El término inconsciente da origen en 1751 por el jurista Henry Home Kames (1692-1782) quien lo empleó con el significado de no-consciencia; su definición cambiaria en la Alemania del siglo XIX, difundiéndose como el especto nocturno del alma, como un conjunto de pasiones y de imágenes mentales, cuyo epicentro se sitúa en las profundidades del ser>> Con esta referencia del inconsciente se han simpatizado pensadores como Wilhelm von Schelling, Arthur Schopenhauer, Friedrich Nietzsche, entre otros. Este término, rompería con la idea del individuo autoconsciente, dueño de sus actos y de su voluntad. Freud, por su parte, le da una significación radicalmente original, situándolo en el fundamento de una nueva concepción del ser humano. El inconsciente, por definición, es aquello que no tiene acceso a la conciencia, y no es meramente descriptivo, pero sí existe una funcionalidad psíquica, un proceso de formación eficaz que genera efectos significativos en nuestra vida y que podrían manifestar consecuencias psicopatológicas, neuróticas, como características normales en nuestra vida cotidiana.
Se entiende, entonces, que todas las formaciones tienen una
misma estructura: Salud-Enfermedad, Sueños-Realidad, y sus manifestaciones no son ajenas de lo otro que pertenece a una neurosis.