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Reflexiones Sobre La Revelación en La Biblia
Reflexiones Sobre La Revelación en La Biblia
Las siguientes líneas solamente pretenden iluminar, desde el punto de vista de los
exegetas católicos; algunos aspectos, objeto en la actualidad de discusión.
RUDOLF SCHNACKENBURG
"Dios ha hablado": el salir Dios al encuentro de los hombres, para comunicarse a ellos,
puede describirse en la Biblia de diversas maneras. Pero la expresión más frecuente y
significativa es hablar. Manifiesta así, del modo más humanamente posible, el auto-
abrirse de un espíritu, mientras que, fuera de la Biblia, el hombre cree conseguir una
revelación por medio de la visión. Es claro que no se trata aquí de la revelación (natural)
de Dios, realizada en la Creación (Rom 1, 19).
"en los tiempos pasados, a los padres": desde el punto de partida del NT hay un real y
verdadero pasado histórico. La expresión padres expresa que ese pasado tiene relación
con el presente. No es simplemente un pasado histórico sino que actúa y se realiza en el
futuro.
"al fin de estos días": se expresa aquí la conciencia escatológica. Porque estos días son
los días en que nosotros vivimos y son, al mismo tiempo, escatológicos. La Revelación
del NT realizada en el Hijo, es la última, a la cual apuntaba desde hace tiempo toda
revelación de Dios, incluso la dirigida a nuestros padres. El Proton y el Eschaton,
principio y fin, se actualizan en la Revelación del Hijo, que es histórica y escatológica al
mismo tiempo.
"a nosotros": contrapuesto a nuestros padres, aclara más estos últimos tiempos, en los
que irrumpió el Hijo. Pero además, por esta expresión se nos llama a la fe y a las obras,
a creer y a obedecer. Este hablar y este auto- manifestarse de Dios a los hombres
presupone un interlocutor que escuche, y a quien Dios comunique sus mandatos. Se lo
recordará el autor de Hebreos a sus lectores en las palabras de exhortación (13, 22) y ya
desde ahora hace llegar hasta ellos la palabra de Dios, "viva, activa y más hiriente que
espada de dos filos" (4, 12). Como ejemplo, citemos la homilía del Autor de la carta
sobre el salmo 95, cuyas primeras palabras recuerda: "Hoy, si oyereis su voz, no
endurezcáis vuestros corazones..." (3, 7). Recalca particularmente el hoy, para moverles
así a un celo renovado. Queda, pues, aclarado que la palabra de Dios en la Revelación
nos viene de fuera lo mismo que la predicación, y exige del hombre una decisión
interior. Existe también otra revelación de la que habla Jesús (Mt 11,25): esta
manifestación interior, esta iluminación gratuita no hace superflua la Revelación del
Hijo, sino que la presupone.
"en la persona del Hijo": la Revelación escatológica tiene lugar sólo por medio del Hijo.
El Hijo no es únicamente el fin de la larga serie de intermediarlos de la Revelación, sino
la cumbre absoluta, insuperable, el Revelador definitivo y completo (Jn 1,18; 3,31).
Otra clase de Revelación, una contemplación inmediata de Dios, no se concede a los
hombres. Pero el que ve al Hijo, ve también al Padre; el que posee al Hijo, posee
también al Padre y la vida eterna (14,8).
Revelación e Historia
Bultmann confirma su teoría particularmente en san Juan. "La paradoja alcanza en San
Juan Evangelista su punto álgido. Jesús es enviado como Revelador. ¿ Qué es lo que
revela? Que El es enviado como Revelador. Esto es lo que ha de creerse para tener vida.
Fuera de la fe, la revelación no es visible. Sólo en la fe se manifiesta el objeto de esta
misma fe, por lo cual la fe forma parte de la revelación". "¿Qué es, pues, lo que se ha
revela do? Si la pregunta se refiere a doctrinas, inasequibles para todos los hombres,
diremos que no se ha revelado nada. Nada, si se pregunta por misterios, que, una vez
conocidos, se supieron de una vez por todas. Pero todo se ha revelado en cuanto que al
hombre se le han abierto los ojos y ya puede de nuevo comprenderse a sí mismo".
sólo por medio de sus actuaciones, que con todo derecho podemos preguntarnos si esto
responde al concepto de Revelación que tienen los autores bíblicos.
Con todo, la Revelación como interpelación, -esto es, palabra dirigida al hombre-, y la
Revelación como esfuerzo por comprender las manifestaciones de Dios subyacentes en
sus actuaciones a lo largo de la Historia, son aspectos que podemos integrar en nuestro
concepto de Revelación.
Revelación y fe
Pablo, con todo, no piensa en una positiva reprobación divina como podría tal vez
sugerir la expresión "en tois apollyménois" (que van a la perdición: el participio de
presente tiene un cierto sentido futuro), porque en el v 4 añade "ton apístòn" (de los
infieles), lo. cual sin. duda completa y determina el participio de presente anterior.
Como contraposición escribe el nosotros en cuyos corazones resplandece Dios por la
Revelación salvadora. No se suprime con esto el misterio de la predestinación, pero se
deduce que debemos responder con la fe a la Revelación para que ésta consiga su
eficacia salvadora.
El segundo pasaje está en 1 Cor 1, 18-25. Pablo encuentra aquí a los hombres divididos:
unos que caminan hacia la perdición y otros que están en vías de salvación. También
aquí resalta el papel de la fe exigida para poder recibir el Mensaje y la salvación. Detrás
de la fe, que es nuestra respuesta al mensaje,. se esconde la llamada eficaz de Dios y, en
definitiva, el misterio de la predestinación.
Partiendo del contenido del mensaje, el Apóstol da una explicación de por qué no pocos
hombres se cierran a la Revelación: es a causa del mensaje, lleno de exigencias y
contrastes, de la Cruz de Cristo, incomprensible para la sabiduría humana. El mundo,
que no había aceptado la "revelación de la sabiduría" de Dios, se encuentra ahora ante
una necedad pretendida por Dios. Así pasa a primer término el problema de la
Revelación: la Revelación escatológica de la salvación, en cuanto que contiene
esencialmente el mensaje de la Cruz de Cristo es algo oscuro y escandaloso para la
sabiduría humana... Triunfará sí, en la Resurrección, pero para admitir ésta, se requiere
ya la fe.
RUDOLF SCHNACKENBURG
Dios se manifiesta a los hombres; pero al mismo tiempo, sólo a los creyentes. De aquí el
doble carácter de manifestación y ocultamiento de la Revelación. Por su radical
orientación hacia la fe, la Revelación se distingue de toda sabiduría y filosofía humana.
Este doble carácter de la Revelación en el NT nos explica muchas cosas: Jesús predica
su Evangelio a todos, pero sólo una minoría capta el mensaje. Son aquellos a quienes se
ha confiado el misterio del Reino de Dios (Mc 4, 11).
Así se aclara la aparente tensión que existe entre Marcos y Juan. El signo de la
Revelación consiste para Marcos en el ocultamiento, mientras que para Juan es la
manifestación esplendorosa. Pero el secreto mesiánico tiene raíces más profundas.
Históricamente, la Revelación de Cristo tropieza con el escollo de la incomprensión por
parte de una multitud incrédula. Cristológicamente, el secreto comporta consigo la
pequeñez del Hijo del Hombre, inexplicable aun para sus Doce. En la Teología de la
Revelación, la Pascua aclarará a la Comunidad de fieles que la Revelación de Jesús
únicamente puede ser comprendida en toda su plenitud a la luz de la Resurrección.
Aun así, esta revelación presenta un carácter peculiar. Por una parte, esta Revelación es
clara y manifiesta: realiza curaciones milagrosas y arroja a los demonios, pero requiere
unos ojos que contemplen estos hechos con fe. Esto es en definitiva lo que viene a decir
Juan Evangelista, acentuando quizá otros aspectos. Para el cuarto Evangelista la
Revelación salvadora alcanza su plenitud y perfección con la predicación y milagros de
Jesús. Únicamente por la fe se puede llegar a la contemplación de la gloria del Verbo
Encarnado (Jn 1,14). Para los no creyentes, los milagros de Jesús no transcienden la
categoría de meros prodigios. Sólo para los creyentes, las palabras de Jesús son espíritu
y vida. A los no creyentes les causan escándalo y les mueven a odio. Así pues, en el
Evangelio de Marcos, junto a su secreto mesiánico de ocultamiento, hay una revelación
patente después de la Resurrección, mientras que en Juan, a pesar de la manifestación
esplendorosa, subsiste un profundo ocultamiento: la infidelidad del mundo.
La postura de la Iglesia primitiva (Urkirche) frente a los escritos del AT ofrece una
cierta analogía (¡sólo analogía!) con la situación de la Iglesia posterior ante el NT y una
Tradición que abarca más (hinausreichenden Tradition). En el uso del AT la Iglesia
primitiva no se atuvo estrictamente a lo que se encontraba directamente en el AT o a las
palabras del Señor, sino que la Iglesia, por sí misma, realizó interpretaciones más
amplias. Su interpretación cristológica del AT puede comprenderse como un desarrollo
de la Revelación de Jesucristo, la cual no solamente consta de las Palabras pronunciadas
por Jesús durante su vida pública, sino que comprende también su Resurrección y
Exaltación.
El mismo S. Pablo nos ofrece un ejemplo de esta libertad en ampliar las interpretaciones
sobre la S. Escritura, en 1 Cor 10, 1-11, al tomar ciertos elementos judaicos postbíblicos
y traducirlos al Cristianismo: Al hacerlo, se deja guiar por su fe en Cristo, y se sabe al
mismo tiempo autorizado para ello por el Espíritu de Dios (cfr. 1 Cor 7,40). Con lo cual
crece y se desarrolla una tradición sobre la palabra escrita de Dios del AT y del
Evangelio oral de Jesús; una tradición que, sin caer en contradicción con la Revelación,
aporta sin embargo algo nuevo (en el AT hay tipos de los sacramentos de la Nueva
Alianza).
Insistimos en que se trata aquí sólo de cierta analogía con respecto a la Tradición oral de
los Apóstoles, pero es cierto que la interpretación de Pablo, que claramente
conservamos, es tradición escrita y palabra de Dios inspirada. Cuando Pablo expresó
por primera vez su interpretación, lo hizo oralmente y nos podemos preguntar cuántas
cosas no nos han sido transmitidas en sus cartas. De aquí se puede colegir qué funciones
ejerció la predicación apostólica oral frente a la Revelación que ya existía antes. La
principal es una interpretación, una aclaración y manifestación más profunda de la
Revelación, fijada en términos escritos; una interpretación realizada plenamente bajo la
dirección del Espíritu Santo, partiendo de la base de la Revelación escatológica de
Cristo. No se dirá en substancia nada nuevo. Pero al mismo tiempo aparece como algo
nuevo, comparado con los documentos históricos del AT y con respecto a la
formulación expresa de la Revelación de Cristo y de su Evangelio.
RUDOLF SCHNACKENBURG
La Tradición evangélica nos ofrece otro ejemplo de las relaciones entre la Revelación
escrita y la oral. No se deduce de aquí que la tradición oral, en cuanto anterior a la
escrita, reclame para sí cierta supremacía sobre la escrita. Más aún, después de la
formulación por escrito de la Revelación en la Biblia, ya no se puede atribuir esta
primacía a la tradición oral. Pero es muy significativo observar que nuestro Evangelio,
aun brindándonos en un todo coherente el mensaje de Cristo, no reproduce sin embargo
todo lo. que Cristo ha revelado.
Evangelio de Juan, ¿no se debería más bien decir que los libros canónicos (inspirados) ,
nos garantizan la pureza de la Tradición apostólica contenida en ellos, pero que dicha
tradición no se contiene solamente en ellos? La Iglesia, como se deduce de la definición
conciliar, quiso disipar toda duda sobré los libros contenidos en el Canon, pero no quiso
emitir juicio alguno acerca de la Tradición oral que vive en el seno de la Iglesia. Con
esto, ni renunció al derecho de velar por la recta interpretación de la Biblia, .ni se
manifestó acerca de las Tradiciones apostólicas, no incluidas en la Biblia, que afluían a
la Iglesia. por transmisión oral. Desde este punto de vista, ¿la decisión de la Iglesia no
debe interpretarse más bien como, un acto de magnanimidad, al saberse capacitada, bajo
la asistencia: del Espíritu Santo, para conocer y poder determinar la verdad en
cuestiones debatidas y dudosas?