Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
para fans. Ninguna otra traducción de este libro es considerada oficial salvo
ésta.
Agradecemos la distribución de dicho documento a aquellas regiones en
las que no es posible su publicación ya sea por motivos relacionados con
alguna editorial u otros ajenos.
Esperamos que este trabajo realizado con gran esfuerzo por parte de
los staffs tanto de traducción como de corrección, y de revisión y diseño, sea
de vuestro agrado y que impulse a aquellos lectores que están adentrándose
y que ya están dentro del mundo de la lectura. Recuerda apoyar al autor/a
de este libro comprando el libro en cuanto llegue a tu localidad.
Índice
Staff
Sinopsis
¿Q uieres tener otra oportunidad en el amor? ¿O simplemente
quieres un amigo con beneficios?
Colin es uno de esos tipos magníficos que atraen a las mujeres, sin
importar la edad o el estado civil. Con una exitosa carrera en una estación
de radio popular de Seattle, su cuerpo musculoso, y su encantadora
personalidad, es el paquete completo. Pero algo oscuro se esconde en los
rincones de su alma, algo de experiencia turbia que le ha cambiado... tal vez
para mejor, pero tal vez a peor.
¿Le robará el corazón a Natalie y lo destruirá al igual que los otros chicos
lo hicieron?
Estúpido auto. Ayer dejé las luces encendidas durante la noche como
una idiota, y la batería decidió morir. Mi despertador no sonó esta mañana,
lo cual fue también mi maldita culpa. Me olvidé de configurarlo antes de
estrellarme en la cama la noche anterior. Milagrosamente, en realidad llegué
a la cama, en lugar de derrumbarme en el sofá. Salir con las chicas en la
noche del miércoles nunca había sido un problema, aunque nos
quedáramos pasadas las 1:00 a.m. Suelo operar a cinco horas de sueño de
todos modos. No hay problema. Pero anoche realmente me pateó el trasero.
Y esta mañana no se perfila mejor.
Resopla.
—Pensé que estabas llamando desde tu casa. ¿Por qué has venido a
trabajar en tu día libre? —Eso no es normal. Trabajamos hasta el cansancio,
construyendo Strong Connections, nuestra pequeña empresa, y sin duda
necesita un descanso. Demonios, necesito un descanso, pero ahora no es el
momento de considerarme a mí misma.
—No estaría aquí si no quisiera hacerlo. La gente de la estación de
radio KZIX está en la sala de conferencias ya. Les daré mierda por un
momento antes de llegar aquí. ¡Pero date prisa, amiga!
—Encantador.
Sé que hace una mueca. Puedo sentirlo en su voz. Y quién no, al oír
tal anuncio poco apetecible.
—¡Shhh! —La callo, mis dedos abiertos, con los labios estirados en
una fea mueca, dientes apretados.
Nada.
Nop. No está ahí. La oficina de Ali está al otro lado del área de
recepción, más cerca de la sala de conferencia. Si solo pudiese llegar ahí…
sí, puedo. No hay nadie alrededor, así que correré ahí y me meteré dentro.
Pan comido.
—Oh, no —me quejo muy en silencio—. No, no, no, no, no. —
Obviamente no tengo que explicar cómo me siento. Mi boca sigue
silenciosamente formando una palabra, una y otra vez: Joder.
—No es divertido —protesto, pero no hay que contárselo. Así que cedo
y también estallo en risas.
—¿Qué?
Ali ríe.
—Al igual que mi friki la noche anterior. Pero, al menos, él era lindo y
amable; tan nervioso, educado incluso.
Rio.
—Sobre eso. Ve a casa, chica. Toma una siesta, mira alguna tontería
en la televisión, ten una cita con tu vibrador. Te lo debo por esta mañana.
—¿Qué? —pregunto.
—Es mi jerga.
Colin lleva una muy blanca camisa de vestir muy crujiente, con las
mangas enrolladas sobre sus codos. Su corbata está cubierta sobre la
chaqueta azul marino que cuelga en la parte posterior del asiento del
pasajero. Varios botones de su camisa se deshacen, y cuando se tuerce la
parte superior del cuerpo lejos del volante y hacia mí, me honra con una
visión de su pecho liso. Sin pelo, como a mí me gusta. ¿Y es eso un tatuaje,
remolinándose desde algún lugar alrededor de su pezón y hacia su hombro?
Es difícil decir con su camisa apenas permitiendo un vistazo de su parte
superior del torso.
—Emerald Bay.
—Sí. Se suponía que debía tomar un trago con un amigo mío después
del gimnasio. Pero su novia tenía algún tipo de emergencia, por lo que no
podía llegar. —Colin lleva sus gafas de sol fuera. Sus ojos son tan azules
como el cielo sobre nosotros. Un cliché, lo sé. Pero realmente lo son. Es como
un maldito dios joven, todo perfecto y sexy.
¿Cómo puedo decir —no— a esto? Sería una locura dejar tal dios
masculino escapar sin dejar rastro. Las palabras de Ali vienen a la mente:
Necesitas un compañero para follar. Confía en mí. Es bueno para el alma. Eh.
¿Por qué no? Esa es su manera de no esperar demasiado, lo que, a su vez,
debe garantizar no hacerse daño, ¿verdad?
Capítulo 3
“Yo no soy tu tipo. Mis pechos son reales."
Janeane Garofalo
—Así que, tuve una consulta con un cirujano plástico, y creo que
podría hacerlo —dice, tratando de morder un trozo de cutícula alrededor de
su dedo meñique izquierdo.
—Que tal vez podrías seguir con los sujetadores deportivos —contesto,
impasible.
—Sí, a la mierda eso. Tengo más sujetadores deportivos de los que ella
tenía en sus estantes. Y no está funcionando. ¿Sabes lo vergonzoso que es
cuando un tipo te desnuda, todo duro y listo, y se encuentra con un maldito
sujetador deportivo debajo de la ropa? ¿Con nada en él?
—En realidad, Natalie, sí. Los quiero. Quiero tener escote. Quiero usar
un bikini y tener a los chicos salivando por mis senos. Quiero lucir y
sentirme sexy.
—Sí.
—Solo la compro para ti y las otras dos locas —grita desde la cocina.
Se refiere a Ali y Jena.
Texteo que en realidad sí, Caroline es seria, y que quiero a Ali y Jena
aquí para convencer a mi mejor amiga que no necesita las tetas de Pamela
Anderson para ser —o sentirse— hermosa. Las tres enviamos textos juntas,
pero Jena no ha respondido.
Estoy aquí. El texto de Jena finalmente llega. Denme una hora. Estoy
en el cuarto de baño, preparándome para mi chico sexy.
¿Eh? Jena está a punto de tener sexo. Perra. Ruedo los ojos
interiormente.
—Qué graciosa. Trae tu trasero aquí. Caroline está teniendo una grave
crisis teta-inducida.
—En camino.
—Está ocupada teniendo sexo. Pero sí, supongo que lo hará. Con el
tiempo. —Sonrío.
—Perdí la cuenta. Estuvo con ese modelo Carlos por un tiempo. Pero
regresó a Milán el mes pasado. —Me encojo de hombros—. Me pregunto qué
demonios estaba haciendo en Seattle en primer lugar. No es que se trate de
algún lugar de modelaje caliente.
Jena es una estudiante universitaria impresionante. A los veintidós
años es la más joven de nuestro grupo. Vive cerca del campus de la
Universidad de Washington y no cree en la posesión de un vehículo. Monta
su bicicleta a todas partes. Eso es realmente extraño, sobretodo en invierno.
Aunque rara vez tenemos nieve en Seattle, los inviernos suelen ser fríos, y
por lo general muy lluviosos, lo que nunca disuade a Jena de sus vías
peculiares de trayecto. Sin embargo, todos le hacemos bromas por no tener
problemas con tomar taxis muy a menudo, aunque no es la compra de su
propio auto el principio de la preocupación por el medio ambiente.
—Oh, hombre. Esto es el cielo. —Se arma de uno de los bollos y toma
un bocado gigante, gimiendo de placer.
—Tú lo has dicho, amiga. —Ali toma dos bollos de la caja y me pasa
uno. Muerde a su pastelería y coincide con el suspiro de satisfacción de
Caroline. Bueno, ella exagera por supuesto.
—Al mío le gusta duro —dice Ali con un gruñido en su voz, y con saña
muerde en su bollo.
Siento el flujo de rímel por mi rostro desde mis pestañas negras, rayas
poco atractivas. Esta vez casi me hago pis en mis pantalones. Corro al baño,
cierro la puerta detrás de mí, y, haciendo un pequeño baile, me las arreglo
para quitar mi ropa interior de mi trasero, justo a tiempo. Me siento
rápidamente en el inodoro para aliviarme y empezar a limpiar el lío con
máscara de mi rostro con papel higiénico. Suspiro en voz alta, maravillada
ante la idea de lo bien que se siente vaciar mi vejiga desbordante. Una cosa
tan pequeña puede hacer que una se sienta tan apaciguada.
—Nat, no tenía ni idea llevabas esto contigo. Eso explica por qué
favoreces a esos bolsos tamaño equipaje.
—Tienes un punto.
Tomo una postura similar a Ali, con una sonrisa de alegría. Ali
pretende concentrarse.
Caroline se pega dos dedos en la boca, silba en voz alta, y luego grita:
—¡Fuera!
—Touché. —Se inclina. Pero entonces carga de nuevo—. Pero soy una
villana. Juego sucio.
—Esto es pesado.
Se encoge de hombros.
—¿Qué pasa si algo va mal? Si, no sé, ¿una teta es más alta que la
otra? —comienzo.
—Pero nunca sabes. Las cosas ocurren… —Ali intenta apelar, pero
Caroline la interrumpe.
—No sabía que comías queso todo el tiempo. ¿Sabes cuanta grasa y
sal hay en eso? —digo, de alguna manera estúpidamente.
Caroline bufa.
Jena ríe.
—No, espera. Eso es a lo que Nat se refiere: “Hola, encantada de
conocerte también. Oh, ¿mi ropa es demasiado reveladora, dices? Eso es
porque mi vagina debe competir con las tetas medio expuestas de otras
mujeres, ya que las mías no tendría ninguna posibilidad.”
Me quejo.
Ali sale del baño, frotándose el pelo húmedo con una toalla. El agua
hace que su pelo negro azabache se vea más oscuro de lo normal.
Jena dice:
—Las dos son unas jodidas adictas al trabajo. ¿No pueden tomarse
un día libre para variar?
Tengo una muy buena idea oculta tras la razón de Ali. La razón está
en la forma del guapo camarero.
Capítulo 4
“No hay nada bueno ni malo, sino que el pensamiento lo
hace así.”
William Shakespeare
Algunos tenían una racha media como Ray El Cabrón o Marc El Pirado
Banquero; algunos de los chicos solo querían tener algo de una noche. Tal
vez eso no sería tan malo, dadas las circunstancias. Pero me hacían sentir
utilizada y desechada por no ser honestos y frontales, como Vamos-A-Follar-
Rápido-Y-Seguir-Con-Nuestras-Vidas Ted. Y luego estuvo Rich. Ah, sí, el
tipo del que me enamoré perdidamente. Rich en realidad estaba casado,
pero nunca lo admitió hasta que me encontré con él y su esposa en el
restaurante Flying Fish en el Lake Union. ¿Soy un imán total de idiotas?
Hasta ahora he sido exclusivamente terreno de juego de los cabrones.
Ugh, ¿alguna vez he salido con un chico bueno y normal? No espero
mucho. Solo quiero a alguien que esté realmente interesado en mí; alguien
que quiera pasar el rato sin drama, mentiras y engaños. ¿Es eso mucho
pedir? ¿O tal vez yo vivo en la ciudad equivocada, tal vez Seattle está lleno
de imbéciles? Nah. Estadísticamente hablando, eso no es posible. No se
puede generalizar a toda la maldita ciudad.
—Porque. Mallory quiere tener esta boda católica en toda regla. Soy
su dama de honor, pero no tengo ni idea de qué hacer y cómo actuar durante
la boda. Así que fui a hablar con un sacerdote y ver si hay alguna maldita
clase para nosotros, los desinformados.
—Esther Bosarge.
—Quiere llevarme a cenar. Así que funcionó bastante bien, justo como
Caroline sugirió.
—¿Qué te dijo?
Resoplo.
Suspiro.
—Sí, también dijiste eso sobre Rich. —Mi voz tiene una nota
acusatoria, e interiormente me castigo. No es culpa de Ali que Rich resultara
ser un mentiroso y un tramposo.
—Honestamente, este tipo de clima es solo bueno para una cosa, estar
adentro para sexo. —Trato de decidir entre el linguini Alfredo y lasaña de
pollo.
—Dudo que alguien en esta aburrida ciudad alguna vez haya tenido
sexo al aire libre. Hablando hipotéticamente, ¿alguna vez has visto a alguien
hacerlo en Alki Beach o en la playa de Golden Gardens?
—Te lo estoy diciendo, más y más de nuestros clientes serán como esa
mujer Esther: ellos jodidamente no saben lo que realmente quieren. Sus
propias inseguridades les impiden abrirse a los demás.
—Es una lástima que hayas salido con él —le digo a Ali, tratando de
contener el repentino deseo en mi voz.
Sonríe.
—¿Hola?
—No lo creerías. —No, no podía creer que unas pocas palabras en una
conversación, y el chico me hagan sentir tan complacida, tan… bueno, como
si nos conociéramos el uno al otro y habláramos todo el tiempo. Guau—.
Estaba pensando en ti. Me temía que no me llamarías, así que en realidad
estaba de los nervios por llamarte.
—Estoy cenando con Ali. ¿Qué hay de una bebida más tarde? —digo,
en lo que espero sea un animado, pero no demasiado entusiasta, tono.
—Lo digo en serio. Así que si está bien, ¿dónde debería recogerte?
La sonrío y digo:
—Sip. El mismo.
—Pareces molesta. Ali, se suponía que eso era una cosa práctica
basada en sexo. ¿Una cosa divertida y emocionante con reglas definidas y
límites fuertes, verdad? Eso es lo que siempre me dices. —Me siento,
sintiendo mis cejas juntarse en preocupación.
—Sí, lo es. Lo era. No estaba lista para dejarle ir. No estoy involucrada
emocionalmente…
—Eso es, Ali. Creo que eso es exactamente lo que es. Necesitas
enfrentarte a tus demonios. Tienes miedo del compromiso. El resto es solo
suave relleno para hacerte pensar lo contrario.
—Puedes probar el mío ahora. —¡Guau! ¿De dónde vino eso? Esa no
era mi boca hablando. Fue otra parte de mi cuerpo, la que siempre esta tan
estúpidamente entusiasmada y no se preocupa por las consecuencias.
Colin envuelve sus largos, delgados dedos alrededor del eje de vidrio
y sin prisas lo lleva a su boca. Mantiene sus ojos en los míos mientras toma
un pequeño sorbo. Es demasiado sensual para que mantenga la calma. Me
tiemblan las manos y también lo hacen mis muslos. Y siento que mi boca se
seca. Maldita sea, Natalie. No te alteres.
Ríe.
Empiezo a sentir pánico por dentro. Quizás Colin es otro bonito, chico
malo que le encantará meterme en su cama sin intenciones de nada más
allá de eso. ¿No he tenido suficiente con la cadena continua de angustias?
De pronto, no estoy segura de qué hacer.
Maldita sea, tal vez exagero. ¿Y si solo quiere ser amigos? Sí, como el
infierno que lo hace. ¿A quién estoy engañando? Ningún chico quiere ser
solo amigos. A no ser que sean amigos con beneficios. Ajá, aquí está de
nuevo, la idea que puso Ali en mi cabeza. Sé por qué me lo sugirió. Es muy
consciente de todos los pendejos jodidos que de alguna manera me asenté
en los últimos años. No había ni un buen chico ahí. ¡Ni siquiera uno! Ella
tenía experiencias similares. Así que su solución es mantener los límites,
pero no renunciar a la diversión. El resultado: un compañero para follar.
¿Pero sería Colin una buena opción? No, esa no es la verdadera pregunta
aquí. La verdadera pregunta es la siguiente: ¿estoy hecha del material
correcto para hacerlo?
—Oh, lo siento. —Me sonrojo—. Tal vez voy a tomar otro de esos. —
Señalo a mi copa vacía. Sonríe esa pequeña sonrisa sexy—, y un poco de
agua con hielo también —agrego rápidamente. Sí, un gran cubo de
suficiente agua helada, así puedo poner toda mi cabeza en ella.
Colin ordena para mí. Esta vez, Grumpy Dickhead tiene mi bebida
preparada en tiempo récord. Me excuso y voy al baño. En la pared junto al
baño de las mujeres esta un enorme pizarrón enmarcado. Decenas de frases
están escritas sobre él en marcadores de colores, cada uno en diferente letra.
Un pequeño cartel al lado del marco establece lo siguiente:
Doy un paso atrás, tomo mi teléfono celular, y tomo una foto que
rápidamente envío en un texto a Ali, Jena, y Caroline. Miro a la pared detrás
de mí, al lado del baño de los hombres, y veo una tabla doble enmarcada
con un montón de citas sobre ella. Les envío una foto de aquel a mis amigas
también. Sé que se valorarán especialmente este:
Colin frunce los labios, tratando de reprimir una sonrisa más grande.
Espera a que continúe.
—Está bien, lo siento. —Todavía ríe—. Tienes que admitir, que fue el
mejor primer encuentro de la vida.
—De todos modos, he soñado con ese sujetador que llevabas y lo que
está en él. Más de una vez. —Se ríe.
—Vamos, Natalie. Debes tener un mejor sentido del humor que eso.
—Si eso fuera una situación de comedia, te habría arrojado esta
bebida en tu regazo. —Me tomo un pequeño sorbo.
—¿Así que quieres saber lo que me gusta hacer? Bueno, hago ejercicio
casi todos los días en el gimnasio, corro los fines de semana, leo, paso
mucho tiempo con mis amigas, cosas así. Y tejo, también.
Los dos tenemos que trabajar al día siguiente, así que declaramos que
el tiempo de diversión termina a las 10 pm., Colin no se opone, solo sonríe
y asiente con la cabeza. Llama a un taxi, y cuando llega, abre la puerta del
pub para mí y la mantiene hasta que salgo. Guau, un caballero. Me gusta
eso. En realidad me gustan todas esas pequeñas cosas que muchas mujeres
desaprueban. Tal vez se sienten despojadas de su personalidad feminista.
Pero yo no tengo ese problema. En realidad me gusta cuando un hombre
abre la puerta para mí; o me ayuda a ponerme el abrigo; o abre la puerta
del coche para mí; cosas por el estilo. Tal vez es de la vieja escuela, pero eso
es solo la forma en que soy una romántica-indefensa. Lo cual no quiere decir
que si un hombre hace algo absolutamente desagradable para mí no tendría
el descaro de darle un puñetazo en la cara. Dos veces.
—¿Hola? —Grazno.
—Son tan pequeños —oigo mi propia voz salir, apenas por encima de
un susurro—. Y tan enfermos a la vista. Deben tener hambre y tal vez
incluso frío.
Toco su brazo:
—¿Colin?
—¿Qué pasa?
—Parecías muy absorto, mirando esa fotografía —le digo en voz baja.
—Es una foto triste, ¿no te parece? —Besa mi sien. Desearía que
besara mis labios.
—También lo espero.
Caminamos por el museo, parando a menudo para examinar diversas
fotografías y leer los nombres de los fotógrafos y los países de origen en las
etiquetas además de las imágenes. Son de todo el mundo, los fotógrafos y
los sujetos. Es fascinante ver cómo de visionarios son muchos de ellos al
mismo tiempo que capturan la esencia de la naturaleza humana.
—Sip. Quiero llegar a superar la tercera cita, para que podamos pasar
a tener la cuarta. —Su sonrisa es malvada. ¡Totalmente malvada!
—Ah, eso. —Sonrió y ruedo mis ojos. Pero en este momento me siento
casi contenta de que esté tratando de apresurar las cosas.
Lanza su cabeza hacia atrás y ríe. No puedo evitar reírme con él.
Cuando me mira hay algo tan cargado de sexualidad en su mirada que mis
rodillas están a punto de ceder. Pero me sostiene fuerte, así que, gracias a
Dios, no voy a hacer el ridículo.
Miro a Colin. Es tan hermoso, no solo guapo, sino que hermoso, con
sus ojos azules y largas pestañas, con su cabello negro como el carbón,
descuidadamente peinado, con sus anchos hombros y fuerte cuerpo. Sus
labios son suaves y sensuales, y sus pómulos altos. Y quiere ser mío; ¡solo
mío! Sé que quiero esto. Quiero que estemos juntos; que seamos felices.
Entonces, ¿por qué siempre hay algo raro que me molesta en la esquina de
mi mente? Me doy cuenta de que soy paranoica por todas mis últimas malas
experiencias con chicos, pero no puedo mantener ese muro a mi alrededor.
Tengo que dejar a Colin entrar; tengo que aprovechar esta oportunidad.
Toma mis manos en las suyas. Nuestros codos están sobre la mesa, y
estamos cara a cara. Reposo mi frente contra nuestras manos agarradas.
Mis dedos están fríos, pero los suyos están calientes contra mi piel. Le doy
la bienvenida a la sensación calmante de ese calor. Me hace sentir querida
y apreciada. Su caliente piel...
E stoy nerviosa, pero feliz. Esta va a ser mi cuarta cita con Colin. ¡LA
CUARTA! Y, hasta ahora, no hay señales de que alguna cosa salga
mal. Ha sido cortés y perspicaz, nunca descarado o exigente. Me gusta eso
realmente. Así como me lo prometió la semana pasada después de que
visitamos la exposición de fotografía, que no haría nada para incomodarme
o apresurarme. Me empiezo a sentir cada vez más relajada con él. Di un
pequeño paso adelante, después lo próximo será dejarlo entrar en mi
mundo. Pero eso tomará más que la cita número cuatro y cómo se supone
que termine.
—¿Qué me recomiendas?
—Delicioso —admito.
El primer bocado confirma que esta es una de las mejores cenas que
he tenido en mucho tiempo.
—No estaba seguro de qué flores te gustan, así que pensé que las rosas
rojas son generalmente seguras. —Sonríe.
—Ven.
—¿Bailas salsa? —Se pone de pie frente a mí, sosteniendo mis manos
en las suyas.
Me atrae más hacia él y nos gira dos veces. Le grito y suplico a mis
pies que no tropiecen. He tomado clases de salsa hace unos años, pero me
falta práctica.
Colin nos hace girar, una vez más. Me hace girar por mi cuenta bajo
su brazo, una, dos, tres veces. Río y me doy cuenta de que no es el vino el
que me hace sentir feliz y despreocupada. Es Colin.
— No puedo creer que haya estado saliendo con Colin por dos meses
—medito, encendiendo mi computadora.
—¡Ja! Te lo dije. —Sonríe con suficiencia—. Así que, ¿estás segura que
puedes hacerte cargo del problema del sitio web?
—Eso también, pero vale cada centavo. Soy una inútil en cualquier
cosa técnica.
—Yo también. Bueno, regresaré en un par de horas. —Se despide con
la mano y se va.
¡Dios mío! No hay nada mejor que un chico que no tenga miedo de
mostrar su lado romántico. Sonrío como una idiota, enterrando mi nariz en
las flores, Sí, huelen fantástico. Recuerdo el mensaje de texto y corro a mi
escritorio. Toco la pantalla de mi teléfono y respondo.
Colin está totalmente de acuerdo con ir a una cita doble con ellos
mañana. Estamos planeando tener una cena y bebidas, y tal vez ver una
película después. Sonrío ante la idea de pasar tiempo con mi mejor amiga y
Colin, pero alejo esto de mi mente por ahora para concentrarme en el
trabajo.
4xxoo:Besos y abrazos
5Bellevue:Ciudad periférica de Seattle, ubicada en el condado de King, Washington.
6Good Eats Guys: Restaurante de comida rápida.
—Te deseo. Ahora.
—Bueno. Pero eso tendrá que esperar un poco. Tengo una reunión en
una hora. A menos… —Mueve sus cejas y ríe.
Suspiro.
El lugar está lleno, pero la recepcionista nos dice que no debería tomar
más de diez minutos. Una mesa queda disponible pronto y ella nos lleva al
fondo del restaurante. Colin sostiene mi mano mientras la seguimos. Nos
sentamos en una cabina, uno frente al otro. La mesera aparece casi
7Vale canjeable: Se refiere a que pospone la ida al hotel para otra ocasión.
inmediatamente y toma nuestra orden de hamburguesas con papas fritas y
Coca Cola de dieta.
Hay mucho dolor grabado en sus apuestos rasgos, que todo lo que
quiero es abrazarlo y decirle que estoy aquí para ayudar, sin importar qué.
La mesera trae nuestra comida, pero perdí el apetito. Colin parece que
tampoco va a comer. Está picando pequeños pedazos del pan de su
hamburguesa y luego los deposita en la mesa. Me levanto y camino a su
lado de la mesa. Me siento a su lado, lo rodeo con mis brazos y beso su
mejilla. Se apoya en mí e inhala profundamente. Miro a la cabina donde la
Colin asiente.
—Bien.
La besa.
Colin sonríe con tristeza. Asiente y se aleja de mi auto, con las manos
en los bolsillos de sus pantalones.
Después del trabajo voy al gimnasio, aunque lo único que quiero hacer
es arrastrarme a la cama y dormir. Pero sé que el esfuerzo físico será bueno
para mí.
Sonrío.
—El sujetador. El que tenías puesto la primera vez que te vi. —Sonríe
y hay una chispa de picardía en sus ojos.
Estallo en risas.
—Soy más sensato sobre poner una donde ocurre la magia —me dijo
una vez, sonriendo sugestivamente. No puedo estar más de acuerdo.
—Así que, ¿qué pasó por tu cabeza cuando me viste la primera vez…
ya sabes… en la oficina?
—Había algo vulnerable sobre ti, nena. —La voz de Colin es más baja
y rasposa de lo normal, sus ojos sobre los míos—. No puedo negar o reprimir
la necesidad de venir a tu ayuda… para protegerte. Suena extraño
probablemente, pero eso es exactamente cómo me sentí cuando te encontré
medio vestida en tu oficina. —Sonríe.
—Hmm —medito.
—No había experimentado nada como esto por años. No desde antes
de haber conocido a Faith. Y nunca después de que ella murió. —Su sonrisa
desaparece e inmediatamente lo miro y pongo mis brazos alrededor de él.
—Lo tuve después que ella murió. Para recordar y sanar. Solía
significar mucho, pero ahora es solo un… recuerdo —dice calladamente.
Tengo la sensación de que no quiere extenderse, así que no lo presionaré.
Se marcó de por vida debido a ella. No puedo negar que esto provoca
algún incómodo y desagradable sentimiento dentro de mí. Pero me reprendo
a mí misma rápidamente. Soy una niña grande y no me dejaré sentir celos
por su pasado, especialmente por lo horrible que fue.
—Solo vístete como una criada francesa y ata sus muñecas a la cama
con las medias. —Sí, sí, y lo amordazaré con mi liguero, como si no pudiera
pensar eso por mi cuenta. Sinceramente, no creo que amordazar Colin sea
mejor opción. O vestirse con un traje de sirvienta francesa.
Garnelli está lleno de gente. O más bien parece que ya que el lugar es
pequeño, un par de clientes hacen una multitud dentro. El señor Garnelli y
su esposa están tomando órdenes y se mueven con una gracia y velocidad
normalmente reservada para las personas de cincuenta años más jóvenes
que estos dos sicilianos diminutos.
—Ah, Natalie, querida —dice ella con el más grueso acento italiano—
. ¿Qué te gustaría? Prueba estas Tartufi al cioccolato. —Hace un gesto a las
pequeñas trufas de chocolate que aparecen detrás de ella.
—Sí, de Sicilia. Desde la tía por parte del padre de Benito. —Apunta a
su esposo, Benito, que está gritando algo en rápido italiano en el teléfono de
disco de aspecto antiguo.
—Oh, tengo que pedir una tarta. Una tarta de cumpleaños. ¿Qué
sugieres?
Suena muy bien, y pago por la Cassata Alla Siciliana. Relleno de ricota
y frutas confitadas, es la opción perfecta para mi plan. Además de una
cobertura de chocolate negro. Mhmm.
—Joder —repito en voz muy baja, y luego le grito—: Señora. Yeng, solo
póngalas sobre la mesa de pasillo. Yo... uhm... ¡estoy en la ducha! —La
mentira viene a mí curiosamente rápido. En serio necesito evaluar mi lado
oscuro.
Oigo la voz de un hombre. ¡Oh, no! ¿Quién coño es? ¿El cartero? Eso
es solo la idea más estúpida. Pero mantiene un remolino en mi cabeza y se
niega a disolverse en la nada. Espere. ¡Colin! ¡Sí, Colin! Oh, maldito Dios, es
él.
—Ella está ahí. Estaba llamando, pero mi audición es tan mala, que
no podía entender lo que quería. Creo que está herida. Tenemos que
ayudarla.
Caray, mujer. ¿Dónde demonios has sacado una idea tan brillante?
Vete. ¡Ahora! Frenéticamente miro de nuevo, la esperanza de un destello de
energía genio para mi cerebro.
—Joven, si Natalie está sentada allí herida, tal vez incluso a medio
vestir, no tienes nada que hacer en verla degradada. Sería más mortificante
para una dama soltera ser vista por un hombre en su estado indecente. —
¡Oh no, oh no, oh no! Estoy a punto de morir. La señora Yeng probablemente
cree que sigo siendo virgen. Tengo que tomar una rápida decisión de
quedarme así y sufrir las consecuencias, o volcar el pastel y esconderme.
Ah, y meter la pata. Pagué un buen dinero por el pastel. Y es de Garnelli por
amor de Dios. Sería un sacrilegio dejar que esta belleza de Sicilia se
desperdicie.
—Sí, estoy bien. Por favor, no abras la puerta. Estoy... estoy... Acabo
de salir de la ducha. Me estoy vistiendo.
—Usted dijo que estaba acostada allí, herida. —Colin ríe—. ¿Qué tal
si dejamos que se vista en paz? ¿Puedo acompañarla a su apartamento?
¿Dónde vive usted, señora?
Colin me entrega una copa medio llena. El rico color borgoña del vino
es profundo. Tomo un pequeño sorbo, relamo mis labios de pura
apreciación. Colin inclina su cabeza después de degustar el vino.
12 Tomates uva: variedad de tomates pequeños, parecido a los tomates cherry, pero más
alargados.
Se sienta y llevo nuestras copas de vino. Regreso a la cocina para
escurrir los fettuccini sobre el fregadero. El vapor caliente me golpea en la
cara y jadeo, instintivamente moviendo mi cabeza a un lado. Cocinar es un
negocio peligroso, ¡Jesús! Apago las albóndigas y me uno a Colin en la mesa.
Se inclina y pone sus brazos alrededor de mi cuello, jalándome hacia él. Su
boca está sobre la mía y me besa fuerte. Su lengua separa mis labios y la
dejo entrar libremente. Mis manos encuentran el camino al cabello de Colin
y lo acerco. ¡No puedo tener suficiente de este hombre!
—¿Qué es? —susurro. No estoy segura de por qué susurro. Tal vez
muy dentro de mí, soy aprensiva de traerlo de vuelta a mí muy
abruptamente.
—Oh, bebé… esto es… tú eres… esto se siente como el cielo. —No me
importa si estoy pronunciando el más obvio cliché. Mi cerebro felizmente
salta a la parte trasera cuando la vagina está en el asiento del conductor. Y
eso está bien para mí.
Colin nos hace rodar hasta que está encima de mí. Se cierne sobre mí,
soportando su peso en sus antebrazos y rodillas. Sus ojos arden, pero su
expresión es ferviente. Cierro mis manos en su cabello y aprieta sus dientes
sonriendo de una manera depredadora. Es una de sus sonrisas más sexys
y lo deseo más que nunca. Se endereza y se sienta sobre sus talones,
mirándome como su presa. Lentamente, desabotona sus vaqueros y recorre
la punta de su lengua sobre su labio superior. Toma mi mano en la suya y
la lleva a su hinchada erección.
Lentamente, sin alejar sus ojos de mí, se baja en sus rodillas y levanta
mi falda. Está sobre su estómago ahora y abre mis piernas para posicionarse
entre ellas. Pronto siento su aliento caliente en mi sexo y luego su lengua se
arremolina sobre mis pliegues y mi clítoris. Clamo, incapaz de contener el
grito dentro de mí. Mis manos están en su cabello, tratando de jalarlo más
cerca de mí. Agarra mis caderas y despiadadamente trabaja su lengua y su
boca, llevándome sobre el umbral del placer.
Caroline dice que solo desayunó, así que no me sorprende cuán rápido
sale de mi apartamento. Me vendría bien algo de comer también.
El clima está seco, y decidimos caminar. Blue Fin Sports Bar está solo
a tres cuadras de mi casa. No nos toma tiempo llegar allí.
—Ash está aquí. —Señala con su barbilla hacia la barra, una sonrisa
se extiende en su cara.
Sonreímos en deleite.
Me rueda sus ojos, y entonces se apoya con osadía sobre la barra para
decir algo a Ashton. Sus senos reaccionan y se empujan, y hacen lo que
cualquier par de senos hacen cuando es necesario. Veo la reacción de Ash,
lista para analizar todas sus expresiones faciales y lenguaje corporal. Sus
ojos se abren solo un poco más amplios, pero lo suficiente para notarlo. Se
lame los labios. ¡Él realmente se lame los labios! Oh, este es el día de Ali de
seguro.
—Bien por ella. Ha estado babeando por ese chico por demasiado
tiempo.
—Sí, tuvimos una pelea ayer, pero… no sé. Nunca quiere hablar
mucho sobre lo que le molesta. Pero es como si la vida alrededor de él se
detiene, y pasa por encima de una puerta invisible. Creo que debe ser un
lugar muy oscuro donde va.
Caroline suspira.
—Ahí lo tienes.
—Salud.
En mi camino de vuelta le doy una mirada a Ali. Está riendo por algo
que Ash le dice mientras sirve un vaso de vino a otro cliente. Estoy feliz por
ella. Necesita alguien mejor que un amigo con derecho, no importa qué se
diga a sí misma.
—¡No!
—Tienes que venir aquí —demando. ¿Por qué soy tan mandona? Debe
ser el trago.
Suspiro y digo:
—¿Colin?
Cierra sus ojos y respira profundamente. Cuando los abre, veo algo
nuevo, ¿culpa? ¿Resignación? ¿Dolor? Bueno, aún veo doble, así que no
puedo estar segura cuán malo es esto, pero puedo sentirlo también.
—Natalie… no.
—¿No qué? —Giro para mirarlo. Oh, eso fue un error. El contenido de
mi estómago amenaza con dispararse hacia arriba y cubro mi boca.
Huele tan bien, como una mezcla de alguna colonia masculina con
ligeros tonos de jabón y su tibia piel. Estoy volviéndome toda sentimental
por dentro. Si empiezo a llorar podría ser la estupidez más grande. Ugh. ¿Por
qué me siento de esa manera? Debería estar feliz, no sensible. ¿Tal vez es el
efecto del alcohol? No me siento bien en absoluto.
—Está bien. —Oigo la suave voz de Colin. Su mano está extendida con
destreza encima de mi estómago, justo debajo de mis pechos, con su pulgar
plano contra mi esternón. Estoy agradecida de que no esté presionando más
abajo, o podría vomitar aún más intensamente. Definitivamente sabe lo que
está haciendo. Me pregunto si esto viene de sus experiencias pasadas con
gente intoxicada. Y luego me regaño a mí misma por tener pensamientos
estúpidos.
Sus dientes rozan el lóbulo de mi oreja una y otra vez, y es todo lo que
puedo soportar.
—¡Ahora! —Grito.
—Habla —ordeno.
Suspira de nuevo y hago una mueca. Ruedo mis ojos también, porque
no puedo evitarlo.
—No puedo tener suficiente de ti, Natalie. Quiero hacerte el amor una
y otra vez.
Caigo dormida con Colin todavía dentro de mí. En algún punto siento
a través de la pesada neblina de mi sueño que él se desliza fuera de mí y me
cubre con el edredón.
Capítulo 15
“¿No hay forma de salir de la mente?”
Sylvia Plath
Cuando siento sus labios en mi mejilla, abro mis ojos. Se inclina sobre
mí en la cama, apoyándose en sus brazos y rodillas.
—Hey —susurra.
—Háblame.
—¿Qué quieres decir con que no has sido honesto conmigo? —digo
finalmente—. ¿Hay alguien más?"
14
Universidad de California, Los Ángeles, conocida también por su acrónimo, UCLA.
demás estaba conduciendo a una distancia de su pequeña ciudad. Ella no
tenía coche. Su padre la llevaba a la biblioteca o si necesitaba ir de compras.
Faith fue aceptada en cinco colegios, entre ellos uno de la Ivy League. Pero
su padre no quería oír hablar de ella alejándose de California. Su única
opción era la UCLA. Ahí es donde nos encontramos, en una fiesta. Fue el
primer partido de su vida, y ella estaba asustada. Era tan ingenua y tan...
pura. Había algo diferente en ella, algo... que tienen los niños. Estaba
fascinada con todo lo que veía. Le pregunté, y se puso tan tímida, no podía
mirarme a los ojos. Pero empezamos a salir... lentamente. Faith era... bueno,
ya sabes... era virgen; nunca había estado con nadie.
El rostro de Colin está más relajado ahora. Su piel ha perdido ese color
ceniciento raro y ahora vuelve a su estado normal, saludable. Le aliso el pelo
y beso la parte superior de su cabeza. Toca mi brazo y me mira. No estoy
segura de cómo interpretar su expresión, pero veo una mezcla de gratitud,
temor y vergüenza.
—Eso es lo que quise decir cuando dije que no he sido honesto contigo.
Lo miro.
—Hubo dos antes de éste. Ambos en esta semana —dice con seriedad.
—¿Cómo este? ¿Después de unos años sin problemas? ¿Qué crees que
los causó? —pregunto, pero estoy muy asustada de oír la respuesta. No sé
por qué, pero tengo la sensación de que esto tiene algo que ver conmigo.
—Tú lo hiciste.
Lo observo. Creo que está tratando de poner buena cara, pero puedo
leerlo como un libro abierto, es muy duro para él. Hay tanto dolor detrás de
esos ojos azules, sexys, y me doy cuenta de que solo conozco a Colin en la
superficie.
Besa mi nariz, y trata de sonreír, pero solo logra una mueca triste.