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INSTITUCIONES EN MATERIA FAMILIAR

1.1. ESTADO CIVIL DE LAS PERSONAS Y SU REGISTRO


1.2. MATRIMONIO Y CONCUBINATO
1.3. DIVORCIO

ESTADO CIVIL DE LAS PERSONAS Y SU REGISTRO

a) Estado civil de las personas

El estado civil de las personas, es un atributo de la personalidad 1. El estado (civil o


político) de una persona consistente en la situación jurídica concreta que guarda
en relación con la familia y el Estado o la nación, en este sentido depende de la
situación jurídica la atribución de derechos e imposición de obligaciones para cada
persona.
El estado civil de las personas comprende las distintas calidades de hijo, padre,
esposo, pariente por consanguinidad, afinidad y por adopción.
El estado político determina la situación del individuo o de la persona moral
respecto a la nación o al estado al que pertenezca para precisar las calidades de
nacional o extranjero.

Características

Es indivisible: cada persona sólo tiene un estado civil.


Es indisponible o intransferible: No se puede transmitir por un acto de voluntad a
otra persona, no puede ser objeto de transacción o de compromiso ni puede ser
cedido de ninguna manera. El estado es un bien no patrimonial, no es valuable en
dinero, aun cuando del él se deriven situaciones económicas.
Es imprescriptible: No se adquiere el derecho a él ni desaparece por el transcurso
del tiempo, no se pierde porque una persona ostente o deje de ostentar un estado
durante un tiempo, por largo que éste sea.
Es de orden público: Esta característica, se debe a que la persona no puede
transigir sobre el estado civil que le pertenece, ni renunciar al derecho a
reclamarlo.
b) Registro Civil.
El registro Civil tiene su origen en la Edad Media, en los registros parroquiales de
la iglesia Católica, en un principio se registraban los matrimonios y los entierros
por los que se cobraban ciertos derechos, lo cual indica que se trataba de
registros de ingresos y egresos económicos o libros contables.
En el concilio de Trento, celebrado en 1563, se dispuso que cada parroquia debía
llevar tres libros: uno para los matrimonios, otro para los nacimientos y otro para
las defunciones. Con ello el clero controlaba los actos más importantes de la
existencia de sus feligreses, lo cual le otorgó un poder económico y político
importante, debido a que cobraba por todos y cada uno de los servicios
eclesiásticos en los que intervenía.

1 La doctrina ha definido la personalidad jurídica como la aptitud para ser sujeto de derechos y obligaciones.
En México, fue a partir del año de 1857, en el que se regularizaron los registros
parroquiales y hasta el año de 1859, se concedió al Estado la facultad exclusiva
de llevar el control de las actas del estado civil de las personas.

b.1) Fundamento constitucional

Los artículos 121, fracción IV y 130 de la Constitución política de los Estados


Unidos Mexicanos, cuyo contenido es:

Artículo 121. En cada entidad federativa se dará entera fe y crédito de los actos
públicos, registros y procedimientos judiciales de todas las otras. El Congreso de
la Unión, por medio de leyes generales, prescribirá la manera de probar dichos
actos, registros y procedimientos, y el efecto de ellos, sujetándose a las bases
siguientes:
(…)
IV. Los actos del estado civil ajustados a las leyes de una entidad federativa,
tendrán validez en las otras.

Artículo 130. El principio histórico de la separación del Estado y las iglesias


orienta las normas contenidas en el presente artículo. Las iglesias y demás
agrupaciones religiosas se sujetarán a la ley.
Corresponde exclusivamente al Congreso de la Unión legislar en materia de culto
público y de iglesias y agrupaciones religiosas. La ley reglamentaria respectiva,
que será de orden público, desarrollará y concretará las disposiciones siguientes:
a) Las iglesias y las agrupaciones religiosas tendrán personalidad jurídica como
asociaciones religiosas una vez que obtengan su correspondiente registro. La ley
regulará dichas asociaciones y determinará las condiciones y requisitos para el
registro constitutivo de las mismas.
b) Las autoridades no intervendrán en la vida interna de las asociaciones
religiosas;
c) Los mexicanos podrán ejercer el ministerio de cualquier culto. Los mexicanos
así como los extranjeros deberán, para ello, satisfacer los requisitos que señale la
ley;
d) En los términos de la ley reglamentaria, los ministros de cultos no podrán
desempeñar cargos públicos. Como ciudadanos tendrán derecho a votar, pero no
a ser votados. Quienes hubieren dejado de ser ministros de cultos con la
anticipación y en la forma que establezca la ley, podrán ser votados.
e) Los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a
favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. Tampoco
podrán en reunión pública, en actos del culto o de propaganda religiosa, ni en
publicaciones de carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus
instituciones, ni agraviar, de cualquier forma, los símbolos patrios.
Queda estrictamente prohibida la formación de toda clase de agrupaciones
políticas cuyo título tenga alguna palabra o indicación cualquiera que la relacione
con alguna confesión religiosa. No podrán celebrarse en los templos reuniones de
carácter político.
La simple promesa de decir verdad y de cumplir las obligaciones que se contraen,
sujeta al que la hace, en caso de que faltare a ella, a las penas que con tal motivo
establece la ley.
Los ministros de cultos, sus ascendientes, descendientes, hermanos y cónyuges,
así como las asociaciones religiosas a que aquellos pertenezcan, serán incapaces
para heredar por testamento, de las personas a quienes los propios ministros
hayan dirigido o auxiliado espiritualmente y no tengan parentesco dentro del
cuarto grado.
Los actos del estado civil de las personas son de la exclusiva competencia de las
autoridades administrativas en los términos que establezcan las leyes, y tendrán la
fuerza y validez que las mismas les atribuyan.
Las autoridades federales, de las entidades federativas, de los Municipios y de las
demarcaciones territoriales de la Ciudad de México, tendrán en esta materia las
facultades y responsabilidades que determine la ley.

El contenido de los numerales transcritos establece que cada uno de los estados
de la República Mexicana dará fe de los actos públicos y registros celebrados en
otros estados, siempre y cuando se hayan ejecutado de acuerdo con la ley, y así
tendrán validez en otro Estado distinto al de su celebración. Asimismo, los actos
del estado civil son de exclusiva competencia de la administración pública, es
decir, las actas del registro civil tienen validez en toda la república mexicana,
independientemente del lugar donde hayan sido expedidas por supuesto dentro
del territorio nacional.
El registro civil es una institución de interés público que tiene por objetivo hacer
constar de manera sistemática, en las formas del registro civil que son
documentos auténticos todos los actos relacionados con el estado civil de las
personas, mediante la intervención de funcionarios, dotados de fe pública, y dado
su carácter público, cualquier persona puede informarse del contenido de las actas
que sean de su interés y, además conocer el estado civil de todos los habitantes
de nuestro país.

b.2) Fundamento en el Código Civil Federal y en la Ley del Registro


Civil para el Estado de Sonora.

Del Registro Civil


CAPITULO I
Disposiciones generales

(REFORMADO, D.O.F. 3 DE ENERO DE 1979)


ARTICULO 35.- En el Distrito Federal, estará a cargo de los Jueces del Registro
Civil autorizar los actos del estado civil y extender las actas relativas a nacimiento,
reconocimiento de hijos, adopción, matrimonio, divorcio administrativo y muerte de
los mexicanos y extranjeros residentes en los perímetros de las Delegaciones del
Distrito Federal, así como inscribir las ejecutorias que declaren la ausencia, la
presunción de muerte, el divorcio judicial, la tutela o que se ha perdido o limitado
la capacidad legal para administrar bienes.
(REFORMADO, D.O.F. 3 DE ENERO DE 1979)
ARTICULO 36.- Los Jueces del Registro Civil, asentarán en formas especiales
que se denominarán "Formas del Registro Civil", las actas a que se refiere el
artículo anterior.

Las inscripciones se harán mecanográficamente y por triplicado.

(REFORMADO, D.O.F. 3 DE ENERO DE 1979)


ARTICULO 37.- Las actas del Registro Civil, sólo se pueden asentar en las formas
de que habla el artículo anterior.

La infracción de esta regla producirá la nulidad del acta y se castigará con la


destitución del Juez del Registro Civil.

(REFORMADO, D.O.F. 3 DE ENERO DE 1979)


ARTICULO 38.- Si se perdiere o destruyere alguna de las Formas del Registro
Civil, se sacará inmediatamente copia de alguno de los ejemplares que obren en
los archivos que esta Ley señala en su artículo 41.

La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, cuidará de que se cumpla


esta disposición y a este efecto, el Juez del Registro Civil o el encargado del
Archivo Judicial, le darán aviso de la pérdida.

(REFORMADO, D.O.F. 3 DE ENERO DE 1979)


ARTICULO 39.- El estado civil sólo se comprueba con las constancias relativas del
Registro Civil; ningún otro documento ni medio de prueba es admisible para
comprobarlo, salvo los casos expresamente exceptuados por la ley.

(REFORMADO, D.O.F. 3 DE ENERO DE 1979)


ARTICULO 40.- Cuando no hayan existido registros, se hayan perdido, estuvieren
ilegibles o faltaren las formas en que se pueda suponer que se encontraba el acta,
se podrá recibir prueba del acto por instrumento o testigos.

(REFORMADO, D.O.F. 9 DE ABRIL DE 2012)


ARTICULO 41.- Las Formas del Registro Civil serán expedidas por el Jefe de
Gobierno del Distrito Federal o por quien él designe. Se renovarán cada año y los
Jueces del Registro Civil remitirán en el transcurso del primer mes del año, un
ejemplar de las Formas del Registro Civil del año inmediato anterior al Archivo de
la Oficina Central del Registro Civil, otro al Archivo del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal y el otro, con los documentos que le correspondan
quedará en el archivo de la oficina en que hayan actuado.

TÍTULO PRIMERO
DEL REGISTRO CIVIL
CAPÍTULO I
DISPOSICIONES GENERALES
Artículo 1.- La presente Ley tiene por objeto establecer las bases para regular la
organización, estructuración y función del Registro Civil del Estado de Sonora.

(REFORMADO, B.O. 25 DE JUNIO DE 2018)


Artículo 2.- El Registro Civil es una Institución de orden público y de interés social
por medio de la cual el Estado hace constar auténticamente y da publicidad a
todos los actos relacionados con el estado civil de las personas, incluyendo
aquellos realizados por éstos en el extranjero; inscribe los nombres de las
personas que mediante resoluciones dictadas por jueces o tribunales hayan sido
declaradas morosas en el cumplimiento de sus obligaciones alimentarias por más
de noventa días; inscribe las ejecutorias que declaran la ausencia, la presunción
de muerte, la pérdida de la capacidad para administrar bienes y las que
determinen o nieguen la modificación o rectificación del estado civil de las mismas.

Artículo 3.- El funcionamiento del Registro Civil se sujetará a lo establecido en la


presente Ley y su Reglamento, así como en las disposiciones de carácter
administrativo que expida el Gobernador del Estado a través de la Secretaría de
Gobierno y de manera supletoria el Código Civil del Estado de Sonora, el Código
de Procedimientos Civiles y el Código de Familia.

Artículo 4.- El Registro Civil es una Institución de carácter público, por ello toda
persona puede solicitar y obtener copias o extractos certificados de los hechos y
actos constitutivos, modificativos y extintivos del estado civil de las personas que
obren en sus archivos previo pago de los derechos correspondientes.

Artículo 5.- La certificación es el medio de publicidad de los actos y documentos


que obren en los archivos del Registro Civil. Ésta podrá autentificarse con firma
autógrafa o electrónica.

Por firma electrónica se entenderá la firma, clave, código o cualquier otra forma de
autentificar por medios electrónicos la autorización del funcionario competente,
según el sistema que implemente la Dirección General, el cual deberá utilizar
mecanismos confiables para evitar la falsificación de documentos.

Los procedimientos para la autentificación por medio de firma electrónica y sus


mecanismos serán establecidos en las disposiciones reglamentarias que al efecto
emita la Dirección General.

Las actas son documentos auténticos llamados formas del registro civil,
destinados a proporcionar una prueba cierta sobre el estado civil de las personas.
La expedición de dichas formas hace prueba plena del acto consignado en las
mismas, tanto dentro de un juicio como fuera de él.

Además, en cada uno de los juzgados del registro civil se levantan las actas
relativas al nacimiento, matrimonio, reconocimiento de hijos, divorcio, adopción y
muerte, de los ciudadanos mexicanos, así como la inscripción de ejecutorias que
declaren la ausencia, la presunción de muerte, divorcio, tutela, pérdida o limitación
a la capacidad legal para administrar bienes.

El Consejo Nacional de Funcionarios del Registro Civil (CONAFREC), órgano


técnico y operativo de coordinación de todos los Registros Civiles de nuestro país,
aprobó en el 2015, un nuevo y único formato para la expedición y certificación de
las actas de nacimiento, el cual homologa el diseño, características y contenido de
este documento en todo el país.  
El formato único de la copia certificada del acta de nacimiento es un documento de
fácil lectura y limpio en su diseño, que contiene los datos de registro y de identidad
de cada persona, así como los datos de los padres o personas que detenten la
patria potestad; incorporando las medidas de seguridad electrónicas más
avanzadas, para evitar su alteración, modificación y con ello, combatir la
suplantación de identidad.
Una característica que hace de este formato un documento digital, es que puede
ser consultado, impreso y validado a través de internet, lo que garantiza su
confiabilidad, seguridad y certeza.
Este formato único de la copia certificada de acta de nacimiento emitida por
Internet, e impreso en hoja blanca tamaño carta, no sustituye las copias
certificadas que cada registro civil emita en las ventanillas de atención en papel
valorado-seguridad, sino que constituye un medio adicional para que obtengas
este documento sin importar el lugar o la hora en que desees solicitarlo.
Por tanto, las copias certificadas que se expidan en las oficialías y juzgados
del registro civil del país, así como las que se obtengan por internet, son
plenamente válidas para realizar cualquier servicio.

c) Caso práctico inscripción de acta.

Actos reclamados.

1. Del Congreso y del Gobernador, ambos del Estado de Chihuahua, en el


ámbito de sus respectivas atribuciones: la aprobación y promulgación del Código
Civil del Estado de Chihuahua, específicamente los artículos 48, 130 y 131 Ter.

2. Del Director del Registro Civil del Estado de Chihuahua: el acto de


aplicación de dichos numerales, contenido en la resolución de seis de marzo de
dos mil diecinueve, por medio de la cual se denegó la petición de la parte quejosa
de adecuar su acta de nacimiento para que se le reconozca como mujer
transexual y se procediera a adecuar los rubros de sexo y nombre.

Certeza del acto reclamado.


Los actos reclamados al Congreso, al Gobernador, y al Director del
Registro Civil, todos del Estado de Chihuahua, pues así lo aseveraron al rendir
sus respectivos informes justificados.

Causales de improcedencia hechas valer.

El Director del Registro Civil del Estado de Chihuahua, señaló que opera la
causal de improcedencia prevista en el artículo 61, fracción XIV (sic [en realidad
es la XX]), de la Ley de Amparo.

Por su parte, el Congreso del Estado de Chihuahua, sostuvo que se


actualiza la causal de improcedencia establecida en el artículo 61, fracción XVIII
(sic [en realidad es la XX]), de la Ley de Amparo.

De igual forma, el Gobernador Constitucional del Estado de Chihuahua,


manifestó que opera la causal de improcedencia prevista en el artículo 61, fracción
XX de la Ley de Amparo.

Causales de improcedencia que son infundadas; lo es, desde el momento


en que en la demanda de amparo se reclama la inconstitucionalidad de los
artículos 48, 130 y 131 Ter, del Código Civil del Estado de Chihuahua.

Por esta razón, se surte la regla de excepción al principio de


definitividad prevista en el artículo 61, fracción XIV, de la Ley de Amparo, el cual
dispone, en lo conducente, que cuando contra el primer acto de aplicación de una
norma general, proceda algún recurso o medio de defensa legal por virtud del cual
pueda ser modificado, revocado o nulificado, será optativo para el interesado
hacerlo valer o impugnar desde luego la norma general en juicio de amparo.
Por tanto, si es optativo hacer valer el recurso que señala la responsable,
entonces la parte quejosa no se encontraba obligada a agotarlo.

Es aplicable el criterio sustentado por la Segunda Sala de la Suprema Corte


de Justicia de la Nación en la tesis 2a. LVI/2000, publicada en la página 156,
Tomo XII, julio de 2000, del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
Materia Común, Novena Época (registro 191539), que dispone: “DEFINITIVIDAD.
EXCEPCIONES A ESE PRINCIPIO EN EL JUICIO DE AMPARO INDIRECTO”.

Así como el criterio sustentado por la Primera Sala de la Suprema Corte de


Justicia de la Nación en la tesis 1a. I/97, consultable en la página 187, Tomo V,
enero de 1997, del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Materias
Constitucional y Común, Novena Época (registro 199512), que establece:
“AMPARO CONTRA LEYES, CUANDO OPERA EL PRINCIPIO DE
DEFINITIVIDAD, TRATANDOSE DE”.

Estudio de fondo. Es fundado uno de los conceptos de violación, suficiente


para conceder la protección constitucional solicitada.
En ellos, la parte quejosa expuso que se transgrede en su perjuicio, el
contenido del artículo 4º de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, pues se viola el derecho a la identidad y al libre desarrollo de la
personalidad, al no considerar la prerrogativa que asiste a las personas trans, para
adecuar su acta de nacimiento, a efecto de hacer concordar ese documento, con
la identidad que de manera autónoma se han construido, en relación al nombre y
al sexo.
Que esa circunstancia genera una carga desproporcionada para la población
trans, pues no se permite llevar a cabo el trámite en la vía administrativa, sino que
remite a la judicial, estableciéndose obstáculos que atentan en contra de la
identidad y al libre desarrollo de la personalidad.
Que el acto reclamado es transgresor del artículo 1º de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, por ser discriminatorio, pues no existe
un argumento objetivo, razonable, fundado y motivado, en términos
constitucionales, para que el Código Civil del Estado de Chihuahua, en sus
artículos 48, 130, y 130 ter, no permita a las personas transexuales, ejercer su
derecho a la identidad, a través de un procedimiento administrativo.
Que las restricciones contenidas en esos numerales, no obedecen al
cumplimiento de un mandado constitucional, pues el artículo 130 de la
Constitución Federal, solamente establece que los actos del estado civil y de las
personas, son facultad exclusiva de las autoridades administrativas.
Que la exigencia de intervención judicial no es proporcional para que las
personas trans de manera sencilla y rápida, puedan hacer la adecuación de su
acta de nacimiento, y que además no hay justificación para que sea un juez, quien
valore y decida, si una persona trans puede o no, ejercer su derecho a la
identidad.
Ello, no obstante el principio de seguridad jurídica, que exige que para
determinadas modificaciones de las actas del estado civil, se requiera probar los
hechos y actos que se van a asentar, que el caso de las personas trans, no hay
razón que justifique esa carga desproporcional, y sin que tampoco obste, el
argumento de protección a terceros, pues existen otras maneras en las cuales, el
estado puede dejar a salvo los derechos de los terceros, en virtud a algún tipo de
relación jurídica con las personas trans, que es al estado al que le corresponde
idear mecanismos para cumplir con esa tarea.
Que el acto impugnado transgrede el derecho a la intimidad, previsto en el
artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 11 de la
Convención Americana sobre los Derechos Humanos, y 7 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos.
Manifiesta que para la adecuación del sexo, basta el dicho de la persona
solicitante, que no existe la necesidad de exhibir material probatorio ante un juez,
pues el hecho de tener que dar a conocer al juzgador, cuestiones tan intimas
como un tratamiento hormonal, conlleva un menoscabo al derecho a la intimidad.
Hasta aquí, los conceptos de violación formulados por la parte quejosa,
resultando sustancialmente fundado el segundo de ellos, y suficiente para
conceder el amparo y la protección de la justicia federal a la quejosa, debido a que
la Dirección del Registro Civil del Estado de Chihuahua, residente en esta ciudad,
llevó a cabo una interpretación restrictiva, de los artículos 48, 130, y 130 ter, del
Código Civil del Estado de Chihuahua, en contravención al artículo 1º de la
Constitución General de la República, y en menoscabo al derecho fundamental de
no discriminación, reconocido en ese numeral, que dispone:
“Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las
personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta
Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado
Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo
ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo
las condiciones que esta Constitución establece.
Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de
conformidad con esta Constitución y con los tratados internacionales de
la materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección
más amplia.
Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen
la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos
humanos de conformidad con los principios de universalidad,
interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el
Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones
a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley.
Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos. Los
esclavos del extranjero que entren al territorio nacional alcanzarán, por
este solo hecho, su libertad y la protección de las leyes.
Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o
nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las
condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias
sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad
humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y
libertades de las personas.”
En efecto, de la lectura de dicho dispositivo se advierte la obligación a cargo
de las autoridades, de interpretar las normas relativas a los derechos humanos, de
conformidad con el llamado bloque de constitucionalidad, conformado en primer
término por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y por los
tratados internacionales suscritos por el Estado Mexicano, (interpretación
conforme), y de favorecer en todo momento a las personas la protección más
amplia, lo que conlleva, realizar una interpretación extensiva de los textos legales,
cuando se trate de conceder derechos a los particulares, y una interpretación
restrictiva, cuando se trate de establecer límites al ejercicio de esos derechos
(principio pro persona).
De igual manera, prohíbe toda forma de discriminación, basada en
cuestiones como el origen étnico o nacional de las personas, su género, edad,
discapacidades, condición social, de salud, religión, opiniones, preferencias
sexuales, estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y que
tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.
Expuesto lo anterior, se destaca el hecho de que la autoridad responsable
Dirección del Registro Civil del Estado de Chihuahua, residente en esta ciudad, en
la resolución de seis de marzo de dos mil diecinueve, denegó la petición de la
parte quejosa de adecuar su acta de nacimiento para que se le reconozca como
mujer transexual y se procediera a adecuar los rubros de sexo y nombre; lo
anterior, porque en términos de los artículos 48, 130, y 130 ter, del Código Civil del
Estado de Chihuahua, se alteraba la identidad de la persona, por lo que para
realizar el cambio requerido, debía de acudirse a una instancia judicial, pues así lo
disponen los mismos.
En este contexto, conviene traer a cita el contenido de esos dispositivos
legales:
“Artículo 48. Fuera del caso previsto por el artículo 130, inciso a)
de este Código, los vicios y demás irregularidades que haya en las
actas, cuando no sean sustanciales, se subsanarán a petición de parte
interesada por el jefe de la oficina por la vía administrativa con una
resolución homologada jurisdiccionalmente, y cuando lo fueren, por
resolución judicial, que será la única que pueda declarar la falsedad de
lo asentado y la consecuente nulidad del acta.”
“Artículo 130. La rectificación, modificación o nulidad de las actas
del estado civil procede en la vía administrativa siempre que no haya
afectación a la identidad de las personas ni a la sustancia del acto, y en
los siguientes casos:
a) Cuando sea necesario aclarar el acta con motivo de errores
mecanográficos, ortográficos o de otra índole que no afecten los datos
esenciales de aquella y que la corrección se deduzca directamente del
acto asentado en la misma.
b) Cuando sea necesario corregir el acta con motivo de algún
error cometido al asentarla, que se demuestre con diversa acta del
Registro Civil relacionada con el acto de que se trate y que sea de
fecha anterior.
c) Para anular el registro de nacimiento de una persona que
presente diversa acta de nacimiento expedida por la autoridad
competente de otro país, debidamente apostillada o legalizada por el
país emisor.
d) Cuando sea necesario modificar el sustantivo propio registrado
en un acta por ser discriminatorio, peyorativo, denigrante, o que expone
a la persona al ridículo, afectando su dignidad humana.”
“Artículo 131 Ter. En ningún caso el Jefe de la Oficina deberá
afectar con la rectificación, modificación o nulidad de las actas del
estado civil, la identidad de las personas ni la sustancia del acto.
Se afecta la identidad de las personas, cuando se cambien los
apellidos o el orden de los mismos y con ello se pierda la línea de
filiación consanguínea con sus ascendientes o descendientes, que se
desprenda de la propia acta o se pretenda crear una nueva.
Se afecta la sustancia del acto, cuando se pretende generar
diverso acto del estado civil al que se hizo constar en el acta de que se
trata.
De ser procedente cualquier rectificación o modificación en las
actas del estado civil, se entenderá que se trata de la misma persona,
haciéndolo constar en el documento correspondiente para los efectos
legales a que haya lugar.
La rectificación, modificación o nulidad decretada en la vía
administrativa, es oponible a terceros, quienes solo se podrán oponer
mediante el juicio que corresponda.”
De la anterior reproducción de los preceptos legales, se advierte de manera
toral lo siguiente:
A. La rectificación, modificación o nulidad de las actas del estado civil,
procede en la vía administrativa o judicial.
B. Procede en la vía administrativa, cuando, no haya afectación a la
identidad de las personas, ni a la sustancia del acto.
C. Se afecta la identidad de las personas, cuando se cambien los apellidos o
el orden de los mismos, modificando la relación de filiación existente, y se afecta la
sustancia del acto, cuando se pretende generar un estado civil diverso.
D. Por exclusión, la rectificación, modificación o nulidad de las actas del
estado civil, procede en la vía judicial, en todos aquellos casos, en los cuales si se
afecta la identidad de las personas y la sustancia del acto.
Lo hasta aquí narrado, pone de manifiesto que la Dirección del Registro Civil
del Estado de Chihuahua, residente en esta ciudad, llevó a cabo una
interpretación restrictiva de los numerales de trato, pues negó la solicitud de la
quejosa, relativa a la adecuación de su acta de nacimiento, bajo el argumento
central, de que se alteraba la identidad de la persona.
Siendo que, conforme a lo anteriormente reseñado, solamente se altera la
identidad de la persona, cuando se cambien los apellidos, modificando la relación
de filiación existente con sus padres.
Lo cual, no se pretendía por la parte quejosa, pues la petición iba
encaminada a que se llevara a cabo la adecuación de su acta de nacimiento, para
que se le reconociera con el nombre de ****, en lugar de ***, es decir, para que se
llevara a cabo una reasignación de sexo, cuestión que en nada pugna con el
estado de filiación, pues no altera el orden de los apellidos.
De ahí que se considere restrictiva la interpretación que la autoridad
responsable realizó de los artículos 48, 130, y 130 ter, del Código Civil del Estado
de Chihuahua; y, además contraria al artículo 1º de la Constitución General de la
República, ya que debió de armonizar el contenido de los arábigos aplicables, con
el derecho fundamental de no discriminación, pues como atinadamente lo expuso
la parte quejosa en su segundo concepto de violación, no existe un argumento
objetivo en términos constitucionales, para que el Código Civil del Estado de
Chihuahua, no permita a las personas transexuales, ejercer su derecho a la
identidad, a través de un procedimiento administrativo.
Por ende, al existir varias posibilidades de interpretación, era obligatorio para
la autoridad responsable, elegir aquella que fuera conforme a la constitución, en
particular, la que armonizara con el derecho fundamental de no discriminación
previsto en el artículo 1º constitucional.
En efecto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver la
Contradicción de Tesis 293/2011, estableció que los derechos humanos
independientemente de su fuente, constituyen el parámetro de control de
regularidad constitucional conforme al cual debe analizarse la validez de todas las
normas y actos de autoridad que forman parte del ordenamiento jurídico mexicano
y que las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos son
vinculantes en nuestro orden jurídico interno y tienen la calidad de criterios
orientadores de la actividad jurisdiccional mexicana si sus interpretaciones
resultan más favorables a la persona, de conformidad con el principio
hermenéutico establecido en el artículo 1º constitucional.
I. Derecho a la igualdad y a la no discriminación
De conformidad con el artículo 1° constitucional, en los Estados Unidos
Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en
la Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano
sea parte y prohíbe toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el
género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud,
la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra
que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los
derechos y libertades de las personas.
Al partir de ello, el principio de igualdad se configura como uno de los valores
superiores del orden jurídico y por ende, debe servir de soporte para la producción
normativa y su posterior interpretación y aplicación
Dicho de otro modo, el mencionado principio de igualdad se asocia a la idea
de no arbitrariedad, es decir, que el Estado puede tratar a las personas de un
modo diferente siempre y cuando utilice un criterio razonable para justificar ese
trato diferenciado.
Entendiéndose por razonable, que esa distinción en el trato se encuentre
fundado en un criterio de funcionalidad o instrumentalidad con el fin de que el
Estado busca a través de determinada legislación o política pública.
Ahora, existen fenómenos sociales estructurales comúnmente identificados
como grupos sociales, los cuales son una clase específica de colectividad con
consecuencias determinadas respecto de cómo las personas se entienden a sí
mismas y entienden a las demás; se diferencia de al menos otro grupo a través de
formas culturales, prácticas o modos de vida, cuyos miembros tienen afinidades
específicas debido a sus experiencias o forma de vida similares, lo cual los lleva a
asociarse entre sí más que con aquellas otras personas que no se identifican con
el grupo o que lo hacen de otro modo.
Son expresiones de las relaciones sociales y no son entes que existen
independientemente de los individuos, pero tampoco son simples clasificaciones
arbitrarias de individuos de acuerdo con atributos externos o accidentes respecto
de su identidad.
Dentro de los apuntados grupos, existe una subclasificación acorde a su
vulnerabilidad, concepto que se entrelaza ideológicamente con la idea
desarrollada en el presente punto, de igualdad y no discriminación.
Entre esos grupos en condición de vulnerabilidad y grados de discriminación
múltiple, podemos enunciar a los adultos mayores, mujeres, personas con
discapacidad, personas de diversas orientaciones sexuales e identidades de
género, migrantes, personas en situación de pobreza o marginación social,
afrodescendientes y las personas pertenecientes a pueblos indígenas o pueblos
tradicionales, grupos étnicos, raciales, nacionales, lingüísticos, religiosos y rurales,
personas sin hogar, personas privadas de libertad, entre otros.
Dichos grupos encuentran una protección especial, por parte de la
Convención Interamericana contra toda Forma de Discriminación e Intolerancia,
adoptada el cinco de junio de dos mil trece.
II. Derecho al libre desarrollo de la personalidad y a la identidad de
género
El Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha establecido que
todo individuo, tiene derecho a elegir en forma libre y autónoma, su proyecto de
vida, la manera en que logrará las metas y objetivos que, para él, son relevantes.
Por tanto, el libre desarrollo de la personalidad es la consecución del
proyecto de vida que para sí tiene el ser humano, como ente autónomo y
comprende, entre otras, la libertad de decisión sobre contraer matrimonio y
procreación; elegir su apariencia personal, profesión o actividad laboral; y por
supuesto, su identidad sexual, pues cada individuo se proyecta frente a sí mismo
y, de ahí, frente a la sociedad, no solo en cuanto a preferencias sexuales, sino,
primordialmente, sobre cómo se percibe él, de acuerdo a sus sentimientos y
convicciones de pertenencia o no al sexo que legalmente le fue asignado al nacer
y, conforme a un ajuste personalísimo de cada sujeto, es que proyectará su vida.
Al respecto, el Pleno de nuestro Alto Tribunal al resolver el amparo directo
6/2008, aludió a que en tratándose de personas transexuales, dada su especial
condición, deben tener una mayor protección, en lo que toca a ciertos derechos
fundamentales y estableció debía darse prevalencia al sexo psicosocial y no al
morfológico.
Al partir de dicha premisa, se estimó que la “reasignación sexual” por la que
opte una persona, innegablemente constituye una decisión que forma parte del
libre desarrollo de la personalidad, al ser una expresión de la individualidad, que
influye decisivamente en su proyecto de vida y relaciones sociales.
Por lo cual, se concluyó que (resultaría contrario a derechos fundamentales
mantener legalmente a una persona en un sexo que no siente como propio), lo
que la ha llevado a adecuar su físico a su psique (hábitos, vestimenta e, incluso, a
la búsqueda médica de una aproximación a los caracteres morfológicos típicos del
sexo con el que se identifica y vive como propio), en los distintos ámbitos de su
vida social y privada; pues, solo a partir del respeto a su identidad sexual y
adecuación legal es que podrá realizar su propio proyecto vital que, en forma
autónoma, tiene derecho de decidir. Lo cual se dijo, también se encuentra
vinculado al derecho a la salud, física, mental y sexual; pues, solo así se obtiene
un estado de bienestar general.
Se consideró que para que ante una realidad de rechazo y discriminación, el
legislador debe implementar mecanismos para el reconocimiento tutela y garantía
de los derechos de las personas transgénero quienes para alcanzar un estado de
bienestar integral, requieren de la adecuación legal sexo-genérica con sus datos
de registro, pues hasta en las más simples actividades de su vida, estaría obligado
a mostrar un documento con los anteriores, pues de lo contrario se negaría su
derecho a la identidad y perviviría una situación tortuosa, con efectos sobre su
estado emocional o mental, que materializan una injerencia en su intimidad y vida
privada, que a su vez, genera eventuales actos discriminatorios, cuando todo
individuo debe ser protegido por parte del Estado contra esas intrusiones
arbitrarias en su intimidad.
Además, de manera preponderante el Pleno de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación destacó que los derechos fundamentales en juego no deben ser
limitados, a fin de preservar derechos de terceros o el orden público.
Pues estimó si bien tratándose de la reasignación sexual, se producen
diversos efectos y consecuencias, en las que están en juego los derechos de
terceros, así como el orden público que requieren certeza, estos encuentran su
protección en diversos mecanismos legales que no importen el sacrificio o el
riesgo de lesión de los derechos fundamentales de la persona transgénero y, por
ende, el libre desarrollo de su personalidad; salvo los casos que expresa y
limitativamente establezca el legislador, como ocurre, por ejemplo, en relación con
el matrimonio, la adopción o los actos que hubiere realizado con anterioridad a la
rectificación registral y de los que se desprendan obligaciones, deberes o
responsabilidades de su parte.
Máxime que, sostener la permisión a la lesión a los derechos fundamentales
de una persona transgénero o considerar que estos deben sacrificarse ante los
derechos de terceros o del interés público, afectaría, de manera total, el núcleo
esencial de estos derechos, privándolos de toda eficacia, en tanto no se trata de
una molestia “menor”, sino de su completa anulación.
Se dijo además, que la plena identificación de la persona, a partir de la
rectificación de su nombre y sexo, le permitirá proyectarse, en todos los aspectos
de su vida, como el ser que realmente es, con lo que podrá realizar diversos actos
y le conferirá certeza jurídica, al existir plena correspondencia entre su
documentación y su aspecto.
Así, el citado Tribunal Pleno detalló que resultaba de suma relevancia dejar
en claro que la expedición de una nueva acta al solicitante no se traducía en
borrar o desaparecer su historia pasada por lo que todos aquellos actos del
individuo que hubiere realizado bajo su identidad anterior y que traían aparejados
efectos jurídicos, seguían produciéndolos y le eran exigibles13, ya que se insiste
la reasignación sexual, no se traduce en la inexistencia de los actos o hechos
celebrados o acontecidos bajo la anterior identidad.
Se indicó que los actos realizados bajo la anterior identidad, que hubieran
generado o, incluso, pudieran llegar a generar obligaciones o responsabilidades al
individuo, le serán exigibles, en los términos de las leyes aplicables, salvo en los
casos en que la propia legislación determine la extinción o modificación de las
mismas.
Entre dichos supuestos, de manera enunciativa, mas no limitativa, se
estableció se comprenden aquellos hechos que constituyan delitos; los actos que
originen obligaciones civiles, como las derivadas de contratos y familiares, como
las generadas por su filiación (matrimonio, adopción, sucesiones); obligaciones
fiscales, como el pago de contribuciones; las que deriven de su calidad de
ciudadano mexicano, que implican su identificación para fines electorales o de
ejercicio de derechos políticos, como votar y ser votado, asociación política, entre
otros, o su pasaporte, para efectos de acreditación de nacionalidad, de estancia o
residencia en un país extranjero y todos los actos realizados dentro o fuera del
país, que derivan de dicha condición; las que se produzcan por sus relaciones
comerciales, tales como su participación en alguna sociedad mercantil, o bien, el
uso de tarjetas de crédito o departamentales u otras figuras similares a través de
las cuales hubiere adquirido algún crédito que genere saldo a cubrir; todas
aquellas derivadas de sus relaciones laborales, como por ejemplo, el
incumplimiento de un contrato individual de trabajo, las cuotas de seguridad social;
su relación con empresas aseguradoras de diverso tipo y todas aquellas
relaciones jurídicas que generen obligaciones a su cargo, así como
responsabilidades, en caso de incumplimiento.
De igual forma, se señaló que así como las obligaciones y responsabilidades
derivadas de las relaciones jurídicas en que el sujeto sea parte, no se modifican, ni
se extinguen, por el hecho de haber reasignado su identidad sexual, tampoco los
derechos generados a su favor, con motivo de dichas relaciones, se pierden por
esa circunstancia, puesto que nacieron o se establecieron con independencia del
sexo legal en el que se le había registrado, por lo que la reasignación sexual
efectuada, no podría ser obstáculo para exigir a terceros el cumplimiento de las
obligaciones (que hubieran contraído con él o que deriven de alguna de las
relaciones jurídicas referidas con antelación).
Por lo anterior, se concluyó que la nueva identidad de una persona, en
cuanto a nombre y sexo, en su acta del Registro Civil, no se traduce en la
inexistencia de los hechos o actos acontecidos o realizados bajo su anterior
identidad y, menos aún, en la extinción o modificación de sus obligaciones, por lo
que la protección de sus derechos fundamentales no significa la desprotección de
los derechos de terceros o del orden público; sin embargo, refirió que
corresponderá a las autoridades competentes resolver, en cada caso concreto, las
posibles controversias o conflictos que, posteriormente al cambio registral,
pudieran llegar a presentarse.
III. Acceso a la justicia
El término acceso a la justicia es comúnmente utilizado como sinónimo de
tutela judicial efectiva, acceso a la administración de justicia e incluso como
sinónimos de garantía judicial y debido proceso, tan es así que la propia Corte
Interamericana de Derechos Humanos ha incurrido en confusiones al buscar la
especificidad del concepto pues lo ha utilizado como sinónimo de derecho de
acceso a la justicia, derecho a la justicia, debido proceso, reflexión judicial y
derecho a un recurso efectivo.
Empero, el concepto de acceso a la justicia no se reduce a garantizar la
mera posibilidad de que una autoridad u órgano pueda conocer de su pretensión,
-pues ello implica el acceso a la jurisdicción-; así como tampoco se limita a que
tras el desarrollo del proceso con arreglo a la legalidad se dicte una resolución -lo
que se traduce en tutela judicial-.
El acceso a la justicia es un concepto más amplio que el de la jurisdicción,
que fue la concepción original del derecho, porque condensa un conjunto de
instituciones, principios procesales y garantías, así como directrices político-
sociales, en cuya virtud el Estado, debe ofrecer, realizar y garantizar la tutela de
los derechos de los justiciables en las mejores condiciones posibles de acceso
económico y de inteligibilidad cultural, de modo tal que dicha tutela no resulte
retórica, sino práctica.
Por lo que al ser de esa manera, se deben de comprender y superar
concepciones tradicionales del acceso a la justicia, ya que este implica mucho
más que el acceso a los tribunales, más que mejorar la capacidad institucional del
Estado y de las instituciones de justicia alternativa; es, entre otras cosas, mejorar
la calidad de los servicios jurídicos y una aplicación gradual, diferencial, integrada
y a todos los niveles de gobierno de los mecanismos que permitan una adecuada
atención a los diferentes tipos de conflictos sociales.
El acceso a la justicia es un amplio concepto que se refiere a los derechos de
todos los ciudadanos –sin distinción de raza o grupo étnico, género, posición
económica, edad y discapacidad- para poder acceder a los mecanismos de
resolución de conflictos y el reconocimiento de sus derechos a través de
decisiones legalmente vinculantes, a un costo, en un período de tiempo y a una
distancia razonable, en un idioma que puedan entender y sin obstáculos
burocráticos.
Esto es, a obtener una respuesta satisfactoria a sus necesidades jurídicas
por medio de toda clase de mecanismo eficaz que permita solucionar un conflicto.
En sentido similar, el Instituto Interamericano de Derechos Humanos
considera al acceso a la justicia como la posibilidad de que cualquier persona,
independientemente de su condición, tenga la puerta abierta para acudir a los
sistemas de justicia si así lo desea, así como la posibilidad efectiva de recurrir a
sistemas, mecanismos e instancias para la determinación de derechos y la
resolución de conflictos.
Pero también, el acceso a la justicia es una garantía que permite hacer
efectivos otros derechos que han sido vulnerados o que deben ser reconocidos a
quienes acuden ante sistemas de justicia para solucionar sus conflictos jurídicos.
Asimismo, el derecho de acceso a la justicia se configura como una garantía del
derecho de igualdad en la medida que supone que los Estados deben asegurar
que todos los ciudadanos tengan igualdad de oportunidades y hagan efectivo su
derecho sin sufrir discriminación alguna de por medio.
En un sentido más amplio se ha empleado la expresión acceso a la justicia
como un género que comprende no solo categorías procesales y constitucionales,
sino otros instrumentos jurídicos de solución de controversias, dentro de los cuales
podemos encuadrar el acceso a la jurisdicción como aspecto específico y a otros
mecanismos materialmente jurisdiccionales como complementos, lo que permite
analizar los factores sociales, económicos, políticos y culturales que son
inseparables de los estudios procesales contemporáneos.
Incluso, puede señalarse que se refiere a un conjunto de derechos, que no
se trata simplemente de analizar un servicio que se presta desde una o varias
ramas del poder público, sino que se habla de un conjunto de derechos
relacionados con garantías y derechos recogidos y reconocidos por las
constituciones y los instrumentos internacionales en materia de derechos
humanos, entre otras normas de origen nacional e internacional. Un primer
derecho tiene que ver con el acceso a ciertos recursos judiciales o mecanismos de
protección; el segundo, se vincula a las garantías del debido proceso; y el tercero
se relaciona con la igualdad ante la ley; entre todos entrelazados dan rumbo a la
idea de justicia y sentido al contar con derechos en la vida diaria, y no solo letras
en el papel.
El derecho de acceso a la justicia constituye uno de los pilares
fundamentales de un Estado democrático de derecho, que debe ofrecer a sus
ciudadanos un sistema capaz de procesar y resolver los conflictos de relevancia
jurídica que se susciten entre ellos o entre estos y el Estado. Así, el acceso a la
justicia se concibe como un derecho y garantía, pero también, como un indicador
de ciudadanía efectiva, y, como tal, un elemento central de la no discriminación, la
gobernabilidad democrática y de la legitimidad de los gobiernos.
Tiene aplicación el criterio sustentado por la Primera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación en la tesis de jurisprudencia 1a./J. 103/2017 (10a.),
publicada en la página 151, de la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación,
Libro 48, Noviembre de 2017, Tomo I, Materia Constitucional, Décima Época
(registro 2015591), que dispone:
“DERECHO DE ACCESO EFECTIVO A LA JUSTICIA. ETAPAS Y
DERECHOS QUE LE CORRESPONDEN.”

Así, el acceso a la tutela jurisdiccional comprende tres etapas, a las que


corresponden tres derechos que lo integran:
I. Previa al juicio, a la que corresponde el derecho de acceso a la jurisdicción,
el cual parte del derecho de acción como una especie del derecho de petición que
se dirige a las autoridades jurisdiccionales y que motiva un pronunciamiento por
parte de estas;
II. Etapa judicial -desde el inicio del procedimiento y hasta la última actuación
dentro del mismo-, a la que corresponden las garantías del debido proceso; y
III. Posterior al juicio, que se identifica con la eficacia de las resoluciones
emitidas con motivo de aquel.
Cabe puntualizar que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sido
consistente al considerar que los derechos que conforman la tutela jurisdiccional
efectiva alcanzan no solamente a los procedimientos ventilados ante jueces y
tribunales pertenecientes al Poder Judicial, sino también a todos aquéllos
seguidos ante autoridades que realicen funciones materialmente jurisdiccionales al
pronunciarse sobre la determinación de derechos y obligaciones.
IV. Procedimientos de modificación de las actas del Registro Civil
Ahora, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, emitió la opinión
consultiva OC-24/17, en cuanto a la modificación de los registros y los
documentos de identidad para que estos sean acordes con la identidad de género
auto-percibida.
En ella se estableció que los procedimientos deben estar regulados e
implementados de conformidad con ciertas características mínimas, de manera
que ese derecho se vea efectivamente protegido y así evitar además, que se
vulneren derechos de terceras personas o menoscabar el principio de seguridad
jurídica, pues esta debe quedar garantizada a través de procedimientos que
aseguren que los trámites de reconocimiento de identidad de género, no impliquen
alteración de la titularidad de los derechos y las obligaciones jurídicas que
pudieran corresponder a la persona con anterioridad a la inscripción del cambio, ni
las provenientes de las relaciones propias del derecho de familia en todos sus
órdenes y grados.
Se destacó también que los Estados deben desplegar esfuerzos para que las
personas interesadas en que se reconozca su identidad de género auto-percibida
en sus registros y documentos de identidad, no sean sometidos a cargas
irrazonables y que los procedimientos correspondientes estén basados
únicamente en el consentimiento libre e informado del solicitante sin que se exijan
requisitos como las certificaciones médicas y/o psicológicas u otros que puedan
resultar irrazonables o patologizantes.
Lo anterior, derivado de que el reconocimiento de la identidad de género
encuentra su fundamento en la posibilidad de auto determinarse y escoger
libremente las opciones y circunstancias que le dan sentido a su existencia.
Así, el citado tribunal internacional, consideró que no resulta razonable
requerir el cumplimiento de requisitos que desvirtúan la naturaleza meramente
declarativa que desborden los límites de la intimidad, pues con ello las decisiones
más íntimas y los asuntos más privados de su vida se expondrían al escrutinio
público.
En lo inherente a la naturaleza del procedimiento idóneo para llevar a cabo
una reasignación sexo-género la Corte Interamericana fue cuestionada, sobre si
“¿se podría considerar contrario a la [Convención Americana] que la persona
interesada en modificar su nombre de pila solamente pueda acudir a un proceso
jurisdiccional sin que exista un procedimiento para ello en vía administrativa?”.
Respecto de lo cual, el tribunal interamericano, aludió a que la identidad de
género es una expresión de la individualidad de la persona y la relación que existe
entre ese derecho fundamental con la posibilidad de todo ser humano de auto
determinarse y escoger libremente las opciones y circunstancias que le dan
sentido a su existencia, conforme a sus propias opciones y convicciones sin
interferencias externas, de lo que deriva el derecho fundamental que le asiste a
toda persona a que el sexo o el género consignado en los registros coincida con la
identidad efectivamente asumida y vivida por esta.
Consideró también que el trámite o procedimiento tendiente al
reconocimiento de la identidad de género auto-percibida de una persona
consistiría en un proceso de adscripción que cada persona tiene derecho a
realizar de manera autónoma y en el cual el papel del Estado y de la sociedad
debe consistir meramente en reconocer y respetar dicha adscripción identitaria, sin
que la intervención de las autoridades Estatales tenga carácter constitutiva de la
misma, pues, bajo ningún concepto puede convertirse en un espacio de escrutinio
y validación externa de la identificación sexual y de género de la persona que
solicita su reconocimiento.
Ante ello, se sostuvo que si bien los Estados tienen en principio una
posibilidad para determinar los procedimientos más adecuados para la
rectificación del nombre y/o sexo/género, debía destacarse que el procedimiento
que mejor se ajusta a los requisitos establecidos en la apuntada opinión consultiva
es el que es de naturaleza materialmente administrativa o notarial, dado que el
proceso de carácter jurisdiccional eventualmente puede incurrir, en algunos
Estados, en excesivas formalidades y demoras que se observan en los trámites de
esa naturaleza.
En tanto que un trámite de carácter jurisdiccional encaminado a obtener una
autorización para que se pueda materializar efectivamente la expresión de un
derecho de esas características representaría una limitación excesiva para el
solicitante y no sería adecuado puesto que debe tratarse de un procedimiento
materialmente administrativo, sea en sede judicial, o en sede administrativa.
Luego, la autoridad únicamente podría oponerse a dicho requerimiento, sin
vulnerar la posibilidad de auto determinarse y el derecho a la vida privada del
solicitante, si constatara algún vicio en la expresión del consentimiento libre e
informado del solicitante.
Como puede observarse la Corte Interamericana de Derechos Humanos
sostuvo que una decisión relacionada con una solicitud de adecuación o
rectificación con base en la identidad de género, no debería poder asignar
derechos, sino que, únicamente puede ser de naturaleza declarativa puesto que
se deberá limitar a verificar si se cumple con los requisitos inherentes a la
manifestación de la voluntad del requirente y debe consistir en un procedimiento
sencillo de verificación de la manifestación de voluntad del requirente.
En este apartado, se estima necesario efectuar una breve alusión a que
dentro de la audiencia relativa a la mencionada opinión consultiva 24/2017,
celebrada el dieciséis de mayo de dos mil diecisiete, se dio intervención a diversas
asociaciones internacionales y nacionales, instituciones académicas y
organizaciones no gubernamentales, de entre las cuales se encuentra la
presentada por una amicus curiae mexicana, denominada Amicus D.H., A.C.
De las observaciones expuestas por esta última destaca, que dicha
asociación mexicana partió del conocimiento de la problemática nacional para fijar
su postura en cuanto a la pertinencia de privilegiar un procedimiento
administrativo, sobre uno jurisdiccional para los efectos correspondientes,
medularmente, en razón de que se da un trato diferenciado respecto a una
persona transgénero, respecto de las personas cisgénero -esto es, quienes sí se
identifican con el nombre y sexo que les fue asignado al nacer-; pues, mientras
que estos cuentan con la oportunidad de construir su identidad a través de la
elección de un nombre y el acceso al reconocimiento del mismo en la vía
administrativa, una persona transgénero se ve obligada a agotar un procedimiento
jurisdiccional, lo que genera una “discriminación por estigmatización”, sin
justificación razonable pues no existe un motivo constitucionalmente imperioso
que fundamente dicha distinción.
Se planteó que con la imposibilidad de adecuar las actas de nacimiento de
las personas transgénero por la vía administrativa, se genera una exclusión tácita
y/o prohibición implícita por parte del legislador, puesto que las disposiciones
legales descartan el supuesto de adecuación sexo-genérica por esa vía, al solo
contemplar la jurisdiccional.
Exclusión que resulta injustificada y perpetúa la noción de que las
identidades de las personas transgénero son distintas a las identidades de las
personas cisgénero y por tanto deben ponerse a prueba a través de la exposición
de su vida privada, así como que un trato desigual hacia este grupo se encuentra
justificado, en ofensa a su dignidad humana, al ponerles frente a situaciones
donde existen contextos sociales generalizados de discriminación, en los que
incluso autoridades como las judiciales o las legislativas cuentan con prejuicios y
estereotipos arraigados a su actuar.
Expusieron que la medida restrictiva no solo debe ser útil para la obtención
del fin legítimo, sino que además este fin no se pueda alcanzar razonablemente
por otros medios menos restrictivos de derechos fundamentales, cuando los
procesos administrativos fueron creados con base en la necesidad de “evitar un
proceso gravoso en todos los sentidos para las personas”, empero, este no es
accesible para todas las personas, concretamente para las personas transgénero,
quienes tienen vedada esa posibilidad al limitarse a la vía jurisdiccional, que no es
menos restrictivo de derechos fundamentales, básicamente pues en él un tercero
-el juez local- emite una determinación en la que decide si el sexo con el que fue
registrada la persona cuando esa decisión compete únicamente al solicitante.
Consideraciones que se aluden, en la medida que se estiman ilustrativas
sobre la postura adoptada ante la Corte Interamericana por dicha agrupación
mexicana, en cuanto a que la prohibición de manera implícita al acceso a la
rectificación administrativa del nombre y sexo de las personas transgénero, a
diferencia de las personas cisgénero, además de perpetuar la discriminación y
violencia de la que son objeto, deriva en un obstáculo para ejercer el libre
desarrollo de su personalidad.
Explicado lo anterior, como ya se había adelantado, es fundado uno de
los conceptos de violación, suficiente para conceder la protección constitucional
solicitada.
Cierto, para justificar tal decisión y dar respuesta a los argumentos de la
parte quejosa, en relación con la constitucionalidad de los artículos reclamados, se
estima necesario:
a. Tener en cuenta el marco regulatorio de la rectificación, modificación y
nulidad de las actas del estado civil previsto en el Código Civil del Estado de
Chihuahua;
b. Establecer la incidencia de la medida legislativa impugnada en el
contenido prima facie del derecho al libre desarrollo de la personalidad, de
identidad y de aquel que le asiste a toda persona a que el nombre y sexo o el
género consignado en los registros coincida con la identidad sexual y de género
efectivamente asumida y vivida por esta; y
c. Determinar si la medida impugnada supera los cuatro grados del test de
proporcionalidad, a saber: I. Constitucionalidad de los fines perseguidos con la
medida; II. Idoneidad; III. Necesidad; y IV, Proporcionalidad en sentido estricto.
La moderna teoría de los derechos fundamentales traza una distinción
indispensable para entender la forma en la que los tribunales constitucionales
suelen hacer el control de constitucionalidad de las normas infraconstitucionales a
través del principio de proporcionalidad: el alcance del derecho fundamental y la
extensión de su protección.
De acuerdo con esta distinción, el examen de constitucionalidad de una
medida legislativa debe realizarse a través de un análisis en dos etapas, a saber:
En la primera, se determinara si la norma impugnada incide en el alcance o
contenido a primera vista del derecho en cuestión, es decir, si limita un derecho
fundamental; para ello, es necesario recurrir a la interpretación de las
disposiciones normativas correspondientes, con la finalidad de determinar los
alcances de la prohibición u obligación que establece y por otro, interpretar la
disposición constitucional que aloja el derecho fundamental en juego a efecto de
fijar el alcance o contenido primario de este, y así precisar las conductas cubiertas
inicialmente por el derecho fundamental en cuestión.
Hecho lo anterior, deberá determinarse si la norma impugnada incide o no en
el ámbito de protección a primera vista de los derechos aludidos.
Si la conclusión es negativa, el examen deberá terminar en esta etapa con la
declaración de que la medida legislativa impugnada es constitucional.
En cambio, si la conclusión es positiva, deberá pasarse a otro nivel de
análisis, en el cual se determinará si los límites que establece la medida son
constitucionales.
En una segunda etapa del análisis, debe determinarse si la norma que
efectivamente interviene en el contenido del derecho fundamental es
constitucional.
En esta fase del análisis debe examinarse si existe una justificación
constitucional para que la medida legislativa reduzca la extensión de la protección
que otorga inicialmente el derecho.
Este ejercicio implica que se analice si la intervención legislativa cumple con
las exigencias derivadas del principio de proporcionalidad: una finalidad precisar
cuáles son las conductas cubiertas prima facie o inicialmente por el derecho.
Una vez hecho lo anterior, debe decidirse si la norma impugnada tiene algún
efecto sobre dicha conducta; esto es, si incide en el ámbito de protección prima
facie del derecho aludido.
Si la conclusión es negativa, el examen debe terminar en esta etapa con la
declaración de que la medida legislativa impugnada es constitucional.
En cambio, si la conclusión es positiva, debe pasarse a otro nivel de análisis.
En esta segunda fase, debe examinarse si en el caso concreto existe una
justificación constitucional para que la medida legislativa reduzca o limite la
extensión de la protección que otorga inicialmente el derecho.
De suerte que es necesario tener presente que los derechos y sus
respectivos límites operan como principios, de tal manera que las relaciones entre
el derecho y sus límites encierran una colisión que debe resolverse con ayuda de
un método específico denominado test de proporcionalidad.
Ahora, para que las intervenciones que se realizan a algún derecho
fundamental sean constitucionales debe corroborarse lo siguiente: (i) que la
intervención legislativa persiga un fin constitucionalmente válido; (ii) que la medida
resulte idónea para satisfacer en alguna medida su propósito constitucional; (iii)
que no existan medidas alternativas igualmente idóneas para lograr dicho fin, pero
menos lesivas para el derecho fundamental; y, (iv) que el grado de realización del
fin perseguido sea mayor al grado de afectación provocado al derecho
fundamental por la medida impugnada.
Luego, si la medida legislativa no supera el test de proporcionalidad, el
derecho fundamental preservará su contenido inicial o prima facie.
Empero, si la ley que limita al derecho se encuentra justificada a la luz del
test de proporcionalidad, el contenido definitivo o resultante del derecho será más
reducido que el contenido inicial del mismo.
Tiene aplicación el criterio sustentado por la Primera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación en la tesis 1a. CCLXIII/2016 (10a.), ubicada en la
página 915, de la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 36,
Noviembre de 2016, Tomo II, Materia Constitucional, Décima Época (registro
2013156), que estipula:
“TEST DE PROPORCIONALIDAD. METODOLOGÍA PARA
ANALIZAR MEDIDAS LEGISLATIVAS QUE INTERVENGAN CON UN
DERECHO FUNDAMENTAL. El examen de la constitucionalidad de
una medida legislativa debe realizarse a través de un análisis en dos
etapas. En una primera etapa, debe determinarse si la norma
impugnada incide en el alcance o contenido inicial del derecho en
cuestión. Dicho en otros términos, debe establecerse si la medida
legislativa impugnada efectivamente limita al derecho fundamental. De
esta manera, en esta primera fase corresponde precisar cuáles son las
conductas cubiertas prima facie o inicialmente por el derecho. Una vez
hecho lo anterior, debe decidirse si la norma impugnada tiene algún
efecto sobre dicha conducta; esto es, si incide en el ámbito de
protección prima facie del derecho aludido. Si la conclusión es negativa,
el examen debe terminar en esta etapa con la declaración de que la
medida legislativa impugnada es constitucional. En cambio, si la
conclusión es positiva, debe pasarse a otro nivel de análisis. En esta
segunda fase, debe examinarse si en el caso concreto existe una
justificación constitucional para que la medida legislativa reduzca o
limite la extensión de la protección que otorga inicialmente el derecho.
Al respecto, es necesario tener presente que los derechos y sus
respectivos límites operan como principios, de tal manera que las
relaciones entre el derecho y sus límites encierran una colisión que
debe resolverse con ayuda de un método específico denominado test
de proporcionalidad. En este orden de ideas, para que las
intervenciones que se realizan a algún derecho fundamental sean
constitucionales debe corroborarse lo siguiente: (i) que la intervención
legislativa persiga un fin constitucionalmente válido; (ii) que la medida
resulte idónea para satisfacer en alguna medida su propósito
constitucional; (iii) que no existan medidas alternativas igualmente
idóneas para lograr dicho fin, pero menos lesivas para el derecho
fundamental; y, (iv) que el grado de realización del fin perseguido sea
mayor al grado de afectación provocado al derecho fundamental por la
medida impugnada. En este contexto, si la medida legislativa no supera
el test de proporcionalidad, el derecho fundamental preservará su
contenido inicial o prima facie. En cambio, si la ley que limita al derecho
se encuentra justificada a la luz del test de proporcionalidad, el
contenido definitivo o resultante del derecho será más reducido que el
contenido inicial del mismo.”
Ahora, los artículos tildados de inconstitucionalidad, como ya se dijo,
contemplan la vía administrativa para la rectificación, modificación o nulificación de
las actas del estado civil sólo en los casos detallados en el numeral 130 del
Código Civil del Estado de Chihuahua, siempre que no haya afectación a la
identidad de las personas ni a la sustancia del acto.
En esos casos delimitados no se encuentra el supuesto para solicitar la
adecuación de los datos de identidad de conformidad con la identidad de género
auto-percibida (en cuanto a nombre y sexo). El legislador plasmó que en cuanto a
identidad debe entenderse solo el cambio de apellidos o el orden de los mismos;
lo cual, a su vez, lleva implícita la prohibición para realizar, a través de la vía
administrativa, la adecuación integral del acta de nacimiento de una persona
transgénero acorde a su identidad de género auto percibida, por lo que conforme a
la normatividad dicho cambio registral debe tramitarse en un juicio de rectificación
de acta, seguido en la forma establecida en el Código de Procedimientos Civiles
del Estado de Chihuahua, a saber:
El artículo 1° del Código de Procedimientos Familiares del Estado de
Chihuahua, establece que sus disposiciones regirán en asuntos familiares, por lo
que un juicio de rectificación de acta debe seguirse conforme las reglas procesales
contempladas en dicho ordenamiento, por lo cual, se estima necesario aludir al
contenido de los artículos 12, 197, 198 y 478 de la citada codificación familiar, que
disponen:
“Artículo 12. Las acciones del estado civil tienen por objeto:
comprobar el nacimiento, defunción, el matrimonio o la nulidad de este,
concubinato, la filiación, el reconocimiento de hijos e hijas, la
emancipación, la tutela, la adopción, la posesión de estado, el divorcio,
la ausencia y la presunción de muerte, la patria potestad, la interdicción
o controvertir alguna de las constancias del Registro Civil para su
nulificación, convalidación, reposición y rectificación o la adecuación a
la realidad social del interesado.
Las decisiones judiciales recaídas en el ejercicio de acciones del
estado civil perjudican aun a los que no litigaron.”
“TÍTULO SEXTO JUICIO ORDINARIO CAPÍTULO I
DEMANDA, CONTESTACIÓN Y FIJACIÓN DE LA LITIS
Artículo 197. Se tramitarán en la vía ordinaria, todas las
contiendas que no tengan señalada en este código tramitación
especial.
Las disposiciones de este Capítulo serán aplicables en lo
conducente a los demás procesos que establece este código cuando
no exista previsión expresa.”
“Artículo 198. Tratándose de asuntos que no impliquen
controversia, entre otros, el allanamiento y la rebeldía, así como la
rectificación o nulidad de un acta del estado civil, el procedimiento se
verificará en una audiencia extraordinaria, en la cual se desahogarán
las pruebas, se formularán alegatos y se dictará sentencia.
Si las cuestiones controvertidas fueren puramente de derecho y no
de hecho, una vez fijada la litis, el juzgado concederá a las partes el uso
de la palabra para que aleguen de su derecho y las citará a la audiencia
extraordinaria en un plazo no mayor de diez días y en ella dictará la
sentencia respectiva.”
“TÍTULO DÉCIMO PRIMERO RECURSOS
CAPÍTULO I
REGLAS GENERALES
[…]
Artículo 478. La segunda instancia no puede abrirse sin que se
interponga el recurso de apelación. Sin embargo, en las resoluciones
recaídas en los juicios sobre rectificación de actas del estado civil y
sobre nulidad de matrimonio, por las causas expresadas en los
artículos 120, 121, 126, 127 y 128 del Código Civil del Estado de
Chihuahua, y las que declararen aprobadas las solicitudes de adopción,
la revisión de dichas resoluciones se hará de oficio por el tribunal de
apelación para resolver sobre la legalidad de las mismas, sin más
trámite que la radicación del asunto y citación para sentencia, con
intervención del ministerio público.
En el caso de que se haya interpuesto apelación por alguno de los
interesados, dicha revisión se hará aun sin expresión de agravios.”
De tales dispositivos puede observarse, que judicialmente la acción para
controvertir alguna de las constancias del Registro Civil para su nulificación,
convalidación, reposición y rectificación o la adecuación a la realidad social del
interesado, debe seguirse a través de un juicio de rectificación de acta, en la vía
ordinaria, en el que se contempla la verificación de una audiencia extraordinaria,
donde se desahogarán las pruebas, se formularán alegatos y se dictará sentencia.
Incluso se contempla que la revisión de la resolución que se emita se hará de
oficio por el tribunal de apelación, para resolver sobre su legalidad, sin más trámite
que la radicación del asunto y citación para sentencia, con intervención del
ministerio público.
No se encuentra en entre dicho el derecho con el que cuenta todo individuo
de elegir en forma libre y autónoma, su proyecto de vida, motivo por el cual se
torna preponderante el reconocimiento del Estado sobre esa facultad natural de
toda persona a ser individualmente como decida ser, sin coacción o controles
injustificados, en el entendido que esa participación Estatal debe limitarse a
reconocer y respetar dicha adscripción identitaria, sin que tenga carácter de
constitutiva, por ser un aspecto sobre el cual solo el individuo tiene potestad de
decisión en forma autónoma y sin injerencias.
Si se toma en consideración la especial condición en la que se encuentran
las personas transgénero, cuya lucha por sus derechos los ha llevado a lograr el
reconocimiento de la potestad a decidir sobre su identidad y eventuales decisiones
de vida, así como el derecho a obtener una reasignación sexo-genérica en sus
documentos identitarios, se está ante una pretensión de encontrar en el Estado
una vía accesible para el ejercicio de dichos derechos, que encuentra especial
vinculación con el acceso efectivo a la justicia, motivo por el cual el presente caso
no se limita a dilucidar una mera cuestión de competencia entre autoridades
administrativas y judiciales, sino que amerita el examen de si la medida legislativa
en cuestión limita o incide los derechos fundamentales aludidos, en el entendido
que de ser así, se debe verificar la constitucionalidad de esa limitación, como se
dijo, con apoyo en el test de proporcionalidad.
Cabe recordar que nos encontramos ante una desigualdad estructural en la
que el Estado se encuentra obligado a remover obstáculos para lograr el real goce
de los derechos que a lo largo de los años han sido reconocidos a las personas
transgénero, de manera preponderante los aludidos derechos al libre desarrollo de
la personalidad, de identidad y acceso efectivo a la justicia.
Asimismo, la interpretación del contenido de los derechos humanos debe ir a
la par de la evolución de los tiempos y las condiciones actuales de vida, ya que
dichos derechos son “instrumentos permanentes” o “instrumentos vivos”; es decir
los derechos fundamentales se ven robustecidos con la interpretación evolutiva o
progresiva llevada a cabo por los tribunales constitucionales nacionales, como
intérpretes últimos de sus normas fundamentales, así como la realizada por
organismos internacionales, autorizados para hacer lo propio sobre los tratados
específicos, en una relación dialéctica.
En ese orden, como se vio, cada persona cuenta con el derecho a definir de
manera autónoma su identidad sexual y a que los datos que figuran en los
registros, así como en los documentos de identificación sean acordes o
correspondan a la definición que tienen de sí mismos, lo cual se encuentra
protegido por la Convención Americana sobre Derechos Humanos, a través de las
disposiciones que garantizan el libre desarrollo de la personalidad (artículos 7 y
11.2), el derecho a la privacidad (artículo 11.2), el reconocimiento de la
personalidad jurídica (artículo 3), y el derecho al nombre (artículo 18).
También por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que
otorga una amplia protección a la autonomía de las personas, al garantizar el goce
de ciertos bienes que son indispensables para la elección y materialización de los
planes de vida que los individuos se proponen.
Así, puede decirse que los derechos fundamentales tienen la función de
“blindar” esos bienes contra medidas estatales o actuaciones de terceras personas
que puedan afectar la autonomía personal. De esta manera, los derechos
incluidos en ese “coto vedado” están vinculados con la satisfacción de esos bienes
básicos que son necesarios para la satisfacción de cualquier plan de vida.
Por su parte, en la citada Opinión Consultiva OC-24/17, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos desarrolló ciertos estándares conforme los
cuales las personas que desean adecuar integralmente los registros y/o los
documentos de identidad a su identidad de género auto-percibida puedan gozar
efectivamente de los apuntados derechos reconocidos en la Convención
Americana, para lo cual, según se indicó, el procedimiento administrativo es el que
mejor se ajusta a los estándares ahí delimitados, aludidos con anterioridad en la
presente ejecutoria.
La parte quejosa argumenta esencialmente que el derecho al libre desarrollo
de la personalidad y de identidad dan cobertura a la decisión de adecuar
integralmente su acta de nacimiento en la vía administrativa y no en la vía judicial,
al únicamente requerir de su consentimiento y no ameritar prueba alguna, aunado
que el procedimiento administrativo, no menoscaba el principio de seguridad
jurídica.
Por todo lo anterior, los artículos del Código Civil del Estado de Chihuahua
cuestionados inciden en el contenido de los derechos fundamentales, toda vez
que al contemplar que la parte quejosa debe acudir a la vía judicial (no
materialmente administrativa) donde se contempla la presentación de una
demanda, el desahogo de una audiencia, el dictado de una sentencia y una
revisión oficiosa de esta por parte del tribunal de alzada, con incluso intervención
del Ministerio Público, es claro que constituye un obstáculo jurídico que impide al
peticionario de amparo ejercer el derecho de adecuar integralmente su acta de
nacimiento a la identidad de género auto percibida, a través de un procedimiento
que cumpla con los estándares jurídicos de derechos humanos, entre los cuales
se encuentra que este sea expedito y que solamente requiera el consentimiento
libre e informado del solicitante y sin injerencias de terceros como ocurre con la
intervención del Ministerio Público y la posible dubitabilidad en el razonamiento de
un juez.
Tiene aplicación, en lo conducente, el criterio sustentado por la Primera Sala
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la tesis 1a. CCXXXI/2018 (10a.),
editada en la página 318, de la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación,
Libro 61, Diciembre de 2018, Tomo I, Materias Constitucional y Civil, Décima
Época (registro 2018668), que dispone:
“IDENTIDAD DE GÉNERO AUTO-PERCIBIDA (REASIGNACIÓN
SEXO-GENÉRICA). EL ARTÍCULO 759, PRIMERA PARTE, DEL
CÓDIGO CIVIL PARA EL ESTADO DE VERACRUZ, AL PREVER
QUE EL TRÁMITE RELATIVO A LA ADECUACIÓN DEL ACTA DE
NACIMIENTO DEBE SUSTANCIARSE ANTE AUTORIDAD JUDICIAL,
ES INCONSTITUCIONAL. El derecho fundamental a la igualdad en su
vertiente de igualdad formal o igualdad ante la ley, reconocido por el
artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, implica un mandato dirigido al legislador para otorgar
normativamente igual tratamiento a todas las personas en la
distribución de los derechos y obligaciones; así, existe discriminación
normativa cuando dos supuestos de hecho equivalentes son regulados
de forma desigual, sin que exista una justificación razonable para
otorgar ese trato diferenciado. Ahora bien, el artículo 759 del Código
Civil para el Estado de Veracruz, en su primera parte, permite la
rectificación o modificación de las actas del estado civil ante el Poder
Judicial, entre ellas, las de nacimiento, cuando se solicite variar algún
nombre u otro dato esencial de la persona registrada como el sexo o el
género; y, en la segunda parte de dicho precepto, establece como una
de las salvedades para solicitar la rectificación o modificación de un
acta del estado civil ante una autoridad del Poder Judicial, el
reconocimiento que voluntariamente haga un padre de su hijo, el cual,
conforme a los artículos 48, 296, 299 y 708 de dicho ordenamiento,
implica un trámite que derivará también en la variación de un dato
esencial del acta como lo es el apellido de la persona cuyo nacimiento
fue registrado, con la diferencia de que este último trámite debe
sustanciarse mediante un procedimiento administrativo ante el
encargado del Registro Civil. Es decir, a pesar de que ambos
procedimientos (de reconocimiento de hijo o de reasignación sexo-
genérica) prevén supuestos de hecho equivalentes, pues tienen como
finalidad cambiar un dato esencial del acta de nacimiento, con el
consecuente efecto de que ese cambio se refleje en el acta
correspondiente, uno debe seguirse ante autoridad formalmente
jurisdiccional y el otro ante una autoridad formalmente administrativa;
sin embargo, la distinción respecto a la autoridad que debe conocer de
la solicitud correspondiente carece de razonabilidad, ya que no se
advierte la existencia de un fundamento objetivo y razonable que
permita dar a uno y otro supuestos un trato desigual por cuanto hace a
la naturaleza formal de la autoridad que debe sustanciar el trámite
correspondiente; de ahí que tal distinción se traduzca en una
discriminación normativa en perjuicio de las personas que pretenden la
adecuación de su identidad de género auto-percibida. Así, la primera
parte del artículo 759 del Código Civil para el Estado de Veracruz no
debe aplicarse a quien pretende la adecuación sexo-genérica de su
acta de nacimiento, a fin de permitirle acudir a un procedimiento formal
y materialmente administrativo ante el encargado del Registro Civil,
pues este último es el procedimiento idóneo para ese efecto.”
Así como el criterio sustentado por la misma Primera Sala en la tesis 1a.
CCXXXIII/2018 (10a.), visible en la página 321, de la Gaceta del Semanario
Judicial de la Federación, Libro 61, Diciembre de 2018, Tomo I Materias
Constitucional y Civil, Décima Época (registro 2018670), que establece:
“IDENTIDAD DE GÉNERO AUTO-PERCIBIDA (REASIGNACIÓN
SEXO-GENÉRICA). LOS ARTÍCULOS 676, 677 Y 708 DEL CÓDIGO
CIVIL PARA EL ESTADO DE VERACRUZ, PERMITEN UNA
DISCRIMINACIÓN INDIRECTA O POR EL RESULTADO Y, POR
ENDE, SON INCONSTITUCIONALES. El artículo 1o. de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce los derechos
fundamentales a la no discriminación, al libre desarrollo de la
personalidad y a la dignidad; en esa medida, la adecuación de la
identidad de género auto-percibida debe ser integral tanto en los datos
cuya adecuación se pide, como en los documentos en los que se hace
constar la identidad de la persona, lo cual implica la expedición de
nuevos documentos y no sólo la realización de "anotaciones" en los
existentes; asimismo, la publicidad no deseada sobre un cambio de
identidad de género, consumado o en trámite, puede poner a la
persona solicitante en una situación de vulnerabilidad a diversos actos
de discriminación en su contra, en su honor o en su reputación, y que, a
la postre, pueden significar un obstáculo para el ejercicio de sus
derechos fundamentales. Así, los artículos 676, 677 y 708 del Código
Civil para el Estado de Veracruz, de los que deriva que la
determinación emitida en el procedimiento para la adecuación de la
identidad de género auto-percibida sólo dará lugar a una "anotación" en
el acta correspondiente, y que las copias o testimonios que se expidan
de las actas del registro civil contendrán una referencia de las
"anotaciones" hechas en las actas o testimonios, son
inconstitucionales, y no deben aplicarse en esa clase de
procedimientos, en razón de que esas normas dan lugar a una
discriminación indirecta o por el resultado en perjuicio de la persona
que solicita la adecuación de su acta de nacimiento con motivo de la
identidad de género auto-percibida (reasignación sexo-genérica), pues
permiten la revelación de su identidad anterior, lo que a su vez genera
una situación tortuosa en su vida cotidiana y trastoca el núcleo esencial
del derecho al libre desarrollo de la personalidad.”
Por tanto, ya que en la primera etapa del examen de constitucionalidad
quedó evidenciado que la medida legislativa en cuestión incide en el contenido
prima facie de los derechos fundamentales en juego, concretamente en el que
asiste a toda persona a que el nombre y sexo consignado en los registros coincida
con la identidad sexo-genérica efectivamente asumida y vivida por esta; se
procede a la segunda etapa del estudio de constitucionalidad, a través de verificar
si dicha intervención legislativa supera los cuatro pasos del test de
proporcionalidad, de conformidad con lo desarrollado por la Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación (I. Constitucionalidad de los fines
perseguidos con la medida; II. Idoneidad; III. Necesidad; y IV, Proporcionalidad en
sentido estricto).
PASO I. Constitucionalidad de los fines perseguidos con la medida.
En la exposición de motivos de las iniciativas y decreto de la reforma a los
artículos 48, 129, 130, 131 y 133; y adición de un tercer párrafo al artículo 54; los
incisos a) al d) al artículo 130; así como los artículos 131 Bis y 131 Ter, todos del
Código Civil del Estado de Chihuahua, se señaló como propósito ampliar los
supuestos que permitan al Oficial del Registro Civil, realizar las rectificaciones en
la vía administrativa, en aquéllos casos que en la práctica se presenta de manera
más común y en los cuales resulta apremiante resolver sobre la modificación de
manera ágil.
Lo anterior, en un procedimiento mixto que permita hacer las rectificaciones,
en muchos de los casos, ante la autoridad administrativa, mediante un
procedimiento seguido en forma de juicio en donde exista un mecanismo de
homologación jurisdiccional, con el fin de garantizar la certeza, legalidad y
transparencia de la función registral y facilitar el trámite en estos casos, donde los
cambios no son sustanciales.
Además, puede advertirse que el propósito del legislador fue excluir de dicho
procedimiento administrativo aquellos casos donde se afecte la sustancia del acto
(cuando se pretenda generar diverso acto del registro civil, al que se hizo constar
en el acta de que se trata) o la identidad de las personas (cuando se cambien los
apellidos o el orden de los mismos y con ello se pierda la línea de filiación
consanguínea con sus ascendientes o descendientes, que se desprenda de la
propia acta) o se pretenda crear una nueva.
Como puede apreciarse la exclusión del procedimiento administrativo de
aquellos casos donde se afecta la identidad de las personas, pretendió en esos
supuestos brindar mayor seguridad jurídica a la rectificación, modificación o
nulidad de las actas del estado civil de los individuos, incluido el caso de que se
trata, lo cual se considera es un fin constitucionalmente válido, por estar permitido
en la norma fundamental.
Esto es así, porque se trata de un medio para garantizar el derecho de
identidad de los individuos, lo cual el legislador tiene la obligación de realizar,
conforme lo previsto en el octavo párrafo del artículo 4° de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, en el cual se establece que toda persona tiene
derecho a la identidad y a ser registrado de manera inmediata a su nacimiento, así
como que el Estado garantizará el cumplimiento de estos derechos; lo anterior, sin
prejuzgar en este apartado en cuanto a que tal intervención resulte ser la más
idónea o estrictamente necesaria.
Además, el Estado tiene la obligación de regular los actos del estado civil de
las personas, de modo que si el legislador local en ejercicio de sus funciones y con
el propósito de otorgar certeza a dichos actos excluyó implícitamente de la vía
administrativa el caso que nos ocupa, se considera que la intervención en cuestión
de igual forma tiene un fin legítimo; por tanto, al superar el primer paso del test de
proporcionalidad se procede a abordar el segundo de ellos.
PASO II. Idoneidad de la medida
Corresponde ahora analizar si la intervención legislativa cuestionada,
constituye una medida idónea para dar mayor seguridad jurídica a la adecuación
integral del acta de nacimiento de una persona transgénero a su identidad de
género auto percibida.
En el caso no se trata de imponer las medidas más idóneas y eficaces para
alcanzar el fin propuesto, sino tan solo de excluir aquellas que puedan acreditarse
como claramente ineficaces, por eso basta que la medida que interviene los
derechos fundamentales, ayude o coopere de algún modo a la realización del fin
legislativo.
Por ello, se estima que la medida legislativa cuestionada es un medio idóneo
para alcanzar el fin perseguido por el legislador, toda vez que la tramitación del
juicio de rectificación de actas del estado civil, contemplado para tal efecto, por sí
solo otorga seguridad jurídica, lo anterior no porque se trate de una autoridad que
pueda contribuir de mejor forma en el caso particular, sino porque tiene
competencia para resolver al respecto dentro de un procedimiento previsto en la
legislación local y en el que se deben seguir ciertas formalidades, de ahí que dicha
intervención legislativa ayuda o coopera de cualquier forma al citado propósito.
En consecuencia, se considera que sí existe una relación racional entre la
medida y el fin perseguido, por lo que en el caso se satisface el grado de
idoneidad en análisis (segundo paso), y se procede a abordar el tercer paso.
PASO III. Necesidad de la medida.
Ahora, la medida cuestionada no es estrictamente necesaria para satisfacer
el fin mencionado, por lo que al no superar este paso tercero, resultará innecesario
llegar al estudio del cuarto y último de ellos, en tanto que si no se encuentra
colmada la necesidad, da motivo a declarar que la medida legislativa no supera el
test de proporcionalidad.
Se afirma lo anterior, toda vez que la medida no es la menos gravosa para
los derechos afectados y existe un procedimiento administrativo alternativo,
igualmente idóneo para dar mayor seguridad jurídica a la adecuación integral del
acta de nacimiento de las personas transgénero.
Como se explicó para la adecuación de la citada acta de nacimiento
solamente se requiere el consentimiento libre e informado del solicitante y se trata
de un acto declarativo y no constitutivo de derechos, aunado que en nada
contraviene el principio protección de los derechos de terceros, por lo que, es claro
que no es necesario que una persona transgénero tramite un juicio ordinario, pues
aun cuando por disposición de la ley este no implique controversia, se sigue
mediante la verificación de una audiencia extraordinaria, donde se desahogarán
las pruebas, se formularán alegatos y se dictará sentencia, la cual incluso es
revisable de manera oficiosa, por parte de un tribunal de apelación a fin de
verificar su legalidad, para lo cual se radica el asunto, se cita para sentencia y se
da intervención del ministerio público.
En otras palabras, el procedimiento de adecuación integral del acta de
nacimiento de una persona transgénero, es un trámite sumamente sencillo que no
amerita distraer la función de un juez para la sustanciación de un juicio por todas
sus etapas, incluida la segunda instancia, al margen de que esto pueda o no
llevarse a cabo dentro de los plazos legales, pues para la materialización del
derecho fundamental basta el consentimiento libre e informado del solicitante, lo
cual se puede hacer efectivo por medio de un procedimiento administrativo.
Además, como se indicó con antelación, la medida está pensada, en lo que
interesa, en función de casos cuestionables donde el legislador entendió que
ameritaban ser probados (cambio de apellidos o el orden de los mismos que
pudieran afectar cuestiones de filiación) y no para las personas transgénero
quienes viven en una realidad social y legal que no corresponde al marco
regulatorio en cuestión.
Cabe precisar que el tema del consentimiento en la vía administrativa
representa un aspecto de mera formalidad, en tanto que, constituye un hecho
notorio que la voluntad de las personas cisgénero que acuden a celebrar contrato
de matrimonio en el Registro Civil, no es objeto de un escrutinio mayor al de
advertir que plasmen su firma en el documento correspondiente, por lo que en el
caso concreto, pensar que la manifestación de voluntad libre e informada de una
persona transgénero para adecuar su acta de nacimiento necesita mayores
requisitos de verificación constituiría un trato diferenciado basado en el género, lo
que constitucionalmente no puede servir de sustento para considerar que un juez
debe necesariamente atender dicha solicitud.
De suerte que no existe justificación para considerar que a pesar de que una
persona transgénero tiene un derecho fundamental y existe el instrumento legal
para que este haga efectivo dicho derecho, tiene necesariamente que acudir a una
vía judicial, que como se señaló, limita su ámbito de protección.
El obligar a una persona auto definida con una identidad de género diversa a
la de nacimiento, a ejercer su derecho de reasignación sexual y/o rectificación de
nombre únicamente mediante la tramitación de un juicio y no a través de la vía
administrativa, implica entorpecer y limitar el ejercicio de sus derechos, lo que a su
vez puede involucrar una exposición al cuestionamiento social sobre esa misma
identidad, en afectación a sus derechos humanos de igualdad, no discriminación
por género y/o preferencias sexuales, así como al libre desarrollo de la
personalidad, aunado a que obstaculiza a la persona obtener su reasignación
sexo-genérica, lo que propicia que se le mantenga legalmente con un nombre y un
sexo distinto al que realmente siente como suyos, hasta en tanto tramite
judicialmente esa solicitud, se agote el procedimiento, se dicte el fallo
correspondiente y se revise oficiosamente por un tribunal de alzada, con incluso la
intervención de un tercero, como lo es un Agente del Ministerio Público.
Ante este panorama, se considera que en el caso, resulta insuficiente que en
la codificación civil de esta entidad se establezca la posibilidad de que se tramite
la rectificación del acta de nacimiento (para la reasignación de sexo y cambio de
nombre) a través de la vía judicial marcada por el legislador como idónea para
ello, para así considerar que cuenta con un medio legal para lograr su pretensión y
que por ende, se respete el derecho de acceso a la justicia.
Ello, porque dados los términos en que se encuentra conformada la previsión
legislativa contenida en los numerales de trato, únicamente podría considerarse
que dota a la parte quejosa de un acceso a la jurisdicción, al conferirle el derecho
a que un órgano jurisdiccional competente considere su pretensión expuesta con
arreglo a las formas dadas por la ley procesal.
De ahí que resulta ser un concepto limitado para tener por colmado el
apuntado derecho, que como un eje rector permita el reconocimiento y
satisfacción de sus otros derechos, en las mejores condiciones posibles de acceso
y evite en la medida de lo posible la actualización de barreras al acceso a la
justicia de tipo económico o financiero, sociales, culturales, procesales y
materiales.
Conforme a un realismo jurídico, acorde a las situaciones imperantes en una
sociedad como en la que nos desarrollamos en la actualidad, no puede dejarse de
lado, que la mayoría de las legislaciones civiles de las entidades federativas de la
república mexicana se encuentran redactadas conforme a las concepciones
tradicionales de un sistema binario del género/sexo, como modelo social y cultural
dominante que “considera que el género y el sexo abarcan dos y solo dos,
categorías rígidas, a saber masculino/hombre y femenino/mujer. Tal sistema o
modelo excluye a aquellos que no se enmarcan dentro de las dos categorías
(como las personas transgénero o intersex).”
Tampoco puede hablarse que la distinción legislativa de trato, se limite a una
mera distribución de competencias de autoridades administrativas y judiciales,
vinculado a la necesidad de armonizar los mecanismos, vías y requisitos para
modificar las actas de nacimiento, en tanto que como se vio, el procedimiento
llevado a cabo ante cada una de esas sedes cuenta con características propias,
que difieren entre sí y que no dotan iguales condiciones de acceso y efectividad.
Motivo por el cual se torna especialmente relevante que los mecanismos que
el Estado diseñe para la corrección de este tipo de situaciones jurídicas sean
completamente libres de obstáculos sociales, culturales y económicos, en un afán
de lograr una igualdad sustantiva, es decir, que se procure una facilitación a las
circunstancias de vida del grupo especialmente vulnerable, como lo es la
comunidad “LGBTI”, en tanto no puede soslayarse que histórica y culturalmente ha
sido sujeto de discriminaciones y rechazo, tanto en lo público como en lo privado,
en el ámbito laboral, social, cultural, económico, educativo, entre otros.
Así, solo a través de lograr un reconocimiento pleno de la identidad
autoconstruida de quienes conforman dicho grupo, es que se puede garantizar el
pleno goce de los derechos humanos de las personas cuya percepción de género
es diferente a la que es asociada con el sexo que les fue asignado al nacer, ya
que al obtener tal concordancia, es que pueda hablarse de un goce efectivo de
derecho de identidad, que permita acceder también de manera cierta a sus
diversos derechos fundamentales como a la salud, a la educación, empleo,
vivienda, acceso a la seguridad social, la libertad de expresión y de asociación,
incluida la protección contra la violencia y discriminación, así como ejercer una
participación democrática y la búsqueda de un desarrollo personal e inclusión.
Entonces, el hecho de que la legislación civil del Estado, contemple la
posibilidad de que a través de la vía judicial se realicen los ajustes
correspondientes a las actas de nacimiento en cuanto al nombre y sexo, resulta
ser una previsión desproporcionada para considerar respetado el derecho de
acceso a la justicia propiamente dicho, pues con ello la persona que solicita un
ajuste en su documento de identidad, ve limitadas sus opciones de realizarlo solo
a una vía, la judicial.
Sin que pueda considerarse que ambas vías brinden al solicitante
condiciones iguales o al menos semejantes, pues aun cuando en los dos casos los
trámites correrían a cargo de autoridades de los poderes del Estado, como se
expuso, las circunstancias particulares con las que cada una de ellas brinda al
solicitante resultan diversas.
En esta entidad, la codificación civil contempla que el solicitante debe acudir
ante el Jefe de la Oficina del Registro Civil correspondiente, presentar su solicitud
y en caso de tratarse de errores mecanográficos, ortográficos, la aclaración se
realiza sin mayor trámite ni homologación judicial y en tratándose de las diversas
hipótesis, el jefe de la oficina registral emite una resolución y la envía de inmediato
al juez competente para efecto de que sea homologada en vía de jurisdicción
voluntaria.
Situación que implica, como se dijo, un trámite más sencillo, que tiende más
a la expeditez y economía, pues de suyo no requiere de manera imperiosa la
realización de una demanda con la intervención o asesoría jurídica por parte de un
profesionista del derecho, por lo que el solicitante puede acudir por sí a presentar
su solicitud y en un plazo breve obtener la modificación pretendida.
Por el contrario, la vía judicial no dota de mejores condiciones o más
accesibles para el solicitante, pues conlleva mayores tiempos y gastos, implica
ajustarse a los términos y requisitos procesales establecidos en las leyes, requiere
en la mayoría de los casos de contar con un asesor jurídico y someterse a la
potestad jurisdiccional, en espera de una resolución que puede o no resultar
favorable a su pretensión y que además queda sujeta a una revisión oficiosa por
parte de un tribunal de apelación, con intervención del Agente del Ministerio
Público. Situación que implícitamente contiene barreras al acceso a la justicia.
Ante este marco jurídico, la medida delimita la posibilidad de que las
personas que conforme a su auto percepción han decidido ostentarse con un
género distinto al que les fue asignado al nacer, puedan acceder a un trámite
administrativo sencillo para corregir esa situación, cuando se insiste, se coincide
con lo expuesto en la multicitada opinión consultiva, en cuanto a que es la vía
administrativa la que mejor se ajusta a los requisitos establecidos por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, pues un procedimiento judicial
encaminado a obtener una autorización para materializar efectivamente la
expresión de un derecho de esas características, representaría una limitación
excesiva para el solicitante; aunado a que quedaría a potestad de un juez decidir
sobre una cuestión sobre la que cada individuo debe decidir de manera autónoma,
como lo es la identidad de género, cuando como se dijo el papel del Estado
únicamente debe limitarse a reconocer y respetar esa adscripción identitaria.
Además, la medida cuestionada genera una condición discriminatoria hacía
estos grupos vulnerables, en tanto que se establece un trato igual para las
personas transgénero que para el resto de las personas, sin tomar en cuenta sus
diferencias específicas como grupo vulnerable.
Luego, si la norma impugnada obliga a la generalidad de las personas a
promover en la vía judicial (que no resulta materialmente administrativa) para
tramitar un cambio de identidad en su acta de nacimiento, brinda un trato desigual
a las personas transgénero, quienes se ven sometidas a obstáculos para lograr el
reconocimiento y respeto de su identidad de su género que las personas
cisgénero naturalmente no deben enfrentar, por lo cual, se estima que la medida
legislativa, llamada a proyectarse sobre situaciones de igualdad de hecho, propicia
efectos semejantes sobre personas que se encuentran en situaciones dispares, lo
que se traduce en desigualdad jurídica.
Por consiguiente, es inconstitucional la prohibición implícita que se dispone
en los artículos 48, 130 y 131 Ter, del Código Civil del Estado de Chihuahua, en
cuanto a vedar la posibilidad de que en sede administrativa se solicite la
modificación del acta de nacimiento, sobre la adecuación de los datos de identidad
de conformidad con la identidad de género auto-percibida (nombre y sexo).
Sirve de sustento a lo anterior, la Jurisprudencia 1a./J. 37/2017 (10a.),
sustentada por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de la
Décima Época, con registro 2014332, visible en la Gaceta del Semanario Judicial
de la Federación a Libro 42, Mayo de 2017, Tomo I, Materia(s): Constitucional,
Página: 239, del siguiente tenor:
“INTERPRETACIÓN CONFORME. NATURALEZA Y ALCANCES
A LA LUZ DEL PRINCIPIO PRO PERSONA. A juicio de esta Primera
Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la supremacía
normativa de la Constitución no se manifiesta sólo en su aptitud de
servir como parámetro de validez de todas las demás normas jurídicas,
sino también en la exigencia de que tales normas, a la hora de ser
aplicadas, se interpreten de acuerdo con los preceptos constitucionales;
de forma que, en caso de que existan varias posibilidades de
interpretación de la norma en cuestión, se elija aquella que mejor se
ajuste a lo dispuesto en la Constitución. En otras palabras, esa
supremacía intrínseca no sólo opera en el momento de la creación de
las normas, cuyo contenido ha de ser compatible con la Constitución en
el momento de su aprobación, sino que se prolonga, ahora como
parámetro interpretativo, a la fase de aplicación de esas normas. A su
eficacia normativa directa se añade su eficacia como marco de
referencia o criterio dominante en la interpretación de las restantes
normas. Este principio de interpretación conforme de todas las normas
del ordenamiento con la Constitución, reiteradamente utilizado por esta
Suprema Corte de Justicia de la Nación, es una consecuencia
elemental de la concepción del ordenamiento como una estructura
coherente, como una unidad o contexto. Es importante advertir que
esta regla interpretativa opera con carácter previo al juicio de invalidez.
Es decir, que antes de considerar a una norma jurídica como
constitucionalmente inválida, es necesario agotar todas las
posibilidades de encontrar en ella un significado que la haga compatible
con la Constitución y que le permita, por tanto, subsistir dentro del
ordenamiento; de manera que sólo en el caso de que exista una clara
incompatibilidad o una contradicción insalvable entre la norma ordinaria
y la Constitución, procedería declararla inconstitucional. En esta lógica,
el intérprete debe evitar en la medida de lo posible ese desenlace e
interpretar las normas de tal modo que la contradicción no se produzca
y la norma pueda salvarse. Así el juez ha de procurar, siempre que sea
posible, huir del vacío que se produce cuando se niega validez a una
norma y, en el caso concreto, de ser posibles varias interpretaciones,
debe preferirse aquella que salve la aparente contradicción. Ahora bien
la interpretación de las normas conforme a la Constitución se ha
fundamentado tradicionalmente en el principio de conservación de ley,
que se asienta a su vez en el principio de seguridad jurídica y en la
legitimidad democrática del legislador. En el caso de la ley, fruto de la
voluntad de los representantes democráticamente elegidos, el principio
general de conservación de las normas se ve reforzado por una más
intensa presunción de validez. Los tribunales, en el marco de sus
competencias, sólo pueden declarar la inconstitucionalidad de una ley
cuando no resulte posible una interpretación conforme con la
Constitución. En cualquier caso, las normas son válidas mientras un
tribunal no diga lo contrario. Asimismo, hoy en día, el principio de
interpretación conforme de todas las normas del ordenamiento a la
Constitución, se ve reforzado por el principio pro persona, contenido en
el artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, el cual obliga a maximizar la interpretación conforme en
aquellos escenarios en los cuales, dicha interpretación permita la
efectividad de los derechos fundamentales de las personas frente al
vacío legislativo que puede provocar una declaración de
inconstitucionalidad de la norma.”
Por tanto, luego de tener como eje rector lo establecido por el Máximo
Tribunal del país y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, como órgano
encargado de la interpretación autoritativa de la Convención Americana Sobre
Derechos Humanos, se concluye que la vía adecuada para tramitar la modificación
registral de las actas de nacimiento en cuanto a nombre y género auto percibido,
resulta ser la sede administrativa.
De ahí que como los artículos mencionados pugnan con el derecho
fundamental del libre desarrollo de la personalidad y, como consecuencia, con lo
dispuesto por el artículo 1º de la Constitución General de la República; por ello
debe concederse la protección constitucional solicitada, cuyos efectos serán
precisados en el siguiente considerando.
Sirve de apoyo el criterio sustentado por el Segundo Tribunal Colegiado en
Materias Civil y de Trabajo del Décimo Séptimo Circuito en la tesis XVII.2o.C.T.8 C
(10a.), consultable en la página 2377´, de la Gaceta del Semanario Judicial de la
Federación, Libro 60, Noviembre de 2018, Tomo III, Materias Constitucional y
Civil, Décima Época (registro 2018509), que señal:
“REASIGNACIÓN SEXO-GENÉRICA. LOS ARTÍCULOS 48, 130
Y 131 TER DEL CÓDIGO CIVIL DEL ESTADO DE CHIHUAHUA, AL
PREVER QUE LA SOLICITUD DE MODIFICACIÓN DE
DOCUMENTOS DE IDENTIDAD EN CUANTO AL NOMBRE Y SEXO
DEBE TRAMITARSE EN LA VÍA JUDICIAL Y NO EN LA
ADMINISTRATIVA, LIMITAN LOS DERECHOS FUNDAMENTALES A
LA NO DISCRIMINACIÓN, IGUALDAD, LIBRE DESARROLLO DE LA
PERSONALIDAD E IDENTIDAD DE GÉNERO Y DE ACCESO A LA
JUSTICIA. Los artículos citados limitan los derechos fundamentales a
la no discriminación, igualdad, libre desarrollo de la personalidad e
identidad de género y de acceso a la justicia, en su concepción más
amplia, al prever que la solicitud de modificación de documentos de
identidad en cuanto al nombre y sexo debe tramitarse en la vía judicial
(no materialmente administrativa) que implica la presentación de una
demanda, el desahogo de una audiencia, el dictado de una sentencia
que será revisada oficiosamente por el tribunal de alzada e, incluso,
con intervención del Ministerio Público; lo que constituye un obstáculo
jurídico o barrera al acceso a la justicia en sentido amplio, que impide al
quejoso ejercer el derecho de adecuar su acta de nacimiento a efecto
de hacerla concordar con la identidad que de manera autónoma se ha
construido en relación con su nombre y sexo, mediante un
procedimiento que cumpla con los estándares jurídicos de derechos
humanos, entre los cuales se encuentra la expeditez y que sólo
requiera el consentimiento libre e informado del solicitante y sin
injerencias de terceros (como ocurre con la intervención del Ministerio
Público y la posible dubitabilidad en el razonamiento de un Juez), pues
esos requisitos mínimos se estiman colmados a través de un
procedimiento materialmente administrativo, por el que se protegen de
manera más efectiva los derechos fundamentales referidos.”
Así como el criterio sustentado por el Segundo Tribunal Colegiado en
Materias Civil y de Trabajo del Décimo Séptimo Circuito en la tesis XVII.2o.C.T.9 C
(10a.), publicada en la página 2376, de la Gaceta del Semanario Judicial de la
Federación, Libro 60, Noviembre de 2018, Tomo III, Materias Constitucional y
Civil, Décima Época (registro 2018508), que dice:
“REASIGNACIÓN SEXO-GENÉRICA. LA MEDIDA LEGISLATIVA QUE
REGULA EL TRÁMITE PARA LA ADECUACIÓN INTEGRAL DEL ACTA DE
NACIMIENTO DE LAS PERSONAS TRANSGÉNERO, MEDIANTE UN
PROCEDIMIENTO JURISDICCIONAL, NO SUPERA EL TEST DE
PROPORCIONALIDAD (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE CHIHUAHUA).”

MATRIMONIO Y CONCUBINATO

a) Matrimonio: Es una institución social que crea un vínculo conyugal entre


sus miembros.

a.1) Fundamento legal Código de Familia para el Estado de Sonora

TITULO SEGUNDO
DEL MATRIMONIO
CAPITULO I

DISPOSICIONES GENERALES
(REFORMADO, B.O. 1 DE MARZO DE 2011) (F. DE E., B.O. 31 DE MARZO DE
2011)
Artículo 11.- El matrimonio es la unión legítima de un hombre y una mujer, con el
propósito expreso de integrar una familia, el respeto recíproco y la protección
mutua, así como la eventual perpetuación de la especie. Cualquier disposición
contraria a estos fines, acordada por los cónyuges, se tendrá por no puesta.

Artículo 12.- El matrimonio es un acto solemne que debe celebrarse ante el Oficial
del Registro Civil o el funcionario que la ley señale, con las formalidades que esta
misma establezca.

Artículo 13.- El Estado promoverá y facilitará el matrimonio de las parejas que


realicen vida en común, siempre que cubran los requisitos legales.

Artículo 14.- La promesa de matrimonio hecha en cualquier forma, de ninguna


manera obliga a contraerlo, ni su incumplimiento producirá responsabilidad
pecuniaria alguna.

No obstante, si el matrimonio no se celebra, tienen derecho los prometidos y los


terceros a exigir la devolución de lo que se hubieren donado con motivo del
concertado matrimonio. Este derecho durará un año, contado desde la ruptura de
la promesa de matrimonio, por lo que toca a los prometidos, y tres años respecto
de terceros.
b) Concubinato: Es la relación marital de un hombre con una mujer sin
estar unidos bajo el vínculo matrimonial.

b.1) Fundamento legal Código de Familia para el Estado de Sonora

TITULO SEXTO
DEL CONCUBINATO
CAPITULO I
DISPOSICIONES GENERALES

(REFORMADO, B.O. 1 DE MARZO DE 2011)


Artículo 191.- El concubinato es la unión voluntaria de un hombre y una mujer,
libres de impedimentos matrimoniales por vínculo no disuelto o por parentesco,
con el propósito tácito de integrar una familia, el respeto recíproco y la mutua
protección, así como la eventual perpetuación de la especie.

Artículo 192.- Para que nazca jurídicamente el concubinato, es necesario que la


cohabitación se prolongue de manera exclusiva y permanente:

I.- Durante tres años ininterrumpidos; o

II.- Desde el nacimiento del primer hijo, si esto ocurre antes de que transcurra el
plazo anterior.

(DEROGADO SEGUNDO PÁRRAFO, B.O. 1 DE MARZO DE 2011)

CAPITULO II

DE LOS DERECHOS Y OBLIGACIONES NACIDOS DEL CONCUBINATO

Artículo 193.- Mientras dure la unión, los concubinos deberán contribuir al


sostenimiento del hogar, en la forma y proporción que acuerden según sus
posibilidades.

(ADICIONADO, B.O. 1 DE MARZO DE 2011)


Los bienes de los concubinos y sus productos, así como sus ingresos, quedan
afectados preferentemente al pago de los alimentos. Para hacer efectivo este
derecho, podrán los concubinos y los hijos procreados entre ellos o sus
representantes, pedir el aseguramiento de aquellos bienes.

Artículo 194.- No estará obligado a contribuir económicamente el concubino que


se encuentre imposibilitado para trabajar o careciere de bienes propios, ni
tampoco el que, por convenio expreso o tácito, se ocupe íntegramente del cuidado
del hogar o de la atención de los hijos menores, caso en el cual el otro concubino
responderá íntegramente del sostenimiento de la familia.
(REFORMADO, B.O. 1 DE MARZO DE 2011)
Artículo 195.- Una vez disuelto fácticamente el concubinato, el derecho a
alimentos se prolongará por seis meses en favor del concubino que carezca de
empleo o de bienes suficientes para alimentarse y a cargo del otro, pero concluido
este plazo, ninguna de las partes podrá exigirse alimentos a menos que se haya
pactado expresamente esta obligación por un tiempo mayor.

Artículo 196.- Si el concubinato se prolonga hasta la muerte de uno de sus


miembros, el concubino supérstite tendrá derecho a heredar en la misma
proporción y condiciones de un cónyuge, siempre que se hubiera cumplido el
término o la condición previstos en este código y se trate de una unión exclusiva.

Artículo 197.- Las funciones del concubinato son iguales a las del matrimonio, por
lo que sus miembros acordarán conjuntamente todo lo relativo a educación y
atención de los hijos, domicilio, trabajo y administración de los bienes.

Artículo 198.- Las donaciones entre concubinos se regirán por las disposiciones
especiales sobre donaciones anteriores y posteriores al matrimonio, según la
época en que se produjeron, entendiéndose como donaciones conyugales las
realizadas a partir de que se, haya cumplido el término o la condición del
concubinato y prenupciales las otorgadas durante la convivencia anterior.

Artículo 199.- A falta de convenio, los bienes adquiridos durante la vida en común,
después de cumplido el término o la condición del concubinato, se regirán por las
reglas supletorias de la sociedad conyugal, incluyendo su liquidación unilateral sin
expresión de causa.

El concubino abandonado o el que abandone por causa justificada, podrá solicitar


la liquidación de la sociedad, siempre que hubiese participado económicamente en
su constitución o se haya ocupado íntegramente de la atención de los hijos o del
cuidado del hogar.

Artículo 200.- Se presumen hijos de los concubinos a:

I.- Los nacidos durante la unión libre, salvo impugnación y

II.- Los nacidos dentro de los trescientos días de terminado el concubinato,


aplicando las mismas reglas de la filiación matrimonial.

Artículo 201.- Los derechos y obligaciones derivados del concubinato, sólo podrán
reclamarse judicialmente cuando se hayan cumplido los plazos o la condición a
que se refiere el artículo 192 de este Código.

CAPITULO III
DE LA DISOLUCIÓN DEL CONCUBINATO
(REFORMADO, B.O. 1 DE MARZO DE 2011)
Artículo 202.- El concubinato termina por la muerte, la separación voluntaria de
cualquiera de los concubinos o el matrimonio de cualquiera de éstos con persona
diversa al concubinario.

b.2) Definición interpretación Tesis.

Época: Décima Época


Registro: 2010270
Instancia: Primera Sala
Tipo de Tesis: Aislada
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Libro 23, Octubre de 2015, Tomo II
Materia(s): Civil
Tesis: 1a. CCCXVI/2015 (10a.)
Página: 1646

CONCUBINATO. SU DEFINICIÓN Y DIFERENCIAS CON EL MATRIMONIO. El


concubinato es la unión de hecho entre dos personas que voluntariamente
deciden tener una vida en común y cuya unión fáctica, una vez cumplidos ciertos
requisitos como no estar casados entre ellos o con otras personas, acreditar haber
cohabitado por cierto tiempo (dependiendo de cada legislación), y/o tener hijos en
común, tiene ciertas consecuencias jurídicas, en aras de proteger a los
concubinos -durante y terminado el concubinato- y a su familia. Ahora, si bien es
cierto que el concubinato y el matrimonio son figuras con muchas similitudes y a
las cuales nuestro sistema jurídico reconoce como fundadoras de una familia, el
primero por una unión de hecho y el segundo por un acto jurídico que debe ser
sancionado por el Estado, también lo es que, precisamente por las diferencias en
su origen, existen distinciones en las consecuencias jurídicas de encontrarse en
uno u otro supuesto, una de las cuales es la relativa a los regímenes patrimoniales
imperantes en el matrimonio. Así, una de las razones para optar por el
concubinato puede ser el hecho de que no se crea una relación de estado ni un
entramado jurídico de obligaciones y deberes como en el matrimonio -o al menos,
no todos-. Sin embargo, ello no implica obviar, por supuesto, que dicha unión de
hecho, al tener la intención de formar una comunidad de vida con intención de
permanencia, lleve a crear una unidad económica, no necesariamente jurídica,
entre los concubinos.

b.3) Caso práctico juicio de amparo 973/2017, Juzgado Octavo de


Distrito en el Estado de Sonora, con residencia en Ciudad Obregón.

Acto reclamado
En el caso, la parte quejosa señaló en su escrito de demanda como actos
reclamados los siguientes:
a) Del Congreso, de la Gobernadora y del Director General del Boletín
Oficial y Archivo del Estado de Sonora, el proceso legislativo de los
artículos 2º, 11 y 102 del Código de Familia para el Estado de Sonora;
b) De la Directora General del Registro Civil del Estado de Sonora, con
residencia en Hermosillo, la orden de negar contraer matrimonio a las
quejosas; y,
c) Del Primer Oficial del Registro Civil de Ciudad Obregón, Sonora, el oficio
sin número fechado en seis de noviembre de dos mil diecisiete, en el que
se negó a las hoy quejosas contraer matrimonio, al pertenecer al mismo
género.

Pruebas ofrecidas
Las impetrantes ofrecieron como medios de convicción el oficio sin número
fechado en seis de noviembre de dos mil diecisiete (foja 13), en que la Primer
Oficial del Registro Civil del Estado de Sonora en Ciudad Obregón, rechazó su
petición para contraer matrimonio en términos de los artículos 2º, 11 y 102 del
Código de Familia del Estado de Sonora.

Consideraciones para emitir la sentencia.


En el considerando segundo, incisos a) y c), de esta sentencia, se precisó
que la parte quejosa reclama la validez de los artículos 2, 11 y 102 del Código de
Familia para el Estado de Sonora, con motivo de su primer acto concreto de
aplicación en perjuicio de las quejosas, consistente en el oficio sin número fechado
en seis de noviembre de dos mil diecisiete, en que el Primer Oficial del Registro
Civil de Ciudad Obregón, Sonora, les negó autorización para contraer
matrimonio al pertenecer al mismo sexo.

Ahora, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en las


tesis de jurisprudencia 1a./J.84/2015 (10a), 1a./J.85/2015 (10a) y 1a./J.86/2015
(10a), estableció que las normas civiles que definen la institución del matrimonio
como la que se celebra entre un solo hombre y una sola mujer o que precisen
como su finalidad la procreación, vulneran los principios fundamentales de
igualdad y no discriminación establecidos en el artículo 1º de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos.

El contenido de los precedentes en cita es el siguiente:


“Época: Décima Época
Registro: 2010676
Instancia: Primera Sala
Tipo de Tesis: Jurisprudencia
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Libro 25, Diciembre de 2015, Tomo I
Materia(s): Constitucional
Tesis: 1a./J. 84/2015 (10a.)
Página: 186
MATRIMONIO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO. LAS
NORMAS CIVILES QUE DEFINEN LA INSTITUCIÓN DEL
MATRIMONIO COMO LA QUE SE CELEBRA ENTRE UN SOLO
HOMBRE Y UNA SOLA MUJER, CONTIENEN UNA DISTINCIÓN
CON BASE EN UNA CATEGORÍA SOSPECHOSA. Las normas civiles
que definen al matrimonio como el celebrado entre "un solo hombre y
una sola mujer", y/o que establecen entre sus objetivos que "se unen
para perpetuar la especie", prevén una distinción implícita entre las
parejas conformadas por personas heterosexuales y las conformadas
por personas homosexuales, pues mientras a las primeras se les
permite el acceso al matrimonio, a las segundas se les niega esa
posibilidad. Así, para poder establecer si existe una distinción implícita
no es suficiente saber quiénes tienen el poder normativo en cuestión,
sino conocer qué se les permite hacer a esas personas. Aunque este
tipo de normas concedan el poder normativo para casarse a cualquier
persona, con independencia de su preferencia sexual, si ese poder
únicamente puede ejercitarse para contraer matrimonio con alguien del
sexo opuesto, es indudable que sí comportan en realidad una distinción
basada en las preferencias sexuales, porque una persona homosexual
únicamente puede acceder al mismo derecho que tiene una persona
heterosexual, si niega su orientación sexual, lo que es precisamente la
característica que lo define como tal. De lo anterior se concluye que
este tipo de normas se encuentran basadas implícitamente en una
categoría sospechosa, toda vez que la distinción que trazan para
determinar quiénes pueden utilizar el poder normativo para crear un
vínculo matrimonial se apoya en las preferencias sexuales de las
personas, las cuales constituyen uno de los criterios enunciados en el
último párrafo del artículo 1o. de la Constitución.”

“Época: Décima Época


Registro: 2010675
Instancia: Primera Sala
Tipo de Tesis: Jurisprudencia
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Libro 25, Diciembre de 2015, Tomo I
Materia(s): Constitucional
Tesis: 1a./J. 85/2015 (10a.)
Página: 184
MATRIMONIO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO. LA
DEFINICIÓN LEGAL DEL MATRIMONIO QUE CONTENGA LA
PROCREACIÓN COMO FINALIDAD DE ÉSTE, VULNERA LOS
PRINCIPIOS DE IGUALDAD Y NO DISCRIMINACIÓN. Las
definiciones legales de matrimonio que contengan la procreación como
finalidad de éste, vulneran los principios de igualdad y no discriminación
contenidos en el artículo 1o. de la Constitución, al excluir
injustificadamente a las parejas del mismo sexo de dicha institución,
toda vez que no está directamente conectada con dicha finalidad.
Como lo ha sostenido esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, la
Constitución protege a la familia como realidad social, es decir, todas
las formas y manifestaciones de familia que existen en la sociedad,
entre las que se encuentran las homoparentales conformadas por
padres del mismo sexo con hijos (biológicos o adoptivos) o sin ellos. En
este sentido, la distinción resulta claramente sobreinclusiva porque
quedan comprendidas en la definición de matrimonio las parejas
heterosexuales que no acceden a esta institución con la finalidad de
procrear, lo que muestra la falta de idoneidad de la medida para cumplir
con la protección de la familia como realidad social, y que se
contrapone a lo sostenido por este alto tribunal en el sentido de que ha
desvinculado el matrimonio de la función procreativa. Por otro lado,
resulta subinclusiva porque excluye injustificadamente del acceso al
matrimonio a las parejas homosexuales que están situadas en
condiciones similares a las parejas heterosexuales, lo que ocasiona
que se les prive de obtener los beneficios tangibles e intangibles que
otorga dicha institución a estas parejas y a los niños que decidan criar.”

“Época: Décima Época


Registro: 2010677
Instancia: Primera Sala
Tipo de Tesis: Jurisprudencia
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Libro 25, Diciembre de 2015, Tomo I
Materia(s): Constitucional
Tesis: 1a./J. 86/2015 (10a.)
Página: 187
MATRIMONIO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO. LAS
NORMAS CIVILES QUE IMPIDEN ESTA POSIBILIDAD, PROVOCAN
UNA DOBLE DISCRIMINACIÓN, AL PRIVAR A LAS PAREJAS
HOMOSEXUALES DE LOS BENEFICIOS MATERIALES Y
EXPRESIVOS QUE SE OBTIENEN CON DICHA INSTITUCIÓN. El
matrimonio comporta el derecho a tener acceso a los beneficios
expresivos asociados a dicha institución, así como el derecho a otros
beneficios materiales, económicos y no económicos, que las leyes
adscriben al matrimonio (por causa de muerte de uno de los cónyuges,
de solidaridad, de propiedad, en la toma subrogada de decisiones
médicas, migratorios, etcétera). En este sentido, las normas civiles que
impiden a las parejas del mismo sexo el acceso a la institución
matrimonial producen una doble discriminación, pues no sólo se les
priva a las parejas homosexuales de los beneficios expresivos que
comporta el matrimonio, sino también de los materiales; exclusión que
pudiera incluso llegar a afectar a sus hijos al colocarlos en un plano de
desventaja respecto de los hijos de parejas heterosexuales.”

Ahora, las normas reclamadas en esta instancia constitucional, son las


siguientes:
“Artículo 2. La familia es una institución de carácter social,
constituida por la unión matrimonial o concubinaria de un hombre y una
mujer, o por vínculos de parentesco en los tipos, líneas y grados que
reconoce la ley.”
“Artículo 11. El matrimonio es la unión legítima de un hombre y
una mujer, con el propósito expreso de integrar una familia, el respeto
recíproco y la protección mutua, así como la eventual perpetuación de
la especie. Cualquier disposición contraria a estos fines, acordada por
los cónyuges, se tendrá por no puesta.”
“Artículo 102. Es jurídicamente imposible el matrimonio contraído
entre sujetos del mismo sexo.”

Los numerales en cita, en cuanto establecen que [1] el matrimonio


(concubinato) únicamente puede contraerse por personas de sexo distinto, que [2]
el objetivo del mismo es la eventual perpetuación de la especie, así como [3]
prohibir expresamente la unión en vínculo matrimonial entre personas del mismo
sexo (al calificarlo como jurídicamente imposible), concretizan los supuestos de
inconstitucionalidad establecidos en las jurisprudencias 1a./J.84/2015 (10a),
1a./J.85/2015 (10a) y 1a./J.86/2015 (10a) y, por tanto, resultan inconstitucionales
al ser violatorios de los principios fundamentales de igualdad y no discriminación
establecidos en el artículo 1º de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos.

Declaratoria de inconstitucionalidad de la norma impugnada.


En esa virtud, ante lo fundado de los conceptos de violación de la parte
quejosa fundados en jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
se concede la protección constitucional solicitada

DIVORCIO: El divorcio es la disolución del matrimonio o sociedad conyugal


ante la ley.

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