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No dejemos a nadie atrás

Publicado: Viernes, 10 Abril 2020 11:36


Escrito por Alberto Tarifa Valentín-Gamazo

Está claro que el maldito virus SARS-CoV-2 (COVID-19) está poniéndonos


a prueba y mostrándonos −si queremos verlo− el temple de nuestra
sociedad

Los criterios para el el triaje, o selección para la atención de


enfermos en situación grave de falta de recursos asistenciales
(personales, materiales, de tiempo) son una prueba de fuego de cómo
somos.

En concreto, me preocupa especialmente cómo se trata a las personas


mayores. Esto afecta también a las que tienen discapacidad intelectual
o del desarrollo, sobre las que escribía muy bien ayer (3 de abril) el
abogado Torcuato Recover en Ideal, o con enfermedades severas.

Leo informaciones contradictorias al respecto, desde las noticias de


personas mayores que se recuperan gracias a la correcta atención
médica (o que fallecen, a pesar de ella), hasta las que dan la
impresión de que a los mayores se les deja abandonados a su suerte.
Esta última impresión se vuelve trágica en casos comprobados y,
especialmente, en la falta de actuación en las residencias de
ancianos, que deberían haberse "medicalizado" desde el primer momento.

He leído y preguntado sobre este difícil dilema, más para los que,
como yo, no somos especialistas. He llegado a la siguiente conclusión:
Como en un hospital de campaña −que es lo que es España hoy−, el
criterio de selección (triaje), ante la falta de medio debe ser el que
conduzca a la preservación del mayor número de vidas posible, con
independencia de "cuánta" o "qué clase" de vida quede después. Y esto
por una simple razón: toda vida tiene igual dignidad.

El objetivo NO puede ser, como ha dicho el departamento de Salud


catalán "salvar el número máximo de años de vida en los pacientes", ni
un criterio el "valor social", como apunta la Sociedad Española de
Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) en el
número 23 de sus "Recomendaciones éticas para la toma de decisiones en
la situación excepcional de la crisis por pandemia COVID-19 en la
unidades de cuidados intensivos".

Caer en el "utilitarismo" es una inmoralidad y nos hace caer en esa


"cultura del descarte" que tanto está denunciando el Papa Francisco.
Nos empobrece; peor aún, nos encanalla como personas y como sociedad.
Son muy meritorias, heroicas, esas personas mayores que ceden su
respirador a otras más jóvenes; pero los actos heroicos no pueden
imponerse. Las personas mayores que están muriendo por coronavirus, o
a causa de la desatención provocada por el coronavirus, son las que
han levantado España de las cenizas que dejó el odio en nuestro país,
las que han hecho posible la vida y los medios que tenemos, con mucho

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Escrito por Alberto Tarifa Valentín-Gamazo

esfuerzo y sacrificio, las que han levantado el inmenso edificio de


sanidad y educación y prosperidad, público y privado, que ahora nos
cobija. He visto a mis padres vivir, como tantos otros, con una
sobriedad mayúscula, sin gastar un duro que no hubieran ganado antes
con el sudor de su frente. No podemos dejarlos atrás, morir sin
atenderlos. Me atrevo a decir que en esta guerra ellos, nuestros
mayores, deben ser usuarios premium; porque ellos han aportado ya a
esos medios escasos que tenemos, cosa que sus hijos estamos haciendo y
sus nietos aún tienen que demostrar.

No he encontrado un artículo breve, divulgativo, que explique bien la


controversia y las soluciones adecuadas a la dignidad indisoluble,
igual y única de cada persona. He leído unas cuantas cosas, y entre
ellas, recomiendo este Resumen del Informe del Comité de Bioética de
España (CBE) sobre priorización recursos sanitarios (30.III), que
dice, por ejemplo: "La priorización de recursos parte del principio de
que cualquier criterio que se adopte deberá basarse en el pleno
respeto a la dignidad de la persona, la equidad y la protección frente
a la vulnerabilidad (9,2)".

Por su parte, la Asociación Española de Bioética aconseja en su


documento Consideraciones bioéticas ante el Covid-19 (23.III) "un
juicio prudencial que discierna lo más adecuado para cada paciente,
evitando el abandono, la futilidad terapéutica, y cualquier forma de
discriminación por razón de discapacidad. Consideramos también que no
se ha de utilizar de forma aislada o principal el criterio de la edad
a la hora del acceso de los pacientes a los recursos disponibles".

El Informe de la Comisión Central de Deontología en relación a la


priorización de las decisiones sobre los enfermos en estado crítico
en una catástrofe sanitaria (23.III), recoge lo siguiente: "No pueden
ser criterios de priorización ni el orden de petición de asistencia,
ni el de llegada a los servicios de urgencias hospitalarias, ni solo
la edad de los pacientes."; y "Las decisiones conforme a la ética
reflejan experiencia técnica y también reflejan los valores ético-
médicos. De ahí la preocupación de los profesionales por tratar con
justicia y evitar la discriminación injustificada. Se ha de atender
del mejor modo a cada uno, según sus circunstancias y fomentar la
confianza pública".

He leído también el Marco Ético Pandemia COVID 19 de la Sociedad


Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor
(20.III) (preocupante: "El objetivo es reservar recursos que podrían
ser muy escasos para aquellos que tienen la mayor posibilidad de
supervivencia en primer lugar y en segundo lugar para aquellos que
pueden tener más años de vida salvados") y el Plan de contingencia
para los servicios de Medicina intensiva frente a la pandemia

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COVID-19, de la ya citada SEMICYUC.

Por último, he ojeado −está en inglés y me ha pillado saturado−, el


artículo de The National Catholic Bioethics Center, Points to
Consider: Triage in the Perspective of Catholic Bioethics, de marzo de
este año. Entre otras consideraciones, dice: "1. Human Life, Health,
and Dignity. The ultimate standard and goal of triage and rationing
should be to save human lives, and to serve human health and dignity,
to the greatest extent possible consistent with the common good. In
addition, it is important to serve the full range of human needs and
to care for those who have been vulnerable or marginalized prior to
the current pandemic. Y, atención: In particular, Catholic health care
providers should advocate and care for disabled patients who already
are oxygen or ventilator dependent".

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo, en paracambiarelmundo.blogspot.com.

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