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26 de enero: Día Mundial de la Educación Ambiental

Este añ o 2020 se celebra el 45 aniversario desde que se declaró el Día


Mundial de la Educació n Ambiental, fecha que tuvo su origen a partir de la
Declaració n de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio
Ambiente celebrada en Estocolmo, Suecia, en junio de 1972. En este
encuentro se debatió la importancia de cuidar el medio ambiente y se
expuso la necesidad de unos principios comunes que ofrecieran a la
sociedad una inspiració n y guía para preservar y mejorar nuestro entorno.
Las posteriores conferencias internacionales (Belgrado, 1975; Tbilisi, 1977;
Río de Janeiro 1992, Cumbre de la Tierra; Guadalajara 1997, II Congreso
Iberoamericano de Educació n Ambiental) vendrían a corroborar la
importancia de la educació n.
Un propó sito fundamental de la educació n ambiental es lograr que tanto los
individuos como las colectividades comprendan la naturaleza compleja del
medio ambiente (resultante de la interacció n de sus diferentes aspectos:
físicos, bioló gicos, sociales, culturales, econó micos, etc.) y adquieran los
conocimientos, los valores y las habilidades prácticas para participar
responsable y eficazmente en la prevenció n y solució n de los problemas
ambientales y en la gestió n de la calidad del medio ambiente. La educació n
ambiental resulta clave para comprender las relaciones existentes entre los
sistemas naturales y sociales, así como para conseguir una percepció n má s
clara de la importancia de los factores socioculturales en la génesis de los
problemas ambientales. En esta línea, debe impulsar la adquisició n de la
conciencia, los valores y los comportamientos que favorezcan la
participació n efectiva de la població n en el proceso de toma de decisiones.
La educació n ambiental así entendida puede y debe ser un factor estratégico
que incida en el modelo de desarrollo establecido para reorientarlo hacia la
sostenibilidad y la equidad.
Por lo tanto, la educació n ambiental, má s que limitarse a un aspecto
concreto del proceso educativo, debe convertirse en una base privilegiada
para elaborar un nuevo estilo de vida. Ha de ser una práctica educativa
abierta a la vida social para que los miembros de la sociedad participen,
segú n sus posibilidades, en la tarea compleja y solidaria de mejorar las
relaciones entre la humanidad y su medio.

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