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Saber, comer y plantar:

Soberanía alimentaria
Intercambio de saberes culinarios
Banco de alimentos
Producción y comercio local
Derecho a la alimentación saludable
Comidas populares
Talleres de agricultura ecológica
Conoce la comida que necesita tu cuerpo

La comunidad quiere comer sano


Comida creativa para todos

La música y la comida.

Jornadas, talleres, eventos, asociación de productores,


consumidores

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El objetivo de este proyecto es que sirva como medio para un fin que coincide con el planteado por la asociación
Vangarda Miñoca en el encuentro de Vilar do Santos, incentivar la formación de un tejido social más denso y
organizado e impulsar, en última instancia, el nacimiento de una plataforma vecinal amplia y democrática capaz
de intervenir en la política local.

Esto es así porque su pretensión no es quedarse en ser uno más de los cientos de proyectos sociales
existentes, muy necesarios y de los cuales habrá que aprender además de colaborar, pero que usualmente se
encuentran con el tope de que suelen quedar circunscritos al espacio de la militancia, de los que ya están
convencidos, sin capacidad de impactar en el conjunto de la comunidad.

La idea de utilizar la alimentación como eje de este proyecto surge de la lectura del libro “Común” de Laval y
Dardot. En sus páginas centrales los autores remarcan un aspecto desgraciadamente olvidado por muchas de
las prácticas y teoría de la izquierda: la cuestión del derecho. Podríamos adelantar que lo que subyace en la
lucha de clases es una lucha por la legitimidad, es decir, de lo que es posible hacer y del ordenamiento de la
sociedad en relación a la explotación de sus recursos y su distribución, el derecho dominante fundado en el
derecho romano, cuyo objetivo es proteger el derecho a la propiedad privada que beneficia a la minoría o un
nuevo derecho social que debe construirse alrededor de la noción del Común que permita el acceso a los
recursos y por tanto a una vida digna de la mayoría.

Proudhon lo tenía claro, así lo reflejan Laval y Dardot en su libro:

“Proudhon escribe “la civilización es producto del derecho”… el derecho es la base de la refundación
social… la relación humana es en sí misma de naturaleza jurídica… si un mundo nuevo es posible, solo
puede ser creado a partir de instituciones establecidas sobre las bases de un derecho social, a saber, el
derecho creado por la sociedad y para la sociedad. Conseguir establecer este derecho “es el verdadero
objetivo que debe perseguir el movimiento social”.
Esta es la cuestión central, la lucha por este derecho que tiene números frentes: derecho a la educación, a la
sanidad, a la vivienda, a la cultura, a la naturaleza, son algunos de los fundamentales. Si he elegido el derecho a
la alimentación es porque en nuestra comarca semi-rural esta cuestión es la más favorable para que sea el
centro de una articulación hegemónica del resto de derechos y es también la vía más seductora para atraer a la
participación. La alimentación y la agricultura son los hechos sociales de nuestra comarca que tiene esa
capacidad dada de convocar y también donde se concentra con mayor densidad el reparto democrático de un
saber. Todo el mundo sabe y todo el mundo participan en ritos colectivos donde el alimento es el vector de
relación.

Aún así hay muchos aspectos en lo cuales casi todo el mundo sabe que tenemos que mejorar y muchos
saberes que compartir: soberanía alimentaria, preparase para el cambio climático, diversificación productiva,
agricultura ecofeminista, bolsa de pobreza con alimentación deficitaria, ampliación de nuestros recursos
culinarios, autoconocimiento corporal y sus necesidades alimentarias -con sectores específicos: madres y
padres, mayores, cuidadores, enfermedades relacionadas con la alimentación, etc-.

Fortalecer el conocimiento de estos saberes y espacios, de experiencias y contactos, puede ser el elemento
clave para que la comunidad aprenda a reivindicar de manera incondicional y politizar el hecho del que
comemos y que plantamos, con que objetivos y que beneficios. El derecho a la alimentación y a la soberanía
alimentaria, es de esos asuntos primordiales y del ámbito que toca tanto a la producción y la reproducción
social, que están paradójicamente infravalorados:

“El hecho de no tener un derecho real e instituido a una alimentación saludable en este país, por más
que sea de sentido común y lo protejan derechos internacionales, es el reverso de la moneda con la que
la globalización está 'malpagando' desde hace décadas a las personas productoras. Un derecho a tener
una dieta saludable conllevaría que los 'mercados', es decir seis o siete distribuidoras en el sector
hortofrutícola y otro tanto de grupos inversores, no especularían a su favor con la alimentación.”

https://www.hoy.es/extremadura/globalizacion-paga-agricultores-20200201002421-nt.html

Se une a esta circunstancia que viene de largo la actual coyuntura donde se está poniendo en cuestión la
producción agroindustrial de nuestro mundo y se visualiza con más fuerza la necesidad de un cambio de
paradigma:

"Para reducir la aparición de nuevos brotes de virus, la producción de alimentos debe cambiar
radicalmente. La autonomía de los agricultores y un sector público fuerte pueden reducir el efecto de las
cadenas de contagio unidireccionales y las infecciones descontroladas. Esto incluye la promoción de la
biodiversidad de ganado y de cultivos, y la reforestación estratégica, tanto en cada explotación agraria
como en todo el ámbito regional. Se debe permitir que los animales destinados a la alimentación se
reproduzcan localmente para transmitir los mecanismos de inmunidad. Se trata de combinar una
producción justa con una circulación equitativa de los bienes. Esto incluye subvenciones a la agricultura
ecológica y a los precios de venta, y programas para los consumidores."

https://www.soberaniaalimentaria.info/otros-documentos/debates/717-entrevista-rob-wallace

“No estamos sólo frente a una crisis de precios, ni de costes de producción, y por supuesto el problema
no es la subida del SMI, estamos ante algo muchísimo más grave y complejo que carece de solución, o
al menos de una solución fácil: la quiebra del metabolismo social y la insostenibilidad estructural del
modo de producción agroindustrial, que no sirve para alimentar bien a la población y encima erosiona
dramáticamente las propias condiciones materiales de la producción de alimentos. Hablamos de la
fertilidad del suelo, los grandes ciclos biogeoquímicos, el ciclo del agua y los recursos hídricos, así
como otros servicios ambientales fundamentales para la vida como la biodiversidad o la estabilidad
climática.

El actual modelo agrícola y ganadero basado en la intensificación productiva con enorme consumo de
recursos fósiles, en una competencia internacional brutal propiciada por la liberalización del comercio
mundial, en la especulación financiera con alimentos y tierras, y en el control de los mercados de
semillas, maquinarías, fertilizantes y fitotóxicos (eufemísticamente llamados fitosanitarios), así como de
la distribución y comercialización por cada vez menos empresas privadas cada vez más poderosas, está
abocado a un estrepitoso fracaso. Fracaso que ya podemos empezar a atisbar en el aumento de la
pobreza y la desnutrición en amplios territorios del Sur, en el aumento de la obesidad y otras
enfermedades nutricionales en el Norte, y en las crisis de los sectores productivos y del campesinado
del Sur y del Norte, así como en el abandono del mundo rural.“
Estemos en un momento crucial de nuestro mundo humano y la tarea por debajo del también necesario papel
institucional, es poner los cimientos de un nuevo tejido social y productivo que pueda ir apoyándose en la
estructuras ya existentes y generar uno nuevo:

“La idea de que el virus va a derrumbar el capitalismo es sencillamente disparatada: no lo hará mientras no
dispongamos de estructuras de producción que permitan sustituirlo y estas no se generan espontáneamente, no
surgen de la noche a la mañana ni tampoco permitirán las clases dominantes que las nuevas estructuras se
impongan sobre aquellas que son la base de su dominación. No lo permitirán sin lucha, ni la predominancia de
las nuevas estructuras de producción se obtendrá mediante un gran acuerdo entre todas las clases sociales,
sino mediante un proceso de construcción de hegemonía política de los distintos tipos de trabajadores que hoy
componen el proletariado.”

https://elcuadernodigital.com/2020/04/07/ante-el-coronavirus-salvar-el-capital/

“El capitalismo está en crisis, pero para nada moribundo... Walter Benjamin decía con razón que “el
capitalismo nunca va morir de muerte natural”. Solo un movimiento revolucionario de masas puede
acabar con él. Existen varios modelos alternativos al capitalismo. Uno de los más interesantes es el
ecosocialismo, que plantea una nueva civilización, basada en valores socialistas y democráticos, así
como en el respeto por nuestra casa común, la Madre Tierra. Esto incluye nuevas formas de tecnología,
pero como resultado de una reorganización radical del proceso productivo, gracias a una planificación
ecológica democrática.”

https://ctxt.es/es/20200203/Culturas/30741/esther-penas-michael-lowy-entrevista-cultura-sociologia-
marxismo.htm

Para poner en marcha esta propuesta no nos faltarán referentes, sobre todo en nuestras proximidades, de
donde tendremos que extraer conocimiento y experiencia ya adquiridas:

“En este artículo, Juan Ponte, un filósofo y militante de IU cuyo compromiso y acción en Mieres es un
ejemplo de cómo habría que poner en marcha políticas de proximidad en estos tiempos de crisis, aborda
un punto esencial para la izquierda contemporánea: cómo encajar la resistencia contra la destrucción
ecológica y las políticas de clase. Stuart Hall, en 1984, estudió un fenómeno similar: cómo Margaret
Thatcher derrotó a la gran huelga en las cuencas carboníferas haciendo creer que aquella lucha
pertenecía a la vieja política sindicalista que no era capaz de entender ni el cambio tecnológico ni los
deseos de la "gente" de una vivienda propia y un trabajo autónomo. De hecho, señala Hall, ocurrió lo
contrario. Aquella huelga, que se mantuvo en pie por el apoyo e involucración de las mujeres y muchos
sectores como los movimientos gay, era el ejemplo de una nueva forma política de clase, pero la
izquierda no reparó en que había mensajes en ella que había que trasladar a la sociedad y que eran
nuevos y esperanzadores. Lo mismo ocurrió con las marchas de las comarcas del carbón asturianas y
leonesas de hace unos años. No se trataba de si carbón sí o no, sino de cómo enfrentarse con una
perspectiva socialista a la transición económica y ecológica a la que estamos abocados. Ni
catastrofismo ni capitalismo verde, afirma con toda razón Juan Ponte. Necesitamos expandir un nuevo
mensaje que -en esto Greta tiene toda la razón- surja de las experiencias de sufrimiento y de precariedad
de los perdedores, que afirme nuevos valores de orden social sin hacerlo de acartonada en
"identidades" en continuas contradicciones internas.” Fernando Broncano R

https://la-u.org/greta-tiene-razon/

Todos estos factores nos llevan a la conclusión de que hace falta mover/empujar el colectivo social hacia otro
modelo de comunidad que legitimen e institucionalicen, que fijen sobre piedra, los objetivo últimos de que
aquello que nos hace vivir en común, un proceso para el que Laval y Dardot vuelven a dar en la clave:

“La cuestión hoy no es la de la transmisión de viejas costumbres, o la institución de nuevas


costumbres, sino la de la creación de nuevas instituciones a través de la producción de reglas
susceptibles de convertirse en costumbres a fuerza de ser practicadas."

Derecho a la alimentación, soberanía alimentaria y producción agroecológica articulada por la visión feminista de
poner la vida en el centro, de poner la economía, la producción colectiva, al servicio de la reproducción de la
vida.

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Agrego aquí el origen de este proyecto, que nos puede servir de guía hacia donde se puedan
proyectar las sucesivas demandas y reivindicaciones:
1. A solución aos problemas da crisis global pensamos pasa pola organización da
intelixencia colectiva especialmente no eido local.

2. Sendo os gobernos municipais a principal ferramenta política/institucional da que


dispoñemos no ámbito local, afirmamos que está infrautilizada.

3. O obxectivo de Vangarda Miñoca é a de ser xermolo para a creación de plataformas


cidadáns municipais que axuden a activar e canalizar as demandas dunha comunidade
organizada e democrática.

4. Aprender cómo funciona un concello, como se forma unha cooperativa ou unha


plataforma cidadá, etc.

5. Crear unha organización democrática, participativa e que ofreza a idea dunha


comunidade máis solidaria, igualitaria e sostible co medio.

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Proxecto 1

A Casa / Espazo Común / Escola cidadá municipal

Espazo para estar, convivir, aprender, compartir, emprender... / Talleres, conferencia, debates,
actividades lúdicas, etc

*Formación política municipal e investigación en novas formas de organización social

*Formación emprendemento colectivo *Escola de novas tecnoloxías aplicadas á música


tradicional *Escola de agricultura ecolóxica/sustentable e aproveitamento dos recursos naturais
*Estudos e actividades para unha mellor integración de minorías étnicas, poboación marxinal,
dependente, etc *Soporte espacial para outros colectivos *Impulsar e favorecer o movemento
feminista local *Actividades creativas para os maiores, especialmente para servir de soporte ao
Centro Día. *Experimentación e desenvolvemento dunha xestión democrática dentro do propio
proxecto *Anticipar un novo modelo de convivencia fundamentado na institución do Común.

O obxectivo último impulsar o nacemento dunha plataforma veciñal ampla e democrática capaz
de intervir na política local.

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