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“EL TIEMPO, EL PAIS Y EL COLOMBIANO, UNA MIRADA AL CONFLICTO


AMAZONICO”

JOHN ALEXANDER PEDREROS SARMIENTO

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA


FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
CARRERA DE HISTORIA
BOGOTÁ, 2009.
2

“EL TIEMPO, EL PAIS Y EL COLOMBIANO, UNA MIRADA AL CONFLICTO


AMAZONICO”

JOHN ALEXANDER PEDREROS SARMIENTO

MARIA ISABEL ZAPATA VILLAMIL


DIRECTOR DE TRABAJO DE GRADO

TRABAJO DE GRADO PRESENTADO


PARA OPTAR POR EL TITULO DE HISTORIADOR

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA


FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
CARRERA DE HISTORIA
BOGOTÁ, 2009
3

INDICE

PÁG.

INTRODUCCIÓN 9
1. LOS VIENTOS AUGURAN LA TORMENTA 15
1.1. EL PROBLEMA INDETERMINABLE DE LAS FRONTERAS 15
1.1.1. La tierra de nadie 15
1.1.2. Los problemas se agudizan cuando el interés es económico 18
1.1.3. El tratado de 1922 ¿el fin del problema fronterizo? 20
1.2. EL MUNDO EN SUS TREINTA 22
1.2.1. Cuando las potencias se agotan, unas surgen y otras decaen 22
1.2.2. La nueva década en Colombia 24
1.2.3. El Perú una nueva década, unas nuevas crisis 25

2. ENTRE EL DERECHO DE LA FUERZA


Y LA FUERZA DEL DERECHO 27
2.1. EL DERECHO DE LA FUERZA 29
2.1.1. La movilización militar 30
2.1.2. El arribo de la expedición 33
2.1.2.1. Tarapacá 36
2.1.2.2. Guepí 41
2.2. LA FUERZA DEL DERECHO 44
2.2.1. Los primeros contactos diplomáticos 45
2.2.2. Ante la Liga 50

3. LA PRENSA EN TREGUA EN BIEN DE LA CAUSA 54


3.1. LA PRENSA EN EL PREAMBULO DEL CONFLICTO 55
3.1.1. El Tiempo 58
3.1.2. El País, diario de la mañana 64
3.1.3. El Colombiano 69
3.1.4 Las rencillas de los partidos en los diarios 72
3.2. LAS REACCIONES ANTE LA INVASIÓN 74
3.2.1. El pueblo colombiano 75
4

3.2.2. Los diarios frente a la invasión 78


3.2.3. Los derechos de Colombia 80
3.2.4. La respuesta ante el ataque 82
3.3. CREANDO LOS ACTORES DEL CONFLICTO 85
3.3.1. Los peruanos 85
3.3.2. El pueblo colombiano 89
3.3.3. El gobierno de Olaya Herrera 91
3.3.4. Las fuerzas armadas 94

4. EL EPILOGO DE UN CONFLICTO 98
4.1. LA CAIDA DE SANCHEZ CERRO 98
4.2. LA ASCENCIÓN DEL GENERAL BENAVIDES 100
4.3. EL ACUERDO EN GINEBRA Y EL CESE DE HOSTILIDADES 102
4.4. LA PAZ DE RIO 106
CONCLUSIONES 109
BIBLIOGRAFIA 113
5

INDICE DE IMAGENES

PÁG.
1. Imagen. Mapa de la región de la amazónica. 21
2. Imagen “La Tortuga” [Caricatura]. 31
3. Imagen. “El arribo de la expedición en Manaos.”
[Fotografía]. 33
4. Imagen. “Croquis de la batalla que se dio ayer.” 41
5. Imagen. “El golpe mortal a ginebra”
[Caricatura]. 52
6. Imagen. “Las tropas peruanas en Leticia.”
[Fotografía]. 54
7. Imagen. Extraída de El Tiempo,
(1932, 26 de septiembre).
[Vista de la primera pagina]. Bogotá. 58
8. Imagen. Extraída de El Tiempo,
(1933, 5 de abril).
[Vista total de la última pagina]. Bogotá. 63
9. Imagen. Extraída de El País diario de la mañana,
(1933, 26 de abril).
[Vista de la parte superior de la primera pagina]. Bogotá. 64
10. Imagen. Extraída de El País diario de la mañana,
(1932, 11 de abril).
[Vista de la parte superior de la tercera pagina]. Bogotá. 67
11. Imagen. Extraída de El Colombiano,
(1933, 18 de enero).
[Vista de la parte superior de la primera pagina]. Medellín. 69
12. Imagen. “Marchas patrióticas”.
[Fotografía]. Bogotá. 77
13. Imagen. “Desinfección de Leticia”
[Caricatura] Bogotá. 88
14. Imagen. “El presidente entregó sus joyas.”.
[Fotografía] Bogotá. 92
6

15. Imagen. “Fotos de las tropas de la expedición”


[Fotografía] Bogotá. 94
16. Imagen. “La paz está asegurada”
[Caricatura]. Bogotá. 107
7

Artículo 23 de la resolución No. 13 de julio de 1946.

“La universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus
Alumnos en sus trabajos de tesis, solo velará porque no se publique nada contrario
al Dogma y la Moral Católica, y por que las tesis no contengan ataques o
polémicas puramente personales, antes bien se vea en ellas el anhelo de buscar la
verdad y la justicia”.
8

AGRADECIMIENTOS

Durante mi estancia en la carrera de historia he aprendido muchas cosas, y he contado


con la valiosa ayuda de muchas personas. En primer lugar agradezco a Dios por haberme
permitido llegar hasta este momento.

Posterior a él, agradezco a mis padres y mis hermanos quienes permitieron que con su
apoyo todo lo presupuestado fuese posible. Y por último a María Isabel Zapata, a mis
amigos de fuera y a los de dentro de la Universidad, quienes han tenido que soportarme
durante el transcurso de este trabajo. A todos ustedes solo puedo decirles Gracias Totales.
9

INTRODUCCIÓN

La prensa en Colombia ha sido una institución de una notable importancia en la vida


nacional, ya que ha permitido la expresión de ideas y pensamientos de diversa índole, ya
sean estos de carácter político, social, económico o literario; por medio de sus páginas. Sin
embargo aun cuando aborda multitud de temáticas, hay que considerar que su cariz está
fundamentalmente ligado a la política, razón por la cual ha girado su devenir alrededor de
aquella actividad y se mantuvo – durante el periodo a referenciar 1932-1934 – en defensa
de las posturas ideológicas de sus dueños, sus directores y sus editores. Es por ello que
Colombia, suscrita a luchas partidistas de notable intensidad entre los dos partidos
tradicionales – Liberal y Conservador -, mostraba en la prensa, principalmente en aquella
producida en la de la década de los 30 y anteriores, el reflejo de estas constantes pugnas y
desacuerdos entre dichos partidos, llevándolas a sus páginas. Incluso estas divergencias
ideológicas y políticas, se creía que se debían llevar a la arena de los periódicos, ya que la
prensa era vista más como una tribuna de defensa y propaganda de las ideas políticas del
dueño del periódico o del director, que como un medio de información.

Las páginas de los diarios habrían de presenciar a algunos de los más importantes
hombres de la vida política nacional, durante los primeros años del siglo XX. En los
diarios estos hombres de notable influencia política, no solo aparecerían como parte de las
noticias sino que en muchos casos escribirían en estos periódicos, tanto las noticias como
sus opiniones políticas personales, acercándose sobremanera a lo que expresaba el General
Rafael Uribe Uribe cuando en 1914 inauguró su diario: “El liberal se funda para lo que se
funda todo periódico, de antes, de ahora y acaso del futuro: para defender una ideología”.1
Sí bien esta postura de Uribe Uribe muestra el enorme sentido político que él le da a su
diario, aquella función que él otorgaba al periódico como arena para la defensa de sus
ideas políticas, no era únicamente una postura a nombre propio o de su diario, sino que
esta aseveración es un vivo ejemplo, acerca de cómo la prensa colombiana durante las
primeras cuatro décadas del siglo XX, tenía un fundamento esencial, el cual era el
defender a ultranza la ideología de quien escribía el periódico.

1
Vallejo Mejía, M. (2006), A plomo herido, una crónica del periodismo en Colombia (1880-1980), Bogota, editorial planeta. p. 20.
10

La década de los treinta inaugura un momento importante en la vida política nacional con
la ascensión al poder del liberal Enrique Olaya Herrera. El hecho en realidad del
advenimiento al poder de un ciudadano en sí no debería generar una situación tan
trascendental, sino que la importancia de que este hombre ascendiera a la presidencia es
por ser miembro de un partido –partido liberal- que no había logrado llegar al poder desde
hacía casi medio siglo. La ascensión al poder de Olaya Herrera, y la caída del partido que
había tenido el control del poder político en Colombia, avivaría un poco más la hoguera de
las constantes disputas políticas entre los dos partidos políticos tradicionales –liberal y
conservador-. Lo cual se vería en una cada vez mayor fuerza en el lenguaje que usaban los
diarios frente a sus contradictores políticos y frente a los diarios de sus opositores.

Esta constante rivalidad política entre liberales y conservadores se denotaba en buena


manera en los diarios y se elevaba con mayor ahínco, luego de la escogencia de Olaya
Herrera como presidente de los colombianos, para el periodo 1932-1934. No obstante un
hecho fortuito ocurriría durante el periodo presidencial de Olaya Herrera, que cambiaría
las prioridades de los periódicos de atacar a su contraparte política, y se concentraría en un
enemigo externo que emerge el primero de septiembre de 1932, con la toma del poblado
de Leticia a orillas del río Amazonas, por parte de un grupo de peruanos vecinos de este
poblado.

Sí bien el problema fronterizo no era algo nuevo para el año de 1932, ya que disputas con
el Perú siempre habían existido por la posesión de los territorios amazónicos, incluso
desde los primeros años de vida independiente de ambas naciones, se pensaba al menos en
Colombia, que el problema había sido zanjado satisfactoriamente por el tratado Lozano-
Salomón de 1922, el cual ya había sido ratificado con la entrega oficial de las posesiones
territoriales a cada uno de los países, de acuerdo a lo signado por el tratado.

Es el conflicto entre Colombia y Perú, un momento de especial significación para la vida


nacional, ya que convoca a amplios sectores políticos del país a pronunciarse en contra de
la agresión cometida por el Perú con la retención y toma de Leticia. De aquí surgen
diversos sentimientos en su mayoría de rechazo ante el suceso ocurrido en Leticia, se
expresarán de diversas maneras y una de ellas es a través de la prensa. De modo que
aunque esta tesis de grado, hablará sobre la historia de la prensa en Colombia y la historia
del conflicto amazónico, pretende mezclar los dos temas planteados, cuestionándose
acerca del carácter cómo fue visto el conflicto amazónico en los diarios El Tiempo,
11

vinculado estrechamente al partido liberal y cercano al presidente Olaya Herrera, El País


diario de la mañana y, en menor medida, El Colombiano de la ciudad de Medellín. Estos
dos últimos diarios, cercanos al partido conservador y opositores del régimen presidido
por Olaya Herrera.

Teniendo en cuenta la filiación política de los diarios a uno u otro partido,


fundamentalmente nos preguntamos ¿Qué fue el conflicto amazónico para los diarios El
Tiempo, El País diario de la mañana y el Colombiano, fue acaso un punto de convergencia
y unión de estos diarios frente a la amenaza externa, o fue quizás un escenario más en la
disputa entre los dos sectores políticos tradicionales del país?

La respuesta que nosotros planteamos a este interrogante puede parecer ambigua, pero es
la que creemos se adecua de mejor manera, según lo que nos expresan los diarios
consultados. El conflicto presento puntos de concordancia y de unión entre los diarios en
muchos asuntos principalmente durante los primeros meses, durante las primeras
reacciones o cuando la salida militar era vista por los diarios como la solución más
pertinente para solucionar el conflicto. Sin embargo la naturaleza de esta unión al ser
identificada como tan solo una tregua en la constante lucha política, hizo que siempre
estuviese presente la divergencia, y ésta se mostrará con mayor fuerza principalmente
cuando la solución diplomática surgía y cuando ella se encuentra próxima a materializarse.
En otras palabras amigos y aliados en la guerra, enemigos y contradictores en la paz o en
la tregua.

La prensa como tema de estudio en nuestro país ha atraído a algunos autores como en el
caso de MaryLuz Vallejo, Antonio Cacua Prada, Enrique Santos Calderón, Enrique Santos
Molano y Marco Tulio Rodríguez, quienes la han abordado desde diversas perspectivas,
planteando investigaciones y disertaciones acerca del carácter de la prensa en Colombia,
como en el caso de Vallejo, Prada y Rodríguez. Mientras otros han hablado desde sus
memorias y vivencias de cómo ha sido la prensa en su transcurrir, según sus perspectivas
y experiencias, como lo abordan Santos Calderón y Santos Molano. Igual al tratamiento
que se le ha hecho a la prensa, el conflicto amazónico ha sido abordado por un buen
numeró de investigadores quienes han indagado en él, personajes como Álvaro Valencia
Tovar, Cesar Torres, Medina Medófilo, Alberto Donadío, Juan Camilo Restrepo e Ignacio
Betancourt, Carlos Uribe Gaviria, Alfredo Vásquez Cobo y Hugo Sotomayor entre otros.
Las perspectivas en las que se han enfocado en sus estudios se encaminan desde Valencia
12

Tovar, Uribe Gaviria y Vásquez Cobo a ver el conflicto desde la perspectiva militar, y los
dos últimos a observarlo como personas que además de ser militares experimentaron el
conflicto; hasta estudios como los de César Torres, Medina Medófilo, Donadío,
Sotomayor, Restrepo y Betancourt, que analizan el conflicto desde el hecho de la agresión
peruana, el problema cauchero, los sentimientos de unión del pueblo, la historia
diplomática, la problemática económica e incluso los problemas sanitarios propios del
conflicto. Sin embargo, aunque estos autores usan en ciertas ocasiones la prensa como
referencia, esta tesis se fundamenta en la idea de analizar a los tres diarios El Tiempo2, El
País3 y El Colombiano4 en menor medida, y cual fue el desenvolvimiento de estos diarios
frente al conflicto. Resulta importante aclarar que este estudio tomaba como fuentes a tan
solo dos periódicos de la ciudad de Bogota, El Tiempo y El País, pero por problemas con
la fuente - su desaparición física- y ante la imposibilidad de encontrarla en múltiples
bibliotecas y centros de documentación diseminados por la geografía nacional, nos vimos
en la necesidad de recurrir al diario El Colombiano, durante el periodo enero-marzo de
1933, para tratar de reemplazar al diario El País desaparecido durante este periodo de
tiempo, razón por la cual el diario El Colombiano, diario de la ciudad de Medellín,
aparece en esta tesis. Por tanto nos limitaremos al uso del diario El Colombiano
exclusivamente durante Enero a Marzo de 1933, por las razones ya expuestas.

Los diarios referenciados se analizarán en la perspectiva de análisis del discurso, bajo los
parámetros descritos por Dell Hymes, en donde se plantea que un discurso puede ser
analizado como un hecho comunicativo en sí, en lo que el llamo <<hechos del habla>>.
Bajo su método denominado SPEAKING5, el analizar un discurso se debe hacer teniendo
en cuenta, la situación, el lugar donde ocurre, los participantes que intervienen, los
objetivos que se pretenden, la secuencia de actos que se realizan, el tono con que se dicen,
los instrumentos con que se abordan, las normas de acción e interacción –por que actúa

2
El diario El Tiempo se escoge por dos razones fundamentales. La primera la gran amistad que entrañaba al jefe de gobierno Don
Enrique Olaya Herrera con el propietario del diario don Eduardo Santos, desde cuando compartían militancia en el partido republicano.
La segunda es porque es este diario uno de los más firmes aliados durante la campaña presidencial de Enrique Olaya Herrera. Y por
último durante el conflicto, la postura de Eduardo Santos era tan cercana a la del presidente que no solo apoyó, sino que también el hizo
parte del gobierno sirviendo como negociador en Ginebra.
3
El diario El País es seleccionado por tres motivos, el primero que es para la época del conflicto amazónico es el único diario
conservador de la capital colombiana. Segundo porque los motivos de su fundación se hacen para hacer contrapeso a la prensa liberal
gobiernista mayoritaria de la capital. Y por ultimo porque es el periódico que en la capital cuenta con el apoyo del directorio
conservador a partir de la convención de este partido a finales de 1932 en Chía.
4
El Colombiano su elección es por que al haberse perdido la fuente que se circunscribía a la ciudad de Bogotá, y a la imposibilidad de
conseguirla aun cuando se hicieron ingentes esfuerzos, nos vimos abocados a enfocarnos en uno de los diarios conservadores de mayor
tradición, y en donde era recurrente que los escritores de las columnas del diario El País, también ejercieran su pluma en este diario.
5
SPEAKING es un acrónimo en ingles que significa Setting and scene (situación y lugar), Participants (participantes), Ends
(objetivos), Act sequence (secuencia de actos), Key (tono), Instrumentalities (instrumentos), Norm of interaction and interpretation
(normas de interacción e interpretación, Genre (generó). Lo cual en conjunto forma el método SPEAKING. Cortes Rodríguez, L y Ma.
Matilde Camacho Ardave. (2003), ¿Qué es el análisis del discurso? Barcelona, Octaedro –Eub. p. 43.
13

como actúa-, y el genero.6 No obstante, aun cuando la manera de abordar el discurso se


hará desde el modelo usado por Hymes, al nosotros enfocarnos exclusivamente en los
editoriales de los diarios procedemos a tener en cuenta la perspectiva de María de los
Ángeles Fernández en cuanto a que exclama que “…en el editorial se expresa el punto de
vista del periódico y se orienta al lector diciéndole claramente qué es lo bueno y qué es lo
malo”7. Es por ello que haciendo uso del editorial como fuente de nuestro análisis, se
empleará el SPEAKING8, procediendo a ver los editoriales mediante la propuesta hecha
por Hymes.

El tema de El Tiempo, El País y El Colombiano y la forma como nos aproximamos a la


problemática por nosotros planteada, y luego de haber expresado la forma en que
queremos abordarla, nos es necesario entender que en el transcurso de este trabajo hay dos
asuntos fundamentales, la prensa y el conflicto. Por prensa en este trabajo entenderemos
una producción cultural, que pretende estructurar el medio que la rodea y que de una u
otra manera interviene en la política y en la cultura a través de su participación pública,
configurándose como una tribuna política o como un actor social. El segundo asunto, no
es otro que el Conflicto, este entendido como el enfrentamiento que puede ser pasivo o
activo entre dos sectores antagónicos conscientes de unos objetivos igualmente
antagónicos o iguales en competencia que pueden ser culturales, políticos, ideológicos o
socioeconómicos y que identifican en sus propuestas, motivos para la defensa o para la
actitud beligerante a favor de los propósitos fijados.9

Este trabajo se desarrollará en cinco grandes segmentos, el primero de ellos es los


vientos auguran la tormenta, en el cual observamos algunos breves apartes acerca de la
situación mundial, y de la situación política y social de Perú y Colombia en momentos
previos a la toma de Leticia, el primero de septiembre de 1932. Un siguiente segmento es
el conflicto, visto desde sus inicios con la toma de Leticia, hasta los acuerdos de cese de
hostilidades, donde se verán dos perspectivas que los periódicos plantearon para la
solución del conflicto, una utilizando el sendero diplomático o la otra por la vía de las
armas. El tercer segmento corresponde a una mirada hacia la prensa, a las primeras
reacciones y a la construcción de los sujetos, como espacio de convergencia de los diarios

6
Cortes Rodríguez, L y Ma. Matilde Camacho Ardave. (2003), ¿Qué es el análisis del discurso? Barcelona, Octaedro –Eub. p. 43.
7
Fernández, M. (2003), El editorial, un género periodístico abierto al debate. Sevilla, pedro j. crespo. p. 34.
8
El método SPEAKING, se empleará teniendo en cuenta cada uno de los elementos que lo componen, de acuerdo a ello, es menester
aclarar que cada una de las partes que estructuran esta tesis corresponden de una u otra manera a la metodología que hemos utilizado del
sociólogo Dell Hathaway Hymes.
9
López Martínez, M (2004). Enciclopedia de Paz y Conflictos. Tomo I, Granada, Universidad de Granada. p. 150.
14

en sus discursos. Posteriormente se procederá a mirar finalmente la ruptura de la tregua,


analizando la divergencia de posiciones frente a la solución del conflicto durante los
últimos momentos de este. Por último nuestro segmento final, corresponde a unas
conclusiones a las que hemos llegado luego de finalizado este trabajo de grado.
15

1. LOS VIENTOS AUGURAN LA TORMENTA

Una frase bastante coloquial en Colombia bien nos podría expresar la problemática con
el Perú y la cuestión de nuestras fronteras con el vecino país. El adagio popular reza que
“Cuando el Río suena piedras lleva”.10 Esta expresión bastante extendida en nuestra argot
cultural colombiano, bien nos puede definir nuestra relación con el Perú durante el siglo
XIX e inicios del XX, ya que la indefinición fronteriza, los constantes rumores de la
persecución de naturales y de colonos colombianos, habían creado un aire enrarecido que
auguraba la tormenta que se presentaría en septiembre de 1932, con el estallido del
conflicto11 amazónico.

1.1. EL PROBLEMA INDETERMINABLE DE LAS FRONTERAS

El siglo XIX para Colombia, fue un siglo de numerosas negociaciones diplomáticas que
buscaban fijar unas fronteras claras para el país. No obstante, durante ese siglo muchas de
las definiciones limítrofes con nuestros vecinos resultaron infructuosas.

Fue una preocupación durante sucesivos gobiernos, fijar unas fronteras claras con
nuestros vecinos, ya que el país necesitaba y requería conocer sus límites territoriales. No
obstante y a pesar del anhelo de establecer definitivamente los acuerdos con nuestros
vecinos, ciertos intereses políticos y económicos, dificultaban la concreción de unos
tratados claros que permitieran la definición de nuestras fronteras. Esta situación tan solo
comenzaría a desenmarañarse durante las primeras décadas del siglo XX.

1.1.1. La tierra de nadie

La historia de la región sur de la actual Republica Colombia,12 la cual fue la zona en


disputa entre Colombia y Perú, nos remonta a aquellos paraísos perdidos que se sabe que
existen en algún lugar pero que nos son ajenos a todos. La región amazónica, bien nos
puede ejemplificar ese imaginario de la región olvidada, no integrada a ningún lugar, a
pesar de su inmensa importancia estratégica, al estar vinculada y comunicada por el gran

10
Frase muy utilizada en el país, que indica que la mayoría de rumores tienen algo de certeza y algún grado de verdad.
11
Por conflicto entenderemos, el enfrentamiento que puede ser pasivo o activo entre dos sectores antagónicos conscientes de unos
objetivos igualmente antagónicos que pueden ser culturales, políticos, ideológicos o socioeconómicos y que identifican en sus
propuestas, motivos para la defensa o para la actitud beligerante a favor de los propósitos fijados.
12
Nos referimos a la actual Colombia, para diferenciarla de la Colombia de Simón Bolívar que era integrada por Nueva Granada,
Ecuador y Venezuela. Por tanto nos referimos a la Colombia que se creó a partir de los territorios de la Nueva Granada posterior a
1830.
16

rió que atraviesa buena parte de Suramérica y que el conquistador Francisco de Orellana
llamaría el Amazonas.

Desde los inicios de la vida independiente de la actual Colombia, se conocía que la


región amazónica hacia parte integrante de nuestro país, gracias a que éramos los
herederos directos de aquellas tierras pertenecientes al antiguo Imperio Español. Sin
embargo, como bien lo afirmaría el General Valencia Tovar: “...Nos pertenecía por
herencia, como una gran hacienda para una familia que sólo tiene conciencia citadina”.13
La afirmación del General Valencia Tovar, bien nos puede ejemplificar dos aspectos
fundamentales, el primero era que bajo los títulos que nos había heredado España luego de
la disgregación de su imperio durante las dos primeras décadas del siglo XIX, estas tierras
nos pertenecían administrativamente. Pero el segundo aspecto que nos expresa el General,
es que sí bien nosotros poseíamos los títulos nuestra conciencia no nos permitía ver a
profundidad el valor de nuestra posesión, la cual observamos como algo alejado de
nosotros.

La afirmación que este general colombiano hace sobre la amazonía, nos ilustra la poca
importancia que le habíamos dado a nuestras posesiones junto al gran río. Ya que nuestro
país se había caracterizado durante el siglo XIX y buena parte del XX, por estar encerrado
en sus territorios andinos y poco había intentado establecerse y controlar efectivamente
sus fronteras.14

La frontera entre Colombia y Perú, no era un problema nuevo para cuando se presentó la
toma de Leticia en septiembre de 1932. Al contrario, esta indefinición fronteriza era un
conflicto de vieja data y que podía encontrar sus raíces incluso en los primeros años de
nuestra vida republicana.15

Posterior a las campañas de emancipación realizadas por los criollos durante las primeras
décadas del siglo XIX en contra de España, los países que se conformaron empezaron a
definir sus fronteras, de acuerdo a lo que había sido la división administrativa española en

13
Valencia Tovar, A. (1994), [Introducción], En Ministerio de Defensa Nacional. Conflicto Amazónico 1932 – 1934, Bogota, Villegas
Editores, 1994. p. 21.
14
Las constantes guerras civiles que vivió Colombia durante el siglo XIX y su conciencia de país andino, había conseguido que poco se
pensará en las fronteras y aun más que fuera muy poco el interés por las regiones amazónicas. Valencia Tovar, A. (1994),
[Introducción], En Ministerio de Defensa Nacional. Conflicto Amazónico 1932 – 1934, Bogota, Villegas Editores, 1994. p. 21.
15
La indefinición fronteriza en el sur entre Colombia, Perú y Ecuador, antes de 1932 ya había producido choques e incluso conflictos.
Un buen caso es la primera guerra entre la Gran Colombia y Perú, la cual termina con el convenio de Girón. Torres del Río, C. (1994),
Grandes agresiones contra Colombia, Bogotá, Martínez Roca. p. 94.
17

tierras americanas.16 La repartición de tierras dejaba a la actual Colombia con una notable
cantidad de territorio en la amazonía. Estos territorios fueron disputados incluso en los
primeros años de la vida de las jóvenes republicas latinoamericanas. De ahí que uno de los
primeros choques por la frontera sur de Colombia, se produjera en 1829 cuando por
divergencias limítrofes, el Perú se enfrenta a la Gran Colombia por la posesión de Azuay,
actualmente propiedad del Ecuador. La Gran Colombia derrota al Perú en el Porteté
Tarquí, logrando que el incipiente estado peruano se viera obligado a aceptar la repartición
luego de este conflicto, aunque con la división de la Gran Colombia en tres fragmentos,
Venezuela, Ecuador y Nueva Granada; se empieza a desconocer el convenio de Girón, el
cual había sido el resultado de la confrontación bélica.17

Luego de la división de la Gran Colombia, durante todo el siglo XIX, el problema de la


definición fronteriza entre Colombia y Perú se hizo cada vez más difícil de resolver. Un
primer factor determinante en la larga indefinición fronteriza de esta zona, es la ausencia
de pobladores colombianos en estos territorios, principalmente durante el siglo XIX. Sí
bien, a finales del siglo XIX e inicios del XX los colonizadores colombianos comienzan a
llegar, son muy reducidos en número a comparación de los colonos peruanos. De este
modo, aunque se tenían los títulos de propiedad de esas tierras, no había una gran
población colombiana que ejerciera la ocupación efectiva de estos territorios.18 A lo
anterior se suma el total abandono por parte del estado colombiano, quien no tenía una
presencia efectiva en el sur del país, haciendo que nuestra posesión de aquellas tierras
fuera en derecho pero no de hecho. Frente a esto las palabras del profesor César Torres,
nos ilustran el total abandono colombiano de sus territorios amazónicos afirmando que:
“En cuanto a la zona de conflicto, el abandono por parte del Estado era total. Cuatro
hechos nos basta señalar para tener una idea de la situación. Ni siquiera había sal y la poca
que llegaba se transportaba por vía peruana. En segundo lugar, el dinero que circulaba no
era colombiano; un comerciante de Leticia rechazó un billete del banco de la república por
considerarlo falso”.19 La postura indicada por el profesor Torres del Río, bien nos expresa
lo vulnerable que era esta zona, ya que no se encontraba integrada plenamente a nuestro
país. Sino que por el contrario parecía integrada en mayor grado al territorio peruano.

16
La doctrina que encarnó la repartición de los territorios americanos, y que se fundamentaba en la organización administrativa del
Imperio Español, se conoce como la Uti Possidetis. Donadío, A. (2002), La Guerra con el Perú, Medellín, Hombre Nuevo. p. 39.
17
El convenio de Girón es aquel acuerdo que la gran Colombia impone al Perú luego de la derrota sufrido por el ejercito peruanos en la
batalla del Porteté Tarqui. Torres del Río, C. (1994), Grandes agresiones contra Colombia, Bogotá, Martínez Roca. p. 94.
18
El autor nos expresa que el problema con el Perú en buena parte se debe a que no existía una dominación absoluta del territorio y que
por el contrario las tierras del sur, eran unos territorios que tenían muy poca colonización efectiva por parte de Colombia. Donadío, A.
(2002), La Guerra con el Perú, Medellín, Hombre Nuevo. p. 49.
19
Torres del Río, C. (1994), Grandes agresiones contra Colombia, Bogotá, Martínez Roca. p. 109.
18

De modo que la no definición de fronteras, el abandono del estado colombiano de sus


posesiones y la poca colonización, conducían a que Colombia fuera dueño de esas tierras
bajo derecho jurídico. Su dominio de las posesiones territoriales amazónicas era
fuertemente mermado por el abandono de estos lugares y el poco interés para integrarlos
por parte de Colombia.

1.1.2. Los problemas se agudizan cuando el interés es económico

A finales del siglo XIX y comienzos del XX, la región se agita frente al boom de un
nuevo producto, el caucho. Este nuevo artículo de explotación, hizo no solo celebre a la
Amazonía, por sus enormes cantidades de aquel material, sino también por la triste
historia de la Casa Arana20 y la explotación de los indígenas para obtener este articulo.

El nuevo producto ocasionó una mayor atención a esta región y un mayor interés por
parte de los gobiernos tanto del Perú como de Colombia. Sin embargo, la presencia
peruana era mucho más fuerte que la colombiana, debido a las grandes inversiones de
capitales que manejaban los caucheros peruanos, principalmente las de Julio César Arana
y sus socios en la Amazonía y en el Putumayo. Lo cual hacía que el Perú tuviese una
fuerte influencia en la región por medio de la compañía peruana denominada, La Casa
Arana.

La dominación que ejerció Arana sobre estos territorios y que era apoyada en muchas
ocasiones por el estado peruano, se hizo mediante el uso de la fuerza. A través de este
medio violento, muchos colonos colombianos e indígenas, que ejercían actividades
caucheras a lo largo del Putumayo y del Amazonas, fueron expulsados de estas tierras,
masacrados y torturados por empleados de Arana.21

En muchas ocasiones se habló de la complicidad del estado colombiano con estos


crímenes realizados por Arana y sus hombres. La responsabilidad colombiana en estos
actos de terror, fue achacada principalmente al gobierno del general Reyes. Sobre este
asunto el periódico El Tiempo nos expresaría que: el presidente Rafael Reyes entregó una
concesión, pero los beneficiarios de esta concesión se aprovecharon y asaltaron al

20
La tristemente recordada Casa Arana era una compañía propiedad de los peruanos Julio César Arana, su hermano Lizardo y otros
familiares de estas personas. Esta compañía fue fundada en 1903 dedicada a la explotación de caucho utilizando para ello mano de obra
indígena en estado casi de esclavitud. Esta compañía se constituyo como un verdadero imperio en el Amazonas y el Putumayo.
Casement, Roger. (1985) Putumayo Caucho y Sangre. Relación al Parlamento Inglés (1911), Quito, Abya-Yala. p. 4-5.
21
Gómez, A. (1995), Caucherías y Conflicto Colombo-Peruano Testimonios 1904-1934, Santafé de Bogota, Ed. Coama/Disloque.
p.30.
19

gobierno en su buena fe.22 Sin embargo la buena fe del presidente Reyes al entregar
concesiones territoriales en el sur del país, fue debatida y puesta en duda ante la
Procuraduría General de la Nación, en la que se le acusó incluso de Traición a la Patria, ya
que luego de entregar concesiones para la explotación de materias primas –caucho- en el
Putumayo y la Amazonía colombiana, la sociedad beneficiaria de estos derechos de
explotación, la sociedad Cano, Cuello y Compañía, de la que era accionario Reyes,
procedió a delegar y entregar sus derechos a la Casa Comercial de Julio César Arana, la
famosa Casa Arana.23

Las persecuciones que La Casa Arana y sus agentes, hicieron contra los caucheros
colombianos fueron de una crueldad extrema, los asesinatos y las violaciones resultaban el
pan nuestro de cada día en aquellas olvidadas tierras. Aunque poco a poco estas vejaciones
en contra de los indígenas y de los colonos colombianos, se fueron conociendo a través de
viajeros que pasaban por el Putumayo, estas quejas de extranjeros frente a la enorme
crueldad de los caucheros adscritos a La Casa Arana, tomarían cada vez más fuerza, hasta
cuando el gobierno británico hizo uso de su cónsul en Río de Janeiro, el Sr. Roger
Casement para investigar esos delitos, que comprometían no solo a Arana y a capitales
peruanos sino a inversiones británicas en dicha compañía cauchera. Casement
efectivamente avalo las versiones de los viajeros y contó las atrocidades que Arana hacia
para extender su imperio comercial de terror, muerte y desolación.24

La zona en disputa, el auge cauchero y los informes de las atrocidades de los agentes de
Arana, sumados al proceso de Casement, obligaron a Colombia a ejercer su soberanía
enviando destacamentos militares a la zona de frontera. Esta presión ocasionó varios
incidentes entre fuerzas peruanas y colombianas en la frontera. El más grave de estos
sucesos fue la Toma de la Pedrera25 bajo control colombiano, por parte de un gran
contingente militar peruano.

La mala reputación que Arana adquirió en el Reino Unido luego del informe Casement,
como asesino y torturador de indígenas, hizo que poco a poco decayera el negocio de
Arana, quien comenzó a liquidar su empresa a partir de 1911, hasta que ésta terminó

22
Garcés, E. (1932, 11 de septiembre), “A las fronteras”, En El Tiempo, Bogotá, 11 de septiembre de 1932. p. 4.
23
Gómez, A. (1995), Caucherías y Conflicto Colombo-Peruano Testimonios 1904-1934, Santafé de Bogota, Ed. Coama/Disloque. p.
20.
24
Domínguez, C. y Gómez, A. (1990), La Economía Extractiva en la Amazonía Colombiana 1850 – 1930, Santa Fe de Bogota,
Corporación Colombiana Para la Amazonía Araracuara, p. 195-196
25
La Toma de la Pedrera fue uno de los más grandes golpes sufridos por las armas colombianas,
20

oficialmente en el año de 1920.26 Con el fin de la Casa Arana y su imperio comercial


basado en el caucho, el Perú perdía una importante influencia en la zona. Aunque el
poblamiento que había hecho el boom cauchero, en mayor medida de personas de
nacionalidad peruana hacia que los intereses del estado peruano se mantuvieran en la
región por un largo periodo de tiempo.

1.1.3. El tratado de 1922 ¿el fin del problema fronterizo?

El tratado de 1922 se constituye en uno de los grandes hitos en la relación entre


Colombia y Perú. Ya que cuando se afirma y se le da forma a este acuerdo limítrofe, se
pretende concederle unas fronteras estables y claras, tanto al estado peruano como al
colombiano.

La negociación y la fijación de los límites territoriales entre ambos estados, habían


estado en la mente del gobierno colombiano, durante gran parte de su vida republicana.
Sin embargo, una serie de obstáculos políticos y económicos, habían hecho que esta
delimitación se diera tan solo hasta 1922.

La negociación del tratado y la firma del mismo, las cuales habían sido precedidas por un
siglo de negociaciones infructuosas, se lleva a cabo entre los dos ministros de relaciones
exteriores: el señor Alberto Salomón, representante del Perú y el Sr. Fabio Lozano
Torrijos27 en representación de Colombia.28 El acuerdo limítrofe fijado entre Lozano
Torrijos y Salomón desemboca en una serie de acuerdos en los que Colombia adquiría
para sí, una salida al río amazonas, el cual sería el trapecio amazónico. El Perú por su
parte, se hace acreedor a una frontera más sólida entre los dos países, la margen derecha
del río Putumayo.29

Posterior a la firma de este tratado, los dos gobiernos procedieron a hacer oficial el
tratado en sus respectivos países, ratificándolo en sus respectivos congresos. En Colombia

26
Domínguez, C. y Gómez, A. (1990), La Economía Extractiva en la Amazonía Colombiana 1850 – 1930, Santa Fe de Bogota,
Corporación Colombiana Para la Amazonía Araracuara, p. 199.
27
El señor Fabio Lozano Torrijos nace en un pueblo denominado Santana, hoy identificado con el nombre de Falan, Tolima; en el año
de 1865. Su pensamiento político, a pesar de ser hijo de padre conservador está ligado más al Partido Liberal colombiano del que hacia
parte. Durante su vida estuvo encargado de dos asuntos principalmente, sus plantaciones de caña de Azúcar que poseía en el Tolima y
su vida en la diplomacia colombiana. En ella se recuerda su nombre ya que el tratado de fronteras entre Colombia y Perú lleva su
apellido, ya que él fue quien lo gestionó y lo suscribió. Posterior a su cargo como embajador en el Perú, su cargo sería asumido por su
hijo Fabio Lozano Lozano. Donadío, A. (1995), La guerra contra el Perú, Bogota, Planeta, 1995. p. 75 – 80.
28
Pardo Rueda, R. (2004), La historia de las guerras, Bogotá, B. Colombia, 2004. p. 664.
29
Esta entrega de territorios por parte de Colombia, ocasionaría un fuerte reclamo por parte de Ecuador quien veía que los territorios
que había cedido a Colombia en un tratado anterior. Eran cedidos al Perú. Donadío, A. (2002), La Guerra con el Perú, Medellín,
Hombre Nuevo, 2002. p. 61 - 62.
21

el acuerdo sería aprobado en 1925, mientras que en Perú la ratificación habría de ser
aprobada solo tres años después de que se hiciese en Colombia.30 Las ratificaciones
condujeron a una demarcación de fronteras, que culminaría con la entrega de territorios
durante 1930.

1. Imagen. Mapa de la región de la región amazonica. Extraída de Donadío, A. (2002), La Guerra con el Perú, Medellín, Hombre
Nuevo, 2002.

A lo largo de su elaboración y su ratificación, el tratado tuvo que vivir grandes escollos


que no permitían que el acuerdo se diera de manera rápida. Acabado de firmar el tratado,
los principales obstáculos fueron tres, el primero el gobierno del Brasil, quien veía
afectados sus intereses territoriales en la zona. El segundo el Ecuador, quien observaba
con preocupación como sus intereses territoriales quedaban mutilados con el nuevo
acuerdo y Colombia entregaba algunos territorios que Ecuador le había concedido. Y por
ultimó, los caucheros peruanos encabezados por don Julio César Arana y algunos otros,
quienes miraban con recelo que sus grandes extensiones de tierra en el Caquetá quedaban
en manos del gobierno colombiano.31 El estado colombiano, al final procederá a negociar
con Brasil un tratado limítrofe posterior, que aquietara sus reparos. Mientras Ecuador y los
caucheros peruanos quedaron con las quejas pero sin arreglos definitivos. Precisamente es
en los caucheros peruanos en donde habría de surgir las mayores críticas al tratado. La
inconformidad peruana, especialmente la que se encontraba cerca de la frontera, era desde
la puesta en vigor del tratado Lozano-Salomón, una bomba de tiempo que amenazaba con
explotar en cualquier momento.

30
Ministerio de Defensa Nacional, (1994), Conflicto Amazónico 1932 – 1934, Bogota, Villegas Editores, p. 45.
31
Pardo Rueda, R. (2004), La historia de las guerras, Bogotá, B. Colombia, 2004. p. 664.
22

1.2. EL MUNDO EN SUS TREINTA.

El inicio de los años 30 durante el siglo XX, es una época de grandes transformaciones y
de grandes tensiones. Principalmente debido a los grandes coletazos de la crisis económica
de 1929, los cuales se hacían cada vez más presentes en el mundo.

El periodo conocido como la Gran Depresión, fue un momento de una enorme coyuntura
económica. Durante este tiempo los flujos de capitales que se venían dando a razón de
prestamos internacionales disminuyeron casi en su totalidad, resintiendo durante los años
de 1927 a 1933, las economías que dependían de estos prestamos para el funcionamiento
normal de los estados.32

Suramérica no estuvo exenta de la crisis. Por el contrario su fuerte nivel de dependencia


económica con algunas economías como la de la Gran Bretaña y los Estados Unidos,
conllevaron a que sus economías atadas a estos centros de poder se resintieran y a que los
prestamos externos no llegaran a los países dependientes de estos capitales
internacionales. En algunos países la crisis económica condujo a fuertes problemas
políticos e inestabilidad de sus sistemas internos, así como a cambios políticos y
económicos de un enorme impacto.

1.2.1. Cuando las potencias se agotan, unas surgen y otras decaen

La crisis económica mundial representada con la imagen del octubre negro en EEUU,
como tal no empezó en el seno de las pequeñas economías latinoamericanas, como la
peruana o la colombiana. Aunque estas economías del sur de América, si se vieron
afectadas por los problemas económicos y comerciales que provenía de potencias como
los EEUU y la Gran Bretaña.

Durante gran parte del siglo XIX, y posterior a la independencia de los territorios
americanos españoles, la Gran Bretaña se había convertido en aquel país encargado de
prestar dinero y comprar algunos de los productos que ofrecían los países que surgían de
la desintegración del Imperio Español.

32
La gran Crisis llevo a que los países enfrentarán enormes dificultades económicas, y estas a su vez degeneraron en difíciles
condiciones políticas internas en algunos países. Hobsbawn, E. (2003), Historia del Siglo XX. 1914 – 1991, Barcelona, Crítica, 2003.
pp. 95.
23

La influencia que ejercía la Gran Bretaña, se fundamentaba principalmente en factores


económicos. Este país en constante búsqueda de mercados y materias primas33, era visto
por los países suramericanos como su principal proveedor de préstamos y como el más
grande comprador de materias primas, las cuales producían las tierras americanas. Esta
atracción económica que ejercía la Gran Bretaña sobre las incipientes repúblicas
americanas, se vería disminuida por la influencia creciente que EEUU proyectaba sobre el
continente desde finales del siglo XIX e inicios del XX. Esta situación de cambio, en la
cual se pasa de tener como referente a Europa y empieza a fortalecerse la posición de los
Estados Unidos, se agudiza a partir de la Primera Guerra Mundial.

Desde el final de la gran guerra, se hace cada vez más evidente el aumento del comercio
y la inversión por parte de la nación estadounidense.34 Lo anterior bien nos puede ser
ejemplificado por el profesor Luis Alberto Sánchez. “Al estallar la Primera Guerra
Mundial, en 1914, Estados Unidos acentuó su hegemonía en el Nuevo Mundo. Eliminadas
por el momento las competencias inglesa y alemana, la industria estadounidense se
consagró a abastecer a la América latina y a extraer de ella, en inmejorables condiciones
para sí, materias primas”35.

Las deudas contraídas durante la guerra y las grandes perdidas económicas que se habían
presentado por el conflicto, rezagaron la posición de Inglaterra como principal comprador
de la America Latina. Este puesto lo viene a ocupar en mayor medida los EEUU, aunque
algunos países de Suramérica, durante los años 20 y buena parte de los treinta seguirán
exportando y teniendo a Inglaterra como su principal mercado. Estos países son
Argentina, Bolivia, Chile y el Perú.36 Mientras que los otros países de America del sur
comienzan a acentuar su comercio y a considerar su principal socio e inversor a EEUU. La
crisis económica que sacude la economía mundial capitalista, afecta en buena medida a los
países dependientes de los mercados y de las inversiones tanto de EEUU como los de
Inglaterra.

33
Hobsbawn, E. (1998, enero-abril), "Las hegemonías de Gran Bretaña y Estados Unidos, y el tercer mundo", en Análisis Político, No
33. p. 5.
34
De Alcazar, J.; et al. (2003), Historia contemporánea de América, Valencia. Editorial Universidad de Valencia, p. 197.
35
Sánchez, L. (1975), América desde la revolución emancipadora hasta nuestros días, Madrid, Edaf. pp. 262.
36
De Alcazar, J.; et al. (2003), Historia contemporánea de América, Valencia. Editorial Universidad de Valencia, p. 150.
24

1.2.2. La nueva década en Colombia

El mundo de los años 30 se debatía en la problemática económica mundial, Colombia no


era para nada ajena a las situaciones de cambio tanto político, económico y social que
producía la gran crisis económica mundial.

El caso de Colombia no era una excepción, ya que los años treinta presentarían nuevas
situaciones políticas y económicas. Las situaciones que vivió el país al inicio de los años
30 fueron de dos naturalezas, una política con la ascensión del partido liberal a la
dirección del país y la segunda de corte económico que fue el efecto de la crisis económica
mundial en Colombia. El primero de ellos, la ascensión del liberalismo se da frente a un
partido conservador que lleva ejerciendo el poder durante casi medio siglo. El partido
conservador llega a las elecciones de 1930 con una profunda división en sus filas,
haciendo con esto más fácil que el liberalismo ascendiera al poder.37

El liberalismo como partido político, lejos de ser el gran competidor del partido
conservador, era un partido débil acostumbrado a ver a los conservadores en el poder.
Luego de la Guerra de los Mil Días e incluso desde la guerra civil de 1985 y la
promulgación de la constitución del 86, poco a poco el partido liberal había visto rezagado
y mermado su poder. Justamente en la Guerra de los Mil Días y frente a la derrota que les
es propinada a los liberales por parte de los conservadores, el partido liberal decae y ve
como transcurre el tiempo y como los conservadores se asientan en el poder del país. No
obstante, la década de los treinta traerá la división conservadora, en donde los candidatos
Vásquez Cobo y Guillermo Valencia se disputarán la presidencia de Colombia, generando
con su división una oportunidad única al liberalismo, quien obtiene el poder derrotando a
los dos candidatos conservadores, con el candidato Enrique Olaya Herrera.38

La otra realidad que afrontaba Colombia era la gran crisis económica mundial, ésta se
presentaba en la perdida de los créditos externos y en la baja compra del café en el
exterior. Esta crisis había hecho que los préstamos a naciones estuviesen interrumpidos, lo
cual no permitía un gasto público grande en el país y los niveles de captación de dinero
por exportaciones bajarán a niveles muy reducidos.

37
La división se sucede entre los dos candidatos conservadores Alfredo Vázquez Cobo y Guillermo Valencia, la disputa instigada no
intencionalmente por el arzobispo de Bogota Monseñor Perdomo divide y fracciona al partido. Vásquez Cobo, A. (1985), Pro Patria la
Expedición Militar al Amazonas en el Conflicto de Leticia, Bogota, Banco de la republica, 1985. p. 21.
38
Molina, G. (1974), Las Ideas Liberales en Colombia, Bogotá, Tercer Mundo. p. 234 - 236.
25

Los productos que ofrecía Colombia para el mercado externo era el café y el petróleo, sin
embargo esto productos no generaban grandes ingresos durante la grave crisis que
afectaba tanto a naciones ricas como a naciones pobres.

La Gran Depresión tuvo notables efectos en Colombia, las exportaciones e importaciones


descendieron, los ingresos fiscales se redujeron, la inversión económica en las industrias
se redujo considerablemente, las inversiones extranjeras descendieron de manera
ostensible, la caída de los salarios se agudizo, se presentó baja en los precios agrícolas y
caída de la actividad comercial a nivel externo.

1.2.3. El Perú una nueva década, unas nuevas crisis

Por otra parte, el Perú en los inicios de los años treinta distaba mucho de ser un paraíso
de estabilidad política y/o económica. Esta nación se presentaba en extremo fragmentada y
con una inestabilidad interior política y social, que ocasionaban graves desordenes en su
vida interna.

La década de los treinta inicia con la caída del hasta entonces mandatario Augusto
Leguía, a manos de una insurrección militar dirigida por el comandante Luis Miguel
Sánchez Cerro. Esta situación conducía a un clima de fragilidad y de desazón política al
interior de la sociedad peruana.

Esta convulsionada sociedad peruana, mostraba dos aspectos fundamentales de la crisis


durante el inicio de la década de los treinta. Primero, la inestabilidad política a raíz del
derrocamiento del presidente Leguía por parte de algunos militares, encabezados por Luis
Miguel Sánchez Cerro. Este último personaje al llegar al poder recibe un fuerte respaldo
por parte de los sectores populares y por las elites de su país, al derrocar a su predecesor.
No obstante su posición en el poder, presentaba una gran inestabilidad ya que así como él,
otros militares y fuerzas políticas competían por el poder en el estado peruano. Lo cual
conllevaba a que su posición como dirigente fuera fuertemente disputada.39 Las
circunstancias políticas impulsaban al comandante Sánchez Cerro, a buscar la forma de
aglutinar al pueblo a su favor de la forma que fuera. Por si no fuera ya bastante compleja
la situación política interna en el Perú, el segundo aspecto, el económico no presentaba un
mejor matiz. La crisis económica mundial había hecho graves estragos en las economías

39
Donadío, A. (1995), La guerra contra el Perú, Bogota, Planeta, 1995. p. 136.
26

mundiales y la economía del Perú no era menos frágil a la debacle económica de finales de
los años veinte.

Antes de la crisis, el Perú era una economía con buenos ingresos, produciendo artículos
que ofrecía al mundo, entre los que se encontraban principalmente el petróleo y el guano,
este último muy apreciado en el mercado de los fertilizantes. Aun cuando el caucho en
menor medida ofrecía algunos réditos, la competencia en las colonias británicas con el
caucho producida por ellas, la mala reputación del rey del caucho peruano, don Julio César
Arana luego del informe de Sir Roger Casement y la invención del caucho sintético,
habían conducido a que este sector económico peruano, para la década de los treinta, no
representará un ingreso notable para las arcas del estado y fuera en franco declive frente a
otros artículos que producía el Perú para exportar. Son los dos primeros productos, el
petróleo y el guano, los que presentaban un panorama favorable al Perú en materia de
ingresos por exportaciones. No obstante, el Perú a pesar de su abundancia económica
presentaba una deuda externa abultada, la cual le reducía significativamente los ingresos al
estado, ya que muchos de ellos se encontraban comprometidos para amortizar la deuda
externa.40

La crisis de 1929, redujo los ingresos por exportaciones y esto contrajo la economía del
Perú, la cual se vio envuelta en una serie de fenómenos que vendría a agudizar los
problemas políticos latentes en el seno de la sociedad peruana. Tales efectos de la crisis
provocaron en buena medida, despidos masivos, reducción en el poder adquisitivo de los
salarios y disminución del dinero que se obtenía por concepto de venta de productos en el
mercado extranjero. Aquella situación de crisis afecto sobremanera tanto el plano político,
como el económico, causando la inestabilidad del estado peruano, lo que generaba no solo
problemas políticos, sino que fragmentaba a la sociedad peruana.

Unidas a la inestabilidad política y económica que vivía él Perú, y junto a estas


situaciones el ánimo de los caucheros de la región de Loreto, por ejercer posesión sobre el
trapecio amazónico creaba en el Perú un clima de incertidumbre y de descontento que
ocasionaría la toma de Leticia del 1ro de septiembre de 1932. Sin embargo y ante esta
situación, el gobierno peruano al contemplar la inestabilidad política en la que se debatía
su propio gobierno decidirá apelar a su patriotismo para poder mantenerse en el poder ante
la incertidumbre política que reinaba en el Perú.
40
Ministerio de Defensa Nacional. (1994) Conflicto Amazónico 1932-1934, Bogotá, Villegas Editores, 1994. p. 149.
27

2. ENTRE EL DERECHO DE LA FUERZA Y LA FUERZA DEL DERECHO

El hecho acaecido el primero de septiembre de 1932 por parte de un grupo peruano que
se tomó por la fuerza la población colombiana de Leticia41, inauguró un periodo de tensión
entre el gobierno limeño y el de Bogotá. Durante las primeras horas de este día de
septiembre, un grupo de loretanos armados con carabinas de diversos tipos, Winchester y
Mauser, entre otras; arribó al pueblo de Leticia, deponiendo las autoridades colombianas e
izando la bandera peruana, como muestra de su control sobre esta población, que hasta ese
momento izaba el pabellón colombiano como muestra de su soberanía.42 Este hecho
generado a partir de las actuaciones de un grupo de loretanos, que estaban en franca
rebeldía contra el tratado signado por ambos gobiernos en 1922 y que otorgaba Leticia a la
jurisdicción de Colombia, derivó en una situación que durante casi dos años –septiembre
de 1932 hasta mayo de 1934- mantuvo en vilo a Colombia y a la paz del continente.

El suceso de Leticia encendió la mecha del conflicto, en donde rápidamente la prensa fija
posiciones en la prensa a favor de dos opciones, la diplomática o la militar. Estas opciones
se verán siempre mencionadas durante el transcurso del conflicto, privilegiando una u
otra. Cabe aclarar que este apoyo no será irrestricto y dependerá mucho del contexto
político interno.

La situación acaecida a partir de la toma de Leticia, generó un choque directo en el


pensamiento de los colombianos, y de la forma en que se debía enfrentar la crisis en la
frontera. Los diarios que son la fuente de nuestro análisis, El País diario de la mañana, El
Colombiano de la ciudad de Medellín y El Tiempo, muestran una preocupación central, la
cual no es otra que la forma en que se debía enfrentar el conflicto, las posibles opciones
para solucionarlo.

Los diarios que son nuestro referente, sin lugar a dudas, ven que el conflicto tiene que ser
enfrentado de alguna manera, y durante el transcurrir del mismo, se moverán entre dos
posibles formas de solucionar el conflicto. Una forma planteada por estos periódicos, es

41
La población de Leticia se encuentra ubicada al extremo sur del país, sobre el río Amazonas. Este lugar fue fundado por el capitán
peruano Benigno Bustamante el 25 de abril de 1867. Esta zona en disputa durante mucho tiempo, fue finalmente entregada a Colombia
por el Perú con el tratado de 1922, aunque entregada oficialmente en 1932. Esta población el mismo año de su entrega sería tomada por
un grupo de hombres peruanos que la querían anexar nuevamente al Perú, razón por la cual se produjo un conflicto entre peruanos y
colombianos, que termino con la devolución de este sitio a manos colombianas en 1934. Biblioteca virtual del banco de la república.
(2005), “Amazonas-Ayuda de tareas sobre geografía” [en línea], disponible en:
http://www.lablaa.org/blaavirtual/ayudadetareas/geografia/geo60.htm, recuperado: 20 de diciembre de 2008.
42
Pardo Rueda, R. (2004), La historia de las guerras, Bogotá, Ediciones. B. Colombia. p. 662.
28

enfrentar el fuego con fuego haciendo uso de la fuerza militar para imponer condiciones
mediante el recurso de la fuerza. Y por otra parte también existía la opción diplomática,
ésta aunque menos apoyada en los diarios, en principio, tomaría a lo largo del conflicto
cada vez más fuerza y terminaría encontrando notables apoyos que la convertirían en la
formula de resolución del conflicto.

Eduardo Pizarro, nos hablará que para enfrentar este conflicto el gobierno de Olaya
Herrera, necesitó crear cuatro frentes. El primero de ellos estaba ubicado en el transporte,
este presidido por el ministro de transporte el Sr. Alfredo Araujo. Otro fue el de hacienda
y crédito público, presidido por el Ministro de Hacienda, el Sr. Esteban Jaramillo. El
tercero encargado del plano militar administrado por el Capitán Carlos Uribe Gaviria. Y el
ultimo el diplomático, amparado bajo la tutela del canciller Roberto Urdaneta Arbeláez.43
Sin embargo aunque estos nombres tuvieron una gran trascendencia en las decisiones que
se tomaron para solucionar el conflicto, estos no fueron las únicas cabezas visibles para
intentar solucionar el mismo. Si bien es cierto, que a los hombres antes enunciados les fue
legada una misión de extrema importancia en la cartera ministerial del gobierno.

En el asunto del conflicto por el trapecio amazónico, hubo otras personalidades que
también desempeñaron una labor de extrema importancia en su resolución. Una de ellas es
la figura de Eduardo Santos, propietario del diario El Tiempo y miembro eminente del
partido liberal colombiano, al frente de la labor diplomática ante la Liga de las Naciones.
Los otros dos personajes, eran viejos conocidos del presidente Olaya Herrera ya que ellos
habían enfrentado al presidente en la campaña presidencial de 1930. Estos eminentes
personajes miembros del partido conservador eran, en primer término el conocido poeta,
periodista y candidato presidencial en las elecciones de 1930, el Sr. Guillermo Valencia,
quien fue uno de los miembros de la comisión asesora de relaciones exteriores. Y por
ultimo el general Alfredo Vásquez Cobo, también excandidato presidencial, quien lideraba
la diplomacia colombiana en Francia y que luego de los sucesos en Leticia ayudo a
conformar una expedición militar para recuperar el trapecio amazónico. La escogencia de
estos personajes pretendió buscar una unión para enfrentar a los peruanos con un frente
único nacional, utilizando para ello personas eminentes de ambos partidos, representantes
de la oposición Valencia y Vásquez Cobo, y del liberalismo Eduardo Santos.

43
Pizarro Leóngomez, E. (1987, Mayo-Agosto), “La profesionalización militar en Colombia (1907-1944)”, en Análisis Político, núm. 1.
p. 29.
29

Mientras los diarios apoyaban en un primer momento, la respuesta militar y los


nombramientos de personajes reconocidos de ambos partidos para enfrentar la crisis, el
gobierno había visto, al igual que los diarios, la necesidad de abrir varios frentes para
solucionar el conflicto uno de ellos promoviendo el derecho de la fuerza y el otro
estimulando la fuerza del derecho por la vía diplomática. Estas vías se proyectarían para
solucionar la situación en Leticia y de todo el trapecio amazónico. Sí bien ambas conviven
durante el conflicto, habrá momentos en los que una opción o la otra se verán
privilegiadas o rechazadas como mecanismos de solución. Este capitulo básicamente se
enfoca en el privilegio que tienen ambas opciones para la resolución del conflicto
amazónico, y en los momentos en que cada una es apoyada o pierde interés como solución
para el problema en Leticia, obviamente visto desde los periódicos El Tiempo, El País
diario de la mañana y El Colombiano en menor medida.

2.1. EL DERECHO DE LA FUERZA

En páginas anteriores habíamos expresado que los diarios presentaban el derecho de


represalia, como una forma de enfrentar el conflicto. Esta respuesta amparada bajo el
sentido de que al ser atacados por los peruanos, el derecho de represalia ante la agresión se
debe hacer a través de una fuerza militar. El País diario de la mañana, expresaría que:
“…La guerra viene hacia nosotros por los caminos de la injusticia y la emboscada, y
nosotros iremos a la guerra por los caminos del derecho inviolable, de la justicia y la
verdad para arruinar de una vez y para siempre al invasor sigiloso, frío para el mal,
pequeño y falaz como todo lo que camina por los caminos del crimen”.44 Esta férrea
defensa de proteger nuestros derechos territoriales, por medio del derecho de represalia
militar no solo sería vista por el diario antes citado. Igualmente El Tiempo, opina que al
no encontrarse condiciones apropiadas para una solución pacífica, la única posible es
utilizar las armas para enfrentar dicha situación.45

Aquella postura avalada por los diarios de nuestro estudio durante los primeros meses del
conflicto, iría más allá de las páginas editoriales, e incluso este sentimiento se expresará
con una ingente movilización militar y la conformación de una expedición punitiva que
permitiera la recuperación de Leticia y sus alrededores al dominio colombiano.

44
El País diario de la mañana (1932, 30 de septiembre). “La Guerra y nosotros” [editorial], Bogotá. p. 3.
45
El Tiempo (1932, 13 de noviembre). “La colaboración del liberalismo” [editorial], Bogotá. p. 4.
30

2.1.1. La movilización militar

El entusiasmo y el arrojo del pueblo colombiano frente a la agresión, y su ideal de


recuperar el honor perdido por la toma del 1 de septiembre de 1932, contrastaban de
manera significativa con los elementos armados que había dentro del país para hacer de la
defensa del territorio algo tangible.

Aun cuando la voluntad se encontraba en gran medida inclinada por la opción militar, en
primer término, se hace presente durante la movilización militar la debilidad con la que se
percibe al instrumento militar para ejercer la defensa del territorio, razón por la cual se
habla de la necesidad de fortalecerlo, e incluso de crearlo y de ponerlo a funcionar a favor
de la defensa de las soberanía. Con el inicio del conflicto, se vio que Colombia carecía de
un poder disuasivo real, ya que su Fuerza Aérea era muy pequeña y la inferioridad de la
flota de Colombia con respecto a la flota del Perú era abismal.46 En términos efectivos
había la voluntad y el deseo de defender el territorio, el problema era que no había los
elementos para llevar a cabo esta tarea. Al igual que la falta de equipos militares para la
Fuerza Aérea y para la Marina de Guerra, también existía una carencia de oficiales y
suboficiales en el Ejército, de armas, pertrechos, medios de transporte y vías de
comunicación que hacían que fuera más difícil la defensa nacional.47 En pocas palabras sí
se enfrentaba el conflicto militarmente hacia falta todo, para que la opción armada fuera
una realidad.

Diarios como El Tiempo y El País, no eran ajenos a esta indefensión militar que se
presentaba en Colombia. El Tiempo, nos presenta que la debilidad militar fue una de las
puertas abiertas que permitieron que el conflicto con el Perú se diera, de modo que el
conflicto se presentaba como una negligencia del mismo estado. Frente a ello el Tiempo
expresará que:

Mirando ahora con criterio retrospectivo nuestro estado con alma anterior al conflicto se descubre que pecó por
orgullo. Si el mundo entero, si todas las naciones se habían negado a aceptar la paz conjunta con el desarme, si a
cada tratado se aumentaban las fuerzas militares de las naciones firmantes Colombia no podía ser la única
excepción, y era peligroso, en realidad, desarmarse hasta el punto de provocar una agresión.48

Este aparte resulta claro en el sentido en que una cosa era la actitud pacifista y otra la
indefensión. De esta manera El Tiempo advierte que el peligro de un conflicto también
puede surgir sí no se está preparado para el mismo. De la misma manera aunque en
46
Ministerio de Defensa Nacional (Mindefensa), (1994), Conflicto Amazónico 1932-1934. Bogotá, Villegas editores. pp. 135-136.
47
León Atehortua, A. y Vélez, H. (1994), Estado y fuerzas armadas en Colombia 1886-1953, Bogotá, Tercer Mundo. p. 126.
48
El Tiempo (1932, 6 de noviembre). “Las enseñanzas de la paz perdida” [editorial], Bogotá. p. 4.
31

distinto tiempo, El diario El País, nos hablará de la falta de preparación de nuestras armas
y de nuestra carencia en las mismas para enfrentar el conflicto. Será hasta ya pasada la
etapa bélica, que empieza luego de la firma de los acuerdos del 25 de Mayo de 1933, y
durante el cese de hostilidades posterior a este acuerdo, cuando este diario exprese que
“nuestro ejercito, la masa de sus hombres, sus jefes oficiales y soldados, fueron al
Amazonas sin preparación militar y sin entrenamiento en la guerra, y menos en la atisba
salvaje y cruel manigua…”.49 Aunque este diario admite la debilidad de nuestros
mecanismos de defensa para hacer frente a la toma y a la posterior situación en la que
Colombia se vio envuelta frente al Perú, es necesario resaltar que cuando se admite es
cuando ya han pasado algunos meses de la etapa bélica del conflicto. En principio la
debilidad de la que nos habla El País, no es de la falta de instrumentos sino de la lentitud
en la respuesta militar. Frente a ella, nos expresará que le falto presteza y determinación al
gobierno para tomar decisiones rápidas que permitieran que el conflicto se definiera en
pocas horas, incluso se afirma que:

…habría pasado sí el 4 de septiembre, cuando se tuvo noticia del atentado, el jefe de nuestras fuerzas sobre el
Putumayo hubiera recogido sus tropas, cualquiera que fuera su numero, y embarcándolas en los dos cañoneros, o
remolcando no importa en que vehículos de emergencia, hubiera bajado furtivamente sobre Leticia, tan silencioso
e incógnito en esas soledades, como andan los jaguares y los tigres, y en la sombra preciosa de la misma noche,
hubiera asaltado a los invasores, llevando en alto el largo machete, el arma colombiana por excelencia… 50

Esta debilidad que ve El País en la lentitud de una acción decisiva, no solo es notoria en
el anterior aparte, donde se habla del porque no se tomaron acciones militares inmediatas.
Sino que también se habla de la lentitud del gobierno durante las mismas. Incluso se le
comparará con una tortuga debido al lento proceder en el conflicto, como lo demuestra la
caricatura publicada por El País por el caricaturista Longas.

2. Imagen. Extraída de El País, diario de la mañana, (1932, 13 de noviembre). “La Tortuga” [Caricatura]. Bogotá. p.1.

49
El País diario de la mañana (1933, 13 de agosto). “El fraude” [editorial], Bogotá. p. 3.
50
El País diario de la mañana (1932, 16 de octubre). “Definitivamente” [editorial], Bogotá. p. 3.
32

En cuanto a las anteriores debilidades, unas hacían responsable al mandatario de los


colombianos por la falta de presteza caso El País, y otros hacían responsable a la falta de
equipos y de preparación militar. En el caso de El País diario de la mañana, tan solo
posterior a los encuentros armados del conflicto admitirá la debilidad de nuestras armas.

A pesar de lo antes expresado de admitir la debilidad militar ambos diarios, en último


término, al igual que se aceptaba la debilidad de las instituciones castrenses en nuestro
país, en distintos momentos del conflicto, también concuerda con la necesidad de
movilizar las fuerzas y los recursos necesarios para recuperar Leticia. En cuanto a esta
movilización y la necesidad de armarse, El Tiempo dirá que “Colombia se arma. Sus
fronteras no serán más tiempo la línea indefensa, la línea candida cuyo curso trazan los
papeles de las cancillerías y de los protocolos, pero que pueden ser desconocidos por
criminales y contrabandistas, por cuatreros y asaltantes”.51 La necesidad de comprar armas
de esta manera se justifica ya que aunque tenemos títulos que avalan nuestra posición los
denominados “criminales” han desconocido nuestros derechos. El País al igual que El
Tiempo, expresará la necesidad de: “dotar al ejército de todos aquellos elementos de
destrucción y de pavor que son necesarios para amedrentar y dominar al adversario.
Aviones, cañones, ametralladoras, productos químicos todos los días más
perfeccionados…”.52 De esta manera, la movilización militar fue muy importante y
significó un esfuerzo de grandes proporciones para un país que no había tenido ningún
tipo de experiencia militar internacional. Igualmente se ponía de presente que el problema
fronterizo era un error por omisión en la salvaguarda de las fronteras, que tenía que ser
corregido rápidamente para solucionar la situación fronteriza.

Esta movilización militar como lo muestran los anteriores apartes, no fue un suceso de un
momento, sino que el peligro de la agudización del conflicto aun en los instantes
posteriores al cese al fuego, genera en las editoriales la necesidad de impulsar desde sus
paginas la creación de unas políticas de defensa como un deber que hay que cumplir, para
no vernos abocados a nuevas agresiones por culpa de la indefensión del territorio.

51
El Tiempo (1932, 22 de septiembre). “Empréstito de guerra en el Perú de defensa nacional” [editorial], Bogotá. p. 4.
52
El País diario de la mañana (1933, 9 de abril). “Energía guerrera” [editorial], Bogotá. p. 3.
33

2.1.2. El arribo de la expedición

3. Imagen. Extraída de El Colombiano, (1933, 1 de enero). “El arribo de la expedición en Manaos.” [Fotografía]. Medellín. p.1.

Los meses que siguieron a la toma de Leticia hubo notables esfuerzos en materia de
preparación y adquisición de equipos militares para enfrentar el conflicto. Debido a la
debilidad militar que presentaba el país frente al Perú, los meses que procedieron a la
Toma de Leticia, fueron dedicados a reforzar la capacidad disuasiva militar de Colombia.

El reforzamiento militar, empezó de manera significativa con los oficios del General
Alfredo Vásquez Cobo, quien mediante sus gestiones en Francia, Inglaterra y España,
logró conseguir un total de 3 embarcaciones, nombradas Córdoba, Mosquera y Bogotá.
Estas unidades que se encontrarían con otro navío, comprado en Estados Unidos y
bautizado “Boyacá” integrarían la conocida Expedición Amazónica. En realidad la
conformación de una flota de estas proporciones, para un país que sí acaso contaba con
tres barcos guardacostas y tres cañoneros, resultaba un aumento naval de casi un 50% de
unidades con respecto a las que se tenían.53 No obstante, aun cuando se escucharon
críticas notables por parte de algunos sectores de la oposición al gobierno, en cuanto a la
demora con la que parecía que se estaban llevando a cabo la recuperación de Leticia. Lo
cierto es que durante los meses que procedieron al inicio del conflicto, se hacían ingentes
esfuerzos por dotar al país de buques para enfrentar los devenires del conflicto.54

El arribo de la flota conducida desde Europa, por Vásquez Cobo el 21 de Diciembre,


generó un buen ambiente y fue tomada con profundo regocijo por el diario El Tiempo, el
cual magnificaría a esta flota afirmando que “A juzgar por las informaciones de la prensa
53
Donadío, A. (1995), La guerra contra el Perú, Bogota, Planeta, pp. 224-228.
54
Vásquez Cobo, A. (1985), Pro patria la expedición militar al amazonas en el conflicto de Leticia. Bogotá, Banco de la República. p.
122.
34

extranjera y por las que publica la misma prensa colombiana, la flota que comanda el
general Vásquez es de una tan impresionante potencialidad que explica exactamente para
el Perú el mismo peligro que si se estuviese movilizando las reservas navales del
almirantazgo británico”.55 Este enaltecimiento que se le hace a la flota por parte del diario
El Tiempo, al compararla con las reservas navales del Imperio Británico, en esos
momentos la potencial naval por excelencia, muestra la importancia con la que es vista
esta flota y la relevancia absoluta que se le da a ella como defensora de los derechos
territoriales colombianos. De manera no tan magnifica, pero con la misma confianza en la
flota y en el deber que habría de prestar, El Colombiano diario de la ciudad de Medellín,
nos expresaría de la flota que:

… La flota adquirida por nuestro gobierno mantendrá a raya las intenciones peruanas de expansión territorial y
sofrenará los movimientos de rebeldía que surjan con el propósito de alterar la paz y sembrar la agitación y la
discordia.56

Esta confianza por parte de los diarios, a inicios del mes de enero, con la llegada de la
información acerca de la flota fondeada desde el 21 de diciembre en Belén de Pará. Se
percibe bajo una total confianza en esta empresa militar. Al igual que la confianza en esta
flota, los diarios se mostrarían dispuestos a expresar sus puntos de vista, para justificar la
conformación de esta flota.

Los diarios justificarán esta expedición militar debido a que desde el mes de septiembre
cuando se inicia el conflicto oficialmente con la Toma de Leticia, hasta cuando hace su
arribo a las aguas del río Amazonas el 21 de diciembre de 1932, la respuesta por parte del
Perú había sido llena de dilaciones y no había permitido la restitución de Leticia bajo la
soberanía colombiana, lo cual hacia que la violación a la soberanía no solo fuera por la
toma sino por la usurpación de autoridad hecha por los peruanos en el territorio de Leticia.
Es por ello que la opción militar que se da por parte del gobierno con la conformación de
esta expedición, la expresará El País, diario de la mañana; de acuerdo a que “usaremos la
fuerza, sí es preciso, para impedir que esa justicia, que es universal y eterna, quede a
merced de Oscar Ordóñez57 y de quienes desde Lima lo estimulan y apoyan para utilizar
su delito”58. Esta justificación entregada por El diario El País, nos presenta el panorama
de entender que sí el conflicto no se soluciona reconociendo nuestros derechos de
soberanía sobre Leticia y el trapecio amazónico, se obligará a los ocupantes de Leticia a
55
El Tiempo (1933, 19 de enero). “Pacifismo mal informado” [editorial], Bogotá. p. 4.
56
El Colombiano (1933, 8 de enero). “La expedición contra Leticia” [editorial], Medellín. p. 3.
57
Oscar Ordóñez importante ingeniero asentado en la población de Iquitos y uno de los principales autores de la toma de la población
de Leticia el primero de septiembre de 1932.
58
El País diario de la mañana (1932, 28 de diciembre). “Valencia y el derecho de Colombia” [editorial], Bogotá. p. 3.
35

reconocerlos mediante el uso de la fuerza. De la misma manera, El Tiempo nos justificará


esta flota en la medida en que ella simboliza la defensa de los derechos territoriales de
Colombia en el trapecio amazónico. Sin embargo se presenta esta fuerza como una
respuesta interna que se encamina a detener una rebelión interna, razón por la cual es
considerada como una fuerza de policía y no como una expedición militar de agresión.59
En el mismo sentido, lo expresará El Colombiano, prestigioso diario de Medellín, quien
exclamará que la flota colombiana no representa peligro para el Perú, sí el reconoce
nuestro derecho y no pone trabas a la restitución del mismo.

Estamos completamente convencidos que la flota colombiana no representa ningún peligro para el Perú, a no ser
que su gobierno se oponga a la recuperación de Leticia. Porque en ese caso nuestras tropas no vacilarían en
destrozar cualquier obstáculo, bien sea de carácter civil o militar, que se interponga en el camino.60

Estas afirmaciones al igual que nos hablan de la flota como la restituidora del derecho
colombiano. También inspiran una gran confianza en los diarios, los cuales le atribuyen
una notable importancia y una magna certeza al éxito que pueda tener esta fuerza naval en
su desenvolvimiento en el campo de batalla que se le pudiese presentar.

La confianza no se dará tan solo a la flota, por ultimo, la escogencia de Vásquez Cobo
como comandante de esta expedición es vista con beneplácito por los diarios El Tiempo y
El País, quienes entregarán de manera notable su apoyo a este hombre, a quien consideran
el idóneo para dirigir la expedición punitiva. El Tiempo hablará de las facultades tanto
políticas como diplomáticas de este hombre insigne y excandidato por el partido
conservador.

El ministro de Colombia en Francia, Gral. A. Vásquez Cobo, será el jefe de la expedición, y esto se confirma con
la nota oficial al respecto. Se comprende que el general Vásquez Cobo ha sido elegido en esta oportunidad por el
gobierno no solo por sus condiciones de militar, sino por las (grandes) que tiene como diplomático e
internacionalista, conocedor de los problemas en la frontera sur, y natural asesor de los técnicos militares en todo
aquello que se relacione con las dificultades internacionales que pudieran sobrevenir como consecuencia de la
restauración de la soberanía colombiana de Leticia.61

Este voto de confianza resulta notable en el diario El Tiempo, quien expresaría con ello
en que el gobierno procedió de forma adecuada en cuanto al tratamiento del conflicto,
nombrando como jefe de la expedición amazónica, al general Alfredo Vásquez Cobo. Este
personaje cuenta con una notable característica y es que fue el hombre que compitió en las
elecciones contra el presidente Olaya Herrera, por llegar a la primera magistratura de
Colombia. Lo cual haría que el diario El Tiempo, cercano sobremanera al gobierno de
Olaya Herrera, pudiese tener en la escogencia algunos reparos en cuestiones políticas.
59
El Tiempo (1932, 27 de diciembre). “Por la paz a la guerra” [editorial], Bogotá. p. 4.
60
El Colombiano (1933, 8 de enero). “La expedición contra Leticia” [editorial], Medellín. p. 3.
61
El Tiempo (1932, 27 de diciembre). “Por la paz a la guerra” [editorial], Bogotá. p. 4.
36

El País diario de la mañana, a su vez no puedo estar más satisfecho con la escogencia de
Vásquez Cobo, como comandante de la flota que iba al Amazonas. Incluso el mismo
diario reconocerá que la política del gobierno al entregarle el mando de las tropas en el
sur, al general Vásquez Cobo es un acto digno de ser aplaudido y reconocido por el buen
juicio del gobierno. Frente a ello, El País declarará que “Nosotros reconocemos sin
reservas el acierto del poder ejecutivo al confiar en ese eminente compatriota la honrosa,
tremenda y envidiable comisión de ir a rescatar para la patria la frontera invadida”62.

Sumadas a la exaltación que se le hace a la potencia de la flota del general Vásquez


Cobo, aunado a las esperanzas y justificaciones que se crean con la conformación de la
flota, y a la fe en el designio de la escogencia de Vásquez Cobo, como el hombre llamado
a dirigir la flota de recuperación del trapecio amazónico, la opinión de los diarios tenidos
en cuenta en este trabajo, vislumbra una relación muy cercana entre lo que dicen los
diarios y los apoyos que prestan en el devenir del conflicto, en este caso a la opción de la
recuperación de Leticia por medio de las armas.

2.1.2.1. Tarapacá

Sin lugar a dudas uno de los momentos de mayor exaltación durante el conflicto
amazónico, fue el combate acaecido en Tarapacá. Este encuentro armado entre tropas del
Perú y las embarcaciones y aviones que hacían parte de la expedición hacia Leticia
comandada por Vásquez Cobo, generaron un clima de regocijo debido a lo que se
consideraba el primer gran combate entre las fuerzas expedicionarias colombianas y
elementos militares del vecino del sur.

Los sucesos se dieron el día 14 de Febrero de 1933, más de un mes después, de llegada
la flota a las aguas amazónicas. El hecho de Tarapacá se sucedió luego de una notificación
que se les hace a los peruanos apertrechados en este sitio, a quienes se les conmina a que
abandonen sus posiciones, la respuesta del Perú no fue otra que enviar aviones contra la
flota colombiana. La flota respondió con algunos cañonazos mientras el mayor Herbert
Boy63, al mando de un escuadrón de aviación colombiana se dispuso a enfrentar a la

62
El País diario de la mañana (1932, 22 de diciembre). “Vásquez Cobo” [editorial], Bogotá. p. 3.
63
Herbert Boy, piloto nacido en Duisburg Alemania el 24 de octubre de 1897. Sirve a su país durante la Primera Guerra Mundial como
soldado de infantería. Posterior a ello durante el mismo conflicto será enviado a un escuadrón aéreo ya que tenía conocimientos en
aviación y sabía pilotear aeronaves. Luego de terminar la guerra, es invitado por un piloto amigo suyo a Colombia donde es contratado
por la Scatda –Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos-. Es necesario resaltar que después de la guerra no eran muchas las
posibilidades laborales para un piloto de combate. Sin embargo en la Scatda obtiene trabajo para esta compañía aérea civil. Participaría
con un escuadrón aéreo comandado por él durante la guerra con el Perú donde interviene en los combates de Tarapacá y Guepí.
37

aviación peruana. Al ocurrir esto la aviación peruana rápidamente huyó sin bajas, y al
igual que había hecho la aviación peruana los ocupantes de Tarapacá empacaron y se
fueron esa misma noche. Al día siguiente cuando se hizo el ataque con la artillería de los
barcos colombianos y se procedió a tomarse el cerro de Tarapacá, ya no existía ninguno de
los ocupantes en Tarapacá quienes ya habían abandonado el lugar.64 El general Vásquez
Cobo expresaría de manera excesiva la naturaleza de lo que fue el hecho de Tarapacá
afirmando en su comunicación que:

…Toma Tarapacá fue verdadero duelo de artillería en que la superioridad de la nuestra, ayudada por nuestra
aviación, dominó las posiciones peruanas. Nosotros no tuvimos ni siquiera heridos, pues proyectiles peruanos no
nos alcanzaban o eran mal dirigidos, debido al constante movimiento de nuestros cruceros. Las trincheras
peruanas de Tarapacá son verdaderas obras ingeniería militar que los protegían contra nuestros proyectiles, pero
que no fueron capaces para silenciar nuestros cañones, que dispararon sin césar hasta que se efectúo el
desembarque; entonces huyeron internándose montaña y río Cotuhé, abandonando piezas de artillería Krupp
calibre 75 milímetros, muchas municiones de cañón, de ametralladora y de fusil, abundante correspondencia. Las
bajas que tuvieron los enemigos pudieron ocultarlas, nosotros no tuvimos ninguna y hoy duermen nuestras tropas
sobre cerro Tarapacá. He pedido venida Autoridades brasileñas para que constaten donde fuimos atacados por
toda la escuadrilla aérea del Perú en plenas aguas brasileñas, lo que demuestra que no fuimos nosotros los que
disparamos primero. El combate de hoy fue en aguas colombianas, arriba del marco de frontera.
Hácese inventario elementos tomados. Servidor.
Vascobo.65

Las palabras expresadas por el general Vásquez Cobo en un telegrama fechado el 15 de


febrero de 1933, obviamente exageradas, al expresar que había sido un gran duelo de
artillería, en donde se habían encontrado grandes trincheras y de un enemigo escapando en
desbandada y ocultando sus bajas, era sin duda una exageración de los hechos, pues
cuando se produjo el desembarque de tropas colombianas, los peruanos ya hacía un día
que habían desalojado sus posiciones en Tarapacá.

Los diarios influidos por las noticias enviadas por Vásquez Cobo, tomarían este hecho de
armas con una gran exaltación, declarando su apoyo irrestricto a esta acción militar del
gobierno y a otras de la misma naturaleza que pudieran darse. Incluso diarios poco
cercanos al régimen de Olaya Herrera como El Colombiano de la ciudad de Medellín,
opinarán frente al suceso de Tarapacá que “Nosotros que hemos sido adversarios francos y
leales del gobierno, proclamamos desde nuestros baluartes de oposición el más decidido
apoyo a las autoridades en la empresa gloriosa de la reconquista.”.66 Tarapacá de esta
manera se convierte en el punto de inicio de lo que el diario El Colombiano llamaría la

Posterior al conflicto volverá a hacer parte de la Scatda, será condecorado posteriormente con la cruz de Boyacá. El 11 de mayo de
1973 verá su última luz siendo asesor de Avianca, continuadora de Scatda. Ministerio de Defensa Nacional (Mindefensa), (1994),
Conflicto Amazónico 1932-1934. Bogotá, Villegas editores. p. 249-250.
64
Donadío, A. (1995), La guerra contra el Perú, Bogota, Planeta, p. 253-257.
65
Vásquez Cobo, A. (1985), Pro patria la expedición militar al amazonas en el conflicto de Leticia. Bogotá, Banco de la República. p.
264.
66
El Colombiano (1933, 15 de febrero). “De grado o por fuerza.” [editorial], Medellín. p. 3.
38

“reconquista”, y prometen su apoyo a las acciones militares que pueda hacer el régimen,
acciones como la de Tarapacá.

De la misma manera, El Tiempo diario cercano al régimen de Olaya Herrera, apoyaría la


acción de Tarapacá, pero al igual que El Colombiano, vería en esta acción tan solo el
inicio de la lucha por la vía armada. Igualmente El Tiempo, diría que por ser el comienzo
no podemos tener una actitud exaltada por la reciente victoria, sino que por el contrario el
país debía prepararse y tomar una actitud uniforme frente al conflicto; mostrándose como
un pueblo sereno y seguro de su gobierno y de las acciones que el mismo pudiese
emprender. El Tiempo nos exclamará que con lo conseguido en Tarapacá y “…Después de
los primeros gritos de júbilo la mejor emoción que podríamos producir en el mundo sería
un noble silencio de expectativa que diera la impresión formidable de una nación segura
de sí misma y dispuesta ir al sacrificio supremo. La embriaguez de la victoria, como toda
embriaguez, prepara mal el animo para el futuro, sobretodo cuando el futuro esta colocado
en la suerte de las armas”.67
De igual manera a como se exaltan y se habla de que Tarapacá debe significar solo el
inicio del esfuerzo bélico, los diarios exaltaran el valor de las tropas colombianas, de
manera que ambos diarios contrastarán la actitud de los defensores peruanos con la actitud
de los soldados colombianos. El Tiempo dirá que en el combate, “Sin una sola baja en
nuestro ejército hemos obtenido la victoria incruenta de Tarapacá. Protegidos por la
artillería de los barcos y por la flotilla aérea nuestras tropas desembarcaron en el territorio
invadido apenas alcanzaron a ver las espaldas de los fugitivos soldados peruanos
encargados de sostener las << incontenibles aspiraciones nacionales>>…”.68 De la misma
manera El Colombiano resaltará el valor y la intrepidez de los soldados colombianos al
afirmar que “La primera actuación de nuestras tropas acaba de comprobarlo. La ocupación
de Tarapacá, lograda tras un ataque que tuvo que vencer poderosas resistencias, marca el
comienzo de una serie de victorias dignas de quienes nos dejaron una herencia gloriosa
que sabremos guardar”.69 Esta herencia gloriosa a la que se toma como la dignidad que
debe ser emulada, no es otra que la de los combatientes de la guerra de independencia y
del anterior conflicto con el Perú resuelto en Tarquí casi un siglo atrás.. De este modo,
aunque ambos diarios nos expresen, por un lado el valor de los combatientes en el hecho
de la toma de Tarapacá, y otros comparen a estos hombres de armas y nos hablen de su

67
El Tiempo (1933, 17 de febrero). “La misión de los reservistas” [editorial], Bogotá. p. 4.
68
El Tiempo (1933, 16 de febrero). “El significado de la primera victoria” [editorial], Bogotá. p. 4.
69
El Colombiano (1933, 16 de febrero). “La guerra y los deberes que la guerra impone” [editorial], Medellín. p. 3.
39

valor como continuadores de las gestas libertadoras de los ejércitos de la independencia, lo


cierto es que ambos diarios lo que pretenden es mostrar, a su modo, el significado de la
valentía y el valor de las tropas ante el conflicto y ante el rival, unos glorificando el
presente de las tropas y otros hablando de la valentía de las misma como parte de una
larga tradición.

Sumado a la exaltación y al llamado que hacen ambos diarios a conservar la calma ya


que el hecho de Tarapacá tan solo es el primer paso para reafirmar la soberanía
colombiana. Tanto El Tiempo como El Colombiano, manifestaran la naturaleza de los
peruanos combatientes en Tarapacá, como hombres de carácter débil y cobarde. El
Tiempo dirá luego del abandono de terreno hecho por los peruanos en Tarapacá que “los
mercenarios de la dictadura limeña son vertiginosos en la huida y con el apoyo físico y
militar que respaldo la paz en la fanfarronada loretana y la raptante diplomacia de Lima,
abandonan la posición mejor fortificada del Putumayo para correr…”.70 De manera no tan
directa en sus señalamientos acerca de la “cobardía peruana”, El Colombiano dirá que “El
ataque a la flota colombiana ha señalado el fin de las gestiones pacificas. El adversario que
se escurría diariamente por los resquicios de la diplomacia se muestra ahora dispuesto a
probar la suerte de las armas…”.71 Por consiguiente luego de Tarapacá, ambos diarios
presentarán a los peruanos inmersos en el conflicto como un pueblo miedoso y timorato.
Solo que mientras El Tiempo habla de esta supuesta cobardía como resultado del choque
armado y el posterior abandono del terreno. El Colombiano, lo manifestará como un
pueblo asustadizo que siempre ha sido temeroso y que hasta ese momento se había
movido de manera escurridiza por los caminos de la diplomacia y que solo ahora muestra
valor para enfrentar su suerte al destino que puedan dar las armas.

El resultado de Tarapacá sin embargo no fue solo la ocupación de Colombia de esta


plaza. Ya que en el Perú se suscitó una situación de violencia en la cual se atacó la
delegación colombiana en Lima, la cual fue destruida el 18 de febrero, a tan solo cuatro
días de lo ocurrido en Tarapacá. Este hecho derivó en que los diarios se reafirmasen en
que la actitud del Perú era de un pueblo bajo, sombrío y ruin. El Tiempo expresará que el
ataque a la legación colombiana se dio:

…Bajo la mirada complaciente y complacida del gobierno y probablemente organizada la expedición por los
“soplones” de la dictadura, la legación de Colombia en Lima fue victima del feroz heroísmo de las turbas que

70
El Tiempo (1933, 16 de febrero). “El significado de la primera victoria” [editorial], Bogotá. p. 4.
71
El Colombiano (1933, 15 de febrero). “De grado o por fuerza.” [editorial], Medellín. p. 3.
40

respaldaban de esta manera los actos de valor de los soldados peruanos en Tarapacá y Guepi: allanaron en
montonera el palacio de la Legación, le prendieron fuego, destruyeron los archivos y obligaron a buscar
protección en la legación de Chile, al ministro Lozano y Lozano, a su esposa y a su hija, haciéndoles sufrir
humillaciones y poniendo en peligro su vida. La batalla de Lima que gana el general Sánchez Cerro sobre un
diplomático, una señora y una niña, rescatada así la derrota de Tarapacá. 72

El ataque a la legación El Tiempo de manera irónica, lo verá como el resarcimiento del


régimen peruano ante la perdida de Tarapacá. De la misma forma, nos habla del régimen
como un régimen débil y ruin, que intenta destruir a un diplomático y a su familia al no
poder imponerse por las armas a sus adversarios. El Colombiano no usaría la ironía como
forma para expresarlo; la destrucción de la delegación colombiana la observaría, este
diario como un acto atroz y dirá con respecto a él que: “Los sucesos que tuvieron lugar el
sábado ultimo en Lima en los cuales atento contra la persona de nuestro ministro y de su
señora esposa y se destruyeron los enseres de la legación, retratan con fidelidad admirable
el grado de barbarie de un pueblo del cual debe avergonzarse toda America”.73

En definitiva luego de Tarapacá, la opinión en ambos diarios en la cual concuerdan, es


que Colombia se esta enfrentando a un pueblo peligroso y mesquino, a quien hay que
enfrentar con mayor energía ante las notables arbitrariedades que comete. Con respeto a lo
anterior El Colombiano nos señalará que: “Debemos atacar al Perú en el Perú mismo,
sobre los lugares que ofrezcan para Colombia el mayor peligro. Puerto Arturo, la trocha
del Napo e Iquitos deben ser nuestros blancos actuales, mientras llega momento de herir al
enemigo más a fondo”.74 Esta actitud bélica contra el Perú luego de Tarapacá y que se
verá aun más respaldada con el ataque a la Legación colombiana. El Tiempo la verá de
igual manera, frente a ello nos dirá que “…Tenemos el deber de reprimir y desalojar a los
invasores de Leticia y la obligación moral ante el mundo de hacerlo…”.75 Lo anterior nos
expresará que la actitud hacia una resolución armada del conflicto cuenta con un apoyo
muy grande luego de los sucesos en Tarapacá y la quema de la legación colombiana,
aunque reconocen que el resultado favorable en el cerro de Tarapacá es tan solo el primer
paso para la resolución del conflicto amazónico.

72
El Tiempo (1933, 21 de febrero). “La heroica batalla de Lima” [editorial], Bogotá. p. 4.
73
El Colombiano (1933, 21 de febrero). “En defensa de una civilización” [editorial], Medellín. p. 3.
74
El Colombiano (1933, 17 de febrero). “Diplomacia y estrategia” [editorial], Medellín. p. 3.
75
El Tiempo (1933, 16 de febrero). “El significado de la primera victoria” [editorial], Bogotá. p. 4.
41

2.1.2.2. Guepí

Luego de casi mes y medio después de desarrollada la Toma del Cerro de Tarapacá, se
presento otro suceso de armas entre tropas colombianas y las procedentes del Perú. Este
hecho conocido como el enfrentamiento de Guepí, se sucede el 25 de Marzo de 1933. Este
suceso en armas es descrito como un hecho de notable planeación y ejecución. En el
siguiente aparte nos expresarán como se sucede este hecho en armas.

…El 25 de marzo de 1933, a las dos de la mañana, los cañoneros Cartagena y Santa Marta desembarcaron, a lado
y lado de Guepí, a las tropas colombianas capturó a dos centinelas peruanos encargados de cuidar un fuerte
adelantado, que fue rodeado por los colombianos. A las ocho y cuarenta, aviones salidos de Puerto Boy
bombardean las posiciones peruanas mientras desde dos islas al otro lado del río las ametralladoras abrieron
fuego, lo mismo que las dos cañoneras...76

El resultado de esta la acción militar en Guepí a manos de las tropas colombianas, en


materia militar fue algunas bajas tanto del lado peruano como del frente colombiano, pero
principalmente la captura de algunos soldados peruanos que participaban en el combate y
la toma de la posición indicaban el parte de victoria para las armas colombianas. Así como
se conseguía la alegría que producía en el país y en los diarios estos resultados venturosos
de las armas colombianas. En el grafico siguiente se muestra a Guepí y su posición con
respecto a centros de avituallamiento importantes para Colombia como lo fueron Puerto
Asís y Caucaya, los cuales eran de una notable importancia para nuestro país durante el
transcurso del conflicto.

4. Imagen. Extraída de El Tiempo, (1933, 30 de marzo). “Croquis de la batalla que se dio ayer.” [Imagen]. Bogota. p.2.

76
Pardo Rueda, R. (2004), La historia de las guerras, Bogotá, Ediciones. B. Colombia. p. 676.
42

El valor que se le asigna a la toma de esta población en el conflicto, radicaba en que sí


este lugar caía en manos de las tropas colombianas, permitía por un lado obligar al Perú a
que se retirará de los territorios colombianos y forzarlo en la mesa de negociaciones a
cambiar su posición a cambio de la recuperación de sus propios territorios, y por el otro
lado se obtenía una importante influencia, también un control de una buena parte del río,
sobre la margen derecha; y en caso de que avanzará el conflicto se contaba con un puesto
de avanzada para continuar el conflicto, ahora en tierras peruanas.77

La importancia de Guepí los diarios la otorgan desde dos puntos fundamentales, uno que
pone al triunfo en Guepí como un importante espacio para iniciar conversaciones y el otro
como un punto clave para la continuación de las operaciones militares. Con respecto a ello
El Tiempo nos señalará que la relevancia de este sitio es que:

…La posesión de la margen derecha del Putumayo, extensión que se puede extender a todo el curso del río hasta
los límites con el Brasil le ha hecho pensar al enemigo que la ocupación de Leticia no era una ventaja absoluta. Ya
en posesión de territorios peruanos el ejército de Colombia les ofrece a los negociadores de nuestra parte una
preeminencia que el enemigo se ve forzado a reconocer.78

De momento se precia el valor de este tipo de acción militar, ya que permite una notable
ventaja militar y de movilidad por el curso del río Putumayo. Sin embargo, se le otorga a
esta acción la finalidad de ser una herramienta para llegar fortalecida la posición
colombiana en la mesa de negociación. Mientras tanto El Colombiano, nos manifestará en
que el valor de la acción militar en si misma es que nos permite “…llevar la guerra a
Guepí, a Puerto Arturo, a la trocha del Napo y a Iquitos. Eso estábamos pidiendo desde
hace tiempo, por razones de estrategia y aun de humanidad con nuestros compatriotas del
frente…”.79

Precisamente esta postura militar de conducir el camino por la vía de las armas y no por
el de la diplomacia será la que planteará las desavenencias entre los diarios, desacuerdos
que no se veían sino hasta estos momentos cuando la diplomacia parece tomar cada vez
más fuerza en las directrices del estado por enfrentar el conflicto, tratando de sobreponer
la formula diplomática sobre el derecho de la fuerza.

En el caso de Tarapacá que veíamos en apartes anteriores, en donde se manifestaba que


la opción militar era la más apoyada por los diarios y la euforia contagiaba a estos diarios
con la continuación de las operaciones militares, se denotaba una cierto nivel de acuerdo
77
Pardo Rueda, R. (2004), La historia de las guerras, Bogotá, Ediciones. B. Colombia. p. 676.
78
El Tiempo (1933, 10 de abril). “La sanción de los hechos” [editorial], Bogotá. p. 4.
79
El Colombiano (1933, 29 de marzo). “Lo que va de Ginebra a Guepí” [editorial], Medellín. p. 3.
43

entre los diarios aquí tenidos como referencia –El País diario de la mañana, este poco
referenciado en lo que respecta a Tarapacá y Guepí por las razones ya expuestas en la
introducción, El Tiempo y El Colombiano- y en lo que debía ser la conducción del
conflicto por mecanismos de recuperación del trapecio por medio de la fuerza. Contrario a
los anterior, en el caso de Guepí, la inclinación del diario El Tiempo hacia la vía
diplomática como solución del conflicto, hace que el Colombiano tome una postura de
rechazo, en la cual afirmará que “…celebrar la victoria de Guepí, que todos celebramos,
para ensalzar la labor diplomática en Ginebra es todo un contrasentido. Porque Guepi
80
puede ser y fue precisamente por que fracasó Ginebra…”. Sí bien no se procede a un
ataque directo al diario El Tiempo por parte de El Colombiano, el hecho de atacar la idea
de un triunfo militar como ayuda para una negociación diplomática, es fundamentalmente
una clara oposición a la idea que defendía El Tiempo, y su postura a favor de la
negociación por encima del derecho de las armas como medio para recuperar el territorio.

Aun cuando los diarios parecían que por sus dos puntos de vista, acerca de cómo debía
resolverse el conflicto, se habían distanciado y presentaban dos formulas. Existe un punto
de convergencia en el cual los diarios se encuentran, y ese es la alabanza a la valentía y a
las virtudes militares de entrega a la patria de las tropas colombianas. Estos diarios,
resaltarán tanto en los días posteriores las acciones militares en Guepí y en otros
combates, así como aun un año después recordarán este combate como un momento de
indudable valor por parte de las tropas.

En el caso de El Tiempo, se resaltará de manera notable la participación de los militares


en este suceso y se alabará el hecho un año después mostrando que en Guepí ocurrió un
suceso en el que: “…Un puñado de valientes, lo que se llama en términos técnicos de la
técnica militar un pelotón de sacrificio, debía saltar a tierra en cuanto al espolón de
Cartagena se clavara en la colina, con la misión de hincar el asta colombiana como un
signo de victoria y un gesto de heroicidad que llevase el desconcierto a las peruanos…”.81
Este suceso que el diario lo expresa como un símbolo de heroicidad militar, lo da por
cumplido de acuerdo al plan y lo coloca como un punto importante de la valentía de estos
soldados. El Colombiano no será ajeno a esta idea de alabar la victoria militar en Guepí
como un hecho de especial relevancia para el país y de orgullo para sus fuerzas militares,
de este combate y del valor en el combate dirá: “…Gloria a los soldados colombianos del

80
El Colombiano (1933, 29 de marzo). “Lo que va de Ginebra a Guepí” [editorial], Medellín. p. 3.
81
El Tiempo (1934, 26 de marzo). “Con un ojo en el sur” [editorial], Bogotá. p. 4.
44

Putumayo. A los que viven y a los que cayeron a la sombra del patrio estandarte. Ellos se
han hecho dignos de sus antecesores, aquellos bravos soldados que en Tarqui castigaron al
felón que quiso lastimar el honor y la gloria de Colombia…”.82 De esta manera aun
cuando los tiempos son distintos, el discurso de ambos diarios presenta una notable
semejanza que es la necesidad de ensalzar este hecho en armas, como un suceso digno de
ser recordado debido al valor que demostraron las tropas colombianas para conseguir el
triunfo en este lugar.

De esta manera, a pesar de las desavenencias que comienzan a surgir paulatinamente


entre los diarios acerca de las directrices que se deben llevar para resolver el conflicto, y
que comienzan a verse en el combate de Guepí y el cubrimiento que las editoriales de los
diarios hacen, lo cierto es que durante buena parte del desarrollo militar del conflicto y
cuando ella se tenía como la acción más conveniente para la restitución de nuestra
soberanía, los diarios mostraron una unión tácita apoyando al sentido de la fuerza para
imponer condiciones y recuperar el trapecio amazónico. Aun cuando los caminos que
toman los diarios se van apartando y unos propugnan por el uso de la fuerza y otros por la
diplomacia esto tan solo se hará latente hasta Guepí casi cinco meses después de iniciado
el conflicto.

2.2. LA FUERZA DEL DERECHO

Durante el conflicto la visión de nuestro derecho como piedra incólume, de nuestra


posesión sobre Leticia y sobre el Trapecio amazónico, representó el valor más importante
que esgrimían los diarios, que han servido como objeto de nuestro estudio, para entender
las razones y los deberes que nos asistían para defender los territorios arrebatados por la
acción peruana del primero de septiembre de 1932. Sin embargo como lo afirmábamos el
país y sus dirigentes, al igual que los diarios estuvieron en un profundo debate en la forma
como se debía enfrentar el conflicto, para lograr la restitución del territorio.

La opción que desarrollamos en el anterior aparte del capítulo era la opción de fuerza
para imponer el derecho, junto a ella los frutos y devenires que a ella le asistieron. De
modo que ahora, nos internamos en la opción diplomática en la que el derecho se
planteaba como un valor de fuerza que se imponía por el simple hecho de su

82
El Colombiano (1933, 29 de marzo). “Lo que va de Ginebra a Guepi” [editorial], Medellín. p. 3.
45

reconocimiento. Esta opción será de una notable importancia en el transcurso del


conflicto, y significará la lucha ante otros países, e incluso ante la precursora de la
Naciones Unidas –La Liga de las Naciones- para hacer valer la fuerza de nuestros
argumentos jurídicos de regir el trapecio amazónico y de restituir nuestra soberanía
territorial. La forma de abordar la postura diplomática colombiana se verá en dos aspectos
la primera frente a los primeros contactos diplomáticos, y lo que se planteaba de cómo
debía ser la paz y cual debía ser las formas de solucionar el conflicto. Y la segunda nos
mostrará el devenir en el seno de la Liga de la Naciones del conflicto y de su negociación.

2.2.1. Los primeros contactos diplomáticos

El conflicto amazónico desde el punto de vista diplomático, inicia en el mismo instante


en que se presenta la toma de Leticia, abordando el gobierno una serie de medidas para
poner fin al conflicto mediante el recurso diplomático. La toma de Leticia el 1 de
septiembre originó en el gobierno del Perú una pronta respuesta en la que el presidente
Sánchez Cerro, manifestaba su preocupación por el incidente de Leticia y aseguraba que la
toma de esta población colombiana, no era un acto de su gobierno sino de un grupo de
comunistas, enemigos de su gobierno.

Esta postura que dio cierta tranquilidad al gobierno colombiano se fue desvaneciendo
durante los quince días posteriores al inicio del conflicto, cuando algunos hombres
cercanos al régimen imperante en el Perú hacían claras alusiones a “incontenibles
aspiraciones” peruanas en Leticia y calificaban el hecho de la toma como un suceso de
profundo nacionalismo y de amor patrio peruano. Estas afirmaciones en principio no se
hacían de manera oficial, pero el jefe de la diplomacia peruana, el canciller Freundt
Rosell, se unirá a la tesis de la toma como una muestra de “incontenibles aspiraciones”.
Esta aseveración de este importante hombre de la diplomacia peruana resultaban en
extremo preocupantes para el gobierno colombiano, aun cuando el canciller sería
remplazado por el señor Carlos Zavala Loayza, poco a poco el hecho de Leticia por parte
del Perú fue desembocando en la necesidad de revisar el tratado Lozano-Salomón, lo cual
en Colombia era impensable.83

La posición en Colombia con respecto a la toma de Leticia, hacia imposible la


renegociación del tratado de 1922 entre ambos países. Como ya lo habíamos visto en
83
Rivas, R. (1961), Historia Diplomática de Colombia (1810-1934). Bogotá, Ministerio de Relaciones Exteriores. pp. 715-718.
46

apartes anteriores, a partir del 15 de septiembre de 1932, la reacción de los diarios hacia la
recuperación de Leticia y la restitución del tratado Lozano-Salomón, eran partidarios de
recuperar el trapecio amazónico sin importar el costo, lo cual hacia que tanto los diarios
como la gente del común estuviesen en franco desacuerdo con una negociación que
modificase el tratado o que se aceptase de alguna manera una justificación a la Toma.

Mientras esta reacción se hacía presente en los exaltados ánimos nacionales, el gobierno
peruano adelantaba una ofensiva diplomática para conseguir que Colombia se sentara a
renegociar el tratado. En primer termino, la diplomacia peruana luego del incidente será
tomada como una diplomacia taimada y fraudulenta. Sin embargo estos calificativos se le
otorgarán a la diplomacia peruana afirmando que la postura diplomática del Perú era
mejor cuando en el poder se encontraba Augusto Leguía –antecesor y quien fuera
removido de su cargo por la insurrección militar de Sánchez Cerro y otros lideres
militares-. La postura con respecto al gobierno antecesor al de Sánchez Cerro, en El
Tiempo es que este gobierno era responsable y que “El mundo entero reconocía al
gobierno de Leguía como constitucional y legitimo, cuando se celebró el tratado Salomón-
Lozano…”.84 El País no hablará del pasado con respecto a Leguía pero si con respecto al
tratado afirmando en que la posesión de los territorios amazónicos se habían hecho en
virtud de un tratado que en “Nuestro derecho fue posteriormente ratificado por el hecho,
cuando, conjurado el tratado firmado en Lima en el año de 1922, se incorporó en el
dominio perfecto de nuestra república el territorio nítidamente determinado en ese pacto
solemne…”.85 De esta manera se daba por sentado que nuestra posición diplomática era
infranqueable ya que se fundamentaba en un estricto tratado que había dado por zanjadas
cualquier tipo de querella sobre la posesión de estos territorios amazónicos.

Otro escenario de la diplomacia fue en segundo termino, la gestión diplomática que se


realizaba en la capital de los EE.UU., en donde el señor Víctor M. Maurtua, cumplía
funciones de asesor en la embajada peruana en Estados Unidos. La ofensiva diplomática
peruana planteó ante el Comité de Conciliación de Washington86 que el problema de
Leticia debía ser revisado como un conflicto internacional. Sin embargo este intento de
Maurtua en cuanto a la proposición de sentar a Colombia a discutir el problema de Leticia

84
El Tiempo (1933, 2 de enero). “La interinidad del sofisma” [editorial], Bogotá. p. 4.
85
El País diario de la mañana (1932, 20 de septiembre). “LA razón colombiana” [editorial], Bogotá. p. 3.
86
El Comité de Conciliación de Washington, creado por el pacto de Gondra durante la V conferencia panamericana realizada en Chile
en 1923. Esta comisión se creo para resolver los conflictos que pudiesen surgir entre los estados americanos. Rivas, R. (1961), Historia
Diplomática de Colombia (1810-1934). Bogotá, Ministerio de Relaciones Exteriores. p 718.
47

como un asunto de carácter internacional, lo cual fue rechazado por Colombia ya que ella
expresaba que no había ningún conflicto internacional, sino que era un problema interno
que debía ser asumido única y exclusivamente por parte de las autoridades colombianas.
Frente a la Comisión de Conciliación afirmará el diario El Tiempo que: “Maurtua
preparaba el terreno ante la comisión de conciliación para una acto de atropello…Pero no
podrá la comisión de conciliación caer en esa treta tosca, vulgar y primitiva, que tiende a
disculpar una agresión internacional inmodificable”.87 De igual manera el diario El País,
rechazaría la propuesta de negociar el conflicto de Leticia como un conflicto internacional
y de permitir que la Comisión hiciera una intervención que tan solo ayudaría a la posición
diplomática del Perú quien planteaba el hecho como un problema internacional.

Y sí la comisión de conciliación acogiese la demanda del Perú como un conflicto internacional, sería tanto como
sí se le permitiera escoger en su derecho su propia culpa, su propio pecado internacional. Porque para que haya
conflicto internacional se necesita que el Perú desconozca sus tratados con Colombia; si no los desconoce, no hay
conflicto internacional: y no habiéndolo, no hay necesidad de conciliación. En Cambio, si los desconoce, como los
ha desconocido, permitiendo y fomentando la ocupación de Leticia por gentes y con elementos de origen oficial
peruano, no pueden pedir a un tribunal de conciliación, alegando para ello perturbaciones del derecho creadas por
su propia culpa.88

Estas posiciones en contra de una posible comisión se mostraron similares en ambos


diarios al plantear que la Comisión no tenia cabida en un asunto interno, al que solo tenía
derecho Colombia. Es necesario resaltar que ambos diarios presentan el conflicto durante
buena parte del mismo, como un problema interno en el que la única autoridad posible y
legítima es la de Colombia. El Tiempo expresará su opinión en que no hay conflicto
internacional, ya que lo que fue tomado por civiles peruanos es territorio de Colombia.
Igualmente se habla de un no a la negociación con el Perú por ser un asunto que solo le
compete a Colombia.89 De la misma forma El País diario de la mañana, expresaría la
naturaleza del conflicto como “…un simple caso de policía, una perturbación del orden
publico interno de Colombia, y para restablecerla normalidad, la fuerza de nuestras
autoridades y ala aplicación de nuestras leyes dentro de territorios sometidos al derecho de
nuestra soberanía, la nación colombiana no puede ni debe discutir con el Perú…”90 Esta
defensa del carácter interno del problema de Leticia se fija como la posición oficial del
gobierno frente al conflicto.

La fuerte postura que Colombia sentó durante los primero meses del conflicto, mostraba
a nuestro país como un firme opositor al arbitraje. Esta oposición fundamentada en que el

87
El Tiempo (1932, 3 de diciembre). “La penúltima emboscada” [editorial], Bogotá. p. 4
88
El País diario de la mañana (1932, 4 de diciembre). “Maurtua y nosotros” [editorial], Bogotá. p. 3.
89
El Tiempo (1933, 7 de enero). “Una negociación imposible” [editorial], Bogotá. p. 4
90
El País diario de la mañana (1932, 14 de octubre). “El arbitraje” [editorial], Bogotá. p. 3.
48

arbitraje no podía existir ya que no había nada que arbitrar pues el territorio era
colombiano y esta afirmación avalada por el tratado de 1922. De manera que las únicas
leyes que imperaban o que debían imperar eran las colombianas. De este hecho se deriva
que en los primeros seis meses del conflicto, la paz se conciba no como un acuerdo entre
el Perú y Colombia por la posesión de Leticia, sino como una restitución del derecho de
soberanía colombiano. Frente a la paz, El Tiempo dirá que la única paz posible es la que
se pueda dar por la entrega de Leticia sin condiciones.91 Igualmente El País expresaría en
que la única solución posible es que “Colombia no puede ni debe aceptar solución distinta
de la que impone el reconocimiento de un tratado público”92 De igual manera lo
exclamaría El Colombiano, al afirmar que “…que la única propuesta aceptable es la
entrega incondicional de Leticia”.93 Por consiguiente la única formula de paz plausible y
aceptada no era otra que la incondicional retirada de los invasores del territorio, esto hacia
que la solución se debatiera más del lado de imponer la paz por la fuerza, que de imponer
el derecho convenciendo al Perú de su error.

Aparte del problema de arbitrar o no arbitrar, el gobierno colombiano, fijando su postura


de no negociación por no ser un asunto negociable la cuestión de Leticia; adelantaba la
promoción de sus puntos de vista ante las cancillerías de los países americanos de manera
vehemente. Asegurando en que al ser un asunto interno, estamos en el legítimo derecho de
recuperarlo como mejor nos parezca. Según los diarios el apoyo de los demás pueblos
americanos se da hacia Colombia, afirmando sus simpatías hacia ella debido a la nobleza
de su causa, y al acierto de sus postulados. El Tiempo dirá que “… El gobierno realiza
además una intensa campaña de difusión de su derecho por las cancillerías extranjeras, y
comienza a recibir de muchos países testimonios de simpatías por la clarísima actitud de
Colombia”.94 De la misma manera El País nos expresará que las simpatías a la causa
colombiana son muy grandes en cuanto a la validez de sus argumentos.

Venezuela es una de las naciones representadas en la entidad internacional a la cual la cancillería peruana
pretendía llegar como litigioso o siquiera discutible el asunto provocado por la ocupación violenta de parte de
nuestro territorio amazónico. Pero el gobierno de Venezuela da instrucciones precisas a su ministro en
Washington y en cuatro líneas define el concepto jurídico de los gobernantes de esa nación hermana "Sí Colombia
y el Perú, dice el canciller venezolano, no tienen tratado general de arbitraje, la cuestión actual queda excluida de
investigación por el tercer párrafo del articulo primero del tratado de Santiago, pues la cuestión actual queda ya
resuelta por el tratado de limites.95

91
El Tiempo (1933, 2 de enero). “La interinidad del sofisma” [editorial], Bogotá. p. 4.
92
El País diario de la mañana (1932, 14 de octubre). “El arbitraje” [editorial], Bogotá. p. 3.
93
El Colombiano (1933, 19 de enero). “Alfonso López y la paz” [editorial], Medellín. p. 3.
94
El Tiempo (1932, 20 de septiembre). “La segunda jornada” [editorial], Bogotá. p. 4
95
El País diario de la mañana (1932, 28 de octubre). “El partido ante la guerra” [editorial], Bogotá. p. 3.
49

Sin embargo El País diario de la mañana, no solo verá el apoyo de Venezuela sino que
también expresará que países como Argentina, Brasil, Chile e incluso los Estados Unidos
han comprendido que nuestra posición diplomática es la correcta y que el problema
interno solo puede ser atendido por Colombia y no por nadie más.96 Estos apoyos que
ambos diarios perciben los muestran de dos maneras, una como reconocimiento de nuestra
causa y otro como un apoyo a nuestras posibles formas de retomar Leticia según nuestro
criterio. De modo que los diarios expresarán de una manera u otra que la causa de nuestro
derecho es una causa noble, según El País “…Porque nuestra causa es la de la civilización,
que respeta los pactos internacionales como fuente del derecho y reprueba y condena al
presidente irresponsable que en el Perú estrangula la libertad de sus compatriotas y
pretende extender sobre Colombia la infame tiranía que ahoga los remordimientos de su
conciencia criminal y mezquina”.97

La formula de la fuerza como mecanismo de resolución del conflicto, era de este modo
durante los tres primeros meses del conflicto. En esta vía armada El Tiempo dirá que “en
caso de que el Perú ofrezca resistencia armada, el gobierno debe proceder sin demora y sin
formulas diplomáticas a ocupar los territorios invadidos para proteger las vidas y
haciendas de sus nacionales”.98 El mismo sendero planteará El País y El Colombiano
durante los primeros meses del conflicto afirmando que “…A diferencia del Perú,
usaremos la fuerza, sí es preciso, para impedir que esa justicia, que es universal y eterna,
quede a merced de Oscar Ordóñez y de quienes desde Lima lo estimulan y apoyan para
utilizar su delito…”.99 La postura de la fuerza como medio de presión y de restitución del
derecho, por encima de la vía diplomática, también la planteará El Colombiano
manifestando que “Que ande la diplomacia explicándole al mundo la justicia y razón de
nuestra causa. Pero que mientras tanto, las banderas de Colombia vayan izándose en la
tierra enemiga”.100 En consecuencia la negociación diplomática se encaminaba en los
diarios más a una postura de justificación del conflicto y de la vía armada para su
resolución, y no a una negociación directa con Lima. Por tanto la postura hacia una
resolución militar se encontraba apoyada en mayor medida por los diarios, al menos
durante los primeros meses del conflicto –Septiembre 1932 a Enero de 1933.

96
El País diario de la mañana (1932, 22 de septiembre). “El Perú ante el continente” [editorial], Bogotá. p. 3.
97
El País diario de la mañana (1932, 30 de septiembre). “La guerra y nosotros” [editorial], Bogotá. p. 3.
98
El Tiempo (1932, 27 de septiembre). “El empréstito de la defensa nacional” [editorial], Bogotá. p. 4.
99
El País diario de la mañana (1932, 28 de diciembre). “Valencia y el derecho de Colombia” [editorial], Bogotá. p. 3.
100
El Colombiano (1933, 17 de febrero). “Diplomacia y estrategia” [editorial], Medellín. p. 3.
50

2.2.2. Ante la Liga

Después de los fallidos intentos del Comité de Conciliación de Washington y de una


negociación en la que Brasil se ofrecía como mediador para solucionar el conflicto, surge
la posibilidad de presentar el problema de Leticia ante La Liga de las Naciones. Sí bien
esta opción había sido proferida por algunos hombres como en el caso de Alfonso López,
desde el instante mismo en que ocurrió la incursión el 1 de septiembre, la tesis colombiana
en la que afirmaba el carácter interno del conflicto, según el gobierno, resultaba
contradictorio ir a un organismo encargado de solucionar problemas internacionales y por
el otro lado insistir que el conflicto tenía una naturaleza interna.101 A pesar de la oposición
que el gobierno veía a recurrir a este organismo internacional, El Tiempo si había
planteado esta opción en caso que el conflicto desembocara en una guerra formal entre
ambos países. Esto se puede notar en el siguiente aparte en donde se expresa que:

En caso de que nuestras relaciones con el Perú lleguen por desgracia a la ruptura de las hostilidades, es preciso no
olvidar que pertenecemos con carácter de socios activos a la Sociedad de las Naciones y tenemos o debemos tener
en estos momentos un representante en la asamblea de este augusto cuerpo.102

A su vez El País diario de la mañana, no contemplaba el recurrir a esta instancia para la


solución del conflicto, o al menos no hacia presente esta opción en sus editoriales como
solución pertinente al conflicto amazónico. En materia diplomática aquí comienzan a
surgir las desavenencias entre los diarios las cuales cada vez se profundizaran en mayor
medida.

A finales de diciembre cuando la expedición de Vásquez Cobo se encontraba fondeada


en las aguas del Amazonas. Eduardo Santos, dueño del diario El Tiempo, quien se
encontraba en esos momentos como representante diplomático de Colombia en Paris,
reconoció al gobierno que era necesario exponer ante la comunidad internacional, el
agravio inferido por el Perú con la toma y posterior retención del territorio de Leticia. Era
claro que esta posición era contradictoria, ya que el conflicto el gobierno colombiano lo
había definido como de naturaleza interna. Eduardo Santos es nombrado representante de
Colombia ante la Liga de las Naciones, y empieza su gestión enviando las primeras notas
al Consejo de la Liga, quien comienza inmediatamente a estudiar el caso.103

101
Donadío, A. (1995), La guerra contra el Perú, Bogota, Planeta, p. 239-241.
102
El Tiempo (1932, 19 de septiembre). “Minutos de reflexión” [editorial], Bogotá. p. 4.
103
Donadío, A. (1995), La guerra contra el Perú, Bogota, Planeta, p. 240-241.
51

Las posturas frente a la intermediación de La Liga no se hicieron esperar. Mostrando


cada vez más que ambos diarios se alejaban de sus posturas unidas, y apuntalaban posturas
cada vez más divergentes entre ellos. El Tiempo fundamentara su postura afirmando que
el buscar soluciones ante La Liga, era un deber ya que nosotros teníamos compromisos de
buscar junto con La Liga soluciones pertinentes a nuestros conflictos.104 El Colombiano,
expresaría su opinión con respecto a la Liga afirmando que la opción diplomática no fue la
más indicada por que pone en tela de juicio su tesis acerca de la naturaleza interna del
conflicto. Esto se puede notar en el siguiente aparte.

Colombia no ha debido aceptar la propuesta de la Liga ni estaba obligada a aceptarla. Primero porque el negocio
de Leticia -tal como lo dijo repetidas veces- es asunto de orden interno. Segundo porque debe aspirar a ejercer su
sanción penal sobre quienes atentaron contra sus leyes. Tercero, porque el Perú debe resarcirla de los perjuicios
que le causó con su ayuda a los invasores. Cuarto porque tiene actualmente sus territorios invadido por ejércitos
extraños. Quinto porque un comando internacional sobre sus tropas yuxtapone una soberanía a otra soberanía…105

Esta postura en contra de la intermediación que pudiese hacer La Sociedad de la


Naciones, como bien lo expresa el aparte fijaba como punto el defender la soberanía y no
recurrir a la Liga para que esto no fuese usado como un medio para que el Perú adujera
que el tratado de 1922 está en revisión o podían entrar a ser revisado. El rechazo que se da
por parte de los colombianos a la naturaleza del Perú frente al tratado y frente a la agresión
durante el periodo bélico, hace que los ánimos en Colombia presentan un escenario muy
difícil para realizar la negociación. Incluso al mandatario de los peruanos se le tomará
como un salvaje con quien ni la Liga ni nadie pueden razonar, por lo tanto de entrada se
plantea en que la negociación es muy difícil con alguien que no tiene las cualidades para
aceptar una negociación. Esto lo podemos denotar en la siguiente caricatura.

104
El Tiempo (1933, 5 de marzo). “La guerra a fondo” [editorial], Bogotá. p. 4.
105
El Colombiano (1933, 3 de marzo). “Las dos soberanías” [editorial], Medellín. p. 3.
52

5. Imagen. Extraída de El País, diario de la mañana, (1932, 27 de noviembre). “El golpe mortal a ginebra” [Caricatura]. Bogotá. p.1.

En la caricatura hay una representación de Sánchez Cerro como un ser salvaje rompiendo
una botella, en donde dice Ginebra –sede de la Liga de las Naciones-. Esta caricatura
dejaría presente el como se le ve a la negociación entre Sánchez Cerro y el estado
colombiano como un imposible ya que el gobernante peruano no respeta de ninguna
manera al mediador que es la Liga en sí.

A pesar de la oposición del diario El Colombiano y de El País diario de la mañana, a la


intermediación, los primeros resultados en la Liga se inician el 26 de Enero de 1933, en
donde la reunión entre algunos miembros del consejo de la Liga escuchan las tesis de
Colombia defendidas por Eduardo Santos y Francisco García Calderón en nombre del
estado peruano. El resultado de esta reunión será un completo respaldo a la tesis
colombiana por parte de los representantes de países como Panamá, Guatemala, Francia,
Polonia, Checoslovaquia e Irlanda.106 Aun cuando la intermediación da como
consecuencia el apoyo de La Liga a la tesis colombiana, diarios como El Colombiano,
seguirán expresando su opinión aseverando que: “Mientras la Liga no tenga los "dientes"
que creía indispensables uno de sus más destacados miembros, todas sus resoluciones
estarán sometidas exclusivamente a la buena voluntad de los países contra los cuales se
dicten”107

106
Rivas, R. (1961), Historia Diplomática de Colombia (1810-1934). Bogotá, Ministerio de Relaciones Exteriores. p. 724.
107
El Colombiano (1933, 25 de febrero). “La justicia internacional” [editorial], Medellín. p. 3.
53

La oposición de La Liga a que Perú siga desafiando a Colombia resulta cada vez más
fuerte. Sin embargo, el régimen de Sánchez Cerro no se sentía inmutado, ya que no existía
en la Liga una fuerza lo suficientemente grande para someter al Perú a sus veredictos. En
general La liga avalaba la razón colombiana frente a sus posesiones territoriales y a la
necesidad de recuperarlas, e incluso ordenaba directrices a favor de Colombia. Sin
embargo no había forma de forzar al Perú a una negociación, y el medio de las armas se
seguía dando en puntos como Tarapacá y Guepí. No obstante el final del mes de abril
habría de cambiar el rumbo del infructuoso proceso con el deceso de Sánchez Cerro.
54

3. LA PRENSA EN TREGUA EN BIEN DE LA CAUSA

6. Imagen. Extraída de El Tiempo. (1933, 17 de enero). “Las tropas peruanas en Leticia.” [Fotografía]. Bogotá. p.1.

La inconformidad peruana, especialmente la que se encontraba cerca de la frontera, era


desde la puesta en vigor del tratado Lozano-Salomón, una bomba de tiempo que
amenazaba con explotar en cualquier momento. Ese momento sucedido bajo un clima de
tensión en la región de Loreto, que como ya lo habíamos expresado, veía al tratado de
1922 como un acuerdo que se había hecho a sus espaldas y que detenía el progreso
peruano en la región amazónica. La tensión loretana y sus reclamos, salieron a la luz de
forma impetuosa el primero de septiembre de 1932.

En el anterior capitulo, observamos el desarrollo del conflicto desde el primero de


septiembre hasta el deceso del presidente peruano y los momentos previos al acuerdo de
cese de hostilidades, en lo que nosotros consideramos la etapa bélica del conflicto, esto
visto desde la perspectiva de El Tiempo, El País y en menor medida El Colombiano. Sin
embargo, es en este capitulo donde precisaremos tres aspectos principales, el primero
mirando como era la prensa antes del conflicto, luego denotando como los discursos de los
diarios confluyen de manera similar, en el sentido en que se manifiesta un discurso menos
partidista y más de reconocimiento de nuestra causa y de lo que debe ser nuestro sentido
como colombianos y por último mostrando como frente al conflicto la construcción de los
participantes de la guerra se unifica o al menos consigue discursos muy similares en las
editoriales de los periódicos trabajados. Mostrando en estos aspectos que al menos en los
primeros seis meses de la etapa bélica inaugurada con la toma de Leticia, se nos presenta
una faceta de la prensa colombiana en la que el ataque hacia el contradictor político baja
de tono, y los discursos se concentran en crear las bases de lo que somos, de los derechos
55

que nos asisten y de quienes son nuestros enemigos, en fin la construcción del quien
somos y de por qué ellos son nuestros rivales.

3.1. LA PRENSA EN EL PREAMBULO DEL CONFLICTO

Como ya lo habíamos expresado en la introducción, sin lugar a dudas Colombia es un


país en donde la prensa tiene una notable influencia en nuestra vida política. Algunos
pensarán que esto sucede en todos los países. No obstante, nuestros periódicos siempre se
han mostrado e incluso se les puede identificar como elementos pertenecientes a uno u
otro partido, principalmente a los partidos tradicionales, liberal y conservador. En este
sentido nos detendremos a ver algunas características de la prensa en los años veinte y
treinta en Colombia, luego procederemos a ver información acerca de los diarios y por
ultimo nos remitiremos a contemplar algunos ejemplos de las pugnas propias de los
diarios.

Sin lugar a dudas, la prensa de los años veinte e inicios de los treinta en Colombia, en su
haber era una prensa de unas notables particularidades que la definían. De estos elementos
definitorios en primer lugar, se puede expresar su notable filiación política. De ello se
puede afirmar: que en su gran mayoría los diarios de las primeras décadas del siglo XX,
tenían la particularidad de estar cercanos a un partido político u otro. Esto resulta claro en
las palabras expresadas por Eduardo Santos Calderón quien exclamaría en La Nueva
Historia de Colombia que: “Los grandes diarios colombianos, los nacionales y los
regionales, los grandes y pequeños, mantienen una filiación política-partidista
determinada, y casi sin excepción se declaran como liberales y conservadores…”.108 Sí
bien la prensa ya mostraba algunos tintes comerciales, caso el enorme peso que tenia la
publicidad en sus paginas, aun imperaba la idea de una prensa en la que se expresaban las
ideas políticas propias y se vilipendiaban las del contradictor.

No obstante esto se debe tomar como parte del proceso de la construcción de la prensa
ante un escenario de notable influencia partidista como era la Colombia de la década de
los veinte y treinta. De hecho la prensa colombiana, en primer lugar tiene como idea
fundamental el que su función debía ser la de servir como instrumento político. Esta idea
producía dos actividades en las que se desarrollaba o se debía desarrollar la actividad

108
Eduardo Santos Calderón. "El periodismo en Colombia 1886 - 1986". En Álvaro Tirado Mejía. En Nueva Historia de Colombia.
Literatura Pensamiento, Arte y Recreación. Vol. 6. Bogotá. Ed. Planeta. 1989. p. 123.
56

periodista, la primera el combate contra los opositores políticos, estos podían ser del
partido propio o del antagónico, generalmente era más común que se enfocará las criticas
y diatribas contra los representantes y contra el partido opositor en general. Y la segunda
de estas actividades era la propaganda, esta actividad no con fines comerciales sino con
fines políticos, se puede considerar a los diarios como promotores y expositores de las
ideas del partido, con el cual tenían filiación los redactores y los dueños de estos diarios.
La utilización del diario en actividades propagandistas buscaba principalmente,
"…profundizar y ampliar el conocimiento teórico del lector, para combatir ideologías
hostiles y proporcionar argumentos para los propagandistas que los necesitan para su
trabajo diario. Aquí se hace uso de la polémica, la comparación, la interpretación, la
argumentación…”.109

Además de la naturaleza política de la prensa, en segundo lugar, el que sea una prensa
asociada a los partidos se da debido a que ella es construida por políticos. Es precisamente
la naturaleza de las personas quienes escribían estos diarios la que le da su matiz cercano a
los partidos.

Riszard Kapúcinski, periodista polaco de notable importancia y un paradigma de la


prensa mundial actual, afirmaba que “Hace 50 años este oficio se veía muy diferente a
como se percibe hoy. Se trataba de una profesión de alto respeto y dignidad, que jugaba un
papel intelectual y político.”.110 Estas afirmaciones del señor Kapúscinki, ejemplifica de
una manera notable una característica fundamental del periodismo colombiano, sí bien
esta afirmación no la hace este periodista para el caso colombiano, ella se adecua en buena
medida a la realidad de nuestra prensa a comienzos de la década de los treinta y en los diez
años que le precedieron. El hecho de los políticos ejerciendo funciones y opiniones en los
diarios, se puede denotar en gran medida, tan solo nombrando algunos sujetos que han
ejercido su actividad política, al mismo tiempo que desempeñaban actividades en la
prensa. Entre ellos se encuentran Rafael Núñez, Carlos Holguín, Miguel Antonio Caro,
Carlos E. Restrepo, José Vicente Concha, Marco Fidel Suárez, Pedro Nel Ospina, Miguel
Abadía Méndez, Enrique Olaya Herrera, Eduardo Santos, Mariano Ospina Pérez, Eduardo
Santos, Laureano Gómez, Alberto Lleras Camargo, Guillermo León Valencia, Carlos
Lleras Restrepo, Belisario Betancourt entre otros. Sí bien muchos de estos nombres se
alejan del periodo que estamos trabajando, sí ejemplifican lo destacable que puede resultar

109
Garguverich, J. (1982), Géneros periodísticos, Quito, Ed. Belén. p. 245.
110
Vallejo Mejía, M. (2006), A plomo herido, una crónica del periodismo en Colombia (1880-1980), Bogota, editorial planeta. p. 13.
57

la prensa en la política colombiana, ya que la han ejercido en su mayoría grandes figuras


políticas como las que hemos nombrado quienes han dirigido nuestro país.111 Esto nos
muestra que aun cuando algunos de los aquí nombrados no ejercieron su actividad política
en las décadas mencionadas, sí nos permite afirmar lo unida que está la actividad de los
diarios con el desarrollo político de nuestro país.

Aunado al sentido político de los diarios y a la importancia que le dan figuras de gran
relevancia en la historia política colombiana, en último lugar, es sin lugar a dudas un
aspecto fundamental la naturaleza de los lectores de la prensa. A pesar que la prensa
colombiana pretendía llegar a grandes masas de la sociedad, para la época eran muy pocos
los lectores de ella, principalmente los lectores de la prensa durante estas décadas- los
veinte y los treinta-, considerando algunas cifras podemos pensar que eran básicamente
gente de niveles económicos medios y elevados, centrados en grandes núcleos
poblacionales, quienes eran los habituales lectores. Para entender algo de los posibles
lectores de los diarios, tendremos en cuenta dos afirmaciones que han sido obtenidas del
caso bogotano. La primera es que según el censo de 1928, la población de Bogotá es tan
solo de 235.702 habitantes.112 Y la segunda es la afirmación que hace El Tiempo en uno
de sus anuncios en donde afirma que para el año de 1932, logran vender 30.000
ejemplares diarios.113 Esto nos lleva a pensar en que incluso sí El Tiempo vendiera sus
ejemplares a tan solo la sociedad bogotana, caso que no es así porque para 1930 ya era un
diario de circulación nacional, tan solo alcanzaría para el 12.7% de la población bogotana.
No obstante aun cuando puede resultar un poco bajo el tiraje de un diario como El
Tiempo, la cifra real de gente que se entera por medio de la prensa sobre alguna situación
en particular, es mucho más alta a este 12.7, lo cual se ejemplifica sobre manera en dos
hechos fundamentales, el primero el caudal de cartas que llegan a El Tiempo cuando se
conoce el conflicto, el que según cifras entregadas por este diario rondaba los 10.000.114 Y
la segunda las enormes concentraciones populares que se dan el 17 de septiembre de 1932,
luego que los diarios mostrarán en sus paginas que la situación con el Perú era un
conflicto abierto. De este modo, a pesar de la poca cantidad de diarios vendidos, las
noticias e informaciones que ellos presentaban se expandían y llegaban a los oídos de la
gran mayoría de la población no solo bogotana sino colombiana.
111
Santos Calderón, E. "El periodismo en Colombia 1886 - 1986". En Álvaro Tirado Mejía. En Nueva Historia de Colombia. Literatura
Pensamiento, Arte y Recreación. Vol. 6. Bogotá. Ed. Planeta. 1989. p. 119.
112
Revista Credencial Historia (2001, enero), “población de Bogotá”, [en línea], num. 133, disponible en
http://www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/credencial/enero2001/colmundo.htm, recuperado: 25 de enero de 2009.
113
El Tiempo (1932, 1 de diciembre). “Tarifa” [anuncio], Bogotá. p. 10.
114
Vallejo Mejía, M. (2006), A plomo herido, una crónica del periodismo en Colombia (1880-1980), Bogota, editorial planeta. p. 361.
58

De este modo se puede apreciar que el periodismo escrito, tenia particularidades que lo
definían, entre ellos la naturaleza política de los diarios como elementos de exposición,
combate al contradictor, propaganda, filiación política cercana a uno de los dos partidos
tradicionales principalmente, y por ultimo lo reducido en cuanto al numero de
compradores de los diarios, aun cuando el enorme impacto de las noticias de estos
periódicos, que trascendían por mucho el numero de compradores habituales de El
Tiempo, El País diario de la mañana y El Colombiano. Miraremos tres casos particulares,
El País, El Tiempo y El Colombiano, indagando en su historia, sus personajes, su
organización y en fin en sus particularidades que los representan

3.1.1. El Tiempo

7. Imagen. Extraída de El Tiempo, (1932, 26 de septiembre). [Vista de la primera pagina]. Bogotá. p.1.

Sin lugar a dudas uno de los periódicos con mayor tradición en nuestro país es El
Tiempo. Este diario de notable importancia, ha contado con un sinnúmero de personajes
que a lo largo de su historia han contribuido en esta empresa periodística y han
consolidado a este como uno de los diarios más importantes en la actualidad colombiana.
Uno de los primeros personajes fue el iniciador, la chispa que encendió estas páginas,
quien no es otro que el señor Alfonso Villegas. Este personaje nace el 21 de enero de 1884
en la ciudad de Manizales, en su vida participó en la Guerra de los Mil Días engrosando
las filas de las fuerzas liberales, siendo capturado en el combate de Aguadulce. Posterior a
ello y ostentando el titulo de general ganado en la Guerra de los Mil Días, estudia leyes
59

convirtiéndose en abogado de la Universidad del Rosario. En su haber fundaría el diario El


Tiempo en 1911 para apoyar el pensamiento republicano115, no obstante vendería este
diario a quien sería su cuñado, don Eduardo Santos. Don Alfonso Villegas también
fundaría El periódico La República en Bogotá, sin embargo este diario tendría tan solo 5
años de vida. Ya al final de sus días se enfocó en representar compañías extranjeras
sirviendo como abogado de las mismas hasta que en el 2 de marzo de 1945 suspiraría por
última vez.116

En definitiva un hecho sustancial en la historia de este diario, es la venta de El Tiempo


que hace don Alfonso Villegas a Eduardo Santos, quien lo convertiría en un importante
medio de comunicación a nivel nacional. El Sr. Santos nace en Bogotá el 28 de agosto de
1888, iniciaría su formación en el Colegio del Rosario donde realiza sus estudios
secundarios. Luego de ello estudiaría Derecho en la Universidad Nacional y se
especializaría en Filosofía y Literatura en la Universidad de Paris .117 Con su retorno al
país iniciaría su vida pública apoyando las jornadas de protesta contra el general Reyes
emulando a su amigo y orientador, Enrique Olaya Herrera. Luego de caer Reyes del poder,
participará con Alfonso Villegas en el diario El Tiempo, hasta que lo adquirirá en 1913,
pasando a ser motor de las ideas republicanas de su dueño, pero luego se convertiría en
miembro del liberalismo de su dueño.

Aun cuando en la mente de su antiguo y de su nuevo dueño fructificaban las ideas del
republicanismo, El Tiempo luego de la adquisición hecha por Eduardo Santos se
convertiría en un diario de vanguardia liberal, instrumento de sectores progresistas del
partido liberal, alejado sobremanera del liberalismo radical implacable. Sin embargo en
sus páginas su ideal durante los primeros lustros de su existencia se enfocó en ser baluarte
de la oposición a la hegemonía conservadora y en promover el cambio de régimen que se
cristalizo con la ascensión al poder de Olaya Herrera.118

115
El movimiento republicano surge de las juntas republicanas de 1908, principalmente de grupos tanto liberales como conservadores,
que tenían en común tanto un dialogó entre partidos, así como sus ataques al régimen del presidente Rafael Reyes. Entre sus miembros
notables se encontraban por los conservadores José Vicente Concha, Pedro Nel Ospina, Miguel Abadía Méndez y algunos dirigentes
liberales simpatizantes como Enrique Olaya Herrera, Eduardo Santos y Luis Cano, entre otros. Los republicanos pretendían modificar
las siempre tensas y violentas relaciones políticas entre liberales y conservadores, e integrados por sectores civilistas de ambos partidos.
La vida de este movimiento sería de corta duración luego de la organización de Rafael Uribe Uribe, del partido liberal, igualmente los
conservadores volverían a su partido tradicional. Jorge Orlando Melo. "De Carlos E. Restrepo a Marco Fidel Suárez. Republicanismo y
gobiernos conservadores". En Álvaro Tirado Mejía. En Nueva Historia de Colombia..Historia política 1886-1946. Vol. I. Bogotá. Ed.
Planeta. 1989. p. 226-229.
116
Gonzáles Parra, J. (1983). El Tiempo de mi época. Bogotá. Tall Graf. p. 7-9.
117
Espinosa Jaimes, J. (1989), Historia del periodismo político en Colombia, Bogota, Italgraft. p. 81.
118
Vallejo Mejía, M. (2006), A plomo herido, una crónica del periodismo en Colombia (1880-1980), Bogota, editorial planeta. p. 78.
60

Desde 1913 hasta 1930, además de dedicarse a fortalecer El Tiempo, con la introducción
de buena maquinaría, linotipos y rotativas, también fortalecería a este diario
convirtiéndolo con la ayuda de su hermano Enrique Santos Montejo119, Calibán, en un
periódico que atacó la hegemonía conservadora y se enfocó en ser profundamente
antigobiernista hasta el advenimiento de Olaya Herrera en las elecciones presidenciales de
1930, en donde este se convierte en presidente.120

Ya en el poder Olaya Herrera, nombra a Eduardo Santos como ministro de Relaciones


Exteriores y luego como representante colombiano en Ginebra durante las negociaciones
del conflicto amazónico. Posterior a ello retomaría la dirección de El Tiempo, legada
durante estos momentos a Enrique Santos, quien volverá a la dirección de este diario
cuando Eduardo Santos asuma la presidencia de la república para el periodo de 1938-
1942, posteriormente asumiría la dirección de El Tiempo hasta el final de sus días
culminados el 24 de marzo de 1974.

El Tiempo como empresa desde la llegada de Eduardo Santos y la irrupción de su


hermano Enrique en los años 20 se convirtió en uno de los diarios más importantes del
país, no solo por sus temas y por los personajes que escribían en él, sino también por sus
medios técnicos que le permitían imprimir una gran cantidad de ejemplares. Dejando de
lado a los personajes, en segundo lugar, la aparición de aparatos como linotipos y rotativas
pequeñas en 1919, y con la llegada de rotativas de gran envergadura en 1925, les
permitieron a El Tiempo, tener una gran cantidad de material el cual ofrecer.121 Esto
permitió que este periódico tuviese una notable capacidad pudiendo imprimir hasta 14
paginas por ejemplar, a inicios de los treinta y ofreciendo este diario de tal volumen a tan
solo 0.5 centavos.

119
En la historia de la prensa colombiana no hay un seudónimo más recordado que el de Calibán. El nombre de este hombre dedicado a
la actividad periodística no es otro que Enrique Santos Montejo, quien nace en Bogotá en 1886, comenzará su vida en la prensa
dirigiendo la publicación llamada La Linterna, publicación liberal y combativa que le haría valer en más de una ocasión la excomunión.
Se uniría a su hermano Eduardo Santos en 1920, en donde tuvo un papel sustancial en la redacción y organización de El Tiempo. Su
más celebre columna La Danza de las Horas, es una de las columnas más recordadas de este personaje, la cual comenzó en el año de
1932 y se prolongó por 39 años, su trabajo en prensa incluso le hizo merecedor del premio Cabot de periodismo en 1940. Además del
periodismo también participó en la vida nacional como político desempeñándose como diputado de la asamblea de Boyacá,
representante en la cámara y senador. Sin embargo su nombre estará ligado en mayor medida a la actividad como periodista y
columnista en el diario El Tiempo, que a su actividad política. El ocaso y su desaparición material se daría en el año de 1971, dejando
una profunda huella en el periodismo colombiano. El Tiempo (2000), Colombia viva, Bogotá, Casa editorial El Tiempo. p.298.
120
Vallejo Mejía, M. (2006), A plomo herido, una crónica del periodismo en Colombia (1880-1980), Bogota, editorial planeta. p. 76.
121
Gonzáles Parra, J. (1983), El Tiempo de mi época. Bogotá, TallGraf. p. 10.
61

El Tiempo, era para estos momentos uno de los rotativos con más lectores, alrededor de
30.000, y con más paginas impresas por numero, 14 en total en tamaño universal122 a
blanco y negro. En cuanto a su organización como diario a lo largo de sus catorce páginas
El Tiempo tenía una estructura muy sólida, dejando a cada página una distribución muy
parecida a la actual de los diarios. En la primera página aquí mostrada, contenía
generalmente una o varias fotos, e incluía información internacional e información
nacional. La información internacional suministrada por United Press y la nacional por
corresponsales del diario en las grandes ciudades del país. El enfoque de temas
presentados, se debatían entre decisiones políticas de los partidos y a comienzos de la
década de los treinta en los famosos hechos de sangre, o hechos de cruentas disputas en
donde terminaban con varios muertos entre liberales y conservadores, esto lo podemos
notar en:

LOS CRIMENES CONSERVADORES SE INTENSIFICAN EN BOYACA


Simultáneamente con el distinguido liberal y jefe de una familia, Don Jesús Cúbides cuyo villano asesinato
comuníqueles anteriormente, cayo eliminado por dos balazos hechos con Grass, el menor Paulo Emilio Peña, quien
contaba apenas con catorce años…123

Aun cuando el crimen aquí se menciona como responsable de elementos conservadores,


lo cierto es que estos hechos de sangre son mencionados en todos los diarios,
atribuyéndole la culpa de estos casos los diarios liberales a elementos conservadores, y los
conservadores a sus contrapartes liberales. Igualmente en esta página primera, la parte
inferior contenía exclusivamente información comercial. La casi totalidad de esta pagina
estaba con múltiple información y tan solo una ultima franja en la parte inferior de más o
menos entre 3 y 4 centímetros constituían la información comercial publicitaria.

Las siguientes páginas eran menos generales que la primera, en la segunda se procedía a
ampliar la información nacional y a documentarla con múltiples imágenes a blanco y
negro, en donde los temas políticos tales como convenciones de los partidos o decisiones
de los mismos frente a temas políticos, económicos, sociales o morales que surgían en el
país eran presentados e informados. La página siguiente era la denominada Noticias de
Ultima Hora en la que en su parte superior, se presentaban los cables internacionales y
nacionales sin confirmar, el resto de la página casi ½ de ella era tan solo una multitud de
avisos comerciales. La cuarta pagina, constituía el editorial y las columnas de opinión en

122
El tamaño universal es el tamaño que aun conservan los diarios en nuestro país y es uno de los más extendidos a nivel mundial, el
cual corresponde a un tamaño de 56 cm por 32 de ancho.
123
El Tiempo (1932, 2 de septiembre). “Los crímenes conservadores se intensifican en Boyacá”, Bogotá. p. 1.
62

donde se debatían temas de variado interés tanto político económico y social, en ellos se
hacia la critica hacia opositores, se apoyaba al gobierno en algunos casos y se discutían
temas de diversa índole que aquejaban al país o que estaban en boga en las corporaciones
estatales, tales como el congreso, hubo multitud de columnistas y columnas, sin embargo
la más recordada empezaría en los primeros meses de 1932, denominada “La Danza de las
Horas” escrita por Calibán. Igualmente resultaba común que en esta página apareciese una
caricatura pequeña haciendo parodia de algún personaje de la vida política nacional. La
página que continuaba, correspondía a la sección Cosas del Día, en la que se colocaba
información de noticias comunes que sucedían en Bogotá y las regiones, también en ella
se incluían Consejos Útiles, en los que se hacían recomendaciones para una mayor calidad
de vida, en cuestiones de salud, higiene, entre otras muchas cosas. De la misma manera
podía aparecer la caricatura en esta página en la parte superior derecha, en algunas
ocasiones. Las siguientes dos paginas, que correspondía a la número 6ta y 7ma, eran
información interior y exterior, en donde corresponsales y agencias de noticias
presentaban información de sucesos acaecidos en el interior del país o en el exterior, es
menester mencionar que esta información podía ser social, política, económica o inclusive
agraria. En el caso de El Tiempo La United Press presentaban sus informaciones en la
página sexta, mientras los cables llegados de los corresponsales de este diario presentaban
su información en la pagina séptima. Posterior a estas paginas, la octava se encargara de
finanzas e información bursátil. En tanto que la novena se presentaban crónicas de viajeros
y de interés general y cuentos de algunos autores. En la novena El Tiempo, presentaba
avisos comerciales, estos avisos muy similares a los actuales clasificados, y caricaturas
políticas o de entretenimiento. Por otra parte la página décima de avisos y caricaturas,
mientras la undécima de vida social en donde se expresaba últimos gritos de la moda e
informaciones tales como bailes y recepciones sociales que se adelantaban en el país o que
iban a ser programadas. Las siguientes paginas, eran en fin la etapa culminante del diario
en donde, la pagina duodécima y trigésima eran conclusiones de informaciones de las
cuatro primeras paginas del diario; y la última página avisos como se puede notar en la
parte inferior de la siguiente imagen, al igual que promociones acerca de espectáculos de
teatro entre otras cosas y noticias y crónicas venidas de las paginas interiores.
63

8. Imagen. Extraída de El Tiempo, (1933, 5 de abril). [Vista total de la última pagina]. Bogotá. p.14.

Un hecho fundamental es que este diario, en todas sus páginas cuenta con una gran carga
comercial. Se puede decir que en todas sus páginas entre un ¼ y ½ de la totalidad de las
páginas de este diario son información comercial de diverso tipo, algunas de calzado, otras
de hoteles, otras de productos farmacéuticos y naturistas. Incluso en sus anuncios El
Tiempo nos da entender la enorme carga de la publicidad, tasando precios $2.00 si el aviso
comercial esta en primera pagina, $1.00 sí está en páginas como la editorial, la de las
cosas del día, La social o la última página, o $ 0.7 si está en otras paginas, aunque estos
precios son tan solo por pulgada, ya que entre más pulgadas contenga el aviso comercial
mayor será su valor.124 La información comercial tenía su espacio, en la segunda página
entre tres cuartas y ½ pagina, en la parte inferior y en ocasiones también en la parte
superior derecha eran publicidad. La tercera página tan solo contaba con una pequeña
franja de menos de 4 centímetros en la parte inferior y en ocasiones también en la franja
derecha eran para publicidad. La cuarta página, la quinta, la sexta, la séptima, la octava y
la novena, tan solo los 4 centímetros en la parte inferior contienen publicidad aunque
pueden variar. La pagina 10 es en su mayoría avisos generales de información sobre
educación, promociones en colegios en fin son más o menos como los clasificados
actuales, como ya antes lo habíamos mencionado, en esta página la publicidad de grandes
empresas es en ocasiones de casi media página, la mitad inferior. La undécima, duodécima
y trigésima pagina son en su mayoría ½ inferior de avisos publicitarios y la última página

124
El Tiempo (1932, 1 de diciembre). “Tarifa” [anuncio], Bogotá. p. 10.
64

los grandes avisos pueden ser incluso de ¾ de la hoja exclusivamente para avisos
comerciales de gran envergadura.

Esto nos demuestra que sí bien el sentido del diario podía ser político, al menos en sus
pensadores y realizadores, la carga comercial se iba imponiendo e iba adquiriendo la
empresa de El Tiempo, cada vez un mayor volumen como anunciante publicitario para
diversos negocios comerciales e industriales. De este modo para momentos previos al
conflicto amazónico, El Tiempo era ya una empresa de una capacidad notable, con un
buen número de columnistas como Enrique Santos, Calibán, Germán Arciniegas y el
mismo Eduardo Santos.

3.1.2. El País, diario de la mañana

9. Imagen. Extraída de El País diario de la mañana, (1933, 26 de abril). [Vista de la parte superior de la primera pagina]. Bogotá. p.1.

Por su parte el diario el País, en su haber tiene menor historia y menor permanencia en la
historia periodística de nuestro país. Este diario es fundado por el senador y escritor de
temas políticos y sociales, Mario Fernández de Soto.125 El País, sin contar con el enorme
volumen de información, en cuanto al contenido de páginas, que tenia su contraparte El
Tiempo, también contaría con personajes de notable influencia como lo sería Silvio
Villegas126 e incluso en algunas columnas contando con la colaboración del jefe
conservador Laureano Gómez.127

125
El creador del diario El País diario de la Mañana, editado en Bogotá, no es otro que el escritor, periodista diplomático y senador
Mario Fernández de Soto. Este hombre de origen valluno quien nace en 1889. Ejerció durante su vida cargos políticos,
desempeñándose como senador de la república por el partido conservador colombiano. Igualmente a parte de fundar El diario El País,
diario que tuvo una corta vida desde 1932 hasta 1936, fundó la Sociedad Amigos de Cervantes. Este hombre además escribió dos
trabajos uno denominado Ideología Política y el otro Una revolución en Colombia: Jorge Eliécer Gaitán y Mariano Ospina Pérez. Sus
días acabarían en el año de 1965.
126
Silvio Villegas nació en Manizales el 20 de agosto de 1902, dentro de un ambiente de acrecentada cultura. Graduado en derecho en
la Universidad Nacional, complemento sus estudios humanísticos con los jurídicos descollando en ambos, pero casi siempre al servicio
65

El diario “El País” fundado en febrero de 1932 guiado por su fundador se convirtió
rápidamente en uno de los más importantes medios de expresión ligado entrañablemente
al Partido Conservador, y constituido como el principal diario de la ciudad de Bogotá en
abierta oposición al régimen de Olaya Herrera. El diario El País llegaría a los 1590
números, hasta que vería su final en el año de 1936. Aun cuando fue poco el tiempo de su
duración, este diario de 8 páginas, en tamaño universal, a tan solo $5 centavos, a blanco y
negro se convirtió durante el periodo de su existencia en uno de los órganos más
importantes periodísticos de la capital del país y en el periódico conservador de la capital
bogotana.

La idea central de este periódico surge en abierta oposición al régimen de Olaya Herrera,
y como tribuna del conservatismo en Bogotá, luego de la desaparición del diario
conservador El Nuevo Tiempo. Sin embargo este diario no sería tan solo de debate
político sino que también pretendía informar. Como lo diría su propio anunció, “Todos
los servicios de EL PAIS serán atendidos cuidadosamente, a fin de convertir este
periódico en el mejor órgano nacional de información y de doctrina”.128

Contrario a El Tiempo, el diario El País, se promocionaba así mismo en sus páginas con
una multiplicidad de anuncios que impulsaban a comprar dicho diario. Este diario también
presentaba una característica fundamental y es que mientras El Tiempo, básicamente no
tenía alianzas con otros diarios El País, se hermanaba con otros periódicos conservadores
como son El Colombiano y La Defensa de Medellín, Revista Javeriana, Patria Nueva de
Cartagena, La Patria de Manizales y en su ultimo año con El Siglo de Laureano Gómez y
José de la Vega.129 Estos diarios al igual que le ayudaban proporcionando algunos de sus
escritos, también le permitían obtener información de algunas partes del país. Mientras
que en lo relacionado con información del exterior El País diario de la mañana, recurría a

de la política y el periodismo escrito y radial. Silvio Villegas "Su iniciación en el periodismo se registra en el periódico "El
Renacimiento" editado en la ciudad de Manizales y posteriormente escribió en "El Debate", "El Nuevo Tiempo", "El País" y "La Patria"
periódicos en los cuales se hizo un nombre importante debido a sus acaloradas criticas y su fina pluma. El final de sus días lo
sorprendería la muerte el 15 de septiembre de 1972. Espinosa Jaimes, J. (1989), Historia del periodismo político en Colombia, Bogota,
Italgraft. p. 127.
127
Laureano Gómez nace en Bogota el 20 de febrero de 1889. Realiza sus estudios en el Colegió de San Bartolomé y consigue su titulo
como ingeniero civil en 1909 en la Universidad Nacional. Participaría en los motines contra el general Reyes, posterior a este suceso
fundaría el tri-semanario “La Unidad”. Llegará a la cámara de representantes en 1911. Será famoso por sus discursos encendidos contra
el presidente Suárez, consiguiendo un debate político al presidente que deriva en la renuncia de Marco Fidel Suárez. Luego de esto será
ministro de Obras Publicas y luego ministro de Colombia en Alemania hasta su regreso en 1932 donde ocupa una curul en el senado y
se convierte en jefe máximo del partido conservador. Fundará el periódico El Siglo. Presidirá la IX Conferencia Panamericana. En 1950
tomará las riendas del poder en Colombia pero sus problemas de salud le impedirían ejercer completamente el mando designando a
Roberto Urdaneta Arbelaez como primer designado. Sería derrocado por el general Rojas Pinilla y pasaría al exilio en España. Serán
famosos sus acuerdos con Alberto Lleras Camargo en donde se concreta la formula del frente nacional. Moriría el 13 de julio de 1965
en la ciudad de Bogotá. Bermúdez, A. (1989), Aproximación a Laureano Gómez. Armenia. Ascolquin editores. p. 29-51.
128
El País diario de la mañana (1932, 24 de febrero). “Lea el País” [anuncio], Bogotá. p.8.
129
Vallejo, M. (2006), A Plomo herido. Una crónica del periodismo en Colombia. Bogotá. Ed. Planeta. p. 119.
66

la agencia AP de noticias quien le suministraba la información a través de cables


informativos.

En cuanto a la organización interior de este diario, ya habíamos comentado en que está


dividido en 8 páginas. La primera de estas páginas, generalmente cuenta en su parte
superior central con una imagen, que podía ser una foto o en ocasiones una caricatura
política, realizada generalmente por Horacio Longas. Estas caricaturas e imágenes en
ocasiones podían ser movidas a la parte superior derecha de la misma página. Las
columnas de esta primera pagina, derivaban entre información nacional e internacional,
generalmente ubicadas a la izquierda de la imagen central estaban las nacionales y a la
derecha las internacionales, no obstante esto podía variar dependiendo de la importancia
de la información. En esta primera página en noticias nacionales al igual que en El
Tiempo podía hablarse de los hechos de sangre con una gran regularidad, durante
momentos antes del conflicto. Esto lo podemos denotar en el siguiente aparte:

OCAÑA SE ENCUENTRA BAJO EL AZOTE DE LA DEMAGOGIA ROJA


Una nueva tragedia, consecuencia como todas las anteriores de las componendas torpes de la policía judicial con los
peores elementos del liberalismo local… Sin razón de ninguna especie y simplemente por satisfacer instintos políticos
reprobables y con excusas de rondas injustificadas, la policía, acompañada de numerosos liberales, atacaron la casa de
los conservadores rompiendo las puertas….ocasionando como consecuencia dos muertos y numerosos heridos…. 130

Aun cuando este hecho en el diario conservador es mostrado como una arbitrariedad del
régimen liberal, en diarios cercanos al gobierno como El Tiempo, estos hechos eran
atribuidos a la mala disposición de elementos conservadores contra las autoridades. Aun
cuando estos hechos producían no solo temor sino repugnancia entre ambos sectores
políticos tradicionales, pero igual era frecuente su ocurrencia con el advenimiento del
régimen liberal de Olaya Herrera. Continuando con la segunda página, esta contenía en
general en la parte superior hasta más o menos ¾ de página información concerniente a la
ampliación de noticias nacionales presentes en la primera página y el último cuarto era
destinado a información comercial y anuncios publicitarios.

130
El Pais diario de la mañana (1932, 6 de septiembre). “Ocaña se encuentra ajo el azote de la demagogia roja”, Bogotá. p. 1.
67

10. Imagen. Extraída de El País diario de la mañana, (1932, 11 de abril). [Vista de la parte superior de la tercera pagina]. Bogotá. p.3.

Posterior a la información general de la primera página y la segunda que miraba de


manera más profunda las noticias nacionales, la página siguiente de la cual tenemos la
imagen anterior, es sin duda alguna la página de opinión. La tercera página contenía una
sección llamada Pretextos, donde algunos autores y políticos hablaban de temas en general
en la parte izquierda superior, en la parte superior central se encontraba el editorial, y en la
parte superior derecha e inferior izquierda, central y derecha existía espacio para
columnistas. También en los últimos cinco centímetros del diario era usual encontrar
publicidad de diverso tipo. La página que seguía era la de información internacional, en
ella se publicaban los cables que llegaban de la agencia AP. Era usual que la información
extranjera tan solo ocupará ¾ de la hoja, al lado superior derecho e izquierdo y al lado
inferior derecho, mientras que en el izquierdo existía un gran espacio para publicidad, en
la que se promocionaba desde cementos hasta abogados. A su vez, la pagina quinta, se
encargaba de noticias de provincia, que llegaban a través de corresponsales del propio
diario o de otros diarios conservadores. Igualmente la distribución era la misma que en la
página anterior, entregando un gran aparte en la parte izquierda de la hoja a material
publicitario.

La continuación del diario El País, seguía con una pagina sexta, en la que en la mitad
superior, contenía asuntos sociales, informaciones de interés general como consejos para
mejorar la calidad de vida, consejos para mujeres entre otras informaciones, y la parte
inferior de la hoja era exclusivamente de material de publicidad de empresas, abogados
que ofrecían sus servicios, tiendas de paños y promoción de productos farmacéuticos. La
séptima pagina de este diario, contiene principalmente información de la bolsa de valores,
a esta pagina denominada comercio finanzas, industria y economía, le corresponde en
68

ocasiones un breve espacio acerca de información deportiva, principalmente sobre


deportes universitarios e incluso una breve sección de clasificados, pero en general en la
mayoría de las ocasiones, la mitad inferior contiene exclusivamente publicidad. La última
página de este diario es principalmente un resumen de las informaciones de los diarios,
conclusiones de algunas noticias, e información de las tarifas de los diarios tanto para la
venta al público, como los costos para anunciarse en ellos.

Al igual que El Tiempo, a pesar de ser un periódico escrito por políticos, el peso de la
información publicitaria es enorme. En ella industrias como las de cementos, textiles,
productos alimenticios, licores y firmas de abogados se anuncian a lo largo de sus páginas.
Siendo sus tarifas de $2.00 pesos los anuncios de pulgada en la primera pagina, $1 peso en
la página tercera y última, y $0,75 centavos en las páginas corrientes. No obstante estas
tarifas podían ascender dependiendo del tamaño del aviso ascendiendo su precio incluso a
$50 pesos los avisos que cubrían media página en las páginas principales y $30 pesos en
las corrientes.131

Este diario a pesar de su corta vida mostró desde sus inicios en 1932, una importante
visión sobre la sociedad y sobre el gobierno de Olaya Herrera con el cual se declaró en
permanente oposición a este régimen. Sin embargo este diario constituyó durante el
tiempo que duró, no solo una tribuna política en la que se le hacía oposición al gobierno,
sino también fue un valioso órgano en el que se intentó plasmar información a la vez que
se expresaba doctrina.

131
El País diario de la mañana (1932, 23 de febrero). “Tarifa” [anuncio], Bogotá. p. 8.
69

3.1.3. El Colombiano

11. Imagen. Extraída de El Colombiano, (1933, 18 de enero). [Vista de la parte superior de la primera pagina]. Medellín. p.1.

Este diario recordado en todo el país como uno de los diarios más importantes en la
actualidad, caracterizado por su notable influencia en Antioquia, se le puede considerar
uno de los periódicos más insignes para el conservatismo, y en uno de los diarios
nacionales más prominentes en la historia de la prensa colombiana. Contrario a El País, la
tradición de este diario es muy grande y el periodo de tiempo que ha existido es casi igual
al que posee el diario El Tiempo.

Es sin duda alguna El Colombiano un diario de un notable peso e influencia política,


siendo en la actualidad el diario más importante de Antioquia, su política siempre ha
estado orientada a defender las ideas del partido conservador, y luego se posesionaría a
partir de la década de los treinta bajo la dirección de Fernando Gómez Martínez, con una
política conservadora de apoyo a la descentralización administrativa de la totalidad del
país.

En el seno de esta idea de defender al conservatismo, El colombiano aparece por vez


primera en 1912, en la ciudad de Medellín fundado por don Francisco de Paula Pérez132
como un bisemanario en el que sus dueños oficiales era una sociedad anónima. Sin
embargo se convertirá en el año de 1914 en un periódico de publicación diaria. Sí bien su
fundador haría una gran labor al crear dicho periódico, en un principio el diario fue la
unión de un buen numero de accionistas, incluso algunos se irían adhiriendo por el

132
El fundador de El Colombiano, el Sr. Francisco de Paula Pérez, nace en la población de entierros Antioquia en 1891. Experto en
finanzas publicas, abogado, constitucionalista, político y parlamentario, será recordado por fundar El Colombiano cuando apenas tenia
21 años. Participaría en la administración de Olaya Herrera como ministro de hacienda y se desempeñaría en el Comité de asuntos
Económicos el periodo presidencial de Ospina Pérez. Su deceso se presentaría en el año de 1976. Lleras Restrepo, C. (1976, 12-16 de
febrero). “Francisco de Paula Pérez”, en Nueva Frontera, núm. P. 3.
70

camino. Los accionistas luego de la ascensión a la dirección del señor Jesús María
Yépez133, dirección que ocupa desde 1916 hasta 1929, venderían sus acciones y este se
convertiría en el único propietario.

Posterior a la época Yépez, ocurrió un momento de transición de más o menos un año en


el que Dr. Julio César García, notable historiador y fundador de la Universidad La Gran
Colombia de Bogotá asumiría el cargo de director. Ya para enero de 1930 el periódico
pasó a manos del Dr. Fernando Gómez Martínez134 quien ocupó la dirección y junto a
Julio C Hernández, este último cuñado de Mariano Ospina Pérez, se convirtieron en los
propietarios de este diario. Bajo la dirección de Gómez Martínez, este le daría un impulso
notable a este diario convirtiéndolo en uno de los diarios más importantes del país. Sí bien
este diario poseía una estructura sólida, en cuanto a sus talleres y a su producción, razón
por la cual desde 1914 ya tenía el tamaño universal, este diario a blanco y negro y
asociado al partido conservador, vería acrecentado su prestigio y su importancia con la
irrupción de Gómez Martínez, dirigiéndolo por espacio de 31 años.135

Para los momentos previos al advenimiento del conflicto amazónico, El Colombiano se


constituía en uno de los diarios más importantes del país, en un pensamiento cercano a la
oposición al gobierno de Olaya Herrera y en el símbolo del conservatismo antioqueño.
Este diario momentos antes del incidente con el Perú se organiza en 8 paginas de tamaño
universal, a blanco y negro.

En cuanto a su organización como diario, este en su primera página además de mostrar el


cabezote muestra una foto central o hacia el lado derecho, o puede mostrar alguna
caricatura de contenido político generalmente realizada por Horacio Longas. En la misma
página también presenta información política, económica, nacional e internacional, y en
una franja pequeña de 4 a 5 cm en la parte inferior se encuentra algo de información

133
Jesús María Yepes. Nace en el municipio de Granada Antioquia en 1892. Abogado de la Universidad de Antioquia y experto en
ciencia política de la Universidad de Lovaina en Bélgica. Durante su vida ejerció tres actividades, la primera de ellas la cátedra, en
universidades suizas, españolas y francesas. La segunda sería su labor política, ejerciendo como senador por el partido conservador y
representando diplomáticamente a Colombia, en conferencias tan importantes como la Conferencia Interamericana de Ottawa en 1925,
la sexta conferencia panamericana efectuada en la Habana en 1928 y ser consejero permanente en la Sociedad de las Naciones desde
1935 a 1941. Su última actividad por la que sería recordado por ser director de El Colombiano desde 1916 hasta 1929. Sucumbiría el
hilo de su vida en 1962. Sierra García, J. (2009) “Dr. Jesús María Yepes Herrera”, disponible en:
http://www.desdegranada.com/personajes_todos.html?x=229, recuperado: 26 de mayo de 2009.
134
Fernando Gómez Martínez, nace el primero de marzo de 1897, debatió su vida entre la política y la prensa. En lo primero ejerció
como ministro, diplomático y senador. En lo segundo asumiría a inicios de la década de los treinta su cargo como director del diario El
Colombiano, un importante diario de Medellín y uno de los más importantes y tradicionales en Colombia. Su lucha a través de este
diario fue principalmente la búsqueda de una descentralización administrativa, ya que generalmente las regiones se encontraban
limitadas por la fuerte administración desde el centro del país. Su deceso ocurriría junto a su familia en Medellín en el año de 1985.
Uribe Villegas, M. (1995) Fernando Gómez Martínez periodista y político, Bogotá, Ediciones Senado de la república. pp. 17-249.
135
Vallejo, M. (2006), A Plomo herido. Una crónica del periodismo en Colombia. Bogotá. Ed. Planeta. p. 341.
71

publicitaria. La segunda pagina, es un poco más específica, y en ella presenta información


general, generalmente sobre política interna, de la misma manera, una franja de 4 a 5
centímetros en la parte inferior aparece. La tercera pagina, es la de opinión en la que se
encuentra el editorial y la columnas denominada Ecos y Comentarios, la cual es una
sección donde algunas figuras de la política nacional y columnistas hablan sobre variados
temas, tales como política, problemas de seguridad, problemáticas de las ciudades, e
incluso de asuntos como la industria y el campo, esta sección es similar a la denominada
pretextos en el diario El País.

Continuando con la organización de este diario, la 4ta y la 5ta página se dividen en varias
cada una en dos mitades, en la cuarta, se publican los decretos en la parte superior y en la
mitad inferior publicidad. La quinta son temas de interés como notas curiosas consejos de
belleza, sección del clima y en la parte inferior más publicidad. La sexta pagina se
constituye de información social, y precisamente así se titula la pagina Vida Social. En
ella se habla acerca de bailes y reuniones que se hicieron o que están programadas para
hacerse, estos se expresa en la mitad superior izquierda del diario, mientras en su mitad
superior derecha hay obituarios y anuncios. Por otra parte en esta misma, en la mitad
inferior completa está llena de anuncios publicitarios. La página subsiguiente, es nutrida
de avisos clasificados en la parte superior izquierda, avisos publicitarios de grandes
empresas en la parte inferior y en la parte superior derecha crónicas, historia y cuentos.
Mientras en la última página contiene avisos publicitarios en la franja derecha como si
fuera una columna, y en la parte inferior más o menos con un grosor de 4 cm, mientras en
la parte superior izquierda hay informaciones económicas, tales como precios de ganados,
acciones en la bolsa de valores entre otras informaciones de matiz puramente económico.
Aun cuando los tres diarios aquí tenidos en cuenta, presentan de alguna forma u otra
información económica, tan solo en El Colombiano, hay muestras de información como
precios de tierras y de ganados.

En estos diarios la publicidad juega también un rol esencial teniendo buena parte del
espacio de los diarios, tasando la pauta publicitaria en $0.50 la primera página, $0.30 la
pagina editorial y $0.20 la otras paginas, claro estos precios tan solo por pulgada y como
en los otros diarios aumenta dependiendo del tamaño del anuncio. Un elemento de
especial relevancia es el carácter publicitario de este periódico, y es que en buena medida
sus anunciantes son de productos agrícolas, a diferencia de los anteriores dos diarios
72

donde los anunciantes son en general fabricas que producen cementos, zapatos y otros
artículos.

Lo antes descrito de los diarios puede parecer un tanto pretencioso, el querer describir de
esta manera a estos periódicos, sin embargo en aquella descripción tan solo pretendemos
mostrar en términos generales, la historia, los personajes, y la naturaleza y conformación
de los diarios antes y durante el conflicto amazónico y su distribución. Cabe aclarar que
los tres diarios, durante el transcurso de la guerra, olvidarán en muchas ocasiones hablar
en sus páginas de problemas internacionales e incluso de diatribas políticas y enfocarán
sus primeras planas, sus secciones de política interna, sus clasificados y en ocasiones hasta
las noticias internacionales orientándolas exclusivamente en el tema del conflicto
amazónico.

3.1.4 Las rencillas de los partidos en los diarios

Los grandes diarios colombianos, los nacionales y los regionales, los grandes y pequeños, mantienen una filiación
política-partidista determinada, y casi sin excepción se declaran como liberales y conservadores.136

Retomando el sentido político de la prensa, vemos que la prensa se caracteriza por dos
elementos fundamentales. El primero como ya lo habíamos expresado, es que la prensa es
eminentemente política, principalmente asociada a los partidos tradicionales, el liberal y el
conservador. Esto debido a que sus principales columnistas, redactores y dueños de los
diarios; ejercían igualmente sus cargos en la política nacional, así como la dirección de sus
respectivos medios de prensa. El segundo elemento, íntimamente ligado con el anterior, es
que así como es un medio para impulsar las ideas propias, la prensa en Colombia a inicios
de la década de los treinta, es igualmente un medio para atacar al opositor político o para
reafirmar simpatías. Estos apoyos y rechazos, pueden ser hacia una institución o un
nombre en particular. Una buena muestra de estos apoyos, hacia una causa o personaje se
pueden ver en el siguiente aparte del diario El Tiempo en donde se afirma “El liberalismo
profesa por el actual régimen y por el primer mandatario una admiración clara, precisa, y
fundada estrictamente en la acción sostenida y eficaz del gobierno para la reconstrucción
política…”.137

136
Eduardo Santos Calderón. "El periodismo en Colombia 1886 - 1986". En Álvaro Tirado Mejía. En Nueva Historia de Colombia.
Literatura Pensamiento, Arte y Recreación. Vol. 6. Bogotá. Ed. Planeta. 1989. p. 123
137
El Tiempo (1932, 11 de noviembre). “La implacable adhesión de los oposicionistas” [editorial], Bogotá. p. 4.
73

La anterior afirmación no solo reconoce la filiación del diario El Tiempo con Olaya
Herrera y su gobierno, sino que a su vez, destaca la labor de su administración y su
admiración por la misma. Sin embargo, la autoafirmación y el apoyo hacia sus propios
hombres no es solo del diario El Tiempo. Su contraparte conservadora, El País diario de la
mañana, hará lo mismo aunque, en el caso de ellos, no apoyando al primer mandatario.

….Seria preciso anotar ya que en la campaña del doctor Gómez, no es la retórica sino la verdad lo que hace
conmover y temblar, lo que realiza eficacia moralizadora. En ellos la elocuencia ha sido de los documentos.138

Este aparte en el que se menciona las calidades de Laureano Gómez como hombre
insigne del partido conservador, no solo se expresa a este sujeto como un hombre de moral
inconmensurable y que a la vez moraliza con su palabra, sino que la fuerza de sus palabras
se encuentran sustentados, en este caso por documentos. De esta manera se muestra como
eran los apoyos y la idealización de los diarios a los hombres del partido de sus afectos en
este caso a Laureano Gómez. El partido conservador para esta época, se encontraba
encabezado por el senador Laureano quien se había hecho a un lado en el gobierno de
Concentración Nacional, presidido por Olaya Herrera. El favorecimiento de El País diario
de la mañana, se encamina sobremanera a impulsar y dar brios, a los hombres del partido
conservador opositores de Olaya Herrera. En este caso a Laureano Gómez. Mientras tanto
El Tiempo idealizaba a sus propias figuras apoyando al primer mandatario de los
colombianos.

Por otra parte, así como subsisten en la arena política y en los diarios, este tipo de apoyos
y autoafirmaciones de sí mismos. De la misma forma, los rechazos, ataques y diatribas,
son el pan de cada día en estos diarios, El Tiempo y El País, diario de la mañana. El
advenimiento del régimen de Olaya, hombre vinculado al partido liberal, hizo que estas
luchas entre diarios como El País y El Tiempo, se vieran cada vez más latentes. Esto lo
podemos ver en este aparte.

Más que las promesas nunca cumplidas, de paz, progreso y concentración patriótica, nos atraen y subyugan los
propósitos expuestos, solemnemente por el jefe del estado cuando, ante la muchedumbre liberal, hizo en síntesis
afortunada, la definición de lo que es y debe ser el presidente de Colombia: "guardián de la paz y protector del
derecho", Cumpla el Si…139

Igualmente al apoyo a unas figuras, también se realiza ataques y fuertes críticas al


opositor político, como en este caso al gobierno presidido por Olaya Herrera. En este
aparte del diario El País, nos habla del gobierno de Olaya Herrera, como un gobierno que

138
El País, diario de la mañana. (1932, 8 de septiembre). “La localización del crimen” [editorial], Bogotá. p. 3.
139
El País, diario de la mañana. (1932, 29 de agosto). “La república del doctor Olaya” [editorial], Bogotá. p.3.
74

no ofrece, progreso, ni paz. Igualmente frente a un discurso del presidente, se le da a


entender que su deber debe ser el de garantizar la paz. Lo cual nos lleva a comprender que
no se cumple, según este diario conservador. De la misma manera, como lo hacia el diario
antes referenciado, El Tiempo, también procede a embestir con sus palabras a los
dirigentes conservadores.

De otra parte los Laureanos, los Silvios y los Aquilinos van a pasar a segundo término. Que pueriles torpes y
pequeñas aparecen aun a los ojos de los pocos que llegaron a creerlas valerosas o justas, las actividades de los
estadistas conservadores, empeñados en crearle dificultades al único gobierno de verdad que ha tenido el país en el
ultimo medio siglo....140

El Tiempo, en este aparte no solo expresa fuertes palabras hacia principales figuras del
conservatismo como Silvio y Aquilino Villegas, y a Laureano Gómez. Sino que desestima
cualquier éxito de los conservadores en el poder durante su hegemonía y repudia las
críticas hacia el gobierno de Olaya Herrera, y avala la gestión del dignatario colombiano.
Estas constantes disputas, entre los diarios El Tiempo, cercano al gobierno liberal, como
de El País, diario de la mañana, son el pan nuestro de cada dia, durante gran parte del
periodo presidencial de Enrique Olaya Herrera. En donde los diarios se definen a favor o
en contra del gobernante y de su régimen.

Son los diarios, en este caso El País diario de la mañana y El Tiempo, periódicos en los
que las palabras son usadas como autoafirmación de los valores y las ideas de un partido
político, incluso de una opinión política. Pero también estos mismos diarios, se
constituyen como tribunas en las que se procede a atacar al opositor político. En
definitiva la prensa es un medio informativo, pero en nuestro caso su carácter político es
fundamental para entenderlo.

3.2. LAS REACCIONES ANTE LA INVASIÓN

Para Colombia el conflicto que se inició con el Perú, a raíz de la toma de Leticia,
constituyó un momento fundamental en la vida de los colombianos. Este suceso provocó
sentimientos de rabia y coraje ante la agresión. Un sinnúmero de reacciones hacían
presente que los habitantes de Colombia rechazaban el ataque y exigían prontas soluciones
a la violación de su soberanía territorial. Grandes sectores de la opinión publica
colombiana, mostraron una reacción favorable a la restitución del orgullo nacional por los
medios que fueran necesarios. Los diarios no fueron ajenos a estas reacciones y en
140
Calibán. (1932, 10 de septiembre), “La danza de las Horas”, en El Tiempo, Bogotá. p.4.
75

multitud de ocasiones las apoyaron e impulsaron a través de sus páginas. De esta manera,
los colombianos se comprometieron con la defensa de su territorio, así ello significara un
conflicto largo y costoso que condujera a una guerra directa con el Perú. A continuación
miraremos algunas reacciones de la gente del común documentadas por los diarios, y
algunas recomendaciones que los diarios hacen para estimular la defensa de los valores
propios de los colombianos en contra de la agresión perpetrada con la Toma de Leticia.

3.2.1. El pueblo colombiano

Frente al suceso acaecido en el sur de Colombia, con la irrupción de los peruanos y la


toma que hacen los mismos del territorio de Leticia, hay que mostrar que las reacciones de
la gente del común y de los periódicos, se fragmentan y presenta dos momentos distintos
en cuanto a la actitud frente al conflicto. El primero de estos momentos es el que ocurre
durante el inicio del conflicto, -1 de septiembre de 1932- hasta mediados del mismo mes.

Durante este corto periodo temporal, la reacción ante el conflicto y la resolución del
mismo, fuera de ser algo que nos lleve a una reacción patriótica, es un momento de
expectativa y pasividad de las masas. El Tiempo, nos dirá durante los primeros días del
conflicto, de la pasividad, la sangre fría y la expectativa con la que son tomadas las
noticias de la toma de Leticia, por parte del pueblo. Debido a que se cree que el conflicto
será de fácil resolución, ya que el Perú pareciera rechazar el ataque a la autoridad
colombiana en Leticia.141 Igualmente El País diario de la mañana, nos habla de cómo el
pueblo ha tomado una actitud serena frente al conflicto, que se está tratando de manera
diplomática, formula a la cual se le tiene fe, para recuperar la armonía entre países.142

Mientras esta primera reacción de serenidad y de pasividad se va desarrollando,


empiezan a surgir nuevas informaciones que terminarán por modificar profundamente esta
reacción de paz y serenidad, por una actitud un poco más fuerte frente al conflicto y frente
al gobierno peruano. La tesis que se había manejado hasta entonces era que el comunismo
internacional, por desacreditar al gobierno peruano, había irrumpido en esos territorios y
se había tomado la población de Leticia. No obstante con el transcurso de los días se
observa que este suceso de carácter “comunista” no era tal, sino que era una agresión

141
El Tiempo (1932, 4 de septiembre). “El Incidente de Leticia y la Paz de America” [editorial], Bogotá. p. 4.
142
El País, diario de la mañana. (1932, 20 de septiembre). “La razón colombiana” [editorial], Bogotá. p.3.
76

orquestada por algunos habitantes de Loreto y apoyada a posteriori por el gobierno


peruano.

Esta reacción que inaugura el segundo momento y que ocurre luego de mediados de
septiembre del 32, nos expresa otro tipo de miradas frente al conflicto. Aquí las reacciones
populares no se hicieron esperar, y el viraje se da de una actitud pacifista a una actividad
de indignación y de rabia hacia la actitud tomada por el gobierno del Perú. La agresión
que se vivió en Leticia apenas fue avalada o vista como un sentimiento patriótico por el
gobierno del Perú, produjo una serie de emociones patrióticas y nacionalistas que condujo
a desfiles, procesiones y otras formas de movimiento popular que pedían a gritos el
restablecimiento de la soberanía en Leticia, aun si ello implicaba acciones militares contra
los asaltantes peruanos y contra el régimen del país vecino. Este segundo momento se ve
matizado por dos características fundamentales. La primera es que la reacción es de rabia
y de intenso dolor ante la agresión. Diarios como El País, nos expresan que ante la toma
del puerto de Leticia, la reacción popular colombiana es incontenible, lo cual suscita un
sentimiento de cólera por parte de quienes han visto izar la bandera de extranjeros en
territorios colombianos.143 Al igual que El País, El Tiempo también ve con beneplácito la
reacción popular y nos menciona que el pueblo colombiano se encuentra adolorido por
esta agresión “…y su grito de cólera es apenas la respuesta natural y decorosa a la
equivoca política de la cancillería limeña, que ha ofendido la dignidad de todo un
pueblo…”144

Los dos diarios capitalinos, tanto El País como El Tiempo, nos mencionan la cólera
como un sentimiento generalizado en los corazones de los colombianos. Igual justifican
este sentimiento como aquel que mejor expresa, la desazón por la toma de Leticia y por la
violación de nuestra soberanía, a manos tanto de aquellos que atacaron esta población
ribereña del amazonas de propiedad colombiana, así como los que justifican a los
atacantes desde el gobierno central peruano.

La reacción ante el conflicto, genera una segunda de estas características, la cual es la


unión como resultado del ataque sobre Leticia y la necesidad de imponer los deberes con
la patria, antes que las pasiones personales. Los dos periódicos tanto El Tiempo como El
País, expresan que la unión es la reacción en la que se desdibujan las fronteras partidistas

143
El País, diario de la mañana. (1932, 19 de septiembre). “Las finanzas de la guerra” [editorial], Bogotá. p.3.
144
El Tiempo (1932, 20 de septiembre). “La segunda jornada” [editorial], Bogotá. p. 4.
77

al ver que la patria está en peligro ante una agresión externa. El País, lo declararía de esta
forma “…La opinión publica sin diferencia de partidos se ha erguido en un gesto de
soberana comprensión, de inteligencia, y de cordialidad patriótica”.145 De la misma
manera El Tiempo expresaría que “…En realidad jamás como en este momento había sido
Colombia más nación, mas entidad espiritual, y ya lo era antes del conflicto de Leticia,
que ha servido de eficacísimo reactivo para probar esa unión nacional que se cumple
reconocido en las legislaciones…”146 Los dos periódicos en algún momento plantean
como respuesta al conflicto la unidad del pueblo no alrededor de los partidos, sino
alrededor de la patria y la defensa de la misma.

12. Imagen. Extraída de El País, diario de la mañana. (1932, 19 de septiembre). “Marchas patrióticas” [fotografía]. Bogotá. p.1.

Las marchas de solidaridad no se hicieron esperar y tal como son mostradas en la imagen
anterior, dan la impresión de una reacción de unión ante la violación del territorio por
parte del Perú. Los diarios no solo presentaran las imágenes de las marchas, sino que
también expresarán a través de sus editoriales, la necesidad de profundizar una unión
patria, entre todos los sectores de la población colombiana. El País, nos menciona que
“para tranquilidad de todos y pacifico regocijo - al frente único que Valencia como
primera necesidad esta ya formado. De él hacen parte la adhesión al gobierno de todas las

145
El País, diario de la mañana (1932, 29 de septiembre). “Triunfos tristes y pequeños” [editorial], Bogotá. p. 3.
146
El Tiempo (1932, 18 de noviembre). “El Incidente de Leticia y la Paz de America” [editorial], Bogotá. p. 4.
78

fuerzas parlamentarias y políticas”147. Cabe mencionar que las opiniones de Guillermo


Valencia, hombre del conservatismo eran un llamado a la conformación de la unidad
nacional ante la agresión peruana. Este tipo de manifestaciones de apoyo para rodear al
gobierno, no fueron otra cosa que la respuesta natural de amplios sectores de la población
para enfrentar la problemática de Leticia. De igual manera, El Tiempo, nos expresará en
que la unión es el anhelo, en el que todos los habitantes del país, confluyen desde las dos
corrientes políticas principales se unen por el bien de la patria en peligro.148

Estas manifestaciones de adhesión se darán bajo el marco del nuevo viraje que se da a
partir de mediados del mes de septiembre de 1932, en donde se cambia la postura
expectante de la sociedad, de los políticos y de los periódicos; y se procede a tomar una
actitud más fuerte ante la agresión de algunos loretanos y ante la actitud de Lima de no
condenar este acto de manera enérgica.

3.2.2. Los diarios frente a la invasión

Al igual que el pueblo que se volcó a las calles a expresar su sentimiento de


animadversión frente a la toma de Leticia, los diarios también procedieron a expresar sus
sentimientos y sus posturas frente al conflicto y a lo que ellos consideraban la naturaleza
de la toma. En primer término en cuanto a la naturaleza de la toma, ellos dilucidan que
esta agresión cala profundamente en el corpus de los diarios. El Tiempo expresará el
suceso de la siguiente manera “El 1ro de septiembre, a la madrugada, un grupo de
peruanos, militares y civiles, armados desproporcionadamente para la empresa, asaltaban a
la población fronteriza de Leticia, apresaban las autoridades, saqueaban las arcas fiscales,
y como remate a este caso de vandalaje, izaban bandera peruana sobre la casa de la
intendencia”.149 En este caso a pesar de que se ve como un acto de bandidaje, se ve que
una de las mayores ofensas cometidas por los perpetradores del hecho, es no solo el robo y
el saqueo, sino el quitar la bandera colombiana y colocar en su lugar la de la vecina
república. El País, definirá la agresión en estos términos:

“La sistemática falsía de la cancillería de Lima permitió al señor Sánchez Cerro atribuir a los "comunistas" del
departamento de Loreto la responsabilidad del conflicto: nuestro territorio, nuestra autoridad y nuestras leyes había
sufrido evidentemente, un imprevisto atropello por parte de aquellos nocivos elementos, pero las frases diplomáticas,
las que piensa y escribe el señor Zavala Loaysa, se cuidaron, desde luego, de aprobar o desaprobar la intervención
violenta de los civiles rebeldes de Leticia contra la soberanía de Colombia. Y a los pocos días de la especia del
"comunismo" fue cínicamente rectificada por los mismos conductores del Perú, cuando con envidiable frescura

147
El País, diario de la mañana (1932, 24 de octubre). “El frente único” [editorial], Bogotá. p. 3.
148
El Tiempo (1932, 5 de noviembre). “La unión nacional”. Bogotá. p. 4.
149
El Tiempo. (1932, 27 de septiembre). “El empréstito de la defensa nacional” [editorial], Bogotá. p.4.
79

convirtieran en "incontenible sentimiento del pueblo peruano" el asalto cumplido por los "comunistas" de Leticia
sobre el territorio colombiano”.150

Contrario a lo expresado por El diario El Tiempo quien afirma que el acto en sí de la


toma es el suceso de la agresión. El País considera que al igual que la toma, la postura
peruana de modificar su perspectiva frente al acto, primero calificándolo de un suceso de
perturbación comunista, y luego convertirlo en una lucha de defensa de un incontenible
sentimiento peruano, es en sí una agresión muy grande a nuestro país. Sin embargo, a
pesar de la divergencia antes suscitada los dos diarios concuerdan que el hecho de la toma
del primero de septiembre, es un acto vandálico y lo rechazan profundamente, por ser el
génesis del conflicto.

Los diarios tomarán en segundo lugar, una actitud en representación de sus partidos
políticos, expresando su adhesión al gobierno y a la causa de la defensa de la patria. El
Tiempo, nos expresará que “…el liberalismo, consecuente con su política anterior, no
habrá de poner en el camino del gobierno una sola dificultad, y si es preciso hacer uso de
una abnegación más rigurosa que la que anima toda sus actividades presentes, no la
escatimará a la patria en peligro”.151 Igualmente El País ofrecerá algo similar “El partido
conservador se debe a Colombia, y a Colombia desea servir y proteger contra el invasor
extranjero, aunque la conducta nobilísima, desinteresada y patriótica que ha venido
observando desde el día en que todas las inteligencias y todos los corazones nacionales se
unieron y confundieron en el anhelo común de la defensa…”152 La actitud del El Tiempo
no es otra que la de reafirmar sus compromisos políticos para con el gobierno. Igualmente
pone como sentido de su política la defensa de la patria. De la misma manera, el periódico
El País, reconoce que su actitud ha de ser patriótica, para de este modo colocar a la
defensa del territorio nacional, por encima de las ambiciones partidistas.

Los sucesos de Leticia y el enorme enojo y desazón conducirán, en último lugar, a los
diarios a expresar una postura con respecto al conflicto, en la que se convierte en una
necesidad imperiosa unirse al gobierno, para que este afronte la situación con un respaldo
integro de la ciudadanía. En este caso El País expresa su adhesión al gobierno nacional,
afirmando que “El gobierno necesita el apoyo de todas las fuerzas de la nacionalidad y el
directorio de nuestro partido reafirmó el ofrecimiento que en memorable hicieron ante las
cámaras legislativas y ante el presidente de la república los voceros de ese mismo partido;

150
El País, diario de la mañana. (1932, 27 de octubre de 1932). “La buena fe del Perú” [editorial], Bogotá. p 4.
151
El Tiempo (1932, 5 de noviembre). “La unión nacional” [editorial], Bogotá. p.4.
152
El País, diario de la mañana. (1932, 27 de septiembre) “Opacas y componendas” [editorial], Bogotá. p. 3.
80

Colombia antes que los partidos, y estos al servicio de Colombia, es la formula patriótica
que ante la invasión del territorio nacional señala los rumbos de nuestra actividad
política”.153 A la par El Tiempo, quien si tiene una cercanía más grande al régimen,
expresará que “…el deber de los colombianos es el de acompañar firmemente a su
gobierno, el de conservar el frente único del país…”154. Sí bien se habla de que para El
Tiempo es un deber de los colombianos el unirse al presidente en el frente único, El País
lo expresará como una necesidad de apoyar al gobierno para enfrentar esta agresión. El
hecho es que las dos posturas concuerdan en que hay que apoyar al gobierno, y que es una
necesidad imperiosa el contar con el apoyo de toda la población colombiana.

3.2.3. Los derechos de Colombia

La situación de la Toma de Leticia hizo que los diarios, además de expresar sus
sentimientos y su repudio hacia la acción peruana, mostraran que era necesario enunciar
los derechos que nos asistían para la defensa y la restitución del territorio arrebatado.
Estos derechos, sin embargo, en los diarios no solo serían expresados desde la postura
eminentemente jurídica, sino que a su vez, se explica también otro tipo de derechos que
nos asisten y que nos dan el merecimiento para recuperar y poseer el territorio arrebatado
por la acción peruana.

El discurso de los derechos que nos asisten ante la agresión inicia en primer término, en
los diarios desde los primeros días del conflicto, los cuales nos enfatizan en el derecho
jurídico como piedra angular de nuestra posesión en el trapecio. Frente a nuestro derecho
jurídico, se menciona que el tratado de 1922 es un acuerdo notable por la claridad de sus
puntos e incluso el mismo no resiste ningún tipo de revisión. El Tiempo, frente a este
tratado nos dice que “…al ser firmado el tratado de limites entre Colombia y Perú,
posteriormente ratificado por los dos congresos consolidado por la firma de la acta
tripartita y la entrega de los territorios, no existe en las relaciones colombo-peruanas punto
alguno litigioso, dudoso, ambiguo. Nada que no sea diáfano a la luz del derecho
internacional y de las normas elementales que rigen a los países limítrofes”155. La posición
del diario El Tiempo, no presenta ningún tipo de duda en cuanto al derecho que a
Colombia le asiste frente a las tierras del trapecio amazónico.

153
El País, diario de la mañana (1932, 28 de octubre). “El Partido ante la guerra” [editorial], Bogotá. p. 3.
154
El Tiempo (1933, 10 de enero). “El frente único” [editorial] Bogotá. p. 4.
155
El Tiempo (1932, 9 de septiembre). “La posición internacional de Colombia” [editorial] Bogotá. p. 4.
81

De igual manera El País, en los primeros momentos del conflicto expresará que el tratado
de límites es valido ya que es un tratado público, amparado en las leyes del derecho
internacional, en el cual se le reconoció el derecho a Colombia y que selló las divergencias
territoriales entre las dos naciones.156

Por otra parte en segundo término, tanto el País como El Tiempo, nos mencionaran un
derecho moral que nos muestra por qué tenemos que defender nuestra posesión territorial.
Sí bien esta parte será desarrollada con mayor ahínco en páginas posteriores, sí
expresamos que los derechos que plantea Colombia no son solo jurídicos sino también
morales. El primero de estos derechos morales es el acto de luchar por una causa justa. El
diario El Tiempo nos manifestará que nuestra lucha es por la paz, y que nuestra defensa es
por proteger la justicia internacional y hacer respetar sus mandatos.157 El País, presentará
esta causa justa no desde el aspecto de la paz, y de luchar por ella. Este diario conservador
proferirá que nuestra lucha se hace desde principios tales como la justicia y la protección
de los valores de la vida civilizada. El País afirmará que “Porque nuestra causa es la de la
civilización, que respeta los pactos internacionales como fuente del derecho y reprueba y
condena al presidente irresponsable que en el Perú estrangula la libertad de sus
compatriotas”.158 Esta justicia y civilización que plantea este diario no es otra que la que
existe en los principios de inviolabilidad de los pactos firmados entre naciones. De este
modo tanto El País, como El Tiempo presentan un derecho que ponen por encima de todo
es el derecho de la justicia, en un caso para defender la paz y en el otro para defender los
valores de la civilización159, pero los dos para defender la justicia internacional como base
de la paz y el entendimiento de las naciones.

Para los diarios, el último de estos derechos morales que nos asisten es que la lucha es
por defender a Colombia la cual es la representante de los valores democráticos. El
Tiempo expresará que Colombia como país, “es una democracia pacifista sometida por su
propia voluntad y con rigor a las leyes que le traza una historia intelectual armoniosa; que
respeta por igual las normas internas que la rigen con austera firmeza a aquellas que
surgieron de un convenio de derecho entre pueblos diferentes; un país regido por hombres

156
El País, diario de la mañana (1932, 11 de septiembre). “El incidente con el Perú” [editorial], Bogotá. p. 3
157
El Tiempo (1933, 2 de febrero). “Una guerra religiosa” [editorial] Bogotá. p. 4.
158
El País, diario de la mañana (1932, 30 de septiembre). “La Guerra y nosotros” [editorial], Bogotá. p. 3
159
La civilización que plantea el diario El País, se fundamenta en que la aceptación y el apego a las normas internacionales de respeto
entre las naciones, es un acto civilizado. Y todo aquello que no este en concordancia con estos preceptos es un ataque al orden y a los
valores de la civilización.
82

civiles, sometidos a la constitución que se dio libremente…”.160 Mientras El País, diario


de la mañana, se enfoca igualmente en expresar a nuestro país como un remanso de paz y
de libertad en el que la democracia florece. Este diario conservador diría que en Colombia
“reina la libertad, todas las libertades, y la igualdad ante la ley: no hay ostracismo político,
y la oposición ha venido teniendo una vigorosa influencia política sobre el gobierno del
pueblo. Es una democracia civil…”.161 Este hecho de presentar a Colombia como una
democracia civil, donde las libertades florecen, nos muestran que la voluntad del pueblo
como principal fuente de poder esta con la causa de recuperar el trapecio de las manos
peruanas, y que este designio popular no depende de un demagogo o dictador. Como más
adelante lo miraremos en otros capítulos.

Sumado a los derechos jurídicos y morales surge en tercer y último término, el derecho
que presentan ambos periódicos, -El Tiempo y El País, diario de la mañana-, denominados
por nosotros como el derecho a la represalia ante la agresión. Este derecho se ve expresado
en que para ambos diarios es una responsabilidad el vengar la afrenta que se le ha hecho a
la patria al ver cercenado parte de su territorio. Si bien los dos diarios en principio
coinciden en que el asunto de Leticia es de un carácter interno en el que solo tiene
competencia para actuar Colombia, los dos diarios concuerdan en que es necesario repeler
cualquier ataque y estar dispuestos a tomar represalias, sí el Perú apoya militarmente a los
que se tomaron Leticia. Ejemplo de lo antes descrito son las palabras de El Tiempo al
expresar que “Provocados por una agresión peruana militar, responderemos a ella con todo
el empuje que prestará a nuestras armas el derecho que defienden y la convicción moral de
que cada disparo que hagamos sobre el adversario consolida el civilismo, la paz, la
justicia, la libertad, y el respeto internacional de América…”162. De la misma manera El
País, nos dirá que “El castigo material de la ofensa recibida por la usurpación transitoria
de un territorio que legítimamente nos pertenece, lo impondrá Colombia hoy, o mañana,
cueste lo que cueste…”163.

Lo anterior nos expresa que el derecho a la represalia en el caso de El Tiempo, se da en


caso de una agresión formal por parte del Perú, y en el caso de El País que la represalia,
será la plena expresión de nuestro derecho al ver usurpado nuestro territorio. Aun cuando
uno lo presente como una respuesta a un ataque y el otro como una restitución de nuestro

160
El Tiempo (1932, 18 de septiembre). “Colombia y el Perú: un paralelo imposible.” [editorial] Bogotá. p. 4.
161
Villegas, A. (1932, 25 de septiembre). “Ellos y nosotros”, En El País, diario de la mañana, Bogotá. p. 3
162
El Tiempo (1932, 3 de diciembre). “La penúltima emboscada”. [editorial] Bogotá. p. 4.
163
El País, diario de la mañana (1932, 5 de octubre). “El delito peruano” [editorial], Bogotá. p. 3
83

honor ante la usurpación territorial, los dos diarios concuerdan en que la represalia ante la
agresión, es un derecho que Colombia posee para enfrentar la agresión peruana.

3.2.4. La respuesta ante el ataque

Los diarios como elementos de opinión al igual que proponen y expresan lo que han sido
nuestros derechos agredidos por la invasión peruana. Igualmente también idean cuáles son
las posibles respuestas que se le pueden dar para finalizar la afrenta que el Perú ha
realizado. Ante este suceso las posibilidades que presentan los diarios para enfrentar el
conflicto son de distinta naturaleza. Unas nos expresan lo que se debe hacer en materia de
tener claro nuestro derecho y el matiz del conflicto. Segundo, la respuesta ante el ataque la
primera fase sería una preparación en recursos económicos para afrontar el conflicto. Y
por ultimo la respuesta por excelencia durante los primeros meses del conflicto sería la
respuesta militar al mismo.

En cuanto a las respuestas frente al conflicto, los diarios colocan en su haber tres asuntos
fundamentales. El primero es que la cuestión de Leticia es un asunto de competencia de
Colombia, de nadie más. De este modo se presenta que no es necesario pedir ningún tipo
de permiso o salvedad al Perú, para luchar por nuestra soberanía ya que el cariz de este
conflicto es de competencia exclusiva de Colombia por ser este un territorio bajo el cual la
única soberanía que reposa es la de este país.164 El Tiempo lo expresaría de manera similar
e incluso bajo sus propias palabras afirmaría que “…el incidente de Leticia considerado
aquí como un caso de rebelión interna, en la cual no tiene que intervenir aquí nación
alguna…”165. De modo que no quedan dudas acerca del matiz del levantamiento, sí bien se
piensa que el mismo, esta siendo apoyado por elementos gubernamentales peruanos, por
ser un territorio que responde a la soberanía colombiana, ambos periódicos afirman que su
carácter es interno y que solo a Colombia le compete su solución. Este asunto como
interno será recalcado sobremanera como la posición principal que presenta tanto ante la
ciudadanía como internacionalmente.

Aun cuando la competencia, según los diarios, solo le atañe al estado colombiano, la
reacción frente a la responsabilidad del Perú en este asalto, hace que de fundamentar
nuestro derecho como algo interno, se pase a impulsar una formula económica para

164
El País, diario de la mañana (1932, 2 de diciembre). “El estado de sitio en la Amazonía” [editorial], Bogotá. p. 3.
165
El Tiempo (1932, 1 de octubre). “La emboscada”. [editorial] Bogotá. p. 4.
84

afrontar el conflicto. Es por ello que el segundo asunto fundamental, es el llamado a filas a
los bolsillos de los nacionales para que suscriban el empréstito patriótico. Para enfrentar
el conflicto, la necesidad de recursos es fundamental, de modo que el llamado a que estos
recursos se materialicen y sean donados por los colombianos se hace en la prensa como
una necesidad para con la patria.166

El llamado a este empréstito patriótico como una respuesta ante el suceso del 1 de
septiembre, será expresado por El País en que “…diez millones de pesos son la iniciación
de nuestras actividades bélicas, pero este pueblo encontrará en si mismo energías
suficientes para proveer al gobierno nacional de todos los recursos que la guerra
demande”167. Igualmente El Tiempo verá la suscripción de este empréstito como una
necesidad “El empréstito patriótico del gobierno nacional tiene que ser cubierto, hasta su
ultimo centavo, por colombianos”168. Para realizar ese propósito sagrado. “… es preciso
que en el término más breve los diez millones que el congreso ha de ordenar estén a
disposición del ejecutivo, para que con ellos pueda en cualquier momento atender los
gastos, que desde ahora serán grandes, de la defensa nacional”169. Resulta claro que ambos
diarios concuerdan en la necesidad de conseguir dinero para atender los gastos propios del
conflicto, y que con dichos recursos el gobierno pueda tener los instrumentos necesarios
para defender al país.

Junto a estas medidas una de definición y de presentación del conflicto ante la ciudadanía
y ante la comunidad internacional como un conflicto interno, y luego la respuesta ante la
agresión de manera económica con la solicitud de los diarios al pueblo a que se suscriba el
empréstito para la defensa nacional. La tercera respuesta fundamental no es otra que la
exposición y uso de la fuerza como mecanismo de restitución del derecho colombiano
sobre el trapecio amazónico. Con el cada vez mayor apoyo al suceso de Leticia por parte
del Perú, el avance del tiempo, y la crisis sin solución la actitud se vuelve más beligerante
y se piensa en que la forma de solucionar el conflicto, debe ser la de enfrentar con el uso
de las armas lo que no se pudo con el derecho y la razón.

La solicitud de los diarios para que se efectúe una respuesta militar para la solución del
conflicto se fundamenta en El Tiempo en que “Provocados por una agresión peruana

166
Restrepo., J. C. y Betancourt, L. I. (2001), Economía y conflicto colombo-peruano, Bogotá, Villegas. p. 10.
167
El País, diario de la mañana (1932, 19 de septiembre). “Las finanzas de la guerra” [editorial], Bogotá. p. 3.
168
El Tiempo (1932, 21 de septiembre). “Organizando la defensa nacional”. [editorial] Bogotá. p. 4.
169
El Tiempo (1932, 21 de septiembre). “Organizando la defensa nacional”. [editorial] Bogotá. p. 4.
85

militar, responderemos a ella con todo el empuje que prestará a nuestras armas el derecho
que defienden y la convicción moral de que cada disparo que hagamos sobre el adversario
consolida el civilismo, la paz, la libertad, y el respeto internacional de América…”170. Al
igual que El Tiempo, el diario El País también apoyará la respuesta militar, y de igual
manera se proferirá en que sí el derecho no es suficiente el camino de las armas es la
solución más lógica. “…es preciso decir una vez más a la cancillería peruana que sí la
razón y el derecho de Colombia no han merecido de ella el respeto debido, las fuerzas
militares de nuestro país sí impondrán ese respeto y sabrán cobrar con indomable altivez
el precio de la ofensa moral y el de los perjuicios materiales que ella entraña”171.

De esta manera ambos diarios El Tiempo y El País, nos muestran que el derecho que fue
lesionado el primero de septiembre, y la reiteración de esa ofensa por parte del gobierno
peruano, impulsan a que los derechos territoriales en el trapecio amazónico se vean
comprometidos y a que los diarios formulen la tesis de que la forma de resolver el
conflicto, ante la intransigencia peruana, sea la de enfrentar con medios militares. Aunque
esta respuesta militar será la más avalada en los primeros meses del conflicto, con el
advenimiento del cese al fuego en mayo de 1933 algunos diarios cambiarán su postura y
mirarán con mayor aprobación una solución diplomática del conflicto.

3.3. CREANDO LOS ACTORES DEL CONFLICTO

La construcción de personajes y pueblos siempre ha estado inmersa en el discurso. Ello


ha permitido que se edifiquen por igual, las características, tanto de lo que consideramos
justo y correcto, como lo que aborrecemos y nos parece fuera de tono. Los diarios durante
el conflicto proceden a mirar tanto a los peruanos, al pueblo colombiano, al gobierno
colombiano y al ejército. Frente a ellos, los diarios proceden a ver la “virtudes” o
“defectos” de sus acciones, al igual que sus características y tradiciones. Esto hace que los
diarios procedan a crear en sus editoriales, las imágenes de cómo nos ven como pueblo –el
pueblo colombiano- e igualmente se procede a ver como son quienes nos agreden y que
los caracteriza, claro según las editoriales trabajadas.

170
El Tiempo (1932, 3 de diciembre). “La penúltima emboscada”. [editorial] Bogotá. p. 4.
171
El País, diario de la mañana (1932, 20 de octubre). “Los constituyentes del Perú” [editorial], Bogotá. p. 3.
86

3.3.1. Los peruanos

Durante el conflicto fueron muchas las formas en que los peruanos fueron referenciados
en las editoriales de los diarios. Sin embargo no podemos decir que al pueblo peruano se
le halla visto como una figura monolítica, al contrario a los peruanos no se les ve en el
discurso como una unidad sino que en este conflicto, el bando peruano es conformado por
múltiples elementos unos con mayor o menor responsabilidad en el surgimiento del
problema entre colombianos y peruanos.

Entre los elementos antes descritos, el primero de estos son los iniciadores, los cuales son
aquellos que participaron en la toma de Leticia el primero de septiembre de 1932. Frente a
estos sujetos los diarios tomarán una actitud fuerte y los presentarán de diversas maneras,
siempre viéndolos como personas sin moral. A estos personajes se les denomina de
muchas formas, desde levantiscos hasta bárbaros y salvajes. El Tiempo nos habla de estas
personas como un grupo de amotinados172. El País, los trata de diferente manera al
presentarlos como criminales comunes, revoltosos ante la ley y el orden173. Aunque estas
denominaciones no serán exclusivas para los iniciadores de la toma de Leticia, sino que
por extensión se les concederán a los habitantes de la provincia de Loreto, los loretanos.
Este segundo elemento, por ser el proveedor de hombres para la insurrección y por ser el
mayor apoyo de los mismos se le observará en los diarios, como culpables de la Toma y
de la violación a los derechos territoriales colombianos. Frente a los loretanos a quienes
también se les acusa de culpables del conflicto con Colombia se dirá, en El País diario de
la mañana, que la región de Loreto y sus habitantes son “un islote de violencia perdido en
medio de un continente pacifista”174. Esto nos conduce a pensar en que se les denomina
como peligrosos agresores. De la misma forma El Tiempo, verá a esta provincia peruana
como revoltosa y peligrosa, y explicará que la ciudad de Loreto fue “…El doble juego de
los intereses de Loreto guerrillero y de Lima pacifista se desarrollará ahora ante la
cancillería…”175. Por lo tanto se menciona que el interés de esta región esta en una guerra
total, es más se le menciona que el Loreto es una región peligrosa de una actividad
guerrillera importante que se encuentra en oposición al gobierno central de Lima. Lo
anterior muestra en que la culpabilidad del incidente de Leticia recae en buena parte sobre
la población de esta ciudad y sobre la provincia que esta ciudad le da nombre, Loreto. Un

172
El Tiempo (1932, 4 de septiembre). “El Incidente de Leticia y la Paz de America”. [editorial] Bogotá. p. 4.
173
El País, diario de la mañana (1932, 11 de septiembre). “El Incidente con el Perú” [editorial], Bogotá. p. 3.
174
El País, diario de la mañana (1934, 12 de Mayo). “La guerra como negocio” [editorial], Bogotá. p. 3.
175
El Tiempo (1933, 10 de enero). “El frente único”. [editorial] Bogotá. p. 4.
87

siguiente elemento que conforma al Perú, es el pueblo, ya no de la provincia de Loreto


sino la totalidad de la población de ese país. A pesar de que se denota en que El Perú
como país, es el directo responsable de la agresión, se ve con cierta benevolencia al pueblo
a quien se le considera durante gran parte del conflicto, como una victima más del
régimen. La esperanza en este pueblo es muy grande y se le ve como un sujeto victima de
una guerra que ellos no han tenido la libertad de elegir. El País nos dirá de este pueblo
que “puede esperarse todavía que la gran masa del pueblo peruano, que se halla en el
ostracismo o en la cárcel, reprueba la conducta irritante del gobierno de su país…”176. La
fe en el pueblo peruano será una constante durante el conflicto, aunque durante los
periodos de mayor agitación por sucesos bélicos esta postura cambia, rápidamente los
diarios retoman al pueblo peruano como victima de sus propio gobierno. El Tiempo nos
hablará al igual que El País, diario de la mañana, de la inocencia del pueblo peruano frente
a su gobierno, así mismo El Tiempo nos expresa que el pueblo colombiano es un pueblo
colombiano es comprensivo y entiende en que el pueblo peruano no es el enemigo, sino
que es una nación lastimada por un usurpador que les ha arrebatado su vida democrática y
sus derechos como pueblo177. De esta manera se ve que el pueblo peruano en sí no quiere
la guerra, solamente que está atado para detener esta agresión de la que se culpa en los
diarios al régimen de Sánchez Cerro y a sus cercanos colaboradores.

Sin embargo aunque se les considera como no culpables al pueblo peruano en general,
por los sucesos ocurridos en Leticia, y se les ve como a un pueblo afligido y esclavizado
por el régimen que los gobierna. Los diarios nos hablan de algunos aspectos de la
naturaleza del pueblo peruano en donde sí bien no son culpables del inicio del conflicto, si
tienen en su historia características que hacen de este pueblo según los diarios, una gente
de la que no es posible fiarse. Los diarios aquí referenciados nos dirán que un aspecto
fundamental en la vida del Perú, es su tradición. Frente a ello los diarios nos exclamarán
que el pueblo peruano es un país que comenzó y se fundamentó bajo las bases de una
política arbitraria y llena de excesos. Diarios como El Tiempo, nos hablarán incluso de
Pizarro el conquistador del Perú como un hombre sombrío y bárbaro que trastoco el orden
con su naturaleza homicida. El siguiente aparte nos lo presenta El Tiempo al afirmar que
“Don Francisco Pizarro asesina judicialmente al emperador del Perú. Lo asesina porque si.
Todo en proceso es torpe, oscuro, de mala fe. Ahí nada obedece a una paz política. Por

176
El País, diario de la mañana (1932, 22 de septiembre). “El Perú ante el continente” [editorial], Bogotá. p. 3.
177
El Tiempo (1932, 28 de diciembre). “La dictadura y el pueblo”. [editorial] Bogotá. p. 4.
88

qué asesina a Atahualpa, a Atabalipa, a Atabalica a Atabalipa, el hijo de Huaynac Capac


cuyo nombre legendario llega al oído en una paranoia múltiple que parece la declaración
de un encantamiento? Sencillamente, y nada más, porque don Francisco Pizarro es un
asesino. Y a un asesino no se le puede pedir justicia, y un asesino tiene su lógica, lo
mismo que un juez”. De este modo no solo se ataca al personaje histórico Francisco
Pizarro, sino que se le da al Perú una conexión con la arbitrariedad al ser este el personaje
insigne del Perú, al ser acusado este mismo de homicidio, se le imprime una mancha al
honor de esta nación, ya que se les ha atacado al hombre que es insignia del Perú.

Al Igual que El Tiempo, El País también ve elementos de la historia del Perú que deben
ser tenidos en cuenta. Mientras El Tiempo pretende ver desde la arbitrariedad al padre
fundador lo que ha sido el Perú, El País nos habla de los peruanos como enemigos de los
colombianos desde los primeros momentos de vida independiente, es más en El País nos
habla de Simón Bolívar, hombre insigne para Colombia, quien concibe a los Peruanos
como hombres pérfidos e injustos, a los cuales es necesario enfrentar. Este diario coloca
en sus páginas la misma declaración de guerra que Bolívar hizo en el conflicto que
termino en Tarquí en 1828. “La perfidia del gobierno del Perú ha pasado todos los limites
y hollados todos los derechos de sus vecinos de Bolivia y de Colombia. Después de mil
ultrajes, sufridos con una paciencia heroica, nos hemos visto al fin obligados a repeler la
injusticia por la fuerza”178. De esta manera El País, también ve en el Perú una continuidad
histórica en la que El Perú es y sigue siendo arbitrario y agresor por lo cual hay que
enfrentarlo.

Lo anterior presenta un panorama en el que sí bien el pueblo peruano no es culpable del


conflicto, su tradición de gobierno es de una lucha a favor de la arbitrariedad en contra del
derecho, al menos esto plantean los diarios que aquí hacemos alusión. Lo cual nos
conduce a pensar incluso, que sí bien los diarios no acusan formalmente al pueblo peruano
sí acusan a su tradición histórica a la que se ve como arbitraria y pérfida. El último de
estos elementos es el gobierno presidido por Sánchez Cerro, a quien los diarios lo califican
con todo tipo de términos peyorativos, por considerarlo como el principal artífice del
conflicto. A este personaje no solo se le ve como el causante del conflicto sino como a una
plaga que debe ser eliminada.

178
Bolívar, S. (1932, 18 de septiembre), “La proclama del libertador”, en El País diario de la mañana, Bogotá, p. 3.
89

13. Imagen. Extraída de El País, diario de la mañana. (1932, 21 de septiembre). “Desinfección de Leticia” [Caricatura] Bogotá. p.1.

En esta caricatura no solo se ve la cara de Sánchez Cerro constituida por un grupo de


puntos como si fueran un enjambre de insectos, sino que también se ve Olaya Herrera,
presidente de Colombia atacando a lo que según el caricaturista Longas, considera una
plaga al general Luis Miguel Sánchez Cerro.179

Acerca de este sujeto El Tiempo ha de verlo como un tirano que no tiene la capacidad de
defender los derechos de su propio pueblo, no puede representar al pueblo del cual
vilmente se ha aprovechado.180 A la par, El País diario de la mañana, también menciona a
este sujeto como un hombre vil y torpe que ha conducido a su pueblo a la guerra con tal de
no perder el poder que ostenta, de este tipo de gobernantes como Luis Miguel Sánchez
Cerro, El País dirá “Los gobernantes débiles en su propia casa, los gobernantes
desacreditados por ineptos o por perversos así en el interior como en el exterior apelan al
estimulo patriótico; a las “incontenibles aspiraciones nacionalistas” como fácil recurso
para sostener en el poder”181. Esta perspectiva frente al presidente peruano, lo presentan
como un gobierno débil e incapaz, que se ha visto obligado a crear un ambiente de
hostilidad con Colombia para poder desviar la atención de los problemas de descontento
interno que vivía su régimen. A este gobernante al cual se le ve como una plaga, como un
gobernante débil y destructivo con su pueblo, es considerado por ambos diarios como el
peor enemigo de la nacionalidad colombiana y como el causante mayor del conflicto en
Leticia.

179
Luis Miguel Sánchez Cerro, nace en Piura en 1899, en el seno de una familia de clase media. Era lo que se le conoce como Cholo,
mezcla entre mestizo e indígena, era conocido principalmente por su valor y sus arranques de ira. Su momento más importante se da al
rebelarse contra Augusto Leguía, lo cual lo hace ver de manera importante frente al pueblo peruano. Asciende al poder en 1931 gracias
a la ayuda de los sectores económicos de gran poder en el Perú y a su carisma personal debido a su origen racial. Al final terminarían
sus días cuando es asesinado en una parada militar el 30 de abril de 1933, por un joven aprista, opositor a su gobierno. Donadío, A.
(1995), La guerra contra el Perú, Bogota, Planeta, 1995. p. 134-141.
180
El Tiempo (1932, 20 de noviembre). “La paz belicosa”. [editorial] Bogotá. p. 4.
181
El País, diario de la mañana (1932, 7 de noviembre). “La patria razón de los partidos” [editorial], Bogotá. p. 3.
90

3.3.2. El pueblo colombiano

El pueblo colombiano también es denotado como un actor de importancia en el devenir


del conflicto. A este actor se le conceden una serie de características de diverso tipo, las
cuales presentan a un pueblo pacífico, democrático y patriótico.

El pacifismo de los colombianos, los diarios afirmarán en que este es uno de los puntos
fundamentales de la nacionalidad colombiana. Frente a este pacifismo El País, dirá que
“Quizás no exista en el mundo un país más pacifico y legalista que Colombia”182. De la
misma forma El Tiempo verá en el pueblo a un ente pacifista y entregado al derecho “La
nación más pacifica y pacifista, la nación más inerme del planeta vino a ser, por esa misma
circunstancia, el teatro del primer experimento de la nueva doctrina y religión de la
paz”183. Este pacifismo bajo el cual se presenta a Colombia, obviamente contrasta con la
belicosidad y la barbarie con la que es presentado el Perú. Lo cual nos muestra
implícitamente la justificación de pelear en nombre de la paz, como una justificación de
defender los valores del derecho amenazados por los que quieren acabarlos.

En la creación que hacen los diarios de los valores colombianos, un segundo punto
fundamental que ve en el pueblo colombiano los diarios, tanto El Tiempo como El País
diario de la mañana, son sus valores democráticos. Este sistema de gobierno, nos presenta
a un pueblo libre que ejerce sus derechos políticos, y que evita la anarquía y la desazón
interna gracias a sus virtudes democráticas.184 El País también presentará su perspectiva de
la democracia colombiana haciendo alusión que desde la Guerra de los Mil Días, casi 30
años antes de este conflicto, en el que la libertad política, no hay ostracismo político, esto
obviamente es una autoanulación al régimen conservador que gobernó desde la guerra
civil hasta finales de la década de los veinte. Igualmente El País nos habla de la naturaleza
de nuestro gobierno como una democracia civil, lo cual se opone al sentido político militar
que se ve en el Perú, donde aquel que es presidente es un militar.185 Los diarios aquí
expuestos otorgan a la práctica democrática colombiana un sentido de grandeza en el que
según El Tiempo nuestro país gira alrededor del sistema en sí como una incluyente
válvula interna que detiene a la anarquía y la desazón. El País de igual manera otorgará a
la democracia una importancia notable en lo que define a los colombianos, y sentará como

182
El País, diario de la mañana (1932, 17 de octubre). “El principio del fin” [editorial], Bogotá. p. 3.
183
El Tiempo (1933, 3 de febrero). “La misión histórica de Colombia”. [editorial] Bogotá. p. 4.
184
El Tiempo (1933, 21 de enero). “La guerra de una democracia ejemplar”. [editorial] Bogotá. p. 4.
185
El País, diario de la mañana (1932, 25 de septiembre). “Ellos y nosotros” [editorial], Bogotá. p. 3.
91

comparación en que el sentido de la democracia civil se presenta en oposición al gobierno


del Perú, al decir que en este país el sentido es de una democracia civil incluyente y no de
un gobierno arbitrario como se le matiza al peruano. De modo que aunque el sentido de
democracia difiera un poco, entre los diarios, los dos reconocen en que este es un valor
fundamental de los colombianos.

Los diarios El País y El Tiempo, procederán a ver como último punto, el patriotismo,
este visto como aquel sentimiento, símbolo de la libertad y la soberanía, expresado en El
País, desde las marchas y los donativos alimentan espiritual y materialmente la defensa
nacional186. El Tiempo de igual manera observará en que los donativos de los
colombianos, a favor de la defensa nacional, son unos sacrificios que demuestran su
patriotismo y su amor por Colombia187.

Estos valores que se les señala en los diarios, como elementos que constituyen al
colombiano, al igual que sirven para entender la naturaleza de lo que es ser colombiano,
según los diarios, también son valores que refuerzan la lucha en contra de los que han
tomado Leticia. Ya que al expresar, el valor de nuestro pacifismo, de nuestros valores
democráticos e incluso de nuestro patriotismo, se contraponen a las características que
veíamos antes, al hablar de los peruanos. De modo que se pone en los diarios una lucha
entre la virtud y la perfidia, representada entre la “tiranía” y la “agresión” en Perú,
contrapuesta a la democracia y el pacifismo en Colombia.

3.3.3. El gobierno de Olaya Herrera

El gobierno de Olaya Herrera al cual ya hemos hecho alusión en el capitulo anterior. Fue
aquel a quien le tocó enfrentar la situación acaecida con la Toma de Leticia, el primero de
septiembre de 1932. Este protagonista del conflicto amazónico, es uno de los que más
opiniones generan en la prensa. Desde apoyos irrestrictos a su actividad política, como
fuertes criticas a su labor como mandatario. El conflicto abrirá paso a que algunos
contradictores se muestren un poco más benévolos y apoyen, al menos en lo que respecta
al conflicto, al gobierno presidido por Enrique Olaya Herrera188.

186
El País, diario de la mañana (1932, 19 de septiembre). “Las finanzas de la guerra” [editorial], Bogotá. p. 3.
187
El Tiempo (1932, 27 de septiembre). “El empréstito de la defensa nacional”. [editorial] Bogotá. p. 4.
188
Enrique Olaya Herrera, político y periodista nacido en Guateque, población boyacense a 140 Km. al sur de la capital del
departamento, Tunja. Su nacimiento se da en el año de 1880, durante su vida público varios periódicos, entre los que se encuentran EL
Patriota, El Mercurio, El Diario Nacional entre otros. También ejerció cargos como embajador ante EEUU y ministro de Agricultura
en el Gobierno de Jorge Holguín. Olaya Herrera se convertiría en presidente de los colombianos el 7 de Agosto de 1930. Luego de
92

El Tiempo diría acerca de Olaya Herrera, “desde el día en que subió a la presidencia el
expaló varón que la ha desempeñado con una estoica voluntad de trabajo y con un acierto
sin precedentes en nuestra vida administrativa”189. Esta postura de este diario frente a
Olaya Herrera y su administración, no solo muestra la adhesión de este diario hacia su
gobierno sino que igualmente nos menciona su habilidad administrativa y su capacidad de
trabajo, como unos valores excepcionales no vistos en anteriores administraciones. En este
mismo editorial El Tiempo además de expresar su adhesión al gobierno, también indica
que la oposición al gobierno de Olaya Herrera, ha estado interesada en atacar al gobierno
fundamentándose en un odio ciego hacia él.

Estas críticas hechas a la oposición, que ya hemos visto en algunos apartes del capítulo
anterior, como en las primeras líneas de este capítulo, nos muestran que la lucha entre
favorecedores del gobernante y contradictores es muy grande. No obstante el conflicto por
la posesión de Leticia, trastocaría de manera transitoria esta disputa entre oposicioncitas y
gobiernistas. El llamado de El País, diario asociado a la oposición, “El gobierno necesita
el apoyo de todas las fuerzas de la nacionalidad y el directorio de nuestro partido reafirmó
el ofrecimiento que en memorable hicieron ante las cámaras legislativas y ante el
presidente de la república los voceros de ese mismo partido…”190. Este apoyo ofrecido
durante los primero meses del conflicto, no sería sin embargo un apoyo irrestricto como el
que ofrece El Tiempo. El apoyo de El País, a la labor del gobierno y su actuación en el
conflicto se presentará, como un apoyo en que “Situado por razones justas en un terreno
de franca oposición al gobierno del doctor Olaya Herrera, deseamos conservar la necesaria
independencia para aplaudir o para censurar la conducta de ese gobierno en orden a la
rápida, eficaz y decorosa solución del incidente”191. Aun cuando estas muestras de
adhesión pueden no parecer una unión, de hecho El Tiempo, la aceptaría afirmando que la
unión nacional los complace, aunque estén en dos orillas distintas, los conservadores
temerosos por que el gobierno no se equivoque y otros los liberales con la esperanza de
que no cometa ninguna falla en la resolución del conflicto192.

terminar su periodo en 1934, fue enviado por el presidente López Pumarejo como embajador ante la Santa Sede. Su luz se extinguiría el
18 de febrero de 1937 en la ciudad eterna.
189
El Tiempo (1932, 11 de noviembre). “La implacable adhesión de los oposicionistas”. [editorial] Bogotá. p. 4.
190
El País, diario de la mañana (1932, 28 de octubre). “El Partido ante la guerra” [editorial], Bogotá. p. 3.
191
El País, diario de la mañana (1932, 11 de septiembre). “El Incidente con el Perú” [editorial], Bogotá. p. 3.
192
El Tiempo (1932, 26 de octubre). “El patriotismo voluntario contra el otro”. [editorial] Bogotá. p. 4.
93

14. Imagen. Extraída de El Tiempo. (1932, 27 de septiembre). “El presidente entrego sus joyas.”. [Fotografía] Bogotá. p.1.

Uno de los momentos de mayor apoyo para el gobierno presidido durante el conflicto es
la suscripción del empréstito patriótico. Este empréstito no solo era una contribución para
la defensa, sino que el mismo materializaba el deseo de luchar por la restitución de nuestra
soberanía en Leticia. El Tiempo acerca de esta contribución la definiría como un impulso
al gobierno que “es preciso que en el término más breve los diez millones que el congreso
ha de ordenar estén a disposición del ejecutivo, para que con ellos pueda en cualquier
momento atender los gastos, que desde ahora serán grandes, de la defensa nacional”193.
Ante esta perspectiva de ayudar al gobierno mediante un empréstito u algún otro medio El
País, nos dirá que “Lo dijimos cuando nuestro gobierno informó sobre la invasión
peruana, y hoy lo repetimos con orgullo de patriotas: estamos con el gobierno, lo acatamos
y fortalecemos para acudir con él a defender nuestra dignidad y nuestra soberanía”194.

Es durante los primeros ocho meses del conflicto, que inician en septiembre de 1932
hasta abril de 1933, a lo que denominamos etapa bélica del conflicto, cuando el apoyo a la
resolución por medio de las armas tiene una gran fuerza y el gobierno es respaldado en su
empeño. No obstante con la profundización de la diplomacia y con la afirmación de
acuerdos entre Colombia y el Perú, como medio por excelencia para resolver el conflicto,
el gobierno se verá nuevamente atacado, por elegir esta opción como la principal y
abandonar la respuesta militar. Esta opción diplomática El Tiempo la colocará como un
método de triunfo de Colombia y del gobierno, al afirmar que “El acontecimiento de
Ginebra no puede ser mirado sino como la conclusión de todos los esfuerzos del gobierno

193
El Tiempo (1932, 21 de septiembre). “Organizando la defensa nacional”. [editorial] Bogotá. p. 4.
194
El País, diario de la mañana (1932, 22 de septiembre). “El Perú ante el continente” [editorial], Bogotá. p. 3
94

colombiano por restablecer la soberanía patria en los territorios invadidos, esfuerzos que
se hicieron sentir por igual en las milicias y en la diplomacia”195, a pesar de lo considerado
como un triunfo la política en Ginebra y la actuación del gobierno. El País a su vez,
rechazará este cese de hostilidades firmado el 25 de Mayo de 1933 en Ginebra, en donde
se habla de un “embrollo” diplomático que acalló y fue en contra del orgullo y el honor de
Colombia.196 Estas acusaciones no solo se enfocaron en el pacto ginebrino, posterior a él,
se habló incluso de la responsabilidad del mandatario de los colombianos y de sus más
cercanos colaboradores en la Toma de Leticia. Esta acusación se mostrará de manera más
profunda en el siguiente aparte.

El presente régimen fue responsable del conflicto con el Perú como lo atestiguan las declaraciones de José de la
Vega y Villamil Fajardo. Tanto el jefe del Estado, como los ministros de guerra y relaciones exteriores, tuvieron
oportunamente noticias de que se preparaba un asalto contra nuestro puerto amazónico, y en vez de reforzar
nuestras guarniciones de la frontera, se ordenó la desocupación de Leticia. Además el programa presidencial de
Sánchez Cerro incluía la revisión del tratado Lozano-Salomón. El gobierno nada hizo por preparar a la república
para la inevitable hazaña.197

Esta acusación y el pacto ginebrino, darán por finalizada los apoyos hacia el gobierno por
parte del País, e iniciará una nueva etapa de continuas críticas al gobierno por su
actuación, en la que se considera que ha manchado y mancillado el honor de Colombia.

De esta manera, se denota que la relación gobierno-prensa de oposición, fue una relación
paradójica, por un lado mientras los espíritus estaban insuflados en el conflicto y en las
posibles acciones militares que se sucedieran en el conflicto, la postura aunque critica era
de apoyo al gobierno. Mientras que cuando se cambia la perspectiva de la resolución del
conflicto, y se fija la negociación con el acuerdo entre los dos países en Ginebra, el
gobierno pierde este apoyo al menos del diario El País, y se le acusa de debilidad
diplomática, incluso de responsabilidad en el conflicto.

195
El Tiempo (1933, 25 de mayo). “La paz”. [editorial] Bogotá. p. 4.
196
El País, diario de la mañana (1933, 4 de junio). “La dama de ginebra” [editorial], Bogotá. p. 3
197
El País, diario de la mañana (1933, 24 de junio). “La herida interior” [editorial], Bogotá. p. 3
95

3.3.4. Las fuerzas armadas

15. Imagen. Extraída de El Tiempo. (1933, 7 de marzo). “Fotos de las tropas de la expedición” [Fotografía] Bogotá. p.1.

Un último actor fundamental en este conflicto no es otro que el ejército nacional. En el


conflicto éste sería uno de los actores más importantes en cuanto a los apoyos que genera.
De este ejército se le atribuirán dos características fundamentales, primero su “heroísmo”
ante la situación, y segundo su naturaleza no de fuerza arbitraria para hacer la guerra, sino
de defensor del derecho colombiano.

A este “heroísmo”, visto como una férrea entrega en el combate, El Tiempo afirmará que
“La guerra en el Amazonas, a pesar de realizarse con armas de la mayor perfección
mecánica, vuelve otra vez a colocar a los hombres sobre el plano de la heroicidad”198. Este
llamado de héroes a los soldados colombianos también se hará en El diario El País,
enaltecerá de la misma manera “el inquebrantable heroísmo de nuestros soldados y la
estoica voluntad del sacrificio nacional”199. Este tipo de apoyos a la institución castrense
se verán durante el transcurso de todo el conflicto, en donde este organismo se denotará
como el modelo de heroísmo.

En cuanto a la naturaleza de El Ejército Nacional ambos diarios lo reconocerán no como


un instrumento de armas arbitrario sino como un elemento defensor del derecho de nuestro
país. De esta manera el diario El Tiempo anunciará que nuestras fuerzas militares no son
ni serán agresoras, sino que por el contrario lo único que pretenden es el restablecimiento
de nuestro derecho en el trapecio amazónico200. De la misma forma en que El Tiempo nos

198
El Tiempo (1934, 26 de marzo). “Con un ojo en el sur”. [editorial] Bogotá. p. 4.
199
El País, diario de la mañana (1933, 22 de junio). “La cabeza del proceso” [editorial], Bogotá. p. 3
200
El Tiempo (1932, 20 de septiembre). “La segunda jornada”. [editorial] Bogotá. p. 4.
96

habla de unas fuerzas armadas protectoras del derecho, El País, nos expresará que “La paz
entre Colombia y el Perú no se hace sino sobre la roca firme de nuestro derecho, sin un
punto oscuro en la afirmación de que las tropas colombianas van a Leticia como fuerza de
Colombia al servicio de la justicia internacional”201. Esto nos dejaría claro, en que las
fuerzas militares vistas por El País diario de la mañana, son unas fuerzas militares de
protección y de restitución del justo derecho que Colombia tiene sobre Leticia y sus
alrededores, lo cual conduce a ver que este ejército está basado en el derecho y la justicia y
no en la arbitrariedad.

Por otra parte otra característica con las que se expresa a las fuerzas armadas es que son
un elemento que es considerado en la sociedad colombiana como unas fuerzas militares
que tienen que ser fortalecidas. Alfonso Mejía Valenzuela expresará en el libro El
Conflicto Amazónico 1932-1934, que “En lo relativo al instrumento militar, es preciso
reconocer que las Fuerzas Armadas del Perú eran superiores a las de Colombia, a las que
duplicaban en número de oficiales del Ejército y triplicaban la cantidad correspondiente a
la Armada y a la de la Fuerza Aérea”.202

Esta necesidad de fortalecer y de armar a las fuerzas militares fue vista por ambos diarios
como una necesidad de primer orden. Ante esta situación El Tiempo expresará que “El
ejercito, la marina, la aviación, la colonización, la vialidad hacia las fronteras, las escuelas
vecinas en los territorios vecinos a ellas, deben considerarse después del 1ro de septiembre
como obligaciones ordinarias y normales de la república y no como extraordinarias
preocupaciones para un instante de la vida nacional, que se pudiera resolver con una sola
inversión extraordinaria…”.203 El País, nos dirá que los costos del conflicto han tenido que
subir, debido a la necesidad de armar al ejército, a la marina y a la aviación con los
elementos necesarios para vencer en el conflicto.204

Aun cuando los anteriores elementos de dotación para las fuerzas militares se nota que es
necesario que sean adquiridos prontamente para enfrentar el conflicto, la confianza que
genera en los diarios es muy grande. El País diario de la mañana, demostrará en que la
confianza hacia las fuerzas militares es grande, afirmando en “que es preciso decir una vez
más a la cancillería peruana que sí la razón y el derecho de Colombia no han merecido de

201
El País, diario de la mañana (1933, 13 de abril). “La inerme sociedad de las naciones” [editorial], Bogotá. p. 3
202
Ministerio de Defensa Nacional (Mindefensa), (1994), Conflicto Amazónico 1932-1934. Bogotá, Villegas editores. p. 149.
203
El Tiempo (1932, 10 de noviembre). “Un interprete peligroso”. [editorial] Bogotá. p. 4.
204
El País, diario de la mañana (1933, 9 de abril). “Energía guerrera” [editorial], Bogotá. p. 3
97

ella el respeto debido, las fuerzas militares de nuestro país sí impondrán ese respeto y
sabrán sobrar con indomable altivez el precio de la ofensa moral y el de los perjuicios
materiales que ella entraña”205. El Tiempo por su parte nos habla, en que nuestro ejército
si el conflicto se hubiese profundizado, lo único que hubiera conseguido es extender el
número de triunfos armas de colombianas206.

Además de las características antes mencionadas, es menester resaltar en que la unión es


vista en las fuerzas militares como una realidad tanto por El Tiempo como por El País. El
País diario de la mañana, lo expresará bajo las palabras del jefe del liberalismo en que
“Como justicieramente lo apunta el doctor López, en el ejército nacional, fraternalmente
unidos, luchan los conservadores y los liberales…”207. Esta expresión del diario El País,
nos muestra un punto de unión ya que resaltan no solo la postura del jefe del liberalismo
colombiano, sino que admiten la unión que existe al ver que elementos de ambas
colectividades luchan a favor de la soberanía colombiana. De igual manera a como se
expresan favorablemente la postura de Alfonso López, El Tiempo expresará de igual
manera el nombramiento de Alfredo Vásquez Cobo como encargado militar en la
Expedición de Leticia. De el se afirmaría lo siguiente:

El ministro de Colombia en Francia, Gral. A. Vásquez Cobo, será el jefe de la expedición, y esto se confirma con
la nota oficial al respecto. Se comprende que el general Vásquez Cobo ha sido elegido en esta oportunidad por el
gobierno no solo por sus condiciones de militar, sino por las (grandes) que tiene como diplomático e
internacionalista, conocedor de los problemas en la frontera sur, y natural asesor de los técnicos militares en todo
aquello que se relacione con las dificultades internacionales que pudieran sobrevenir como consecuencia de la
restauración de la soberanía colombiana de Leticia.208

Esta confianza que se ve por parte de El Tiempo, es muy similar a la que el País
profesaba por la opinión de Alfonso López209. De la misma manera, la opinión de El
Tiempo verá con un notable reconocimiento el nombramiento de Vásquez Cobo como jefe
de la expedición del Amazonas.

Las Fuerzas militares, como sujeto, punto de convergencia y confianza de ambos diarios,
sería visto a lo largo del conflicto como un sujeto de primer orden, el cual si bien tenia que
ser fortalecido, contaba con el beneplácito tanto de El Tiempo, como El País quienes

205
El País, diario de la mañana (1932, 20 de octubre). “Los constituyentes del Perú” [editorial], Bogotá. p. 3
206
El Tiempo (1933, 22 de noviembre). “El ejercito de la paz”. [editorial] Bogotá. p. 4.
207
El País, diario de la mañana (1933, 16 de octubre). “Lima y Ginebra” [editorial], Bogotá. p. 3
208
El Tiempo (1932, 27 de diciembre). “Por la paz a la guerra”. [editorial] Bogotá. p. 4.
209
Alfonso López Pumarejo, político y estadista del partido liberal. Nace en Honda el 31 de Enero de 1986, y muere el 20 de noviembre
de 1959 en Londres. Hombre de una notable educación en colegios como el San Luis Gonzaga en Bogotá y el Brighton College en
Inglaterra donde estudia finanzas. Durante el periodo del conflicto con el Perú, su vida política se dedico a la organización del partido
liberal, cargo que venia oficiando desde años antes. Rojas Caballero, S. (2004), “Alfonso López Pumarejo”, disponible en:
http://www.lablaa.org/blaavirtual/biografias/lopepuma.htm, recuperado: 6 de noviembre de 2008.
98

tenían puesta una notable confianza en lo que pudiera desarrollar la institución militar y en
los resultados que la misma pudiera dar para la solución del conflicto en el trapecio.

Es realmente interesante que en este capítulo, a pesar de los orígenes políticos y de las
divergencias ideológicas, los diarios asuman ante el conflicto, una actitud en el discurso en
el que ambos propenden por la cohesión nacional para enfrentar a los peruanos. Incluso
ante actores que generaban grandes recelos como es el caso de Olaya Herrera, se percibe
la necesidad de apoyarlo ante la grave situación en las fronteras, para que esta unión le
permita maniobrar al gobierno con libertad frente al conflicto.
99

4. EL EPILOGO DE UN CONFLICTO

El final del conflicto, no fue otra cosa que el progreso de una solución diplomática que se
había llevado a cabo, la cual terminó por imponerse sobre la opción militar. Sin embargo a
esta opción diplomática fueron muchos los resquicios que vieron algunos, principalmente
diarios de la oposición a Olaya Herrera -El País diario de la mañana- quienes no veían con
buenos ojos la forma diplomática que el gobierno estaba empleando para solucionar el
conflicto. En definitiva la opción militar de luchar por el honor, unía a los diarios más que
el dialogo y la solución diplomática con nuestros vecinos del sur. Igualmente el cese de
hostilidades, y la paz posterior al mismo; al ser hijas del dialogo y la negociación se hacia
menos atrayente para muchos sectores de oposición al gobierno, que veían que una paz
duradera no se hacia en la mesa de negociaciones sino con la imposición hecha por los
generales y sus tropas en el campo de batalla.

La culminación de este conflicto que tuvo en vilo al país durante casi dos años –
septiembre de 1932 a Mayo de 1934- se dio en un completo cambio de actitud de la
contraparte peruana. Esto debido principalmente al deceso del hombre que regia el destino
de los herederos de los incas -Sánchez Cerro-, a manos de un contradictor político,
mientras el hombre fuerte del Perú pasaba revista a sus tropas. Este hecho no solo
desencadenaría la ascensión de un nuevo personaje encabezando el régimen, sino que
trastocaría el curso del conflicto permitiendo con ello una solución por otra vía que no
fuese el choque armado. Lo cual contribuiría in extremis a un acercamiento entre
gobiernos.

4.1. LA CAIDA DE SANCHEZ CERRO

Sin lugar a dudas, la situación entre Perú y Colombia luego de los sucesos de Tarapacá y
Guepí, y las difíciles negociaciones diplomáticas llevadas a cabo en Ginebra habían dado
pocos resultados para llegar a una solución del conflicto entre ambos países. Esta situación
se presentaba en gran medida debido a la intransigencia y la reiteración de la violación del
tratado Lozano-Salomón de 1922, por el gobierno presidido por el general Luis Miguel
Sánchez Cerro. No obstante un hecho fortuito ocurre en el Perú y trastoca de manera
significativa al Perú y su posición en el conflicto. Este hecho de notable importancia no
fue otro que el atentado acaecido sobre la figura de Sánchez Cerro, por parte de un joven
opositor vinculado al movimiento Aprista. Este atentando llevado a cabo el 30 de abril de
100

1933, luego de una revista militar en la que Sánchez Cerro veía a las tropas que se iban a
ser enviadas a enfrentar a las tropas colombianas en el trapecio amazónico. El resultado
del atentado fue la muerte de Sánchez Cerro y del joven aprista ultimado por la guardia del
presidente.210

Los diarios expresarán dos ideas fundamentales, la primera en lo que respecta al deceso
de Sánchez Cerro y la naturaleza de este tipo de suerte para el mandatario de los peruanos.
Y la segunda, es las perspectivas que ven los diarios acerca del cambio de régimen y lo
que este puede sobrevenir en el conflicto con el deceso de este sujeto.

Frente al deceso de este hombre, expresarán en el caso de El Tiempo que: “La vida de
Sánchez Cerro, cruzada de heridos, tenia su destino claro. Y este se ha cumplido. Tuvieron
que agregar un atentado criminal a la historia de América para castigar los que se hicieron
contra el pueblo, y para prevenir los que estaban ya en la cabeza del verdugo peruano”211.
Por su parte El País, dirá que la culpabilidad del conflicto fue y será de Sánchez Cerro,
pero no expresa ni su aprobación ni su rechazo con respecto al incidente.

En cuanto a las posibilidades que se ven en el futuro del conflicto luego de la


desaparición material de Sánchez Cerro, los diarios concuerdan expresando que el
porvenir no depende de este deceso, sino que había que tener una actitud de espera,
mientras que el próximo gobernante fije su postura frente al conflicto. Los dos diarios
concordaran en que con o sin Sánchez Cerro, nuestro país tiene que estar igualmente
preparado para proseguir el conflicto. El Tiempo declarará que “Colombia no tenia una
guerra con Sánchez Cerro sino una guerra provocada por Sánchez Cerro, pero con el Perú.
La guerra seguirá, mientras la paz no venga de donde debe venir: de ese lado de la
frontera”212. El País manifestará algo similar al proclamar que “Con Sánchez Cerro o con
Oscar Benavides nuestra posición jurídica permanece la misma, porque nuestros derechos
no se altera, cualesquiera que sean los hombres y los partidos que en la vecina república
asciendan al poder…”.213 De esta manera aunque el homicidio cometido por el joven
aprista acaba con la vida del gobernante peruano, los diarios permanecen estáticos y
aunque ven con expectativa la suerte del conflicto, expresan que el devenir del mismo se
fundamenta en un cambio de actitud del gobierno limeño frente al conflicto.

210
Ministerio de Defensa Nacional. Conflicto Amazónico 1932 – 1934, Bogota, Villegas Editores, 1994. p. 203.
211
El Tiempo (1933, 1 de mayo). “La muerte de Sánchez Cerro” [editorial], Bogotá. p. 4.
212
El Tiempo (1933, 1 de mayo). “La muerte de Sánchez Cerro” [editorial], Bogotá. p. 4.
213
El País diario de la mañana (1933, 3 de mayo). “La guerra con el Perú” [editorial], Bogotá. p. 3.
101

4.2. LA ASCENCIÓN DEL GENERAL BENAVIDES

La muerte de Sánchez Cerro provoca la ascensión al poder en el Perú del General Oscar
Benavides. Este hombre notablemente recordado en Colombia, por ser el jefe de las tropas
peruanas en el Putumayo y por dirigir una operación contra las tropas colombianas en el
año de 1911, causando algunas bajas y tomándose el sitio conocido como La Pedrera. Este
recordado personaje genera algunos temores en el diario El País, ya que se le considera
como un hombre peligroso, por ser un posible continuador de las políticas en el trapecio
amazónico seguidas por su antecesor. El País dirá frente a él que “…Oscar Benavides es la
prolongación acaso mas inteligente y sagaz de quien en el momento de caer pasaba revista
a veinte mil voluntarios para ir al Putumayo y al Amazonas a defender la ocupación
criminal de territorios colombianos; era el general en jefe de las tropas invasoras y de las
que se dirigían a marchar contra las nuestras…”.214 En cambio El Tiempo lo mirará desde
un principio con ojos benevolentes afirmando que “El general Benavides ha combatido,
como comandante, contra una guarnición colombiana en el Caquetá. Ha vivido largo
Tiempo en Loreto, conoce los problemas del Oriente peruano, y tal vez en su juventud
contribuyo a crearlos y a exaltar los sentimientos de la región contra nosotros. Pero el
general Benavides, desterrado muchos años en Europa y últimamente encargado de la
misión diplomática en Londres, no solo ha llegado a la madurez sino que incomparable un
hombre menos arbitrario y más ponderado que el enfermo mental que murió ayer en
Lima…”.215 Estas reacciones entre el temor que inspira en el diario El País, y la esperanza
de encontrar un hombre más centrado y cercano a una solución pacifica, que lo que había
sido Sánchez Cerro durante su mandato.

Luego de este resquemor ante la ascensión de Benavides, muestra que la forma como se
debe proceder con este nuevo gobierno difiere entre uno u otro periódico. Mientras El País
dice que toca esperar el resultado aunque sin descuidar la preparación militar, afirmando
que: “Mientras el nuevo gobierno peruano define, con la nitidez indispensable su actitud
ante el asalto del primero de septiembre último, y se declara, francamente, amigo o
enemigo de la lucha armada que nos provocó su antecesor. Colombia continuará lista para
repeler cualquier ataque y, al propio tiempo, preparándose para vencer a su adversario, en
todos los sitios y fronteras a donde sea menester llevar la guerra para salvaguardar nuestro

214
El País diario de la mañana (1933, 12 de mayo). “La paz López-Benavides” [editorial], Bogotá. p. 3.
215
El Tiempo (1933, 1 de mayo). “La muerte de Sánchez Cerro” [editorial], Bogotá. p. 4.
102

derecho sobre la ribera amazónica”.216 El Tiempo no tomará una actitud de expectativa


sino de resolución diciendo que la caída de Sánchez Cerro, es el momento propicio para
“hacer una guerra a fondo, tomar la ofensiva, movilizar, todos nuestros recursos
precipitarnos a la aventura máxima sin hacer una sola reserva”.217 Esta actitud tanto de El
Tiempo, como de El País cambiaría con la irrupción de un nuevo personaje a la escena
política del conflicto, el cual es llamado por el general Benavides para discutir el problema
del conflicto.

La amistad entablada durante varios años entre Benavides y el jefe del liberalismo,
Alfonso López Pumarejo, cuando ambos representaban a sus respectivos países ante la
Gran Bretaña, hizo que se posibilitara un acercamiento cuando Benavides ascendió al
poder.218 Este encuentro entre estos dos lideres, se dio el 14 de Mayo en donde surgió la
posibilidad de un arreglo pacifico al conflicto. El País dirá sobre este encuentro que:

<<Los traidores a la patria>> que en la asamblea de Antioquia y en los periódicos antigobiernistas reclamaran del
poder ejecutivo respeto por la constitución y leyes –fundamento del orden interior- estarían seguramente en la
picota publica si hubieran hecho ante el Perú por espontánea y personal iniciativa, solicitudes de paz.219

De acuerdo a lo anterior El País nos expresará una crítica, afirmando que sí ellos –
cercanos al conservatismo de oposición- impulsaran una formula como la adelantada por
López Pumarejo ante Benavides, su acercamiento al líder vecino, sería visto como un acto
de traición. Pero en el caso de López esta intermediación es bien vista por motivos de
partido, incluso la anterior critica conducirá a este diario conservador a conjeturar que “la
guerra con el Perú sirve en estos instantes –tres días antes de las elecciones- para reclutar
labriegos conservadores y para alejarlos de las urnas por tan <<patriótico>> motivo”.220
Estas acusaciones de El País, acerca de que el conflicto solo contribuyó a sostener al
partido gobiernista en el poder y que se utilizó como medio para fortalecer el régimen,
incluso se expresará que probablemente los dineros y soldados conservadores, en el caso
antioqueño, que debían combatir a los invasores, terminaran siendo el yugo de sus propios
copartidarios.221

Estas acusaciones que se le hacen a los intentos de la paz de López, El Tiempo los
desestimará afirmando que: “…Sí al mensaje pletórico de gentilezas, del presidente del

216
El País diario de la mañana (1933, 3 de mayo). “La guerra con el Perú” [editorial], Bogotá. p. 3.
217
El Tiempo (1933, 6 de mayo). “La gran ofensiva nacional” [editorial], Bogotá. p. 4.
218
Torres, C. (1994). Grandes agresiones contra Colombia, Bogotá, Martínez Roca. p. 124.
219
El País diario de la mañana (1933, 12 de mayo). “La paz López-Benavides” [editorial], Bogotá. p. 3.
220
El País diario de la mañana (1933, 12 de mayo). “La paz López-Benavides” [editorial], Bogotá. p. 3.
221
El País diario de la mañana (1933, 12 de mayo). “La paz López-Benavides” [editorial], Bogotá. p. 3.
103

Perú pidiéndole que fuera a Lima contestará el doctor López con una negativa, qué arma
colocamos en manos del Perú! Mañana pudieran decir con razón nuestros adversarios que
Colombia había rechazado la generosa iniciativa del general Benavides a favor de la
paz.”.222 De igual manera nos señalará El Tiempo, que las acusaciones hacia la gestiones
de Paz, se deben a ataques políticos al dirigente liberal, los cuales van por el camino
sectario y antipatriótico. El Tiempo afirmará que: “…El jefe del partido liberal esta
condenado por razones elementales de reacción política a ser obligado blanco de los
francotiradores de la derecha, que antier hacían humorismo sarcástico porque no se
preocupaba, por la suerte del país en sus negocios exteriores, y que hoy, ante una
intervención suya sensacional y revolucionaria, encuentran un motivo de regocijo
malévolo en cada una de las posibilidades de fracaso, que miden con alegra
desesperación…”.223

De este modo se presenta un cambio fundamental, en lo que concierne a los dos diarios
aquí expuestos. Sí bien durante el periodo militar se da un apoyo de los dos diarios a
retomar Leticia, por medio de las armas, y durante las negociaciones diplomática se
comienza a ver cierta apatía del diario El País, hacia la paz por estos medios. En el
momento en que se encara una posibilidad de arreglo bajo la intermediación de Alfonso
López como facilitador ante el gobierno de Benavides, el rechazo en el diario El País crece
e incluso este diario acusa al conflicto mismo de ser utilizado como medio del régimen
que domina Colombia para seguir imponiendo sus políticas. Igualmente mientras las
criticas de este sector del periodismo arrecian, El Tiempo avalará las propuestas de paz y
afirmará que lo que ocurre es que los ataques políticos partidistas se han hecho fuertes y
que son las razones para oponerse a la formula de paz entre López y Benavides.

4.3. EL ACUERDO EN GINEBRA Y EL CESE DE HOSTILIDADES

Los resultados favorables en Tarapacá y Guepi, los buenos resultados diplomáticos en


Ginebra, la muerte de Sánchez Cerro, la ascensión del General Benavides y el viaje de
López Pumarejo a Lima a entrevistarse con su amigo y nuevo mandatario de los peruanos,
facilitaron en gran medida unos acuerdos que permitieron que el Perú tomará una posición
favorable hacia el cese de hostilidades.224 De tiempo atrás, 18 de Mayo de 1933, había

222
El Tiempo (1933, 17 de mayo). “Ginebra y Lima” [editorial], Bogotá. p. 4.
223
El Tiempo (1933, 13 de mayo). “El partido de la paz” [editorial], Bogotá. p. 4.
224
Donadío, A. (1995), La guerra contra el Perú, Bogota, Planeta, p. 286.
104

surgido una propuesta de arreglo recomendada por el Consejo de la Liga de las Naciones.
Esta propuesta en la que se le pedía al gobierno del Perú, el desalojar Leticia, dejar de
prestar apoyo a los amotinados e iniciar conversaciones con Colombia fue finalmente
aceptada, y suscrita el 25 de Mayo de 1933 en Ginebra, con la firma del pacto
ginebrino.225

1. Colombia y el Perú aceptan las recomendaciones aprobadas por la Sociedad de las Naciones el 18 de Mayo.
2. La sociedad de Naciones designaría una comisión para que, en un plazo de 30 días, se hiciera cargo, a nombre
de Colombia, de la administración de Leticia, previo retiro de las fuerzas peruanas. La comisión asignada actuaría
allí, máximo por un año.
3. Las partes en conflicto iniciarían negociaciones informando de ello a la Sociedad de las Naciones.
4. La aceptación de esta formula implicaba para las partes ordenar a sus tropas el término inmediato de
hostilidades.226

Frente al acuerdo en Ginebra, las posiciones de ambos diarios, que en el principio de


conflicto habían mostrado similitudes y que con la llegada de Benavides al poder en Perú
mostraban algunas divergencias, con los acuerdos en Ginebra se romperá la tregua entre
los diarios y se procederá a entablar críticas de un aspecto implacable. El diario El País no
se hizo esperar en sus críticas al manifestar que este acuerdo alcanzado en Ginebra es
“…la formula aceptada por nuestro gobierno en Ginebra, entraña la revisión del Tratado
con el Perú”.227 Incluso se afirmará en que el tratado fue una derrota de nuestro derecho y
que “Leticia, durante el año que empieza mañana, no significará para los colombianos,
sino la desnudez de la derrota cubierta con el velo equivoco de la paz ginebrina”.228 Este
rechazo al acuerdo de cese de hostilidades contrastará con la posición asumida por El
Tiempo, quien verá en el acuerdo un triunfo del derecho no solo colombiano sino mundial,
afirmando que “La firma del armisticio colombo-peruano señala una fecha histórica para
los dos pueblos beligerantes y para la institución ginebrina, que obtiene su más franco
hito, gracias a la cooperación debida y voluntariamente -aunque fuese obligatoria por un
tratado publico- que ha prestado Colombia a la nueva jurisprudencia que condena la
guerra…”.229 El aparte anterior muestra en definitiva que el triunfo del derecho
colombiano a abierto la puerta a una solución del conflicto, obviamente la solución y el
aval de El Tiempo, como ya hemos visto no estuvo en sintonía con lo expresado por El
País. De esta manera la paz diplomática mientras la opción militar acercaba en el
transcurso del conflicto a ambos diarios.

225
Vásquez Cobo, A. (1985), Pro patria la expedición militar al amazonas en el conflicto de Leticia. Bogotá, Banco de la República. p.
34.
226
Ministerio de Defensa Nacional (Mindefensa), (1994), Conflicto Amazónico 1932-1934. Bogotá, Villegas editores. pp. 233-234.
227
El País diario de la mañana (1933, 27 de julio). “El sentido de la paz” [editorial], Bogotá. p. 3.
228
El País diario de la mañana (1933, 19 de junio). “El oscuro dominio” [editorial], Bogotá. p. 3.
229
El Tiempo (1933, 25 de mayo). “La paz” [editorial], Bogotá. p. 4.
105

Nunca creímos en el acierto de nuestros gobernantes al aceptar una solución distinta de la entrega inmediata e-
incondicional de Leticia…230

El País diario de la mañana, expresará en que el cese de hostilidades es una derrota ya


que tenía una perspectiva distinta de lo que debía ser el acuerdo. De ello se afirmaría que
un verdadero acuerdo, para ser mirado con respeto debía contener, entre otras cuestiones,
el reconocimiento de los derechos territoriales colombianos en lo fijado como propiedad
colombiana. Este diario también nos expresa en otros apartes que el acuerdo debía hacerse
luego de la entrega Leticia incondicionalmente e incluso que nuestros vecinos debían
pagar una compensación en metálico por los daños causados con la toma de Leticia del 1
de septiembre de 1932.

El periodo que se inaugura con la firma del armisticio en Ginebra y que termina en Mayo
de 1934 con la firma de la paz en Río de Janeiro, es sin duda alguna un periodo
convulsionado en el que el conflicto lejos de unir a ambos periódicos, termina por
separarlos en sus concepciones acerca de lo que fue y es el periodo de cese de hostilidades
y de exclusivas negociaciones diplomáticas entre ambos gobiernos. En estos momentos
las acusaciones de parte y parte se hacen cada vez más punzantes.

Durante el periodo comprendido entre la firma del acuerdo ginebrino y la Paz de Río, El
diario El País, expresará sobre el conflicto que este se dio por qué “…Hubo un gobierno
tan torpe, tan paralítico, tan descuidado en la defensa de las fronteras patrias y tan
negligente -criminalmente negligente en evitar los peligros anunciados con anticipación de
un año y siete meses- ordenó el retiro de la tropa y de los cañoneros que vigilaban sobre el
cuadrilátero para impedir las pérfidas asechanzas del Perú”.231 Durante este periodo al que
hemos hecho mención como el periodo de cese de hostilidades, no solo se le atacará al
gobierno en su supuesta irresponsabilidad al desguarnecer Leticia, sino que también se le
acusará de otros tres errores. El primero, no hacer todo lo que estaba a su alcance para
solucionar el conflicto sino el conformarse solo con el acuerdo al cual se le calificará de
manera severa. Frente a esto el diario dirá que: “El poder ejecutivo tuvo recursos
suficientes para llevar a la frontera ocho o diez mil hombres que le hubieran dado a la
república una paz duradera y definitiva, acorde con las tradiciones nacionales, en vez de
"la paz mediocre y melancólica" firmada por nuestro gobierno”.232 El segundo se
comienzan a hacer presentes las críticas acerca de las dificultades que han sufrido los

230
El País diario de la mañana (1934, 2 de abril). “La paz o la guerra” [editorial], Bogotá. p. 3.
231
El País diario de la mañana (1934, 3 de mayo). “Las bases del arreglo” [editorial], Bogotá. p. 3.
232
El País diario de la mañana (1933, 24 de junio). “La herida interior” [editorial], Bogotá. p. 3.
106

conservadores por parte del gobierno y de los liberales en general. Es menester aclarar que
en este momento, entre el cese de hostilidades y la Paz de Río, se retoma de manera
pronunciada la crítica a la persecución conservadora por parte del gobierno y de elementos
afines a él. Criticas que se hacían de manera muy fuerte antes del inicio del conflicto. De
esta persecución dirá El País que “…los "enemigos de la paz" dándole a esta palabra el
significado que le entregan nuestros adversarios no somos los conservadores que hemos
venido sufriendo en estos tres abominables años desde el siete de agosto de 1930, toda una
serie de vejámenes por parte de las autoridades del liberalismo, de sus conductores y de
sus populachos”.233 El tercero, será la acusación de que el gobierno uso la guerra para su
propio beneficio, utilizando al conflicto como un mero instrumento para sostenerse en el
poder y para acallar a sus opositores.234

Estos errores monumentales como los catalogará en su momento el diario El País,


tendrán su contraparte con las afirmaciones que hará El Tiempo, en donde dirá que la paz
humillante de la que habla El País, es una paz en la que la colaboración de los
conservadores no se dio, ya que los opositores han dejado solo al gobierno y no han
cumplido con el deber de ayudar a solucionar los problemas de la nación.235 Igualmente El
Tiempo señalará en que no todos los conservadores fallaron a su deber y que algunos si le
cumplieron a la patria. De ellos dirá que “Afortunadamente para la unidad nacional y para
la república no todos los conservadores estaba de acuerdo con esa política de no
cooperación total, y tuvimos en el frente militar al general Vásquez, y en el diplomático a
los doctores Valencia y Urdaneta Arbeláez, representado altivamente un núcleo e ideas
que pertenece al país… Este sistema político de rehuir la responsabilidad es lo que ha
provocado la quiebra del conservatismo de oposición”.236 Sin embargo aun cuando se
expresa la notable importancia que estos conservadores hallan participado en la resolución
del conflicto, El Tiempo expresará de manera tajante que el honor de la republica y el
haber conseguido la paz, ha sido gracias a las gestiones del gobierno y del partido
liberal.237

Sin embargo durante este periodo auque las críticas arreciaron de manera significativa de
parte y parte; y se mantuvieron las pugnas entre estos dos diarios, adjudicándose unos la

233
El País diario de la mañana (1933, 7 de junio). “Los enemigos de la paz” [editorial], Bogotá. p. 3.
234
El País diario de la mañana (1933, 15 de junio). “La frontera” [editorial], Bogotá. p. 3.
235
El Tiempo (1933, 28 de mayo). “Los irresponsables” [editorial], Bogotá. p. 4.
236
El Tiempo (1933, 28 de mayo). “Los irresponsables” [editorial], Bogotá. p. 4.
237
El Tiempo (1933, 7 de junio). “La marcha por la paz” [editorial], Bogotá. p. 4.
107

paz a los liberales y otros colocando al cese de hostilidades como un acto ignominioso, en
la que el conservatismo enfatizará que salva su responsabilidad, ambos diarios expresaron
de una manera significativa un reconocimiento a los hombres en armas. El Tiempo
agradecerá la labor de las tropas al afirmar que “La guerra en el Amazonas, a pesar de
realizarse con armas de la mayor perfección mecánica, vuelve otra vez a colocar a los
hombres sobre el plano de la heroicidad”.238 Este calificativo de exponentes de la
heroicidad no solo se hará presente en el discurso de El Tiempo, sino que su contraparte,
El País se referirá a los soldados catalogándolos de exponentes de la nación. Sin embargo
afirmará que la paz obtenida ha sido una afrenta a su valor y su bravura, ya que según El
País “La paz de ayer constituye un sacrificio estéril de las victorias alcanzadas por
nuestros soldados y una ingenua y peligrosa concesión a la perfidia de nuestros
tradicionales enemigos”.239

El diario conservador a pesar de su mordaz pincelada hacia el gobierno admite de manera


efectiva en que la bravura y la entrega de los soldados son algo digno de resaltar como lo
hará El Tiempo. No obstante el choque entre estos diarios y las posturas políticas que
representan los mismos irán encaminadas a una cada vez mayor agudización de los
reproches y los ataques a la contraparte tanto en su desenvolvimiento en el conflicto como
en sus responsabilidades frente al mismo.

4.4. LA PAZ DE RIO

Pasado un año de la firma de los acuerdos en Ginebra que permitieron el cese de


hostilidades, en los días previos a que se cumpliera el plazo de un año, fijado por el
acuerdo ginebrino estaban a punto de ver el final. A partir de instante se comienza a ver
que la suerte de la paz es difusa, ya que en el caso hipotético en que se acabe el acuerdo
podían iniciarse de nuevo las hostilidades entre ambos países, Colombia y el Perú.

A partir de los primeros días de abril, ya teniendo como cercano el fin del plazo fijado,
surge una propuesta para extender el plazo de la comisión de la Liga de las Naciones, y
para que esta mantenga por un tiempo más la posesión de Leticia. La reacción en ambos
diarios no se hizo esperar, con un rotundo rechazo a este tipo de formula. El Tiempo
expresaría que concuerda con el canciller Urdaneta Arbeláez en que: “Colombia no aceptó

238
El Tiempo (1934, 26 de marzo). “Con un ojo en el sur” [editorial], Bogotá. p. 4.
239
El País diario de la mañana (1933, 26 de mayo). “LA responsabilidad” [editorial], Bogotá. p. 3.
108

ni aceptará en ningún caso esa prorroga, por breve que ella sea”.240 De la misma manera.
El País diario de la mañana, frente a la propuesta peruana, concordaría con la posición
oficial y la del diario EL Tiempo en que: “…no admitirá la prolongación del mandato un
minuto más allá del termino fijado en la formula suscrita por los dos países en el mes de
mayo ultimo”.241

A pesar de este impase y de los vientos de guerra que empezaban a manifestarse, con el
posible restablecimiento de hostilidades, sí el plazo de la formula ginebrina no se cumplía
para fijar un acuerdo de paz. Se firma la paz de Río el 24 de Mayo de 1932. En la cual se
acuerda lo siguiente:

1° El gobierno del Perú deplora los sucesos ocurridos en Leticia el primero de septiembre…
2° Ambos países renuncian a la fuerza como solución de sus problemas internacionales…
3° Se adelantarán, por la vía diplomática, en Bogota y en Lima, conversaciones tendientes a buscar un definitivo
buen entendimiento entre los dos países, sobre la base de los tratados en vigor, para buscar una solución, justa,
duradera y satisfactoria….
4° Se pactaran convenios comerciales…
5° Desmilitarización de las fronteras del Perú y Colombia
6° Se nombrará una comisión de control que vigile el cumplimiento el pacto, la cual podrá actuar en mambos
países…
7° Derecho de apelación a la Corte Permanente de la Haya.242

Estas cláusulas del acuerdo de Paz conocido como la Paz de Río, generaron dos
posiciones en los diarios, una a favor del tratado calificándolo de que: “El acuerdo
concluido entre Colombia y el Perú es un gran triunfo para la civilización”.243 Como del
lado opositor representado en el diario El País, en donde se afirmará que: “La Paz de Río
no es la que merecía ni la que deseaba el pueblo colombiano. Ella ha sido realizada con un
infinito desdén de la opinión pública, quebrantando santas obligaciones democráticas del
poder ejecutivo con el pueblo que gobierna”.244

240
El Tiempo (1934, 1 de abril). “La prorroga de Ginebra” [editorial], Bogotá. p. 4.
241
El País diario de la mañana (1934, 2 de abril). “La paz o la guerra” [editorial], Bogotá. p. 3.
242
El País diario de la mañana (1934, 19 de mayo). “Esa paz…” [editorial], Bogotá. p. 3.
243
El Tiempo (1934, 21 de mayo). “El triunfo del derecho” [editorial], Bogotá. p. 4.
244
El País diario de la mañana (1934, 19 de mayo). “Esa paz…” [editorial], Bogotá. p. 3.
109

16. Imagen. Extraída de El País, diario de la mañana, (1934, 18 de mayo). “La paz esta asegurada” [Caricatura]. Bogotá. p.1.

Estas obligaciones a las que se refería El País, y que se afirma que el gobierno
desconoció son dos. El primero es que no existió ningún tipo de reparación de los daños
sufridos por Colombia. Y Segundo es que mientras Leticia no vuelva a las manos de
Colombia no se puede admitir que bajo ningún sentido pueda estar el tratado, o pueda ser
modificado por la corte de la Haya.245

Igualmente continuarán las criticas políticas entre los diarios, y la paz de Río nos
devolverá al eterno retorno mostrando que el conflicto tan solo fue un momento de tregua
en los ataques entre los diarios El País y El Tiempo, y en menor medida El Colombiano,
ambos representantes de una colectividad política antagónica una de la otra. En definitiva
el conflicto con el acuerdo de Ginebra de 1933, iniciará las criticas entre si hasta que todo
vuelve a quedar en materia de ataques al opositor igual que antes del inicio del conflicto.

245
El País diario de la mañana (1934, 17 de mayo). “Las condiciones de la paz…” [editorial], Bogotá. p. 3.
110

CONCLUSIONES

El conflicto amazónico constituyó, sin duda alguna, un hecho muy importante en la


historia de los años 30 en Colombia. Ya que él mismo, durante el primer lustro de la
década de los 30 mantuvo en vilo a la población colombiana y fue ampliamente abordado
por los periódicos de la época. Tan solo con mencionar el caso de El Tiempo durante
septiembre de 1932 a mayo de 1934, escribió cerca de 320 editoriales en los que se hacia
una clara mención al conflicto, sus actores, sus intereses y opiniones frente al problema
surgido por la toma de Leticia. El País diario de la mañana, también giró sus cifras
alrededor de 250 mas o menos, editoriales escritas sobre el conflicto. Esto demostraría que
la importancia del conflicto en los diarios, fue muy grande.

Las conclusiones de esta tesis son muchas y muy diversas en cuanto abarca un periodo
extenso, casi dos años en los que la prensa le dio un tratamiento privilegiado al conflicto.
Pero la principal de estas conclusiones es que la unión en el conflicto entre los diarios –El
Tiempo, El País diario de la mañana y El Colombiano-, se dio pero no como una unión
irrestricta e incondicional. Sino todo lo contrario, esta unión se dio más como una breve
tregua en los ataques que se daban entre los diarios antes del conflicto, al menos en sus
editoriales, y se pasa a apoyar las decisiones del gobierno, en el caso de la oposición, y a
la necesidad de presentar un frente único, en el caso de los liberales, para enfrentar el
peligro que se cernía sobre las posesiones amazónicas colombianas, luego de la toma de
Leticia el 1 de septiembre de 1932. Ante todo cabe aclarar que esta unión giró más en el
punto de defender por medio de la fuerza las fronteras, en este caso los diarios El Tiempo,
El País y El Colombiano; ya entrado el periodo de las negociaciones diplomáticas y
cuando éstas comienzan a convertirse en la solución del conflicto, se presenta poco a poco
la fractura en la tregua de los diarios y comienzan a hacerse recriminaciones mutuas, tanto
contra la posición asumida por los diarios, como ataques a sus principales exponentes
políticos. En el caso de la oposición atacar al gobierno y sus más cercanos colaboradores.
Y El Tiempo, procederá a recriminar la institucionalidad del partido conservador, su
postura como fuerza opositora y a sus principales exponentes políticos.

Aun cuando nuestra conclusión principal fue presentada con anterioridad, surgen algunas
conclusiones un poco más específicas de lo que fue la prensa durante el conflicto. La
primera de ellas, es que el matiz político de la prensa juega un papel muy importante en la
postura que asumen las editoriales de los diarios frente a los sucesos que ocurrían en el
111

conflicto. Esto bien se puede ver en las simpatías y antipatías que los diarios expresaban.
Es el caso de los apoyos que hace el diario El Tiempo al gobierno y sus políticas, así como
el respaldo que da El País y el Colombiano en donde apoyan algunas ediciones del
gobierno pero haciendo la salvedad de que sus posturas son criticas y de oposición a las
directrices que pueda asumir el gobierno, en este caso sería un apoyo condicionado.

Siguiendo con ellas la segunda, es que el conflicto presentó un punto interesante, el cual
es el apoyo que se le hace a la propuesta de enfrentar militarmente al mismo. Igualmente
el júbilo que se presenta ante sucesos como Tarapacá y Guepi, se hace presente en los
diarios de una manera irrestricta. Sin importar sí El Tiempo es liberal cercano al gobierno,
su jubilo es un jubilo igual de grande al que presenta El País y El Colombiano, donde
también se expresa su regocijo por los resultados favorables de los encuentros armados
entre los dos contendientes, Perú y Colombia.

Una siguiente conclusión es que sin duda alguna, la opinión política de los diarios está
fuertemente ligada a su origen político. Esto se presenta de una manera muy fuerte en el
que los diarios durante el conflicto, incluso cuando más están exaltados los ánimos para la
empresa de la defensa nacional, reconocen su filiación política a favor o en contra del
gobierno. E igualmente se presentan como voceros reconocidos de colectividades
políticas, El Tiempo liberal gobiernista, El País y El Colombiano conservadores
oposicionistas.

Otra conclusión, fue que el conflicto amazónico fue sin duda alguna un hecho de una
importancia capital para los diarios. Es en los momentos en los que se inicia el conflicto
cuando reaccionan de una manera fuerte, convocando al patriotismo de los colombianos,
buscando que ellos asumieran que el conflicto les interesaba a todos y que había que
enfrentarlo uniendo a todos los colombianos, ya que el problema era un asunto nacional.

Continuando con las conclusiones la quinta nos hace presente que sobre los derechos que
Colombia esgrimía y que los diarios expresaban sobre tres tipos de derechos. Uno es el
derecho moral, asumiendo que la posesión de Leticia era la posesión de un territorio que
era nuestro, por nuestras virtudes pacifista, al menos así lo asumían los diarios, y por
nuestro honor de país de tradiciones democráticas y de respeto a los compromisos
internacionales. La segunda, es obviamente los derechos jurídicos que se asumían como
aquellos derechos consignados en el tratado de límites de 1922, y que ambos diarios no
112

discuten sino que apoyan al mismo tratado colocándolo como la piedra angular de
nuestros derechos territoriales. Y el tercer presentando a que nuestros derechos nos exigen
otro que es la represalia, ya que los diarios asumían en que el tratado es inviolable y que
jamás puede discutirse la validez del mismo, igual los diarios nos plantean que los
derechos de Colombia hacen que en la situación la razón pura está de nuestro lado.

Una sexta conclusión es que se presenta al Perú, tanto en El Tiempo, como en El País y
El Colombiano, a Perú como un pueblo débil moralmente, perseguido y oprimido por un
militar al que se le calificaría de pérfido y amoral. De esta manera la construcción del
enemigo, se hace de acuerdo tanto a las virtudes con las que se presenta al pueblo
colombiano y a sus instituciones como a los defectos y vicios que los diarios presentan
acerca de la forma de actuar al gobierno peruano. Sin embargo se asumirá que el pueblo
peruano, es un pueblo oprimido a quien es necesario liberar. Esta postura será presentada
por los diarios de manera similar. Al igual a como se asumen los peruanos como enemigos
de Colombia por tradición, incluso se habla de la enemistad entre Colombia y el Perú
desde los momentos mismos de la independencia de ambos países, se habla del pasado
glorioso al enfrentarlos, recordando tanto El País, El Tiempo y El Colombiano; a Bolívar,
a Sucre y la batalla del Porteté Tarqui, como exponentes de una tradición en la que Perú es
el enemigo de Colombia. Obviamente esto obedece a la construcción de sujetos en los que
se muestra por un lado quien es el enemigo y sus defectos, y por el otro lado quienes
somos nosotros y nuestras virtudes.

Una octava conclusión es el tratamiento que los diarios le dan a dos sujetos
fundamentales, el gobierno y el ejercito. Frente al primero la postura resulta de apoyo por
parte de los diarios, pero asumiendo cada uno de ellos y dejando en claro que una cosa es
el apoyo que le hacen unos por solidaridad política, otra porque el futuro del país lo
amerita, pues es necesario protegerlo del enemigo exterior. Y por otro lado, está el
Ejército, a este actor ambos diarios aun entendiendo las dificultades que este actor tuvo
para desempeñarse, también reconocen y exaltan su labor glorificándolo como un actor de
primer orden. Es menester aclarar que los diarios sin ningún tipo de distingo elogiaran la
labor de los militares y sus hazañas. De igual manera los alabarán como los héroes de la
nacionalidad. Igualmente se tratará a los militares de esta manera, tanto en la confianza
que se les da al inicio del conflicto hablando de ellos sobre su pasado glorioso, así como
del momento del arribo de la expedición amazónica en donde se reafirma la confianza
113

hacia esa institución, así como luego de los encuentros militares y al final del conflicto,
donde los diarios hacen su reconocimiento y exaltan sus valores en la defensa del país.

Por último a pesar de la unión que se venía dando y como ya lo habíamos expresado, el
fin del conflicto se dio por la vía diplomática. Sin embargo, esta vía no fue del agrado de
algunos diarios de oposición, en donde plantearían a esta opción como una traición a la
patria y al honor de la misma. De todas maneras, el conflicto termina por este medio
llegando al mismo punto del que habíamos partido en septiembre de 1932, expresando
cada uno de los diarios recriminaciones a sus opositores políticos y a las formulas e ideas
que ellos tengan. De esta manera para la prensa el conflicto tuvo una importancia
grandísima y ella quedó expresada en la tregua momentánea entre estos diarios en pos de
la defensa del territorio colombiano, la cual se dio durante el periodo más agitado del
conflicto amazónico.
114

BIBLIOGRAFIA

PRENSA- FUENTES PRIMARIAS

El Colombiano, Enero-Marzo 1933.


El País, diario de la mañana, 1932-1934
El Tiempo, 1932-1934.

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