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El PAN corrupto
Sergio Aguayo Quezada Reforma
saguayo@colmex.mx 07 de septiembre de 2011

Cuando aumenta la corrupción también lo hacen la evasión y el cinismo que


rozan ya la excelsitud. Los casinos de Monterrey hacen inevitable referirse al
panismo, pero los otros partidos son cómplices conscientes del colapso ético.

Los indicadores son contundentes. Cada año Transparencia Internacional publica


el Índice de Percepción de la Corrupción. Según este documento, de 1998 a 2010
retrocedimos 43 lugares en el ranking mundial (pasamos del lugar 55 al 98) y
nuestra calificación descendió dos décimas (de 3.3 a 3.1). Otras encuestas
confirman que en la última década creció la tolerancia social hacia la corrupción.
Esto quiere decir que la alternancia fue incapaz de controlar el añejo cáncer. En
lugar de reformar, el PAN se refugió en la evasión y el cinismo.

Los casinos de Monterrey son paradigmáticos. Las trapacerías y excusas de los


hermanos Larrazabal moverían a risa si no fuera porque encarnan la degradación
de lo que alguna vez fue el partido de la decencia, mientras el alcalde decide si
pide licencia. El comportamiento de los hermanitos fue troquelado en un proceso
iniciado en el sexenio de Fox, cuando se dio un debate en torno a la instalación y
legalización de casinos. Los autorizaron argumentando que era una forma de
meterlos a la institucionalidad y hacerlos pagar impuestos. Quienes nos opusimos
públicamente hicimos pronósticos que ahora se cumplen a cabalidad: incapacidad
gubernamental para supervisarlos, focos de corrupción pública y privada, nidos
para la delincuencia organizada.

Pese a la evidencia acumulada y difundida, el presidente Calderón no le exige


cuentas al alcalde de Monterrey. Está congelado, paralizado, pasmado; se ve
incapaz de desprenderse de la pareja de hermanos, tal vez porque son engranes de
su grupo y puntales de Ernesto Cordero y porque, en el último de los casos, no
son la excepción sino la norma en muchas ciudades gobernadas por ese partido.

Las evasivas son particularmente llamativas en el Informe presentado por


Calderón el 1o. de septiembre en medio del escándalo por los casinos regios.
Calderón tuvo una oportunidad ideal para posicionarse en el último año de su
mandato sobre un tema que preocupa a la sociedad. En el texto de 758 páginas
menciona sólo 17 veces la palabra "corrupción", pero lo hace desde el ángulo
burocrático-administrativo: "se emitieron 671 vistas para el inicio del
procedimiento para determinar irregularidades", "se iniciaron 142 procedimientos
de remoción", etcétera.
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Estamos ante un patrón. Hay pocos asuntos tan emblemáticos de la corrupción


estructural como la cálida relación de Vicente Fox y Calderón con Elba Esther
Gordillo. Ha sido y es el recordatorio diario del naufragio ético del panismo. El
29 de junio pasado la maestra andaba como siempre de estreno. Las finas telas y
los costosos accesorios se legitimaban con la firma de las casas más exclusivas.
Al día siguiente, Reforma publicó una foto de ella con la cual evaluó el costo de
la bolsa de piel y los zapatos Hermès, de los collares de perlas Chanel, de un traje
atribuido a St. John, etcétera, el atuendo de ese día le costó 112 mil pesos. ¿De
dónde sacó el dinero si su salario de maestra es de 23 mil 900 pesos mensuales?

El 5 de septiembre Calderón respondió preguntas por internet. Las críticas a la


maestra fueron tan reiterativas como las excusas del Presidente que la defendía o
se refugiaba en invocaciones a la legalidad: "no es que me guste, es lo que nos
ordena la ley" (Reforma, 6 de septiembre). La forma de razonar de ambos se
aprecia en la ceremonia por el primer día de clases. El 22 de agosto pasado
coincidieron en una primaria de Cuajimalpa el Presidente y la maestra, quienes
dijeron unas palabras a los indefensos niños.

Según las versiones estenográficas, Elba Esther recordó a los niños que viven en
una era "donde los valores son cada vez más efímeros y hay que poder
fortalecerlos". Tuvo el cuidado de no asumir ninguna responsabilidad. El
presidente Calderón fue más claro: "a los papás y a las mamás les toca cuidar a
los hijos, formarlos en valores", porque en su perspectiva "la tarea de un
presidente consiste, sobre todo, en decidir". Luego añade que "no siempre se
pueden decidir cosas buenas".

Tiene razón. Es comprensible que Calderón se relacione con la lideresa de un


poderoso sindicato; son inaceptables sus decisiones y las de Fox de darle cargos
con tanto presupuesto a Elba Esther; por ello es el personaje político más
poderoso. Eso es complicidad con un personaje con olor a corrupción.

El PAN no está solo. La crisis es estructural porque la mayor parte de la clase


política respeta los usos y costumbres de una corrupción antiquísima. De cuando
en cuando la permisividad explota como en los casinos de Monterrey. En las
presidenciales de 2012, ¿incorporará alguno de los aspirantes el combate a la
corrupción en el discurso y en la práctica?

Colaboró Rodrigo Peña González.

www.sergioaguayo.org

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