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Estrategia Internacional N° 8

Mayo/Junio - 1998

PRESENTACIÓN
Emilio Albamonte

INTRODUCCIÓN

Decíamos en Estrategia Internacional N° 7- Marzo- Abril... que el mundo estaba sacudido por vientos de
crisis y tambores de guerra... Que la razón subyacente era la crisis de acumulación capitalista que lleva 25
años de duración.

Decíamos que el imperialismo yanky que se había visto impedido de actuar frente a la crisis de Irak buscaría
otros lugares para tratar de asestar una derrota ejemplificadora a las masas del mundo... Sin embargo, la
indecisión para actuar frente a Irak aumentó en la coyuntura el caos mundial.

Para tratar de comprender la lógica más profunda de los acontecimientos, ya que como afirmaba León Trotsky
“dirigir es preveer”, vamos a intentar examinar las contradicciones de la situación mundial -en esta
presentación de este número de Mayo/ Junio de E.I.- desde el ángulo no del funcionamiento de la economía
capitalista como hicimos en el número 7, sino desde la lógica de la lucha de clases y de la política mundial
que como toda política es, según la definición de Lenin, “economía concentrada”.

Solo desde aquí es posible comprender contradicciones enormemente originales en la historia del mundo
moderno y quizá de la humanidad, como es el hecho de que las naciones más populosas y atrasadas de la
tierra, como son con sus 2.200 millones de habitantes la India y China, estén armadas con tecnología nuclear
de última generación mientras que las poderosísimas economías capitalistas de Japón y Alemania sólo tengan
armamento convencional.

Sólo utilizando la dialéctica, la teoría del desarrollo desigual y combinado, y saliendo del reino fetichista de
economistas, sociólogos e historiadores burgueses o pseudo- marxistas, podemos explicar estas y otras
paradojas de fin de siglo.

ALGUNOS PROBLEMAS TEÓRICO-POLÍTICOS CANDENTES

1989 liquidó el “impasse estratégico” establecido en los acuerdos de Yalta en febrero de 1945...

En muchas oportunidades, hemos explicado el rol contrarrevolucionario del stalinismo al fin de la Segunda
Guerra Mundial. Muchos marxistas y aún estudiosos burgueses serios comparten este análisis. Sin embargo,
el hecho de que el stalinismo haya sido una pieza (¿la pieza?) fundamental para estabilizar el orden mundial
de pos-guerra, no tiene para los izquierdistas impresionistas y los intelectuales a sueldo del gran capital
ninguna importancia para analizar la situación emergente de la disolución de ese orden.

Seamos más explícitos: la gran revolucionaria polaca Rosa Luxemburgo planteó que el camino del
proletariado estaba plagado de derrotas que sin embargo conducían a su triunfo inexorable.

Durante los 45 años que duró el acuerdo de Yalta, parecía que la frase de Luxemburgo carecía de sentido ya
que aunque hubo numerosísimas derrotas y crueles guerras, la sensación de todo el mundo era que en forma
evolutiva, o con revoluciones con direcciones cualquiera, el camino del proletariado conseguiría estar plagado
de victorias por lo menos en los países más importantes... La construcción de “Estados Obreros” -a los que
sólo los trotskistas llamábamos “degenerados y deformados”- en casi un tercio del planeta, el Estado de
Bienestar en Estados Unidos y sobre todo en Europa Occidental y hasta cierto crecimiento en las semicolonias
más prósperas daban la sensación de que la ideología de los sátrapas del Kremlin era correcta; de que,
coexistencia pacífica mediante, el “socialismo” se impondría inexorablemente al capitalismo. Visto desde
hoy, podemos afirmar que durante Yalta los sindicatos conseguían aumentos de salarios y un mejoramiento de
las condiciones de vida de las masas (siempre hablando esencialmente de los países más ricos o a lo sumo de
desarrollo intermedio), que el proletariado hizo grandes gestas triunfantes desde China a los Balcanes, desde
Cuba hasta Indochina, pero al ser cada uno de estos triunfos dirigido por ejércitos guerrilleros y direcciones
burocráticas enemigos de la autoorganización de las masas preparaban el camino, no del triunfo inexorable
del proletariado como pretendía Luxemburgo, sino el de la degeneración de esas conquistas parciales y
preparaban el camino a la hecatombe.

Todos los intelectuales, burócratas, reformistas y centristas, “amigos” de la URSS, de China, o Yugoslavia,
con sus alabanzas obscenas a las burocracias gobernantes que oprimían a los pueblos; y con su subordinación
en Occidente a los nacionalismos burgueses -como el peronismo o el cardenismo- o pequeño burgueses -como
el sandinismo-; eran apologistas de triunfos que preparaban el pase con armas y bagajes de esas burocracias a
agentes directos de la restauración capitalista, y de los “movimientos de liberación nacional” integrados,
como en Nicaragua y El Salvador, a los mismos ejércitos contrarrevolucionarios contra los que habían
combatido. En los países con fuerte peso proletario los sindicatos estatizados y bajo el control de la
burocracia, acabadas las migajas del boom de la posguerra, se transformaron en verdaderas “maquinarias de
guerra de la burguesía al interior del movimiento obrero”.

Es decir, que el camino abierto por Yalta estuvo plagado de “triunfos” que le abrieron el camino a
Reagan y a Thatcher y a su furiosa ofensiva anti-obrera de carácter mundial.

En esta revista sostenemos que durante el ´89 y hasta el ´91 se dieron una serie de revoluciones en el Este de
Europa, China y la URSS que fueron derrotadas (China), y desviada- estranguladas (Este de Europa y la
URSS) y una parte importante de esta revista está dedicada a evaluar la magnitud de estas derrotas (dossier
sobre la restauración capitalista).

Sin embargo, no olvidamos ni por un momento que las castas gobernantes stalinistas frente a las cuales las
masas insurgieron en el ´89, eran un elemento (¿el elemento?) central estabilizador del orden capitalista
imperialista... Por eso y por extraño que parezca, decimos que quizá esas derrotas en “Oriente” (que, como el
lector podrá apreciar, con ser profundas, para nosotros no tienen magnitud de derrota histórica),
contradictoria, dialécticamente, han vuelto ha poner a la historia que estaba parada sobre su cabeza, sobre sus
pies. ¿Qué queremos decir? Que como viene afirmando nuestra corriente (y mantenemos hoy), desde el ´89
asistimos a una verdadera ruptura del “impasse estratégico” que conseguía “victorias” relativamente “fáciles”
para el proletariado, fortaleciendo a las burocracias gobernantes o sindicales, las que a su vez trabajaban para
mantener el orden imperial.

Ahora, el proletariado está comenzando a recuperar su espontaneidad, las burocracias a las que se enfrenta
son de una magnitud enormemente menor a las del stalinismo o a la de la socialdemocracia en sus “épocas de
gloria”, su camino seguramente estará plagado de derrotas pero hay una luz al final del túnel, y es la
posibilidad de que las masas auto-organizadas triunfando no estén trabajando como durante Yalta para su
enemigo mortal, el orden capitalista imperialista.

¿Es la primera vez que el proletariado está sometido a esta paradoja, de que sus triunfos grandiosos preparen
una hecatombe? De ninguna manera. Los grandiosos partidos socialistas de principios de siglo que en
Alemania llegaron a tener más diputados que la suma de los partidos burgueses, fueron absolutamente
incapaces, dirigidos por burocracias sindicales y socialistas de palabra, pero nacionalistas chauvinistas en los
hechos, de impedir la hecatombe de la Primera Guerra Mundial.

Toda la historia del siglo XX es la historia de una sobrevida del capitalismo no por su creatividad, ni por el
funcionamiento dinámico automático de su economía, sino por utilizar grandes fuerzas estatales para
corromper a los Estados Mayores de sus sepultureros: la clase obrera.
Partiendo del apotegma de Luxemburgo, en esta Estrategia n°8 analizaremos “el curso plagado de derrotas”
en los ex Estados Obreros, y las promesas de victorias que abre la acción de las masas en diversos países y
continentes.

Australia, Bolivia, Dinamarca, Corea, desocupados franceses, jornadas revolucionarias en Indonesia


¿resistencia o contraofensiva de masas?

La inmensa mayoría de la izquierda mundial que sobreestimó el triunfo del imperialismo en Oriente y
subestimó sistemáticamente el hecho de que antes de ser estranguladas esas revoluciones se cargaron al
stalinismo, y en consecuencia debilitaron mortalmente el orden de Yalta, no puede comprender nada de lo que
sucede en el mundo.

¿Cómo puede ser si no fuera por la crisis del orden de Yalta que un país campesino y atrasado como la India
tanto bajo gobiernos de “izquierda” como bajo el actual de derecha chauvinista, haya desarrollado un
programa nuclear que está haciendo temblar a los jefes imperialistas reunidos en Inglaterra cuando estamos
cerrando esta revista? Los marxistas revolucionarios defendemos el derecho de las naciones oprimidas a
armarse contra el imperialismo (y denunciamos el reaccionario Tratado de No Proliferación de Armas
Nucleares que deja el monopolio de las mismas en manos de cuatro potencias), decimos que estas armas que
en manos de una revolución proletaria serían un eficaz medio de autodefensa frente al imperialismo, en manos
de la burguesía pueden llevar a guerras fratricidas aterradoras.

¿O cómo puede explicarse que en medio de semejante “derrota histórica” haya en Francia un ascenso obrero
que dura más de tres años, que volteó al gobierno de derecha que pocos años antes había aplastado a los
socialistas; que haya surgido un débil gobierno reformista PS-PC-Verdes y que, como contrapartida,
hundiendo a la derecha tradicional se desarrolle en los márgenes el partido racista y chauvinista de Le Pen
como un árbitro de la vida política francesa, y en el otro polo se produzcan grandes luchas de los desocupados
y en la “extrema izquierda” una fuerza trotskista como Lutte Ouvriere con más de un millón de votos?

Los que ayer hablaban o por lo menos pensaban que la caída de la URSS tenía las mismas implicancias
históricas que el triunfo de Hitler en Alemania, hoy hablan de “resistencia de las masas” frente a
acontecimientos como los que señalamos al comienzo de este título. No están haciendo una discusión seria
sino una adecuación a los acontecimientos que están haciendo temblar la tierra bajo sus pies. Sólo hubieran
sido serios, desde el punto de vista marxista -aunque no hubieran tenido razón- si hubieran planteado que tal
derrota histórica abría el camino a la liquidación de la democracia burguesa, al reinado del fascismo y a la
marcha hacia una eventual tercera guerra mundial. Pero es mucho pedir que la izquierda “light” piense
coherentemente. Hablaban de derrota histórica, al mismo tiempo que confiaban en el dinamismo del
automatismo económico burgués. Se habían tragado el cuento de que la historia no es de la lucha de clases,
sino que la hace Bill Gates y Microsoft. Con esos “izquierdistas”, discutir en términos marxistas es más difícil
que explicarle a un ciego de nacimiento el significado de los colores. Pero para los que queremos pensar en
términos de dialéctica materialista, la discusión de resistencia de masas o contraofensiva es esencial.
Luego del estrangulamiento de las revoluciones del ´89- ´91 en Oriente, el proletariado de Occidente fue
recuperando en forma tortuosa y a tientas su capacidad de combate que venía muy disminuida en la época de
Reagan-Thatcher.

Atravesó dos etapas, como planteamos en el artículo de “Restauración capitalista y “carrera de velocidad”
entre revolución y contrarrevolución”: a) etapa de revueltas (abierta por las mismas revoluciones del ´89) que
dura hasta el ´95; b) la huelga general de los estatales franceses abre una etapa de contraofensiva de masas en
numerosos países: entre los años ´96 a ´98, lo dominante en la acción de los explotados ha sido una
tendencia hacia la huelga general. Desde las “guerras obreras de Corea” de principios del ´97 hasta las
recientes huelgas generales de 20 y 10 días respectivamente en países tan distintos entre sí como la nórdica
Dinamarca y la semicolonial Bolivia. Además de los asalariados urbanos, en continentes enteros como
Latinoamérica estamos asistiendo a enormes luchas de los campesinos pobres y hambrientos (México, Brasil,
Paraguay, Ecuador, Bolivia, Colombia) y de los pobres urbanos y los desocupados, como vimos en 1997 en
Argentina con los levantamientos en Neuquén y Jujuy. La resistencia es por definición puntual y aislada.
La contraofensiva es por definición la tendencia a superar en la acción los límites de oficios y
profesiones y la del surgimiento de una tendencia a la unidad de acción de las distintas capas del
proletariado y de los pobres de la ciudad y el campo. Es por eso que para nosotros no hay ninguna duda de
que estamos asistiendo a una contraofensiva aunque esta tenga enormes limitaciones y contradicciones como
señalaremos más abajo.

Subjetividad y conciencia...

Que se haya roto el “impasse estratégico” y que haya comenzado a resurgir la espontaneidad obrera para
enfrentar la ofensiva del capital, no significa, no puede significar de ninguna manera, que las instituciones
del movimiento obrero estén vigorosas, o que su conciencia tenga objetivos alternativos al capitalismo
claramente definidos. Más bien, es un recomenzar desde cero, pero ¿qué esperan los “izquierdistas” que le
echan la culpa a las masas de esta situación? ¿Que 70 años de opresión de la burocracia stalinista en Oriente y
50 años de reformismo de sindicatos estatizados en Occidente iba a provocar un renacimiento de la
espontaneidad virginal como en los comienzos del movimiento obrero? Aquí podríamos parafrasear la frase
biblica diciendo “perdónalos señor, no saben de lo que hablan”. Los mismos centristas que se reclamaban
trotskystas que durante años vivaron a Ho Chi Min, a Fidel Castro, a Tito o a cuanto burócrata putrefacto
machacara los cerebros de los trabajadores, son los que hoy más acusan a las masas de su “atraso” y los que
más nos acusan a los marxistas revolucionarios de ser “exitistas” porque creemos que se ha roto el “impasse
estratégico”.

De nuevo discutir con esta gente nos sirve de poco, pero sin embargo los marxistas revolucionarios, debemos
tener una visión dialéctica y ajustada de la subjetividad del proletariado para trazar nuestro curso de acción.

El límite de esta contraofensiva de masas, es que todavía no surgen sectores de masas o de vanguardia que
tiendan a crear alas izquierdas de los sindicatos o instituciones alternativas a estos de tipo soviético. La idea
de revolución desapareció del pensamiento de las masas y aún de la vanguardia que está llevando
adelante las luchas actuales. Quizás este sea el efecto más deletéreo de las derrotas de la revoluciones
políticas iniciadas en el 89.

Esta falta de radicalización es el principal límite que tiene la actual contra-ofensiva de masas.
Sin embargo, Trostky plantea que cuando los factores objetivos y los subjetivos están abiertos en tijeras,
como sucede hoy, sólo nuevas catástrofes superiores como los cracks o las guerras vienen a restaurar la
“correspondencia” entre “el factor objetivo y subjetivo”.

¿Será en Indonesia, donde el proletariado y los pobres han perdido en pocos meses un 77% del valor de su
moneda el lugar donde los “sufrimientos inauditos superiores a los habituales” (Lenin), harán pegar un nuevo
salto a esta contraofensiva de masas? ¿O acaso será en Corea donde los sindicatos han comenzado a romper el
pacto que tenían con el nuevo presidente, empujados por una vanguardia que estuvo a punto de matar a
trompadas a los dirigentes sindicales cuando estos levantaron la huelga general hace dos meses en el sindicato
metalúrgico? ¿La “astucia de la historia”, que gustaba invocar Hegel, hará resurgir el marxismo
revolucionario en el terreno asiático, donde se concentra el proletariado más joven y poderoso del mundo, así
como surgió la revolución proletaria en la atrasada Rusia a principios de siglo y no en la adelantada Inglaterra
como había previsto Marx? No lo sabemos. Lo que sí creeemos, es que los hechos de Indonesia parecen
comenzar a marcar un nuevo punto de inflexión. Si es así, si se abre un proceso revolucionario, se acelerarán
los tiempos por lo menos en el Sudeste asiático y tendrá efectos benéficos para toda la contraofensiva que el
proletariado y sus aliados los campesinos y los pobres urbanos, están desarrollando en diversos países y
continentes.

Sólo si surgen procesos revolucionarios triunfantes, combinado con las lecciones que saquen los marxistas
revolucionarios y los obreros concientes de las inevitables derrotas parciales que habrá, puede resurgir una
nueva “subjetividad” del proletariado, es decir, nuevas instituciones de combate y una nueva “conciencia”,
sólo si se desarrollan procesos revolucionarios, surgirá un “centrismo de masas”, es decir, obreros en
transición entre la reforma y la revolución, y para esa situación y dentro de esa perspectiva, debemos realizar
nuestro trabajo preparatorio los marxistas revolucionarios hoy.
La crisis de dirección revolucionaria: por qué reconstruir la IV Internacional
y no la I, la II, la III, o construir la V

El problema de dirección revolucionaria del proletariado, hay que discutirlo estrechamente ligado al punto
anterior de la subjetividad y la conciencia de las masas.

Luego del ´89, la mayoría de los izquierdistas vulgares, e incluso la mayoría de los centristas que hablan en
nombre del trotskysmo, plantearon que, ya que habíamos sufrido una derrota histórica en la URSS y el Este,
la clave ahora era reunirnos todos los izquierdistas, para “aguantar el chubasco”. Los dirigentes del auto
llamado “Secretariado Unificado de la IV Internacional” plantearon que ya no había que distinguir más entre
reformistas y revolucionarios, sino entre partidarios de la “lógica neo-liberal” y los contrarios a ella, es decir,
nos planteaban una cierta vuelta a la Primera Internacional, uniendo a todos los obreros como si el sigloXX no
hubiera pasado. En realidad, lo que buscaban era “unirse” con los stalinistas resistentes, es decir, con los
reformistas de partidos como Izquierda Unida en España o Refundazione Comunista en Italia. Era una mezcla
de Primera Internacional y de la Tercera en épocas de Stalin, sin desdeñar siquiera -como lo hizo la Tercera
en época de Stalin- a los burgueses progresistas. Así vimos en Latinoamérica, durante cinco bochornosos
años, al Foro de San Pablo que reunía al sandinista Ortega con el terrateniente Cárdenas, el
socialdemocratizado Lula, los mandelistas de estas latitudes, Fidel Castro, los posadistas y hasta el Partido
Obrero que hoy habla de “reconstruir la IV Internacional en forma inmediata.”

En Argentina, desde donde editamos esta revista latinoamericana, el Movimiento Socialista de los
Trabajadores (MST), que era “el partido de Zamora”, hizo frentes sindicales estratégicos con los maoístas del
Partido del Trabajo y del Pueblo (PTP) acompañados por un frente electoral no menos estratégico, con los
stalinistas del Partido Comunista de Victorio Codovilla, odiado justamente por la clase obrera argentina, ya
que apoyó el golpe libertador del ´55 y la dictadura de Videla en el ‘76.

Otros, como el MAS luego de sus infinitas rupturas, partiendo del hecho cierto de que las instituciones de las
masas y la conciencia mansillada por el stalinismo parte desde muy abajo, extrajeron la peregrina idea de que
es una tarea de los revolucionarios- es decir de ellos mismos- “reconstruir la subjetividad del proletariado”.
¡Pequeña tarea! Más delirante aún si se piensa que hay que reconstruirla haciendo “propaganda socialista” en
libros y folletos... y actuando como secretarios de los burócratas sindicales en los conflictos obreros, como
planteamos en el artículo “Polémica con el MAS y la LIT”.

En Brasil, el Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), que es la principal fuerza trotskista en
dicho país, planteó alegramente que había un “proceso de recomposición del movimiento obrero mundial”,
confundiendo el hecho elemental de que las masas utilizaran y presionaran “in extremis” a los sindicatos
estatizados para autodefenderse con una “recomposición” del movimiento obrero y mundial,que, dicho sea de
paso, no plantean si es en clave reformista, centrista o revolucionaria. Como se ve, otro palabrerío “teórico”
sin sentido que cobre políticas oportunistas bien concretas.

Por una visión dialéctica de la superación de la crisis de dirección revolucionaria del proletariado...

Cada una de las Internacionales obreras, planteó y resolvió en cierta medida, los problemas y las soluciones
para que el proletariado pasara de ser una “clase en sí”, es decir objeto de explotación, a una “clase para sí”,
es decir, que liberándose libera a la humanidad de la esclavitud asalariada.

La Primera Internacional, con la alianza entre anarquistas y marxistas, constituyó a la clase obrera como un
sujeto político de carácter internacional.

La II Internacional creó los grandes partidos socialistas de masas, y los grandes sindicatos de masas,
transformando a la clase obrera en un sujeto con el cual ya no se podría dejar de contar. Luego de la
degeneración contra-revolucionaria de la II, cuando se despedazó frente a la Primera Guerra Mundial,
apoyando cada partido a su propia burguesía imperialista, en medio de la Primera Guerra Mundial, un grupo
de internacionalistas, en las Conferencias de Zimmerwald y Kiental, sentaron las bases de lo que luego de la
Revolución Rusa sería la III Internacional dirigida por Lenin y Trotsky, que puso en el orden del día la lucha
por la dictadura del proletariado, y cuyos Cuatro Primeros Congresos son las más grandes lecciones de teoría,
estrategia y táctica de la historia del proletariado.

Al tomar el poder la burocracia en la URSS, se conformó la Oposición de Izquierda que a través de distintas
etapas (y luego de que la burocracia llevara a la derrota de la revolución mundial, iniciando el camino hacia la
Segunda Guerra Mundial), se proclamó como IV Internacional en su Congreso fundacional de Septiembre de
1938. Esta Internacional no fue de masas como las otras tres, pero su fundación tiene la importancia histórica
de plantear una línea de acción que, a pesar del “impasse estratégico” de alrededor de 50 años, creado por el
fortalecimiento del stalinismo a la salida de guerra, y a pesar de la degeneración centrista que la llevó de
partido mundial organizado a movimiento de tendencias, permite que hoy exista el marxismo revolucionario,
aunque enormemente reducido y todavía aislado, por las razones que planteamos arriba, de la vanguardia y las
grandes masas. La grandeza de la IV Internacional, más allá del heroísmo de su lucha conjunta contra
nazismo y stalinismo, radica en que supo plantear el análisis de que el imperialismo se sobrevivía a través de
la utilización de las burocracias obreras, dentro de los estados donde se había derrotado al capitalismo, y a
través de su dirección de los sindicatos y de los partidos obreros reformistas también en los países capitalistas.
Su grandeza no sólo radica en la brillantez del análisis, sino en que formuló un programa de guerra contra
estas burocracias, enemigas internas del movimiento obrero. Lanzó el programa de revolución política para
liquidar a la casta burocrática en la URSS, y planteó que toda lucha seria es imposible, en cualquier país, sin
derrotar a las direcciones reformistas oficiales de las masas y sin que estas se autoorganicen para dar la
batalla. Que para poder triunfar en esta lucha doble contra los explotadores y sus agentes burocráticos, hace
falta un partido y una Internacional marxista revolucionaria que exprese la fusión de la intelectualidad
marxista y los sectores más perspicaces de la clase obrera revolucionaria.

Luego de este breve racconto, volvamos al problema de los problemas, el de la dirección revolucionaria del
proletariado. Si la historia fuera una cadena evolutiva y gradual de acontecimientos, si los saltos históricos no
estuvieran inscriptos en las leyes de lo existente, entonces tendrían razón los que opinan que partiendo de un
nivel de subjetividad tan bajo como el actual, abría que repetir toda la historia del movimiento obrero y
entonces la revolución proletaria no estaría a la orden del día sino que sería un problema a resolver “en los
próximos siglos”.

Sin embargo, como Trotsky señaló brillantemente en su “Historia de la Revolución Rusa”, la ley del
desarrollo desigual y combinado no plantea que no haya etapas, tanto en la naturaleza como en la historia. Lo
que Trotsky afirma es que fenómenos como las guerras o las revoluciones, pueden comprimir brutalmente
esas etapas; por ejemplo, Trosky afirmaba que en Rusia la “etapa democrática burguesa de la revolución”,
bajo el impulso de los sufrimientos inauditos causados por la guerra inteimperialista, había durado sólo seis
meses, de febrero a octubre de 1917. Sobre esas bases el partido bolchevique pudo explicar que la democracia
burguesa no solucionaría las demandas de “paz, pan y tierra” y, en diversas jornadas revolucionarias, fue
capaz de dirigir al proletariado organizado en soviets de una “conciencia democrático burguesa” a la
necesidad del poder obrero.

Pues bien, apliquemos esta misma lógica al problema de dirección revolucionaria del proletariado, en un
cierto sentido, y luego de la ruptura del “impasse estratégico” de Yalta, hay que volver a cumplir tareas que se
plantearon, y por períodos resolvieron las otras internacionales. Sin embargo esto, al igual que la subjetividad
y la conciencia no será un proceso evolutivo. Impulsados por el látigo de la crisis de los cracks y de las
guerras, partidos revolucionarios que tengan en claro que no hay sólo una lucha contra el capital, sus
gobiernos, regímenes y Estados, sino, simultáneamente, en los momentos decisivos, con las burocracias
corrompidas de los sindicatos y los partidos obreros; partidos cuartainternacionalistas con esta estrategia
pueden lograr que el proletariado en pocos meses, en el curso de una revolución, adquiera instituciones y una
conciencia que sinteticen toda la experiencia histórica de su clase. Es decir, cumplir el rol de pluma que
incline la balanza hacia el lado de la lucha por la dictadura del proletariado.

Es por eso que, a la caída del stalinismo, y ante las nuevas mediaciones reformistas y centristas que está
intentando montar el sistema imperialista mundial para mantenerse en vida, es enormemente necesario hoy,
en esta etapa preparatoria, avanzar a reconstruir una IV Internacional que encarne la fusión de lo mejor de la
vanguardia obrera y los marxistas revolucionarios. Para esto hay que comenzar derrotando a los centristas que
usurpan el nombre del marxismo revolucionario, es decir del trotskysmo. Para avanzar en este camino desde
la Fracción Trotskista que edita esta revista llamamos a los trotskystas principistas a dar pasos hacia un
Comité de Enlace por la reconstrucción de la IV Internacional.

*****

En este número de Estrategia Internacional, nos explayamos sobre dos de los hechos más importantes de la
actualidad de la lucha de clases mundial: los acontecimientos que sacuden a Indonesia y la huelga general
boliviana; también informamos brevemente sobre otras grandes huelgas parciales o generales en distintos
países y continentes.

En el dossier sobre restauración capitalista, intentamos analizar con un método dialéctico las relaciones entre
el proceso de restauración capitalista en general y en Rusia y en China en particular, con las tendencias
mundiales entre revolución y contra-revolución.

Polemizamos en otro artículo contra la teoría socialdemócrata del MAS sobre los Estados Obreros y su
contrapartida estatista burguesa del PSTU de Brasil.

Realizamos una entrevista a Al Richardson, quien es editor jefe de Revolutionary History, una prestigiosa
revista inglesa de historia del movimiento trotskysta, sobre el rol de los trotskystas en la Segunda Guerra
Mundial.

También en nuestra sección abierta, el compañero Gustavo Gamboa de la dirección nacional del Partido
Obrero Revolucionario de Argentina, plantea su concepción de internacionalismo proletario.

Por último, publicamos la segunda parte del artículo Trotsky-Breton (que reproducinos con autorización de
Pierre Broué, director de los Cahiers León Trotsky editados en Francia).

18 de Mayo de 1998

Estrategia Internacional N° 8
Mayo/Junio - 1998

JORNADAS REVOLUCIONARIAS EN INDONESIA

Claudia Cinatti

Todo indica que Suharto, el dictador que gobernó Indonesia durante 32 años, tiene los días contados. Luego
que el gobierno lanzara un plan acordado con el FMI que pegaba un nuevo y durísimo golpe a los
trabajadores y las capas medias, ya enormemente empobrecidos por las consecuencias de la crisis
económica, las revueltas de los pobres que se venían desarrollando casi desde el inicio de la crisis y los dos
meses de continuas movilizaciones estudiantiles dieron un salto transformándose en verdaderas jornadas
revolucionarias al grito de “¡Abajo Suharto! ¡Abajo los precios!”. Levantamiento de los estudiantes y
jóvenes trabajadores en la ciudad de Medán (tercera del país); movilizaciones estudiantiles en Yakarta
reprimidas por la policía que no hicieron más que desatar la ira popular; decenas de miles de hambrientos
saqueando supermercados y atacando los símbolos del poder, como los bancos, algunas de las sedes
gubernamentales, los barrios residenciales, algunas de las empresas de la familia de Suharto y los comercios
de la rica minoría china en Yakarta el jueves 15 y el viernes 16 (con miles de edificios incendiados): son
estos hasta hoy los hitos de acciones que se suceden a diario y que están llevando a la crisis terminal de un
régimen que hasta hace pocos meses era presentado como modelo de estabilidad por el imperialismo.
Las consecuencias de estas grandes acciones de masas no sólo se están haciendo sentir en Indonesia, el
cuarto país más poblado del mundo. Han provocado, en el marco del hundimiento económico de los antiguos
tigres asiáticos, la caída de las bolsas en el conjunto de la región, principalmente en Hong Kong y Singapur,
y ya está planteando el temido “efecto contagio”. Es que las masas de la región están soportando las mismas
medidas de ajuste impuestas por el FMI a cambio de sus “paquetes de rescate”, y no se puede descartar que
las llamas de Yakarta terminen por enceder la pólvora de la clase obrera y sectores explotados, como el
poderoso proletariado de Corea del Sur. La cumbre del G8 tuvo que tratar la crisis en Indonesia como uno
de sus temas centrales, sin poder darle ninguna respuesta concertada.
Las jornadas revolucionarias de Indonesia anticipan un nuevo salto en el proceso de contraofensiva de
masas que se viene desarrollando en varios países desde 1995.

Un salto descomunal en la miseria de las masas y el odio a la dictadura de


Suharto: los motores de las jornadas revolucionarias
Luego de años de “prosperidad”, la crisis asiática ha provocado una catástrofe económica en Indonesia: la
moneda perdió el 70% de su valor, los precios de los alimentos básicos se han disparado, desatando una
escalada inflacionaria llevando a un empobrecimiento brutal a la mayor parte de la población. La
desocupación trepó a 13 millones de desempleados de 2,5 millones que había el año pasado.

En este marco de crisis y luego de meses de tira y afloje, el 4 de mayo Suharto lanza un brutal plan de ajuste
acordado con el FMI. Mientras quedan intactos los intereses y las enormes fortunas amasadas por Suharto, sus
familiares y favorecidos, todo el peso de la crisis se descarga sobre las masas.

El gobierno le quitó el subsidio a los combustibles, llevando a un aumento del 70 % en el kerosene, el


combustible con el que cocinan los pobres, el precio de la electricidad subió un 60%, el transporte el 66% y el
precio de los boletos de tren un 100%.

Este salvaje plan de ajuste colmó la paciencia del movimiento de masas, que como parte de la crisis asiática
sufrió una abrupta caída en su nivel de vida, llevando a la desesperación a millones de personas que quedaron
en la miseria absoluta. Este aumento descomunal de la miseria de las masas es lo que motoriza su odio al
régimen dictatorial al que responsabilizan por la crisis

Los estudiantes actuaron como catalizadores de la rebelión popular. Sus consignas de “Abajo los
precios” “Abajo Suharto” cohesionaron el odio de la población contra el régimen y el plan del FMI,
combinando las demandas económicas y democráticas de las masas.

La muerte de seis estudiantes durante una movilización a manos de la policía fue el desencadenante para la
generalización de la rebelión entre los sectores explotados y oprimidos, en especial los millones de jóvenes
desocupados. Es que los estudiantes, tras meses de movilizaciones contra la dictadura, se habían ganado el
respeto de toda la población. Con la irrupción de los pobres urbanos las movilizaciones se transformaron en
revuelta generalizada: “Una amenaza mayor vino de las movilizaciones de jóvenes que fluían de los ghettos
de la ciudad, a la mañana temprano. Esta gente, que fue duramente golpeada por el espiral de desempleo de
Indonesia, dio vuelo a sus sentimientos libremente de todas formas posibles, contra todo lo que encontraba a
su paso”. (New York Times, 15-5). La incorporación de este sector a la protesta fue lo que le dio un carácter
mucho más violento: “Esta gente no ha tenido ninguna salida para sus frustraciones (...) Cuando piensan en
política, sólo piensan en ‘quemar todo’” (NYT, 15-5), comenta un ex activista estudiantil que participó en las
luchas contra la ocupación de Timor en 1974.

Las acciones de las masas han transformado a la crisis económica en una crisis política descomunal, abriendo
un proceso revolucionario en el país.
Elementos de la situación revolucionaria
1- El crack de las economías del sudeste asiático que hundió los países de la región desde octubre del año
pasado y del que se espera un nuevo salto. Los planes de “salvataje” lanzados por el FMI y las potencias
imperialistas con el concurso de los gobiernos locales lejos de restaurar la estabilidad han exacerbado la lucha
de clases en la región, de la que Indonesia es el punto más alto.

2- Las insoportables condiciones de vida de las masas que las empujan a acciones cada vez más decididas y
generalizadas, es decir, a la realización de acciones históricas independientes. “De lo que no hay duda es de
que la multitud embrutecida y fuera de control está provocando una situación caótica en el cuarto país más
poblado del mundo. La mezcla de la ira estudiantil y la agresividad de la policía antidisturbios parece
condenar a las ciudades de Indonesia a una escalada de violencia imparable, en la que cobra protagonismo
un ejército de pobres que crece por días en los umbrales de las ciudades de este país asiático” (The
Guardian, 15-5).

3- La división de la clase dominante ha abierto brechas en las alturas. Esta se expresa en:

a) El giro de la oposición, que de sus tímidas críticas pasó a pedir abiertamente la renuncia de Suharto. “Los
llamamientos para que Suharto deje el cargo, realizados por Amien Rais, líder del movimiento musulmán
Mohamediya que se atribuye unos 28 millones de seguidores, han encontrado eco en los descontentos. La
crisis está dando impulso a la creación de un frente común, en el que se encontrarían Rais, Megawati, hija
del presidente Sukarno, y el líder de la mayor organización musulmana, Abdurrhaman Wahid” (The
Guardian 15,5). En los últimos días este frente fue formado en lo que algunos analistas denominan “un
gabinete en las sombras” y convoca a movilizaciones de masas para el día miércoles 20 de mayo, día de la
independencia nacional.

b) El intento del Golkar, el partido de Suharto, con el acuerdo de las distintas fracciones en que está dividido,
de lograr la renuncia de Suharto y permitir una “salida constitucional”. Esto fue señalado el lunes 18 por
Harmoko, presidente del Parlamento, ante miles de estudiantes que se habían movilizado a la puerta del
Congreso y confraternizaban con los soldados. Harmoko también anunció que la directiva de la “Asamblea
del Pueblo” (máximo órgano constitucional) se reuniría para este fin en los próximos días. Una decena de ex
generales del ejército, antes leales al Presidente también apoyaron esta salida.

Esto es continuación del surgimiento la semana pasada de una importante fracción del Golkar que levantaba
el pedidio de renuncia del dictador. Esta actitud del partido gobernante es el indicio más importante de
rebelión abierta de la maquinaria política que ha gobernado Indonesia por más de tres décadas. “‘Si no se
margina pacíficamente, debemos forzarlo a irse’, dijo un dirigente” (La Nación, 16-5).

c) El ejército, el pilar fundamental del régimen, fue desbordado. El General Wiranto, jefe del Ejército y
Ministro de Defensa, declaró ante una audiencia parlamentaria el sábado 16 de mayo que “preferíamos usar
la prevención y la persuación, y que sólo se reprima en casos extremos, no estábamos preparados para
enfrentar crisis en todas las grandes áreas” (La Nación, 16-5). Ante el embate de las masas las Fuerzas
Armadas del régimen evidenciaron fuertes signos de desgaste y división, como se vio en las movilizaciones
en las que, mientras la policía -aparentemente ligada al general Prabowo, yerno de Suharto, y que según la
prensa internacional es el referente de los sectores anti-chinos e islamistas de las Fuerzas Armadas- reprimía
salvajemente; algunos batallones del ejército, principalmente los marines, no sólo no intervenían en la
represión sino que incluso confraternizaban con los manifestantes. “Las fuerzas armadas hoy aparecen
profundamente divididas alrededor de cómo responder a la continua rebelión. Al menos una unidad de
Marines(...) marchó con los manifestantes, y se implicó en un tenso enfrentamiento con la policía antimotines
en una esquina, que disparaba gases y balas de goma para dispersar a la multitud. (...) En la intersección de
las calles Salemba Raya y Pramuka, los marines formaron un cordón entre los manifestantes y la policía,
tratando de protegerlos. Los periodistas dijeron que los marines cantaban obscenidades contra la policía (...)
Los diplomáticos dicen que el espectáculo de los marines alineados con los manifestantes y enfrentados
públicamente a la policía, debe ser insoportable para Suharto, que por primera vez en más de tres décadas
de dirección, debe cuestionar la lealtad de al menos una fracción de sus fuerzas armadas”. (The Washington
Post, 14-5)

d) Estas brechas en las alturas están expresando como las acciones de las masas vienen carcomiendo los
pilares del régimen. “Alain Dupont, analista de la Universidad Nacional de Australia, analizó así los
acontecimientos: ‘Hay que verlo en el contexto de una extraordinaria crítica contra el régimen por parte de
individuos y organizaciones que eran pilares de la estructura de poder’. Las clases liberales están
favoreciendo las protestas” (El País, 14-5).

4- Las potencias imperialistas que hasta hace días atrás consideraban a Suharto como el único líder confiable
para hacer pasar el plan del FMI, empezaron a cambiar su posición a medida que crecía la rebelión de las
masas. Como comentan periodistas internacionales, en relación a la cumbre del G8, “los líderes occidentales
no mostraron demasiado simpatía por su colega Suharto”. Sobre una eventual caída de Suharto, Clinton, el
más renuente a retirar el apoyo al dictador, dijo que “esa posibilidad está en manos del pueblo indonesio” y
urgió al gobierno a que inicie rápidamente reformas políticas y el diálogo. El presidente francés, Chirac fue
más explícito “Indonesia necesita un líder capaz de adoptar las medidas necesarias para poner fin a la crisis
del país. No debemos olvidar que ya hemos destinado 40.000 millones de dólares a Indonesia, pero está claro
que las medida económicas que se deben aplicar para acotar la crisis no se pueden adoptar en medio de la
actual situación política” (Clarín 16-5). Este giro en la política imperialista es una muestra de cómo la
rebelión popular cambió el escenario y abrió en Indonesia una situación llena de incertidumbres.

5- El giro a la izquierda de la clase media que se formó al calor de los años de la “prosperidad”, y que vio caer
drásticamente sus condiciones de vida con el estallido de la crisis, y de millones de jóvenes con aspiraciones
de lograr ascenso social, dejó prácticamente sin base social al régimen de Suharto. “En la década pasada, la
joven generación indonesa había sido intoxicada por una riqueza siempre en expansión y expectativas cada
vez mayores. Ahora todo esto se ha evaporado -y los jóvenes acusan al régimen de Suharto de permitir que la
corrupción y el nepotismo liquiden sus sueños”. (Newsweek 11-5) Esta desilusión de millones de jóvenes los
ha unido a los trabajadores y los pobres de las ciudades en su odio al régimen y a las duras consecuencias de
la crisis económica.

Perspectivas del proceso revolucionario en curso


Con las grandes acciones que señalamos al principio la situación revolucionaria devino en crisis
revolucionaria, es decir, una situación donde el embate de las masas provocó que las instituciones sobre
las que se asentaba el dominio burgués perdieran el control y donde no está claro cuáles podrán
reemplazarlas. La profundidad del proceso puede verse en que quizás el último intento de Suharto por
mantenerse a flote, el retiro de todos los aumentos de precio, no surtió ningún efecto: la población sigue
exigiendo su retiro inmediato. La pérdida de Suharto de toda base social y todo punto de apoyo acerca su
destino al de viejos dictadores como Marcos en Filipinas -que cayó producto de un levantamiento de masas en
1986- o Mobutu Sese Seko en Zaire, que fue derrocado el año pasado. Ante el temor que la continuidad de
Suharto al frente del gobierno radicalice aún más al movimiento de masas se esbozan distintas variantes
burguesas. Aunque con diferencias, los miembros del partido gobernante en el Parlamento y la oposición
están buscando concertar una salida de Suharto “por medios constitucionales” que canalice el odio de las
masas y preserve al ejército. En este marco se inscriben tanto el llamado del Parlamento a la renuncia del
dictador, como la política del líder musulmán Amien Rais y la hija del ex presidente Sukarno. Para esta
perspectiva esperan que se defina el Jefe del Ejército Wiranto, más proclive al diálogo con la oposición que el
segundo jefe Prawobo, yerno de Suharto. Hasta el momento Wiranto no se ha pronunciado por esta salida ya
que teme que tal decisión profundice las enormes brechas existentes en el Ejército.

Pero cualquiera sea el desenlace inmediato lo cierto es que la situación ya ha avanzado demasiado como para
contenerla en un solo acto. Las masas golpearon primero. Como dice un analista “El sentido común aquí
siempre había sido de que cuando la situación se volviera la suficientemente caótica, los generales de la
fuerzas armadas irían a decirle a Suharto que había llegado el momento de que diera un paso al costado.
Pero esto supone que habría una unidad alrededor de quién lo remplace”. El mismo termina señalando:
“Hay un acuerdo general sobre la necesidad de cambio -pero no una respuesta específica a la pregunta
¿Cambiar hacia dónde?” (Washington Post, 14-5)

Mirando un poco hacia atrás podemos ver cómo día a día la emergencia de las masas fue volviendo
impotentes las respuestas que se proyectaban para contenerlas. Ante las crecientes movilizaciones
estudiantiles que golpeaban al régimen desde febrero, el sector del ejército que responde al General Wiranto
había empezado a plantear una salida de reformas políticas graduales, tratando de conformar a las estudiantes
sin desafiar directamente a Suharto. La revuelta generalizada de estos días liquidó este plan de transición
pacífica y ordenada. Como plantea Far Eastern Economic Review del 14-5, “La tragedia acontecida en las
calles de Yakarta redujo drásticamente esta salida intermedia, debilitando los esfuerzos del ejército de guiar
el proceso de reformas pacíficamente”.

La salida de un golpe bonapartista contra las masas no cuenta con una base social sólida, aunque no puede
descartarse una acción de este tipo lanzada por un sector del ejército si no se logra una salida concertada o las
masas se desgastan. El caos generado por los levantamientos (500 muertos en la capital) no logró dividir al
pueblo pobre de las capas medias que siguen reclamando la salida del dictador. Esta salida era alentada por
los sectores más ligados al clan Suharto, en especial su yerno el general Prawobo, que según algunos analistas
ha estado detrás del ataque a algunos de los blancos de la minoría china, con el objeto de sembrar el caos y
crear las condiciones para la imposición del “orden”. La poca viabilidad de esta salida fue señalada por un
cronista un día antes de los sucesos en Yakarta: “Un escenario ampliamente discutido sería que Suharto
podría estar preparándose para imponer la ley marcial o invocar poderes de emergencia (...) Pero un curso
así de dramático acarrearía un costo potencialmente alto, tanto desde el punto de vista interno como
internacionalmente. Internamente, imponer la ley marcial podría probar severamente la capacidad de los
400.000 miembros de las fuerzas armadas para mantener el orden en este vasto archipiélago; muchos creen
que la fuerza, relativamente pequeña para la población de 200 millones, estaría mal preparada si se viera
obligada a enfrentar grandes estallidos simultáneos en varias ciudades” (Washington Post, 14-5). Si esto
igual ocurriera precipitaría posiblemente a la guerra civil abierta.

La oposición al régimen de todas las clases fundamentales de la sociedad, que dejó por ahora sin base
social la salida bonapartista ha alentado la variante que podríamos llamar “a la Filipina”, que busca
evitar que las jornadas revolucionarias que estamos viviendo se transformen en insurrección obrera y
popular que liquide revolucionariamente al régimen de Suharto y a su pilar, el Ejército. Buscan evitar
también que en el curso de la movilización, las masas tomen en sus manos, independientemente de las
variantes burguesas que hoy se postulan, desarrollando organismos de democracia directa, la
resolución de las demandas de “pan y libertad” que motorizan el actual proceso revolucionario.

En Filipinas en 1986 se desarrolló un proceso revolucionario, ante el cual, después de meses de


movilizaciones de masas y agitación social que provocaron un enorme desgaste al dictador Marcos, Juan
Ponce Enrile, ministro de defensa del gobierno por quince años y Fidel Ramos, futuro comandante en jefe del
ejército le quitaron el apoyo a Marcos y le exigieron su renuncia, uniéndose a los reclamos de la oposición
burguesa y de la iglesia católica (pasada a la oposición apenas poco tiempo antes). En otras palabras, ya que
era imposible conseguir una transición pacífica en el poder por el empecinamiento de Marcos, forzar que su
inevitable caída fuera hecha por dos hombres de toda la confianza del imperialismo y la iglesia, anticipándose
en forma más o menos preventiva a la acción independiente del movimiento de masas.

Esta política de “reacción democrática” fue posible en Filipinas por el terrible peso en el movimiento de
masas de la iglesia católica, que transformaba las movilizaciones en misas junto a “Cory” Aquino (esposa de
un reconocido opositor burgués a Marcos asesinado en 1983), y rezaba para que Marcos le entregara el poder,
y por la presencia de las bases militares yanquis en el propio país. Para contener a las masas “por izquierda”
estaba el NEP (Nuevo Ejército del Pueblo, guerrilla maoísta, esencialmente campesina, que fue enemiga de la
revolución obrera y su estrategia era un “gobierno de coalición democrática”, es decir, con un ala de la
burguesía) y su organización política, el Partido Comunista de Filipinas.
Hoy en Indonesia el imperialismo no cuenta ni con presencia militar suficiente para hacer frente a un
levantamiento generalizado en el archipiélago, ni con grandes instituciones confiables y con peso entre las
masas como la iglesia católica en Filipinas.

Para Indonesia, un plan de reacción democrática del tipo filipino puede llegar demasiado tarde. La revuelta
generalizada de las masas estalló después de una espectacular crisis económica, que hundió al sudeste asiático
y que no deja ninguna perspectiva para las masas de mejorar su situación, y es muy difícil convencer a
millones de personas hundidas en la miseria, que la estabilidad política traerá la estabilidad económica.
“Necesitamos un período de transición”, dijo Laksamana Sukardi, economista y consultor, asesor de la
opositora Megawati Sukarnoputri. “Post-Suharto, la economía va a ser terrible. No se va a recuperar
rápido....Lo que necesitamos es un lider que tenga influencia y que sea respetado por el pueblo, que pueda
decirle a 200 millones indonesios que tienen que sacrificarse todavía más”. ¡Lástima para la burguesía que
ese líder aún no existe! Por su parte, Salim Said, analista de las fuerzas armadas indonesias, dijo que “El
período de transición que seguirá a Suharto será políticamente caótico. No esperen una democracia, como en
Filipinas, porque no hay una clase media que sea el pilar de la democracia”. (Washington Post, 17-5). Es
que las masas se han levantado audazmente no sólo contra la dictadura sino contra la miseria impuesta
por el FMI. Su insoportable situación, hace que cualquiera de estas variantes si no se basa en una
derrota en las calles, o en un desagaste de la energía de las masas, sea completamente transitoria y que
estemos ante un escenario donde las convulsiones van a continuar los próximos meses. Cualquiera sea el
régimen que surja va a tener la debilidad de todo régimen kerenskysta, haciendo un paralelo con los gobiernos
que siguieron a la caída del Zar en febrero de 1917 en Rusia.

El proletariado debe transformarse en


caudillo de las masas explotadas y oprimidas
La debilidad más grande que presenta el carácter actual de la acción de las masas para que este
proceso se transforme en revolución proletaria es que la clase obrera -salvo algunas huelgas locales- no
ha intervenido aún como con sus propios métodos y política. Hasta donde sabemos tampoco se han
desarrollado órganos de democracia directa de las masas, como fueron, por ejemplo, los “shoras” (consejos)
en la revolución que liquidó al régimen del Sha en Irán en 1979. La inmadurez política de las masas puede
verse en que son los estudiantes los que asumen la representación política del pueblo (a la manera que en la
revolución de febrero en Rusia lo hacían los profesores) y en que cuando es el pueblo pobre el que se expresa
directamente lo hace “quemando todo”. Gran parte de las masas confía en que sus acciones pueden presionar
a que un sector del Ejército se ponga de su lado, y no hay aún tendencias al armamento del pueblo.

En estas falencias se apoyan los distintos intentos burgueses que señalamos antes. Sin embargo, como
dijimos, las condiciones más generales hacen difícil que pueda imponerse una salida reaccionaria (o
directarmente contrarrevolucionaria) fácilmente. Aunque salvo en Medan, donde la juventud obrera jugó un
papel de vanguardia, la clase trabajadora actuó diluída en el pueblo en estas primeras jornadas
revolucionarias, no hay nada que diga que no vaya a comenzar a intervenir en el próximo período con sus
propios métodos. Es que la enorme crisis en las alturas y las acuciantes condiciones económicas empujan a
esto. En la entrada en escena del movimiento obrero y de masas se juega el destino de la revolución hoy
abierta en Indonesia. La clase obrera debe mostrar el camino para resolver las tareas planteadas por
las recientes jornadas revolucionarias. Ella es la única clase que está en condiciones de dar solución al
hambre y la miseria que sacuden a las masas, echando al FMI y expropiando y poniendo bajo control obrero
las propiedades del clan de Suharto, los grandes capitalistas y las fábricas de los burgueses que están huyendo
del país ante el levantamiento popular. La clase trabajadora debe también enfrentar la trampa de los que hoy
se presentan como demócratas (ya sea miembros del régimen que se pasan a la oposición, Amien Rais u
opositores de más larga data como la hija del ex Presidente Sukarno) y buscan servirse de la movilización
popular para servir desde el poder al mismo amo que Suharto: el imperialismo y el FMI. En esta dirección la
clase obrera debe impulsar audazmente el desarrollo de organismos de democracia directa de las masas y su
armamento. Este es el camino para que el proletariado se convierta en caudillo de las masas levantadas, rompa
con el imperialismo, derroque al régimen e imponga un gobierno obrero, campesino y popular.

Estrategia Internacional N° 8
Mayo/Junio - 1998

POR EL MUNDO
AUSTRALIA DINAMARCA SURCOREA

Silvia Novak

AUSTRALIA
LOS ESTIBADORES DERROTARON LA OFENSIVA THATCHERISTA

El triunfo de la lucha de los estibadores australianos configuró un golpe al plexo del gobierno de la Coalición
Conservadora encabezado por el primer ministro Howard. Más allá del hecho que las negociaciones aún
continúan, y de que el gobierno, la patronal y la burocracia sindical del MUA buscan limitar por esa vía el
triunfo obtenido por los estibadores, popularmente llamados "wharfies", el triunfo por ellos obtenido ha
desbaratado la ofensiva conservadora de neto corte thatcherista. Los "wharfies" transformaron una huelga
defensiva contra los despidos en una gran contraofensiva, y en una verdadera prueba de fuerzas de alcance
nacional, y su triunfo volcó categóricamente la relación de fuerzas a favor de las masas, después de quince
años de derrotas parciales y pérdida de conquistas*.

La coalición Conservadora llegó al poder en marzo de 1996, después de trece años de gobierno laborista. El
Partido Laborista y la burocracia sindical habían logrado debilitar la fuerza de la clase obrera mediante la
política de pacto social; habían logrado ir socavando sus conquistas, permitiendo los contratos de medio
tiempo y de duración determinada, aumentando la productividad, etc. Esta política de los laboristas y la
burocracia sindical provocó la desilusión de los trabajadores, y permitió la llegada al gobierno de los
conservadores en marzo de 1996.

Los Conservadores lanzaron una ofensiva thatcherista, poniendo como eje de su política la reforma de las
relaciones laborales. Aprobaron en el parlamento una nueva ley laboral que solamente reconoce capacidad de
negociación a los sindicatos en aquellas empresas en las que más del 51% de los trabajadores estén afiliados,
y que alienta la sustitución de los contratos colectivos por contratos individuales. La ley también prohibe la
realización de huelgas de solidaridad, e impone fuertes multas al sindicato que las realice.

La ofensiva conservadora era claramente una declaración de guerra contra el conjunto de la clase obrera. Su
objetivo era el mismo que el Margareth Thatcher en Gran Bretaña: quebrar la espina dorsal del movimiento
obrero, sus sindicatos, con el objetivo de reducir los costos laborales, aumentar la productividad, y de esta
forma acrecentar la competitividad de la economía australiana, frente al panorama de crisis económica
mundial y, en particular, frente a las devaluaciones de los países del Sudeste Asiático.

La ACTU (Central Obrera australiana) y las burocracias de los demás sindicatos, plantearon, frente a este
ataque del gobierno, una posición negociadora, incapaz de parar en lo más mínimo la ofensiva conservadora.
Para llevar adelante su contraofensiva, el gobierno eligió como blanco principal al MUA (Sindicatos de
Trabajadores Marítimos de Australia). Los trabajadores portuarios venían resistiendo ferozmente todo intento
de ataque a sus conquistas, de aumento de productividad y de precarización laboral, y poseen una larga
tradición combativa. Sabían que si quebraban a los portuarios, la ofensiva pasaría luego fácilmente sobre el
conjunto de los trabajadores australianos.

El gobierno, junto con la patronal de la Patrick, una de las principales empresas operadoras de los puertos,
prepararon la guerra con anticipación, bajo la total pasividad de la burocracia del MUA y de la ACTU.
Durante seis meses, la gran patronal terrateniente adiestró en el puerto de Dubai cedido por la Patrick, a
cientos de carneros, y los preparó para ocupar los puertos. Mientras tanto, la Patrick, bajo cobertura del
Ministro de relaciones laborales, se reestructuró a sí misma creando la pantalla de cuatro subcontratistas sin
capital, a las que transfirió a sus trabajadores. Cuando tuvieron todo listo, el 7 de abril, lanzaron la guerra. Esa
noche, los carneros, vestidos con uniformes paramilitares y llevando perros de presa, atacaron los puertos y
los ocuparon. A la mañana siguiente, los estibadores se encontraron con las puertas cerradas, y con la noticia
de que todos ellos, los 2.100 trabajadores de la Patrick, habían sido despedidos.

El gobierno y la patronal intentaron así una derrota en profundidad de la clase obrera, al estilo de la que llevó
a cabo la Thatcher contra los mineros ingleses en 1984. Pero, a diferencia de aquella heroica huelga, cuya
derrota permitió el triunfo de la ofensiva thatcherista, la lucha de los estibadores australianos consiguió un
primer gran triunfo, quebrándole el brazo al gobierno y la patronal.

UNA RESPUESTA OBRERA A LA ALTURA DEL ATAQUE CONSERVADOR

El 8 de abril comenzaron a conformarse los piquetes de estibadores frente a las entradas de los puertos. La
burocracia sindical del MUA dejó correr los piquetes, que son una tradición en la clase obrera australiana,
pero en vez de organizar la lucha y apelar a la solidaridad de los demás sindicatos y de la ACTU, se jugó a la
carta de la justicia, denunciando a la Patrick por conspiración ante los tribunales.

Pero la enorme repercusión que comenzaron a tener los piquetes, la solidaridad de otros trabajadores,
estudiantes, amas de casa, desocupados, etc., que se acercaban a los piquetes, y contribuían a defenderlos de
la represión policial, fueron transformando la lucha de los estibadores en un acontecimiento de alcance
nacional. La clase trabajadora, con un sano instinto, entendió rápidamente que la derrota de los estibadores
sería la derrota de todos los trabajadores: "Si no ganamos, van a atacar a todo el mundo y entonces, será
realmente una sociedad con sólo dos clases. Quieren crear esclavos, con un sector super rico y el resto en la
pobreza total y con total ausencia de derechos", declaraba un trabajador. Trabajadores de la construcción,
empleados públicos, metalúrgicos, de la Electricidad y petroleros, participaron en los piquetes y en las
manifestaciones. Incluso, a pesar de la prohibición, varios sindicatos hicieron acciones y huelgas de
solidaridad. Conocidos actores, y también el antiguo capitán de la liga de Rugby, Wally Lewis, visitaron los
piquetes y apoyaron públicamente la lucha de la estibadores.

La lucha de los "wharfies" se transformó en una enorme acción obrera de masas, cuya magnitud inesperada
sorprendió al gobierno y a la patronal, que no esperaban semejante respuesta. Ellos habían declarado la guerra
al movimiento obrero, y la clase respondió a la altura del desafío planteado, pasando a la contraofensiva y
poniéndole el pie en el pecho al ataque conservador.

LA BUROCRACIA OBLIGADA A PONERSE A LA CABEZA

La burocracia sindical del MUA, encabezada por John Coombs, venía desde hace tiempo fracasando en sus
intentos de convencer a los estibadores de que aceptaran aumentos en la productividad. "Hace menos de dos
años, John Coombs predijo que el gobierno de Howard se lanzaría al ataque del MUA, y juzgó que el mejor
camino para evitarlo era negociar acuerdos por empresa con las grandes empresas portuarias, para reducir
costos laborales y aumentar la productividad" (Financial Review, 2/05/98). Pero los estibadores se resistían a
esta política, y, el 16 de diciembre pasado, en una asamblea masiva, votaron en contra de las propuestas de la
dirigencia sindical. La incapacidad de la burocracia del MUA para convencer a los trabajadores de aceptar
voluntariamente el reviente de sus conquistas fue uno de los motivos que llevaron a la patronal y al gobierno a
lanzarse al ataque directamente.

Frente a la enorme repercusión de la lucha de los "wharfies", la burocracia sindical del MUA se vio atrapada
entre un gobierno y una patronal durísimos, que se jugaban no sólo a aplastar a los trabajadores sino a liquidar
a la propia burocracia como mediación, y los estibadores, que, con la solidaridad de la enorme mayoría de la
población, estaban transformando la resistencia en contraofensiva, y amenazaban con salirse por fuera de su
control. La burocracia dio un giro y se puso inmediatamente a la cabeza de la lucha -mientras seguía apelando
a la justicia- para impedir que el cuestionamiento que se había expresado en la asamblea del 16 de diciembre
se transformara en abierta rebelión antiburocrática y terminara por pasarla por arriba.

La ACTU también comenzó a utilizar un lenguaje más combativo, pero se cuidó muy bien de llamar a la
huelga general, cuya necesidad estaba planteada con toda urgencia, porque una acción generalizada de la clase
obrera australiana podía terminar haciendo caer al gobierno.

El Partido Laborista, durante los primeros días trató de delimitarse del conflicto, y luego planteó que la
reforma de los puertos era una necesidad pero que los métodos del gobierno no eran los correctos. Recién en
la segunda semana, cuando se dieron cuenta del apoyo que tenía la huelga, decidieron que, lejos de hacerles
perder votos, el triunfo de los estibadores era su única opción para ganar las próximas elecciones, y salieron a
apoyarla de palabra. Una vez concluida la huelga, retomaron su discurso moderado de negociación y
disolución de los piquetes.

LAS PERSPECTIVAS

El 23 de Abril, luego de quince días de lucha, la justicia falló en contra de la Patrick y la obligó a reincorporar
a todos sus trabajadores. Los puertos y las calles de Australia se convirtieron en una masiva fiesta popular.
Los estibadores habían ganado; la ofensiva thatcherista del gobierno había sido derrotada.

El triunfo de los estibadores fortaleció al conjunto de los trabajadores australianos, que se disponen a seguir
luchando contra las leyes flexibilizadoras y el ataque a sus conquistas. A pocos días de terminada la huelga de
los "wharfies", el 6 de mayo, 100.000 trabajadores de distintas organizaciones sindicales se movilizaron en
Melbourne contra la ley de relaciones laborales del gobierno conservador. Los manifestantes cruzaron la
ciudad al grito de "¡El MUA está aquí para quedarse, fuera Howard y (el ministro de trabajo) Reith!". La
gran cantidad y variedad de oradores, que representaban no sólo a los sindicatos, sino a todo tipo de
asociaciones populares, y personalidades de la cultura, fue una muestra de la amplitud que ha tomado la
oposición obrera y popular al gobierno conservador.

Mientras miles se movilizaban en Melbourne, el CFMEU (Sindicato de la Construcción, de las Minas,


Energía y Forestal) convocó a un paro general de estos sectores para el 27 de mayo próximo, contra las leyes
del gobierno y contra los patrones de la construcción. A esta huelga tambié se sumarán los trabajadores del
sindicato de la electricidad, los metalúrgicos y la AWU (Sindicato de trabajadores australianos).

La lucha de los "wharfies" logró triunfar, no por acción de la burocracia sindical del MUA y la ACTU, ni por
la "benevolencia" de la justicia patronal, sino por la magnífica lucha de los estibadores, que con los métodos
de la clase obrera, y apoyados en la solidaridad combativa del resto de los trabajadores y el pueblo, dieron un
gran paso en cambiar el destino de la lucha de clases en Australia en lo que resta del siglo. Para poder derrotar
definitivamente los intentos thatcheristas de los conservadores, y para sortear las trampas conciliadoras de las
burocracias sindicales y el Partido Laborista, la clase obrera australiana deberá avanzar y profundizar el
camino abierto por los "wharfies".

* Durante los 13 años de gobierno laborista, entre otras traiciones, la ACTU entregó la lucha de los trabajadores de la empresa eléctrica SEQEB en
1985, la de los trabajadores de Robe River en 1987, permitió el aplastamiento del sindicato de pilotos en 1989, y taicionó la lucha de los obreros
papeleros de la APPM en 1992.
DINAMARCA
13 DÍAS DE HUELGA GENERAL DEL SECTOR PRIVADO

El 27 de abril, medio millón de trabajadores del sector privado entraron en huelga general indefinida en
Dinamarca, en lo que configura el conflicto laboral más importante desde 1985. "Numerosas empresas están
cerradas, casi todos los vuelos fueron anulados, los ferrys sólo funcionan parcialmente, las compañías
privadas de transporte están inactivas, los diarios no se publican y la basura no es recolectada". (Le Monde
Hebdomadaire, 2/5/98). Metalúrgicos, obreros de la construcción, del transporte, recolectores de basura,
paralizaron prácticamente el país durante 13 días, salieron a manifestar a las calles, y organizaron reuniones
nacionales de delegados.

Esta gran huelga ofensiva, que exigía, entre otros reclamos, una semana más de vacaciones para los
trabajadores (que cuentan ya con cinco semanas pagas de vacaciones por año), estalló cuando los trabajadores
del sector privado rechazaron el acuerdo sobre los convenios colectivos al que habían arribado sus
representantes sindicales junto con las patronales. "Hay que remontarse a cuarenta años atrás para encontrar
un caso como el actual: el desencadenamiento de un huelga a causa del rechazo de las bases a un acuerdo
sobre convenios colectivos firmado previamente por sus representantes sindicales y los empleadores" (Le
Monde Hebdomadaire, 2/5).

Los trabajadores metalúrgicos, de la construcción y los transportes habían realizado una campaña para
rechazar los acuerdos, lo que permitió alcanzar los requisitos legales de representatividad, que exigen que al
menos el 40% de los trabajadores sindicalizados participen en la votación para que un acuerdo pueda
rechazarse por mayoría simple. El acuerdo fue derrotado, y los trabajadores salieron a la huelga. A la semana,
ya casi era imposible encontrar combustible, el turismo (una gran fuente de ingresos del país) comenzó a
declinar rápidamente, en los comercios comenzaba a faltar mercaderías, mientras las pérdidas de la huelga se
calculaban en 150 millones de dólares por día.

La acción de los trabajadores tomó por sorpresa al gobierno, a la patronal y a las direcciones sindicales, que
estaban conformes con el acuerdo y que no esperaban semejante reacción. La situación del gobierno del
primer ministro socialdemócrata Poul Nyrup se volvió bastante difícil, más aún teniendo en cuenta que el 28
de mayo se realizará el referendum para aprobar el tratado de Amsterdam, que permitiría el ingreso de
Dinamarca a la unión monetaria europea, en un país que existe el antecedente del triunfo del "No" en el
plebiscito de 1992 sobre el tratado de Maastricht.

Durante más de una semana, el gobierno intentó que la patronal y los sindicatos llegaran a un nuevo acuerdo.
Pero la patronal se negaba a renegociar, diciendo "Nos atenemos al acuerdo ya alcanzado, no es nuestro
problema si los sindicalistas no han sabido convencer a sus miembros", (Le Monde Hebdomadaire, 9/5).
Frente a esta situación, el gobierno decidió intervenir, aplicando la ley que limita la duración de las huelgas,
según la cual ese plazo vencía el 9 de mayo, y resolviendo otorgar a los trabajadores dos días más de
vacaciones, y cuatro para aquellos que tengan hijos.

El 10 de mayo, la huelga comenzó a levantarse, mientras las encuestas mostraban que un 74% de los
trabajadores apoyaban el acuerdo, y un 22% lo rechazaba.

Si bien no lograron que su reivindicación inicial fuera cumplida, los trabajadores daneses del sector privado le
arrancaron una pequeña conquista al gobierno y a la patronal, pasando por encima de sus direcciones
sindicales, y mostrando que son capaces de paralizar el país.
SURCOREA
LA CLASE OBRERA COMIENZA A ROMPER LA "UNIDAD NACIONAL" CON LOS PATRONES

Corea del Sur, onceava potencia mundial, miembro de la OCDE, y hasta hace pocos meses, “modelo de
capitalismo triunfante”, entró de lleno, en diciembre de 1997, en el huracán de la crisis asiática. El FMI
intervino con un préstamo de 67.000 millones de dólares, pero exige a cambio reformas estructurales, que
incluyan la flexibilización de las condiciones de trabajo, el despido de la mano de obra “sobrante” en las
empresas no redituables, el desmantelamiento y privatización de los chaebols (grandes conglomerados
industriales de propiedad estatal o mixta), y la apertura de la economía a inversores extranjeros. En Estrategia
Internacional Nº 7, afirmábamos que “nada asegura que el poderoso proletariado surcoreano no responda a
esta ofensiva patronal imperialista”. Hoy, luego de algunos meses de “unidad nacional”, la clase obrera
coreana ha incrementado su resistencia, resquebrajando el pacto social, y amenaza con entrar de lleno a la
escena nacional, contra el intento de hacerle pagar los costos de la crisis.

En medio del desarrollo de la crisis y de las negociaciones con el FMI, el 18 de diciembre, se realizaron
elecciones presidenciales. En ellas triunfó, con el 40,3% de los votos, Kim Dae Jung del NCNP (Congreso
Nacional para una nueva política), un antiguo prisionero político, durante décadas perseguido por los
regímenes dictatoriales. Durante la campaña electoral, había prometido impedir “la humillación nacional” de
Corea, y negarse a aceptar las condiciones impuestas por el FMI. Sin embargo, apenas triunfó en las
elecciones, aceptó y respetó las indicaciones del FMI, e intentó pasar al ataque de las conquistas tan
duramente logradas por los trabajadores. Kim Dae Jung intentaba aprovechar su prestigio y popularidad, y la
alta votación en su favor, para avanzar, por vía del pacto social y del llamado a la “unidad nacional”, en las
reformas exigidas por el FMI.

Durante los primeros meses de la crisis, esta política de “unidad nacional” indudablemente dio sus frutos. No
solamente decenas de miles de coreanos hicieron boicot de consumo de productos extranjeros para alentar la
industria nacional, o entregaron sus joyas de oro para paliar la escasez de divisas (para febrero ya se habían
donado 50 toneladas), sino que Kim Dae Jung había logrado conformar un comité tripartito junto con las
confederaciones patronales, la central obrera oficialista KFTU y la opositora KCTU. Este comité había
acordado la firma de un pacto social aceptando la misma ley de despidos que los trabajadores habían
enfrentado con su guerra obrera del año pasado.

Pero el 11 de febrero, una vanguardia de trabajadores metalúrgicos, encabezados por el presidente de su


federación, volteó a la dirección de la KCTU que había firmado el pacto social. La nueva dirección de
remplazo, con el dirigente metalúrgico a la cabeza, convocó a una huelga general para el día 11 de febrero. El
paro finalmente fue levantado, por la presión que ejercía el reinante clima de unidad nacional.

SE RESQUEBRAJA LA POLITICA DE “UNIDAD NACIONAL”

Pero este clima de unidad nacional comenzó a resquebrajarse en abril, cuando estalló la huelga de los 13.000
obreros de la automotriz KIA, que lograron impedir los despidos masivos que se habían anunciado. El 1º de
mayo, recorrieron el mundo las imágenes de los violentos enfrentamientos callejeros en Seúl entre 30.000
trabajadores y estudiantes, encabezados por una vanguardia de 3.000 metalúrgicos, y la policía antimotines.

Para el 16 y 17 de mayo, tanto la KCTU como la KFTU han convocado dos días de jornada nacional de
protestas, a la que se sumarán los estudiantes universitarios y secundarios, a realizarse en Seúl y otras cinco
importantes ciudades del país. Kim Dae Jung salió a enfrentar estas acciones con un duro discurso, diciendo
que “no toleraría ninguna protesta ilegal” y “urgió a los trabajadores a aceptar los despidos y a ayudar a
flexibilizar el mercado de trabajo para atraer al capital extranjero”, agregando que nadie “querrá invertir en
el país cuando ve a los trabajadores tirando piedras y portando caños de acero en las calles” (Korea Herald,
16/05/98).

Por su parte, la gran patronal del sector privado, nucleada en la KEF (Federación de Empleadores de Korea),
que agrupa a los 14 principales conglomerados, como la Hyundai, presiona al gobierno para que obligue a las
centrales sindicales a participar de la segunda reunión del comité, que se viene postergando indefinidamente.
A la vez, exige mayor dureza contra los sindicatos, y la inmediata aplicación de la ley de despidos,
condiciones necesarias para atraer el capital extranjero indispensable para reestructurar las corporaciones.

De esta manera, el gobierno de Kim Dae Jung se encuentra atrapado entre dos grandes fuerzas, y
semiparalizado en la aplicación de las reformas que le exige el FMI, sobre todo la restructuración de los
chaebols. Si bien el desempleo continúa aumentando, a causa de la quiebra de unas 3.000 pequeñas y
medianas empresas por día, Kim Dae Jung no ha avanzado aún en realizar los despidos masivos necesarios
para reestructurar las chaebols. El gobierno se enfrenta entonces, por un lado, a la presión de la gran patronal
privada, que lo acusa, no sólo de indecisión para atacar las conquistas obreras, sino también de privilegiar el
salvataje de las chaebols estatales (más atractivas para los inversionistas extranjeros) y no el de los grandes
conglomerados privados. Y por el otro, se enfrenta a la creciente resistencia de la poderosa clase obrera
coreana, que ha quebrado el pacto social y que amenaza con acrecentarse y llevar a la huelga general.

Para el 27 de mayo, está convocada una huelga metalúrgica, mientras que la KCTU anunció la realización de
una huelga general para fines de mayo o principios de junio. La KCTU está haciendo votar la realización o no
de la huelga en las distintas regionales, aunque los trabajadores de las empresas del estado afiliados a esa
central ya han confirmado la realización de un paro de 48 horas entre el 2 y 4 de junio. La gran patronal de la
KEF ha salido a la ofensiva, reclamando al gobierno que tome medidas para evitar el paro general, y acusando
a la KCTU de acciones contra el estado, ya que el paro entre el 2 y el 4 de junio atentaría contra la realización
de los comicios locales que se realizan en esa fecha.

Hoy, después de algunos meses de desconcierto, dispersión y “unidad nacional”, los trabajadores coreanos
parecen estar encaminándose a dar una respuesta de conjunto frente a las consecuencias de la crisis y frente al
ataque que intentan el FMI y Kim Dae Jung. La ruptura del pacto social hace prever tiempos de guerra en
Corea del Sur. Si a la revolución hoy en curso en Indonesia se le sumara en el futuro, una irrupción masiva del
proletariado coreano al centro de la escena nacional, se abriría la posibilidad, para las masas coreanas y de
todo el sudeste asiático, de enfrentar y derrotar, con una poderosa contraofensiva obrera y popular, los
intentos del FMI y de las burguesías regionales de hacerles pagar los costos de la crisis que ellos provocaron.

Estrategia Internacional N° 8
Mayo/Junio - 1998

Primera prueba de fuerza con el gobierno de Banzer


CUATRO DÍAS DE HUELGA GENERAL
Ely Quispe y Eduardo Molina

Bolivia vivió desde fines del verano un proceso de luchas obreras y campesinas que culminó con la huelga
general de abril, en una prueba de fuerzas con el gobierno que demostró que Banzer no podrá avanzar con
el plan proimperialista sin enfrentar los contragolpes del movimiento de masas.

La huelga general en Bolivia es parte de un proceso más amplio de contraofensiva obrera y popular, que
recorre distintos países, y que muestra la tendencia de las luchas de masas a elevarse al terreno de la
huelga política de masas, contra el gobierno y sus planes, poniendo en primer plano a los trabajadores con
sus métodos de lucha y organizaciones, como mostraron los maestros, el sector que viene jugando un rol
de vanguardia en la lucha de los últimos años.

El otro pilar de la huelga de la COB, fue la heroica defensa de los "cocaleros" del Chapare de sus cultivos.
La lucha de este sector campesino se suma al amplio arco de movilización campesina que recorre buena
parte de nuestra región: las luchas campesinas en Brasil, Colombia, Paraguay, México, Ecuador,
muestran la importancia de la cuestión agraria en el continente, donde se combinan, la vieja cuestión de la
tierra, la lucha contra la opresión étnica, la ruina de los pequeños productores ocasionada por los planes
imperialistas y la penetración capitalista en el campo que disgrega las viejas formas de subsistencia
campesina, y la resistencia a la política yanqui de erradicación de los cultivos de coca. El descontento
campesino es agravado por los desastres climáticos en toda la región que trajo consigo el fenómeno de El
Niño.

La huelga en Bolivia mostró la tendencia a la unidad obrera y campesina, en torno a la central obrera. Si
la lucha no avanzó más, a pesar de no entrar en escena los sectores productivos, fue por el papel de la
dirección burocrática de la COB. En esta nota intentaremos sacar las lecciones de la huelga, necesarias
para preparar los próximos combates.

El general Hugo Banzer, el ex dictador, jefe del sangriento golpe del 21 de agosto de 1971, reconvertido en
"demócrata" desde los ´80, venció por un márgen muy estrecho en las elecciones del año pasado: apenas un
22% de los votos emitidos, en elecciones donde el voto se dispersó entre varias candidaturas. El 6 de agosto
asumió la presidencia, con el apoyo de la Confederación de Empresarios Privados, la bendición de la Iglesia,
y el apoyo de la prensa, encabezando el acuerdo de la "megacoalición" con varios partidos burgueses1, para
paliar esta debilidad.

La "megacoalición" le dio mayoría parlamentaria, pero al precio de permanentes roces, negociaciones e


inestabilidad al interior del gobierno.

Banzer inició su gobierno con una política de "diálogo nacional" para "convencer" a la dirección de la COB y
de los campesinos. Incluso mantuvo durante un cierto período una "luna de miel" (como la llamó la prensa)
con la dirección de los cocaleros encabezada por Evo Morales.

Banzer necesita aplicar una nueva ronda del programa "neoliberal" proimperialista, sin poder reunir, en las
condiciones nacionales e internacionales de fines de los ´90, una base social amplia en que apoyarse: debe
cumplir con el imperialismo norteamericano sus compromisos de erradicación de la coca en el Chapare. El
año pasado Bolivia estuvo bajo la amenaza de "descertificación" y el gobierno de Clinton ha intensificado sus
exigencias como parte de la política de "lucha contra el narcotráfico" que reafirmó en Santiago de Chile ante
todos los gobiernos de la región hace pocos días. Debe profundizar el programa de privatizaciones y
"reformas" que no alcanzó a completar su antecesor Gonzalo Sanchez de Losada. Entre ellas, la reforma de la
educación pactada con las instituciones imperialistas como el BID y el Banco Mundial, la "capitalización" de
ENAF (la fundición estatal de estaño) y otras empresas públicas, etc.

Las dificultades económicas, acrecentadas por la crisis financiera internacional, lo obligaron entre tanto a
anular el pago del "bonosol" a los rentistas (jubilados), un bono comprometido por el anterior gobierno, a
replantear el presupuesto fiscal y apurar los ritmos del ataque.

Esto hizo naufragar la política de "diálogo nacional". Es que una política de ataques a los trabajadores y el
pueblo no podía pasar sin despertar una tenaz resistencia, porque, a pesar del paso de las privatizaciones y
otras derrotas parciales que logró infligir el gobierno de Sanchez de Losada en 1996, el movimiento obrero y
popular está en un franco proceso de recuperación.

La respuesta obrera y popular

En diciembre, el aumento de las tasas municipales y luego de los combustibles, y la amenaza de liquidar el
"régimen simplificado" de impuestos para los pequeños comerciantes, transportistas y otros "gremiales",
provocó grandes marchas en El Alto y La Paz, un paro de 24 horas de la COB y protestas que obligaron a
Banzer a dar marcha atrás con la reforma impositiva.

En febrero, el gobierno pasa a la ofensiva intentando pasar la Reforma Educativa II, que destruye el escalafón
docente y busca crear una capa de profesores supuestamente mejor pagos (el salario les aumenta de 600 a
1000 bolivianos, pero pierden bonos) a cambio de más horas de trabajo y aceptar exámenes para dividir a los
maestros.

La respuesta de los trabajadores no se hizo esperar. Ya había comenzado con la huelga de hambre de 200
directores de escuela despedidos. Los maestros del campo y la ciudad entraron en huelga indefinida y el
conflicto docente se extendió y logró un importante apoyo de alumnos y padres que acompañaban las
movilizaciones. Se sumó el sector de salud, demandando mejoras salariales. Los campesinos potosinos y
cochabambinos cortan las rutas reclamando subsidios y alimentos ante la terrible situación provocada por la
sequía que trajo el fenómeno de El Niño. Los "gremiales" (artesanos y pequeños comerciantes) protestan
contra la "doble tributación". Los universitarios comienzan a manifestarse reclamando aumento de
presupuesto.

Poco después, Banzer lanza el "Plan Dignidad" de erradicación de coca en el Chapare, rompiéndose el diálogo
con los dirigentes cocaleros. Los campesinos del Chapare contestan bloqueando todos los caminos de la zona.

En este marco, la COB declaró un paro de 48 horas y luego otro de 72 horas, mientras buscaba negociar con
el gobierno.

Ya la situación se había convertido en una prueba de fuerzas entre el gobierno de Banzer y el movimiento
obrero y de masas.

La huelga general indefinida

La lucha misma había puesto en la calle la moción de superar el estadío de lucha meramente sectorial y
reivindicativa, económica, y pasar a la lucha política abierta contra el gobierno y los planes imperialistas.

Esto es lo que de una manera distorsionada (intentando negar este carácter y reducirla a medida de presión
para forzar un nuevo diálogo con el gobierno) se vió obligada a reconocer la COB en un ampliado nacional, al
decretar la huelga general indefinida desde el 1º de abril, pero sin prepararla ni darle una perspectiva, y
frenando toda posibilidad de que se desarrollara al interior y en torno a la COB y los sindicatos, la
organización democrática de las masas en lucha.

Así, todo el peso de la huelga siguió descansando sobre los hombros de los sectores que ya venían luchando
mientras la política de la burocracia de la COB tendió a dejarlos aislados, para poder ir luego a la negociación.

Los maestros, que desde el principio estuvieron junto a los cocaleros del Chapare a la vanguardia, bloquearon
reiteradamente las calles e incluso utilizaron dinamita contra la policía. En más de una oportunidad, las calles
de La Paz se convirtieron en campos de batalla entre maestros, comerciantes, trabajadores de salud y
universitarios, con las fuerzas represivas.

El gobierno contestó endureciendo la represión, dispuesto a impedir que los trabajadores le "torcieran el
brazo", como declaró Banzer, amenazando con declarar el "Estado de sitio" mientras invadía literalmente el
Chapare desplegando unos 3.000 efectivos del ejército y la policía, y tratando a la par de ir a negociaciones
por separado para aislar a los maestros y cocaleros. Así, logró desactivar el conflicto en Potosí2 entregando
ayuda alimenticia y otras concesiones.

Sin embargo los esfuerzos del gobierno por quebrar la lucha chocaron con la gran combatividad y heroísmo
de los docentes y cocaleros.

En el Chapare, los enfrentamientos se sucedieron todos los días y ante la militarización de la zona, se llegó al
borde de una guerra civil local. Sólo en uno de los choques, informa un periodista: "los cocaleros y los
militares y policías... transformaron la Villa 14 de Setiembre -ubicada a unos 180 kms. de Cochabamba- en
un campo de guerra en el que las hondas y los machetes de los campesinos enfrentaron los gases
lacrimógenos y las armas de los uniformados, con un saldo de dos cocaleros muertos, 9 uniformados heridos,
13 cocaleros detenidos y algunos desaparecidos." Los cocaleros hacían emboscadas a las partidas policiales
que ingresaban a destruir los cocales, y comenzaron a poner en pie Comités de Huelga y Resistencia a la
Erradicación, convocando a integrarse a ellos a los jóvenes campesinos ex-conscriptos, y establecen un
comando unificado. En manos de los campesinos comenzaron a aparecer viejos fusiles y escopetas de caza.

Ante la dureza de la resistencia, el gobierno debió suspender los operativos de destrucción de cocales. El
despliegue militar en las calles paceñas tampoco pudo amedrentar al magisterio. Entre tanto, comenzaban a
acrecentarse los roces en el seno de la "megacoalición" y crecía la preocupación de la burguesía por el "clima
de agitación social" que Banzer no lograba acallar.

Sin embargo, la huelga tuvo desde el comienzo la enorme debilidad de no sumar a los sectores productivos.
Nada hizo la burocracia cobista para que se paralizaran las principales industrias del país. A la tercer semana
de huelga indefinida, ésta no había logrado paralizar ni fabriles ni mineros, aunque estos acompañaron con
distintas movilizaciones. En el campo, los bloqueos de caminos no se extendieron. Los trabajadores petroleros
declararon incluso un paro de 24 horas por reivindicaciones sectoriales, pero sin participar del conjunto de la
huelga de la COB.

En Semana Santa la cúpula cobista, que no hizo nada por extender la huelga, y dejó librados al desgaste a los
sectores más combativos, ofreció una "tregua", permitiendo que la Confederación del magisterio rural firmara
un "pre acuerdo" con el gobierno. La burocracia sindical creaba así el clima para levantar la medida, que
finalmente pudo concretar en un ampliado el 23 de abril, suspendiendo toda medida con la declaración de un
"cuarto intermedio".

Balance y perspectivas

La Huelga General Indefinida se extendió por 23 días, pero sin alcanzar a paralizar el país ni hacerse masiva.
Con la venia de la burocracia de la COB, no se sumaron sectores vinculados a la producción como los
fabriles, mineros, agroindustria y petroleros ni los trabajadores de la banca y el transporte, etc. Fue
esencialmente una lucha muy dura de los maestros, trabajadores de salud y cocaleros del Chapare,
acompañados por algunos otros sectores, como los universitarios. Sin embargo, se constituyó en un claro
desafío a Banzer y su plan, que no pudo imponerse a pesar de la brutal represión y el recurso al Ejército (no
empleado en esta escala desde hace varios años), al precio de 11 muertos, 60 heridos y más de 300 detenidos.

El ataque del gobierno no pasó, y las masas puedieron pasar revista a sus propias fuerzas. Si bien el
movimiento de masas, por la traición de la burocracia, no pudo "torcerle el brazo" a Banzer, éste tampoco
pudo quebrar a los maestros y a los cocaleros. Como señala la prensa "se ingresó a una precaria tregua que
puede ser rota en cualquier momento" (Los Tiempos, 25-05-98)

Efectivamente, en el Chapare, que sigue militarizado, está roto el "diálogo" y continúan las movilizaciones y
los enfrentamientos ante cada intento de erradicación, y el gobierno no ha podido lanzar una erradicación
forzosa masiva. Los maestros vuelven al trabajo con migajas de aumento salarial, y el gobierno intenta aplicar
la reforma educativa, comenzando con el plan de "salario al mérito", pero según la Confederación del sector,
"de 80.000 afiliados en todo el país, sólo se presentaron 85 maestros entre urbanos y rurales" al primer
llamado a exámenes del gobierno (muchos otros fueron disuadidos por los "piquetes de convencimiento" de
los sindicatos). El conflicto de salud prosiguió todavía por varios días más. El 1º de mayo una gran
manifestación obrera recorrió el centro de La Paz.

Todo esto muestra que los trabajadores no han salido desmoralizados, y que si no pudieron ir más allá,
asestándole un mayor golpe al gobierno, fue por la política de la dirección de la COB. Por el contrario ha
crecido el descontento y los cuestionamientos a Milton Gómez, secretario general de la misma.

Este primer round mostró la combatividad y tendencia a elevarse a la lucha política contra el gobierno y su
plan, por parte de los trabajadores, que enfrentaron a pie firme la militarización y dejaron cuestionada la
fuerza política con que cuenta Banzer para imponer sus planes, cuando hace apenas 9 meses que ha asumido
el gobierno. Banzer tiene por delante una larga agenda de ataques contra los trabajadores del campo y la
ciudad: debe cumplir sus compromisos con Clinton en el Chapare, planea una mayor "flexibilización laboral",
la privatización de la fundición de ENAF y otras empresas.

Esa "tregua precaria" de que habla la prensa, debe ser aprovechada para preparar los próximos combates. Se
trata de sacar las lecciones que permitan a los trabajadores librarlos en las mejores condiciones.

El problema decisivo que enfrentó la lucha, fue el freno puesto por la burocracia que dirige la COB. Se negó a
que la huelga se extendiera, se desarrollara, y a convertirla en una gran huelga política de masas que dejara
herido al gobierno de Banzer y abriera las puertas a una contraofensiva obrera y popular.

Su estrategia de colaboración de clases y luchas de presión, que es similar a las que aplica la burocracia
sindical en otros países de América Latina, como la CUT en Brasil o el CTA-MTA en Argentina, apunta a
impedir que el movimiento obrero y de masas se eleve al combate político contra los gobiernos
proimperialistas, dejando la lucha en el plano puramente económico.

La huelga general indefinida y la COB

La actual, si bien no fue una verdadera huelga general indefinida, fue objetivamente una lucha política de
masas. Los campesinos y maestros salieron a pelear contra el ataque de Banzer, y su lucha de hecho cuestionó
los planes del gobierno. Estaba planteado levantar una política para generalizarla, principalmente a los
sectores claves de la producción, y convertirla en una verdadera huelga general indefinida que planteara "
ante todas las clases de la nación, la pregunta ¿quién va a ser el dueño de casa?" (L. Trotsky, ¿Adónde va
Francia?). Si la huelga de abril se hubiera extendido y paralizado el país, esta pregunta se hubiera instalado en
el centro de situación política. Nada de esto hizo la burocracia de la COB. Ella sabe perfectamente que sólo
una lucha de este tipo es capaz de arrancar al gobierno y a la burguesía alguna concesión importante. Pero
precisamente, lo que la burocracia no quiere es luchar en serio. Por eso intentó recortar de antemano el
carácter de la lucha al de una huelga puramente reivindicativa. Es que para ella, la huelga general indefinida,
no es más que una simple ficha para presionar en la negociación con el gobierno.

El Pliego Unico y la necesidad de la autoorganización

En función de este objetivo, la cúpula cobista utiliza el "pliego único"3 que se limita a recoger las demandas
sectoriales -unos 128 puntos, la gran mayoría correctos- pero sin articularlas en un verdadero programa de
acción, lo que lo convierte en un mero instrumento para ir a negociaciones sectoriales, en las que se termina
recogiendo sólo migajas a pesar del enorme sacrificio puesto en la lucha por las bases. Así no sólo se
desnaturaliza la huelga general indefinida, sino también el papel del Pliego Único, que en vez de ser un
instrumento de la unidad obrera y campesina para golpear con un solo puño contra el gobierno y el
imperialismo, termina siendo el paragüas bajo el cual negocia cada sindicato por separado.

Por último, estar a la altura de la lucha entablada exigía también una política consecuente para impulsar la
autoorganización de las masas dentro y en torno a la COB y los sindicatos. Comenzando por poner en pie un
comité nacional de huelga en la COB, en el que pesaran decisivamente los sectores más comprometidos en
la lucha, así como comités de huelga en las federaciones y los sindicatos, para dotar la movilización de una
dirección renovada, que reflejara a lo más activo del movimiento, que tuviera la confianza de la base. Los
enfrentamientos con los campesinos y el estado de sitio decretado en las huelgas generales anteriores hacían
preveer enfrentamientos con la policía y el ejército. Para ello había que desarrollar la autodefensa y preparar
así el armamento de las masas, generalizando lo que los maestros y cocaleros hacían en sus enfrentamientos
cotidianos. Pero esto no podía hacerse seriamente sin organizar comités de huelga a todos los niveles que,
entre otras, tomaran a su cargo esta tarea en los distintos planos de la lucha.Tampoco nada de esto hizo la
dirección de la COB.

Hace falta una estrategia obrera independiente


La "estrategia" de presión de la burocracia cobista demostró una vez más ser un enorme obstáculo para el
desarrollo de la lucha de masas. Su política de colaboración de clases no puede dar nada más que traiciones.

Para avanzar en los combates venideros, es necesario que la heroica clase obrera boliviana pueda retomar lo
mejor de sus tradiciones de lucha, y apoyándose en ellas, levantar una estrategia obrera independiente para
encarar una lucha política decidida contra Banzer y su plan, levantando un nuevo programa que enfrente a
todas las alas burguesas, que permita al proletariado ser el caudillo de la nación oprimida. Sólo de esta forma
el proletariado boliviano logrará ubicarse como eje de la imprescindible alianza obrero y campesina.

Las reivindicaciones de los cocaleros, no tienen solución plena sin expulsar al imperialismo y sus agencias,
como la DEA, de Bolivia. Las penurias de los trabajadores y pobres de la ciudad no tienen alivio duradero sin
romper las cadenas que someten al país al imperialismo. Sólo la clase obrera con su propio programa y
organizaciones puede unir a la nación oprimida para encarar las tareas de la liberación nacional.

Una firme alianza obrera y campesina podía comenzar a forjarse uniendo en una sóla la lucha de los maestros
y los cocaleros, para desde allí, llamar al resto del movimiento de masas buscando particularmente que se
sumen fabriles, mineros y petroleros, planteando claramente un enfrentamiento con Banzer y su plan, y
levantando un pliego único que ofrezca una salida obrera a la crisis.

Sobre estas bases está planteado lanzar una contraofensiva obrera y popular organizada desde un Congreso de
delegados de base de la COB verdaderamente democrático, que vote un plan de lucha para preparar una gran
huelga general indefinida que paralice el país, basada en la organización de la autodefensa de masas y el
impulso a todas las formas de autoorganización para la lucha, comenzando por un comité nacional de huelga.

Una lucha llamada en estos términos, entusiasmaría a amplias masas que hasta hoy no pueden intervenir en el
combate, liberaría la energía y disposición a la lucha, y mutiplicaría la autoridad de la COB. Significaría
cambiar de un golpe a favor de los obreros y campesinos toda la relación de fuerzas. En todo caso, sería la
única forma de arrancar a la burguesía alguna concesión económica o sectorial de importancia, que en todo
caso, no haría sino fortalecer la confianza de las masas en sus propias fuerzas.

Una estrategia y un programa obreros independientes así, que permita unir las filas de la clase obrera y soldar
una firme alianza con los oprimidos del campo y la ciudad, convirtiendo al proletariado en el caudillo de la
nación oprimida y para dirigir su lucha hacia la toma del poder.

Por una dirección revolucionaria para la COB

La burocracia enquistada en la COB y los sindicatos es el mayor obstáculo para que las masas puedan derrotar
a Banzer y herir de muerte al régimen. No se trata de cambiar a una camarilla por otra con discurso más
"rojo", pues todas están atadas por mil lazos al régimen burgués y comparten la estrategia de colaboración de
clases. Es necesario expulsar a la burocracia de las organizaciones obreras. Hace falta una verdadera dirección
revolucionaria en la COB y los sindicatos, que retome el camino estratégico marcado por las Tesis de
Pulacayo, pero adaptado a las condiciones y tareas de la lucha en la Bolivia de hoy. Esta necesidad es la gran
lección que arroja ya esta huelga, como la del 96, como los heroicos combates de los últimos 13 años, como la
cadena de grandes combates revolucionarios de las masas bolivianas (ver "Tres hitos...").

Pero una dirección revolucionaria, cuya materia prima se está forjando en los maestros, obreros y trabajadores
de vanguardia que odian a la actual cúpula, no habrá de formarse espontáneamente. Hace falta un partido que
conscientemente prepare a la vanguardia obrera para contestar a la pregunta de ¿quién manda en casa?, es
decir, que dirija a las organizaciones de lucha de las masas mediante una estrategia revolucionaria de
autoorganización para la lucha, la única que puede llevarlas a tomar el poder, destruir el Estado burgués e
instaurar su propio gobierno. Ese verdadero partido trotskista que sepa estar a la altura de los combates
cotidianos, sacar lecciones revolucionarias de ellos y forjarse en esta perspectiva, es la necesidad más urgente
de la vanguardia obrera boliviana.
NOTAS:
1 La "megacoalición" se integró con dos partidos populistas fundados a mediados de los 80: Condepa (Conciencia de Patria), un partido con visos
indigenistas fuerte entre las masas populares de La Paz, cuyo líder Carlos Palenque murió hace un año; UCS (Unión Cívica Solidaria), partido
populista de derecha fundado por el fallecido magnate de la cerveza Max Fernández (y heredado, igual que su fortuna, por su hijo Jhonny), además
del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) socialdemócrata, del ex-presidente Jaime Paz Zamora, NFR (Nueva Fuerza Republicana)y el
partido de Banzer, ADN (Alianza Democrática Nacionalista).
2 La huelga de Potosí fue convocada por el Comité Cívico, que levantó la medida ni bien el gobierno de Banzer envió partidas de alimentos para
paliar el conflicto.
3 A fines de marzo en una entrevista para discutir el Pliego Único, entre la cúpula cobista y el gobierno, éste, por medio de su ministro de Trabajo,
el mirista Leopoldo "Polilla" López, lamentándose cínicamente de la mala situación del país que no permitiría según él atender el pedido de
aumento salarial, aceptó discutir los demás puntos del pliego en las consabidas "comisiones", y le entregó a Milton Gómez un ejemplar en tres
gruesos tomos del presupuesto de la Nación para el año 98, proponiéndole que lo estudie, que así vería que no hay fondos para cumplir con las
demandas salariales de los trabajadores. Milton Gómez no supo hacer otra cosa que llevarse los tres tomos baj o el brazo.

LA BUROCRACIA DEL "COMO SI"


La burocracia cobista, que debe lidiar con la enorme espontaneidad y combatividad de un movimiento obrero
y popular de gran tradición, y que es una burocracia débil, sin un gran aparato material en que apoyarse, debe
apelar a formas particulares de control sobre la base. Podríamos llamarla la burocracia del "como si", en
efecto:

Tiene que hacer "como si" respetara a la democracia sindical con ampliados de la COB donde todo el mundo
habla y dice lo que quiere... pero donde sólo van los secretarios generales y ante los que la directiva lleva
hechos consumados, como fueron en esta huelga , los "preacuerdos" sectoriales con el gobierno.

Tiene que hacer "como si " unificara con el Pliego Unico, dejando correr por separado la lucha campesina y la
de los obreros, la de los maestros (que son empleados del estado) y la de los obreros de la Empresa Privada y
negándose a postular a la clase obrera como el caudillo que pueda dirigir la nación oprimida en la lucha contra
Banzer y el imperialismo. Mientras tanto, se prepara a negociar por separado en múltiples comisiones con el
gobierno y la patronal.

Tiene que hacer "como si" combatiera al gobierno, mientras evita que la lucha se eleve al terreno político.

Apela a discursos rojos para mantener al movimiento obrero y de masas subordinado al régimen burgués e
impedir que avance hacia la independencia de clase.

Actuando así, la burocracia no sólo se compromete a sí misma, sino que compromete las organizaciones y las
herramientas y métodos de lucha del movimiento obrero, introduciendo un fuerte elemento de
desmoralización y desorganización, a expensas del sacrificio y determinación que las bases obreras y
campesinas ponen en la lucha.

En las jornadas de abril de este año, la burocracia de la COB jugó las cartas del "como si" en varios pasos.

Primero, por varios meses, dejó libradas a su suerte a los pequeños conflictos y luchas locales, por empresa o
por sector, ignorándolos o limitándose a declaraciones, mientras Banzer hablaba de "diálogo nacional", sin
preparar a los trabajadores para la lucha que se venía.

Segundo: cuando comenzó el ataque del gobierno, y salieron a pelear los maestros, junto a los cocaleros, la
burocracia recién se preocupa por "unificar", para evitar verse desbordada, e impedir que se desarrolle la
tendencia a elevar la lucha a una verdadera huelga política de masas, que derrotara a Banzer y su plan.
"Unifica"pero apostando todo a la negociación con el objetivo de convencer al gobierno de discutir el Pliego
Único, ¡como si Banzer fuera a concederlo en una mesa de diálogo! Para hacer "como si" fuera a la huelga
general indefinida, mientras la deja librada a su suerte, sin preparación, sin programa claro, sin organización.
Tercero: al mantenerla como una lucha "salarialista" de presión, deja que se desgasten los sectores de
vanguardia, hasta que encuentra el momento propicio para levantar las medidas de lucha, consumando la
traición en la mesa de negociaciones. Consumó así su traición orquestada en tres movimientos y desperdició
una magnífica oportunidad de iniciar una contraofensiva obrera y campesina que pusiera a Banzer contra las
cuerdas y preparar su derribamiento a manos de las masas.

Estrategia Internacional N° 8
Mayo/Junio - 1998

Un dilema para la vanguardia obrera boliviana


LORISMO VERSUS TROTSKISMO
Ely Quispe y Eduardo Molina

Nuevamente, la huelga general boliviana mostró la incapacidad del POR (Partido Obrero Revolucionario)*
dirigido por Guillermo Lora, para ser una alternativa revolucionaria a la burocracia cobista. No por falta de
influencia en la vanguardia, sino, como en cada uno de los combates importantes del proletariado boliviano,
por sostener una estrategia que, tras caracterizaciones ultraizquierdistas, le permite a la COB el control del
movimiento , negándose a impulsar las organizaciones de democracia directa de las masas.

El POR y la huelga general indefinida

El POR no tuvo a lo largo de todo el proceso de luchas y de la huelga general indefinida, una política para
enfrentar consecuentemente a la conduccción de la COB. Encararon la propia lucha del magisterio, donde
ellos jugaron un rol decisivo de dirección, desde los principales sindicatos del magisterio urbano, como una
lucha sindical, reivindicativa. El POR fijó como orientación para el sector: "debemos luchar por el sueldo de
acuerdo con la canasta familiar, con escala móvil, para todos los maestros y trabajadores del país.
Rechacemos en las calles esta nueva trampa que es el salario al mérito." (Masas, 20-03-98) Y se limitó a
agregar ¡Viva la huelga general indefinida! sin tener ninguna política para desarrollarla y extenderla fuera de
los límites que le impuso la burocracia cobista.

En ningún momento se le ocurrió al POR, para lograr que realmente la huelga se transformara en general e
indefinida, levantar una política para sumar a los sectores productivos: las fábricas, las minas. Lora sostiene la
"teoría" del "contagio": basta con que sus militantes hagan acciones ejemplares para que sean seguidos. En
ningún ampliado de la COB sus dirigentes alzaron la voz para exigir que se conformara un Comité nacional
de huelga. No hubo ningún llamado de los sindicatos de docentes dirigidos por el POR para hacer un
encuentro con los cocaleros, los trabajadores de la salud, los universitarios, y otros sectores en lucha, abierto a
los luchadores de las minas, las fábricas, los servicios, etc. que quisieran plegarse a la lucha, para coordinar
cómo seguir la pelea.

Esto demuestra hasta qué punto el POR actúa en los sindicatos con una política sindicalista, sin pelear por
arrancar a la burocracia la dirección de la lucha, que es la única forma de derrotar sus traiciones, y sin plantear
ninguna política para impulsar la autoorganización de las bases, que es la única vía para arrancarle a los
burócratas la dirección de la huelga.

Durante los meses de enero y febrero era posible encontrar en Masas, el semanario del POR, dispersas aquí o
allá, algunas consignas sueltas, como "comités de huelga, comités de movilización, piquetes armados", cierto
que sólo como frases o consignas aisladas. Pero bastó que la situación se tornase candente, con la declaración
el 1º de abril de la huelga general indefinida, para que hasta tales frases aisladas desaparecieran de los escritos
y los discursos del POR. Hasta las críticas habituales a la burocracia, abundantes antes de abril, (y que
volvieron a florecer en las páginas de Masas ahora que la COB consumó la traición) pasaron a segundo plano
durante los momentos claves de la lucha, cuando era necesario levantar una política sistemática basada en la
denuncia al bastardeo de la medida de huelga general indefinida que hacía la COB (cosa que el POR jamás
denunció), en un programa distinto al que planteaba la burocracia sindical (que el POR jamás levantó), en el
alerta sistemático sobre la traición que se preparaba (al contrario, el POR, como veremos, adormecía a la
vanguardia diciendo que era posible neutralizar a la burocracia), ni en impulsar sistemática e incansablemente
la necesidad de formar comités de huelga, comités de movilización, piquetes armados, que eran el punto de
partida para una política de autoorganziación sistemática de las bases para la lucha. El POR, que dirigía a uno
de los sectores fundamentales en la lucha, uno de los que sostuvieron todo el peso de la huelga general sobre
sus hombros, desperdició toda la magnífica oportunidad que tuvo entre sus manos, porque no quiso ir hasta el
final y romper con la cúpula cobista.

Una teoria justificatoria de la adaptacion a la burocracia

Guillermo Lora ha elaborado toda una concepción para justificar esta práctica de adaptación a la burocracia, a
sus métodos y a su programa. Para Lora, el problema de echar a la burocracia de la COB y los sindicatos se
resuelve por sí mismo gracias a la espontaneidad de las masas, capaz, según él, de "neutralizar" a la
burocracia por el simple avance de la radicalización.

En Masas nº 1613 (17-04-98, es decir en un momento decisivo de la huelga general) encontramos una
exposición de esta concepción:

"Pese a que Bolivia es poco industrializada -causa del escaso número del proletariado- la COB existe porque
tiene la misión trascendental de unir a toda la nación oprimida bajo la dirección política del proletariado.
Esta orientación la imprimen las masas radicalizadas, pasan por encima de las pandillas de burócratas
corruptos. Esto explica la política actual de la Central Obrera Boliviana".

"La lucha diaria de las masas radicalizadas y antiburguesas la proyectan hacia la lucha antigubernamental,
hacia la revolución social. Las capas de dirección burocratizadas se empeñan en maniatarlas y
derechizarlas, es porque surgen diariamente equipos de trabajadores de base que pugnan por timonear la
lucha diaria hacia su generalización -que eso es la lucha política-, vale decir hacia la revolución social. Es
por esto que la COB fue la palanca impulsora de la Asamblea Popular, que luchó por la conquista del poder
y la dictadura del proletariado."

Es difícil realmente acumular en tan poco espacio tanta confusión. Pero bajo esta fraseología ultraizquierdista
se nos presenta una teoría tranquilizadora, adormecedora, sobre la burocracia: es suficiente que la masa ejerza
bastante presión sobre la burocracia para obligarla a ir más allá y hacer que sirva de instrumento de "el
programa revolucionario" pues la "orientación la imprimen las masas radicalizadas, pasando por encima de
las pandillas de burócratas corruptos," sin necesidad de reemplazarlos por una dirección revolucionaria.1

Esta teoría espontaneísta no es nueva. En 1995, por ejemplo, ante la gran movilización del magisterio rural y
urbano que culminó en una huelga general indefinida similar a la actual, traicionada por la burocracia que
entonces dirigía Oscar Salas, el POR escribía: "uno de los mayores obstáculos para la generalización del
movimiento huelguístico, la burocracia sindical (direcciones de la COB-FSTMB) ha quedado neutralizado al
ser arrastrado por la poderosa radicalización de los maestros urbanos y rurales."

Al año siguiente, ante un nuevo proceso de movilización y huelga general, Lora, en su publicación personal
La Colmena, de abril de 1996, nº 1411, titulado "La oposición dura de las masas al gobierno no permite que
la burocracia traicione" concluye diciendo "Lo más importante es que las masas han logrado emanciparse
de la influencia y control nefastos de la burocracia cobista. La actitud asumida en los últimos días por los
explotados y oprimidos del país nos permite afirmar que la lucha contra el gobierno -que se presenta como
una necesidad impostergable- se irá profundizando en los días próximos. Todo esto demuestra que el proceso
político tiende a pasar de la situación revolucionaria madura hacia la insurreccional." ... Sólo pocos días
antes de que la burocracia cobista logre desmontar la movilización y traicionar con una negociación. Ahora,
nuevamente, mientras la cúpula cobista consuma su traición vuelve esta teoría espontaneísta, de la
"neutralización" de los burócratas por la actividad de la masa, que le sirve al POR para "olvidar" que es
necesario, no "controlar" a la burocracia, sino barrerla.

El congreso minero de Inti Raymi: un ejemplo de adaptación a la burocracia

Esta lógica le permite al POR, por ejemplo, enorgullecerse de haber logrado aprobar hace pocas semanas, en
el congreso de la FSTMB (Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia), que se realizó en Inti
Raymi, un documento propio, presentado a través de la delegación de rentistas (jubilados). Desde su
aprobación, semanas antes de la huelga, el POR propagandizó que estas tesis eran la continuación de las Tesis
de Pulacayo. Más allá de la discusión (que no abordaremos ahora) sobre el documento en sí mismo, es
ilustrativo que aparezca la misma "teoría" de la superación de la burocracia por la vía de la presión. Para el
POR es suficiente con hacer aprobar una tesis con algunos puntos radicales, e incorporar a la directiva
algunos militantes revolucionarios (una pequeña minoría en una directiva donde predominan los burócratas
"de izquierda" y "oficialistas") que luchen "sin descanso por el cumplimiento estricto de la orientación
política señalada de las tesis aprobadas." (Masas nº 1609, 20-03-98) ¡El POR le dice a la vanguardia que
crea no sólo que es posible vigilar y neutralizar a la burocracia para impedir que traicione, sino que se la
puede obligar a cumplir unas tesis presentadas como revolucionarias!

La fraseología del POR sobre su éxito en el Congreso minero queda al desnudo cuando a lo largo de toda la
huelga general, los mineros no pudieron sumarse a la misma y parar, pues la burocracia retuvo el control
sobre el sector. Como mínimo esto significaría que el POR no tiene mucho éxito en su "vigilancia
revolucionaria" sobre la burocracia de la federación minera. Pero peor aún, demuestra que las tesis y
programas que el POR "impone" a la burocracia de "izquierda" se convierten en manos de ésta en un recurso
para lavarse la cara, encubrir su propia política y seguir traicionando. Desnuda que la política del POR es de
presión sobre la burocracia para obligarla a ir más allá, y no de derrotarla en el curso de la lucha.

Ausencia de una estrategia de autoorganización

El POR queda prisionero de su política de presión sobre la burocracia porque carece de una estrategia de
impulsar la autoorganización democrática de las masas para la lucha, y es enemigo de disputar la dirección a
los jefes traidores en los momentos decisivos, tarea que sólo puede plantearse desde esa estrategia, pues es,
como decía Trotsky, "el único medio de quebrar la resistencia contrarrevolucionaria de los aparatos de los
partidos y sindicatos".

Un partido que se reclame trotskista debe tener una política sistemática para impulsar el desarrollo de la
autoorganización de las masas para la lucha, superando los límites de las organizaciones existentes. La
importancia enorme de esta política reside, por un lado, en que permite combatir a la burocracia, y por otro,
en que: "Es imprescindible preparar desde ya a los obreros avanzados para que se hagan a la idea de crear
comités de fábrica y consejos obreros en el momento en que se de un cambio brusco"... pues este es el camino
para que en el momento oportuno puedan surgir soviets. Pues como señala el Programa de Transición,
documento fundacional de la Cuarta Internacional: "Los comités de fábrica (...) los agrupamientos especiales
de masa para la lucha contra la guerra, los comités de vigilancia de los precios, y con todos los demás
nuevos centros del movimiento, cuya misma aparición testimonia que la lucha de clases ha desbordado los
límites de las organizaciones tradicionales del proletariado", abren un camino que culmina en la creación de
consejos obreros o soviets, "los órganos de preparación de las masas para la insurrección, los órganos de la
insurrección y, después de la victoria, los órganos del poder".

Por eso "la consigna de soviets corona el programa de reivindicaciones de transición".

En otro lugar, Trotsky señala: "En ciertas condiciones los comités de acción pueden convertirse en soviets ...
En sus primeros pasos los soviets en Rusia no eran en absoluto lo que llegaron a ser después, e incluso
llevaban con frecuencia en esa época el modesto nombre de comités obreros o de comités de huelga." Por eso
compartimos plenamente su advertencia de que: "Contraponer a los sindicatos existentes la idea abstracta de
consejos obreros sería tirarse en contra no sólo a la burocracia sino también a las masas, privándose así la
posibilidad de preparar el terreno para la creación de los consejos obreros" (de Los Sindicatos en Gran
Bretaña), máxime en Bolivia, donde la rica tradición revolucionaria de las masas ha tendido a dar a la COB y
a los sindicatos carácter soviético en los momentos más álgidos de la lucha, como la COB, con sus milicias,
en el 52.

Y nuevamente en el Programa de Transición, Trotsky afirma que:


"Allí donde los obreros de la empresa están ya desde los períodos ‘tranquilos’ totalmente comprendidos en
los sindicatos, el comité coincidirá formalmente con el órgano del sindicato, pero renovará su composición y
ampliará sus funciones. Sin embargo, la significación principal de los comités reside en que se transforman
en estados mayores para las grandes capas obreras que por lo general el sindicato no es capaz de llevar a la
acción. Y es precisamente de esas capas más explotadas de donde surgirán los destacamentos más abnegados
de la revolución."

Pero precisamente lo que jamás hace en el curso de la lucha el POR es impulsar consistentemente, desde los
sindicatos del magisterio que dirige, una política para desarrollar comités de huelga, comités de movilización
para unir a maestros, padres y alumnos, de coordinación intersindical con otros sectores movilizados, de
piquetes de autodefensa para organizar la resistencia a la represión. Sus cuadros sindicales, no hablaron en los
Ampliados de la COB, donde eran escuchados con enorme atención, para plantear la urgencia de elegir un
Comité nacional de huelga, de poner en pie comités de movilización ni de formar comités o piquetes de
autodefensa. Esa era la única política que habría permitido dar un gran impulso adelante, unificar la lucha
sumando a los demás sectores (con los maestros a la cabeza) y asestar un golpe mortal al control de la
burocracia cobista que se hubiera visto en figurillas para consumar la traición.

Lora se negó en todo el curso de la lucha a hacer nada de esto y siguió impulsando una política estrechamente
sindicalista. Esta concepción es la que deja al POR entrampado en una lógica similar a la de la burocracia
cobista. Por eso, el POR no cuestionó el carácter "salarialista" que le dió la burocracia a la huelga. El POR
concibió la lucha del magisterio como una lucha estrechamente sectorial, fueron los más consecuentes
"salarialistas" en nombre del "Salario mínimo vital y móvil" y el "pliego único". No plantearon ninguna
política para extender la huelga, limitándose a gritar "¡Viva la huelga general indefinida!"

Los dirigentes poristas del magisterio se negaron a firmar las actas con el gobierno que sellaban la traición de
la burocracia. Pero la cuestión es que en ningún momento ofrecieron a la vanguardia una política alternativa a
la de Milton Gómez y compañía.

Por el contrario, el POR desarmó a la vanguardia diciéndole que "Son las masas enfurecidas y dueñas de las
calles las que impiden que los burócratas sindicales corruptos traicionen" (Masas nº 1614 de fecha 24 de
abril), en momentos en que la COB ya había consumado la traición. ¡Ni una indicación al maestro, el obrero o
el estudiante lector de Masas sobre qué hacer! ¡Ni el menor llamado a cómo enfrentar en el ampliado de la
COB la entregada de los burócratas! En lugar de ello, una explicación tranquilizadora: las masas en la calle
impiden que los burócratas traicionen.

Una política revisionista hacia las Fuerzas Armadas

La burocracia de la COB no quiso ni escuchar hablar en ningún momento de constituir piquetes de


autodefensa como los que iniciaban los cocaleros, que incluso se plantearon centralizarlos (de avanzar por
este camino, eran el embrión de una milicia campesina). Nuevamente, el POR no tuvo una política alternativa,
para impulsar piquetes y comités de autodefensa, para exigirle a la COB que instruyera su creación en torno a
los sindicatos y los centralizara, cuando la lucha ponía el problema de la autodefensa obrera y campesina al
rojo vivo. "Vivo Rojo" fue la única respuesta concreta de Lora, en reemplazo de una política militar
revolucionaria correcta.
Desde hace una decena de años Lora propagandiza una fantasmagórica tendencia en el seno del cuerpo de
oficiales del ejército y de la policía, representada por el boletín "Vivo Rojo" ("vivo" se les llama a detalles de
adorno en el uniforme militar), cuya tarea sería "aislar a las corrientes fascistas, corruptas y golpistas entre
los uniformados". Lora quiere ganar esa tendencia de oficiales "revolucionarios" con consignas tales como:
"Mediante la acción directa del motín militar en cada uno de los cuarteles resolveremos el problema de
nuestros sueldos y la estabilidad de nuestros cargos, jamás mediante la acción de nuestros comandantes"
(Vivo Rojo nº 114, febrero de 1998, publicado en Masas nº 1604)

Lora teoriza: "El objetivo concreto tiene que ser ganar a los hombres tecnificados en el manejo de las
ametralladoras a través de una severa crítica de las desviaciones golpistas, providencialistas, autoritarias,
que se presentan casi como emanaciones naturales en quienes parecen haber sido educados sobre todo para
mandar e imponerse a través de la violencia; ganarlos a través de una detenida educación ideológica y
doctrinal.(...). Estamos planteando la urgencia de estructurar una vigorosa tendencia revolucionaria
militar, que en su momento sea capaz de orientar los movimientos del mismo ejército."2

¿"Ganarlos a través de una detenida educación ideológica y doctrinal"? Ya Lenin decía:


"Como es natural, si la revolución no adquiere un carácter de masas, y no influye en las tropas, no puede
hablarse de una lucha seria. De suyo se comprende la necesidad de un trabajo entre las tropas. Pero no
debemos figurarnos que se pasarán a nuestro lado de golpe, como resultado de la labor de persuasión o de
sus propias convicciones. (...) Nos hemos dedicado y nos dedicaremos con mayor tenacidad a la tarea de
conquistar ideológicamente a las tropas; pero no pasaríamos de ser unos lamentables pedantes, si
olvidáramos que en un período de insurrección se necesita también librar una lucha física para atraer a las
tropas."3 En el mismo sentido, Trotsky apunta: "Incluso las fracciones más avanzadas no se pasarán abierta
y activamente al lado del proletariado hasta que vean por sus propios ojos que los obreros quieren batirse y
son capaces de vencer". (¿Adónde va Francia?, p.93)

La absoluta impotencia del POR para plantear una política correcta de autodefensa obrera y campesina en la
huelga, esta ligada a su negativa a tener una política consecuente de autoorganización. Como escribe Trotsky:
"Tareas tales como la creación de la milicia obrera, el armamento de los obreros, la preparación de la
huelga general, quedarán en el papel, si la propia masa no se empeña en la lucha, por medio de sus órganos
responsables. Sólo esos comités de acción surgidos de la lucha pueden asegurar la verdadera milicia,
contando con miles, sino con decenas de miles de combatientes. Nadie sino los comités de acción, abarcando
los centros principales del país, podrá elegir el momento de pasar a métodos más decididos de lucha, cuya
dirección les pertenecerá de pleno derecho". (¿Adónde va Francia? p.122)

Recordemos que Trotsky utiliza "comités de acción" en el mismo sentido que Comités de huelga, etc., como
embriones de organismos soviéticos.

La charlatanería de Lora llega al extremo de definir como "fascista" al gobierno de Banzer, (caracterización
totalmente equivocada, pues fascismo es un régimen de guerra civil contra el proletariado y sus
organizaciones apoyado en las masas pequeñoburguesas; que difícilmente toleraría que la COB le haga una
huelga general reuniéndose en ampliados públicos, o permitiría que Lora hable por TV) mientras llama a
hacer una tendencia revolucionaria en la oficialidad del ejército "fascista". El gobierno de la Megacoalición es
un gobierno ultrarreaccionario con fuertes elementos bonapartistas, pero no "fascista". Si Lora fuera coherente
con su caracterización debería poner en primerísimo plano el problema de la autodefensa obrera de masas
contra el "fascismo".4

La confusión que siembra Lora con su fraseología no puede ocultar que a la hora de decir a los trabajadores
cómo organizarse para enfrentar la represión y la militarización, el POR no pudo hacer otra cosa que gárgaras
con frases vacías, sin poder explicar donde estuvieron los tales "oficiales revolucionarios" a la hora en que el
ejército y la policía reprimían en el Chapare, en las calles de La Paz, en El Alto, cobrándose una decena de
muertos campesinos y numerosos heridos entre los trabajadores.

El poumismo de Lora
El POUM fue en el ejemplo clásico de centrismo criticado por Trostky en sus escritos sobre la revolución
española. "Poumismo" pasó a ser la definición de la lógica centrista que lleva a capitular en los momentos
decisivos de la revolución, entregándose abiertamente a la colaboración de clases. La lógica de Lora entra en
estos moldes perfectamente:

En 1952 , se negó a plantear que la COB, único poder armado en ese momento, tomara el poder y tuvo una
política de presión sobre el ala "izquierda" del MNR (dirigida por Lechín).

En 1970-71, Lora en la Asamblea Popular no desenmascaró la traición que tejían el PCB y Lechín, y no tuvo
una política para enfrentar el golpe que se venía y preparar a las masas para luchar por el poder. Al contrario,
después del golpe, en el exilio de Chile, firmó un acuerdo frentepopulista, el FRA (Frente Revolucionario
Antimperialista) con el depuesto gral. Torres, el mayor Sánchez, el PRIN de Lechín, el PCB, es decir, con los
culpables de la derrota sangrienta, lavándoles la cara con un programa algo rojo, y lo ha justificado diciendo
que: "Es fácil concluir que estratégicamente la Asamblea Popular se proyecta en el FRA, que no es,
ciertamente, un frente ocasional, sino, un frente para la toma del poder y construir el socialismo"...

En marzo de 1985, cuando miles de mineros ocuparon el centro de La Paz, apoyados por todo el pueblo
trabajador, y estaba a la orden del día la caída del gobierno de Siles Suazo, el POR se refugió en su estrecha
política sindicalista de seguir la huelga por el salario mínimo vital, permitiendo que Lechín y el PCB
traicionaran esa nueva oportunidad revolucionaria.
En cada caso, el POR desnudó su adaptación en la estrategia y en el progama, a la dirección
contrarrevolucionaria de las masas, mal disimulada por la agitación de la consigna de "dictadura del
proletariado" reducida a una frase abstracta en todo momento y lugar. Esta misma adaptación es la que sale a
relucir en cada episodio importante de la lucha de clases, como ha sido la huelga de abril.
En cada ocasión, Lora ha demostrado ser heredero del POUM y no de Trotsky como pretende.

El nacionalismo de Lora

Lora ha edificado toda su concepción sobre el cimiento de un estrecho nacionalismo que no tiene nada que
ver con el trotskismo. Este nacionalismo es la base de su teoría de la "excepcionalidad" boliviana, por la cual
se permite las más oportunistas revisiones del programa y la teoría. Por ejemplo, toda su política hacia las
fuerzas armadas se basa en una supuesta "excepcionalidad" del Ejército boliviano. Esto es típico de todas las
corrientes centristas que hablando en nombre del trotskismo, se adaptaron a los aparatos sindicales y a los
partidos reformistas "descubriéndoles" rasgos excepcionales en cada país. En Lora tiene una de sus
expresiones más exacerbadas. Durante toda la posguerra, Lora reivindica haber estado al margen de las luchas
en el seno del trotskismo, es decir, su caída en el más estrecho nacional trotskismo.

El nacionalismo de Lora es parte de su adaptación a la burocracia de la COB, que ha hecho todo lo posible
por décadas para imbuir de nacionalismo a la clase obrera del Altiplano, impidiéndole verse como un
destacamento de la clase obrera mundial. Lora, lejos de combatir por el internacionalismo proletario contra
esta política de la burocracia, se ha adaptado a la misma.

En el plano de la construcción partidaria, esto lo llevó al abandono de la lucha por reconstruir la Cuarta
Internacional, a la negativa a sacar lecciones de la lucha de clases internacional, a un método estrechamente
nacionalista de construcción del partido, que en Lora llega al absurdo de plantear que la reconstrucción de la
Cuarta Internacional se hará en torno al "faro boliviano" es decir, en torno al POR y a sí mismo.

Lorismo versus trotskismo

Las posiciones que criticamos forman parte de un verdadero sistema de concepciones que Lora elaboró y bajo
el cual moldeó al POR por décadas, y que no tiene nada que ver con el trotskismo.
La clave del lorismo es combinar "fraseología izquierdista, con tácticas aventureras, encubriendo una
política de derecha" como decía León Trotsky del ultraizquierdismo de los stalinistas a fines del los 205. El
equilibrio inestable entre "el caparazón ultraizquierdista y el colaboracionismo" de clases6 entra en
contradicción ante cada gran episodio de lucha de clases. Allí, la fraseología izquierdista deja al descubierto el
contenido oportunista. ¿Qué los análisis y política de Guillermo Lora son desmentidos por los hechos? No
importa, la culpa no será del teórico infalible sino del partido que no sabe aplicar su política. Lora sale del
atolladero en cada ocasión "huyendo hacia adelante", endureciendo el régimen interno, expulsando
preventivamente a cualquiera que lo cuestione , y refugiándose cada vez más profundamente en su
nacionalismo cerrado.

Guillermo Lora ha construido así una caricatura sectaria e impotente del trotskismo. El dilema de los
revolucionarios en Bolivia es lorismo versus trotskismo. Es decir, superar las revisiones de Lora, extrayendo
lecciones revolucionarias de la lucha de clases internacional, encarando los problemas de la construcción de
un verdadero partido revolucionario en Bolivia como parte de la lucha por reconstruir la Cuarta Internacional,
y extrayendo bajo esta luz todas las conclusiones de la riquísma lucha de clases en el Altiplano. A esta tarea
intentamos contribuir modestamente con estos artículos.

NOTAS:
* Militantes del POR se hallan a la cabeza de las importantes federaciones sindicales del magisterio urbano de La Paz y Cocha bamba, así como del
antiguo distrito minero de Uncía. A fines del año pasado, ganó la directiva del sindicato de trabajadores de Salud de La Paz. El magisterio fue el
sector de vanguardia en todo el proceso de lucha, y los sindicatos que dirige son los principales del sector. Dirigentes como Vilma Plata y José L.
Alvarez en La Paz o Miguel Lora en Cochabamba tienen prestigio a nivel nacional, son vistos como honestos y entregados dirigentes no sólo por
la base del magisterio, sino entre toda la vanguardia obrera y juvenil.
1 Lora dice que en el pasado fue suficiente la espontaneidad de las masas para obligar a la burocracia a ir hasta la Asamblea Popular "que luchó
por la conquista del poder y la dictadura del proletariado" (dejemos esta errónea afirmación que embellece a Lechín y al PCB para discutir en
otro momento). ¿Ni siquiera considera pertinente recordar que la propia Asamblea Popular fue dispersada por el golpe de Banzer en 1971
precisamente gracias a que la burocracia de la COB impidió que el movimiento obrero preparara la resistencia al golpe?
2 Guillermo Lora, La Insurrección, Ediciones Masas, La Paz, 1983. pgs. 17, 18 y 19
3 V. I. Lenin, Las enseñanzas de la Insurrección de Moscú, en La cuestión militar y el trabajo político en las fuerzas armada s, p.41
4 Esto se complementa con la increíble afirmación de que en Bolivia exista una situación revolucionaria camino a la insurrección desde hace... 8
años
5 León Trotsky, ver Escritos 1929-30, tomo I vol.3
6 León trotsky, La III Internacional después de Lenin, p.188.

Estrategia Internacional N° 8
Mayo/Junio - 1998

TRES HITOS HISTORICOS


DE LA CLASE OBRERA BOLIVIANA
La clase obrera boliviana fue, durante cincuenta años, el proletariado más revolucionario de América
Latina, por su conciencia de clase, por su organización, y por las heroicas luchas que llevó adelante,
encabezado por su vanguardia indiscutida, los obreros mineros.
Daremos aquí una visión suscinta de los tres períodos revolucionarios en que la clase obrera boliviana tuvo
al alcance de su mano derrotar a la burguesía, tomar el poder e instaurar el primer estado obrero de
América del Sur.

1952: LA PRIMERA REVOLUCION OBRERA DE AMERICA LATINA

El 9 de abril de 1952 comenzó en Bolivia la primer revolución obrera de América Latina.


Ese día, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) 1, junto a una fracción del ejército encabezada
por el general Antonio Seleme, Ministro de Gobierno de la Junta Militar en el poder presidida por el General
Ballivián, comenzó un intento de golpe palaciego para derrocarlo. Todo indicaba que iba a realizarse el
enésimo golpe palaciego en la historia de Bolivia.
Desde la madrugada, los golpistas tomaron algunas dependencias gubernamentales y proclamaron,
prematuramente, el triunfo. El gobierno sacó las tropas a la calle, y comenzaron los enfrentamientos con los
militantes del MNR y las tropas leales a Seleme. Mientras tanto, sucedió lo inesperado. Las masas
trabajadoras y oprimidas se volcaron a las calles, y lo que había comenzado como un golpe palaciego se
convirtió en una verdadera revolución obrera y campesina. Las masas, encabezadas por los mineros armados
con dinamita, se enfrentaron al ejército, lo derrotaron y lo desarmaron, armándose ellas mismas. Más tarde,
"las fuerzas rendidas del Ejército desfilaron por la ciudad custodiadas por las milicias revolucionarias que
encabezaba el Comando Obrero" 2. La revolución había triunfado.

Las masas bolivianas irrumpieron espontáneamente, sin un plan preconcebido, sin una dirección
revolucionaria que las condujera a tomar el poder en sus manos. Fue una "Revolución de Febrero", haciendo
la analogía con el Febrero Ruso: las masas destruyeron a las fuerzas armadas, el pilar del estado, derrocaron al
gobierno de Ballivián... y entregaron el poder al MNR, un partido nacionalista burgués, y a su máximo
dirigente Víctor Paz Estenssoro, que asumió la presidencia de la nación. Pero Paz Estenssoro era un rehén de
las masas armadas: "Paz Estenssoro ya se ha convertido en el Kerensky de la Revolución Boliviana",
afirmaba Guillermo Lora a pocos días del triunfo de la Revolución.3 Existían en Bolivia dos poderes: uno
formal, el del gobierno del MNR apoyado por el Partido Comunista de Bolivia*, y otro real, el de las masas
trabajadoras armadas.

El 17 de abril, bajo el impulso de la marea revolucionaria, se funda la Central Obrera Boliviana, la COB. La
COB se constituyó en el organismo del verdadero poder obrero: "...A partir del 9 de abril, los sindicatos
tomaron sencillamente en sus manos la solución de los problemas vitales y las autoridades, si no eran
destituidas, no tenían más remedio que someterse a sus decisiones. Son estos sindicatos los que actuaron
como órganos de poder obrero y plantearon el problema de la dualidad a las autoridades locales y
nacionales. Directores de la vida diaria de las masas, rodearon de atribuciones legislativas y ejecutivas
(poseen fuerza compulsiva para ejercer las decisiones) e inclusive llegaron a administrar justicia. La
asamblea sindical se convirtió en la suprema ley, en la suprema autoridad".4 La COB se había constituido en
el poder real de Bolivia, en un organismo de frente único de las masas armadas, es decir, en un organismo
soviético. Sólo la COB podía satisfacer las aspiraciones de las masas expresadas en la Tesis de Pulacayo: lo
que estaba planteado era que la COB tomara en sus manos todo el poder, derrocando al gobierno nacionalista
burgués de Paz Estenssoro, y estableciendo un verdadero gobierno de las organizaciones obreras y
campesinas, apoyado en las masas armadas.

Pero la COB, encabezada por Juan Lechín Oquendo, dirigente minero conciliador, que pertenecía a las filas
del MNR (aunque había coqueteado con el POR y utilizado la terminología trotskista en forma demagógica),
no sólo dio su apoyo al "camarada Presidente" y llamó a las masas a confiar en él, sino que se integró al
gobierno por medio de los "ministros obreros", estableciendo lo que se dio en llamar el "co-gobierno". Desde
el mismo nacimiento de la COB, su dirección conciliadora comenzó a traicionar la heroica revolución
boliviana.

Pero existía en Bolivia el Partido Obrero Revolucionario (POR), partido trotskista y sección Boliviana de la
IV Internacional, que desde 1946, había ganado una importante influencia en la clase obrera boliviana que
había hecho suyas las tesis de Pulacayo impulsadas por el POR. Este tuvo así, desde el comienzo, una
importante influencia en la COB, con dos de sus miembros en su Comité Ejecutivo.

Sin embargo, el POR no utilizó su peso para enfrentar a la dirección conciliadora de Lechín y al gobierno de
Paz Estenssoro. Lejos de exigir que la COB retirara sus ministros del gobierno burgués, y tomara todo el
poder en sus manos, votó, en la misma asamblea de fundación de la COB, a favor de la incorporación de
Lechín y Germán Butrón como "ministros obreros" al gobierno, y le dió apoyo crítico al gobierno del MNR.
Es así que en las resoluciones de su Décima Conferencia, afirmaba: "Ante las medidas del gobierno, aunque
sólo parcialmente convengan a los intereses de las masas, apoyo crítico, destacando críticamente las
limitaciones de ellas, sus imperfecciones y sus aspectos negativos. Llamando a las masas a movilizarse para
imprimirles un contenido revolucionario total y favorable a los intereses populares". 5 Cuando, a las pocas
semanas, Paz Estenssoro resuelve postergar la nacionalización de las minas y crea una comisión que la
preparara, para ganar tiempo apostando a un descenso de la actividad de las masas por desgaste, el POR se
negó a llamar a la ocupación inmediata y al control obrero de las minas. El POR ponía sus expectativas en que
el ala izquierda del MNR rompiera con el gobierno, y entonces pudiera conformarse un gobierno obrero y
campesino, entendido como "el momento corto, transitorio, hacia la dictadura del proletariado ..."6

La dirección de la IV Internacional, que ya en manos de Pablo y Mandel había comenzado su degeneración


centrista, lejos de criticar y combatir esta política del POR, la aconsejó y apoyó en todo la línea. Así, la
resolución adoptada por el 12º pleno del Comité Ejecutivo Internacional en noviembre de 1952, decía: "....Su
política (la del POR) estuvo entonces dirigida a seguir permaneciendo no aislado de las masas, sobre las
cuales el MNR todavía tiene una fuerte influencia, y especialmente a no aislarse de las filas del ala izquierda
del MNR mientras daban impulso a la acción revolucionaria y a la organización independiente de las masas.
Esta doble preocupación se concreta en el apoyo crítico garantizado al gobierno del MNR, acompañado por
una actividad directa revolucionaria entre las masas, con el objetivo de ejercitar y reforzar su presión y de
desarrollar su organización independiente en sindicatos y milicias"".

Así, gracias a la traición de la COB y la claudicación del POR, el gobierno del MNR obtuvo el tiempo
necesario para que comenzara a decaer el ímpetu revolucionario de las masas, expropiarles su revolución, y,
dando algunas concesiones (como la nacionalización de las minas con pago o la reforma agraria), mantener
casi intacto el poder de la burguesía. El MNR logró burocratizar a la COB y reconstruir las fuerzas armadas,
resolviendo a su favor la situación de doble poder.

En los años que siguen se va completando el desmonte de las conquistas logradas por la revolución. Hacia
1964, el imperialismo yanqui y la burguesía boliviana, consideran que ya han logrado la relación de fuerzas
necesaria para liquidar el último baluarte de la revolución boliviana: el heroico proletariado minero, que
continaba armado en las minas. En noviembre de 1964, el general Barrientos, vicepresidente de Paz
Estenssoro, da un golpe de estado. En febrero de 1965, exige el desarme de los mineros. Ante la negativa de
los mineros a hacerlo, expulsa a Lechín de Bolivia. Los mineros se lanzan a la huelga general, y comienza su
heroica resistencia contra los ataques del ejército. Miles de mineros son masacrados, encarcelados,
deportados. Para mediados de junio, la vanguardia de la que había sido la primer revolución obrera de
América Latina estaba derrotada.

LA ASAMBLEA POPULAR DE 1971

En abril de 1969, en un accidente, muere el dictador Barrientos. La política populista demagógica del General
Ovando, que lo sucede, provoca fraccionamientos en las fuerzas armadas. Mientras, las masas aprovechan la
"apertura democrática" que otorga Ovando, para reorganizarse.

El 4 de octubre de 1970, un golpe del ala derecha del ejército contra Ovando, abre una confusa situación en la
que varias camarillas militares se disputan el poder. En medio de esa situación, el General Juan José Torrez
(que había sido destituido pocos meses antes de su puesto de Comandante en jefe), logra el apoyo de una
fracción del ejército, de la COB y de su Comando Político. La COB lanza la huelga general, y resuelve la
situación a favor de Torrez. El 7 de octubre, asume Torrez como presidente, impulsado al poder por la huelga
general y por la COB. La presión de las masas lleva a Torrez a usar un lenguaje de izquierda. El 10 de enero
de 1971, el general Banzer intenta un golpe de estado, que fracasa por la inmediata movilización de los
mineros, los trabajadores, los estudiantes y los campesinos. Las masas se vuelcan a la Plaza Murillo de La
Paz, al grito de ¡Socialismo!, y responden al discurso de Torrez al grito de ¡Armas sí, promesas no! y
¡Obreros al poder!. Torrez se ve obligado a prometer la realización de una Asamblea Popular. El Comando
Político de la Clase Obrera y el Pueblo, surgido al calor de las movilizaciones contra el golpe de octubre7,
decide convocar a la Asamblea Popular. Cada organización obrera, campesina, estudiantil, los partidos
políticos, envían sus representantes. En la Asamblea, la representación corresponderá en un 60% a las
organizaciones obreras, y en un 40% a las demás organizaciones. En la Asamblea Popular, el peso decisivo lo
tiene la clase obrera a través de la COB y la Federación Minera.

Una vez más comienza la revolución en Bolivia. La clase obrera se dota de un organismo, la Asamblea
Popular que, embrionariamente, tenía características de tipo soviético. Una vez más se planteaba la
posibilidad de que la clase obrera tomara el poder, pero la COB, con Lechín a la cabeza, traicionará, diciendo
que no pueden tomar el poder "porque no tienen armas".

El POR levanta una política claudicadora, que embellece a las direcciones traidoras del movimiento de masas.
Siendo la Asamblea Popular una organización de frente único de las masas, los revolucionarios debían entrar
en ella para combatir desde adentro a las direcciones oportunistas agentes del General Torrez, a Lechín, al
Partido Comunista, a los maoístas, etc. El POR, lejos de esto, considera a estas direcciones traidoras y al
programa de la Asamblea Popular como "revolucionarios".

La energía de las masas revolucionarias será ahogada en sangre por el golpe militar de agosto de 1971,
encabezado por Banzer. Pero no terminan aquí las capitulaciones del POR. En el exilio, conforma lo que se ha
dado en llamar el Frente Revolucionario Antiimperialista (FRA), que según el POR, sería la continuación de
la Asamblea Popular en el exilio. El FRA no es más ni menos que un acuerdo estratégico para tomar el poder
e instaurar el socialismo en Bolivia.... ¡con el depuesto ex-presidente General Torrez, y la fracción del ejército
que lo apoyaba, el Partido Comunista de Bolivia (pro-Moscú), el PRIN de Lechín, los maoístas, el MIR, y las
corrientes guerrilleras!.

1985: LA HUELGA DE LA DINAMITA

En octubre de 1982, una huelga general indefinida de la COB hace caer a la siniestra dictadura de García
Meza. En su lugar, reasume el poder Hernán Siles Suazo, a la cabeza de la UDP8, la coalición que había
ganado las elecciones de 1980 y que el golpe de García Meza había impedido asumir.

El gobierno de Siles se dedicó de lleno a intentar pasar los ataques fondomonetaristas que exigía la crisis de la
deuda desatada en Latinoamérica en 1982. La tensión entre el gobierno de Siles y la clase obrera va en
aumento. En 1983, fracasa un intento de "co-gobierno" con la COB (es decir, incorporación de "ministros
obreros"). En febrero de 1985, el gobierno anuncia un brutal "paquetazo" que aumenta los precios de la
canasta familiar y fija una nueva paridad del ya enormemente devaluado peso boliviano. En ese momento, la
COB no plantea ninguna respuesta de conjunto ante el ataque. La respuesta la darán los trabajadores mineros,
"desde los campamentos mineros convertidos en verdaderos barriles de pòlvora"9 "...En estos distritos la
protesta contra el gobierno era tan concluyente, que bastó a la Federación de Mineros una conferencia
radial para que se movilicen los mineros hacia la ciudad de La Paz".10

El 4 de marzo llegaron a La Paz 10.000 mineros armados con dinamita, y tomaron prácticamente el control de
la ciudad. El 6, se declararon en huelga general, y al día siguiente la COB se vio obligada a lanzar la huelga
general indefinida en su apoyo, mientras la Confederación Unica de Trabajadores Campesinos llamaba al
bloqueo de caminos. Durante los 16 días que duró la huelga, los mineros armados ocuparon la capital,
mientras el ejército, vacilante, no se animaba a reprimir. En Oruro, los obreros desalojaron al gobernador y
tuvieron el poder en sus manos durante un día, hasta que al final lo entregaron a la policía. La población pobre
de La Paz y los estudiantes apoyaban entusiastamente la lucha de los mineros. La clase obrera boliviana,
armada con dinamita, acorralaba nuevamente al poder burgués. La huelga había llegado a un punto en que
sólo podía triunfar si se transformaba en insurrección, derrocaba al gobierno e instauraba un poder obrero.
Nuevamente estuvo planteado ¡Todo el poder a la COB!. Pero fue, una vez más, lo que se negó a hacer la
COB, dirigida por la burocracia lechinista.

El POR se negó a levantar esta consigna, diciendo que un organismo sindical como la COB no podía llevar
adelante esa tarea, y que un gobierno de la COB sería "nada más que una variante de los gobiernos
burgueses" 11. Mientras, agitaba su consigna abstracta de "dictadura del proletariado", renunciando así , por
"ultraizquierda" a dar la pelea para desenmascar el carácter conciliador de Lechín y la dirección de la COB,
exigiéndole que tomara el poder.

Después de 16 días, desgastada y sin perspectivas, la huelga fue diluyéndose y terminó por levantarse, sin
siquiera lograr el conjunto de las reivindicaciones económicas. La burguesía aprovechó la situación para
canalizar la situación hacia las elecciones presidenciales, donde triunfó la derecha, y volvió al poder Víctor
Paz Estenssoro.

En septiembre, el nuevo gobierno de Estenssoro, pasó al ataque general de las conquistas con el decreto
21060, de corte ultraliberal y monetarista, de privatizaciones en sector estatal (entre ellos el más importante,
las minas) y de ataque directo al salario y al nivel de vida de las masas, y al poder de los sindicatos y la COB.
La COB lanza la huelga general indefinida, que no organiza ni garantiza. Una vez más, el peso de la huelga
cae sobre el proletariado minero, que resiste hasta el final, aislado y abandonado por la buroocracia traidora,
en medio del estado de sitio, de la represión, de la detención y el confinamiento de sus dirigentes. La huelga
fue derrotada, y esta derrota marcó el comienzo de la ofensiva burguesa que terminaría por disgregar al
heroico proletariado minero, columna vertebral de la clase obrera boliviana.

Notas:
1- El MNR, encabezado por Paz Estenssoro y Hernán Siles Suazo, había sido desalojado del poder en 1946 por un golpe de estado. En 1951, sin
embargo, las elecciones organizadas por el gobierno militar le dieron la mayoría. Un nuevo golpe de estado, encabezado por Ba llivián, impidió
que el MNR asumiera el poder.
2- "La Revolución del 9 de abril de 1952", de Jorge Valdivia Altamirano, La Nación, La Paz, 9 de abril de 1953, citado por Liborio Justo en
"Bolivia: La Revolución Derrotada", Juárez Editor, 1971.
3- Guillermo Lora, Obras Completas, Tomo IV, pág 87. Ediciones Masas, 1995.
* El Partido Comunista de Bolivia, PCB, recién fundado, venía a reemplazar al Partido de la Izquierda Revolucionaria, el PIR, nombre del antiguo
partido stalinista en ese país. Desde 1941 hasta el mismo 1952, el stalinismo boliviano alineado con Moscú, había combatido al MNR y
participado en los gobiernos de los militares y la "rosca", en función del alineamiento de Bolivia con los países Aliados en la Segunda Guerra
Mundial. En función de los intereses de Moscú, alineado con EE.UU., Gran Bretaña y Francia en la guerra contra los países del Eje, habían
combatido al MNR tildándolo de "facista", y habían apoyado también la represión contra la clase obrera que lo apoyaba. En 195 2, comenzada la
guerra fría, el stalinismo cambia su política y apoya con todo al gobierno nacionalista burgués del MNR, contra la perspectiva de que la clase
obrera, acaudillada por la COB, tomara el poder.
4- G. Lora, "La revolución Boliviana", citado por Liborio Justo, op. cit.
5- Décima Conferencia nacional del POR, 10 de junio de 1953, G. Lora Obras Completas, Tomo IV, pág. 317, op. cit.
6- Idem, pag. 319
7- Integraban el Comando Político de la COB: el MNR, el PRIN (Partido de Lechín), el POR, el PDCR, el PCB, el grupo Faro y Espartaco.
8- La Unión Democrática Popular estaba conformada por el MNRI de Siles Suazo (que había roto con el MNR de Paz Estenssoro), el M IR de Paz
Zamora y el PCB.
9- Movimiento Obrero y procesos políticos en Bolivia (Historia de la COB 1952-1987, Jorge Lazarte R.), pág. 153.
10- Idem.
11- Masas, 17/3/85, citado en Correo Internacional Nº 15.

LAS TESIS DE PULACAYO


En noviembre de 1946, el Congreso extraordinario de Mineros reunido en Pulacayo para discutir la
orientación de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), aprueba por unanimidad
las tesis que luego se conocerían como Tesis de Pulacayo, presentadas por la delegación de Llallagua, e
inspiradas por Guillermo Lora, dirigente del POR.

Esta Tesis configura un verdadero programa revolucionario para la toma del poder por la clase obrera , y es la
mayor conquista programática lograda por el proletariado de América Latina. Por primera vez en nuestro
continente, el programa del trotskismo trascendía los pequeños grupos y se hacía carne en la vanguardia del
proletariado boliviano: los mineros.

La Tesis establecía claramente, entre otras importantísimas definiciones políticas y programáticas, que: "1- El
proletariado, aún en Bolivia, constituye la clase social revolucionaria por excelencia". Definía, siguiendo el
método de la Teoría de la Revolución permanente, que Bolivia era un país capitalista, a pesar de su atraso y
de la supervivencia de formas precapitalistas de producción, y que la burguesía era incapaz de realizar las
tareas de la revolución democrático burguesa, es decir, la liquidación de los latifundios, la unificación
nacional y la liberación del yugo imperialista. Sin embargo, aclaraban que "Los trabajadores del subsuelo no
insinuamos que debe pasarse por alto la etapa demo-burguesa: la lucha por elementales garantías
democráticas y por la revolución agraria antiimperialista (...) Señalamos que revolución demo-burguesa, si
no se la quiere estrangular, debe convertirse sólo en una fase de la Revolución proletaria (...) Dejamos
claramente sentado que la revolución será democrático-burguesa por sus objetivos, y sólo un episodio de la
Revolución Social por la clase social que la acaudillará. La revolución proletaria en Bolivia no quiere decir
excluir a las otras capas explotadas de la nación, sino la alianza revolucionaria del proletariado, con los
campesinos, con los artesanos y otros sectores de la pequeño burguesía. La Dictadura del proletariado es la
proyección estatal de dicha alianza. La consigna de Revolución y Dictadura proletarias ponen en claro el
hecho de que será la clase obrera el núcleo director de dicha transformación y de dicho estado. Lo contrario,
sostener que la revolución democrático burguesa por tal, será realizada por sectores ‘progresistas’ de la
burguesía y que el futuro estado encarnará en un gobierno de unidad y concordia nacionales, pone de
manifiesto la intención firme de estrangular el movimiento revolucionario en el marco de la democracia
burguesa. Los trabajadores una vez en el poder, no podrán detenerse indefinidamente en los límites demo-
burgueses y se verán obligados, cada día en mayor medida, a dar cortes siempre más profundos en el
régimen de la propiedad privada, de este modo la revolución adquirirá carácter permanente".

Esta definición era la base sobre las que se asentaba el programa de reivindicaciones transitorias de la Tesis,
que levantaba, entre otras medidas, el salario básico vital y escala móvil de salarios, semana laboral de 40
horas y escala móvil de horas de trabajo, contratos colectivos de trabajo, independencia sindical, ocupación y
control obrero de las minas, armamentos para los trabajadores, fondo de huelga, supresión del trabajo a
contrato.

Estrategia Internacional N° 8
Mayo/Junio - 1998

RESTAURACION CAPITALISTA Y
"CARRERA DE VELOCIDAD" ENTRE
REVOLUCION Y CONTRARREVOLUCION A FINES
DEL SIGLO XX
Juan Chingo, Emilio Albamonte, con la colaboración de Christian Castillo y Julio Sorel

INTRODUCCION

La caída de los regímenes stalinistas de Europa del Este y la URSS probó la fortaleza del método y análisis de
Trotsky sobre esta última, a la que definió como estado obrero degenerado, como resultado de su aislamiento
internacional de los países capitalistas avanzados y del rol negativo del dominio burocrático en todos los
campos de la vida social. Trotsky señalaba el carácter transitorio de este régimen, señalando el pronóstico
alternativo de que o triunfaba la revolución política o la burocracia se iría transformando más y más en agente
directo del imperialismo.

Los acontecimientos han sido duros contra todas las otras doctrinas como los teóricos del “Estado totalitario”,
que auguraban un dominio burocrático por siglos o de duración indefinida, incapaces de ser transformados
internamente. También con los teóricos del “capitalismo de Estado” que no han podido explicar cómo un
cambio sólo cuantitativo en las formas de propiedad ha significado un hundimiento económico y cultural tan
grande de estos países. Sólo desde el marxismo revolucionario, esto es, el trotskismo, es posible interpretar el
proceso restauracionista que se está desarrollando en los ex Estados Obreros deformados1 y degenerados, es
decir, sólo desde una posición que parta de comprender el carácter progresivo que aún significaban estas
conquistas más allá de su deformación y degeneración burocrática. Sólo una corriente que parta de
comprender que lo que está en curso en esos países es el retroceso de una forma superior de organización
social hacia un régimen inferior y putrefacto como el sistema capitalista, puede interpretar, analizar y
proponer un curso de acción que de respuesta a la pregunta de hacia dónde van los ex Estados Obreros
deformados y degenerados.

Por eso intentaremos en el presente trabajo volver al método utilizado por Trotsky esto es, el materialismo
dialéctico. Contra la definición de Burnham2 de la URSS como estado “ni obrero ni burgués”, una posición
que rompía con el materialismo dialéctico, Trotsky planteaba que: “Si Burnham fuera un materialista
dialéctico, hubiera tenido que demostrar las siguientes tres cuestiones: 1-¿cuál es el origen histórico de la
URSS?; 2-¿Qué cambios ha sufrido este estado durante su existencia?; 3-¿Pasaron estos cambios de la etapa
cuantitativa a la cualitativa? Es decir: ¿crearon una dominación históricamente necesaria por parte de una
nueva clase explotadora? Al contestar estas preguntas Burnham se hubiera visto obligado a extraer la única
conclusión posible: la URSS es todavía un Estado Obrero degenerado.”3 Intentaremos a lo largo de este
trabajo, en cada período histórico del desarrollo del Estado Obrero desde su origen en 1917, responder a estas
tres preguntas.

Pero para hacer esto debemos, inevitablemente, ubicar a la URSS y demás Estados Obreros deformados y
degenerados, como parte de la economía mundial dominada por el imperialismo, y por lo tanto refractarios
dialécticamente a las tendencias más generales de ésta. Este, como veremos en el primer capítulo de este
trabajo, era el punto de partida de Trotsky, y el que lo guió hasta su muerte en sus análisis de cada uno de los
períodos históricos concretos del desarrollo de la URSS, cuestión que intentaremos demostrar en este trabajo.
Luego trataremos de aplicar este mismo método para dar cuenta de lo acontecido en dichos estados desde la
segunda guerra mundial hasta el presente. Para hacerlo procuraremos alejarnos de las visiones vulgares que
liquidan la dialéctica haciendo definiciones en base a la abstracción de algún elemento en forma unilateral.
Buscaremos establecer la correcta relación entre los factores objetivos y subjetivos en el terreno internacional
y nacional, desde la cual construir nuestras definiciones de cada período. Sólo desde este método creemos que
puede responderse correctamente la pregunta de qué relación hay entre el proceso de restauración hoy en
curso en los ex Estados Obreros deformados y degenerados, la consumación del mismo y la “carrera de
velocidad” entre la revolución y la contrarrevolución a fines del siglo XX.

1 A la salida de la segunda guerra mundial los trotskistas definieron como estados obreros deformados a los países donde se había expropiado a la
burguesía en procesos dirigidos desde el comienzo por el Ejército Rojo o por direcciones stalinistas pequeñoburguesas, como e l maoísmo o el
titoísmo. Esta misma definición se aplicó luego a Corea del Norte, Cuba y los estados de la península Indochina.
2 James Burnham fue, junto con Max Shactman, uno de los dirigentes de la minoría del SWP norteamericano (principal sección de la IV
Internacional en esos años), que se oponía a sostener la defensa incondicional de la Unión Soviética frente a un ataque imperialista, en el debate
que se desarrolló en los años 1939-40.
3 L. Trotsky, “En Defensa del Marxismo”.

1-LA ECONOMIA MUNDO COMO PUNTO DE PARTIDA

La tendencia a la mundialización de la economía es inmanente al capitalismo. Trotsky la describió de esta


manera: “Uniendo en un sistema de dependencias y de contradicciones países y continentes que han
alcanzado grados diferentes de evolución, aproximando los diversos niveles de su desenvolvimiento y
alejándolos inmediatamente después, oponiendo implacablemente todos los países entre sí, la economía
mundial se ha convertido en una realidad poderosa que domina la de los diversos países y continentes.”1

Es que desde fines del s.XIX principios del s.XX, la economía mundo se estructura bajo la férula del
imperialismo. El mismo significa una aceleración de esta tendencia a la mundialización. Como bien lo
describe Trotsky:“Toda la historia de la humanidad se desarrolla en medio de una evolución desigual (...)
La gran variedad del nivel alcanzado y la desigualdad extraordinaria del ritmo de desenvolvimiento de las
diversas partes de la humanidad, en el curso de los diferentes períodos, constituyen la posición de partida del
capitalismo. Sólo gradualmente éste se hace dueño de la desigualdad que ha heredado, la torna evidente y la
modifica empleando sus propios métodos y marchando por sus propias rutas. Distinguiéndose en esto de los
sistemas económicos que lo precedieron, el capitalismo tiene la propiedad de tender continuamente hacia la
expansión económica, de penetrar en regiones nuevas, de vencer las diferencias económicas, de transformar
las economías provinciales y nacionales, encerradas en sí mismas, en un sistema de vasos comunicantes, de
acercar así, de igualar el nivel económico y cultural de los países más avanzados y más atrasados (...) Pero
al aproximar económicamente los países y al igualar el nivel de su desarrollo, el capitalismo obra con sus
métodos, es decir, con métodos anárquicos, que zapan contínuamente su propio trabajo, oponiendo un país y
una rama de la producción a otra, favoreciendo el desenvolvimiento de ciertas partes de la economía
mundial, frenando o paralizando el de otras. Sólo la combinación de estas dos tendencias fundamentales,
centrípeta y centrífuga, nivelación y desigualdad, consecuencias ambas de la naturaleza del capitalismo, nos
explica el vivo entrelazamiento del proceso histórico.

A causa de la universalidad, de la movilidad, de la dispersión del capital financiero, que penetra en todas
partes, de esta fuerza animadora del imperialismo, éste acentúa aún más estas dos tendencias. El
imperialismo une con mucha más rapidez y profundidad en uno sólo los diversos grupos nacionales y
continentales; crea entre ellos una dependencia vital de las más íntimas; aproxima sus métodos económicos y
sus formas sociales y sus niveles de evolución. Al mismo tiempo, persigue ese ‘fin’, que es suyo, por
procedimientos tan antagónicos, dando tales saltos, efectuando tales razzias en los países y regiones
atrasados, que él mismo perturba la unificación y nivelación de la economía mundial, con violencias y
convulsiones que las épocas precedentes no conocieron.”2

Como describe Trotsky, el capitalismo ha creado una verdadera economía mundo, un “sistema de vasos
comunicantes” y bajo su forma imperialista, “une con mucha más rapidez y profundidad en uno solo los
diversos grupos nacionales y continentales; crea para ellos una dependencia vital de las más íntimas”. La
necesidad de un punto de vista internacional para el análisis marxista revolucionario, se desprende no
de una petición de principios, sino de las condiciones objetivas que impone la realidad. El marxismo
revolucionario basó su teoria y su programa en esta realidad objetiva. No puede haber análisis ni
programa que no parta de esta realidad. Esto no niega sino que reafirma la existencia de particularidades
nacionales, pero en la época de la economía mundial dominada por el imperialismo, aquellas sólo pueden
comprenderse a partir de ésta, no como una combinación aleatoria, sino como una refracción particular de la
misma.

Las conclusiones que surgían de este punto de vista, están en el origen de la disputa entre la “teoría” de Stalin
del “socialismo en un solo país” y la concepción de Trotsky de la Teoría de la Revolución Permanente. La
“ley del desarrollo desigual del capitalismo”, es convertida por Stalin en el eje central de toda su teoría. Desde
un punto de vista metodológico, el error de Stalin reside en que toma esta ley metafísicamente, aislada
de las otras tendencias de la economía y la política mundiales, como por ejemplo la aceleración de la
internacionalización de la economía, de la técnica, etc. Esta “teoría”, se transforma en el programa oficial de
la Internacional Comunista en el VI Congreso de 1928, que se constituye en la idea rectora de la concepción
de la revolución mundial desarrollada por Stalin. En el mismo se sostiene: “La desigualdad del desarrollo
económico y político, es una ley absoluta del capitalismo. Esta desigualdad se acentúa y agrava en la época
imperialista. De ello resulta que la revolución proletaria internacional no puede ser considerada como una
acción única, simultánea y universal. La victoria del socialismo es posible, por lo tanto, al comienzo, en
algunos países capitalistas, incluso en uno solo tomado aisladamente.”3

Trotsky se opone desde el vamos a la utópica y reaccionaria “teoría” del “socialismo en un solo país”: “Si los
diversos países evolucionasen no sólo desigualmente aislados sino aún independientemente unos de otros,
entonces, sin ninguna duda, habría que deducir de la ley del desarrollo desigual la posibilidad de construir el
sistema socialista en un solo país, considerado aisladamente: en primer lugar en el más avanzado, después, a
medida que fuesen llegando a la madurez, en los más atrasados (...) La evolución desigual, a saltos,
quebranta contínuamente los lazos que los unen, su interdependencia económica creciente: pero sin
suprimirlos, ni mucho menos: al día siguiente de una carnicería infernal que duró cuatro años, esos países se
ven obligados a cambiar carbón, petróleo, trigo, pólvora y tirantes (...) Ya durante la época pre-imperialista,
Marx y Engels habían llegado a la conclusión de que, de una parte, la irregularidad, es decir, las sacudidas
de la evolución histórica, extenderán la revolución proletaria a toda una época, durante la cual las naciones
entrarán unas tras otras en el torrente revolucionario; pero de otra parte, la interdependencia orgánica de
los diversos países, que se ha desarrollado hasta el punto de convertirse en división internacional del
trabajo, excluye la posibilidad de establecer el régimen socialista en un solo país; por consiguiente, con más
razón ahora, en el curso de la nueva época, cuando el imperialismo ha extendido, profundizado y avivado
esas dos tendencias antagónicas, la doctrina de Marx, que enseña que sólo se puede comenzar, pero en
ningún caso acabar la revolución socialista en los límites de una nación, es dos y tres veces más verdadero
aún. Lenin no ha hecho más que ampliar y concretar la manera como Marx planteó la cuestión y la solución
que le dio.” (subrayado de Trotsky)4.

Las consecuencias de dicha concepción, están a la vista. El eje para Stalin pasa a ser la construcción socialista
en la URSS. De esta manera, si la construcción de la URSS se convierte en el factor esencial de la revolución
mundial, la lucha de clases en cada país y las luchas de liberación nacional de los pueblos oprimidos, juegan
objetivamente un papel secundario y subordinado. Desde este ángulo debían ser enfocados la política y la
táctica de la Internacional Comunista. La derrota de la revolución china en 1927, es la primera prueba trágica
de a dónde llevaba esta política que Stalin imponía en la Internacional Comunista. Trotsky enfrenta esta
posición afirmando que si se subordina la IC la necesidad de la construcción del socialismo en un solo país, la
URSS, esto significaría la liquidación de la Comintern.5 Esta concepción significaba una ruptura con las
concepciones de Marx, Engels y Lenin, para los cuales la sociedad socialista sólo podía ser consumada
conquistando lo más avanzado a que había llegado la economía capitalista, lo que implicaba que el
avance hacia el socialismo de la URSS estaba indisolublemente ligado al desarrollo de la revolución en
los países capitalistas avanzados. Por lo tanto, para Lenin y Trotsky, aunque le daban una enorme
importancia a la consolidación de la dictadura del proletariado en la URSS, como una trinchera económica y
militar, esto estaba subordinado a la posibilidad de triunfos revolucionarios del proletariado en los países
desarrollados en los que se jugarían las batallas decisivas. En otras palabras, la concepción de Stalin
significaba que se subordinaba la revolución mundial a la construcción de la URSS, teoría que se adaptaba
perfectamente al creciente proceso de burocratización y al surgimiento de una casta privilegiada.

Hemos mostrado más arriba la importancia que daba Trostky a la existencia de una economía mundial
dominada por el imperialismo. Y hemos mostrado las consecuencias que se derivan, tanto metodológica como
política y programáticamente de este punto de partida. Intentaremos en el próximo capítulo, analizar,
siguiendo este método, los distintos períodos por los que atravesó la triunfante Revolución de Octubre en
1917, y algunas de las principales etapas que siguieron en la construcción del primer Estado Obrero de la
historia hasta su colapso en 1989-1991.

1 L. Trotsky, “Stalin, el gran organizador de derrotas”.


2 Idem.
3 “VI Congreso de la Internacional Comunista”, Ediciones Pasado y Presente.
4 L. Trotsky, “Stalin, el gran organizador de derrotas”.
5 Estas palabras de Trotsky tuvieron un carácter profético, ya que quince años después, Stalin disuelve la IC, como prenda de buena voluntad en su
política de conciliación con Churchill y Roosvelt.

2- LAS RELACIONES ENTRE LA REVOLUCION DE OCTUBRE, EL PRIMER ESTADO


OBRERO DE LA HISTORIA, Y EL MUNDO CAPITALISTA

A) El esquema estratégico de la revolución mundial para los bolcheviques.

El carácter atrasado de Rusia era tal que la Revolución Rusa del ‘17 estaba destinada a perecer si no
triunfaban una serie de revoluciones en los países capitalistas adelantados. Es que el socialismo, sólo puede
construirse partiendo de lo más avanzado a lo que llegó el sistema capitalista mundial. Como plantea Trotsky:
“No se puede construir la sociedad socialista, más que basándose en las fuerzas productivas más modernas,
en la electrificación, en el empleo de la química en la producción, en la agrícola inclusive, en la
combinación, en la generalización de los elementos superiores de la técnica contemporánea llevados a su
desarrollo máximo.”1

Desde esta concepción, los bolcheviques ubicaban a la Revolución Rusa como el prólogo de la revolución
mundial en los países capitalistas avanzados de Europa.2 Lenin desarrolla esta concepción, que está
orgánicamente ligada a su trabajo sobre el imperialismo, que define como la etapa de agonía del
capitalismo, desarrollado por él en los años 1915-16.
Su visión podría sintetizarse en el siguiente esquema:

-Las contradicciones del sistema imperialista han determinado a través de su producto, el estallido de la
guerra, la plena maduración de las premisas objetivas, tanto a nivel de las estructuras económicas como de las
fuerzas sociales, para la revolución socialista.

-La revolución mundial se ha iniciado en el eslabón más débil de la cadena imperialista mundial, en Rusia
(donde se combinaba la opresión zarista con los sufrimientos inauditos creados por la guerra, y el choque
entre la estructura semi-feudal y la estructura semi-capitalista con millones de obreros concentrados en
grandes fábricas y bajo el dominio de las naciones imperialistas, junto a la existencia del factor subjetivo, el
partido bolchevique, y la experiencia de las masas rusas desde la revolución de 1905 y la constitución de los
soviets).

-Rusia era el comienzo de una revolución que se extendería a los países capitalistas avanzados.

Como resultado de este esquema, y en lucha contra la traición de la II Internacional, esta concepción se
expresó en la fundación de la III Internacional en 1919.

La traición de la socialdemocracia y la inmadurez de los partidos comunistas, impidieron que esta perspectiva
de los bolcheviques se concretara. Pero esto no refuta la estrategia de los bolcheviques, sino que la confirma
por la negativa. Como el mismo Trotsky planteó: “La Revolución de Octubre no era una casualidad. Había
sido prevista mucho tiempo antes y los acontecimientos confirmaron esta precisión. Su degeneración no
refuta su previsión, porque los marxistas nunca creyeron que el Estado Obrero aislado en Rusia podría
resistir indefinidamente. Es cierto que preveíamos más bien el derrumbe del Estado Obrero pero no su
degeneración, o más exactamente no distinguíamos claramente estas dos posibilidades. Pero no son de
ninguna manera contradictorias. La degeneración debe forzosamente terminar en destrucción en un momento
dado.”3

B) Un giro en el esquema estratégico de la revolución mundial: el despertar de las masas de Oriente.

El fracaso de la primera oleada revolucionaria posterior al triunfo de la Revolución Rusa y tras el fin de la
Primera Guerra Mundial, centralmente la derrota del levantamiento de los obreros alemanes en Marzo de
1921 y en el ‘23, impidieron que se derrotara al dominio burgués en Europa. El fracaso coyuntural de la
perspectiva en la que basaban los bolcheviques la evolución del naciente Estado Obrero ruso, los obligó
a un giro dentro de su esquema estratégico de la revolución mundial.

Como consecuencia de estos fracasos, el capitalismo logra una “estabilización relativa”, basada en el ascenso
de Estados Unidos como potencia y la declinación europea, en particular Inglaterra como imperialismo
dominante, que dependen cada vez más del rol de prestamista del primero. Como resultado de esto la
socialdemocracia, principal responsable de la traición de la revolución europea, sigue manteniendo un control
mayoritario sobre el movimiento de masas.4 El proletariado occidental que, como vimos más arriba, había
sido el centro de preocupación de los bolcheviques, pasa a un segundo plano. El foco de atención se desplaza
al despertar revolucionario de Oriente, con China y con la India, como demuestra la aprobación en el IV
Congreso de la Internacional Comunista en Noviembre de 1922 de las “Tesis de Oriente”.

En el plano interno, los bolcheviques se vieron obligados a tomar una serie de medidas, como la
implementación de la NEP, con el objetivo de fortalecer la dictadura del proletariado y sobre todo, mantener a
la inmensa mayoría campesina de la población detrás de la misma.

En el marco del aislamiento de la URSS, y del deterioro de la situación interna como producto de la enorme
destrucción y esfuerzo que significó la guerra civil, aquellas medidas internas, junto a las expectativas que
abría el proceso revolucionario en Oriente, que se incorpora como parte del proceso revolucionario mundial,
se ubican en la perspectiva de ganar tiempo hasta que un nuevo ascenso revolucionario se desarrolle en
los países capitalistas avanzados.
Así Lenin, en su último trabajo, formula esta contradicción: “Así, pues, hoy nos hallamos ante el siguiente
problema: ¿podremos mantenernos con nuestra pequeña y pequeñísima producción campesina, dada la ruina
en que estamos sumidos, hasta que los países capitalistas de la Europa Occidental culminen su desarrollo
hacia el socialismo?” Y más adelante se plantea: “¿Podemos confiar en que las contradicciones internas y
los conflictos entre los prósperos Estados imperialistas de Occidente y los prósperos Estados imperialistas de
Oriente nos den la segunda tregua, igual que nos dieron la primera cuando la cruzada de la contra-
revolución de Europa Occidental, encaminada a apoyar la contra-revolución rusa, fracasó a causa de las
contradicciones existentes en el campo de los contrarrevolucionarios (...) La solución depende aquí de
muchísimas circunstancias, y sólo se puede preveer el desenlace de la lucha en su conjunto, basándose en
que el propio capitalismo enseña y educa en fin de cuentas para la lucha a la inmensa mayoría de la
población del mundo. El desenlace de la lucha depende, en última instancia, del hecho de que Rusia, la India,
China, etc, constituyen la mayoría gigantesca de la población. Es precisamente esta inmensa mayoría de la
población la que se incorpora en estos últimos años con inusitada rapidez a la lucha por su liberación.”

C) El aislamiento de la Revolución Rusa y el surgimiento del proceso de burocratización.

El retroceso sufrido por la revolución mundial a causa de una serie de importantes derrotas sufridas por el
proletariado (la derrota de la insurrección búlgara y la retirada de los obreros alemanes en 1923, el fracaso de
la huelga general en Inglaterra en 1926 y la derrota de la revolución china en 1927, etc) es la causa
fundamental de la crisis de la Revolución de Octubre. Estas derrotas permitieron que se consolidara la
“relativa estabilización” capitalista durante la década de los ‘20. A pesar de los logros iniciales de la
planificación económica, la construcción socialista del Estado Obrero soviético, se vió sometida a fuertes
presiones del entorno imperialista. La combinación de estos dos elementos, junto a las derrotas de la
revolución mundial, van a influir en la situación interna de la URSS dando origen al surgimiento del
proceso de burocratización. Trotsky sostenía en una carta dirigida en 1928 a uno de los dirigentes de la
oposición rusa, I.N. Smirnov, que “todavía en ese tiempo, aquellos que no comprendían el significado de la
importancia de la derrota de 1923 (en Alemania, N.de R.) acusaban a aquellos que predecían la
inevitabilidad de tal dominio de ¡liquidacionismo!. Sin una comprensión del carácter internacional de este
período, es imposible comprender propiamente nuestras cuestiones internas. La derrota de 1923 había tenido
un efecto más débil en Inglaterra que en el continente, y un nuevo levantamiento comenzó allí en 1926, pero
fue frenado por la derrota del movimiento. Los más profundos efectos de la derrota de 1923 se sintieron, por
supuesto, en la misma Alemania y -si usted quiere- en nuestro propio país.” La burocracia iba adquiriendo
cada vez más seguridad a medida que las derrotas del proletariado internacional eran cada vez más terribles.
Ambas se reforzaban mutuamente: la política de la burocracia contribuía a las derrotas, las mismas afianzaban
a la burocracia. Luego de la muerte de Lenin, la “troika”, formada por Kamenev, Zinoviev y Stalin, formula
en el año 1924 el primer ataque contra “el trotskysmo”. En ese mismo año, la burocracia comenzó la campaña
de reclutamiento, llamada de la “promoción de Lenin”. Miles de campesinos rusos recientemente
proletarizados, empleados y funcionarios sin experiencia política, pero dóciles a obedecer las órdenes de los
jefes, entraron al partido diluyendo el peso de la vanguardia revolucionaria, y comenzando a liquidar al
partido creado por Lenin.

Trotsky resume muy bien estos años en 1928 en su “Stalin, el gran organizador de derrotas”: “La República
soviética ha hecho, en el curso del período que estudiamos, serios progresos desde el punto de vista
económico y cultural, que han demostrado al mundo, por primera vez, la fuerza y la importancia de los
métodos socialistas de administración, y, sobre todo, las grandes posibilidades en ellos latentes. Pero estos
éxitos, se han producido paralelamente a la llamada estabilización del capitalismo, que ha sido el resultado
de toda una serie de derrotas de la revolución mundial. No solamente esto empeoró considerablemente la
situación exterior de la república soviética, sino que ejerció además, una gran influencia, en un sentido hostil
al proletariado, en la correlación interna de fuerzas.” Como vemos, no son los éxitos internos, más allá de la
importancia que verdaderamente tuvieron, sino la relación de la economía soviética con la economía mundial,
y el resultado de la lucha de clases mundial, lo que prima en el análisis de Trotsky. “El hecho de que la URSS
continúe siendo, según la expresión de Lenin, ‘un eslabón aislado del mundo capitalista entero’, ha
conducido bajo una dirección errónea, a formas de desarrollo de la economía nacional, en las cuales las
fuerzas y las tendencias capitalistas, han adquirido una gran extensión, o, más exactamente, una extensión
alarmante.” 5 La visión de Stalin, conjuntamente después del fracaso de la “troika”, con Bujarin, que
ensalzaba unilateralmente los éxitos nacionales, separándolos de la relación con la economía mundial,
disminuía ciegamente los peligros que se cernían cada vez más sobre la república soviética, con el
crecimiento desmedido de las tendencias capitalistas, cuestión que llevó a la gran crisis del año 1927,
llevando al año siguiente a Stalin a pegar un giro de 180 grados hacia la colectivización forzosa, extirpando al
kulak (campesinos ricos) frente al peligro de perder el poder político.6

Es que para Trotsky, la construcción socialista en el Estado obrero soviético y la respuesta a la pregunta
formulada por Lenin de ‘¿quién triunfará?’, si el capitalismo o el socialismo, sólo se podía contestar,
ligándola a la suerte de la economía capitalista mundial y el resultado de la lucha de clases mundial
como los factores decisivos. En el folleto de 1926 “¿A dónde va la URSS?”, plantea que: “El modo más
simple de resolver la cuestión de la victoria del socialismo es mediante la hipótesis de que la revolución
proletaria tendrá lugar en Europa en los próximos años. Esta variante no es en absoluto inverosímil (...) La
cuestión se complica enormemente si se admite con reservas la suposición de que el mundo capitalista que
nos rodea se mantenga todavía algunos decenios. Pero tal suposición no tendría, en sí misma, ningún sentido
si no la concretamos mediante un cierto número de otras suposiciones. ¿Qué sucede en este caso, en el
proletariado europeo e igualmente en el proletariado americano? ¿Qué sucede con las fuerzas de producción
del capital? ¿Y si los decenios que hemos supuesto con reservas debieran ser años de flujos y reflujos
tumultuosos, de cruel guerra civil, de freno o incluso de decadencia económica, es decir, simplemente una
disminución de la marcha de los dolores de parto del socialismo? (...) Si se supone por el contrario, que en el
curso de los próximos decenios se forma en el mercado mundial un nuevo equilibrio dinámico, una
reproducción en alguna medida, aunque más amplia, del período comprendido entre 1871 y 1914, entonces
el problema adquiere un aspecto completamente diferente. Suponiendo un ‘equilibrio’ tal, se admite una
nueva expansión de las fuerzas de producción (...) Es completamente evidente que si lo imposible se
convirtiera en posible, lo inverosímil en realidad, si el capitalismo mundial y, en primer lugar, el
capitalismo europeo, encontrara un nuevo equilibrio dinámico (no mediante sus inconstantes
combinaciones gubernamentales, sino mediante sus fuerzas de producción), si la producción capitalista
tomara en las próximas décadas un nuevo auge enorme, ello significaría que nosotros, el Estado socialista,
que deseamos cambiar de tren y que incluso realmente estamos abandonando el tren de mercancías para
entrar en un tren correo, nos encontraríamos con que, al mismo tiempo, teníamos que alcanzar a un tren
expreso. Dicho más simplemente, ello significaría que nos habríamos equivocado en las apreciaciones
históricas fundamentales, ello significaría que el capitalismo no ha cumplido todavía su ‘misión’ histórica y
que la fase imperialista en que nos encontramos no sería forzosamente una fase de decadencia del
capitalismo, la fase de su agonía, de su descomposición, sino únicamente la preparación de un nuevo período
de florecimiento.”7

D) El crack del ‘29, la crisis de los ‘30 y la consolidación de la degeneración del estado obrero.

El proceso de burocratización iniciado en los años previos, va a culminar con el arresto en masa de la
Oposición de Izquierda en 1928. Esto va a significar la consolidación de la contrarrevolución stalinista o el
llamado Thermidor soviético: esto es, la dictadura de la burocracia sobre el movimiento de masas.8 Se había
producido un salto de cantidad en calidad con respecto al proceso de burocratización del Estado Obrero
surgido en el ‘17. Este elemento, la consolidación de la dirección contrarrevolucionaria, va a incidir
decisivamente durante la década del ‘30.

La misma se inicia con el fin de la estabilización relativa que el capitalismo había experimentado en los ‘20,
dando lugar en Octubre del ‘29 al crack de Wall Street y a la depresión económica que siguió al mismo. Esta
fue la crisis más importante que sufrió el capitalismo desde su existencia, provocando un descalabro en el
sistema comercial, monetario y financiero mundial, sin precedentes. Como resultado de esto y del avance del
proteccionismo, se rompió la unidad del mercado mundial, fragmentándose el mismo en distintas áreas de
influencia alrededor de las distintas potencias imperialistas centrales.

El salto cualitativo en la crisis capitalista mundial, que provocó una enorme destrucción de fuerzas
productivas y un salto descomunal en la desocupación, hace saltar los fusibles de las democracias
imperialistas, quitando todo punto de sustentación a los aparatos contrarrevolucionarios reformistas, que en
los ‘20 aún controlaban al movimiento de masas. Como resultado de esto, se produce un cambio cualitativo en
el panorama europeo con el ascenso de Hitler en Alemania en 1933. Este triunfo liquida toda perspectiva
pacífica de la resolución de las contradicciones internacionales que la Primera Guerra Mundial no había
resuelto, poniendo en el horizonte la perspectiva de una nueva conflagración imperialista.

La responsabilidad por esta derrota histórica del proletariado alemán y mundial, recae en las dos
Internacionales de masas, la socialdemocracia y el stalinismo. La política del “tercer período”9, que impidió
un frente único de los partidos obreros contra el fascismo, permitió el triunfo de Hitler sin que el proletariado
alemán, el proletariado más fuerte y educado de Europa, presentara combate. La negativa de la III
Internacional a asumir las consecuencias de esta derrota y sacar lecciones de la misma, tal como planteaba la
Oposición de Izquierda Internacional liderada por Trotsky, significó un salto en la degeneración de la III
Internacional, transformándose la misma en manos del stalinismo, en un aparato contra-revolucionario
mundial, defensor del orden burgués. Poco después de la derrota alemana la política del stalinismo pega un
nuevo viraje hacia la no menos nefasta política de los “frentes populares”, es decir de colaboración de clases
con un sector de la burguesía imperialista. Esta política mostró su rol traidor tanto en Francia del ‘36 como en
la guerra civil española, impidiendo que estos procesos revolucionarios detuvieran el curso hacia la guerra.

Estos tres elementos, el salto en la crisis capitalista mundial, la derrota del proletariado alemán y el
triunfo de Hitler, las derrotas posteriores y la consolidación de la dirección contrarrevolucionaria, es
decir, la profundización de las crisis de dirección del proletariado, van a incidir de forma determinante
sobre la URSS. El avance en la degeneración del primer Estado Obrero de la historia, era una
consecuencia del retraso de la revolución mundial.

En la “Revolución Traicionada” Trotsky explicó brillantemente, las razones sociales que llevaron a la
burocratización del primer Estado Obrero de la historia, el carácter de clase del Estado Obrero degenerado
que había dado origen, y el programa de la revolución que estaba planteado, que para diferenciarla de la
revolución social que debe expropiar a la burguesía, la llamó “revolución política”. La base de este
planteamiento estaba en que a pesar de la contrarrevolución stalinista, seguían existiendo las relaciones
sociales heredadas de la Revolución de Octubre.

Pero lo que nos interesa aquí preguntarnos es: ¿Por qué la burocracia, que terminó exterminando a la flor y
nata del partido bolchevique, que liquidó prácticamente toda oposición, en un marco de retroceso y de
derrotas del proletariado mundial, no avanzó en liquidar las nuevas relaciones de propiedad? ¿Significa esto, a
pesar de su brutalidad que la burocracia tenía un carácter progresivo? En lo más mínimo. La respuesta sólo
podemos encontrarla en el salto en la crisis capitalista mundial y en el carácter de la curva del desarrollo
capitalista a lo largo del s.XX. Como plantea Trotsky: “Así, a despecho de monstruosas deformaciones
burocráticas, la base clasista de la URSS, continúa siendo proletaria. Pero recordemos que este proceso de
desarrollo aún no ha terminado, y que el futuro de Europa y del mundo durante los próximos decenios no se
ha decidido todavía. El Thermidor ruso habría abierto indudablemente una nueva era de dominio burgués,
si tal dominio no se hubiese desacreditado en todo el mundo. En todo caso, la lucha contra la igualdad y el
establecimiento de desigualdades sociales muy profundas no ha conseguido hasta ahora eliminar la
conciencia socialista de las masas ni la nacionalización de los medios de producción y la tierra, que fueron
las conquistas socialistas básicas de la revolución. Aunque deroga tales gestas, la burocracia no se ha
atrevido todavía a recurrir a la restauración de la propiedad privada de los medios de producción. A fines
del s. XVIII, la propiedad privada de los medios de producción fue un factor de importancia progresiva
considerable. Aún le quedaba Europa y el mundo por conquistar. Pero en nuestros tiempos, la propiedad
privada es el único obstáculo serio que se opone al desarrollo adecuado de las fuerzas productivas.”10
(subrayado nuestro).

En otras palabras, fue el agravamiento de la crisis capitalista, lo que impidió a la burocracia, a pesar de sus
intenciones, a ir más allá. Toda otra explicación, significaría embellecer a la burocracia, o darle un carácter
progresivo o contradictorio a la misma.11 La desarticulación del comercio y la economía mundial, la
relativa autarquía de la que pudo gozar la economía soviética, que le permitió en cierta medida
“aislarse” de la crisis capitalista mundial, junto a la planificación de la economía, permitieron a la
URSS sus éxitos iniciales. Mientras la economía capitalista se iba a pique, la URSS podía mostrar los
colosales resultados del primer plan quinquenal, que como bien planteó Trotsky, mostraban la superioridad
económica de la planificación de la economía contra los métodos anárquicos de la economía capitalista.12
Como dice E. Mandel, “el mercado mundial fragmentado de los años ‘30 y ‘40, dio un respiro a la utopía
reaccionaria del ‘socialismo en un solo país’.”13

Esta teoría transformaba este hecho empírico, dándole un valor absoluto, como prueba suficiente de que el
socialismo podía ser construído integralmente en un solo país, independiente de que la revolución haya
triunfado en los países capitalistas avanzados. Contra esto se levantaban las posiciones de Trotsky, contra
todos los que auguraban un dominio burocrático in eternum, que el régimen de la URSS era un régimen
transitorio, que no sería capaz de persistir, que la URSS estaba “en un contradictorio mitad de camino entre
el socialismo y el capitalismo”, cuyo carácter aún no había sido resuelto por la historia. Que el régimen debía
cambiar hacia delante mediante una revolución política y su ligazón con Occidente, o en caso contrario, podía
volver al capitalismo. La URSS sólo podía ser vista como un fenómeno temporario, no sólo porque estaba
rodeada por países capitalistas más avanzados, sino porque a pesar de los grandes logros de la planificación,
tenía un nivel más bajo de productividad comparado con Occidente. Volviendo a la pregunta de Lenin que ya
planteamos más arriba, Trotsky en 1936 decía: “El problema planteado por Lenin ‘¿quién triunfará?’, es el
de la relación de fuerzas entre la URSS y el proletariado revolucionario del mundo, por una parte, y las
fuerzas interiores hostiles y el capitalismo mundial por la otra. Los éxitos económicos de la URSS, le
permiten afirmarse, progresar, armarse y, si esto es necesario, batirse en retirada, esperar y resistir. Pero en
sí misma, la pregunta ‘¿quién triunfará?’, no solamente en el sentido militar de la palabra, sino ante todo en
el sentido económico, se le plantea a la URSS a escala mundial. La intervención armada es peligrosa. La
invasión de mercancías a bajo precio, viniendo tras los ejércitos capitalistas, sería infinitamente más
peligrosa.” 14. Son estas conclusiones las que se derivan de la concepción de Trotsky de la Revolución
Permanente, y las que lo hacían predecir que el carácter social de la URSS aún no había sido decidido por la
historia, y que sería resuelto como resultado de la lucha de dos fuerzas vivas, tanto en el terreno nacional
como en el internacional.

1 L.Trotsky, “Stalin, el gran organizador de derrotas”.


2 La cuestión de la revolución mundial, su desarrollo, su articulación, el papel de la Revolución Rusa y la estrategia corres pondiente, constituyeron
el fondo teórico de la lucha interna en la dirección del Partido Bolchevique en el momento de las Tesis de Abril, la insurrec ción de Octubre y a la
hora de la discusión de los acuerdos de Brest-Livtok.
3 L. Trotsky, “La URSS en guerra”.
4 En “Más vale poco y bueno” (1923), Lenin plantea que: “Gracias a la victoria, varios estados, por cierto los más antiguos de Occidente, están
en condiciones de poder aprovechar esa misma victoria para hacer a sus clases oprimidas, una serie de concesio nes que, si bien son de poca
monta, demoran el movimiento revolucionario en ellos y crean una apariencia de ‘paz social’.”
5 L. Trotsky, “Stalin, el gran organizador de derrotas”.
6 Durante los años previos, el duo Stalin-Bujarin, cuestionaba la política de la Oposición de Izquierda que exigía una mayor industrialización y
terminar con la política que favorecía a los campesinos ricos, graficada en la famosa frase de Bujarin a los kulaks: ¡Enrique céos! En 1928, se da
este giro con métodos brutales y aventureros que implicaron la matanza de millones de campesinos, no sólo de kulaks, sino también de millones de
campesinos medios y pobres, provocando tal crisis en el campo que originó una hambruna colosal y una crisis general en los añ os 1931-32.
7 L. Trotsky, “¿Hacia el capitalismo o hacia el socialismo?”
8 En “El Estado Obrero, Thermidor y bonapartismo”, del 1-2-35, Trotsky corrige la analogía que en discusiones previas la Oposición rusa y la
Oposición Internacional hacían sobre el Thermidor, el cual, en palabras del mismo, entendían como “la primera etapa de la contra-revolución
burguesa, dirigida contra la base social del Estado Obrero”: “Socialmente el proletariado es más homogéneo que la burguesía, pero contiene en
su seno una cantidad de sectores que se manifiestan con excepcional claridad luego de la toma del poder, durante el período en que comienzan a
conformarse, la burocracia y la aristocracia obrera ligada a ella. El aplastamiento de la Oposición de Izquierda implicó en e l sentido más directo
e inmediato el traspaso del poder de manos de la vanguardia revolucionaria a los elementos más conservadores de la burocracia y del estrato
superior de la clase obrera. 1924: he ahí el comienzo del Thermidor soviético.”
9 Se denomina de esta manera a la orientación ultraizquierdista consagrada en el VI Congreso de la Internacional Comunista, que llevó entre sus
principales consecuencias negativas a que los Partidos Comunistas rechacen la política del frente único obrero para enfrentar al fascismo, basados
en la falsa caracterización de la socialdemocracia como “socialfascismo”.
10 L. Trotsky, “Stalin”.
11 Todos los revisionistas del trotskysmo atacaron la definición de Trotsky sobre el carácter contra-revolucionario de la burocracia, estableciendo
la teoría del doble carácter de la misma, esto es, contra-revolucionario en el plano externo y progresivo en el plano interno. De esta manera,
confundían que el rol o la función progresiva que la burocracia durante un período puede jugar en el Estado Obrero, no se debe a este supuesto
doble carácter, sino a que la misma parasita las bases del Estado Obrero, es decir lo defiende a su manera, lo que crea las c ondiciones para su
posterior hundimiento. En palabras de Trotsky, “la función de Stalin, como la de Green, tiene un carácter dual. Stalin sirve a la burocracia y así a
la burguesía mundial; pero no puede defender a la burocracia de otra forma que defendiendo la base social que la burocracia explota en su
propio interés. Para este fin, Stalin defiende la propiedad nacionalizada de los ataques del imperialismo y también de los estratos más
impacientes y ambiciosos de la misma burocracia. Sin embargo, él lleva adelante esta defensa, con métodos que preparan la destrucción general
de la sociedad soviética.”
12 En el capítulo n°1 de “La Revolución Traicionada”, Trotsky compara los colosales índices de desarrollo alcanzados por la URSS comparados
con el estancamiento de casi todo el mundo capitalista. Y concluye dicho capítulo diciendo que: “Aún en el caso de que la URSS, por culpa de sus
dirigentes sucumbiera a los golpes del exterior -cosa que esperamos firmemente no ver- quedaría, como prenda del porvenir el hecho
indestructible de que la revolución proletaria fue lo único que permitió a un país atrasado obtener en menos de 20 años, resultados sin
precedentes en la historia.” Cuando vemos el brutal retroceso que está signifcando el proceso de restauración capitalista en la ex URSS, en la que
llegó a ser, gracias a la planificación económica, la segunda potencia del mundo, esta afirmación es cada vez más válida.
13 E. Mandel, “El poder y el dinero”.
14 L. Trotsky, “La Revolución Traicionada”.

3- LA POSGUERRA Y LA FORMACION DE LOS ESTADOS OBREROS DEFORMADOS

El resultado de la Segunda Guerra Mundial, volvió a rediseñar la economía y la política mundiales. En primer
lugar, la derrota de Alemania y Japón y el debilitamiento de los imperialismos aliados como Francia e
Inglaterra, permitió a los Estados Unidos, salir como potencia dominante, estableciendo su hegemonía.

La destrucción de fuerzas productivas producto de la guerra, junto al rol del stalinismo en el desvío y la
derrota de la revolución europea en la inmediata pos-guerra, crearon las condiciones para el desarrollo de lo
que se dio en llamar el “boom” de la pos-guerra.1

Sin embargo, estos avances del imperialismo, se dieron en el marco de que el triunfo sobre el fascismo y la
extensión del dominio soviético principalmente a los países de Europa Central mediante la intervención
directa del Ejército Rojo, fortalecieron a la burocracia del Kremlin. A su vez, en 1949, se produjo otro cambio
histórico cualitativo como fue el triunfo de la Revolución China, el país más poblado de la tierra.2 En otras
palabras, a pesar de que el imperialismo gozó durante esos años de unos índices de crecimiento
económico sin precedentes en la historia, sus límites se expresan en que debió resignar su dominio en
casi un tercio del planeta. Más aún, durante los primeros años de la pos-guerra, lejos de ejercer una presión
ofensiva sobre la URSS y sus zonas de influencia, el imperialismo debió concentrar sus esfuerzos en la
reconstrucción de los países imperialistas derrotados o desvastados por la guerra.3 En esos años, como
describe F. Claudín en su libro sobre la historia del movimiento comunista,“el verdadero plan del
imperialismo americano, no era lanzarse a una aventura contra la impresionante potencia militar del bloque
soviético, sino extender su dominación a todo el ‘mundo libre’, consolidar el capitalismo en Europa
Occidental, y particularmente en Alemania, colocándolo al mismo tiempo bajo su dependencia económica,
política y militar; realizar análoga operación en la cuenca mediterránea, intensificar la explotación de
América Latina, penetrar en las esferas coloniales de sus aliados, reprimir el movimiento revolucionario
fuera de las fronteras del bloque soviético, asumir, en una palabra, el papel de explotador y gendarme
mundial. En definitiva, el objetivo principal de la política americana era consolidar el ‘campo
imperialista’.”4

El mismo límite también se expresa en que, a pesar de que el imperialismo norteamericano pudo
establecer su hegemonía, la misma necesitó de la colaboración sin precedentes del aparato stalinista
mundial, que pegó un salto en el papel contrarrevolucionario en la arena mundial. La firma del pacto
Roosvelt-Churchill-Stalin en Yalta y Postdam y la división del mundo en zonas de influencia, daría inicio a la
llamada “coexistencia pacífica” entre el stalinismo y el imperialismo, es decir, a la renuncia explícita a la
revolución mundial; baste nombrar como hecho puntual significativo el compromiso asumido por Stalin, y
que cumplió, de disolver la III Internacional. Fue un verdadero pacto contra-revolucionario para evitar que los
procesos revolucionarios que se dieron en la periferia, pusieran en cuestión al orden de dominio de pos-
guerra.

Esta situación de codominio del mundo entre el imperialismo norteamericano y la burocracia del
Kremlin dio lugar a lo que hemos llamado un “impasse estratégico” de la revolución mundial, que
marcó los contornos de la lucha de clases durante Yalta. En este período los distintos triunfos
revolucionarios logrados por las masas, al ser capitalizados por direcciones stalinistas enemigas de la lucha
por la revolución socialista internacional, eran congelados impidiendo que los mismos llegasen a poner en
cuestión el orden de dominio en su conjunto. Aunque con una visión que disminuye la importancia de
conflictos tanto en Europa (como la crisis en Francia que llevó a la subida de De Gaulle ante la crisis abierta
por la guerra de Argelia o la oleada de huelgas en Bélgica en 1960) y, sobre todo en el mundo semicolonial
(guerras de Corea y Vietnam, revolución boliviana del 52, etc.), son válidas las palabras de Immanuel
Wallerstein para caracterizar la sociedad contrarrevolucionaria establecida por EE.UU. y la URSS en este
período: “El arreglo entre EE.UU. y la URSS es bien conocido y bastante sencillo. La URSS podía hacer lo
que quisiera dentro de su zona del este de Europa (es decir, crear regímenes satélites). Se establecieron dos
condiciones de trabajo. Primero, las dos zonas observarían absoluta paz entre los estados y se abstendrían
de cualquier intento de cambiar o subvertir los gobiernos de la otra zona. Segundo, la URSS no esperaría ni
recibiría ayuda de EE.UU. para su reconstrucción económica. La URSS podía tomar todo lo que pudiera de
Europa Oriental mientras que el gobierno de EE.UU. concentraría sus recursos económicos (vastos pero no
ilimitados) en Europa Occidental y Japón.

Ese arreglo, como sabemos, funcionó maravillosamente bien. En Europa hubo paz absoluta. Jamás hubo una
amenaza de insurrección comunista en Europa Occidental (con la excepción de Grecia, donde la URSS minó
y abandonó a los comunistas griegos). Y Estados Unidos nunca dio el menor apoyo a los múltiples esfuerzos
de estados del este europeo por debilitar o eliminar el control soviético (1953, 1956, 1968, 1980-1). El Plan
Marshall se reservaba a Europa Occidental y la URSS construyó un capullo llamado COMECON.” 5

Fue en este contexto que la burocracia stalinista pudo fortalecerse y lograr la reconstrucción de los daños
provocados por la guerra en la URSS, que se expresaron en los importantes índices de crecimiento de la
economía soviética. La extensión del dominio soviético a Europa del Este le permitió una enorme apropiación
de las riquezas de dichos países (traslado de parte importante de su industria a la URSS, cobro de reparaciones
de guerra, utilización de técnicos y sectores de mano de obra calificada, etc.) para ser utilizadas en función de
las necesidades de la economía soviética.6 Los favorables resultados económicos así obtenidos, dieron una
renovada confianza a la burocracia del Kremlin que se expresó, luego de la muerte de Stalin, en las
“previsiones” de Krushev sobre que en los próximos años la URSS iba a “alcanzar y superar” a los Estados
Unidos. La misma, era una nueva expresión de la teoría utópica y reaccionaria de la construcción del
“socialismo en un solo país” o en una serie de países, que iba de la mano de la concepción de la existencia de
un choque y competencia entre el “mundo capitalista” y el “mundo socialista”, que fueron moneda corriente
en la izquierda mundial bajo el reinado de Yalta.7 Si en los treinta la crisis mundial limitaba la posibilidad
de la burocracia stalinista para avanzar en liquidar las relaciones de propiedad heredadas de octubre,
en Yalta fue la ampliación de su base de dominio y su fuente de privilegio en el marco de un pacto
contrarrevolucionario global, lo que le permitió sostenerse sin dar ese salto.

La afirmación de Trotsky en el “Manifiesto de emergencia” de 1940, en el sentido de que, la Segunda Guerra


Mundial, iba a provocar o la caída de la burocracia o la liquidación del Estado Obrero degenerado, se mostró
errada. Su error, consistió en reducir la definición de la naturaleza social de la URSS, a un solo acto, por más
importante que el mismo haya sido (la Segunda Guerra Mundial). Cometió el mismo error de previsión que
los bolcheviques luego del triunfo de la Revolución de Octubre y su posterior aislamiento, que él mismo
planteó por esos años en “La URSS en guerra” (ya citada en el punto A) de este trabajo, cuando plantea que
preveían más el derrumbe que la degeneración de la URSS, o “más exactamente, no distinguíamos
claramente estas dos posibilidades”. Las condiciones particulares que se establecieron a la salida de la guerra,
permitieron contra la previsión de Trotsky, un fortalecimiento político, geográfico, económico y militar del
dominio burocrático del Kremlim. Su caracterización de la URSS como “régimen de transición” y su
pronóstico alternativo de que “o triunfa la revolución política o la burocracia se irá convirtiendo cada vez
más en agente de la burguesía mundial en el Estado Obrero, amenazando las bases del mismo”, se fue
confirmando pero extendido en el tiempo.

A fines de los ‘60, la traba relativa que significaba en Europa Oriental y la URSS el dominio burocrático para
el desarrollo de las fuerzas productivas se transformó en absoluta, llevando más y más a estos estados a estar
sometidos a una presión mayor de las potencias imperialistas, que utilizaban crecientemente estas áreas de lo
que se dio en llamar la “segunda periferia” para descargar su propia crisis.

Podemos resumir lo aquí señalado diciendo que fueron las condiciones particulares que se establecieron
a la salida de la Segunda Guerra Mundial, los límites que hemos planteado de la hegemonía
norteamericana, así como la enorme conquista que significó la expropiación de la burguesía en un
tercio del globo, los que permitieron esta sobrevida del régimen soviético contrariando el pronóstico de
Trotsky anterior al comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
1 Para una explicación detallada sobre el mismo ver: Estrategia Internacional n°7.
2 El 1° de Enero de 1949, la guerrilla campesina de Mao Tse Tung, tomaba el poder.
3 G. Marshall, secretario de Estado norteamericano, en el discurso del 5-6-1947 al Congreso norteamericano, en el cual anuncia el plan que
permitió la reconstrucción de Europa que lleva su nombre, hace claro la amplia escala de ayuda que es requerida para salvar al capitalismo: “La
verdad de las cosas, es que los requerimientos de Europa para los próximos tres o cuatro años, de alimentos y otros productos esenciales
extranjeros -principalmente de los Estados Unidos- son más grandes que su actual habilidad para pagar, por lo cual necesita una ayuda
sustancial o afrontar un deterioro económico, social y político de un carácter gravísimo.”
4 F. Claudín, “La crisis del movimiento comunista”, t.I: De la Komintern al Kominform.
5 I. Wallerstein, “Después del Liberalismo”, 1996
6 La creación del COMECON, lejos de expresar relaciones igualitarias entre Estados en una Federación de los mismos, expresaba , una estructura
jerárquica, en función de las necesidades de la burocracia del Kremlim.
7 “Stalin traspone a la nueva situación su esquema de la revolución socialista mundial derivada de la doctrina del ‘socialismo en un solo país’.
Dando por construído el ‘socialismo integral’ en la URSS, Stalin sienta la tesis de que también es perfectamente posible construir el comunismo
en el espacio soviético aunque en el resto del mundo (fuera del ‘campo socialista’) subsista el capitalismo y el imperialismo . Con la ayuda de la
URSS es posible la construcción del ‘socialismo integral’ en las democracias populares europeas y asiáticas. El ‘ritmo del desarrollo industrial
en estos países’ es tal -dice Stalin- ‘que muy pronto no tendrán necesidad de importar mercancías de los países capitalistas’. Les bastará el
comercio con la URSS. Por otra parte, el capitalismo marcha rápidamente hacia su tumba (...) A esta conclusión llega Stalin basándose e n que ‘el
resultado económico de la existencia de dos campos opuestos ha sido la desagregación del mercado único, universal, la cre ación de dos
mercados mundiales paralelos que se oponen entre sí ‘. Mientras el ‘mercado mundial socialista’ se desarrollará contínuamente sin límites
intrínsecos, el mercado mundial capitalista irá contrayéndose, a consecuencia de lo cual ‘el volumen de l a producción irá disminuyendo (en los
principales países capitalistas)’. Ello provocará la exacerbación de las contradicciones en dichos países y hará inevitables las guerras entre
ellos, mientras que cada vez será más difícil una guerra del bloque capitalista contra el bloque socialista. Al fin de este desarrollo triunfal del
socialismo y del comunismo, en el interior del ‘campo regido por la URSS, y de la regresión continua del capitalismo dentro d el ‘campo’ regido
por los Estados Unidos, se sitúa de manera natural e inevitable la victoria mundial del socialismo.” F. Claudín, ob.cit.

4- LA CRISIS DE ACUMULACION CAPITALISTA MUNDIAL, EL ASCENSO 68/76 Y LA CRISIS


DE LOS REGIMENES STALINISTAS

Nuevamente, el cambio de las condiciones nacionales e internacionales va a afectar al desarrollo de los


Estados Obreros deformados y degenerados.

En el área soviética, luego de la muerte de Stalin, el 9 de marzo de 1953, el sucesor del mismo, Krushev,
inicia una política de denuncia a los crímenes del stalinismo. En base a esto intentaba modernizar la economía
soviética, con sus políticas de “liberalización” y “descentralización”. Junto con esto comienza una
recuperación de la clase obrera en los países del Este, en cierta medida alentada por esta demagogia anti-
stalinista del jerarca del Kremlin. La opresión nacional y burocrática de la burocracia soviética, llevó a
sucesivos levantamientos del proletariado de los países del Este, cuyo punto más alto fue el levantamiento
húngaro de 1956, que duró 18 días. El aplastamiento a sangre y fuego por las bayonetas del Ejército Rojo del
mismo, mostraba los límites de esta auto-reforma de la burocracia.1 En el plano interno, sus políticas no
lograron los resultados esperados. Junto con esto, se da el conflicto que se desarrolla entre los dos más
grandes Estados Obreros burocratizados que lleva a la ruptura de la relación sino-soviética, que será un factor
central en la caída de Krushev. Esta ruptura, no solo es una ruptura entre dos gobiernos sino que también
provoca una división en la base de maniobras del Kremlin: el aparato comunista internacional. La caída de N.
Krushev, comienza a marcar el período de declinación de la burocracia stalinista.

Esta declinación pega un salto en los ‘70 y comienzos de los ‘80 con la combinación de:

1- El primer levantamiento generalizado de las masas contra los dos pilares del orden de Yalta, el
imperialismo y el stalinismo, como fue el ascenso obrero y popular del ‘68- ‘76 que abarcó no sólo los países
semi-coloniales desde el Cono Sur latinoamericano (Chile y los cordones industriales, Argentina ‘69-’76,
Bolivia y la Asamblea Popular del ‘71, la huelga general de Uruguay del ‘73), hasta el Africa negra (Angola,
Mozambique) y el triunfo de Vietnam en 1975; sino también a los países imperialistas (Francia, Portugal,
España, movimiento anti-guerra de Vietnam en Estados Unidos, verano caliente del ‘69 en Italia) y a los
Estados Obreros deformados (Checoslovaquia del ´68, levantamiento estudiantil en Polonia en el mismo año
y de carácter obrero en los ‘70, revolución cultural china). Los procesos en estos últimos países, atemorizaron
profundamente a la burocracia que buscó asegurar sus privilegios acelerando su alianza con el imperialismo.
El acuerdo entre Nixon y Mao en 1971, con la histórica visita del primero a China, es una muestra de esto y el
antecedente político más importante, que después daría origen al lanzamiento por Deng Xiao Pin de las
“reformas de mercado” en 1978.
2- El estancamiento de las fuerzas productivas en la misma URSS, donde la burocracia se había transformado
de un freno relativo al desarrollo de las mismas en una traba absoluta. Los éxitos iniciales basados en los
elementos que aún sobrevivían de la Revolución de Octubre en el caso ruso o en la expropiación de la
burguesía en el caso de la Europa Central, empezaban a encontrar un límite en el parasitismo y en el control
burocrático sobre la sociedad. Esto estaba ligado a la incompatibilidad del régimen burocático para el paso de
una economía extensiva a una intensiva tal como el mismo Trotsky había previsto casi 50 años antes: “El rol
progresivo de la burocracia coincide con el período en donde se introducen en la URSS los más importantes
elementos de la técnica capitalista. Este trabajo de copia, imitación, transplante fue ejecutado sobre las
bases creadas por la revolución. No agregaba una nueva palabra en la esfera de la técnica, de la ciencia o
del arte. Es posible construir grandes fábricas de acuerdo a un plano construido en Occidente por el comado
burocrático, a pesar seguramente de un costo tres veces mayor que el normal. Pero cuanto más se avanza,
más la economía entra en los problemas de calidad, que se escapan de las manos de la burocracia como una
sombra. Los productos soviéticos son etiquetados con la mayor indiferencia. Bajo una economía
nacionalizada, la calidad requiere una democracia de productores y consumidores, la libertad de crítica y de
iniciativa-condiciones incompatibles con un régimen de temores y de mentiras... a parte de la cuestión de la
calidad, se presenta el problema más complicado y grandioso que puede ser comprimido en el concepto de la
creación técnica y cultural independiente... La cultura socialista sólo florecerá en proporción a la extinción
del Estado. En esta simple y shockeante ley histórica está contenida la sentencia de muerte del actual
régimen político de la URSS. La democracia socialista no es una demanda de una política abstracta, mucho
menos de una moral abstracta, se ha convertido en una necesidad de vida o muerte para el país.”

3- El estallido de la crisis de acumulación capitalista mundial de fines de los ‘60 principios de los ‘70, cuya
expresión más visible es la crisis de 1973-75 que abarcó al conjunto de los países imperialistas centrales. La
caída de la tasa de ganancia dio origen a enormes masas de capitales que no encontraban oportunidades de
rentabilidad en la producción en Occidente, los cuales fueron exportados a la periferia2. Latinoamérica, el
Sudeste asiático y los países del Este y la URSS se convirtieron, a mediados de los ‘70, en el principal foco de
atracción de los mismos. En estos últimos las distintas burocracias stalinistas, trataron de huir hacia adelante
frente a las contradicciones insalvables del “socialismo en un solo país” -o en una serie de países-, atándose
cada vez más a los países imperialistas en la búsqueda tanto de tecnología como de capital. El crecimiento del
endeudamiento de estos últimos desde fines de los ‘60 comienzos de los ‘70, muestra la creciente integración
de los mismos a la economía mundial y la cada vez mayor penetración de las potencias imperialistas que se
expresa en el sometimiento de las burocracias de estos países a los planes de ajuste del FMI, similares a los
aplicados en América Latina durante la década de los ‘80. La recesión del ‘79-’81, la suba de las tasas de
interés en Estados Unidos al inicio del gobierno Reagan, y el estallido de la crisis de la deuda en 1982, afectó
particularmente a estos países, como muestra el levantamiento polaco a principios de los ‘80.

Estos tres elementos se combinaron en los acontecimientos polacos de comienzos de los ´80, que en un
sentido anticiparon la caída del stalinismo que se daría a finales de la década. Las continuas protestas
laborales desde 1976, el retroceso de la inversión y el producto bruto y la caída del nivel de vida de las masas,
junto a la crisis de endeudamiento de comienzos de los ‘80, cristalizaron en el surgimiento del poderoso
movimiento agrupado alrededor de Solidaridad, sangrientamente derrotado un año más tarde por el sangriento
golpe militar del general Jaruzselsky.

Frente a la pérdida de confianza en la apropiación burocrática del usufructo de la administración de la


economía planificada y, sobre todo, ante el temor a la perspectiva de la revolución política que había
mostrado Polonia en el ‘80-’81, la burocracia intentó salir mediante un mayor entrelazamiento
económico y político con el imperialismo. Así, durante los ‘80, la burocracia stalinista aceleró cada vez más
su curso restauracionista. No es otro el significado de la Perestroika y la Glasnost de Gorbachov en 1985 o el
de las reformas de Deng en China. Thatcher y Reagan, que glorificaban a Gorbachov, entendían muy bien que
esto era así. En otras palabras, el avance en la política restauracionista fue una respuesta defensiva de la
burocracia frente al cambio de las condiciones de derrota o pasividad del movimiento de masas que había
permitido la consolidación de su dominio.

El desvío en las metrópolis imperialistas, el aplastamiento mediante golpes contrarrevolucionarios en el


Cono sur y finalmente, quizás como último coletazo de este proceso, la derrota del proletariado polaco
en el ‘81, le permitieron al imperialismo curar las heridas de la derrota vietnamita y lanzar a comienzos
de los ‘80 lo que hemos conocido como “reaganismo-thatcherismo” u “ofensiva neoliberal”. Esta política
fue un intento del imperialismo de salir de la crisis de acumulación que lo agobiaba mediante un ataque a las
conquistas que el proletariado había obtenido en la posguerra, incluyendo el aumento de la presión sobre los
estados obreros burocráticos. En estos países esto incluyó la presión ejercida mediante el salto en la carrera
armamentista y la conformación de estos estados como una “segunda periferia”. La mayor “semi-
colonización” de los Estados Obreros deformados y degenerados fue uno de los mecanismos utilizados por la
burguesía para encontrar una salida a la crisis de acumulación que la recorre desde principios de los ‘70.

La ofensiva neoliberal comenzó a quebrar “por derecha” el equilibrio vigente en Yalta. Mientras todas
las direcciones de occidente se amoldaban a esta ofensiva girando a la derecha, volviendo impotentes
para hacerle frente a los sindicatos y demás organizaciones obreras, la burocracia stalinista se fue
transformando cada vez más de agente indirecto de la burguesía mundial en el Estado Obrero, en
agente cada vez más directo. Como plantea E. Mandel “las posiciones relativas de la burguesía mundial y
la burocracia soviética eran muy diferentes en los años ‘30 (¡crisis económica mundial) en comparación con
las que mantienen en la actualidad. Durante el surgimiento del stalinismo, especialmente después de 1928, la
burocracia se comportaba como una recién llegada intoxicada por los éxitos. Incluso Krushev, como sucesor
de Stalin, todavía tuvo la osadía de lanzarle a la burguesía de los Estados Unidos, su famosa frase: ‘los
enterraremos’. Por el contrario, en los años ‘80 y a principios de los ‘90, la burocracia soviética, como la
china, actuaba en un contexto mundial en el que la relación de fuerzas económicas con los países
imperialistas punteros, de hecho se deterioraba en su contra. Estaba profundamente conciente de este
deterioro, incluso exagerando su profundidad y duración. No tenía ya la petulancia del recién llegado; más
bien se caracterizaba por la desesperación senil. Así, pués, tanto por razones objetivas como subjetivas, era
mucho más vulnerable a las presiones imperialistas y a las importantes fuerzas dentro de sus propias filas
que estaban deseosas por vincularse con la burguesía mundial.”3

1 En Mayo de 1953, hubo protestas abiertas en contra del régimen en Checoslovaquia, con huelgas y demostraciones que terminar on en
desórdenes en Pelzen. En Junio del ‘53 hubo demostraciones en Alemania Oriental, así como también en Junio de 1956 se dio la rebelión de los
trabajadores de Postdam en Polonia.
2 Ver: Estrategia Internacional n°7
3 E. Mandel, “El Poder y el Dinero”

5- LAS REVOLUCIONES DEL 89/91 Y SU POSTERIOR ESTRANGULAMIENTO: CRISIS DEL


ORDEN DE YALTA Y DESCOMPOSICION DE LOS ESTADOS OBREROS DEFORMADOS Y
DEGENERADOS

Fue contra estas burocracias que aplicaban los planes del FMI, que se levantaron las masas en los
acontecimientos revolucionarios de los años 1989-1991 que llevaron al colapso de los regímenes stalinistas.
Estos acontecimientos no cayeron del cielo. Los levantamientos de 1989 fueron una continuidad dialéctica del
ascenso del 68-76 que fue desviado en los países imperialistas pero derrotado y contenido por la bota del
Kremlim en su área de influencia.

Más allá del nivel de conciencia del movimiento de masas y de las ilusiones pro-capitalistas de éste, fue la
primer respuesta masiva de las masas a los intentos restauracionistas de la burocracia. Esta respuesta no era lo
que preveían la burocracia ni el imperialismo; ni tampoco la revolución política “clásica” que esperábamos
los trotskistas.

Pero, con sus contradicciones, fueron sin duda un verdadero golpe “por izquierda” a los planes de
restauración “en frío” que impulsaba la burocracia con el concurso del imperialismo como parte de su
ofensiva “neoliberal”. Movilizaciones revolucionarias que derrotaron a los regímenes de partido-estado
basados en los partidos comunistas, debilitando a sus órganos de represión, y provocaron la liquidación del
aparato stalinista mundial y con éste la caída del orden de Yalta.
Sin embargo, estos procesos fueron abortados o estrangulados mediante una contrarrevolución democrática en
la URSS y el este europeo (a diferencia del aplastamiento contrarrevolucionario ocurrido en China con la
derrota de las movilizaciones en Plaza Tiennamen).1 Como respuesta al desafío de las masas, la burocracia
pegó un nuevo salto pasando con armas y bagajes al campo de la restauración capitalista. El estrangulamiento
de la revolución política dio lugar a gobiernos burgueses restauracionistas que impulsaron la liquidación del
plan y del monopolio del comercio exterior e introdujeron cambios en las relaciones jurídicas para facilitar el
desarrollo de la propiedad privada, lo que provocó la descomposición de las bases sociales de los estados
obreros burocratizados. Pero debido al golpe previo dado por las masas a la burocracia los nuevos gobiernos y
regímenes restauracionistas se basan en aparatos de estado debilísimos, fundamentalmente en Rusia y las
repúblicas de la ex URSS, volviendo muy tortuoso el avance de la restauración.

El aborto de las revoluciones del 89-91 se debió, como venimos sosteniendo desde hace varios años desde la
Fracción Trotskista (Estrategia Internacional) a la falta de centralidad del proletariado, el cual actuó diluído
entre las masas en general; el terrible retroceso en la conciencia que significó el stalinismo; el efecto en la
conciencia de la derrota de los procesos de Hungría del ‘56, Checoslovaquia del ‘68 y Polonia del ‘80; la falta
de sincronicidad entre Oriente y Occidente, donde producto de las derrotas acumuladas entre fines de los ‘70
y principios de los ‘80, las masas se encontraban en una gran pasividad; y por último la ausencia de una
dirección revolucionaria, cuestión a la que también ayudó el hecho de que las distintas corrientes del
centrismo trotskista se adaptaron durante los años de Yalta a los aparatos contrarrevolucionarios, en particular
al stalinismo. Son estas condiciones las que permitieron al imperialismo actuar pragmáticamente sobre estos
procesos y presentarlos como un “triunfo histórico” del capitalismo.

1 Hacia fines de 1991 la oleada revolucionaria, aunque persistieran algunos coletazos, había logrado ser desviada. Este proceso, que había tenido
un primer antecedente inmediato en Kosovo, Armenia y Polonia en 1988, recrudeció en China en mayo-junio de 1989 (hasta su aplastamiento el 4
de junio en Tiennamen) y en Alemania, Checoslovaquia, Bulgaria y Rumania entre septiembre y principios de 1990 fueron contenidas con “mesas
redondas”, “foros democráticos”, etc., que fueron un corto antecedente al ascenso al poder de gobiernos burgueses que estrang ularon
definitivamente estos procesos. Simultáneamente a todo este proceso se desarrollaron durante todo 1989, 1990 y 1991 movilizaciones por la
independencia nacional de las repúblicas no rusas de la ex URSS y procesos huelguísticos, con la huelga minera de 1989 como l a más importante,
que culminaron con el fallido de golpe de agosto de 1991 que terminó con la renuncia de Gorbachov y la asunción del gobierno de Yeltsin. Este
gobierno, con el plan Gaidar de principios del 92, avanzó a paso veloz sobre las medidas tomadas anteriormente para descomponer el estado
obrero burocrático en Rusia, liquidando el monopolio del comercio exterior y el plan. El asalto a sangre y fuego sobre el Parlamento ruso en
octubre de 1993 consolidó este proceso.

6- LAS CRISIS DE ACUMULACION DEL CAPITAL Y LOS OBSTACULOS A LA


CONSUMACION DE LA RESTAURACION CAPITALISTA

Hemos explicado más arriba cómo la mayor presión imperialista fue uno de los elementos esenciales que
llevaron a socavar las bases de los Estados Obreros deformados y degenerados. Nadie puede negar esta
realidad. Hoy nos encontramos en una situación en la cual la descomposición de estos estados se ha
desarrollado al punto de hacerlos irreconocibles. Sin embargo lo que no pueden explicar quienes separan
el proceso de restauración en estos países de la dinámica de la lucha de clases y la economía mundial, es
lo poco que se ha avanzado, en particular en Rusia, en estabilizar un nuevo régimen de producción
capitalista, es decir, porqué el proceso de restauración es tan tortuoso. Hoy han quedado completamente
olvidados las decenas de artículos que decían en 1989 y 1990 que con 5000 millones de dólares o algo más,
en unos pocos años estaríamos ante una “economía de mercado” sólida y floreciente en Rusia. Por el
contrario, actualmente las revistas imperialistas están atiborradas de artículos que muestran su preocupación
por lo dificultoso de dicha tarea, y muchos sostienen que debe pensarse en términos de décadas.

¿Cómo explicar esto, máxime tomando en cuenta que no ha habido en estos países grandes movilizaciones de
masas que hayan enfrentado las medidas restauracionistas, sin relacionar la suerte de estos estados con la
situación económica y política mundiales?

Desde el punto de vista de la economía mundial, la mayoría de la izquierda, incluídos importantes sectores del
movimiento trotskista, confundieron el hecho de que el capitalismo fue un factor esencial para desestabilizar
las bases de los Estados Obreros deformados y degenerados, con la fortaleza del capital. Nada más alejado de
la realidad. Que en la “carrera de velocidad” entre la crisis conjunta del imperialismo y la burocracia
stalinista comenzada en los ‘70 éste último se haya debilitado en forma más acelerada y cualitativa que
aquél, no es una prueba de la fortaleza orgánica del mismo, sino que ésta es, como decía Trotsky, una
prueba más -si hiciese falta- de que “en la técnica, la economía, el arte militar, el imperialismo es
infinitamente más poderoso que la URSS”1, a pesar de la amplitud del poder de la burocracia del
Kremlim en la posguerra. Igualar el colapso de los regímenes stalinistas con la fortaleza del capital es
un grave error metodológico y político, ya que impide ver que es la misma crisis de acumulación
capitalista, que llevó a socavar y desestabilizar a estos estados -no como parte de un plan sino como un
resultado pragmático- la que, contradictoriamente y al mismo tiempo, dificulta ahora su integración
definitiva en la economía mundial dominada por el imperialismo.

Es que la integración armónica y pacífica de los ex Estados Obreros deformados y degenerados a la misma,
requeriría de un mercado mundial en expansión. Sin embargo, no es ésta la realidad de la economía mundial
capitalista. ¿Qué otra cosa explica el nivel de destrucción de fuerzas productivas, sólo comparable al de una
guerra, en países como Rusia que del ‘89 a esta parte vió caer su PBI en casi un 50%? Es que con la
excepción de un pequeño número de empresas proveedoras de materia primas, la producción rusa no tiene
cabida en el mercado mundial dominado por el imperialismo. En el marco de la crisis de sobreproducción de
ramas de la economía como la automotriz, los químicos, el acero, el carbón, los astilleros, que están obligando
al cierre y a la quiebra a grandes pulpos como los coreanos, o de toda la industria de astilleros y carbonífera
en Europa, la producción rusa no es viable para la división del trabajo capitalista dominada por los
monopolios. La colosal destrucción de fuerzas productivas que está ocurriendo hoy día en este país o en los
países del Este, es consecuencia y expresión del carácter parasitario y especulativo de la economía capitalista
mundial.

Tomemos otro ejemplo que parecería contradecirnos. Los éxitos de la restauración capitalista en el caso
chino, donde a diferencia de Rusia, el PBI viene creciendo a un ritmo de un 9% promedio anual desde hace
más de quince años.2 Con el avance de las reformas, China se ha convertido sobre todo en los ‘90 en la
principal zona mundial de acumulación de capital, obteniendo las firmas transnacionales allí radicadas, más
del doble de los beneficios que obtienen en los países imperialistas. En este sentido, China ha constituído una
contratendencia a la crisis de acumulación capitalista, como explicamos en el anterior número de Estrategia
Internacional, ayudando a sostener la tasa de ganancia de la burguesía mundial, convirtiéndose de esta manera
en lo que las revistas imperialistas denominan un “pulmón” de la economía mundial, mejor dicho, un
pulmotor de la misma. Más aún, la utilización de la mano de obra barata china, ha permitido a la burguesía de
los países imperialistas, usar el bajo valor de la misma como arma para presionar a la baja del salario de los
obreros de sus propios países. Sin embargo, a causa precisamente de su “éxito”, esta contratendencia
parecería estar volviéndose en lo contrario, ya que la incorporación de China en la economía mundial ha
significado un poderoso desequilibrio del mercado mundial, en donde los productos chinos han desplazado a
sus competidores y que es una de las razones de la crisis del resto de los países del Sudeste asiático. Por otra
parte, el ascenso de China choca con una economía mundial dominada por el imperialismo, que está
utilizando la crisis asiática para doblegar las ínfulas imperiales de la burguesía coreana y menos que menos
admite que los ex Estados Obreros deformados y degenerados se transformen en posibles competidores. La
negativa a dejar entrar a China en la Organización Mundial del Comercio sin que la burocracia de Pekín ceda
a todas y cada una de las exigencias norteamericanas, o la presión imperialista para que la moneda china, el
yuan, sea convertible, permitiendo la libre remesa de capitales, es una muestra de lo que decimos. Lo mismo
podríamos agregar, en el caso de Rusia, donde los Estados Unidos, por razones políticas y económicas, exige
la total reconversión del aparato industrial-militar (una de las áreas donde el capitalismo ruso podría ser
competitivo) ya que esto haría a Rusia competidora de los norteamericanos en el lucrativo negocio de la venta
de armamentos.

En síntesis, la crisis de acumulación capitalista y el carácter cada vez más parasitario y especulativo de
la economía mundial, es uno de los factores centrales actuantes que impide una integración “armónica
y pacífica” de estos países a la economía mundial dominada por el imperialismo sin que dichos avances
provoquen convulsiones internas y externas, como la reciente crisis en el Sudeste asiático está
demostrando. Este es nuestro punto de partida para el análisis de los procesos de restauración en curso. Es
que, analizado como un proceso esencialmente endógeno de los ex estados obreros burocráticos, como es el
error que comete la mayoría de las corrientes de izquierda, tendríamos que decir que el proceso de
restauración está prácticamente consumado o que la misma será sólo una cuestión de tiempo. Sólo si al
proceso de restauración lo enmarcamos dentro de la crisis capitalista mundial, podemos comprender las
enormes dificultades que debe superar aún para consumarse el proceso restauracionista, y la imposibilidad de
una integración armónica y pacífica de estos estados a la economía capitalista mundial.

Si hasta ahora han logrado avanzar un importante trecho en forma relativamente “pacífica”3, se debe a que la
enorme crisis de subjetividad y de dirección del proletariado ha sido aprovechada por los restauracionistas
para dar pasos importantes sin provocar aún una guerra civil generalizada. Esto no se relaciona con la
fortaleza orgánica del capital sino con las consecuencias de los efectos a largo plazo en la conciencia de la
contra-revolución stalinista y de la derrota de los procesos de revolución política, como Hungría del ‘56,
Checoslovaquia del ‘68, Polonia de los ‘80 y el aborto de las revoluciones del 89-91. Sin embargo, la derrota
de la Plaza Tienanmen en 1989, las guerras reaccionarias en la ex Yugoslavia -por el lado de la
contrarrevolución- y la insurreción albanesa de 1997 -por el de la revolución- y, sobre todo, que el capitalismo
sólo puede avanzar en una mayor integración de estos estados destruyendo aún más sus fuerzas productivas y
liquidando los fragmentos de conquistas que aún quedan, es lo que augura que en lo esencial y de conjunto, el
contenido del proceso de restauración no será evolutivo y gradual, sino violento y a grandes saltos. Y que
tiene como perspectivas en la etapa la liquidación de las precarias libertades democráticas conquistadas,
golpes bonapartistas y fascismo, si la revolución proletaria no lo impide.

Analizado esto mismo que venimos señalando, desde el ángulo de la economía mundial, hoy es evidente que
el avance de la descomposición de los Estados Obreros deformados y degenerados, con la liquidación del
monopolio del comercio exterior y la economía nacionalizada, que constituían obstáculos para la libre
valorización de capital, no han abierto una nueva era de acumulación sostenida de capital, un período de
estabilización capitalista como fue el “boom” de la pos-guerra.4 Es decir, no han permitido superar la crisis de
acumulación capitalista. China no ha logrado constituirse en un mercado de millones de consumidores como
esperaban los capitalistas para resolver la enorme crisis de sobreproducción mundial. Y tampoco Rusia es aún
una fuente de materias primas baratas y de fuerza de trabajo explotable que resuelva la caída de la tasa de
ganancia de los principales monopolios. Más allá del grado de avance que se vea sobre el proceso de
restauración o incluso la definición de la formación social de esos países que se haga, nadie puede negar que
hoy día los avances (la consumación de la restauración capitalista para algunos) en los ex Estados Obreros, no
han permitido resolver la crisis de acumulación capitalista, como la reciente crisis cuyo epicentro es el
Sudeste asiático demuestra. La crisis capitalista internacional en curso muestra el fracaso de la ilusión de que
el avance en la liquidación de las conquistas que significaron los Estados Obreros deformados y degenerados
abriría un nuevo ciclo de acumulación capitalista mundial sostenida. No hay una estabilización capitalista
duradera, como los apologistas del capital vociferaban a los cuatro vientos en los años ‘89-’91, sino una
profundización de la crisis de acumulación.

1 Aún en el terreno militar, donde la burocracia stalinista aparentaba haber logrado una paridad mayor -y aún superioridad- con respecto al
imperialismo yanki a costa de grandes distorsiones en la economía, el aceleramiento de la carrera armamentista lanzado por Reagan -”guerra de las
galaxias”- agudizó enormemente la vulnerabilidad de la burocracia con respecto a occidente.
2 Vale señalar que en China estos mayores avances de la restauración sólo pueden entenderse por la derrota contrarrevolucionaria sufrida por el
movimiento de masas en Tiennamen y por el carácter aún atrasado de la economía china (ver artículo en página 21).
3 Véase que decimos “pacífico” a un período donde la contrarrevolución se ha asentado, sólo tomando en cuenta el territorio de la ex URSS,
gracias a guerras como la de Armenia y Azerbaijan (más de 20.000 muertos), los conatos de guerra civil en Georgia, las guerra s caucásicas (Osetia
del Sur y Abjasia), la guerra de Chechenia contra Rusia (más de 100.000 muertos), sucesivos golpes de estado en Tadjikistan, el asalt o sangriento
al parlamento ruso en 1993, etc.
4 Para tomar como ejemplo sólo un continente de que hoy no estamos viviendo una era de expansión económica y de regímenes estables de
dominio, sino una agudización de la crisis de acumulación capitalista y la degradación de los regímenes democrático burgueses en varios de los
principales países imperialistas, veamos en Europa el hundimiento y la crisis de las derechas tradicionales en Francia y Alemania y el surgimiento
de importantes movimientos neo-fascistas en esos países. Aún cuando lo que predomina políticamente en este continente siguen siendo los
fenómenos reformistas, la consolidación del lepenismo en Francia y el surgimiento de la “extrema izquierda” en el otro polo en las últimas
elecciones regionales son un claro indicador que los fusibles de la democracia burguesa estén empezando a fallar. Igual que l o muestra el ascenso
del neofascista Freis en la ex RDA, luego de ocho años que este ex Estado Obrero deformado fuera anexado por una de la tres principales
potencias imperialista mundiales. ¿Qué otra cosa que el apresto de la contrarrevolución explica que saque el 15% de los votos una corriente como
ésta que justifica y realiza constantes atentados contra los inmigrantes, que ha quemado vivos a jóvenes turcos y que plantea que a estos, al igual
que Le Pen en Francia con los árabes, hay que echarlos de Alemania?
7- DE NUEVO SOBRE LA "CARRERA DE VELOCIDAD" ENTRE LA REVOLUCION Y LA
CONTRARREVOLUCION

En los ‘80 era la ofensiva imperialista reaganiano-thatcheriana la que marcaba el compás de la lucha de
clases, dándose paralelamente el retroceso de la clase obrera occidental con el socavamiento de las bases de
los estados obreros deformados y degenerados. Los procesos del ‘89-91, que produjeron la caída del aparato
stalinista mundial, significaron un verdadero quiebre de la tendencia de los ‘80. Aunque el estrangulamiento
de los inicios del proceso de revolución política provocó un salto de cantidad en calidad en la descomposición
de las bases sociales de los estados obreros deformados y degenerados1 -a través incluso de guerras
contrarrevolucionarias como en la ex Yugoslavia-; a pesar de que esto implica golpes muy importantes de la
contrarrevolución, el carácter del período abierto en el ‘89 no puede deducirse tomando unilateralmente estos
hechos, “olvidando” el significado enormemente progresivo a nivel mundial que implica la caída del aparato
stalinista, es decir, del socio contrarrevolucionario con el que contó el imperialismo para mantener a raya a la
revolución mundial durante Yalta. No hacerlo implica sostener, conciente o inconcientemente, la tesis
“campista” que embellece al stalinismo presentándolo como un freno al avance imperialista y no al de la
revolución proletaria, como el aplastamiento de decenas de revoluciones lo prueban sin lugar a dudas.
Implica, en otras palabras, sobrevalorar la fuerza del imperialismo mundial, ya que la caída de su socio
contrarrevolucionario de Yalta lo ha debilitado para lidiar con los embates del movimiento de masas; lo cual,
ligado a la exacerbación de la competencia entre los bloques imperialistas, ha abierto un período de crisis de
dominio imperialista.

El significado progresivo de los acontecimientos del ‘89 es que los mismos abrieron una nueva etapa signada
por la ruptura del “impasse estratégico” que rigió en el mundo de Yalta (1945-1989). En estos años la frase de
Rosa Luxemburgo sobre que “el camino del proletariado está plagado de derrotas pero que llevan
inevitablemente al triunfo” se daba en forma invertida: las grandes victorias obtenidas por las masas en el
período tenían como resultado fortalecer a unas burocracias contrarrevolucionarias -principalmente la del
Kremlin- que preparaban “inevitablemente” la derrota futura. Es que durante Yalta las grandes conquistas
parciales obtenidas por el proletariado mundial fortalecieron una conciencia reformista de que era posible
mejorar la situación de las masas sin la necesidad de la revolución proletaria, sin la derrota del imperialismo.
Esta conciencia, que fue inculcada por todas las direcciones contrarrevolucionarias del movimiento de masas -
stalinistas, socialdemócratas y nacionalistas burguesas-2, se demostró totalmente impotente para enfrentar la
ofensiva capitalista de los ‘80. La caída del aparato stalinista mundial abre un período en el que el
proletariado sufrirá casi inevitablemente importantes derrotas, por la galopante crisis de dirección
revolucionaria del proletariado, pero que, en el mismo sentido que planteaba en su forma original la frase de
Luxemburgo permitirá ir reconstruyendo una nueva subjetividad proletaria revolucionaria.

La caída del aparato stalinista mundial, la debilidad de las mediaciones reformistas y contrarrevolucionarias, y
la profundización de la misma crisis imperialista, han comenzando en forma tortuosa a liberar la energía del
proletariado y las masas explotadas, primero en forma muy elemental, espontánea, a través de revueltas
extendidas en varios países de Occidente a fines de los ‘80, mitad de los ‘903. Y luego pegando un salto con
la contraofensiva de masas que se ha desarrollado en numerosos países desde 1995, con una
incrementada tendencia a la huelga general y la lucha política de masas: 22 días de huelga general de los
trabajadores de los servicios públicos en Francia en diciembre de 1995; las “guerras obreras” en Corea del Sur
en enero de 1997; la huelga general que volteó al gobierno de Bucaram en Ecuador en febrero de 1997; la
insurrección albanesa en el mismo mes; los grandes paros generales entre agosto y septiembre de 1996 y los
levantamientos de los desocupados entre abril y junio de 1997 en Argentina; los paros camioneros de 1996 y
1997 y las movilizaciones en defensa a los inmigrantes en 1997 en Francia; la gran huelga de los trabajadores
de UPS en EE.UU.; las huelgas de los trabajadores metalúrgicos y de la construcción en Alemania en 1996 y
1997; huelgas generales en Paraguay y República Dominicana, etc., etc., nombrando sólo las anteriores a
1998 (de las que hablamos en el Editorial de esta revista) y no hablando de las grandes luchas de masas dadas
por los aliados del proletariado, como el campesinado de varios países latinoamericanos.

Es entonces dentro del conjunto de elementos económicos y políticos que venimos señalando, que hay que
ubicar los avances logrados por el imperialismo en el proceso restauracionista. La crisis de la economía
imperialista mundial le ha impedido al imperialismo tragarse, como esperaba, a los ex Estados Obreros
burocráticos en un solo acto, extendiéndose su descomposición en el tiempo; mientras que la caída del
aparato stalinista mundial ha profundizado la crisis de dominio imperialista y ha liberado nuevas
energías de las masas, aunque en medio de una enorme crisis de subjetividad y de dirección
revolucionaria.

Aunque luego del estrangulamiento de las revoluciones del 89-91 la lucha de clases en los ex estados obreros
deformados y degenerados ha sido de las más atrasadas del globo, este elemento, sin embargo, no nos hace
señalar en manera alguna que el proletariado de estos países esté borrado de escena como fuerza histórica
independiente por todo un período histórico, como ocurrió con la clase obrera alemana tras el triunfo de
Hitler, la española bajo Franco o la chilena bajo Pinochet. Esta última es la conclusión lógica de las corrientes
que sostienen que en estos países la clase obrera ha sufrido una “derrota histórica”, y que fueron incapaces de
captar, después de años de adaptación a la estrategia de “luchas de presión” de las direcciones
contrarrevolucionarias de Yalta, que las revoluciones del ‘89 y las revueltas posteriores de Occidente eran
expresión de la liberación de la energía revolucionaria del proletariado. Estas corrientes se dieron la cabeza
contra la pared cuando la huelga general de los trabajadores de los servicios en Francia y el conjunto de los
grandes combates librados por el proletariado mundial desde entonces desmintieron completamente el
supuesto “triunfo estratégico” del imperialismo mundial y mostraron que el proletariado, lejos de estar
borrado de la escena histórica, es un sujeto vivo del que gran parte de sus principales batallones está
ejercitando sus músculos en forma sostenida, como expresa la tendencia a la lucha política de masas. En el
marco de la creciente internacionalización del capital y la consecuente internacionalización de la lucha de
clases que lo acompaña, no vemos por qué esta tendencia no vaya a expresarse también en el proletariado de
los ex estados obreros deformados y degenerados. Posiblemente los acontecimientos de febrero de 1997 en
Albania, adelanten el camino que puede tomar la generalización de la resistencia que los trabajadores están
dando en forma aislada en China y los países de la ex Unión Soviética. Será necesario doblegar esta
resistencia y propinar nuevas derrotas a los trabajadores para que la restauración capitalista logre consumarse.

1 Como hemos señalado en el Proyecto de Manifiesto Programático de la FT, publicado por el PTS en febrero de este año, la definición de estos
países como “estados obreros en descomposición” implica el reemplazo del programa revolucionario de la revolución política por uno que
combine los aspectos de revolución política con los de revolución social allí planteados.
2 El “ensayo general revolucionario” de los años 68-76 fue un verdadero desafío generalizado al control de estas direcciones
contrarrevolucionarias sobre el movimiento de masas, pero no logró derrotarlas.
3 La continuación de la Intifada, el “caracazo” venezonalo en 1989, la revuelta “anti poll-tax” de 1990 en Gran Bretaña, la rebelión negra en Los
Angeles de 1992, el “santiagueñazo” y demás revueltas provinciales en Argentina desde fines de 1993, entre las más importantes.

8- ¿A DONDE VAN LOS ESTADOS OBREROS DEFORMADOS Y DEGENERADOS EN


DESCOMPOSICION?

Distintas corrientes de la izquierda, toman en forma unilateral diversos aspectos, tanto estructurales (un
supuesto dominio de la ley del valor, el número de privatizaciones), como superestructurales (el intento de la
burocracia de tranformarse en una clase burguesa y el carácter burgués de los gobiernos y regímenes
restauracionistas) para definir la formación social de estos países como capitalista. A lo largo de este trabajo,
hemos intentado demostrar cómo estas definiciones cometen un grave error metodológico, al separar el
avance de la restauración en estos países, de su integración a la economía mundial de la cual son parte. Más
grave aún, cometen un error metodológico más general que transforma sus definiciones en anti-dialécticas:
buscar categorías cerradas a procesos que aún están en desarrollo, a procesos que aún están abiertos. La
respuesta inmediata al carácter de estos estados aparentemente tiene la virtud de dar una definición precisa y
de esa manera otorgar una respuesta segura en relación a qué política deberían los revolucionarios levantar.
Sin embargo, en la naturaleza como en la sociedad, el intento de poner una “solución final”, cuando tratamos
con procesos no finalizados, es la fuente no de la claridad, sino de una confusión y errores sin límites. Cuando
se trata de formaciones transicionales, el intento de establecer una solución “blanco o negro” revela, no un
rigor intelectual, sino sólo un esquema formal de pensamiento, en su deseo de “resolver” un problema
aplicando definiciones externas al mismo, que no dan cuenta del proceso real para nada. De esta manera, sus
definiciones aparentemente basadas en el materialismo histórico, se convierten en un mecanicismo incapaz de
comprender los fenómenos vivos que están aún en plena evolución. Sólo el método dialéctico, que toma en
cuenta la totalidad, y concretamente analiza sus tendencias internas contradictorias según se van dando
estadío por estadío, puede aportar claridad sobre un proceso tan complejo, contradictorio e inédito en la
historia de la humanidad, como es el paso de una forma social superior a la barbarie capitalista.

La fragilidad de su método se expresa en que se apuran a definir a estas formaciones sociales como
capitalistas, con un método que separa lo que allí acontece de las perspectivas más generales de la economía y
política mundial. Es que, a pesar de sus intentos, no se puede encerrar en una categoría un proceso social que
no está acabado y sobre el cual la misma prensa imperialista, a pesar de toda la propaganda sobre el triunfo
del capitalismo, no puede dejar de reconocer que aún no tienen un funcionamiento capitalista acabado.
Volvamos al método de Trotsky y a sus recomendaciones tan brillantemente planteadas luego de dar una
definición sobre el carácter de la URSS en “La Revolución Traicionada” cuando decía que: “Naturalmente
que los doctrinarios no quedarán satisfechos con una definición tan facultativa. Quisieran fórmulas
categóricas; sí y sí, no y no. Los fenómenos sociológicos, serían mucho más simples si los fenómenos sociales
tuviesen siempre contornos precisos. Pero nada es más peligroso que eliminar, para alcanzar la precisión
lógica, los elementos que desde ahora contrarían a nuestros esquemas y que mañana pueden refutarlos. En
nuestro análisis tememos, ante todo, violentar el dinamismo de una formación social sin precedentes y que no
tiene analogía. El fin científico y político que perseguimos no es dar una definición acabada de un proceso
inacabado sino observar todas las fases del fenómeno, y desprender de ellas, las tendencias progresistas y las
reaccionarias, revelar su interacción, preveer las diversas variantes del desarrollo ulterior y encontrar en
esta previsión un punto de apoyo para la acción.”

Por todos estos motivos que venimos señalando es que creemos un error definir que en estos países existen ya
formaciones sociales capitalistas. A falta de una definición mejor, seguimos creyendo válido definir a estos
países como estados obreros deformados o degenerados en descomposición. Fórmula que intenta expresar
que el aparato estatal y el personal gubernamental es burgués o burócrata restauracionista. Que busca
concientemente completar la restauración capitalista, y que ha realizado cambios jurídicos que han
liquidado la planificación económica y el monopolio del comercio exterior y favorecido el desarrollo de
la propiedad privada, avanzando cualitativamente en descomponer las bases sociales de los ex estados
obreros burocratizados, al punto de hacerlas irreconocibles. Pero no ha logrado consolidar aún el salto
hacia el funcionamiento de un régimen de producción capitalista digno de tal nombre. No lo definimos
como estado burgués en formación, no por la superestructura o por la política que defiende en los
últimos años, sino que intentamos dar cuenta, en esta situación transitoria, de la existencia de un
conflicto temporal entre la superestructura y la formación económico-social, conflicto temporal
agudizado por la crisis económica y política del imperialismo mundial y por el hecho de que las masas
de estos países no han sido liquidadas como factor histórico independiente. Este es el fundamento de
que nos mantengamos en nuestra definición de Estados Obreros en descomposición.

La consolidación de una formación social capitalista en estos países es un proceso aún indefinido, y es
probable que así continúe, de no mediar levantamientos revolucionarios o golpes contrarrevolucionarios, al
menos en los casos de Rusia y China, por varios años. En este sentido, reivindicamos la discusión planteada
por Nahuel Moreno, luego del golpe de Jaruzelsky en Polonia cuando describía el carácter del proceso de
semicolonización en curso en los ex Estados obreros deformados y degenerados: “El proceso de la
contrarrevolución es esencialmente político. Para imponer esos planes tiene que pegarle al movimiento
obrero tan duro como le pegó Jaruzelsky, o más. Para lograr que un país como la Argentina, bastante
independiente, que siempre se opuso al imperialismo yanqui, se vuelva una colonia yanqui privilegiada,
tuvieron que dar el golpe de 1955, el de Frondizi, el de Onganía, y este último (el de 1976, N. de R.). Si les
llevó cuatro golpes desmantelar a la Argentina, siendo ésta un país semicolonial -aunque era el que más
bravo se le hacía dominar al imperialismo yanqui-, ¡imagínense con un Estado obrero!”1

Cuando parafraseamos a Trotsky señalando que el carácter de clase de estos estados será definido por la lucha
de dos fuerzas vivas en el terreno nacional y, sobre todo, en el internacional, no estamos haciendo más que
utilizar el método dialéctico que liga la suerte de una estructura inferior al destino de la estructura superior. Es
decir, que analizamos la posibilidad de la consumación de la restauración capitalista en los principales países
donde la burguesía fue expropiada a los posibles avances y retrocesos de la revolución y la contrarrevolución
mundial, a la “carrera de velocidad” hoy abierta entre el proletariado y el imperialismo mundial. Para
intervenir en él es preciso que el proletariado de dichos países levante un programa de revolución política y
social que tenga como eje la lucha por tirar abajo a la burocracia restauracionista en todas sus alas y la
expropiación de la naciente burguesía, reestableciendo el monopolio del comercio exterior frente a la
inundación de mercancías baratas, y rompiendo todos los pactos que atan a estos países al FMI y al
imperialismo, como la incorporación de los países del Visegrad a la OTAN y la Unión Europea. Este
programa debe plantear la defensa de todas las conquistas que aún permanecen de los ex estados obreros
burocráticos, reestableciendo la planificación de la economía basada en consejos obreros.

La política, que según la genial definición de Lenin, es “economía concentrada”, muestra que no es
hacia una estabilización capitalista y a un período de “paz social” entre las clases hacia donde nos
encaminamos, sino hacia una aceleración de los combates de clase, a una perspectiva de más duros
enfrentamientos, de crisis de los fusibles de la democracia burguesa y de avance bonapartista, como
respuesta a una mayor maduración de las tendencias hacia la revolución y la contrarrevolución.

Serán estos combates de clase y no el avance ciego de la ley de mercado, los que decidirán la fuerza de los
países imperialistas que les permita terminar de conquistar a los ex Estados Obreros deformados y
degenerados o los triunfos del proletariado que darán impulso a la resistencia de las masas rusas y demás
países en su lucha contra la catástrofe capitalista que las amenaza más y más.

1 Escuela de cuadros, Venezuela, 1982

La discusión en el trotskismo sobre el carácter de los estados donde el


capitalismo fue expropiado en la posguerra
Las condiciones particulares que se abrieron a la salida de la segunda guerra, planteó importantes desafíos a
las débiles fuerzas de la IV Internacional, que habían pasado por la dura prueba de la guerra: la formación de
estados no capitalistas que se extenderían hasta ocupar un tercio del planeta. En el caso de los países del
glacis, no serían las masas organizadas alrededor de sus propios órganos de poder y tras la dirección de un
partido bolchevique las que tomaron el poder, sino la intervención del Ejército Rojo. Por su parte, en
Yugoslavia, el mariscal Tito, al mando de las fuerzas guerrilleras que habían derrotado a los nazis, también
avanzaba en la expropiación de la burguesía, rompiendo poco después con Stalin. ¿Cómo definir esos Estados
que habían expropiado a la burguesía, pero estaban sometidos a la misma dictadura burocrática stalinista que
había traicionado en China, que había permitido el ascenso de Hitler al poder, que había exterminado a la
oposición bolchevique-leninista en la URSS y luego a la IV Internacional, que había pactado con Roosvelt y
Churchill a la salida de la Gran Guerra...?

Este difícil problema fue abordado por los partidarios de la IV Internacional. En el año 1949, luego de los
importantes cambios que habían tenido lugar en Europa Oriental en el año 1948, surgieron diferencias sobre
la caracterización de la estructura de clases tanto sobre los países del Este como sobre Yugoslavia. Para
algunos, como Hansen del SWP norteamericano, se trataban de Estados Obreros ya que basaban su
caracterización en que había habido un cambio fundamental en las relaciones de propiedad, más allá de que el
mismo fuera según sus palabras “deformado, degenerado, mutilado- cualquier palabra que indique más
claramente que queremos decir un ejemplo monstruoso y no uno normal de este tipo.” La mayoría, sostenía
que eran “países capitalistas en vías hacia una asimilación estructural con la URSS” tomando en cuenta para
su definición que había obstáculos estructurales para la planificación “real” 1.

Tras intensas discusiones, en el III Congreso de la IV Internacional en 1951, se fue arribando a una posición
común caracterizando a estos estados como Estados Obreros deformados, enfatizando con esto, que la
burocratización, a diferencia del Estado Obrero degenerado soviético, estaba desde su génesis. Esta
caracterización fue un paso muy importante, ya que permitió definir el programa de los trotskystas: la
revolución política y la defensa de estos estados ante el cerco y la agresión imperialista. Sin embargo, a pesar
de que la mayoría de los partidos de la IV arribó a esta definición común, la misma fue resultado de un
acuerdo empírico. Es que, a diferencia del método de Trotsky que hemos desarrollado hasta aquí, la
definición de Estados Obreros deformados estuvo desligada de la relación de los mismos con la
economía mundial imperialista, o en otras palabras, de la perspectiva más general hacia dónde se
encaminaba el capitalismo. Así, mientras la mayoría, sostenía la perspectiva de un inminente ataque
imperialista sobre la URSS y de los preparativos hacia una Tercera Guerra Mundial, la sección inglesa ya
adelantaba, correctamente, las condiciones que permitieron una estabilización sostenida de la economía
capitalista mundial. De estas perspectivas, se desprendían dos orientaciones completamente distintas, que
hicieron que el acuerdo alcanzado fuera completamente formal y que llevaron al estallido de la IV
Internacional en 1953, adaptándose por distintas vías, a la presión material que ejercía el fortalecimiento de
los aparatos contrarrevolucionarios. Las fuerzas mayoritarias agrupadas en el Secretariado Internacional de la
IV Internacional detrás de Pablo y Mandel, que sostenían que el enfrentamiento era entre el “campo
socialista” y el “campo capitalista”, se adaptaron al stalinismo en un “entrismo sui generis” que terminó
prácticamente diezmando sus fuerzas. Las fuerzas agrupadas en el Comité Internacional, que inicialmente
combatió con argumentos correctos la degeneración pablista, terminó en la construcción de sectas nacional
trotskystas que se adaptaron a la socialdemocracia o al nacionalismo burgués en la Revolución boliviana de
1952.

1 Objetaban que en el caso de Yugoslavia, su pequeña área, su reducida población, era un obstáculo estructural para la planificación “real” y
planteaban que estos obstáculos no podían ser removidos hasta que Yugoslavia aboliera sus fronteras, ya sea por la “incorporación” o a una
“Federación del Danubio y los Balcanes” formalmente independiente de la URSS. Dado que esta Federación forma, según los soste nedores de esta
posición, “una genuina estructura unificada para la economía planificada”. La resolución del Séptimo Pleno de la IV Internacional de fines de
1948, sostenía que “esta definición, necesariamente deslucida y demasiado concisa para abarcar los distintos aspectos de la z ona de amortiguación,
significa así, esencialmente, en el curso del proceso de la asimilación estructural de esos países, el salto dialéctico todavía no se ha producido.
Enfatiza tanto los orígenes de la situación actual como la fisonomía social que está todavía indefinida. Pero esto no implica para nada que la
burguesía sostiene el poder como clase dominante en esos países.”

Estrategia Internacional N° 8
Mayo/Junio - 1998

El avance de la restauración en Rusia ha significado


UN RETROCESO ECONOMICO Y SOCIAL BRUTAL
Juan Chingo, Julio Sorel y Christian Castillo

EL SURGIMIENTO DE LOS NUEVOS RICOS Y GERENTES "COMUNISTAS"

El avance de la restauración ha llevado a la conformación de una pequeña capa de nuevos ricos que son la
base social de los regímenes restauracionistas. En Rusia, los llamados “príncipes de los negocios”, conforman
el principal soporte del gobierno de Yeltsin.

Los mismos son un grupo que domina vastos conglomerados financieros, industriales y de servicios. Los
nombres más conocidos de estos son Berezovsky, parte del gobierno hasta su destitución el año pasado, dueño
del Grupo Logovaz, y que según todos los analistas ha sido el verdadero hombre fuerte detrás de la
destitución del ex Primer Ministro Chernomirdyn. Mikhail M. Fridman, jefe del conglomerado Alpha.
Vladimir A. Gusinsky, magnate de los medios de comunicación. Vladimir O. Potanin, también ex miembro
del gobierno, presidente del banco privado más importante de Rusia, el Onexim Bank y dueño de un holding
que controla importantes empresas petroleras de metales, de manufactura, y de telecomunicaciones. Esta elite
de nuevos ricos, conjuntamente con los zares de la energía, como por ejemplo el ex ministro Chernomyrdin,
asociado a la poderosa empresa gasífera Gazprom, controlan más de la mitad de los activos industriales de
Rusia.

Potanin junto con Berezovsky, son los más poderosos hombres de negocios en la Rusia actual. Desde 1990, el
primero, construyó un imperio de compañías industriales, bancos y medios de comunicación con más de U$S
16.000 millones en ventas y 38.000 millones en activos- igual a casi un 10% del PBI ruso. ¿Cómo en tan poco
tiempo pudo producirse tan espectacular concentración de riqueza?

La respuesta a este interrogante muestra la evolución de la burocracia gobernante en el viejo Estado Obrero
degenerado y su intento de transformación en una nueva clase burguesa.

Doce años atrás, al inicio del gobierno de Gorbachov, Potanin era un burócrata de nivel bajo en el Ministerio
de Comercio Exterior, puesto en el que sucedió a su padre. Gracias a este puesto logró establecer conexiones
con las compañías que habían obtenido permisos para operar en el país. Por un préstamo de U$S 10.000 que
consiguió que estas le prestaran, estableció su propia firma de comercio. En 1992, se asoció con Prokhorov,
empleado en un banco en el bloque del Este que se encontraba en problemas financieros, y crearon una nueva
institución financiera. Los mismos convencieron a los clientes rusos del banco para que operen con esta, y les
otorgaron 300 millones de dólares. En estos años, la inflación se desató y era fácil hacer enormes ganancias
simplemente con la compra y venta de rublos. Los clientes de los mismos eran las principales compañías de
comercio exterior que dominaban las exportaciones de petróleo, químicos y metales. Un año más tarde
invitaron a sus clientes a convertirse en accionistas en una nueva y más poderosa institución, el Onexim Bank.
El crecimiento de este banco fue meteórico. La revista Business Week 24-11-97, plantea que uno de los
negocios más rendidores era el servicio gubernamental de Aduanas. En vez de establecer un Departamento
del Tesoro, el Gobierno canalizó los fondos de la Aduana a través de los bancos comerciales a principios de
los 90. Unos pocos bancos top y una manada de burócratas gubernamentales, hicieron jugosas ganancias con
esta práctica. Onexim Bank, fue uno de los más grandes ganadores de todos. Millones de dólares por ingresos
aduaneros se lavaron a través de este banco, el cual, a su vez, invertía los fondos en la deuda rusa con
suculentas tasas de interés. Esto le posibilitó al banco enormes ganancias, las cuales llegaron hasta los mil
millones de dólares. El Onexim Bank mantuvo este privilegio hasta noviembre del año pasado, debido a que
el gobierno ruso creó su propio sistema para llevar las cuentas del Estado.

Sin embargo el trato más famoso con el gobierno de este inescrupuloso banquero, es el esquema llamado de
“préstamos por acciones”. Antes de las elecciones de 1996, frente al temor del triunfo del Partido Comunista
de Ziuganov, Chubais, el arquitecto de las primeras privatizaciones rusas, ideó este esquema. Por el mismo, el
gobierno entregaba importantes acciones de la más grandes industrias rusas a los bancos a cambio de
préstamos bancarios. Si el gobierno devolvía estos préstamos, los bancos devolverían las acciones, caso
contrario, los bancos podrían comprar las mismas. Gracias a este esquema, el Onexim Bank, su rival Menatep
y el Grupo Logovaz de Boris Berezovsky, se quedaron con parte de lo más jugoso de la industria rusa. Por
esta operación, el Onexim Bank pasó a controlar el 85% de Sidanko, la tercera productora de petróleo más
grande de Rusia, y el 51% del gigante minero y de metales Norilsk Nickel, la más grande productora de
níquel en el mundo. El escándalo que dicha entrega de los activos rusos provocó hizo decir a Gregory
Yablinsky, un reformista de mercado opuesto a Yeltsin en las presidenciales, que “como resultado del
esquema de préstamos por acciones, nosotros tenemos un sistema oligárquico basado en ... relaciones semi-
criminales.”

Los principales beneficiarios de esta operación, fueron los principales financistas y sponsors de la campaña
que permitió a Yeltsin obtener la re-elección en 1996, cuando este último venía en una fuerte baja y era
probable el triunfo de la oposición comunista. La armonía entre estos grandes barones de las finanzas rusas
duró poco. La privatización del gigante de las comunicaciones Svyazinvest desató una dura disputa por su
control. Contra la presión que ejercieron para que no participara Gusinsky, Berezovsky y el Grupo Alpha de
Fridman, Potanin se alió con el fondo de inversión de Soros, lo que le permitió adquirir el 25% de este gigante
de las telecomunicaciones. Esta alianza con el capitalista Soros rompió las reglas de convivencia de los
barones de las finanzas rusas.

Como vemos, el meteórico enriquecimiento de los nuevos ricos, como se puede seguir en el caso de Potanin,
acompañó los distintos momentos del proceso de restauración:

- Durante la perestroika de Gorbachov, la planificación de la economía pasó de las oficinas de los Ministerios
a una mayor descentralización que dio más poder a los managers de las empresas. El poder central a través de
la utilización tanto de mecanismos financieros como presupuestarios ( subsidios, bajas tasas de interés, etc)
seguía fijando los objetivos más generales de la producción pero dando a los admistradores de las empresas
una mayor libertad de movimiento, abriendo grietas que irían socavando la planificación de la economía. En
estos intersticios se fueron formando las redes de intereses y contactos financieros que luego darían origen
a esta capa de nuevos ricos, que primero usufructuaron la privatización de los beneficios, sin contar aún con la
propiedad efectiva de las empresas.

-La así llamada “terapia de shock” lanzada el 1-1-92 en Rusia, por el team Yeltsin - Gaidar liquidó los
restos de planificación económica y el monopolio del comercio exterior así como también incluyó la
liberalización de los precios y del comercio. La consecuencia más inmediata fue un caos económico
descomunal, que hizo caer en picada la producción y la inversión del conjunto de la economía de la ex URSS.
La burocracia restauracionista hizo pagar este colapso al proletariado soviético. Utilizó la hiperinflación que
licuó los ahorros de años de millones de trabajadores e hizo caer el valor de los salarios y pensiones.1

- Las medidas anteriores son una precondición para el desarrollo de las relaciones de producción
capitalista pero las mismas no alteraron el problema de la propiedad, salvo en las industria liviana,
comercios y determinados servicios. El esquema ideado por Chubais, en 1993, significó un compromiso con
los directores de las empresas que permitió a los mismos y a los trabajadores quedarse con el control
mayoritario de las mismas, mecanismo que posibilitó que las privatizaciones pasaran políticamente. El
carácter fraudulento de esta operación, es bien retratado por un estudio de la revista “Problemes
Economiques” del año 1996: “La realidad es que la distribución de cupones a una población pauperizada,
reducida a una situación de miseria, provocó la multiplicación de los especialistas de la compra de cupones y
la concentración de estos en manos de las mafias- nomenklaturas. La prensa daba el ejemplo de un cupón
cambiado por... un salchichón. Lejos de desarrollar el pretendido accionariado popular u obrero, la
distribución de cupones se ha concentrado en las manos de unos cuantos.” Fue mediante esta estafa lisa y
llana, que los administradores comunistas, se transformaron en “gerentes comunistas”. Más adelante, con el
famoso esquema de “préstamos por acciones”, que ya comentamos, este proceso de desestatización de la
economía y de cambio en la propiedad de los activos del Estado, fue orientado en beneficio de una verdadera
oligarquía financiera, los dueños de los bancos, que se han quedado con los activos más jugosos del ex Estado
obrero degenerado.

- El ascenso de esta nueva capa de barones de las finanzas y la industria rusas, se da de la mano de una
creciente disputa entre los mismos y su creciente asociación con el gran capital financiero internacional,
abriendo una enorme división entre los mismos que se manifiesta en las sucesivas crisis políticas del gobierno
de Yeltsin y cambios de gabinete. Así, la asociación de Potanin con el magnate financiero G. Soros que
hemos comentado, quebrando las reglas de juego de esta oligarquía autóctona que se basaba en el reparto del
jugoso negocio de las privatizaciones entre ellos, ha significado la primera participación importante del
capital financiero internacional asociado a un sector de los nuevos ricos. Es que la fragilidad financiera de
estos, los hace depender cada vez más del capital internacional.

Como vemos, no fue la “mano oculta” del mercado, la fortaleza de las medidas capitalistas adoptadas,
un supuesto éxito de la restauración, sino la interpenetración directa entre el Estado y estos nuevos
ricos que mediante sus conexiones, soborno y métodos literalmente mafiosos, lo que permitió la
apropiación de los activos estatales por parte de los mismos.

1 Con una inflación de alrededor del 2300% en 1992 y más de 800% en 1993, los salarios cayeron a casi 2/3 durante 1992 -94.

SAQUEO DE LA VIEJA ACUMULACION DEL EX ESTADO OBRERO

Desde el gobierno de Yeltsin, el 89% de los activos industriales de Rusia, según el Financial Times del 9-4-
97, han sido privatizados. Más del 60% están total o mayoritariamente en manos privadas. Estos cambios
han dado lugar a la formación de una nueva clase social burguesa: los llamados nuevos ricos. La
distribución de riqueza de lo que eran los activos del antiguo Estado Obrero degenerado, a manos de esta
nueva clase burguesa, el pueblo ruso la ha llamado “transición de la nomenklatura a la cleptocracia”.

¿Pero significa el establecimiento de nuevas relaciones de producción capitalistas y que la burguesía rusa
naciente se ha transformado ya en una nueva clase dominante?

El mismo mote que el pueblo ruso le ha puesto a la naciente burguesía rusa, nos dice mucho del verdadero
carácter de la misma. Lejos de establecer un nuevo régimen social de producción estable, esto es, que
asegure su propia reproducción, lo que estamos presenciando es un proceso de destrucción de fuerzas
productivas y un saqueo de la acumulación lograda en el viejo régimen de producción basado en la
economía nacionalizada.

Esto podemos verlo en el avanzado proceso de desindustrialización y desinversión de la economía rusa. Las
inversiones en la industria privatizada son prácticamente inexistentes, lo que provoca una severa caída de la
producción. Industrias como la petrolera, que podrían competir en el mercado mundial, se encuentran en un
fuerte estancamiento. Una revista describe bien esta situación: “La nueva Rusia ha tenido, en la industria del
petróleo, dos principales y paradójicos efectos: la producción ha caído abruptamente mientras la
importancia de la industria en términos de ganancia de moneda extranjera ha crecido dramáticamente. En su
pico, la industria soviética de petróleo producía arriba de 11 millones de barriles de petróleo crudo por día
en 1987- esto era más que Arabia Saudita, más que cualquier otro país en el mundo en realidad, a excepción
de los Estados Unidos y más de 1/6 de la producción mundial total. En 1995, la producción fue de 307
millones de toneladas o alrededor de 6 millones de barriles por día- una reducción a casi la mitad.”1

Otra muestra de lo que decimos lo constituye la enorme fuga de capitales en manos de estos nuevos ricos.
“Un especialista en fuga de capitales reportó en una reciente conferencia en el Ministerio del Interior en
Moscú, que U$S 150.000 millones han sido exportados de Rusia desde 1991. Este número podría ser alto
pero las estimaciones conservadoras calculan que aún es mayor que los U$S 50.000 millones. Un mínimo de
un 40% de los U$S2000 millones que se estiman de fuga de capitales mensuales son atribuídos a grupos del
crimen organizado.”2 Esta cifra supera varias veces las inversiones extranjeras que se calculan en alrededor
de U$S 6000 millones desde 1991. Según el Departamento de Crímenes Económicos del Ministerio del
Interior, más de U$S 2,5 millones diarios son ilegalmente transferidos desde Rusia al extranjero.3 Tan grande
es esta fuga de capitales que en septiembre pasado el mismo Yeltsin ofreció una amnistía para aquellos que
retornen a Rusia los millones de dólares que están ilegalmente en el extranjero.

El carácter saqueador y parasitario de esta nueva burguesía es tan grande que mientras se ha producido un
descalabro productivo, y millones de rusos han visto caer sus niveles de vida en forma acelerada y son
millones los que tienen sus salarios adeudados, con la hiperinflación, los negocios con la deuda del Estado e
incluso la especulación con el dinero destinado al pago de salarios, es como se ha producido el fabuloso
enriquecimiento de esta nueva clase social, profundamente imbricada en muchos casos con la mafia4. El autor
antes citado sostiene que “los nuevos propietarios, a menudo desinteresados en hacer que sus empresas
funcionen, drenan los recursos y transfieren los procedimientos al exterior, exacerbando los problemas tanto
de capital golondrina como del no pago de ganancias.”

En estas condiciones es imposible mantener el funcionamiento de la economía. El Estado ruso debió recurrir -
como condición de sobrevivencia- a los créditos del FMI. En marzo de 1996, este otorgaría el segundo
préstamo en importancia hasta el momento, de U$S 10.000 millones, a riesgo de que, si no lo concedía, la
economía rusa entraría en un nuevo colapso. A tono con las economías del resto del mundo, Rusia sólo puede
funcionar en base al endeudamiento.

Estos elementos, muestran la descomposición de las viejas relaciones de producción durante el gobierno
de Yeltsin. Pero los mismos datos no muestran la existencia de un nuevo régimen de producción. Lejos
de ésto, lo que estamos viendo es una utilización de los viejos activos del viejo Estado Obrero, un verdadero
proceso depredatorio y de saqueo gracias a los vínculos con el Estado y a métodos mafiosos en la gran
mayoría de los casos. Esto último es literal. Una muestra de la imbricación entre la restauración capitalista y
el crimen organizado es que en 1994 hubo 28 gerentes y directores de bancos asesinados; en 1995, 41; y en
los ocho primeros meses de 1996, 49. Los riesgos son tan altos que The Economist del 6-11-97, plantea que
“establecer cualquier clase de fábrica o negocio significa tratar con los riesgos del crimen organizado y
desorganizado, donde a menudo aún los pequeños negocios minoristas tienen guardias armadas con armas
automáticas.” Para esta revista, “invertir directamente en Rusia es tan dificultoso y peligroso que pocos rusos
tienen la voluntad de hacerlo.” Según publicaciones, la mafia ahora controla más del 40% del total de la
economía5. En algunos sectores como el mercado de consumo, de propiedades inmobiliarias y en la banca, su
peso es decididamente mucho mayor.6

El Financial Times en un artículo de fines del año pasado llamado “Un pueblo al borde del abismo”, sostiene
que “Rusia se ha convertido en una anárquica zona liberada en la cual la fuerza es el derecho y en la cual
una endémicamente corrupta burocracia actúa más a menudo en su propio beneficio que como árbitro... La
redistribución de riquezas por el estado ruso para una minoría afortunada ... está aún sin ninguna garantía.
El resultado es que los nuevos ricos se comportan más como depredadores que como propietarios.” El
artículo nota que la fuga de capitales en 1996, estimada en 25.000 millones de dólares “excede la inversión
directa extranjera en Rusia en una proporción de diez a uno... representando un 5% del producto bruto. Esto
revela tanto la corrupción de los ricos como su carencia de confianza en su gobierno. Lo que es peor, en
tanto y en cuanto los rusos son reacios a mantener su riqueza en casa, los extranjeros rechazarán hacer
sustanciales inversiones a largo plazo en dicho país.”

No podemos llamar a la naciente burguesía rusa, enriquecida mediante el saqueo y la depredación de


los viejos activos del Estado, y que es incapaz de asegurar la consolidación y reproducción de un nuevo
régimen de producción social, como una clase social burguesa dominante consolidada.

Toda clase dominante, basa su dominación en una combinación de coerción y consenso. Estos dos elementos,
están casi ausentes en el caso de la nueva burguesía rusa lo que la convierte en totalmente inestable. El poder
del Estado se encuentra profundamente debilitado como consecuencia del desastre del Ejército Rojo en
Afganistán en los ‘80, la derrota del golpe de Estado del ‘91, la pérdida del status de superpotencia, la crisis
presupuestaria, la crisis económica y la corrupción rampante, la humillación sufrida por las tropas del Ejército
Rojo en Chechenia y por la enorme crisis y resentimiento social que se cuela en el Ejército, no sólo en los
conscriptos o en los soldados rasos sino inclusive en la oficialidad superior. Todos estos elementos, impiden a
la nueva burguesía establecer su dominación sobre un poder represivo sólido. El año pasado, el general Igor
Rodionov, por ese entonces Ministro de Defensa, ha lanzado, según comenta K.S. Karol “un desafío, no
menos explícito, al hablar de la descomposición del Ejército y añadiendo que no acepta un sistema en el cual
el Ejército estaría encargado de verter sangre mientras los ‘nuevos rusos’ se darían la gran vida ‘ entre
Moscú y las Islas Canarias”. Y el periodista agrega que “este discurso, según parece, le puede costar su
cargo, a pesar de que resume fielmente el sentir de casi todos los militares.”

Esta falta de legitimidad o consenso de la nueva burguesía no sólo, como vimos más arriba, le impide
fortalecer el poder del Estado, esencial para la consumación de la restauración capitalista, sino que
prácticamente deja al actual régimen carente de toda base social, haciendo que el poder del Estado esté en el
aire. Hasta el reaccionario Solhyenistin7, que volvió a Rusia en 1994 luego de años de exilio, reseña esta
situación cuando afirma que “el sisma entre gobernantes y gobernados es mayor en la Rusia de hoy que en
Marzo de 1917, durante el preludio democrático de la Revolución de Octubre.” Y criticando la utilización del
espantajo comunista, constantemente usado por el régimen ruso, y que Yeltsin quizo reavivar el año pasado
en el Octogésimo aniversario de la Revolución del ‘17 para proclamar la reconciliación nacional, “como una
idea muy ligera”, que “oculta el verdadero sisma... el abismo entre puñados de ladrones y funcionarios
corruptos que querían enriquecerse, y la población expropiada. La reconciliación nacional se presenta como
un asunto entre el poder y la vociferante Duma (dominada por los nacional comunistas), que en realidad no
quiere perder sus privilegios, cuando a quien debe implicar es a los saqueadores y a los saqueados. Por eso,
quienes se han apoderado ilegalmente en estos años del patrimonio nacional, deben devolver lo robado.”

1 Russia Today
2 “El precio del crimen organizado ruso”, Louise Shelley, basado en su libro “El robo al Estado ruso”.
3 Izvestia, 8-4-98
4 “El caldo de cultivo del espectacular desarrollo de la mafia ha sido la privatización salvaje de las empresas estatales, lo s abusos en el reparto de
licencias de exportación e importación, la hiperinflación que redujo los ahorros a cero y convirtió muchos créditos en regalos, las facilidades para
la transferencia de divisas al extranjero, la ineficacia del Estado para recaudar impuestos y acabar con la economía negra y la reconversión de la
nomenklatura comunista a la economía de mercado, es decir, a llenar el bolsillo de la manera más rápida posible. Decenas de millones de rusos
han quedado tirados en el camino, convertida su lucha por la supervivencia en una carrera de obstáculos, mientras una minoría ha pasado a
engrosar la burguesía emergente” (El País, 3/11/97).
5 John Deutsch, ex director de la CIA, declaró en el Senado que el 80% de los negocios privados pagan en Rusia racket (extorsión) a grupos
mafiosos. Se ha publicado en la misma Rusia que la mafia está metida en más de 40.000 compañías (1500 estatales), en 500 empresas mixtas y en
el 70% de los bancos” (El País, 3/11/97).
6 “El crimen organizado ruso se ha también infiltrado en el sector bancario doméstico y en los mercados financieros más profundamente que sus
contrapartes en otros países. Millones de ciudadanos han perdido sus limitados ahorros en instituciones bancarias y esquemas piramidales que han
colapsado. Cientos de bancos son poseídos o controlados por grupos del crimen organizado que lavan dinero (hacia fuera por grupos del crimen
organizado ruso y dentro de Rusia por grupos del crimen organizado extranjero). Los banqueros que rechazan lavar dinero no pued en competir con
los bancos que proveen tal servicio. Esta criminalización del sector bancario y de las instituciones financieras ha acelerado el flujo de capitales.”
Sheley, ob. cit.
7 Ex Premio Nobel y antiguo disidente ruso y autor del libro “El archipiélago Gulag”

CAMBIOS JURIDICOS Y CAMBIOS EN LAS RELACIONES DE PRODUCCION

Hemos planteado el enorme cambio en la propiedad que se ha venido desarrollando. Pero sin negar el enorme
avance que esto significa, una cosa es establecer un cambio en la propiedad de las empresas y otra muy
distinta es establecer un nuevo régimen de producción. La propiedad privada es un pre-requisito para el
régimen de producción capitalista. Pero tanto la propiedad privada como la producción capitalista de bienes y
servicios son una relación social que implica una determinada relación entre los propietarios de los medios de
producción y los no propietarios, e incluso una determinada relación entre los mismos capitalistas.

El Banco Mundial sostiene, con respecto al programa de privatizaciones en Rusia, que “ese programa es un
buen ejemplo de los inconvenientes por parte de directivos y empleados y, en términos más generales, de las
graves tensiones de la viabilidad política y la conveniencia económica. Las amplias preferencias otorgadas a
directivos y trabajadores para recabar su apoyo y la incapacidad para incorporar procedimientos de defensa
de los derechos de los accionistas minoritarios, se están cobrando un alto precio. Los administradores
controlan las empresas de personal interno con poca o ninguna influencia de los empleados accionistas.
Algunos han intentado, a menudo por medios ilegales, prohibir a los trabajadores la venta de sus acciones a
compradores de afuera. Otros han intentado medidas aún menos transparentes para bloquear la
participación ya sea de empleados o de personas de afuera. Dada la debilidad de las leyes e instituciones, la
escasez de información y, en algunos casos, la flojedad de las presiones competitivas, ha habido poco o
ningún control externo que impida esos comportamientos. Es un problema tanto de eficiencia como de
transparencia; hasta ahora, es difícil distinguir entre el comportamiento de las empresas rusas privatizadas y
el de las empresas estatales.” 1

Lo que muestra este informe es categórico en varios aspectos:

a) En primer lugar, la demagogia del BM sobre que los empleados accionistas no pueden ejercer “ninguna
influencia sobre los administradores”, está puesta no en interés justamente de estos, sino porque este
mecanismo impide que los verdaderos propietarios funcionen como tales, como capitalistas, sino que deben
pasar por el tamiz de estos administradores, que actúan según sus propios intereses, lentificando la necesaria
“reestructuración profunda”, en palabras del BM, es decir, impidiendo que se consolide y desarrolle el sistema
de propiedad privada mismo.2 Esto significa que las “leyes del mercado” no tienen dinámica propia como
para disciplinar por sí mismas a los administradores, que los capitalistas no tienen aún el dominio
efectivo sobre sus propiedades. Según este mismo informe, esta situación no es igual en las pequeñas
empresas donde los propietarios son también sus administradores.

b) En segundo lugar, el mismo BM se ve obligado a decir que no hay mucha diferencia entre las empresas
rusas privatizadas y las estatales. En otras palabras, que el cambio jurídico no significa que la mera
propiedad sobre una empresa implique el dominio capitalista sobre la misma, que el propietario
funcione como capitalista tomando las decisiones adecuadas para maximizar los beneficios y lograr que
sus trabajadores se subordinen como clase productora de plusvalía.
c) En tercer lugar, las “graves tensiones entre la viabilidad política y la conveniencia económica” demuestra
que, la restauración, al no basarse en una contrarrevolución sangrienta sobre el movimiento de masas,
es un compromiso, un equilibrio inestable de fuerzas, que amenaza con quebrarse tanto ante un
eventual salto en la resistencia del movimiento de masas como ante un nuevo embate de las fuerzas
restauracionistas.

Como demuestra lo que estamos señalando, las privatizaciones no han resuelto la necesaria re-estructuración
de las empresas rusas, para que estas sean “competitivas” según las “leyes de mercado”. Los autores del libro
“El capitalismo del Kremlin”, sostienen que según “nuestra evaluación de la Encuesta Nacional rusa sobre
las corporaciones en 1995 y 1996, nos lleva a la impactante conclusión: no más de 1/4 de las compañías
rusas son claros ganadores (firmas sólidas financieramente con mercados domésticos o de exportación bien
establecidos), a pesar que aún de aquellas firmas, sólo un pequeño número será capaz de financiar la
modernización por fuera de sus ganacias. 3/4 de las corporaciones rusas necesitan una re-estructuración
radical y de largo alcance. Al menos 1/4 de aquellas firmas debería ir a bancarrota. ¿Cuánto capital de
inversión es necesario para modernizar las 18000 corporaciones privatizadas? Cuando estimamos a través
de los top managers en la Encuesta Nacional rusa de 1995 ... la suma está entre U$S150.000 millones y
U$S300.000 millones, dependiendo del método de estimación ( el total presupuestario del gobierno ruso fue
en total de U$S50.000 millones). Estas estimaciones incluyen sólo los costos de inversión de capital. Ellas no
incluyen los costos de subsidiar los salarios para mantener el pleno empleo o apoyar los muchos servicios
sociales que se proveen a los empleados. Con la inversión extranjera que da cuenta de no más de U$S1000
millones a U$S2000 millones al año desde el comienzo de la reforma (en 1995, la mitad de las inversiones
extranjeras en Rusia fueron al sector de Energía, que da cuenta de menos del 6% de todo el empleo), el
capital que las corporaciones privatizadas necesita representa una crisis de capital de inversión de
sorprendentes proporciones.” Viendo la magnitud de la “tarea”, suena ridículo el optimismo inicial del
imperialismo a comienzos de los ‘90 cuando afirmaban triunfalistas que con un nuevo Plan Marshall de U$S
5.000 millones iba a ver en unos cortos años un capitalismo floreciente en Rusia.

1 Informe sobre el Desarrollo Mundial “De la economía planificada a la economía de mercado”, 1996-Banco Mundial.
2 Para fines de 1994, 9 de 10 empresas privatizadas eran mayoritariamente poseídas por una combinación de managers y trabajad ores. En
promedio los propietarios externos a la empresa poseían un 20% y el Estado alrededor de un 10% de las acciones. Con el paso del tiempo, los
trabajadores, fueron vendiendo parte de sus acciones lo que incrementó el número de accionistas externos a la empresa. Para 1 996, 6 de cada 10
eran mayoritariamente poseídas por accionistas internos. Sin embargo, a pesar de este descenso, según plantea la misma prensa internacional, estos
datos no serían tan ciertos ya que, aparentemente, muchos de los que aparecen como accionistas externos a la empresa, serían empresas creadas
por los mismos managers. Lo que si es cierto, son los cada vez más conocidos casos de enormes peleas entre accionistas internos y externos por el
control de la empresa. Una muestra más del carácter inestable de la propiedad en la ex URSS.

OBSTACULOS A LA CREACION DE UN MERCADO LIBRE DE TRABAJO

Las contradicciones enumeradas más arriba, que llevan al Banco Mundial a sostener que “es díficil distinguir
entre el comportamiento de las empresas rusas privatizadas y el de las estatales”, es una admisión de que el
proceso de re-estructuración de las empresas ha sido lento y no logra completarse. En otras palabras, que el
cambio de las relaciones jurídicas no implica el establecimiento de relaciones de producción capitalistas. Para
esto es necesario, centralmente, transformar al proceso de trabajo en un proceso de valorización. La
clave en esto pasa por, en primer lugar y fundamental, lograr no sólo una subsunción formal sino real
del trabajo al capital. Esto implica un cambio radical de las relaciones dentro de la empresa en las
cuales, provenientes de la época soviética, todavía existe una diferenciación social muy lenta entre los
intereses de los gerentes y los de los trabajadores y sobre todo, una salto cualitativo en la adaptación del
proletariado a los ritmos de la producción capitalista.

El principal obstáculo para esto es que, a pesar del avance del proceso de reformas, de la brutal caída de la
producción que ha ocurrido en todos estos años, sólo comparable al efecto destructivo de una guerra, no se ha
provocado un salto ni de cerca comparable en la desocupación. ¿Cómo puede explicarse un retroceso de casi
el 50% de su PBN con una tasa de desocupación que no llega todavía a los dos dígitos, si en países como
España, que gozan de un “crecimiento económico” la misma alcanza casi un 22%, o en el caso de Argentina,
que en lo peor de la crisis del Tequila llegó a un 18%? ¡Cómo puede llamarse capitalista a un país que tenga
esta paradoja! Esta paradoja sólo se explica porque la resistencia de los trabajadores y el hecho de que aunque
en forma ultra distorsionada, la conciencia aún viva en las relaciones de producción, como explicaremos más
adelante, han impedido la formación de un vasto ejército industrial de reserva que obligue y discipline a los
trabajadores a aceptar el látigo y los ritmos del capital. Esta es una pre-condición para la formación de un
“mercado libre” de trabajo, esto es, liquidar los fragmentos de las conquistas a que aún se aferran los
trabajadores soviéticos, para que la fuerza de trabajo sea tratada como una mercancía más.

Como explica el economista W. Andreff correctamente, lo que está en juego, es “modelar nuevamente el
comportamiento económico cotidiano es una tarea a largo plazo y cuyo logro es por naturaleza incierto. Su
conclusión condiciona el paso al capitalismo (...) El mercado de trabajo sólo regulará el empleo y
disciplinará el trabajo si el desempleo provoca, como reacción individual, la búsqueda de un empleo (...) Es
decir, si cada asalariado al haber perdido su empleo comprende (e implícitamente admite) que la única
salida es la de aceptar un trabajo intenso, remunerado en función de su productividad según las condiciones
definidas por el patrón.”1 Sólo mediante una mayor destrucción de fuerzas productivas y sobre todo,
quebrando la resistencia de los trabajadores, se podrá dar que los trabajadores “admitan” como algo natural la
existencia de un ejército industrial de reserva y terminar de transformar al proletariado en fuerza de trabajo
explotable.

1 W. Andreff, “Las crisis de las economías socialistas”.

DIFICULTADES EN LA CONSTRUCCION DE UN MERCADO

En sus trabajos sobre las posibles perspectivas de la restauración, Trotsky había señalado que con la abolición
de la planificación “los lazos de compulsión entre los trusts y de las empresas dentro de ellos, también
caerían”. Y agregaba que, bajo un gobierno burgués “el principio de planificación sería convertido en el
período transicional en una serie de compromisos entre el poder estatal y las corporaciones ‘individuales’ -
los propietarios potenciales- esto es, entre los capitanes soviéticos de la industria.”

Efectivamente, desde el año 1992 a esta parte, esta previsión de Trotsky es una realidad. Perdidos los lazos
que unían a las empresas a las agencias de planificación centrales, la mayoría de las mismas han establecido
vínculos entre ellas que en líneas generales siguen las mismas líneas que se daban en el antiguo régimen. En
otras palabras, las empresas rusas se vieron obligadas a mantener los lazos de provisión de materiales con sus
antiguos proveedores y a venderlos a sus antiguos clientes. Como la liquidación de la planificación económica
ha significado la liquidación de los subsidios del Estado, la liberalización de los precios, etc, muchas de estas
empresas son incapaces de pagar por estas transacciones, cuestión que se expresa en el crecimiento
geométrico de las deudas inter-empresas. Según datos del gobierno, estas alcanzarían la fabulosa cifra de U$S
45.000 millones. Casi un 60% de las empresas afirmaban que debía más de lo que le debían a ellas. Lo cual es
una indicación de que si estas deudas se contabilizaran, gran parte de estas empresas caerían en la bancarrota.

El Estado es un participante activo de los distintos compromisos entre las distintas empresas rusas que les
permite a estas seguir operando. En los primeros años, esto se hacía mediante subsidios presupuestarios a las
firmas en problemas. Más adelante, con el endurecimiento de la política monetaria y controlando la oferta de
dinero sobre la economía, bajando la inflación, el Estado ha tolerado en gran medida los comportamientos
tanto de endeudamiento como de formas no comerciales de pago que veremos más abajo. En otras palabras,
ha permitido el funcionamiento de una economía generadora de pérdidas. La clave en esto lo ha jugado la
aplicación de la ley de bancarrotas. Al igual que en muchos países de Europa del Este, el Estado utilizaba la
misma no para favorecer el poder de los acreedores, sino para sostener a las firmas deudoras. Es que una
imposición inmediata y generalizada de la ley del valor al conjunto de las firmas que, como hemos descrito
más arriba, no son generadoras de ganancias sino de pérdidas, provocaría tal descalabro económico que
impediría que una parte importante de las mismas pueda ser reconvertida como productora de plusvalía. Por
otra parte, el grado de desocupación que la imposición inmediata y generalizada de la ley del valor
provocaría, generaría una reacción entre los trabajadores de imprevisibles consecuencias.
De la mano del meteórico crecimiento de la deuda inter-empresas, se desarrolla un fenómeno de una magnitud
significativa, como es la reaparición del trueque y de otras formas no monetarias como principales forma de
intercambio. Según Bussines Week, que denomina al desarrollo de estas formas de intercambio “una
economía virtual”, la misma “representa tanto como dos tercios de todas las transacciones en Rusia, la
economía virtual es una vasta red de trueque, compromisos de pago, exenciones impositivas y otras formas
no monetarias de pago. Los principales jugadores no son los bancos sino miles de intermediarios
denominados como ‘especialistas en trueque’.”1

La escala de desarrollo de este fenómeno, muestra la enorme cantidad de firmas que a pesar de las
medidas capitalistas que los distintos planes de restauración fueron aplicando, aún han evitado la
bancarrota, lo que es una muestra más de que la ley del valor todavía no gobierna en la economía en su
conjunto. La misma revista reconoce esta realidad cuando plantea que “para muchas de las empresas de la
industria pesada es una cuestión de supervivencia. Los fabricantes de máquinas herramientas, las acerías,
los fabricantes de químicos, tienen muchas más dificultades para vender sus productos que los productores
de materias primas y de bienes de consumo, por lo tanto utilizan el trueque.”2

La magnitud de este fenómeno sin precedentes, ha tomado por sorpresa al gobierno de Yeltsin. Según la
misma publicación, “los reformistas de mercado del gobierno de Yeltsin pensaron que la liberalización de
precios en 1992 y el posterior endurecimiento de la política monetaria, forzaría a las empresas ineficientes a
quedar fuera del negocio. Pero las compañías continuaron, sosteniéndose entre sí. Aquellas que no podían
pagar en cash, simplemente cambiaban productos. En 1994, después de que el gobierno liquidó los subsidios,
las compañías comenzaron a emitir compromisos de pago. Estos circulaban a lo largo de un extendido pero
no regulado mercado dominado por los bancos locales.”

Todos estos elementos muestran las dificultades para avanzar en la consumación del proceso de restauración
capitalista. “El trueque era una vía innovadora de las compañías para sobrevivir las iniciales tensiones del
giro de Rusia al capitalismo. Pero ahora, el país debe cambiar de esta economía virtual a una real, basada
en el frío y duro dinero.” Es que efectivamente, la enorme extensión que tienen las operaciones no monetarias
en el cuerpo de la economía es una indicación de la ausencia de un mercado capitalista desarrollado. Y la
existencia de un mercado se hace necesaria para la transformación del dinero en capital y por lo tanto para la
producción y la apropiación de plusvalía. Es que el dinero, una de cuyas funciones es actuar como medida del
valor y patrón de los precios, expresa el valor de cada mercancía. Esta función es completamente vulnerada en
el caso ruso, de la siguiente manera: “El trueque podría también masivamente distorsionar el valor de la
industria rusa. La mayoría de las compañías aceptan más de la mitad de sus ventas en productos de trueque.
Estas ventas son contabilizadas como inventarios, adelantos de trabajo, etc. Las ganancias son casi
imposibles de medir, desde que el valor de un tractor en esta forma de pago es completamente arbitrario. Los
libros de contabilidad de las corporaciones no tienen casi nada que ver con la realidad.”

1 Bussines Week, 13-4-98


2 También muchas compañías prósperas utilizan el trueque como la vía más común de evadir los onerosos impuestos rusos

AVANCE CASI INEXISTENTE EN EL CAMPO

Donde las reformas de mercado menos han avanzado, es en el campo ruso. Del conjunto de la tierra sólo el
8% se encuentra hoy en manos privadas, dando cuenta del 40% del producto agrícola. A pesar de este avance,
contra todas las previsiones, la granja colectiva permanece como la unidad básica del campo ruso. En los
primeros días de la Federación Rusa en 1992, el total de las 26.000 granjas colectivas del país tuvieron que
decidir sobre el futuro de sus campos. El diario Russia Today da cuenta del resultado: “En 1992, casi 7.000
granjas optaron por permanecer como granjas colectivas propiedad del Estado al igual que antes. Otras
9.000 se registraron como compañías pero esto no significó que ellos alteraran su práctica demasiado- a
pesar de que en teoría era posible para un trabajador de algunas de estas granjas de comprar su parte y
operar como si fuera una granja independiente.”
La base de tal comportamiento está en que el avance del mercado ha hundido a los campesinos que han
intentado aventurarse en el camino de pequeños propietarios. Como refleja el diario “El País” adentrado en
los que el mismo corresponsal llama “la Rusia profunda”, en Beklenitsi está el koljos Mayak (el koljos es una
granja colectiva propiedad de la comunidad rural que trabaja en ella). La explotación agrícola aún conserva su
dominación soviética, pese a que sus 81 integrantes son libres de establecerse por su cuenta. Pocos piensan
aquí en convertirse en granjeros independientes, después de haber visto como sucumbían otros por falta de
capital.

EL ROL DEL ESTADO RESTAURACIONISTA

Como hemos mostrado en el caso de Potanin, el Estado es el principal medio por el cual se obtiene la
propiedad, mediante las conexiones y el entrelazamiento entre los nuevos capitalistas y el aparato estatal.

Un caso patético de este entrelazamiento, es el de Gazprom, la más grande compañía de gas en el mundo. Los
periódicos y el mismo Yeltsin han cuestionado públicamente si la empresa es propiedad estatal o privada, a
pesar del hecho de que el Estado supuestamente posee un número significativo de acciones que bloquearía
cualquier toma de decisión, cuya capitalización de mercado excede al conjunto de las otras empresas rusas
que cotizan en la Bolsa, tomadas de conjunto. Lo paradójico del caso es que Yeltsin le había planteado al ex
Primer Ministro Chernomyrdin, ex director y actual protector de Gazprom, que se presionara a sí mismo para
que pague los millones en impuestos que dicha empresa debe al Estado. Tan fuerte es la influencia de esta
empresa que el diario Le Monde en un suplemento del año 1997, llamó a la misma “un Estado dentro del
Estado”. Lo mismo puede ser dicho de las otras 83 grandes compañías, incluyendo los monopolios de
propiedad estatal como la empresa generadora y distribuidora de propiedad UES, los cuales tienen protectores
del más alto nivel, y que se niegan, igual que Gazprom, a pagar sus obligaciones impositivas. Las evasiones
impositivas de las principales empresas rusas dan cuenta de un 40% del déficit total del Estado ruso1.

Este ejemplo nos lleva a uno de los principales problemas que afronta la restauración: al mismo tiempo que
los nuevos ricos necesitan del Estado para apropiarse y conservar la propiedad y sus negocios, las
disputas entre los mismos y el intento de utilizar al Estado en su interés particular se convierte en la
principal fuente que socava al Estado ruso como instrumento del conjunto de los intereses de la
burocracia restauracionista y de los mismos ricos para consumar el proceso de restauración. El mismo
The Economist refleja esto cuando plantea que, “es en el interés de la elite que Rusia tenga un gobierno
competente. Pero ellos también quieren un gobierno lo suficientemente débil para que responda a sus
intereses.”2

Esto ha llevado a un personero que conoce bien de cerca al poder ruso actual, como es el general Korzhakov,
que pasó de ser jefe de la guardia personal de Yeltsin, comandante de la guardia presidencial, y luego una de
las eminencias grises del Kremlin, hasta su despido en una de las tantas re-estructuraciones de gabinete tan
usuales en Yeltsin, a decir que “no hay poder en Rusia, sólo hay peleas por el poder.” Esta debilidad del
poder estatal ruso es comentada usualmente por la prensa internacional, junto a la debilidad de Yeltsin
afectado por varias operaciones en los últimos años, describiendo al mismo con frases como la siguiente:
“Una cabeza de Estado sin un Estado. El puede dictar un edicto detrás de otro -y no duda en hacerlo- pero la
mayoría permanece sin ejecución porque no hay una administración digna de tal nombre para llevarla
adelante.”3 Esta misma debilidad y fragilidad de las instituciones rusas se refleja en la enorme preocupación
de la burguesía mundial en el estado de salud de Yeltsin, en otras palabras, que el avance de la restauración
dependa de una figura cada vez más desgastada.

Esta debilidad del Estado es causa y efecto del carácter inestable de la propiedad, ya que a diferencia
de los países capitalistas en donde la propiedad privada de los medios de producción no depende de los
cambios circunstanciales en el poder político, es el principal obstáculo para la consumación de la
restauración capitalista. En el caso de un cambio de la situación del movimiento de masas y una
generalización de su persistente pero fragmentaria resistencia, la debilidad estatal es un enorme
handicap para el movimiento de masas. Aunque no se puede comparar la debilidad del Estado albanés
con el estado ruso, la insurrección albanesa demostró que cuando las masas se pusieron en movimiento,
el Estado restauracionista estaba sostenido en el aire.

1 Esta imbricación del Estado y los nuevos grupos de poder, también puede verse en el caso de la mafia, como muestra el ejemplo de
Kvantrishvili. Según el diario El País, del 3/11/97: “Fue tal vez el ejemplo más claro de lo tenue que es la línea de separación entre el mundo legal
y el criminal... Kvantrishvili invirtió en hoteles y casinos, exportó petróleo y montó junto a un hermano (asesinado en 1993) el grupo Siglo XXI,
que participaba en más de 100 sociedades. Incluso fundó una organización política, el Partido Deportista de Rusia. Pero todo terminó cuando un
tirador de élite le metió tres balas en el cuerpo. A su entierro asistieron el presidente del grupo Most, Vladimir Gusinski, y el alcalde de Moscú,
Yuri Luzhkov. Después de todo, el propio Yeltsin le había condecorado dos veces”.
2 The Economist, 4/4/98
3 Le Monde, Marzo 1997.

LAS VIEJAS RELACIONES DE PRODUCCION ¿AUN VIVEN EN LA CONCIENCIA DE LAS


MASAS?

Trotsky en La Revolución Traicionada planteaba que “la revolución social, traicionada por el partido
gobernante, vive aún en las relaciones de propiedad y en la conciencia de los trabajadores.” Es indudable
que 60 años de contra-revolución stalinista, han significado un retroceso significativo en la conciencia de
clase revolucionaria que emergió tras la Revolución de Octubre. Como planteaba el revolucionario ruso C.
Rakovsky en los ‘30, la existencia de la degeneración burocrática iba creando más y más una conciencia
hostil al socialismo. Sin embargo esto no significa que las masas acepten pasivamente la introducción de
medidas capitalistas, como ha pretendido vender la propaganda imperialista. Las relaciones sociales de
producción del Estado Obrero degenerado han sido un reservorio de una conciencia, que si bien aún no
se manifiesta como conciencia de clase revolucionaria, es un obstáculo al avance de la restauración
capitalista.

Esto se manifiesta en esencia en las grandes empresas industriales. El mantenimiento del rol social de gran
parte de las empresas privatizadas demuestra que las raíces de la propiedad colectiva de los medios de
producción no ha sido aún extirpada y que la clase obrera se aferra en su resistencia sobre cada fragmento de
lo que aún queda de la misma. No olvidemos el rol social que jugaban las empresas en el caso de la ex URSS.
Jacques Sapir lo describe bien en “El caos ruso”: “Hay que recordar que estamos en presencia de una
estructura industrial donde dominan las grandes, las muy grandes fábricas, que aproximadamente cuentan
entre tres y cinco veces más empleados que en Europa Occidental. Las empresas no solamente son un lugar
de producción, constituyen sistemas sociales relativamente integrados, ya sea a través de almacenes internos
a la fábrica, las redes de dispensarios, escuelas, jardines de niños y campos de vacaciones, en fin, a través de
la propiedad de buena parte de las viviendas de los trabajadores. Además con frecuencia estas empresas
cuando están situadas en las aglomeraciones de talla media, aseguran directamente una parte de las tareas
del servicio público (el reparto de agua, mantenimiento de las carreteras y ferrocarriles).”

La liquidación de la planificación económica a partir de 1991, ha provocado un gran aumento de la


desocupación. Sin embargo, los niveles de la misma no son proporcionales al hundimiento de la producción.
Esto se manifiesta en que una amplia fracción de trabajadores no trabaja o solamente trabaja apenas una
fracción de tiempo sin estar formalmente despedido. La revista de los parásitos de la City de Londres y
sostenedor de Yeltsin, se ve obligada a admitir que “el no pago de los salarios es tolerado más fácilmente
porque mantiene bajo el desempleo. Si cada uno que trabajó debería cobrar en efectivo, el desempleo se
habría clavado muy por encima de la actual tasa del 9,3%.”1 La razón de tal misterio reside en que, si bien
los trabajadores no reciben su salario, o sólo una parte de él, continúan beneficiándose de la protección social
ligada a la empresa. El cuadro del Banco Mundial de la página anterior demuestra que a mediados de 1994,
cerca del 60% de las firmas proveían cuatro o más beneficios al final de este período y lo que es más
revelador aún, es que en las provisiones de salud y de guardería, las mismas son provistas en dos tercios por
las firmas industriales.
Como hemos planteado más arriba, las privatizaciones han logrado un importante cambio jurídico en la
propiedad de las empresas, pero no han logrado resolver esta cuestión esencial para el establecimiento de un
régimen de producción capitalista. Como plantean varios autores en el libro, “What about de workers?
Worker and the transition to capitalism in Russia”2, en su capítulo 9, tal vez, la única institución de la era
soviética, que ha sobrevivido al colapso de la URSS virtualmente inalterada es la empresa industrial de tipo
soviético. Los mismos correctamente caracterizan a “las empresas soviéticas no sólo como una unidad de
producción ... sino como la base de la existencia social del trabajador soviético”; y señalando que la
liberalización de precios, las privatizaciones, no son sinónimos del establecimiento del capitalismo en Rusia,
sino que ha dejado intacta a las empresas en sí mismas y a su colectivo laboral.

Es este obstáculo el que señalan los representantes del capital financiero internacional, como la Dirección de
Estudios Económicos y Financieros del banco francés Paribas, que sostenían que la importancia de las
privatizaciones estaba reducida por el “rechazo, por razones sociológicas y culturales a separar, en el seno
de las empresas, las funciones de producción y de cobertura social.” Contra estas “razones sociológicas y
culturales”, el aferrarse a los despojos de la nacionalización de la economía, es que la burocracia
restauracionista emplea el arma del no pago de salarios que en el caso ruso ha alcanzado cifras millonarias y
que es la fuente más importante de conflictos obreros en la Rusia actual.

1 The Economist, 15-3-97


2 Simon Clarke, Peter Fairbrother, Michael Burawoy y Pavel Krotov, “What about de workers? Worker and the transition to capitalism in Russia”,
Ed. Verso, Londres, 1994.

CONCLUSION

Intentaremos responder a las preguntas iniciales formuladas por Trotsky, con que comenzamos el anterior
trabajo, de: ¿Cuál es el origen histórico de la URSS?; ¿qué cambios ha sufrido este estado durante su
existencia?; ¿pasaron estos cambios de la etapa cuantitativa a la cualitativa, es decir, crearon una dominación
históricamente necesaria por parte de una nueva clase explotadora?

La ex URSS era un Estado Obrero degenerado, en donde la burocracia había expropiado el poder político de
las masas pero manteniendo las bases sociales de la economía nacionalizada. Como definió Trotsky, “un
régimen transitorio entre el socialismo y el capitalismo”.

La asunción de un gobierno burgués o de la burocracia restauracionista desde 1991 ha significado un salto de


cantidad en calidad. La liquidación del monopolio del comercio exterior y de la planificación económica, han
transformado en prácticamente irreconocibles las bases sociales del ex Estado Obrero degenerado.

¿Significa esto que la restauración se ha consumado? Todavía no. La contrarrevolución social que está en
curso, aún no ha podido darle un carácter estable a la propiedad, crear un verdadero mercado libre de trabajo y
transformar el mercado en el regulador de los negocios de la burguesía. A falta de una mejor definición
hemos denominado el carácter social de la Rusia actual, como un Estado Obrero degenerado en
descomposición. Esta definición no es muy “elegante” pero la misma da cuenta de las características del
proceso aún abierto en Rusia:

1) Ha habido un salto de cantidad en calidad. Como decía Trotsky, el socialismo, a diferencia del capitalismo
y su automatismo económico, se construye concientemente o con un poder que se ve obligado. Este era el
caso de la burocracia thermidoriana, ya que al extraer su fuente de privilegios de la parasitación del Estado
obrero, de la economía nacionalizada, defendía a su manera, es decir, creando las condiciones para su
posterior hundimiento, la planificación económica y el monopolio del comercio exterior. El pase a la
restauración de la burocracia, y la constitución de un gobierno burgués con la asunción de Yeltsin que ha
liquidado el monopolio del comercio exterior y la planificación económica, ha significado que las bases
económicas y sociales del Estado Obrero degenerado son prácticamente irreconocibles;
2) Sin embargo, el avance de la restauración, lejos de un salto en el desarrollo economico sobre bases
capitalistas, ha significado una enorme destruccion de fuerzas productivas. Como preveía Trotsky, el pase a la
restauración significa un “hundimiento catastrófico de la economía y la cultura”;

3) Esto prueba que lo que está en descomposición no es un país imperialista ni un estado semicolonial, sino
que la genésis de este proceso es la descomposición de embrionarias formas superiores de organización social
como las que contenía el Estado Obrero degenerado, como lo demuestra el hecho de que millones de obreros
que no reciben sus salarios sigan aferrados a sus puestos de trabajo defendiendo los fragmentos que quedan de
las conquistas de la antigua economía nacionalizada en donde no existía la desocupación, o la existencia de un
ejército industrial de reserva presente en todas las etapas de desarrollo del modo capitalista de producción;

4) Lejos de una nueva y necesaria “acumulacion originaria capitalista” asistimos a un proceso de saqueo que
impide más que facilita el normal desarrollo de la ley del valor. La diferencia está, con este proceso histórico,
en que entonces se trataba de una época de ascenso del capitalismo, basado en el desarrollo de las fuerzas
productivas, y donde aún había un mundo por conquistar, y ahora nos encontramos en una fase de decadencia
de las fuerzas productivas en donde la propiedad privada de los medios de producción y las fronteras
nacionales se constituyen en un obstáculo para las mismas;

5) Los cambios jurídicos en la propiedad en la actual Rusia, han liquidado la propiedad nacionalizada en la
economía. Sin embargo, el avance jurídico, con toda la importancia que el mismo tiene, no significa todavía,
por lo que hemos explicado más arriba, una consolidación de nuevas relaciones de producción. La propiedad
privada, aún no se ha asentado, como demuestra el hecho de que lo esencial para el mantenimiento de la
misma son las conexiones con el estado y las prácticas mafiosas y criminales que caracterizan a la mayoría de
las elites de estos países en especial en Rusia. Y si las clases dominantes sólo han logrado mantener su
dominio a largo plazo solo sobre las bases de la propiedad, por lo tanto el futuro de las elites de estos países es
más que incierto;

6) Esto es así, por la imposibilidad material para la burocracia restauracionista y los nuevos ricos de consumar
la restauración capitalista, ya que el principal soporte de los mismos, el imperialismo mundial, atraviesa una
crisis de dominio que es causa y efecto de la crisis de la economía imperialista mundial;

7) A su vez, que el objetivo estratégico del imperialismo es convertir estos Estados en semicolonias, es decir,
la penetración del capital monopolista imperialista sobre el conjunto de la economía, liquidando todo posible
competidor nativo y arrastrando a la economía de estos países a una catástrofe económica y social sin
precedentes;

8) Esto requiere un zarpazo aún mayor sobre las conquistas que aún quedan del movimiento de masas lo cual
implica liquidar la resistencia de las mismas como son testigo las contínuas marchas y huelgas del
proletariado ruso exigiendo el pago de salarios. Estas luchas y el hecho de que la clase obrera se aferre en su
resistencia sobre cada fragmento de lo que aún queda de la propiedad nacionalizada, como es el rol social de
gran parte de las empresas privatizadas, demuestra que ésta aún vive, aunque en forma ultra distorsionada, en
la conciencia de las masas;

9) La crisis imperialista mundial es causa y a su vez potencia la contra-ofensiva de las masas a nivel mundial
a la que asistimos desde fines de 1995;

10) La contraofensiva de masas en numerosos países alienta y sostiene la resistencia de las masas rusas que,
justamente por no oponérsele un Estado fuerte en frente, y liberados del corset stalinista, se puede transformar
rápidamente en insurrección, tal como sucedió en Albania. Que violentos episodios de la lucha de clases son
los que terminarán de definir si el proceso de restauración es “irreversible” o no. Que no hay restauración
pacifica posible;

11) Los cambios en calidad que significa la formación de un Estado obrero en descomposición implica un
cambio en las tareas y, por lo tanto, en el programa, avanzando hacia un programa de revolución política y
social, como desarrollamos escuetamente en el artículo anterior. Asimismo, implica la liquidación de la vieja
política del defensismo revolucionario de la ex URSS, al menos en el sentido clásico, ya que la misma estaba
ligada a la defensa de las relaciones de producción heredadas de la revolución de Octubre.

Estrategia Internacional N° 8
Mayo/Junio - 1998

EL AVANCE DE LA RESTAURACION
CAPITALISTA EN CHINA Y SUS DILEMAS
Juan Chingo y Julio Sorel

INTRODUCCION

A diferencia de Rusia, que vió en los ‘90 una caída de su producción de casi la mitad, el avance del
capitalismo en China ha significado un aumento del PBI en el período 1978-1997 de más de 9% anual,
convirtiéndose en el país más dinámico del mundo. Este contraste entre los resultados de estos dos grandes
países del ex "bloque socialista", marca los diferentes puntos de partida y el curso que el proceso de
restauración ha seguido en cada uno de estos países. Intentaremos ahora puntualizar estas diferencias con el
caso ruso:

a) El carácter atrasado de China. Después de tantos años de crecimiento económico y de la propaganda


interesada del imperialismo que asegura que China se convertirá en una super-potencia mundial en el s.XXI,
nos han hecho olvidar el carácter atrasado del Estado Obrero deformado chino. En 1978, cuando se lanzaron
las reformas de Deng Xiaoping, y a pesar de la industrialización lograda en la época de Mao Tse Tung,
siguiendo el modelo soviético de desarrollo de la industria pesada1, el 70% de la población china seguía
viviendo del campo. Según el FMI: "Las reformas en la economía de mercado se introdujeron en el marco de
una economía rural atrasada que había progresado poco en el marco de la planificación centralizada.
Cuando se iniciaron las reformas en 1978, el 70% de la fuerza de trabajo se concentraba en el sector de la
agricultura y la mayor parte de la población vivía en zonas rurales." 2

Esta es una diferencia cualitativa con el caso soviético, que más bien se caracterizaba por lo contrario: un
desarrollo desproporcionado de la industria, fundamentalmente la industria pesada, en detrimento de la
industria liviana o de bienes de consumo, e incluso del importante sector servicios que caracteriza a las
economías imperialistas.

Las diferencias de este punto de partida para el proceso de restauración son significativas. En el caso de la ex
URSS el avance de la restauración, en el marco de la economía mundial dominada por el imperialismo,
implica desde el comienzo una enorme destrucción de fuerzas productivas, como lo demuestra la enorme
caída de su producción.

En el caso chino, el carácter atrasado de su economía permitió que las reformas capitalistas lograran un cierto
crecimiento de su economía, a costa de agravar tanto las desigualdades sociales, en el campo y en la ciudad,
entre las mismas y entre las diversas regiones. El FMI, analizando los factores determinantes del desarrollo de
China dice que: "China se benefició de las ‘ventajas’ del atraso, y en especial ha podido lograr importantes
aumentos de la productividad gracias a la transferencia de recursos de una agricultura de escasa
productividad a la industria."3 Esta transferencia de recursos de la agricultura a la industria, nos lleva a la
segunda importante diferencia entre el proceso de restauración entre la URSS y China.
b) El rol de las reformas capitalistas en el campo. Analizando las probables vías de la restauración en el
caso soviético, Trotsky estaba convencido de que el campesinado sería el principal apoyo social de la
restauración capitalista. La realidad en Rusia actual demuestra que esto no es el caso, siendo las granjas
colectivas uno de los sectores más atrasados no sólo en la introducción de relaciones sociales capitalistas, sino
incluso con respecto a los cambios en la propiedad. La explicación de esto debemos encontrarla en las
consecuencias tanto de la colectivización forzosa llevada adelante por Stalin a fines de los ‘20, como sobre
todo, en la sobrevivencia en el tiempo más allá de lo que preveía Trotsky del Estado Obrero degenerado
soviético. Como consecuencia de estos factores, la población rural en Rusia, consiste casi totalmente en
proletariado agrícola, el cual no está interesado en volver atrás a la propiedad de pequeñas parcelas de tierra.

No fue este el caso de China. Las reformas agrícola y rural, que se iniciaron en 1978, permitieron, entre otras
medidas, el arriendo de tierras a agricultores en el marco del sistema de "responsabilidad familiar", la fijación
de mayores precios pagados por el estado a las mayores cosechas y la introducción de un sistema doble para
los precios. A diferencia del campesinado ruso, el campesinado chino respondió positivamente, dando lugar a
un incremento de la producción y la productividad agrícola significativo. Un reciente libro señala que "dichos
desarrollos fueron espontáneos y explosivos, una vez que los 700 millones de campesinos chinos se dieron
cuenta que no estaba más en el poder del gobierno controlarlos a ellos."4

Pero tal cual había previsto Trotsky para el caso ruso, las reformas pro-capitalistas en el campo fueron
creando bases para la restauración capitalista, en dos aspectos:

1- La liquidación de las comunas agrícolas, y el proceso de concentración que le siguió, dio lugar al
desplazamiento de una parte de la población de los medios de producción agrícolas, dejando a estos
campesinos desplazados en la única situación de verse obligados a vender su fuerza de trabajo. En otras
palabras, el desmantelamiento de las comunas rurales creó un gigantesco ejército industrial de reserva que fue
utilizado primero para proveer de obreros a las llamadas "zonas económicas especiales" y ya más adelante, en
los ‘90, utilizados ampliamente en el conjunto de China.5

2- En segundo lugar, dieron origen a un proceso de acumulación de capital en las aldeas y el desarrollo de una
especie de burguesía, que conjuntamente con las autoridades municipales, explota las llamadas "Empresas de
Villorios y Poblados". Como dice The Economist, refiriéndose a las reformas en 1978, "una de las enormes
consecuencias de tal liberalización fue algo que ninguno de los dirigentes del PC habían previsto, cuestión
que Deng Xiaoping más tarde admitió: la proliferación de las empresas de los villorios. Dichas empresas,
dan cuenta ahora de dos quintos del producto industrial de China, y son en gran medida libres del sistema
danwei 6 de control civil."7 Estas empresas oficialmente son reconocidas como de propiedad colectiva. Sin
embargo, la mayoría de los analistas sostiene que detrás de esta propiedad formal muchas se han convertido,
en realidad, en negocios privados que operan como sociedad de accionistas o sobre bases cooperativas. En
otras palabras, lo que es indudable es que representan una forma de acumulación primitiva de capital.

Como consecuencia de los cambios arriba señalados, se produjo una importante reasignación en la proporción
del empleo en la agricultura, pasando de alrededor del 70% en 1978 a 50% en los últimos años.

Desde el punto de vista del proceso de reformas, estas reformas iniciales, fueron creando un mercado de
productos alimenticios y de muchas de las materias primas utilizadas en la industria liviana nacionalizada, así
como también un aumento del ingreso de los campesinos, que retroalimentaba la necesidad de una producción
para el consumo a escala local.

c) Características de la economía planificada. Una diferencia secundaria pero que ayudó al desarrollo de
las reformas procapitalistas, es el carácter más descentralizado de la administración de la economía
nacionalizada china con respecto a la URSS. En esta última, el intento de reformas incluía un importante
grado de descentralización durante los años de Krushev en los ‘60, terminó en un fracaso, debido a los
obstáculos puestos por los distintos administradores burocráticos.
En el caso de China, en general, la mayoría de las empresas, aunque sometidas a un plan central, eran
administradas y dirigidas a niveles provinciales o locales. Esto dio más margen de maniobra para un proceso
de experimentación de distintas reformas, antes que estas fueran aplicadas nacionalmente.

d) La existencia de una burguesía china de extra mar. A diferencia de la Revolución de Octubre, que
destruyó a la burguesía rusa como clase, la revolución china expulsó al partido burgués, el Kuomingtang,
fuera del país hacia, principalmente, Taiwan y la ex colonia británica Hong Kong, permitiéndole de alguna
manera, que esta clase burguesa mantuviera su cohesión social. La burguesía china de extra mar, en las
últimas tres décadas, se ha desarrollado como uno de los principales inversores en el conjunto de Asia,
dominando importantes sectores de la producción en países como Singapur, Indonesia e incluyéndose entre
algunas de las familias más ricas del mundo. Su enorme riqueza, sus vínculos familiares, sus conexiones
dentro de China y sus importantes lazos con el capital imperialista mundial, la convierten en una clase
dominante capitalista de reserva, al estilo, pero en una proporción veinte veces mayor por su poderío, a los
"gusanos" cubanos de Miami.

La importancia de este elemento, se expresó en los primeros años de reforma en el desarrollo de lo que fueron
las primeras "zonas económicas especiales". Fujian, junto a Taiwan y Cantón (cercana a Hong Kong),
tuvieron un crecimiento espectacular basado en las inversiones provenientes de estos dos países. Como
plantea The Economist, "la primera y aún más grande oleada de dinero extranjero vino de los que el
gobierno chino llama ‘compatriotas’ en Taiwan y Hong Kong. Estos inversores, a menudo, establecieron
joint ventures con las así llamadas ‘Empresas de Villorios y Poblados’ para producir textiles o productos de
elaboración simple para la exportación."8 El peso de las inversiones de Hong Kong, que contribuye con casi
un 58,8% de las inversiones externas (ver gráfico), puede verse en la casi total integración de la provincia
vecina de Cantón, con la cual comparte una herencia cultural y de lenguaje común, a aquella. Hoy en día, los
capitalistas radicados en Hong Kong, emplean a casi tres millones de trabajadores de China continental, con
salarios que oscilan entre los 2 y 4 dólares diarios. Este caso, muestra la masiva inyección de capitales
externos que ha llegado a China con el objetivo de explotar el enorme reservorio de mano de obra barata, que
constituye el motor central del proceso restauracionista.

Por otro lado, gran parte de esta inversión externa son fondos fugados de muchos burócratas que utilizan
sociedades ficticias establecidas en Hong Kong, como forma de obtener los beneficios que el gobierno otorga
a las inversiones externas, en exenciones impositivas, y de esta manera, enriquecerse personalmente.

En síntesis, a diferencia del caso ruso que hemos descrito en el artículo anterior, en donde los futuros nuevos
ricos fueron surgiendo en los intersticios de la economía nacionalizada, apropiándose de los beneficios
aunque no todavía de la propiedad, cuestión que pegó un salto a partir de 1992 con la liquidación del
monopolio del comercio exterior y de la economía planificada, y sobre todo, el proceso de privatizaciones; en
el caso chino, podríamos decir que utilizando las conexiones con los distintos niveles de poder estatal, y
gracias al impulso inicial dado por las reformas en el campo, fue surgiendo un sector capitalista de la
economía paralelo a la economía nacionalizada o las grandes empresas del Estado. La clave del
fortalecimiento de este sector, sobre todo al inicio y aún predominante, es el importante peso jugado por la
burguesía china de extra mar, burguesía que se caracteriza por su experiencia comercial y que es, junto a las
corporaciones imperialistas, sobre todo a partir de los ‘90, la principal vía de ligazón de China a la burguesía
mundial. En otras palabras, antes de los cambios cualitativos ocurridos en los Estados Obreros
deformados y degenerados en los años ‘89- ‘91, existía ya en China una importante base social de la
restauración capitalista.

1 La forma más voluntarista y aventurera, con que la burocracia de Pekín llevó adelante los distintos planes quinquenales, ll evó a grandes
desastres económicos como el retroceso del llamado "Gran Salto Adelante" que se transformó en un salto atrás del desarrollo de las fuerzas
productivas del Estado Obrero deformado chino. Este carácter voluntarista y aventurero era la expresión en la burocracia de su concepción
particular de la teoría tomada del stalinismo de socialismo en un solo país, que en su aplicación por Mao, adquirió un carácter mucho más
grotesco, como lo ejemplifica su siguiente afirmación, opuesta por el vértice a las concepciones materialistas de Marx y Enge ls que luego
siguieron los bolcheviques. En 1960, Mao decía: "Lenin dijo: ‘Cuanto más atrasado sea un país, tanto más difícil será su transición al
socialismo.’ Hoy día parece que esta manera de hablar es incorrecta. De hecho, cuanto más atrasada es la economía, tanto más fácil, y no más
difícil, será la transición del capitalismo al socialismo."
2 "Perspectivas de la economía mundial"-FMI, Octubre 1997.
3 Idem.
4 "How farmers changed China" ("Como los campesinos cambiaron China"), Kate Xiao Zhou, Westview Press, 1996.
5 En las ciudades, esta población flotante realiza la mayoría de los trabajos en la construcción y otros trabajos pesados que los residentes de la
ciudad rehusan realizar, sin los más mínimos derechos y beneficios sociales.
6 Los danwei (unidad de trabajo), son un sistema clave de control burocrático del trabajo.
7 The Economist, 8-3-97
8 Idem.

LA DERROTA DE LA PLAZA TIANANMEN Y EL "SALTO ADELANTE" DE LA


RESTAURACION CAPITALISTA

A diferencia de la ex URSS, los procesos revolucionarios en Europa del Este, los movimientos nacionales
internos, la huelga minera de 1989 y los acontecimientos revolucionarios de 1991, llevaron a la caída del
régimen de partido estado basado en el PCUS, la burocracia de Pekín logró derrotar el movimiento de la Plaza
Tiananmen, que comenzó como una movilización estudiantil, pero que se fue transformando, con una
creciente participación obrera, en los inicios de un proceso de revolución política. Gracias a esta derrota, la
burocracia pudo instaurar, por un período, una salvaje represión focalizada centralmente en los trabajadores.

Esta derrota marca una diferencia cualitativa para el avance de los procesos de restauración. En la ex URSS, y
en particular en Rusia, este proceso revolucionario fue abortado mediante una contra-revolución democrática,
hacia la asunción de un gobierno burgués como el de Yeltsin. Sin embargo, el poder del Estado, esencial para
el avance de la restauración, se encuentra debilitado como muestra la crisis del Ejército Rojo, a consecuencia
de los acontecimientos de 1991, el retroceso de la ex URSS como segunda potencia mundial y la derrota que
sufrió en los ‘80 en Afganistan.

Por el contrario en China, la derrota de Tiananmen, fortaleció a la burocracia restauracionista y a su aparato


represivo, que lograron durante un tiempo sacar de escena y aterrorizar a los trabajadores. Fue un triunfo de
las fuerzas contra-revolucionarias, tanto internas como externas, que permitió un gran "salto adelante"
de la restauración capitalista, como muestra, aunque después de un interregno, el cambio cualitativo
dado en la política de la burocracia en 1992, así como la fenomenal oleada de inversiones extranjeras
directas que convirtieron a China en los ‘90, en el principal centro de acumulación de capital a nivel
mundial.

En 1992 el viaje de Deng Xiao Ping hacia los territorios costeros en el Sur, la zona de mayor desarrollo de las
reformas capitalistas, expresó simbólicamente su apoyo decidido a los sectores más pro-capitalistas,
incitándolos a que elevaran los niveles de producción vertiginosamente. En el 14° Congreso del Partido
Comunista Chino, la burocracia plasmó este giro cualitativo de su política. Por primera vez en los documentos
del Congreso no se incluía ninguna mención al plan, y se establecía como objetivo final la construcción de
una "economía socialista de mercado". Si anteriormente, el objetivo de la burocracia central había sido
dinamizar la economía planificada a través de medidas de mercado, el año 1992 señala un decisivo giro
de la burocracia en subordinar la misma a la economía de mercado. El "objetivo de crear una economía
de mercado socialista, concebida como una economía en la cual las fuerzas del mercado cumplirían la
función más importante en la asignación de recursos en un contexto en el que seguiría predominando la
propiedad estatal"1. Como parte de esta estrategia, se establecía el marco para la aceleración de las reformas
de las empresas estatales con el objetivo de convertirlas en empresas con administradores independientes
("sociedades por acciones") y de eximir a las mismas de sus funciones sociales. Este giro en la política
marca el pase con armas y bagajes del conjunto de la burocracia a la restauración del capitalismo, y en
ese sentido, marca un salto de cantidad en calidad en el carácter del Estado Obrero deformado,
transformándose en un Estado Obrero deformado en descomposición.

Si en el plano interno este cambio decisivo se expresó en la libertad que tuvieron los niveles provinciales y
locales de las burocracias para expandir la producción por todos los medios a su alcance, en el plano externo
la burocracia de Pekín relajó los controles sobre la inversión extranjera directa, permitiendo que la misma se
expandiera sobre el conjunto de China. Este año marca el comienzo de los sucesivos récords de inversión
extranjera directa. Como dice The Economist, "la inversión extranjera realmente pegó un salto decisivo en
1992" (ver gráfico). El FMI señala que, "como consecuencia de la expansión del número y alcance de las
zonas económicas abiertas, se ha registrado un pronunciado incremento de las entradas de inversión
extranjera directa y del número de empresas conjuntas y de empresas de capital extranjero."

Este auge de las inversiones extranjeras es lo que está detrás del espectacular salto exportador que tuvo China
en los ‘90, pasando de menos de U$S 5000 millones en 1978 a U$S 40.000 millones en los ‘90 y a casi U$S
160.000 millones en la actualidad. Como dice The Economist, "no hay duda que la inversión extranjera ha
sido el motor del fenomenal éxito exportador chino, el cual en menos de dos décadas ha cambiado al país
desde la autarquía a convertirse en uno de los diez más grandes exportadores de productos manufacturados.
Doce años atrás, las exportaciones de las empresas extranjeras daban cuenta de solo un 1% de todas las
exportaciones chinas. Hoy, dicha figura es de alrededor del 30% y creciendo vorazmente."2

La clave de esto reside en el bajo precio de la fuerza de trabajo en China, la inexistencia de leyes de
protección del trabajador que permiten una arbitrariedad sin límites de los patrones, al estilo de lo que Marx
describió para los inicios del capitalismo. Las condiciones de explotación del trabajo asalariado son realmente
brutales: salarios de U$S 4 con jornadas de hasta 14 horas siete días a la semana. Según estadísticas oficiales
1/3 de las instalaciones no reúne las condiciones mínimas de seguridad; más de la mitad de las mujeres no
cuenta con seguro de maternidad; en el 90% de las empresas mixtas o de capital externo se violan las leyes
laborales; apenas el 20% de los trabajadores se encuentra organizado en sindicatos. El crecimiento de los
accidentes laborales es espectacular, entre 1991 y 1992, estos se incrementaron en un 63%. A los 15.000
obreros muertos en 1992, le siguieron en los primeros meses de 1993, luego de una serie de desastres, la
pavorosa cifra de 60.000 muertos. Ha habido un crecimiento significativo del trabajo infantil. Sólo en la
provincia costera de Cantón trabajan más de 500.000 niños. Es esta "ventaja comparativa" la que utilizan las
multinacionales para abaratar el costo de sus productos. Lejos de significar, tal como esperaba la burocracia
de Pekín, una transferencia de tecnología que "ayudara" a modernizar al país, la inversión extranjera "consiste
meramente, en la importación de componentes, el ensamblado y luego embarcarlos de nuevo hacia el
extranjero"3.

Pero lo más importante es que las brutales condiciones de explotación que sufren los trabajadores en las zonas
especiales y en las empresas mixtas, son utilizadas como fuerza de choque, conjuntamente con la creciente
desocupación, para quebrar el antiguo sistema de beneficios sociales que rige en las empresas del Estado y
ayudar a doblegar de esta manera al conjunto de la clase obrera china, generalizando las condiciones de
trabajo en las zonas mixtas al conjunto de la clase obrera china. Esta presión sobre los trabajadores del sector
estatal de la economía, ha pegado un salto como consecuencia del cambio de la relación de fuerzas luego de la
derrota de la Plaza Tiananmen. En 1993, la 3ª Sesión Plenaria del XIV Congreso del PCCh, resolvió liquidar
el salario mínimo a favor de un esquema basado en la productividad que ya había sido ejecutado en algunas
empresas del Estado a fines de los ‘80. Al mismo tiempo, la burocracia ha avanzado en un nuevo sistema de
contrato de tiempo fijo contrario del "empleo de por vida" que caracterizaba a las empresas estatales, y que da
al mismo tiempo mayores derechos para contratar y despedir trabajadores y fijar sus popias escalas salariales.
Alrededor del 25% de la fuerza laboral de las empresas estatales ha firmado dichos contratos y en ciudades
como Shangai alcanza la cifra del 98%. Conjuntamente con esto, las empresas estatales vienen avanzando en
liquidar los esquemas de seguridad social, obligando a los trabajadores a pagar el costo de los servicios de
salud, vivienda, jubilación y educación. Durante todos estos años, ha habido un incremento importante en el
desempleo de las empresas del Estado, esto sin contar el desempleo rural que según distintos analistas,
alcanzaría al menos la cifra de alrededor de 100 millones de sin tierras y proletarios agrícolas desempleados
que también presionan sobre el mercado de trabajo. Como vemos, la burocracia luego de la derrota de
Tiananmen, en los años ‘92-’94, utilizó su fortalecimiento para avanzar sobre los derechos de la clase obrera,
que atomizada y dividida, no ofreció casi ninguna resistencia. Esta situación, como veremos más adelante, fue
empezando a cambiar. Es el duro golpe a la clase obrera china, lo que permitió un crecimiento de dos dígitos
durante todos los ‘90 y lo que está detrás del famoso "milagro" chino.

1 FMI, ob.cit.
2 The Economist, ob.cit.
3 idem.
EL GRAN OBSTACULO DE LAS GRANDES EMPRESAS DEL ESTADO

Como hemos mostrado, el gran motor de la restauración capitalista en China, han sido las "Empresas de los
Poblados y Villorios", asociadas al capital extranjero y en particular a la burguesía china de extra mar.
Aunque su peso ha disminuido en la economía, y a pesar de que la burocracia a diferencia de los primeros
años, ha logrado algunos avances sobre las mismas, las empresas de propiedad estatal siguen siendo el gran
obstáculo para el avance de la restauración en China. Es que, a pesar del enorme retroceso que ha significado
la reforma en el campo, con la consecuente concentración de la tenencia de la tierra y de la producción, que se
expresa en la brutal expulsión de campesinos, las enormes condiciones de superexplotación de las empresas
mixtas, etc, la consolidación de la restauración capitalista en China implica una brutal destrucción de fuerzas
productivas, en particular el cierre y la re-estructuración de las empresas del Estado, destruyendo la vieja
acumulación lograda en el ex Estado Obrero deformado. Este carácter destructivo de fuerzas productivas del
avance de la restauración capitalista, es reseñado por The Economist cuando plantea que "diez años atrás las
firmas en propiedad del Estado producían 2/3 de todos los productos manufacturados, y daban cuenta de 4/5
del crecimiento exportador. Hoy, sostenidas con subsidios, tarifas encubiertas y otras protecciones, las
firmas del Estado aún dan cuenta de la mitad de todas las manufacturas, pero apenas 1/5 del crecimiento de
las exportaciones. Las pérdidas en el sector estatal, tomado de conjunto, se dice ahora que excede las
ganancias. Alrededor del 70% de las 100.000 empresas del Estado se dice que pierden dinero. Bajo un
régimen de libre mercado, las refinerías estatales de petróleo, las industrias de máquinas herramientas, las
de procesamiento de comida, conjuntamente con otras, serían eliminadas."

Esta dificultad en avanzar en liquidar o re-estructurar las empresas del Estado, es, para los restauracionistas, el
principal obstáculo que se cierne sobre las reformas y que podría, para los mismos, hacerlas fracasar. "Aún el
sector estatal impone enormes costos sobre el resto de la economía, suficientemente grandes para poner en
dudas la ampliamente asumida asunción de una resurgente Gran China, y sobre las expectativas de que
China continuará creciendo en el futuro como lo ha hecho en el pasado reciente."

Desde el punto de vista económico, el principal peligro que se cierne sobre China es la perspectiva de una
crisis bancaria como consecuencia del enorme peso de las deudas de las empresas estatales a los bancos, la
mayoría de ellas de díficil recuperación. De los 5 billones de yuanes (U$S 600.000 millones) de préstamos de
los bancos estatales en China, 9/10 corresponden a la industria estatal que da cuenta de una enorme
proporción de la financiación existente, equivalente a un 70% del PBN. Según The Economist, los préstamos
incobrables alcanzarían la cifra de 2,2 billones de yuanes, equivalentes a más del 30% del PBN. En
comparación, los préstamos incobrables de la crisis del sistema de ahorro y préstamo en los Estados Unidos
en los ‘80, eran equivalentes al 2% del PBN, y aquellos de los bancos japoneses son menos del 10% del PBN.
Lo que no dice esta revista imperialista es que gran cantidad de estos préstamos, fueron a manos de los
burocrátas que utilizaron los mismos para especular en los mercados inmobiliarios o financieros, creando una
burbuja al estilo de la que ya se ha pinchado en el Sudeste de Asia.

El temor de que esta burbuja se pinchara frente al vendaval asiático llevó a la burocracia de Pekín en su XV
Congreso de Septiembre de 1997 a acelerar el plan de re-estructuración de las empresas del Estado, separando
la propiedad de la administración de la misma y avanzando en convertirlas en sociedades por acciones. El
gobierno mantendrá en su poder las mil empresas más grandes de las 305.000 empresas del Estado. El resto
será vendido o si no, declarado en bancarrota. La parte más importante de este plan, es que el mismo
implicaría el despido de alrededor de 4.000.000 de trabajadores y liquidar la carga por parte de las empresas
de los servicios sociales.

El objetico estratégico de tal plan para la burocracia de Pekín fue claramente explicado en 1996 por el actual
Secretario General del PCCh, Jiang Zeming. "El objetivo de la reforma de la economía china es construir una
economía socialista de mercado, no un mercado capitalista. Es importante desarrollar y consolidar las
empresas estatales y otras formas de propiedad pública de la economía y también el rol básico de la
propiedad estatal. Si estos dos últimos elementos son perdidos, la construcción del socialismo es imposible.
En consecuencia, mejorar la situación de las empresas estatales, y especialmente las empresas grandes y de
mediano tamaño, es tanto un importante tema económico, sobre cuyo desarrollo la economía nacional
depende, y también una cuestión política que tiene que ver con la suerte del socialismo en China. En este
proceso de construir una economía socialista de mercado, el sector público y las empresas del Estado deben
ser más fuertes, y no más débiles".1 Como muestra esta cita, utilizando la cobertura del socialismo, la
burocracia restauracionista china tiene el objetivo de transformar la economía del país siguiendo un modelo
capitalista de Estado, al estilo de los conglomerados (chaebol) coreanos o del modelo keiretsu japonés. El
mismo implica mantener la estructura vertical de las distintas grandes empresas permitiendo una producción
en escala, pero liquidando las relaciones entre las mismas establecidas mediante un plan2. Esta es la manera
en que la burocracia de Pekín imagina su futuro en un capitalismo restaurado al estilo de los funcionarios del
MITI en el capitalismo japonés. Su rol en la economía para permitir que surjan grandes conglomerados es
señalado por el Far Eastern Economic Review del 21/3/98: "Para mejorar la performance de sus compañías
favorecidas, los gobiernos central, provinciales y locales les están dando privilegios especiales. Por ejemplo,
las 120 empresas del Estado elegidas para alcanzar el status de conglomerado, tienen prioridad para operar
en el mercado de acciones y obtener préstamos bancarios. Pueden establecer compañías financieras para uso
interno, y comerciar en el exterior por sí mismas, no a través de las compañías de comercio estatales.
Obtienen un 15% de reintegros de los impuestos anuales. Las 6 compañías top (...) obtienen una garantía
anual para investigación y desarrollo de 20 millones de renminbi (moneda china, N. de R.) cada una".

Este plan de la burocracia restauracionista es una respuesta: por un lado, a su objetivo de no ser un actor
secundario en la economía mundial y, por el otro y más importante aún, hacer frente a la creciente penetración
imperialista que ha absorbido una parte importante del mercado interno chino. Según el Far Eastern, "la
estrategia -aferrémonos a lo grande y larguemos lo pequeño- fue diseñada en el 15º Congreso del PCCh de
septiembre de 1997. Tratando de fortalecer a sus más promisorios contendientes, China espera desarrollar la
fuerza para sobrevivir en la competencia global, la cual se transformará en aún más fuerte cuando entre en
la OMC". Contra las críticas occidentales de que dicho plan sólo transformaría meramente a las grandes
empresas estatales perdedoras de dinero en grandes chaebols o conglomerados perdedores de dinero, el Far
Eastern señala que: "Este argumento cae en oídos sordos dentro de los funcionarios chinos, quienes ven a los
competidores extranjeros haciendo importantes entradas en sus mercados domésticos. En los últimos cuatro
años, ellos han ganado posiciones líderes en productos de consumo (...) Ahora, para preocupación del
gobierno, algunas de las industrias pesadas chinas están amenazadas".

Sin embargo, estos deseos de la burocracia china de convertirse en los burgueses o funcionarios capitalistas,
no de un país semicolonial, sino de una gran potencia capitalista, chocan con los intereses de la burguesía
imperialista mundial y con la existencia de una economía mundial imperialista dominada por los monopolios.
La misma revista, que representa los intereses de la burguesía china de extra mar establecida en Hong Kong y
ligada al capital internacional, plantea que: "Por supuesto el hecho de que China quiera construir grupos de
negocios a escala mundial no significa que esto vaya a darse. Las empresas chinas que quieren convertirse
en conglomerados afrontan un camino de obstáculos, y la competencia es cada vez más dura. Construir
exitosos y verticalmente integrados gigantes petroleros o petroquímicos, por ejemplo, es mucho más difícil
ahora que cuando los conglomerados como British Petroleum o Amoco fueron a este tipo de producción en
los ‘60. Hoy, las compañías deben ser competitivas a cada estadío de la producción. ‘Va a ser mucho más
difícil para China porque las condiciones ahora son tan diferentes. Ellas no tienen tiempo de desarrollarse
incluso dentro de la misma China’, señala Alejandra Conroy, analista del ING Baring Securities de
Shangai".

En otras palabras, el dominio de los monopolios del mercado mundial, y la necesidad de los mismos frente a
la brutal crisis de acumulación capitalista, de liquidar no sólo a sus competidores más débiles, sino incluso a
parte de los más fuertes, en un mercado mundial cada vez más estrecho, es lo que choca contra las intenciones
de la burocracia de Pekín. El reparto del mundo entre las principales potencias imperialistas donde el mercado
chino es uno de los bocados más codiciado, no le deja mucho espacio.

1 Far Eastern Affaires, 4-1996. Tomado de Trotskyst International n°22.


2 "En las industrias pesadas esto significa agrupar distintas compañías para crear gigantes verticalmente integrados. China está formando dos
megaempresas que se asemejan a multinacionales como British Petroleoum o el gigante americano Amoco. El plan es fusionar los campos de
petróleo monopolizados por la Corporación Nacional China de Petróleo (CNCP) con las refinerías y el negocio petroquímico de Sinopec, luego
dividir al país, con CNCP, responsable del área Norte y Sinopec del Sur" (Far Eastern Economic Review, 21/5/98).
¿SE SALVO CHINA DE LA CRISIS ASIATICA?

A fines del año pasado cuando todos los países del Sudeste de Asia caían como un dominó detrás de los
huracanados vientos de la crisis capitalista, y toda la burguesía mundial temía lo peor, esto es, que el principal
sector de la acumulación de capital de la economía mundial en los ‘90, China, también cayera en la volteada,
la prensa mundial se conjuró para intentar tapar los crecientes síntomas de crisis que se acumulaban en la
economía china. Ya hemos explicado en el punto anterior cómo la aceleración del plan de re-estructuración de
las empresas del Estado es una respuesta a la creciente incertidumbre de la burocracia de Pekín tanto en el
plano externo como en el interno. Hoy en día, la burguesía mundial empieza a preocuparse crecientemente de
la salud de la misma. En los primeros días de Mayo, The Economist señala que "lejos de prosperar en medio
de las convulsiones, China ya se ha contagiado la gripe asiática. Hasta hace poco en cambio, se afirmaba
que emergía como ganadora del caos financiero en Asia... La euforia resulta peligrosamente equivocada.
Lejos de haber escapado de la gripe asiática, China ya ha sido atacada por una cepa virulenta." Y agrega
que, "antes de que la crisis asiática pudiera infectar al país, ya eran evidentes las fuerzas deflacionarias en
la economía china. Estas surgían en parte de los cuatro años de austeridad impuestos luego del boom de
comienzos de los años ‘90. El crecimiento económico anual cayó de su pico del 14% en 1992 a 8% (de
acuerdo con los optimistas cálculos oficiales) el año último."

Como vemos, en el marco de los planes de austeridad del gobierno del Primer Ministro Zhu Ronji con el
objeto de impedir una nueva estampida inflacionaria en las ciudades, que fue uno de los factores que llevó a
que se desarrollara el movimiento de la Plaza Tiananmen, junto a la creciente incertidumbre laboral, ha
llevado a una importante caída del consumo de las masas chinas, el que totalmente deprimido, no puede jugar
un rol en impulsar la economía. Durante todos estos años, la burocracia de Pekín utilizó una salida externa
para evitar una caída aún mayor de la producción. Sin embargo, las economías asiáticas, a las cuales se
destinan una parte importante de sus exportaciones, están profundamente golpeadas por la crisis, y la
utilización aún mayor del mercado norteamericano puede provocar fuertes fricciones con Washington, que ya
tiene un importante déficit comercial con China. Si hasta ahora, China ha venido beneficiándose de la crisis
de acumulación capitalista, todo esto muestra que con el último estallido de la misma, ésta puede empezar a
estar jugandole en contra, acelerando la crisis de su "milagro económico". De pegar un salto la misma,
profundizando sus tendencias deflacionarias e incluso, una caída en la magnitud de las inversiones
extranjeras, puede hacer fracasar el éxito de su plan de reformas, obligarla a devaluar y afectar el crecimiento,
la base, junto a la enorme represión y coerción del aparato militar que siguió a la derrota de Tiananmen, de la
estabilidad de la primera parte de los ‘90.

LA CLASE OBRERA COMIENZA A RECUPERARSE DESPUES DEL GOLPE DE TIANANMEN

Ya hemos mostrado cómo la burocracia aprovechó el golpe de Tianamen para avanzar no solo sobre los
trabajadores de las empresas mixtas sino sobre el conjunto de los trabajadores chinos. Durante estos años, los
mismos vieron caer importantes conquistas y sufrir una creciente desocupación y miseria. La creciente
conflictividad obrera es una respuesta al avance que ha tenido la restauración capitalista en estos años y es
una indicación de que, luego de la derrota recibida, los trabajadores aún en forma aislada pero crecientemente
comienzan a recuperar sus fuerzas. Según algunos analistas, el incremento de las disputas laborales en las
empresas, creció de 2978 empresas que daban cuenta de 84.769 trabajadores en 1993, a 8357 disputas que
envolvían a 296.000 trabajadores en 1994. Pero en los últimos años, la resistencia de las masas chinas parece
haber pegado un salto. Según fuentes de Hong Kong, Li Pen en su reporte al Comité Central de Abril de 1997,
dijo que hubo "actos, marchas y disturbios como resultado de despidos y de amenazas de ser declarados
redundantes en 230 ciudades en los tres meses previos. El dio estimaciones oficiales de 2.350.000 personas
involucradas, cientos de heridos y 42 muertos."1

En Junio de 1997, la Far Eastern Economic Review, una de las principales revistas de la burguesía de Hong
Kong, preocupada, informaba que "en marzo, la revista ha sido notificada que los trabajadores de Nanchong
manifestaron en uno de los peores levantamientos laborales desde la revolución comunista de 1949.
Empleados de la más grande empresa de seda de la ciudad, tomaron al manager como rehén y lo llevaron en
su marcha a la ciudad demandando los salarios atrasados. Trabajadores enojados de otras empresas
rápidamente se unieron y más de 20.000 trabajadores sitiaron la municipalidad por más de 30 horas."
Nanchong, se encuentra ubicada en la provincia de Sichuan, a miles de kilómetros del floreciente Sur del país,
sin trenes ni rutas modernas pero albergando a parte de las empresas industriales que se hicieron fuertes
durante los años de Mao Tse Tung. La misma revista cuenta cómo los trabajadores marchaban con el rehén en
la dolorosa y dañina posición del aeroplano y señala un comentario de un periodista del lugar que dijo: "era
igual que la Revolución Cultural". Rápidamente el gobierno le pagó a los trabajadores. Las razones de esta
rapidez son explicadas por la misma revista, "China no tiene una carencia de trabajadores que ha alcanzado
el límite de su tolerancia. Mientras Pekín trata de cortar los subsidios a fábricas en pérdida, millones de
trabajadores están llevando a su casa salarios menores o ni siquiera ningún pago. En Nanchong, los
trabajadores estuvieron seis meses sin pago antes que se revelaran. A lo largo de China, un sinnúmero de
trabajadores ha sufrido aún más. El más grande temor de Pekín, es que ellos sigan el ejemplo de Nanchong.
Como dice un estudiante de Pekín, familiarizado con el levantamiento, ‘un extendido levantamiento laboral
no solo amenaza las reformas económicas, sino que amenaza el mantenimiento del partido en el poder’." El
miedo al ejemplo llevó a la burocracia de Pekín a imponer la censura en los medios de comunicación para
impedir que estas acciones laborales prendan en el conjunto de China.

Este ejemplo muestra la difícil situación en que se encuentra la burocracia de Pekín. El avance de las reformas
capitalistas y la represión de la Plaza Tiananmen han erosionado fuertemente el control que la burocracia
ejercía sobre los trabajadores y la legitimidad del Partido Comunista gobernante. Esta pérdida de base social
obliga a la burocracia a descansar más y más en la represión del Estado, ya que su fragilidad es tan grande que
no puede permitir la más mínima manifestación. Sin embargo, el temor de Pekín a que la misma, en un marco
de creciente odio y desesperación de los trabajadores, pueda desencadenar más violencia, ha llevado a una
respuesta conciliadora, inédita desde el ‘89 a esta parte en la burocracia de Pekín. En otras palabras, la
burocracia de Pekín, está caminando en una difícil cornisa entre la necesidad de avanzar en las reformas,
sobre todo en las empresas del estado, y el odio y la creciente resistencia y violencia de los trabajadores.
Como señala el Far Eastern, "la crisis de Nanchong, muestra con toda agudeza el dilema de Pekín. La
reforma de las empresas del estado significará un creciente desempleo. El desempleo significará un
levantamiento laboral. Las órdenes actuales desde Pekín de que las ciudades deben reemplear a los
trabajadores despedidos son claramente no viables: los empleos a menudo faltan. Por lo tanto ¿el gobierno
reaccionará violentamente cuando los trabajadores que no cobran tomen las calles, como crecientemente
hacen? ¿o intentará apaciguarlos e invitando a más manifestaciones? La respuesta de Nanchong: la
estabilidad por encima de la reforma." La revista agrega, "en el pasado, el partido ha tratado duramente con
los trabajadores descontentos. Las tropas abrieron fuego sobre los manifestantes de Tiananmen en Junio de
1989 principalmente porque los trabajadores y estudiantes estaban construyendo alianzas. Fueron los líderes
laborales no los estudiantes, los que recibieron sentencia de muerte y los más largos términos de prisión. Los
sindicatos no oficiales fueron inmediatamente disueltos y sus líderes encarcelados. Al mismo tiempo, los
enemigos de la clase obrera china se intensificaron. Las disputas laborales crecieron 73% en 1995 desde los
años previos, a 33.000 reporta el Ministerio de Trabajo, y el año pasado crecieron en forma similar. Al
menos 1/5 de los trabajadores del estado son redundantes. Shangai se espera que liquide casi 500.000
trabajos en los próximos dos años. Y mientras las protestas de pequeña escala son comunes en el NorEste
industrial, ‘yo he visto una nueva tendencia, esto es, trabajadores de diferentes empresas uniéndose en la
protesta’, dice Apo Leung del Asia Monitor Resource Center de Hong Kong. Crecientemente, los
levantamientos laborales se han tornado violentos, la burocracia de Pekín acusa a los trabajadores
desocupados de poner una bomba a un micro en el distrito Xidan de la Capital el pasado Marzo que hirió a
una docena o más de personas. El levantamiento de Nanchong, sin embargo, excede largamente todo lo que
se ha reportado hasta ahora." Y la revista termina esta larga descripción que hemos citado, diciendo que "la
decisión del gobierno de pagarle a los trabajadores en vez de balearlos al estilo Tiananmen, sienta un
precedente dificultoso para la reforma. Los préstamos bancarios han reemplazado a los subsidios directos
del gobierno como la principal forma de apoyo financiero a las empresas del estado, y las pérdidas totales de
las empresas del estado excede ahora los activos de los bancos chinos. Los reformadores económicos en
Pekín quieren separar a los bancos de su responsabilidad como prestamista en última instancia de las
compañías que debieran ir en bancarrota. Nanchong socavará tal esfuerzo."2

Como hemos intentado demostrar en este artículo, no son los deseos de la burocracia restauracionista los que
le han impedido a la burocracia de Pekín, avanzar hacia la consumación de la restauración capitalista. Es el
carácter de la crisis mundial y la necesidad que esta impone de una mayor destrucción de las fuerzas
productivas de la vieja acumulación y de las conquistas que aún permanecen del Estado Obrero deformado, la
que impide que una mayor integración de China a la economía mundial tal como es el objetivo de la
burocracia de Pekín, pueda hacerse en forma evolutiva y pacífica y sin doblegar la resistencia de los
trabajadores, que a pesar del enorme golpe recibido en Tiananmen, como muestra el ejemplo de Nanchong,
aún no han sido sacados de la escena histórica. De ellos y sobre todo de los combates de la clase obrera
mundial, en particular de cómo el proletariado del Sudeste asiático responda al intento de las distintas
burguesías de la región y el imperialismo de hacerlo cargar con el costo de la crisis, dependerá la suerte de la
restauración en China.

1 Cheng Ming, n° 199, Hong Kong, Mayo de 1997. Tomado de Trotskyst International n°22.
2 Far Eastern Economic Review, 26-6-97

Estrategia Internacional N° 8
Mayo/Junio - 1998

Polémica con el MAS y con la LIT


"DESPUES DEL STALINISMO"...Y LEJOS DEL
MARXISMO REVOLUCIONARIO
Paula Bach

Lo que queda de la Liga Internacional de los Trabajadores, corriente fundada por Nahuel Moreno en 1982,
está al borde de la ruptura. La causa está en diferencias de análisis, caracterización y política entre sus dos
organizaciones principales, el PSTU brasileño y el MAS de Argentina. Estas diferencias no se han hecho
públicas con excepción del debate sobre los ex Estados Obreros que puede encontrarse en las páginas de
Internet de la LIT. Sobre las bases de esta discusión pública, polemizaremos con las posiciones desarrolladas
por Andrés Romero, dirigente del MAS, en su libro "Después del stalinismo", que es fundamento teórico del
actual debate político. Lateralmente, discutimos con las respuestas dadas por el PSTU a este trabajo.
Pese al tiempo transcurrido desde su publicación, tomamos a "Después del stalinismo" como referencia por
dos cuestiones centrales. La primera, es que este trabajo que apareció inicialmente como el punto de vista de
su autor, se transformó en patrimonio político del MAS en su conjunto. La segunda, es que "Después del
stalinismo", constituye la única elaboración teórico programática de conocimiento público de esta última
organización. Sobre el resto de los temas como la economía y la política mundial, no se le conocen
posiciones oficiales. La revista "Herramienta", por su parte, que formalmente no constituye un órgano
partidario, publica posiciones antagónicas entre sí, como lo es en el caso del debate sobre la situación
económica mundial. Sobre este tema, por ejemplo, se publican las posiciones de Chesnais que plantea que
existe una crisis del "modelo rentista de acumulación", junto con las del académico Carlos Abalo, del diario
patronal "El Cronista", que plantea que hay una "nueva onda de desarrollo capitalista"(dicho sea de paso,
coincidiendo con la línea editorial del diario de la burguesía financiera en el cual escribe).
Es por todos estos motivos que, reiteramos, polemizamos aquí con la única posición del MAS conocida
oficialmente.

"El Estado obrero debe ser tomado tal como salió del implacable laboratorio de la historia, no como lo
imaginaba un profesor 'socialista', que reflexiona mientras hurga con un dedo su nariz. El deber de los
revolucionarios es defender toda conquista de la clase trabajadora aunque haya sido desfigurada por la
presión de las fuerzas hostiles. Aquellos que son incapaces de defender las posiciones tomadas, nunca
conquistarán otras nuevas".
León Trotsky, "En Defensa del Marxismo", 25 de abril de 1940

Puede leerse desde la introducción a “Después del Stalinismo”:


“Este libro, con las limitaciones que pueda tener, tiene el objetivo de demostrar que los Estados instaurados
por el stalinismo, no tuvieron nada que ver con el proyecto de Estados Socialistas de Marx, Lenín o
Trotsky...”

Ante una primer lectura, la afirmación resulta insólita. Para alcanzar semejante conclusión y más aún
tratándose de alguien que lleva años en las filas del trotskysmo, no debería ser necesario escribir un libro. Sin
embargo, no sólo se trata de una obviedad sino que, incluso antes del triunfo de la contrarrevolución stalinista,
la posibilidad que el Estado Obrero ruso coincidiera con el proyecto de Estados Socialistas de nuestros
maestros, era simplemente una imposibilidad práctica. En primer lugar porque, como es sabido, ni siquiera la
propia revolución rusa de 1917 y el Estado Obrero que de ella surgió, tenían nada que ver con el “proyecto de
Estados Socialistas” ... más precisamente de Marx . Este último en la medida en que no vivió para ver el
desarrollo del imperialismo, esperaba que la revolución socialista comenzara por los países más desarrollados.
Sólo una profunda comprensión dialéctica de la relación entre las “normas programáticas marxistas” y los
“hechos” tal cual se presentaban en la realidad, permitieron la unidad y continuidad de nuestro movimiento
desde Marx y Engels hasta Lenín y Trotsky, desde la revolución alemana de 1848, pasando por la Comuna de
París, hasta la revolución rusa de 1917. La brillante aseveración de Trotsky en sus Tesis sobre la Revolución
Permanente de que “los países atrasados podrán llegar antes a la dictadura del proletariado que los países
avanzados aunque más tarde que ellos al socialismo” expresa la relación precisa que adquirían las fórmulas
marxistas ante el desarrollo del imperialismo. Sin esta relación no hubiera existido praxis revolucionaria. Esta
relación precisa que establece que en el marco del desarrollo del imperialismo “los países atrasados podrán
llegar antes que los países avanzados a la dictadura del proletariado” incorpora una nueva definición a la
teoría marxista que son los Estados Obreros como fenómenos de transición entre el capitalismo y el
socialismo en la época imperialista. Pretender igualar estos fenómenos transitorios con la sociedad socialista
constituye una profunda incomprensión de la teoría marxista en el siglo XX. Es por ello que, afirmar que los
Estados Obreros existentes no tenían nada que ver con el “proyecto de Estados Socialistas” de nuestros
maestros constituye simplemente un despropósito.

Pero continuemos la lectura de la Introducción, prosigue Romero:

“... Por eso, los llamamos Estados burocráticos, rectificando la tradicional caracterización de “Estados
Obreros Deformados”.

Esto es aún más sorprendente. Vale decir que la extraña conclusión de que los Estados Obreros Deformados1
“no tenían nada que ver con el proyecto de Estados Socialistas de Marx, Lenín o Trotsky...” conduce a
Romero a concluir que lo que allí había eran... “Estados Burocráticos”. Esta concepción tiene como punto de
partida no sólo una profunda incomprensión de la categoría de “Estado Obrero Degenerado” sino, lo que es
peor, una profunda incomprensión de lo que es para los marxistas el “Estado”.

Sobre el primer problema, el de la categoría de “Estado obrero degenerado”, la definición, estaba al servicio
de indicar, no desde ya, que el Estado Obrero degenerado soviético no tenía nada que ver con el proyecto de
Estado Socialista, sino que no tenía que ver con el proyecto de “Estado Obrero” de Trotsky y Lenín. De más
está decir que el término “degenerado”, lejos de constituir un adjetivo agregado al pasar y que indicaba
“algunos defectos” del Estado Obrero, modificaba profundamente al sujeto de la expresión. Se refería, como
dijera Trotsky, “no precisamente a un tipo sino a la mutilación de un tipo particular de Estado Obrero”. En
este mismo sentido, la definición no fue arbitraria, como todo trotskysta sabe, sino que tuvo como punto de
partida el triunfo de la contrarrevolución stalinista que se consolidó en el año 1933 con la política del PCUS
hacia Alemania. La definición “Estado Obrero Degenerado”, abandonaba una política de reformas sobre el
PCUS y el Estado soviético, por otra claramente revolucionaria: la necesidad de derrocar a la burocracia
mediante la revolución política.

Sobre el segundo problema, la definición de “Estado Burocrático” no cumple con la función de definir un
Estado en particular, simplemente porque no agrega nada al término Estado. Como bien dice Ernest Mandel
“La expresión ‘Estado Burocrático’ no tiene sentido: por definición el Estado es ‘burocrático’ ”.2 Para los
marxistas, el Estado constituye “... un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase
por otra, es la creación del ‘orden’ que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las
clases....” según palabras de Marx citado por Lenín en “El Estado y la Revolución” o según palabras de
Engels en “El origen de la Familia, la propiedad privada y el Estado”: “Como el Estado nació de la necesidad
de refrendar los antagonismos de clase, y como, al mismo tiempo, nació en medio del conflicto de esas clases,
es, por regla general, el Estado de la clase más poderosa, de la clase económicamente dominante, que, con
ayuda de él, se convierte en la clase políticamente dominante...”. Esto es lo que es el Estado para los
marxistas. Pues entonces, se trata para ellos, de averiguar cual es la clase que ejerce esa dominación.
Definiendo las clases “por el sitio que ocupan en la economía social, sobre todo, con relación a los medios
de producción”.3

Como ya le dijera Trotsky a Burnham hace unos cuantos años contestando a una posición similar a la de
Romero que planteaba que la URSS era un Estado que no era ni obrero ni burgués: “Si Burnham fuera un
materialista dialéctico, hubiera tenido que demostrar las siguientes tres cuestiones: 1) ¿Cuál es el origen
histórico de la URSS? 2) ¿Qué cambios ha sufrido este Estado durante su existencia? 3) ¿Pasaron estos
cambios de la etapa cuantitativa a la cualitativa? Es decir: ¿crearon una dominación históricamente
necesaria por parte de una nueva clase explotadora? Al contestar estas preguntas Burnham se hubiera visto
obligado a extraer la única conclusión posible: la URSS es todavía un Estado Obrero Degenerado”.4

Continuando con el hilo de la Introducción. Sigue Romero:

“Creemos haber evidenciado, después de una rigurosa investigación, que el stalinismo y los Estados que
condujo no representaban una conquista del movimiento obrero y el marxismo. Por el contrario, se
desarrollaron como parte del sistema mundial de Estados y la economía dominada por el imperialismo”

Para concluir “que el stalinismo... no representaba una conquista del movimiento obrero y el marxismo”,
creemos que es absolutamente innecesario realizar una “rigurosa investigación”. Ahora bien, en la segunda
parte de su afirmación Romero se introduce en un terreno verdaderamente pantanoso: no sólo establece que
los Estados Obreros Deformados y Degenerados no representaban ninguna conquista sino que establece una
oposición que representa un sinsentido. Es evidente para cualquiera que pretenda hacer un análisis marxista
serio, y dado que demasiado bien sabemos que el “socialismo en un sólo país” constituye una utopía
reaccionaria, que la dictadura del proletariado en un país atrasado, e incluso en una serie de países atrasados,
no puede no ser parte del sistema mundial de Estados y estar inmersa, aunque de forma terriblemente
contradictoria en la economía mundial dominada por el imperialismo. Otro asunto es si esta relación se
establece de forma revolucionaria (es decir, para la lucha por el triunfo de la revolución mundial y la
liquidación del capitalismo) o contrarrevolucionaria. Este punto es el que establece frente a este problema la
diferencia cualitativa entre los bolcheviques y la burocracia stalinista contrarrevolucionaria.5

Sin embargo, si avanzamos un poco más en la lógica de “Después del Stalinismo”, este sinsentido del que
hablamos se disipa, dejando lugar a la verdadera concepción de Andrés Romero. Esta concepción toma como
punto de partida la negativa a considerar la propiedad nacionalizada y la planificación económica como una
conquista del movimiento obrero y el marxismo. En segundo lugar, como parte de este mismo movimiento,
considera a los Estados Obreros Deformados y Degenerados como “subsistemas del imperialismo mundial”.

1. SOBRE EL CARACTER DE LA NACIONALIZACION Y LA PLANIFICACION


COMO COMIENZO DE LA RACIONALIDAD ECONOMICA
Romero declara con desdén...”hoy mismo, y aún en las filas del trotskismo (¡lo que ya es el colmo!) hay
quienes creen que la propiedad estatal generalizada constituyó, de por sí, un rasgo o una fuerza impulsora de
la transición al socialismo, o como mínimo, un elemento definitorio del carácter ‘obrero’ y progresivo de
esos estados”.6 (el subrayado es nuestro).

Aquí Romero funde dos conceptos distintos. El primero, al afirmar que la “propiedad estatal generalizada”
no constituye “de por sí ... una fuerza impulsora al socialismo”, con lo cual, se puede estar de acuerdo desde
el marxismo, si por ello se entiende que la “propiedad estatal generalizada” por sí sola no tiene la virtud de
conducir automáticamente la transición al socialismo.

Sin embargo, lo que llama poderosamente la atención, es el segundo concepto que introduce: que la
“propiedad estatal generalizada” no constituyó “...como mínimo, un rasgo o un elemento definitorio del
carácter ‘obrero’ y progresivo de esos Estados.”

Ahora bien: la “propiedad estatal generalizada”, sólo puede darse como producto de la abolición de la
propiedad privada de los medios de producción, lo cual, como Trotsky señalaba “... es el primer prerrequisito
para la economía planificada, es decir, para la introducción de la razón en la esfera de las relaciones
humanas”7

La “propiedad estatal generalizada”, es decir, el monopolio estatal de los medios de producción, elimina la
contradicción capitalista entre la socialización creciente de la producción y la apropiación privada de los
frutos de la misma, y por ello es en esencia antagónica con el capitalismo.

El monopolio estatal de los medios de producción, al eliminar la apropiación privada, impide el accionar de la
ley de acumulación del capital y con ello elimina a la ganancia como motor de la producción. La elevación
del rendimiento del trabajo como objetivo en sí mismo puede, sobre esta base, introducirse como principio
rector de la vida económica.

La irracionalidad económica, la anarquía en la producción, propia del capitalismo, tiene por base la lucha
entre capitales privados para apropiarse de la mayor cuota posible de ganancia. La expropiación de la clase de
los capitalistas privados elimina la persecusión de la ganancia como motor de la vida económica y con ello,
permite el fin de la anarquía en la producción. La propiedad estatal generalizada se constituye así en la
condición necesaria para la planificación económica, es decir para la “introducción de la razón en la esfera de
las relaciones humanas.”

Ahora bien, estas consideraciones abstractas deben ser enmarcadas en el fenómeno concreto: la URSS. Un
país atrasado, aislado, de mayoría campesina, que sufrió las consecuencias de la derrota de la revolución
alemana, del retroceso de la revolución mundial, que quedó cercado por el imperialismo y fue víctima en ese
marco del triunfo de la contrarrevolución política stalinista. Considerar que la propiedad estatal generalizada
de los medios de producción constituía, por sí sola, un rasgo o una fuerza impulsora de la transición al
socialismo equivaldría, evidentemente, a negar esa situación particular que dio por origen lo que Trotsky
definió como “la degeneración de un tipo particular de Estado obrero”. Esta condición, obviamente no resulta
indiferente desde el punto de vista de las fuerzas de la economía y la transición al socialismo, muy por el
contrario, como dice Trotsky “la dictadura de la burocracia, incompatible con las tareas internas e
internacionales del socialismo, ha introducido y continúa introduciendo también en la vida económica del
país, deformaciones profundas”8. Pero la fórmula algebraica que definía al Estado Obrero Degenerado
Soviético como un “fenómeno transitorio”, fue adquiriendo en las sucesivas etapas del dominio de la
burocracia distintas formas aritméticas (ver artículo “La restauración...”) y la contradicción latente entre la
burocracia y las tareas del socialismo tanto internas como internacionales, se fue agravando ante la ausencia
de revolución política. El rol profundamente contrarrevolucionario de la burocracia stalinista frente a los
procesos de la inmediata posguerra que consistió en trocar la revolución mundial por su “amistad” con el
imperialismo permitiendo la reconstrucción capitalista y el boom de la posguerra, como también la brutal
opresión ejercida más tarde por la burocracia granrusa sobre los nuevos estados obreros deformados que se
expresaba en el funcionamiento del COMECON constituyen algunas pruebas de ello. Sin embargo, el Estado
obrero degenerado, incluía el hecho que como decía Trotsky: (...) “la nacionalización de los medios de
producción, del crédito, la presión de las cooperativas y del Estado sobre el comercio interior, el monopolio
del comercio exterior, la colectivización de la agricultura, la legislación sobre la herencia, imponen
estrechos límites a la acumulación personal de dinero y dificultan la transformación del dinero en capital
privado (usurario, comercial e industrial).9. Gracias a estos “estrechos límites” (que prueban que la
contrarrevolución no había modificado cualitativamente las relaciones de producción de Octubre) es que la
URSS fue el único país de alguna significación que pudo romper la ley de hierro que ata, en la época
imperialista, a los países atrasados a su destino. El territorio ocupado por el viejo imperio zarista, cuyo
destino previsible bajo el capitalismo era desmembrarse y ser colonizado o semicolonizado por las potencias
avanzadas, y cuyo futuro podía mirarse, en el mejor de los casos, en el espejo del imperio turco, de Austria-
Hungría, o peor aún, de la India y de China; se convirtió en dos décadas, a pesar de la destrucción de la
Primera Guerra Mundial y de las guerras civiles, de la amputación de las provincias y territorios más
avanzados (como Polonia, etc), del cerco imperialista, del peso de su ingente atraso, de la pobreza material y
cultural de las masas, del parasitismo, el despilfarro y las brutalidades de la burocracia del Kremlin en una
gran potencia industrial, económica y militar. La URSS fue el único país de alguna significación en el siglo
XX que pudo atravesar las barreras impuestas por el imperialismo al desarrollo de los países atrasados.

Por ello, a la inversa del razonamiento de Romero y como dice Trotsky: “Lo admirable es que en esas
circunstancias excepcionalmente desfavorables, la economía planificada se las haya arreglado para
demostrar sus beneficios insuperables”10.

No reconocer ésto equivale a quitarle el valor material que de por sí poseen la nacionalización generalizada y
la planificación económica como formas que se desprenden de las necesidades del desarrollo de las fuerzas
productivas, antagónicas por ende con las relaciones de producción capitalista e indiscutiblemente definitorias
del carácter obrero y progresivo de un Estado. No reconocer esto, significa aceptar que “la mano oculta del
mercado” asigna mejor los recursos que la economía planificada. Negar que la planificación económica aún
hecha en forma brutal y despilfarradora por una burocracia bárbara y cruel, se las arregló para convertir a
Rusia semi-feudal en una potencia, significa entregarse atado de pies y manos al embellecimiento del modo
de producción capitalista que realizan hoy tanto los neoliberales como sus “críticos” neokeynesianos. Es una
lamentable claudicación teórica a la propaganda de los panegiristas del capital. Porque, si no se reconocen la
superioridad infinita de la nacionalización y la planificación frente a la anarquía capitalista, ¿sobre qué
fundamento se basa entonces el socialismo?, ¿cuáles serían las bases de la “propaganda socialista” con la que
el MAS tanto “martiriza” a militantes y lectores desde su periódico?, ¿serán quizá los fundamentos de esta
“propaganda”, los de un nuevo socialismo utópico desdentado?

2. PROPIEDAD ESTATAL GENERALIZADA VS. ESTATISMO BURGUÉS

Romero no sólo no reconoce el carácter indiscutiblemente progresivo de la “propiedad estatal generalizada”


en la URSS, sino que (y esto no es casual) la confunde peligrosamente con la “estatización” en general. Esto
puede verse claramente cuando declara sin prurito alguno que: “La propiedad nacionalizada o estatal en
ningún caso es sinónimo, ni de socialización, ni de ‘propiedad obrera’”.11

Romero iguala aquí, mediante una amalgama, la “propiedad estatal generalizada” y el estatismo burgués.
Pero, como hemos dicho anteriormente, la propiedad estatal generalizada (es decir, el monopolio) de los
medios de producción sólo puede darse por medio de la expropiación de la burguesía y es, por definición,
antagónica con las leyes del capitalismo.

La “propiedad estatal generalizada” en los marcos del capitalismo, para Trotsky sólo era una posibilidad
teórica y una completa imposibilidad práctica: “en un ‘capitalismo de estado’ integral, la ley del reparto
igual de los beneficios se aplicaría directamente, sin concurrencia de los capitales, por medio de una simple
operación de contabilidad. Jamás ha existido un régimen de este género, ni lo habrá jamás, a causa de las
contradicciones profundas que dividen a los poseedores entre sí, y tanto más cuanto que el Estado,
representante único de la propiedad capitalista, constituiría para la revolución social un objeto demasiado
tentador”12.

Es que en la época imperialista, el capital no puede llevar hasta el final ninguna de las tendencias que se
desprenden de las necesidades del desarrollo de las fuerzas productivas ya que en este acto se negaría a sí
mismo. Es por ello que la creciente intervención del estado en la economía así como las estatizaciones
parciales representan en realidad la forma adaptativa y reaccionaria en que el Estado burgués intenta salvar la
propiedad privada y la ganancia capitalista negándose parcialmente. Trotsky establece una clara diferencia
entre el “capitalismo de estado integral” considerado como posibilidad lógica, y aquellos fenómenos a los que
después de la Primera Guerra Mundial, y esencialmente después de las experiencias de la economía fascista,
se dio en llamar incorrectamente “capitalistas de estado”. Dice Trotsky: “los franceses usan en tal caso, una
palabra mucho más apropiada: el estatismo. El capitalismo de Estado y el estatismo se tocan
indudablemente: pero como sistemas, serían más bien opuestos. El capitalismo de Estado significa la
sustitución de la propiedad privada por la propiedad estatizada, y conserva, por esto mismo, un carácter
parcial. El estatismo —así sea la Italia de Mussolini, la Alemania de Hitler, los Estados Unidos de Roosevelt
o la Francia de León Blum— significa la intervención del Estado sobre las bases de la propiedad privada,
para salvarla.”13. De hecho, estos son los fenómenos de nacionalizaciones parciales o aisladas que hemos
visto en los estados capitalistas a lo largo del siglo XX. Incluso Trotsky, refiriéndose a la frase de Mussolini
“las tres cuartas partes de la economía italiana, industrial y agrícola, están en manos del estado”, alerta que
la misma no debe tomarse al pie de la letra, y agrega que, “el estado fascista no es propietario de las
empresas, no es más que un intermediario entre los capitalistas”. Reforzando esta distinción, Trotsky cita a Il
Popolo de Italia que dice al respecto: “El estado corporativo une y dirige la economía, pero no la administra,
lo que no sería otra cosa, con el monopolio de la producción, que el colectivismo” . Nótese aquí que cuando
Trotsky utiliza el término “capitalismo de Estado”, tal cual como puede darse en los marcos del capitalismo,
subraya su carácter parcial por oposición al concepto incorrecto de “capitalismo de estado integral”.

Trotsky, establece claramente esta diferencia y advierte sobre “cuán absurdas son las tentativas de identificar
el estatismo capitalista con el sistema soviético. El primero es reaccionario, el segundo realiza un gran
progreso.”14

ParaTrotsky, el estatismo burgués “en sus esfuerzos de economía dirigida, no se inspira en la necesidad de
desarrollar las fuerzas productivas, sino en la preocupación de conservar la propiedad privada en detrimento
de las fuerzas productivas que se rebelan contra ella. El estatismo frena el desarrollo de la técnica, al
sostener empresas no viables, y al mantener capas sociales parasitarias; en una palabra, es profundamente
reaccionario.”15 Agrega Trotsky más adelante que “cualesquiera que sean los programas de los gobiernos,
el estatismo consiste inevitablemente, en trasladar las cargas del sistema agonizante, de los más fuertes a los
más débiles.”16

Poner un signo igual entre la propiedad estatal generalizada de los medios de producción y el estatismo
burgués, resulta una operación peligrosa porque confunde el significado de una negación de las leyes
capitalistas con una negación parcial y por tanto reaccionaria de las mismas 17.

3. ROMERO Y EL PSTU (LIT): "ESTATISTAS BURGUESES"


Y "ANTIESTATISTAS SOCIALDEMOCRATAS"

Ante una crítica que le plantea que su estudio: “abre peligrosamente las puertas a una claudicación a la
ofensiva privatizadora de los gobiernos burocráticos restauracionistas y el imperialismo”, Romero responde
de forma sorprendente: “Sugiere que yo estoy violando el sagrado ‘principio’ de que la propiedad
nacionalizada debe ser caracterizada y defendida como una conquista en sí misma, un progreso histórico, lo
que teóricamente es un disparate y políticamente representa una adaptación al estatismo sembrado por el
stalinismo y el nacionalismo burgués, en contra de los verdaderos principios de clase del marxismo”18. Es
que Romero pretende facilitar su posición que pone un signo igual entre la propiedad estatal generalizada y el
estatismo burgués, utilizando como contrincante a una corriente, el PSTU (LIT) que es precisamente
defensora del...estatismo burgués. Pero el problema central radica en que ambos razonan con el mismo
método antimarxista. Volviéndose uno “antiestatista” en general y los otros “estatistas” en general, ambos
pierden de vista la “pequeña” cuestión del carácter de clase antagónico de los dos fenómenos (desde el punto
de vista del Estado y la economía), capitalista uno, intermedio entre el capitalismo y el socialismo el otro. Así,
mientras Romero llega al extremo de decir que “La propiedad nacionalizada o estatal en ningún caso es
sinónimo, ni de ‘socialización’, ni de ‘propiedad obrera’ ”, el PSTU (LIT) es, mediante la operación inversa,
incapaz de establecer la diferencia esencial existente entre ambos fenómenos aunque en su caso particular el
resultado consiste en un peligroso acercamiento a una teoría de tipo pequeño-burguesa tercermundista. La
trayectoria política del PSTU (LIT)no deja lugar a dudas sobre esta cuestión. Por un lado, han permanecido
durante diez años bajo la forma de un supuesto entrismo (¡de diez años!) al interior de una corriente
claramente reformista como el PT brasileño de Lula. Más tarde, luego de ser ¡expulsados! del PT, continuaron
con una línea de seguidismo extremo a esa corriente cuya máxima expresión quedó plasmada en la
incorporación del PSTU (LIT) al Frente Brasil Popular (un frente de colaboración de clases) en el año 1994.
Es que el PSTU(LIT)a decir verdad, “confunde”la necesaria defensa de los marxistas de las nacionalizaciones
en los paises semi-coloniales cuando atacan la propiedad imperialista, o de las conquistas de los proletariados
de los países centrales cuando son atacadas por la ofensiva privatizadora del capital con posiciones
“tercermundistas”, “estatistas” parecidas a las “sembradas por el stalinismo y el nacionalismo burgués” . Esto
queda claramente manifestado en la reivindicación por parte del PSTU de programas de tipo keynesianos,
como por ejemplo la del programa del PT de los orígenes cuyas propuestas económicas no excedían el marco
de aquellas del nacionalismo burgués.

El PSTU y el MAS se apoyan para sus fines en dos momentos distintos (extremos) de Nahuel Moreno (el
fundador de la LIT). El primero reivindica fervientemente el trabajo “La Dictadura Revolucionaria del
Proletariado” documento en el cual Moreno discutía contra la adaptación al eurocomunismo del S.U. pero que
representa los escritos de Nahuel Moreno más “defensistas” de la burocracia. El segundo, el MAS, abreva en
las fuentes de la “revolución democrática” es decir en la versión de mayor capitulación a los procesos de
“reacción” democrática que caracterizaron a Moreno y al M.A.S. en los años 80.

4. ¿EL CAPITALISMO IMPERIALISTA PUEDE AUTO EXPROPIARSE


EN FORMA GENERALIZADA?

Como hemos visto, Romero confunde y funde dos conceptos de carácter antagónico. El uno progresivo y el
otro reaccionario en cuanto política de la burguesía para salvar al capital.

El primero, el caso de fenómenos transitorios entre el capitalismo y el socialismo (más allá de sus
monstruosas deformaciones burocráticas que desde ya ponían seriamente en cuestión el curso de esa
transición) en los cuales la ley del valor (ley fundamental de la economía capitalista) no regía al conjunto de
la economía jugando por tanto, un rol subordinado. En este primer caso, que responde a todos los Estados en
los cuales la burguesía fue expropiada y la propiedad nacionalizada, las leyes que gobernaban al conjunto de
la economía eran las leyes de la nacionalización y la planificación (más allá de su carácter burocrático). La ley
del valor operaba en estos Estados (como no podía ser de otro modo en países atrasados inmersos en la
economía mundial imperialista) pero no gobernaba. Prueba de esto es que: “La maquinaria y la fuerza de
trabajo no se transladan de los sectores que tienen una “tasa de ganancia” más baja a uno que la tiene más
alta. Los precios y las “ganancias” (que, de cualquier modo, sirven sobre todo para propósitos de
contabilidad ya que los precios son fijados administrativamente) no constituyen índices que conforman o
reorientan la inversión. No es la ley del valor sino el Estado (esto es, la burocracia) el que en última
instancia determina cuales serán las proporciones del producto social que se invertirán y cuales las que se
consumirán. También le toca al Estado, decidir cuál será la dinámica que seguirá la economía en conjunto.
La economía de tipo soviético no es por tanto, una economía de mercado generalizado”19. La
nacionalización y la planificación, constituyen, como ya hemos definido, el punto de partida de la
racionalidad económica y se desprenden de las necesidades materiales de desarrollo de las fuerzas
productivas. Es por ello, que aún en el marco de deformaciones terribles que indiscutiblemente atentaban
contra el triunfo de estas propias leyes sobre la irracionalidad capitalista, la nacionalización y la planificación
se las hayan arreglado para mostrar su incuestionable superioridad económica.

El segundo es el caso de los límites que en su época de decadencia, la época imperialista, el capital debe
ponerle a la ley del valor. Estos límites que tienen por objeto impedir su libre accionar son lo que llamamos
“negaciones parciales” de la ley del valor. Las mismas operan en el marco del gobierno indiscutido de esta
ley. Dado que esta ley que se sustenta en la propiedad privada de los medios de producción y la anarquía de la
misma es el fundamento del funcionamiento del capitalismo, resulta tautológico tener que insistir en el hecho
que, su eliminación o subordinación a otras leyes, redundaría en la eliminación o subordinación del
capitalismo. Las negaciones parciales que el capital se ve obligado a hacer de sus propias leyes en la época
imperialista responden a que el desarrollo de sus contradicciones básicas20 amenazan las posibilidades de
valorización del capital. Como hemos desarrollado extensamente en el “Dossier de Economía” de Estrategia
Internacional nro. 7, estas negaciones parciales constituídas esencialmente por la conformación de los
monopolios, la intervención directa del Estado en la economía (en lo que juegan un papel esencial las guerras
continentales y mundiales), el rol del crédito, los estímulos al consumo, las “planificaciones” estatales de
proyectos de inversión, las nacionalizaciones parciales por períodos y las privatizaciones en otros períodos, la
industria de armamentos, el rol del capital financiero, etc, son todas medidas que, si logran por lapsos de
tiempo limitar el libre accionar de la ley del valor, plantean a la larga, un estallido aún más profundo y
violento de las contradicciones. Así es como bajo el monopolio “la producción pasa a ser social, pero la
apropiación continúa siendo privada”21, por lo que el monopolio, aunque logra paliar coyunturalmente la
anarquía de la producción, al agudizar la lucha intermonopólica tanto al interior de los estados como
internacionalmente, a mediano plazo “aumenta e intensifica la anarquía inherente a la producción capitalista
en su conjunto”22. Como dijera Trotsky: “El capitalismo ha sido incapaz de desarrollar una sola de sus
tendencias hasta el fin. Así como la concentración de la riqueza no suprime a la clase media, así tampoco
suprime el monopolio a la competencia, pues sólo la postra y la destroza. Ni el “plan” de cada una de las
sesenta familias ni las diversas variantes de esos planes se hallan integrados en lo más mínimo en la
coordinación de las diferentes ramas de la economía sino más bien en el aumento de los beneficios de su
camarilla monopolista a expensas de otras camarillas y a expensas de toda la nación. En último término, el
entrecruzamiento de semejantes planes no hace más que profundizar la anarquía en la economía
nacional.”23

El estatismo burgués es otra más de esas tendencias (de carácter fundamental), que adopta la forma de
fascismo o incluso de New Deal en los países imperialistas en los períodos de crisis, o la forma de Estado de
Bienestar en los períodos de recuperación, que constituye los intentos del capital de limitar sus propias
contradicciones con el objeto de mantener sus fundamentos.

Parafraseando a Lenín podríamos decir que las negaciones parciales de la ley del valor son el homenaje que el
capitalismo le rinde al socialismo. Pero este “homenaje” se hace, por supuesto, en contra de las necesidades
del desarrollo de las fuerzas productivas y del desarrollo histórico por lo que tiene un carácter profundamente
reaccionario que vuelve al capital en su lucha por sobrevivir, cada vez más guerrero y agresivo contra el
movimiento obrero y de masas. Este el fundamento del carácter de nuestra época como de crisis, guerras y
revoluciones.

La operación “teórica” de Romero (facilitada por sus antagonistas “estatistas” del P.S.T.U) consiste en
establecer una igualdad entre estos dos fenómenos que hemos descripto. Le asigna un valor igual a las
negaciones parciales del capital en su época de decadencia que al gobierno de la economía por parte de los
principios que introducen el comienzo de la racionalidad económica. Más aún, como parte de este mismo
movimiento, Romero llega a definir a la URSS de los años 30 y a todos los estados en los cuales se había
expropiado a la burguesía, como un “subsistema del capitalismo-imperialista”24 En esta fórmula de Romero,
está implícita la posibilidad de que una negación total de las leyes de la economía capitalista pueda tener lugar
en el marco de ese sistema y como tributaria del mismo. Porque, si el capitalismo imperialista, puede albergar
en su seno economías funcionales a él cuya característica central sea la sustitución de la propiedad privada y
la anarquía de la producción por la nacionalización y la planificación, ¿por qué no podría el capitalismo
imperialista avanzar hacia una negación total de sus leyes? Esta concepción que desde ya constituye una
contradicción en los términos, le adjudicaría al capital la cualidad de tender hacia la “autoorganización”.
5. ¿TRAS LAS HUELLAS DE RUDOLF HILFERDING?

La concepción de Romero podría parecerse peligrosamente a aquella elaborada por el austromarxista Rudolf
Hilferding quién, en el año 1927, en un informe presentado al congreso Socialdemócrata de Kiel expresaba
que: “Capitalismo organizado significa sustitución del principio capitalista de la libre competencia por el
principio socialista de la producción planificada”25.

Rudolf Hilferding, que en el año 1910 escribió su famosa obra “El capital Financiero” utilizada por Lenín
como base para la elaboración de su teoría sobre el imperialismo, entre los años, 1915, 1920 y 1924-25 ,al
ritmo que evolucionaba su ruptura con el marxismo y se acercaba al gobierno socialdemócrata alemán, fue
desarrollando una teoría según la cual el capital imperialista tendía a organizarse. En los años 24-25 (ya
incorporado como miembro activo al gobierno reformista socialdemócrata alemán) redondeó la teoría que
hemos citado, la que consideraba “al capital financiero como un factor de organización y de mitigación de la
anarquía capitalista”. Para Hilferding el Estado empezaba a asumir el carácter de una estructuración conciente
y racional en beneficio del interés común. Las características del capitalismo organizado eran las siguientes:
1) La introducción de un considerable grado de planificación económica como resultado de la dominación de
grandes corporaciones y bancos, y de una participación creciente del Estado en la regulación de la vida
económica; 2) la extensión de tal planificación de la economía a la economía internacional, lo que conducía al
pacifismo en las relaciones entre los Estados capitalistas; 3) un cambio necesario en la relación de la clase
obrera con el Estado, en el sentido de que ahora su objetivo debería ser transformar una economía planificada
y organizada por las grandes coorporaciones en una economía planificada y controlada por el Estado
democrático.

Es interesante observar la unidad existente entre la concepción de Hilferding sobre el “capitalismo


organizado” y su concepción sobre el carácter del Estado. Su método, al negar el carácter irreconciliable de
las contradicciones actuantes en la base del capital, inevitablemente lo divorcia en forma tajante del método
del marxismo, el materialismo dialéctico. En Hilferding, la contradicción entre las necesidades del desarrollo
de las fuerzas productivas y las relaciones de producción capitalistas existentes, desaparece como la base
material de la lucha de clases. Mediante este mecanismo, para Hilferding, también desaparece el carácter
marxista del Estado, como órgano de la clase económicamente dominante y cuya función consiste en
perpetuar las relaciones de producción que justifican su existencia. Para Hilferding, el Estado adopta un
aspecto aclasista, funcional “se presenta sobre todo como un sujeto exógeno a la dinámica económica...del
sistema”26, “Partiendo de la indeterminación de la definición del Estado como “órgano ejecutivo” de la
sociedad, Hilferding llega...a una progresiva especificación en sentido gradualista de la relación entre forma
política y desarrollo económico”27. Rudolf Hilferding, luego de la victoria del fascismo en Alemania,
sumido en la desesperación, continúa con su mismo método, aunque cambia su visión “optimista” sobre el rol
del Estado en la “transición” al socialismo, por otra pesimista según la cual anunciaba “la victoria de una
economía totalitaria de estado que esclavizaría tanto a los pueblos de Oriente como de Occidente”28. En
1941 plantea que se había producido “un cambio profundo en la relación del Estado con la sociedad,
originado en la subordinación de la economía al poder coactivo del Estado. El Estado se convierte en un
Estado totalitario en la medida en que este proceso de subordinación tiene lugar (...)” 29. Mandel apunta
bien: “El origen teórico de la trágica evolución de Hilferding fue su insistencia excesiva en el papel
independiente del estado y su consiguiente falta de comprensión de la naturaleza de clase de la burocracia
estatal burguesa”30.

Con un método similar al de Hilferding, es decir rompiendo con el materialismo dialéctico, aunque sin
avanzar en una caracterización del destino de las fuerzas económicas, Bruno Rizzi elaboró la categoría de
“colectivismo burocrático”. Como dijera Trotsky en el año 1940: “Bruno Rizzi ubica a los regímenes
fascistas y soviético en una misma categoría de “colectivismo burocrático”, por el hecho que la U.R.S.S.,
Italia y Alemania están gobernadas por burocracias; aquí y allá se siguen los principios de la planificación;
en un caso se liquida la propiedad privada, en el otro se la limita, etc. De este modo, sobre la base de una
relativa similitud de ciertas caracterísiticas exteriores, de distinto origen, de distinto peso específico, y de
distinta significación de clases, se establece una identidad fundamental de regímenes sociales,
completamente de acuerdo con el espíritu de los profesores burgueses que establecen categorías de
‘economía controlada’, ‘estado centralizado’, sin tener en cuenta para nada la naturaleza de clase de unos y
otros...”31.

Romero observa la realidad con la misma óptica que Rizzi y avanza hacia una visión cercana a la de
Hilferding al sostener que la anulación del predominio de las leyes fundamentales del capital pueden dar por
resultado un sistema tributario del capitalismo imperialista. Como Hilferding (y como Rizzi), Romero pierde
de vista el carácter irreconciliable de las contradicciones del capital negando, como Hilferding, el carácter que
a la época imperialista le asigna el marxismo clásico. En los dos momentos de su razonamiento, Romero,
como Rizzi y como Hilferding, rompe con el materialismo dialéctico y tiende a una definición del Estado
como órgano administrativo, independiente de determinadas relaciones materiales de producción. Por ello,
como Hilferding y como Rizzi, se aleja de una definición marxista del Estado y no encuentra ningún
problema en reciclar la vieja definición de Estado como “Estado Burocrático” sin signo alguno de clase.

6. CONSECUENCIAS POLITICAS: RETROCEDIENDO DEL


MARXISMO REVOLUCIONARIO A LA SOCIALDEMOCRACIA

Como es sabido por los marxistas, pequeños errores en la teoría acarrean en general, graves consecuencias
políticas, y dado que no estamos frente a cuestiones teóricas “pequeñas”, nos preguntamos seriamente como
es que Romero decide, sin más, esquivar el asunto. Veamos algunos ejemplos de esas consecuencias.

1) La “nueva” teoría de Romero que mezcla retazos de viejas teorías ya superadas por la historia (del
movimiento trotskysta, está claro), como las Burnham, Shatchman, Bruno Rizzi, Tony Cliff y sus seguidores
en la posguerra como Castoriadis y otros en la revista “Socialismo o barbarie”, etc, en sus expresiones de
“Estado ni obrero ni burgués”, “colectivismo burocrático”, “capitalismo de Estado”, etc. por no hablar del
capitalismo organizado de Rudolf Hilferding, tiene en primer lugar, la particularidad de no nombrar
(¿ignorar?) a todos y a cada uno de sus antecesores. Pero el inconveniente central de este “evitar nombrar”, no
remite (o por lo menos no es lo que a nosotros nos ocupa) a un problema de simple pedantería. Se trata,
escencialmente de que los creadores de las distintas partes de la teoría de Romero, indefectiblemente
terminaron rompiendo con el marxismo y constituyen personajes tristemente célebres para los marxistas
revolucionarios es decir, para los trotskystas. Por ejemplo, nos preguntamos: al repetir la fórmula “Estado
burocrático” (y peor aún con punto de partida aparente en la década del 30) refiriéndose a la U.R.S.S. , es
decir la fórmula de un estado “ni obrero ni burgués” (tal cual la definición de Burnham) ¿Cuál es la posición
de Romero frente a la discusión fundamental de esos años entre defensismo y antidefensismo que dividió
aguas en el marxismo de fines de la década del 30 ante la invasión de Finlandia por la U.R.S.S.? Es de público
conocimiento en el trotskysmo que las posiciones que comenzaron en el terreno teórico escencialmente con
Burnham y con Shatchman32 alrededor de la naturaleza de clase del Estado Soviético33, acabaron con un
clarísimo correlato político, es decir en el antidefensismo. Dice Trotsky: “La oposición descubrió que nuestra
fórmula de ‘defensa incondicional de la U.R.S.S.’ la fórmula de nuestro programa, es ‘vaga, abstracta y
pasada de moda ¡?”34 por lo que la oposición “condena, rechaza y se opone a ambos gobiernos y a sus
ejércitos” y continúa Trotsky: “Con el objeto de castigar a los stalinistas por sus crímenes indiscutibles, la
resolución, siguiendo a los demócratas pequeño-burgueses de todo pelaje, no dice una sóla palabra sobre el
hecho que el Ejército Rojo expropia en Finlandia a los grandes terratenientes e introduce el control obrero,
mientras prepara la expropiación de los capitalistas... Poco durará la colaboración del ejército con dichas
clases. Se dará prisa el Kremlin para volver sus armas contra los obreros y campesinos finlandeses. Todo
esto ya lo sabemos y lo decimos abiertamente como advertencia. Pero en esta guerra civil “concreta” que
tiene lugar en Finlandia, ¿Qué posición “concreta” deben tomar los militantes “concretos” de la IV
Internacional?”35 Nosotros nos preguntamos ¿Qué posición “concreta” hubiera tomado Romero? Y Romero
podrá contestar que él, indudablemente habría estado por la defensa de la U.R.S.S. pero en esta respuesta se
las tendrá que ver con “su” propia “nueva” teoría porque como también dice Trotsky: “...nuestra política en
relación a la U.R.S.S., (y se refiere a la invasión a Finlandia N. de R.) puede deducirse...sólo de un análisis
concreto del carácter del Estado en una situación histórica dada.”36
2) El mismo problema pero adquiriendo un relieve enormemente mayor, se le presenta a Romero frente a la
cuestión de la Segunda Guerra Mundial. Refiriéndose al momento preciso en que el Estado Obrero
Degenerado se habría convertido según él en “Estado Burocrático” Romero dice: “Por la naturaleza misma
de este proceso es difícil establecer cuándo se cruzó el límite, y hasta es discutible si ello ocurrió en los años
30 (como tendemos a pensar ahora) o si ocurrió luego de la traición de la ola revolucionaria que siguió a la
segunda guerra mundial...” Pero Romero aquí se enfrenta a un grave inconveniente...¡Y es que en el medio
del período en cuestión está la segunda gran guerra imperialista! Si como “tiende ahora a pensar” la U.R.S.S.
era un “Estado Burocrático” cuando fue invadida por los nazis en 1941, ¿qué posición adopta Romero frente a
la U.R.S.S. en la guerra? No puede tomarse tamaña cuestión, que arrojó un saldo de más de veinte millones de
muertos soviéticos, con semejante liviandad. Si la U.R.S.S. ya no era un Estado Obrero Degenerado durante
la guerra (como se inclina a pensar ahora) y se había transformado en un Estado Burocrático basado en un
“sistema de explotación distinto al capitalista, pero igualmente antisocialista”37, ¿Por qué había que
defenderla del fascismo? Nos encontraríamos frente a la paradoja de que un autor que se reivindica marxista
revolucionario, opina que había que defender a la U.R.S.S. no por su carácter de clase sino porque estaba
aliada militarmente a la canalla Inglaterra que mientras guerreaba contra los nazis aplastaba insurrecciones en
la India o, con los Estados Unidos, la potencia imperialista que venció en la segunda guerra mundial y bajo
cuyo látigo gimen hoy los proletariados de los países centrales y todos los países atrasados del mundo. Es
decir que los más de veinte millones de soviéticos murieron por el “régimen” democrático de Roosevelt,
Churchill y De Gaulle.

Vale la pena recordar por otra parte que, como dice Trotsky “la U.R.S.S. sin la estructura social creada por
la Revolución de Octubre, sería un régimen fascista”38. Es decir que la defensa de la U.R.S.S. frente al
fascismo en la guerra con el razonamiento de Romero no tendría ningún sentido. Es más, ¡lo pondría en la
extraña situación de defender a un régimen fascista del fascismo! Pero continuemos con el razonamiento de
Romero quien refiriéndose a la resistencia de las masas rusas contra las tropas fascistas concluye que “...nada
indica que la motivación fuera la adhesión al Estado Obrero. Miles de hechos plantean que las masas se
levantaron contra la barbarie nazi-fascista, porque comprendieron que ésta sólo ofrecía el exterminio o la
esclavización de los ‘pueblos inferiores’ ”39. Pero cabe preguntarse ¿Por qué entonces las masas soviéticas
no se levantaron contra la burocracia stalinista una vez concluída la guerra como sí lo hicieron las masas
francesas, italianas o griegas contra sus propios gobiernos capitalistas “aliados” o “fascistas”? Y aquí
llegamos al centro de la cuestión o al nudo del pensamiento de Romero. Rápidamente le llega como bastón la
teoría de Moreno que caracteriza a la segunda guerra mundial como “guerra de regímenes” en última
instancia, según la cual, el imperialismo aliado (siempre en “última instancia”) cumplía un rol progresivo
frente al fascismo (Sobre esta cuestión ver reportaje a Al Richardson en la Sección Abierta de este número).
Es evidente que si para Romero había que defender a la U.R.S.S. del ataque fascista, esto no se debía a la
necesaria defensa de sus “formas sociales”, es decir de su carácter de clase, como razonan los marxistas, sino
a su ubicación en el campo imperialista “democrático” contra el campo imperialista fascista.

3) La cuestión del antidefensismo parecería ser un ya un viejo problema histórico. Sin embargo, la pérdida del
ángulo de clase para definir al Estado resulta fatal para un marxista. Así como llevó a Burnham y a
Shatchman por la senda del antidefensismo primero y por la senda del partido Demócrata norteamericano
después; esto mismo llevó al M.A.S. junto con la L.I.T. de los años 89/91, munidos de la “teoría” de la
“revolución democrática”, a considerar como “triunfos de la revolución” a los procesos de revolución política
desviados mediante la contrarrevolución democrática. Esta política los condujo a adaptarse de hecho a las
fuerzas restauracionistas. Un ejemplo sorprendente de esto lo constituye su política frente a la reunificación
alemana donde el eje prográmatico del M.A.S. era:“¡Reunificación alemana ya!”, sin darle ningún tipo de
importancia al carácter de clase de dicha reunificación. Decían: “Si se unen las dos clases obreras (alemanas)
constituirían el proletariado más fuerte del continente, que estaría mil veces más fuerte para luchar por el
socialismo en toda Alemania y en toda Europa” ; es decir que para ellos, la reunificación del Estado
imperialista de la RFA y el por ese entonces Estado Obrero Deformado de la RDA, constituía un proceso en sí
mismo progresivo, más allá de que sus resultados (ante la ausencia de una política obrera revolucionaria),
condujeran a la reunificación imperialista de Alemania y por ende a la restauración del capitalismo en la
RDA. Si bien Romero no había desarrollado aún su “teoría” del “Estado Burocrático”, ya el método con el
que el M.A.S. y la L.I.T. interpretaban aquellos fenómenos, podía anticiparla. Resulta alarmantemente
sorprendente que, ni en “Después del Stalinismo” ni aún hoy, ya pasados casi 10 años de aquel proceso y
cuando para el caso particular de Alemania no caben dudas sobre el actual carácter capitalista del Estado,
Romero y el M.A.S. no se hayan siquiera autocriticado de un “error” de tamaña magnitud.

4) Puede decirse que quienes realizan una transposición formal, ultimatista y antidialéctica de las normas
programáticas marxistas (que son la expresión teórica, generalizada del desarrollo histórico) a los hechos tal
cual como se presentan, son por regla general, incapaces de comprender los fenómenos contradictorios, es
decir la realidad misma, e identificar en ella lo que corresponde a conquistas de la clase obrera aún cuando
éstas “haya(n) sido defigurada(s) por la presión de fuerzas hostiles”. Todos quienes realizan este tipo de
operación “son incapaces de defender las posiciones tomadas” simplemente porque no las reconocen como
tales. Este tipo de razonamiento desemboca inevitablemente en dos posibles vertientes. Una es la variante
sectaria a la que, desde el punto de vista de su lógica podría llevar el razonamiento de Romero desarrollado
hasta el final. Siguiendo este camino, no sería imprudente pensar que, si ya por la década del 30, la URSS ya
no constituía para Romero una conquista, dadas sus tremendas deformaciones burocráticas. ¿Por qué hoy
habrían de representar algún tipo de conquista por ejemplo los sindicatos en los países capitalistas? Esto no es
fruto de una especulación teórica. Este tipo de posiciones ya fueron planteadas por ejemplo en el caso de
Grandiso Munis40 tras su ruptura con el trotskysmo basada entre otras cuestiones en su negativa a
caracterizar a la U.R.S.S. como “Estado Obrero degenerado”. Este último, en su libro “Los sindicatos contra
la revolución” publicado en el año 1968, llegó a sostener que los sindicatos constituían “un órgano
fundamental del sistema capitalista en el seno del proletariado” y que “toda tentativa de dar una orientación
subversiva a los sindicatos estaba condenada al fracaso”41 Este tipo de posiciones aberrantes a las cuales
puede llevar tranquilamente una lógica normativista desarrollada hasta el final, no tienen nada que ver con el
marxismo. Son posiciones ultraizquierdistas que conducen a políticas reaccionarias que pueden culminar no
defendiendo a los sindicatos de los ataques del capital.

Como dice Trotsky en el Programa de Transición: ”Es necesario establecer firmemente esta norma: el
autoaislamiento de carácter capitulacionista respecto a los sindicatos de masa, que equivale a traicionar a la
revolución, es incompatible con la pertenencia a la Cuarta Internacional. Al mismo tiempo, la Cuarta
Internacional rechaza y condena resueltamente el fetichismo sindical, igualmente característico de los
tradeunionistas y de los sindicalistas” 42.

Este tipo de definiciones dialécticas que guían la praxis de los revolucionarios, son incomprensibles para
todos aquellos que se ofuscan ante el aspecto contradictorio de la realidad y deciden darle la espalda. Este tipo
de razonamiento en el caso de, por ejemplo, Grandiso Munis que fue consecuente hasta el final con su lógica,
era la base de una política ultraizquierdista reaccionaria que lo dejó en un total aislamiento.

Pero la variante sectaria no constituye la única vía de desarrollo de un pensamiento de tipo normativista como
el de Romero. El mismo puede llevar también a una variante de tipo socialdemócrata oportunista. Cualquiera
que conozca mínimamente al trotskysmo argentino, afirmará sin duda alguna que en el caso del M.A.S. no se
vislumbra una posición semejante a la de Grandiso Munis sobre los sindicatos, sino más bien todo lo
contrario. El camino del M.A.S., lejos de un razonamiento sectario consecuente (con su normativismo
sectario) como el de Munis, cuando más que nunca los sindicatos son aparatos burocráticos estatizados hasta
más no poder, cuando más que nunca actúan como correas de transmisión de la clase enemiga, Romero y el
MAS han decidido, en su práctica política saltar del normativismo sectario a... ser secretarios de las “Trade
Unions”43. Y es que la “teoría” de Romero, al negar todo punto de apoyo en la realidad, todo jalón
conquistado por el movimiento obrero, conduce en la práctica política a terminar girando en el vacío para
luego aterrizar como buenos “secretarios sindicales”44 mientras “construyen” una suerte de “partido-revista”
apoyado en “amplios foros de discusión” con el objeto de hacer... mucha propaganda socialista. Porque,
Romero y el M.A.S., al ser incapaces de reconocer en el mar de contradicciones que representa la realidad, las
posiciones tomadas por la clase obrera, concluyen (como no puede ser de otro modo para aquellos “profesores
“socialistas”, que reflexionan mientras hurgan con un dedo su naríz”) que la ausencia de esos “jalones” se
debe a... la “insuficiente conciencia socialista” de las masas. Así, quienes en los años 80 se llenaban la boca
con la fórmula “Cuba más democracia” y hacían alianzas con el Partido Comunista (en el momento exacto en
el que las masas alemanas volteaban el Muro de Berlín) hoy, espantados frente a los sucesos del ‘89, han
saltado al extremo opuesto proclamando el total dislate de la “revolución total”. Concepto este último que
sólo puede desprenderse de una concepción que niega todas y cada una de las posiciones tomadas y por tanto
sólo puede estar en boca de quienes “nunca conquistarán otras nuevas”. Parafraseando a Engels, que se
burlaba de la “verdad absoluta”, diciendo que lo único que tenía de absoluto era que “no se podía decir
absolutamente nada de ella”, podríamos decir que la “revolución total” de Romero y el MAS es un concepto
vacío cuyo objetivo concreto es liquidar “totalmente” cualquier idea concreta y pedestre como las de
insurrección, guerra civil, dictadura del proletariado, terror rojo, etc. ¡Qué cerca están de sus amigos del
Socialismo Revolucionario de Italia que ya ni se llamam trotskystas, pues pasaron de bastardear a Trotsky a
un “luxemburguismo” en clave socialdemócrata! El MAS y la SR están retrocediendo del socialismo
científico de Marx, Engels, Rosa Luxemburgo, Lenin y Trotsky, al socialismo utópico de Saint Simon,
Fourier y Owen, aunque a fines del siglo XX, esta política ya no puede ser ingenua sino que es cobertura de
una política crecientemente oportunista como señalamos más arriba.

NOTAS:
1 Aclaremos que para el caso de la URSS se trataba de un Estado Obrero Degenerado (la diferencia está en la génesis).
2 Ernest Mandel, “El Poder y el Dinero”, pág. 53.
3 León Trotsky, “La Revolución Traicionada”, pág. 218.
4 León Trotsky, “En Defensa del Marxismo”, pág. 30.
5 No nos referiremos en este trabajo a cuestiones planteadas por Romero tales como: la existencia de lo que él llama “plusvalía estatizada”,
“explotación”, “salario como mercancía”, etc. en los Estados Obreros Deformados y Degenerados. Opinamos que el desarrollo con secuente de
esas concepciones lo conduciría a la teoría del “Capitalismo de Estado” aunque Romero lo niegue. Básicamente las respuestas a esas cuestiones
están muy bien desarrolladas por Ernest Mandel tanto en su libro “El Poder y el Dinero” como en la polémica con l os “Capitalistas de Estado”
publicada en la revista “International Socialism” nro.49.
6 Andrés Romero: “Después del Stalinismo”, pág 110
7 León Trotsky: prologo a “El pensamiento vivo de Karl Marx”
8 León Trotsky: “En Defensa del Marxismo”
9 León Trotsky: “La Revolución Traicionada”.
10 León Trotsky: prólogo a “El pensamiento vivo de Karl Marx” pág 25
11 Andrés Romero, “Después del stalinismo”, pág. 129.
12 León Trotsky, “La Revolución Traicionada”, pág. 216 a 217.
13 León Trotsky, “La Revolución Traicionada”, pág. 217.
14 ib. 218
15 íb. pag 217
16 íb.pag 217
17 Esto sólo adquiere un carácter distinto en el caso de las estatizaciones en los países semi-coloniales cuando atacan claramente la propiedad
imperialista ya que le ponen un signo a la relación de fuerzas entre esos países y el imperialismo. No obstante los marxistas siempre planteamos la
necesidad del control obrero de dichas nacionalizaciones. Del mismo modo es una obligación para los marxistas la defensa incl uso en los países
imperialistas de las conquistas obtenidas como subproducto de las nacionalizaciones llevadas a cabo por la burguesía (y como política de esta
última para frenar al movimiento de masas) frente a las ofensivas privatizadoras dado que en todos los casos, estas últimas i mplican un
redoblamiento de los niveles de explotación, la liquidación de conquistas y mayores penurias para los trabajadores y las masa s.
18 Andrés Romero, “después del stalinismo”, pág. 30.
19 E. Mandel, “El Poder y el Dinero”, pág.240.
20 La contradicción entre el carácter social de la producción y la apropiación privada y la contradicción entre la organización de la producción al
interior de las fábricas y la anarquía de la producción capitalista en su conjunto.
21 V. I. Lenin, “El imperialismo etapa superior del capitalismo”, pág. 31
22 V. I. Lenin, ibidem, pág. 35
23 León Trotsky, Prólogo a “El pensamiento vivo de Carlos Marx”.
24 Romero dice que “Tal vez sería más correcto hablar de un subsistema, porque no quebró su dependencia de la Economía-mundo modelada por
el imperialismo y se mantuvo en última instancia tributaria del modo de producción capitalista.” Andrés Romero “Después del stalinismo” pag.94
25 Cuadernos de Pasado y Presente, Nro. 95, pág. 154.
26 Cuadernos de Pasado y Presente, nro. 95, pág. 157.
27 Ibidem.
28 Ernest Mandel, “El Poder y el Dinero”, pág. 240.
29 Hilferding, Rudolf “El Problema Histórico”.
30 Ernest Mandel, “El Poder y el Dinero”, pág. 240.
31 León Trotsky, “En Defensa del Marxismo”, pág. 30. Cursivas en el original.
32 Quienes junto con Abern formaron un bloque oposicionista sin principios al interior del SWP norteamericano (dirigido por J.P. Cannom) en el
año 1939.
33 Burnham se oponía a la definición de la U.R.S.S. como “Estado Obrero Degenerado” planteando que lo que allí había era “ni un Estado obrero
ni un Estado burgués” . Trotsky decía de esta definición: “...es puramente negativa, se separa de la cadena del desarrollo hi stórico. Oscila en
suspenso por los aires, carece de toda partícula de sociología y representa, sencillamente, la capitulación teórica del pragmatista ante un fenómeno
histórico contradictorio”. Shatchman, por su parte, adoptaba una posición centrista ante este problema.
34 León Trotsky, “En defensa del marxismo”, pág. 36.
35 Ibidem, pág. 37.
36 Ibidem, pág. 96/97.
37 Andrés Romero, “Después del Stalinismo”, pág. 108.
38 León Trotsky, “En Defensa del Marxismo”, pág. 31.
39 Andrés Romero, “Después del Stalinismo”, pág. 73.
40 Grandiso Munis, trotskysta español que más tarde se exilió en México y se alejó de la IV Internacional en el Congreso del ´48. Autor del libro
sobre la Revolución Española “Jalones de derrota, promesas de victoria”.
41 Citado de “Documentación Histórica del Trotskysmo Español (1936-1948)”.
42 León Trotsky, “El Programa de Transición”.
43 Hoy en día, frente a los sucesos que se desarrollan desde el 1995 en Francia, donde los sindicatos cumplen un rol fundamental, y como hoy
vuelve a demostrarse en la reciente huelga de Australia o con la KCTU en Corea por dar sólo algunos ejemplos, sería delirant e darle la espalda a
los sindicatos. Del mismo modo resulta canallesco para los revolucionarios una política que ceda a las direcciones burocráticas esquivando la
necesaria intervención revolucionaria en los sindicatos para luchar contra todo tipo de dirección burocrática y por fracciones revolucionarias en los
mismos.
44 Como lo demostraron en la FIAT de Córdoba, en el proceso del SITRAMF, donde jamás denunciaron a la dirección de Gallo y el CTA que
estaba infligiendo la derrota.

Estrategia Internacional N° 8
Mayo/Junio - 1998

Apuntes al servicio de avanzar


HACIA LA RECONSTRUCCION DE
LA IV INTERNACIONAL
Gustavo Gamboa, POR, Argentina

A manera de introducción

Al producir esta entrega para vuestra Revista (mediados de mayo de 1998), la organización a la que
pertenezco, el Partido Obrero Revolucionario de Argentina, se encuentra abocada a la “recta final” de su
VIII Congreso.

Como conoce el lector, ya que ha sido expuesto en nuestro periódico “MASAS” así como en nuestra
intervención en la Sesión Abierta Internacional del Congreso del Partido de Trabajadores por el Socialismo
(PTS), realizada el viernes santo de 1998, nuestra tendencia internacional (Comité de Enlace por la
Reconstrucción de la Cuarta Internacional-CERCI), se encuentra en un complejo momento de crisis, luego de
un prolongado proceso de lucha interna.

Este prolongado proceso data de principios de 1992, y está ampliamente documentado.

El hecho de que tal documentación se mantenga aún en los límites de la vida interna de nuestra organización
(lo que me priva de una serie de citas y recursos polémicos, propios del “trabajo acumulado” en la
elaboración política), no deja de ser, sin embargo, una suerte, ya que se impone el encanto de los desafíos:
¿cómo presentar una concepción de reconstrucción del partido mundial de la revolución socialista
despojado (relativamente) de los lógicos prejuicios que surgen de la historia militante vivida?

Vamos a intentar aproximar una respuesta satisfactoria a este interrogante.

Fundamentos teóricos para la concepción internacionalista de Partido

Pareciera una obviedad señalar que la concepción internacionalista del partido de la clase obrera se desprende
de una necesidad histórica. Tal necesidad es objetiva, por el lugar que ocupa el proletariado en la producción,
la que ha adquirido con el capitalismo (en su fase imperialista) un carácter social y universal.
Sólo la ideología de la clase obrera, el marxismo, ha podido desnudar la contradicción básica de este sistema
de explotación, entre dicho carácter social y universal de la producción, con la apropiación privada (¡y cada
vez más monopólica!) de la misma.

A diferencia de los movimientos de la pequeño burguesía (sean estos expresión de resabios pre-capitalistas -
campesinado de la mayor parte de América Latina, por ejemplo- o bien expresiones de la moderna clase
media), el partido político de la clase obrera SÓLO puede concebirse como internacionalista.

Esto lo define su finalidad estratégica (la dictadura del proletariado, el socialismo, el comunismo), cuyo
desarrollo victorioso sólo puede ser concebido derrotando a la burguesía a escala mundial.

La llamada transnacionalización de la economía y el extraordinario avance experimentado por la ciencia y por


la técnica (fenómeno inherente al capitalismo como sistema mundial), recorta aún más (¡si cabe!), las
posibilidades de éxitos parciales en la lucha “antimperialista” de los movimientos nacionalistas burgueses o
pequeño burgueses, que ocuparon un lugar tan importante (y desempeñaron un rol tan contrarrevolucionario),
en la América Latina, Africa y Asia de los 60 y 70.

Las fronteras nacionales aparecen como un obstáculo para el desarrollo histórico de la humanidad, y es así
que las tendencias objetivas de la economía a violentarlas, chocan con las tendencias del propio capitalismo a
preservarlas, ya que la burguesía, dueña de los medios de producción y ejecutora cotidiana de su dictadura, no
puede negar por sí misma la historia que la constituyó como clase, y que generó los Estados Nacionales
que determinan las fronteras.

La transnacionalización de la economía, lejos de atenuar las contradicciones emergentes de la “cuestión


nacional”, las exacerba ¡He ahí el incremento de la guerra económica, y sus tendencias a la
manifestación en guerra bélica!

Los avances de la técnica y de la ciencia, lejos de atenuar los males del capitalismo, los exacerba ¡He ahí el
inceremento de la desocupación, del hambre, de la destrucción del planeta!

Sólo una nueva organización de la economía mundial (¡y sólo mundial!), puede dar una salida histórica a esta
barbarie. Sólo el socialismo (como fase de transición hacia el comunismo) es esa respuesta económica. Sólo
el proletariado (entendido como clase y como programa mundial) es el portador del socialismo.

Pero tal fenómeno está lejos de ser “natural”, “espontáneo”. Requiere de la acción política, de la conciencia,
de un trabajoso y doloroso proceso por el cual la clase “en sí” se transforma en clase “para sí”. Este proceso
sólo puede ser concebido como mundial. La vanguardia de la clase obrera (el partido) se APROPIA de las
mejores experiencias del proletariado en los distintos rincones del planeta, los generaliza, y los eleva a la
categoría de programa. Por más embrionario que éste sea (el partido, la Internacional), no puede proceder de
otra manera.

Somos, pues, internacionalistas por convicción. Pero aún más, somos internacionalistas por necesidad.

Relación dialéctica entre lo mundial y lo nacional: Combatir la abstracción internacionalista tanto


como la teoría de la "excepcionalidad"

En tanto producto del capitalismo, cuyo desarrollo histórico implica la constitución de los estados nacionales,
la clase obrera no tiene más remedio que librar sus luchas dentro de las fronteras que le vinieron dadas. Esto
supone una correlación de fuerzas entre las clases, un particular régimen político de dominación, tradiciones
específicas, etc.
Es parte del domino ideológico, político y organizativo de la burguesía sobre el conjunto de la sociedad
presentar estos hechos como naturales e inmutables. O más aún: como los determinantes de la conducta
humana. Tanto en los países imperialistas como en las semicolonias, el “ser nacional” y la “unidad
nacional” son presentados como la estación terminal del camino de todas las clases.

Sin embargo, basta un estudio apenas superficial de los acontecimientos determinantes del siglo para
demostrar que los mismos son la consecuencia de los fenómenos mundiales.

Como señalara Trotsky, lo más complejo en política revolucionaria consiste en definir, al mismo tiempo, la
comprensión de ese fenómeno internacional y su refracción particular en cada región del planeta. Pero el
punto de partida del análisis es dicha comprensión a escala mundial.

Vaya un ejemplo: El estallido de la Revolución Rusa (febrero de 1917) fue la refracción en esta región de
particularidades euro-asiáticas de un fenómeno mundial: la guerra imperialista.

El método de Lenin fue, desde mucho tiempo antes del estallido revolucionario, definir una política
internacionalista, auténticamente subversiva ante el conflicto, producto de su correcta interpretación de la fase
imperialista del capitalismo.

Por eso, y ante la traición de la II° Internacional, define la necesidad de fundar la III°, antes de la toma del
poder (ver las “Tesis de Abril”). La concepción internacionalista de partido, la fundación de la Internacional
Comunista no fue concebida como el resultado de un “éxito revolucionario” como consecuencia de la
“excepcionalidad rusa”, sino por el contrario, como una necesidad histórica, mundial del proletariado, de
cuya satisfacción y cumplimiento dependía incluso el aprovechamiento de las condiciones favorables
para la toma del poder en una región dada (en el caso que nos ocupa, Rusia).

Quizás uno de los aspectos autocríticos que debamos recorrer (en el camino de reconstruir la Cuarta
Internacional), es al mismo tiempo, como dos caras de una misma moneda, superar dos desviaciones
(insistimos, complementarias en su función reaccionaria), que han recorrido a los grupos autoproclamados
trotskistas desde los dientes de leche:

* Un internacionalismo abstracto, que se conforma con una definición genérica del programa, despreciando la
cuestión nacional, las particularidades del desarrollo capitalista en la especificidad.

*Un nacionalismo concreto, que parte de la “excepcionalidad nacional” haciendo de algunas


particularidades ciertas verdades absolutas, y tomando como punto de partida del análisis para la
intervención política “revolucionaria” esas particularidades, y no una línea de clase internacionalista. Este
es el caso concreto del POR boliviano liderado por Guillermo Lora.

La primera desviación invalida para una intervención revolucionaria concreta, ya que el no estudio de la
realidad particular que corresponde transformar, esteriliza hasta los planteamientos genéricamente correctos, y
le capitula al nacionalismo de contenido burgués por la vía de la omisión, no dando respuesta a los problemas
concretos planteados, y no elaborando un programa en relación a la historia particular de la conformación de
las clases. El caso más notorio es el CICF liderado por David North, una escisión del healismo.

La segunda desviación supone una reproducción inevitable de la ideología burguesa, Por más balbuceo de
marxismo que expongan sus teóricos, el hecho de que el punto de partida del análisis sea lo “nacional”, y no
la comprensión internacionalista de los fenómenos (incluídos aquellos que aparecen sumamente “criollos”),
los lleva a un sin fin de mecanismos adaptativos a la burguesía, a la pequeñoburguesía, bloqueándose así todo
trabajo efectivo en beneficio de la independencia política de la clase obrera. Colocados ante tareas
internacionales, hacen de la “excepcionalidad” una piedra de toque a imitar por sus satélites. Pueden incluso
hablar de que los mismos deben realizar su “asimilación crítica”, pero a poco de andar les resulta intolerable
la segunda palabra de la proposición. Se convierten así en sectas, expulsivas, no sólo de todo disidente, sino
de todo argumento que cuestione la excepcionalidad.
Por qué reconstruir la Cuarta y no fundar la "Quinta" o "Cuarta y Media"
Diferencia entre "Reconstrucción" y "Refundación"
Relación entre el rol histórico y la política concreta hoy. Crítica y Autocrítica

Como se sabe, la fundación de la Cuarta Internacional se vio precedida por más de una década de lucha de la
Oposición de Izquierda dentro de la III Internacional.

Desde el punto de vista de lo subjetivo, la caracterización de Trotsky de la camarilla burocrática de Stalin


como reaccionaria, como irrecuperable para la revolución, es previa a la decisión de encarar la fundación de
una nueva Internacional.

Lo que impuso tal paso no fue sólo esta caracterización subjetiva sino la comprobación en lo objetivo, de su
papel contrarrevolucionario concreto a escala de masas en acontecimientos decisivos de la lucha de clases.

En nombre del comunismo y de la III Internacional, se entrega al proletariado alemán al nazismo, se masacra
a lo mejor de la vanguardia bolchevique en la URSS, y se inicia un camino de acuerdos con el imperialismo
(con una u otra de sus fracciones), y se traiciona la Revolución española.

El stalinismo (como antes la socialdemocracia) juega un papel concreto y decisivo en la derrota de la


revolución socialista, se convierte en un agente de la burguesía, o para usar palabras de Trotsky, en la correa
de transmisión entre el Imperialismo y el proletariado mundial.

No pocos grupos y compañeros autoproclamados trotskistas consideran que la bandera de la IV Internacional


está manchada por el revisionismo, por el centrismo. Siendo esto relativameante cierto, ya que sólo puede
explicarse la crisis de dirección del proletariado mundial incluyendo la incapacidad de los trotskistas para
erguirse como dirección revolucionaria ante el derrumbe del stalinismo, considero incorrecto hacer un
paralelo en cuanto a responsabilidades históricas.

El llamado “trotskismo de Yalta”, ha reproducido al interior de la Cuarta Internacional las presiones, la


política y hasta las traiciones de la socialdemocracia y el stalinismo, pero sólo alguien que ha perdido el
sentido de las proporciones puede obviar que el papel contrarrevolucionario directo lo jugaron esas
direcciones, así como los movimientos nacionalistas burgueses y pequeñoburgueses. Una cosa es capitular
ante los traidores, y otra (cualitativamente distinta) es serlo directamente.

El planteamiento (dicho explícita o implícitamente), de fundar una “nueva internacional”, hace tabla rasa de
este balance histórico elemental, colocando un signo igual de jerarquía en cuanto a las astillas de la llamada
izquierda. Aún en sus expresiones más revisionistas, el autoproclamarse trotskista implica una delimitación
fundamental en el camino del marxismo-leninismo. Por eso las expresiones más revisionistas (como por
ejemplo el Secretariado Unificado y el propio lambertismo), tienen que orientarse al abandono del
cuartainternacionalismo -incluso formalmente- para facilitar sus enjuagues con distintas expresiones
cuyo común denominador es su antitrotskismo.

Asimismo, el dar por muerta y enterrada a la Cuarta Internacional, también abre un terreno de capitulación al
fenómeno más rico que se da en la vanguardia revolucionaria, cual es la multitud de rupturas por izquierda de
los viejos troncos autoproclamados trotskistas.

¿Dónde se puede citar un fenómeno similar de troncos stalinos o socialdemócratas? Sin negar la posibilidad
de que se produzca, o el hecho cierto de valiosos militantes que rompen con su pasado contrarrevolucionario
¿por qué la inmensa mayoría de las fracciones de la II y la III Internacionales configuran posturas aún más a
la derecha?
La ruptura con la Cuarta Internacional (cuyo programa ha salido fortalecido de los decisivos
acontecimientos de la lucha de clases de este siglo, y de cuyas organizaciones han sido paridos los
mejores cuadros de la vanguardia), implica una negación de una conquista histórica, supone un
retroceso gratuito en tanto concesión a la socialdemoracia y al stalinismo.

En un aparente jugueteo confuso con las palabras, hay tendencias que proclaman la necesidad de “refundar
la Cuarta Internacional”. Sin pretensiones de lingüista, cabe relacionar esta definición (que en muchos
casos es un cambio, ya que hasta no hace mucho los “refundadores” se pronunciaban por “reconstruir”) con el
contenido político de la propuesta.

En general, la misma gira alrededor de tres o cuatro definiciones genéricas, acompañadas de una definición
explícita “de cara al futuro”, prescindiendo del balance histórico, y no sólo del muy pretérito, sino de la
política concreta en la lucha de clases actual.

La “refundación de la Cuarta” suena como una suerte de “borrón y cuenta nueva”, con la declarada
intencionalidad de dar respuesta favorable a una “necesidad objetiva” de la situación internacional, obviando
el rol subjetivo de los autoconvocados para tal tarea de refundación.

Por un mero acto de voluntarismo (que seguramente esconde dobles intenciones) se pretende ignorar el
necesario proceso de crítica y autocrítica que impone un serio proceso de RECONSTRUCCION de la
IV Internacional.

Importancia del régimen interno de partido en la reconstrucción de la Cuarta: centralismo y


democracia: Partido de cuadros y política de masas. ¿partido bolchevique "permanente" o partido
"por etapas"?

Tanto los “refundadores” (recalentando el viejo plato de unificaciones sin principios de décadas atrás), como
muchos de los que pregonan una “Nueva Internacional”, reniegan de la concepción leninista de partido, del
centralismo democrático, que rigiera en la Internacional Comunista hasta la muerte de Lenin y que
embrionariamente se intentara en la Cuarta Internacional.

Argumentan para tal negación no una cuestión de principios (manifiestan en general su acuerdo con tal
concepción de partido), sino de “oportunidad”.

Es verdad que tal concepción de partido sólo es posible con un cierto grado de homogeneización
programática. ¡Pero es que los refundadores y los de la Nueva Internacional no se orientan tampoco a avanzar
en el proceso que permita tal homogeneización!

Se mueven más bien como diplomáticos (en algún caso hasta tienen algún individuo especialista en las
gestiones), capaces de “olvidar” viejas posiciones y trayectorias, a cambio de preservar una relación
“conveniente”. Tiene para esto mucha importancia la geografía, de modo que lo conveniente no es el acuerdo
político real, sino la relación con algún grupo en alguna región del planeta donde “no hay sucursal”.

El pronóstico que ya podemos hacer de estas refundaciones o nuevas internacionales, diseñadas con el método
opuesto al del bolchevismo, es su reciclado hasta el infinito sin que se produzca ningún avance, ni en lo
programático ni en lo organizativo, en poner en pie una dirección revolucionaria.

Lo que supuestamente justifica “la no oportunidad” del método bolchevique clásico para construir partido
(centralismo democrático, crítica y autocrítica, partido de cuadros con política de masas, etc.) es la urgencia
de la situación mundial.
La crisis del capitalismo, el alza de masas que abrirá situaciones revolucionarias en distintos puntos del globo,
no daría tiempo a los PROCESOS.

Hasta la palabra, les suena a los exitistas entre pesada y lenta.

Sin embargo, la historia del forjado de los partidos (y en especial, del bolchevismo), indica que los procesos
pueden ser más rápidos o más lentos; pueden ser acelerados o retrasados por la lucha de clases. Pero en
cualquier caso son procesos, que exigen para un desenlace revolucionario la claridad política sólo posible con
un riguroso método de crítica y autocrítica, con un riguroso proceso de confrontar con la práctica militante
concreta la elaboración teórica.

Este proceso requiere su maduración. No puede imponerse por voluntarismo o decreto. Y si bien reconoce
“etapas” (las propias etapas en la construcción del partido), las mismas no están separadas por murallas.
También aquí rige el concepto de la revolución permanente, ininterrumpida: Grupo de propaganda, partido
de vanguardia, partido con influencia de masas, son todas fases que requieren el concepto leninista de
construcción: centralismo democrático como consecuencia de la unidad programática, y como método
para avanzar en la elaboración. Se trata de rechazar al burocratismo, a la purga del disidente, como un
obstáculo decisivo a demoler en la construcción partidaria. Todo al servicio de la intervención concreta
en la lucha de clases, al servicio de la construcción de un partido de combate.

Los grandes acontecimientos de la lucha de clases como piedra de toque para la verificación de los
acuerdos. El trabajo preparatorio cotidiano como piedra de toque para la verificación de los acuerdos
Relación dialéctica entre trabajo preparatorio e intervención en grandes acontecimientos de masas
¿Con quienes avanzamos hacia un Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV Internacional?

Los partidos logran forjarse como revolucionarios en tanto intervienen en acontecimientos revolucionarios.
En este sentido, el escenario hace a la historia, a los hombres, al forjado de los cuadros.
Por eso, es extremadamente correcta la explicación que da Lenin respecto a los por qué, en tan corto tiempo,
pudo forjarse el Partido Bolchevique. (Ver introducción de “El izquierdismo, enfermedad infantil del
comunismo”).

Pero en esa misma obra clásica Lenin fuerza la polémica a fin de que las nuevas generaciones de
revolucionarios no tengan necesidad de recorrer exactamente el mismo vía crucis; que se puedan apropiar, en
cambio, de la experiencia acumulada para afirmar los aciertos y no persistir en los errores.

En este sentido, es fundamental ratificar como uno de los aspectos fundamentales en la tarea de
reconstrucción de la Cuarta el método seguido por Trotsky en camino a fundarla: extraer las lecciones
fundamentales de los grandes acontecimientos de la lucha de clases, colectivizar a escala de partido
mundial las enseñanzas de las peleas de los destacamentos más avanzados de la clase obrera.

¿Esto implica necesariamente andar saltimbanquiando por el mundo con la mochila al hombro para intervenir
personal y directamente donde se calienta la situación? Absurdo y antimarxista: no nos alcanzaría el tiempo,
las energías, el dinero, ni la frecuencia de los aviones.

Se trata de caracterizar correctamente el cuadro general de la situación mundial, la correlación general


de fuerzas entre las clases, detectando en qué región del planeta se expresan con mayor riqueza esas
tendencias generales.

La Internacional puede o no tener desarrollo de su trabajo en esa región (tanto mejor si lo tiene), pero su
misión como Estado Mayor de la clase obrera es colectivizar las enseñanzas extraídas en esa experiencia más
avanzada, educar a las secciones donde sí hay desarrollo en esas lecciones, relacionar las mismas con el
trabajo preparatorio que se venía desarrollando, etc.

Esto destaca pues la importancia del trabajo preparatorio en la construcción de la Internacional. Esto
porque las situaciones revolucionarias no se pueden fabricar a la medida de nuestros deseos. Es el resultado
de fenómenos objetivos, en donde nuestra acción subjetiva es, en el mejor de los casos, tan sólo un
componente. Este será tanto más decisivo cuanto más completo y más intenso haya sido el trabajo
preparatorio, cuanto más lazos haya creado el partido revolucionario con la vanguardia y con la clase
en su conjunto.

Y entre estos lazos, es fundamental las lecciones que se han colectivizado de experiencias de la lucha de
clases de otros rincones del planeta, pero también aquellos que emergen del trabajo gris, cotidiano, incluído el
trabajo sindical, la aplicación de la táctica del frente único, etc.

Pretendemos construir el “Partido de los esclavos insurrectos”, porque comprendemos nuestro programa (el
Programa de Transición entendido como método) en el sentido que la lucha por las reivindicaciones mínimas
conduce a la disputa por el poder político, al desenlace en términos de revolución o contrarrevolución.

Pero justamente por eso, porque queremos construir dicho partido con influencia de masas, nos postulamos
como dirección en todas las fases de la lucha de los esclavos, condición para dirigirlos en la insurrección.

Sí: también es una piedra de toque en la toma de acuerdos el trabajo preparatorio que se realiza, cómo
se educan los cuadros en ese trabajo, cómo se combate al sindicalismo y al electoralismo, desarrollando
actividad sindical y también electoral.

Todo este método requiere de un régimen interno de partido basado en el centralismo democrático. Es
indudable que sólo la maduración política, la comprensión colectiva de un balance histórico, la
homogeneización basada en los avances programáticos y la acción política revolucionaria en común, pueden
lograr tal funcionamiento, en especial cuando se trata de tendencias y grupos que tendemos a acercarnos,
partiendo de orígenes y recorridos diferentes.

Seguramente en una primera fase de desarrollo del “Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV
Internacional” deba pesar mucho más la democracia que el centralismo, como la mejor forma de progresar
dentro de esta compleja ecuación.

Seguramente los que no tienen entrada en este Comité de Enlace son los elencos dirigentes del llamado
trotskismo de Yalta, no sólo por su centrismo, sino porque han cristalizado en burocracias, refractarias a
cualquier posibilidad de proceso autocrítico, que han hecho pesar el centralismo de la secta, de modo de
anular todo vestigio de democracia proletaria.

La lista de los purgados y difamados por estas capillas sectarias se vuelve como un dedo acusador que
les cierra las puertas de la IV Internacional, y los envía al basurero de la historia, junto con los
estalinistas, cuyo régimen de partido reproducen.

Las mejores tradiciones del marxismo leninismo, esto es, del trotskismo, se expresan hoy a lo largo y a lo
ancho del planeta (en un proceso desigual y combinado) en múltiples fracciones y escisiones de los grandes
troncos del revisionismo. Nosotros, como el PTS, somos una de las tantas astillas de esos troncos.
Expresamos las reservas revolucionarias, a pesar de nuestra inmadurez y nuestros errores, especialmente
porque ya la historia nos ha forjado fuera de todo compromiso con la burguesía y su Estado.

Conformar un “Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional” con las múltiples
astillas que expresan dichas reservas revolucionarias es la tarea de la hora.
Estrategia Internacional N° 8
Mayo/Junio - 1998

Entrevista a Al Richardson
LOS TROTSKISTAS Y LA 2DA. GUERRA

EI: ¿Cuáles pueden señalarse como los principales puntos positivos y negativos de la actuación de los
trotskistas durante la Segunda Guerra Mundial en Europa, en especial la sección francesa?

AR: Creo que la sección francesa, con todos sus problemas, se mantuvo de una manera muy valiente.
Debemos recordar que la sección francesa estaba dividida. De hecho, no menos de tres grupos habían
confluido para formar el PCI1 hacia el final de la guerra, y había otro grupo que permaneció afuera de dicha
unificación y que fue el antecesor, de una manera muy peculiar, del grupo Lutte Ouvrière de nuestros días.
Todos ellos tenían dificultades tremendas, uno de sus camaradas había sido arrestado y estaba en una prisión
de seguridad sentenciado a muerte, varios de ellos habían sido arrestados y fusilados, y por eso, en mi
opinión, dados los problemas que las distintas organizaciones enfrentaban, el hecho de que sus posiciones
políticas no eran muy cercanas entre sí, y las condiciones en las que operaban, se mantuvieron con valentía2.
Esto no quiere decir que pudieran hacer muchas cosas efectivas, pero algunas de sus acciones lo fueron. Por
ejemplo, su agitación entre los soldados alemanes que se encontraban estacionados en Francia, la publicación
de los periódicos Arbeiter und Soldat (Obrero y Soldados) y Arbeiter und Soldat in Western (Obreros y
Soldados en Occidente) de manera conjunta con los camaradas alemanes, fueron utilizados para influenciar a
los miembros del ejército alemán para que apoyaran las posiciones internacionalistas. Varios de ellos fueron
trasladados a los campos de concentración en Alemania, entre ellos Ernest Mandel. Editaron el famoso
Manifiesto de Buchenwald3 y trataron de mantener un audaz internacionalismo en condiciones de gran
represión.

Creo que una de las historias muy poco conocidas fue la valiente actividad llevada adelante por el CCI4 entre
los vietnamitas en Francia. Dicho trabajo estuvo dirigido principalmente por Claude Bernard. En Francia
había cerca de 28.000 vietnamitas que habían sido llevados a la fuerza, ya sea para trabajar en los campos de
trabajos forzados, o incluso como soldados. Claude Bernard estableció contacto con el líder trotskista
vietnamita Hoang Don Tri y organizaron el grupo para agitar entre los vietnamitas en Francia para ayudarlos a
escapar de los campos; y su trabajo ha sido muy efectivo y digno de consideración. Fueron ellos quienes
formaron la Delegación General de los Vietnamitas en Francia al final de la guerra. Ellos tuvieron la idea, fue
su política, lo que impidió que el gobierno de Francia estableciera un gobierno títere en el exilio para ser
luego puesto de vuelta en Vietnam. Ellos organizaron y dirigieron con éxito varias huelgas, y de hecho aún en
el año 1952 la sección vietnamita en el exilio en Francia seguía siendo la segunda sección más grande de la
IV Internacional contando con 519 miembros.

Hubo tremendos errores en sus trabajos, incluso en un momento sus fuerzas se redujeron bastante, pero
llevaron adelante una lucha formidable en condiciones muy pero muy difíciles. Entonces, como he dicho
antes mucho de este trabajo fue muy positivo. Es muy fácil desde afuera, cuando uno tiene a disposición todos
los libros e información, cuando se puede discutir libremente, criticar los errores cometidos por el POI5 y el
CCI, pero creo que algunas de las acciones que llevaron adelante, probablemente fueron más un ejemplo de
valor que de trabajo fructífero, del más alto carácter y ciertamente no se puede dudar de su coraje.
EI: ¿Cuáles fueron los principales problemas políticos que enfrentó el joven movimiento trotskista durante la
guerra?

AR: Es interesante e importante entender que los problemas políticos que emergieron fueron comprendidos
exactamente desde mucho tiempo antes por Trotsky, y en El Programa de Transición hizo todo lo posible
para tratar de prevenirlos. El primer problema político era muy simple: él sabía que una guerra mundial de tal
característica entre estos ‘grandes Estados’ iba a tener consecuencias tremendas para los contactos y para las
organizaciones y por esta razón era muy importante que la IV Internacional estuviera fundada antes de la
guerra, aunque sólo consistiera en un programa, y contara con un esbozo de organización, porque es obvio
que de acuerdo a su experiencia de la Primera Guerra Mundial se dio cuenta del efecto que tendría sobre el
movimiento, que cortaría todo vínculo entre los camaradas de los distintos países. En segundo lugar, creo que
Trotsky tenía una idea bastante acertada de la heterogeneidad política que resultaría de tal situación,
especialmente teniendo en cuenta que muy pocos grupos de la IV Internacional tenían alguna base de masas
en sus países y que, por lo tanto, en este sentido, se puede decir que la fundación de la IV Internacional fue en
parte una anticipación, no de transformarse en una internacional de masas, aunque tenía esperanzas de que eso
sucediera, sino una anticipación para mantener junto el movimiento que en aquel momento era muy pequeño
y estaba muy aislado.

Por esto creo que la sola proclamación de la IV Internacional fue en sí misma parte del método transicional.
En realidad significó fusionar las fases históricas del Manifiesto de Zimmerwald 6 de 1915 y la formación de
la III Internacional en 1919, pero planteándolo antes de la guerra, de tal modo que ésta no tendría que
evolucionar a partir de los hechos bajo condiciones tan difíciles, sino que podría sentar las bases, combinar
esos estadíos necesarios en la construcción de una internacional revolucionaria y anticiparse, adelantarse a
ellos antes de la guerra misma. Creo que esto da muestras del método de Trotsky. Es muy similar a la política
militar proletaria, el sentar las bases para una política que establezca contacto con el nivel de conciencia de
los trabajadores que quieren luchar contra el nazismo y el fascismo y por otro lado sentar las bases de una
estructura que les permita ir a la ofensiva al final de la guerra con sus propias instituciones armadas. Y creo
que un estudio detallado de El Programa de Transición nos indica que es esto lo que Trotsky tenía en mente.

Y tuvieron exactamente los mismos problemas que Trotsky temía que podrían tener. Se encontraron con todo
tipo de problemas: defensismo (ver nota 26), abstencionismo, pacifismo e inmadurez política. Por ejemplo, el
fracaso o la negativa a salir de la ilegalidad una vez que la democracia burguesa se había reestablecido. Y
hubo errores tremendos de ese tipo; el no darle apoyo a los movimientos de resistencia que se habían
desarrollado prácticamente entre la mayoría de los trabajadores y campesinos, como lo hizo la sección griega.
Se cometieron errores importantes, y no es sorprendente que haya ocurrido esto ya que, ¿cuántos de los
cuadros de la IV Internacional durante la guerra provenían en realidad del movimiento revolucionario de la
época de la III Internacional? Stalin se aseguró que fueran asesinados, y los amigos y partidarios de Stalin
también se aseguraron de matar a otras camadas de revolucionarios durante la guerra. En este sentido, el
movimiento trotskista era muy joven e inexperto. Creo que con El Programa de Transición y con la IV
Internacional Trotsky hizo todo lo que pudo para tratar de superar estos problemas que parecen obvios, pero
dadas las circunstancias objetivas del movimiento no puedo pensar cómo hubiese sido posible vencerlos.
Tenían que ocurrir a la fuerza.

EI: ¿Cómo se planteó el problema de la opresión nacional en los países europeos dominados por los nazis y
qué discusiones hubo al respecto en la IV Internacional, principalmente en la sección francesa?

AR:Yo creo que en todos los países europeos dominados por los nazis, el problema principal fue que el
sentimiento nacional adquirió diferentes formas. Lo que quiero decir es que, por ejemplo, en Noruega fue
bastante obvio que debido al rápido derrumbe del país cuando los nazis invadieron, fue la juventud obrera del
Partido Socialdemócrata quien quiso luchar desesperadamente y no la casta de oficiales y todo el resto de la
oficialidad. Era más un odio al nazismo que un sentimiento nacionalista lo que había detrás del deseo de
luchar de los jóvenes trabajadores. Por otro lado, sin embargo, mucha de la propaganda en contra del nazismo
fue de un carácter puramente nacionalista, y aquí tenemos el ejemplo de Francia. En Francia se puede
observar la terrible posición planteada por el Partido Comunista Francés, que fue “Chacun son Boche” y que
es una expresión que en francés es despectiva y que quiere decir “a cada uno su ‘boche’ (alemán)”. En otras
palabras la politica de asesinar a los alemanes mediante actos de terrorismo individual u otro tipo de acciones
similares, como algo opuesto a tratar de ganarlos para sus filas.

La resistencia cobró fuerza en el momento en que los soldados alemanes empezaron a perseguir a los hombres
jóvenes para llevarlos a los campos de trabajo forzado en la organización Todt en Alemania7. En aquel
momento la resistencia estaba dirigida por el Partido Comunista, que estaba armado y, por supuesto, no
podían estar controlados por la fracción de la burguesía francesa en el extranjero bajo De Gaulle, simplemente
por la forma en la que Francia estaba regida bajo el régimen de Vichy y de los nazis. En este sentido, si no se
apoya la lucha armada de la resistencia no se está luego en posición de influenciar dicho movimiento al final
de la guerra, cuando se plantea la cuestión de conservar las armas o no.

En el último año de la guerra -los aliados desembarcaron en el mes de junio de 1944- el régimen de Vichy se
resquebrajó y colapsó, y los alemanes fueron derrotados. Hubo un gran vacío de poder por un tiempo, en
donde ciudades enteras se administraban por sí solas. En diez de las fábricas, que eran las más importantes
fábricas de maquinarias en la región de París había control de los trabajadores y demás. Ahora bien, en ese
momento obviamente existía la posibilidad de que la clase obrera tomara el poder. El nuevo régimen francés
no había sido todavía reconstruído, y los stalinistas, sin ninguna duda, estaban armados hasta los dientes y
eran muy populares. En una situación así, si uno no pudo influenciar al movimiento de la resistencia no podrá
entonces oponerse a la entrega de las armas, lo que hubiera sido la mejor base posible para el doble poder y
para intentar llevar adelante la revolución, y plantear que la clase obrera, aún siendo stalinista, debería haber
conservado las armas. El hecho mismo de que los stalinistas dominaran el movimiento fue lo que les permitió
desarmarlo en favor de la burguesía francesa. El stalinismo prefirió los puestos en el gabinete del gobierno
burgués. Por lo tanto mi opinión es que oponerse a la resistencia sólo por el hecho de que ésta se estaba
desarrollando de la manera más chauvinista y desagradable, hubiera sido suicida en vista de la próxima etapa
de la lucha, que debería haber consistido en que la resistencia retuviera las armas.

En la cuestión de la opresión nacional en los países europeos, es muy interesante que las secciones
escandinavas, bajo la dirección de Walter Held, aceptaron el argumento de Trotsky de que Rusia era un estado
obrero degenerado, pero de hecho se negaron a apoyar la invasión rusa a Finlandia. Yo creo que esto es muy
interesante, porque desde ya que el hecho que uno tome una línea defensista en general hacia la Unión
Soviética, no significa que uno extienda de manera automática su apoyo a cualquier acción militar de la
burocracia. Creo que, desde entonces, ha habido un poco de confusión al respecto dentro del movimiento
revolucionario; y que en la sola frase “apoyamos a la Unión Soviética” está contenida la suposición de que,
haga lo que haga la burocracia en el terreno militar, lo apoyaremos. Yo no creo que esto sea así.

EI: ¿En qué consistía la “política militar proletaria” planteada por Trotsky?

AR: La “política militar proletaria” es muy interesante porque es parte del método transicional, y está
profundamente vinculada al mismo. Aquí en Inglaterra la conocíamos por el nombre de “política militar
norteamericana”, política que el grupo oficial de la IV Internacional8 hallaba casi imposible de apoyar. En
realidad por un tiempo se rehusaron incluso a publicar el Programa de Transición porque el mismo contenía
tal politica, y además el programa de la Conferencia de Emergencia de 19409 no les gustaba en absoluto y
trataban de rechazarlo. El otro grupo, la WIL10, desde ya que lo aceptó, aunque en mi opinión no tuvieron
resultados muy positivos. La política militar proletaria no es como muchas veces suele malinterpretarse, una
política de defensismo; no es una política defensista en absoluto. Una potencia imperialista que está librando
una guerra mundial no puede defenderse mediante el armamento de la clase obrera porque esto socavaría sus
esfuerzos de guerra de manera automática.

De lo que se trataba entonces era de un intento de combinar los distintos procesos como lo hace el Programa
de Transición, de manera tal que, por un lado, aquellos trabajadores que creían -equivocadamente- que
estaban luchando contra el fascismo, entonces a esos trabajadores que creían de manera equivocada que
estaban luchando contra el nazismo y el fascismo y querían preservar las organizaciones de la clase obrera se
les podía plantear el armamento de la clase obrera, por la instrucción militar de sus propios oficiales y demás.
Esto es sólo un aspecto. Esta política por un lado era para poder entrar en contacto con la conciencia de la
clase obrera en ese punto, y por el otro lado, para prepararse para cuando se produjera el giro a la izquierda al
final de la guerra, momento en el cual se esperaba que se planteara la cuestión del poder. De esta forma los
trabajadores ya tendrían sus instituciones militares, como las Guardias Rojas en Petrogrado en 1917, y luego
podrían hacer el intento de tomar el poder.

El punto interesante de la política militar proletaria es que presenta la posibilidad de hacer propaganda en
lugares como Francia por ejemplo, o se podría haber hecho propaganda como resultado de lo que había
pasado en Francia, porque la burguesía francesa para ser francos le entregó el país a Hitler ya que le temía
más a la clase obrera francesa, que le había hecho una huelga general dos años antes de la guerra.

El efecto de la política militar proletaria en Gran Bretaña no fue el armamento de la clase obrera, nada de esto
sucedió. Pero le permitió a la WIL actuar dentro de los sindicatos de una manera muy exitosa porque siempre
que surgía un movimiento en los sindicatos para hacer huelga en contra de la guerra, o para defender sus
condiciones de trabajo, para tratar de detener la explotación inhumana, los stalinistas estaban listos para decir
que eso era una puñalada a los esfuerzos de guerra y era una puñalada por la espalda a la Unión Soviética y a
la lucha democrática contra Hitler. Y por esta razón había que tener un programa para la guerra. Por lo tanto
la WIL siempre estuvo en condiciones de decir: “tenemos un programa para la guerra, la clase obrera debería
librar esta guerra y como paso preliminar debemos impulsar la política militar proletaria, la instrucción militar
para la formación de oficiales obreros y la creación de los batallones de obreros, etc”. De este modo, si bien la
lucha de clases nunca llegó a un nivel que permitiera la formación de ese tipo de organización, fue una
herramienta muy útil para la propaganda que le permitió a la WIL combatir de una manera muy efectiva a los
stalinistas dentro de los sindicatos en todas las ocasiones en las cuales hubo acciones de la clase obrera
durante la guerra.

Creo que en lo referente al tema de si Trotsky en sus últimas cartas11 señala que la IV Internacional tenía que
sostener que no era “derrotista a lo Pétain”12, lo que se debería señalar es que esto fue dicho después de la
caída de Francia y no antes de la misma.13 El hecho es que la clase obrera francesa no era defensista en ese
momento. Los camaradas de Lutte Ouvrière en varios de sus folletos señalan el punto de que en Francia era
posible hacer propaganda internacionalista y derrotista de una forma bastante abierta antes de 1941. ¿Después
de todo, qué había ocurrido? Todas las conquistas que la clase obrera había ganado durante el tiempo que el
frente popular había estado en el poder se fueron perdiendo poco a poco. La CGT había llamado a una huelga
general y el gobierno la destruyó. El Partido Comunista había sido proscripto y la clase obrera había sido
privada de muchos derechos democráticos y de otro tipo, y el grado de explotación había aumentado. Por ello,
en este sentido, ya que la clase obrera francesa casi no era defensista en ese momento, hubiera sido suicida
plantear la defensa militar de Francia junto con los gaullistas y otra gente que luego se hizo gaullista. Yo creo
que el argumento planteado por Trotsky de que la IV Internacional no debería ser “derrotista a lo Pétain” fue
para tratar de contrarrestar el efecto producido por la amenaza de una invasión en los otros países del bando
de los aliados, en particular en Gran Bretaña, que era la próxima en la línea, y en cierta medida los Estados
Unidos.

El centro del problema es ¿cómo establecer un lenguaje común con los trabajadores socialdemócratas y
sindicalizados quienes han presenciado la destrucción de las instituciones de la clase obrera bajo el dominio
nazi y, por supuesto, bajo el mismo Hitler en Alemania? Y obviamente, uno dice: ‘de acuerdo, sí, creemos
que es importante defender las instituciones de la clase obrera. No creemos que la burguesía pueda, o que
tenga la intención de hacerlo’, lo que es verdad. Entonces si acordamos que es importante defender las
instituciones de la clase obrera hay que tratar de elaborar una política a través de la cual la clase obrera esté en
control de las armas y todo lo demás que sea necesario para defenderse. Yo creo que este es el principal
punto. Es obvio que antes de la caída de Francia, algo que ocurrió de una manera sorprendentemente rápida,
era imposible discutir en ese sentido, en favor de la política militar proletaria, pero es un argumento muy
fuerte que se puede utilizar para contrarrestar la ola de defensismo y chauvinismo que se extendió a lo largo
de Inglaterra en el verano de 1940, factores que fueron parte de la asunción de Churchill al poder. Es claro
que tuvo un efecto en Norteamérica y otras partes también porque de nuevo se trata de la cuestión del método
transicional. Es necesario plantear el problema, las políticas para que la clase obrera avance y para que tome
el poder, pero al mismo tiempo hay que forjar una política y un lenguaje común con los trabajadores que uno
intenta influenciar. Y sólo acercarse a ellos, como lo intentaron hacer algunos miembros del viejo RSL en
Gran Bretaña, con la idea de ‘no, no somos defensistas, somos derrotistas’, discutiendo incluso en contra de la
necesidad de refugios antiaéreos, es suicida.

Una acción muy efectiva, que ha sido omitida de los libros de historia y es muy interesante, es que si uno lee
todos los libros de historia en gran Bretaña acerca del Blitz14 encuentra que se le atribuye al Partido
Comunista el logro de haber obligado al gobierno a que abriera las puertas de las entradas al subterráneo de
Londres, el London Underground, para que de este modo los trabajadores tengan acceso a un refugio durante
los bombardeos. Pero la verdad es que había una cuestión de clase en todo esto porque los ricos tenían sus
malditos refugios, muchos de ellos habían enviado a sus hijos al exterior, y tenían muchos lugares donde ir
durante el Blitz como para no quedarse merodeando en Londres. Pero los hechos fueron que el Partido
Comunista en ese momento -cuando la población estaba sacudiendo violentamente las rejas del subte tratando
de entrar para protegerse- no estaba a favor de tal política. El Partido Comunista estaba haciendo circular un
petitorio dirigido al “honorabilísimo” Winston Churchill, sobre otro tema que no tenía nada que ver. En
realidad el grupo que elaboró e implementó tal política por primera vez fue la WIL. Y debido a que fue muy
popular, ya que se correspondía con los sentimientos de las masas, el Partido Comunista de manera muy
rápida se subió al carro y tomó tal política. Pero no hay duda de que la política fue elaborada por los
trotskistas británicos y aquí tenemos un clásico ejemplo de cómo confluir con la conciencia de las masas. El
grupo oficial de la IV, el RSL, en su mayoría (la Oposición Trotskista15 era menos de un tercio) dijo: ‘como
no somos defensistas no estamos a favor de las precauciones antiaéreas. Ustedes deberían confraternizar con
su enemigo’. Alguien muy sarcástico dijo en uno de los documentos internos: ‘¿Cómo se puede
confraternizar con un enemigo que está a 900 metros de altura y tirando bombas arriba de uno?’.

El punto central era que, al menos en lo que a los trabajadores en Londres concernía, ellos sabían que los ricos
tenían sus refugios, y que ellos eran bombardeados sin ningún tipo de defensa y en ese sentido era una política
de preservación proletaria. Y la WIL tuvo razón en enfrentar al gobierno en ese punto, o mejor dicho, iniciar
dicha política. Era un grupo muy, pero muy pequeño, la relación de fuerzas no les daba para enfrentar al
gobierno, pero iniciaron la política, persuadieron a los trabajadores a que rompan las rejas y se metieran en el
subterráneo para buscar protección. Fue una iniciativa completamente diferente. No fue bajo el control del
gobierno, fue en contra de lo que el gobierno quería hacer, aunque el gobierno al final se vio obligado a ceder
debido a la gran presión. Esta acción permitió que se establecieran comités en los subtes donde los
trabajadores pudieran discutir y organizarse. Lamentablemente, como no podía ser de otro modo, una vez que
los stalinistas se dieron cuenta que la política tenía éxito se lanzaron en el acto y tomaron el control de la
mayoría del aparato de esos comités.

EI: ¿Puede darnos un panorama de la acción llevada adelante por los trotskistas en dicho periódo en
Europa, incluyendo la sección inglesa?

AR: El principal problema para dar un panorama general es que el verdadero aparato de la Internacional en
Europa había colapsado, y una de las cosas que los camaradas franceses habían prometido era que cuando la
IV Internacional fuera establecida dejarían el Comité Ejecutivo en Francia. Pero debido a la invasión y al
colapso de Francia, a las discusiones en el seno de la Internacional, a la ruptura de Shachtman16, el CEI debió
ser trasladado a los Estados Unidos. Esto significó que durante la Segunda Guerra Mundial hubo dos
estructuras internacionales funcionando: el Secretariado Internacional genuino, que era el Comité Ejecutivo
Internacional que operaba desde Nueva York, y el Secretariado Europeo que se conformó con gran dificultad
desde comienzos de los ’40, para que operara en aquellos países de Europa Occidental ocupados por los
alemanes.

La verdad es que ninguno de estos dos organismos actuó realmente como una organización internacional
funcional. Jean van Heijenoort17 fue dejado casi solo para llevar adelante el trabajo ideológico de la IV
Internacional en los Estados Unidos, y Sam Gordon, que fue el secretario de emergencia de la IV en 1940,
hizo un muy buen trabajo con los marineros norteamericanos que eran miembros del SWP haciendo
propaganda en Rusia y en otras partes. Pero en realidad no funcionó como un Comité Ejecutivo Internacional,
simplemente porque, de hecho, Shachtman tenía la mayoría en el mismo y, como Trotsky señaló en uno de
sus trabajos de aquel momento, el CEI había dejado de existir.

Pero en Europa el problema no era sólo éste sino que, por supuesto, había que hacer frente a la situación de la
represión nazi también. Llevó bastante tiempo conformar un secretariado europeo que funcionara y era muy
difícil coordinar las actividades. Además, estaba el problema de que las distintas organizaciones no tenían las
mismas posiciones. Todo esto hace muy dificil dar un panorama general de las acciones de los trotskistas. Lo
que pasó es que debido a que no había un movimiento internacional que funcionara y mantuviera el contacto
con las distintas organizaciones, en gran medida las secciones fueron libradas a su suerte para que cada una de
ellas elaborara su propia política, y había grandes diferencias entre aquellos que estaban en las áreas de los
aliados y los que estaban en las zonas ocupadas por los alemanes. Había también grandes diferencias dentro
de cada país.

En Gran Bretaña, por ejemplo, el RSL que era el grupo oficial de la IV Internacional, se volvió pacifista y
abstencionista y no apoyó la política militar proletaria. Estaba bajo un régimen de luchas fraccionales
continuas hasta que en el año 1943 expulsó a dos tercios de sus miembros y se mantuvo prácticamente sin
hacer ninguna actividad por un tiempo bastante largo. Por otro lado, la WIL, que no era sección de la IV
Internacional, creció y levantaba de manera general la posición de política militar proletaria mantenida por la
IV Internacional. Pero es bastante obvio también que había posiciones pacifistas y abstencionistas. Incluso las
posiciones defensistas iban en aumento. Desde sus inicios, cuando la WIL aceptó la política militar proletaria,
Sam Levy y Jock Haston18 tuvieron que polemizar contra Ted Grant y Gerry Healy19 quienes estaban
intentando darle a ésta un tinte defensista.

En el resto de Europa ocurría lo mismo. El CCI se inclinó hacia una posición algo sectaria en Francia y se
abstenía de participar en cualquier conflicto de carácter nacional, mientras que el POI se fue por la borda, e
incluso había llegado a extender sus manos a la burguesía francesa. Esto lo plantearon en un momento en que
la clase obrera no era defensista en absoluto. Lo que los llevó a esto fue el hecho de que el Partido Comunista
había sido proscripto. Las filas del IKD20, el grupo de exiliados alemanes, sufría una gran desmoralización.
No debemos olvidar el profundo proceso de divisiones que recorría el movimiento. En Gran Bretaña había
cinco grupos en desarrollo con la desintegración de la RSL, dos grupos en Bélgica, en Holanda había otro
grupo aparte del de Sneevliet, varios grupos en Grecia, etc. Es decir, hubo un proceso de divisiones de manera
casi automática. Ese era el problema principal a fines de la guerra, había muy poca homogeneidad entre los
distintos grupos trotskistas una vez que se reestableció el contacto entre ellos. Había bastante diversidad en
sus posiciones. En otras palabras, era una gran crisis política y sólo una verdadera conferencia internacional
hubiese podido superar los problemas, pero en mi opinión, esto no se hizo.

EI: ¿Cuáles fueron las principales actividades y documentos producidos por el Secretariado Internacional y
por el Secretariado Europeo de la IV Internacional durante dicho período?

AR: Todos los documentos pueden encontrarse en la colección publicada por el SWP21 norteamericano y en
el segundo tomo de los cuatro volúmenes publicados por La Brèche22. Voy a dividir esta pregunta en
actividades y documentos. En lo que se refiere a actividades, los nortemericanos convocaron y organizaron la
Conferencia de Emergencia de 1940 en la cual Sam Gordon participó. En la misma se redactó un documento
programático muy extenso, que en mi opinión define de una forma mucho más precisa el documento original
de El Programa de Transición. Pero es sorprendente la poca cantidad de documentos publicados durante el
resto de la guerra. Hubo un documento que fue elaborado en el momento en que colapsó el régimen de
Mussolini, luego de que los aliados invadieron Italia en el año 1943, y hubo otros documentos programáticos
producidos de vez en cuando. Pero lo más asombroso es que se trata de documentos muy abstractos.
Yo creo que hay considerable evidencia de que el Secretariado Internacional no había comprendido las
políticas transicionales, y luego de la muerte de Trotsky no había forma, salvo que hubieran convocado a su
fantasma, de que pudieran llegar a comprenderlas. Simplemente no es suficiente cuando las masas de Europa
y otros lugares han estado bajo el dominio nazi por tanto tiempo ya sea dentro o fuera de Alemania, tratar de
contraponer los soviets al deseo de democracia, incluso del retorno de la democracia burguesa. Esa no es una
política transicional. De alguna manera se debe construir un puente entre las posiciones de uno que son por
los soviets y por la revolución, y las posiciones de las masas. Y las consignas transicionales que siempre se
han usado fueron las de Asamblea Constituyente, la de república. Y las consignas transicionales eran apenas
usadas, razón por la cual Felix Morrow y Albert Goldman23 dentro de los Estados Unidos, se oponían al
hecho de que sólo se publicaban documentos programáticos abstractos que planteaban programas socialistas
completos y soluciones ultimatistas.

El problema con el Secretariado Europeo fue diferente. En Europa, publicaron algunos documentos en aquel
momento, pero creo que se dieron cuenta que hicieran lo que hicieran iba a ser provisional, en vistas a la
reunificación del movimiento al final de la guerra. Por lo tanto, no creo que sean documentos programáticos
en el mismo sentido. Los documentos que sirvieron de base para la unificación del movimiento trotskista
francés, me temo que no fueron muy terminantes. Se trató más o menos de un acuerdo entre ambos lados (el
POI y el CCI) donde se decía que la actuación de ambos durante la guerra había sido correcta, aún cuando los
dos grupos tuvieron políticas muy diferentes.

Me inclino a pensar que las actividades de los grupos, si bien eran pequeños, fueron mucho mejores que sus
documentos. Los marineros norteamericanos trataron de mantener contacto con el movimiento a lo largo y a
lo ancho del mundo. El grupo británico ayudó a construir una sección en Irlanda y una en Egipto, y ayudaron
de una manera importante al desarrollo de los grupos en Ceilán y en la India. Y si nos fijamos en las políticas
para tratar los problemas corrientes de la gente en diferentes partes del mundo, y en el trabajo desarrollado en
las fuerzas armadas, nos daremos cuenta de que sus acciones fueron bastante admirables. Pero, que yo sepa,
muchas de sus acciones no se correspondieron con el número sorprendentemente bajo de documentos, los
cuales, a su vez, eran de un gran nivel de abstracción y de poca utilidad, y fueron elaborados por los centros
internacionales que, a mi modo de ver, no compartían el método transicional.

EI: En la Argentina Nahuel Moreno sostenía que en la Segunda Guerra Mundial primaba el carácter de
“guerra entre regímenes”24el tipo de la Guerra Civil Española25, y que el gran error de los trotskistas fue
no haber captado esa especifidad en el carácter de la guerra. Una posición similar fue la que durante la
guerra misma sostuvo el grupo trotskista de exiliados alemanes, la IKD ¿Cuáles fueron las discusiones al
respecto en el seno del movimiento trotskista y qué opina usted?

AR: Me sorprendió mucho cuando leí en el libro “Conversaciones con Nahuel Moreno” publicado en Francia,
que Moreno sostenía la posición según la cual la Segunda Guerra Mundial fue, al mismo tiempo que una
guerra imperialista, una guerra democrática en el bando de los aliados, del tipo de la Guerra Civil Española, y
que los trotskistas cayeron en el error de no haber captado dicho carácter. Me gustaría decir en primer lugar
que los trotskistas nunca sostuvieron que la Guerra Civil Española fue una guerra de la democracia contra el
fascismo. Siempre hemos pensado que fue una revolución versus una contrarrevolución y que fue saboteada
por los stalinistas, precisamente usando el slogan de “democracia versus fascismo”.

Pero, de todas maneras, veamos los hechos en los marcos establecidos en la pregunta. Es cierto que hubo
tendencias de este tipo dentro del movimiento trotskista durante la Segunda Guerra Mundial, algunas de las
cuales creían que el fascismo había retrasado la lucha de clases en Europa de una manera tan drástica,
borrando la memoria y las organizaciones de la clase obrera alemana, y que había producido un retroceso tal
en el desarrollo europeo que lo había retrotraído a la situación previa a la Revolución Francesa. Y que por lo
tanto las tareas históricas habían vuelto a ser la independencia nacional, la democracia, etc. Dicho punto de
vista fue expresado por algunos de los líderes del IKD que estaban en el exilio. Pero lo que debemos recordar
es que cuando la sección alemana del IKD presentó tal posición, la misma no contó con el apoyo de la
mayoría del IKD en Gran Bretaña. También debemos recordar que habían estado en el exilio en terribles
circunstancias y habían sufrido experiencias espantosas, lo que creó una gran desmoralización en su
movimiento en Alemania que se agudizaba con el avance de la guerra. De hecho, el IKD terminó apoyando a
organizaciones de beneficencia fomentadas por curas y todo tipo de actividades que, por supuesto, terminaron
desintegrando a dicha organización y tuvo que crearse un nuevo grupo en Alemania. El grupo IKD que se
encontraba en Gran Bretaña publicó un periódico diferente, llamado “Unser Worte” [Nuestra Palabra] que
hacía circular de manera clandestina dentro de los campos de concentración y que también enviaba a
Alemania. Pero los hechos fueron que la organización alemana tuvo que ser refundada al final de la guerra
cuando la situación volvió a la normalidad.

Me imagino que había un eco de defensismo26, podría decirse, en la sección francesa. Al principio de la
guerra (incluso antes de que los stalinistas hubieran apoyado la guerra luego que Hitler invadiera la Unión
Soviética), la sección francesa, ya convertida en el POI, había dado muestras de “tender su mano a aquel
sector de la burguesía que quería permanecer francés”, es decir que hubo una desviación nacionalista. Pero,
por otro lado, no creo que sea correcto, como Lutte Ouvrière27 trata de argumentar, que el otro grupo francés,
el CCI, también se inclinó de manera errónea en la misma dirección. Los hechos no fueron así. Sin ninguna
duda, el POI se inclinó hacia el defensismo, y esto no es lo mismo que el problema de cómo ligarse a las
luchas de resistencia. Para resumir, desde ya que una lucha de resistencia, especialmente cuando es liderada
por el Partido Comunista, va a representar sentimientos y aspiraciones de la clase obrera, y uno tiene que
ligarse a las mismas de una manera diferente a como lo hace la burguesía. No estoy diciendo que hay que
apoyarlas, especialmente cuando tenían el carácter que tenían, pero uno tiene que relacionarse a la misma de
una forma concreta.

Y en el caso de Francia, debemos recordar que, si bien estaba siendo derrotada por Hitler, toda su
administración colonial permanecía intacta, continuaba siendo una potencia colonial y opresora, y si uno hace
un poco de historia del imperialismo francés en Vietnam e Indochina se da cuenta de sus brutales rasgos. De
hecho, no fue sino en los últimos meses de la guerra que los japoneses (quienes habían ocupado Indochina
desde muy temprano como resultado de un acuerdo con el régimen de Vichy), se molestaron en liquidar la
administración de Vichy en esa colonia. En otras palabras, en lo que a Francia se refiere, continuaba siendo
una guerra imperialista. Por cierto que también seguía siendo una guerra imperialista para Gran Bretaña, ya
que continuaba siendo una potencia imperialista. Sólo si uno parte del supuesto de que Gran Bretaña luchó en
la guerra en defensa de la democracia en contra del fascismo se pueden creer otros argumentos similares. La
verdad es que Gran Bretaña no luchó en la guerra por tal propósito. Gran Bretaña luchó en la guerra para
conservar su imperio colonial y para conservar su primer lugar como gran potencia, y creo que la lección de la
historia es que perdió, porque después de dos años de finalizada la guerra perdió la India, y su imperio en
Africa y demás lugares cayó de una manera bastante rápida con el correr de los años ’50 y ’60.

Yo creo que si uno le pregunta a las masas de la India o a las masas dominadas por Francia en Indochina o en
Africa si se trataba de una guerra democrática darían una respuesta muy, pero muy clara. Sólo si uno mira las
cosas desde un punto de vista europeo occidental puede sostener dicho supuesto y, por cierto, esa no fue la
posición sostenida por los trotskistas en aquel momento y, en mi opinión, tampoco debería sostenerse en
nuestros días.

Me gustaría agregar algo más. Hay un libro publicado por ‘Left Book Club’28 que fue escrito por un
norteamericano cuyo nombre no tengo presente en este momento, probablemente un pro-stalinista. El trataba
de sostener que, como Perón era antibritánico, era realmente un nazi, que subió al poder en Argentina
destruyendo la democracia y cosas por el estilo, y que no representaba, ni siquiera en forma distorsionada, el
deseo de las masas argentinas de dejar de ser una semicolonia del imperialismo británico. Y como el libro,
que se llama An Argentine Diary (Un diario de Argentina), puede conseguirse en algunas librerías, me
sorprende que alguien en la Argentina haya podido ir tan lejos hasta el punto de decir que la participación de
Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial tenía un contenido democrático, especialmente teniendo en
cuenta que Moreno entró en el movimiento peronista en los ‘50. No me malinterpreten. No estoy discutiendo
contra el hecho de participar en las instituciones del peronismo. Era muy represivo y los revolucionarios
tenían que hacer trabajo donde pudieran. Hay que hacer todo tipo de giros y subterfugios para permanecer
activos. No estoy discutiendo en contra de eso, sino que estoy diciendo que me sorprende que alguien en
Argentina sostuviera que en esa época Gran Bretaña estaba librando una guerra democrática.
EI: ¿Quisiera agregar algo más?

AR: Un problema interesante que surgió al final de la guerra fue el de cómo relacionarse con el stalinismo. Es
muy interesante que la situación en que el mundo y el moviemiento revolucionario se encontraron en 1945,
era, aunque en un nivel superior, no muy diferente de la situación con que Lenin y Trotsky se encontraron en
1921. Ellos creían en 1917 que si la revolución rusa no se extendía al resto del mundo, sería derrocada por la
contrarrevolución armada. Ahora bien, esto no fue lo que sucedió en 1921; la revolución no se extendió. Los
alzamientos en Alemania, en Hungría, y en otros lugares fueron derrotados, y aún así no fueron barridos
militarmente en la Unión Soviética. Se llega a un impasse. Obviamente estuvo la reacción stalinista y la
contrarrevolución que vino después, pero no fue el derrocamiento armado del régimen. Ahora bien, Trotsky
tenía una expectativa similar con respecto al final de la Segunda Guerra Mundial: o bien la Unión Soviética
sería derrocada por la contrarrevolución o la revolución obrera se difundiría por el mundo. Bueno, es
interesante, por supuesto, que en 1945 uno se encuentra con la repetición de el impasse de 1921 a escala
internacional, con la siguiente excepción: que el stalinismo se había extendido a la mayor parte de Europa
oriental, impuesto por las bayonetas rusas, o se había establecido como resultado de los movimientos de
resistencia stalinistas que habían llegado al poder en sus propios países, por ejemplo, los casos de Albania, y
Yugoslavia y, cuatro años más tarde, China.

Ahora bien, según mi entender, a nivel teórico, la IV Internacional no tenía la menor idea acerca de cómo
analizar este asunto y le llevó cierto tiempo resolverlo. Para empezar, hubo una desviación pro-stalinista en el
seno del SWP norteamericano, aunque suene muy extraño. En ese momento, Cannon y los otros estaban en
prisión por los juicios de Minneapolis y John G. Wright era el editor del periódico. En la época en que se
produjo el gran alzamiento de Varsovia, John G. Wright apoyó la insurrección. Los stalinistas, por supuesto,
tildaban de fascista, o de ser una revuelta de los coroneles a la insurrección de Varsovia. Y Cannon escribió
desde la prisión y cambió la línea del periódico poniéndose de acuerdo con la línea rusa. También publican un
montón de propaganda hacia el final de la guerra que hablaba de que el ejército de la Unión Soviética era
“nuestro ejército”, basándose, obviamente, en el hecho de que Trotsky lo había fundado. Ahora bien, por
entonces, la Unión Soviética no era “nuestro ejército”, entendido en términos revolucionarios, ya que
avanzaba por Europa oriental saqueando, violando, y quemando todo a su paso, no tenía propaganda
internacionalista al estilo de la que el ejército ruso había tenido durante la guerra revolucionaria rusa contra la
intervención, e incluso, cuando cruzó la frontera y entró en Checoslovaquia, ordenó que todo aquel que saliera
a las calles con una estrella roja prendida en las ropas fuera fusilado. Entonces, la del SWP fue una desviación
pro-rusa.

Entonces, el movimiento internacional, básicamente a instancias del SWP norteamericano, avanzó hacia la
extraña noción de que la IV Internacional no debía exigir la evacuación de las tropas rusas de Europa Oriental
porque la Unión Soviética había sido muy debilitada por la guerra. No entendían ni siquiera que la guerra se
había terminado.Creían que, como la revolución no se había extendido según el pronóstico de Trotsky, la
Segunda Guerra Mundial no había terminado y trataban de pretender que ésta continuaba. Básicamente, no
comprendieron el fenómeno stalinista.

No comprendieron tampoco el cambio en Europa Oriental. Hasta 1948 seguían llamando a los Estados de
Europa Oriental estados burgueses. Y lo que los convenció de que Yugoslavia no lo era fue su ruptura con
Stalin, y entonces armaron esta teoría más bien tonta llamada de “la asimilación estructural”, donde trataron
de demostrar que al alterar el aparato estatal, lo que previamente habían sido estados burgueses ahora eran
estados obreros. Bien, eso demostraba que no tenían ninguna comprensión de la teoría de clases acerca del
estado en absoluto. Marx explicó hace mucho tiempo, y esto es el ABC del marxismo, que cuando dos estados
con diferente carácter de clase chocan entre sí en un sentido armado, entonces el estado victorioso impone sus
formas de clase sobre el estado derrotado. Esta es la forma, por ejemplo, en que el imperialismo había
saqueado a la mayor parte del mundo. Impuso las relaciones de propiedad capitalistas burguesas a las colonias
que conquistó.
Obviamente, en el caso de Europa Oriental, la burguesía de esa región había sido básicamente destruída. De
todos modos, había existido en una forma embrionaria. Muy pocos de estos países estaban industrializados.
Creo que Checoslovaquia era el único que poseía una industria, estrictamente hablando, de gran envergadura.
Y, de todas maneras, la conquista alemana había destruído a la burguesía en estos países. Por ejemplo, las
acerías Hermann Göering organizaban a gran parte de la industria checa. Ahora bien, en ese sentido, fue
Hitler el que había destruído a la burguesía de Europa Oriental. Cuando la Unión Soviética conquistó esas
regiones, no hay ninguna duda de que les hubiera gustado reconstruirlas, pero ¿cómo se hace para
reconstruirlas sin capital? La Unión Soviética no tenía capitales para exportar, no era un estado imperialista.
Aún más, estuvo ocupando Europa Oriental durante cuatro años con un ejército de cinco millones de
hombres. Entonces es muy obvio que los estados que ésta iba a poner en pie iban a estar basados en el modelo
de la Unión Soviética. Y en verdad lo estuvieron, incluso copiando todos sus vicios. Fueron mini “socialismos
en un solo país”. No eran la extensión internacional de la revolución en el sentido leninista. De hecho, algunos
de los antagonismos nacionales entre estos estados fueron incluso agudizados por las expulsiones de
poblaciones enteras y cosas por el estilo. Pienso en Transilvania, en los alemanes que vivían en
Checoslovaquia, los alemanes en Polonia, y así sucesivamente.

En consecuencia, lo que sucedió en Europa oriental fue que mediante el poder armado, se erigieron estados
siguiendo el modelo de la Unión Soviética. Ahora bien, ¿qué podemos decir de una dirección revolucionaria
que se toma tres años para descubrir si ha habido una revolución en más de media docena de estados?
Obviamente no dirige nada. Ni siquiera se dio cuenta de las cosas, mucho menos estaba dirigiendo algo. Creo
que la bancarrota ideológica que demostró en aquel momento aún permanece entre nosotros en la gran
confusión que hay en el movimiento trotskista. Después de todo, finalmente, si aseguran que la “asimilación
estructural” es posible, en otras palabras, que es posible cambiar parte por parte el aparato del estado, de
modo tal que de un estado burgués se transforme en un estado obrero, no tienen ningún derecho como
revolucionarios de reclamar que son distintos de los socialdemócratas. Los reformistas creen eso también, ¿no
es cierto?

E.I.: Aprovechando la oportunidad, nos gustaría conocer su opinión sobre el primer número de Estrategia
Internacional como revista de política internacional bimensual.

AR: Usted debe tener en cuenta que yo obtengo la información acerca de ella de segunda mano, porque no leo
español, y nuestro camarada que traduce los materiales del español vive en Bristol. De modo que sólo puedo
informarme adecuadamente con lo que él traduce y con lo que él me dice cuando yo voy para allá. Pero creo
que es muy importante la forma en que ustedes han decidido no limitarse a examinar los problemas del
movimiento trotskista en el Cono Sur, como siempre ha sido la tendencia en Argentina y de los otros grupos.
Sino que se han dedicado a estudiar los problemas globales del movimiento trotskista, a mirar hacia afuera,
porque creo que es muy importante que esta tendencia del movimiento trotskista a estar seccionado en áreas
culturales sea cambiada. Es muy obvio que hay una forma de análisis, de discusión, de teoría que es española,
compartida por la España metropolitana y por América Latina, incluso hasta cierto punto, aunque parezca
extraño, por Italia. Después hay una forma inglesa de diálogo trotskista que es muy particularmente inglesa,
que es pragmática, no ideológica, y que trata de ser internacional, pero de una manera muy, pero muy inglesa.
Es muy obvio que el área francesa es otra área cultural que tiene sus propias particularidades. Creo, en
consecuencia, que el intento de romper con lo que en mi opinión son ghettos culturales, es muy importante.

Creo también que vuestra sección acerca de la reconstrucción de la IV Internacional es muy importante,
porque sigue siendo el principal problema. Ofrecí mi opinión antes sobre que la IV Internacional fue
proclamada pero no fue construída, y de hecho no sobrevivió a la Segunda guerra mundial. Bueno, la
necesidad de una internacional es tan grande ahora como lo fue entonces. Reconozcamos que no tenemos una
guerra a la vuelta de la esquina, pero, ¿quién sabe?, puede que muy bien tengamos esto también. Pero toda la
cuestión es que el mundo no se está transformando en un lugar más pequeño, sino que está siendo cada vez
más explotado como un mercado mundial por las grandes potencias y las grandes empresas capitalistas, y
obviamente está la necesidad de que la clase obrera construya su propia contraorganización. Esto es más
urgente ahora que nunca antes, especialmente, ya que tengo la sospecha de que tres grandes áreas de mercado
común se van a repartir el mundo, que se van a aceitar como potencias superimperialistas que se van a pelear
entre sí y van a saquear al tercer mundo. Es una perspectiva muy desagradable de contemplar, algo así como
la pesadilla de George Orwell en 1984.

NOTAS:
1 PCI, Partido Comunista Internacionalista, sección francesa de la IV Internacional, fundada en 1944.
2 Decenas de dirigentes y militantes trotskistas fueron asesinados en los campos de concentración nazis o directamente fusila dos por la Gestapo
bajo la ocupación alemana en los distintos países de Europa que contaban con grupos trotskistas como Francia, Bélgica y Grecia. Entre los más
destacados dirigentes figuran: Abraham León, secretario de la sección belga, miembro del Secretariado europeo; Pantelis Pouliopoulos,
dirigente trotskista griego; Martín Monat, miembro de la sección blega y editor de Arbeiter und Soldat ; León Lesoil, principal dirigente de la
sección belga y Marcel Hic, miembro del Secretariado Europeo bajo la ocupación.
3 El Manifiesto de Buchenwald fue una declaración proclamada cuando este campo de exterminio nazi fue liberado el 20 de abril de 1945. Fue
obra de Marcel Baufrere (de Francia), Florent Galloy (de Bélgica), Ernst Federn y Karl Fischer (de Austria), quienes habían f ormado una célula
trotskista internacional dentro del campo.
4 CCI: Comité Comunista Internacionalista, el grupo trotskista francés durante la Segunda Guerra Mundial. Luego de luchas políticas intesti nas se
unificó con el POI, en una Conferencia realizada en la clandestinidad, creando el PCI.
5 POI: Partido Obrero Internacionalista, de Francia, otro de los grupos franceses que perteneciera a la IV Internacional.
6 La Conferencia de Zimmerwald fue realizada en 1915 durante la Primera Guerra Mundial. Fue convocada por el ala izquierda de la
socialdemocracia europea, cunado la socialdemocracia apoyó en bloque a la guerra imperialista en nombre “de la defensa de la patria”. Frente a la
bancarrota de la II Internacional, la Conferencia se pronunció por la necesidad de crear una nueva internacional revolucionaria. Esta se fundaría
luego de la victoria del bolchevismo en Rusia, en 1919.
7 Todt: nombre de la organización que administraba y abastecía el mercado de mano de obra esclava para las industrias alemana s bajo el nazismo.
El nombre deviene del administrador de dicha organización, el profesor Todt.
8 El grupo oficial de la IV Internacional en Gran Bretaña era el R.S.L: Liga Socialista Revolucionaria. Aunque ya en crisis sostuvo una posición
pacifista “Alto a la guerra” durante la Segunda Guerra Mundial.
9 La Conferencia de Emergencia de la IV Internacional , Nueva York, mayo de 1940. Su llamado se consideró necesario no sólo para discutir los
asuntos políticos en la Internacional luego del pacto Stalin-Hitler, no sólo para evaluar la naturaleza y el desarrollo de la guerra sino también para
establecer una dirección responsable y funcional. Trotsky escribió el manifiesto adoptado por la confernecia. Dicho documento fue el último de
carácter programático antes de su asesinato. (Documents of the Fourth International, Los años de formación (1933-40) Pathfinder Press)
10 WIL: Liga Obrera Internacionalista, partido trotskista “no oficial” de Gran Bretaña, fundado en diciembre de 1937.
11 León Trotsky, Escritos 1939-1940, cartas del 6 y del 13 de agosto de 1940.
12 Pétain, Henry Phillipe, jefe militar de la Primera Guerra Mundial, convertido en Primer Ministro del gobierno de Vichy en Francia (1940-
1945). Su gobierno colaboró con la Alemania Nazi.
13 Luego de la invasión de las tropas alemanas a Francia, el Mariscal Pétain negoció con Hitler el establecimiento del régimen de Vichy, un
régimen colaboracionista con los nazis. Trotsky afirmaba - en una carta del 16 de agosto de 1940 llamada “Cómo defender realmente la
democracia” que no se podía defender las libertades civiles y la democracia en EE.UU a la manera francesa, donde los obreros y campesinos dan
su sangre y los capitalistas concentran el mando en sus manos, negociando con los nazis. Sostenía que había que explicar a los obreros avanzados
que la lucha genuina contra el fascismo es la revolución proletaria.
14 El Blitz: nombre dado al bombardeo alemán en Gran Bretaña entre 1940-42.
15 La Oposición Trotskista fue la fracción que estaba a favor de la Política Militar Proletaria dentro de la RSL, en 1942 fue ron expulsados y la
RSL hizo del rechazo a la PMP un criterio para ser admitido al partido como militante.
16 Shachtman fue un dirigente de la fracción del SWP norteamericano que rompió en 1940 junto con Burnham, porque se oponían a la defensa
incondicional de la URSS. Burnham por su parte sostenía claramente que la URSS no era ya un Estado Obrero Degenerado sino que era lo que él
definía como “ni un Estado Obrero ni un Estado Burgués”. Ambos rompieron con el SWP en el año 1940 llevándose al 40% de los militantes de
ese Partido. Burnham involucionó rápidamente hacia la derecha. Shatchman fundó el Workers Party y atrajo a sus posiciones a varios dirigentes de
la Internacional. Después de la guerra fue hacia posiciones cada vez más socialdemócratas.
17 Jean van Heijenoort, era uno de los secretarios de Trotsky cuando éste estuvo exilado en Prinkipo y continuó como tal hasta el momento que
Trotsky fue asesinado. Después de la guerra rompió con el trotskismo.
18 Sam Levy y Jock Haston, dirigentes de la WIL y luego del RCP, fueron dos dirigentes del grupo inglés RSL. Más tarde, Haston partiparía como
delegado en la Conferencia del año 46 y rompería luego con el trotskismo acabando en las filas de la Socialdemocracia.
19 En ese entonces dirigente de la WIL. Luego Ted Grant fue el fundador de la tendencia The Militant en la posguerra y Gerry Healy fundaría
luego la Socialist Labour League, que en los ‘70 devendría el Workers Revolutionary Party.
20 IKD: Comunistas Internacionalistas de Alemania, tal era el nombre de la organización creada por los ref ugiados alemanes y austríacos en
Londres.
21 El Partido Socialista de Trabajadores -Socialist Workers Party- de Estados Unidos fue durante los ‘40 la principal sección de la
IVInternacional. Fue fundado entre otros, por James Cannon, considerado por Trotsk y uno de los dirigentes más importantes del movimiento.
22 La Brèche, una editorial francesa publicó en 1978 una exhaustiva historia de la IV Internacional que cubre desde su fundac ión en 1938,
pasando por la Segunda Guerra y hasta los Congresos que le siguieron, en 1948 y 1951.
23 Fueron dos dirigentes importantes del SWP norteamericano que se constituyeron como minoría contra el planteo simplista del SWP de la
dictadura militar o la revolución socialista como únicas alternativas posibles, sostuvieron entre 1943 y 1944 que no se podía excluir la hipótesis del
restablecimiento de la democracia burguesa. Formularon un programa que abarcaba la cuestión nacional y las tareas democrática s en la situación
europea de enonces.
24 Nahuel Moreno, el fundador de la LIT-CI y del MAS, sostuvo en los años ‘80 que “...hay que estudiar seriamente si [la Segunda Guerra
Mundial] no fue el intento de extender la contrarrevolución fascista-imperialista a todo el mundo, derrotando principalmente a la Unión
Soviética, pero también a los regímenes democrático-burgueses europeos y norteamericanos [!!]. Lo que decimos es que hay que precisar bien, al
igual que en la guerra civil española, cuál fue el factor determinante ¿Fué la lucha del régimen fascista esencialmente contr a la URSS pero
también contra la democracia burguesa?¿O fue el factor económico, la pelea entre imperialismos por el control del mercado mun dial?...”
Tomado de Revoluciones del Siglo XX, p. 53.
25 Trotsky definió a la guerra civil española así: “El fondo social de ésta (revolución) había sido, en el curso de los últimos seis años, la ofensiva
creciente de las masas contra la propiedad semi-feudal y burguesa. Es precisamente la necesidad de defender esta propiedad la que arrojó a la
burguesía a los brazos de Franco. El gobierno republicano había prometido a la burguesía defender la propiedad por medidas “democráticas”,
pero cayó, sobre todo en julio de 1936, en una completa quiebra.”
“La revolución española muestra una vez más que es imposible defender la democracia contra las masas revolucionarias de otro modo que no
sea por métodos de reacción fascista e inversamente, es imposible llevar una verdadera lucha contra el fascismo de otro modo que no sea por los
métodos de la revolución proletaria. León Trotsky, España, última advertencia - La lección de España. Los trotskistas pelearon en la guerra civil
por la revolución proletaria, ubicándose tácticamente en el campo militar de la República.
26 El defensismo consiste en la defensa de la “patria” interrumpiendo la lucha de clases por la “unión sagrada” con la burguesía imperialista”.
En el caso de Francia, la defensa de la “patria” francesa en contra de la invasión alemana según líneas puramente nacionales. La IV
Internacional se oponía a esta política afirmando que “contra la consigna reaccionaria de la ‘defensa nacional’ es necesario plantear la
consigna de la destrucción revolucionaria del estado nacional. Es necesario oponer a la locura de la Europa capitalista el pr ograma de los
Estados Unidos Socialistas de Europa...”
27 Lutte Ouvrière proviene de una fracción del POI originada en 1939.
28 Left Book Club, es el nombre de una casa editorial inglesa de orientación stalinista y reformista de izquierda, muy conoci da entre los años
1930-1940.

Estrategia Internacional N° 8
Mayo/Junio - 1998

El encuentro del Aguila y el León


TROTSKY, BRETON Y EL MANIFIESTO DE
MEXICO
por Gérard Roche (Segunda Parte)

Traducido por Rossana Farías y Silvia Novak

LA AMISTAD DE LOS PERROS Y LOS "GRANDES TRANSPARENTES"

"En nuestros días, no se puede consentir que exista un misticismo portátil, algo así como un perrito
doméstico que uno lleva a su lado". Trotsky, Literatura y revolución.

Esta frase, escrita en 1923, con un singular efecto de boomerang, tomó a la distancia, quince años más tarde,
una significación muy simbólica e irónica en torno a un debate sobre los perros entre Trotsky y Breton. Esta
nueva escaramuza parecía, en un principio, anodina: Trotsky, que amaba a los animales -y que también los
cazaba- pensaba que los perros eran capaces de emociones casi humanas y que podían sentir amistad por el
hombre. Una tarde, en el curso de una discusión en Patzcuaro, Breton fue conmocionado. Jacqueline Lamba
reconstruye la polémica que se entabló en ese momento. Breton rechaza lo que parece ser "en principio, una
posición sentimental ". "¿Qué pruebas puede haber de lo contrario?", replica Trotsky, agregando que "sus
reacciones tienden a hacernos creer, de forma muy verosímil, que los perros sienten amistad". Luego de una
interminable discusión, Trotsky concluye, riendo: "Sería necesaria, sin duda, una tercera persona, mitad perro,
mitad hombre para arbitrar este debate; a falta de su existencia y considerando la reacción de los perros hacia
el hombre, me atengo a mis sentimientos" (39). Breton no digirió, por cierto, la discusión sobre los perros ni
la conclusión de Trotsky, puesto que sintió la necesidad, en 1942, de recordar el incidente. Sin dar el nombre
de Trotsky, fácilmente reconocible, Breton deplora que quien ha estado al frente de grandiosos
acontecimientos en la historia, posea "una visión antropomórfica sobre el mundo animal" que, según él, "pone
al descubierto en su manera de pensar deplorables facilismos".

"Siempre me ha parecido que el pensamiento con mayor dominio de sí mismo, el más agudo, el más apto
para superar todos los obstáculos en el campo en que se aplica, fuera de este campo, se acomoda a las más
extrañas complacencias. Mi sorpresa a este respecto se cristaliza siempre en torno a una conversación en la
que yo tenía por interlocutor a un espíritu de una envergadura y un vigor excepcionales. Era en Patzcuaro,
en México: siempre nos recordaré yendo y viniendo a lo largo de la galería que daba sobre un patio florido,
adonde subía, desde veinte jaulas, el grito del sinsonte. La mano nerviosa y fina que había dirigido algunos
de los acontecimientos más grandes de este tiempo, se distraía acariciando a un perro que vagaba alrededor
nuestro. Hablaba de los perros y yo observaba cómo su lenguaje se hacía menos preciso, su pensamiento
menos exigente que de costumbre Se abandonaba a amar, a atribuirle a un animal bondad natural, hablaba,
incluso, como todo el mundo, de devoción. Yo intentaba demostrarle lo que hay de arbitrario en atribuirles a
las bestias sentimientos que sólo tienen un sentido apreciable en tanto se refieran al hombre, ya que eso nos
llevaría a considerar al mosquito como conscientemente cruel y al cangrejo, como deliberadamente
retrógrado. Se hizo claro que se ofuscaba al tener que seguirme en este camino: insistía -y esta debilidad es,
por otra parte, emocionante a la distancia, en razón del destino trágico con que los hombres habrán pagado
su entrega total a su causa- en lo que el perro sentía por él, en toda la acepción de la palabra amistad"(40).

En Prolegómenos a un tercer manifiesto surrealista o no, Breton cuestiona el antropomorfismo, al que


sustituye por una especulación intelectual fundada en la vida mítica que le parece más fecunda. "No hay
sociedad sin mito social", escribe Breton. El debate acerca de la amistad con los perros encuentra su
prolongación en una reflexión sobre el mito. El hombre no es "el rey de la creación", tampoco es "la línea de
mira del universo". Inspirado por la lectura de Novalis y de William James, Breton, "sin tomar en cuenta las
acusaciones de misticismo" deja vagar su espíritu:

"Creo tener que observar que no me alejo aquí, sensiblemente, del testimonio de Novalis: `Vivimos en
realidad dentro de un animal del que somos parásitos. La constitución de este animal determina la nuestra y
viceversa ´, y que acuerdo plenamente con el pensamiento de William James: `Quién sabe si, en la
naturaleza, no tenemos un lugarcito al lado de seres insospechados, como nuestros gatos y nuestros perros
viviendo a nuestro lado en nuestras casas".(41)

A estos hipotéticos seres invisibles, fuera del alcance de los sentidos del hombre, Breton los llama los
Grandes Transparentes.

¿Discutió Breton con Trotsky sobre la hipótesis de William James y su concepción del mito? Esto es lo que
afirma, en todo caso, Lionel Abel, apoyándose en las confidencias del mismo Breton. Trotsky, escandalizado,
se habría enfurecido : "Le gritó a Breton -escribe Lionel Abel- que no teníamos necesidad de nuevos mitos,
sino de mayor claridad. El no había rechazado a la III Internacional para anunciar que formaba parte de un
animal gigantesco, desconocido para el mismo Breton o, por añadidura, para James, o para no importa qué
idealista americano". (42) Poco importa, a fin de cuentas, que la discusión haya existido o no; apostamos a
que Trotsky no habría respondido de otra manera. Si bien la preocupación del mito colectivo ya estaba
presente en los años 37-38, nos parece, sin embargo, que no fue sino más tarde, hacia mediados de los años
cuarenta, cuando tomó todo su vuelo y su importancia en el pensamiento de Breton. El descubrimiento y la
lectura en profundidad de Fourier en los Estados Unidos aceleraría este proceso, que finalmente terminó
cuestionando al marxismo como medio absoluto de conocimiento de la realidad social. Su visión de la historia
sería, de la misma manera, profundamente modificada.

EL "COMPLEJO DE CORDELIA"

Cordelia: "Qué hará Cordelia? Amar sin pronunciar palabra..." Shakespeare, El Rey Lear.

Es, sin duda, hacia finales de mayo o principios de junio, cuando Trotsky le pide a Breton la redacción de un
proyecto de manifiesto que debe servir de base de reagrupamiento a los escritores y artistas revolucionarios.
Es entonces cuando se produce un extraño fenómeno: Breton, paralizado, "con el aliento de Trotsky en la
nuca" -según la expresión de Van Heijenoort-, no logra redactar el proyecto solicitado. El retraso persistente
provoca, en el transcurso del mes de junio, un breve y violento incidente entre Trotsky y Breton. En la ruta de
Guadalajara, en medio del viaje, Breton es obligado a descender del auto que encabeza la caravana; Van
Heijenoort toma entonces su lugar cerca de Trotsky, quien viaja sentado en el asiento trasero del auto, derecho
y silencioso, visiblemente irritado. Fue el retraso de Breton en redactar el manifiesto lo que provocó la cólera
de Trotsky. Después de este incidente, hubo un enfriamiento que duró varios días, luego, las relaciones
cálidas se restablecieron. A comienzos de julio hubo otro viaje de varios días a Patzcuaro. Después de las
excursiones del día, por las noches se desarrollaban animadas discusiones alrededor de cuestiones del arte y la
política. Hubo incluso la intención de publicar estas conversaciones bajo el título de "Las conversaciones de
Patzcuaro" firmadas por Breton, Rivera y Trotsky. Lamentablemente, Breton cayó enfermo, afectado de
pronto por una afasia. El león surrealista estaba privado de su voz frente a la estatura imponente del águila.
Por cierto, se pueden hacer comentarios sobre las razones psico-somáticas de esta enfermedad repentina, que,
por desgracia, nos privó de un libro magnífico, que hubiera rivalizado con las conversaciones entre Goethe y
Eckermann.(43) Breton sintió la necesidad de explicarse acerca de su inhibición, en una carta a Trotsky,
escrita en el barco que lo llevaba de vuelta a Francia:

"Muy querido León Davidovitch,

Me animo más a llamarlo así, ahora que no estoy en vuestra presencia. Sin embargo, frecuentemente he
deseado hacerlo y, si se lo digo, es para que usted mida la inhibición de que soy víctima, cada vez que se ha
tratado de intentar algo en vuestra dirección y bajo vuestra mirada. Esta inhibición destaca ante todo -
quisiera hacérselo comprender a cualquier precio-, la admiración sin límites que le profeso; aquella no ha
sido, en estos últimos tiempos, más que su otra cara. Así, muy frecuentemente, me he preguntado lo que
sucedería si, aunque sea imposible, me encontrase frente a uno de esos hombres alrededor de los cuales he
moldeado mi pensamiento y mi sensibilidad: digamos por ejemplo, Rimbaud o Lautréamont. Me sentiría de
golpe extrañamente privado de medios, preso de una especie de necesidad perversa de disimularme. Es lo
que yo denomino, recordando al Rey Lear, mi "complejo de Cordelia": no se burle, es totalmente innato,
orgánico, lo creo totalmente imposible de desarraigar. Usted es, precisamente, uno de esos hombres, quizá
también -no estoy del todo seguro, a causa de Freud - el único vivo. (...) Pero no lo aburriré más con estas
explicaciones sentimentales. Tal vez puedan solamente hacer justicia sobre el malentendido de la ruta de
Guadalajara, que usted tuvo razón en querer dejar en claro."(44).

Podemos abandonarnos a imaginar el diálogo que se entabla -en el asiento trasero del auto que corre hacia
Guadalajara- entre Trotsky-Lear y Breton-Cordelia; un diálogo que podría parecerse extrañamente al del
drama de Shakespeare:

" Lear - ... Y ahora, vos, alegría nuestra, la última, aunque no la menos querida, cuyo amor juvenil disputan
competidores, las viñas de Francia y la leche de Borgoña, ¿qué podéis decir que merezca un tercio más rico
que el de tus hermanas? ¡Habla!

Cordelia - Nada, señor.

Lear - ¿Nada?

Cordelia - Nada.

Lear - De nada, no vendrá nada. Habla de nuevo.

Cordelia - ¡Infeliz de mí, que no puedo llevar dentro de mis labios mi corazón! Amo a vuestra Majestad
conforme a mi deber, ni más ni menos.

Lear - ¡Cómo, cómo, Cordelia! Enmendad un poco vuestras palabras, si no queréis dañar vuestros
intereses."(45).

"EL EJE INVISIBLE DE LA REVOLUCION"


El proyecto que Breton presentó finalmente a Trotsky, escrito en tinta verde, fue discutido y modificado en el
curso de varias sesiones. Trotsky recortaba el manuscrito de Breton, pegaba en su propio manuscrito
dactilografiado los pasajes que se habían seleccionado en la discusión, que él mismo corregía a mano. El texto
en ruso era inmediatamente traducido por Jean Van Heijenoort. La versión definitiva del manifiesto no se
distingue casi del texto inicial redactado por Breton, aunque aquí o allá se observan modificaciones no
carentes de interés. El manifiesto aparece como la fusión notable de dos corrientes de pensamiento y de dos
concepciones de la creación intelectual, concepciones muy antiguas, pero revividas y modificadas por la
experiencia y, sobre todo, por el contacto enriquecedor y estimulante entre los dos hombres.

El esfuerzo de análisis teórico de la degeneración burocrática de la URSS emprendido en La Revolución


Traicionada, condujo a Trotsky a hacer un terrible balance de la condición intelectual y del arte.

Los contactos con los intelectuales de Partisan Review, las largas discusiones con Breton y Rivera,
condujeron a Trotsky, durante el mes de junio de 1938, a escribir varios artículos consagrados al arte oficial
soviético. Este le parece aún más servil que el arte cortesano de la época de la monarquía, porque descansa
sobre una falsificación sin precedentes en la historia, destinada a magnificar al "jefe", es decir a Stalin.
Durante el mes de junio, Trotsky repite, en varias ocasiones, este veredicto sin apelación: "El arte de la época
stalinista entrará en la historia como la expresión más espectacular de la profunda declinación de la
revolución proletaria". Breton estaba tan horrorizado como Trotsky frente al aspecto profundamente
reaccionario del "realismo socialista", que en la URSS, luego de abril de 1932, había sucedido a la teoría del
arte y de la literatura proletaria como "armas de la lucha de clases". Breton rechaza el "realismo socialista"
como había rechazado y combatido la futilidad de la literatura proletaria en los años ´20. En un texto teórico
de gran intensidad, escrito un año antes del viaje a México, Breton niega que el arte de una época pueda
consistir en la "pura y simple imitación de los aspectos que reviste esa época" y rechaza como "errónea" la
concepción del "realismo socialista" que pretende imponer al artista "excluyendo toda otra expresión, la
pintura de la miseria proletaria".(46) En México, reafirma las exigencias propias del arte y la poesía:

"Así como no he dejado de sostener que la poesía estaba hecha para expresar, no el "contenido manifiesto"
sino el "contenido latente", que tiene como función objetivar el "mito colectivo" de una época, de la misma
manera me he opuesto siempre a que la poesía pueda servir como instrumento de propaganda, aunque sea
con la intención de propagar la revolución. Mi ruptura con Aragon en 1930 se debió en gran parte a mi
intransigencia en este punto. He dicho que la poesía, ante todo arte de lenguaje, obedece a determinaciones
particulares, se desarrolla según una curva particular que es imposible hacer coincidir con el desarrollo de
las reivindicaciones sociales".(47).

El manuscrito de Breton, (48), conservado en la Houghton Library, comparado con el texto del manifiesto,
permite circunscribir la parte que se debe a Trotsky de la de Breton, y al mismo tiempo, nos da una idea más
precisa de su elaboración.

Algunos pasajes del manifiesto indican claramente que ciertas divergencias entre Trotsky y Breton fueron, si
no resueltas, al menos parcialmente superadas. Así ocurrió con el azar objetivo, ásperamente discutido por
Trotsky. Sobre este punto, el bosquejo de Breton se retomó integralmente en el texto del manifiesto. El
proceso del descubrimiento en el dominio del arte o de la ciencia, que conduce al conocimiento, se describió
en términos idénticos a los que definen el azar objetivo:

"En lo que conserva de individual en su génesis, en tanto pone en marcha cualidades subjetivas para
despejar cierto hecho que ocasiona un enriquecimiento objetivo, un descubrimiento filosófico, científico o
artístico aparece como el fruto de un azar precioso, es decir, como una manifestación más o menos
espontánea de la necesidad. No se podría ignorar tal aporte, tanto desde el punto de vista del conocimiento
en general (que tiende a que se continúe la interpretación del mundo) como desde el punto de vista
revolucionario (que, para llegar a la transformación del mundo, exige hacerse una idea exacta de las leyes
que rigen su movimiento)". (49).

De igual modo, se puede suponer que el debate concerniente a Freud y el psicoanálisis terminó en un
compromiso. Cuando Breton afirma que la vocación artística es el resultado de un "choque entre el hombre y
algunas formas sociales que le son adversas", se hace eco de Trotsky cuando éste escribe que la creación
artística "es siempre un acto de protesta contra la realidad, consciente o inconsciente".(50) La creación
artística se define en el manifiesto con ayuda de términos tomados directamente del psicoanálisis:

"El mecanismo de sublimación, que interviene en tal caso, y que el psicoanálisis puso en evidencia, tiene
como objeto restablecer el equilibrio roto entre el "yo" coherente y los elementos reprimidos. Este
restablecimiento se opera en beneficio del "ideal de sí" que levanta contra la realidad presente, insoportable,
las potencias del mundo interior, del "sí", comunes a todos los hombres, y constantemente en vías de
expansión en el devenir".(51)

Trotsky y Breton son adversarios de la teoría del "arte por el arte", pero también lo son del arte de
propaganda, o más aún, según la expresión de Engels, del arte "tendencioso". Suscriben, especialmente
Breton, lo que escribía Engels mismo, en abril de 1888, a Miss Harkness: "Cuanto más disimulados estén los
puntos de vista del autor mejor será para la obra artística".(52) Cuando Trotsky propone incluir en el
manifiesto que el artista, permaneciendo independiente, no puede servir a la lucha emancipadora más que a
condición de "estar impregnado subjetivamente de su contenido social e individual, de haber hecho hecho
pasar el drama por sus nervios y de buscar libremente dar una encarnación artística a su mundo interior", no
hace más que repetir bajo otra forma, lo que ya escribía en Literatura y Revolución:

"El eje invisible (el eje de la tierra también es invisible) debería ser la revolución misma, alrededor de la que
debería girar toda la vida agitada, caótica y en vías de reconstrucción. Para que el lector descubra este eje,
el autor debería haberse preocupado por ello, y al mismo tiempo, haber reflexionado seriamente sobre
ello".(53)

Breton, por su parte, niega que se puedan hacer obras de arte, ni siquiera en último análisis, obras de arte
útiles, restringiéndose a expresar únicamente el "contenido manifiesto" de una época. El surrealismo no se
propone más que la expresión de su "contenido latente". En "Posición política del arte de hoy", Breton
destaca que la Comuna de París dejó al arte enfrentado a sus propios problemas: antes como después, los
problemas a los que se enfrentaba el artista "continuaron siendo los mismos": la fuga de las estaciones, la
naturaleza, la mujer, el amor, el sueño, la vida y la muerte".(54) Coincide con Trotsky, para quien el artista
debe, ante todo, "dar libremente una encarnación a su mundo interior".

"Es que el arte, en toda su evocación en los tiempos modernos, está llamado a saber que su cualidad reside
únicamente en la imaginación, independientemente del objeto exterior que le dió nacimiento. Está llamado a
saber que todo depende de la libertad con la que esta imaginación alcance a realizarse, y a realizarse ella y
sólo ella. La condición misma de la objetividad en el arte es que éste aparezca como apartado de todo círculo
determinado de ideas y de formas. Es por esa vía que puede adecuarse a su necesidad primordial, que es la
de ser totalmente humano".(55).

Sobre ese punto, Trotsky y Breton parecen haberse puesto de acuerdo, como lo atestigua el manifiesto que
afirma que, en materia artística, "importa esencialmente que la imaginación escape a toda coacción, que no
permita, bajo ningún pretexto, que se le impongan escalafones". Trotsky había subrayado ya en Literatura y
Revolución que el arte no tiene como meta la imitación de un modelo exterior, aunque sea el de la realidad del
mundo proletario, sino que le es indispensable alimentarse en el hogar del "lirismo personal".

"Nuestra concepción marxista del condicionamiento objetivo del arte y de su utilidad social no significa en
absoluto, cuando ésta se traduce en el lenguaje de la política, que querramos dirigir el arte mediante
decretos y prescripciones. Es falso decir que para nosotros, únicamente es nuevo y revolucionario un arte
que hable del obrero; en cuanto a pretender que exigimos de los poetas que describan exclusivamente las
chimeneas de las fábricas o una insurrección contra el capital, es absurdo. Por supuesto, por su misma
naturaleza, el arte nuevo no podrá dejar de ubicar a la lucha del proletariado en el centro de su atención.
Pero el arado del arte nuevo no está limitado a un cierto número de surcos numerados: por el contrario,
debe labrar y roturar todo el terreno, a lo largo y a lo ancho. Por pequeño que sea, el círculo del lirismo
personal tiene, indiscutiblemente, el derecho de existir en el arte nuevo. Más aún, el hombre nuevo no podrá
formarse sin un nuevo lirismo".(56).
En su proyecto inicial, como lo muestra el manuscrito conservado en la Hougthon Library, Breton había
retomado en su conclusión la fórmula usada por Trotsky en Literatura y Revolución: "Total permiso en el
arte, salvo contra la revolución proletaria". A su regreso de México, Breton indicó que fue el mismo Trotsky
quien lo puso en guardia contra los abusos que podrían hacerse de este último constituyente de la frase, y
borró sin dudar "salvo contra la revolución proletaria".(57) Otro párrafo del manuscrito de Breton, igualmente
restrictivo y que iba en el mismo sentido que la fórmula precedente, no fue seleccionado. (58). Sobre esta
cuestión de la independencia del arte y de la creación, el pensamiento de Trotsky sufrió una evolución
importante. En La Revolución traicionada, redactada dos años antes, Trotsky adhiere aún a su antigua
fórmula, puesto que escribe que el Estado obrero debe permitir a las tendencias artísticas "una libertad
completa en su propio tereno", pero, agrega, poniendo "por delante de todo criterio: a favor o en contra de la
revolución".(59). Pero luego, los procesos amañados y las sangrientas ejecuciones en la URSS mostraron
hasta dónde podía llegar la burocracia en su odio ciego a la revolución y a la libertad. La degeneración del
arte soviético, que llega incluso a celebrar las macabras ejecuciones de los procesos, le hacen temer el abuso
que podría hacerse en el futuro del criterio "a favor o en contra de la revolución proletaria" en el terreno del
arte. En verdad, ¿no es una fórmula que un régimen burocrático sin escrúpulos, que "pervierte las palabras" y
"aliena la libertad" -para tomar las palabras de Breton-, podría utilizar para sus propios fines con el objetivo
de aplastar al arte? (60). Trotsky completa esta importante y significativa modificación de su formulación
sobre las exigencias de la creación artística, en un párrafo redactado íntegramente por él, y cuyo estilo es
fácilmente reconocible:

"Si para el desarrollo de las fuerzas productivas materiales, la revolución debe erigir un régimen socialista
de planificación centralizada, para la creación intelectual, debe, desde su mismo comienzo, establecer un
régimen anarquista de libertad individual".(61).

Se puede medir aquí el paso dado por Trotsky, que escribía en La Revolución Traicionada que la creación
intelectual "necesita libertad... la ciencia, el arte no deberán sufrir ningún plan impuesto, ninguna sombra de
obligación". Es recién a partir del contacto con André Breton y luego de largas discusiones con él en
compañía de Rivera, que Trotsky siente la necesidad de precisar que el arte requiere un "régimen anarquista"
de libertad individual. Cómo no relacionar este hecho con lo que escribía Breton en 1937: entre los diversos
procesos del espíritu es "únicamente apelando al automatismo bajo todas sus formas, que se puede esperar
resolver, por fuera del plano económico, todas las antinomias que, habiendo preexistido a la forma de
régimen social bajo la que vivimos, corren el riesgo de no desaparecer con ella". (62).

Al término de un análisis lamentablemente muy somero del manifiesto "Por un arte revolucionario
independiente", se puede observar el acercamiento excepcional de dos pensamientos y de dos procesos, que
eran, sin embargo, muy diferentes al principio. No compartimos la opinión de Arturo Schwartz, quien escribe
que las relaciones entre Trotsky y Breton estuvieron marcadas por "un vicio original" y que "siempre fueron
en un único sentido: mientras que la universalidad de la visión de poeta le permitía a Breton abrazar la causa
social, el exclusivismo de la visión de hombre político, privaba a Trotsky de un punto de vista más amplio
sobre lo humano" (63), agregando que Trotsky jamás comprendió "las reivindicaciones surrealistas". Nada
más alejado de lo que el mismo Breton pensaba sobre este punto. En los Entretiens, insiste no sólo en lo que
"había de prodigioso en su organización mental" sino también en lo que "podía tener de humano en el sentido
más elevado del término (...) esa facultad de relacionar cada pequeño hecho observable con un dato general,
de convertirlo -sin que ello tuviera nada de artificial o de forzado- en esperanza de un reajuste de los valores
de este mundo, que vieniera a fortificar aún más el sentimiento de la necesidad de la lucha
revolucionaria"(64). Por cierto, no es cuestión de sostener el punto de vista inverso, según el cual Trotsky se
habría hecho una idea perfectamente clara de los objetivos surrealistas y que, finalmente, habría adherido a
ellos. Muchos terrenos le resultaban cerrados, e incluso desconocidos. En su discurso del 11 de noviembre de
1938, Breton recuerda que los nombres de Sade y Lautréamont "lo hacían poner ligeramente molesto", pero,
agrega, Trotsky le exige que precise el rol que ellos habían jugado en su pensamiento "ubicándose desde el
único punto de vista justo, desde el punto de vista común al revolucionario y al artista, que es el de la
liberación humana" (65).

Algunos, como René Etiemble, cuestionaron la validez del acercamiento entre Trotsky y Breton. En el
transcurso de una conferencia en México en 1939, Etiemble destacó que "estaba sorprendido por la colusión
que existe entre el racionalismo de Trotsky y el irracionalismo ampliamente afirmado de los surrealistas". Al
final de la conferencia, Van Heijenoort, que estaba en la sala, propuso a Etiemble una entrevista con Trotsky,
que le dio la posibilidad de preguntarle a éste último sobre su alianza con Breton. Trotsky le respondió "que
no podía permitirse ser sectario sobre las cuestiones ideológicas cuando era tan difícil encontrar aliados: ya
que los surrealistas aceptaban la unidad de acción, no veía por qué debería rechazar una alianza con ellos".
(66). El materialismo dialéctico tal como lo defendía Trotsky, ¿era tan incompatible con el espíritu del
surrealismo, cuya reivindicación de lo irracional dista mucho de ser su único componente? Por otra parte, nos
parece un poco estrecho, y no demasiado justo, caracterizar el pensamiento de Trotsky como "racionalista", de
la misma forma que nos parece caricaturesco reducir el surrealismo a lo irracional. Hemos subrayado cuán
cerca de Hegel y sobre todo de Engels se sentía Breton, y que no duda en reivindicar alto y fuerte la adhesión
del surrealismo a las tesis del materialismo dialéctico. El surrealismo no se considera a sí mismo únicamente
como un cuestionamiento radical al viejo pensamiento racionalista de Augusto Comte, sino que reivindica una
liberación total del espíritu y una fusión del entendimiento humano en la que la razón y lo irracional dejen de
ser percibidos contradictoriamente. La riqueza de las discusiones entre Trotsky y Breton, la complejidad de
las cuestiones planteadas, su manera de responder a ellas, desprovistas de todo sectarismo, hacen ampliamente
justicia de las críticas simplificadoras que tienden a reducir a dos corrientes de pensamiento originales y
matizadas, a categorías abstractas y estrechas.

LA MIRADA DEL AGUILA

La última entrevista entre Breton y Trotsky fue muy cálida. La guerra amenazaba y Breton sabía que corría el
riesgo de ser reclutado desde el momento mismo de su regreso a Francia. Jean Van Heijenoort nos brinda un
testimonio emocionante de esos últimos instantes:

"Mientras estaban a punto de separarse en el patio soleado de la casa azul de Coyoacán, en medio de los
cactus, los naranjos, las Santa Rita y las estatuas, Trotsky fue a buscar a su escritorio el manuscrito común
del manifiesto y se lo dio a Breton. Breton se emocionó mucho. Era, por parte de Trotsky, un gesto inusual,
único incluso durante todo el tiempo en que yo había vivido con él".(67).

Breton llega a Francia con una responsabilidad abrumadora, que descansa casi únicamente sobre sus espaldas:
poner en pie, sin demora, la Federación Internacional del Arte Independiente (F.I.A.R.I.). Desde los primeros
días, despliega una intensa actividad y logra reunir, a fines de septiembre de 1938, a unos sesenta
intelectuales, artistas y escritores, que le dan su adhesión; entre ellos, los franceses, Giono, Marcel Martinet,
Henri Poulaille, y los extranjeros Ignazio Silone, Jef Last, Helge Krog, Herbert Read, Karel Teige, entre otros.
Pero también hay notables ausencias y rechazos. Breton visita a Gide, quien no acepta aportar su firma,
aunque no excluye colaborar eventualmente con el futuro boletín de la F.I.A.R.I. Otros lo esquivan por
diversas razones, como Roger Martin du Gard. Breton deplora la defección de Gaston Bachelard quien se
declara "incompetente". Por su lado, Trotsky intenta acelerar el proceso en México, pero rápidamente los
resultados se demuestran modestos, incluso decepcionantes. Diego Rivera, enfermo y deprimido, falta a la
cita. Las cosas se dilatan en los Estados Unidos, en donde Dwight Macdonald, portavoz de Partisan Review,
frena el movimiento. Una discusión triangular entre París, Nueva York y México, arbitrada por Trotsky, que
nació de las reticencias de Macdonald, en desacuerdo con los pasajes del manifiesto relacionados con el
psicoanálisis, hizo perder varios meses. Recién el 2 de marzo de 1939, es decir, siete meses más tarde de la
redacción del manifiesto, una treintena de intelectuales americanos se reúnen, por iniciativa de Partisan
Review, y deciden formar la League for Cultural Freedom and Socialism, que se declara simpatizante del
manifiesto de México. Finalmente, el congreso mundial y la constitución de un Comité Ejecutivo
Internacional de la F.I.A.R.I. jamás verán la luz. Pero a partir de enero de 1939, y en los meses siguientes, el
grave conflicto entre Trotsky y Rivera, que desemboca en su ruptura, hace planear una sombra amenazante y
mortal sobre la F.I.A.R.I. La dolorosa ruptura entre Trotsky y Rivera afecta profundamente a Breton. "No
hace falta decirle, -escribe a Trotsky- , que la actividad de la F.I.A.R.I. se encuentra gravemente afectada por
esta ruptura entre usted y Rivera" (68). Sin embargo, si se puede hablar de un fracaso de la F.I.A.R.I. no es
por falta de energía desplegada por Breton, quien cumplió con la tarea comprometida. Como lo precisará
Breton más tarde a André Parinaud: "Un fracaso tal, en este momento, se confunde con muchos otros. Todo
ocurre como si la actividad intelectual, en las más diversas direcciones, marcara un tiempo de detención,
como si el espíritu estuviera ya advertido de que nada es capaz de hacer retroceder a la plaga".(69).

A pesar de las fluctuaciones de su pensamiento político y sus posicionamientos ulteriores, que lo alejarían del
marxismo, Breton jamás renegará del manifiesto ni de su actividad en favor de la F.I.A.R.I. En diciembre de
1945, declara, durante una entrevista, que "es una cuestión de vida o muerte para el surrealismo continuar
reivindicando la plena libertad de investigación artística" y que se atiene a "los términos de llamado Por un
arte revolucionario Independiente"(70). A pesar de tomar distancia de la IV Internacional y de las ideas
defendidas por Trotsky, Breton mantiene intacta su admiración por el exiliado de México. En 1957, en
ocasión del 40º aniversario de la Revolución de Octubre, evoca la mirada de Trotsky "fija sobre él" y que "por
sí sola" basta para ordenarle:

"guardar fidelidad a una causa, la más sagrada de todas, la de la emancipación del hombre... Nada logrará
extinguir a una mirada tal y la luz que de ella se eleva, de la misma manera que el Thermidor no pudo alterar
los rasgos de Saint - Just".(71).

NOTAS.
39.- "Entretien d´Arturo Schwartz avec Jaqueline Lamba" op.cit., p.210.
40.- André Breton, "Prolégomènes à un troisième manifeste du surréalisme ou non", 1942. en Manifestes, p. 348-349.
41.- Ibidem, p. 350-351.
42.- Lionel Abel, op.cit., p. 48.
43.- Eckermann, Johann Peter (11792- 1854), escritor alemán, secretario y amigo de Goethe. Sus conversaciones aparecieron bajo el título de
Conversaciones de Goethe con Eckermann.
44.- André Breton a León Trotsky, 9 de agosto de 1938, Houghton Library (369).
45.- Shakespeare, El rey Lear, Obras Completas, Editorial Aguilar, 1966, España, p. 1631, traducción de Luis Astrana Marin. Trotsky y Breton, al
igual que Marx, tenían una gran admiración por Shakespeare. El rey Lear, traicionado por sus dos hijas a las que había dotado ricamente, sólo
conservaba el amor de Cordelia, su hija menor, a la que había repudiado. Drama de ingratitud y de locura, El rey Lear es la más atormentada y, sin
duda, la más bella de las piezas de Shakespeare.
46.- André Breton, "Limites non frontières du surréalisme", 1937, en La Clé des Champs, p. 21.
47.- "Diálogo con André Breton", Universidad de México, junio de 1938.
48.- "Pour un art révolutionnaire indépendant", 25 de julio de 1938. Nos remitimos al volumen 18 de las OEuvres, p. 198-211. en el que se
publican juntos el texto definitivo del manifiesto y el proyecto de Breton.
49.- "Pour un art révolutionnaire indépendant " OEuvres, 18, p.199. Breton parece haberse inspirado en los textos filosóficos de Engels
publicados bajo el título de "Etudes philosophiques" por E.S.I. en 1935, obra que cita sobre todo en "Limites non frontières du surréalisme", en
1937. Hay, en efecto, una estrecha filiación entre la concepción del azar objetivo y la resolución de las antinomias tales como las definía Breton, y
el método dialéctico de Hegel reivindicado por Engels.
50.- Trotsky, "L´Art et la Révolution", 17 de junio de 1938, carta a Partisan Review, OEuvres , vol.18, p. 82.
51.- "Pour un art révolutionnaire indépendant ", op.cit. p.203.
52.- Breton se refiere a la carta a Miss Harkness en "Limites non frontières du surréalisme", op.cit. p.21. Engels escribe exactamente: "Estoy muy
lejos de acusarla de no haber escrito un relato puramente socialista, una ´novela tendenciosa´, como la denominamos los alemanes, para subrayar
los conceptos políticos y sociales del autor. No es eso a lo que me refiero. Cuanto más disimulados estén los puntos de vista (políticos) del autor
mejor será para la obra artística". Karl Marx, Friedrich Engels, "Sobre el arte", Ediciones Estudio, 1967, p. 41, Traducción de Héctor Rossi. La
palabra (políticos) fue tachada por Engels.
53.- Trotsky, "Litérature et Révolution", p.96.
54.- André Breton, "Position politique de l´art aujourd´hui", op.cit. p. 257.
55.- Ibidem, p. 257-258.
56.- Trotsky, "Litérature et Révolution", p. 196.
57.- "Visite à Léon Trotsky", op. cit., p. 116.
58.- Se trata del siguiente párrafo: "Salvo en el caso, evidentemente, que su obra tomara un sentido hostil a la causa de la emancipación humana, o
entrara en contradicción con el materialismo dialéctico que es su clave, el artista no tiene obligación de responder más que ante sí mismo sobre las
formas de las tentaciones variables que ha sufrido", "Pour un art révolutionnaire indépendant " op.cit., texto de Breton, p.205.
59.- Trotsky, "La Révolution Trahie", p. 123.
60.- André Breton, "Du ´réalisme socialiste´ comme moyen d´extermination morale", La Clé des Champs, p. 337-338.
61.- "Pour un art révolutionnaire indépendant ", op.cit., p.206.
62.- "Limites non frontières du surréalisme" op. cit., p. 20-21.
63.- Arturo Schawrtz, op. cit. p.14.
64.- André Breton, Entretiens (1913-1952), Gallimard, 1969, p.188.
65.- "Visite à Léon Trotsky", op.cit. p.116.
66.- René Etiemble, "The Tibetan Dog", Yale French Studies, 31 de mayo de 1964, p.130. Correspondance avec René Etiemble.
67.- Van Heijenoort, op.cit., p. 189.
68.- Breton a Trotsky, 2 de junio de 1939, Houghton Library (371).
69.- Entretiens, p. 192.
70.- Ibidem, p. 233.
71.- André Breton, "La Révolution d´Octobre", en Arturo Schwartz, op.cit., p. 195.

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