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BINARIOS - Conversión Interior - Xxii
BINARIOS - Conversión Interior - Xxii
Pero, justamente ese prurito por querer ser fieles hizo que a lo largo de
los años fueran haciendo un enjambre de Casuística, una selva de preceptos y de
leyes que ni ellos conocían perfectamente y menos el pueblo, llegaban a
seicientos ochenta preceptos de la ley, por eso muy bien el Señor les va a decir
en otra ocasión: "vosotros cargáis pesadas cargas sobre los hombros de la gente,
carga que ni siquiera empujáis con el dedo", ven.
Esto provocó justamente la extorización de la religión, de ahí que a partir de
ahora, o después de Jesucristo la palabra "fariseo" ya perdió su sentido
original, y es "Fariseísmo" toda aquella religiosidad que es cáscara, que es
exterioridad, en el fondo que es mentira de obras. Como era imposible que
cumplieran esos preceptos, "hacían que los cumplían", hacían que los cumplían...
hipócrita quiere decir "el que tiene dos caras". Delante de la gente aparecían
como piadosos por todos estos preceptos ceremoniales de larga fronda, como
aquella higuera estéril y llena de hojas, pero sin fruto. Incluso en esa
casuística llegaban a transgredir el Decálogo, los Diez Mandamientos, por
ejemplo le van a plantear a Cristo el caso de 'si hay que cuidar a los padres
viejitos, si hay que honrar a los padres', y van a decir que no, 'si lo que se
iba a destinar para honrar a los padres se hace ofrenda en el altar, ya no
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importa honrarlos a los padres', a los padres, ven, es decir escamoteaban la
ley.
"Y acá el Señor -muy bien dice el Crisóstomo- que no excusa, no excusa a
sus Discípulos", porque no vayan a creer que estamos contra las leyes de
higiene, hay que lavarse las manos antes de comer o que hay que lavar la
vajilla, los platos, no excusa, pero recusa a estos fariseos que estaban siempre
tendiendo lazos y viendo y observando al Señor, pero con ojos torbos, para
hacerles notar las pequeñas cosas, como era el lavado de las manos, ¿qué es más
importante, el lavarse las manos o el cumplir la Ley de Dios?, entonces
preceptos ceremoniales del Antíguo Testamento que ofuscaba la Fe, "bien dijo de
vosotros el Profeta Isaías 'me honráis con los labios, pero vuestro corazón está
lejos de Mí'", ven la falsa religiosidad, el fariseísmo, la religión exterior,
los que son mentirosos de obras.
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Y dice, que en esta meditación el objeto, no es por ejemplo un texto del
Evangelio o de La Carta de los Apóstoles, sino que el objeto de esta meditación
somos nosotros mismos, porque en estos tres tipos de personas estamos todos,
todos los hombres que ha habido en el universo, el asunto es saber ver, ¿para
qué?, porque no importa que yo lo vea intelectualmente si efectivamente no me
mueve, ven...
Dice que el primer tipo de personas, el pone que son Tres Binarios que han
adquirido diez mil ducados no muy rectamente, no quiere decir que los hayan
robado pero cuando los adquirieron no se preguntaron si era la voluntad de Dios
adquirirlo, se hace lo que es una "elección oblícua", o torcida, porque tenemos
que buscar siempre ¿qué es lo que quiere Dios?, eso es lo que más importa, la
voluntad de Dios. Y entonces los tres quieren alcanzar la paz y la vida eterna,
dice San Ignacio, estos tres tipos de hombres, tienen los diez mil ducados.
¿Cómo es el primer tipo de hombre?, dice. El dice que sí, que se da cuenta
pero que va a dejar los diez mil ducados en el momento de su muerte, ese es el
primer tipo de hombre. Yo me doy cuenta perfectamente de cual es la falla, pero
mañana, eh, diremos como decía Lope: "para lo mismo responder mañana", no ahora,
es el hombre de dilación, en el fondo dice no quiere, querría, pero no quiere,
dilata, dilata para después. Ese es el Primer Binario, se da cuenta de las cosas
pero ni siquiera pone los medios, salvo en el momento de su muerte, quiere y no
quiere, en el fondo no quiere, y a veces estamos así, nos damos cuenta cual es
nuestra falla. El primer tipo de persona, ¿por qué padre, si me doy cuenta no
cambio, no purifico ese corazón?, y porque lo dejamos para mañana, acá ustedes
saben que hay que tener en cuenta aquello de "no dejar para mañana lo que se
puede hacer hoy", porque hoy quizá tenemos la gracia y mañana no la tenemos, hoy
quizá tenemos tiempo y mañana no lo tenemos. Por eso dejar la conversión para
mañana es argucia del Demonio, dice, para que el Demonio nos vaya teniendo
todavía, ven.... En el fondo no quiere. Esta es la primera persona, el objeto
somos nosotros mismos.
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¿Cuál de estos tres somos nosotros?, ¡ahí está!, eso... ahí está, porque
siempre del vecino le vemos la bolsa, pero no vemos la nuestra porque la
llevamos a la espalda. Y el objeto de esta meditación somos nosotros queridos
míos. El Señor necesita corazones puros, que Dios nos libre que algún día Cristo
tenga que decir de nosotros como dijo de aquellos fariseos: "me honráis con los
labios pero el corazón está lejos de mí", aparentemente, las apariencias que
tantas veces engañan.
Que lindo, le digo a veces a los chicos, va a ser el día del juicio, pero
por la tarde, después de haber pasado el juicio. Entonces vamos a ver, las caras
que nos vamos a encontrar y que jamás hubiéramos pensado que van a estar en el
Cielo, y otros que pensabamos encontrar no lo vamos a encontrar, va a ser el día
de la verdad. El día del Jucio, pero por la tarde... y seguramente si hay
viejitas allá en el Cielo estarán llevando y trayendo chismes, has visto o no
has visto, fíjate lo que parecía y lo que era, como las pompas de jabón, como
las pompas de jabón... digo las viejitas pero no se vayan a enojar, también los
jóvenes y las jóvenes, van a estar todos de gran jolgorio, ven...
Por eso queridos míos, una cosa es lo que aparece y otra es lo que es. Y
nosotros tenemos que ser decentes y honestos. Se que es aquello lo que me aparta
de Dios y bueno hay que aplicar la segur, no esperar que Dios la aplique, somos
nosotros los que nos tenemos que determinar, y en esto ustedes saben que ata
tanto una cuerda gruesa, una cadena gruesa, como a veces un débil hilo que nos
detiene en el camíno de la santidad, y a veces avanzamos como tortuga cuando
podríamos ir como liebres... porque tenemos el corazón dividido, eh...
¿Qué tenemos que pedirle al Señor en esta Misa?, hacer su voluntad, porque
sino tenemos el riesgo de tener corazón doble, y el corazón doble da como fruto
cara doble, hipócrita, fariseo... Hipocrité era la careta que usaban los
griegos, que les servía para representar sus personajes y para aumentar la voz,
de ahí viene la palabra "'hipócrita" el que tiene dos caras, porque primero tuvo
dos corazones. Y nosotros vemos caras pero no vemos corazones, intenciones, el
Señor las ve. Por eso pedirle al Señor esta gracia en esta Misa, hacer su
voluntad,"Padre, como decía el Padre Charles de Fucol, me pongo en tus manos,
haz de mí lo que quieras", o como le dijo San Pablo "¿Qué quieres que haga
Señor, qué tengo que hacer?", no anduvo con vueltas. O como Mateo, lo llamó y no
anduvo con vueltas dejando este enorme rocío, ven, rápidamente sin dudar, ni
poder dudar, hoy quizá sea el día de gracia.
Por eso, mirar para adentro, mirar para adentro... ellos sí, muy
ceremoniosos, muy piadosos pero el corazón lejos del Señor, ¿cómo está nuestro
corazón?, ese corazón tiene que ser de un solo amor, y de un amor que vaya, en
el decir mismo de Ignacio, siguiendo a San Agustín, "de un amor que vaya hasta
el desprecio de sí", por ese puro Amor de Dios. En cada estado, en cada
situación, nosotros sabemos dónde está el callito que nos duele, dónde está
nuestro talón de Aquiles. Qué la Vírgen Madre nos de entonces la gracia de ver
con claridad y obrar en consecuencia. En el Nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén.
P. Carlos A Lojoya
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1-09-1985