Está en la página 1de 3

Lecturas 1935-1936

Selección de Andrés Soria Olmedo


Catedrático del Departamento de Literatura Española de la Universidad de Granada

De «Alma ausente»

El otoño vendrá con caracolas,


uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,


como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.


Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,


un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.

CASIDA DE LA ROSA

La rosa
no buscaba la aurora:
casi eterna en su ramo
buscaba otra cosa.

La rosa
no buscaba ni ciencia ni sombra:
confín de carne y sueño
buscaba otra cosa.
La rosa
no buscaba la rosa:
inmóvil por el cielo
buscaba otra cosa.

Soneto de la guirnalda de rosas

¡Esa guirnalda! ¡pronto! ¡que me muero!


¡Teje deprisa! ¡canta! ¡gime! ¡canta!
que la sombra me enturbia la garganta
y otra vez y mil la luz de enero.

Entre lo que me quieres y te quiero,


aire de estrellas y temblor de planta,
espesura de anémonas levanta
con oscuro gemir un año entero.

Goza el fresco paisaje de mi herida,


quiebra juncos y arroyos delicados.
Bebe en muslo de miel sangre vertida.

Pero ¡pronto! Que unidos, enlazados,


boca rota de amor y alma mordida,
el tiempo nos encuentre destrozados.

De Doña Rosita la soltera

Rosita. Ya soy vieja. Ayer le oí decir al Ama que todavía podía yo casarme.De ningún
modo. No lo pienses. Ya perdí la esperanza de hacerlo con quien quise con toda mi
sangre, con quien quise y.... con quien quiero. Todo está acabado. ..y sin embargo, con
toda la ilusión perdida, me acuesto ,y me levanto con el más terrible de los
sentimientos, que es el sentimiento de tener la esperanza muerta. Quiero huir, quiero
no ver, quiero quedarme serena, vacía (¿ es que acaso no tiene derecho una pobre mujer
de respirar con libertad?). Y sin embargo, la esperanza me persigue, me ronda, me
muerde; como un lobo moribundo que apretara sus dientes por última vez.
De La casa de Bernarda Alba

PONCIA. ¡No entres!


BERNARDA. No. ¡Yo no! Pepe; tú irás corriendo vivo por lo oscuro de las alamedas, pero
otro día caerás. ¡Descolgarla! ¡Mi hija ha muerto virgen! Llevadla a su cuarto y vestirla
como si fuera doncella. ¡Nadie dirá nada! ¡Ella ha muerto virgen! ¡Avisad que al
amanecer den dos clamores las campanas!
MARTIRIO. Dichosa ella mil veces que lo pudo tener.
BERNARDA. Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra
hija ) ¡A callar he dicho! (A otra hija.) ¡Las lágrimas cuando estés sola! ¡Nos hundiremos
todas en un mar de luto!. Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me
habéis oído? Silencio, silencio he dicho. ¡Silencio!

También podría gustarte