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Y Al Principio Era La Fábrica PDF
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RESUMEN
ABSTRACT
At the beginning was the factory...An approach to the socio-cultural identity problem in
Palpalá
This paper is a product of an applied research developed during year 1989. There was an
agreement between the Municipalidad de la Ciudad de Palpalá and Universidad Nacional de
Jujuy, to do an social and cultural diagnosis.
The main matter that lead this research it was understand and describe, at means of approach to
theme, dynamics of collective identity process construction in that town. For this way valuated
resources and possibilities for the investigators, it chosen for select quarters that show
specifical characteristics that let us to diferentiate and, at same time, to compare it.
The work was to aim from Urban Studies perspective and demand for, because matter of
theme, a cualitative metodological approach, resembling another urban studies in our country.
área se distinguió por las actividades agropecuarias que en ella se desarrollaban. Aquí se
encontraban la mayor parte de las tierras de "pan llevar" que abastecían a la ciudad de San
Salvador de Velazco desde su fundación en 1593. Esta forma de explotación de los recursos
que perduró por siglos, encuentra su primer manifestación "urbanizada" en una pequeña
localidad, prácticamente una aldea, que hacia fines del siglo XIX era llamada "Pueblo
Bustamante". Hacia el año 1890 este pueblo contaba con 73 manzanas someramente
mensuradas, que lindaban con la estación Palpalá y la finca Alto La Torre por un lado; y los
terrenos de Lasano, Soza y Lucas Alvarado por el otro. Actualmente esta zona corresponde a un
sector del barrio General Belgrano.
Esta vinculación con extensas propiedades particulares dedicadas al pastoreo y en menor
medida a la agricultura (que también servía, eventualmente, como coto de caza), signó la
historia de Palpalá desde sus comienzos, observándose sus efectos hasta la actualidad.
Una vez descubiertas las potencialidades mineralíferas de la zona, y decidido el Gobierno
Nacional a su explotación productiva comienza -a mediados de este siglo- un proceso de
expropiación territorial, loteos y la consecuente expansión del casco urbano. Proceso que no
estuvo exento de contratiempos y tensiones provocadas por la presión sobre la tierra.
Comienza aquí, entonces, la historia de esta ciudad estrechamente vinculada al Alto Horno, a
su enorme valor estratégico, su régimen laboral, sus particularidades y necesidades productivas
por un lado; y por el otro, la lógicamente irregular expansión urbana que avanzaba sobre
terrenos de valor creciente. Decimos que su expansión fue irregular (y por momentos caótica) y
que esto era un proceso que poseía cierta lógica, debido precisamente al régimen de
expropiaciones. La urbanización se iba produciendo allí donde había espacio, y la ocupación de
ese espacio estaba fuertemente condicionada por la disponibilidad territorial provista por
aquellas.
Esta obtención irregular, no planificada y a-periódica de lotes no sólo dificultó el desarrollo,
sino que, y creemos que en buena medida, condicionó la forma que adquirió la ciudad. Una vez
cubierto el terreno disponible por la Dirección de Fabricaciones Militares, comenzó una
segunda etapa de urbanización, a cargo del estado provincial, que se caracterizó por la
construcción de viviendas mediante la implementación de planes de crédito. Esta etapa, que
comenzó a fines de los años '50 y alcanzó su pico durante los '60, se particularizó por dos
hechos fundamentales e íntimamente relacionados. El crecimiento de la infraestructura de la
fábrica, por un lado; y por el otro su consecuencia socio-demográfica, un crecimiento
verdaderamente explosivo que finaliza a fines de la década del '70, con un crecimiento para el
período intercensal cercano al 190%.
El producto socio-espacial de esas veloces y abruptas transformaciones se observan claramente
en la actualidad bajo la forma de extensos espacios vacíos que dificultan, antes que articulan, la
comunicación ciudadana.
La ciudad, entonces, creció a la sombra de dos condicionantes de enorme peso: el "cerco"
establecido por el campo y sus actividades, y el ritmo de la producción metalúrgica. Este tipo
de crecimiento fue decisivo no sólo para la distribución espacial que adquirió el núcleo urbano,
sino también para el carácter que impuso a sus pobladores. Se podría decir, incluso, como
algunos de sus viejos habitantes nos lo manifestara que la vida urbana se movía al compás de
los turnos laborales de la fábrica.
En los primeros años posteriores a la instalación del Alto Horno (década del '50) la ciudad no
era más que un pequeño poblado con pocos habitantes efectivos, que dependía en forma
absoluta de la actividad del Alto Horno. Sus pocos negocios, su única pensión -adonde llegaban
a diario a alimentarse hasta 120 trabajadores-, y sus otras actividades estaban exclusivamente
destinadas a cubrir las necesidades de una enorme población flotante que llegaba diariamente
por vía ferroviaria o automotriz (el legendario micro colectivo "El Chilicote"). Inclusive los
eventos que atraían la actividad social se desarrollaban dentro de las instalaciones de la fábrica;
la escuela, donde también se oficiaba el culto dominical católico; el club, donde anualmente se
realizaba el máximo acontecimiento social el "Baile del Arrabio", además de competencias
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"...aquí no había vecindad, eramos un pueblito muy chiquito, todo era la fábrica, ha pasado
cualquier cosa, era la fábrica..."
De hecho, primero se era trabajador de Zapla y luego, por extensión, se habitaba en Palpalá; lo
cual dado el turno rotativo de trabajo, dejaba muy poco margen para las relaciones extra-
laborales. Luego, con los constantes aportes poblacionales externos la fábrica comenzó a ver
rebasada su capacidad de contención y respuesta a las demandas sociales. En ese momento, que
comienza en la década del '60 y se consolida definitivamente en los '70, la conjunción de
fuerzas de los estados provincial y municipal capitalino empiezan a dar respuesta a tales
necesidades y expectativas. Allí se puede establecer el surgimiento de Palpalá como ciudad.
Algunos de los hechos que sirven para avalar esta postura son la reubicación fuera de la fábrica
de la escuela primaria; la creación de la ENET; la creación de la primer parroquia y su
respectivo templo (1963); la creación posterior de instituciones de enseñanza secundaria no
especializada; y, fundamentalmente, la ejecución de los primeros planes provinciales de
vivienda (1967/8). Paralelamente, la demanda social excede a las soluciones aportadas y, como
lógica consecuencia, comienzan a surgir o a readecuarse instituciones informales (centros
vecinales y clubes).
A mediados de la década siguiente, y en forma acelerada en los '80 comienza un proceso de
progresivo y acelerado deterioro nacional. En Palpalá, aunque esto se manifestó un poco más
tardíamente, las nuevas generaciones, esta vez nativas de la ciudad, comienzan a transformarse
en los nuevos agentes y, a su vez, a transformar socialmente la ciudad. Sus intereses ya no
reconocen a la fábrica como la referencia urbana exclusiva; y como consecuencia, la ciudad
para constituirse como tal no sólo debe diferenciarse del complejo industrial, sino además
negarlo de manera dialéctica. Paralelamente, se observa el mismo tipo de relación con respecto
a la ciudad capital. El flujo entre ambas se acrecienta, pero sobre todo, se diversifica. Los
agentes de tal flujo son, fundamentalmente, de dos tipos: comerciantes (no siempre de origen
local) y estudiantes de nivel medio, terciario y universitarios. Como derivación de este proceso
histórico y de la coyuntura comienza a afirmarse un doble proceso de identificación (que aún se
encuentra en plena etapa formativa) que tiene en "el barrio" su ámbito privilegiado de
desarrollo. Uno de los polos del proceso se basa, obviamente, en la fuerte división espacial de
la ciudad y se manifiesta en la ya mencionada "ideología barrial". El otro polo, cuya definición
opera por oposición, tiene por centro a la ciudad en su conjunto. Decimos que opera por
oposición puesto el proceso sólo se refleja en los momentos en que los habitantes de Palpalá
salen de ella y deben diferenciarse del nuevo medio, o cuando delegaciones foráneas llegan a la
ciudad (p.ej.: para competencias deportivas, fiesta de los estudiantes, etc.). Un ejemplo de esta
situación se dá entre los estudiantes universitarios residentes en Córdoba, donde los originarios
de Palpalá se caracterizan por su autonomía e independencia con relación al resto de sus
comprovincianos).
Decíamos más arriba que Palpalá comienza a constituírse como ciudad manifestándose este
proceso como un movimiento de tipo dialéctico. Con respecto a Zapla, porque ya no forma el
"Escudo Urbano" de la fábrica, sino una entidad cualitativamente distinta, en la cual la mayor
parte de la gente, aunque relacionada indirectamente con el complejo, ya no depende del
régimen laboral de Zapla, y debe resolver sus necesidades independientemente de éste:
"...la gente tampoco hace nada por Palpalá, porque es la costumbre de Zapla, loco, acá es
todo fiado, se han mal acostumbrado al descuento por planilla, al fiado, la mitad ahora, la
mitad a fin de mes..." (Entrevista con un informante de Barrio 9 de Julio, párrafo referido al
comportamiento económico de la generación de los mayores).
El otro polo está constituído por la capital provincial, de la cual la separan unos pocos
kilómetros y una incómoda sensación de dependencia:
"...yo la vez pasada me enojé conmigo mismo, como palpaleño ¿no?, quería comprarme un
par de zapatillas, y me estaba por ir a Jujuy, y digo ¡no!, ¡¿porqué?!, ¡me los voy a comprar
acá!. Me recorrí todas las zapatillerías de Palpalá y no encontré las que buscaba..." (Idem
anterior)
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Muchos palpaleños trabajan o estudian en la ciudad de San Salvador de Jujuy, pero la gran
mayoría, demuestran a través de manifestaciones coyunturales y muy concretas el carácter
opuesto y negativo del otro polo del proceso de identificación, porque sólo se enfatiza la
identificación con la ciudad cuando, en virtud de una situación particular, se enfrentan a la
ciudad capital. Por ejemplo, nos comentaba una joven del barrio 23 de Agosto, haciendo
referencia a la Fiesta Nacional de los Estudiantes:
"...con Jujuy hay una pica tremenda [...] qué bronca que nos tienen, ¡por dios! [...] son muy
injustos los de Jujuy, realmente, los jurados ¿viste?, son muy injustos..."
Este proceso al que hacemos mención no es otra cosa que la manifestación "hacia
afuera", el reverso de la moneda, del proceso de identificación barrial, del cual son agentes
privilegiados los jóvenes:
"...la juventud es la nueva generación. Porque es la generación que nació en Palpalá y
que ya se está dando cuenta. El que llegó a trabajar a Zapla hace treinta años ahora
sigue siendo dependiente de Zapla o jubilado, y para todo recurre a la capital [...] o a
ese viejo sistema, ¿me entendés? [referencia al sistema impuesto por la fábrica]...en
cambio el nuevo prefiere hacer sus cosas por su propia cuenta..." (entrevista con un
informante del barrio 9 de Julio)
Estas nuevas generaciones han "tomado" literalmente los ámbitos privilegiados para el contacto
y la información sociales, como lo son las calles y los juegos (según la óptica de H. Lefebvre);
y a partir de las acciones concretas que ejercen en ambos comienzan a construir su identidad y
generan, en algunos casos por reacción, formas organizativas propias que pueden llegar a
incluir a otros grupos etarios:
"El barrio en sí está hoy mucho más ocupado por los jóvenes de los que muchos creen o
atribuyen. En efecto, 'esos que andan por ahí', 'patoteando', 'haciendo quién sabe qué', son los
que más se ocupan en ser DEL BARRIO..." (GRAVANO, 1989:23)
Uno de estos grupos, "Los Chicos Malos de Parada Uno", pertenecientes al Barrio 9 de Julio,
nos brindan su propia delimitación del barrio, su propio espacio de acción que incluye a un
amplio sector comprendido por 9 de Julio y Barrio Banco Hipotecario; pero que,
paradójicamente, no incluye al vecino San Cayetano, a cuyos jóvenes sólo consideran
"compinches"; ni a 11 de Octubre (también vecino), con cuyos grupos juveniles mantienen una
añeja rivalidad deportiva y, aparentemente, social. Sin embargo, a la hora de responder con
quienes se llevan mejor, su respuesta no deja lugar a muchas dudas:
"...con lo que circunda acá [barrio 9 de Julio]"
nos dicen, refiriéndose a los barrios recién citados, y diferencian, también claramente, la visión
que otros barrios (p.ej.: 23 de Agosto) tienen de ellos, calificando estas últimas opiniones como
provenientes de un falso sentido de inferioridad. Dichas opiniones, o mejor dicho, tales
definiciones (en este caso sobre el territorio barrial y la caracterización social de sus ocupantes)
se mueven dentro de los parámetros de la ideología barrial compartida por grupos
pertenencientes a otros barrios:
"...yo a todo le decía Barrio Hipotecario, después los chicos me dicen ¡no!, yo vivo en barrio
9 de Julio, pero...¿cuál es barrio Hipotecario?, para mí es todo 9 de Julio, yo no entiendo
[...] hasta ahora no sé cual es barrio Hipotecario y cuál es 9 de Julio..." (entrevista con una
joven informante de 23 de Agosto que nació y creció en el barrio)
Este autorreconocimiento, junto al reconocimiento externo, funciona definiendo las identidades
dentro de un proceso interactivo (Barth); o si se prefiere, la identidad social es:
"aquella definición coproducida por los actores sociales, tornando a dichos actores
históricamente reconocibles y coyunturalmente diferenciables. La identidad es socialmente
operativa cuando transmite sentidos (valores, pautas, criterios) relevantes para las distintas
partes de la interacción. Estos sentidos se construyen en un contínuo y complejo entramado de
relaciones sociales en el seno de una estructura social..." (GUBER y DIAZ, 1984:81)
Los atributos socialmente significativos y su relación con la estructura social que define R.
Guber son, precisamente, el meollo de la denominada "ideología barrial" en este caso, ya que
la gente entrevistada de 23 de Agosto, aún a pesar de querer soslayar el fraccionamiento
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urbano de la ciudad, miran con resquemor a sus "pares" de 9 de Julio, con quienes rivalizan a
partir de una definición de identidad que surge, en este caso, de una supuesta posición en la
estructura social urbana:
"...un chico de acá, de 23, tiene un montón de cosas, ponéle, que viste bien, como G., pero
G....¿qué pasa?, ¡el se lo pagó!, ¡¿viste!?; y en cambio en el barrio 9 de Julio vos vas a ver
un chico bien vestido, todo, pero el nunca trabajó, todo siempre fue a costillas de los padres,
¡¿que sé yo!?... esa onda!, que nada que ver con nosotros..." (una informante de 23 de
Agosto)
Dicha identidad atribuída funciona, como ya dijimos, en términos de ideología (esto es en el
sentido clásico, como "veladura" de la realidad); ya que sus contrapartes de 9 de Julio, "los
Chicos Malos", reconocen en los grupos de 23 de Agosto un modelo organizativo a seguir, a la
vez que admiten para ese barrio una mayor variedad de formas de reunión, cohesión y
solidaridad social que en el suyo propio. No obstante, no dejan de aclarar:
"...yo quiero a mi barrio y nada más, no quiero jugar de otro..." (entrevista con informante
de 9 de Julio).
Esa particular dinámica de construcción del sentido y de la diferencia, entre los jóvenes
de ambos barrios, se apoya territorialmente en dos nacientes núcleos de atracción del interés
social en la ciudad. Uno, centralizado en 23 de Agosto sobre la avenida Belgrano, sirve para las
manifestaciones de un amplio sector popular de los barrios adyacentes, en todos los cuales
existe un fuerte componente de población originaria del norte de la provincia y de Bolivia.
Mientras que 9 de Julio orienta sus actividades, junto a un sector de Barrio Santa Bárbara y San
Ignacio de Loyola, hacia el sector de avenida Paso; zona caracterizada como de "clase Media".
Entre ambos bloques de barrios encontramos no sólo áreas urbanizadas y vías de flujo, sino
también, y lo que es característico de la ciudad, amplios descampados que impiden o
condicionan la comunicación; y que parecen coadyuvar en la reproducción de diferencias
sociales generadas en un ámbito distinto y previo al barrio. O, para decirlo en otras palabras,
estas diferenciaciones surgen como uno de los elementos a partir de los cuales se constituyen
los barrios:
"...acá siempre hubo diferencias de clase muy marcadas, si la gente, por ejemplo, que
pertenece a los barrios de Altos Hornos Zapla, ahí viven todos los profesionales; los
profesionales que viven ahí tienen sus propias casas y en lugares bien residenciales [...] y
después están los de la clase media, o sea de la clase obrera que ganó su casa a través de un
plan de vivienda; después está el otro obrero, el más pobre, el más humilde, el que se tuvo
que hacer su casa con sacrificio. Están separados por barrios, por zona, y cada zona te
marca una identidad diferente..." (entrevista con un informante de 9 de Julio)
Estas diferencias sociales y territoriales, explicadas por los mismos actores, provocan fuertes
sentimientos de adhesión hacia adentro del bloque barrial y una obstaculización del acceso
comunicacional hacia afuera:
"...ellos mismos se clasifican y ¡chau!, no hay posibilidades de nada..." [en este caso "ellos"
son los habitantes del bloque de barrios con centro en 23 de Agosto](idem informante anterior).
Tales diferencias, surgidas en la época fundacional, esto es, en la generación de los mayores, se
traslada deformada y potenciada, a los ámbitos juveniles; particularmente a los grupos que
interactúan "cara a cara" (grupos de amigos, equipos deportivos, "patotas", etc.):
"...no hay esquina que no tenga dueño, siempre son grupitos..." (entrevista con informante
de 9 de Julio).
Si a esto sumamos la falta de consenso social de las instituciones más abarcativas (formales o
informales), y las dudas con relación a la situación futura de la ciudad; el resultado coyuntural
apunta no sólo a la atomización de actividades y agrupamientos, sino que, además, no permite
la emergencia de incentivos que cuenten con un consenso urbano global:
"...el hombre, el joven, diríamos, la comunicación que tiene es armar un partido, un motivo
de joda, digamos, nada más..." (entrevista con informante de 9 de Julio)
Para los mismos actores es la situación de "encapsulamiento" antes descrita la que provoca,
entre otras, este tipo de situaciones que son vistas como una desviación de lo socialmente
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deseable: "la vida sana"; y que llevan a relacionar las actividades de muchos grupos juveniles
con el consumo de alcohol y drogas. Otro de los efectos de tal encapsulamiento es el desinterés
provocado por actividades que no responden a los intereses ni a los ámbitos de participación de
los jóvenes (desde luego, esto no implica la ausencia de expectativas generales o individuales):
"...soluciones no hay, pero hay inquietudes..." (entrevista en 9 de Julio).
Este desinterés por las actividades que conciernen a la ciudad es particularmente notorio en los
jóvenes que realizan la mayor parte de sus actividades fuera de la ciudad (p.ej.: estudiantes);
aún en este caso la ideología barrial vuelve a entrar en escena.
Los jóvenes de 23 de Agosto y de 9 de Julio, aún estudiando fuera de la ciudad, parecen tener
cierto contacto con las actividades de su barrio, y en menor medida, con las de la ciudad en su
conjunto. Un caso similar a los ya descritos lo encontramos en Alto Palpalá. Allí, el sector
juvenil del barrio se ha constituído en uno de los factores de "poder" de los jóvenes palpaleños:
"...con 23 de Agosto, con 25 de Mayo y Alto Palpalá se forman los 3 grupos más grandes, y
entre ellos hay bastante discordia..." (entrevista en Alto Palpalá)
Tanto estos jóvenes como el barrio en general se encuentran orientados hacia la ciudad capital
de la provincia más que hacia Palpalá, dada su particular y excéntrica ubicación geográfica.
Este hecho es reforzado por el corte de vías informales de acceso al "centro" tradicional de la
ciudad; como por ejemplo, el alambrado del perímetro del campo de golf de Altos Hornos
Zapla. Al mismo tiempo, y sin duda relacionado con lo comentado, se encuentra un elevado
porcentaje de jóvenes de este barrio que se trasladan a la capital a realizar sus estudios. A pesar
de esta suerte de "ausentismo" de las actividades locales, desempeñan un papel dinámico en la
ciudad:
"...en los jóvenes que estudian hay un pensamiento distinto, siempre quieren hacer algo..."
(entrevista en Alto Palpalá)
mientras que el resto de la población presenta:
"...muy poca relación entre la gente, salvo únicamente cuando hay actividades así...como
festivales, que movilizan un poco, generalmente cada cual hace su trabajo y ¡chau!...(idem
entrevista anterior)
Se podría decir que este barrio y su gente se cierran sobre un espacio propio, dentro del cual
incluyen al Barrio General Savio (sus vecinos):
"...con Savio no era tanta la diferencia sino que más bien Alto Palpalá y Savio formábamos
un solo barrio, como siempre, pero se los llamaba así...a Alto Palpalá y a Savio se los
confundía..." (entrevista en Alto Palpalá).
incluso ya se visualiza a otro barrio vecino: La Merced, como un potencial integrante de dicho
espacio. Dentro de toda esta zona en la cual la gente "casi no vá al centro" hay, por supuesto,
límites socio-espaciales marcados cuya alteración o transgresión provoca o puede provocar
diversos grados de conmoción social. Este es el caso del límite entre Savio y Alto Palpalá
(cuenca del arroyo Las Martas), en el cual se han instalado recientemente grupos foráneos de
forma precaria. Este hecho produjo que se redujese el terreno de pastoreo para ovinos de
algunos viejos habitantes; pero, sobre todo, dificultó la comunicación entre las dos barriadas.
Desde luego, éste no es el único ejemplo de límites sociales, y en el caso de Alto Palpalá se dá
otro tipo de "frontera" mucho más sutil y menos visible, cuyos orígenes, al menos en parte, los
encontramos en el movimiento interno de población. El barrio comenzó a poblarse hace unos
30 años atrás con habitantes provenientes de Carolina, 23 de Agosto y Florida, quienes
abandonaban sus viejos asentamientos debido a los crecientes índices de contaminación
ambiental que presentaban. En la década del '70 se suman nuevos pobladores originarios del
norte de la provincia, de la zona de Perico y de la provincia de Salta. A su vez, las viejas
localizaciones de donde provino el grupo inicial comenzaba a ser repoblada por nuevos
migrantes, quienes en su gran mayoría provenían de la zona puneña y de Bolivia. El límite
social que mencionamos más arriba surge en este contexto y, paradójicamente, no se establece
entre los vecinos adultos, sino entre los sectores juveniles de 23 de Agosto y de Alto Palpalá.
Esto es, los descendientes de los primitivos pobladores de 23 de Agosto, y los migrantes que lo
repoblaron:
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"...los muchachos siempre me cuentan que cuando van...van en barra, o sea que nunca van
de a uno, siempre van...Es su local, ya cuando salen del baile se agarran seguro, con los de
23 de agosto..." (Idem entrevista anterior)
Estos límites aparecen en contextos de interacción específicos como los bailes y competencias
deportivas.
En 23 de Agosto y en 25 de Mayo la mayor parte de la población es de origen boliviano, y en
segundo término, de la Puna Jujeña. En Alto Palpalá, en cambio, la colectividad boliviana
representa una minoría frente a los migrantes de la Puna y la zona de Perico-Salta.
Otro tipo de límites sociales es observable en la división de la ciudad en dos parroquias: San
Cayetano y Espíritu Santo. En cada uno de esos ámbitos se celebran festividades particulares
junto a las tradicionales celebraciones del calendario católico. Sin embargo, y con referencia a
fiestas patronales o a celebraciones específicas es notable observar que las dos comunidades
más importantes, la puneña y la boliviana, celebran sus festividades en el ámbito de las
parroquias y de los barrios, siendo muy baja la participación en celebraciones conjuntas.
A partir de la participación en acontecimientos religiosos surge otro de los elementos a tener en
cuenta, la actividad femenina. la iglesia surge en Palpalá promovida por la acción de la mujer,
específicamente por un grupo perteneciente a la denominada "Legión de María". Tanto este
grupo exclusivamente femenino, como algunas integrantes particulares del mismo reconocen
una larga trayectoria de servicio social en la comunidad. Paralelamente, otras agrupaciones
como la fundación "Amor y Esperanza", también confesional y femenina, se dedican a trabajar
sobre los problemas más agudos y sentidos por los habitantes de la ciudad, como el
alcoholismo, la drogadependencia y la auto-capacitación de mujeres y jóvenes. El papel de la
mujer, que comienza a ser valorado por el resto de la población, aunque sin perder las
características tradicionales del rol femenino en la sociedad, comienza a ampliar su esfera de
acción debido a la crisis socio-económica; observándose la apertura a la búsqueda de
soluciones economicamente rentables, como venta de productos o capacitación profesional en
distintas áreas.
La explicación de estos fenómenos debe encuadrarse, necesariamente, en el marco de la crisis
económica nacional, el descenso productivo del complejo industrial y la alteración relativa de
los patrones culturales tradicionales del sector masculino. La mujer, entonces, como madre y
encargada de las tareas domésticas en el hogar ve ampliada sus posibilidades por la coyuntura,
debiendo no sólo cumplir sus roles tradicionales, sino también actuar como efectivo sostén del
hogar en muchos casos (p.ej.: en presencia del muy extendido patrón matrifocal).
Finalmente, deseamos identificar cuatro grandes bloques problemáticos sobre los cuales se
puede actuar en términos de política social y cultural.
- Sector femenino: capacitación laboral y organizativa; talleres de reflexión sobre la propia
actividad.
- Sector juvenil: capacitación en aspectos organizativos; canalización efectiva de expectativas y
actividades ya desarrolladas; creación de espacios de confluencia social.
- Territorial: transformación de los espacios vacíos (arroyos, baldíos, etc.) en espacios de
articulación social; reutilización de los complejos polideportivos con fines culturales masivos y
con actividades deportivas centralizadas.
BIBLIOGRAFIA
Publicado en Revista Cuadernos, año 3, n° 3, San Salvador de Jujuy.