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José Ortega y Gasset

Historia como sistema


Guía de lectura

Asignatura: Historia del pensamiento español


Alumna: Estefania Navarro Marin
Teléfono: 628931430
Email: estefania.navarro1@um.es
Fecha: 05/12/2016

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ÍNDICE

– Sobre Ortega y Gasset. Pág.3


– Sobre Historia como sistema. Pág.5
– Resumen de la obra
– I. La vida, realidad radical, está sustentada en las creencias. Pág.6
– II. El ocaso de la fe en la razón. Pág.8
– III. Ideas y creencias. Pág.9
– IV. Crítica al fisicismo y al naturalismo. Pág.10
– V. Hombre y naturaleza. Pág.12
– VI. Eleatismo, naturalismo e intelectualización del hombre europeo. Pág.13
– VII. Hombre como drama. Pág.14
– VIII. El hombre no tiene naturaleza, sino que tiene... historia. Pág.16
– IX. Razón e historia. La razón histórica. Pág.18

– Valoración personal. Pág.20


– Bibliografía. Pág.21

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Sobre Ortega y Gasset

José Ortega y Gasset nació en Madrid en el año 1883, y murió en 1955. Fue un
filósofo y ensayista español, su pensamiento ejerció una fuerte influencia en posteriores
generaciones de intelectuales. Su padre era el periodista José Ortega Munilla, cursó los
estudios secundarios en el colegio jesuita de Miraflores de Palo, en Málaga;
posteriormente realizó sus estudios universitarios entre Deusto y Madrid, en esta
universidad de doctoró en Filosofía y Letras con la tesis sobre Los terrores del año en
mi en 1904, que subtituló como Crítica de una leyenda. Entre los años 1905 y 1908
terminó sus estudios en Berlín, Leipzig y Marburgo, y durante su estancia asistió a los
cursos de Hermann Cohen, neokantiano.

Ortega fue catedrático de metafísica, tras Nicolás Salmerón, en la universidad de


Madrid en el período entre 1910 y 1936. En el año 1916 se le designó como académico
de la cátedra de Ciencias Morales y Políticas. En 1923, Ortega fundó la Revista de
Occidente, y fue la publicación intelectual más tolerante y abierta al pensamiento
europeo del siglo XX. La editorial de la revista representaba a la más selecta
modernidad de la época, con su salón de tertulias. Ortega fue elgido como diputado tras
proclamarse la república en España, y fundó con Pérez de Ayala y Marañón la
Agrupación al servicio de la República. A partir del año 1936 se trasladó a Francia,
Holanda, Argentina y Portugal. Finalmente regresó a España en el año 1945 y residió
permanentemente en Madrid, a pesar de sis numerosos viajes al extranjero y en especial
a Alemania. Ortega y su discípulo fundaron en 1948 el prestigioso Julián Marías, como
Instituto de Humanidades. En la décadas centrales del siglo XX, Ortega ocupó un lugar
central en el desarrollo del pensamiento y la filosofía española. Fue maestro de diversas
promociones de jóvenes intelectuales; y además de caracterizarse por ser un brillante
divulgador de ideas, también consiguió crear un discurso filosófico de gran originalidad.
La gran parte de la actividad creadora de Ortega, la llevó a cabo en el periodismo,
mundo que conocía muy bien por razones familiares y que era muy adecuado a la
esencia de las tesis y propósitos orientados a recobrar la vida cultural de española.
Ortega colabora con una gran cantidad de publicaciones y además fundó en el año 1917,

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el diario El Sol, en 1915, la revista España, y en 1923 la Revista de Occidente.

Hay dos períodos claramente diferenciados en la obra de Ortega, de los ha


denominado primera y segunda navegación. Esta denominación procede del lenguaje
marinero, y la segunda navegación se refiere a la que emprende el barco cuando
permanece parado debido a la ausencia de viento, por ello es necesario utilizar los
remos y la fuerza de los propios brazos para poder continuar navegando. La primera
nación refiere a cuando el barco puede desplazarse porque hay viento, y corresponde
con el trayecto que hizo Platón tras el rastro de los naturalistas. La segunda navegación
es la más dificultosa y requiere gran esfuerzo, se caracteriza porque supone el paso de la
esfera del conocimiento sensible, a la conquista de lo suprasensible, es decir, el paso a la
metafísica.

Ortega trató temas muy diversos en sus artículos y ensayos totalmente


relacionados con la actualidad de la época, sobre temas de filosofía, política, literatura y
arte. La obra no Ortega no se corresponde con una doctrina sistematizada, sino que es
un programa abierto tal y como puede observarse en El espectador y en sus ocho
volúmenes publicados enre 1916 y 1935, que contienen diversos comentarios sobre
temas concernientes a la época.

Como denominador común del pensamiento de Ortega encontramos la temática


del perspectivismo, que da gran importancia al punto de vista individual y a las
circunstancias concretas del individuo, del que dependen las diferentes concepciones del
mundo. Otro denominador común es la razón vital, como un intento de superación de la
razón pura y la razón práctica de los pensadores idealistas y racionalistas. La verdad en
el pensamiento de Ortega, surge de la yuxtaposición de diversos pensamientos parciales,
en la que el diálogo constante es fundamental entre el hombre y la vida, que se
manifiesta a su alrededor en especial en el mundo del arte. El conjunto de las ideas de
Ortega tiene su núcleo en obras como La rebelión de las masas (1930), Historia como
sistema (1940) y ¿Qué es filosofía? (1958).

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Sobre Historia como sistema

Esta obra es la contribución de Ortega al homenaje que Klibansky realizó a


Cassirer, en el año 1935. Posteriormente fue publicado en diversas ediciones en la
Revista de Occidente, fundada por el propio Ortega, a partir de 1941. La razón que llevó
a Ortega a escribir la presente obra fue una conferencia que se proponía realizar en la
Asamblea para el progreso de las ciencias en 1934. Ortega nunca llegó a dar la
conferencia, pero los primeros capítulos de esta obra aparecieron en el diario La Nación
de Buenos Aires.

La obra tiene como punto de partida la crisis de la razón occidental y la crítica


que Ortega realiza de la misma. Para Ortega todo lenguaje, método y tiempo
historiográfico exige la existencia de un concepto de razón que explique las razones
porque las que surge y las creencias básicas sobre las que se fundamenta. La vida
humana es una realidad radical, a la que tenemos que referir todas las realidades
restantes, efectivas o presuntas, que aparecen de de un modo concreto en ella. Ortega
defiende la concepción de que la vida del ser humano es quehacer, ya que no le es dada,
sino que es necesario que la fabrique por si mismo.

El sistema es para Ortega, una integración y fundamentación, de todo aquello


que posee un principio, se trata de un conjunto en el que todo aparece interconectado.
Ortega presenta a la realidad como un sistema, en el que la vida es la realidad radical,
por lo tanto la vida es un sistema que encuentra su génesis en la historia. El hombre
siempre tiene que permanecer en actividad para poder sostenerse en la existencia, esta
es la principal característica de la vida humana. El ser humano se encuentra de pronto en
la vida sin saber las razones que lo han llevado a esa existencia, por lo que la vida le es
dada ya que no se la da a sí mismo. La vida le es dada al ser humano, pero es de suma
importancia percatarse de que, no le es dada ya hecha, sino que es necesario que la haga
el mismo, por lo que la vida consiste en un que hacer humano. Lo que caracteriza a lo
quehaceres que debemos llevar a cabo es que, el ser humano siempre se encuentra
forzado a hacer algo, pero no se encuentra siempre forzado a hacer algo determinado, es

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decir, que no nos es impuesto un quehacer determinado. Así, cada hombre ha de decidir
la acción concreta que va a realizar por su cuenta y riesgo, antes de realizarla.

Resumen de la obra

I. La vida, realidad radical, está sustentada en las creencias.

La vida, para Ortega, es la realidad radial, pero no en un sentido genérico, sino la


vida individual de cada hombre concreto. La vida es la realidad radical, porque es
anterior incluso al pensamiento del hombre. Debido a esta definición de vida, el ser será
para Ortega ser es vivir.

“La vida humana es una realidad extraña, de la cual lo


primero que conviene decir es que es la realidad
radical.”1

Bajo este concepto de vida, ésta no puede ser tratada desde las ciencias
naturales, ni por la filosofía tradicional, porque se trata de un concepto de vida de
aspecto bibliográfico, que incluye todo el conjunto de circunstancias que afectan al
hombre. Para Ortega vivir implica que el hombre se encuentra con el mundo, con lo que
es y con lo que hace, por lo que es un yo en el mundo.

El vivir del hombre también implica que ha de llevar a cabo una ocupación, que
depende de nuestras circunstancias concretas como seres vivientes. La vida del hombre
es un continuo proyectar el futuro, y actúa con respecto a una finalidad. La consecución
de la finalidad del hombre primero ha de realizar una elección constante entre diversas
posibilidades que se le presentan, y por ello la vida es libertad. El hombre tiene un poder
de decisión que depende de las posibilidades, que a su vez están determinadas por las
circunstancias concretas.
1 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.67

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“Antes que hacer algo, tiene cada hombre que decidir, por
su cuenta y riesgo, lo que va a hacer. Pero esta decisión
es imposible si el hombre no posee algunas convicciones
sobre lo que son las cosas en su derredor, los otros
hombres, él mismo.”2

Para poder decidir entre las diferentes posibilidades que se le presentan, el


hombre necesita de un sistemas de creencias al que adherirse, para así obtener los
principios para su actuación. Ortega realiza una distinción entre idea y creencia, la
primera consiste en un pensamiento espontáneo, y es un tipo de acto del pensamiento
que no siempre afecta al comportamiento del hombre; la segunda es una función que
orienta el comportamiento del hombre. Las creencias también forman parte de un
sistema articulado de forma lógica o intelectual, y están jerarquizadas. Debido a la
estructura de las creencias podemos comprender el orden interno en el que están
articuladas, y por lo tanto comprender la vida del hombre. Finalmente Ortega señala que
debe entonces existir un método que fije el estado de las creencias del ser humano en un
momento concreto, para poder compararlo con otro, y éste es la historia.

“Ahora bien: para fijar el estado de las creencias en un


cierto momento, no hay más método que el de comparar
este con otro u otros.”3

2 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.67
3 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.68

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II. El ocaso de la fe en la razón.

En este capítulo, Ortega se propone exponer los cambios de creencias que ha


experimentado el hombre a lo largo de los treinta años anteriores a su época. La
generación de pensadores a lo largo del año 1900, se caracterizaba por poseer aún fe en
la razón. El racionalismo fue el inicio de la Edad Moderna de la que en la época de
Ortega, se piensa, que ha llegado a su fin. El hombre del racionalismo confía
ciegamente en la razón, y ve posible a través de ella llegar a la verdad sobre todas las
cosas. En el siglo XVI y XVII el hombre occidental tiene la creencia de que el mundo es
racional, y que la realidad posee una estructura que coincide con el entendimiento
humano. La forma más pura del intelecto humano, era en aquella época, la razón
matemática, ya que en el siglo XVI ya se había perdido la Fe en Dios, y había pasado de
ser fe viva, a fe inerte. Al hombre ya no le basta la revelación para que le aclare sus
relaciones con el mundo, por ello los siglos XV y XVI, son épocas de crisis y de gran
inquietud. En el Renacimiento surge la fe en la razón, que es lo que salva al hombre de
su anterior pérdida de fe, se trata de una razón físico-matemática, que media entre el
hombre y el mundo.

“Creemos en algo con fe viva cuando esa creencia nos


basta para vivir, y creemos en algo con fe muerta, con fe
inerte, cuando, sin haberla abandonado, estando en ella
todavía, no actúa eficazmente en nuestra vida.”4

“El renacimiento es la inquietud parturienta de una nueva


confianza fundada en la razón físico-matemática, nueva
mediadora entre el hombre y el mundo”5

4 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.70
5 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.71

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III. Ideas y creencias

“Por eso decimos que tenemos estas o las otras ideas;


pero nuestras creencias, más que tenerlas, las somos.”6

En el hombre, las creencias son el sustrato básico sobre el que se articula su


vida, vive de ellas pero no suele pensarlas, por eso afirma que las tiene, pero en realidad
el hombre es creencia, en sí. Ortega diagnostica la urgencia de revisar la creencia en la
razón que durante siglos ha profesado Occidente. La creencia siempre se da de forma
colectiva, a ésto Ortega lo denomina, fe social. Y es necesario que la creencia individual
encuentre constituido un estado de fe colectivo. La opinión colectiva a principios del
siglo XX era la fe en ciencia, y ésta supone una realidad independiente al individuo con
la que han de contar, aunque su opinión sea contraria. Para que la creencia colectiva
influya sobre el hombre, no es necesario que éste crea en ella, porque posee realidad
más allá del individuo concreto. En la época de 1910 toda Europa se mostraba a favor
de la ciencia y le otorgaba derechos como un máximo valor humano, pero en la Época
de ortega la fe ciega en la ciencia se ha perdido, y naciones que se habían constituido
como los máximos exponentes científicos también han abandonado esa fe en la
actividad científica.

“Lo decisivo en este asunto es que, cualquiera sea la


creencia de cada uno de nosotros, encontramos ante
nosotros constituida, establecida colectivamente, una
vigencia social, en suma, un estado de fe.”7

6 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.71
7 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.72

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IV. Crítica al fisicismo y al naturalismo.

Ortega afirma que la ciencia está en crisis, y que en la época, la fe en la ciencia


ha pasado de ser fe viva, a ser fe inerte; lo que no significa que la creencia en la ciencia
se haya perdido completamente. El científico ya no puede dedicarse a su trabajo
teniendo como seguro el apoyo de la sociedad, sino que, debe dar cuenta de este cambio
de fe. Este cambio se ha producido según Ortega, porque la ciencia además de ocuparse
de la explicación de los fenómenos de la naturaleza, también ha pretendido realizar una
explicación sobre el hombre. Debido a ésto queda claro que la fe que el hombre puso en
la ciencia, solamente se correspondía con la fe en la razón físico-matemática, es decir
con el naturalismo.

“Resulta que sobre los grandes cambios humanos, la


ciencia propiamente tal no tiene nada preciso que decir.”8

De esta forma, el hombre no niega el gran poder de la ciencia, y los numerosos


conocimientos que le ha proporcionado, pero llega a la conclusión de que la naturaleza
es solo una dimensión de la vida humana, es decir, que la vida del hombre no se reduce
a naturaleza, y que por muchos conocimientos que tengamos de la misma, le faltarán
aún otros muchos para explicar la totalidad su existencia. Ortega, a continuación, realiza
una crítica a la razón física, ya que esta ha pretendido servir como explicación a toda la
existencia del hombre, pero aunque presenta buenos resultados en su explicación parcial
del mundo, a la hora de explicar una totalidad de fenómenos, fracasa.

“En el balance inexorable que es en cada instante el vivir,


la razón física, con todo su parcial esplendor, no impide
un resultado terriblemente deficitario. Es más: el
desequilibrio ente la perfección de su eficiencia parcial y
su falla para los efectos de totalidad, los definitivos, es tal
que, a mi juicio, ha contribuido a exasperar la desazón

8 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.73

10
universal.”9

La filosofía consiste para Ortega en eliminar todas aquellas cuestiones que jamás
se van a resolver, porque la vida pasa con rapidez y es necesario para el saber ser
consciente de la cuestiones a las que tiene que dedicarse, y la principal de ellas es el
descubrir el método de la verdad. La verdad para Ortega, es lo que en una época
determinada es verdad, y no un descubrimiento futuro. Ante la crisis de conocimientos
que sufre el hombre de su época, se ha encontrado con que no tiene verdades a las que
aferrarse, porque hasta su confianza en la razón física ha fracasado. Por ello, el hombre
ha de abandonar su fe en ésta razón, y depositarla en la razón vital o histórica.

“Todo mi pensamiento filosófico ha emanado de esta idea


de las calendas griegas. Ahí está en simiente toda mi idea
de la vida como realidad radical y del conocimiento como
función interna a nuestra vida y no independiente o
utópica.”10

9 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.74
10 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.75

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V. Hombre y naturaleza

“Cuando la razón naturalista se ocupa del hombre, busca,


consecuente consigo misma, poner al descubierto su
naturaleza.”11

En la naturaleza, las cosas tienen un ser, por lo que poseen una estructura que es
dada, y además fija. La razón naturalista, cuando se ocupa del hombre, intenta aplicarle
los mismo atributos que al resto de seres naturales, es decir, que tenga una estructura
dada y fija. Así el naturalismo estudia al hombre a través del estudio del cuerpo y de su
psique. Ortega señala que durante trescientos años este tipo de estudios no nos han
descubierto nada significativo sobre la verdadera existencia humana. Debido a este
fracaso, la fe en la razón ha entrado en decadencia, ya que la ciencia no puede dar
solución a los principales interrogantes sobre el hombre. Por ello queda claro para
Ortega, que el hombre no tiene naturaleza, porque no es una cosa, y hemos de pensar su
existencia con categorías totalmente distintas, a aquellas con las que pensamos los
fenómenos de la materia. Debido a la influencia del fisicismo, resulta de gran dificultad
el comenzar esta nueva tarea, porque éste nos ha obligado a dar la espalda a la realidad
de la vida humana.

“Pero el caso es que así llevamos trescientos años y que


todos los estudios naturalistas sobre el cuerpo y el alma
del hombre no han servido para aclararnos nada de lo
que sentimos como más estrictamente humano, eso que
llamamos cada cual su vida y cuyo entrecruzamiento
forma las sociedades que, perviviendo, integran el destino
humano.”12

11 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.76
12 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.77

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VI. Eleatismo, naturalismo e intelectualización del hombre europeo.

Al mismo tiempo que se desarrollaron las ciencias naturales, también lo hicieron


las del espíritu, que no han logrado que el hombre europeo tenga la creencia en ella, que
tenía en las ciencias naturales. El concepto de espíritu también resulta inadecuado para
dar cuenta de la verdadera realidad de la existencia del hombre. Descartes y los
filósofos de las ciencias del espíritu han cometido el error de no reformar la filosofía y
de seguir aplicando la doctrina del ser, como un ente que consiste en pensar. Ha habido
una transformación en el concepto de naturaleza desde Aristóteles, pero se ha mantenido
invariable el hecho de que somos esclavos del destino helénico, es decir, según Ortega
desde Parménides se busca en el ser una consistencia fija y estática. Se busca un ser
invariable y que siempre es lo mismo, lo que contradice la visión que Ortega mantiene
del hombre. Tanto Aristóteles como el positivismo, continúan en la búsqueda de algo
estático e invariable, pero poner como condición a lo real que sea idéntico, es para
Ortega, la mayor arbitrariedad de Parménides y de la tradición helénica. Pero tras la
filosofía de Kant, se demuestra al hombre que el pensamiento tiene sus formas propias y
que las proyecta sobre lo real, por lo que la realidad queda carente de toda forma y el
hombre ha de aprender a desintelectualizar lo real, par poder ser fiel a éste. Para Ortega
el naturalismo es intelectualismo, es decir impone una forma o proyección a lo real que
no le pertenece, sino que forma parte del pensamiento. Es necesario que el hombre
supere la idea de naturaleza, ya que procede de su forma de pensar el mundo, y no se
corresponde con la verdad sobre éste. El hombre ha de pensar la naturaleza a través de
conceptos con la finalidad de describirla, pero sin pretensión de descubrir una verdad
sobre ella.

“Renunciemos alegremente, valerosamente, a la


comodidad de presumir que lo real es lógico y
reconozcamos que lo único lógico es el pensamiento.”13

13 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.82

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VII. Hombre como drama

La razón físico-matemática, busca la naturaleza del hombre, a través del


naturalismo y del espiritualismo, pero no la encuentra porque no la tiene. Para Ortega el
hombre es un drama, porque no es una cosa, sino que solo encuentra dificultades para
existir. El propio existir no le es dado al hombre, sino que, se encuentra con que existe,
y lo único que puede hacer ante este hecho es procurar su existencia. De esta forma se
descubre que la vida, es en el aquí y ahora y además el hombre la va haciendo, ya que
no está hecha. El modo de ser del hombre es el ser difícil, porque el ser de la cosa es
suficiente, pero el ser del hombre es una tarea constante.

“El astro, en cambio, va, dormido como un niño en su


cuna, por el carril de su órbita.”14

En la vida del hombre, en cada momento concreto se le presentan diferentes


posibilidades, y dependiendo de las que elija, hará de sí mismo un hombre u otro
distinto. Por lo que el hombre es el único ente que se hace a sí mismo. La tarea más
determinante que emprende el hombre, además de hacerse a sí mismo, es la de
determinar qué va a ser como resultado de las posibilidades que ha elegido. Las
elecciones que realiza cada hombre en cada momento de su vida son el proyecto vital
que lo ha conducido a ser quien es. Respecto a las posibilidades que se presentan ante el
hombre cabe señalar que, éstas no son regaladas sino que el hombre tiene que
inventárselas, porque lo único que le es dado es la circunstancia, y además el hombre es
libre ya que ha de decidir entre diversas posibilidades.

“Lo único que hay de ser fijo y estable en el ser libre es la


constitutiva inestabilidad.”15

14 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.85
15 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.86

14
El hombre es un ser totalmente plástico, que puede hacer de sí mismo todo
cuanto quiera. El cuerpo y la psique del hombre no dan cuenta de los cambios que ha
sufrido para ser una clase de hombre u otro. El ser de lo viviente siempre es distinto de
sí mismo y por lo tanto debe ser pensado mediante conceptos que anulen su propia
identidad. Ortega afirma que el pensamiento tiene una gran capacidad para evitarse a sí
mismo, y como ejemplo se dan los conceptos ocasionales (aquí, allí, etc.), los conceptos
con lo que se utilicen para pensar la auténtica realidad han de ser de carácter ocasional,
por lo tanto.

“Por tanto, literalmente, lo que yo oso afirmar: que el


hombre se hace a sí mismo en vista de la circunstancia,
que es un Dios de ocasión.”16

16 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.88

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VIII. El hombre no tiene naturaleza, sino que tiene...historia

“He aquí una nueva dimensión de esa extraña realidad


que es la vida. Ante nosotros están las diversas
posibilidades de ser, pero a nuestra espalda está lo que
hemos sido. Y lo que hechos sido actúa negativamente
sobre lo que podemos ser.”17

En la realidad de la vida del hombre se dan diversas posibilidades, determinadas


por su circunstancia, que él elige de acuerdo a una creencias. Respecto al futuro está las
posibilidades que se abren ante el hombre para poder ser lo que elija ser, pero en el
pasado está aquello que ha sido. Ortega afirma que aquello que el hombre ha sido actúa
de forma negativa, sobre lo que podrá ser en el futuro y sobre las posibilidades de ser en
el presente. El hombre sigue siendo todas las cosas que ha sido en el pasado, pero en la
forma de haberlas sido. El hecho de haber sido de una manera concreta en el pasado, es
lo que le lleva a no serlo en el futuro. El hombre ha sido muchas cosas, y dentro del ser
que es hoy, las guarda todas ellas, para no volver a serlas, a ésto Ortega lo denomina
experiencia de la vida.

“El hombre europeo ha sido <<demócrata>>,


<<liberal>>, <<absolutista><, <<feudal>>, pero ya no
lo es. ¿Quiere eso decir, rigurosamente hablando, que no
siga en algún modo siéndolo? Claro que no. El hombre
europeo sigue siendo todas esas cosas, pero lo es en la
<<forma de haberlas sido>>.”18

Por todo ello Ortega llega a la conclusión de que el hombre es irreversible,


porque se ve obligado por las características de su ser a avanzar siempre sobre sí mismo,
a no repetir su ser pasado. La irreversibilidad del hombre es debida no a que no

17 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.89
18 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.89

16
podamos ir atrás en el tiempo, sino porque el hombre no puede volver a ser lo que fue,
por ello el tiempo nunca vuelve. La experiencia de vida del hombre no solo se compone
de su experiencia concreta, sino de la de todos los antepasados de la sociedad en la que
vive, y todo aquello que le transmite. Para Ortega, la sociedad es un repertorio de usos
de todo tipo, que son formas de vida que se han convertido en vigencia social, para ésto
es necesario el paso del tiempo y de esta forma deja de ser una forma espontánea de la
vida personal, y es adquirida por toda la sociedad. La vida como realidad, es por tanto,
absoluta presencia, del ser del pasado y del ser del ahora; y el pasado, es pasado por el
hecho de que forma parte del presente. El hombre en la vida como realidad, no es, sino
que va siendo en la forma de haber sido, porque es unión de pasado y presente. Según
Ortega hemos de decir que el hombre vive, no que el hombre es.

“Ese pasado es pasado no porque pasó a otros, sino


porque forma parte de nuestro presente, de lo que somos
en la forma de haber; en suma: porque es nuestro
pasado.”19

Para comprender lo que hechos sido y lo que somos, es necesario abandonar la


razón físico-matemática, y adoptar una razón narrativa que de cuenta de la historia del
hombre. Durante su vida, el hombre genera su programa de vida y crea una figura
estática de ser que responde ante las dificultades que sus circunstancias le plantean, de
esta forma va acumulando ser durante toda su existencia.

“El hombre va siendo y des-siendo.”20

Ortega concluye que el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene historia. La
historia es la mutación sustancial del ser que va siendo el hombre, y ya que es mutación
entonces es progresiva. El hombre progresa en el ser a través de la historia, porque nos
aclara progresivamente la realidad humana. El progreso exige que la nueva forma de ser
supere a la anterior, y para ésto es necesario que conserve al ser anterior y que lo
19 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.91
20 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.92

17
aproveche, a la misma vez que se apoya en él. La historia, por lo tanto, es un sistema
formado por todas las experiencias humanas, que se acumulan progresivamente. La
historia es ciencia sistemática de la realidad radical de la vida del hombre, porque
contiene todo el ser que ha sido y es el ser humano, y sin entender todo el sistema, no es
posible llegar a la comprensión de la realidad radical.

“El pasado es la fuerza viva y actuante que sostiene


nuestro hoy.”21

IX. Razón e historia. La razón histórica.

El hombre necesita una revelación para sentir que está en contacto con una
realidad distinta de él mismo. La idea de razón fue en el pasado una revelación, una
serie de ideas a la que el hombre se aferraba para dar una explicación a la realidad, pero
estas ideas orbitan sobre sí mismas, no le descubren una realidad, sino que simplemente
tratan sobre ellas mismas, por ello son lo contrario a una revelación. Pero hay otro tipo
de ideas que se nos presentan como trascendentes, porque son un modo de presencia
que la realidad absoluta exige. Al principio, la idea de razón fue una revelación, porque
poseía un sentido pleno que designaba a toda acción intelectual que pone al hombre en
contacto con la realidad. Pero a través de la historia, la idea de razón se fue despojando
de su significado primigenio, y finalmente se perdió la fe en ella, porque no suponía una
revelación para el hombre.

“El hombre necesita una nueva revelación. Y hay


revelación siempre que el hombre se siente en contacto
con una realidad distinta de él.”22

21 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.96
22 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.96

18
Es necesaria para el hombre una nueva revelación, porque cuando pierde la
creencia en otra realidad distinta a la de sus ideas, pierde la sensación de su propia
realidad, y se vuelve en una entidad imaginaria para sí mismo. El hombre solo se hace
compacto ante la presencia de algo trascendente que convierte a su ser en sólido,
surgiendo así la diferencia entre lo que el hombre es, y lo que imagina ser. El hombre al
haber perdido la fe en la razón físico-matemática, se queda solo ante sí mismo, por ello
se encuentra con su propia realidad como historia, y se ocupa de su pasado, ya que no
tiene otra cosa a la que aferrarse. Por ello la historia, se instaura como razón histórica,
como aquello que ha acontecido al hombre que constituye la sustantiva razón. La razón
histórica revela al hombre que hay una realidad trascendente detrás de sus teorías, y es
el propio hombre. La razón histórica no acepta el mero hecho, sino que tiene en cuenta
el cómo ese hecho se ha forjado, por lo que aclara los fenómenos del hombre a partir del
proceso por el que los lleva a cabo, que son ideas o interpretaciones que el propio
hombre realiza.

“La razón histórica es, pues, ratio, logos, riguroso


concepto.”23

23 Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva, pág.101

19
Valoración personal

Este libro nos presenta el concepto fundamental de la filosofía de Ortega: la vida


como realidad radical. Según éste, la realidad más inmediata e indudable es la vida y no
el sujeto pensante, tal y como defendía Descartes en su cogito, ergo sum. La primera
definición de la vida humana que realiza Ortega, es que la vida es la realidad radical.
Cualquier otra realidad ha de referirse a ella para tener sentido, ya que desde su vida, el
hombre da sentido a todo lo que existe. Para Ortega, la vida incluye no solo al hombre,
sino también al mundo que le rodea, esto queda reflejado en la afirmación: Yo soy yo y
mi circunstancia. Pero cabe tener en cuenta que la circunstancia en la que nace el
hombre, no es una realidad fija y determinada, porque depende de la perspectiva de cada
individuo concreto. El hombre siempre ha de estar realizando alguna actividad para
prolongar su existencia. El ser del hombre no es pasivo, ya que es su actividad la que lo
define; la muerte del hombre, por lo tanto, se identifica con la ausencia de actividad. Las
acciones que lleva a cabo el hombre, persiguen una finalidad que cada individuo
concreto debe elegir, porque la naturaleza no fija de manera determinante el proyecto
vital del hombre.

El hombre no se encuentra determinado a ser de una u otra forma, la


circunstancia en la que vive presenta siempre varias opciones, y éste las elige de
acuerdo a unas creencias. Los seres inanimados de la naturaleza siguen las leyes de la
física o los animales obedecen a sus instintos, los seres humanos, por el contrario, no
están determinados por leyes ajenas a su propia voluntad, sólo los determinan las
circunstancias y el ser del pasado. El hombre es libre para escoger, aunque las
posibilidades de elección que tiene no son ilimitadas. Por todo ello, el ser del hombre, el
sujeto, construye su vida por medio de la elección libre, y realiza su proyecto dentro de
la circunstancia en la que se encuentra. Pero para que el hombre sea capaz de diferenciar
entre su ser y lo que imagina ser, necesita de una trascendencia que le permita
discriminar entre ambas, por ello es necesaria la idea de razón histórica. El hombre a
través de la razón histórica descubre que su ser de ahora, es la unión de su ser del
pasado, y su ser del presente, que contiene al primero, así es capaz de llevar a cabo su
proyecto de vida, a partir de una creencia en una idea trascendente, que no le indica la
verdad sobre la realidad de la vida, sino que, es una interpretación que el hombre realiza
de la realidad en una etapa concreta de la historia.

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Bibliografía

• Novella Suárez, Jorge, “Crisis de Europa, crisis de España”, Boletín de estudios


de filosofía y cultura Manuel Mindán, Pensamiento español contemporáneo: La
Fenomenología en España, nº V, Fundación Mindán Manero, Calanda, Teruel,
2010.
• Ortega y Gasset, José, 2001, “Historia como sistema”, Madrid, Biblioteca nueva.
Introducción de Jorge Novella Suárez.

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