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que el indígena común necesitaba de un representante para
sus actuaciones judiciales, y esa tarea se la delegaba al
protector de naturales. Entre los privilegios otorgados a los
indígenas podemos citar: liberarlos de la presunción del
conocimiento de la ley, presunción de libertad, un privilegio
procesal fue el que podían exponer sus pruebas aún
habiendo fenecido el término probatorio, los delitos cometi-
dos por indígenas eran tratados con mayor benignidad, y
otros más4.
El tiempo posterior, la República, no es sino una continua-
ción de lo que la colonia representaba para los pueblos
indígenas. Los pequeños grupos de blancos, criollos e inte-
lectuales, ubicados en los principales centros urbanos, fue-
ron los únicos que pudieron recepcionar las ideas revolucio-
narias de la época republicana. Se conoce que a finales del
siglo XVIII de los casi diez y nueve millones de habitantes
que tenía el continente sólo algo más de tres millones eran
blancos. El resto de la población era iletrada y no participó
activamente de la recepción y discusión de las ideas eman-
cipatorias de la época5.
Sin embargo, hay otra historia que los pueblos indígenas
perseguimos. A esta historia se la puede llamar de “resis-
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tencia e imaginación”. Se puede suponer que, ya por la
influencia de la Colonia o la República, los sistemas de
organización de los pueblos indígenas habrían desapareci-
do. No es así. De lo contrario no tendría sentido estudiar y
conocer el derecho indígena como tal, porque no existiría.
Vemos y sabemos de la subsistencia de los modos de orga-
nización de los pueblos indígenas, y entre esos modos está
el sistema jurídico indígena o el derecho indígena6. Para los
participantes indígenas es importante reconocer en el pre-
sente la vigencia de sus propios modos de administración
de justicia. Es vital, no sólo para el estudio del derecho
indígena, sino para la construcción de propuestas de cara al
futuro.
En este sentido, la memoria que perseguimos en el curso
de derecho indígena tiene que ver con la cosmovisión que
aún prevalece. Hacer memoria significa también actualizar
lo que aprendimos, lo que nos es transmitido. Significa no
olvidar la visión que tenemos del cosmos. Y, aunque usa-
mos el término de “derecho” que es un concepto
occidental7, lo hacemos
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Cuando se trata el nivel local del derecho indígena los parti-
cipantes, normalmente, no aprenden, sino enseñan. Es
donde afloran las vivencias y experiencias que tienen sobre
las formas de administración del derecho en sus comunida-
des y pueblos9. Es cuando reconocen la capacidad que tie-
nen en sus comunidades para organizarse y para transmitir
valores normativos10. Es, además, el momento en que bus-
can definir con más precisión la identidad que tienen.
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del futuro. Ahora podemos entrar a lo que consideramos las
perspectivas de la enseñanza del derecho indígena respecto
de la coyuntura en Bolivia.
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