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Siempre estás desnudo porque aún a través de los harapos que tienes puestos,

transpiran las sanguijuelas que coleccionas orgulloso y eso te desnuda.


Siempre estás desnudo,
aun cuando crees caminar sobre nubecillas
que mágicamente aparecen bajo tus pies en cada paso que das.
Toda tu grima, todo tu asco te desnuda.
Y cada vez que abres la boca
y te salen verdaderos muertos desde esa cavidad oscura de tu garganta,
te desnudas.
Y cuando consumes y de esta forma eres consumido, te desnudas.
Y cuando ignoras la realidad,
evades y te das un buen baño de influjos y alienación,
y te sientes victorioso como la colonia de prejuicios que eres
y te proclamas el campeón de los dogmas y los criterios arbitrarios, te desnudas.

El cuerpo es un campo de batalla, una zona en reclamación, un conflicto se funda


en él y se sostiene incluso después de la muerte. Sobre el cuerpo está la diana, un
punto rojo, un láser, un dedo que lo señala, un fallo, y otro fallo, y otro. Su control
es el anhelo de los que ostentan el gran apetito por las armas y el dinero. La
conducta está sometida a diferentes tipos de estimulación y ocultamiento. Para
poder cultivar una ciencia que guíe a quienes ambicionan la dirección de las
masas, tiene que haber un estudio de los diferentes lenguajes, formas de
comunicación y convencimiento. Es bien sabido que lo emotivo es el blanco de la
mayoría de los esfuerzos, pues este es el lugar desde donde se ejecutan muchas
acciones. Según las nociones generales actuales de política, un buen político es
aquel que logra emocionar con grupos de palabras repetidas combinadas con
verdaderas muestras de autenticidad en sus alocuciones. Importa menos el
contenido de sus palabras que la cadencia que le imprime y como se introduce en
esta al gran público, con el objetivo de incrementar el capital electoral o con el de
garantizar la hegemonía. La insistencia en consignas acometidas por los antiguos
poderosos todavía hoy surte estragos, aun en los individuos que parecen estar
entre ese pequeño grupo de reticentes; nadie se escapa de la alienación, de la
enajenación exigida, ni siquiera los sabios, filósofos, grandes maestros,
buscadores de la verdad, ascetas, ateos, todos beben de la fuente que hace
hablar a los muertos a través de nuestras bocas

El lenguaje, y sobre todo el habla, modela, construye, diseña conductas. Hay


frases que son raíces de la conducta, lo que podemos advertir es solo el tallo, y lo
que de ahí se ramifique. Por ello, resuenan alertas ante mí, cuando leo o escucho
frases que se mimetizan con palabras que he oído antes en discursos reciclados
por los líderes del autoritarismo de mi país; encaminados siempre hacia la
pretensión de cargar responsabilidades sobre la Corona Española y sobre el
imperio estadounidense. Los golpes de pecho públicos, que pudieran parecer un
reclamo legítimo, se transforman en excusa y escudo, para la simple
instrumentalización y manipulación de los grupos disidentes, pues con el tiempo
se revela que trazan los mismos objetivos heredados de la colonia, que tanto
aparentan rechazar: el poder y el dinero.

¿Qué es y dónde está el futuro? Entendiéndome como una pesimista en todos los
sentidos, puedo atender para esta ocasión, al análisis de la evidencia histórica,
esta denuncia que los grupos que en un pasado fueron minoría excluida /
discriminada, eventualmente pasaron a ser hegemonías de poder. Deduzco
entonces que, las comunidades de indígenas, etnias afro, queers, feministas,
mestizos, inter-especies y ciborgs, entre muchos otros, empoderadas
recientemente; pasarán a ser la próxima hegemonía, y aunque podría parecer que
al fin se nos hace un acto de justicia, - y en muchos casos sí la tenemos-, lamento
prever nuestra decadencia y agradezco no estar viva para verla.

La cualidad de libres, es deseada en al menos algunas de nuestras acciones, si la


libertad es anhelada como expresión de voluntad hecha cuerpo, si el cuerpo es
reclamado por sí mismo, hay que confesar una ética; la libertad implica asumir la
responsabilidad de la gerencia de los propios excrementos, es decir, la
responsabilidad del cuerpo y su expresión.
En mis oídos la palabra ejército suena a doctrina, es difícil de digerir, -por decir lo
menos. El arte pretende la libertad y la autonomía, es en sí mismo anti militarista.
Cualquier noción de ejército es naturalmente combatida por el arte, tanto por sus
principios bélicos, como por sus organizaciones jerárquicas; así como también por
su sumisión ante el acatamiento de órdenes dictadas por terceros, a la obediencia;
pues justamente el arte es un llamado a la construcción del criterio propio, por eso
el arte no emite un mensaje, ofrece una serie de pistas de gran significación,
abiertas a la discusión e interpretación, ambiguas y contrarias a cualquier lógica
militarista y maniquea.

¿Cuáles son y para quiénes son estos mundos?

Resulta repetitivo decir que la interpretación de la realidad es absolutamente


subjetiva. Admiro profundamente los espíritus que se encuentran en constante
construcción de su autonomía, haciéndose y deshaciéndose de forma crítica y
autocrítica. Si una autonomía nos es deseable necesitamos advertir los
mecanismos a través de los cuales opera la represión sobre nosotros, para saber
cómo liberarnos. Los prejuicios y paradigmas son un legado que hemos recibido
de nuestros ancestros y que cada generación ha tenido que reconsiderar. Si
aceptamos haber heredado una estructura de prejuicios con la cual interpretar al
mundo, si aceptamos que muchos de estos han sido castrantes y avergonzantes,
es imperativo hacerse de una visión histórica. No basta con estar a la altura de la
circunstancia. Conformarnos con responder a nuestro momento histórico es
mediocre. Tenemos que imaginar otros paradigmas para descifrar la realidad, los
actuales caducaron, y los que estamos construyendo actualmente están
destinados a caducar. Es preciso adelantarse a nuestro tiempo, todas las
necesarias actualizaciones morales por las que nos esforzamos hoy, tienen fecha
de vencimiento; por ello, es necesario abducir las conversaciones con nuestros
interlocutores que aún no han nacido y asumir con nuestra vida ese llamado.

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