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La Historia Territorial de la hoy República Bolivariana de Venezuela fue
producto de un largo y complejo proceso de integración que se inició en el siglo XVI
con las Capitulaciones “genésicas” que dieron origen a las gobernaciones o
provincias: Margarita, Venezuela o Caracas, Nueva Andalucía o Cumaná, Guayana,
Trinidad y Mérida, luego llamada Maracaibo. A partir de 1786 se incorporó la
Comandancia de Barinas, formada con territorios que con anterioridad pertenecieron
a las provincias de Venezuela y Mérida.
A partir de 1728 el proceso sufrió los efectos de una política centralizadora en
torno a la provincia de Caracas o Venezuela, primero con una Compañía por acciones
con participación mayoritaria de la Corona (Real Compañía de Caracas o Compañía
Guipuzcoana, como se le conoce); y luego con varias instituciones de orden
económico, político‐gubernativo, judicial y comercial a partir de 1776. Este proceso
concluyó a comienzos del siglo XIX con la integración religiosa, a raíz de la creación
del Arzobispado de Caracas en 1804.
Nos referimos, en orden cronológico a la Real Intendencia de Ejército y
Hacienda (1776), la Capitanía General de Venezuela (1777), la Real Audiencia de
Caracas (1786) y el Real Consulado (1793).
La conformación de la territorialidad venezolana fue tardía y estuvo sujeta a la
dispar dependencia institucional de Audiencias diferentes, de centrales gubernativas
alternas y de que el territorio situado al Sur del eje Orinoco‐Apure, no pasó más allá
de una adscripción sobre tierras desconocidas en su mayor parte.
La integración de las provincias se hizo en torno a las ciudades y su poder
Municipal, cuyo radio de acción estuvo definido por los términos correspondientes.
La carencia de vías de comunicación terrestre efectivas produjo que amplias áreas del
actual territorio venezolano permaneciera indefinido por fuerza del retraso de la
conquista.
A raíz del nacimiento de la Confederación de los Estados Unidos de Venezuela,
sancionada en la Constitución de 1811, comenzó una historia que prácticamente
abarcó todo el siglo XIX: una lucha entre la autonomía de las provincias y el
centralismo caraqueño, lucha que concluyó a comienzos del siglo XX cuando desde el
estado Táchira llegaron los andinos.
El proceso de delimitación de las fronteras terrestres con los países vecinos se
inició una vez separada Venezuela de la República de Colombia en 1830 y fue
conducido por una diplomacia trunca, indefinida y deficientemente, personalista y
timorata. Esto explicaría, en parte, los problemas fronterizos que enfrentó Venezuela
con Colombia, Brasil y Guayana Británica. En nuestros días, aún no hemos alcanzado
una definición final en nuestra frontera oriental, con la República de Guyana, ni con la
República de Colombia en el Golfo de Venezuela.
Quedan pendientes delimitaciones fronterizas con algunos países en el Caribe.
El territorio marítimo venezolano se estima en 555.098 kms2 y En virtud de la
creación de la Zona Económica Exclusiva en 1978, Venezuela tiene fronteras
marítimas con 16 países: República de Guayana, Trinidad y Tobago, Granada, San
Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Martinica, Dominica, Guadalupe, Monserrat,
San Cristóbal y Nevis, Antillas Holandesas (San Eustaquio y Saba), Islas Vírgenes,
Puerto Rico, Antillas Holandesas (Bonaire y Curazao), Aruba, República Dominicana y
Colombia.
Manuel Alberto Donís Ríos
El Gobierno guyanés pretende aumentar su Plataforma Continental a costa de
territorio venezolano
La canciller de de la República de Guyana, Carolyn Rodrigues Birkett, anunció en
septiembre de 2011 que su país solicitaría a la Comisión de Límites de Plataforma
Continental de la ONU en abril de 2012 la extensión de su Plataforma Continental en 150
millas náuticas desde las 200 del límite de la Zona Económica Exclusiva. La funcionaria
dijo haber conversado con Barbados, Suriname, Trinidad & Tobago, pero no con
Venezuela.
El documento guyanés ignora la Reclamación venezolana y el contenido del
Acuerdo de Ginebra, pues en su cuarto punto indica que “no hay disputas relevantes en
la región correspondiente a esta presentación, relativa a los límites exteriores de la
plataforma continental más allá de las 200 millas náuticas”. La petición afecta la
soberanía venezolana, al no considerar la proyección marítima correspondiente al
Territorio Esequibo, aun no resuelta; y la del estado Delta Amacuro.
Guyana está obligada a consultar a Venezuela. Al no hacerlo, ni reconocer la
Reclamación, desconoce el Acuerdo de Ginebra (17 de febrero de 1966). El Gobierno de
la Gran Bretaña y el de Guayana Británica, hoy República de Guyana reconocieron
nuestra Reclamación sobre el Territorio Esequibo, perdido mediante el Laudo de París
del 3 de octubre de 1899, sentencia arbitral nula e írrita, producto de una componenda
entre los jueces y se comprometieron con el Gobierno de Venezuela a buscar
“soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia” (Artículo I).
Para eso se estableció una Comisión Mixta, que de no llegar a un acuerdo
completo para la solución de la Controversia, referiría a sus respectivos gobiernos el
asunto; éstos estaban obligados a escoger uno de los medios de solución pacífica
previstos en el Artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas. Si dentro de los tres
meses siguientes (Artículo IV) no se hubiere llegado a un acuerdo satisfactorio, ambos
gobiernos podían acudir a un organismo internacional apropiado; y de no llegar a este
punto, al Secretario General de las Naciones Unidas, quien escogería otro de los medios
estipulados en el Artículo 33 y así sucesivamente hasta resolverse la controversia o
agotarse todos los medios de solución.
No habiéndose llegado a un acuerdo en el lapso de cuatro años contemplados
(1966‐1970), las partes firmaron en Puerto España, isla de Trinidad el “Protocolo de
Puerto España”, suspendiéndose los efectos del Artículo IV del Acuerdo de Ginebra por
un espacio de 12 años, renovables a voluntad de las partes; y se comprometieron en
explorar “todas las posibilidades de mejorar el entendimiento entre ellos y entre sus
pueblos y en particular emprenderán a través de los canales diplomáticos normales
revisiones periódicas de sus relaciones con el propósito de promover el entendimiento
y con el objeto de producir un adelanto constructivo de las mismas”.
En 1982 Venezuela decidió no renovar el Protocolo. Los dos países han escogido
la figura de “buenos oficios” en dos ocasiones pero no se ha llegado a una solución de
la Controversia. Guyana se aferra al Laudo Arbitral de 1899, como cosa juzgada y
sentenciada, para retener el territorio en disputa ¿Por qué razones desconoce el
Acuerdo si lo aceptó, al igual que el Protocolo; y aún más, si en algunos momentos han
surgido indicios de cooperación y respeto entre ambas naciones?
Bibliografía:
Hermann González Oropeza, S, J., y Manuel Donís Ríos. Historia de las Fronteras
de Venezuela. Caracas, Cuadernos Lagoven, 1989.
Venezuela. Ministerio de Relaciones Exteriores. Reclamación de la Guayana
Esequiba: documentos 1962‐1981. Caracas, Ministerio de Relaciones Exteriores., 1981.
El acuerdo de Ginebra: un triunfo de la Diplomacia venezolana
La firma del Acuerdo de Ginebra (17 de febrero de 1966), mediante el cual el
Gobierno de la Gran Bretaña y el de Guayana Británica, hoy República de Guyana
reconocieron nuestra Reclamación sobre el Territorio Esequibo, perdido mediante el
Laudo de París del 3 de octubre de 1899 y se comprometieron con el Gobierno de
Venezuela a buscar “soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la
controversia” (Artículo I), culminó una larga historia de usurpación territorial que se
inició en 1839 cuando el naturalista prusiano Robert Schomburgk, desconociendo la
frontera entre Venezuela y Guayana Británica en el río Esequibo, presentó su línea de
frontera que abarcó 142.000 kms2 al occidente de esta arteria fluvial, en suelo
venezolano de la provincia de Guayana.
La historia concluyó con el Laudo de 1899, que despojó a Venezuela de 159.500
kms2 en su frontera oriental. La sentencia arbitral fue producto de un arreglo entre los
jueces ‐dos ingleses, dos estadounidenses y un ruso‐ los cuales quedaron “asqueados”
del arbitraje, confesando haber conocido formas indebidas en el logro de la sentencia,
que no se atrevieron a poner por escrito, Agréguese la interferencia del ruso Frederic
de Martens quien presidió el Tribunal Arbitral.
Esta decisión arbitral no ajustada a derecho fue protestada por el Gobierno
venezolano, que la declaró nula e írrita. Nuestro agente, José María de Rojas renegó
contra el Laudo, al igual que el presidente Ignacio Andrade. Se produjeron
manifestaciones públicas en Caracas. En julio de 1900 la Legación Británica en la Capital
notificó al Gobierno venezolano que si antes del 3 de octubre no enviaba su comisión
demarcadora, Gran Bretaña procedería a la demarcación por sí sola. No quedó otro
camino que incorporarse a los trabajos de demarcación para evitar males mayores.
La revisión del Laudo fue pedida al presidente Isaías Medina Angarita en 1944 por
el embajador Diógenes Escalante, el diputado José Antonio Marturet y el presidente
del Congreso, Manuel Egaña. Y en 1948, el presidente Rómulo Betancourt se pronunció
en igual sentido en la IX Conferencia Interamericana realizada en Bogotá. Pero fue en
1949 cuando se publicó el Memorándum del estadounidense Severo Mallet Prevost,
muerto un año antes en Nueva York y quien fuera Secretario de la Comisión creada en
1895 para investigar y reportar lo concerniente a la controversia entre Venezuela y Gran
Bretaña.
En el Memorándum se revelaron las intimidades de la farsa de París de 1899. En
1951 el canciller venezolano Luís Gómez Ruíz se pronunció a favor de la justa reparación
en nuestra frontera oriental en la IV Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones
Exteriores de los Países Americanos, a realizarse en Washington. Tres años después el
consultor jurídico de la cancillería, Ramón Carmona, hizo reserva ante la X Conferencia
Interamericana realizada en Caracas, en el sentido de que Venezuela no aceptaría nada
que pudiera menoscabar sus derechos, ni renunciar a los mismos, en su frontera
oriental.
El Gobierno venezolano ratificó este criterio en 1960 ante una delegación
parlamentaria del Reino Unido. Dos años después, el 12 de noviembre de 1962, el
canciller Marcos Falcón Briceño planteó la cuestión de límites con Guayana Británica en
la Comisión de Política de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Nuestro país
logró mediante un Acuerdo que Gran Bretaña accediera a una revisión de los
documentos y en julio de 1963 ambos gobiernos acordaron discutir sobre el asunto a
nivel de ministros de Relaciones Exteriores. Así fue como se realizaron en Londres las
Conferencias Ministeriales de 1963 y 1964. Pero Gran Bretaña se negó a llegar a una
justa solución del problema. Tras largas negociaciones, Gran Bretaña firmó en 1966,
como hemos dicho, el Acuerdo de Ginebra.
Bibliografía:
Hermann González Oropeza, S, J. y Manuel Donís Ríos. Historia de las Fronteras de
Venezuela, Caracas, Cuadernos Lagoven, 1989.
Isla de Aves: El territorio venezolano más septentrional en el Caribe
En fecha reciente se prendieron las alarmas en la Cancillería venezolana a raíz
del fallo de la Corte Internacional de Justicia por el diferendo marítimo entre Colombia
y Nicaragua, debido a que algunas naciones del Caribe Oriental han solicitado a la
Comisión de Límites de Plataforma Continental de la ONU que se desconozcan los
derechos venezolanos sobre la isla de Aves, alegando que no es tal isla y por
consiguiente no genera Zona Económica Exclusiva ni Plataforma Continental.
Ubicada a 15º 40´ 33´´ de latitud Norte y 63º 36´ 27´´ de longitud Oeste, la isla de
Aves, punto emergente de la prominencia de Aves, forma parte de la cadena insular de
las Antillas menores, la cual incluye 25 grandes islas y otras de menor tamaño, que
forman una curva de unas 500 millas de largo entre Trinidad y Puerto Rico.
Un poco de Historia: Isla de Aves fue objeto a mediados del Siglo XIX de
particular interés por los Países Bajos y los Estados Unidos de Norteamérica, debido al
guano (excremento de aves marinas) que contenía y usado entonces como fertilizante.
La fuente principal de este recurso era controlado por Perú, bajo estrictas
reglamentaciones y como un monopolio gubernamental.
Holanda y USA trataron de romper dicho monopolio buscando depósitos de
guano en el Caribe. De allí los reclamos contra Venezuela a partir de 1856 orientados
hacia el plano jurídico‐político con el objeto de apoderarse de la isla.
Venezuela respondió enérgicamente haciendo valer sus derechos sobre isla de
Aves. Dos años antes había ejercido su soberanía, desalojando a un grupo de
estadounidenses que habían desembarcado en la isla. La acción fue ejecutada por la
goleta de guerra General Falcón, al mando del capitán Manuel del Cotarro. Holanda
amenazó veladamente con el uso de la fuerza para desalojar la guarnición militar
venezolana, mientras Venezuela veía con esperanza la posibilidad de someter la
disputa a una Corte Internacional. No faltaron las pretensiones británicas.
El 5 de agosto de 1857 se firmó un Acuerdo por el cual se sometía el conflicto de
Isla de Aves al arbitramiento de una potencia amiga. En enero de 1860, el cónsul
holandés se dirigió a la Cancillería venezolana para proponer a España como árbitro en
el conflicto. Venezuela aceptó. Cinco años después, el 30 de junio de 1865, la reina
Isabel II de España dio a conocer el Laudo, favorable a Venezuela, reconociéndose
nuestra soberanía sobre tan importante posición insular en el Caribe.
En 1882 el Gobierno nacional incorporó la isla de Aves al Territorio Colón. El 11 de
agosto de 1904 el crucero británico Tribune desembarcó en la isla un cuerpo de
oficiales y marinos que realizaron ejercicios de tiro. El Gobierno venezolano protestó
mediante una Nota (1 de septiembre) presentada al Ministro Residente de la Gran
Bretaña, calificando “la presencia del buque de guerra, sin la previa autorización, como
trasgresión de la ley venezolana” y el desembarco y hecho subsiguiente como
“violación del territorio del Estado”. El Gobierno británico respondió (Nota de 19 de
octubre) “que los actos realizados por las autoridades navales, quienes “hallaron
inhabitada la isla y sin indicación alguna de la soberanía de Venezuela, se ejecutaron
por una mala inteligencia, y sin intención de violar los derechos de la República de
Venezuela”, agregando que no se le podía hacer responsable del incidente “en vista de
que el Laudo de 1865 no se les dio a conocer.
La presencia venezolana en isla de Aves fue constante durante todo el siglo XX
pero se incrementó hacia la segunda mitad de la centuria. Lo atestiguan las visitas
periódicas de unidades de la Armada y de cadetes de la Escuela Naval de Venezuela
desde 1951. En 1970 fue a la isla en el T‐12, barco presidencial, una expedición en la que
estuvieron presentes representantes del Ministerio de Minas e Hidrocarburos, de
Obras Públicas, Universidad Simón Bolívar y la Comandancia General de la Marina. Se
hicieron observaciones geofísicas, geológicas y biológicas. Otra expedición se realizó al
año siguiente, en la que participaron el Ministerio de Minas e Hidrocarburos,
Agricultura y Cría, Universidad Simón Bolívar, la Universidad de Oriente y el Caribbean
Research Institute de las islas Vírgenes.
Diversas expediciones visitaron la isla de Aves en los años 1972 y 1973. En 1978 (2
de junio) se creó la base científico naval Simón Bolívar, adscrita a la Armada por
intermedio de la Dirección de Hidrografía y Navegación. Hasta la fecha la Armada
presta la guardia y custodia permanente a dicha instalación y asegura la soberanía
venezolana en esta isla. No perdamos de vista que Isla de Aves es territorio insular
venezolano y genera más de 150.000 kms2 de Zona Económica Exclusiva y de Mar
Patrimonial.
Bibliografía:
GONZÁLEZ OROPEZA, Hermann, SJ y DONIS RIOS, Manuel. Historia de las Fronteras de
Venezuela. Carcas, Cuadernos Lagoven, 1989.
W. I. HARRIS: Las Reclamaciones de la Isla de Aves. Universidad Central de Venezuela,
Caracas, 1968.
BARANDIARÁN, Daniel de. “El Laudo Español de 1865 sobre la Isla de Aves” en: Paramillo,
N*8, San Cristóbal, Universidad Católica del Táchira, 1989.
GIL, Juan Raúl. Los conflictos de soberanía sobre Isla de Aves. Caracas. Academia
Nacional de la Historia, Estudios, Monografías y Ensayos, N° 27, Caracas, 1983.