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1.mercado de Trabajo
1.mercado de Trabajo
por
DIEGO CANO SOLER(1)
JOSÉ LUIS CENDEJAS BUENO
CARLOS RUIZ FONSECA
DAVID MARTÍN HEREDERO
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190 ESTADÍSTICA ESPAÑOLA
realizado, podremos inferir, en especial por la comprensión que permite del desem-
pleo en España, la importancia de información adicional en sentido cuantitativo y
cualitativo. En la misma dirección apuntan las necesidades de evaluación de las
políticas que tratan de influir sobre el mercado de trabajo, la evolución de los resul-
tados de la negociación colectiva, o bien de las actuaciones puntuales y de mayor
calado como las relativas a las reformas de la legislación laboral. De otro lado, los
procesos de introducción de nuevas actividades productivas, que es preciso anali-
zar, orientan asimismo sobre el tipo de estadísticas que se precisarán en un futuro
inmediato. Estos aspectos, a manera de conclusiones, los apuntamos en el aparta-
do 3.
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EL MERCADO DE TRABAJO Y SU MEDICIÓN EN ESPAÑA 193
del mercado, esto es, del demandante de trabajo. Tiene por objetivo conocer el
nivel, estructura y composición del coste del factor trabajo considerando explícita-
mente los costes no salariales a cargo del empleador. Entre estos últimos merece
la pena recordar, por su importancia en la negociación de eventuales reformas del
mercado de trabajo, los relativos a las cotizaciones a la Seguridad Social a cargo
del empresario y las indemnizaciones en caso de despido. Asimismo resultan de
interés, por su influencia en los costes laborales, las bonificaciones y subvenciones
al empleo, a la formación profesional y otras deducciones fiscales. De forma simul-
tánea a ésta se elabora la Encuesta sobre el Tiempo de Trabajo que recoge
información sobre la jornada pactada, las horas efectivamente trabajadas, las no
realizadas y las perdidas.
De otro lado, en el Registro de Afiliación a la Seguridad Social se encuentran
todas las personas en alta laboral que declaran la realización de una actividad
laboral o su vínculo con una empresa. Su número se correspondería con el número
de puestos de trabajo desde el punto de vista de la empresa. Puede presentar
problemas de duplicación en caso de cotizar como autónomo y como trabajador por
cuenta ajena. En relación a la medida de la ocupación que pueda suministrar, hay
que tener en cuenta que este Registro no considera afiliados a determinados
funcionarios y sí a los que se jubilan anticipadamente. Por ello se utiliza en el
análisis con preferencia la cifra de ocupación suministrada por la EPA y, de forma
complementaria, el número de afiliados a la Seguridad Social.
La Estadística de Empleo del INEM constituye el origen de las cifras de paro
registrado y de la nueva contratación. En relación al desempleo, las discrepancias
entre su registro en el INEM y su medida a través de la EPA son considerables,
especialmente desde 1990, en que se impusieron una serie de requisitos para ser
considerado parado a efectos INEM. Por ejemplo se excluyen de la consideración
de parados los estudiantes y los beneficiarios del PER. Asimismo no toda persona
en situación de paro obviamente se registra como tal. La información sobre nueva
contratación resulta de interés en lo relativo a la valoración de la acogida que tienen
nuevas modalidades de contratación, o bien bonificaciones que eventualmente
entran en vigor con el objetivo de fomentar la contratación de determinados colecti-
vos. La información sobre beneficiarios y prestaciones por desempleo, que también
gestiona este organismo, constituye una fuente imprescindible en los análisis de
incentivos a la búsqueda de empleo.
El Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales elabora además un conjunto de
información entre la que se incluyen la Encuesta de Coyuntura Laboral, la Encuesta
de Calidad de Vida en el Trabajo, así como las estadísticas de Mediación, Arbitraje
y Conciliación, de Huelgas y Cierres Patronales, de Permisos de Trabajo a Extran-
jeros, de Regulación de Empleo, de Convenios Colectivos de Trabajo, y de Acci-
194 ESTADÍSTICA ESPAÑOLA
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parte de los 1,9 millones de personas que pierden su empleo hasta esa fecha, pero,
sobre todo, una incorporación masiva de jóvenes de ambos sexos, aunque espe-
cialmente mujeres, al mercado de trabajo. El aumento neto de activos correspon-
diente a la población masculina fue, de 1976 a 1999, de 537.000, lo que supone un
aumento en todo el periodo de un 5,7%. La población activa femenina ha aumenta-
do en algo más de 2,5 millones, lo que ha supuesto un aumento de un 65,7%.
Resulta, en consecuencia, fundamental para entender el problema del paro en
España la consideración de la incorporación definitiva de la mujer al mercado de
trabajo, aunque no al empleo.
A partir de las tasas de actividad se observa que en 1976 el 36,3% de las muje-
res en edad de trabajar formaba parte de la población activa, frente a un 92% de
los hombres. Las tasas de ocupación y de paro resultaban peor para las mujeres en
un 1 punto porcentual. Al final del periodo, en 1999, el 50,2% de las mujeres en
edad de trabajar forman parte de la población activa frente a un 78,6% de los
hombres. En tasas de ocupación y de paro la diferencia en contra de las mujeres es
de 11,9 puntos porcentuales y la tasa de paro femenina es más del doble de la
masculina.
El proceso de incorporación al mercado de trabajo no ha resultado homogéneo
a lo largo del periodo y ha estado relacionado con la situación coyuntural siendo
más importante este factor para las mujeres que para los hombres. Como se indicó
ya, la tasa de crecimiento de la población activa femenina ha sido varias veces
superior a la masculina. Todavía al final del periodo, mientras que el crecimiento de
la masculina está próximo al 0%, la femenina continua aumentando (en 1999 la
primera es de un 0,11%, la segunda de un 2,27%). De estas apreciaciones y de lo
apuntado en los párrafos precedentes en torno al paro, se deduce que el potencial
de población activa aún existente en la economía española es principalmente
femenino.
En relación al comportamiento macroeconómico general hay que tener en
cuenta que la evolución de la coyuntura laboral queda delimitada por la producción,
esto es, la posición en el ciclo económico, la estructura de los mercados y los
factores institucionales. Y ésta, a su vez, por un factor condicionante exterior que
hace que la economía española “siga de cerca” las fluctuaciones cíclicas de los
países de su entorno. Para los comentarios que siguen dividiremos el periodo 1976-
1999 en tres subperiodos separados por los años 1985 y 1994 que constituyen
puntos de inicio de expansiones cíclicas.
En el periodo comprendido entre 1976 y 1985 los choques exteriores (petró-
leo), los choques de oferta (salarios y productividad) y los choques de demanda
(tipo de interés) configuraron un escenario económico con destrucción neta de
empleo que llevaron la tasa de paro al 21,5% en 1985.
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Esta fase alcista del ciclo se diferencia de la anterior porque el crecimiento re-
sulta equilibrado y con tasas que superan el 3% anual. La contención monetaria
junto a la ejecución de reformas estructurales, todavía insuficientes, supusieron un
abaratamiento de los costes y una ganancia de competitividad, ventajas que no
obstante, en los dos últimos años (1999 y 2000) parecen agotadas.
Este crecimiento se ha reflejado en el mercado de trabajo en un aumento de la
ocupación de un 14,7% de 1995 a 1999, en niveles 1,7 millones de ocupados más.
Por sectores se señala la favorable situación del empleo en la industria, pues
durante este subperiodo, su nivel de ocupación ha aumentado en 300.000 perso-
nas, y del sector servicios con 1,2 millones ocupados adicionales. La mayor varia-
ción relativa la experimentó la construcción con un aumento de un 28,9%.
En cuanto al desempleo, se ha reducido en casi un millón de personas de 1995
a 1999, lo que supone una tasa de variación del 27,3%. Estas cifras situan la tasa
de paro en el 15,9% en 1999. Esta reducción del desempleo ha favorecido la
reducción del paro estructural de la economía española, contribuyendo a la conver-
gencia real con los países de nuestro entorno, proceso, no obstante, del que queda
todavía un camino por recorrer.