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HIPERBOREA.

LA CUNA DE LA RAZA ARIA


EL RETORNO A LOS ORÍGENES
C. Levalois

Primera edición española: Marzo 1987.


Colección de Estudios Tradicionales.

En una de las novelas de Barjavel, LA NUIT DES TEMPS, (1) una


expedición científica descubre, bajo el casquete del hielo del polo Sur,
una ciudad hundida desde hace varias decenas, centenares o miles de
años, vestigio de una civilización próspera y brillante. Para muchos, esta
excelente novela es una obra notable de ficción; la gente exclama:
"¡Genial! iQue ocurrente¡ ¡Habría que haberlo pensado¡", pero luego se
ponen a consumir otros libros. Para el espíritu curioso, para aquel no
anestesiado por el mundo moderno, una voz se alza misteriosa;
paralelamente, una duda se abre paso cuestionando las frágiles
apariencias del mundo moderno. Es posible que esta evocación de una
ciudad fabulosa trazada por los elementos desencadenados no sea solo
una novedad para él, sin que recuerde exactamente en donde, o cómo, o
en qué circunstancias, ha podido oirla por vez primera.

Una búsqueda se impone a partir de entonces. Muy lógicamente para


emprenderla hay que estudiar nuevamente los antiguos textos de la
humanidad. Con su contacto, éste espíritu curioso encontrará una vía, o
más bien elementos esparcidos que se parecen mucho a la trama de la
novela anteriormente citada. Tendrá incluso más: varios continentes,
países, ciudades, desaparecidos. Su pasado se ampliará
desmesuradamente. Podrá comprender esta frase de André Breton: "Lo
realmente admirable en lo fantástico, es que no existe lo fantástico, solo
existe lo real".

Contrariamente a lo que pudiera aparecer, en el inicio, una investigación


más seria, le proporcionará las certidumbres de los hombres de la
Antiguedad, por no mencionarlos más que a ellos, que volvían sus
miradas hacia el polo norte y no hacia el ártico, como en la novela de
Barjavel, designando claramente este elemento como el de una lejana y
lamentada edad de oro, en donde duermen, al abrigo de los espíritus
impuros, ciudades prestigiosas, remansos de paz, de justicia y felicidad,
habitadas por seres más próximos a los dioses que a los humanos, tales
como hoy los vemos. Entonces una palabra mágica, de misterioso poder
evocador, se escapará de los labios para llamar a este lugar maravilloso:
HIPERBOREA.

(1) Edición francesa, Presses de la Cité, 1968.

EL NORTE Y EL ORIGEN

Numerosos son los autores de la Antiguedad que hablan de Hiperbórea o


de Thule, su centro y que sitúan el origen de nuestro mundo. En el siglo
IV av. de JC, la creencia en una tierra maravillosa, de sabios inmortales,
situada en el Norte de Europa, más allá del Océano, es tan fuerte que un
navegante griego de Marsella, Pytheas, hará un viaje que le llevará hasta
Islandia, Noruega y quizás hasta el mar Báltico y que, según los
fragmentos que han llegado hasta nosotros, superó el Círculo Polar Artico
(2). En el 306 de nuestra era, el emperador Constancio Cloro buscó en el
Norte de la Gran Bretaña esta tierra en la que no se ponía el Sol (3).

Luego, no hubo más preocupación por el tema hasta que emergió el ciclo
del Grial, renacimiento de las enseñanzas tradicionales pre-cristianas, en
las cuales el simbolismo polar es fundamental. El lugar dónde se
encuentra el Vaso Sagrado, dispensador del conocimiento supremo (4),
es una isla, un castillo, una montaña, o, en ocasiones, los tres a la vez,
es decir, un punto central, polar, inmóvil en medio del movimiento. Un
largo y peligroso viaje es necesario para acceder allí (5).

Más tarde, de nuevo el silencio. No es sino mucho después, en el siglo


XVIII, cuando Jean Sylvain Bailly, el primer alcalde de Paris, guillotinado
en 1793, sostendrá en las LETTRES A VOLTAIRE SUR L'ATLANTIDE DU
PLAT0N, que el origen de los europeos -que más tarde se llamarán
"arios"- hay que buscarlo en el Norte. Se basaba para afirmar esto, en
las viejas tablillas indias introducidas en Francia hacía poco y sobre
ciertas mitologías europeas. Algunas decenas de años más tarde, Fabre
d'Olivet recuperará esta tesis, adornándola con productos de su fértil
imaginación, en HIST0IRE PHILOSOPHIQUE DU GENRE HUMAIN (6).

Antes de examinar los elementos que han permitido a Bailly, así como a
otros autores como Warren, Rhys, Ti-lak, sostener que el origen de la
raza blanca es ártica y no asiática o de cualquier otro lugar (7),
llevaremos nuestra atención sobre la "nostalgia" del Norte y de las
diferentes islas maravillosas, análoga y paralela a la "nostalgia" de la
Edad de Oro.

Entre los griegos, Apolo, dios civilizador, venía del Septentrión. Para los
hindúes, en el Norte se eleva el Monte Meru, eje del mundo, alzado sobre
el ombligo de la tierra -otro símbolo del centro- que se une a la estrella
polar. Próximo a él, "al norte del océano de leche" está el "Sveta-dvipa",
"la isla blanca", en donde "se encuentran hombres de un blanco
centelleante" (8). Hécate de Abdera refiere que la madre de Apolo, Leto,
ha nacido en Leuky, "la isla blanca"; los sacerdotes de esta isla están
volcados completamente a su hijo. Para el Islám, en el polo -"Qutb", que
designa igualmente a una persona de la jerarquía espiritual- está la
montaña "Qaf". Para todos se trata de la tierra originaria, "supremo
hecho" -"T'ai ki"- para los chinos, la tierra de los ancestros, de aquellos
que están, a la vez, muertos y vivientes, es decir, de los inmortales.

(2) JEAN MABIRE, Thule o el sol reencontrado de los hiperbóreos, R.


Lafont, 1978.
(3) Algunos historiadores de la antigüedad llamaban a Gran Bretaña,
Hiperbórea; su nombre antiguo, Albion, tiene una estrecha relación con
la mítica "isla blanca".
(4) En tanto que "vaso sagrado", el Grial, cuya temática narrativa
procede de "la materia de Bretaña" y, por ello de la tradición céltica,
equivale a Coiri, el Caldero de Dagda, originario de una "isla al Norte del
Mundo".
(5) Cf. JULIU5 EUOLA, El misterio del Grial y la idea gibelina del Imperio.
Plaza Janes, 1977.
(6) Existe un resumen amplio en "Los mil libros". Espasa, 1944.
(7) Recientemente la historia oficial no tenía ojo más que para el
"reciente fértil" próximo oriental, origen de "la" civilización.
(8) Extraido del "Narayaniya Parvan. Mahabarata". Ed. Cervantes, 1969.

Los Tuata de Danan, la tribu divina que ha colonizado Irlanda, viene de


las "islas del Norte del mundo". Una de las etimologías de Thuat -además
de su sentido de tribu, de pueblo- es That, "La Tierra del Norte". Por el
contrario, la tradición semita ve allí el origen del mal. En Jeremías (1-13-
16) se escribe: "Es del septentrión desde donde la desgracia se
extenderá a todos los habitantes del país". Esta oposición, sobre la que
insistiremos, no puede en absoluto extrañarnos pues existen dos formas
diferentes de concebir la divinidad, que Evola ha designado bajo los
nombres de "Luz del Norte" y "Luz del Sur". El polo positivo de los unos
es el negativo para los otros y viceversa.

Los textos sagrados hacen, frecuentemente, referencia al polo y a su


simbolismo muy rico. Remiten también a lugares mitificados que han
encarnado este polo, sea por que se encontrasen en él, sea por que
fuesen su imagen; tierra perdida tras un cataclismo, trastornos cósmicos,
debidos al ascendiente tomado por fuerzas negativas que, gradualmente,
alejan a los hombres del centro original.

Las realidades metafísicas y físicas son una: es ilusorio pensar que se las
puede separar. Así, hay una simbología polar propia de una raza del
espíritu, e incluso propia de la raza del espíritu. El eje se identifica con el
Ser, en el Uno, el Principio, el "purusha" de los hindúes, el no-actuar
comparado al "motor inmóvil" de Santo Tomás y Aristóteles... en torno
del cual todo gira, que da su verdadero impulso al denevir, que modela y
ordena la materia. Es el sentido del "Shacravarti" de la Tradición budista,
"el que hace girar la rueda"; encarna el polo y ha superado todo
condicionamiento por la materia y el tiempo; ha vuelto a la raíz divina, la
fuente y el corazón de todo, la luz primordial. Este centro es también una
expresión geográfica, olvidada, perdida, difícilmente accesible, que el
héroe o el asceta debe reintegrar. Incluso si no puede alcanzar el polo
original, por su acción, su contemplación, su irradiación, debería
reconstruir uno, a su imagen, ciertamente un sucedáneo, pero que,
frente a las condiciones cíclicas cumplirá perfectamente su "función". La
gran dificultad que experimentará para reencontrar, mediante la
contemplación, este centro, equivale a la dificultad que tendrá al
reencontrarlo, en tanto que manifestación física, o a rechazarlo.

En muchas leyendas, estos centros son islas o montañas, tal como lo


hemos señalado antes por la leyenda del Grial. El simbolismo es
fácilmente comprensible: la isla se opone al agua como lo inmutable se
opone a lo impermanente, el Ser al devenir, las aguas cambiando de
continuo pero siendo también el elemento que sirve para la purificación y
la regeneración. Así, en la EPOPEYA DE GILGAMESH, el héroe debe
buscar la hierba de la inmortalidad en el fondo del océano. Igual que la
montaña que, además de su configuración vertical unificadora del cielo y
de la tierra, simboliza la estabilidad, lo que escapa al cambio, en cierta
medida lo eterno: "Se inquebrantable como una montaña", está escrito
en el Rig Veda y dirigido a todos los soberanos. Hemos evocado a Thule
o Tula, sobre la que volveremos más adelante Leuky, "la Isla Blanca",
cuyo nombre procede de la palabra griega "Lyké" que designa a la Luz.

Existe también el Avalon, la isla en la que, según algunos cuentos de la


saga del Grial, Arturo está dormido. El nombre de esta isla nos remite a
tres orígenes posibles que se complementan notablemente: de una
parte, significa "manzana", que deriva del kimrico "afal", "manzana";
sería pues la isla de las manzanas; encontraremos un eco en esto del
mito del Jardín de las Hespérides en donde están guardadas las
manzanas de oro -que Hércules va a conquistar- que confieren la
inmortalidad; o también estarán en relación con las manzanas guardadas
por Idum , en la mitología nórdica, que tienen el mismo poder.

Por otra parte, Avalon, llamado también Aaballon, es similar a Abellio,


Ablum, Alba, Albion, nacidos de la palabra latina "Albus", "blanco";
Avalon sería pues la "isla blanca", la "cuna de los arios", asimilada al polo
y que, corresponde al Sveta-dvipa, del que ya hemos hablado, entre los
budistas. En la mitología griega varias islas están situadas en el extremo
norte. Ogigia, la isla de Calipso, en la que fue retenido Ulises y al que
propuso la inmortalidad. Calipso es la hija de Atlas, es decir, hermana de
las Hespérides, detentadoras de las manzanas de la inmortalidad.
Algunos textos sitúan a Atlas en el Norte, Apolodoro ha escrito a su vez
"Atlas está en pié en el país de los hiperbóreos". Las dos primeras letras
de Ogigia, Og, quieren decir "joven" en celta, tal como atestigua "Tis nan
Og", es decir, "la tierra de los jóvenes", isla paradisíaca. Ogyges, o
también Ogigos o Ogy-gos, designan a un antiguo rey griego, bajo cuyo
gobierno habría tenido lugar un diluvio anterior al que consta en el mito
de Deucalión. El diluvio de Ogigia concierne con seguridad a la isla de tal
nombre, la "tierra de los jóvenes", un centro hiperbóreo perdido en el
curso de las eras.

Plutarco (9) sitúa la isla de Ogigia "hacia el Oeste de Europa a cinco días
de navegación " (10). Los celtas sitúan Tir na n Og al "nor-oeste de
Irlanda", aproximándola a Thule, de la que Estrabón (11) dice que se
encuentra a seis días de navegación de Bretaña. Según Plutarco, existen
asi mismo, otras tres islas, más al oeste en las que, durante el verano,
las noches duran una hora apenas. En una de ellas se encuentra Cronos,
el dios que reina desde la Edad de Oro. Esto es asimilable a las "cuatro
islas al Norte del Mundo", de donde proceden, en la mitología céltica, las
Tuatha de Danan, tal como ya hemos señalado.

En la mitología griega, se hace referencia a otra isla, Ortygia, cuyo


nombre es semejante a Ogygia , en donde Leto, diosa venida del Norte,
da a luz a Apolo y Artemisa. Habría mucho que decir sobre este mito,
como sobre muchos otros que, en la mitología griega hacen referencia y
aclaran considerablemente la influencia hiperbórea en aquella cultura y
sobre la filiación auténtica de algunas corrientes que ilustraron, fuera de
las alteraciones foráneas, el orfismo y el pitagorismo. Ortygia significa
"isla helada" o "isla de las codornices”. En la tradición hindú, la codorniz,
es uno de los símbolos de la aurora, de la luz; de la primavera en la
Tradición china y, por ello, de la Edad de Oro.

Así, por este otro aspecto del mito, Apolo se relaciona con Hiperbórea
una vez más. Inaugura, por su nacimiento que es, primeramente un
renacimiento, un centro secundario de la tradición polar, el OMPHALOS.
Es preciso señalar a este respecto que Ogygia, antes del nacímiento del
dios nórdico, es un territorio desértico, infertil, desheredado y tras su
nacimiento se torno en "Delos", "la brillante". Otro detalle importante: en
el instante de su nacimiento, un grupo de cisnes dió siete veces la vuelta
a la isla. El cisne es uno de los símbolos de la Edad de Oro, que Apolo
utiliza para regresar periódicamente a Hiperbórea y del cual se sirve
también Lohengrim para alcanzar su tierra originaria. La cifra siete
corresponde aquí a los siete manú de los siete primeros manvantara del
actual Kalpa y marcan así la relación de Apolo con el Manü primordial y
los siete siguientes, de ahí su carácter polar -ya que a cada Manú le
corresponde un "dvipa", una isla o un polo- y su legitimidad.

Irlanda fue colonizada por los Tuatha da Danan, extrayendo su nombre,


Eire, Erin, de una diosa de estos mismos pueblos. Quiere decir, "isla
verde". El paralelismo con "Groenlandia" es evidente (Groenlandia =
Tierra Verde), tanto más cuanto que la tradición céltica sitúa su origen
en el Norte, nor-oeste, de Irlanda. El verde es el color de la vida, de la
vegetación, pero también de la iniciación y de la regeneración (12). Otro
paralelismo a establecer es con el Grial, tallado, según ciertos textos, en
una esmeralda, una piedra verde.

Siempre a propósito de los Tuatha de Danan, hemos dicho que sus islas
originarias son cuatro, con un centro que representa la "quintaesencia
(...) de los hermetistas, el elemento primordial del que proceden los
otros cuatro" (13). Cada isla tenía una ciudad dirigida por un druida.
Antiguamente, Irlanda era llamada "Isla de los cuatro maestres". Cuatro
como los puntos cardinales, las cuatro edades de nuestro ciclo, las cuatro
estaciones, es decir los elementos que simbolizan el movimiento a partir
de un punto central del que hemos hablado que es inmutable, el Ser, el
Uno; el eje cuya expresión más acabada (de este polo y de las cuatro
direcciones) es la svástica.

Un texto chino menciona un emperador que ha invitado a "los cuatro


maestres", a una isla lejana. La Irlanda mítica cuenta con cinco re¡nos.
Cuatro siguiendo los puntos cardinales, siendo el quinto el central; allí
había un rey supremo. Su capital es Tara, palabra que como indica René
Guenon en EL REY DEL MUNDO "... significa "Estrella" y designa
particularmente a la estrella polar". Este reino central es llamado "reino
del mediodía", es decir, "MIDE" que procede del celta "mediom", del latín
"medius" y quiere decir: "medio". El parecido con la China, llamada
"Imperio medio", es concluyente. Los chinos, frecuentemente, han
evocado "la vía media" que se identifica con la Vía del Cielo, con el
“invariable medio". Lo que no puede explicarse más que por una fuente
común de la tradición celta y de la tradición china.
Es pues en la tradición hindú donde este conocimiento y la conciencia de
un origen polar, es el mejor conservado, aunque, aquí también, haría
falta esperar a principios del siglo XX para que un brahman, Lokamaya
bal Gangahar Tilak, explicase numerosos fragmentos de los VEDAS y del
ZEND AVESTA extrayendo lógicamente la conclusión de que las
condiciones descritas no eran posibles más que para las personas que
habitasen en los polos o en sus inmediaciones.

La obra (10) que contiene la mayor parte de sus investigaciones es


fundamental para comprender el tema que nos interesa aquí. René
Guenon hizo de él una obra de consulta tal como atestigua su traductor y
prologuista Jean Remy: "Este libro era conocido perfectamente por
Guenon y constituía sin duda, a juzgar por su correspondencia, la
principal fuente en la que se apoyaba para afirmar el origen hiperbóreo y
polar de la "Tradición Primordial". Los VEDAS son los más viejos textos
sagrados que poseemos. El mas antiguo, en su forma escrita, el RIG-
VEDA, se remonta al 1500 a. JC. Sin embargo estas fechas no son
importantes pues estos textos pertenecían a la "Shuti", es decir, a la
"revelación", cuyo origen, no humano, se pierde en la noche de los
tiempos.

Hubo, antes de su redacción, una larga tradición oral; precisamente uno


de los trabajos de los brahmanes consistía en conservar estos textos
primordiales, estas leyes de los dioses, expresión de un saber superior
-en sánskrito VEDA quiere decir "saber". Estos textos son llamados
"mitya", eternos, "anadí", sin comienzo, "a-purusheya", sin creación
humana. En el MAHABARATA está escrito: "Los grandes rishis a los que
Svayam-bhú ("aquel que ha nacido de sí mismo") ha dado la potencia,
han obtenido gracias a los tapas (austeridad rel¡giosa) los Vedas y los
Itihasas, que han desaparecido a fines del precedente yuga"(15).

(9)
(10) En De facie in Orbe Lunae.
(11) En Geografía.
(12) Las ocultistas hablan del rayo verde de esencia cósmica, fuente de
vida para los seres puros y de desgracia para los impulsos.
(13) En "El Rey del Mundo", de R. Guenon, Gallimard, 1983.
(14) Origen Polar de la Tradición Védica, Arché, 1979.
(15) Citado por Tilak, ibidem, pag. 352.

Los rishis son los grandes sabios del inicio de nuestro ciclo que, bajo la
inspiración directa de los dioses, reencuentran el conocimiento eterno,
perdido a finales del ciclo precedente y que transmiten
escrupulosamente. Se trata de una tradición en el sentido más estricto
de la palabra (TRADO, TRADERE; entregar, transmitir) de un saber, de
un conocimiento superior, divino, que escapa, por su naturaleza, al
tiempo, pero que se ha perdido para los hombres, al filo de las eras. Esto
concuerda con la tradición occidental en la que se afirma en los EDDAS
que tras el RAGNA-ROK, los dioses supervivientes que estarán
relacionados con el próximo ciclo, "encontrarán en la hierba las tablas de
oro pertenecientes a los Ases" (16). Igualmente en el mito escandinavo,
Balder, el dios que personifica la Edad de Oro, vuelve de Hel, la tierra
helada de los infiernos, la morada de los muertos situada al norte, donde
le había “enviado" su hermano Hodr, ciego y sombrío, que personifica a
la noche, la Edad Sombría. Así, es preciso igualmente comprender estos
versos de Séneca, extraidos de MEDEA:

"En los siglos futuros, una hora vendrá en que se descubrirá el gran
secreto tragado por el océano. Se descubrirá la potente isla, Tethys, de
nuevo, desvelará su misterio, y Thule, a partir de entonces, ya no será el
país de la extremidad de la Tierra".

El último verso indica que el centro primordial está lejos de los hombres,
cada vez más lejos en la medida en que la involución cíclica avanza, pero
que al inicio del próximo ciclo, los hombres de nuevo podrán acceder a
él. Esta estrofa se parece a otra extraida de los EDDAS:

"Ve emerger
una segunda vez
una tierra de las olas;
eternamente verde;
fluyendo de las cascadas
por encima planea el águila
que en las montañas
persigue al pez" (17)

Esta tradición perdida y luego reencontrada al inicio del nuevo ciclo, es el


telón de fondo de las leyendas referente a un rey perdido, en letargo,
una de las más antiguas forma parte de la mitología griega y se refiere a
la primera edad, que se trata del sueño de Kronos (dios de la Edad de
Oro). A este respecto, Tilak observa que "cada manvantara o edad tiene
así su propio Veda, que no difiere de un veda antidiluviano más que por
la expresión y no por el sentido y estas diferencias de expresión son
debidas a la imperfección del recuerdo de los rishis (...) que reproducen,
al inicio de cada era, el conocimiento que han heredado como una fé
sagrada que les viene de sus ancestros del precedente kalpa" (18).

En otra obra, ORION OR RESEARCHES INTO THE ANTIQUITY OF THE


VEDAS, Tilak demuestra que el Taittiriya Samhita y los Brahamanas, se
refieren en algunos fragmentos al equinoccio de primavera cuando éste
se encontraba en la constelación de las Pléyades, lo cual no fue posible
sino hasta el 2500 a. JC. Otros textos, principalmente en los himnos del
RIG VEDA, se sitúa el equinoccio de primavera en la constelación de
Orion, lo que se remonta al 4.500 a. JC. Por fin otros fragmentos hacen
alusión claramente a la posición de este mismo equinoccio en la
constelación de "Punarvasu", lo que correspondería ¡al 6.000 a. JC!.

Pero esto no es todo, pues una atenta lectura de los textos sagrados
hindúes y mazdeistas, especialmente los estimados como "más antiguos"
ha persuadido a Tilak de que las condiciones a las cuales hacen
referencia no podrían darse más que en una sola región de la tierra: el
Polo Norte, en la región del Círculo Polar.
Veamos primeramente cuales son las características del Polo y de las
regiones vecinas. Lo que sorprende ante todo al observador situado en el
polo es la duración del día, la extensión de la noche, que separan albas y
crepúsculos igualmente largos. Tilak cita una fuente que permite
comprender este fenómeno: “El año polar se divide así: 194 días de Sol,
76 días de oscuridad, 47 días de alba y 48 de crepúsculo". Naturalmente
estas duraciones son variables en función de la latitud. Más se aleja uno
del polo en dirección al ecuador, más rápida es la alternancia, las albas y
los crepúsculos se vuelven más cortos. Otro tanto ocurre con los días y
las noches. He aquí otra característica: en el polo, el Sol, cuando se
encuentra por encima de éste, no se pone por el Oeste como en todas
partes, sino que parece girar en torno a un eje invisible. Y otro tanto
ocurre con los de más astros.

Provistos de estos conocimientos, algunas leyendas nos parecen más


claras. Esto explica el por qué los VEDAS dividían el calendario en dos
grandes partes; el "Pitriyama", "camino de los padres", que va de
noviembre a marzo, el "Devayana", "camino de los dioses", que va de
mayo a agosto. La misma dicotomía se vuelve a encontrar en la
mitología céltica, en la cual el año está separado en "Giamonios" de
noviembre a abril, incluidos y "Semonios", de mayo a octubre (19). Estos
calendarios no pueden ser más que polares. Hécate de Abdera describe
los tliperbóreos como vivientes bajo un clima igual, con una duración
anual de seis meses de día y seis de noche.

(16) Oglfaginning, pag. 52, traducción R. Boyer.


(17) Völuspa, estrofa 59. Traducción de R. Boyer.
(18) Tilak, por lo que se refiere a la ciclogia no emplea los mismos
términos que Gaston Georgel.
(19) Sobre este tema Cfr. "orígenes árticos de la tradición védica", de
Jean Remy, revista KADATH, pg. 34, que aporta numerosas explicaciones
muy interesantes sobre el calendario celta.

En el ZEND AVESTA, a una pregunta de Yima, el primer hombre, Ahurá


Mazda, el dios supremo, responde a propósito del Airyama Vaejó: "Aquí,
las estrellas, la luna , el sol, no deben alzarse más que una vez al año y
un año no parece ser más que un día”. Tilak recuerda una antigua
costumbre India que considera que es malo morir durante el "Pitriyana",
debiéndose conservar el cuerpo hasta el "Devayana", para realizar
solamente en este período las ceremonias fúnebres. Aquel que moría
durante el Pitriyana corría el riesgo de ser arrastrado por los demonios
de la oscuridad. Tilak señala: "incluso hoy, morir durante la noche está
considerado como un mal augurio, y los funerales tienen lugar
generalmente despues de levantarse el día”. ¿Hay que ver en este hecho
el origen de la tregua invernal de los combates en la Edad Media?.

La alusión a un año polar se manifiesta en algunos textos hindúes. "Un


año de los mortales es un día y una noche de los dioses"; y esta es la
división: "el día responde al paso del sol al norte y la noche a su paso al
sur" (20). Este otro texto es igualmente significativo: "El día y la noche
forman juntos un año para los habitantes de este lugar" (21). Tilak
observa que Ushar, la diosa del amanecer, tiene gran número de himnos
reservados a su devoción; himnos cuya recitación se remonta, de lejos,
al tiempo que tarde el Sol en aparecer tanto en India como en Europa.
Los textos sagrados dan tal importancia al alba, saludándolo como un
acontecimiento extraordinario, que aparece después de un largo período
de oscuridad que, con toda seguridad, no se trata en absoluto de
ninguna de las albas de nuestras regiones.

En un versículo se dice que varios días separaban la aparición del alba de


la del Sol. Una condición que no es realizable más que en el polo. En el
Taittariya Samhita se precisa que las albas son treinta hermanas.
Además se hace mención de "una sola alba que recorre treinta pases".
Este alba que no termina, hasta tal punto que Indra amenaza con
fulminar a la diosa de la aurora si se retrasa mucho, es sin duda el origen
del mito romano de "Mater Matuta". En éste, las mujeres hacen entrar a
una sirviente en el templo para luego golpearla y expulsarla al exterior.
La sirviente personaliza a la aurora cuya llegada se teme que pueda
retrasarse por la lentitud del Sol.

Uno de los grandes mitos de los VEDAS es el combate que opone Indra a
Vritra. Se dice de éste último que "obstruía las aguas y el cielo". Además
se dice que Indra ha traido al Sol y al alba después de haber matado a
Vrita. Los paralelismos entre Vrita y las tinieblas son numerosos.
También "la liberación de las aguas entraña la victoria de la luz, del Sol y
del alba. Indra ha ganado la luz y las aguas divinas". Se trata aquí, bajo
forma mitificada, de la victoria del día sobre la noche, de la luz sobre las
tinieblas. Tal importancia dada a este combate puede ser el hecho de
que los hombres esperen con impaciencia el retorno del Sol. El alba que
dura varios días representa bien este combate grandioso de las potencias
de la luz contra los demonios de las tinieblas. Es por ello que podemos
concluir sin riesgo de equivocarnos que, hacia el -2500, el pueblo védico
vivía en una tradición que decía que en otro tiempo los sacerdotes se
impacientaban por la largura de la noche, cuyo fin no conocían y que
oraban con fervor a sus divinidades pidiendo que los guiara, sanos y
salvos, hasta el final de esta oscuridad. Esta descripción de la noche no
puede ser aceptada más que si admitimos que se refiere a la gran noche
ártica (22).

En lo que respecta a los meses, es notorio que de siete, los "Adityas"


-que son las formas del Sol- se pasa a doce en los textos posteriores,
donde se precisa que corresponden a los doce meses del año. Otro
detalle importante es que a los siete Adityas originarios se añade un
octavo, Martanda, que nació atrofiado. En el RIG VEDA, a su vez, se
escribe: "... He recurrido a Martanda para que naciera y muriese de
nuevo". Lo que indica que no es estable, que en él hay una parte de Sol;
pero también otra de sombra. Descripción que se refiere a la vez al alba
-nacimiento- y al crepúsculo -muerte-. Los siete adityas son los siete
meses de luz. Se dice igualmente que los caballos que tiran el carro del
Sol son siete: en otros textos son nueve; en otros diez. Esto equivale a
diferencias de latitud ya que todos los hiperbóreos no habitaban
evidentemente sobre el polo Norte, en la misma latitud.
Puede ocurrir igualmente que estos textos hayan sido formados en un
momento de descenso hacia el Sur donde el Sol estaba presente durante
nuevo o diez meses, incluso bajo forma ligeramente al ternada. El
antiguo calendario romano no contaba más que diez meses, Plutarco
atribuye el añadido de los dos meses restantes a Numa (en torno a los
siglos VIII y VII a. de JC): "Numerosos son los que sostendrán que los
dos meses de Enero y Febrero fueron añadidos por Nuña (...)". Y más
adelante firma: "El año romano no comprendía inicialmente mas que diez
meses, y no doce; una prueba de ello es que el último mes que
llamarnos diciembre, significa el que hace diez o décimo mes..." (23).

Según Indra, los gemelos "Ashvins" luchan también por el retorno del
Sol. Sin embargo parecen inicialmente ligados a la regeneración que
acompaña el retorno de la luz. Es en este sentido que es preciso
igualmente comprender la liberación de las aguas celestes -DIVYAH
APAH- por la muerte de Vrita; las aguas tienen el mismo origen divino.
Así se encuentra igualmente esclarecida la frase: "La revolución está
hecha", pronunciada tras la muerte del dragón gigante. Los gemelos
regeneran Chyavana, viejo y decrépito, dándole la juventud, al igual que
el viejo Kali. Salvan a Bhujyu, abandonada en el océano tenebroso.
Extraen una codorniz de la mandíbula del lobo (simbolizando la codorniz
a la aurora, la primavera, como ya hemos visto). Tema éste próximo al
de Fenrir mordiendo a Odín, salvo que en esta ocasión se trata de un
temor relativo al crepúsculo.

Otro de los poderes de los Ashvins les confiere una función de sanadores,
pero estas curaciones suponen siempre regeneraciones: palidez,
esterilidad, inmovilidad por causa de una enfermedad, enfermedades
inherentes a un período oscuro (en los cuentos del Grial se encuentran
mitos idénticos), que afluyen a los que han perdido el contacto con la luz
divina. Otras leyendas se refieren manifiestamente a un habitat polar.
Así, la relativa a los "tres pasos de Visnhú", de los que dos son visibles
mientras que el tercero no lo es, corresponden a un año de ocho meses
dé luz y cuatro de oscuridad. El lazo entre el primer paso y el levantarse
del Sol se muestra evidente en esta frase que dirige Indra, cuando va a
matar a Vrta, a Visnhú: "iOH amigo¡ franquea el espacio". Siempre a
propósito de Visnhú, se dice que éste tiene otro nombre, pero que es
vergonzoso y peyorativo. "Shipivashta", evocando el tiempo en que
Visnhú debe revestirse de una armadura sombría para combatir a los
demonios y no aparece bajo s u aspecto luminoso. Este nombre equivale
al tercer paso que franquea el mundo tenebroso, la noche y que carece
del carácter luminoso de los otros.

Otras leyendas revelan circunstancias similares. Así la historia de "Trita


Aptya" (RIG VEDA) en la cual dos hermanos se unen para expulsar a un
tercero y lanzarlo a una fosa umbría, de la que sale Brihaspati, una de
las encarnaciones de la luz cuyos éxitos son frecuentemente parecidos a
los de lndra... También se reencuentra la tripartición en la leyenda de los
tres pasos de Visnhú, uno de los cuales tiene lugar en la penumbra.

En el AVESTA -"Vendidad", "Fargard"- se precisa que el Airyana Vaejo


conoce siete meses de verano y cinco meses de invierno. Lo cual es
idéntico a los siete meses representados por los siete Adityas, de algunos
textos védicos mencionados anteriormente. Otros fragmentos del Avesta
indican que había diez meses de verano y dos de invierno. Esto no es
incompatible: todo depende, una vez más, de la latitud, como ya hemos
subrayado. Los hiperbóreos no tenían todos el mismo número de días de
Sol. "Entre el polo Norte y el círculo ártico, el sol se encuentra por
encima del horizonte durante un tiempo variable, comprendido entre los
siete y los diez meses, según la latitud del lugar", señala Tilak. Lo que
explica que el Sol tenga en algunas leyendas siete rayos y en otras diez.

Reminiscencias polares son perceptibles en las mitologías europeas,


aparte de las que ya hemos señalado. En la mitología griega, Perséfone
es secuestrada por Nades que la mantiene seis meses a su lado y pasa
los seis restantes con su madre Démeter. Algunas leyendas la hacen
quedar solo cuatro meses junto al dios de los infiernos, lo cual concuerda
con los estractos de los textos hindúes anteriormente citados. Esta
misma mitología nos ofrece numerosas alusiones a un pasado ártico que
convendría analizar si esto no exigiera amplios desarrollos.

Una de las razones de la hostilidad de Gaia, la Tierra, hacia Urano, el


Cielo, viene de que intentaba movilizar a ciertos monstruos nacidos de su
unión en las profundidades de la tierra. Estos monstruos son
particularmente las "Hecatonquiras", cuya principal particularidad es
tener cien brazos. Los cien brazos corresponden a los cien días de una
noche ártica. Es notable que estos monstruos sean encargados de
guardar las encarnaciones de la Edad de oro. Así, Kronos, el dios de la
primera edad, es guardado, en su isla, por Briare, que posee cien brazos.
Las Hespérides, guardianas de las manzanas de oro, son igualmente
vigiladas por un monstruo de cien brazos. Los VEDAS dicen que Indra ha
debido destruir las cien fortalezas (ochenta en otros textos), fortalezas
-llamadas PURAN- de Urita. PURAN se emplea también como DIA. Así
Indra destruye los cien días sombríos, fortalezas tenebrosas, de Vrita.

En el mismo orden de ideas se sitúa la leyenda escandinava en la cual


Frey, el dios de la fertilidad -es en esto idéntico a Démeter- es libre de
ausentarse sesenta y cinco días del lecho nupcial, pero imperativamente
debe permanecer en él los otros trescientos días del año. Tilak establece
un paralelismo entre los nueve pasos atrás de Thor, en la batalla que
cierra el RagnaRok, tras haber matado a la serpiente gigante
Jormungand, antes de morir, y los nueve meses de claridad. El mito de
Balder tiene un sentido aún más netamente polar. El dios rubio
representa incontestablemente a la estación luminosa, su muerte marca
el principio del crepúsculo, coincidiendo su regreso con la nueva edad de
Oro. Es vengado por Vali, hipóstasis de Odín, de quien se dice que
entonces tenía la edad de una noche, es decir, que se identifica con la
aurora.

En la mitología céltica Mac Oc, "hijo joven”, hijo de Dajda, es concebido


durante la mañana, naciendo por la tarde. Lo cual representa un día de
nueve meses. Una leyenda eslava reagrupa a la vez la relativa a los "tres
pasos de Visnhú" y la de la muerte de Vrita. En esta, una vieja pareja
tenía tres hijos, dos que tienen espíritu y otro que está desprovisto de él.
Este último, sin embargo, mata a una gigantesca serpiente que obstruía
la luz, permitiéndole extenderse por el país.

Los ejemplos abundan. Numerosas leyendas pueden, ser comprendidas


gracias a explicaciones que tengan en cuenta los orígenes árticos.
Dumezil ha demostrado (24) la similitud entre la fiesta romana de
"Divalia" o "Angero palia", el 21 de diciembre y algunas leyendas hindúes
relativas al retorno del Sol. Plutarco pretendía que los frigios creían que
su dios principal dormía durante el invierno. Según el mismo autor, los
paflagonios - la Paflagonia está situada al norte de la actual Turquía -
creían que los dioses eran encerrados durante el invierno y liberados en
verano (25).

(20) "manu", I, 6-7.


(21) Vanaparvan, en el Mahabarata.
(22) TILAK, op. cit., pag. 122.
(23) Cfr. Vidas Paralelas.
(24) En "Dioses latinos y mitos védicos". Latinus, Bruselas.
(25) Esta idea refleja, sin embargo, una concepción demetríaca de la
divinidad ya que sigue el ciclo de las estaciones, no escapa a él y, por
consiguiente, no está por encima del tiempo, ligada a lo inmutable.

HIPERBOREA

Los relatos de largos viajes, la nostalgia de un continente, de una tierra,


paraiso perdido, la situación polar de esta, todo ello deja perplejo a aquel
que observando un mapa mundi no ve, en el lugar del pretendido
paraiso, más que una impresionante costra de hielo. Si hoy, el Norte es
sinónimo de gran frío, no ocurrió siempre lo mismo. Paul Emile Victor ha
recogido, en B0REAL, viejas leyendas esquimales que cuentan que "en
unos tiempos muy antiguos, Groenlandia no estaba cubierta de hielo
como hoy. Habían grandes árboles y plantas, y allí hacía mucho calor. El
país no se cubrió de hielo más que cuando dos inviernos se sucedieron
sin que mediara un verano entre ellos y es desde ese tiempo memorable
cuando Groenlandia pasó a ser un país frío (...)”.

Se han encontrado, un poco por todas partes, fósiles de helechos


arborescentes que muestran que Groenlandia tuvo, hace largo tiempo,
una vegetación y un clima análogos a los del bosque virgen. Huellas
parecidas de vegetales para los países cálidos han sido encontrados en
Spitzberg. La mención de dos inviernos sin interrupción no está carente
de interés. En los EDDAS se habla del tristemente célebre "Fimbulver"
que duró tres inviernos seguidos. El AVESTA señala también varios
inviernos que se sucedieron sin interrupción. Puede pensarse que esta
glaciación fué rápida si consideramos a los mamuts congelados en muy
poco tiempo, ya que su cuerpo no llegó a descomponerse y fueron
encontrados intactos en el Norte de Siberia, cerca del océano glaciar
ártico y de los diferentes mares que lo componen. Sin embargo, por lo
que se refiere a Groenlandia, la parte Sur de esta isla siguió siendo
habitable hasta un período relativamente reciente, prosperando allí una
colonia vikinga hasta el siglo XIV, fecha en la cual un enfriamiento
climático la hizo desaparecer.
En lo que respecta a la cronología, Tilak avanza que Hiperbórea, es decir,
las regiones polares, debió estar poblado durante el último período
interglaciar, es decir, entre el –80.000 y el -8000. Por lo que respecta a
su emplazamiento, ya hemos visto que su territorio estaba extendido en
latitud ya que algunos disponían de siete meses de sol, otros de diez, lo
que corresponde, tal como hemos dicho, al espacio situado entre el polo
Norte y el círculo polar ártico y que es, pues, considerable. Por el
contrario, es más difícil situar en la longitud a Hiperbórea. Su situación
polar la hace cabalgar entre varios continentes. Si uno se fía de los ejes
de dispersión, entonces Hiperbórea está comprendida entre Groenlandia,
incluida y lo que hoy llamamos "Tierras del Norte". Lo cual comprende:
Groenlandia, Islandia (su límite Sur), la Isla de San Mayen, Spitzberg,
isla de los Osos, la Tierra de Francisco José, Nueva Zembla, los puntos
norte del continente euroasiático, las Tierras del Norte. Gaston Georgel
(26) ha trazado una curva que une a Ur (en Caldea), Atenas, París, que
pasa igualmente por el centro de Irlanda y, en otro sentido, por Lhassa
(Tibet) y Pekin. El polo de este círculo se sitúa aproximadamente en la
península de los Samoyedos -península de lamal en la desembocadura
del río Ob- que desemboca en el mar de Kara, al Norte de los Urales.

Georgel ha reproducido una información de 1935, procedente de la


URSS, según la cual excavaciones efectuadas en la península en cuestión
habrían permitido descubrir huella de un pueblo extremadamente denso
en una región que cuenta actualmente, como media, con uno o dos
habitantes por km cuadrado. Los celtas decían venir del Nor-oeste, lo
que sitúa su tierra originaria en las proximidades de Groenlandia e
Islandia, en longitud. Las leyendas relativas a los "cuatro reinos"
evocadas anteriormente, indican que Hiperbórea, comprendía varias
tierras, varias islas. Además debía tener un centro, situado en el polo o
cerca de él, sede del poder supremo. Los Celtas descendían ciertamente
de una isla o de una tierra situada al Oeste de Hiperbórea, en las
regiones mencionadas y que, por su situación; influyó directamente
sobre la Atlántida. Tal como señaló Guenon, los celtas o más bien, sus
antepasados, fueron el punto de unión entre la Atlántida e Hiperbórea.

El centro del continente polar, la tierra media, era ciertamente lo que los
griegos llamaban Thule, y los Toltecas, Tula, mientras que los celtas, a
su vez, la llamaban Tara (27), capital del reino medio. Tula, en sánscrito,
significa "balanza" (28). "Libra" (la balanza) era igualmente el nombre de
la constelación a la que pertenece la Osa Mayor, que siempre ha sido
asimilada al polo Norte (29), pues sobre ella se encuentra la estrella
polar. La Osa Mayor y la Menor fueron llamadas igualmente los dos
platillos de una balanza cuyo centro era, evidentemente, la estrella polar.
La balanza es el símbolo de la justicia que tiene relación con la Edad de
Oro, considerado como un período eminentemente de paz y justicia.

Según la mitología greco-latina, Astraia, hija de Zeus y de Temis (la


Ley), encarnando a la justicia, permanecía entre los hombres en la Edad
de Oro (30). La Osa Mayor es también según los hindúes, la morada de
los siete rishis que, en el alba de nuestro ciclo, reencontraron el
conocimiento supremo y lo difundirán. Thula o Thule, o también Tollan,
es llamada igualmente la "Isla Blanca" o "Tierra del Sol". Estas diferentes
denominaciones indican el centro primordial de nuestro ciclo, que sirvió
dé modelo, en la medida en que el descenso cíclico, como veremos, fue
avanzando, en los diferentes centros de los pueblos nacidos de
Hiperbórea o influenciados por la Tradición polar.

Por lo que se refiere a la población es incontestable que la región polar


estuvo habitada por pueblos blancos. Sin embargo, no es igualmente
imposible que, bajo otras longitudes próximas al círculo polar, pueblos
amarillos hayan estado presentes en las regiones septentrionales, en
estrecho contacto con los pueblos blancos hiperbóreos. Esto explicaría
muchos rasgos comunes, referencias simbólicas idénticas, la designación
del Norte entre los chinos como tierra de origen de sus ancestros, etc.
Ciertas costumbres de la antigua China atestiguan esta alta
consideración e incluso veneración, hacia el Norte. A esta dirección los
chinos asocian la tortuga, que les servía de intermediario frente al cielo.
Cuando un rey reunía a sus vasallos, nadie más que él debía situarse en
el Norte frente al Sur. Tal como señala Marcel Granet (31), "el Cielo es
como la estancia de las potencias de orden moral que dan fuerza a las
imprecaciones: "Detendré a estos calumniadores - los lanzaré a los lobos
y a los tigres (animales del Norte) - si los lobos y los tigres no los
devoran - los entregaré a los señores del Norte. Si los señores del Norte
no los detienen - los entregaré a los señores del Cielo (augusto)".

El Norte es la región más próxima al cielo para los amarillos y, por ello,
la más próxima a la sabiduría divina. Otro signo de los lazos que
existieron entre los hiperbóreos y los pueblos amarillos es la svástika
grabada en el anillo de Gengis Khan; se trataba aquí, de alguna manera,
de una legitimación por el Norte y por el Cielo.

Otro paralelismo muy interesante, sin que pueda establecerse ninguna


conclusión, es el realizado por Vladimir Georgiev, especialista en temas
indo-europeos, entre estos y los pueblos chinos: "El indo-europeo
antiguo y el proto-indoeuropeo, han durado aproximadamente una
quincena de miles de años, desde el fin del paleolitico. Durante este
período el idioma indo-europeo ha sido univocálico y monosilábico y no
ha tenido ninguna morfología (...) Este estadio del indo-europeo se
asemeja mucho al chino, grosso modo, en donde la mayor parte de las
palabras son monosilábicas y la morfología está ausente" (32). Un poco
más adelante, volveremos sobre estos temas pues las interferencias han
podido ser ulteriores al habitat polar y haber tenido, pues lugar durante
el declive cíclico.

El término hiperbóreo es relativamente reciente. Nos viene del griego y


quiere decir "más allá del viento de Borea", siendo este el dios de los
vientos del Norte -Boreas, en griego, equivale a Norte-, más que una
vaga dirección. A propósito de éste dios, es preciso notar que, a menudo
está representado de manera idéntica a Jano: con dos rostros, lo que lo
une a la primera edad y abre interesantes perspectivas. Borea es hijo de
la aurora, es él quien está encargado por Zeus de ocuparse del
nacimiento de Leto. Pero volvamos al término "hiperbóreo". Algunos
autores (33) lo hacen derivar del sueco "Yferboren", "nacidos del hada",
lo que, sobre el plano simbólico, está lejos de ser falso pero es mucho
más dudoso sobre el plano de la filiación lingüística. El término más
antiguo que se conoce para nombrar a los hombres procedentes del
Artico es ARYA, ARI, ARIYAS, en la tradición budista, AIRYA en la
tradición avéstica, que parecen haber derivado de ARIA.

Posee dos connotaciones principales que son los dos aspectos de un


mismo principio. Uno espiritual, e incluso metafísico, el otro físico. La
palabra ARYA significa "noble", "sublime", "nacido dos veces", es decir,
habiendo sufrido una iniciación, siendo el segundo nacimiento el del
espíritu. Descomponiendo este término puede apreciarse que está
formado por dos partes: AR y YA, en sánscrito quiere decir "adaptar".
Los arios son los que se adaptan a las nuevas condiciones de vida. Uno
de los sentidos de ARI (34), similar a ARYA, es 'extranjero", lo que
explica el por qué de la adaptación. Otro sentido frecuentemente
empleado es: "aquel que hace sacrificios, que prepara el soma". Papel
fundamental, el Arya es aquí el sacerdote o el noble, unicos autorizados
a realizar sacrificios, quienes tienen un contacto privilegiado con los
dioses. Otro sentido de ARYA como epíteto a algunos dioses,
especialmente a los que encarnan la luz, el Sol, Mithra, Varuna, Indra,
Agni, Savitar... son ARYAS. Comprendidos en esta concepción, se oponen
a los Dasa tenebrosos.

Los Aryas representan pues el cielo, la Luz, el Sol. Son extranjeros,


vienen de otra parte, del Norte. Combaten a las fuerzas sombrías,
forman una milicia celeste, solar. Existe igualmente una diferenciación
racial entre kis aruis y los pueblos de piel sombría, DASA-VARNA ("de
color oscuro") que, en la India, fue el sustrato dravídico. En efecto, ARI
hace referencia igualmente a una comunidad étnica, a un tipo de hombre
específico; es sinónimo, al igual que ARYA, de "pertenencia al mundo
ario". Los Tokharianos se llaman a sí mismos, los ARCI, es decir, "los
blancos". Indra es llamado HARI-YAKA (es decir, "el rubio", "el de la
cabellera de oro”).

AR tiene igualmente el sentido de original, de primordial, es próximo a la


palabra UR, OUR, que, por derivación, ha dado origen a Ouranos o
Uranos, el antepasado de todos los dioses griegos. La runa AR tiene un
significado solar, luminoso. Su animal. El águila, es el portador del rayo
celeste. Esta ligado al norte y a la realeza solar. Según los bestiarios de
la Edad Media, posee el poder de regenerarse, de volverse joven a
imagen del sol tras la travesía invernal. La sabiduría, la belleza, las
virtudes, la fé, la gloria y el honor son las cualidades que se le
relacionan. Es la runa del jefe. Uno de los sonidos que le es atribuido es
JAR, forma casi idéntica a JARL, "Señor", "noble", lo que equivale a
ARIO.

Las dos últimas letras, Y y A, son igualmente reveladoras. Y equivale a la


runa de la vida, ligada también a la luz original y que se encuentra
igualmente en el nombre del primer hombre según los hindúes (Yama),
en el Yima iranio y en el Ymir nórdico. Es igualmente interesante
constatar que los sonidos asociados a éste son: MAN, MEN, etc. que se
encuentran en la raíz de las palabras: MANUS, primer legislador en la
mitología germánica; MANU, legislador e impulsor de nuestros
Manvantara; MINOS, entre los cretenses; MENES en Egipto; NUMA entre
los romanis. En griego MENOS quiere decir: vida, fuerza vital. Uno de los
centros del descenso cíclico es la isla de Man, desde donde los sacerdotes
de lo que resta de las religiones de la antiguedad, residuales en relación
al conocimiento hiperbóreo, se llaman WITCHES, que habitualmente se
traduce como "brujos", pero que, para lo que nos interesa aquí, procede
del alemán WISSEN,"saber", origen de la palabra druida: DUR-WID-ES,
"los muy sabios" (35).

René Guenon (36) ha establecido un lazo entre la svástica, símbolo del


polo, la letra G, símbolo de la estrella polar para los franc-masones y una
forma idéntica a Ya: lah, "símbolo (la svástica, NDA) , como es también
la letra G, de la estrella polar, que es ella misma el símbolo y, para el
masón operativo, la sede efectiva del sol central oculto del universo,
lah”.

(26) En "Las cuatro edades de la humanidad", Arché, 1976.


(27) Por lo demás no existe gran diferencia entre Tara y Tula. En sáscrito
TARANI significa "el Sol".
(28) Cfr."El Rey del Mundo", op. cit.
(29) Ver Guenon: "Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada".Ed.
Losada, 1976.
(30) Ver "El símbolo polar - el Señor de Paz y Justicia", de J. Evola, en
"Revuelta contra el mundo moderno", Ed. Mediterreneas. Roma.
(31) "La religión de los chinos", Imago/Patite. Biblioteca Payot. 1.980.
(32) "El aspecto nuevo del verbo indo-europeo", en Estudios
IndoEuropeos, n4 3, nov. 1982.
(33) Ver "Los archivos de lo insólito". J.L. Bernard. Editions du Dauphin,
1971.
(34) "Los dioses soberanos de los indo-europeos", de Georges Dumezil.
Gallimard, 1977.
(35) Cfr. Los Druidas, de F. le Roux, Ogam Celtiam, 1983.
(36) René Guenon,, en "La Gran Triada", Ed. Obelisco, 1984.

Estas letras se encuentran también en Yahweho, lahweh, ybi de kis


oruneris nombres de dios en la Tradición hebraica. Esto se encuentra
próximo al hebreo |OD. A este respecto Guenon precisa: "Ya que hemos
sido llevados a hablar de la letra G, diremos que ésta debía ser, en
realidad la |OD hebrea, a la que sustituyó, en Inglaterra a travpes de
una asimilación fonética de O|D en GOD, lo que, por otra parte, no
cambia el sentido". Y un poco más adelante: "Es ahora fácil comprender
lo que esto significa: que se trata del |OD hebreo o del chino (en China la
estrella polar tiene por nombre "Tal-I" , que quiere decir, la gran unidad,
NDA), este primer "Nombre de Dios", que era también, según toda
verosimilitud, su nombre secreto entre los Fieles de Amor y que no es
otra cosa, en definitiva, que la expresión misma de la unidad principal"
(37).

Estos diferentes aspectos pueden haber parecido excesivamente amplios,


pero es interesante ver una parte de las numerosas implicaciones
contenidas en la palabra ARYA. Tras lo cual, adopta diversas
connotaciones para aclarar nuestra investigación. Eran extranjeros en las
tierras que ocuparon y en las que sus descendientes ocupan hoy. Antes
estaban próximos a los dioses, vivían en una civilización tradicional, en el
sentido guenoniano y evoliano del término. Eran blancos. Han debido
medirse y combatir con otras razas y otras formas de espiritualidad. Han
salido del Norte y de la Edad de Oro.

Hiperbórea es, a la vez, un lugar geográfico y una realidad espiritual


específica, lo que es normal en el mundo de la Tradición en donde todo
está relacionado y en el cual el espíritu divino se encarna en la materia y
la modela a su imagen, y no, como hoy, donde la materia es dejada a sí
misma, no teniendo otro dueño más que su propia naturaleza con todas
las consecuencias funestas que esto implica. Hiperbórea corresponde a
un período edénico, a la Edad de Oro de nuestro ciclo, periodo idealizado
por los autores de la Antiguedad, por lo que se refiere a Europa; lo que
no ayuda en absoluto a los investigadores, pues describen una tierra
perdida en función de sus condiciones particulares, es decir,
circunstanciales, no viendo más que lo que había de diferente en relación
a sus preocupaciones y no a lo que era específico.

Así mismo, además, la equivocación principal de la opinión


contemporánea a este respecto, debido a un egocentrismo hipertrofiado,
es el imaginar a la Edad de Oro en función de las características de la
edad actual. Sin embargo, en ningún caso Hiperbórea corresponde a una
edad de pereza, o de "dolce fare niente", de los placeres o del
hedonismo, de la facilidad, del triunfo del individualismo tanto como del
triunfo de las masas, la edad de los caprichos realizados, del estómago
constantemente lleno, o del confort absoluto. No existe ningún punto en
común entre esta visión típicamente moderna e Involutiva de la vida y la
verdadera Edad de Oro. Si las condiciones exteriores de ésta eran muy
agradables, es preciso ver en ello una consecuencia fundamentalmente
secundaria y no una condición y característica primaria.

De hecho, desde el punto de vista de un individuo moderno, y sobre todo


modernista, viviendo plenamente los principios que regentan el mundo
actual y creyendo firmemente en ellos, la Edad de Oro de la Tradición no
corresponde, en absoluto, a ningún "paraiso". La Edad de Oro que
desearía corresponde a la Edad Sombría de la Tradición. Para nosotros
que estamos próximos a la desembocadura de la Edad Sombría, existe
un método de aproximación a Hiperbórea mediante la imaginación, con
todos los límites que es preciso tener presentes, gracias a la doctrina de
los ciclos. En efecto, si uno se fía del desenvolvimiento de los ciclos y del
posicionamiento de cada uno de ellos en relación a los otros, la Edad
Sombría es lo inverso de la Edad de Oro, el mundo moderno lo opuesto
al mundo hiperbóreo (38).

Dos polos opuestos tienen esto en común, el aspecto más exterior, y por
el contrario, uno es positivo -la Edad de Oro-, el otro negativo -la Edad
Sombría. Lo que está mucho mejor expresado en una leyenda
cosmogónica finlandesa en la cual dios, antes de la creación, percibiendo
su imagen en el mar, le dice: "¡Levántate¡". La imagen que ve
representa al diablo.
Tomemos algunos ejemplos para ilustrar esto. Durante la Edad de Oro,
según los hindúes, no existía más que una casta llamada HAMSA.
Constatamos todos los días, primeramente, que el mundo moderno
tiende a reducir la sociedad a una sola clase, pero consideraremos las
diferencias entre casta y clase. Por el aspecto exterior puede existir algo
de similitud. Pero, en realidad, lo que existe es una oposición total, de la
misma forma que los dos polos están invertidos uno respecto al otro.
HAMSA hace referencia a una unidad espiritual que contiene a todas las
potencialidades, efectuándose esta por "lo alto", por el espíritu. La clase
única es la uniformización "por lo bajo", por la materia, sin ninguna
potencialidad. La diferencia es total, radical. lgualmente, la sociedad de
la abundancia (39) se pretende paradisfaca. De hecho, todos los
individuos son prisioneros de la materia y son lo opuesto de la verdadera
libertad, que es realización espiritual tendiente a alcanzar lo
incondicionado.

La artificialidad da un aspecto ultrabrillante, un brillo destelleante, pero


no se trata más que de cadenas y servilismos, falsos rostros, bajezas y
mentiras. Es posible diferenciar la Edad de Oro y la Edad Sombría por
dos palabras: Ser y Tener. El mundo de la Tradición es el del Ser: La
Edad de Oro es llamada "Satya yuga", la edad de la verdad, del ser, por
los hindúes. La raíz SAT, se encuentra en Saturno, dios de la Edad de
Oro, según los latinos. El mundo actual es el del Tener. Este último,
llevado al máximo, como hoy, ofrece una impresión de Ser, gracias a la
omnipresencia de la artificialidad, pero no es más que una brillante
cáscara vacía.

Por el contrario, el Ser, abierto y triunfante, no tiene nada que ver con el
querer que es su parodia. Esto explica que remontando el tiempo, las
huellas, restos arquitectónicos y demás, sean cada vez menos
numerosos. Por el contrario, los que existen desafían al tiempo, pues
están impregnados por el Ser, del que lo propio, a la inversa del Tener,
es no ser afectado por el tiempo. Es también por lo que investigaciones
arqueológicas, si fueran realizables -lo cual no es el caso- darían a los
ojos de los modernos, resultados decepcionantes sobre los hiperbóreos,
en tanto que su fuerza residía en ellos y no en el exterior. Tradiciones,
como la céltica, han sido en gran parte perdidas por esta razón, pues
eran orales. Los textos sagrados que poseemos hoy han sido escritos, en
su gran mayoría, a partir del Siglo VI a. de J.C. Anteriormente la idea
habría sido estimada peligrosa e inútil, la memoria perfectamente
entrenada valía por numerosos volúmenes en un plano estrictamente
cuantitativo y siendo incomparablemente superior sobre el plano
cualitativo del conocimiento. Se dice, en la tradición hindú, que los textos
sagrados son inmemoriales. Es revelador que el paso a la forma escrita,
luego a las exégesis que han seguido, coincida con una caída, una
degeneración del conocimiento, del espíritu (40).

Tras estas diversas aclaraciones, distinguimos algunos rasgos


característicos de la Edad de Oro hiperbórea. El clima primeramente. No
existe más que una estación que tiene las características de una eterna
primavera, en la que "los tranquilos céliros acariciaban con su aire tibio
las flores nacidas sin simiente" (41). El autor latino indica, por el
contrario, que, desde la Edad de Plata "los hombres, se refugiaron en sus
moradas" pues "Júpiter (...) ordenó en cuatro estaciones el curso del
año" que, luego, es tal como lo conocemos. Una de las consecuencias de
este clima ideal es que la tierra ofrece todo lo que los hombres tienen
necesidad para alimentarse. "La tierra misma, también, libre de toda
violencia, sin conocer el filo del arado, ignorando la herida de la grada,
daba, sin ser solicitada, todos sus frutos; satisfechos por los alimentos
producidos sin ningún esfuerzo, los hombres recogían las bayas de los
arbustos y las fresas salvajes (...), los frutos caían de los árboles
donados por Júpiter" (42).

"(...) Incluso la tierra, sin la intervención dé los útiles de labranza, se


cubría de mieses, y el campo, sin ningún mantenimiento relucía de
espigas; era la edad en que discurrían ríos de leche, ríos de néctar y de
rubia miel, gota a gota, caían de la verde encina" (43). Virgilio aporta
elementos análogos, "Antes de Júpiter, ningún trabajador trabajaba la
tierra: hubiera sido sacrílego incluso roturar los campos o partirlos con
lindes; todo beneficio se ponía al servicio de lo común y, por sí misma, la
tierra producía todo con tanta más liberalidad cuando que nadie la
solicitaba (...)" (44). Consecuencia de esta abundancia y del clima, los
hiperbóreos no tenían casas: vivían en campos y bosques sagrados.

(37) Guenon, bidem, ver también "Símbolos fundamentales..." (op. Cit.)


y "El Rey del mundo", op. cit.
(38) Un ejemplo revelador de esta inversión es este absurdo, que intenta
erigirse en ley implícita, según el cual nuestro origen estaría en África, es
decir, no más al Norte, sino más al Sur. Esta voluntad es idéntica a la
que, en el mundo científico, intenta a cualquier precio buscar el
antepasado común a toda la humanidad. Es risible observar como los
extremos de huesos presentados a este efecto, no tienen nada de
humano. Sobre este tema cfr. "Contra Darwin" Equipo Totalité, Ed.
Alternativa. Barcelona, 1984.
(39) Cfr. El sistema para mater pueblos". Copernic, 1981.
(40) Sobre uno de los resultados de esto cfr. J. Evola "El Arco y la maza”,
cap. I, “Civilización del espacio y civilización del tiempo”, Pardes, 1984.
(41) “Las Metamorfosis”, libro 1º.
(42) Ovidio, idibem.
(43) Los antiguos pensaban que la miel era un rocio celeste que las
abejas iban a buscar sobre las hojas de los árboles.
(44) “Geórgicas”, libro 1.

Por lo que se refiere a la nutrición eran vegetarianos, como queda


perfectamente precisado en esta frase: "Esta edad antigua, a la que
hemos dado el nombre de edad de oro, hacía sus delicias de los frutos de
los árboles, de las plantas que alimentaba el sol y el hombre no sorbía
sangre por su boca" (45). Por esta abstinencia de carne y gracias a su
pureza, los hiperbóreos hablaban a los animales, tal como constata
Platón: "... Si los alimentados por Cronos, con tanto placer y facilidades
para mantener conversaciones, no solo con los hombres, sino también
con las bestias, tan bien como entre ellos, e interrogando a todas las
criaturas para ver si existía una más felizmente dotada, que vino a
enriquecer de un descubrimiento original el tesoro común de sapiencia,
está tentado de juzgar que aquellos de entonces superaban infinitamente
en felicidad a los del presente". (45)

Ovidio observa que en estos tiempos , "los pájaros sin riesgo, batían el
aire con sus alas, la liebre, sin temor, vagaba en medio de la hierba, el
pez no era ya víctima de su credulidad, cogido en la red. En todas partes,
sin que se tuviera que temer trampas o engaños, reinaba la paz" (47).
Huellas de una época en que el entendimiento y un diálogo con los
animales eran constantes, están presenten también en la Biblia. Una
tradición china igualmente afirma que "los genios viven, en el para¡so,
mezclados con las bestias. Los santos buscan y saben obtener la
familiaridad de los animales" (48).

Hemos precisado antes que los países situados en el extremo Norte


(Groenlandia, Spitzberg, etc.) han conocido climas casi ecuatoriales.
Poseían magnolias, laurel, higueras, trigo, gramíneas alimenticias,
espinacas, etc (49). Es probable que cuando la última glaciación,
mientras que España estaba en parte cubierta de hielo, la región polar,
conociera el clima descrito por los autores antiguos. Algunos científicos
se han planteado el siguiente problema, insoluble para ellos: "Por qué los
glaciares de Europa en la época de las glaciaciones, han cubierto la
mayor parte del viejo continente y del Norte de América, mientras que el
Norte de Asia no se vió afectada por los hielos? En América la capa de
hielo se extendió hasta los 40° de latitud, e incluso superó este límite. En
Europa alcanzó los 50º de latitud, mientras que el Norte de Siberia
(norte/nor-este) más allá del círculo polar y más allá incluso de los 75°
de latitud, no estaba en absoluto cubierta por hielos eternos" (50). Sea
como fuere, es necesario constatar que en el curso de los tiempos los
climas de la Tierra han sufrido importantes variaciones según las
regiones. Allí donde hoy florecen bosques abundantes, ayer existieron
desiertos helados. Allí donde se encuentran hoy bancos de hielo, antes
existían paraísos verdes y prósperos (51).

Los textos antiguos subrayan e insisten frecuentemente en la longevidad


excepcional de los hombres de la primera edad. Se encuentra esto en la
Biblia, donde se escribe que Adán ha vivido novecientos treinta años.
Una tradición china dice: "Fatigados del mundo, tras mil años de vida, los
hombres supremos se elevan al rango de genios y, encima de una nieve
blanca, alcanzan la estancia del soberano de las alturas". Hesiodo
describe en estos términos la longevidad de entonces: "Los hombres
vivían como los dioses (..,), la vejez miserable no pesaba sobre ellos
(...), Muriendo parecían sucumbir al sueño" (52). Otra leyenda refiere
que los hiperbóreos, el último día de su larga existencia, mueren
precipitándose sobre las olas (53) desde lo alto de un acantilado. Son
"hombres por encima del tiempo" fuera del tiempo. Tal como lo
señalamos anteriormente en un texto de Ovidio, las estaciones nacieron
en la Edad de Plata. En la tradición hebrea, a medida que se va
produciendo el descenso cíclico, los patriarcas viven cada vez menos
tiempo, especialmente a partir de Noé. Mientras que éste último
superaba los 900 años, Sem no vivió más que 700, Heber 464 años,
Faleg 239, Abraham 175 (54).
Los hiperbóreos no morían verdaderamente sino que se transformaban
en genios protectores, tal como lo indica este fragmento de Hesiodo:
"Desde que el sol ha cubierto a los de esta raza, son, por la voluntad de
Zeus todopoderoso, los buenos genios de la tierra, guardianes de los
mortales, despensadores de la riqueza: es el gran honor regio que les
fué deparado" (55). El culto a los ancestros deriva de esta creencia, tal
como explica Evola: "(...) no era la muerte en sí, sino la muerte
concebida como una fuerza que sustituye, que continúa estando presente
en las capas profundas de un linaje y en el destino de una familia, de
una gens o de una raza viviente y en actuar positivamente sobre este
linaje". (56)

Otra "característica” de la Edad de Oro es la armonía y la paz. El polo es


también un punto de equilibrio, está situado en el cruce, en el centro de
las diferentes fuerzas. y así los equilibrios, los trasciende y dirige. Hemos
señalado que, según los griegos, la justicia, Astraía, estaba en medio de
los hombres en la Edad de Oro y ello para señalarles que, por su pureza,
la justicia, es decir, el equilibrio y la armonía de la que es garante, era
natural. Ovidio insiste mucho en esto: "En ausencia de todo Justiciero,
espontáneamente, sin ley, la buena fe y la honestidad eran practicadas.
El castigo y el temor eran ignorados" (57). La tradición hindú describe así
a los hombres de este período: "Los hombres están, generalmente,
contentos, llenos de compasión, de felicidad (los sentidos) apaciguados y
domados; (son) pacientes, encuentran en sí mismos su felicidad, ven
todo con el mismo ojo (viviendo así en Stiramanas) (...). Los hombres,
entonces pacíficos, ignoran el odio, afectuosos , de humor igual,
honrando a Dios por su ascetismo, su tranquilidad (de alma) y
reflenando (sus pasiones)". (58)

Esta idea de paz y de justicia es fundamental para comprender las


cualificaciones acordadas a quienes, en el curso del descenso cíclico,
encarnarán y serán el centro, un polo que, por su ejemplo, resucitará a
Hiperbórea. "El CHAKRAVARTI, el soberano universal, además de "señor
de la paz", es el "señor de la ley" (u orden NDA) y de la "justicia", es
DHARMARAJA. La "paz" y la "justicia" son otros dos atributos
fundamentales de la realeza que se han conservado en la civilización
occidental, hasta los Hohenstaufen (...)" (59). Todos los hiperbóreos
debían ser a imagen del CHAKRAVARTI. Un texto sagrado hindú precisa:
"... Los seres realizan su deber desde el nacimiento en la edad llamada
Krita-Yu-ya". Por deber hay que entender la unión con la ley cósmica y
divina -orden se lee KOSMOS en griego- y no el sentido moral que está
asociado hoy a esta palabra.

Los Hiperbóreos vivían en el polo o cerca de él y poseían además su


propio polo, metafísico, espiritual, personal, que correspondía a un polo
físico y geográfico. La ausencia de uno supondrá una pérdida irreparable
para el otro. Ciertamente en el curso del descenso cíclico, los
hiperb6reos construyeron centros a imagen del polo, de Thule, de la isla
blanca primordial, más o menos perfectos; pero ninguno igualó al
modelo original. Se convirtió en, cada vez más difícil, acceder al polo
metafísico, al conocimiento y al estado ético-espiritual que le
corresponde, en la medida en que los hiperbóreos se alejaron del polo
geográfico.

(45) Ovidio, ibidem, libro XV.


(46) "La Política".
(47) Ovidio, ibidem, libro XV.
(48) marcel Granet, "El Pensamiento Chino".
(49) R. M. Ga Hefossé, "Adam, hombre terciario", citado por Georgel op.
cit.
(50) Inmanuel Velikovsky, "mundos en colisión", Stock, 1976.
(51) Remitimos al lector a lo que ya hemos dicho a propósito e
Groenlandia cuya glaciación terminó durante nuestra era.
(52) "Los Trabajos y los días".
(53) Un druida que la lindado con nuestra era, ha puesto fin a su vida,
según algunas leyendas, lanzándose desde lo alto de un acantilado, al
igual que los hiperbóreos. Se llamaba Cervarix.
(54) Hoy, la esperanza de vida se alarga de nuevo, pero gracias
exclusivamente a medios artificiales. Aquí también se trata de una
contraimagen de la Edad de Oro.
(55) Ibidem.
(56) "Símbolos y mitos de la Tradición Occidental". Alternativa,
Barcelona, 1985.
(57) "Las metamorfosis", libro I.
(58) Bhagavad Purana.
(59) Evola, "Revuelta contra el mundo moderno". op. cit.

EL DESCENSO CICLICO

La expresión es de Gaston Georgel (60). Califica de la manera más justa


lo que fue no solo un proceso de involución espiritual, sino también un
descenso geográfico y humano desde el Polo Norte hacia el Ecuador y
también un oscurecimiento de la memoria histórica, de la conciencia
racial, una pérdida gradual del conocimiento y del saber, que fue parejo
a la aceleración del tiempo (61) y a la importancia, cada vez mayor,
dada a todo lo que es materia e individuo, una ruptura progresivamente
más acentuada con las fuerzas cósmicas, un abandono de lo supra-
humano por lo infrahumano.

La mayor parte de los textos atribuyen esta involución, esta caída, a la


impiedad de los hombres y a faltas que cometieron y que fueron el
germen de las desgracias que siguieron. Otros textos insisten
primeramente en una degeneración cósmica en la cual los hombres
contaron poco. De hecho, los hombres y el cosmos están
indisolublemente ligados. Una involución. humana no es más que el
reflejo de fuerzas cósmicas que desencadenan las fuerzas específicas que
la gran mayoría no siente pero que actúan de manera decisiva sobre los
humanos.

Según Ovidio, la primera falta se refiere a un apetito por cosas


materiales y a la voluntad impía de apropiarse de lo que no está
destinado a los hombres: "Cuando un hombre, iniciador nefasto,
cualquiera que fuese, hubo deseado el alimento de los dioses y en su
vientre ávido, ahogado por la carne, franqueó el camino al crimen.
Primeramente fue la muerte de los animales y de las bestias salvajes.
Convengo que los animales que buscan hacernos perecer pueden ser, sin
ofensa para la ley divina, muertos. Pero, tanto como el derecho de
matarles, el hombre no debe hacer de ellos su alimento. Desde este día,
el sacrilegio fue reiterado (...)" (62). Este "iniciador nefasto" se asemeja
a la serpiente del Génesis que convence a Eva de probar el fruto
prohibido. Recuerda así mismo, a Prometeo que roba el fuego a los
dioses, o a esta otra figura idéntica, Lucifer, que "alzó contra Dios por el
juego eterno de la concupiscencia, queriendo igualarse a su creador
(...)". Todos los seres afectados por la revuelta luciferina, han visto una
parte de su alma superior, sede de la intuición espiritual y de los
contactos con el espíritu divino, pervertida en las tumbas interiores (..,).
El anti-cristo cósmico reina invisiblemente sobre todos los que, por
orgullo, se orientan contra la voluntad divina: inspira particularmente a
aquellos que, por ciencia o magia, buscan poderes (...)" (63).

El texto más límpido sobre el fin de Hiperbórea es, sin discusión, el


AVESTA, el libro sagrado del mazdeismo y más precisamente en la parte
titulada "vendidad". Se dice que el país original, el Airyana-Vaejo, en
donde Yima (el primer hombre), fue recubierto por el hielo y la nieve: "...
he aquí que sobre el mundo material fueron a fundirse los inviernos de
desgracia, trayendo el frío duro y destructor; he aquí que sobre el mundo
material van a fundirse los inviernos de desgracia, que harán caer la
nieve en gruesos copos (...). Antes de este invierno, el país disponía de
pastos, antes que las aguas los hubieran inhundado; pero despues, la
fuente de las nieves, se considerará como una maravilla, oh Yirna, en el
mundo material, un lugar donde se percibirá solo la huella del pié del
cordero" (64).

Otro fragmento del Vendidad refiere la venida de este invierno funesto


cuyo responsable es Angra Mainyu, el opuesto a Ahurá Mazda: "El
primero de los lugares y de los países excelentes que he creado, yo,
Ahurá Mazda, fue el Airyana Vaejo que he regado con el buen río Daitya.
Aingra Mainyu, lleno de muerte, respondió creando este aroyo, la
serpiente de río y el invierno, creados por los Devas" (65). Habían
entonces diez meses de invierno y dos de verano y estos meses son fríos
para el agua, fríos para la tierra, fríos para la vegetación. Aquí está el
centro del invierno, aquí está el corazón del invierno, allí está el peor de
los flujos" (66). Otras traducciones añaden detalles importantes; así se
sabe que originariamente, antes de la llegada de este invierno, maléfico
y destructor, existían "siete meses de verano y cinco de invierno". Estos
inviernos de cinco meses eran el período frío. El texto indica "diez meses
de invierno, dos meses de verano”, tras este acontecimiento desastroso,
lo cual supone, aproximadamente, el clima actual en el Norte de
Groenlandia y en las regiones equivalentes en latitud. Habría habido una
inversión a la vez climática y humana en el ritmo de las estaciones.
Ovidio aporta otro elemento a la catástrofe: la presencia del fuego:

(60) Ver "Las cuatro edades de la humanidad", op. cit.


(61) Un año polar con su día y su noche no es más que 24 horas en
Europa y más en el Sur. ¿No se trataría de un punto de vista relativo y
se ha dado una aceleración del tiempo? Por lo demás basta observar en
la historia moderna el ritmo de los cambios.
(62) Ovidio, ibidem., Libro XV.
(63) Jean Phaure, "El ciclo de la humanidad adámica", Ed. Dervy, 1977.
(64) "Avesta", "Vendidad", "Fargard".
(65) En el mazdeismo, los Daevas son dioses maléficos, a la inversa de
la Tradición védica en la cual los Devas son dioses luminosos, benéficos;
es preciso no ver en ello una oposición, sino, un cambio sobrevenido con
el tiempo.
(66) "Vendidad", "Fargard".

"Es entonces cuando, por vez primera, el aire, acosado por vientos
terribles, trajo la congelación y las estalactitas de hielo" (67).

Las descripciones del diluvio (o de los diluvios) son legión en las


mitologías y los textos sagrados. Cataclismo por el agua, por el fuego,
por los cometas que se aproximan demasiado a la tierra y provocan, por
ello catástrofes que la imaginación apenas puede concebir (68). Algunos
influenciaron la rotación de la tierra y su eje. Los sacerdotes egipcios han
confiado a Heródoto (69) que, hace casi once mil años,"el sol sé elevó
cuatro veces fuera de su lugar habitual; dos veces se puso en donde
ahora se alza (...)". Paradójicamente, este cambio no fué desastroso
para los egipcios, pues, añade el historiador griego: "no resultó ningún
cambio para Egipto ni en su tierra, ni en su río, ni por las enfermedades,
ni por la inmortalidad". Platón, en LA POLITICA, refiere igualmente esta
modificación de la orientación del Sol: "En algunos períodos del Universo
obedece a su actual movimiento circular, en otros, gira en sentido
contrario (...)". Pero describe este fenómeno como perjudicial para los
hombres: "Existía en este momento gran destrucción de las criaturas y
una ínfima parte de la raza humana sobrevivió". En el mismo orden de
ideas, Eurípides relata en ELECTRA: "Entonces Zeus, alzándose en su
cólera, cambió la ruta luminosa de los astros y del sol radiante y los ojos
brumosos de la gris aurora. Y la claridad de las ruedas de su carro,
volviendo sobre su ruta, encendían la faz del poniente. El sol ha rehecho
su ruta atrás, y su cólera ha abrumado al género humano".

La lista de los que han hablado de este acontecimiento es amplia:


Sófocles, Séneca, Solón, etc., diversas leyendas próximo-orientales y
mejicanas, chinas y demás, refieren el mismo fenómeno. Este fragmento
del VOLUSPA, en la mitología escandinava, es, a este respecto, muy
explícita:

"El sol se oscureció,


la tierra ensombreció en el mar,
las centelleantes estrellas
vacilaron en el cielo"

Y este otro, igualmente:

"las rocas chocaron, los monstruos e estremecen. Los hombres


emprenden el camino del infierno. Y el cielo se precipita".
Los Hiperbóreos ya no podían vivir en un país asaltado por el clima más
frío de la Tiera. Debían emigrar. Es muy posible que estas catástrofes
aminoraran considerablemente la población. Los supervivientes han
debido agruparse primeramente, asegurar su supervivencia y salvar lo
que pudiera ser salvado. Es muy verosimil que, en un primer tempo,
hubieran intentado permanecer en las regiones polares esperando un
regreso favorable de las estaciones que restituyera la Hiperbórea de la
Edad de Oro. Es igualmente muy probable que la glaciación, salvo en
algunos lugares, no fuera tan rápida como algunos piensan. El caso de
Groenlandia, evocado antes, es un ejemplo palpable. Esto habría
permitido a la pequeña comunidad diezmada el sobrevivir, incluso en
condiciones cada vez más difíciles. Pero, con todo, las condiciones
climáticas cada vez más adversas les forzaron a partir.

Numerosas indicaciones, además de las enseñanzas de la ciclología,


dejan pensar que la sociedad hiperbórea que se inició, sin duda en la
segunda mitad de la Edad de bronce, el descenso hacia el Sur, no era ya
la Hiperbórea de la Edad de Oro. Numerosos conflictos internos habían
roto el equilibrio del que ya hemos hablado. A la supercasta original,
HAMSA, sucede otra casta, la sacerdotal, cuyo animal es el jabalí. Esto
sucede, si nos fiamos de la ciclología hindú, hacia mediados del –37.000
a. JC. Esto implica igualmente que la sociedad había comenzado a
jerarquizarse (70) y que una parte de la población ensombrecía en la
ignorancia y la oscuridad. Esta edad -la Edad de Plata de Hesiodo y el
"Tetra Yuga" de la Tradición Hindú- marca el principio de la evolución; el
tiempo hace su aparición. Sin embargo, la influencia de la Edad de Oro
es aún muy fuerte. El Gran Oso, representación del polo -Septentrión
deriva de SEPTEM TRIONES, los siete bueyes, representantes de las siete
estrellas de la Osa Mayor- es también la constelación del jabalí, signo de
la preeminencia sacerdotal.

Hiperbórea se llama también "Varahi", "la tierra del jabalí" que, según
Guenon (71) equivale al griego Borea. Luego, en las proximidades de la
Edad de Bronce o del Airaim, la casta guerrera usurpa el poder; es el
período "titánico" que se inicia hacia el –17.000 a. JC. Así es como
Hesíodo presenta esta Edad: "Zeus, padre de los dioses, crea una tercera
raza de hombres perecederos, raza de bronce, muy diferente de la raza
de Plata; hija de los frenesís (es digno de ser mencionado que, para la
mitología nórdica, los dioses modelaron a los primeros humanos a partir
del frenesí, NDA), terrible y potente. Estos no soñaban más que con los
trabajos de Ares y las obras de la desmesura (...). Su corazón era como
el acero, rígido; aterrorizaban (...). El negro óbito los tomó, por
espantosos que fueran, abandonaron la luz del Sol" (72).

El oso, símbolo guerrero, sustituye al jabalí. Esto se traduce en las


mitologías por la casta del jabalí: Artus -que procede de la raíz ARTH,
oso; en Galia existía una diosa con forma de osa, Artio- caza el jabalí
blanco Twrch Trwyth. En la mitología griega, Atalanta -que fue educada
por una osa- caza al jabalí blanco Calydon. En China, esta lucha toma la
forma de un conflicto entre dos dinastias: los Miao, que tenía al jabalí
como emblema, representantes de una forma antigua de la tradición
china, y los Hia, que tenían al oso como emblema. Los hombres de la
Edad de Oro irritaron de tal forma a Zeus que éste desencadenó dos
cataclismos: el de Ogygos y el de Deucalión -éste Último parece ser más
próximo a nosotros- a los que pocos escaparon.

Hesiodo distingue dos partes, asimilables a dos razas del alma y espíritu,
en la Edad Sombría. La primera es la raza heróica: "Zeus, hijo de
Cronos, crea, por fin, una cuarta raza sobre la tierra nutriente, más justa
y más brava, raza divina de los héroes que tienen nombre de semidioses
(...)". Algunos murieron combatiendo en los milenios que han precedido
a nuestra época, cuando las grandes migraciones arias. Otros han
encontrado el camino de Hiperbórea -la Hiperborea perdida- tal como
refiere Hesiodo: "Zeus (...) ha dado una existencia una morada alejadas
de los hombres, estableciéndolos en los confines de la tierra. Es allí
donde habitan, con el corazón libre de preocupaciones en las islas
Bienaventuradas (...)".

Es evidente la similitud con el ciclo del Grial que narra una reintegración
heróica, o un intento de tal, siguiendo los textos, para acceder a la Edad
de Oro. Tal como señala Evola, "se trata pues de un tipo de civilización
en la que se manifiesta el intento de restaurar la tradición de los
orígenes sobre la base del principio guerrero y de la cualificación
guerrera" (73). La caballería es también y sobre todo, una milicia de dios
y de sus fuerzas celestes Y solares. Entonces, solamente el guerrero
escapa a la condición titánica y la guerra se convierte en una vía de
realización espiritual. El BHAGAVAD GITA es el ejemplo en la tradición
hindú. Ciertamente puede pensarse que una de las características de la
Edad de Oro era la paz; por tanto, la vía guerrera no era en modo alguno
hiperbórea.

De pacíficos, los hiperbóreos debieron transformarse en guerreros para


luchar contra los elementos tenebrosos, a imagen del séptimo AVATARA
de Visnhú, Parashu-Rama, Ramá del doble hacha, que debió luchar
especialmente contra los MLECCHAS, titanes revueltos contra el orden
divino. La guerra puede ser una vía real de ascenso, pero está próxima a
la desviación titánica y luciferina, en la cual puede caer fácilmente quien
la practica. Los hiperbóreos se percibieron de ello bien pronto, de que la
guerra no era solamente física, exterior, sino también y sobre todo,
interior, para combatir los venenos y gérmenes maléficos que se
desarrollan desde el fin de la primera edad y de los que nadie está al
abrigo. Permanece en lo más profundo de la edad sombría, como da fé el
ciclo del Grial, como una posibilidad de reintegración heróica.

(67) Ibidem, libro 1.


(68) Inmanuel Velikovsky, "Mundos en colisión", op. cit. (69) "Historias",
libro 2.
(70) Tal fue el nacimiento de las castas encarnando cada uno una
potencia, una dirección: a su vez, en el orden involutivo, cada uno tomó
la preeminencia sobre las otras.
(71) Cfr. Formas Tradicionales y Ciclos Cósmicos. Obelisco, 1984.
(72) "Los Trabajos y los Días".
(73) El misterio del Grial y la idea imperial gibelina, op. cit.
Volvamos al descenso cíclico y a las migraciones humanas que derivaron.
La última glaciación terminó hacia el –8.000 a. JC. En esta época, la
región polar debió, tras una lenta degradación, ser inhabitable. Olas
migratorias habían partido ya algunos milenios antes. Sin embargo, no
se encuentra huellas de los que se fueron en último lugar, los Indo-
europeos, hasta el Vº milenio a. JC., en Ucrania,, con la llamada
"Civilización de los Kurganos". Jean Haudry, respecto a los Indo-
europeos, ha emitido la hipótesis, cada vez más admitida, de un origen
polar de estos: "Por el lugar de formación del pueblo indoeuropeo, varios
índices hacen que busquemos más al Norte; diversas tradiciones
concuerdan en este punto (...) El Veda y más particularmente el Avesta
se hacen eco ( ...) Este habitat de los arios que inicialmente era 'el
primero de los paraisos existentes', pero en donde hoy el invierno dura
diez meses, evoca irresistiblemente al gran Norte. La homología entre el
día de 24 horas y el año no se comprende más que si este último se
compone de un largo dia y de una larga noche" (74).

Ciertamente algunos investigadores se plantean el problema del origen


de la raza blanca aparecida tardíamente en Europa: "Las diferencias
morfológicas entre el negro, el blanco y el amarillo, son tan profundas
que sería absurdo hacerlas remontar a menos de 40.000 años,
suponiendo las dos últimas razas como un producto de una diferenciación
del sustrato negroide primitivo; en esta época las tres razas debían
existir ya necesariamente sobre la tierra con sus características propias
bien definidas; la arqueología encontrará un día especímenes de
hombres blancos tan viejos como los primeros auriñacences negroides.
En la edad en que estos últimos vivían en Europa, la raza blanca debía
habitar en algún lugar aún no excavado. Pero su existencia en este época
no puede ser puesta en duda". (75)

De Hiperbórea, las olas migratorias partieron en dos direcciones, una


hacia la Atlántida, una ínfima parte fue hasta América, la otra hacia
Eurasia. Por lo que se refiere a la primera -que fue sin duda anterior al
descenso a Eurasia-, todo lleva a pensar que la gran mayoría de los
hiperbóreos que se establecieron en la Atlántida perecieron al producirse
su hundimiento. Lo cual explica las huellas, sobre todo simbólicas,
presentes en las religiones precolombinas, tales como la svástika, el mito
de Tula -la capital de los toltecas lleva este nombre- el de Atzlan, "La
tierra en medio de las aguas", el dios Quetzalcoalt, "blanco y solar",
Guenon (76) refiere esta extraña información extraida del JOURNAL DES
DEBATS, en fecha 22 de febrero de 1929. "En 1925, una gran parte de
los indios Cuna se sublevaron, mataron a los gendarmes de Panamá que
habitaban en su territorio y fundaron la República Independiente de Tule,
cuya bandera era la svástica, sobre fondo naranja, bordada en rojo. Esta
república existe en el momento actual".

Mucho mas coherentes y sólidas fueron las olas que se desplazaron sobre
el continente euro-asiático. Algunos llegaron incluso hasta China, quizás
más lejos. El caso de los Ainu, en el Norte del Japón plantea un problema
a los antropólogos. ¿Cómo una etnia blanca ha podido desarrollarse en
medio del mundo amarillo? Según un etnólogo "se admite más
fácilmente que los Ainu se relacionan con poblaciones blancas que antes
ocuparon el Norte de Siberia. Sumergidos más tarde por los amarillos, a
continuación desaparecieron casi completamente. Los Ainu serían los
últimos restos" (77).

Estos practicaban el culto al oso, cuyo significado polar ya hemos visto,


lo cual es una referencia interesante. Otra cuestión: "la dama de Sulan".
En 1981 fue descubierta en el desierto de Siasnking, en el norte de
China, la momia, muy bien conservada de una mujer blanca y rubia. La
datación dió la fecha del ¡6.470! Algunos miles de años despues, los
Tokharianos avanzaron hasta esa misma región que dominaron hasta el
Siglo X de nuestra era. Esta migración planteó un problema
fundamental: la orientación de los ejes de desplazamiento y la elección
de las regiones de instalación. Gético señala: "... La migración
hiperbórea no tuvo nada de improvisado, de casual, gratuito o
precipitado.

Es preciso que desterremos todos los perjuicios modernos para


comprender bien esta migración sagrada, con reyes sacerdotes,
transportando, de etapa en etapa, sin ninguna improvisación y según
una precisa ciencia geográfica, sus "penates", sus tabernáculos, sus
soportes espirituales. Debemos insistir en este punto capital, sobre el
que se basa todo nuestro estudio: estas etapas (que duraron milenios)
debían tener "virtudes" especiales, virtudes "análogas" a las de las
etapas precedentes y de la comarca primordial" (78). En efecto, es
curioso constatar que las olas migratorias, aunque en ocasiones
separadas por varios centenares, o incluso millones de años, se
dirigieron siempre a los mismos lugares.

Hemos citado a los Tokharianos y a la antiquísima civilización blanca de


Sulan. Tampoco es imposible que oleadas arias hayan penetrado en India
mucho antes del segundo milenio. Se han encontrado en las ciudades de
Harappa y Mohenjo-Daro -cuya antigúedad se remonta, al menos, hasta
el 4000 a. JC- símbolos típicamente hiperbóreos: svástikas, círculos que
irradian, etc. Así mismo, 2000 años antes de la llegada de los italiotas,
símbolos solares y guerreros, especialmente hachas y lanzas, aparecían
en Italia del Norte en Val Carnonica (79). La Grecia de esta época, está
poblada por los pelasgos, cuyo origen hiperbóreo está fuera de dudas.
Sin embargo, estos últimos devieron ser absorvidos por los autóctonos.
Encontraron y se dejaron subyugar por una "civilización de la madre",
influenciada por la "luz del Sur", "esta civilización en la que predominan
los valores femeninos y que, tanto por su ideología, como por su
organización política y social, su forma de vida y su economía, se opone
diametralmente al mundo indo-europeo" (80).

(74) "Los indo-europeos", P.U.F., 1981.


(75) Massoulard, "Prehistoria y Protohistoria de Egipto”. Instituto de
etnologia. 1949.
(76) En "Formas Tradicionales", op, cit.
(77) Nensi Vallis, "Las razas humanas", P.U.F., 1976.
(78) "La Dacia Hiperbórea", en El Velo de Isis, 196.
(79) "Las pinturas rupestres de Val Camónica", Daniel Riba,
FranceEurope, 1994.
(80) Jean Haudry, "Crónicas de estudios indo-europeos". En "Etudes
lndo-europeens", Lyon, 1982.

Este debía estar compuesto por vestigios de oleadas hiperbóreas


precedentes, mezcladas con poblaciones anteriores a la venida de los
arios. Con el tiempo, una alteración, resultante de un debilitamiento
espiritual y de influencias de civilizaciones negras anteriores o próximas,
les había transformado y provocado el desarrollo hipertrófico de la
potencialidad demetríaca, lunar, que zozobrará incluso, al término de una
regresión importante, en los Cultos ctónicos. Varias oleadas, serán así
contaminadas. Pero antes de proseguir, sobre este tema, terminemos la
parte consagrada a las orientaciones del descenso cíclico, con unas
breves observaciones.

La migración se había desarrollado, por una parte, de Norte a Sur, pero


también del Oeste al Este. En efecto, todos los pueblos salidos de
Hiperbórea estuvieron siempre atraidos por el Este. Los celtas, según
relatos míticos, venían del Nor-Oeste, es decir, que se dirigían al Este. En
tiempos históricos, tras la ocupación de Europa Central durante los
períodos de Hallstatt y Latene, se dirigieron hacia el Oeste, en Galia,
especialmente. Pero luego, las oleadas partieron hacia el Este,
invadiendo Italia y Grecia, hasta Turquia, donde constituyeron la Galacia.
Los romanos, antes de invadir Galia, se dirigieron al Próximo Oriente. No
hace falta insistir en los Indo-iranios y los Tokharianos, cuyo ejemplo es
conocido y del que ya hemos hablado. Los Filisteos, sin duda uno de los
más famosos pueblos marineros o "pueblos del Norte" que atacaron
Egipto en el siglo XIII a. JC o el mismo Alejandro Magno que, desde
Grecia, alcanzó las fronteras de la India y estuvo en el origen del Estado
greco-latino en el Nor-Oeste de la India, al igual que la famosa frase de
los alemanes "DRANG NACH OSTEN", proceden, quizás, de esta voluntad
plurimilenaria de los pueblos hiperbóreos de dirigirse hacia el Este, allí
donde el Sol se alza, a falta de volver hacia el Norte, para regenerarse;
el Oeste, decididamente, siendo símbolo de fin, lo es también de
disolución.

Iba a iniciarse el conflicto, del que ya hemos hablado, entre la "Luz del
Norte" y la "Luz del Sur", entre espiritualidádes con dominante solar y
celeste de un lado y otras de carácter lunar y ctónico, de otro. Conflictos
que fueron tan raciales como los enfrentamientos entre blancos y
semitas, las luchas entre filisteos y hebreos, en Palestina, que dieron la
ventaja a estos últimos; entre Semitas y Asiáticos; en Caldea, en
Summer. Conflictos entre blancos y egipcios -que tenían una civilización
con componente negra-, Hiksos, Hititas, pueblos del mar, libios, griegos
y finalmente romanos. A propósito de la población de Egipto antes de
nuestra era, un etnólogo, despues de diversas investigaciones, ha
concluido que estaba formada por un "36% de negroides, 33% de
mediterráneos, 11% de cromañoides, 20% de individuos que no estaban
en ninguno de los tres grupos, pero emparentados, sea a los
cromañoides o a los negroides" (81).

Conflictos con civilizaciones negras, dravídicas, tuvieron lugar igualmente


en la India. De hecho, la gran oleada blanca que descendió del Norte
hacia el Sur se enfrentó a una gran oleada negra que ascendía del Sur
hacia el Norte. Los “sudáneos”, como los llama Fabre d’Olivet, tuvieron
primeramente la delantera, poblaron una parte de Europa, luego fueron
desplazados, poco a poco, por los blancos llegados de Hiperbórea. Como
coronación de los conflictos entre la "Luz del Norte" y la "Luz del Sur",
evocados anteriormente, tuvieron lugar, igualmente, conflictos entre
pueblos blancos, algunos de los cuales fueron ganados por el
matriarcado. Así, en Gracia, "La Orestiada" ilustra una oposición entre un
derecho patriarcal y un derecho matriarcal. El primero, gracias a Atenea,
finalmente obtiene ventaja. Igualmente diferentes episodios del mito de
Edipo se prestan a la misma interpretación (83).

La preocupación constante de los hiperbóreos, desde el descenso cíclico,


fue reconstruir la tierra perdida allí donde los sacerdotes les llevasen. Por
esta razón, los hiperboreos fueron mencionados en diversos lugares, en
ocasiones alejados unos de otros, por autores de la Antigüedad. No por
que se equivocaran, sino por que existían varios centros, alejados
geográficamente, protegidos por pueblos de orígenes comunes pero que
se habían separado, en ocasiones durante mucho tiempo, refiriéndose a
un OMPHALOS original y polar. Así, la Dacia fue indiscutiblemente un
centro importante del descenso cíclico. Al igual que el Norte y Este del
Mar Negro. Gran Bretaña tuvo igualmente esta función.

En Grecia, Delfos, fué un Omphalos (84), al igual que Delos que, como
hemos visto, se relaciona con Apolo a Hiperbórea, y en donde el
hiperbóreo Oleon fue autor de todos los himnos que se cantaban, donde,
según Herodoto, las vírgenes hiperbóreas Arge y Opis, Hiperoca y
Laodicea, conocieron un destino trágico. Roma, aunque sobre un plano
más político, fue también un Omphalos, un centro del mundo antiguo. En
Francia, Tolosa, cuyo nombre deriva, quizás, de Thule, fue ciertamente
un centro más allá de su importancia medieval, que no fue sino la lógica
consecuencia (85). Más al Norte, el bosque de los Carnutos tuvo
igualmente la misma función. Los Biturgos parecían haber encarnado
este papel. Se llamaban "reyes del mundo" o también "reyes perpetuos".
Han fundado la ciudades de Bourges y Burdeos que sirvieron -y es
preciso ver en ello algo más que una simple coincidencia- como refugios
y centros de resistencia al poder de Francia desde la difícil época del
siglo XI.

Adam de Bremen llamaba hiperbóreos a los Godos, Daneses, Dacios y


Gétulos, mostrando así, al margen de las diferencias geográficas y
étnicas, su origen común. Lo cual explica la multiplicación de los centros
en toda Europa, y la unidad, tras la aparente diversidad, que permitió en
la Edad Media, el ecumene europeo. Las últimas oleadas venidas del
Norte se produjeron al principio de la Edad Media. Consiguieron dar un
nuevo impulso durante algunos siglos a la Europa contaminada, primero
la conformada por Atenas, luego por Rorna, por lo más negativo del
próximo oriente y por diversos cultos degenerados y degenerantes. Una
nueva Edad de Oro, bastante breve, culminó en el siglo XII. Luego vino
el mundo actual. No existen ya formas aptas para vivificar a los
descendientes, convertidos en amnésicos, de los hiperbóreos. El "mundo
material", como lo llama el AVESTA, el mundo manifestado, está bajo el
frío y la oscuridad.

Hiperborea está lejos. "Thule, en los confines del mundo", decía Virgilio
(86). En los confines del mundo, fuera de nuestro mundo. Thule, hoy,
siniestra parodia, es el nombre de una de las más importantes bases
norteamericanas, situada en el nor-oeste de Groenlandia. "Se encuentra
concentrado un efectivo americano que representa más de la cuarta
parte de la población indígena de Groenlandia. Se dice que... los
americanos han invertido en Thule, en algunas semanas, tanto, sino
más, de lo que el gobierno canadiense ha invertido jamás en sus colonias
esquimales desde hace un siglo. Se dice que... la "blue gay operation",
que ha desembocado en la creación de esta base, es la mayor empresa
militar desde el desembarco en Normandía. Se dice que... Thule será la
mayor base atómica del "Strategic Air Command''. Se dice que... los
trabajos anuales previstos solo para esta base representarán más del
doble del montante de las inversiones del Estado Danés jamás
entregadas para toda Groenlandia desde 1721.... Oficialmente, en 18
meses, la base ha costado más de cien millones de francos, 1.140.000
dólares de salarios han sido pagados en 1951 antes que haya podido
empezar todo trabajo sobre el terreno. Equipo e instalaciones en la base,
una vez concluidas, serán ulteriormente estimadas en cerca de 1.800
millones de US $ (cifras de principios de los años 50). Sobre kms., esta
llanura se ve ahora erizada de grúas gigantes... hasta que la vista se
pierde, los tejados, los prefabricados, se unen y alzan..." (87).

A esta evocación, las palabras de Hesiodo sobre la raza de bronce, de los


titanes, son aplicables y conservan toda su actualidad: "No sueñan más
que con los dolorosos trabajos de Ares en obras desmesuradas (...): Su
corazón era como el acero rígido; aterrorizaban. Potente era su fuerza
(...), sucumbían bajo sus propios brazos y partieron para la estancia
sombría del Hades sin dejar su nombre sobre la tierra (88). Para
castigarlos, los dioses desencadenaron a los elementos y perecieron.

Saturno/Cronos duerme, Visnhú medita, todos los reyes y emperadores


que han sido verdaderos soberanos "de justicia y paz", ungidos por las
fuerzas divinas, duermen así mismo. Dios no existe para la aplastante
mayoría de lo hombres; se ha retirado del mundo. La misma tierra sufre
múltiples heridas que le infringen los humanos; el polo es inhabitable,,
cubierto como está por "hielos hiperbóreos”; el invierno, el frío, las
tinieblas reinan. El "mundo material" está perpetuamente desolado, el
espíritu se ha retirado; la tierra devastada que espera al héroe vengador
restaurador de la Edad de Oro, Kalki, en la Tradición hindú (89), el Xº
avatar de Visnhú, que cerrará nuestro ciclo e inaugurará el siguiente, en
nuevo Manu que dará a los hombres del próximo ciclo, leyes divinas, los
siete grandes sabios que volverán a encontrar el conocimiento perdido.
En lo más profundo de la Edad Sombría, el nuevo Sol se prepara.
Revestido de una armadura sombría, Visnhú lucha contra los demonios,
Indra se dispone a matar al tenebroso dragón, Thule e Hiperbórea, no
están atrás, e un pasado desvaido y fosilizado, sino, a la vez, ante
nosotros y muy, muy por encima de nosotros.
(81) Citado por Cheik Avita Diop, en "Anterioridad de las civilizaciones
negras ¿Mito o realidad histórica?". Presencia Africana,1967.
(83) Sobre este tema cfr. "El dominio griego y romano", A. Benoist en
L'Europe Paienne. Seghers, 1980.
(84) Cfr. El notable "Geografía sagrada del mundo griego" de Jea Richer.
La Maisnie. 1984.
(85) Ver Geografia Sideral, de G.R. Doumayron, Arma Artis.
(87) Jean Malaurie, "Los últimos reyes de Thule", Plon, 1976.
(86) "Los Trabajos y los días".
(89) Sobre este tema: "La Edad de Oro", n° 1, Cada religión tiene su
salvador: el Buda, Maitreya, el Mahdi, el Saoshyant, etc.

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