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Cambios es la familia en la realidad nacional.

Los resultados de las últimas investigaciones permiten concluir que se ha


precarizado la función socializadora de la familia.1
Un dato evidente en el Uruguay de los últimos años es el aumento de los
hogares unipersonales y monoparentales y la disminución del número de
integrantes de las familias debido a la baja tasa de fecundidad actual.2
Se ha producido un aumento de la esperanza de vida de la población y una
caída de la tasa de natalidad, de lo que resulta una pirámide poblacional
envejecida al igual que en las potencias centrales o países desarrollados.
Afirmar esto no significa que se trate de una virtud de nuestro país. Una
comunidad envejecida tiene también sus problemas estructurales como los
derivados de los déficits que se generan en el financiamiento de los sistemas
de previsión social.
Tradicionalmente, se ha dicho que la profundización del ingreso de la mujer al
mercado laboral es otro factor a considerar en el estudio de los cambios de la
composición de los núcleos familiares uruguayos. En efecto, la caída en la
fecundidad se asocia, no sólo al aumento en la disponibilidad y uso de
procedimientos anticonceptivos, sino también a la mayor actividad laboral de
las mujeres, que encuentran limitantes en el momento de conciliar familia y
trabajo. Menor número de hijos y en edades más avanzadas ha sido el
resultado de tal contraposición.
Por otra parte, matrimonio, sexualidad y reproducción3 eran términos
inseparables en anteriores momentos históricos, cada vez más pretéritos. Los
métodos anticonceptivos han permitido separar sexualidad de reproducción.
Las técnicas de reproducción asistida han distanciado la reproducción de la
sexualidad. Finalmente, el matrimonio puede ser con fines de descendencia o
no, así como las relaciones sexuales fuera del matrimonio son vistas
mayoritariamente como normales o comunes y habituales en nuestra sociedad.
La reproducción como finalidad del matrimonio y la sexualidad como finalidad
de la reproducción revisten ciertos rasgos dogmáticos que no parecen coincidir
con lo que acontece en la vida cotidiana.
La familia, formalmente constituida, como institución social en nuestro país ha
ido en franco retroceso. Pero la disminución de matrimonios no significa que se
formen menos núcleos familiares, sino que caminamos hacia una
informalización de los vínculos.
Se puede afirmar que uno de los desafíos que debe enfrentar el Estado
uruguayo es promover políticas que tiendan a romper con el esquema
tradicional de los roles de género, a partir del cual se entiende que el
cuidado de los niños, de los ancianos y el trabajo doméstico en general, son
responsabilidad femenina.4
No sólo se debe lograr una mayor equidad de género, sino que se tienen que
tomar medidas tendientes a fomentar el involucramiento de los hombres
en la crianza de sus hijos, en este contexto de gran inestabilidad relacional.
Existe un alto nivel de incumplimiento en el pago de pensiones alimenticias por
parte de los padres una vez que se produce la ruptura de la relación conyugal.
El 58% de los hombres separados no transfiere dinero a sus hijos cuando deja
de convivir con ellos (Bucheli, 2003) y no existen datos de la realidad que nos
lleven a concluir que tal situación se ha modificado sustancialmente.5 La
creación del Registro de personas obligadas al pago de pensiones alimenticias
con retención de haberes a cargo del Banco de Previsión Social (BPS) intenta
revertir en cierta medida la situación descrita (Ley 19.480 de 5 de enero de
2017).
En algunos países, en los que se promueve la participación de los padres en el
cuidado infantil desde el nacimiento, se ha acreditado que la voluntad de
continuar sosteniendo financieramente a los hijos luego de la separación es
sensiblemente mayor.6
En virtud de que, según las tendencias reseñadas, la sociedad tendrá que
asumir que el nivel de rupturas continuará siendo alto, los programas
orientados a la prevención de embarazos no deseados deberían jugar
un rol significativo. Es de público conocimiento que las mujeres en los
estratos más desfavorecidos tienen más hijos de los que quisieran. Si a esto se
suma que el nivel de divorcios o separaciones en general es alto y que el
incumplimiento en el pago de pensiones alimenticias está relacionado con los
bajos ingresos, parece evidente que son los niños más pobres los que más
sufren las consecuencias económicas del desmembramiento del
núcleo familiar.7
En síntesis, de los diversos estudios resulta claro que la sociedad uruguaya
está cambiando y lo hace en el sentido expresado. Se contraen menos
matrimonios. Se tramitan más divorcios. Asciende la cifra de uniones
libres. Se incrementa significativamente la participación femenina en el
mercado laboral.8 El promedio de personas por hogar – al 2008 – ha
disminuido9 a 2.9. También el de hijos que viven con ambos padres.10 Y,
lentamente, una más equitativa distribución de las tareas domésticas y de
cuidado asociada a un criterio de género.
Entonces, parece ser que el conjunto de desafíos que tienen por delante las
políticas públicas refiere a la incorporación de la diversidad familiar en el
portafolio de programas (salud, vivienda, educación, empleo, etc.), basada en
el conocimiento cabal de la realidad cotidiana de las familias uruguayas más
que en modelos ideológicos, filosóficos o religiosos.11
Finalmente, el artículo 40 de la Constitución Nacional declara que la Familia
es la base de nuestra sociedad sin distinción alguna. ES UN CONCEPTO
AMPLIO QUE NO SE LIGA A NINGÚN MODELO PREVIAMENTE ESTABLECIDO.12 El
Estado, dice la norma, velará por su estabilidad moral y material para la mejor
formación de los hijos.13 El cuidado y educación de los hijos – expresa el
artículo 41 – para que éstos alcancen su plena capacidad corporal, intelectual y
social, es un deber y un derecho de los padres sin diferencias entre
hijos habidos dentro o fuera del matrimonio – artículo 42 – con especial
protección de la maternidad. Todo indica que resulta más adecuado referirse
a los tipos de familia que a una familia tipo.14 A la familia corresponde la
responsabilidad de tutelar menores, discapacitados y adultos mayores. En su
ámbito, la persona nace, crece, se desarrolla y envejece.15 La importancia de
la familia es enorme en la vida social y política. Se trata de una célula social,
un organismo social interpuesto entre el individuo y el Estado. Tiene como
destino generar vida y preparar para vivirla y un dinamismo poderoso que
empuja a cumplir esa finalidad.16
Así las cosas, nos debemos como sociedad una reflexión sobre el concepto de
deberes tan significativo en el Derecho de Familia. El pleno ejercicio de los
derechos no puede disociarse del cumplimiento de sus deberes correlativos.
Los padres deben cuidar, educar y formar a sus hijos; los cónyuges se deben
fidelidad, auxilios recíprocos y convivencia. En el mismo orden, la sentencia de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso Gelman vs. Uruguay
de 24/2/2011, señaló: “…Por otro lado, el derecho a que se proteja la familia y
a vivir en ella, reconocido en el artículo 17 de la Convención, conlleva que el
Estado está obligado no sólo a disponer y ejecutar directamente medidas de
protección de los niños, sino también a favorecer, de la manera más amplia, el
desarrollo y la fortaleza del núcleo familiar…” (N° 125).17
Nos proponemos ahora estudiar la regulación de los principales temas
vinculados a la Familia en el Derecho Uruguayo.

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1 Rivero, Mabel y Ramos, Beatriz. “Derecho de Familia Personal”, 2014, FCU, p.
13.
2 Extraído de http://rotafolio.wordpress.com/2010/06/25/la-familia-uruguaya-
ya-no-es-la-misma/ “Estudio elaborado por las Economistas Soledad Salvador y
Gabriela Pradera en calidad de consultoras del Instituto Nacional de Estadística,
en el marco del Proyecto G: Políticas Públicas para la Reducción de las
inequidades de género y generaciones, el programa piloto Unidos en la Acción
y una iniciativa conjunta del gobierno uruguayo y el sistema de Naciones
Unidas, UMFPA y UNIFEM” 10/2/2010 Hora 22.00.
3 Arezzo Píriz, Enrique. “Perspectivas del Derecho de Familia” Revista Uruguaya
de Derecho de Familia.” 2007, FCU, pp. 111 y ss.
4 Cabella, Wanda: “El Cambio Familiar en Uruguay: una breve reseña de las
tendencias recientes” – Fondo de Población de las Naciones Unidas Uruguay.
Montevideo, TRILCE, 2009, p. 14 y ss. Extraído de
http://www.programadepoblacion.edu.uy/enlazar/cuaderno_unfpa_cabella.pdf
29/12/2011 16.20 horas.
5 Ídem.
6 Ídem.
7 Ídem.
8 Cid, Alejandro (Coordinador), Bernatsky Marianne, Cejas, María Mercedes y
Solvotti Giorgina: “Observatorio de la Familia en Uruguay – Universidad de
Montevideo – Año III – Número 4 – agosto 2010” – Extraído de
http://www.um.edu.uy/docs/Observatorio_3agosto2010.pdf 29/12/2011 16.30
hs.
9 Ídem.
10 Ídem.
11 Cabella, Wanda: “El Cambio Familiar…” P. 14 y ss.
12 En idéntico sentido Convención Interamericana sobre Derechos Humanos o
Pacto de San José de Costa Rica, artículo 17.
13 También las Constituciones de Argentina (art. 14 bis), Brasil (art. 226), Chile
(art. 1), Colombia (art. 42) y Venezuela (art. 75), entre otras.
14 Rivero, Mabel y Ramos, Beatriz. “Derecho de Familia Personal”, 2014, FCU,
p. 15.
15 Delpiazzo, Carlos. “Alcance del rol tutelar del Estado a menores,
discapacitados y adultos mayores” en Anuario Uruguayo Crítico de Derecho de
Familia y Sucesiones, IV, 2016, FCU, p. 136.
16 Cestau, Saúl. “Derecho de familia y familia” FCU, Montevideo, 1977,
volumen I, p. 20 citado por Delpiazzo, Carlos. “Alcance del rol tutelar del Estado
a menores, discapacitados y adultos mayores” en Anuario Uruguayo Crítico de
Derecho de Familia y Sucesiones, IV, 2016, FCU, p. 139.
17 Citado por Rivero, Mabel y Ramos, Beatriz. Óp. Cit., p. 25.

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