La enfermedad de Alzheimer (EA) es una enfermedad neurológica encuadrada
en el grupo de las neurodegenerativas (son las que producen degeneración de las células esenciales del sistema nervioso, las neuronas). Es la enfermedad que más frecuentemente causa demencia senil (pérdida de facultades mentales en el anciano). Este hecho ha propiciado que se iguale demencia senil a EA y viceversa. La enfermedad de Alzheimer tiene un pico de aparición (incidencia) creciente a partir de los 70 años de edad. Es relativamente rara por debajo de los 65 años, aunque hay casos descritos con inicio, excepcionalmente atípico, en la juventud. El hecho de que afecte más a ancianos ha igualado erróneamente envejecimiento a enfermedad de Alzheimer. No todos los ancianos sufren Alzheimer, ni la enfermedad de Alzheimer ocurre solamente en ancianos. El hecho de que haya enfermedades con una diana etaria preferencial no es algo raro: hay enfermedades que solamente ocurren en la edad infantil, algunas que ocurren con la madurez, etc. La enfermedad de Alzheimer produce una degeneración neuronal que afecta principalmente a neuronas altamente especializadas encargadas de realizar las funciones que más nos caracterizan como seres humanos. De hecho, la enfermedad de Alzheimer como tal parece propia de los seres humanos Causas del Alzheimer ¿Por qué se produce? No se conoce completamente cuáles son las causas del Alzheimer y porqué se produce la enfermedad. En los cerebros de personas afectas de demencia por enfermedad de Alzheimer se han identificado depósitos anormales de dos proteínas que forman agregados e inclusiones, desestructurando la arquitectura cerebral. Estas proteínas se denominan beta-amiloide y proteína tau. Los síntomas de la enfermedad de Alzheimer Los síntomas de la enfermedad de Alzheimer suponen la pérdida progresiva de las funciones propias del cerebro y que nos permiten la relación con el medio. Se denominan en conjunto funciones cognitivas (literalmente, “funciones del pensamiento”) e incluyen entre otras memoria, lenguaje, orientación visual y temporal, atención y planificación. También afecta a las capacidades emocionales y conductuales tales como la motivación, ánimo, percepción de la realidad y sueño. Los síntomas se desarrollan de manera gradual y progresiva. En un gran número de personas afectas de enfermedad de Alzheimer, los primeros síntomas ocurren en relación con su capacidad para memorizar cosas nuevas. Esta función cognitiva se denomina memoria episódica o autobiográfica. La persona no es capaz de recordar hechos recientes y además no se incrementa sustancialmente su capacidad para recordar si le ayudamos con pistas o ponemos el hecho a recordar dentro de un contexto. Es esta incapacidad para utilizar claves es la que se afecta más selectivamente en la enfermedad de Alzheimer, mientras que en el envejecimiento, esta capacidad de valernos del contexto está preservada. A estos síntomas de memoria, se suele asociar cierto cambio de carácter predominando la apatía. Posteriormente se van sumando síntomas tales como: Desorientación en tiempo. Incapacidad para dibujar y copiar figuras. Incapacidad para denominar objetos comunes. Discapacidad para discriminar bien cosas o personas, delirios, alucinaciones y agitación. Finalmente, se afectan las funciones más básicas del ser humano, tales como la motora y las propias de regulación de nuestros órganos internos.
¿Cuáles son los actuales tratamientos de Alzheimer?
Antes de comenzar a hablar de medicamentos es necesario aclarar lo que significa un tratamiento curativo y un tratamiento sintomático:
Un tratamiento curativo es aquel que devuelve al individuo al estado que
presentaba antes del inicio de la enfermedad. El ejemplo clásico son los antibióticos para las infecciones. Un tratamiento sintomático es aquel que alivia los síntomas o incluso los hace desaparecer aunque la enfermedad siga ahí. Un ejemplo sería los antiinflamatorios para el dolor de la artrosis de rodilla.
Existen fármacos y tratamientos no farmacológicos, que han demostrado
enlentecer la progresión de la enfermedad, aunque no son capaces de revertirla. Hablaremos de este grupo terapéutico:
Los inhibidores de la acetilcolinesterasa (IACE) se desarrollaron como
tratamiento después de descubrir que existía un déficit del funcionamiento de una sustancia llamada acetilcolina y eso provocaba un deterioro del funcionamiento cognitivo de los pacientes con EA. En este grupo se incluyen el donepezilo, la rivastigmina y la galantamina, los cuales, además de inhibir la acetilcolinesterasa, presentan cada uno alguna peculiaridad. Los ensayos controlados doble ciego han demostrado que los tres tienen el potencial de mejorar levemente la cognición, el funcionamiento diario y la conducta en los pacientes con EA en grado leve o moderadamente grave durante períodos de tiempo entre 6 y 18 meses. A su vez, la mejoría que también se advierte en las actividades de la vida diaria disminuye el impacto emocional sobre el cuidador y reduce los costes. Su uso debe contemplarse siempre que se realice el diagnóstico de demencia tipo Alzheimer, en cualquier fase, y siempre que no existan contraindicaciones absolutas a nivel cardiopulmonar para su utilización
La memantina, que supone el otro grupo farmacológico, actúa sobre el
funcionamiento de una sustancia llamada glutamato. En los pacientes con EA moderada a grave, la memantina mejora el déficit cognitivo, el funcionamiento en las actividades de la vida diaria y la conducta. A nivel cognitivo, se observa un aumento significativo del número de pacientes que mejoran en áreas del lenguaje, memoria y habilidades motoras. A su vez, también se ha visto una mejoría a nivel de conducta tanto en agitación como agresividad. Sus efectos secundarios son menores que los de los IACE, y un amplio ensayo clínico que incluyó pacientes tomando ya donepezilo, indicó beneficios sintomáticos al añadir la memantina. Se habla de un efecto sinérgico. No se recomienda su uso en fases menos avanzadas, al ser los resultados un tanto contradictorios.