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La oscuridad siempre ha sido un motivo de curiosidad para las personas,
ya sea porque le tenemos miedo o bien para saber qué existe allí. Al mirar a
las estrellas del firmamento, ciertamente existe una oscuridad que no llena
de interrogantes y despierta la curiosidad desde hace siglos.
Si bien es campo de estudio propio de los astrónomos, la geografía no
ha sido una disciplina ajena ni mucho menos a éstos temas. Hagamos un
poco de memoria: adentrados en los siglos XV-XVI, muchos investigadores
muestran interés en las estrellas, muchos autores, explicaban los eventos de
los pronósticos del tiempo meteorológico o la diversidad de culturas
humanas basados en los signos del zodíaco o en los cambios de la luna o
planetas. Y a esto se le suma la necesidad de cartografiar (dibujar mapas) de
las galaxias, agujeros negro y estrellas, es decir ubicar en un lugar en un
momento aquello que nos excede en nuestro propio entorno, prácticamente
ubicarnos en el espacio y en el tiempo propiamente dicho.
Y ¿por qué? Como especie, queremos resolver muchas situaciones y
buscamos comprender el universo y actuar en consecuencia. Conocemos
nuestro planeta, curamos nuestras enfermedades, cocinamos nuestra comida,
dejamos nuestro planeta, pero no es fácil comprender nuestro universo. Pero
cambia en el tiempo…