometi-
do en estos tiempos en los cuales predominan las causas políticas.
Que haya periodismo militante no está mal (en el fondo hay transparencia
porque se sabe desde dónde se habla), lo que es perverso y nefasto es que
lo disfracen de «verdad», «objetividad», «calidad», «libertad de expresión»,
«democracia». Para mí, todo periodismo es militante y debería ser transpa-
rente al decir públicamente en qué milita; así todos sabríamos desde dón-
de habla, enuncia, escribe, opina. Sería muy bueno ver cada noche algo así
como «bienvenidos a la información anti-k», «buenas noches a las noticias
en perspectiva k», «estas son las noticias uribistas de la mañana», «estamos
con la información chavista del mediodía o anti ch de la noche». La mili-
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Buenos periodistas, malos medios
7. Para ampliar este punto, v. O. Rincón: «El periodista dj es el medio» en Lila Luchesi (coord.):
Calidad informativa, La Crujía, Buenos Aires, 2013, pp. 9-31.
8. Francis Pisani, en junio de 2011, usa el mismo concepto del periodista curador, pero León lo
usó en 2008 y publicó un texto al respecto en 2009. Ver F. Pisani: «La curaduría de contenidos
en el mundo digital» en Clarín, 17/6/2011, disponible en <www.clarin.com/opinion/curaduria-
contenidos-mundo-digital_0_500949999.html>
9. J. León: «El periodismo del futuro: entre el cielo y el ombligo» en Esto no es un dibujo ani-
mado, Uniandes, Bogotá, 2009, pp. 162-171, disponible en <http://seminariofnpi.wordpress.
com/2009/09/01/el-periodismo-del-futuro-entre-el-cielo-y-el-ombligo/>.
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Omar Rincón
10. F. Pisani: «Curaduría: una noción clave en la era digital» en El Universo, 19/6/2011, disponible
en <www.eluniverso.com/2011/06/19/1/1431/curaduria-nocion-clave-era-digital.html>.
11. Barbie Zelizer: «Los periodistas norteamericanos y la muerte de Lee Harvey Oswald: narrati-
vas de autolegitimación» en Dennis Mumby (comp.): Narrativa y control social. Perspectivas críticas,
Amorrortu, Buenos Aires, 1997.
12. Esta idea y este fragmento ya aparecieron en Jorge Bonilla, Mónica Cataño, O. Rincón y J.
Zuluaga: De las audiencias contemplativas a los productores conectados, Javeriana / Eafit / Uniandes,
Cali, 2012.
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Buenos periodistas, malos medios
blog Pamplinas, otros más podrán estar con dj Josefina Licitra, y muchos más
encantados andarán con dj Cristian Alarcón, esto para hablar solo de Argen-
tina; pero podemos seguir y bailar y trinar al ritmo de dj Alberto Salcedo o
dj Daniel Samper Ospina en Colombia, o dj Alberto Barrera en Venezuela, dj
Juan Villoro en México, dj Patricio Fernández en Chile. Todos tienen ritmos
propios y hasta plataformas de baile distintas: unos en viejos medios, otros
en Twitter, otros en blogs… pero dan ganas de seguir sus modos de mezclar/
pensar/jugar/narrar: es el periodismo como experiencia.
2013 Gijón No 75
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