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Manejo conjunto e impacto de biofertilizantes micorrízicos y otros bioproductos en la producción agrícola de diferentes cultivos. View project
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En Cuba en los últimos 10 años se han logrado avances importantes en el conocimiento de los
factores que determinan un manejo efectivo de la simbiosis, en el desarrollo de productos
micorrízicos y en las vías de aplicación de estos, todo lo cual ha permitido la utilización de la
simbiosis micorrízica a escala productiva en un grupo de importante de cultivos, suelos y modos de
producción, dejando claro que la misma se comporta como un fenómeno prácticamente universal y
de ninguna forma restringido a condiciones de marginalidad.
Por tales motivos la utilización de la simbiosis micorrízica a escala productiva conlleva a establecer
y cuantificar su papel en el sistema suelo-planta micorrizada eficientemente – fertilizante, valorando
no solo la influencia del suelo y el fertilizante sobre la efectividad de la simbiosis, sino la influencia
de la simbiosis sobre las cantidades de fertilizantes que requieren las plantas en las diferentes
condiciones edáfoclimáticas, los coeficientes de aprovechamiento de los fertilizantes, los criterios
de interpretación de los índices críticos de los elementos en el suelo, las propiedades de los suelos y
por ende sobre los sistemas de recomendación de fertilizantes.
A continuación resumimos los principales aspectos que en esta temática hemos encontrado en el
periodo 1990 hasta la fecha por un grupo de investigadores pertenecientes a diferentes Instituciones
del país y formando parte de la red temática “Manejo de la simbiosis micorrízica arbuscular en
agroecosistemas”.
Ca +Mg
Suelos cepas de HMA recomendadas
cmol.kg-1
Acrisoles háplicos1 G. clarum, Glomus. sp1 y
2,8
(Alíticos de baja fertilidad)2 Acaulospora scrobiculata
Nitisoles dístricos (Ferralíticos Rojos G. clarum, G. intraradices y 4,0
Lixiviados de montaña) Acaulospora scrobiculata.
Cambisoles húmicos - crómicos y
crómicos G. clarum y Glomus sp2. 6,7 - 9,4
(Fersialíticos Pardos Rojizos)
Regosoles éutricos G. fasciculatum 7,0 - 7,5
Luvisoles crómicos G. fasciculatum, G. mosseae(5) y
8,7
(Fersialíticos Rojos Lixiviados) G. mosseae (8)
Cambisoles gléyicos G. intraradices, G. mosseae(5) y
10,4
(Pardos Gleyzosos) G. fasciculatum.
Ferralsoles éutricos
G. fasciculatum 12 – 15
(Ferralíticos Rojos)
Cambisoles éutricos y húmico - éutricos
G. fasciculatum 16,8 - 39,9
(Pardos)
Cambisoles calcáricos (Pardos con G. intraradices, G. fasciculatum, G.
40,0 – 50,0
carbonatos) spurcum
1 FAO-ISRIC and ISSS, 1998. 2 Hernández, A., et. Al., 1999.
Especificidad cepa HMA – cultivo. Se encontró a lo largo de todo el programa de trabajo una baja
especificidad cepa eficiente HMA-cultivo, de forma tal que en una determinada condición edáfica,
las cepas eficientes de HMA por tipo de suelo se asocian con los diferentes cultivos micótrofos de
manera efectiva (tabla 2). Los cultivos presentan diferentes grados de respuesta e incluso algunos
cultivos pueden presentar compatibilidades por más de una cepa, pero esta compatibilidad no
impide que en todos los casos la inoculación con la cepa eficiente por tipo de suelo logra los
mayores efectos y que todos los cultivos alcanzan los mayores efectos por la inoculación de esta
cepa.
Tabla 2. Efectividad (IE %) de las especies inoculadas para diferentes cultivos en Cambisoles
calcáricos (Pardos con carbonatos) (Ruiz, 2001; Ruiz y Rivera, 2001)
Papa Yuca Boniato Malanga Ñame Tomate Plátano
Cepas
IE % IE % IE % IE % IE % IE % IE %
G. intraradices 43, 9a 48,8a 397,6a 110,0a 47,8a 148,5 a 68,0a
G. fasciculatum 31,2ab 27,4bc 319,5b 6,6bc 39,8b 28,3c 56,3a
G. mosseae 24,7bc 1,1d 186,5c 20,0b 29,5c 92,1b 10,5cd
G. clarum 18,0bc 38,0a 7,3d 3,3bc 35,4bc 23,2c 29,2bc
A. scrobiculata 1,8 d 20,2c 0,0d - 10,0c 17,7d - 45,2 ab
cv % 12,8 7,1 6,9 8,6 3,5 4,95 12,6
Una respuesta positiva a la inoculación con la cepa eficiente de HMA, expresada en incrementos en
el porcentaje de colonización micorrízica y en el rendimiento en comparación con el tratamiento
testigo sin inocular. La inoculación con esta cepa HMA a los cultivos en condiciones de baja -
media disponibilidad de nutrientes y en presencia de dosis bajas de fertilizantes, incrementa la
efectividad de la simbiosis, lo cual se expresa en incrementos en la colonización micorrízica y el
rendimiento, obteniéndose una dosis óptima de fertilizantes para lograr la máxima eficiencia
simbiótica. Esta dosis óptima de fertilizantes garantizó los mayores rendimientos y resultó menor
que la recomendada para obtener rendimientos similares, pero en ausencia de inoculación y que en
esta figuras se expresa como 100 % NPK o de la fertilización orgánica.
Colonización (%)
100 6
90 Rendimiento
5 Kg/m2
80
70
4
60
50 3
40
2
30
20
1
10
0 0
testigo HMA HMA + HMA + HMA + HMA +
25% 50% 75% 100%
Las plantas micorrizadas no solo presentan una mayor capacidad de absorción de los nutrientes del
suelo y los fertilizantes, sino que toleran mejor el déficit hídrico. Se encontraron asimismo efectos
positivos “directos” de la micorrización sobre la nutrición de cualquiera de los macroelementos.
Es importante señalar que el manejo adecuado del suministro de nutrientes permite que las cepas
eficientes sean también efectivas. Asimismo, estos resultados dejan claro que la utilización
consciente de la simbiosis no queda limitada a condiciones de marginalidad, sino que también
puede ser explotada en sistemas intensivos de producción adecuando las dosis de fertilizantes a las
características de la planta micorrizada eficientemente y la disponibilidad de los nutrientes en el
suelo.
Similares resultados fueron encontrados cuando la fuente de suministro de nutrientes fueron los
abonos orgánicos (fig.2), como en los sistemas de producción de posturas de cafetos micorrizadas.
40 Glomus fasciculatum
Glomus mexico
50 Acaulospora scrobiculata
Glomus mosseae
30
40
30
B
A 20
20
10
10
0 0
5/1 7/1
3/1 5/1 7/1 3/1
-10 -10
Relación suelo/humus de lombriz Relación suelo/humus de lombriz
Glomus mosseae
Glomus mexico
30
25
I.E (Area foliar) %
20
15
10
5 C
0
3/1 5/1 7/1
-5
Relación suelo/humus de lombriz
Entre los aspectos más importantes que se muestran están, la alta respuesta a la inoculación de los
cultivos con la cepa seleccionada previamente y la alta reproducibilidad de los efectos encontrados
para cada cultivo en ambos años. En todos los cultivos fue imprescindible un suministro de
nutrientes para lograr un funcionamiento micorrízico efectivo, aunque las necesidades variaron con
los cultivos. En el caso de la yuca solo fue necesario la aplicación de un 25 % de la dosis NPK
recomendada comúnmente, mientras que en los cultivos de boniato, ñame, malanga Colocasia y
Xanthosoma, y pepino fueron necesarias solamente dosis de alrededor del 50 % de las utilizadas en
dichos sistemas.
Para el resto de los cultivos (papa, tomate, pimiento y plátano) fueron necesarias las aplicaciones
del 75 % de las dosis de NPK, pero aún así conllevó a un incremento importante en el
aprovechamiento de los nutrientes y lo que es más importante, a disminuir una de las causas
potenciales de contaminación en la práctica agrícola intensiva, la derivada de la fertilización
mineral.
La disminución de las dosis de fertilizantes en plantaciones que alcanzan altos rendimientos y que
por tanto mantienen sus requerimientos nutricionales se logra a expensas de incrementos en la
absorción de los nutrientes provenientes del suelo y de los fertilizantes, conllevando a incrementos
en los coeficientes de aprovechamiento de éstos, así como presumiblemente a una disminución en
los índices críticos de los elementos en el suelo. Estos resultados demuestran además que la
simbiosis micorrízica es compatible con la fertilización mineral.
Por supuesto, los resultados dependerán del tipo de suelo y la disponibilidad de los nutrientes, de los
cultivos y su nivel productivo y no se puede pretender que estos porcentajes no varíen por uno u
otro factor, pero no debe haber dudas de que lo general es que se manifieste este fenómeno y deben
servir de indicadores para la implementación del enfoque de “plantas micorrizadas eficientemente”,
como base para los sistemas agrícolas productivos.
Similares resultados se encontraron cuando el suministro de nutrientes se realizó vía abono orgánico
conllevando a una disminución en las cantidades comúnmente recomendadas de abono orgánico de
3/1, en este caso para la obtención de posturas de cafetos. Las cantidades de humus adecuadas para
garantizar una efectiva micorrización y un satisfactorio crecimiento de las posturas fueron asimismo
dependientes del tipo de suelo empleado para confeccionar el sustrato (tabla 3).
Tabla 3. Relaciones suelo / humus de lombriz que permiten la mayor eficiencia micorrízica
por tipos de suelos y algunas características químicas de los mismos; elaborado a partir de
Fernández (1999), Sánchez (2001) y Joao (2002), para bolsas de 1000 a 1200 cm3
En la medida que el suelo fuera más fértil y presentó mayor disponibilidad de nutrientes menores
fueron las cantidades de humus de lombriz necesarias para garantizar los requerimientos
nutricionales de las posturas micorrizadas, lo cual debe ser interpretado partiendo del aporte de
nutrientes del suelo y del hecho de que cantidades altas de nutrientes disminuyen e incluso pueden
inhibir la micorrización (fig. 1 y 2).
Otros aspectos además a tener en cuenta, para definir la cantidad de humus que garantiza la
micorrización más efectiva, cuando se trabaja con posturas o cepellones lo son el ritmo de absorción
del cultivo y el volumen del recipiente. En bolsas de 1000 cm3 la adaptación de vitroplantas de
banano requiere de relaciones suelo/humus de 3/1 para lograr una óptima micorrización, pero se
incrementan a relaciones 1/3, con mayores cantidades relativas de abono orgánico, cuando las
vitroplantas se adaptan en recipientes de 180 cm3, los cuales al ser menores hay menos
disponibilidad de nutrientes del suelo para las plantas y por tanto para garantizar el suministro de
nutrientes para el cultivo y por ende la efectividad de la inoculación se requiere de una mayor
participación de abono orgánico. Por tanto no se puede establecer una relación óptima suelo/abono
orgánico para máximo funcionamiento micorrízico independiente del volumen del recipiente.
De forma general se encontró que la utilización del sorgo o la crotalaria como abonos verdes,
creciendo en el propio suelo que se va a utilizar para el desarrollo de las posturas, no solo
sustituyeron cantidades importantes del abono orgánico, dependiendo del tipo de suelo, sino que
además se integraron perfectamente dentro del sistema de producción de posturas micorrizadas. En
los suelos Pardos gléyicos se sustituyó el 100 % del humus, mientras que en los suelos Fersialíticos
Rojos Lixiviados el 60 % del humus y en los Ferralíticos Rojos Lixiviados el 50 % del mismo.
El uso de los abonos verdes no se debe circunscribir a la aplicación conjunta con cepas eficientes de
HMA al sembrar el cafeto, sino que su mayor importancia debe estar dada por la inoculación inicial
de las especies de abonos verdes con cepas eficientes de HMA y su posterior reproducción “in situ”,
por el propio crecimiento del abono verde, conformando entonces un sustrato con muy alta
concentración de propágulos eficientes y ser entonces la vía por la cual se logrará una también
efectiva y aún más económica micorrización de las posturas. En la actualidad se ejecutan diversos
trabajos con este enfoque en cultivos tan diversos como maíz, plátano y plantaciones establecidas
de cafeto.
En los últimos años se ha ido reconociendo en la literatura el efecto directo de las endomicorrizas
sobre la absorción de otros elementos esenciales (Marschner y Dell, 1994), diferenciándolo del
efecto indirecto que se puede obtener sobre la absorción de cualquier otro producto de las mejoras
en la absorción de algún elemento limitante (George, 2000).
Los resultados obtenidos en este sentido en diferentes experimentos (Fernández, 1999; Sánchez
2001 y Ruiz, 2001) fueron discutidos integralmente por Rivera y Fernández (2003), encontrándose
que la simbiosis incrementó directamente la absorción de los tres macroelementos primarios, a
través de aumentos en la concentración de estos nutrientes. En las raíces y tubérculos, cultivos
potasófilos, la simbiosis incrementó preferentemente la nutrición fosfórica y potásica, mientras que
en las posturas de cafeto fueron el fósforo y el nitrógeno los elementos más favorecidos.
La información indicó que la micorrización más que presentar una preferencia por uno u otro
elemento, se comportó como un mecanismo que permitió a las plantas obtener sus requerimientos
nutricionales dependiendo por tanto de éstos y de la disponibilidad de los mismos en el sistema, la
magnitud de los efectos y los elementos favorecidos (Rivera y Fernández, 2003).
Entre los primeros resultados sobre coinoculación se encuentran precisamente los obtenidos en la
producción de posturas de cafeto, recomendándose las aplicaciones conjuntas de cepas de HMA y
cepas de Azotobacter chrooccocum en suelos de media y alta fertilidad y en presencia de la relación
5/1(suelo/humus de lombriz) en el sustrato (Rivera y col, 1997).
A partir de los anteriores resultados y de otros relacionados con el género Azotobacter como
Azotobacter chrooccocum- HMA en maíz, girasol, tomate y habichuelas (Medina et.al., 1999 y
Terry et.al., 2002), con el género Azospirillum, como A.. brasilense y HMA en maíz y sorgo
(Medina et al., 1999), A. lipoferum y HMA en tomate y sorgo (Medina et al., 1999) y de B. cepacia
y HMA en papa (Hernández-Zardón, 2001) en los cuales la coinoculación de forma general mostró
valores superiores con relación a la aplicación simple de los inoculantes micorrízicos, es
conveniente recomendar su uso y considerarla como una práctica dentro del manejo de las
asociaciones micorrízicas en la producción agrícola, siempre que se tenga en cuenta la
especificidad rizobacteria-cultivo, es decir aplicando rizobacterias que presenten un efecto
agrobiológico positivo sobre el cultivo en cuestión.
Influencia de la micorrización efectiva sobre la agregación del suelo
Los trabajos pioneros en el país fueron desarrollados por Riera (2003) y vinculados con la
micorrización en las secuencias de cultivo sobre Ferralsoles éutricos, encontrando que los
tratamientos que favorecieron la efectividad de la micorrización, incrementaron asimismo las
proporciones de agregados del suelo de mayor tamaño, así como su estabilidad, y al mismo tiempo,
disminuyeron los valores del coeficiente de dispersión, lo que permite evitar la progresiva
disminución de las cualidades físicas del suelo, asociadas al cultivo continuado. Los incrementos en
las proporciones de agregados en el suelo se correlacionaron positivamente con los estimadores de
funcionamiento micorrízico, como la colonización y la densidad visual, sugiriendo una relación de
causa y efecto.
Estos resultados están en consonancia con los criterios actuales sobre el rol positivo que
desempeñan las micorrizas al incrementar la formación de agregados del suelo (Miller y Jastrow,
2000, Rillig y Wright, 2000), relacionado, al menos parcialmente, con la excreción de glomalina,
glicoproteína exudada por los hongos micorrízicos y con efectos positivos en la formación y
estabilidad de los agregados (Wright y col., 2001).
Trabajos recientes en el país (Morell, 2005) con el objetivo de caracterizar la degradación en los
Nitisoles éutricos, han detectado en los perfiles menos degradados cantidades significativamente
superiores de glomalina y una mayor actividad micorrízica, conjuntamente con mejores índices de
agregación del suelo entre otras características, sugiriendo asimismo el efecto beneficioso de la
micorrización sobre algunas propiedades físicas de los suelos.
Conclusiones
Los hongos micorrizógenos son tan antiguos como las propias plantas y han evolucionado de forma
conjunta. De lo que se trata es de garantizar que este mecanismo de adaptación se pueda utilizar de
forma consciente en los agrosistemas, como un elemento constitutivo de estos y continuar
brindándole a las plantas y al suelo los beneficios de la misma, existiendo suficiente información
que permite la conceptualización e instrumentación de sistemas agrícolas que se basen en el modelo
de plantas micorrizadas eficientemente y alrededor de estas se establecen y desarrollan las
diferentes prácticas agrícolas que buscan y garantizan la optimización del sistema.
Estos sistemas serán válidos no solo para condiciones de bajos insumos, sino también para las
condiciones de una agricultura tecnificada que permita obtener altos rendimientos y en cualquiera
de los casos se potencie la vida en el suelo, disminuyan las contaminaciones por aplicaciones
excesivas de fertilizantes y los efectos negativos de la sequía sobre las plantaciones agrícolas.
Los resultados expuestos establecen una guía para el manejo exitoso de esta simbiosis en la
agricultura, quedando claro el papel determinante del tipo de suelo como criterio para seleccionar e
inocular cepas eficientes, e incluso para manejar algunas de las prácticas que incrementan la
efectividad de la micorrización.
Asimismo, quedó establecido el concepto de suministro óptimo de nutrientes para las plantas
micorrizadas, el cual permite la obtención de altos rendimientos. Este suministro de nutrientes
puede ser dado en forma de abonos orgánicos o fertilizantes minerales y en cualesquiera de los
casos las dosis a aplicar para plantas micorrizadas eficientemente, serán menores que las necesarias
para alcanzar rendimientos similares en ausencia de la micorrización. Las dosis de fertilizantes que
comúnmente se recomiendan para la obtención de altos rendimientos inhiben la micorrización y
suministros inferiores al óptimo para plantas micorrizadas limitan asimismo la efectividad de la
simbiosis.
Siendo por tanto una tarea actual la de implementar un programa de trabajo que permita establecer
las recomendaciones de fertilizantes para las plantaciones micorrizadas en base a los niveles de
rendimiento esperado, resultados de los análisis de suelo y planta y los criterios de balance. Este
programa de trabajo permitirá aprovechar los beneficios de la micorrización sobre el rendimiento y
crecimiento de los cultivos, sobre el mayor aprovechamiento de los nutrientes y el agua, sobre las
propiedades de los suelos, así como definir las nuevas y menores necesidades de fertilizantes en
función de la fertilidad y tipos de suelos y los niveles de rendimiento de los cultivos.
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