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CONVERSION INTERIOR O LOS TRES BINARIOS

MC 7, 1-8; 14, 15; 21, 2-3


1-09-1985
22 Domingo durante el año

El Señor esté con vosotros.


Lectura del Santo Evangelio según san Marcos.

En aquel tiempo los fariseos y algunos escribas llegados de Jerusalén, se


reunieron con Jesús, y observaron que algunos de sus discípulos comían con las
manos impuras, es decir sin lavarse. Los fariseos, en efecto, y los judíos en
general no comen sin lavarse antes las manos, siguiendo la tradición de sus
antepasados. Tampoco traen lo que traen del mercado si antes no lo purifican con
agua. Además, observan otras prácticas que siguen por tradición, como el lavado
de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce. Entonces, los fariseos y
los escribas preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no proceden de
acuerdo con la tradición de nuestros antepasados?, sino que comen con las manos
impuras", El les respondió: "Hipócritas, bien habló de vosotros el Profeta
Isaías en el pasaje de la Escritura que dice 'este pueblo me honra con los
labios pero su corazón está lejos de Mí, en vano me rinden culto, las doctrinas
que enseñan no son sino preceptos humanos', vosotros olvidáis lo que Dios ha
ordenado por seguir la tradición de los hombres", y Jesús llamando otra vez a la
gente, les dijo: "escuchadme todos, y entendedlo bien. Ninguna cosa externa que
entra en el hombre puede mancharlo, lo que hace ímpuro es aquello que sale del
hombre, porque es del interior, del corazón de los hombres de donde provienen
las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los
adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la
envidia, la difamación, el orgullo y el desatino. Todas estas cosas malas
proceden del interior y manchan al hombre"

Palabra del Señor.


Por la lectura del Santo Evangelío se nos perdonen nuestros delitos.

Llegados de Jerusalén estos escribas y fariseos, uno se pregunda ¿dónde?,


a la Galilea seguramente, donde andaba el Señor con sus Discípulos. Los
fariseos, que son aquellos personajes a los cuales el Señor fustiga en intensión
de salvarlos contínuamente en el Santo Evangelio. Tenían el prurito, y al
comienzo con buena intensión, fariseo quiere decir puro, los puros, porque son
los que se le oponen a la persecusión Antioco Epífanes, y hay muchos de ellos
que han muerto mártires por el cumplimiento de la Ley, de la Ley de Dios, de la
Alianza.

Pero, justamente ese prurito por querer ser fieles hizo que a lo largo de
los años fueran haciendo un enjambre de Casuística, una selva de preceptos y de
leyes que ni ellos conocían perfectamente y menos el pueblo, llegaban a
seicientos ochenta preceptos de la ley, por eso muy bien el Señor les va a decir
en otra ocasión: "vosotros cargáis pesadas cargas sobre los hombros de la gente,
carga que ni siquiera empujáis con el dedo", ven.
Esto provocó justamente la extorización de la religión, de ahí que a partir de
ahora, o después de Jesucristo la palabra "fariseo" ya perdió su sentido
original, y es "Fariseísmo" toda aquella religiosidad que es cáscara, que es
exterioridad, en el fondo que es mentira de obras. Como era imposible que
cumplieran esos preceptos, "hacían que los cumplían", hacían que los cumplían...
hipócrita quiere decir "el que tiene dos caras". Delante de la gente aparecían
como piadosos por todos estos preceptos ceremoniales de larga fronda, como
aquella higuera estéril y llena de hojas, pero sin fruto. Incluso en esa
casuística llegaban a transgredir el Decálogo, los Diez Mandamientos, por
ejemplo le van a plantear a Cristo el caso de 'si hay que cuidar a los padres
viejitos, si hay que honrar a los padres', y van a decir que no, 'si lo que se
iba a destinar para honrar a los padres se hace ofrenda en el altar, ya no

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importa honrarlos a los padres', a los padres, ven, es decir escamoteaban la
ley.

"Y acá el Señor -muy bien dice el Crisóstomo- que no excusa, no excusa a
sus Discípulos", porque no vayan a creer que estamos contra las leyes de
higiene, hay que lavarse las manos antes de comer o que hay que lavar la
vajilla, los platos, no excusa, pero recusa a estos fariseos que estaban siempre
tendiendo lazos y viendo y observando al Señor, pero con ojos torbos, para
hacerles notar las pequeñas cosas, como era el lavado de las manos, ¿qué es más
importante, el lavarse las manos o el cumplir la Ley de Dios?, entonces
preceptos ceremoniales del Antíguo Testamento que ofuscaba la Fe, "bien dijo de
vosotros el Profeta Isaías 'me honráis con los labios, pero vuestro corazón está
lejos de Mí'", ven la falsa religiosidad, el fariseísmo, la religión exterior,
los que son mentirosos de obras.

Yesto ustedes saben que ha sido desgraciadamente la enfermedad que ha


sufrido la Iglesia a lo largo de toda su historia, bimilenaria historia. Cuando
lo religioso se hace exterior, cuando nos olvidamos de la vida interior, nos
olvidamos del orden sobrenatural, nos olvidamos de la Gracia Santificante, y
seguimos apareciendo como piadosos, pero, parece nomás... "sepulcros
blanqueados" les decía Cristo, "muy blancos por fuera pero vuestro corazón lleno
de podredumbre", como esas tumbas que se pisan sin conocer, uno cree que está
pisando suelo y está pisando una tumba que ha perdido su forma. Eso lo decía
Cristo, son palabras muy duras para los fariseos, justamente, y siempre han
perjudicado y han condenado a muerte a Jesucristo, no solo en el primer drama,
el más grande de la historia, que fue la Pasión, fueron los piadosos los que lo
llevaron a Jesucristo a la Cruz, no hay que olvidarse de eso, fueron los
fariseos los piadosos, para la gente eran los piadosos.

Y a lo largo de historia, la Iglesia siempre ha sido crucificada por esta


misma gente, es decir, la van a crucificar aquellos que van a poner nada más que
en la apariencia su religiosidad olvidándose que lo que importa es la vida
interior, así lo tenemos que saber. Todo lo exterior que hacemos ha de ser
reflujo de lo interior, sino somos mentirosos de obras, empezamos a ser
fariseos, ven, empezamos a ser fariseos, "no hay nada que valga nada/ si no es
del amor reflejo" decía Peman, "la rosa quiere cogollo/ donde se agarren los
pétalos", ven, todo lo exterior nuestro depende de lo interior, de nuestra
interioridad, que es justamente el cambio del corazón, la conversión, ¿por qué?,
porque sino honramos con los labios. La Sagrada Escritura cuando dice corazón
dice voluntad, nuestros quereres, nuestros amores, "porque cada uno se
transforma en lo que ama" va a decir San Agustín, y si amamos la tierra nos
vamos a transformar en tierra, y si amamos el Cielo nos vamos a transformar en
Cielo, porque mi amor es mi peso de ahí la importancia de la purificación del
corazón.

El corazón es donde se libran las batallas, las grandes batallas, es en el


interior del hombre, por eso "no es lo que entra", dice Jesús, "lo que mancha al
hombre, es lo que sale de ese corazón del hombre", en el fondo de nuestros
amores, si nuestro amor es puro o no es puro, si "de verdad es un amor casto" en
el decir del Doctor de Ipona, "o es un amor adúltero", si tenemos el corazón
dividido, que eso nos puede llevar a esto que no tiene remedio.

Fíjense que es curioso, a veces nos damos cuenta intelectualmente de


cuales son las trabas o las impurezas que hay en nuestro corazón, nos damos
cuenta intelectualmente, va una persona y por ahí hace ejercicios espirituales y
se da cuenta donde tiene su talón de Aquiles, o qué parte de ese corazón no
pertenece todavía a Dios, en cualquier estado, intelectualmente lo ve, sabe que
tiene que cortar, sabe que determinarse y sin embargo no sale de eso, es decir
no sale del conocimiento intelectivo de la falla, para lo cual San Ignacio nos
propone aquella famosísima y tan grande meditación de Los tres binarios, tres
tipos de hombres, pares de hombres, la palabra "binario" quiere decir.

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Y dice, que en esta meditación el objeto, no es por ejemplo un texto del
Evangelio o de La Carta de los Apóstoles, sino que el objeto de esta meditación
somos nosotros mismos, porque en estos tres tipos de personas estamos todos,
todos los hombres que ha habido en el universo, el asunto es saber ver, ¿para
qué?, porque no importa que yo lo vea intelectualmente si efectivamente no me
mueve, ven...

Dice que el primer tipo de personas, el pone que son Tres Binarios que han
adquirido diez mil ducados no muy rectamente, no quiere decir que los hayan
robado pero cuando los adquirieron no se preguntaron si era la voluntad de Dios
adquirirlo, se hace lo que es una "elección oblícua", o torcida, porque tenemos
que buscar siempre ¿qué es lo que quiere Dios?, eso es lo que más importa, la
voluntad de Dios. Y entonces los tres quieren alcanzar la paz y la vida eterna,
dice San Ignacio, estos tres tipos de hombres, tienen los diez mil ducados.

¿Cómo es el primer tipo de hombre?, dice. El dice que sí, que se da cuenta
pero que va a dejar los diez mil ducados en el momento de su muerte, ese es el
primer tipo de hombre. Yo me doy cuenta perfectamente de cual es la falla, pero
mañana, eh, diremos como decía Lope: "para lo mismo responder mañana", no ahora,
es el hombre de dilación, en el fondo dice no quiere, querría, pero no quiere,
dilata, dilata para después. Ese es el Primer Binario, se da cuenta de las cosas
pero ni siquiera pone los medios, salvo en el momento de su muerte, quiere y no
quiere, en el fondo no quiere, y a veces estamos así, nos damos cuenta cual es
nuestra falla. El primer tipo de persona, ¿por qué padre, si me doy cuenta no
cambio, no purifico ese corazón?, y porque lo dejamos para mañana, acá ustedes
saben que hay que tener en cuenta aquello de "no dejar para mañana lo que se
puede hacer hoy", porque hoy quizá tenemos la gracia y mañana no la tenemos, hoy
quizá tenemos tiempo y mañana no lo tenemos. Por eso dejar la conversión para
mañana es argucia del Demonio, dice, para que el Demonio nos vaya teniendo
todavía, ven.... En el fondo no quiere. Esta es la primera persona, el objeto
somos nosotros mismos.

Dice, el Segundo Binario, el Segundo Tipo de Persona dice: "Es verdad yo


estos duca- dos, dice, yo quiero alcanzar la paz, los he adquirido no
rectamente, hay que dejarlos, hay que dejarlos... Este pone un pasito más, es
decir pone un medio, pero no pone el medio que quiere Dios, ahí está, sino el
medio que él quiere. Lo trae a Dios a hacer su voluntad y no el va a hacer la
voluntad de Dios. Si, es verdad vamos a sacar los diez mil ducados, pero los voy
a sacar como yo quiera, no como Dios quiere, o les digo así un poco como cuando
los chicos hacen elección de estado, "a sí padre, -para no plantearse cuestiones
de vocasión- yo me voy a casar para servir a Dios", no, segundo binario, yo
tengo que servir a Dios, y hay que ver si Dios quiere que me case, esa es la
cosa, esa es la recta elección. No traer a Dios a sí, sino ir nosotros a Dios. Y
hay mucha gente que vegeta en una vida mediocre y tibia, con un corazón siempre
partido porque no pone el medio que Dios quiere que él ponga, sino quiere poner
el medio que el quiere. Y así en el fondo, fondo, es un poquito más positivo que
el otro. Es como el que va al médico, es decir primero para ir al médico hay que
aceptar que uno está enfermo, después ir al médico, y no sólo basta ir al
médico, sino cumplir la receta del médico, porque hay gente que va, sobre todo
cuando se tienen muchos años y el médico le recomienda tal receta, pero la
vecina le dijo que el yuyito, eh, aquel famoso le va a curar, entonces dice el
médico no tiene razón, este yuyito me va a curar, ven, eso es lo que hace el
Segundo Binario, poner los medios que yo quiero. Y ese no se convierte, nunca va
a purificar su corazón, ven....

Y el Tercer Binario, es el hombre honesto, dice el Padre Torres, es el


hombre decente, fíjense que palabras usa, el decente, el honesto. El que se da
cuenta del mal y pone el medio que tiene que poner, aunque cueste, ven, ese es
el tercero, ese es el que se salva, ese es el que es recto en su corazón, y ese
es el que se va a hacer santo porque va a sacar todo aquello que está
entorpeciendo en su alma, que ha entorpecido su voluntad, que es escándalo en su
camino hacia Dios.

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¿Cuál de estos tres somos nosotros?, ¡ahí está!, eso... ahí está, porque
siempre del vecino le vemos la bolsa, pero no vemos la nuestra porque la
llevamos a la espalda. Y el objeto de esta meditación somos nosotros queridos
míos. El Señor necesita corazones puros, que Dios nos libre que algún día Cristo
tenga que decir de nosotros como dijo de aquellos fariseos: "me honráis con los
labios pero el corazón está lejos de mí", aparentemente, las apariencias que
tantas veces engañan.

Que lindo, le digo a veces a los chicos, va a ser el día del juicio, pero
por la tarde, después de haber pasado el juicio. Entonces vamos a ver, las caras
que nos vamos a encontrar y que jamás hubiéramos pensado que van a estar en el
Cielo, y otros que pensabamos encontrar no lo vamos a encontrar, va a ser el día
de la verdad. El día del Jucio, pero por la tarde... y seguramente si hay
viejitas allá en el Cielo estarán llevando y trayendo chismes, has visto o no
has visto, fíjate lo que parecía y lo que era, como las pompas de jabón, como
las pompas de jabón... digo las viejitas pero no se vayan a enojar, también los
jóvenes y las jóvenes, van a estar todos de gran jolgorio, ven...

Por eso queridos míos, una cosa es lo que aparece y otra es lo que es. Y
nosotros tenemos que ser decentes y honestos. Se que es aquello lo que me aparta
de Dios y bueno hay que aplicar la segur, no esperar que Dios la aplique, somos
nosotros los que nos tenemos que determinar, y en esto ustedes saben que ata
tanto una cuerda gruesa, una cadena gruesa, como a veces un débil hilo que nos
detiene en el camíno de la santidad, y a veces avanzamos como tortuga cuando
podríamos ir como liebres... porque tenemos el corazón dividido, eh...

¿Qué tenemos que pedirle al Señor en esta Misa?, hacer su voluntad, porque
sino tenemos el riesgo de tener corazón doble, y el corazón doble da como fruto
cara doble, hipócrita, fariseo... Hipocrité era la careta que usaban los
griegos, que les servía para representar sus personajes y para aumentar la voz,
de ahí viene la palabra "'hipócrita" el que tiene dos caras, porque primero tuvo
dos corazones. Y nosotros vemos caras pero no vemos corazones, intenciones, el
Señor las ve. Por eso pedirle al Señor esta gracia en esta Misa, hacer su
voluntad,"Padre, como decía el Padre Charles de Fucol, me pongo en tus manos,
haz de mí lo que quieras", o como le dijo San Pablo "¿Qué quieres que haga
Señor, qué tengo que hacer?", no anduvo con vueltas. O como Mateo, lo llamó y no
anduvo con vueltas dejando este enorme rocío, ven, rápidamente sin dudar, ni
poder dudar, hoy quizá sea el día de gracia.

Dice la Sagrada Escritura: "Teme al Señor que pasa y no vuelve", es decir,


Dios no está obligado a darnos siempre la gracia, queridos míos, y sobre todo no
está obligado a darnos la mayor gracia que es el tiempo de nuestra vida, tiempo
de nuestra vida que podemos transformar en Eternidad. Así que no importan lo que
piensen los hombres, no importa lo que yo piense de mí, importa lo que piensa
Dios y lo que debo hacer, lo que Dios quiere que yo haga, sino no podemos rezar
con sencillez, con honestidad el Padrenuestro, diciéndole "hágase tu voluntad,
así en el Cielo como en la Tierra", no podríamos.

Por eso, mirar para adentro, mirar para adentro... ellos sí, muy
ceremoniosos, muy piadosos pero el corazón lejos del Señor, ¿cómo está nuestro
corazón?, ese corazón tiene que ser de un solo amor, y de un amor que vaya, en
el decir mismo de Ignacio, siguiendo a San Agustín, "de un amor que vaya hasta
el desprecio de sí", por ese puro Amor de Dios. En cada estado, en cada
situación, nosotros sabemos dónde está el callito que nos duele, dónde está
nuestro talón de Aquiles. Qué la Vírgen Madre nos de entonces la gracia de ver
con claridad y obrar en consecuencia. En el Nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén.

P. Carlos A Lojoya

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1-09-1985

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