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S.M. el Rei

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~ in honorem ~

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Francisco Rico, William Roach,

Aurelio Roncaglia i

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Comite de Gestió:

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Quaderns Crema

Editat per Edicions deis Quaderns Crema


TABULA
Vallcorba, editor

F. Valls i Taberner, 8 - 08006 Barcelona

(93) 2[2 87 66 - 212 38 08

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ISBN: 84-85704-83-5 (Obra completa)


DE LINGVA ET LITTERIS CATALONIAE
ISBN: 84-85704-84-3 (Pars prima)
Dipósit Legal: B. 37.160-1986 STEFANO ASPERTl, Bacinetti e berroviere: problemi di lessico e di datazio­
ne nel Blandin de Cornoalha. II

JAUME AUFERIL, La Sort d'Antoni Vallmanya i el cercle literari de Valldon­


zella. 37

LOLA BADIA, Per la presencia d'Ovidi a l'Edat Mitjana catalana amb notes
Amb el supon de
sobre les traduccions de les Heroides i de les Metamoifosis al vulgar. 79
la Generalitat de Catalunya

PETER COCOZZELLA, Ausias March and the «truth" of the troubadours. IIr
el Ministerio de Educación y Ciencia

JOSEPH GULSOY, El desenvolupament del nexe QV en cataJa. 133

XAVIER LAMUELA, L'evolució e , ;) en cataJa. 147

JOSEP ROMEu I FIGUERAS, Les dames cantades per Pere Serafí en els seus
poemes catalans. 155

DE LINGVA ET LITTERIS HISPANICIS

EMILIO ALARCOS LLORACH, Notas al texto de Juan Ruiz. 187

RAQUEL ASÚN, 1927 y la literatura clásica: presencia de Fray Luis de León. 201

JUAN MANUEL CACHO BLECUA, El entrelazamiento en el Amadís y en las


Sergas de Esplandián. 235
Cap pan d'aquesta publicació.

incloent-hi el disseny de la cobena, no pot ésser


J osÉ MIGUEL CASO GONZÁLEZ, La fuente del episodio de Covadonga en la
reprodu'ida, emmagatzemada o transmesa de cap manera
Crónica Rotense. 273
ni per cap mitj~ , tant si és electric com químic, mednic,

óptic, de grava ció o bé de fotocópia , sense la previa


MAXIME CHEVALIER, Cuentos de mentiras . 28 9
autorirza ció de la casa editora.

ALGUNOS DATOS PARA LA HISTORIA

DE LA MISOGINIA EN LA EDAD MEDIA

MARÍA JESÚS LACARRA

El amplio campo de las relaciones entre la mujer y la literatura puede abordarse


desde tres puntos de vista distintos, pero complementarios: las mujeres escritoras,
el consumo literario por un público femenino y las mujeres como tema literario.
Por lo que se reflere al período medieval español , los dos primeros aspectos están
prácticamente envueltos en la bruma y sólo algunos estudios aislados anuncian
un cambio en el panorama. l Para eí tercer enfoque, que coincide con el elegido en
este trabajo, contamos, por el contrario, con numerosos datos, los cuales pueden
llevar casi, por exceso, a no permitirnos ver el bosque. Términos como misoginia e
idealización cortés se convierten, a menudo, en tópicos aplicados superfIcialmen­
te si n detenerse en matizar ni en indagar las causas originadoras de tales posturas
contra puestas.
Mi punto de partida va a ser en esta ocasión el a nálisis de la mujer como tema
recurrente en los cuentos medievales. Bajo este título genérico se agrupa un con­
junto de relatos con muy distinto origen (oriental, grecolatino, latino medie­
val...), diferente f¡nalidad (lectura, predicación... ) y que abarca tres siglos de litera­
tura romance. No conviene olvidar que las colecciones de cuentos no funcionan
como compartimentos estancos sino que los relatos , considerados en cierta me­
dida como patrimonio común, se trasvasarán de una a otra obra con enorme fa­
cilidad.

TIPOLOGÍA DE LOS PERSONAJES FEMENINOS

Paso previo y obligado debe ser a nalizar los cuentos en los que la mujer de­
sempeña el papel de protagonista . Nada es más instructivo que los propios textos;
pero, en este caso, las situaciones en las que participan los personajes femeninos
hablan ya por sí mismas.'
El tipo favorito es el de la esposa infiel, al cual pueden, sin embargo, asociarse
los de la adúltera frustrada o inducida y aquellos cuentos que enfoquen el tema
desde la perspectiva de los hijos habidos de la unión ilegítima.

339
\

34° MARÍA JESÚS LACARRA ALGUNOS D ATOS PARA LA HISTORIA DE LA MISOGINI A . .. 34 1

En el tema de la esposa adúltera, une de les más repetides entre las celeccienes papel de fugitive (Ysopele, f. cxxiiir) . La espesa del ciege (Ysopele, f. cxxir) «jugará el
de cuentes medievales, su byace la idea de la naturaleza engañadera de la mujer, juege de Venus» en le alte de un peral sóle per manda te de les dieses y cen les
que le impesibilita para mantener el pacte de fidelidad implícite en la relación buenes desees de que su maride recobre la vista.
matrimenial, y de su tendencia irrefrenable a la lujuria. Un parentesce estreche li­ Otres cuentes cemplican más la narración. En el Calila (IlI, 6), per ejemple,
ga ambes cenceptes. La necesidad de satisfacer sus desees le lleva a engañar al ma­ el maride sespecha el engañe y castiga a su mujer, dejándela atada; ella se escapa
ride para mantenerles .ocultes. Éste, en una serie de cuentes cómices análeges per cen ayuda de la vecina, quien accede a .ocupar su lugar. El maride, en la .oscuridad,
su temática a numerososfabliaux, se cenvierte en una deble víctima: primero per­ cree hablar a su mujer, pero la vecina teme centestar para que la vez n.o delate el
que es suplantado per el amige e, en un alarde de cemplicación, amiges, yen se­ cambie y éste, enfadade, le arroja les útiles de barbero certándele la nariz. Al día
gunde lugar porque la astucia de su espesa le hará berrar teda sem bra de sespecha siguiente la espesa probará su fidelidad al mestrar cóme Dies, gracias a su inecen­
y terminará alabande su honradez. Conviene subrayar que les relates adeptan ce­ ci a, le ha devuelte la nariz .
rne eje de la historia la conducta adúltera de la mujer sin prestar atención al El maride representa en tedes estes relates el papel del bebe que acepta cen­
amige, a veces tan culpable como ella. Tampece se narra nunca el case del maride tente tedas las explicacienes. Pero, aun cuande n.o fuere así, les engañes de las
que busca una amiga, pero el enfoque elegide sirve para destacar la malicia de la mujeres serían también invencibles; Así sucede en el fa mese cuent.o de «El peze»
mujer. Los persenajes masculinos en este tipe de relates quedan en un segunde que pasa de las celeccienes .orientales a les novellieri para ser recread.o por Cervan­
plane ante la astucia femenina. Ella será la que urda el engañe, limitándese el ami­ tes en El viejo celoso y El celoso extremeño. Las innumera bies precauci.ones que ad.op­
ge a seguir sus indicacienes, y aun a veces cen terpeza (cerne el amante de CD, Il, ta el h.ombre (Ex., 303, Seala, 8, Sabios, 4 y 14) para evitar ser una víctima más n.o le
2, que confunde el camine en su precipitada huída). sirven de nada. N.o l.ogra evitar la entrada del amante y, en cambi.o, su actitud sus­
El lugar de la acción n.o es indiferente; en la mayer parte de les cases estas si­ pi caz le resulta perjudicial , ya que termina en la calle escarnecid.o p.or su mujer,
tuaciones se desarrollan en el domicilie cenyugal, cen el maride ausente. El vielar cuande sale preecupade para cemprebar si ésta se había arrojad.o al p.ozo. En
la intimidad del hegar es un agravante, aunque las cendicienes s.ociales de la mu­ etres cas.oS 'Ia ingenuidad del maride es tal, que le lleva a ser cómplice involunta­
jer explican también la elección del enterne deméstice para evitar una salida n.o rie del adulterie de su espesa. Unas veces es per avaricia (Sendebar, 9, Seala, 7, Sa­
siempre fácil de justificar. No deja, sin embarge, de haber excepcienes. Per ejem­ bios, ll), en .otras, engañad.o per el amante de su mujer, termina inclus.o dánd.oles
plo, un relato del Ysopete(f. cxxir) , en el que la ceguera del maride altera las cendi­ su bendición (Sabios, 14)'
ciones y refuerza la comicidad al hacer que el adulterie se cemeta en un peral ante La inf;delidad de la mujer abarca ta mbién a las viudas de las que se espera que
su presencia . Lo más frecuente es que el maride regrese inesperadamente a casa mantengan la castidad en recuerdo de su antigue espese .> El protetipe de viuda
del trabaje en el campe o de un large viaje de negecies y serprenda allí a les ena­ infiel se refleja en el cuente de «La matrena de Éfese» (Ysopele , f. xlviiv, Seala, 12 ,
merades . Por el contrarie, el amante parece carecer de ebligacienes profesienales. Sabios, 15), quien n.o sóle acepta rápidamente nuevas relacienes cen el guardián de
Les clérigos serán un buen recurse usade en les fa bliaux, pero n.o en les cuentes un ahercade, sine que, ante la desaparición del cadáver, estará dispuesta a susti­
castellanos (una excepción es Sendebar, 23), ya que el erigen .oriental pri­ tuirle per el de su maride cen tal de evitar el castige de su nueve amante. Este
mero y su utilización pesterier en el púlpite dificultan esta pesibilidad. cuente es un buen ejemple de la acentuada miseginia medieval. Mientras la ver­
La cemicidad y la variedad de les cuentes se basa en les distintes engañes uti­ sión incluida per Petronie en su Satyrieon se centra en el lente proces.o del perse­
lizados perla espesa para salir airosa de la peligrosa situación. El ingenie de la mu­ naje femenine , las versienes posteri.ores tienden a subra yar la perversión de las
jer puede censistir en cegar temperalmente la visión del maride , le que permitirá mujeres, hasta el punte de que el amante , viend.o el desprecie de la viuda per el ca­
la huída del extrañe: tapa cen la beca el eje sane del vendimiader que regresa dáver del marido, termina abandenánd.ola.
tuerte (Ex., 161, Ysopete, f. cxxiir), despliega , cen ayuda de su madre, una nueva En c.ontadas y justificadas ocasienes, la mujer n.o legra satisfacer sus desees
celcha para que la admire el maride (Ex.) 162, Ysopele, f. cxxiiv), le arreja un che­ ante la resistencia del hembre, cen le q"ue estames ante una adúllerafrustrada. Este
rre de leche de su peche (A . de T., 163), le hace velverse para limpiarle la ropa (A . de le lleva a reaccionar cen una «acusación falsa», culpande al inecente de haberla
T., 163), etc. En .otros relates la mujer inventa una excusa que justifique la presen­ intentado forzar. La justicia narrativa n.o se deja esperar y la adúltera frustrada re­
cia de un extrañe, de tal ferma que el maride debe terminar per agradecerle su he­ cibe un cruel castigo. Este es el metive central del marce del Sendebar, en el cual
nesta cenduc ta . El amige puede ser un inecente acusade injustamente (Sendebar, una de las esp.osas del rey acusa al príncipe de intentar seducirla. El jeven está du­
5, Ysopele, f. cxixv) e un perseguider del maride , le que le .obliga a éste a asumir el rante siete días en peligro de muerte, pero al fmal será la mujer quien termine que­
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mada en una caldera en seco. En el Libro de los exenplos, 365, el propio emperador aquel con quien fizo el adulterio, vernie el fIjo extraño heredero en uno con los sus tljOS,
quemará a su mujer, cuando descubra la traición que hizo con uno de sus 'Ca ball e­ lo que non avernie a la muger del adulterio que el marido flziese con otra.
ros; en otra historia (Ex., I7 2), la justicia divina manda un rayo del cielo que fulmi­
na a la madre que acusa a su propio hijo por no aceptar la relación propuesta. En La preocupación de los maridos por conocer la legitimidad de sus herederos
todos estos casos, la mujer siempre se aprovecha de su condición superior (jerár­ es frecuente en los ejemplarios y se resuelve sin trabas legales, ya que «la natura del
quica o moral) sobre el hombre, primero para obligarle a aceptar la seducción y, padre verdaderamente / sigue el fIjo; esto no miente» (Ex., 175)' La herencia de la
luego, ante su negativa, para conducirle al borde de la muerte. Sin embargo, otros sangre hace público lo que la madre trata de encubrir (Scala, 4, Sabios, 10). Así, la
personajes, o la justicia divina, impiden que permanezca impune su maldad. Co­ transmisión de extrañas afIciones, como comer carne cruda de vaca (Ex., 175), las
mo variante muy repetida de este mismo tema puede considerarse el caso de la sol­ inclinaciones desordenadas (Ex., 189) o el escaso amor al padre adoptivo (Ex., 174)
tera preñada que culpa a algún santo ermitaño de su situación. Los dolores de par­ permitirán descubrir la ilegitimidad del hijo.
to le obligarán a proclamar a gritos la inocencia de San Macario (Ex., 89) o de San El último grado en la identifIcación entre la mujer y la lujuria lleva a conside­
Crisóstomo (Ex., 285)' rarla instrumento de la tentación diabólica, como se ve principalmente en los
En ciertos casos la joven esposa termina por acoger al amigo en casa no tanto cuentos usados en la predicación religiosa. Entre las distintas encarnaciones en­
por iniciativa propia como por las artes y engaños de alguna vieja alcahueta, quien gañosas que adopta el diablo para tentar a los pecadores una muy frecuente es la
arregla y prepara toda la situación. En estas viejas puede verse la evolución tempo­ forma femenina, como se encuentra en numerosos cuentos. Bajo la apariencia de
ral del tipo de la esposa adúltera que, ahora , imposibilitada para gozar por sí mis­ una mujer hermosa (Sendebar, 6, Ex., 388, 130, Spec., 179) puede presentarse para
ma , se encarga de adiestrar a otras más jóvenes. El Espéculo de los legos recoge así las engañar o para tentar a algún religioso. Más sorprendente es que asuma una horri­
acusaciones más frecuentes de los predicadores y moralistas contra ellas: ble apariencia femenina como «mugier muy negra e muy fea, lagaüosa e toda sar­
nosa, de la qual salia aquel fedor» (Ex., 179), o como «moc;a negra» (Ex., 411) o vieja
La alcahueta es movedera da luxuria ... Ca asi commo los leños verdes non pueden arder de li­ de setenta años (Ex., 115).4 Ante lo frecuente de estas apariciones diabólicas no re­
gero si non fueren puestos deyuso algunos maderos secos, asi non podrian ser traidas a ser co­ sulta extraño que los religiosos escapen de cualquier mujer, inclusive madres o
rronpidas ligeramente las man,ebas si non fuesen engañadas por las tales viejas ... E es aqui de hermanas, en quienes siempre ven un trasunto diabólico (Ex., 306, 396, 176, 177;
saber que hay algunas mugeres que quando veell que non pued en servir ellas al diablo en Spec., 391, 392, 393, 394)' En su huída llegarán a mortificarse buscando el fuego pu­
aques te pecado por la grand vejez, dan sus armas a las tijas .. por que con las tales armas sirvan rificador con el que consumir dedos o manos antes que dejarse vencer por el ene­
las fijas a Satanas (pp. }60-}61) migo (Ex., 253, 39 1, 254, 347)'
La conexión entre mujeres y diablos tiene una vertiente cómica bajo la severi­
Los esquemas son similares a los ya vistos, con la diferencia de que la vieja de­ dad moral del texto en el Barlaam (en el único cuento misógino de la colección).
be de convencer primero a la esposa para que ésta acceda a recibir al amigo, en­ U n niño ha sido criado dentro de una cueva ya que, según el horóscopo, si veía el
gañando así indirectamente al marido. Los trucos de la alcahueta pueden ser tan sol antes de los diez años moriría; cuando salga necesitará la colaboración de un
sofIsticados como inverosímiles, lo que acentúa la ingenuidad de la joven esposa sirviente que le ayude a identifIcar lo mucho que desconoce. Pasan por delante de
que los acepta. En uno de los relatos más famosos, la vieja se presenta con una pe­ él mujeres compuestas para el baile y pregunta su nombre: «-Señor, an nonbre
rrilla a la que, con curiosos preparados, ha conseguido hacer llorar y llama así la diablos que engañan a los omnes", le informa burlonamente su compañero. Más
atención de la esposa casta. Ante sus preguntas explica que se trata de su pobre hija adelante, interrogado por su padre sobre sus preferencias mundanas, responderá:
que se vio convertida en perra por haber opuesto resistencia a los deseos de un jo­ «- Non fue cosa que tan bien me paresc;iese, nin que tanto codiciase para mi, com­
ven (Sendebar, 10, Ex., 234) . mo los diablos que engañan los omnes, ca non fue en toda cosa tan apuesta»)
El enfoque del adulterio exclusivamente desde el ángulo de la mujer, como lo Otros defectos, quizá menores, pero constantemente atribuidos a la mujer
encontramos en los cuentos medievales, coincide tam bién con la perspectiva jurí­ pueden fácilmente relacionarse con la mencionada tendencia a la lujuria y al en­
dica reflejada en las Partidas (VII, tit. XVII, ley 1): «Del adulterio que faze el varón gaño. Así, por ejemplo, numerosos cuentos se centrarán en criticar su coquetería
con otra muger non na sce daño nin deshonra a la suya", mientras que que le lleva al uso de múltiples «afeites» para tender así una amplia red donde ca­
zar a los hombres (Spec., 429, 430, 431, 432, Ex., 6, 299, 300). A veces puede condu­
del adulterio que flciese ella puede venir al marido muy grant doño; ca si se empreñase de cirle a situaciones extremas, por lo cómicas, como la de aquella mujer que «yva
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bien afeitada cap cabellos ajenos que levava», cuando una mona la deja calva lle­ ta consejera (Sendebar, 22, Ex., 163). El correlato exacto de los monjes que se mor­
vándose la peluca, o trágicas, como aquella joven que de tanto suspirar por tener tifIcan antes que perder la pureza se encuentra en la monja cortejada por un rey
unos ojos hermosos termina por quedarse ciega (Ex., 371, Spec., 536). Su habilidad enamorado de la hermosura de sus ojos. Ella se los entrega diciendo: «Los ojos
engañadora no sólo le sirve para ocultar relaciones adúlteras. Una mujer aprove­ cobdi~iaste, los ojos toma" (Ex., 322 , 370).
cha la embriaguez del marido para meterlo en un convento contra su voluntad Como puede comprobarse, cada uno de los defectos señalados anteriormente
(Ex., 304), aunque el cuento no deja de subrayar el benefIcio económico de la ope­ tiene su antítesis en las mismas obras. El modelo que reúne todas las virtudes es
ración: «E dexó a ella la casa con las alphayas e todas las otras cosas que tenia". Fi­ una monja que «traya la cabe¡;:a cobierta con muchos paños, e cosa maravillossa,
nales como é~te son bastante frecuentes, ya que la avaricia, tanto de riquezas co­ que nunca de quarenta virgines que alli eran nunca la vieron comer, e nunca en su
mo de poder, es otro de sus defectos que le conducirá hasta otros muchos pecados vida se asento a mesa, e nunca tomo peda~o de pan, mas las migajas que alinpiava
(Ex., 40, 367, A. de T, 122) e, incluso, le ayudará a vencer algunos temores (eL, de las mesas e lo que alinpiava de las ollas comia; e nunca entre tanta gente que es­
XLVII). Por último, característico de los cuentos será destacar la testarudez de tava fIzo jura alguna, e nunca la veyen fablar, e todas la ferian e davan bofetadas, e
la mujer (CL, XXVII, A. de T, 153, 154), la gula (Spec., 60), la mentira (Ysopete, f. todo lo sofria sin murmuaf» (Ex., 406). Frente a la coquetería, gula, charlatanería
xcviiv), su afIción parlanchina (Ex., 247), su incapacidad para guardar un secreto de tantos tipos femeninos, en esta monja se concentra n todas las virtudes contra­
(Ex., 394),6 etc. rias. Igualmente habrá ejemplos de mujeres obedientes a sus esposos (CL, XXVII),
Los temas anteriormente expuestos pueden inducir a pensar que la imagen de hasta el punto de dejarse entregar al diablo si así lo impone él (Ex., 318), monjas
la mujer que brindan los cuentos es exclusivamente negativa, cuando los correla­ castas (Ex., 426), jóvenes virtuosas (Ex., 85), reinas prudentes y hábiles consejeras
tos positivos aparecen en las mismas colecciones, si bien es cierto que en notable (Ex., 302, CD, IV, XIV, XI) y sabias (Zifar, p. 222), aunque estas narraciones no con­
menor número. A la esposa adúltera se opone el modelo de esposa casta (o también sigan hacer olvidar la imagen negativa de tantos otros cuentos; más bien, estos casos
joven -virgen) que tiene que afrontar los asedios de un hombre poniendo de nuevo aislados, ayudan con su excepcionalidad a confIrmar los defectos ya señalados.
en marcha su capacidad para urdir distintos engaños, aunque en ocasiones ello le
cueste la vida. U n amplio número de mujeres virtuosas son asediadas por persona­
jes importa ntes que pretenden imponer su superioridad jerárquica sobre la mujer. LA MISOGINIA EN EL SIGLO XIII
En ocasiones, el engaño tramado por ellas conduce al poderoso a reconocer su
error (Sendebar, 1, eL, L), y, en otros casos, a a bandonar la persecución. Las dos hI­ Tras este muestreo de algunos de los tipos femeninos más frecuentes en los
jas de Rosalinda mantendrán su virginidad frente a los húngaros poniendo «carne cuentos, se impone ahora la necesidad de la reorganización que permita discernir
de pollos so las tetas por que del calor de la carne e de las tetas saJiesse fedor, e assi lo que cada tradición aporta a ese amplio caudal.
guardarian virginidat» (Ex., 246). Otras, al no poder evitar la infamia, preferirán la La cuentística se a bre paso en España a través de versiones árabes de coleccio­
muerte a la vida deshonrada (Ex., 62, 190). Sin embargo, el hecho de que conozca­ nes orientales que circulaban entre los árabes de AI-Andalus, aunque su origen, en
mos los nombres propios de los protagonistas de muchos de estos relatos hace pa­ muchos casos, podría ser más lejano y remontarse hasta la India. En el siglo XIII,
lidecer su carácter «ejempla P> para pasar a ser casos «históricos» que se cuentan co­ con el impulso alfonsí hacia las traducciones, será el momento en que se difundan
mo sucedidos y, no necesariamente, repeti bIes. La virtud de LLlcrecia se considera dos grandes colecciones de cuentos: el Calita e Dimna (I251) y el Libro de los engaños
excepción en la que deberían fIjarse las demás, aunque sin excesivo provecho. Los (I253), título con el que se conoce la versión castellana del Sendebar. Por las mismas
moralista~ destacan cuntinuamente la rareza de estas virtuosas mujeres; así el clu­ fechas y caminos llegaban también a la Península los llamados catecismos didácti­
niacense Bernardo de Marias retoma una idea ya expresada por SanJerónimo al cos, colecciones de sentencias que recogen una ética similar a la de las obras cita­
decir: "Plurima Lydia, rara Lucretia, nulla Sabina».7 das, salvo que ahora los proverbios predominan sobre e! desarrollo anecdótico.
La inversión puede hacer que sea la mujer la víctima de una acusación falsa, U n siglo antes algunos de estos cuentos ya ha bían sido recogidos por escrito en
como se lee en el Ca lila (IV, 4). El sirviente rechazado adiestra a unos papagayos latín por el judío oscense Pedro Alfonso en su Disciplina Clericalis. En síntesis, des­
para que digan en una lengua extraña que la señora trató de seducirle. La inocente de mediados de! siglo XII hasta el último tercio del XIII se extiende e! período du­
estará en peligro, pero f111almente resplandece la verdad. Frente al tipo de vieja al­ rante el cual se difunde por España una tradición narrativa y didáctica de origen
cahueta que dedica la experiencia que le dan los años para ayudar a otras más jóve­ oriental, en la cual la mujer ocupa un pape! destacado y claramente negativo.
nes a cometer el adulterio, está el tipo de vieja modelo de virtudes (Ex., 51) yexper- La Disciplina Clericalis será la pieza clave para la difusión de los cuentos de la
t"
34 6 MARiA JESÚS LACARRA ALGUNOS DATOS PARA LA HISTORIA DE LA MISOGINIA ... 347

esposa adúltera con cinco relatos que pronto circularán catalogados como fa­ E vido a una muger que lIevavan a soterrar, e mugeres que lIoravan enpos d'ella, e dixo:
bliaux (IX. Del vendimiador, X. De la sábana, XI. De la espada, XIII. De la perrilla lloro­ -Du~le-se el mal porque pierde al mal (lbid.)
sa y XIV. Del pozo), aunque dos de ellos (La espada y La perrilla llorosa) aparecieron
también en la versión castellana del Sendebar(cuentos 5 y 10). El hecho de que Pe­ E vido una muger quemada que estava colgada de un arbol e dixo: -Agora levassen todos
dro Alfonso redactara su obra en latín será un factor decisivo a la hora de explicar los arbores tal {ructo (LBP. 138)
su amplísima difusión europea que quedará, por el contrario, muy limitada para
las versiones castellanas. De ellas, el Libro de los engaños es la más claramente misó­ La hermosa apariencia, acentuada a veces con recursos artificiales, puede en­
gina. El tema viene dado ya desde el marco citado. El joven príncipe, víctima de la gañar al no advertido. La «corteza», en términos medievales, difIculta al no inicia­
acusación falsa, es obligado a guardar silencio durante siete días, tras la consulta do la percepción del «meollo»:
de su horóscopo; tiempo aprovechado por siete privados y por la mala mujer para
inclinar con cuentos la voluntad real a favor yen contra del infante. De los veinti­ E dixo Socrat a un so dis,ipulo que catava una muger fermosa e dixole el: -¿Por que la ca­
trés cuentos incluidos dentro de la historia principal, seis entran claramente en la tas?
tradición de mujeres engañadoras y hombres víctimas (2,5,10,13,18, y 23), aunque E dixo el dis,ipulo: -Catola porque es bi e n (echa e fremosa.

el peso misógino de la colección es mucho mayor de lo que estos números pueden E dixo Socrat: - Torna lo que esta dentro a fuera e veriguarsete a commo es fecha

hacer pensar, ya que todas las intervenciones de los consejeros van destinadas a (LBP,77)·
desacreditar a la mala mujer cuyas palabras nunca deben ser tenidas en cuenta. La
sentencia retórica con la que se cierra el libro ilustra perfectamente su contenido: Para estos libros, de estrecha conexión con la literatura de «espejo de prínci­
pes» y la llamada sapiencial, los modelos propuestos son el buen rey y el hombre
Dize el sabio que aunque se tornase la tierra papel, e la mar tinta , e los pe,es della pendolas, sabio. Los aspirantes a alcanzar tales categorías tienen que rehuir el contacto con
que non podrian escrivir las maldades de las mugeres (p. 64) 8 las mujeres, que es totalmente negativo, tanto en el plano espiritual como en el
físico:
Sólo una anciana (cuento 22) que ejemplifIca la experiencia y una esposa fIel
que resiste el asedio del rey (c. 1), escapan a esta generalización. Q!¡i quier aprender la sapien,ia guardesse de apoderar las mugeres sobre si (LBP, 78)
En el mismo contexto destaca el Califa e Dimna por carecer de similar tono
misógino. Los escasos cuentos que retoman el esquema triangular, no tratan de Alexandre , non querades fornicio seguyr, que es de natura de los puercos ... Et demas es
mostrar la ha bilidad engañosa de la mujer; el mismo tema puede servir ahora para cosa que enveie,e el cuerpo, et enflaquece el cora,oll e mingua la vida et metesse Omne
insistir en la indecisión del amante (II, 2), la conducta entrometida de la vecina en poder de muge res (Por., 38)
(III, 6), el error del amigo que le lleva a ser suplantado por su siervo (IV, 1) o la tor­
'- ~
peza del marido incapaz de descubrir la verdad (VI, 6) . Por el contrario, tres fIgu­ Et preguntaron a Aristotile s: -¿Q!¡ando es bueno de yazer con la muger) E dixo: - Quan­
ras femeninas próximas al rey (capítulos IV, XI y XIV) son modelo de excelentes do quisieres enflaquescer tu cuerpo (Bo cados , 168)
consejeras que saben calmar a tiempo la injusta ira del monarca.
La aversión hacia la mujer que encontramos en algunos ejemplos de la Disci­
plina Clericalis y del Sendebar coincide, yen mayor grado, con la expuesta en los
.-­ El perfecto héroe sa bio, reunión de forLiludo y sapienLia, es Al ejandro Magno,
que pasa a la literatura ejemplar como modelo de castidad, al que nunca vencie­
distintos catecismos didácticos traducidos en época alfonsí. Por las páginas del ron las mujeres (Bocados, 135, Ex., 83)' Frente a él, Sansón, Salomón, David, Aristó­
Bonium o bocados de oro, Libro de los buenos proverbios, Poridal de las paridades... 9 se teles, Virgilio ... protagonizan historias donde su sabiduría resulta ineficaz frente a
repiten las mismas ideas acerca de la mujer, atribuidas a Aristóteles, Diógenes y, la astucia de las mujeres. 10
especialmente, Sócrates. Las mujeres, según se lee reiteradas veces en estas obras,
son un mal que no hay que lamentar perder: La aparición en España de estas obras coincide con una tendencia general a
degradar la imagen de la mujer, visible en el siglo XIll europeo. Como señala]. M.
E vio una muger enferma que se non podie mover en su lecho e dixo: -El mal queda con el mal Ferrante, «with the rejection of the courtly ethic, the symbolic status of woman al­
(Bocados, 63; similar en LBP, 78) so suffers; she becomes a temptation ra ther than an inspiration». " Varias, y suma­
34 8 MARÍA JESÚS LACARRA ALGUNOS DATOS PARA LA HISTORIA DE LA MISOGINIA . .. 349

mente entremezcladas, son las razones intelectuales que justifican el antifemi­ na est, ve! si contigit ulla, nescio quo fato res mala facta bona»), Virgilio «Narium
nismo del siglo XIII. Una salvedad se impone, sin embargo, desde el principio. Me et muta bile semper femina », Eneida, IV, 569), Salomón, Ca tón o el filósofo Segun­
referiré exclusivamente a las justificaciones ideológicas de la literatura antifemi­ do.' 1 La historia de este último, en la versión incluida por Alfonso X en la Primera
nista, dejando voluntariamente a un lado los motivos sociológicos subyacientes. Crónica General ejemplifica lo que pudo sucederles, prescindiendo de la anécdota,
Al mismo clamor se irán sumando las voces de filósofos, naturalistas, moralistas, a otros escritores medievales. Segundo adquirirá sus ideas misóginas en la escuela,
teólogos e, incluso, gramáticos. Luego, los ecos resonarán en todos los textos donde oyó «dezir que non avie en el mundo muger casta». Tras descubrir que ni su
literarios, pero estas primeras traducciones de cuentos y sentencias se adela ntarán propia madre escapa a esta aflfmación, guarda un mutismo absoluto, sólo roto,
a la hora de plantear unos temas que se convertirán en tópicos de la misoginia parcialmente, para contestar por escrito a las preguntas de! emperador Adriano .
medieval. La respuesta a : «-¿Q}¡e es la mugier? » se hará famosa entre los alegatos misóginos
Por un lado, las colecciones de sentencias remiten a los filósofos griegos, fil­ medievales: «-Cofondimiento dell omne, bestia que numqua se farta, cuidado
trados a través de autores árabes. No es.casualidad que el autor de uno de los textos que no a flO, guerra que numqua queda, periglo del! omne que no a en si mesu­
más misóginos, el Libro de los buenos proverbios, sea Hunayn ibn Ishaq (809-873), ra ».16 La literatura gnómica hispanoárabe vendrá a sumarse a la tradición occiden­
director también de la escuela de traductores de Bagdad y 'q uien dio a conocer a tal de sentencias, no sin los necesarios cambios y adaptaciones.!?
Occidente numerosas obras aristotélicas. No es extraño, pues, encontrar en estos Asimismo, la imagen negativa de la mujer reflejada en los cuentos orientales
textos didácticos encubiertos algunos planteamrentos aristotélicos, que luego se ajusta perfectamente a la que, desde muchos siglos atrás, se había ido configu­
tendrán una larga vida en la tradición medieval. A la imagen de la «hem bra como rando en la tradición eclesiástica. Los textos bíblicos, en especial los libros sapien­
macho estropeado» (<<Femina est mas occasionatus», De generatione animalium, 1, ciales (Proverbios, Eclesiástico) y los pasajes de! Génesis referidos a Eva y su caída ,
ii, c. 3) se sumará el famoso sofisma contra la belleza física (que el Occidente cono­ son fuente de numerosas recreaciones y reinterpretaciones desde los Santos Pa­
ció gracias a Boecio, Consolación, III, prosa 8) y sus teorías fisiológicas, según las dres hasta la época medieval. r8 La diatriba de SanJerónimo contra e! matrimonio
cuales las hembras envejecen antes que los machos, excepto aquellos que mantie­ con anécdotas de nuevo atribuidas a Sócrates (Adversusjovinianum)' 9 será uno de
nen frecuentes encuentros sexuales, origen de la sequedad y la vejez.!l Aristóteles los textos más utili za dos por los eclesiásticos, cuyos tonos irán haciéndose cada
se convertirá en fuente predilecta para los argumentos misóginos, aunque haría vez más nega tivos hacia la mujer, especialmente a partir de la implantación de! ce­
falta precisar lo mucho que hay de tergiversación en e! Aristóte!es medieval que libato sacerdotal bajo Gregorio VII (t1085). A lo largo de la Edad Media proliferan
llevó, por ejemplo, a cambiar el sentido metafísico de la unión de materia y forma los sermones satíricos contra las mujeres , tachadas de lujuriosas, avariciosas, deso­
(Física, 1, IX) en un argumento antifeminista que, como viejo tópico, aparecerá en bedientes, adornados en su vertiente popular (divisio extra) con cuentos, proce­
boca de Sempronio: «-¿No has leído e! filósofo, do dice "Así como la materia ape­ dentes de las más variadas tradiciones, o escenificaci o nes narradas en tonos vivos
tece a la forma, así la mujer al varón?"»!) y coloquiales. lo El período de máxima expansión del exemplum coincide con la
Los filósofos Ilaturalistas medievales seguirán por e! mismo camino intentan­ ' ,1 aparición en la Península de las colecciones de cuentos orientales. La rápida incor­
do dar una explicación científica a la conducta de la mujer. Según la difundida poración de los cuentos misóginos de la Disciplina Clericafis, así como de! Sende­
teoría de los humores, la mujer es húmeda y fría, frente al hom bre, cálido y seco. bar, cuando sean conocidos en latín, a los ejemplarios se explica no sólo por servir
Tanto Adelardo de Bath como Guillermo de Conches se plantearán el problema de ilustración a esta imagen de la mujer sino también porque, bajo aspectos cómi­
siguiente: si las mujeres son más frías que los hombres, ¿por qué son más libidino­ cos, se favorecía la asimilación de la enseñanza.>'
sas? A ello e! mismo Adelardo halló la respuesta en la suma de ambos factores. La A los comentarios teológicos vienen a sumarse argumentos de la más variada
lujuria quedaba así explicada como resultado de una necesidad natural y no de un índole . La conducta de los primeros Padres marcará desde e! nacimiento a las su­
vicio. 14 cesivas generaciones . Así, según una curiosa creencia que recogen desde F. Eixi­
Muchas de estas ideas, procedentes de! pensamiento grecolatino yespecial­ menis en e! Ter~ del Chrestia hasta e! Diccionario de Autoridades, e! hom bre al nacer
mente aristotélico, pasarán a través de Boecio, Santo Tomás, Vicente de Beau­ llora con l.!n sonido próximo a la a en recuerdo de Adán, mientras que el llanto fe­
vais ... , a ser asumidas por la tradición y formar parte de la «imagen de! mundo» de! menino se aproxima a la e, en recuerdo de Eva.» Pero es sobre todo San Isidoro
hombre medieval. Un factor decisivo para su amplia difusión serán las compila­ quien recurre a argumentos etimológicos para explicar y justificar la naturaleza fe­
ciones de sentencias de uso escolar donde se recogían , en una amalgama de dudo­ menina. El mismo nombre de Eva, según el texto isidoriano (7,6,5-6), será suscep­
sa fidelidad, aunque de gran éxito, dichos atribuidos a Cicerón (<<Femina nulla bo- tible de una doble explicación:
MARíA JESÚS LACARR.A
ALGUNOS DATOS PARA LA HISTORIA DE LA MISOGINIA ... w
35 0
LA TRANSFORMACIÓN EN EL SIGLO XIV
Eva puede interpretarse como «vida», «ca lamidad . o «¡ay de ti' » .. . Eva es denominada vida y
calamidad, porque mu c ha s "eces la mujer es moti vo de sa lvación para el hombre; pero otras
Los cuentos recogidos en el siglo XIV no ofrecen una imagen t'an nega tiva de la
muchas lo es de calamidad y muerte , por lo que se dice «¡ay de ti!».
mujer como la que encontramos en el XIII, sin que sea prudente extraer de ello ex­
cesivas consecuencias. No olvidemos, por un lado, que los textos medievales con­
De estas dos tradiciones en la Iglesia, la mujer como símbolo de la caída humana
servados son un testimonio aliado de aquellos perdidos o perdidos para los lecto­
(Eva) y como fuente y símbolo de salvación (Ave), los cuentos ilustra n con mayor
res actuales por inéditos. Por otro lado, la Iglesia en sus sermones no abandonaba
frecuencia, aunque no únicamente, el primer modelo, mientras que los poetas, y
los argumentos ya señalados con anterioridad, que iba repitiendo, al igual que los
entre ellos el rey sabio, juegan con la dicotomía:
ejemplos, con insistente monotonía, como se puede seguir viendo en las obras
morales y catecismos en romance compuestos en esa época .17
Entre Av'e Eva
Del conjunto de 50 cuentos que componen El Conde Lucanor, sólo 5 están di­
gran departiment'á .
rectamente· relacionados con la mujer. Los defectos que presentan (Ramayquia,
ejemplo de mujer caprichosa, XXX; la mora medrosa, XLVII) no son signo de una
Ca Eva noS tolleu
visión totalmente nega tiva, ni tampoco son incorregibles, siempre y cuando se to­
o Para ys' e Oeu s,
men las debidas precauciones a tiempo (como sucede en el ejemplo XXXV). Por el
Ave no s y meteu;
contrario, la mujer que resiste há bilmente el intento de seducción a cargo del sul­
porend ', amigos meus :
tán Saladino (L) o la obediente esposa de Alvar Fáñez (XXVII) dan una perfecta
Entre Av'e Eva
contrarréplica a las anteriores. Todavía es más digna de resaltar esta actitud si ob­
gran departiment'á I )
. servamos que Donjuan Manuel rechazó explícitamente temas que estaban en los
mismos repertorios de cuentos que manejó. Conviene recordar que con El Conde
Pese al tiempo transcurrido la gran compilación isidoriana está muy próxima
Lucanor estamos ante una obra de un escritor profano, no un predicador, aunque
al concepto de sabiduría que alienta la producción alfonsí y toda la del XIII en ge­
maneje sus mismas fuentes, que trata, según confiesa en el primer prólogo, de
neral.24 Así en otra de sus fantasiosas etimologías (11-2,17), la palabra mulier deriva
abarcara un amplio público. Es la obra de un laico que escribe para laicos a los que
de mollities para dar paso a una interpretación nega tiva, como la que, de nuevo a
intenta enseñar a vivir según su estado y honra . Donjuan Manuel, el primer escri­
través de Vicente de Beauvais, encontramos a fmales de siglo en el texto castellano
tor con conciencia de tal, tiene muy presentes a sus lectores, entre los cuales tam­
del Lucidario:
bién podían contarse las mujeres, como él mismo señalará a la hora de justificar la
brevedad con la que trata el tema de la concepción en la V' parte:
E despues que Adan ovo entendido el yerro que avia fe c ho , canbio el nonbre a Eva. ca el non­
bre quelle solli a llam ar, varona, por la rrazon que yo te d¡xe.llamola de a lli adelante, muger,
Et porque este libro es fecho en ro man~e (que lo podrian leer muchas personas ta mbien om­
qu e quiere tanto dezir como cosa que es muelle e li via na para pecar. 'S
nes commo mugeres que toma rian verguen ~a en leerlo ... ) (p. 297)

En otra obra a tribuida al mismo autor, los Castigos e documentos del rey don San­
Mucho más compleja y ambigua es la intencionalidad que guía aJuan Ruiz en
cho, leemos en el prólogo que: «Aquel que fallo el lenguaje, [que habia nonbre)
las páginas del Libro de Buen Amor, pero tampoco los cuentos insertados desta­
Angelo , puso nonbre a la muger human, que quiere dezir dolor de marido ». El ine­
can, pese a corresponder a un contexto burlesco , por su misoginia. Por el contra­
xistente Angelo es, como señaló acertadamente Martín de Riquer, una confusión
rio, como señala María Rosa Lida/ s al moralizar sobre el primer episodio, el Arci­
con anglicus, ya que se trata de una ingeniosa etimología que circulaba entre los es­
preste expone una profesión de fe feminista (estr. ¡07-lOS) Y la funda en razones
tudiantes ingleses para explicar la voz woman por woe man. 26
teológicas, tal como solían hacer también en la Edad Media los defensores de las
En síntesis, los cuentos no hacen más que ofrecer un correla to analógico de lo
mujeres (estr. ¡09). La misma temática triangular, tan frecuente en losfablíaux y
que se refleja, y trata de razonarse a su modo, en otros muchos textos del siglo XIII.
cuentos orientales, como hemos visto, cambia de signo gracias a la mirada irónica
del Arcipreste. 19 El cuento de don Pitas Payas deja de ser un relato moralizador
contra la capacidad engañadora y lujuriosa de las mujeres para convertirse en una
352 MARÍA JESÚS LACARRA
ALGUNOS DATOS PARA LA HISTORIA DE LA MISOGINIA ... 353
sorprendente advertencia a los maridos que abandona n por largo tiempo a sus jó­ el número de receptores de tales historias que, sin embargo, hasta ahora las habían
venes esposas, siendo ellos los culpables de las consecuencias. podido escuchar desde el púlpito.
Tampoco los cuentos incluidos en el Libro del Caballero Zifar, pese a la proce­ Pese a la tardía versión romance, ambos ejemplarios remiten a textos muyan­
dencia oriental de muchos de ellos, conceden relevancia a la temática misógina. teriores. En el caso del Espéculo de [os legos estamos ante una traducción del Specu­
Destaca, en todo caso, el cuento 5, donde un padre interroga a su hija, hermosa y lum laicorum, compuesto en el siglo XIII por algún monje mendicante inglés. Más
culta, en torno al amor de las mujeres inconstantes. La habilidad de sus respuestas complejo es el Libro de los exemplos por a.b.c para el que se conocen fuentes múlti­
(que nos hace pensar en otra doncella sa bia de origen árabe, T eodor) hace que el ples pero no un modelo concreto que quizá nunca existió. Ninguna de las dos
padre se pregunte si hay algún maestro que enseñe todo esto . Las palabras de la jo­ obras son colecciones de sermones propiamente dichas, sino fragmentos susceptibles
ven (<<--Sí, en los monasterios mal guardados")Jo desvían la crítica hacia un sector de ser utilizados en la predicación y conformados ya en el molde del sermón, con
específiCO y lo alejan de las generalizaciones misóginas a las que estábamos acos­ independencia de que también pudieran destinarse a la lectura privada o pública .
tumbrados . El Espéculo de los legos comienza cada uno de sus capítulos exponiendo breve­
Por último, el primer ejemplario que conservamos en romance (aunque su mente un esquema sermonario, al que siguen un número variable de ejemplos con
fuente sea un texto inglés de la primera mitad del XIII), el Libro delosgatos,J' llama su moralización incorporada . El capítulo LVII se dedica a «De commo deue el
la atención por no incluir ni un sólo cuento alusivo a la mujer. El carácter fabulístico ame esquivar de morar con las mugeres", y el contenido no debió de juzgarse muy
de la colección no impide la existencia de unas glosas con una fuerte intención social, edificante, ya que uno de los manuscritos anota: «Este capitulo non se lea a la me­
pero dirigida contra los ricos y poderosos, tanto laicos como eclesiásticos. sa». Allí encontramos todos los argumentos ya conocidos desde siglos atrás, don­
Esta transformación en la visión de la mujer reflejada en los cuentos no es aje­ de se mezclan citas sacadas de la Biblia, principalmente Proverbios y Eclesiastés
na a una serie de cambios que se originan a lo largo del XIV y que repercutirán en (¡con una curiosa apelación a la autoridad de «Sant Son»!), con la famosa senten­
las obras literarias. Pese a la crisis que se percibe en los más distintos campos de la cia del fIlósofo Segundo, que encabeza el tema, y las referencias adulteradas al FI­
s~)Ciedad, se produce una expansión de la producción literaria debida a un aumen­ losófo por antonomasia, es decir Aristóteles, junto a San Isidoro. Este pasaje, cuya
to en el número de lectores. La difusión de la cultura romance, junto a algunos extensión me impide reproducirlo íntegro, es una muestra perfecta de cómo las
avances de otra índole como la generalización del papel, que abarata considera­ distintas tradiciones misóginas, aun discernibles en la España del XIII, han llegado
blemente la producción de manuscritos, favorece la ampliación del círculo de re­ ahora a una curiosa simbiosis:
ceptores. Este incremento va ligado a la secularización de los textos, origen de un
nuevo didactismo preocupado no sólo de la salvación de las almas sino también Segund dize Segundo Fdosofo , la muge r es confusión del ome e bestia syn fanura e cuydado
de la instrucción o diversión de los cuerpos. A ello habría que sumar la influencia continuado e guerra que nunca ~esa e danno curiano e casa de renpestad e enbargo de cuyda ­
ejercida por los nuevos textos artúricos que se van a ir traduciendo a lo la rgo de es­ do . Onde la conpannia de la muger es de fuyr por tres cosas. La primera porque enlaza"l ome,
te siglo. El conocimiento directo del TriJtán, Lanzarote, etc., irá modifiCando la se gund aquello que dize Salomon en el sereno ca pirulo del Eclesiasrés ... Lo segundo, es de
imagen negativa de la mujer para sustituirla, de forma generalizada en el siglo si­ fuyr la conpannia de la muger porque ensuzia alome ... E lo ter~ero, es d e fuyr la conpannia
guiente, por la de un objeto digno de ser idolatrado . de la muger porque despoja alome de las riquezas e de las virtudes .'. E segund dize el Filosofo,
la muger ama para engannar, e enganna para roba r ... Onde la muger es di cha en ellarin com­
mo ablandante e afalagante del varon (pp. 285-286)
EL DEBATE EN EL SIGLO XV

Con los relatos que se insertan en ambos ejemplarios sucede algo similar. Mu­
En el siglo xv el aumento de lectores, deseosos de acceder a obras en romance , chos de los temas en los que encontramos a la mujer son ya conocidos. Los mis­
y, posteriormente, la aparición de la imprenta serán factores que expliquen la di­ mos cuentos de Pedro Alfonso, pese a resultar aparentemente impropios para una
fusión de ejemplarios en lengua castellana, como el Espéculo de los legos y el Libro de moral religiosa, aparecen en los dos textos, con ligeras variantes explica bies por el
los exemplos por a.b.c. de Clemente Sánchez de Vercial. La necesidad de ta les com­ periplo del que han sido objeto. Las recopilaciones europeas, en especial las Gesta
pilaciones se justifica, como dirá Sánchez de Vercial en su prólogo, por la existen­ Romanorum y los sermones deJacques de Vitry, devuelven a España,pasados tres
cia de un amplio público que no sa be latín, vehículo lingüístico ha bitual de las co­ siglos, las mismas historias del judío oscense. A los cuentos de la esposa adúltera se
lecciones de exempla. Con estas versiones romances se amplía considerablemente viene a sumar ahora un amplio número de relatos protagonizados por monjes que
354 MARÍA JESÚS LACARRA ALGUNOS DATOS PARA LA HISTORIA DE LA MISOGINIA .,. 3)5

son víctimas de la tentación femenina, identificada como un instrumento, en mu­ adulterio se empañan con las consecuencia~ que tienen ahora esas argucias. El ma­
chas ocasiones diabólico. Esta imagen es la misma que refleja la iconografía romá­ rido sabio enga'ñado obra «mejor que algunos que dan luego de la cabec;:a a la pa­
nica en distintos capiteles, en los que puede verse a la mujer junto al demonio o red" (p. 151) Y busca con calma un ardid para dar muerte a su esposa. Tras elaborar
próxima a su representación animal, la serpienteY una mezcla mortífera la sitúa en una ampolla, pidiendo a la mujer, ante testigos,
Si la temática misógina de los ejemplarios no es nueva, viene, sin embargo, a que no pruebe la bebida . La desobediencia le lleva, como era de esperar, a buscar­
reforzar los argumentos del gran debate en torno a la mujer que se inicia en las pri­ se ella misma la muerte. El mismo motivo aparecía en el ejemplo XXVII del Conde
meras décadas del siglo xv.!J Aunque su reflejo en la literatura hispánica es muy Lueanor, aunque allí el final queda ba a temperado por el contraste que ofrecía la
anterior, el amor cortés parece alcanzar su máxima difusión en el siglo xv, entre perfecta esposa de Alvar Fáñez y por la maldad incorregible de la mujer que hace
los escritores asentados en la corte del rey Juan 11. A la clara idealización de la mu­ suponer tal conclusión. Sin embargo, en el Corbacho a este relato siguen otros don­
jer que llega hasta la idolatría de la «religio amoris», la reacción será aferrarse a los de unas veces las mujeres son víctimas de su propio pecado de desobediencia y
viejos argumentos misóginos, como ha señalado acertadamente M. Gerli.J 4 otras (como todo el capítulo XXIV) son ellas mismas asesinas, dando muerte a pa­
La oposición misoginia /a mor cortés no deja de resultar excesivamente sim­ dres, hijos, amigos o maridos. El Arcipreste, como hacían los predicadores cn los
plificadora, ya que ambas posiciones son dos visiones masculinas de la mujer, la púlpitos, refuerza la verosimilitud de tales casos relatándolos como vividos por él
segunda reflejo de la creciente secularización alcanzada por la literatura. En algu­ mismo.
nos casos la polémica, con reminiscencias de la dispu/atio escolástica podrá llevar
a que los mismos escritores, como los antecedentes de Andreas Capellanus y Boc­
caccio prueban, se muestren alternativamente partidarios de ambas posturas; e in­ A MODO DE CONCLUSIÓN
cluso, de obras como La Celestina, el Amadís o el Tirante pueden entresacarse citas
contrapuestas. La imagen de la mujer en los cuentos medievales escribe una página funda­
y curiosamente muchas voces profeministas y antifeministas recurrirán a los mental para comprender la historia de la misoginia. Ante las dos visiones contra­
mismos argumentos, con la diferencia de que los primeros dirigen ahora sus acu­ puestas, Ave/ Eva, sus autores parecen sentir especial atracción por la mujer como
saciones contra el amor y no contra la mujer. Las lapidarias respuestas del f¡Jósofo fuente de pecado, mientras que los poetas líricos o narrativos insisten, con mayor
Segundo aún siguen resonando - con las debidas modificaciones - entre los de­ frecuencia, en la imagen salvadora de la Virgen. La vinculación clara establecida
fensores de las mujeres, como el Tostado: entre el ejemplo y la predicación viene a reforzar esta postura.
Hemos visto cómo los argumentos y temas se reiteran de unas a otras colec­
Este Segu ndo dixo: La muger es eohondimiento del hombre. E esto deye se entender que pues­ ciones a lo largo de toda la Edad Media. Pese a ello con el transcurso del tiempo
to que la muger es causa, enpero el amor es el cohondimiento.J5 difiere su utilización por distintos sectores. A lo largo de los siglos XII y XIII la mi­
soginia visible en las colecciones de cuentos y sentencias traducidas de fuentes
La misma enumeración de grandes hombres burlados, ya tópica, se recuerda orientales, se apoya en los planteamientos intelectuales de la época. Escritos de fi­
pero no como argumento misógino: lósofos moralistas, naturalistas, teólogos, gramáticos, etc ., ofrecen el correlato
teórico a lo que los cuentos, de forma más explícita, ejemplifican. En el contexto al­
, E piensas que la s mugeres fueron suf,cientes para engañar a Ari stoteJes O VirgiJio' No lo fonSÍ se integran perfectamente en similares pla nteamientos. Al ampliarse los cau­
creas , ca el amor los engaño. ,.J 6 ces de difusión de la literatura en romance y abrirse paso enfoques cada vez más
secularizados, la aversión hacia la mujer se irá atemperando con otros modelos, y
Otros textos, como la obra del Arcipreste de Talavera son (pese a la insólita re­ los cuentos buscarán nuevos temas. Sin embargo, las implicaciones heterodoxas
/rae/atio fmal) una agria respuesta a las desviaciones heterodoxas del amor cortés. que toma la difusión de las teorías del amor cortés en la Castilla del XV, propiCIa n
Los cuentos utilizados en su sermón anticortés muestran, pese a la coincidencia la nueva reacción de los moralistas y letrados. En la segunda mitad del siglo el pro­
aparente con otros ya conocidos, la tendencia misógina cada vez más pronuncia­ ceso de secularización de la literatura parece frenarse. Para A. van Beysterveldt,J7
da y amarga. Sin embargo, no debemos olvidar que el Arcipreste rehuye hablar de quien sigue las tesis de Helen Nadar, la nueva actitud anticortesana en tiempos de
las buenas mujeres, dando pues por supuesta su existencia, aunque no entre las pá­ los Reyes Católicos es consecuencia del ascenso al poder de los letrados y del con­
ginas de su libro. Los posibles efectos cómicos de los tradicionales cuentos de siguiente declinar de la influencia intelectual de los caballeros en la esfera socio­
35 6 MARÍA JESÚS LACARRA

cultural. Fenómenos que van ligados a los cambios percibidos en los textos litera­ NOTAS
rios. Los mismos argumentos y cuentos volverán a utilizarse, con tintes cada vez
más pesimistas, pero ahora especialmente por un sector que representa una postu­
ra moral tradicionalista y conservadora que trata de retornar a la imagen de la mu­
jer de siglos pasados, frente a la idealización a la que la llevaba el amor cortés. lEI único estudio que a borda de ma nera global el tema de las mujeres escritoras en la edad media his­
pánica es el reciente artículo de A. D. Deyermond, Spain's Finl Women WTIlers, recogido en la obra co­
lectiva di rigida por Betn M iller, Women in Hispanic Lileralure. Icom and Fallen Idols, U niversity ofCaro­
lina Press, '98J, pp. 27-52; se centra, especialmente, en las flgu ras de Leonor López de Córdoba, Teresa
de Cartagena y Florencia Pinar. Para el panorama europeo contamos con una amplísima bibliografía;
cfr. el úl timo y excelente tra bajo de P. Dronke, Women Wrilers oflbe Middle Ages. A Critical Sludy ofTexls
jTom Pcrpeltia (t 203) lO Marguerile Porele (t 1]10), Cambridge, University Press, 1984; en las IV Jornadas
de Investigación Interdisciplinar (UAM, 5, 6 Y 7 de abril, (984) presenté una comunicación sobre La
mujer en la narrati7Ja bre7Je medieval, donde apuntaba alguna de las ideas que aquí desarrollo.

"Las referencias se hacen por las siguientes edd. a las que remito de forma abreviada, indicando, se­
gú n los casos, número de capítulo, cuento, página o folio: Pedro Alfonso, Disciplina Clericalis (OC), Za­
ragoza, Guara , 1980. Calila e Dimna (CD), ed. J. M. Cacno Blecua y M. J. Lacarra, Madrid, Castalia,
'984. Libro de 105 engaños (Sendebar), ed.J. E. Kellcr, Valencia. Castalia, 1959. Donjuan Manuel, El Conde
Lucanor (CL), ed. J. M. Blecud, Madrid. Castalia, 1969. El Espéculo de 105 legos Texlo inMilo de! siglo XV
(Spa.), ed.J. M. Mohedano, Madrid, CSIC, '95I. Libro de fas exenplos pora.b.c. (Ex.), ed.). E. Keller, Ma­
drid, CSIC, '961. Alfonso Martínez de Toledo, ATC/jmslede Tal'Niera o Corbacho (A. de T), ed.). Gonzá­
lez M uela, Madrid, Castalia, 1970. Fábulas de Esopo (Ysopele), fa cs. de la ed. de '489, Madrid, RAE, '929.
N07Je!la que Diego de Cañizares de laún en romance declaro y Iraslado de un libro llamado «Scala Codi» (Scala),
in Vmionescaslellanas de! Sendebar, ed. A. González Palencia, Madrid-Gra nada, CSIC, '946. Libro de los
Siele Sabios de Roma (Sabios), in Versiones caslellanas.

JCfr. San Isidoro, Etimologías, Madrid, BAC, 1982, IX, 7,16; Alfonso X, in Parudas, Madrid, Atlas,
1972, VII, tit. XIX, ley" castiga por igual a los que corrompen religiosas o viudas. Vid. R. Lansing, The
Thirleenlb Cenlury Legal Allilude Toward Women in Spain, "PMLA", XXXVI, J921, pp. 492-5°7.

4La iconografía del diablo como un ser negro, en representación de las tinieblas, de amplio reflejo
en el arte medieval, puede remontarse a la visión de San Macario de demonios bajo apariencia de etío­
pes, recogida en la Leyenda Dorada. Vid. el arto dejo Yarza Luaces, Del ángel caído al diablo medlóal. "Bo­
letín del Seminario de Arte y Arqueología", 6, XLV, 1979, pp. 298-316.

5Barlaam e Josaphal, ed. J. E. Keller y R. Linker, Madrid, CSIC, 1979, ms. P, p. 26}

60. J. Viera, "EI hombre cuerdo no debe/tar de la m,,)er ninpín ",-reIO", como lema de la /¡Úralura c!á,icd his­
pánica, .. Thesaurus", XXX, 1975, pp. 557-560.

7Vid. el estudio de A. Wulff, Diefrauenfeindlicben DicblUngen in den romanischen Lileraluren des Miue!­

357
35 8 MARÍA JESÚS LACARRA ALGUNOS DATOS PARA LA HISTORIA DE LA MISOGINIA ... 359

allers bi; zum El/de des X¡lljahrlultldrm, Halle, Max Niemeyer, '914 , p. 27, obra de especial interés para Media latina , México, FCE, 1976. La literatura misógina latina medieval también se difundió en la
Conocer la opinión de los autores latinos medievales. Península, pese al considerable retraso cul tural. Del famoso poema Arbore sub quadam, atribuidó al
monje Adam de Barking (s. XII), reprodu ce J. Amador de los Ríos, in Hisloria crítica de la fileralura es­
SI. Linn, !f Alllhe Sky Wm Parchmenl, .. PMLA», L11l, 1938, pp . 9jl-971. pañola, facsímil, Madrid, Gredos, 1969, vol. 11 , pp. 3j6-317, un ejemplar toledano.

"Remito abreviadamente a las siguientes edd.: Bocados de Oro (Bocado s), ed. M. Crombach, Bonn, 16Primera Cr6nica General de España, ed. R. Menéndez Pidal, Madrid, Gredos, !9H, vo l. 1, cap. 196, p.
Romaniscnes Seminar der U niversitat Bonn, 1971. Libro de los buenos proverbios (LB P¡, ed. H. Sturm, Le­ 477a. La historia de Segundo alcanzará notable difusión en Europa de nuevo gracias a Vicente de Beau­
xi ngton. The U ni ve rsit y l'ress ofKentucky, 1971. Poridal de las poridadeJ (Por.) ed. LI. A. Kasten , Madrid, vais y su Speculum Hisloriale. Cfr. C. Brown, Mulier esl hominis confussio, «MLN », XXXV, 1920, pp. 479­
Seminario de ESludios Medievales Espatioles de la Universidad de Wisconsin, 1917. 4 32 .

IOLa nómina de s,¡bios vencidos por la mujer, tan reiterada en la Edad Media, es re cogida por nume­ 17J . Walsh, in Versiones peninsulares del .Kilab adab alfalasifa» de Hunayn ibn Ishaq. Hacia la reconstruc­
rosos escrito res medi eva les. Por ejemplo, es el tema de un discurso de Carmesina a Tirante , in Tiran/tel ción de! . Libro de los buenos proverbios», «A I-An », XLI, 2, 1973, pp. 355-.184, demuestra cómo de estas colec­
Blal/co , ed . M. de Riquer, Madrid, Espasa-Calpe, 1974, ca p. LXVIII , y nota 31; vid. D. Comparetti, Vlrgi­ cione s de fliósofos se nutre la cultura medieval, con curiosas modifIcaciones como el hecho de que el
lio nel M,·dio Evo, Fireme, "La Nuova Italia» Editrice, 1937, vol. 11. Sóc rates misógino sea suplantado por Séneca.

"J. M. Ferrallte, Woman as Image in M eáuval LiteraluT<. From Ihe Twelflh Cenlury lO Danle, New York, ISU n buen re sumen de los argumentos eclesiásticos puede encontrarse in K. M. Rogers, The Trouble­
Columbia University Press, 197j, p. 3. some He/pmale. A Hislory of Misog;yny in Lileralure, Washington, University Press, 1973.

Il Algu nos lextos medieval es i nvi erten, por error o vol unta ria mente, estos térm i nos y 11 egan a afl rma r '9 PL, XXIII, col. 2/1.

que la mujer vive más que el hombre por tener menos encuentrOS sexuales. Esta modifI cació n parece
arra nca r de la si nopsi s que preparó Averroes de Parva Naluralla y que Miguel SCOto tradujo al latín a 20Para los sermones medievales siguen siendo impresci ndibles las páginas d e G. Owst, Lileralure and
mediados del siglo XIlI. Vid. D. Herlihy , Lijé Expmanciesfor Women in Medieval Society, in TheRoleof Pulpi! in Medieval England, Cambridge, U niversity Press, 1933.
Woman ¡nlhe Midále .1grs , London, Hodd er and Stoughton, '97j , pp. 1-22. La idea a ristotélica tendrá su
corre cto ca nal de difusión medieval en el Speculuti1 Nalura!e de Vi cente de Beauvais y desde allí ll ega a "Para H. Goldberg, Sexual Humor in Misog;ynisl Medieval Extmpla, in Women in Hispanic Lileralure,
la Glosa Casleffana a./ RegimienlO d""rincipes de Egidio Romano real izada por Juan de Castrojeriz, ed.J. Be­ cit. , p. 3.1, «these stories traditionally designated antifemini sl do not really reflec t hostility toward wo­
ntyto, Madrid , Instituto de Estudi os Políticos. 1946, libro JI , cap ítulo XXIII. men as much as a kind ofamused disdain oftheir sup posed victim s". Pero los textos aducidos no permi­
len albergar ninguna duda acerca de su primordial intención crítica y moral.
'JF. de Rojas, Tragicomedia de Callsto) Me/lbea, ed. D . Severin, Madrid, Alianza, 1969, p. jj; vid. el co­
mentario de P. Russell in Temas de "La Celestina», Barcelona, Ariel, 1973, p. 37j, YP. N. Dunn, .. Ma/eria 22Maní de Riquer, op. cil. , p. 171.
la mujer, el hombrcj"or'7w·'. Notes on /he Dtve!opmenl ofa Lopeal1 Topos, in .. Homenaje a W. L. Fichter», Ma­
drid, Castalia, 1971, pp. 189-199 'JAlfonso X el Sabio, Cantigas de Sanla María, ed. W. Mettmann, Vigo, ed. Xerais de Galicia, 1931,
cantiga LX; el tópi co vuelve a aparecer en las cantigas CCLXX y CCCXX y en numerosos autores me­
14Vid. el interesante a rt. de M. T. d' Alverny, Commenl leS lhiologien"l!es philosophes voienl laJemme, in dievales ; vid., D. W. Foster, Christian A ffegory in Early Hispanic Poelry, Lexington, The U niversity Press
«La femme dans la société des xe-Xllf c siédes. Actes du Colloque tenu a Poitiers les 23-2j septembre of Kentu cky, 1970, p. 10j.
197 6", Poiti t rs, Centre d'Etud es Supérieures de Clvilisalio n Médiévale, 1977, pp. Ij-39; F. Eiximenis, in
Tu, del Chresllil, cap. 93, prueba la inferioridad de la mujer por razones anatómi cas; vid. Maní de '-4?ara la posible existencia de una versión alfonsí de las Etimologías, consúltese el estudio prelimi­
Riquer, HI'ló,ia de la lileral"ra calalana, Barcelona, Ariel, 1964, vol. 11, p. 17 0 . nar dejo Gonól ez Cuenca a su ed. de las Elimolog!as de San Isidoro romanceadas, Salamanca, Ediciones
de la Universidad de Salaman ca, 1983.
15CfL , en He otros, junto al ya cil. de A. Wulff, los estudios de T. Neff, La salire desfemmes dans la poé­
sie Iyri'lue du /VIO)'el1 Age, Paris , 1900 (Geneve, Sla t 10 ne Rep ri n ts, 1974); J. de G helli nc k, L'mor de la fil/i­ '5Los L"cidarios españoles, estudio y ed. de R. P. Kinkade, Madrid , Gredos, 1968, p. 121. Más adelante,
ralllre laune all Xlfe nAle, Bruxelles, D esdee de Brouwer, 19j4; E. R. Cunius, Lileralura europea) Edad el ca pítulo 11 del Génesis propicia otra interpretación : ..Todos los omnes del mundo, tan vien el varon
360 MARÍA JESÚS LACARRA ALGUNOS DATOS PARA LA HISTORIA DE LA MISOGINIA ... 361

como la muger, todos han un angel bueno quel goarda a la mano derecha, e otro malo a la siniestra-; JI Tracta do queflzo el muy excelente e elevado Maestro en Santa Teologia e en Artes, Obispo ,!uefue de A 'vila,
por lo tanto, Eva "fue fec ha del costado esquíerdo; e por[ que] el espi ritu malo a mayor poder en aquella qUe llamaban el Tostado, estando en el Estudio , pore! qual se prueba por la Santa Escriptura como al ame es nesa­
parte que en la otra contralo, a su natura, en querer aquel m a l todo ella que el quiere.. . Y por esto, sario amar, e el qlle verdaderam en te ama es necesario que se tllrbe, in Opúsculos literarios de los liSias XIV a XVI,
«quando casa n el marido e la mugerde so uno, e les dizen la misa del casamiento, ponen a la mugera la p ró\. A. Paz y Meliá, Madrid, Sociedad de Bibliófrlos Español es, ,89" pp. 231-232.
sini est ra del marid o. (pp. 167-168). Alfonso X, in General Estoria, ed. A. G. Sola linde , Madrid, Centro
de Estudios Históricos, 1930, 1, 1, cap. IV, p. 6, retoma fielmente del Génesis las pal ab ras de Adán: "Et es­ )6EI Tostado. cit., p . 232.
ta sera llamada varonessa O vatonil por que fue tomada del va ron ...
)7 A. van Beyst erveldt, Amadis-EsplartditÍn-Cali,to-Historia de un linaje adulterado, Studia Humanita­
26 Castigos e documentos para bim vivir ordenados por el rey don Sancho IV, ed. A. Rey, Bloomington, In­ ris, Madrid , Porrúa. 1982: H . Nadar. The /'vlen doza Familj, in the Spani,h Renaissance.1350 to 1550, New
diana University, '952 , p. 32; Martí de Riquer, op. cit., p. 136, recoge una alusión similar en el Libre deles Brunswick, New Jersey, [979.
dones d e F. Eiximenis.

17A esta época pertenecen las primeras versiones conservadas en romance de los Distica Catonis o de
los Proverbios de Salomón. En éstos, junto a un alegato contra las a lcahuetas , leemos que «La mugier es
cosa vazia e vana, a las veus de su seso nOn vale un avellana» (estr. 124). Vid. ed. Kany, in «Homenaje
ofrecido a Menéndez Pidal .. , Madrid , Imprenta Hernando, 1925 , pp. 267-2 85 . La fecha de las traduccio­
nes no debe hacernos olvidar el temprano conocimiento de estas colecciones en sus versiones latinas.

28M. R. Lida de Malkiel,juall Ruiz. Seleeciones del . Libro de Buen Amor. y estudios criticas, Buenos
Aires, Eudeba, 1973, pp. 181-¡.84; también R. Gimeno, Women in the .Book ofGood Lave», in Women in
Hispa nic Literature, cit., pp. 84-96.

291an M ichael, The Funcúon ofthe Popular Tale in the "Libro de Buen Amor», in Libro de Buen Amor Stu­
dies, ed . G. B. Gybbon-Monypenny, London, Tamesis, 1970, pp. 177-218.

JOLibro del Caballero Zijar, ed. J. González Muela, Madrid, Castalia, 1982, p. 220.

J'EI Libro de los gatos, ed.J. E. Keller, Madrid, CSIC, 1958. Pese a lo que ha venido repitiendo la críti­
ca, los rasgos lingüísticos del texto obligan a retrOtraer la fecha de esta ve rsión hasta la segunda mita d
del Xl v; vid. B. Da rbord, El «Libro de/os gatos»; sur la struc/ure allégo n'que de {'exemple, .Ca hiers de li ngu is­
tique hi spanique médiévale», VI, 1981, pp. 81 -109, Y su ed. in «Annexes», IlI, Pari s, 1984.

J2É. Male, L 'aTl rellgieux du Xl/e sifc/e en Franee. Etude sur les origines de l'iconographie du moyen tige, Pa­
ris, Armand Colin, 1928, cap. x.

JJV. Cantarino, El antijeminismo y sus formas en la literatura medieval castellana, in «Homenaje a Don
Agapito Rey», Bloomington, Indiana , 1980, pp. 91-ll6, niega el carácter antifeminista de las anécdota s
recogidas en los ejemplarios.

HE. M. Gedi, La Religión de Amor y el antijeminismo en las letras castellanas del ligio XV, «HR», XLix, 1981,
pp. 6\-96, excele nte articulo donde recoge la extensa, y no muy convincente, bibliografía sobre el tema.

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